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cropouite DEL CAOS: Edicion a cargo de Antonio Albifiana Prdlogo de Manuel Vazquez Montalban Introduccién de Ignacio Ramonet BIBLIOTECA 2 UNIVERSIDAD Z EMPRESARIAL i SIGLO_VEINTIUNO y BIBLIOT ‘CAMPL ABL 327.5(100) G345 \URERSIDAD CATOUCA DE CORDOBA BIBLIOTECA PROLOGO NOTA SOBRE GLOBALIZADORES Y GLOBALIZADOS ‘Tras una guerra frfa en la que ha vencido el capitalismo y en teorfa el pensamiento liberal, cada vez. menos corregido por el socialista mo- derado, se configura una oferta de pensamiento tnico social-liberal que en realidad ratifica un neodeterminismo hist6rico pancapitalista y la inevitabilidad de Ia hegemonia de la légica econémica sobre los pro- ‘yectos politicos. De hecho, el pensamiento tinico es la consagracién del ‘economicismo subyacente en la ideologfa neocapitalista. La tendencia del pensamiento tinico social-liberal es desprenderse de la alianza con los criterios distributivos impuestos por Keynesianos y socialistas mo- derados, conservados como alternativa al modelo socialista radical y juzgados ahora meros obsticulos para un modelo de crecimiento neo- liberal irreversible, al precio de la desigualdad y del progresivo sufti- miento de inmensas mayorias condenadas a una marginalidad factual. ‘Se trata de una propuesta tan mesidnica como pudo serlo el maofs- ‘mo y plantea el mito ut6pico del final feliz de la Historia como una foto fija en el presente. En este caso el mito no ¢s relato fabuloso de lo acon- cn el pasado, sino la promesa no menos fabulosa de la plenitud ‘ala que puede conducir el economicismo sin trabas politicas impues- tas por la contradictoria piedad por los més débiles. Pero el economi- ccismo es una légica ciega y sin la menor finalidad humanista. Objeti- vamente sélo interesa al establishment global y a sus delegaciones provinciales preferentemente en los pafses del Norte y a continuacién cen los del Sur. Parte de la promesa de que si se crece, crecen todos, am- pliamente desmentida por la realidad y no tiene en cuenta ni el sufti- miento social del crecimiento, ni el sufrimiento de la naturaleza ame- nazada. El economicismo ha desacreditado el pensamiento critico, como traté de demostrar en Panfleto desde el planeta de los simios, Prolozo para asegurarse el crimen ideolégico perfecto y sin posible contesta- ci6n eficaz. ;Qué instrumentos culturales ¢ informatives en general hay frente a la fabulosa orquestacién medidtica del pensamiento tnico? Un examen de la geopolitica fin de siglo demuestra que cada dife- rencia entre miles de diferencias cuestiona Ia estrategia y el logro del pensamiento Gnico, como la geografia de los conflictos sociales e inter- estados cuestiona la hipstesis de partida del final de la Historia: desde a quiebra africana hasta el despiece programado de Yugoslavia, pasan- do por las nuevas formas de insurgencia latinoamericanas. El final de la Historia ha sido decretado en sicte ocasiones, coincidiendo con eta- pas de euforia de sujetos histéticos dominadores. La burguesia prusia- na utiliz6 a Hegel para decretar el final de la Historia y el bloque de po- der global economicista ha utilizado a Fukuyama. Eso es anécdota. El capitalismo crea sus propias contradicciones y conflictos l6gicos, asi en los tiempos de Marx como en los del pensamiento dnico que en Euro- pay en Espafia se ha extendido durante las transiciones compartidas, la del franquismo a la homologacién neocapitalista también llamada mo- demidad, en Espafia, y la del trénsito desde las expectativas de cambio 4 la parilisis de las expectativas de progreso en la Europa feliz y con- fiada. Ambas transiciones se han decantado progresivamente hacia la orquestacién del pensamiento tinico ofrecido bajo diferentes estuches. Tanto la oferta social como la popular figuran bajo los esquemas glo- balizados del socioliberalismo, con una progresiva tendencia a des- prenderse de la ganga social. La pérdida de autonomia del poder poli- tico frente al econémico ha tenido en Europa una reciente y dramética cescenificaci6n en la cafda de Oskar Lafontaine, ministro socialista, pro- ducto del rechazo del poder econémico a sus proyectos reformistas. Recién cafdo Lafontaine he leido en la prensa espaiiola que uno de los graves problemas de Europa es que no tiene una clase politica a la altura de la clase econémica. Ignoro si el analista y presunto economi- cista es © no hijo natural de un presidente del Bundesbank presente 0 futuro, pero se apunta a la vanguardia ideolégica més mesifnica que predica el final de toda autonomta politica frente al neodeterminismo del poder econémico. El acoso y derribo de Lafontaine deja sobre la mesa el problema de la progresiva incapacidad del poder politico para fijarse objetivos sociales que la economia debe secundar. Si uno de los motivos de la cafda del socialismo real fue un eco- 2 Nota sobre globalizadores y globalizados nomicismo planificador que olvidé cualquier propésito humanista, el modemo capitalismo reserva a los politicos ¢l mero papel de policfas y jueces del autoritarismo del mercado, sin permitirle salirse de pautas predeterminadas por los centros de poder econémico y financiero. No les importa el aumento progresivo de marginalidades de nuevo tipo que se suman a las de siempre, Para eso estin las leyes, las cdrceles, la vio- lencia estructural del Estado, que para eso si sirve, y si no sirve habré gue recurrir a policias y cérceles privadas que disuadan a los que se re- belen contra el horror econémico. Felipe Gonzalez llamé la atenci6n sobre la progresiva pérdida de ‘autonom{a del poder politico y aunque se sospechara que su preocupa- cidn se debia al acoso que estaba recibiendo de los medios de comuni- cacién y de la judicatura, estaba expresando un problema real que el caso Lafontaine ha puesto sobre el tablero no del tercer 0 cuarto mun- do, sino sobre el tablero europeo. El poder econémico ya no necesita militares golpistas, ni poderes de excepei6n fascistas, ni una represién explicita. Le basta la amenaza de que no va a crear puestos de trabajo, El nuevo terror economicista neoliberal no parece incontestable y) ‘me baso en dos hechos vividos e interpretados en Argentina y Y Que relacionan la esperanza insurgente con el imaginario del Che con la realidad del subcomandante Marcos. Septiembre de 1996, una manifestaci6n de estudiantes sememoraba por las calles de Buenos Aires la oprobiosa noche apices, el asesinato en 1976 de nueve escolares de ensefianza, perpetrado por la Junta Militar. En la esquina de Callao con asistf a una concentraci6n de masas que parecfa venir del tiempo anterior al diluvio, anterior al holocausto de las izqui noamericanas perpetrado frfamente en el espacio de tiempo que entre la caida de Goulart y los diferentes genocidios del Cono Sur, les de estudiantes bajo el lema «jVenceremos!» y los iconos del bre sus cubezas, revestido Guevara de nuevo de su condicién de ferente roméntico para una generacién. Empleo la palabra roméint con el inmenso respeto que me merece el compromiso roméntico de low luchadores sociales de los dos iltimos siglos, algunos motivados por su conciencia de clase y otros llamados por hechos de conciencia tal como 13 Prélogo Jos asimil6 el Che: las quiebras en la realidad que demuestran el desor- den oculto por el orden establecido. ‘Como una pesadilla para el pensamiento dnico, para el mercado “inico, para la verdad tinica, para el gendarme tinico, emerge de nuevo “el Che como sistema de sefiales de la insumisién, una provocacién para semidlogos y para la Santa Inquisici6n del integrismo neoliberal. No no un profeta de revoluciones initiles sino como una desalienadora del derecho a rechazar que entre 10 viejo y lo nuevo sdlo se ‘escoger lo inevitable y no lo necesario; la libertad fundamental de ar lo necesario. Mas allé de la metéfora, ante un milenio que ‘reconsagrar el papel del yo frente al nosotros como legitimacién ho a la victoria y a la pemada del més fuerte, el ejemplo del ‘por toda finalidad emancipatoria més alld incluso de la re~ ionaria convertida en el cédigo obsoleto de lo que pudo ¥ no fue. El Che es vlido porque antepuso una actitud mo- el conservadurismo de las derechas y las izquierdas y resucita ia de que hay que volver a aprehender qué mundo nos ‘que hay que volver a aprender a hablar para liberarnos de ado totales y absolutas demonizadas por el fracaso ‘La gestualidad vivencial de Guevara recupera el dere- ser solidario sin pedir perdén por haber nacido. én de estudiantes que presencié en Buenos Aires se dias después de que Sanguinetti hubiera reunido en 0 a un pufiado de estadistas y sociélogos para intercomuni- idad ante el fracaso de la revolucién economicista basa: entre los militares locales y los masters de Chicago: los lyen a los antagonistas y los economistas reconstruyen dad hegemonizada por un millén de nuevos ricos y amalga- Jos actos reflejos de los terrores heredados. Ni siquiera por 6 el sistema puede prometer no ya la felicidad, sino el creci- io del Che se alza por encima del skyline de las multitudes pen las conspiraciones del pensamiento tinico, del partido nico, ~ de la verdad Gnica, del mercado dnico, del gendarme tinico y a los pa- Tanganeros intelectuales del sistema se les escapa una breve risa histé- rica de suficiencia. 14 Nota sobre globaliaadores y globalizados El aniversario del asesinato del Che tuvo como resultante contra- dictoria que un miembro del staff militar boliviano, cémplice de su ase- sinato, el general Banzer, vuelve a ser presidente de Bolivia, esta vez democréticamente, y que la literatura sobre el Che ha vuelto al camino, ‘como prueba de la curiosidad que sigue despertando la raz6n roméntica en tiempos de dictadura de 1a raz6n pragmitica a su nivel mas degra- dado. Si hace un aio aproximadamente se publicé la biografia novela- dda del Che del escritor mexicano Paco Ignacio Taibo o la interpretacién politéloga del también mexicano Castafieda, el libro de Pierre Kalfon Che Ernesto Guevara. Una leyenda de nuestro siglo nace bajo la evi- dencia suscrita por Régis Debray de que las leyendas son las cosas ver- daderamente serias. Biogritfico e interpretativo, el libro de Kalfon es fruto de un rastreo sistemético y llega a conclusiones que no se refu- gian en el limbo, Para unos serdn conclusiones infernales y para otros celestiales, Del trabajo de Kalfon destaco la oposicién del imaginario del guerritlero incomunicado, Guevara, y del guerrillero mediético, el vicecomandante Marcos, tal vez Guevara fuera el tltimo representante de la dramaturgia de la revolucién armada y Marcos el primero de la revolucién televisada, a pesar de que Frank Zappa cantara en los afios, sesenta: No. La revolucién no serd televisada... En cualquier caso, Guevara y Marcos parecen hijos de aquel encuentro mégico o tal vez exclusivamente hidico entre Marx y Rimbaud sofiado en todos los mi yyos de los afios sesenta: cambiar la Vida, cambiar la Historia. El retorno de la iconografia del Che tiene diversas causas. Se nece- sitan mitos transgresores para tiempos en los que la transgresiGn no pa- rece tener ninguna finalidad hist6rica, se consuma en sf misma y ante la ‘mirada de una clientela social amenazada por todos los miiedos y des- provista de cualquier esperanza, tan transgresora puede parecer lady Di ‘como el Che, No todas las lecturas del retomno del Che deberfan ser tan desencantadas. Sobrevive una sombra de la memoria del Che como emancipador transmitida de padres a hijos y convertida en mercancfa ‘medidtica con motivo del veinte aniversario de su muerte. Que una par- te de la sociedad se apropic de un referente simbélico quiere decir que lo necesita, que sacia alguna de sus necesidades y el Che seria con- sumido como el médium de la propia consciencia irritada ante el falso orden establecido y el desorden que ocultaria. También podria interpre- tarsc el retorno guevariano como fruto de la selecci6n de un valor revo- 1s Prologe Como una obra abierta, fey Arturo que un dia volverd a implantar la Ii. bemad y lajusticia. un rey Arturo beneficiado por excelentes fotografi, gn vida y en muerte, que han dado a su mascara fiinebre calidades de su. Gario santo, de santa sibana reproduciendo el rostro del justo asesinado, Estamos ante un caso de romanticismo militante que ai reaparecer con {anta fuerza en cl mercado de los simbolos demuestra una carencia de vin Liminas histGricas, un evidente raquitismo épico y litico, es deci, la por. Peja orfandad de los consumidores de la Historia pasteurizada, Larevuelta zapatista, el mismo dia en que superestructuralmente cl México neoliberal de Salinas entraba en el primer mundo mediante la firma del acuerdo de libre comercio con EE UU y Canadé, fue un sar, do que rompis el espejo trucado del desarrollismo sin limites de 1a al. dea global. Sitiador sitiado, Marcos y el zapatismo se han convertid en fa metéfora de la rebeli6n del globalizado. La respuesta represiva del Pode fue muy poco liberal. Tras la matanza de indigenas zapatistas de Acteal a cargo de paramilitares teledirigidos por caciques prifstas se dé incluso de que Marcos siguiera vivo, De pronto emergié el sub. cmandante con la declaracién de julio mediante una espléndida epi Para ser mds exactos, el més grande pensador liberal de todos los tiem, Bos que han sido pensados: «Al hombre publica hay que exigirle fideti. dad a la propia mascara, pero més tarde 0 mds temprano, soctiens gibcomandante a Shakespeare, a Carlos Fuentes, a Galeano, a Miguel Scorza, da acuse de recibo del Panfleto desde el planeta de los sims cuando cita: «La operacién de descrédito de la razin critica fue prota. 16 Nota sobre globalizadores y globalizados sonizada por una beautiful people intelectual, compuesta mayoritaria- mente por ex jévenes fildsofos, ex jdvenes sociélogos y ex jévenes lide. res de opinién que conocian los caminos que llevan a la mesa del ae. for. seguin la antigua enseRanca del escriba sentado,» Esos sehoritos han puesto Ia misica de la represi6n y el PRI y sus incontrolados la le ay la metralla. mientras se lanzan campatias paralelas de desprestigio del obispo Samuel Ruiz sefialado como un fundamentalista, del subso. ‘mandante acusado de impostura o de la misma Rigoberta Mencht, ea otro tiempo auspiciada por Salinas de Gortari y una campafia en defen. sa de la soberania nacional al parecer allanada por los cooperantes que Nan @ Chiapas para evitar que en México haya més desaparecidos, que México deje de ser «...un agujero negro en la proteccién de los flere. chos humanos», segiin calificacién de Amnistia Internacional, En su in. forme de 1997, Aministfa ofrecia una reveladora geografia de la viola. in de los derechos humanos de la que destacan Ias referencias a Estados donde se estd en plena orgia de modernizacién neoliberal, La guerrilla zapatista parece sitiada en la selva, pero a su vez ha puesto en estado de sitio al gobiemo del PRI y al simulacro de Estado nacional Priista en liquidacién. Tal es asf que al comienzo de 1999, revistas como Letras Libres, continuadora del espfritu octaviopacista de Vuelta, dedica sus dos primeros mimeros al acoso y derribo del zapatisino, y Proceso edita un niimero especial de recordatorio de lo que ha signifi- cado el zapatismo como elemento de ruptura del espejo trucado de la (calidad mexicana. Sin desperdicio la entrevista de Juan Gelman a Marcos, una auténticalecci6n de teoria literaria a dos voces. Tengo bas. tante lefdo a este submilitar y no le he pillado en ningiin desliz de ars g0t convencional marxista leninista, como si hubiera renunciado a Continuidad acistica de la que hablaba Sloterdijk en En el co, Esa continuidad actstica que es un fin en sf misma, que {a tribu que la avala, que nada rompe ya incluso cuando Jabras de ruptura. Marcos ha vuelto a poner nombre a las rel ciones desde una nueva poética, porque parte de un sujeto hi: cambio realmente existente: el globalizado frente al globali El poder global medistico trata de dejar al perdedor social sin identidad, puesto que no ha conseguido parecerse al globalizador pre- 17 Prélogo sente en la propaganda de consumo. He tenido la suerte de ver una co- leceién de fotografias de Sebastido Salgado, hechas en el mundo glo- balizado (Angola, Mozambique, Brasil, Bolivia, el Chad, México...), fotos de seres humanos trabajando como esclavos, de nifios asustados como adultos, de pieles humanas maltratadas por todas las erosiones, de boias militares pisoteando ojos. En Ia aldea global la mirada se Pierde por las autopistas de la informacién en busca del infinito. Al- ‘guna vez escribt: Initil escrutar tan alto cielo initil cosmonauta el que no sabe el nombre de las cosas que le ignoran el color del dolor que no le mata indsil cosmonauta ‘el que contempia estrellas para no ver las ratas La mirada global, como su dimensién indica, globaliza y nos re- Ja muerte plana de una fotografia en la que todos vivimos en Sociedad abierta y el que no vive en Manhattan, vive en Manhattan? ;Cémo lo ha conseguido? Los que no vi- ‘en Manhattan solo salen en las fotograffas cuando matan 0 cuan- ‘obscena, inquieta, excesivamente desde Ineg © los huracanes no son globales, seleccionan con instinto de los globalizados, no a los globalizadores. Lo que no es televi- ‘no existe, lo que no es contemplado no vive y en el subsuelo me- de la aldea global la inmensa mayorfa sube las colinas como © baja a los infiernos como pecadores para demostrar que el se demuestra huyendo del hambre o de la muerte y que ‘ese impulso nacieron los recordmen de cien metros lisos, los jue- ‘olimpicos en general y las mejores escenas del cine cémico y ‘Sebastiio Salgado ha recorrido la geografia globalizada y ha sor- ‘Prendido a Ia humanidad explotada cual insectos cargados como mulas, ritmos visuales indeterminados los cuerpos, estos cuerpos jtienen alma? o s6lo tienen mdsculos depredados ante los que el obrero lector de Bertolt Brecht se preguntaba: Nota sobre globalizadores y globalizados Quién construyd Tebas ta de las siete puertas? En los libros figuran los nombres de los reyes cArrastraron los reyes los bloques de piedra? ¥ las varias veces destruida Babilonia, cquién la reconstruyé otras tantas? cEn qué casas de la Lima que resplandecta de oro vivian los obreros de la construccién? ¥ si es cierto que lo mas profundo del hombre es la piel, el fot6- grafo ha captado seres encuadernados en piel humana, su historia per- sonal convertida en un cédigo de tantas arrugas como cicatrices. Y si es cierto que los globalizados también tienen mirada, el fot6grafo la ha encontrado escondida tras el recelo o bajo las botas que pisan los ojos que las miran. Si el subcomandante Marcos considera que su méscara denuncia la mascara del globalizador y que la revuelta indfgena es el espejo donde se descubre toda la falsediad del primer mundo, Sebastiio Salgado contribuye a la globalizacién de la metéfora. Toda metrépoli sumerge a sus indfgenas en la no identidad, pero cuando el fotdgrafo consigue demostrar que hay genocidio, los emperadores quisieran con- vertir su demostracién en antropologia o en una contribucién aséptica la fotografia étnica, Ensefiar el hormiguero, la piel, los ojos de los perdedores es sub- versiGn, y no tardard en estar prohibido, primero en los mejores super- mercados y a continuacién en los c6digos més absolutos de! imperio, donde sélo estaré permitida la mirada global del final feliz en el Dia de Accién de Gracias. Habria que evitar la globalizacién del pesimismo, para lo cual seré indispensable una batalla cultural en la que este libro se inscribe. El concepto de globalizacién cultural parece creado para reflejar la defi- nitiva unificacién del mercado mundial, la definitiva victoria del siste- ‘ma capitalista, pero podrfamos haber hablado de globalizacién a lo lar- 20 de una buena parte de este siglo, desde el momento en que aparecen medios de transmisién de cultura globalizadores, que tienen capacidad de considerar el mercado como si fuese universal, basado en cédigos y en instrumentos que mundializan el discurso. Ya existia una globaliza- 19 Prélogo. cidn. cultural antes de la caida del muro de Berlin, perfectamente estructurada segiin la pauta dominante condicionada por las conse- cuencias de la revolucién industrial y por la lucha de clases nacional internacional, que habfa marcado las grandes tendencias del debate cul- tural del Hay que entender la cultura como patrimonio y como formacién de consciencia: como patrimonio entendemos la acumulacién del saber que ha servido para explicar el mundo, la relaci6n det ser humano con Ja naturaleza y los otros y la capacidad de proyectar esa relacién de cara al futuro. Se han acumulado unos conocimientos especificos en cada tuna de las disciplinas, en cada una de las interrogaciones que el ser hu- mano ha tenido a lo largo de la historia y que constituye lo que Hama- ‘mos el saber, el saber que heredamos de las promociones anteriores. La cultura también como la renovacién de la conciencia sobre lo ‘que necesitamos saber para explicamos a nosotros mismos, ahora y mafiana, es una necesidad de primer orden. En el caso espafiol, duran- te Ia etapa del franquismo, la parte patrimonial de la cultura, es decir, el acceso de lo que era el saber del pasado, estaba controlado por los aparatos fiscalizadores del Estado que filtraban la memoria cultural ¢ hist6rica que les interesaba y controlaban también la capacidad de crear conciencia, es decir, el saber que necesitébamos para concebir proyec- tos de futuro también pasaba por los filtros de la censura previa, de la represi6n politica, de las brigadas politicosociales, la tortura, etcétera Estos mecanismos, en general, se pueden aplicar a una concepcién cultural global; tanto la percepcién patrimonial, lo que sabemos en un momento determinado, como la necesidad de ir renovando nuestra conciencia con vistas a un posible proyecto de futuro, con vistas a una posible esperanza evidentemente laica. Hasta el afto 1990, por poner una fecha que no quiere decir nada (las lineas imaginarias siempre son ‘més desorientadoras que orientadoras), alrededor de 1a caida del muro de Berlin, la cultura global del mundo estaba marcada por la lucha de clases y por el choque de dos optimismos fuertemente concienciados: el optimismo burgués y el optimismo marxista, simplificando lo que podria ser una cultura de izquierda o la cultura hegeménica dentro del territorio de la izquierda, Se basaba en una idea de progreso: el creci- miento es continuo en el Ambito material y también en el espiritual. Este optimismo implicaba que cada conocimiento era mejor que el an- 20 Nota sobre globalizadores y globalizadlos terior, cra acumulativo y al mismo tiempo decrecia la capacidad de error en la percepci6n del saber. Se consolidaba una idea progresiva de cre- cimiento continuo, que en clave politica y cultural se manifestaba en las «vanguardias»: cada vanguardia significaba avanzar un paso mas en este crecimiento continuo del espiritu. En el terreno de la prosperidad y de 1a economia los saltos de mo- dos de produccién corrian a cargo de sujetos histéricos cambiantes: el modo de produccién feudal, el modo de produccién capitalista, e! modo de produccién socialista, finalmente interpretados por la nueva clase obrera llamada a ser dominante. Pero a partir de los altos setenta se ‘impuso un pesimismo hist6rico ocasionado por diversos factores: el de- ereto del grado cero del desarrollo: la presuncién de que el crecimien- to continuo material tenfa un limite; el contraste entre la idea de creci- ‘miento. por una parte, y el conservacionismo del medio aportado por la ; la crisis energética, que significaba que determinados bienes que habfan posibilitado un determinado «desarrollismo» eran perece- deros. Este pesimismo contrasta con el optimismo que habia des: rrollado la década de los sesenta, la de las grandes expectativas en la liberacién del ser humano, incluso en la posibilidad de revoluciones blandas, asociadas a la idea de reconstruccién de la razdn no violent la liberacién sexual aportada por la legada de la pildora anticoncepti- va, Nada queda de aquel optimismo, arruinado por Ia crisis energética, el deserédito de la dltima utopfa emancipatoria global, el sida, este papa, la crisis del mercado de trabajo, el pesimismo ecolégico. Pero atin faltan meses para el final del milenio y espero que Geopolitica aos nos ayude a salir del desorden, del caos. Poner nombre a lo nos destruye nos ayuda a defendernos. “MANUEL VAZQUEZ MONTALBAN au INTRODUCCION LAS CONVULSIONES DEL MUNDO Desde 1989, final de la guerra frfa, ha habido alrededor de sesenta cconflictos armados en el mundo que han provocado centenares de miles ‘de muertos y més de diecisiete millones de refugiados. La atmésfera de caos generalizado no deja de expandirse, sumiendo a un mimero de pal- ses cada vez mayor en la violencia endémica (Colombia, Liberia, Sierra Leona, Angola, Sudén, Argelia, Sti Lanka, repiiblicas ex yugoslavas, Af- ‘ganistén, eteétera). Pero, en los albores de un nuevo siglo, los conflictos, las violencias y las convulsiones no son exclusivamente militares. Otras guerras tienen lugar a escala planetaria, donde el abismo de las desigual- dades no cesa de ahondarse y donde nuevos agentes globales (los gran- des grupos transnacionales) amplian sin cesar al dmbito de su poder. En el plano geopolitico, Estados Unidos domina el mundo sin duda alguna, ejerciendo una supremacta aplastante en cinco campos: politi- co, econémico, militar, tecnolégico y cultural. Acaba de exhibir su he- ‘gemonia en Oriente Pr6ximo y en los Balcanes. ‘Sin embargo, una dimensién tal de poder hegeménico puede ser engafiosa. Porque el ejército estadounidense no ha podide ocupar mili- tarmente Irak: la supremacfa militar no se traduce ya de forma automs- tica en conquistas territoriales, que se convierten en imposibles de ges- tionar politicamente, demasiado costosas desde el punto de vista financiero y medisticamente desastrosas. Efectivamente, los media se reafirman como un agente de primer orden desde el punto de vista estratégico. La secretaria de Estado Ma- deleine Albright ha admitido que «la cadena CNN es el decimosexto ‘miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas». jNo sc ha Hegado a afirmar que los dltimos bombardeos masivos sobre Irak, ast ‘como los de agosto de 1998, contra Afganistan y Sudén, fueron decidi- 23 Introduecién dos con Ia finalidad de distraer la atencién de tos media respecto a los esearceos privados de William Clinton? De manera insélita se ha visto los dirigentes europeos mayorita- Flamente socialdemécratas, como el propio secretario general de la OTAN, secundar en marzo de 1999 la Jima aventura bélica impulsa. {da por los ditigentes estadounidenses en la que. por primera ver desde au creacién en 1949, la Organizacion del Tratado del Atlintico Norte (OTAN), emprende una guerra contra un pais, la Repiiblica Federal de Nuzoslavia, que no habla levado'a cabo ninguna agresidn fuera de sus ronteras. {Cémo estos dirigentes (Schrier, Jospin, D'Alema, Blain.) han podido ceder a las presiones de Washington y embarcarse en tna aventura guerrera que no tiene la menor legitimidad internacional? ' tra constatacion: el ejercer como hiperpotencia en la era del neo- liberalismo no garantiza en modo alguno a los ciudadanos un nivel de desarrollo humano satisfactorio, En Estados Unidos hay 40 millones Ge Personas sin cobertura sanitaria, 45 millones viven por debajo del umbral de la pobreza y 52 millones son analfabetos... En el mismo sen- Lido se constata que, en el momento del nacimiento del euro, se pueden detectar en el seno de la opulenta Unién Europea alrededor de $0 mt Hones de pobres y 18 millones de parados, A escala mundial, la pobreza es la norma y la abundancia Ia ex- SSbeion. Las estimaciones en este sentido ponen de manifiesto que las 225 fortunas més importantes del mundo representan un total de mas dc um billn de euros, es decir el equivalente ala renta anual del 47 por 100 de Jos més pobres entre ta poblacién mundial (2.500 millones de personas) En este momento se puede afirmar que algunos individuos son ya ins ricos que los Estados: el patrimonio de las quince personas con ine tiea subsahariana... ¥ esta situaciOn no hace sino agravarse. ‘, una guerra con’ fn para garantizar la libertad de navegacién en el mar de China, Los escenarios detallados por documentos internos y editoriales. ' Léase a Michel Klare, Rogue States and Nuclear Outlaws: America's Search — {for a New Foreign Policy. Hill and Wang, Nueva York, 1995. * Gf Nur Dolay, «Grandes maniobas politicas en el Céucaso», Le Monde di- lomatigue, julio de 1995, y Vicken Cheteriin, Le Monde diplomatique, edicion espaitola, octubre de 1997, 33 El siglo de Estados Unidos: hegemonfa y caos peculativos s6lo se plantean, por el momento, desde un pequefio grupo, de estrategas militares, de responsables de los servicios de informaci6n y de expertos civiles. ‘Tampoco el Congreso esté inactivo y debate el tipo de fuerzas mi- litares necesarias para los préximos decenios. Para los partidarios de la estrategia oficial de lucha contra los «regimenes pariasm, los niveles ac- tuales de gastos militares bastan para garantizar la seguridad de Esta ‘dos Unidos. Por el conirario, quienes consideran que la amenaza prin- ‘cipal vendra pronto de China o de Rusia estiman que el presupuesto de las fuerzas armadas debe aumentar mucho. Es inutil precisar que la apuesta de un debate estratégico tal no es pequefia, ya se trate del des- tino de los gastos piblicos de Estados Unidos 0 del estado de las rela- cciones internacionales. Desde el hundimiento de la Unién Sovitica, los dirigentes norte- + americanos han tratado de fijar los perfiles del «nuevo enemigo» a fin de orientar el desarrollo de sus ticticas y de sus nuevos sistemas de ar- “Antes, todo era simple: las fuerzas norteamericanas debian prepa- tun combate titdnico contra la amenaza de las armas del Pac- Varsovia sobre las Hanuras de Europa. La disolucién del Pacto de cuyos miembros se preparan para unirse a la Organizacién del Atlintico Norte (OTAN)- ha obligado a Washington a ‘nuevos escenarios. Pero las técticas ensefiadas en las escuc~ de guerra eran dificilmente disociables de los postulados estratégi- -c0s del conjunto, 1a ausencia de adversario definido complica enor- ‘memente toda la planificacién militar. - Complica también la obtencién de los fondos requeridos por el Pen- {gono, El presupuesto de las fuerzas armadas votado por el Congreso debe poder justificarse, cada afio, por la presencia o la perspectiva de “una amenaza. Desde 1989, los dirigentes militares norteamericanos bus- ‘ean quién podrfa tener el papel atribuido antes a la Unién Soviética. Con vistas a ese objetivo, el general Colin Powell, jefe del Estado Mayor del ejército hasta 1996, habfa constituido, inmediatamente después de la caida del muro de Berlin, un equipo de planificacién politica y estraté- ica en el seno del Pentégono. Mandado por el general de aviacién Lee Butler, este grupo decidié insistir en la amenaza de los paises del Sur ‘como Irén o Irak, considerados a la vez. como potencialmente hostiles al mundo occidental y dotados de fuerzas armadas importantes. 34 La nueva estrategia militar de Estados Unidos En Ia primavera de 1990, esa mieva aproximacién, Hamada «Es- trategia de defensa regional», fue aprobada por los jefes del Pentégo- ‘no y por el presidente Georze Bush. A continuacién se presento al pueblo norteamericano por el propio presidente George Bush en un discurso pronunciado el 2 de agosto de 1990, dia de la invasion de ‘Kuwait por Trak. Aunque aquella declaracién televisiva hizo creer que la nueva estrategia respondia a Ia situacién creada en el Golfo, habia sido aprobada por la Casa Blanca varios meses antes de la invasién iraqui La guerra del Golfo permitié resolver el problema del enemigo que faltaba. Las fuerzas armadas estarian entrenadas y equipadas para po- der afrontar toda una serie de operaciones contra los poderes regiona- les del tipo de Irak. Como explicé en la época Richard Cheney, secre- tario de Defensa: «La guerra del Golfo es la precursora del tipo de conflictos que nosotros nos exponemos a encontrarnos con mds fre- cuencia en la nueva era: conflictos regionales que nos enfrentardn a enemigos bien armados y dotados a la vez de armas convencionales so- fisticadas y de cargas quimicas y nucleares» '. ‘A partir de 1993, esa orientacién de conjunto sirve también de base de la estrategia militar de la nueva Administraci6n Clinton. En efecto, en su arduo replanteamiento estratégico (Bottom-Up Review), el Ministerio de Defensa concluy6 que, a pesar de la vergonzosa de- rrota de Irak, Estados Unidos continuard haciendo frente a una ver- dadera amenaza proveniente de potencias hostiles del Sur. Y, para afrontarla, deberé mantener una estructura militar capaz de encarar si- multineamente dos «grandes conflictos regionales» *. En su andlisis estratégico mas reciente, en mayo de 1997, el Pentégono ha confir- mado esa politica, Al recomendar que se haga un esfuerzo de investi- } Como lo prueba el anticulo de Michael Gordon, «Military Services Propose ‘Slashes in Existing Forces», aparccido el 12 de mayo de 1990 en el The New York Times. * Declaraci6n ante la comisién de asuntos exteriores de la Cémara de Repre- sentantes, Washington, 19 de marzo de 1991. 5 Cf US Department of Defense, Botiom-Up Review: Force Structure Bx- cerpis, Washington, 1 de septicmbre de 1993. Léase también a Michael Gordon, «Military Plan Would Cut Forces But Have Them Ready for Two Wars», The New York Times, 2 de septicmbre de 1993. 35 El siglo de Estados Unidos: hegemonta y caos gacién més a fondo en el dominio del armamento de alta tecnologia, el andlisis reiteraba la necesidad de prepararse para un conflicto con los «regimenes parias». Y afirmaba que el principal peligro para Es- tados Unidos viene de la «amenaza de coercién o de agresion abier- ta contra aliados 0 amigos en las regiones-clave, por parte de Esta- dos hostiles y provistos de una capacidad militar significativas * Frente a China y Rusia Esta constatacién ha debido satisfacer mucho al presidente Clin- ton y a William Cohen, su sectetario de Defensa, pero no ha con- yencido a aquellos que cstiman, en el Pentégono y en otras partes, que la amenaza de los «Estados parias» no es suficiente para garan. tizar el voto del Congreso a los grandes presupuestos militares que. se les pide. Consideran que Estados Unidos deberia insistir en la ‘amenaza que plantean adversarios mas peligrosos. En especial Rusia © China. La pérdida de credibilidad de la actual estrategia «antiparia» se ex- plica por varios factores. En primer lugar, ha bajado sensiblemente el nivel de 1a amenaza potencial planteada por los Estados a los que se alude, Corea del Norte, por ejemplo, es descrita frecuentemente como '. Desde ese punto de vista, el imperia- lismo queda detinido como una prictica exclusivamente europea... Otras voces emplean una terminologia mas vigorosa para fijar el papel de Estados Unidos en el mundo. Asi, Irving Kristol, idedlogo desde hace mucho tiempo de un conservadurismo agresivo, barre la no- ci6n de limitacion y considera que se desprende por si sola «la emer- gencia de un imperio norteamericano». Un enfoque més enérgico, pero ‘que evita, sin embargo. emplear el término «imperialismo». «std cer- ca el dia», escribe Kristol, «en que el pueblo norteamericano tomaré conciencia [de que se ha convertido] en una nacién imperial». Se apre- sura, sin embargo, a tranquilizar a sus lectores. «Ha sucedido», dice, = sporgue el mundo queria que sucedieser. Al explicar esa insolita teo- fa, seflala que «una gran potencia puede ser Ilevada insensible- ‘mentente a asumir responsabilidades sin haberse visto comprometida explicitamente a ello» *. Bajo este imperio absoluto, Kristol imagina a Europa felicivandose ‘su dependencia de Estados Unidos y renunciando a cualquier clase politica exterior aut6noma: «Las naciones europeas son naciones mndientes, aunque gocen de una considerable autonoméa local.» situacién comparable, de alguna manera, a la de la Autoridad Pa- lestina en Cisjordania. En cuanto a América Latina, regin tradicional- ‘mente refractaria a las intervenciones norteamericanas, Kristol afirma ‘que «empieza a reconocer la legitimidad del liderazgo de Estados Uni- dos y a aceptar] una norteamericanizacion progresiva de su cultura Popular y de su modo de vida». Irving Kristol se confiesa él mismo es- tupefacto ante ese fenémeno, que distingue del imperialismo europeo de antafio, caracterizado por una coercién abierta y brutal. «Nuestros misioneros», escribe, «viven en Hollywood». Concluye. sin embargo, ‘con una anotacién mas sombria: «Se trata de un imperio absoluto, con un minimo de sustancia moral. Aunque de momento el resto del mundo le reclame y lo necesite, cabe preguntarse sino se hartardn con rapi- ' Richard N, Haas, The Reluctant Sheriff; Council of Foreign Relations, Nue- va York, 1997. 2 living Kristol, «The Emerging American Imperium», The Wall Street Jour- nal, Nueva York. 18 de agosto de 1997. a2 Baxes para un nuevo sigio'de dominio norteamericano ez». Irving Kristol forma parte de esos te6ricos para los que la actual dominacién norteamericana del planeta no plantea ningéin problema: a los rivales de Estados Unidos se les puede hacer entrar en raz6n de una manera 0 de otra, Sin embargo. la opinién dominante en el mundo politico norteame- | ricano es que la hegemonia total sobre el mundo no est garantizada. Lograr ese objetivo por medio de acciones unilaterales seguir siendo peligroso y costoso. Para que el siglo xxi sea norteamericano habré que asegurarse el apoyo, incluso provisional, de socios. Richard Haas, di- rector de Estudios de Politica Exterior de la Brooking Institution, y an- tiguo consejero especial del presidente George Bush. es un representan- te de esa corriente de pensamiento mayoritaria. Ve en la guerra del Golfo el modelo a seguir en el futuro. En su libro The Reluctant Sheriff («El sheriff a pesar suyo»), cuyo titulo no est desprovisto de imagina- ci6n, Haas sugiere que Estados Unidos se convierta en gendarme plane~ tario. En su guién, el sheriff ~al contrario que el policfa— sélo esté ocu- ado a tiempo parcial. Trabaja tnicamente cuando es necesario organi- zar una incursi6n contra las potencias recalcitrantes ~Estados-parias en su jerga-; dicho de otra manera, las zonas 0 grupos que no acepten el orden impuesto por Washington. El sheriff retine entonces un destaca- mento de «Estados voluntarios» para que le ayuden a restablecer ese orden. En esta concepcién, que goza de un amplio consenso en Estados Unidos -la Brooking Institution est4 considerada como una organiza- cién ideolégica «centrista»—, la politica exterior se reduce a Ia movili- zacién de milicias. Como en los western. Es Ifcito preguntarse sobre las probabilidades de éxito de semejan- te politica en un mundo donde tres mil millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza y donde, como melones en un campo, hay diseminadas cabezas nucleares en més de una docena de paises, a Jos que se han incorporado recientemente India y Pakistin. Concepcio- nes estratégicas de ese tipo se fundan en una lectura sumaria de Ia sali~ » Irénicamente, un estudio de los medios de comunicacién globales, escrito desde una perspectiva totalmente diferente, s¢ tituls: «The Global Missionaries of Corporal Capitalism», Edward Herman y Robert McChesney, The Global Media, El siglo de Estados Unidos: hegemonfa y caos da de Ia guerra fria; «Hemos ganado, y ef otro campo no sélo ha per- dido, sino que ha desaparecido» *. Reforzados. por esa interpretacién, os nuevos geopoliticos se entregan a sueiios imperiales, Esto da mayor importancia a los proyectos, en parte bosquejados ya sobre el papel, que configuran una arquitectura de la economia mun- dial de los préximos afios. En ese campo se ha constituido una coali ci6n informal y operacional a la vez, en la que convergen intereses gu- beramentales, militares y comerciales que abarcan las industrias de la informacién, de los media y de la informatica. La percepcién del mun- do que tienen estos actores es resueltamente electrSnica, Lo mismo que los gevestrategas, su campo de visién es un planeta bajo control norte- americano, El medio de alcanzar ese objetivo, proclama insistentemen- te esta coalicién, es el complejo informacién/media, porque confiere el Poder cultural y el poder simplemente. Representantes de esa tesis se encuentran en Ios mis altos escalones del poder. En 1996, por ejemplo, Joseph S. Nye y William A. Owens, antiguo secretario adjunto de Defensa y antiguo vicepresidemte del comité con- junto de jefes de Estado Mayor, respectivamente, opinaron sobre «/a ventaja decisiva de Norteamérica en materia de informacién. Para ellos, «el pais a la vanguardia de la revoluciOn de la informacién serd ids poderoso que ningiin otro... En un porvenir previsible, ese pats serd Estados Unidos»*. Retomando la posicién de los movilizadores de ejércitos que tienen necesidad de socios provisionales, como sucedié durante 1a guetra del Golfo, los autores afiaden: «La supremacia nu- clear era la condicién sine qua non para dirigir las coaliciones de an- tao. En la era de ta informacién, la supremacta en materia de infor- ‘macién serd ta que desempefie ese papel.» De ahi su optimismo de cara al futuro: «De verdad, serd en ef siglo xxt y no en el siglo xx cuando Estados Unidos esté en la cima de su preeminencia. La informacién es 1a nueva moneda del reino internacional, y Estados Unidos estd mejor situado que cualquier otro pats para hacer valer su potencial de re- cursos materiales y cibernéticos a través de la informacién.» No es una opinin aislada. Otro antiguo responsable de la Admi- * Richard N. Haas, op. cit, * Joseph S. Nye hijo y William A. Owens, «America’s Information Edge», Foreign Affairs, Nueva York, marzo-abril de 1996. 44 Bases para un nuevo siglo de dominio norteamericano nistracion Clinton, David Rothkopf, actualmente director general de Kissinger Associates, e! gabinete de asesores del «amigo Henry», no es ‘menos entusiasta en sus previsiones de un «siglo norteamericanom ba- sado en la cultura y en la informacisn, Su ensayo «In Praise of Cultu- ral Imperialism?» (.«:Elogio del imperialismo cultural?»), publicado en Ja revista Foreign Policy, utiliza no s6lo la palabra tabi de imperialis- ‘mo, sino que la aplica con fruici6n a la situacién norteamericana: «Para Estados Unidos, el objetivo central de una politica exterior en la era de la informacion ha de ser el de ganar la batalla de los flujos de ta informacién mundial dominando las ondas, al igual que Gran Bretarta dominé una ver en los mares» °, David Rothkopt, al igual que Nye y Owens, confia en el porvenir: “inevitablemente, Estados Unidos [es} la “nacién indispensable" para ta conduccién de tos asuntos mundiales y el principal suministrador de Productos de la informacion en estos primeros afios de ta era de la in- Formacién.» Observa, pues, las tendencias actuales con satisfacci6n: «A Estados Unidos le interesa econémica y poltticamente velar para si el mundo adopta una lengua comin, ésta sea la inglesa; que, st mundo se orienta hacia normas comunes en materia de tele ciones, de seguridad y de calidad, estas normas sean norteame! ‘que si sus diferentes partes estén interrelacionadas por la televi radio y la misica, los programas sean norteamericanos: y que elaboran valores comunes, se irate de valores en los cuales se nozean los norteamericanos.» Una vez pergefado ese gran nuestro autor concluye explicando hipécritamente por qué todo el do saldra beneficiado: «Los norteamericanos no deben negar el de que, de todas las naciones en ta historia del mundo, la suya ‘mds justa, la més tolerante, la mds deseosa de someterse a aul y de mejorar permanentemente, y el mejor modelo para el futuro, Por muy fantasmagérica y arrogante que pueda parecer esa pretacién, es 1a que da el tono de las decisiones politicas de hhington en materia de informaci6n. Desde el comicnzo de su mandato, el presidente Clinton anud6 unas estrechas relaciones que fuese para recaudar fondos para las elecciones~ con los i * David Rothkopf, «in Praise of Cultural Imperialism», Foreign Polley, ‘dim. 107, Washington, verano de 1997. 45 El siglo de Estados Unidos: hegemonta y caos triales de Silicon Valley. El vicepresidente, Albert Gore, se ha pre- sentado como un loco del ordenador. En la perspectiva de su candi- datura a las elecciones presidenciales del 2000 se ha rodeado de un grupo de patrones de la electronica, el Hamado «Gore Tech». «Una vez al mes», se nos dice, «el vicepresidente se retine oficiosamente ‘con un grupo selecto de empresarios de Silicon Valley... Los temas de discusi6n varian de un mes a otro, pero el orden del dia dominante sigue siendo el mismo: evaluar las implicaciones de la “nueva eco- nom{a” norteamericana e imaginar soluciones concretas a los pro- blemas, pequefos y grandes, de la accién piiblica». Uno de los patti cipantes en esos encuentros lo reconocfa: «Nuestra vanidad nos ha conducido a pensar que lo que es bueno para nuestras empresas es bueno para el conjunto del pats» ’. Privaticacién de las ondas _ Bs0 nos devuelve a los felices tiempos de «Motor Charlie», el fa- «Wilson Charlie», duefio de la compafifa General Motors duran- ‘Segunda guerra mundial, que identificaba alegremente el bienestar ‘pats con los beneficios de su empresa. En este fin de los afios no- “no se podria formular y describir mejor la politica de Estados "Unidos. Ha sido el Gobierno quien ha abierto la marcha hacia la era de ‘Ja electrénica. En su discurso y en sus acciones hace valer que la in- formatizacién completa de la economia es indispensable para el creci- ‘miento nacional y la hegemonfa mundial. Se comprende que los indus- ‘triales de la comunicacién no hayan tenido que esforzarse para ponerse de acuerdo. En los tltimos afios se ha hecho realidad el proyecto de un pafs ca- bleado y de un mundo articulado en redes. Anunciada bajo la autoridad del presidente en septiembre de 1993, la Infraestructura Nacional de In- formacién (National Information Infrastructure, N-II) fue presentada ‘como la respuesta clectrénica absoluta a todos los males que aquejaban al pais, y al mismo tiempo el medio para asegurar la mejora y el enti- 7 Blisabeth Shogren, «Gore Finds Brain Trust in Silicon Valley Group», Lor Angeles Times, 25 de agosto de 1997. Bases para un nuevo sigi6 de’ dominio norteamericano quecimiento de la raza humana’. Sus ventajas se enumeraron con un entusiasmo desmedido: la comunicacién, 24 horas sobre 24 para toda la familia; una educaci6n on line garantizada pot los mejores profeso- res del pais; la disponibilidad de recursos artisticos, literarios y cienti- ficos mundiales; servicios de salud on line garantizados para todos y sin listas de espera: el teletrabajo: la ltima diversién de moda en el sa- Ién de cada norteamericano: un acceso fécil a los responsables admi- nistrativos y toda clase de informacién vfa Internet Estas ventajas, en su mayor parte ambiguas, estaban subordinadas, sin embargo. a una condicién dirimente que, en todo caso, iba a anu- larlas y que explicitaba la declaracién fundacional de la Infraestructu- ra: «El sector privado pilotard el despliegue de la N-l... incumbird a las empresas privadas su creacién y funcionamiento» °. El desarrollo y Ja difusion de esta notable tecnologia de la informacién, creada inicial- ‘mente con dinero del Estado y funcionando como un servicio piblico, fueron confiados asi a un pequeiio grupo de poderosas corporaciones de la comunicaci6n: constructores informéticos, diseiadores de sofi- ware, operadores de telecomunicaciones y productores de media. Los grandes grupos industriales han respondido a esas nuevas oportunidades y negocios potenciales con una orgfa de fusiones y de movimientos de concentracién, acumulando capital y recursos en com- pafifas gigantescas ". El Gobierno se ha apresurado a subastar el es- pectro de las frecuencias de radio a los mastodontes de las telecomuni- caciones, en previsién del desarrollo de nuevos servicios que éstos consideran rentables. Una vez mas, y sin que medie ningin debate, el bien piblico que representan las ondas hercianas se ha sustrafdo a cual- quier forma de responsabilidad social y vendido a precio de saldo a in- tereses comerciales esencialmente incompatibles con las necesidades de la comunidad. ‘Después de garantizar de esa forma las condiciones materiales fa- vorables al sector privado, el Gobiemo facilit6 la constitucién de grupos * National Information Infrastructure (N-): Agenda for Action, 15 de sep- tiembre de 1993, Washington, D.C. » Ibid. ‘© Lease a Ignacio Ramonet, , Estados Unidos permitia a sus conglomerados gigantes de medios de comunicacién y de cultura saturar el planeta con sus pro- ductos y servicios. Esa doctrina ha prevalecido durante el medio siglo transcurrido, activamente animada y sostenida: ayuda en el exterior, subvenciones, Presiones econémicas y politicas sobre los eventuales refractarios. De ahi la dominacién exclusiva de los productos informacionales y cultu. rales «made in America», asi como de la lengua inglesa, en las panta- Mas de televisidn y de cine, la produccién musical, los lugares de di versidn y la comunicaciGn de los medios financicros Pero el basamento tecnolégico del Estado industrial norteameri- cano se ha modificado de arriba abajo en cinctienta afios. La informa. tizacién y la digitalizacién de la economia han progresado a un ritmo acelerado, Sectores de actividad que no existian han crecido especta- cularmente, dando origen a algunas de las mas potentes empresas del mundo como Intel o Microsoft. La produccién y la venta de informa in estén igualmente en manos de empresas de primer orden, Del mo modo, las sociedades de telecomunicaciones que transportan Alujos de informacién (datos, mensajes e imagenes) operan a escala netaria y cada vez con mis frecuencia en asociacién o en ali operadores extranjeros. Estos fenémenos y algunos otros constituyen el nicleo de lo hha dado en amar la «globalizaciGn» o «mundializaciém», En se tiltimo término es equivoco pues da errSneamente la impr ue todo se ha mundializado. Los principales actores de la mui ci6n son las grandes compafias del automévil, del petréleo, de la ‘ca, de los bienes de consumo, de la comunicacién, de los media, servicios electrénicos— y su modo de funcionamiento cada vez transnacional. Las decisiones politicas en Estados Unidos, en J 1s New York Times Magazine, 7 de junio de 1997; téase también a Armand Mattelart, «Los nuevos escenarios de la comunicacién mundial», Le Monde diplo- ‘matique, edicion espafola, octubre de 1996. 49 ‘UNIVERSIDAD CATOLICA DE CORDOBA BIBLIOTECA EI siglo ue Estados Unidos: hegemonia y caos en Europa se toman hoy para ellos y en su beneficio. Existe cierta co- ordinacién entre estos grupos con el fin de garantizar un minimo de es- tabilidad y de seguridad en las operaciones planetarias de este sistema transnacional consensuado en su conjunto y, en cada pafs, con los «lide- res nacionales». Porque en tiltima instan ada compafifa transna- cional lucha por sus propios intereses, el Estado en cl que esté ubicada su ‘sede social o, al menos, en donde estén domiciliados sus principales ac- cionistas, no les prestard su apoyo. Los medios que una nacién oun blo- {que regional como la Unién Europea pone en prictica para sostener a ‘sus estructuras empresariales mas importantes estan en funcién de las di- ferentes dimensiones de su potencia: econémica, militar y cultural. Des- ‘de ese punto de vista, Estados Unidos se encuentra aislado. » hombre de la libertad ‘ese contexto se ha elaborado el «Marco General para el Co- Electrnico Global». Pretende fijar unilateralmente las reglas de la era digital, a partir de los exclusivos intereses de Esta- Estas reglas reforzardn las ventajas, ya considerables, que Jas industrias norteamericanas de la comunicaci6n con relacién ‘tvales, reales o potenciales. Una vez més, se invoca a la «iber- ‘en cada pérrafo del informe Magaziner para presentar ese ambi- ‘proyecto. Se trata claramente de excluir de entrada toda medida ‘pudiera adoptar un Estado soberano para proteger su independer | y su viabilidad econémicas, 0 para cuestionar las formas de organi fijadas por los amos del sistema: normas, licencias de explota- reglamentaciones tarifarias, etcétera. No se plantea, por ejemplo, la cuestiGn de elegir entre propiedad /piiblica y propiedad privada: «Los gobiernos deberdn favorecer la au- torregulacién del sector cada vez que sea necesario y sostener los es- fuerzos de las organizaciones del sector privado para poner a punto ‘los dispositivos que garanticen el buen funcionamiento de Internet. ES decir, el nuevo comercio electrénico debe desembarazarse del marco reglamentario establecido en el transcurso de los sesenta itimos afios para las telecomunicaciones, !a radio y la televisién. Durante todo ese perfodo, las politicas a las que debfan someterse los operadores tenfan 50 Bases para un nuevo siglo de dominio norteamericano ‘en cuenta, oficialmente, la proteccién del interés piiblico. Las necesi- dades sociales, incluso cuando no eran tenidas en cuenta, estaban al ‘menos reconocidas. A finales de los afios noventa, el capital mundial rechaza categéricamente la menor restriccién de sus prerrogativas. ‘Aunque se haya publicado en Washington como plataforma politica na- cional, el Marco General se fija esencialmente un objetivo interna- cional: pretende regir el «comercio electrénico global» alli en donde el entomo politico-ccondmico no esté totalmente sometido a la voluntad de la Casa Blanca, Por ejemplo, invoca la Primera Enmienda de la Constitucién norteamericana como fundamento de Ia libre circulacién de la informacién y trata de clevarla a principio universal que garanti- ce la proteccién de los mensajes y de las imagenes producidas por las empresas gigantes. De hecho, la Primera Enmienda protege la libertad de expresién del individuo, no la de las empresas. Permitiendo esa confusion, como es el caso de Estados Unidos hoy, se prohibe toda medida de proteccién a los ciudadanos contra un discurso que expresa los intereses exclusivos de las grandes compafifas ¥y estd financiado por ellas. Esto es més flagrante todavfa en la esfera internacional donde las naciones, en la medida en que acepten la defi- nicién que dan las empresas de la libertad de circulacién de la infor- ‘macién, se despojan de su soberanfa cultural y con frecuencia politica. De hecko, Io que preocupa a Washington y a los grandes patronos de las industrias hight tech de la comunicacién son las decisiones que pu- dieran adoptar algunos Estados para defender su autonomtfa. Sus bestias nnegras son las tasas y los derechos arancelarios en Internet, las amena- zas contra el copyright de las peliculas, sonidos y software difundidos través de la GII, las medidas de proteccién de las bases de datos y dé las patentes, es decir, todas las formas de propiedad de la era de la infor~ ‘maci6n. El informe Magaziner pone los puntos sobre las fes al afirmar que «las disposiciones legales que enmarcan las transacciones comer- ciales en Internet deben obedecer a principios uniformes mas alld de los Estados, las fronteras nacionales e internacionales, con el fin de obte- ner los resultados previsibles, independientemente de la jurisdiccién a la que esté sometido un eventual comprador 0 un vendedor». Esa proposici6n, animada en apariencia de una preocupacién por ka ‘equidad, ignora las disparidades y las desigualdades entre los Estados, las regiones y los pueblos. En las transacciones hace prevalecer los in- SI El siglo de Estados Unidos: hegemonta y caos tereses de poderosos conglomerados, poseedores de la propiedad in- telectual, sobre aquellos interlocutores mas débiles. A este respecto, el «Marco General para el Comercio Electrnico Global constituye la prolongacidn, en el era digital, de la doctrina de la posguerra mundial sobre la libre citeulaci6n de la informaci6n: «El gobierno norteameri- cano impulsa ta mayor libertad posible de circulacién de la informa- ccidn mds ailé de las fronteras. Esto incluye la mayor parte del material informacional ya accesible y transmisible por Internet, inclusive a tra- vés de la pantalla de los ordenadores, los servicios de informacién, los centros comerciales virtuales y los productos de diversién, en de video y de audio, asi como de las artes. Este principio es v 10 para la informacidn creada por las empresas comerciales como por Ja que emana de las escuelas, de las bibliotecas, gobiernos y otras en- tidades con fines no lucrativos.» Sin embargo, el Marco General no es, por ahora, mas que un caté- Jogo de intenciones. No es necesario tomar al pie de la letra sus ataques contra toda forma de reglamentacidn, al menos en lo que concierne a la economfa norteamericana. Pero esa contradiccién puede explicarse £4 cilmente ya que el informe Magaziner no esté hecho para uso interno. Aunque el Gobiemo norteamericano practique un culto a la ret6rica cldsica de la antirreglamentaci6n, hace ya medio siglo que sus précti- cas en el sector de la informaciGn no cesan de desmemtir sus exhorta- cones en favor de la libertad de mercado. En el plano internacional, se trata evidentemente de algo totalmen- te distinto. Asi, el profesor Eli Noam, de la Universidad de Columbia, destaca precisamente que «una lectura atenta del informe Magaziner no muestra la voluntad del Gobierno federal de flexibilicar la reglamentacién econémica en los campos que le interesan, La firmeza de su lenguaje se refiere sobre todo a las acciones que otros Estados podrian emprender para imponer ese tipo de reglamentacién en Inter- net» EI procedimiento habitual para exigir del otro lo que no se apli- caa si mismo... Pero el éxito de esta iniciativa no depende tinicamente de la voluntad de Estados Unidos y de su actual supremacia en el eam- po de la electrénica. Su hegemonia en el ciberespacio no esté conso- “Ei Noam, «Why the Internet Will Be>, Educom Review, volumen 32, nim. 5, septiembre-octubre de 1997. 52 Bases para un nuevo sigio de dominio norteamericano lidada para siempre. Y otras voluntades nacionales pueden conducir a resultados diferentes. ‘Aun adhiriéndose a {a filosofia librecambista fijada por Estados Unidos, la Unién Europea (UE) ha tomado cierta distancia respecto a Estados Unidos en materia de comercio electrénico. En un primer mo- ‘mento, acogié «Ira Magaziner con los brazos abiertos en una confe- tencia celebrada en Bonn el 8 de julio de 1997, es decir, una semana después de la publicacién de su informe, y firmé una declaracién reco- nociendo el «papel clave» del sector privado en materia de comercio electrénico. El sector publico habia sido recompensado tinicamente con ‘un «papel active». A partir de ese momento las cosas evolucionaron ¥ los Quince, en lugar de trabajar exclusivamente sobre las bases del Mar- co General, empezaron a elaborar sus propias propuestas. Asf, en una comunicacién publicada el dia 4 de febrero de 1998, la Comisién Euro- pea propuso la negociacién de un cédigo internacional que fije reglas comunes para todos, en especial pars la protecciGn de los datos perso- nales, los derechos de autor, el crypraje (Ia codificaci6n) y la fiscalidad. Intervenir en todo el planeta El asunto mas sensible es el de la proteccién de la vida privada en donde las diferencias son considerables entre las dos orillas del Ailainti- co. En Francia existe desde 1978 1a Comisién Nacional de la Informati- cay de las Libertades (CNIL) y en 1995 se adopt6 una directiva europea particularmente rigurosa que debfa incluirse en todas las legislaciones nacionales antes de octubre de 1998, La directiva estipula que los datos personales no podrin transferirse a pafses que no hayan adoptado siste- mas de proteccién «adecuados». Ese es precisamente el caso de Estados Unidos... Clinton, consciente del envite, ha pedido a las empresas norte- americans que instalen tales sistemas, En mayo de 1998 logré obtener de Japon que delegase esa responsabilidad en el sector privado ". Otro punto de friccién entre Estados Unidos y 1a UE son las reglas de atribucién de direcciones en Internet, que Washington, en un libro "5 § & T Presse, revista de prensa de la misi6n cientifica y tecnoldgica de 1a ‘embajada de Francia en Estados Unidos, ném. 469, 15 de mayo de 1998. 33 El siglo de Estados Unidos: hegemonia y caos blanco publicado en febrero de 1998, pretendia mantener como una prerrogativa exclusivamente norteamericana. Y ello a pesar de los de- seos de Internet Society y de Internet Assigned Number Authority (IANA), que pretendian que esa responsabilidad fuese confiada a una organizacién internacional. Ante las resistencias a su proyecto, la Ad- ministracién norteamericana dio marcha atrés y se orienta hacia una so- lucién que se sitiie probablemente en la esfera de influencia de la Or- ganizacién Mundial de la Propiedad Industrial (OMPD. Uno de los medios que utiliza la UE para no sufrir frontalmente los asaltos de Washington '* es desplazar los problemas hacia la Organiza- cién Mundial de Comercio (OMC) donde varios Estados, especialmen- te India y Pakistan, tratan de preservar sus intereses nacionales especf- ficos frente a las ofensivas librecambistas, y donde las decisiones se deben tomar por consenso entre todos sus miembros. En mayo de 1998 se convino '” la preparaci6n de un estudio por parte de la Organizacién de todas las cuestiones relativas al comercio electrénico. Acorto plazo, el poder econémico del capital transnacional y la re- ceptividad de la gente al marco comercial multimedia, sobre el que esta ‘basada la economfa norteamericana, no pueden mas que estimular el suetio acariciado por Washington de dominar el mundo durante el pro- ximo siglo gracias al control de la electrénica. De la misma manera que su poder militar, reforzado por las tecnolo- ‘gias avanzadas de Ia comunicaci6n, le permite desplegarse, vigilar e in- tervenir en todas las partes del mundo. «Que nadie se equivoquen, ha lle- ‘gado a declarar el nuevo jefe del Mando Atliintico de Estados Unidos, «no ‘existe ningiin pais en la superficie de la Tierra al que no podamos alcan- za» "*. A més largo plazo, sin embargo, los desequilibrios insensatos que ese sistema de poder econémico-militar ~no responsable ante nada ni ante ‘nadie—impone a los pueblos y a sus recursos podrfan tal vez producir con- ‘vulsiones en cadena. Y provocar el hundimiento de todo el edificio. W Léase Ia interesante encuesta realizada por Annie Kahn, «lnternet, el brazo de hierro Europa-Estados Unidos», Le Monde Télévision Radio Multimedia, 24-25 de mayo de 1998. "7" Léase «Pact on electronic commerce», Financial Times, 20 de mayo de 1998. ' Hugh Pope, «US Plays High Stakes War Games in Kaakstan», The Wall ‘Street Journal, 16 de septiembre de 1997. 54 Capitulo 2 UNION EUROPEA: ,UNA CONSTRUCCION AL MARGEN DE LOS CIUDADANOS? Introduceién Europa ya no sueita. Se debate entre estadisticas, porcentajes, ‘ecuaciones y gréficos, todo ello acompaniado de formulas ~«reduccion de déficit», «rigor presupuestariow, «reduccién de los tipos de interés», xcestimulo al crecimiento» sin vida real, ni siquiera para aquellos que las escriben, y casi desprovistas de interés para cualquiera que se af ne, en primer lugar, en superar las asperecas de su existencia diarie Un votante de cada dos no habia legado al uso de razén cuando se creé la Comision de Bruselas: entre un pasado demasiado desconoci- do y un futuro totalmente nebuloso s6lo ve a Europa a través de discu- ‘siones cuyo alcance a menudo se le escapa. Olvidando sus dificiles co- ‘mienzos, Europa no sabe hacia qué destino le conducen las poderosas corrientes econémicas que sus expertos analizan sin conseguir propo- ner los medios de canalizarlas para, a costa de enormes esfuerzos, di- rigirse hacia un destino elegido libremente. Obsesionada por las he- rramientas aiin imperfectas de que se ha dotado descuida su propio proyecto, ha perdido el rumbo. ‘Mds grandiosa que el Proyecto Manhattan para el dominio de la energia nuclear 0 que el Programa Apolo para el envio del hombre a Ja Luna, sobre las cenizas aiin calientes de una Europa deshecha, ger- ‘mind hace cincuenta aftos una ambicién, Al igual que las empresas de Los Alamos 0 de Cabo Cafiaveral, movilizarfa importantes recursos y una gran sagacidad, Su originalidad consistiria en lo siguiente: su la- boratorio tendria la escala de un continente y sus materiales serian ‘eminentemente rebeldes, por su ratz humana. Proyecto deseado y temido a la vez. La esperanza de reconciliacién 55 Unién Europea: ,una construccién al margen de los ciudadanos? chocaba con muros de desconflanza, basados en recuerdos crueles, to- davia tan cercanosy reavivados sin cesar por la indispensable caza de los antiguas nazis y de sus colaboradores. Sin embargo, a ambos lados del Rin, una volumad de diélogo, administrada con inteligencia y ge- nerosidad, hizo retoceder poco a poco los mds graves temores. CLavpe Juvien 56 Devolver el poder de decisi6n a los ciudadanos Berard Cassen Noes el momento ~;lo seré alguna vez? de preguntarse por las fi- nalidades de la construcci6n comiunitaria: la decision de poner en mar- cha el euro el 1 de enero de 1999 es un hecho, el Banco Central Euro- peo sc ha instalado en Frankfurt, las negociaciones para la adhesién de seis nuevos miembros comenzaron el 31 de marzo pasado, el Consejo Europeo de Cardiff se tom6... tiempo para reflexionar sobre la reforma de las instituciones. En resumen, Europa prosigue su ' ' Lease «Los “ier mandamientos" de las preferencias ciudadanas», Le Mon- de dipiomatique, edicion espanola, mayo de 1998. ST Unin Europea: guna construcci6n al margen de los ciudadanos? La construccién comunitaria se ha hecho por tratados: el de Roma (1957), el Acta Unica (1986), el de Maastricht(1992) y el de Amsterdam. (1997). ¥ lo que un tratado ha hecho, otro puede deshacerlo o rehacer- Jo, En una carta conjunta dirigida a sus socios en visperas de la reunién de Cardiff. Jucques Chirac y Helmut Kohl lamaban a «un debate abier- toy objetivo sobre et actual estado del proceso de integracién europea y sus perspectivas». Hay que tomar sus palabras al pie de la letra. La conferencia intergubemamental que deberé elaborar un nuevo tratado, asf como las elecciones al Parlamento Europeo del mes de junio de 1999, son dos citas institucionales préximas que pueden permitir, me diante «un debate abierto y objetivo», perfilar los contornos de «una Eu- ropa que interese a los pueblos», por retomar una formula gaullista. «Una Europa que interese a los pueblos» es, en primer lugar, una Europa en la que esos pueblos tengan algo que decir en todo momento ‘y no s6lo a toro pasado por puro formalismo. Ya que, en la actual con- figuracién del espacio decisorio de la comunidad, los cuatro principa- les centros de poder ~Comisi6n, Tribunal, Banco Central y Consejo— son caricaturas de funcionamiento democritico. En los tres primeros de ellos, este funcionamiento deriva de los tra- tados y de su interpretacién por el Tribunal. La Comisién, aparte su mo- nopolio en la iniciativa de las decisiones, dispone de todos los poderes ‘en materia de competencia y no se priva de usarlos, incluso de abusar, reduciendo a los ministros al estatus de humildes solicitantes. El Tribu- nal de Luxemburgo aplica un derecho y produce una jurisprudencia ba- sados en el tinico principio de la competencia? y sus dictamenes no son susceptibles de ningin recurso. En cuanto al Banco Central, ha despo- sefdo definitivamente a los gobiernos y a los parlamentarios de la polf- tica monetaria y, a través del pacto de estabilidad, de la politica presu- puestaria. Un hermoso balance para la democracia en Europa... El Consejo ~6rgano de decisién de la Unién, salvo, como acaba- mos de ver, en materia de competencia— plantea un problema mas com- plejo. Cicriamente, a titulo individual, cada uno de los ministros que ‘componen sus diversas formaciones (asuntos generales, agricultura, ‘medio ambiente, etc.) forma parte de un gobierno, a su vez responsable * Léase a André Ganron, «La dictadura de la competencia», Le Monde di- plomatique, edicién espafola, mayo de 1998. 58 Devolver el poder de decision a los ciudadanos ante el respectivo Parlamento, Pero, en tanto que tal, el Consejo no es controlado por ninguna asamblea, por ningin legislative. Por la senei- Mla razén de que, é1 mismo, es el verdadero legislativo de la Unién, El Parlamento de Estrasburgo no dispone. en efecto, ni de Ia ini ciativa de las «leyes» europeas ni de la ditima palabra sobre las que se le someten, En el mejor de los casos. y solamente en algunos terrenos, puede ejercer un poder de codecisién. Ademés, hacerle actualmente el tinico legistador de la Unién supondrfa dar por zanjado el problema que ‘queda precisamente por resolver y que le darfa su legitimidad: el de la existencia de un espacio pablico europeo que se concretara especial- mente, en el momento de las elecciones europeas, en listas plurina- cionales de candidatos que adoptaran plataformas comunes' El hecho de que los programas, las listas ¥ los procedimientos elee- torales sean nacionales aunque los elegidos se reparten inmedia- tamente después en grupos transnacionales~ s6lo traduce una realidad sociolégica y politica: la Unién, en un futuro previsible, seguird siendo tuna yuxtaposicién de naciones. La construccién de un espacio piiblico europea deberfa ser, sin embargo, Ia primera de sus prioridades. Insuflar el viento de Ia democracia en un dispositive comunitario, tun tanto opaco, supone, pues, apoyarse en el pilar de las tinicas instan- cias en contacto directo con los pueblos 10s Parlamentos nacionales~ y hacer remontar la cadena de la legitimidad democritica hasta los centros de decisién. Una apropiacién necesaria de la «cucstién» europea por parte de los elegidos en cada sitio y, cada vez més, por los ciudadanos. Esta iniciativa implica, en cada pais, un control parlamentario a priori de las posiciones que adoptan los ministros reunidos en consejo ‘sobre todos los actos comunitarios (directivas, reglamentos, comunica- ciones de la Comisién, Libros verdes, Libros blaneos). Actualmente, por poner el caso de Francia, los diputados y senadores miembros de su > La noche del 16 de marzo de 1999 dimitié ta Comisién en pleno, provo- ccando el nombramiento de un nuevo presidente, Romano Prodi, una semana més tarde, Sin embargo, como sefiala B. Cassen (Le Monde diplomatique, edicién espa~ Rola, abril de 1999): «La dimisién de la ComisiGn, aunque no sea mucho ms que ‘un microacontecimiento, «vo al menos el mérito de hacer un poco menos opaco el Funcionamiento de las insttuciones comunitarias a los ojos de los ciudadanos (..), ‘pero esta crisis global de la institucién no ha procedido en modo alguno de una vo- unted popular europea de impulsar una operecién “manos limpias"™» (N. det E.) 59 Unién Europea: :una construccién al margen de los ciudadanos? Propia delegacion en la Union Europea solamente pueden votar resolu- ciones sin ningtin valor obligatorio: deberian poder dictar mandatos, Gomo ocurre en Dinamarca. Mientras que, siempre tomando la forms de una legislacion nacional, los textos que les son sometidos a pos, ‘eriori son la simple transposicién de directivas y reglamentos, loc re, Presentantes de la nacién no tienen ningiin poder real de decisign sobre ellos. Hacia arriba, su papel es puramente consultivo: havia abajo, es, tim reducidos al papel de cdmara de registros, pero, sin embargo, son responsables de sus votaciones ante los electores, De hecho, para los asuntos europeos, los gobiernos utilizan el mé- todo usual para los tratados internacionales que les deja un poder dis. crecional de firma, que luego debe set ratificada por el Parlamento 0 el sufragio universal. Se trata de una auténtica desviacién del procedi- Imiento, pues las cuestiones europeas no son euestiones de politica ex. (Grior: Son, en cada pafs, cuestiones de politica imetior. ;Qué hay més nacional, por ejemplo, que Ia modificacion de los estatutos de los ser. Vicios pilblicos, convertida en «necesaria» por las diectivas europens Heqlberulizacion? La Unién no es una entidad exterior para Bélpics, Francia o Italia, como podria serlo para Corea o Brasil sino una erat, ad que les engloba. Parcce que los representantes todavia no han to. mado conciencia de ello 0 no han sacado las consecuencias del hecho Contra la acumulacién de mandatos ‘Europa se construye, asf, no mediante leyes dignas de ese nombre, Sino @ través de un régimen que se parece al fast track americano* al de las ordenanzas francesas, dos formas de tutelar la soberanta de los “epresentantes elegidos. De esta forma, los parlamentarios facilitan sin dluda la tarea de los gobiemos, pero prestan un mal servicio a una Con ‘munidad que, para ser legftima a los ojos de los ciudadanos, tendria ne- esidad de un anelaje popular. Ya que es éste el momento de la «moder. nizacién» de la vida politica ,por qué el Gobiemo de Lionel Jospin no nertovediiniento que deja las manos libres al presidente de Estados Unidos rotamer tn tatado comercial. En el momento dela raificacion, el Conerese solamente puede decir «sf 0 «nov, sin posibilidad de enmendas al rue 60 Devolver el poder de decision a los ciudadanos toma la iniciativa de democratizar, en Francia, el mecanismo de decision sobre los actos comunitarios. devolviendo a los diputados y senadores, mediante el control a priori, el poder de votar realmente todas las leyes? ‘Ya que se trata de limitar la acumulacién de mandatos zno se ve ue la més patente de esas acumullaciones es la practicada por los pro- ios ministrox? Asumen de hecho. simultineamente, una funcién eje- utiva (en el Gobierno, en Paris o en otras partes) y, en los mismos te- renos, una funcién legislativa (en el Consejo, en Bruselas), Para hacer bien esta reforma no hay necesidad de un nuevo tratado: basta una sim. ble revision constitucional. Precisamente se esté preparando una para Ja instauraci6n de la paridad hombres-mujeres en Francia. Eso arreglaria el problema de la responsabilidad individual de los, ministros, pero no el de la responsabilidad colectiva en tanto que miembros del Consejo. Si, en cualquiera de sus formaciones, se toma Por unanimidac! una decisién con ministros debidamente mandatados Para ello, no se rompe la cadena democritica. Pero, en cambio, se rom. Pe si solamente una parte de ellos puede exhibir un voto previo de su Parlamento. De abi la necesidad de un recurso, que también hay que Prever en los terrenos comunitarios regidos por el voto de la mayoria cualificada y en los que un ministro, siempre respetando su mandato, Puede encontrarse en minoria y tener, sin embargo, que hacer votar y aplicar la decision mayoritaria en su pais, Qué estructura para este recurso? El Parlamento Europeo desem- Petia parcialmente ese papel en scctores en los que dispone de codeci. si6n, que es esencialmente un poder de bloqueo. Pero, en los demas ca. 805, y son los més importantes, deberfa ser una coordinacién de los Parlamentos nacionales* la que decidiera en iiltima instancia, Esta re. forma deberfa salir de un nuevo tratado. En definitiva, la légiea de este cambio seria repatriar lo esencial del poder legislativo europeo desde el Consejo a los elegidos de los diferentes Estados, es decir, al tinico ni- vel existente de plena legitimidad popular. Por supuesto, se trataria de {2 aplicacién de un principio de subsidiaridad, muy invocado ya, que viene siendo utilizado regularmente por la Comisién para su exclusive Union Europea: guna construcci6n al margen dé los cindadanos? beneficio. Una pequefia revolucién democritica que cambiarfa todo, en Ja forma y en el fondo. Frente a ministros dependientes de su Parlamento, la Comisién, a la que un nuevo tratado deberfa, de todas maneras, retirar los exorbi- tantes poderes que posee en materia de competencia, asi como el mo- nopolio de Ia iniciativa de textos sometidos al Consejo, estaria obliga- daa cambiar de comportamiento. Sentirfa més de cerca, como se siente pasar una bala, aspiraciones populares que vendrian a neutralizar sus pulsiones ultraliberales: la experiencia demuestra que sabe adoptar un perfil bajo cuando trata una cuestiGn particularmente sensible en algu- no de los Estados miembros, Deberfa estar sometida a un control re~ forzado tanto del Parlamento Europeo como de la nueva estructura in- terparlamentaria que se deberfa crear, y todo ello en un equilibrio que habrfa que encontrar entre las dos instituciones. Un nuevo tratado también deberia dar al Tribunal bases juridicas superiores a las de la competencia para dictar el derecho comunitario, Por ejemplo, la cohesién econdmica y social, el empleo y el desarrollo ro. En cuanto al Banco Central Europeo (BCE), su «indepen- hace de los Estados otros tantos territorios sometidos a un ré- ‘de «democracia restringida» igual que lo tenfan, hace poco, los satélites de la Uni6n Soviética y de Estados Unidos. Habida de los riesgos de fracturas sociales suplementarias que provoca- téel euro -y que temen incluso sus partidarios-, es urgente restaurar el ‘control politico sobre la gestién de la moneda europea. ‘Con ministros de economfa y de finanzas obligados, de buena o ‘mala gana, a convertirse cada uno en el portavoz de su opinién publica ¥ de su Parlamento -y no de los mercados financieros, como hacen ahora, el directorio del BCE perderfa esa altanerfa caracteristica de los banqueros centrales. Una construccién coja La misi6n prioritaria asignada a la conferencia intergubernamental deberfa ser inyectar una dosis significativa de democracia en los cuatro centros de poder comunitario, de la que carecen ostensiblemente. Poco importa que la Comisién, el Consejo e incluso el Parlamento 62 Devolver el poder de decisién a los ciudadanos Europeo ganen acé o alld una parcela de poder suplementario en detri- mento de los otros dos: es el «tridngulo institucional» en su conjunto el ‘que funciona «abstraido» y al margen de una directa relacién con los pueblos de Europa. Por eso, ningtin movimiento social o de opinién ha apostado verdaderamente por En el marco actual, Bruselas, Luxemburgo y Frankfurt poseen po- detes considerables. pero sin responsabilidades. Por su parte, los Parla- ‘mentos nacionales asumen todas las responsabilidades, pero sin disponer de Jos poderes correspondientes. Enderezar esta construcci6n coja es la ‘nica manera de reintroducir a los pueblos en el circuito democratico eu- ropeo. Es inuitil esperar conseguir una Europa radicalmente més social, ‘mas ecol6gica, etc., dentro de un sistema de decisién concebido para des- conectar a los que tienen las aspiraciones de quicnes deciden. Como en el «centralismo democritico» de los partidos comunistas de antatio, 1a forma comunitaria predetermina el fondo. Por eso, por una extrafia al- ‘quimia, y por tomar sélo este ejemplo, Ia fuerte demanda de manteni- miento, cuando no de reforzamiento, de los servicios pablicos, expresacla ‘mayoritariamente por las opiniones piblicas de los Quince, se transfor- ma en Bruselas, en manos de la Comisién y del Consejo, en politicas de ‘desmantelamiento y de privatizacién de esos mismos servicios puiblicos. Conocemos dé antemano las objeciones que no dejarn de hacer a estas propuestas las autoridades instaladas en la rutina institucional co- ‘munitaria, a cuyos intereses sirven, y de todas sus tramas medidticas: «Ustedes quieren re-nacionalizar las politicas europeas», «Ustedes quieren romper la dindmica de la Unidn», «Ast sera imposible tomar decisiones», etc. Permitir que las opiniones publicas tengan un peso an- tes de que se formulen las politicas que tendrén que padecer entraiia cefectivamente algunos riesgos: son los de la democracia. El edificio co- munitario ges hasta tal punto frégil que puede resquebrajarse por ello? De hecho, el reto es el de realizar una transferencia de poder hacia los pueblos, con la que siempre se encontrarin mal quienes lo ocupan actualmente. ¥ nada permite pensar que esos pueblos sean menos «eu- ropeos» que los jueces de Luxemburgo 0 los banqueros de Frankfurt. Simplemente, de Europa se espera un «plus» de civilizacién, si no {para qué construirla? Reduciéndola, en lo esencial, a un espacio para ‘mercaderes y financieros, sus actuales gestores no hacen nada para que resulte deseable. Ha llegado el momento de que otros tomen el relevo. 63 EL EURO A DEBATE (1) éRefuerzo del rigor y alienacién de las soberanias? Laurent Carroué E11 de enero de 1999 los once Estados! que iniciaban asf el aban- dono de sus monedas nacionales, dieron el definitivo pistoletazo de sa lida del euro, mientras que el Banco Central Europeo (BCE) emprende simultneamente el relevo de los diferentes Bancos Centrales. En esta ocasién, se ha lanzado una amplia campana dirigida a las opiniones pie blicas bajo el eslogan «El euro hace la fuerza». Esta campatia destaca esencialmente los aspectos técnicos del cambio de moneda, No obstan- te, durante los titimos tiempos se ha desencadenado una polémica de gran amplitud sobre los tipos de interés, que solapa de hecho proble- ‘mas politicos y sociales esenciales para el futuro. La legada al poder de partidos socialdemécratas en Italia, el Rei- no Unido, Francia y en Alemania modified sensiblemente las correla ciones de fuerzas politicas en el seno de la Unién Europea: once go- biemos, de quince, se consideran de izquicrdas. A primera vista, hunea fue tan favorable 1a coyuntura para una reorientacién de la construecién comunitaria en pro de objetivos més sociales. Este fendmeno es una prueba del rechazo de las politicas liberales del Gi- limo decenio y de sus corolarios: «saneamiento», exclusién, preca- riedad y paro masivo. El Consejo Europeo extraordinario de Luxem- burgo, en noviembre de 1997, cuando la crisis mundial causaba sus estragos?, ya marcé una primera inflexién al dedicarse monogréfica- mente al empleo. [Las semanas que siguieron a la victoria de la coalicién verdirroja { Los Quince, con excepcicn de Dinamarca, Grecia, Reino Unido y Suecia, ® Léase «Anatomie de la crise financidres, Maniére de voir, niin. 42, no- viembre-diciembre de 1998. 64 ‘GRefuerzo del rigor y alienacién de las soberanias? en Alemania parecfan reforzar esta inflexién. En octubre, ciertos diri- gentes notorios tuvieron por vez. primera opiniones iconoclastas, rom- piendo con la ortodoxia ultraliberal. Oskar Lafontaine, ministro aleman de Finanzas, propuso reformar los mercados financieros internaciona- les, con objeto de hacerlos més trasparentes y menos volatiles, y de li- mitat el poder de los especuladores, proponiendo encuadrar los marge- nes de fluctuaci6n de las tres grandes monedas (el délar, el yen y el euro). Carlo Ciampi, ministro italiano del Tesoro y de Presupuesto, ide una flexibilizacion del pacto de estabilidad presupuestaria adopta- doen junio de 1997 en Amsterdam, mientras que Lionel Jospin propo- ne una reforma del Fondo Monetario Internacional (FMD y la celebra- in de un nuevo Bretton Woods *. En noviembre de 1998, el Consejo Europeo de Pértschach, en Aus- tria, leg6 al extremo de hacer un Hamamiento para la bajada de los ti- Pos de interés para estimular el crecimiento. Efectivamente, con los pos en un 3,3 por 100, mientras la inflacién se sitia entre el 0,5 por 100 y el 0,7 por 100 anual, el interés del dinero en Alemania y en Fran- cia sigue siendo todavia muy elevado en términos reales. Durante al- ‘gunas semanas, este cambio de tono dej6 entrever la posibilidad de una nueva época para la politica comunitaria. Esas declaraciones provocaron la ira de Wim Duisenberg, presi- dente holandés del Banco Central Europeo (BCE), que defiende encar- nizadamente la independencia total de su institucién* frente a lo que él considera una intromisién de lo politico en su campo de exclusividad. Por otra parte, record6, desde comienzos de octubre de 1998, que su Unico objetivo era la estabilidad de los precios, es decir, una inflacién or debajo del 2 por 100 anual, mientras que la Reserva Federal norte- americana, por su parte, tiene una doble misién: la estabilidad de los precios y el crecimiento. Las llamadas al orden del BCE y de los Ban- cos Centrales alemain y francés ¢ infinidad de presiones volvieron a dis- ciplinar a la incipiente disidencia. * Conciuido el 22 de julio de 1944 entre 44 paises, el acuetdo de Bretton ‘Woods sent las bases del orden econémico intemacional de la possuerra y crvé el Fondo Monetario Intemacional y el Banco Mundial * ‘Léase Laurent Carroué, «Con los financieros y sin los ciudadanos», Le ‘Monde diplomatique, edicién espanola, mayo de 1998, 65 Unién Europea: una construccién al margen de los ciudadanos? Desde mediados de noviembre se descarté la idea de encuadrar los tipos de cambio internacionales 0 de tomar medidas que estimularan el crecimiento, La declaraci6n comiin de los ministros de Finanzas de los once gobiernos socialdemécratas, reunidos el 22 de noviembre, reafir- ‘ma, en un texto con fuerte connotacién liberal’, titulado «La nueva via europea, la necesidad de respetar el pacto de estabilidad. sin dejar de sefalar que la «liberalizacién de los movimientos de capitates ha sido enormemente positive. {Ceguera total, autismo absoluto 0 conversién tardia y a destiem- po? Semejantes afirmaciones son particularmente asombrosas en un ‘momento en que los estragos de la crisis financiera aparecen a plena uz. Esos gobiernos se hallan atrapados en la tenaza de sus propias con- tradicciones*, por un lado, entre sus intenciones reafirmadas en mate- ria de empleo y de Europa social y, por otro lado, su sumisién a los ercados financieros y a las l6gicas monetaristas desarrolladas y acep- desde hace unos afios. Massimo d’Alema, fer del Partido De- de la Izquierda (ex comunista), convertido en presidente del 7, consiguié que se aprobara un presupuesto de extremado ri- ‘estricta continuidad con los de sus predecesores, y esto siempre de Europa. En este contexto, el 4 de diciembre de 1998, los gobernadores de ‘once Bancos Centrales de «eurolandia» anunciaron simulténea- ‘una bajada concertada de los tipos de interés hasta el 3 por 100%. "Esta medida, saludada con entusiasmo por los media y los mercados, ‘que han querido ver en ella un regalo de bienvenida al euro, exige evi- dentemente un comentario. Porque, efectivamente, slo se adopts des- pués de Ia reafirmacién oficial, a partir de mediados de noviembre, y por todos Ios gobiernos europeos, de la continuacién del rigor presu- puestario. Camufla a la opinién péblica una auténtica capitulacién ideol6gica y politica, el brutal retroceso de las soberanfas politicas ante 5 «No queda mucho de izquierda», comenta el International Herald Tribune dol 24 de noviembre de 1998. © Para Francia, ase a Daniel Baudru y a Berard Maris: «Social-libéralisme la frangaise», Manidre de voir, nim. 42, op. eit. 7 Léase Rossana Rossanda, «La excepci6n italiana», Le Monde diplomatique, ‘edicién espafola, diciembre de 1998. "En 1998, la inflaciGn en la zona euro fue inferior al 2 por 100. 66 {Refuerzo del rigor y alienacién de las soberanias? una institucién supranacional no elegida y, por tanto, irresponsable frente a los ciudadanos”, Retroceso democritico EI BCE, antes incluso de ser operacional, ve confirmar clamorosa- mente su derecho de veto sobre las politicas presupuestarias, fiscales, econdmicas, sociales y salariales de los Estados de la Unién. Y ello a pesar de todas las protestas formuladas en los mds altos niveles. Esta- ‘mos ante un engranaje institucional que imposibilita cualquier cons- truccién socioeconémica y monetaria alternativa en Europa. Lejos de constituir una «nueva soberanfa compartida», esta légica es el signo de un gran retroceso democratico. ‘A despecho de las declaraciones euféricas de ciertos gobiernos, por ejemplo el de Francia, que hacfan de Europa occidental un mar de es- tabilidad, el continente ha sido alcanzado por la tormenta financiera y ‘econémica intemacional. Mientras que, segdin el Banco Mundial, el crecimiento mundial cayé del 3,2 por 100 de 1997 al 1,8 por 100 de 1998, la recesién en movimiento de dominé que golpea a Asia, después a Japén, Rusia y América Latina alcanzaré al Reino Unido, Italia y Ale- ‘mania. Asistimos a un descenso sensible de las exportaciones europeas desde el primer trimestre de 1998, aunque los intercambios de la Unién con el exterior representan menos del 10 por 100 de su producto inte~ rior bruto (PIB). La hasto relativa distensiGn de las politicas monetarias de los Ban- cos Centrales siempre va acompaiada, no obstante, de politicas pre~ supuestarias perfectamente ortodoxas. El coste econémico y social de estas tiltimas sobre 1a economia acentda la amenaza deflacionista (des- censo acumulativo de los precios, de la produccién y del empleo) y los peligros de grave recesién por agotamiento de la demanda interna, “mientras que el consumo y la inversiGn interiores representan lo esen- cial de la dinamica. Asf, el enorme esfuerzo realizado por Italia para in- * EIB de abril de 1999, el Banco Central Europeo toms su primera decisién, para sorpresa de la generalidad de los gobiernos europeos, bajando al 2,5 por 100, los tipas de interés para los once patses del euro. (N. del E.) 67 Unién Europea: ;una construcci6n al margen de los ciudadanos? tegrarse en la moneda tinica explica que, después de tres afios, su cre~ cimiento econémico sea el mas débil de la Unién: +1,5 por 100 en 1998, Si el paro oficial se mantiene en el 12,5 por 100, la estabilidad de la construccién nacional est amenazada por el agravamiento de la diferencia Norte-Sur, El paro es del 6 por 100 en el Norte, pero del 22.3 por 100 en el Sur. Lo esencial de Ia cteacién de empleo en el Mezzo- giorno proviene de la oficializacién de «trabajadores clandestinos». De forma mas general, la capacidad del Bundesbank de dictar al conjunto de la Uni6n, por mediacién del BCE, su culto al marco y al euro fuertes, y para transformar la zona euro en zona marco pro- fundizada y geogréficamente ampliads, leva en sf el germen de ten- siones regionales cada vez mas fuertes, como resultado del desequili- brio estructural entre los diversas sistemas productivos nacionales regionales. La situaci6n actual es el resultado de las opciones que, hace algunos aos, guiaron la redacci6n del Tratado de Maastricht, en particular sus disposiciones sobre el paso a la moneda tinica y su gestiOn. La arquitec- tura politica e institucional puesta en marcha trataba de echar el cerrojo cualquier posibilidad de salida del ultraliberalismo. Con la experiencia, se ha revelado muy eficaz. La tarea prioritaria de los gobiernos que se consideran socialdemécratas debiera ser el tratar de hacer saltar esos ce- rrojos. Y, en primer lugar, la renegociacién del pacto de estabilidad. Este pacto —al contrario que el Estatuto del BCE que, aun figuran- do en el Tratado de Maastricht, s6lo puede ser modificado por otro tra- tado- no es mas que un simple acuerdo intergubernamental. Y lo que un Consejo Europeo hace en Amsterdam en junio de 1997 otro puede deshacerlo. Lo que una mayoria de poderes politicos liberales y con- servadores construy6, una nueva mayorfa puede modificarlo. De este modo, los nuevos gobiernos no harfan sino dotarse de los medios para aplicar el mandato que les han confiado sus ciudadanos para sostener el crecimiento y el empleo. ‘Ademés, hay que redefinir la misién y los poderes del Banco Cen- tral Europeo para hacer de él un instrumento de promocién de un au~ téntico pacto para el crecimiento y la creacién de empleo en Europa, ‘quebrando asf las I6gicas financieras y monetaristas. En ese marco es imperativo replantear su independencia respecto de los poderes elegi- dos democriticamente. 68 1La gran novedad del euro: servidumbres y posibilidades Por dltimo, parece necesario modificar radicalmente los préximos tramos que abren el paso al euro, como la coordinacién regional, na- cional y comunitaria de las politicas salariales 0 la realizacién de una armonizacién fiscal y, mas en general, de una politica econémica. La tasacién fiscal del ahorro y de las sociedades, del capital o del trabajo, plantean ciertamente arduas cuestiones en relacién con las orientacio- nes futuras comunitarias: hacer de la Uni6n un espacio regulado de pro- duceién y cooperacién 0, por el contrario, de dumping fiscal y social generalizado, La clara oposici6n de Luxemburgo y del Reino Unido a las proposiciones que, incluso timidamente, combaten los parafsos fis- cales (Luxemburgo, Ménaco, Liechtenstein, islas anglonormandas y Man...) arroja luz sobre los retos que se plantean. EL EURO A DEBATE (iI) La gran novedad del euro: servidumbres y posibilidades Joan Martinez Alier Las razones del euro han sido explicadas hasta la saciedad. En un mercado comiin donde circulan las mercancfas sin restricciones, si un pafs (como Francia, Talia o Espafia) puede devaluar su moneda cuan- do quiera, sus exportaciones se tornan mas competitivas en detrimento de los paises en los que el valor de sus monedas se manticne © aumen- ta. De ahi que un mercado comiin deba tener una moneda comin. Ade- ‘mAs, una moneda europea comiin, manejada como moneda fuerte, sin 69 Unign Europea: ;una constraccién al margen de los ciudadanos? permitir que haya inflacién, permitiré abaratar las importaciones que llegan a Europa. Nos saldré ms barato importar petréleo y materias primas y podremos viajar por el mundo a costes menores para nosotros. Esa moneda fuerte se volverd atractiva para quienes buscan refugio para sus capitales. ;Podremos vivir casi como Suiza! La altemativa al euro es mantener las diversas monedas europeas ¥y seguramente presenciar, dentro de algunos afios, cuando tal vez re- nazca un alarmante nacionalismo aleman. la formacién de un drea eco- némico-financiera bajo dominio alemén en Europa central y oriental, basada en el marco. Por tanto, no s6lo la economia sino también la po- Iitica europea (cuyo objetivo principal es evitar el enfrentamiento entre los grandes nacionalismos en Europa, de ahf naci6 el Mercado Comtin), demandan el euro. Debo confesar que el argumento de impedir el futuro nacionali mo alemén a mf me impresiona, lo encuentro convincente. La actual generaci6n alemana es la mejor para Europa y para la propia Alema- nia desde 1848. Sin embargo, para el resto del mundo, especialmente el mundo pobre al sur de Europa, a la larga el nacimiento y fomento de un patriotismo europeo puede ser atin més grave que las guerras en- tre europeos que se convirtieron en guerras mundiales. Si ademés de euro ha de haber ejército europeo (que serfa un ejército colonial, como lo es él ejército francés en Africa), entonces algunos nos arrepentire- mos de nuestro actual europefsmo, Pero esa batalla contra el naciona- lismo europeo hay que librarla en Europa y no hay que confundirla con la preservacién de la peseta, la lira, el franco francés o el marco alemén, Los argumentos de la oposicién al curo desde Ia izquierda de tra- dicién comunista también son conocidos. El euro es un sintoma de globalizacién, tal vez. un paso hacia una tinica moneda y un tinico go- biemo mundial, vean ustedes cémo Clinton dice que le gusta el euro. En Europa todos hemos visto mo se ha usado el camino hacia el euro para imponer disciplina social a los trabajadores (no permitiendo ‘aumentos de salarios supuestamente inflacionarios). Se ha usado tam- bign el euro para ayudar a desmantelar el Estado de bienestar, tachan- do de inflacionarios a los gastos sociales. Se ha usado el euro para jus~ tificar la privatizaci6n de las propiedades estatales, como fuente de ingresos para lograr reducir los déficit piblicos a los limites impues- 70 La gran novedad det euro: servidumbres y posibilidades tos en Maastricht. Se ha desprestigiado asf el ideal europeo. La Euro- pa politica est4 sometida a la econémica, ¥ asegurar que el euro re- presenta una alternativa y un freno a un futuro renacido nacionalismo aleman no es mas que un chiste, porque evidentemente ¢! Euro-Bun- desbank seré manejado por banqueros alemanes © por lo menos a la alemana. Mientras la izquierda de tradicién comunista se apuntaba a estos Ailtimos argumentos, Ia socialdemocracia, el centro y Ia derecha «civi- lizada» se apuntaban a los expuestos en el primer parrafo. Entretanto, Ja derecha radical (Ia de lady Thatcher en Inglaterra. la de los naciona- lismos estatales en Europa) ha estado y todavia est en contra del euro (aunque las razones de lady Thatcher no son las de Le Pen). Por otro lado, es posible reconciliarse con el euro también desde tuna izquierda radical renovada, Asi, coincido con economistas «ver- des» de prestigio europeo (Alain Lipietz, Elmar Altvater) en el si- guiente argumento a favor del euro, que han expuesto repetidamente en los tiltimos afios, y al que yo doy gran importancia. Una moneda tinica impide 1a especulacién con los tipos de cambio dentro de Europa. Por ejemplo, si el Gobierno de Jospin sacara adelante la jomada de 35 ho- ras e introdujera también en un momento de entusiasmo verde un cam- bio radical de sistema fiscal, gravando el uso de energias no renovables (hipétesis irreal por ahora), fomentando el empleo en actividades eco- légicas 0 reconociendo el cuidado de las personas como trabajo més valioso que la fabricacién de automGviles 0 los servicios de la banca, Jo esperable, hasta ahora, seria una oleada de especulaci6n contra el franco francés. Eso ya no puede ocurrir. Habria ciertamente muchas presiones contra esa hipotética politica de Jospin (que al fin y al cabo, es la que puede leerse, si se quiere, en el Informe Delors de hace algu- ‘os affos). Podria haber muchas presiones, pero se acab6 (0 est a pun- to de acabarse) la época en que hubieran salido oleadas de francos de Francia para comprar d6lares 0 marcos. Los pafses de la Unién Euro- pea solo entregan a Bruselas una cantidad pequefia de sus ingresos fis- cales. Sumado todo, alrededor del 1 por 100 del PIB. La politica mo- netaria estard a cargo del Euro-Bundesbank (subidas de tipos de interés a la menor sefial de inflaci6n, graves reprimendas ante cualquier «ex- ceso» de gasto social o ante «excesivasm subidas salariales). Pero la politica fiscal y econémico-social (qué impuestos se recau- n Unién Europea: guna construcci6n al margen de los ciudadanos? dan, qué cotizaciones sociales hay que pagar y en qué se gastan, en de- finitiva la politica social, ecolégica, urbanistica ¢ industrial) se haré en Europa desde los Estados y las regiones, con mucho margen de manio- bra. Tal vez haya en algunos paises europeos més imaginacin que en Frankfurt y en Bruselas, y se leve la economia en una direccién mis social y ecoldgica. Si eso no ocumte, no es por culpa del euro, Es por- que la socialdemocracia no tiene ideas nuevas; porque los verdes no consiguen crecer ni, a veces, aclararse ellos mismos; porque los ex co- munistas no se reciclan mentalmente. El euro, al contrario, siempre que se respeten los limites de Maastricht respecto al déficit presupuestario, siempre que se impida la subida de precios, no prohfbe, sino que pue- de ayudar (al abolir de facto la especulaciGn de unas monedas europeas contra otras) a fomentar una experimentacién politica, con moderacién ‘europea, en direcciones mas sociales y ecol6gicas, si ésta es la linea de- seada por los ciudadanos en los distintos paises europeos. Quienes mandan realmente tratardn de frenar tales experimentos, pero los ata- ‘ques contra las monedas dentro de Europa ya no servirén. Sin embar- 0, cabe imaginar a la larga el escenario de una Europa verde-socialis- ta dentro de Bastantes afios, castigada con una fuga de euros hacia el dolar 0 el yen, a cargo de las empresas transnacionales y Bancos. Pero eso ya no tendria nada que ver con la defensa de la lira, la peseta, el franco 0 el marco que se ha hecho en los diltimos afios desde una iz~ quierda aburrida, poco imaginativa, que ahora, ante la enorme novedad del euro, se ha quedado sin palabras. n Capitulo 3 EL CALLEJON SIN SALIDA DE ORIENTE PROXIMO Introducci6n Como suele suceder en visperas de momentos hist6ricos, en las ti ras situadas entre el Mediterrdneo y el Jordan surgen a la vez una in- ‘mensa esperanza ante las perspectivas que ofrece la paz y el miedo a que se produzcan nuevos conflictos en caso de fracaso. La noticia de la posible proclamacién unilateral de un Estado palestino por el presi- dente Yasser Arafat, el 4 de mayo de 1999, desencadenaba una serie de reacciones, entre ellas del Gobierno israeli, que amenazaba con adop- tar duras medidas de represalia si se confirmaba esa decisién. La Unién Europea, Estados Unidos y diferentes Estados drabes plantea- ban al presidente palestino la renuncia de esa declaracién que, por dis- tintas razones en particular la campaia electoral israeli, podria comprometer definitivamente la dindmica de paz y de didlogo, que, ese a algunas interrupciones, ha dominado la vida politica del Orien- te Proximo desde la Conferencia de Madrid en 1991. Sin embargo, teniendo en cuenta ta situaci6n histérica actual, te- niamos més razones para la esperanza que para el miedo. En primer lugar, estdébamos frente a una realidad irreversible: los dos pueblos se han reconocido como vecinos: se han reunido y se han puesto de acuerdo sobre un gran nimero de proyectos. Han hecho tabla rasa de una buena parte de los tabties del pasado, como lo prob6 recientemen- te la declaracién de Ariel Sharon, ministro israelf de Asuntos Exterio- res, que visité Parts a mediados de enero de 1999, para quien la idea de un Estado palestino era factible, a condicion de que fuese objeto de negociaciones. Palestinos ¢ israelies se reconoctan mutuamente el de- recho de compartir aquella tierra, incluso aunque el camino para le- gar a la normalizacién definitiva de ese derecho prometia todavia ser 2B EL callej6n sin salida de Oriente Proximo largo y dificil, y exigiréa, de una y otra parte, enormes esfuerzos. Se ha cuestionado muchas veces la irreversibilidad de las negociaciones de paz. ¥ aunque estos dos tiltimos aitos no hayan sido la mejor demos- tracién, nadie duda de que actualmente existe una realidad palestina irreversible. Ademds, se hace cada dia mds evidente la determinacién de la comunidad internacional de encontrar una sotuci6n al conflicto. Una de las principales razones de ese optimismo esté en las gestiones ‘emprendidas por Estados Unidos, la Unién Europea, Rusia y tos prin- cipales paises drabes, ast como, naturalmente, las partes concernidas. Desde la declaracién de la cumbre europea de Venecia, en 1980, sin ol- vidar la de Madrid de 1991. 0 la Conferencia Euromediterrdnea de Barcelona, de noviembre de 1995, la politica exterior europea no ha cesado de evolucionar, a medida que la Union Europea tomaba con- ciencia de la necesidad de un compromiso mayor en las negociaciones de paz. Las declaraciones de Amsterdam (junio de 1997) y de Cardiff (unio de 1998) son ambas testimonio de una evolucién prudente y de- terminada, caracterizada por el nombramiento de un enviado especial para el proceso de paz en noviembre de 1996. Gracias a su interme- diacién, la Union ha establecido una diplomacia preventiva (en Siria, en Libano, por sus esfuerzos en los territorios palestinos, etcétera) y activa (como las negociaciones sobre Hebrén, que condujeron a los acuerdos de enero de 1998; 0 durante las conversaciones sobre los acuerdos econdmicos provisionales; o sobre la seguridad, entre otros), completada con el gigantesco esfuerzo econdmico realizado por los paises miembros y la Comisién Europea. Un escollo diplomatico Todo esto no significa que la situacién actual esté exenta de ries- 0s. El Estado palestino era un concepto pacifico que hubiera podido convertirse, el 4 de mayo de 1999, en una fuente de conflictos. Esa si- tuacién tenta que ser tratada como un escollo, no juridico ni politico, sino diplomdtico. Teniamos que mantener las negociaciones de paz en los caminos de la esperanza, siendo plenamente conscientes de los ob- Jetivos exactos que teniamos en perspectiva. Por su importancia, esa ‘ecuacién, que s6lo encontrard su solucién gracias al esptrita construc 74 tivo de todas las partes, justifica que la Unién Europea y Estados Uni- dos, que hasta el momento presente han actuado conjuntamente, man- tengan esa orientacién con mds fuerza. Es primordial que la nego- ciacidn se desarrolle en el mejor marco y, en ese sentido, trabajamos en dos direcciones esenciales. Por una parte, lu aplicacién del fin del pe~ riodo interino establecido en Oslo, especialmente la del memorandum de Wve Plantation de octubre de 1998, tiene que ser aplicada con el ma- yor rigor. Cualquiera que sea la formulacién juridica a la que se Uegue, el giro tomado por la negociacién durante este periodo exige, por las dos partes, avances significativos efectuados antes det principio de la fase siguiente, La segunda direccién es la definicion del estatuto per- ‘manente. Tales son los dos pilares sobre los que reposardn el progreso y la paz en los territorios palestinos. Tarea compleja y probablemente larga, pero uno de los argumentos que reconforta a las partes ~apa- rentemente deseosas de arreglar directamente problemas tan arduos— es 1a garantia de nuestro apoyo total y de nuestra entera disponibitidad. Todos los elementos de este esquema abstracto estén pensados para que a negociacién avance lentamente, con determinacién, que cada paso hacia adelante permita al siguiente apoyarse en bases mds sélidas y en luna confianza acrecentada de las partes. Por eso tenemos que insistir tanto en el didlogo y en la negociacién, al ser el objetivo principal ob- tener resultados que se puedan ofrecer por adelantado sin desatender la seguridad entre las partes. Una mejora del nivel de vida de los palesti- nos, la elaboracién de una economia que genere empleo y estabilidad constituirdn, a todas luces, la garantia de una mayor seguridad para los israelfes. Cada dia, un niimero mayor de personalidades israeltes con- ‘cuerdan en decir, respecto a la Unién Europea, que la mejor garantia de seguridad para Israel pasa por la creaciOn de un Estado patestino viable, democrdtico y pacifico que estableciera relaciones de paz y de cooperacién con todos sus vecinos. Pero los palestinos saben, y lo prue~ ban, que, después de los avances significativos que se han producido, la existencia de un consenso entre las paries sobre los objetivos a alcan- zar en el futuro es cada vez més indispensable. La mejor estrategia para el pueblo palestino y para toda la regién es incontestablemente prose- guir las negociaciones de paz. Si prdcticamente la totalidad de la co- ‘munidad internacional réspeta et derecho a la autodeterminacién del ‘pueblo palestino y comprende su derecho a crear un Estado, la mayo- 15 EI callején sin salida de Oriente Préximo ria considera igualmente que el procedimiento més indicado serta la in de buena fe con Israel, de sus fronteras y de su configura- , tal como estd estipulado en los acuerdos de Oslo, Eso no significa, de ninguna manera, que una de las partes disponga de de- ‘recho de veto, sino que lo esencial es llegar a un acuerdo consensuado que, con el tiempo, beneficiard a las dos partes. Hablamos del futuro at ‘que aspira la region y el que todos nosotros deseamos para las relacio- nes internacionales. Después de un siglo xix y un siglo xx llenos de gue- ras en el viejo continente, el proyecto de Union Europea es un proyec- {0 innovador. Los padres fundadores han sabido mirar hacia el futuro y ‘comprender que existe en el nuevo milenio un espacio para las relacio- nes de cooperacién y de solidaridad, ha aparecido un nuevo concepto de seguridad. Una vez que hayamos consolidado ese modelo, podemos pensar que pueda servir de inspiracién en el Oriente Proximo y en toda la regin mediterrdnea para mejorar las relaciones entre los pueblos. Elhecho de que los palestinos reivindiquen un Estado, con toda la sim- bologia y el valor de soberania que tal concepto extrae de su pasado, ‘no es una paradoja. Nadie ignora el componente histérico de esa de- ‘manda. Ese retorno a la soberania debe dar lugar, en el futuro, a nue- vas formas de cooperacién y de integracién regionales més adaptadas @ los desafios del siglo xx1: un buen entendimiento sobre la seguridad, la economta, el reparto de recursos de agua, etcétera, es la mejor ga- rantia para una paz definitiva. Esperamos que la decision de los pales- tinos y de los israelies, conjugada con la ayuda activa de la comunidad internacional. produciré la sinergia necesaria para un acuerdo defini- tivo. No serd facil; eso exigird a las dos partes tiempo y esfuerzos, de ‘compromiso y de tolerancia. Por su parte, 1a comunidad internacional, ‘con todo su peso, deberd facilitar la concertacién con el fin de que se Uegue lo mds pronto posible a una paz satisfactoria para todos. Todos esos esfuerzos contribuirdn a que esta tierra magnifica deje de ser s6lo un lugar de esperanza para convertirse en un ejemplo real de cohabi- tacion y de integracién. La distancia que separa la utopia de la real dad depende de la voluntad que nosotros consagremos a ese propasito fundamental. Como nos ensefia la Historia, las utoptas de ayer son la realidad de hoy. ‘Micuet ANGEL Moratinos 76 jAd6nde va Israel? Ignacio Ramonet Recorriendo Israel en el cincuenta aniversario de su fundaci6n, ad- mirando sus formidables logros en tantos aspectos -tecnologfa, inves- tigacién, educacién, agricultura~, ,c6mo no preguntarse por el destino de una sociedad atrapada més que nunca por la duda; desorientada, des- compuesta y dividida en un mosaico multicultural? Ciertamente con sacrificios prodigiosos, el Estado soflado por ‘Theodor Herzl pudo ver la luz del dia en 1948, Pero, ces Israel tinica- ‘mente un proyecto nacional? {No es también, y ante todo, para los sa- pervivientes de los campos de exterminio, un proyecto moral? Mientras que laicos (mayoritarios) y religiosos (muy influyentes en Ja coalicién que gobiema) se enfrentan de forma cada vez mas violenta, todo el mundo percibe que la sociedad ha entrado en un periodo de mu tacién denominado «post-sionista». Y que el sionismo, como proyecto colectivo y de consenso, est moribundo. Con un coraje intelectual ad- irable, los «nuevos historiadores» ' han cuestionado ante la mirada de sus compatriotas la leyenda de la inocencia israeli. La televisi6n estatal difundié recientemente una serie hist6rica, «Tekuma» (Renacimiento), {que revelaba al gran piblico la falsedad fundamental del eslogan «Un pueblo sin tierra, para una tierra sin pueblo». Documentos de impacto than confirmado la realidad de las masacres de palestinos cometidas en 1948 y més tarde por parte de soldados israclies. En el interior de las fronteras, los palestinos son cerca de un mill6n (de ellos, un 15 por 100 cristianos). © sea, un tercio de la poblacién. ‘Aunque sometidos en menor grado que antes a Ja discriminacién (has- © Lease a Dominique Vidal, Le Peché originel d'Israel. L'expulsion des Pa- lestiniens révisitée par les «nouveaux historienss israliens, L’Atelier, Paris, 1998. n El callején sin salida de Oriente Proximo ta 1966 estaban sujetos a la autoridad militar), siguen siendo ciudada- nos de segunda clase, «personas invisibles» en un «Estado judio». Ramiz Jaraisy, alcalde de Nazaret, principal ciudad arabe, consta- ta: «La declaracién de independencia leida por David Ben Gurién el 14 de mayo de 1948, precisa que “El Estado de Israel asegurard la mds completa igualdad social y politica a todos sus habitantes sin dis- tincién de religién, raza 0 sexo”. Esto no ha sido respetado jamds. Se mofan de nuestros derechos como ciudadanos israelies.» En 1993, con los acuerdos de Oslo, aparecié una esperanza. Pero lucgo, cuando Benjamin Netanyahu fue nombrado primer ministro, la tuacién se degrad6. Elegido por escaso margen, por una poblacién traumatizada a causa de los odiosos atentados islamistas, Netanyahu artuin6 el proyecto de paz y multiplicé las provocaciones. En Gaza, donde 5.000 colonos extremistas judios (jprotegidos por 4.000 solda- dos!) ocupan el 40 por 100 del territorio —Ias mejores tierras de re- gadfo-, un mill6n de palestinos se hacinan en el resto en condiciones infrahumanas. En Jerusalén, donde, despreciando el derecho interna- cional, estimula la implantacién de colonos judios en la parte arabe y rosige con su programa de extender.nuevamente la ciudad, inva- diendo Cisjordania, en un proyecto que ha sido condenado por el Con- sejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Con su politica de represin ¥ el uso de la tortura sobre los presos palestinos, una practica condena- da también por la ONU y denunciada por la organizaci6n de defensa de los derechos humanos B’Tselem y que ha levado a escribir al diario Haaretz que Isarel es «el inico Estado del mundo que legitima jurtdi- camente la tortura>®, En sus modestas oficinas de Ramallah, el presidente de la Autori- dad Palestina, Yasser Arafat, no ignora que esti siendo criticado por los suyos. Parece cansado: «Netanyahu bloquea las negociaciones. Sabo- tea los Acuerdos de Oslo y no respeta las resoluciones de la ONU. Pro- hibe la apertura del aeropuerto y el puerto de Gaza, financiados por la Unién Europea. Nuestro lucro cesante es de dos millones de délares diarios, La renta per cApita de los palestinos ha descendido en un 40 por 100, No libera a nuestros presos, cuando los 4.000 detenidos de Al Haaretz, Tel Aviv, 25 de enero de 1998. 78 jAdonde va Israel? Fatah han apoyado tos acuerdos de paz. Todo esto estimula la violen- cia de los extremistas, Pronto finalizard el pertodo transitorio previsto por los acuerdos (el 5 de mayo de 1999]. Si el bloqueo continia, nada podrd impedirnos proclamar un Estado palestino soberano ¢ indepen- diente.» En su entomo se asegura que estén siguiendo de cerca el tema de larestitucién de los bienes judios robados y «la reivindicacién legitima de los supervivientes del Holocausto y de los descendientes de las vfe- timas frente a los Estados que se beneficiaron de los bienes confisca~ dos a las familias de los judios deportados». Sin establecer un parale- lismo entre situaciones que no son comparables, s¢ desea que se haga justicia y que ésta siente jurisprudencia en el plano internacional, a fin de que el propio Estado de Israel sea obligado a indemnizar a las fami~ lias palestinas victimas de expolios. Israel no ha restituido mas que el 2,7 por 100 de Cisjordania des- pués de cinco afios. Y Netanyahu se niega a devolver el 13,1 por 100 suplementario, como le exige Estados Unidos. Una exigencia muy sua- ve dada la alianza en Washington de la mayorfa republicana en el Con- greso y del grupo de presién proisraelf, mientras que el 89 por 100 de los ciudadanos judios norteamericanos apoya los acuerdos de paz ‘Todos los sondeos muestran que la sociedad israell, a pesar de la paralizacién de una izquierda convertida en fantasmal, desea igual- mente la paz. La mayorfa acepta la idea de intercambiarla por territo- rios. «jHay que decir claramente», afirma Simén Peres, «que los pa- lestinos necesitan un Estado! »* {Fue imuitil el sacrificio de Isaac Rabin? Antes de caer bajo las ba- las de un fandtico judfo habia sefialado el camino: «Nosotros, los sol- dados que regresamos de combates manchados de sangre, nosotros que hemos luchado contra ustedes, palestinos, les decimos hoy, con una voz alta y clara: ;Basta de sangre y basta de Idgrimas. Basta!» > Le Monde, 9 de enero de 1998. 9 Escribir la historia con tinta verde Simén Peres Cuando Theodor Herzl, fundador del sionismo, se referia a aun pueblo sin tierra que busca una tierra sin pueblo» no era consciente de Ia existencia de una poblaci6n rabe en Palestina ni de su evoluci6n fu- tura, Su visién, le nica utopia que no se ha realizado nunca en el Oriente Préximo, ha creado una independencia que superé todo lo que cabfa esperar de ella. Un pucblo disperso, casi perdido, se reunfa para renacer: volvia a su patria hist6rica y lo hacfa animado de un nuevo aliento de vida; ha- ccfa renacer Ia antigua lengua hist6rica y la transformaba en lengua viva; salfa vencedor de cinco guerras pese a su inferioridad en hombres y en armas; creaba nuevas formas de vida (el kibutz, el mosha, la ciudad de desarrollo); ponia en marcha un Estado donde las libertades democré- ticas estaban preservadas incluso en tiempo de guerra; fundaba un sis- tema juridico independiente; creaba un impresionante sistema educati- vo; levantaba una industria, una agricultura y unos servicios tan avanzados como los de los paises més desarrollados, Israel se convir- {i6 en Ia tinica compensacién, si es que podia haber compensacién, al Holocausto. Pero todavia no se ha alcanzado un objetivo global: una paz glo- bal con los vecinos arabes. La cuestién palestina, no resuelta toda- via, y pretexto de ataques contra Israel. constituye hasta este mo- ‘mento el peligro principal que pesa sobre su seguridad. La solucién. eventual al problema palestino revestiré las dimensiones ordinarias que corresponden a su naturaleza. Pero su no resoluciém amenaza con encender un fuego que rebasarfa las dimensiones geogrificas de ese problema, a causa de su historia, de la proximidad de los paises rabes y de la existencia de una importante didspora palestina en aquellos pafses. 80 Escribir la historia con tinta verde En Oslo, hemos entablado una negociacién israelo-palestina. Con- trariamente a los acuerdos de Camp David con Egipto, que precedieron a Oslo, contrariamente al tratado con Jordania que le siguié ~éstos ya eran paises sujetos plenos de derecho intemnacional-, los acuerdos con Jos palestinos revisten un cardcter totalmente distinto: sin duda, en Oslo hemos acordado un medio de conseguir 1a paz, pero la Entidad palesti- na ha sido reconocida tambign, asi como la necesidad de posibilitar el aceeso de ese pueblo a una independencia que no habfa existido nunca en la historia del Oriente Proximo. Ya no se trataba de un acuerdo so- bre algo preexistente; en Oslo ha nacido algo nuevo. En Oslo se ha decidido afrontar una verdadera reconciliacién con los palestinos. Mientras que éstos se ganaban el reconocimiento de st. dignidad nacional, Tsrae! se liberaba de un peso moral que gravitaba so- bre su conciencia hist6rica; ya no controlarfa nunca el destino de otro puebio, lo que va en contra de nuestra concepcién histériea y que ha- bfa sublevado a los palestinos. Las lineas Maginot ya no sirven para nada De hecho, para que Israel siga siendo un pafs judfo, tanto en el pla- no demogrifico como en el plano moral, necesita de la existencia de un Estado palestino. Hoy, 4,7 millones de judios y 4 millones de drabes vi- ven entre el Mediterréneo y el Jordan. Sin dos Estados separados, se formaria un Estado binacional con gran frustracién de ambos pueblos. Sobrevendria una tragedia binacional que, andando el tiempo, obli fa a Israel a permanecer armado frente a los palestinos, cuya amargu- ra podrfa conducir a un renacimicnto del terrorismo, Asimismo, el reparto del tertitorio entre los dos pueblos es més bien complicado. La superficie del pais entre el Mediterrdneo y et Jor- dn es de 24.000 km#. En veinte afios, la poblacién de ese territorio se duplicard hasta alcanzar los 20 millones, de los que al menos la mitad serd arabe y la otra mitad judia, Tanto si los drabes obtienen la mayor parte del tertitorio que reivindican, alrededor del 20 por 100 del terri- torio comprendido entre el Mediterraneo y el Jordan, como si Israel conserva casi todo, las dos poblaciones suftirén una gran prosi6n terri- torial que les impedira alcanzar la autosuficiencia agricola. El hecho 81 El callején sin salida de Oriente Proximo paradojico sera que Israel estard interesado en que la economia palesti- nna sea moderna y ofrezca a los habitantes palestinos una renta equi- tativ: Hay que impedir la evolucién de dos economias diferentes: por una parte, una economia arabe pobre que ofrece una mano de obra barata; por le otra, una rica economia israelf que se aprovecha de esa mano de obra. Tal divergencia amenaza con transformar un conflicto nacional en lun conflicto sociceconémico. Para garantizar un porvenir equitativo conviene que se funden dos Estados y que se edifique una economia ‘moderna sobre las bases de una cooperacién entre dos Estados separa- dos. A Israel le interesa que el Estado palestino sea lo més democrat 0, moderno y préspero posible. Se plantea el problema de las fronteras y de su naturaleza. La pro- pia naturaleza puede facilitar o complicar su trazado. Ahora bien, en. nuestros dias, las fronteras entre los Estados han perdido gran parte de su valor. Una frontera ya no puede protegernos de los flujos econé- “-micos porque Ia economia es global, basada en una ciencia y en una desprovistas de cualquier carécter nacional. Los mercados importantes que los Estados, y 1a participacién en estos mer- ‘86lo se ejerce mediante una competencia irrespetuosa con las leras. Lo comprendemos al leer los nuevos acuerdos internaciona- ‘materia de comercio y de tarifas aduaneras. [Las fronteras ya no son capaces de parar una ofensiva armada, pues “ni los misiles ni el terrorismo se dejan impresionar por éstas. Las lineas “Maginot no sirven de nada cuando un misil o una ojiva quimica, biolé- gica o nuclear sigue una trayectoria balistica y no territorial. Y¥ no cabe la menor duda de que las fronteras ya no pueden blo- {quear las emisiones de televisiGn: los j6venes extracn hoy el 90 por 100 -de sus conocimientos de la pequefia pantalla, el 10 por 100 restante pro- viene de sus estudios escolares. ¥ poco importa que esos jévenes sean irabes, israclfes, franceses o japoneses. Es indtil, por tanto, minar las ‘fronteras, Vale més transformarlas en otras tantas posibilidades de co- ‘operacién; construir sobre ellas aeropuertos, hoteles, parques industria- les ¢ incluso espacios de ocio. El didlogo de los pueblos es la mejor so- lucién de recambio a una posible confrontaci6n entre sus ejércitos, y los hoteles en las fronteras pueden resultar mejores garantes que las ba- ses militares. 82 Una tervera via para el conflicto israelo-palestino La paz no ¢s la continuacién de la guerra por otros medios. La paz consiste en poner un término a una historia escrita con tinta roja para ‘empezar a escribir otra con tinta verde. A fin de que la nueva genera- cién pueda gozar de un nuevo paisaje, disfrutar de una esperanza de vida prolongada y hallar un nuevo placer de vivir. Después de cincuenta afios de existencia de Israel (acabo de termi- nar un libro en el que tomo a Herzl de la mano para evarlo en una gira imaginaria por el pafs.con el que sof, y se ha quedado maravillado de Jo que ha visto), hay que reparar la falta que hemos cometido: no he- ‘mos tenido en cuenta Ia existencia de otro pueblo: y, desde el instante cen que vivimos a sus flancos, nos interesa sobremanera acabar la revo- luci6n hist6rica emprendida: ver en el pueblo vecino —un buen vecino— Ja oportunidad de anudar nuevas relaciones con él y aportar la paz glo- bal en Oriente Proximo, para el bien del mundo entero. Una tercera via para el conflicto israclo-palestino Edward W. Said Ahora que los acuerdos de Oslo se han mostrado manifiesta- mente inoperantes ¢ impracticables, serfa deseable, al menos, que los defensores drabes, israelies y cualesquiera otros de este acuerdo se decidieran a hacer un esfuerzo clarificador. A este respecto parece imponerse cierto ntimero de puntos preliminares: para empezar, que el término «paz» es hoy una palabra desacreditada y engafiosa, cuyo uso ha demostrado que no constituye ninguna garantfa contra la 83 El callején sin salida de Oriente Proximo puesta en marcha de nuevas iniciativas de represion y destruecion contra el pueblo palestino. ;Cémo se puede seguir hablando, decen- temente, de «paz» cuando Israel no cesa, a fuerza de poder y arro- gancia, de demoler, de prohibir, de confiscar las tierras y de proce- der a detenciones y practicar la tortura?! EI historiador romano Técito decfa de la conquista de Inglaterra que «ellos (los soldados romanos) hab/an sembrado la desolacién y le habian dado el nombre de paz». Eso es exactamente lo que pasa hoy en los territorios ocupados, y se produce con la colaboracién de la Autori- dad Palestina, de los Estados drabes (con pocas excepciones), de Israel y de Estados Unidos. Por otra parte, resulta initil y vano pensar que se pueda salir del atolladero mediante una vuelta al pasado. No podemos volver a las vis- peras de la guerra de 1967 ni aceptar el recurso a esléganes de rechazo y de segregacién, pretendidamente inspirados en la edad de oro del is- lam. Como decian tanto Israel Shahak? como Azmi Bishara®, para de- rrotar a la injusticia es necesario creer profundamente en la justicia, y ‘no en nuevas formas de violencia tales como: «Ellos tienen un Estado judio, nosotros queremos un Estado islémico.» Sin contar con que es estiipido tratar de imponer un boicot a todo lo israelf (forma de pensar actualmente en boga en un amplio cfrculo de intelectuales progresistas Grabes) y pretender que ahi es donde se halla la verdadera via del na- cionalismo, 'Y al mill6n de palestinos que son ciudadanos israclies ,también hay que boicotearles como ocurrié durante los afios cincuenta? Y a los ' Léase a Edward W. Said, «Palestina no ha desaparecido», Le Monde diplo- ‘matique, edicién espaiola, mayo de 1998, Todas las notas de este articulo son de. ln redaccién de Le Monde diplomatique, asf como el itulo y los ladillos. ? Israel Shahak, antiguo dirigente de la Liga de los Derechos Humanos. ha sido uno de los intelectuales judios israclies mas comprometidos en la defensa de los derechos de los palestinos. Ha escrito, entre otras obras, Jewish History, Jewish Religion. The Weight of Three Thousand Years, Pluto Press, Londres, 1994 (véase ‘Le Monde diplomatique, agosto de 1994). » Profesor de Filosofia de la Universidad de Bir Zeit, dirigente de la Alianza Nacional Democratica, elegido diputado a la Kneset el 29 de mayo de 1996 cn una lista comin con el Partido Comunista israelf, Azmi Bishara es hoy una de las f1- ‘guras destacadas de la lucha por la igualdad de derechos y la autonomia de los ra- bes israclies, Se ha declarado candidato al puesto de primer ministro de Israel. 84 Una tercera via para el conflicto israelo-palestino israelies que apoyan nuestra lucha ces necesario boicotearles porque son israelies? Semejante actitud equivale a negar el triunfo del pueblo surafricano sobre el apartheid y desdefiar todas las victorias de la jus- ticia debidas a a cooperaci6n politica no violenta entre gentes de la misma opinién situadas en los dos lados de una frontera mévil. Como escribf recientemente, nosotros no podemos ganar esta batalla desean- do que se marchen los judios © propuignando la islamizacién: tenemos necesidad de los que. al otro lado de la frontera, son partidarios de nuestra lucha. Debemos franquear esta linea de separacién que, entre otras cosas, ha consagrado los acuerdos de Oslo y que mantiene una si- tuacién de apartheid entre judios y drabes en Palestina. Franquearla y no reforzarla En suma, y este punto sin duda es el mas importante, hay una gran diferencia entre un comportamiento politico y un comportamiento in telectual. El papel del intelectual es decir lo mas extensa, lo més hon- rada y Jo mas directamente posible la verdad. Esto supone que no debe preocuparse de gustar 0 no gustar al poder, ni de seguir la légica de un gobierno ni de responder al interés de medrar. En cambio, el compor- tamiento politico descansa en consideraciones de interés y de manteni- miento del poder. A este respecto, es evidente que el seguimiento de la via trazada por los acuerdos de Oslo sitia a los Estados érabes, a la Au- toridad Palestina y al Gobiemo israelf en una posicién estrictamente politica y no intelectual. ‘Tomemos, por ejemplo, la declaracién conjunta de egipcios («So- ciedad de El Cairo para la paz») e israeltes («La Paz ahora»)°, retire- mos de ella las frases redundantes sobre la «paz» y observemos el re- sultado: encontramos no s6lo una aliteracién de Oslo sino también una vuelta al espiritu de los acuerdos de Camp David entre Anuar el Sadat y Menahem Beguin, al final de los afios setenta, descritos aquf como un. ‘modelo de valor, de una importancia decisiva. Todo eso esta muy bien, si bien tenemos derecho a preguntarnas qué pintan los palestinos en es- tos acuerdos. Ni la cuesti6n de su autodeterminacién, nila de su terri * Al Hayat, Londres, 9 de junio de 1998. + Léase a Mohamed Sid-Ahmed, «Les intellectuels arabes et le dialogue», en que son los acuerdos de Camp David. {Qué pensarfamos si un pufiado de israelfes y de palestinos formu: Jaran, conjuntamente, vibrantes proclamaciones de paz israelo-palesti has en nombre de sus dos gobiernos? ;A titulo de qué, dos partes, la luna opresora de los palestinos y la otra arrogdndose el derecho de ha- _ blar por ellos, estarfan legitimadas para concebir la salida de un con- ‘flicto que no les enfrenta directamente? Por no hablar de que, si hubie~ ‘a que recurrir al actual Gobierno israeli, ello equivaldria a pedir al Conde Drécula que nos alabara las virtudes del régimen vegetariano. En resumen, dicho comportamiento politico abunda mas si cabe en el sentido de un proceso agonizante, el de Oslo, « hipoteca las posibi dades de una verdadera paz, frente a una paz engafiosa norteamericano- israeli. Sin embargo, es intelectualmente irresponsable acomodarse al “espfritu de boicot que se extiende actualmente en cierto nimero de paf- ‘irabes. Esta especie de téctica (no peor que el empecinamiento de ‘ostra buscando su camino en la arena) supone una pura regresién. Israel no es ni Surdfrica, ni Argelia, ni Vietnam. Y, nos guste o no, no son colonialistas ordinarios. Sf, han sufrido el Holocaus- sf, muchos son victimas del antisemitismo. Pero no, esos hechos no dan derecho a ejercer, 0 a proseguir, una politica de desposesién tun pueblo que no tiene ninguna responsabilidad en la historia de sus desgracias. Lo digo y lo repito desde hace veinte afios: nosotros no tenemos opci6n militar en este conflicto y no la tendremos en el Proximo futuro. Ademés, y a despecho de su enorme poder, los israe~ lies no han conseguido, por su parte, obtener la seguridad que desean No hay que olvidar tampoco que los israelfes. no son todos iguales y que, pase lo que pase, nosotros hemos de aprender a vivir con ellos de Ja forma menos injusta 0, mejor todavia, lo més justa posible. Latercera via de la que hablo se desmarca tanto del fracaso de Oslo como de la politica retrégrada de boicot. Necesita, para empezar, en- tenderse en términos de ciudadanfa y no de nacionalismo, en la medi- da en que la noci6n de separacién (Oslo) y de un nacionalismo teocré- tico triunfalista, ya sea judio o musulmén, no responde ni trata de las realidades que nos atafien. Ese concepto de ciudadanfa implica que todo individuo goza del mismo derecho, fundamentado no en la raza 0 en la religién, sino en una igualdad de justicia garantizada por la Cons- 86 Una tereera via para el conflicto israelo-palestino titucién, concepto inconciliable con la nocién, ampliamente superada, de una Palestina «purificada» de sus «enemigos». Ya sea practicada por los serbios, por los sionistas 0 por Hamds, la purificacién étnica es la urificacién ética. La posicién que Azmi Bishara y de més de un judo israeli —como an Pappé & tratan de difundir y promover politicamente ahora es una posicin que otorga los mismos derechos a los judios y a los palestinos que se hallen en el seno del Estado judfo. Y no vemos la raz6n de que ‘este mismo principio de igualdad no sea aplicable en los territorios ocu- pados donde los palestinos y judios israelies viven codo con codo, sa- biendo que en este momento un pueblo —los judfos israelies—domina al otro. La opcidn es clara: o bien el apartheid o bien la justicia y la ciu- dadanfa. El verdadero reto se plantea aqui en términos de claridad y de va- Jentia intelectual, un reto que consiste en combatir cualquier clase de iscriminaci6n racial, venga de donde venga. Ahora bien, se insintia en la actualidad, en el discurso y en el pensamiento politico de algu- nos intelectuales érabes, una perversa ola de antisemitismo rampante y de virtuosismo hipécrita. Una cosa debe quedar clara: no combati- ‘mos las injusticias del sionismo para sustituirlas por un nacionalismo odioso (religioso 0 laico) que decretaria qué drabes y palestinos son ms iguales que otros. La historia del mundo érabe modemo, con su serie de fracasos politicos, de violaciones de los derechos humanos, de incretbles incompetencias militares, de descenso de la produccién (acompafiado todo ello por el hecho de que, mas que ningiin otro pue- ‘blo modemo, nosotros retrocedemos en lugar de avanzar en materia de democracia, de tecnologia y de ciencias), esta deformada por todo género de t6picos y de ideas indefendibles que incluso Megan hasta poner en duda la realidad del Holocaust y el sufrimiento del pueblo judfo. La tesis de que el Holocausto no seria més que una fabricacién de ® De todos los «nuevos historiadores» israelies, Han Pappé pasa por ser el més: comprometido, histérica y politicamente: es miembro del Frente Democritico por la Paz y la Igualdad (Hadash). Léase a Dominique Vidal, Le Péché origine! d'Is- rael. L’expulsion des Palestiniens revisitée par les «nouveaux historiens» israé- ens, op. eit Editions del’ Atelier, Pats, 1998, 87 El callején sin salida de Oriente Proximo los sionistas circula acd y y all de manera inaceptable, ;Cémo pode- ‘mos esperar que el mundo entero tome conciencia de nuestros sufri- mientos como drabes sino somos capaces de tomar conciencia de los de los demas, aunque se trate de nuestros opresores, y nos mostramos incapaces de enfrentarnos con los hechos cuando contradicen la visi6n simplista de intelectuales «biempensantes» que se niegan a ver la rela ci6n que existe entre el Holocausto e Israel” Decir que debemos tomar conciencia de la realidad del Holocausto no significa, en absoluto, aceptar Ia idea de que ¢l Holocausto excusa al sionismo del mal causa- do a los palestinos. Por el contrario, reconocer Ia historia del Holo- causto y la locura del genocidio contra el pueblo judio nos hace cref- bles en lo que respecta a nuestra propia historia; y nos permite exigir a los israelies, y a los judios, que establezcan una relaci6n entre el Holo- causto y las injusticias sionistas impuestas a los palestinos; establecer tuna relacién y al mismo tiempo cuestionarla por lo que encubre de hi- pocresfa y de desviacién moral Abundar en el sentido de Roger Garaudy’ y sus amigos negacio- nistas en nombre de la libertad de expresin es una astucia imbécil que no hace sino desacreditarnos ante los ojos del mundo. Es una prueba de desconocimiento fundamental de la historia del mundo en que vivimos, un signo de incompetencia y de fracaso para levar a cabo una batalla, digna. {Por qué no combatimos més duramente por la libertad de ex- presi6n en nuestras propias sociedades, una libertad que todo el mundo sabe que apenas existe? Las medidas de opresién y de censura de la prensa y de la opinién piblica son mucho més inquietantes en el mun- do drabe que en Francia, {Por qué no concentrar nuestros esfuerzos en combatirlas en lugar de animar a la defensa de Garaudy y equivocarse hasta el punto de que algunos, y entre ellos intelectuales de renombre, ino dudan en parangonar a este hombre con Zola!? Pafses como Egipto y Libano cuentan, respectivamente, con 130.000 y 400,000 refugiados palestinos de la guerra de 1948. Y en es- tos cincuenta aflos la mayorfa no ha tenido derecho a un permiso legal ” Antiguo ditigente expulsado del Partido Comunista, Garaudy pasé de un cristianismo a la inmersiGn conversa en el islamismo, defendiendo en textos y con- ferencias las tesis «negacionistas» que reat al Holocausto suftido por los judfos. 88 Una tercera via para el conflicto israelo-palestino de residencia. Tratados como enemigos por los Estados érabes que los acogen, estos refugiados se ven privados del permiso de trabajo, del ac- ceso a la educaciGn y de la asistencia social o médica, y ademés estan obligados a presentarse a la policia todos los meses. Olvidados de to- dos, sin pertenecer a ningtin sitio, viven una situacién literalmente kaf- kiana, Cabrfa esperar, por tanto, que los intelectuales responsables se movilizaran, en los paises concernidos, para mejorar sus condiciones de vida. La obtencién de una ayuda humanitaria elemental y el levan- tamiento de las medidas discriminatorias serfan mucho mas titiles a la causa palestina que la plétora de teorfas a las que tenemos derecho, ya se trate de declaraciones contra la «normalizacién» o de las «nuevas iniciativas de paz», entre los gobiernos egipcio e israelf. Pero esto no es todo. A consecuencia de un articulo, publicado en noviembre de 1998, en el que aludia a la cuestién del Holocausto®, he sido objeto de las més estiipidas difamaciones que jamés hubiera podi- do imaginar. Un intelectual muy conocido leg a acusarme de tratar de obtener un certificado de buena conducta del lobby sionista. Natural- ‘mente que estoy a favor del derecho de Garaudy a decir lo que le plaz- a y por descontado me opongo a la lamentable ley Gayssot que ha ser- vido para procesarle y condenarle®, Ello no quita un pice al hecho de * Al Hayat, 5 de noviembre de 1998. ° La Hamada ley Gayssot, adoptada el 13 de julio de 1990, por el nombre del dirigente del Partido Comunista francés que la propuso, modifica Ia ley francesa so- bre la libertad de prensa por el afadido de un articulo 24bis que establece sancio- nes (prision de un afl y multa de 300.000 frances, auumentadas con diversas penas ‘anejas) a quien cuestione «la existencia de uno 0 varios crimenes contra la huma- nnidad, tal y como se definen en el artteulo 6 del estatuto del Tribunal militar in- ternacional, anexo al acuerdo de Londres del 8 de agosto de 1945 y que sean co metidos santo por los miembros de una organizacién declarada criminal en aplicacién det artéculo 9 de dicho estatuto, como por una persona reconocida cul- able de tales crimenes por una jurisdiccién francesa o internacional», Persons ddades de gran prestigio internacional y conccidas por su lucha contra el negncio- nismo ~como el profesor Pierre Vidal-Naquet, autor de Assassins de la mémoire (Le Seuil, Parts, 1995), y Madeleine Rebérioux, presidenta de honor de la Liga de Derechos del Hombre— se han preguntado acerca de la pertinencia de una ley que cestablece una especie de «verdad de Estado» (Iéase Le Monde, 4 y 21 de mayo de 1996). Planteado por el negacionista Robert Faurisson, el Comité de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas consider6, sin embargo, en noviembre de 1996, ‘que la ley Gayssot no constitufa un atentado a la libertad de expresisn. 89 El callej6n sin salida de Oriente Préximo que sus palabras estin vacfas de realidad: y son irresponsables, y que asumirlas leva forzosamente a adherirse al éampo de Jean-Marie Le Pen y de todos los elementos fascistas y retrégrados de la extrema de- recha francesa. La lucha que mantenemos es una lucha por la democracia y la igualdad de derechos, por un Estado o una Repdblica laicos en la que todos sus miembros sean ciudadanos iguales, y no un falso combate inspirado en un pasado mitol6gico y lejano, sea cristiano, judio 0 mu- sulmén. El genio de la civilizacién drabe alcanz6 su apogeo en la An- dalucfa pluricultural, plurirreligiosa y pluriética. He aqui un ideal a se- guir en lugar de un proceso de Oslo moribundo y de una actitud ‘malsana de rechazo negacionista, La letra mata pero el espiritu da vida, como dice la Biblia. Deberiamos concentrar nuestra lucha contra las colonias israelies por medio de manifestaciones no violentas que consigan impedir la confiscacién de tierras, crear instituciones civiles democraticas y s6li- das (hospitales, clinicas, escuelas y universidades, actualmente en te- ible declive, asf como otros proyectos de mejora de infraestructuras) 'y poner en evidencia el contenido del apartheid inherente al sionismo. A la vista del callej6n sin salida, se teme en este momento una in- minente explosiGn. Y aunque estas previsiones se verificasen no deben hacernos olvidar la construccién del futuro a sabiendas de que ni la im- ‘provisaci6n ni la violencia servirdn para garantizar la creacién y la con- solidacién de instituciones democréticas. La guerra interminable contra Irak Alain Gresh ‘Viene a la mente la famosa «doctrina Brézhnev» de soberanta limi- tada: en nombre de los «intereses superiores del socialismom, que 8610 ellos sabfan definir, los dirigentes soviéticos se atribufan el derecho a intervenir para impedir cualquier «contrarrevolucién» en los «patses hermanos». Animados con ese noble ideal, en 1968 los tanques del Pacto de Varsovia aplastaron 1a «primavera de Praga». ‘Treinta afios més tarde, con un cinismo demoledor, el gran periédi- co norteamericano Washington Post definia la «doctrina Clinton» como vvélida para el mundo entero. Reaccionando frente a las reservas de Kofi Annan, secretario general de la ONU, y a sus criticas veladas a los ata- ques aéreos contra Irak, el editorialista replicaba: «Estados Unidos y Gran Bretaiia son mas fieles a los fines de Naciones Unidas y a sus tex- tos [specific words] que las propias Naciones Unidas» ', Si las palabras tienen un sentido, Washington -Londres no puede ser citado més que a titulo anecddtico— esté, pues, mis cualificado que cualquiera para deci- dir lo que es conforme con el derecho y con la justicia. Si la comunidad internacional lo acepta, tanto mejor; si lo rechaza, Estados Unidos est dispuesto a imponerlo a la fuerza, en nombre, claro esté, de los principios de las Naciones Unidas. Estados Unidos es «la nacién indispensable», les gusta repetir a los miembros del gobierno del presidente Clinton, ‘Ocurria el 16 de diciembre de 1998. El Consejo de Seguridad celebra tuna sesién para estudiar los informes remitidos por Richard Butler, presidente australiano de la Comisi6n Especial de Naciones Unidas (UNSCOM), y por la Agencia Internacional de la Energia Atémica (AIEA). ' International Herald Tribune, Paris, 19-20 de diciembre de 1998. 91 El callej6n sin salida de Oriente Préximo Mientras esta tltima repite que Bagdad ha cumplido sus obligacio- nes y que en el terreno nuclear se puede pasar del régimen de inspec- ci6n al de control continuado, el australiano sostiene que la UNSCOM «no estd en condiciones de Uevar @ cabo un trabajo sustancial de desarme>. Habia alli, al menos, una cuestién que debatir, que fue inte- rrumpida: como vulgares telespectadores, los miembros del Consejo de ‘Seguridad descubrian, a través de la CNN, que la Casa Blanca acababa de anunciar el comienzo de los bombardeos contra Irak. Principal justificacién de aquella decisidn fue el informe de Butler. Pero se iba a saber répidamente que la Casa Blanca habia tenido en su poder con antelaci6n el escrito del diplomatico australiano?, Este, que ‘no habfa consultado a ninguno de sus adjuntos, informaba regularmen- te al Departamento de Estado por adelantado de la redaccién. Un anti- guo inspector norteamericano, Scott Ritter, uno de los mas feroces par- tidarios del método fuerte contra el presidente Saddam Hussein, y que habia revelado las relaciones de 1a UNSCOM con los servicios de in- formacién israclics, ha asegurado que Butler estaba en contacto per- ‘manente con los miembros del Consejo Nacional de Seguridad de Es- tados Unidos, que le «pedian endurecer el tono de su informe para Justificar los bombardeos» ‘Como reconoce un alto responsable norteamericano, Butler «ha compartido con nosotros sus conclusiones preliminares. Nosotros he- mos reaccionado y planteado preguntas. Después hemos reaccionado su informe final decidiendo utilizar la fuerza»*. Sin embargo, esta til- tima alegaci6n es falsa: desde el 13 de diciembre, tres dias antes de la entrega del informe final, la Casa Blanca advertia al Estado Mayor del Ejército que el presidente iba a ordenar el bombardeo de Irak en los réximos dias’, Sobre el comportamiento de Butler puede lecise sobre todo el articulo de Afsane Bassir, publicado en Le Monde el 18 de diciembre de 1998, y el informe de Libération de! mismo dia. Léase también «lrak Attack with a Little Help from the Butler», South News, Australia, reproducido por MSA News, 22 de diciembre de 1998 (lugar en Internet: hutp:/msanews.anynet net), > The New York Post, 17 de diciembre de 1998, Sobre sus revelaciones con- ccemientes a Israel, léase su entrevista en Haaretz, reproducida por Mideast Mirror, Londres, 28 de septiembre de 1998. * International Herald Tribune, Paris, 19-20 de diciembre de 1998, ° The Washington Times, 17 de diciembre de 1998, 92 La guerra interminable contra Irak El eardcter parcial de la valoracién de Butler se iba a poner en evi- dencia répidamente por diplomsticos y periodistas. ;Por qué no men- ciona el niimero ~trescientos— de inspecciones efectuadas sin dificulta- des en menos de un mes? ;Por qué concede tanta importancia a diversos incidentes menores que, en general, se han resuelto bien? {Por Qué no se refiere al caricter provocador de «visitas» levadas a cabo en locales gubernamentales o del partido Baas? ,No preveia el acuerdo del 23 de febrero de 1998 firmado entre Kofi Annan y Tarek Aziz respetar « '. De los paises miembros, Libia y Mauritania apenas tienen peso ‘politico en la zona. Libia, pese a su importancia econdmica, ha sido ‘marginada, desde principios de los atios ochenta, por Estados Unidos ‘yel apoyo pasivo de la mayorta de los Estados drabes. Su aislamiento politico y bloqueo econdmico se iniciaba con maniobras militares de la VI Flota en aguas libias det golfo de Sirte, derribo de aviones y bom- bardeos aéreos sobre Tripoli y otras ciudades del pais. Un pretexto posterior ha sido la utilizacién de la turbia historia del atentado a un avidn de la compaiia Panam, que explot6 sobre Lockerbie, en Escocia, y del que norteamericanos y briténicos han acusado a dos agentes li- bios a los que pretendieron juzgar en el Reino Unido por un tribunal inglés. En abril de 1999 Libia entrego a los ciudadanos encausados con la condicién de que sean juzgados por un tribunal internacional en Holanda, consiguiendo ast el levantamiento parcial de un bloqueo al que se suma la inclusion de esta Repiblica en la lista de paises, junto con Sudén e Irdn, a los que se intenta aislar econdmicamente en virtud de la Ley d’Amato-Kennedy. El escaso peso politico de Mauritania tie- ne mds que ver con su dificil situacién econémica y sus no resueltas ri- validades éinicas. "Sami Nair, Mediterrdneo hoy, entre el didlogo y el rechazo, Yearia Antrazyt, Barcelona, 1997. 104 Magreb: un mundo tan cercano como ignorado Respecto a los tres paises restantes, sus contradicciones y enfren- tamientos pueden ser rastreados desde los orfgenes mismos de su co- lonizacién y de sus respectivas independencias. Como sefala Joan La- comba, «en Argelia la colonizacién fue total y aplicada por el aparato militar de manera sistematicamente represiva. De hecho Argelia no fue considerada como una colonia sino como un pafs conquistado... La im- plantacién de colonos en tierras tunecinas fue mucho menos sistemsti- ca... En Marruecos [tiltimo pats en ser colonizado] Francia se propuso establecet un sistema colonial y a la vez preservar la identidad de la sociedad colonial». Tiinez y Marruecos obtuvieron la independencia en 1956. En Tiinez, el partido NeoDestur, encabezado por Habib Burguiba, se sucederd a st mismo con un proyecto socialista inicial, con un gran viraje prooccidentalista en los afios sesenta, manteniéndose en el car- 0 hasta 1987. Su sucesor, Zin el Abidin Ben Alf continéia gobernando hasta hoy, encabezando el partido Rassemblement Constitutionnel Dé- ‘mocratique, que obtuvo mas del 90 por 100 de les votos, lo que le per- ‘ite mantener en el Parlamento una oposicion testimonial, dentro de un proyecto neoliberal desde finales de los aftos setenta, asistiéndose a una aproximacién al régimen marroqut. Su modernizacién chocarta con frecuencia con sus dos vecinos, Libia y Argelia. Los intentos de ‘mostrarse internacionalmente como una democracia no pueden ocul- tar la especial dureza en la represidn, sobre todo del movimiento isla- ‘mista Enahda, La historia de Marruecos, tras la pronta muerte del rey Moha- med V, en 1957, estard presidida por su hijo Hassan I, que ha sabido ‘mantener unas buenas relaciones con Francia y con Estados Unidos y una aproximacién abierta a la Unién Europea. Con Argelia, en cam- bio, las relaciones han sido conffictivas, con un enfrentamiento arma- do en 1963 y otro en 1975, a los que habria que ahadir el contencioso del Sahara, una reivindicacién marroqut que ha chocado con la Repii- blica saharaui respaldada por Argelia. Astuto y poco escrupuloso, Hassan II ha sabido sortear tanto al ejército como a las fuerzas politi- as, manejando indistintamente la incorporacién de algunos oposito- 2 Joan Lacomba, Sociedad y politica en ef Magreb, Los libros de ta Catarata, Madd, 1997. 105 ‘Magreb: un mundo tan cereano como ignorado res al régimen, por cooptaciOn, junto con técnicas represivas de una particular ferocidad y eficacia, tanto contra politicos y sindicalistas ‘como contra militares. Ejecuciones sumarias, torturas, encarcelamien- tos. desapariciones han jalonado ta historia det régimen de Hassan Il. Con rumores serios de que el rey esté gravemente enfermo. Ma~ rruecos se embarcaba, en 1998, en una aventura politica de futuro atin incierto: tras las elecciones legislativas de 1997, el rey entregaba el gobierno a un opositor socialista, Abderramén Yussufi, que incorpora- ba al gobierno, junto a ministros designados por el rey Hassan, a re- presentantes de las fuerzas politicas de la izquierda marroqut. Ponia también en marcha un proceso democratizador, con gestos evidente- ‘mente aperturistas, referentes a detenciones, muertos y desapariciones, ‘en su etapa inicial, ast como una liberalizacién informativa. Esa me- jora cierta y algunos cambios importantes en materia econdmica, so- cial y cultural no ocultan, sin embargo, el peso de unas enormes des- sociales y las dificuliades inherentes al modelo econdmico ‘por el Fondo Monetario Internacional, que pueden entenebre- ‘el faturo. El golpe militar de 1992 acabo en Argelia con la experiencia de- fora iniciada en 1988 tras las revueltas populares que con- ron toda la estructura social argelina y dejaron al descubier- (miserabilismo social politico, econémico e ideologico del régimen presidia el general Chadli Benyedid. Durante aftos, el pueblo ar- -gelino asistié a un largo proceso de descomposicin de los grupos que ‘asumieron el poder tras una feroz guerra de liberacién contra el colo- ‘nialismo francés. Las sucesivas crisis del régimen nacido de aquella ‘guerra parecieron estallar definitivamente con aquella revuelta popu- lar de octubre de 1988, reprimida por el ejército a sangre y fuego. Desde aquel goipe de enero de 1992, interrumpiendo un proceso electoral democritico, ganado, en primera vuelta, por el Frente Isld- mico de Salvacién, Argelia ha vivido una feroz guerra civil con mas de cien mil muertos. Resulta patética y aterradora la imagen de esos mi- litares agazapados tras el gobierno del general Zerual, mientras éste iba poniendo en marcha una farsa electoral tras otra, Una en noviem- bre de 1995, para «legalizar» el golpe militar del 11 de enero de 1992, con participacién de partidos politicos, si se exceptian aquellos que ‘obtuvieron mds del 80 por 100 de Tos votos emitidos en la primera vuel- 106 Magreb: un mundo tan cercano como ignorado 1a de la tinica eleceién democrética celebrada en Argelia y cuyo resul- tado desencadend el golpe militar de quienes fueron los perdedores, re- chazados por una ciudadania empobrecida, harta de sus desmanes econdmicos y de su brutalidad. Un ato mds tarde, en noviembre de 1996, se Nevaba a cabo un referéndum para establecer las reglas de juego de ta futura Asamblea legislativa y asegurar que su control quedase en manos del gobierno. Las elecciones previstas para abril de 1999, precedidas de la decisién del propio presidente Zerual de dimi- tir, han sefialado una ruptura o divisién en el seno del poder real del eército, y una salida compleja y todavia opaca e incierta de la crisis, social. MANUEL REVUELTA 107 Marruecos: la transici6n democratica se afirma Rémy Leveau En la tradicién politica de Marruecos. la idea de un «pacto na- ional» recuerda la alianza acordada entre la monarqufa y el partido Is- tiglal (derecha nacionalista) a partir de 1943, después de la conferencia de Anfa'', para llevar a cabo el desmantelamiento del protectorado en el pais, conservando cada interlocutor su autonomfa y actuando segiin sus propios medios. Después de la independencia, alcanzada el 3 de marzo de 1956, se replanteé el pacto por quienes, en el seno del Movimiento Nacional (agrupacién de partidos que habfan combatido por Ia independencia), crefan facil -tal como se habfa producido en Egipto, en Irak, en Tunez en Yemen- apartar a la monargufa y gobernar bajo la autoridad de un Partido tinico que se apoyase en la clase media urbana. La monarqua replicé recuperando directamente el control del gobierno en mayo de 1960 y, después de la muerte de Mohamed V, en 1961, establecié una alianza con los notables rurales que aseguraron el éxito del referéndum constitucional de diciembre de 1962 y de las elecciones legislativas (mas controvertidas) de abril de 1963. El nuevo monarca, Hassan I, otorgé también un espacio creciente en el gobiemo a un ejército que se imponia como garante del nuevo ‘equilibrio, reprimiendo las protestas y disturbios sociales urbanos (en particular, el de Casablanca, en marzo de 1965), decapitando a la iz- quierda (secuestro y asesinato de Mehdi ben Barka, en noviembre de "En junio de 1943, en Ants, bao residenial de Casablanca, el president de Extidos Unidos, Frankin D. Roosevel el primee minis baie Winston Church y el soberano marroqut Mohamed ¥ (at como st hij, el fire Has- San I) declaraban eadado el sistema colonial y expeesaban el deseo de que Mi rriccosaccediese ala independencia una ver terinada la guora 108 Marmuccos: la transici6n demoerétiea se afi 1965) y permitiendo el aplazamiento sine die del Parlamento desde el mes de julio de 1965. El sistema encontrarfa sus limites en los compl6s militares de 1971 (sublevacién armada y tentativa de asesinato del rey en Sjirat) y de 1972 (ataque aéreo contra el avin del rey), que estuvieron a punto de acabar con la monarquia. Desde entonces, Hassan II ha buscado una recomposicién duradera del sistema politico que le pudiera sacar de cierto aislamiento, aunque dejandole las manos libres, ‘Después de las elecciones legislativas de noviembre de 1997, ;po- dia imaginarse que la designacién de un primer ministro socialdemé- crata, Abderraman Yussufi, a la cabeza de un gobierno de coalicién de centro-izquierda, el 4 de febrero de 1998, iba a permitir al rey realizar sus deseos? El balance de los primeros meses de gobierno no permitia, inferir eso de manera definitiva. Sin embargo, el funcionamiento del sistema politico parece haber cambiado de manera importante con una permanente gestién de ajuste y de busqueda de consenso. La monar- quia ya no es capaz de imponer lo que quiera, y el cese, siempre po- sible, del primer ministro podria tener graves consecuencias para el soberano, tanto en el plano interior como en el exterior, En cambio, la prosecuci6n de la experiencia tranquiliza las expectativas y permite es- perar una consolidacidn de la transicién que desemboque en auténticas opciones democraticas. ‘S6lo cuando los diferentes interlocutores hayan superado sus te- mores serdn aceptablesenla prctica unas elecciones abiertas. El me~ canismo que funciona actualmente es el resultado de un largo y discre- to trabajo de relaciones de complementariedad y de enfrentamientos entre la monarqufa y la oposicién de izquierdas, cuyo origen puede si- tuarse en el didlogo que se estableci6, inmediatamente después de los complés militares (1971-1972), entre el rey Hassan II y el socialista ‘Abderralsim Buabid, jefe entonces de la Unién Nacional de Fuerzas Po- pulares (UNFP) ?, En cierto sentido, se restablecié también el método seguido por Mohamed V tras la independencia. Desde las elecciones legislativas de 1993, Hassan II se planteaba una renovacién de los equipos gubernamentales dando acceso a la opo- 2 Lease Abderrahim Bouabid, journaliste dans le combat de l'indépendance, Fundacién A. Buabid para las ciencias y la cultura, Rabat, 1981. 109) Magreb; un mundo tan cercano como ignorado sici6n a asumir responsabilidades sin que eso le privase de su libertad de decisién. Gracias a una gran tenacidad y a algunas concesiones, el escenario actual tiene posibilidades de cuajar. El compromiso bosque- jado es inestable. Disefia, sin embargo, una relacién de fuerzas evolu- tiva que mantiene a la monarqufa como ee central del sistema politico. Lo que suceda en adelante dependerd de 1a habilidad de los interlocu- tores, de la situacién internacional y de los equilibrios internos. Tanto en los partidos como en la ctipula del Estado, la generacién legada a la vida politica tras la independencia debe dejar paso a otra Una renovacién del Majzén Las clecciones de noviembre dé 1997 tuvieron como efecto permi- tir Ia renovacién de las élites en los partidos tradicionalmente ligados al Majzén ® como en los que, a pesar de formar parte de la oposicién, estaban a punto de negociar su incorporacién al sistema. La constitu- cién de un gobierno de apertura, dirigido por Abderraman Yussufi, se- eretario general de la Uni6n Socialista de Fuerzas Populares (USFP), pudo presentarse en ese sentido como una operacién lograda de reno- vacién del Majzén. Tanto en los partidos ligados a la Corona como en los de Ia oposi- ci6n, la eleccién de las élites se hace por cooptacién, con mecanismos de filtro que deben mis a los entramados establecidos que a posturas ideoldgicas, Ya no hay diferencias netas en el conjunto de los partidos que tienen vocacién de ejercer responsabilidades de gobierno, desde los conservadores a la izquierda 0 a los islamistas moderados. La recu- eraci6n de las criticas de la izquierda sobre las crecientes desigualda- des sociales se encontraba avalada por el rey, 1o que permitié a Yussu- fi construir su discurso de investidura sobre un conjunto de citas de Hassan Il que le permitfa mantenerse fiel a su programa. El recuerdo > Este término designa la administracién central pilotada sucesivamente primero por el sultén, después por el rey. Hist6ricamente, el Majzén significaba igualmente e! territorio administrado por el monarca en contraposicién con el ed sib, tesitrioinsubordinado que escapaba al conto! de 1a adminitraciga 110 Marmuecos: la transicin democratica se afirma de la fractura social no sélo forma parte de una opinién generalizada, sino también de una realidad percibida por todos. ‘Marruecos cuenta con un 60 por 100 de analfabetos y se sitda en el puesto nimero 125 de los paises clasificados segiin su indice de desa- rrollo humano por Naciones Unidas en 1998. Esté situado mucho més atrés que Argelia y Tinez, ¢ incluso después de Egipto y Siria, si nos basamos en indicadores basicos referidos a la escuela, la atencin so- cial o el producto interior bruto (PIB) por habitante. Al mismo tiempo, las desigualdades sociales son mucho més am- plias, incluyendo el reparto de la poblacién en el espacio urbano. El ni- ‘mero y la visibilidad de los nuevos ricos hacen perceptible una distan- cia entre los extremos que es¢apa al control del Estado. El temor a revueltas populares urbanas esté presente y subyace en los comporta- mientos, sin que llegue a motivar a los responsables a favorecer una po- Iitica de reduccién de las desigualdades. La respuesta del Gobierno fue, ‘en un primer momento, simbélica: reducci6n del tren de vida del Esta- do y venta de vehfculos del Patrimonio a los funcionarios. Su efecto continta siendo limitado en un pafs donde los problemas de fondo no pueden encontrar una solucién politica. Durante mucho tiempo, la amenaza provenia sobre todo de un mundo rural marginado. Actualmente, el temor se ha desplazado hacia los barrios periféricos de las grandes metrépolis, aunque estin lejos de aleanzar las dimensiones que conoce el fenémeno en El Cairo o Argel. La miseria no tiene nada de nuevo y los barrios de chabolas son quizé més extensos, pero, en su conjunto, menos miserables que los de los afios sesenta. Un factor reciente que tiene una significacién politica proviene de Jos temores, tanto de la clase media como de los dirigentes, a que sec tores numerosos de esas poblaciones miserables estén inclinéndose por ‘un islamismo radical, que aparece como Ia tinica forma de oposicién crefble, en especial después de la incorporacién de Ia izquierda (socia- listas y comunistas) al bloque del poder. Argelia esté sirviendo, ciertamente, de ejemplo de desastre y ha creado las condiciones implicitas en el consenso. Muchos ven en la ne- cesidad de evitar el contagio de ese ejemplo argelino la justificacién del mantenimiento a cualquier precio de 1a autoridad del Majzén y de no mostrarse demasiado escrupulosos con sus métodos de estrecho cerco, ut Magreb: un mundo tan cercano como ignorado que colocan al ciudadano en contacto permanente con las «autorida- des» que controlan su vida cotidiana. A partir de ahi, la protesta contra el «intervencionismo» electoral, después de las legislativas de noviem- bre de 1997, se convirtié en un aspecto secundario, porque ha pasado a ser una técnica que busca impedir la constitucién de una coalicién is- lamista, La estrategia electoral del ministto de Interior, Driss Basti (perso- na de confianza del rey y hombre fuerte del pais que conservé su car- tera en el gobierno de Yussufi), consistié en agrupar a los actores pol ticos en una declaracién comiin de fecha 28 de febrero de 1997. El gobiemo precedente se comprometfa a oponerse a cualquier interven- cciGn ilegal de la AdministraciGn. Por su parte, los partidos politicos se comprometian a respetar las mismas disposiciones prohibidas por cl Gobierno, ‘Como testimonio de ese compromiso se crearon una comisién na- cional y comisiones regionales, encargadas del seguimiento de las ele es, para arreglar amistosamente los conflictos. Aunque esas comi- siones pudieron tener algdn papel. apenas mermaron las prerrogativas del ministro de Interior. Estas se continuaron ejerciendo, sin ningdn control especial, para el establecimiento de las circunscripciones elec- torales o para el método de escrutinio. Los cambios efectuados buscaron limitar la ventaja adquirida en las elecciones municipales por el partido Istiqlal 0, en algunos casos, por los partidos de centro, Bastaba entonces con una accién marginal para favorecer a la USFP, a los islamistas moderados 0 al Movimiento Demoerético y Social (MDS) de Mohamed Harchan para que no se produjera ninguna mayoria clara. Ganadora en las legislativas de noviembre de 1997, Ia oposicién, con la USEP como primer partido, aparecfa més dividida que nunca a Ja hora de tomar decisiones, incluso en el seno de cada una de las for- maciones. No salfa ninguna mayoria de gobierno de forma auténoma y naturalmente tuvo que solicitarse a Palacio que realizase los arbitrajes necesarios para el funcionamiento de las instituciones. * Léase a Zakya Daud y Brahim Uchelh, «Marruecos preparado para la alter- nancian, Le Monde diplomatique, edicién espafiola, junio de 1997, 112 Marruecos: Ia transiciGn democrética se afirma En esas condiciones, las protestas contra el fraude no fueron con- vincentes y no entrafiaron el riesgo de una ruptura de la baraja como en 1993. Las intervenciones directas de la Administracién fueron quizé menos importantes que en el pasado. Pero el trafico de tarjetas electo- rales y la compra de votos se pudieron hacer a gran escala. Los medios financieros mas importantes se encontraban, al parecer, en las manos del nuevo partido de la Administracién (MDS). Las irregularidades be- neficiaron a todos los partidos. Dos elegidos dimisionarios pertene- cientes a la USFP reconocieron que los resultados reales eran favora- bles a los candidatos islamistas. Integrar al islamismo moderado La estrategia de Palacio tenfa como objetivo permitir un juego politico fluido y favorecer a las personatidades sumisas, cualesquiera fuesen sus partidos. El escrutinio del 14 de noviembre confirms la frag- ‘mentacién del escenario politico’. La USFP se encontré en una posi ‘cién dominante en el seno de la Kutla, Pero su incorporacién al go- biemo de coalicién no se pudo hacer sin reducir importantes tensiones internas y teniendo que aceptar dejar un vasto bloque de competencias bajo la responsabilidad directa de Palacio *, + Las elecsiones del 14 de noviembre de 1997 confirmaron el fraccionamien- to politico de Marruecos. Llegados en cabeza, los socialstas de la Unién Socialis- ta de Fuerzas Populares (USFP) de Abderramdn Yussufi (setenta y cuatro afos) s6lo obtuvieron el 18 por 100 de los votes. El «bloque democratico» (Kuala), do- ‘minado por a USFP y el Itilal, no tuvo mis que 102 escaBios, mientras que la de- recha, agrupada en Wifak, obtuvo 100, y otf0s dos partidos del centro derecha ~Rassemblement National des Indépendants (RND y el Movimiento Democratico y Social (MDS)-obtuvieron 46 y 32, respectivamente. Por otro lado, los islamis- {as _moderados del Mouvement Populaire Constitutionnel et Démocratique (MPCD) consiguieron 9 escafos, tanto como los comunistas del Partido del Pro- reso y del Socialismo (PPS). * EI gobiemo de Yussufi se constituyé el 14 de marzo de 1998. Esti domina- do por tres partidos (USFF, Istiglal, RNI) en una coalicién compucsta por aueve (Cntr ellos el comunista PPS), pero varias carteras (Interior, Asuntos Exteriors, Justicia, Asuntos Islimicos) estin en poder de personalidades nombradas por el rey, que conserva, ademés, el control del ejército y dela defense nacional 113 ‘Magreb: un mundo tan cereano como ignorado En el seno de la oposici6n se ve emerger al MDS de Harchan, que representa una especie de inversiGn populista favorecida por Driss Bas- 1i para constituir el pivote de una solucién de recambio en el caso de {que la coalicién conducida por la USFP no fuese viable. Este partido ‘Majzén obtuvo tantos escafios como el Istiglal, que results el principal pperdedor en 1a consulta. Pero su electorado estable, su encuadramiento y su legitimidad le reservan una capacidad de negociacién que supo Jizar con ocasién de la formacién del gobierno, dado el interés de Yus- sufi en su participacién ” Se podia pensar, antes de las elecciones, que el Istiqlal tenfa un pa- pel importante que jugar como escudo contra el islamismo. El precio a fen términos de mantenimiento de ta autonomia del Majzén era sin duda demasiado elevado y 1a monarquia parece haber escogido al la via de la integracién de un islamismo moderado que 60 ‘podia formar a expensas del Istiqlal y apartando a una parte sustan- de ese electorado de Ia influencia del jeque Yassin, jefe carisméti- islamismo politico marroqut. "El islamismo aparece, pues, de forma original, como un elemento de la actual recomposicién del paisaje politico. Su influen- ‘es sin duda mas amplia que la expresi6n paiblica que ha sido to- ‘en la medida en que puede apoyarse sobre una corriente a la vez ia y no violenta que permanece por el momento fuera de jue~ Se recluta en las ciudades medianas y en los barrios de las grandes ‘en donde s¢ concentran las primeras generaciones urbaniza- ‘das provenientes de medios rurales. De manera clisica, este movi- miento ha sabido responder con acciones caritativas de aproximacién a Ja situacién de desamparo social en que se encuentran esas poblacio- "nes. Los campus universitarios constituyen igualmente uno de los pun- ‘tos fuertes de su implantacién. Para los islamistas, la actual situaci6n de alternancia se ha conver- tido en un medio de diilogo con el Majzén y con las élites establecidas ‘para introducirse en el sistema mientras contindan beneficiéndose de ‘un aura de honestidad politica. No quieren caer en la trampa de la vio- encia como en los paises vecinos. No se les ve demasiado interesados 7 Ei Istiglal tiene seis carteras, especialmente los ministerios de Equipamien- to, de Enerpias y Minas y de Salud Publica, 14 Marruecos: la transicién demoeritica se afirma en asociarse en coaliciones gubernamentales. Sin embargo, podrfan ser obligados a jugar el papel de intermediarios en caso de revueltas urba- nas, y el poder, ciertamente, no tendria las manos libres para reprimir- Jas en silencio como en el pasado. En caso de crisis de sucesién *, los islamistas intervendrfan con un peso simbélico igual al de los ulemas; llegado el caso, el jeque Yassin podria tener un papel determinante. Entonces, el didlogo politico que ha promovido la monarqufa no podria excluirles ~e incluso podria vér- seles ocupar algunos lugares, a algunas funciones, atribuidos en el pa- sado a un islam oficial que carece hoy singularmente de lustre~. Puede también imaginarse su intervencién al lado de la monarqufa en grandes causas nacionales, como la cuestién del Sahara Occidental. Pero el poder vigila para no dejar que se constituya una coalicién {que reuniria a los j6venes licenciados sin empleo, los idedlogos que es- ‘én produciendo un discurso sobre la modernidad iskimica y las nuevas corrientes de la burguesfa liberal. El conjunto podria representar una solucién de recambio crefble en caso de dificultades en la actual coali- cién. Las divisiones en el interior de la corriente iskimica hacen poco crefble esa hipétesis a corto plazo. Por ello, Hassan II puede permitir- se integrar, de forma marginal, a algunos clementos moderados de esa corriente al juego politico. La correlacién de fuerzas juega a su favor y a concurrencia con los otros partidos permanece constante. Esté ex- puesto 2 que el precio politico a pagar se haga visible con una mayor islamizacion de la sociedad, que se hard notar no sélo incluyendo el discurso de la izquierda, sino més todavia el del Istiqlal. Serfa la con- trapartida de la «majzenizaci6n> de los islamistas. ‘A medio plazo, la designacién de Yussufi a la cabeza del Gobierno representa para la monarqufa una manera de legitimar de forma mo- derna su dominacién y renovarse por la cooptacién de las élites de iz- ‘quierda y una apertura hacia los islamistas moderados. El riesgo ests controlado de manera sistemstica. Mas sutilmente, la opcién tomada * El rey Hassan II (setenta affos) tiene dos hijos, Sidi Mohamed y Muley Ra- cchid; en principio, el primogénito y principe heredero, Sidi Mohamed, deberia su- ccoderle, pero en medios polfiicos marroqufes no se excluye tna crisis de sucesién. En caso de crisis, el papel de las autoridades religiosas (que, histSricamente, han estado asociadas a la designaci6n del sucesor) seria importante. 1s ‘Magreb: un mundo tan cereano como ignorado por Hassan Ila fines de los affos ochenta de orientar a su pafs hacia una aproximacién a Europa (incluida en 1987 una provocadora solicitud de adhesin a la Comunidad Europea) determina la apertura a la oposicién de izquierda, simbolo de modernidad y de garantfa para un programa de ajuste estructural que prosiga bajo su responsabilidad las recomenda- ciones del Banco Mundial. A la larga, con la unién aduanera, la reapertura inevitable de las fronteras, la corriente favorable a un avance democratico real deberfa cencontrarse reforzada, incluyendo la reduccién del émbito de la econo- mia sumergida que alimenta ampliamente los circuits de Ia corrup- cién, Se puede pensar que se trata de una gestién buscada por Has. san II, sin que esté dispuesto por ahora a renunciar a toda la extensién de su poder personal. De manera paradéjica, se puede formular igual- mente la hipstesis de que la apertura controlada hacia los islamistas moderados supongs un reequilibrio a la cooptacién de la oposicién de izquierda al Majzén y a la orientacién del pais en el camino de una aproximacién a largo plazo a Europa. Rebrote de la amenaza militar Al permitir una mayor islamizaci6n de la sociedad, el poder susci- ta una respuesta identitaria preventiva respecto de quienes desearfan servirse de esas opciones para dar prueba de un individualismo agresi- vo. De esa manera, la islamizacién puede aparecer como el antidoto ad- ministrado por via electoral a Ia democratizacién de los riesgos de una influencia demasiado grande de los modelos exteriores. Puede también servir, para bien 0 para mal, para influir en los referendos plebiscitarios ‘que, desile 1962, basan el poder monérquico en un soporte popular. Después de los complés de principio de los afios setenta y 1a Marcha ‘Verde (1975), 1a legitimicad del régimen fue restaurada por un referén- dum constitucional (1996) y el establecimiento del nuevo pacto politi- co con la oposicién. La evolucién presente se sittia como desenlace de un largo itinerario de didlogo desigual en el que la tinica arma que te- nian los oponentes era la retirada, negando por ello mismo su legitimi- dad al régimen. E] juego se hace més complicado para el poder por la existencia de 116 Marruecos: Ia transici6n democritica se afirma tuna corriente islamista fuerte, el rebrote de la amenaza militar interna ligada al fin del conflicto del Sahara Occidental y la emergencia de nuevas élites educadas que afirman su autonomia en el campo econ6- mico. Podriamos ver reaparecer el riesgo electoral con ocasiGn del re- feréndum sobre el Sahara que, antes del nuevo retraso decretado por Naciones Unidas, tendria que haberse realizado antes de fines de 1998, segiin los acuerdos de Houston, Sucederia lo mismo en el caso de sucesién mondrquica si el refe- réndum hace las veces de beya de un nuevo tipo. Serfa dificil realizar tuna gran manipulacién de los resultados, como fue el caso en el pasa- do. En cambio, el mecanismo deberia servir para la integracién de los islamistas en el juego politico. Una gestion medida de los riesgos elec- torales y de la opcidn de las élites escala local y nacional s6lo se pro- ducird si la monarqufa renuncia al ejercicio directo del poder si hay un cambio de reinado. El repliegue del futuro soberano a un papel simbé- ico Hevarfa entonces a organizar una competencia real entre aquellos que aceptaran los principios bésicos del régimen mondrquico constitu- cional. Este perfodo de gobierno de un primer ministro socialdemécra- ta dirigiendo una coalicién de alternancia querida por la monarquia va- len més por el establecimiento del método seguido y la apertura hacia el porvenir que por la amplitud de los resultados. La formacién del go- bierno duré mas de un mes, durante el cual Yussufi negocié con pacien- cia y habilidad la participacién del Istiglal y las limitaciones de los mi- nistros cuya soberanfa depende de Palacio. Las concesiones hechas en este sector fueron menos dificiles que las que el jefe del gobierno tuvo que consentir a los partidos de su coalicién o a las corrientes de su pro- pio partido. ‘Hassan II deja actuar a Yussufi, aunque manteniendo una atenci6n vigilante sobre los detalles. Los dos interlocutores han construido y se han comprendido en la gesti6n de las relaciones simbélicas, una rela- cién personal sin intermediarios, que suceda, en otro contexto, a la que existfa entre Abderrahim Buabid y Hassan I Las concesiones del so- berano fueron frecuentemente menos visibles que las del primer minis- tro, en la medida en que estaba obligado a guardar las formas y que el amma secreta que conserva Yussufi (su abandono) serfa, para ambos, la constatacién de un fracaso de consecuencias graves para el pats. Mientras, el equipo es dificil de manejar y los arbitrajes manifies- 7 Magreb: un mundo tan cercano como ignorado tan més la continuidad que el cambio. El margen de maniobra continiia siendo estrecho y su gestién supone una cooperacién confiada de los dos poderes. Las expectativas de aquellos que esperaban una reduccién de las desigualdades, trabajo (Ios j6venes diplomados sin empleo con- tindan manifestdndose ante los ministerios) 0 un mejor funcionami to de la Administracién combatiendo 1a corrupcién siguen vivas. Los sindicatos continéan siendo hostiles a lo que podria aparecer como un ‘debilitamiento de 1a proteccién del empleo. El presupuesto ha hecho al- ‘gunas concesiones a los gastos sociales, en especial en materia de edu- cacisn. Pero no hay avances posibles en ese area sin tocar el presupuesto de defensa. La salida del conflicto del Sahara Occidental deberfa per- mitir la reduccién de los efectivos de un ejército de 200.000 hombres, _que, basdndose en el acuerdo de Houston, habré de replegarse hacia el ‘norte en el periodo que preceda al referéndum. El debate sobre los tra- ‘bajos nucleares argelinos revelados por el peri6dico espaitol El Pais, en agosto de 1998, influird en el papel y en la composicién del sistema mi- ‘marroqut. No es previsible que el Magreb se pueda lanzar a una escalada del Indin-Pakistén. Pero la ausencia de reacciones por parte de Ma- serfa inverosimil. Los posibles ajustes técnicos para dotarse de ‘medios para disponer de otras formas de respuesta (armas quimicas) ‘son plausibles. Todo esto forma parte del dominio reservado al rey, pero ‘e8 poco concebible que el primer ministro esté ausente de Ia reflexion ‘sobre el Sahara Occidental, el porvenir del ejército o las relaciones con ‘Argelia. Dispone de un crédito internacional que supone una baza para ‘Marruecos. ¥ de todas maneras sera preguntado sobre estas cuestiones | por sus interlocutores internacionales cuando quiera renegociar la deu- ‘da externa, como durante su visita a Francia a comienzos de octubre de 1998, Yussufi dispone también ahi de un capital de confianza que seria lamentable deteriorar a causa de disfunciones del Majzén. La asociaci6n del soberano y del primer ministro puede dar al pais luna mayor capacidad para hacer frente a lo que se esté jugando tanto en el interior como en el exterior. Eso supone, por parte del Gobierno, el reconocimiento de la legitimidad y de la habilidad de la monarquia para gestionar esos asuntos. Vista desde ese dngulo, la transicién no es tuna negociacién equilibrada. Constata la desigualdad de los interlocu- 118 ‘Marruecos: la transicién demoerdtica se afirma tores, empézaindo por un gobierno que procede de elecciones manipu- ladas. Para poder influir en las decisiones del soberano. el primer mi- nistro no puede destruir la ilusién unanimista, S6lo a ese precio puede Fecuperar un margen de critica interna. Los abandonos ideolégicos son inmediatamente perceptibles cuando el margen de influencia del’ go- biemo se funda en la empresa de modernizacién del Majzén, que qui- 24 desembocard en una racionalizaci6n del funcionamiento del Estado yen una democratizaci6n verdadera Hacia un mievo pacto nacional ‘Mientras tanto, el gobierno de Yussufi gestiona la ambigua heren- cia que va descubriendo, teniendo que contar con los hombres instala- dos que estan encargados de limitar sus ambiciones. Quiere dar una imagen legalista y reformista a pesar de que no tiene los medios para desarrollar una verdadera politica de reformas. ‘La necesidad de encontrar una salida a la crisis financiera, la exi- gencia de franquear de forma coherente la etapa de la sucesién monér- quica, cl fin del conflicto del Sahara y ta preocupacién de no implicar- se con Argelia en una escalada de inversién de recursos en armas de destruccién masiva son problemas que obligan a la conelusién de un ‘nuevo pacto nacional. Para unos, se trata de una simple renovacién de las élites por cooptacién sin comprometer el dominio real. Para otros, ‘més confiados, la etapa actual va mas alld del sentido que sus princi- pales actores, Hassan II y Yussufi, le dan provisionalmente: se trata de tun proyecto socialdemécrata que debe servir también para refundar la monarqufa. Se ha escogido a Europa como principal interlocutor con Ja esperanza de que sabré comprender y sostener mejor la experiencia marroquf qué no mostré ante la apertura en 1989-1990 de los proyec- tos de los reformadores argelinos del gobierno Hamruch. Mas alld de las expectativas en materia de deuda, Europa podria hacer esfuerzos en ‘materia de agricultura y de circulacién de las personas. Daria as{ la sen- sacién de que sabe superar una aproximacién securitaria (drogas, mi- graciones, terrorismo) del Magreb para tener en cuenta las cuestiones del desarrollo a largo plazo y de la estabilidad de las sociedades. ‘Aunque la experiencia marroqui concluyese én un fracaso, ya sea 119) Magreb: un mundo tan cercano como ignorado ppor los errores de sus principales actores, ya sea por la incomprensién de sus interlocutores exteriores, s6lo se podria prever su sustitucién por ‘una experiencia autoritaria y populista. Militares ¢ islamistas tendrian ‘entonces posibilidades de reencontrarse como adversarios (0 cémpli- ces) del sistema que se instalarfa como sustituto. La fuerza del rey Hassan II es haber sabido persuadir a sus interlo- cutores ~gracias a los ejemplos del desorden argelino y de la transicién democritica espafiola— de que la monarquia es la menos mala de las so- luciones. Es poco probable que su sucesor tenga los medios para man- tener la ambigiiedad a su favor conservando mucho tiempo la realidad del poder. ; Sabra Europa, por su parte, tratar los problemas del Magreb con la atencién indispensable que este peligroso asunto se merece’? Mauritania, los herederos de la esclavitud Amel Daddah uPor qué amos y esclavos sonkineses no pueden reposar en el mismo cementerio? ,Por qué los esclavos halpularenes gozan de un acceso reducido a la tierra, principal fuente de emancipacin econ6- mica en el seno de esta comunidad? {Por qué en una u otra de estas dos etnias, principales componentes de la minorfa afromauritana, to- davia hoy se considerarfa escandaloso € indecente que un hombre de origen servil pretendiera casarse con una mujer que no pertenezca a su casta? La verdadera especificidad del orden érabe-bereber, 0 moro en Mauritania, viene no de las précticas esclavistas que s¢ han realizado 120 Mauritania, los herederos de la esclavitud ~y todavia algunos realizan—' sino del grado en la escala de una pric- tica generalizada?, como se ha constatado a propésito de la comunidad haratina, vasta poblacién de esclavos moros «liberados», y de su des- cendencia, Niel comunicado oficial del Comité Militar de Salud Nacional que abolfa, por tercera vez, en 1980, sobre la esclavitud en Mauritania >, ni el acceso, desde 1984, de protagonistas de estirpe haratina a puestos ‘gubernamentales, modificaron en profundidad la suerte de esta comu- nidad, que constituye mas de la mitad de la poblacién mauritana de es- tirpe mora, y entre el 30 por 100 y el 35 por 100 al menos de la pobla~ cién total. ‘Tanto en el medio rural como en Tos grandes centros urbanos del pats (donde, debido a la sequia, los haratinos se han agrupado masi- vamente, en el curso de los dos iltimos decenios, con el flujo del éxo- do rural), este grupo constituye un segmento de !a sociedad tradicio- nal -una casta, en el sistema de estratificacién mora~ cuya situacién se parece a la de una clase social situada en lo més bajo de la escala sociocconémica moderna: del sistema tradicional al sistema moder- no, los ciudadanos haratinos han seguido siendo los pobres entre los pobres. El espiritu de la reforma agraria en 1983 ~potencialmente una for- midable medida de apuntalamiento de la emancipacién haratina— ha padecido el peso de las redes del clientelismo de Estado, dominadas por los notables tribales y, mas recientemente, por lobbies econé- micos. En el bajo y medio valle del rfo Senegal, en particular, el desa- rrollo de la agricultura de regadfo se ha traducido en el crecimiento de * Cuando los padres se ven separados a la fuerza de sus hijos, cuando éstos fo tienen acceso a su herencia, © cuando el trabajo de unos y otros no esté remu- ‘nerado por los amos-empleadores... 7 En medios moros, Ia injerencia menos marcada de la autoridad colonial y Iuego Ia opcién de tolerar la esclavitud para ganar el apoyo de los notables habrfan ‘asegurado una més dilatada autonomfa de la forma de vida tradicional. 5 La eselavitud fue abolida una primera vez por la administracion colonial a ‘comienz0s de siglo, luego por el Estado mauritano independiente en 1960 (afi ‘macién de la igualdad de los mauritanos ante ta Constitucién) y por un comunica- do del Comité Militar de Salud Nacional (CMSN). el 5 de julio de 1980 (confir- ‘mado por Ia ordenanza nim. 81-234 del 9 de noviembre de 1981). 12a ‘Magreb: un mundo tan cereano como ignorado una agricultura del arroz gestionada en medianas y grandes explota- ciones, propiedad de hombres de negocios moros Hegados de las ciu- dades. Esta agricultura del arroz suplanta, poco a poco, a las peqiiefias unidades de produccién tradicional (cultivos pluviales y de zonas de escasa crecida); sin embargo, los pobladores autéctonos, endeudados, perdidos en el laberinto administrativo de sistemas de atribucién de concesién o de peticién de apoyo, se encuentran a menudo en puestos de obreros agricolas al servicio de los nuevos explotadores. Desde lue- 20, este débil aseguramiento de la tierra de las pequefias explotaciones fragiliza el conjunto de la poblaciGn rural mauritana, sin distincién de casta ni etnia. Pero las dificultades todavia mayores de la comunidad haratina, disminuida objetivamente por un menor acceso a la escolari- zaci6n basica y por la falta de recursos, deben tenerse en cuenta en el esfuerzo de planificacién y de gestiGn del desarrollo. En la regién de Gorgol, por ejemplo‘, los haratinos no tienen més eleccién que some- terse a los notables tradicionales, reforzando todavia més su depen- dencia respeto al antiguo amo y, més generalmente, frente al segmen- to tribal de origen. Redes de vasallaje Los haratinos empujados hacia las ciudades se han hecho omni- resentes en la economfa sumergida, que ha experimentado una explo- ssi6n a partir de los afios ochenta. Después de haberse visto, en un pri- mer momento, obligados a servir de mano de obra no cualificada 0 de «personal doméstico», hoy también estén presentes en los pequefios oficios: camiceros, lavanderos, carreteros, conductores de autobuses 0 de taxistas, vendedores de legumbres, etc. Pero los empresarios harati- nos que han conseguido alcanzar cierto nivel en su facturacién se cuen- tan con los dedos de una mano... En Nuakchot, la gran mayoria de los miembros de esta comunidad permanece concentrada en la kebba (el suburbio, literalmente estercolero). Y aunque la gran pobreza no es ex- * La Question fonciére en Mauritanie. Terres et pouvoirs dans la région du Gorgol, L’Harmattan, Parts, 1994, 122 ‘Mauritania, los herederos de Ia esclavitud clusiva de ningtin grupo en este pafs, un haratino estar més inerme para intentar modificar su situacién. «Bajo el régimen del Partido del Pueblo Mauritano [PPM], el pre- sidente Moktar Uld Daddah estimaba justificado el sobreseimiento “provisional” det informe sobre la esclavitud. Ast legé a afirmar, en 1978, tres meses antes de su destitucién por los militares, a un diri- genre del Movimiento de Liberacién y Emancipacién de los haratinos {mds conocido con el nombre de Et Hor-El Hombre libre]: “El pro- blema de la esclavitud en Mauritania puede resolverse de dos mane- ras: bien por una revolucién sangrienta, para la que el pats no tiene ‘medios. 0 por una evolucién lenta de la sociedad gracias al desarrollo ‘econémico, y esto esté en vias de realizarse. La prueba es que los pro- pietarios de esclavos, que llaman ‘nuestros esclavos’, desde hace al- ‘gunos afios se sienten molestos y buscan perifrasis para expresarse. En cualquier caso, no podemos afrontar a los feudales en este terreno en el momento en que el pats estd en peligro (referencia a la guerra del Sa- hara), aunque el problema nos preocupe”...» °. Dieciocho afios después de haberse promulgado, al texto de la ley destinada a la abolicién de la esclavitud en Mauritania todavia no le ha seguido un decreto de aplicacién. Tal lentitud est en relacién con la importancia de la identidad islémica, en tanto que instrumento de le- gitimacion del poder: volver a poner en duda Ia legitimidad de Ia es- clavitud supondria, de alguna manera, atentar contra los preceptos del islam, religién oficial del Estado, compartida por el conjunto de los mauritanos. Esta tensién se ve, ademés, fuertemente ilustrada por el propio tono de la famosa ordenanza de 1981, cuyo articulo mas enjun- dioso oficializa el principio de un resarcimiento de los amos, pero que no toma «...iinguna medida en favor de los manumnitidos para conver- tirlos en mauritanos de primera zona, es decir, en ciudadanos someti- dos a las mismas obligaciones y disfrutando de los mismos derechos que los demds nacionales» *. 5 Citado por Mohamed Lemin Uld Ahmed, «L Abolition de T'esclavage en Mauritanie», Mémoire de matirise, Universidad de Dakar, 1983. * Citado por Mohamed Lemin Uld Ahmed, ibfd. pég. 7. Prudencia y suscep- tibilidad en e1 campo del poder han sido exacerbadas, durante estos sitimos afios, por campatias de prensa del exterior, en particular las de los periodistas e investi- 123

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