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Capitulo 8 GEOPOLITICA DE ASIA CENTRAL: INDIA COMO CENTRO Introduccién Cincuenta aos después de la particién det Imperio de la India e) dos Estados separados ~la Unién India y Pakistén— todavia no se han resuelto los contenciosos que resultaron de esta dolorosa separaciGn, Durante estas cinco décadas, tres guerras han enfrentado a los ‘manos enemigos indios -mayoritariamente hindiées— y paquistar ~musulmanes— en torno a la region de Cachemira, dividida también 1947 y donde continiian manifestdndose, en el Estado de Jammu y chemira, colocado bajo la autoridad de Nueva Delhi, movimientos mados favorables a la independencia o al acercamiento a Pakistan. lillimo de estos conflictos, en 1971, tuvo para Pakistdn graves cuencias territoriales ya que quedé privado de su parte oriental, vertida ahora en Bangladesh. El fin det mundo bipolar, simbolizado por la cafda del muro Berlin y la disgregacién del sistema de alianzas pacientemente or la Union Soviética con toda una serie de patses amigos, algunos Estados, en Asia del sur como en otras partes, a un de sus orientaciones estratégicas. Estos trastornas plantean ‘mas, sobre todo, a Nueva Delhi. Pakistdn, de hecho, al beneficiarse. doble apoyo norteamericano y chino, no solamente no ha ningtin contragolpe negativo con esta convulsion, sino que, incl ‘ha aprovechado, por ejemplo, colocando sus peones (los talibanes) Afganistan. En cambio, el fin de la URSS en 1992 parecié durante un tiempo desestabilizar a la diplomacia india, sutil mezcla de intransigencia na- cional, de defensa de los intereses del Sur contra el Norte ~simbolizd 205 4 ‘ 4 a Geopolitica de Asia central: India como centro, a tercera via durante mucho tiempo encarnada en el movimiento de los no alineados- y de relaciones cuidadosamente calibradas con las potencias mds importantes: URS, Estados Unidos, China. La prioridad para India en este fin de siglo es evitar el aislamien- to ancléndose, en primer lugar, regionalmente. Este es, probablemen- te, el sentido que hay que dar a la «doctrina Gujral», del nombre del primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de la coalicién de iz- ‘quierdas formada como resultado de las elecciones de 1996. Rompien- do con la arrogancia de algunas actitudes del pasado, la «doctrina Gujral» permitié una mejora de relaciones con Bangladesh y un cam- bio de tono en las intercambios diplomaticos y verbales con Pakistan. Esta moderacién de Nueva Dethi esta en vias también de reabsorber a las guerrillas residuales que continian agitando los confines del nor- este. Sin embargo, ia retirada del apoyo que el Partido del Congreso prestaba al Frente Unido provocé en noviembre de 1997 unas eleccio- ines anticipadas cuyo resuliado dejé a India en manos del nacionalis- hindi. ‘MaNveL Luceerr India, en manos del nacionalismo hindtt Christophe Jaffrelot La cestabilidad> constituy6 el tema central de las docenas de elec- ciones generales que tuvieron lugar en India del 23 de febrero al 7 de marzo de 1998. Se trataba de unos comicios anticipados provocados por la retirada en noviembre de 1997 del apoyo parlamentario que el Partido del Congreso aportaba a la coalicién gubernamental del Frente Unido (catorce partidos que van de los comunistas a los socialistas del Janata Dal, pasando por una mirfada de formaciones regionales) desde Ja consulta precedente de la primavera de 1996. Ya entonces ningiin partido ni ninguna alianza obtuvieron la mayoria absoluta. Hasta ahora, cuando se celebraban elecciones legislativas por falta ‘de mayorfa, su resultado significaba la ratificacién del mandato claro al Partido del Congreso: Indira Gandhi pudo formar asf gobierno en 1980, y Narasimha Rao hizo lo mismo en 1991, después de la alternancia de 1989 que lev brevemente al poder a Vishwanath Pratap Singh. Esta vez, los electores no han repetido el guidn. Les resultaba dificil ali- nearse con un Partido del Congreso desgastado, incluso descompuesto, por las Iuchas de facciones, los asuntos de corrupcion y la crisis de di- reccién que padece desde la desaparicién de Rajiv Gandhi en 1991, Desde el anuncio de las elecciones, decenas de miembros del Par- tido del Congreso se pasaron al Partido del Pueblo Indio (Bharatiya Ja- nata Party, BJP), la principal formacién nacionalista hindi, cuyas posi bilidades de éxito parecian mayores. Esta sangrfa no solamente debilit6 al Partido del Congreso sino que también reforz6 su imagen oportunis- ta, Ciertamente, el partido se volvié a movilizar con el compromiso de ‘Sonia Gandhi (Ia viuda de Rajiv), pero su entrada en accin se produ- jo demasiado tarde para que pudiera sacar todo el partido a su popula- ridad, En algunas zonas, como Uttar Pradesh, el mayor estado de India, 207 Geopolitica de Asia central: India como centro la tercera via durante mucho tiempo encarnada en el movimiento de los no alineadas- y de relaciones cuidadosamente calibradas con las potencias més importantes: URSS, Estados Unidos, China La prioridad para India en este fin de siglo es evitar el aislamien- to anclndose, en primer lugar; regionalmente. Este es, probablemen- te, el sentido que hay que dar a la «doctrina Gujral», del nombre del Primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de la coalicién de i ‘quierdas formada como resultado de las elecciones de 1996. Rompien- do con la arrogancia de algunas actitudes del pasado, la «doctrina Gujral» permitié una mejora de relaciones con Bangladesh y un cam- bio de tono en los intercambios diplomaticos y verbales con Pakistan. Esta moderacién de Nueva Dethi estd en vias también de reabsorber a Jas guerrillas residuales que continian agitando los confines del nor- este. ‘Sin embargo, la retirada del apoyo que el Partido del Congreso restaba al Frente Unido provoco en noviembre de 1997 unas eleccio- nes anticipadas cuyo resultado dejé a India en manos del nacionalis- ‘mo hindi. ‘MANUEL LucBERT 206 India, en manos del nacionalismo hindi Christophe Jaffrelot La «estabilidad» constituy6 el tema central de las docenas de elec- ciones generales que tuyieron lugar en India del 23 de febrero al 7 de marzo de 1998. Se trataba de unos comicios anticipados provocados por la retirada en noviembre de 1997 del apoyo parlamentario que el Partido del Congreso aportaba a la coalicién gubernamental del Frente Unido (catorce partidos que van de los comunistas a los socialistas del Janata Dal, pasando por una mirfada de formaciones regionales) desde Ja consulta precedente de 1a primavera de 1996. Ya entonces ningdn partido ni ninguna alianza obtuvieron la mayorfa absoluta. Hasta ahora, cuando se celebraban elecciones legislativas por falta de mayorfa, su resultado significaba la ratificaci6n del mandato claro al, Partido del Congreso: Indira Gandhi pudo formar asf gobierno en 1980, y Narasimha Rao hizo lo mismo en 1991, después de la alternancia de 1989 que llevé brevemente al poder a Vishwanath Pratap Singh. Esta ‘vez, los electores no han repetido el guin. Les resultaba dificil ali- rnearse con un Partido del Congreso desgastado, incluso descompuesto, por las luchas de facciones, los asuntos de corrupcidn y la crisis de recci6n que padece desde la desaparicién de Rajiv Gandhi en 1991, Desde el anuncio de las elecciones, decenas de miembros del Par- tido del Congreso se pasaron al Partido del Pueblo Indio (Bharatiya Ja- nata Party, BJP), la principal formacién nacionalista hindi, cuyas posi- bilidades de éxito parecfan mayores. Esta sangrfa no solamente debilité al Partido del Congreso sino que también reforz6 su imagen oportunis- ta. Ciertamente, el partido se volvi6 a movilizar con el compromiso de Sonia Gandhi (la viuda de Rajiv), pero su entrada en acciGn se produ- jo demasiado tarde para que pudiera sacar todo el partido a su popula- ridad. En algunas zonas, como Uttar Pradesh, el mayor estado de India, 207 Geopolitica de Asia central: India como centro, el Partido del Congreso no obtuvo ningiin escaito y se vio obligado a reconstruirse. EL Frente Unido sufri6 una derrota estrepitosa, pasando de 174 a 98 escafios. En los diferentes estados, todos los partidos que ocupaban el poder desde hacfa algiin tiempo retrocedieron o, mas raramente, se man- tuyieron: los reveses mas espectaculares afectaron al Janata Dal en Kar- nataka, Dravida Munnetra Kazhagam en Tamil Nadu, al Shiv Sena en Maharashtra y al BJP en Rajastén. Esta voluntad de «cambiar las caras» era una prueba de la vitalidad de la democracia, pero refleja también un rechazo creciente hacia la clase politica. Sin embargo, este reflejo de re- chazo de los gobemnantes (anti-incumbancy reflex) dio a India una Cé- ‘mara sin mayoria por segunda vez. consecutiva, inesperadamente. Sin duda, con el 25 por 100 de los votos y 178 escafios, el BIP pro- ‘gresaba, pero segufa estando a casi cien escaiios de la mayorfa absolu- ta, Esta subida era previsible; se habfa convertido en la tinica solucién posible de recambio del poder. Si habfa tocado techo con un quinto de los votos desde comienzos del decenio era porque sus apoyos se redu- cefan a la clase urbana de castas superiores y su despliegue apenas des- bordaba el norte hindifono y el oeste del pais. En 1998, el BJP parecis haber Ievantado estas dos hipotecas, pero la dimensién de su éxito debe ser relativizada aunque s6lo sea en razén de los reveses registrados en dos estados que gobernaba, solo o en coalicién, en Haryana y en Ra- jastan (donde pas6 de 12 a 5 escafios): los nacionalistas hindiies no es- caparon a este anti-incumbancy reflex... El movimiento nacionalista hinds se constituy6 a partir de los afios veinte en torno a la Asociacién de Voluntarios Nacionales (Rashtriya ‘Swayamsevak Sangh, RSS), una organizacién dedicada a «reforzar» a los hindiies frente a los musulmanes, minorfa en la que vefa una ame- taza sobre todo a causa de sus relaciones panislémicas. Poco a poco, el RSS estableci6 una red de ramas locales que se reunfan diariamente en sesiones de entrenamiento més o menos inspiradas en las artes marcia- les tradicionales. Se afiadfan sermones ideol6gicos en los que la identi- dad india se resumfa en la cultura hind, sobre el tema «find, hindi, hindustan» («Un pueblo, una lengua, un pais»). Habria 25.000 ramas de este tipo que agrupaban a 2,5 millones de militantes. Pero la nebulosa del RSS va todavia mas lejos, ya que este movi- miento se dot6 de numerosas filiales a partir de los afios cincuenta: sus 208 India, en manos del nactonalismo hindi hombres controlan uno de los principales sindicatos de estudiantes, e] primer sindicato obrero del pais, una red de escuelas muy apreciadas or la clase media, asociaciones dedicadas al «trabajo social» en zonas, tribales o en suburbios, ete. EI RSS creé un partido con vistas a las primeras elecciones gene- rales de 1951-1952, Su nombre, Asociacién del Pueblo Indio (Bharati- ya Jana Sangh, BJS), expresaba en aquel momento su voluntad de no ‘encerrarse en tun marchamo puramente hinds. El partido ha oscilado ‘entre una estrategia moderada con vocacién globalizadora y los esfuer- z0s de movilizacién étnico-religiosa orientados a atraer los votos de Ia comunidad mayoritaria. Antes de las elecciones de 1967 se manifesté por las calles en favor de la proteccién de la vaca animal sagrado del hinduismo~ y consiguié asf alcanzar el 10 por 100 de los votos emiti- dos, lo que a pesar de todo fue muy poco. Se voleé a continuacién en tuna estrategia de alianzas que le llev6 a fundirse con el Janata Party, tuna formacién que agrupaba a las principales fuerzas de oposicién. Este partido vencié a Indira Gandhi en 1977. Atal Behari Vajpayee fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores y sorprendi6 por su buena disposicién hacia Pakistan, enemigo piiblico niimero uno de los na- cionalistas hinddes. Coaticiones inestables La estrategia moderada fracas6 cuando los socios del BIS, que le eprochaban sus relaciones con el RSS, hicieron estallar el Janata Party. ELBIS fue rebautizado como Bharatiya Janata Party, su nombre actual, y persistié en su Ifnea moderada hasta finales de los afios ochenta. En aquella época se alié con la movilizacién orquestada por el RSS por la ‘«reconquista del lugar de nacimiento —supuesto— del dios Rama en Ayodhya (una ciudad de Uwar Pradesh) donde se edificé una mezquita en el siglo xv1. Esta campatia de agitaciGn alcanzé su apogeo a princi- ios de los afios noventa y concluyé en 1992 con la demolicién de la ‘mezquita por militantes nacionalistas hindiies ' Léase Vijay Singh, «Tuer et mourir pour un temple:..», Le Monde diploma- tique, abril de 1991. 209 Geopolitica de Asia central: India como centro Las violencias intercomunitarias que se sucedieron empafiaron 1a imagen del BIP. El partido sufri6 varios reveses electorales en 1993 y volvié a una estrategia més moderada, al mismo tiempo que debia su gran avance electoral (2 escafios en 1984; 86 escafios en 1989, 120 en 1991) al asunto de Ayodhya. En 1996, el BIP se convirti6 en el primer partido en la Asamblea (161 escaitos), por su habilidad en mezclar Ia movilizacién religiosa y el discurso pacifico. Sus jefes llegaron incluso a invitar a los musul- ‘manes a que les votaran. Mientras que Lal Krishan Advani —el actual ‘ministro del Interior encarna la vertiente militante del partido, Vajpa- yee representa cl polo mas ecuménico, una divisién de tareas que per- mite llegar mas lejos. En las titimas elecciones, el BJP recupers su marcha hacia adelante sin conseguir distanciarse del Partido del Congreso. Fue en el sur (sobre todo en Kamataka, en Tamil Nadu y en Andhra Pradesh) y en el este (so- "bre todo en Orissa y en Bengala Occidental) donde sus avances en esca- fueron mas importantes, aunque s6lo avan76 un 5 por 100 de votos?. ssiendo un partido sobre todo urbano (41 por 100 en las ciudades y 100 en el campo han votado por él y sus aliados) y de castas al- (€1 56 por 100 de sus miembros votan por el BJP y sus aliados). Pero el frente que lidera progresa entre las «otras clases atrasadas> rr backward classes, OBC), una categoria administrativa que de- jgna castas de baja condicin, a menudo agricultores que se sitian en- ‘re las castas de campesinos dominantes y los intocables. Entre éstas, "que representan la mitad de la poblacién india, el BJP y sus aliados re- cogieron el 42 por 100 do los votos frente al 21 por 100 del Partido del ‘Congreso y el Frente Unido. Este porcentaje se explica por el hecho de -que el BIP prest6 su apoyo a un niimero ereciente de candidatos de cas- tas bajas. Una téctica que tiene un coste: los electores votan tanto (0 ‘mis) por los individuos como por los partidos. El partido debe todavia una buena parte de su éxito entre los OBC a sus aliados, en particular al Shiv Sena (una formacién a la vez na- cionalista hindd y ferviente defensora de los intereses del Maharashtra, 2 Esta cra, como las que siguen, provienen del sondeo emanado de las urnas de India Today. 16 de marzo de 1998, 210 India, en manos del nacionalismo hinds cuya base social es mis plebeya) y, sobre todo, al Samata Party (12 es- caijos). Este iltimo recibe los votos de muchos kurmis, una de las gran- des castas que cultivan la tierra en Bihar. En cambio, el BJP sigue sien- do débil entre los «intocables», que la Constituci6n india designa bajo el eufemismo de «castas catalogables» (scheduled castes). La clase media urbana conforma de hecho la base del electorado nacionalista hindi. El BJP ha gozado siempre del apoyo de bastantes comerciantes y miembros de profesiones liberales de las pequefias ciu- dades del ‘norte hindifono, que apoyan su hostilidad a la «estatizacién de la economia» y su sentido del orden. A este nticleo se han ido suman- do, poco a poco, ejecutivos de la empresa privada, empleados, milita- res retirados y funcionarios, incluidos los de los niveles superiores. El BIP les parece disciplinado y nacionalista, «mds limpio» que el Parti- do del Congreso: sin duda, durante mucho tiempo, le ha faltado ejercer el poder. Que su nacionalismo tenga acentos hindies no molesta a la clase media, para la que el principal enemigo sigue siendo Pakistén. No hay ninguna duda de que las castas superiores también ven en el BJP un escudo contra el inexorable ascenso de las castas inferiores ‘que se muestran cada vez mds reivindicativas. En 1990 obtuvieron una cuota del 27 por 100 de puestos en la Administracién, reduciendo en la misma proporci6n las posibilidades de la élite*. Los nacionalistas hin- dides se muestran reservados respecto a estas cuotas que perpetiian las divisiones de casta (una fuente de fragilidad nacional, segin ellos) y penalizan a su clientcla electoral. Pero nio pueden dirigir abiertamente sus reproches, puesto que las tres cuartas partes de Ia poblacién hindi pertenece a las castas inferiores. Aunque se vean obligados a asumir un miimero creciente de candidatos de la «plebe». Fuera de Karnataka, donde su implantacién se mantiene slida, el BIP's6lo existe en el vasto cinturén costero gracias a los partidos re- gionales ¢, Estas alianzas llevadas a cabo en el sur y el este constituye- > Desde 1947, las cuotas reservadas a Iss intocables y a los aborigénes (po blaciones tribales) representan respectivamente el 15 por 100 y el 7 por 100 de los + ELAII India Anna Dravida Munnetra Kazhagam (AIADMK) en Tamil Nadu (27 escafios), e1 Bijou Janata Dal en Orissa (9 escafios) 0 el Trinamool Congress de ‘una disidente del Congreso, Mamata Banerjee, en Bengala Occidental (7 escafos). 21 Geopolitica de Asia central: India como centro ron la gran novedad de las dltimas elecciones: no habia ocurrido hasta ahora porque estaba asociado al norte hindffono. Se trata de un avance espectacular pero frégil, pues estos partidos sélo tienen en comtin con el BJP a sus enemigos. Junto a los 178 escafios del-BIP, los 140 escafios del Partido del Congreso y los 41 escafios de los dos partidos comunistas, 144 escafios fueron para los partidos regionales, ¢s decir, més de una cuarta parte de Jos $43 escafos que tiene Ia Lok Sabha (Camara Baja del Parlamento). Este avance se explica por la dislocaci6n, segiin una linea de separa- cién regional, de los partidos nacionales. Pueden ser clasificados como regionalistas los partidos que se identifican con una identidad linguts- tica 0 étnica, incluso religiosa, propia de un Estado de la Unién y que evan, a menudo, estas referencias en su nombre *. ‘Ademis de las formaciones «regionalistas» en sentido estricto, los partidos «regionales» se han multiplicado en el transcurso de los afios noventa a causa de las repetidas escisiones del Janata Dal, del Partido del Congreso ¢ incluso del BJP. Estas escisiones no tienen identidad regional. Se dan, por el contrario, nombres rimbombantes para acredi- tar una vocacién nacional, incluso un compromiso ideolégico. Pero se trata, a menudo, de la creaci6n de un dirigente tegional que prefiere plantear una lucha independiente, a veces por despecho, porque han fracasado sus esfuerzos por controlar la rama local del partido. Se en- cuentran aqui elementos fundadores de la politica cn India que, como no ha funcionado nunea en torno a un Estado centralizado, ha tenido que acomodarse a los «feudos» de los sétrapas locales. El «sistema congresista», puesto en marcha durante los aftos de Nehru, se asemejaba por eso a una pirémide de caciques que disfruta- ban de cierta autonomfa y podian prevalecer asf sobre sus electores, a menudo apegados al particularismo regional. Esta construcciGn se ha » Los partidos dravidianos de Tamil Nadu (el Dravida Munnetra Kazhagam y tos partidos surgidos de sucesivas escsiones, el AIADMK, el PMK y el MDMK) © de Andhra Pradesh (Telugu Desam Party-Partido del Pais Telugu), la Shiv Sena (Ejército de Shivaji, héroe maratha) en Maharashtra, cl Akali Dal Partido de los sijs puros) en Punjab, el Asam Gana Parishad (Asociacién del pueblo asamais) en ‘Assam y of Haryana Lok Dal (Partido del Pucblo del Haryana), etc. Estos partidos {y alguaos otros de menor importancia suman hoy 90 diputados. 212 India, en manos del nacionalisme hindd ido deshaciendo poco a poco a medida que los dirigentes con prestigio del movimiento por la independencia desaparecian y que la linea Neh- rwGandhi se borraba, dejando el campo libre a las fuerzas centrifugas ya las luchas de facciones. Esta proliferacién de partidos regionales, incluso regionalistas, es tun factor de pluralismo y, por tanto, de democracia, salvo cuando las inevitables coaliciones en que desemboca se revelan incoherentes 0 inestables. Las alianzas levadas a cabo por el BJP en el sur y el este van diri- gidas a situarle como sucesor del Partido del Congreso. De hecho ha- bia ido admitiendo progresivamente que en algunas regiones no podia subsistir mas que sobre la base de la colaboracién con un partido re- gional, La coalicién que encabez6 en la batalla electoral contaba con doce de estos partidos y necesit6 el apoyo de otros tres, el Telegu De- sam Party, la National Conference y el Haryana Lok Dal, para conse- guir la mayorfa absoluta durante la votacién de investidura de su go- biemno, el 27 de marzo de 1998. Pero los nacionalistas hindiies no estén tan dotados como los miembros del Partido del Congreso para tos chalaneos y los compro- ‘isos. El pragmatismo del Partido del Congreso, que corre parejo con Ja nebulosa de su ideologfa, permite una gran flexibilidad en Ias nego- ciaciones. Sin duda, el BJP no podri hacer Io mismo con facilidad. En efecto, Vajpayee, el nuevo primer ministro, deber4 tratar con los parti- dos aliados sometido a una limitacién que el Partido del Congreso no suftfa: el Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS) y los cuadros del par- tido provienen de esta organizacién. Porque el RSS sigue siendo ta matriz del BIP. La mayor parte de los dirigentes provienen de él y los que se sitvian en segunda fila —re- gional y localmente- han seguido estando muy préximos. Estos movi- mientos y los cuadros del BJP que permanecen més fieles no aceptarin fécilmente una disolucién de la ideologfa nacionalista hindi, pero los aliados del BJP lo consideran una condicién para su apoyo al gobierno de Vajpayce. Hasta tal punto que Ia plataforma minima negociada por el primer ministro con los socios de la coalicién se basa en tres de las principa- les promesas electorales del BIP: 1a construccién de un templo sobre Jos escombros de la mezquita de Ayodhya; el voto de un cédigo civil 213 Geopolitica de Asia central: India como centro uniforme que imponga, sobre todo, la abolicién de la sharia (ley islé- mica) como fuente de derecho personal para los musulmanes; y la abro- gaci6n del articulo 370 de la Constitucién que confiere a Jammu y a Cachemira una autonomia en la cual los nacionalistas hindiies ven las, rafces del actual movimiento separatista. Nuevo paisaje asidtico: India y Pakistan, potencias nucleares Paul-Marie de la Gorce Una de las opciones estratégicas de mayor importancia para Esta- ‘dos Unidos es la de impedir que surjan nuevas potencias nucleares. Eso explica su condena de las experiencias nucleares india y paquistanf de mayo de 1998. Norteamérica no ha podido impedir que se haya roto el monopolio atémico que mantuvo en un principio. Primero fue el armamento nu- clear soviético; después, a causa de la ayuda que concedieron al Reino Unido para que dispusiera de su propio arsenal y, mas tarde, por la vo- Juntad de Francia y de China de convertirse en potencias nucleares i dependientes. Estados Unidos no quiso oponerse tampoco al desarrollo de una fuerza at6mica por parte del Estado de Israel, que, aunque no confesa- da, es conocida por todo el mundo. Después ha hecho lo imposible por detener la proliferacién y evitar que otros Estados, al dotarse del arma atémica, puedan amenazar a sus vecinos que no la posean. 214 ‘Nuevo paisaje asistico: India y Pakistin, potencias nucleares Este objetivo expresa también una preocupacién militar. Estados Unidos, al buscar prioritariamente 1a prohibicién de todos los expe- rimentos nucleares con fines militares, querfa impedir también una diversificacién del arsenal de las potencias nucleares. Mas allé del acuerdo Start II que. de aplicarse, le dejarfa 3.500 cargas nucleares ope- racionales para su armamento estratégico (frente a 3,000 de Rusia), ob- tuvo ina excepcién respecto a los acuetdos de septiembre y octubre de 1991 sobre el desmantelamiento de las armas nucleares técticas en Eu- ropa para mantener su potencial aire-tierra, en la préctica los bombar- deros F-111 con sus cargas nucleares con base en Gran Bretafi Esta excepcién tenfa una enorme trascendencia '. Los dirigentes norteamericanos mostraban asf que no renunciaban a uno de los instru- ‘mentos principales de su potencia nuclear: el empleo, eventual, con- forme a la estrategia de «respuesta gradual», de un arma at6mica sobre ‘el campo de batalla, como suplemento o como sustituto de las fuerzas convencionales. Al mismo tiempo, trataba de conseguir que otras po- tencias, como la antigua Unién Soviética, renunciasen a este arma ono pudieran acceder a ella, al faltarles las experimentaciones necesarias. A pesar de la moratoria decretada en 1992 sobre los experimentos nucleares, Estados Unidos no ha puesto fin a los suyos. Al contrario y ‘bajo el pretexto de completar la puesta en servicio de un sistema de mulacién que, hasta ahora, s6lo Estados Unidos posee, se han produc do varias decenas de experimentos, quince de ellos en 1996, de una in- tensidad lo bastante pequefia' como para no ser detectables. Por lo demis, nadie duda de que podria haber realizado otros ensayos no ad- vertidos, en la inmensidad del territorio norteamericano y en la profun- didad de silos reacondicionados. Para Washington, la politica de no proliferacién entrafia otra di- | margen de cualquier competicién nuclear, la potencia mi- litar se mide, desde el fin de la guerra frfa, por Ia cantidad y Ia cualidad de las fuerzas clésicas y, por eso, Estados Unidos goza de una hege- monfa militar incontrovertible y aparentemente duradera. Ninguin otro pais detenta Ia gama de sistemas de armas avanzados que Estados Uni- dos ha puesto a punto, ni posee tal cantidad ni idéntica capacidad para * Léase «Washington s'assure Ia suprématie dans la nouvelle donne stratégi- que», Le Monde diplomatique, noviembre de 1991 2s Geopolitica de Asia central: India como centro proyectar a largo plazo su potencia militar y para establecer sobre el te- reno una correlacién de fuerzas ampliamente favorable y de servirse de ella siempre que lo estime necesario. Como demostré la guerra del Golfo de 1990-1991, la «revolucién military norteamericana * trata pre- cisamente de mantener, merced a incesantes avances en el plano cien- tifico y téenico, una hegemonfa absoluta En todo caso, la politica contraproliferacién ya ha obtenido re- sultados muy notables. El tratado de prohibicién total de los ensayos nucleares (CTBT) no concieme s6lo a las explosiones en la atmésfera, submarinas, subterrineas o en el espacio, también: prohibe a los signa- tarios recurrir a los experimentos nucleares, en cualquiera de sus mo- dalidades, y prevé su control a través de medidas de deteccién distri- buidas por todo el mundo. Aunque s6lo debfa entrar en vigor, en principio, después de su ratificacién por los cuarenta y cuatro partici antes en la conferencia de desarme de junio de 1996 que posefan reac~ tores nucleares, este tratado sigue siendo un instrumento diplomético de primer orden. Ademés, se ha reducido el nimero de Estados a los que se consi- dera interesados 0 capaces de dotarse de un arma atémica. Argelia y Brasil renunciaron, la capacidad iraquf fue destruida, el nuevo régimen surafticano desmantel6é voluntariamente las seis bombas construidas bbajo el sistema precedente y Estados Unidos concluyé con Corea del Norte un acuerdo que garantiza el carécter exclusivamente civil del programa nuclear de Pyongyang. Esta politica se vio gravemente com- prometida por los experimentos nucleares indio y paquistant. Desde hacia mucho tiempo, las autoridades de Pakistén discutian acerca del interés de un armamento nuclear que disuadiera a India de aprovecharse de su superioridad en fuerzas convencionales para lan- zarse a una agresi6n: Esta era la teorfa que defendia hace diez afios el general retirado Abdul Rahman Siddiqi, redactor jefe de la muy oficio- sa revista The Defence Journal. Estados Unidos se esforz6 por alejar a Islamabad de esta orien- taci6n, y su embajador lleg6 incluso a sugerir publicamente que P: ‘én, en lugar de dotarse de armas atémicas harfa mejor aunque no Lease a Maurice Najman, «Estados Unidos prepara las armas del siglo xx1», Le Monde diplomatique, edicién espafola, febrero de 1998. 216 Nuevo paisaje aistico: India y Pakistén, potencias nucleares fuese mas que por disuadir también de hacerlo a Tndia~ en lograr una proteccién exterior, por ejemplo, una defensa untimisiles norteamerica- nna o china, ¢ incluso adherirse al tratado de no proliferacién para for- zar a India a hacer lo mismo. Esta tesis se recogié inmediatamente en la obra Nuclear Stalemate or Conflagration, de Akhtar Alf, y se sostu- Yo por otfa revista préxima a los medios oficiales, Pakistan and Gulf Economist *. Sin embargo. esas «garantias» apuntadas por el diplomitico nor- teamericano no se consideraron lo bastante claras ni militarmente se- rias, De hecho, el Congreso otorg6 derogaciones sucesivas a Pakistin para que escapara a la uplicacién de la enmienda Symington que prevé Ja suspensién de la ayuda a los paises sospechosos de dotarse de armas atémicas. Asi pues, todo hacfa prever que, en esas condiciones, Pakis- tn reaccionara ante el experimento indio. Por otra parte, los occidentales no han sabido medir el aleance de la crisis por la que atravesaban las lineas de la politica exterior de In- dia desde su independencia. El dogma del indispensable sostén sovié- tico para garantizar la independencia y la no alineacién de India, tanto frente a Estados Unidos como frente China, se ha desmoronado. A pe- sar de sus dificultades, Japon parecia haber logrado un avance econ6- mico, tecnolégico y, quiz, estratégico -como consecuencia de su alianza privilegiada con Estados Unidos— imposible de alcanzar por los demés vecinos. La marcha forzada de China hacia un estatus de super- potencia parecfa anunciar también un desequilibrio irremediable a me- dio y largo plazo. En una palabra, India corrfa el riesgo de verse defi- nitivamente desplazada en la jerarquia de las potencias asiéticas: su PIB por habitante la sitia en el puesto ciento cuarenta, a China en el ciento dos y a Japn en el ocho. Reducir la presencia e influencia rusas Esta es la amenaza que Nueva Delhi esté intentando afrontar a lo largo de estos tltimos afios. Asi, en enero de 1997 pudimos leer un in- ® Citado por Jean Alphonse Bemard y Michel Pochoy, L'Ambition de U'inde, Fundacin para los Estudios de Defensa Nacional, Paris, 1988. 217 Geopolitica de Asia central: India como centro forme del Consejo para las relaciones exteriores que destacaba una evolucién favorable de Estados Unidos en su politica hacia India en materia de transferencia de tecnologfa o incluso de venta de armas y de cooperacién militar. Simulténeamente, la visita del presidente chino, Jiang Zemin, del 28 de noviembre al | de diciembre de 1996, subrayé una voluntad comiin de restablecer un disilogo normal entre los dos Es- tados, materializada en la firma de un acuerdo de reduccién de las fuer- 2as desplegadas a amibos lados de a frontera y en la prolongacién del acuerdo informal sobre el respeto al trazado de dicha frontera Desde luego, los dirigentes indios no podian dudar de las reacciones negativas que suscitaria su experimento nuclear, pero vefan en él un me- dio para recordar al resto del mundo que su pais, de una u otra manera, tenfa que ser considerado como uno de los mas importantes de la comu- nidad internacional. En cualquier caso, la «condena» de los paises euro- [Peos parecia algo insignificante tratindose de un pais que, a principios del siglo xx1, contar con mil millones de habitantes. Aparte de que el ‘efecto de las sanciones de Estados Unidos y Japén se anuncie muy des- igual, India es netamente menos vulnerable que Pakistén. En definitiva, el sistema actual y futuro de las relaciones internacionales no podra norar en modo alguno las posiciones ocupadas por los dos paises. Ciertamente, la politica norteamericana respecto de Pakistin no va a cambiar. Ese pais ocupa un lugar esencial en el tablero estratégico di- seflado por Estados Unidos en el suroeste asiético. En lo mas duro de Ja guerra fria, la diplomacia norteamericana logré que Pakistén se ad- hiriese a la Organizacién del Tratado Central (Cento, creada en 1959 después de la retirada de Irak del pacto de Bagdad), el sistema militar ‘que debja prolongar la influencia de la OTAN hasta las fronteras meri- dionales de Ja Unién Soviética. El papel de Islamabad, irremplazable en la estrategia estadouni- dense, creci6 todavia més después de la desintegracién de la URSS. Pa- kistdn, que ayer era la segunda Ifnea en el frente de la resistencia al ejército rojo y al régimen prosoviético de Afganistén con el apoyo de- cisivo de Estados Unidos, ha puesto en pie, armado y financiado a los talibanes, que han conseguido controlar la mayor parte del pais *, Con * Léase a Stéphane Allix, «De a resistencia a Ia toma de Kabul, la historia se creta de los tlibanes», Le Monde diplomatique, edicién espaftola, enero de 1997. 218 Nuevo paisaje asistico: India y Pakistan, potencias nucleares Jo cual, Washington ha podido disponer de medios directos de coordi- nacidn y de acci6n con las antiguas repiiblicas soviéticas de Asia cen- tral, una apuesta vital desde el punto de vista econémico y politico. Esta parte de Asia central, hasta las orillas del mar Caspio, ya est considerada como una de las «provincias petroliferas» més ricas del mundo, comparable a la del mar del Norte, superada tan s6lo por el Oriente Préximo. Estados Unidos pretende ocupar aquf un puesto pri- mordial, especialmente en Turkmenistén y, para empezar, que los re~ cursos, virtualmente inmensos, en pettleo y sobre todo en gas de ese pafs, donde una compaffa norteamericana ya ocupa el primer lugar, se ‘encaminen hacia el océano Indico a través del territorio afgano y hasta las costas paquistanfes. Pero Estados Unidos pretende también impedir Ia reconstitucién, en esta regiGn, de una potencia andloga a lo que fue Ia Unién Sovi ca. Trata, por tanto, de reducir en lo posible la presencia y la influenci rusas en este Area, reorientando a las Repiblicas musulmanas ex sovié- ticas hacia el suroeste o el sureste, es decir, hacia Turqufa o Pakistén, los dos pilares de 1a estrategia norteamericana en esta regién del mun- do. Seguird considerando, pues, a Islamabad como un interlocutor esencial, a la vez que se esfuerza en conseguir la adhesin de Pakistén al tratado de no proliferaci6n nuclear y la interrupci6n definitiva de sus experimentos con fines militares. De todas maneras, el peso demogriffico de India y su ritmo de de- sarrollo, préximo al 7 por 100 anual, la convierten en una potencia con- siderable. Pero sus dirigentes no dudaron en reaccionar ante lo que ‘consideran como una especie de asedio estratégico. El Institute for De- fence Studies and Analysis de Nueva Delhi resume los tres datos prin- cipales: el control del océano Indico por el poder aeronaval estadour dense; reforzado durante el titimo perfodo de 1a guerra fria por Ins instalaciones de la base de Diego Garcfa y por su presencia permanen- te en el Golfo desde la guerra contra Irak; el reforzamiento militar constante de Pakistn merced a la asistencia de Estados Unidos y el auge de la potencia china, desembarazada ya de cualquier rivalidad y de toda amenaza de la antigua Unién Soviética *. + Annual Report, 1985-1986, publicado por el Ministerio de Defensa. Nueva Delhi 219 Geopolitica de Asia central: India como centro, Este andlisis, que inspiré a los dirigentes indios desde antes de la explosin nuclear realizada en 1974 y ciment6 las reflexiones estraté- gicas y las decisiones militares de los dos decenios siguientes, lo vol- Yemos a encontrar, teotizado, en Ios textos publicados bajo el patreci- njo del Institute for Defence Studies and Analysis y de su director, el estratega indio K. Subrahmanyam, en particular en la obra colectiva /n- dia and the Nuclear Challenge °, cuyo texto mas revelador preconiza- ba la formacién de un arsenal nuclear integrado por treinta a cincuenta bombarderos, cincuenta misiles balfsticos de 3.000 kilémetros de al- ‘cance y cien cargas nucleares. Tres polos de poder Los dirigentes indios, al elevar a su pais al rango de potencia at6- mica, ereen haber emprendido el reequilibrio de la correlacién de fuer- zas en Asia. China ya no seré el inico Estado dotado de medios nuclea- res en el continente; entre China e India puede establecerse el sistema de disuasién mutua que, durante decenios, garantiz6 cierto equilibrio y tuna ausencia de conflictos entre el Este y el Oeste, y mis particular- mente en Europa. En el plano estratégico, India se ha colocado asf «en paridad» con China. Al mismo tiempo, su nivel respecto de Japén tam- bign se ha modificado, en cuanto que éste atraviesa una crisis econd- mica y demogrifica y est en juego el puesto que le corresponde en el sistema de potencias en Extremo Oriente. Es evidente que se ha establecido un nuevo equilibrio en Asia. Ya no cabe desdefiar a ninguno de sus tres polos de poder ~Japén, China € India-; la Comunidad internacional ha de tenerlos en cuenta, empezan- do por Estados Unidos, que seguird considerando a Tokio (pese a los temores expresados a veces por Ia clase politica japonesa) como su aliado indispensable frente al creciente poder chino, como enfatiz6 el presidente Clinton cuando, el 17 de abril de 1996, firmé con el primer ministro una declaracién conjunta por la que ambos paises se implica- * K. Subrahmanyam, india and the Nuclear Challenge, Nueva Delhi, 1986, y sobre todo los articulos de Jasgit Singh, «Threat of Nuclear Weapons» y de Rikhit ipal, «The Indo-Pakistan Nuclear Options». 220 Tulibanes: sharia mis gasoducto ban conjuntamente en las cuestiones de seguridad regional. Pero el es- pectacular viaje del niimero uno norteamericano a China, en julio de 1998, lo puso igualmente de manifiesto: la potencia china alcanz6 un nivel tal que puede declararse que a partir de ahora Washington habré de coexistir pacificamente con ella y convertirse en su aliado, aunque potencialmente se trate de un adversario. ; Si bien no se han puesto de manifiesto atin todas las consecuencias de los experimentos nucleares indios, se sabe ya que India se ha cleva- do al nivel de una gran potencia. Y, si hubiera que revisar la Carta de Naciones Unidas, Japén no serfa desde luego la Gnica potencia asistica {que se convertitfa en nuevo miembro permanente del Consejo de Se- guridad, Talibanes: sharia més gasoducto Olivier Roy La aparici6n del movimiento de los talibanes se explica primero por factores internos de la sociedad afgana, empezando por el descré- dito en que habjan caido el gobiemo y los «comandantes» surgidos de la resistencia a la intervenci6n soviética. Pero su répida expansién y la toma de Kabul, el 26 de septiembre de 1996, no pueden comprenderse sin el apoyo directo de los servicios paquistanies, con el acuerdo de Es- tados Unidos y Arabia Saudi, en el marco de un gran proyecto que apunta a la exportacién de los hidrocarburos de Asia central por Afga- nistén y Pakistin, en detrimento de Irén y de Rusia. 221 Geopolitica de Asia central: India como centro Los cuadros talibanes provienen de is madrasas! rurales del sur de Afganistin, establecidas en las zonas tribales pashtas tanto en la region de los durranfes como en la de los gulzafes *. Estas escuelas corinicas superiores reclutan gentes sin tener en cuenta los factores tribales y fue- rade las grandes familias aristocréticas. Proporeionan asi un encuadra- ‘miento que permite unificar las tribus en perfodos de crisis. Ademas, Jos talibanes pertenecen también exclusivamente a la etnia pashtun, que hha dominado tradicionalmente la vida politica afgana, excepto un bre- ve lapso, en 1928, en que el tayiko Baché-i Saqqao se apoderé de Ka- bul, pero acabé ahorcado por las tribus, reagrupadas detrds del futuro rey Nader Khan. Pero la guerra contra los soviéticos (1979-1988), Llevada a cabo so- bre todo en el norte, entrafé una pérdida de influencia de los pashtos y Su dispersion politica, mientras que las otras tres grandes etnias se Teagrupaban cada una detrés de un partido homogéneo: los hazaras, shifes, en el partido Wahdat; los pers6fonos, conocidos como tayikos, en el partido Yamiat, y los uzbekos detrs del general Rashid Dostum. En abril de 1992, Kabul fue tomada por una coalici6n de tayikos y uz- bbekos, bajo cl mando de Ahmed Sha Massud. La doble legitimidad, ‘eligiosa y étnica, de los talibanes les ha permitido, pues, ser el instru- ‘mento de la revancha de los pashtos y ocupar répidamente el «cintu- én» pashtun: los territorios tradicionalmente dominados, al sur, por esa etnia. Ese resurgimiento responde también al agotamiento del modelo politico islamista, encamado por Massud y Gulbuddin Hekmatiar, el Jefe de Hezb-i-islami. Mas moderno y ms ideol6gico, se ha desacre- ditado en las luchas de facciones y se ha revelado incapaz de funcionar ‘en la sociedad afgana. Los estrategas islamistas deben ceder el paso a Jos mulds tradicionalistas, cuyo programa se limita a restablecer de * Escuelas cordnicas superiores. ? Los talibanes no han surgido de la nada: esas madrasas son muy antiguas. ‘Algunas existian ya durante la guerra contra los soviéticos, durante el verano de 1984, cate Arghandab y Kandahar. En aquella época, los talibanes se adherian ma- sivamente al partido Harakat-i Engelab-i islami, conservador y clerical, drigido por Mohammed Nabi Mohammedi. Léase a Ahmed Rashid, «L’Afganistan & V'heu- re des talibans», Le Monde diplomatique, abril de 1995. 222 ‘Talibanes: sharia mas gasoducto nuevo tinicamente la sharia y a la expulsi6n de las mujeres de la esce- na publica’. Los talibanes deben, sin embargo, una gran parte de su historia ala intervenei6n directa de los servicios paquistanies. Disponen de blinda- dos, de una aviacién y unas telecomunicaciones eficaces, cuyo manejo no lo han aprendido en las madrasas. La interceptacién, en 1995, de un avién de carga ruso por encima de Kandahar presupuso una cobertura de radar con la que s6lo Pakistin cuenta en la regién. Planes sobre los hidrocarburos de Asia central La idea genial de los paquistanfes, por mediaci6n de su ministro del Interior, general Nasserulla Babar, fue encontrar una solucién a la vez pashtun y fundamentalista: los talibanes, sin exponer sus opciones estratégicas. Sus servicios y el Yamiat Ulema han-movilizado, aconse- jado y aprovisionado a los talibanes. Los fines estratégicos de los pa- quistanies son triples: se trata de establecer en Kabul un régimen tute- Jado, gracias a las afinidades étnicas muchos oficiales paquistanfes son pashtos~ y ¢lericales; obtener una profundidad estratégica frente a India; y abrir un corredor de acceso a Asia central, con el fin de asegu- rar a Islamabad un aprovisionamiento de energfa, un papel estratégico destinado a obtener el apoyo norteamericano y las rentas proporciona- das por el trdnsito de hidrocarburos. Por su lado, los saudfes quieren impedir siempre que Irn ~como actualmente los islamistas sunies radicales— ocupe el campo de a legi- timidad religiosa. Tienen que encontrar nuevos aliados después de la defecci6n de los Hermanos Musulmanes, del FIS argelino y del Hamas palestino durante la guerra del Golfo. El islam de los talibanes le con- > Muchos observadores meten en el mismo Saco a todos los «fundamentals ‘mos islimicos» y no comprenden e6mo Estados Unidos puede sostnes fundamen- taisas, mientras qu son opuestos a Irn, o bien no cl Partido del Pueblo Pakis- tani de Benazir Bhutto puede establecer lazos con los fundamentalistas. Es necesario dstingur entre el islamism radical y politico, y el fundamentalism, sin proyecto politico preciso. Léase a Olivier Roy, L'Echec de Islam politique, Le Scull, Parts, 1992, y del mismo autor, Généalogie de Uslamisme radical, achete, Paris, 1995, 223 Geopolitica de Asia central: India como centro viene, Aunque no es wahabita en el plano teol6gico, esté muy préximo su concepcién rigorista, asociada a una actitud prooccidental, Riad tiene también interés en descartar a Irén de la explotacién de los hidro- carburos de Asia central para disminuir su papel estratégico en Oriente Medio. ‘A pesar de sus desmentidos, Washington sostiene totalmente ese proyecto. En octubre de 1994, el embajador norteamericano en Pakis- tn, John C. Monjo, acompaié al ministro del Interior paquistani en la zona controlada por los talibanes, al oeste de Afganistan, sin autoriza- cin del Gobiemo legal del pafs. Estados Unidos ha considerado siem- pre al gobierno de Rabani y Massud como una faccién mis entre otras, y no se plantearon nunca reabrir su embajada en Kabul. Sin embargo, apenas cay6 la ciudad en manos de los talibanes, el Departamento de Es- tado norteamericano publicé un comunicado calificando de

’, en un marco de «alegalidad» y un clima de lucha por la vida, ‘en las que se aventuran lo menos posible, donde dominan las milicias © las sociedades privadas de seguridad’, donde triunfan el contrabando y la economia informal con, en ocasiones, islotes «iitiles» en tomo a ‘una mina o una plantaci6n que financian el poder local, su clientela, sus ® Una inclinacié contra la cual se esfuerzan en luchar los Billetes d'Afrique ‘et d’ailleurs, editado con pasién por Frangois-Xavier Verschave, Carta mensual de Ja asociacién Survie, 57, avenue du Maine, 75014 Paris. © Bechir Ben Yahmed, «ll faut boycotter les va-t-en-guerre», Jeune Afrique, 16 de febrero de 1999. ? Serge Michailov, director de operaciones para Africa central en el Banco Mundial, durante un cologuio sobre «La nueva politica africana de Francia», en la Asambiea Nacional, el 25 de noviembre de 1998. * Air France, como otras compalifas extranjeras, ha firmado un contrato con ‘una sociedad privada encargada de asumir la seguridad de sus escalas africanas, 250 La deriva del continente africano guerras, Los recursos mineros sobre todo, los diamantes~ han sido el nervio de los conflicts en Angola, en la Repablica Democritica del Congo, en Liberia y en Sierra Leona. En otras partes eran el marfil (An- gola, Mozambique) o la droga (Ruanda)... De nuevo, en el continente, cuando el Estado ~atenazado por la deuda y las medidas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMD no paga los salarios de los funcionarios y abandona escuelas, hospitales, transportes, «la guerra es una alternativa a una economia de paz que ya no alimenta: el kalachnikov es el mejor medio de pro- duccién»’. Los marginados por el éxodo rural, los jévenes «sin oficio» de los barrios, son la carne de cafiGn de las guerras civiles. Muchos son nifios-soldados iniciados muy pronto en el horror, a veces enrolados a la fuerza como en el Ejército de Resistencia del Seftor, en el norte de Uganda: «Un crimen que no tiene nombre, que consume a genera- ciones enteras» ®, Tras la derrota de sus ejércitos o milicias, estos jévenes «antiguos combatientes», a menudo abandonados a s{ mismos, se convierten en xcortadores de carretera, salteadores de viajeros (como en el rally Granada-Dakar, en enero pasado) 0 asesinos de turistas (como en el parque natural de Bwindi, en Uganda, a principios de marzo). Es sig- nificativo que el mercenariado —tradicionalmente franco-belga, y luego alimentado por los pafses del Este europeo- se esté africanizando: es- capados de los golpes, o las guerras civiles, en Gambia, Liberia, Sierra ‘Leona; antiguos soldados de las Fuerzas Armadas ruandesas y de la Le- gi6n isldmica de Libia, ex combatientes de los frentes del Chad o tua- regs, offecen sus servicios, especialmente en el Congo, antiguo Zaire... La otra Africa esté emergiendo, adornada con los logros del «buen gobierno» (expresién acufiada por el Banco Mundial) cortejada por los inversores: mirados con lupa por los afro-optimistas, algunos «polos de desarrollo bien dirigidos y asegurados» " que —como Costa de Marfil, Uganda, Botsuana— intentan combinar estabilidad politica, Estado de derecho, cuadro mactoeconémico viable, abandono de las «mentalida- * Stephen Smith, «L’ Afrique aux Afticains...en armes», Libération, 29 de no- viembre de 1998. °° Informe de L’Autre Afrique, 10/de febrero de 1999. "Antoine Glaser, La lettre du continent, enero de 1999. 251 Arica subsahariana: balance y resultados de una descolonizacién. des administrativas» y apoyo del sector privado, reformas econémicas yy sociales erigidas en mascarén de proa; y aspiran a constituirse en po- los regionales de crecimiento, Y entre estas dos Africas, una ciénaga:de patses en los que eli Es tado es todavia una realidad pero que podrian terminar cayendo en el caos a causa de la sobrecarga demografica, de la degradacién acelera- da del medio ambiente y de la ausencia de esperanza de mejora de las condiciones de vida para sus habitantes. En su informe sobre las causas de los conflictos y la promociGn de tuna paz y un desarrollo duraderos en Africa, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, destaca el papel de los traficantes de armas y de determinados intereses extranjeros, pero insiste en «el papel que algu- nos gobiernos africanos desempefan para apoyar, incluso fomentar. conflictos entre sus vecinos» y destaca también que la treintena de gue- rras que han tenido lugar en el continente desde 1970 han sido en su mayoria internas, aunque hayan causado més de la mitad de las victi- mas de conflictos en el mundo entero, asi como mas de ocho millones de refugiados 0 desplazados. Las causas de estos enfrentamientos son miiltiples: excesiva cen- tralizacién del poder politico y econémico, que engendra corrupcién y nepotismo; rechazo, por parte de algunos dirigentes, a rendir cuentas y aceptar la alternancia politica, en particular en los paises del Ambito «franc6fono» "; desprecio hacia las minorias 0, por el contrario, mo- nopolizacién del poder por grupos particulares (Ctnicos, regionales, mi- litares, etc.), y ausencia de sistemas de representaciGn eficaces; coope- racién insuficiente entre una parte y otra de fronteras que separan antificialmente a una misma comunidad; disputas sobre trazados terri toriales heredados de la colonizacién, por el acceso al mar, al petroleo © a otros yacimientos de materias primas; exceso de algunos presu- puestos militares, dificultades de regreso a la vida civil para los ex- "2 Informe presentado al Consejo de Seguridad el 16 de abril de 1998. Entre los numerosos paises econ problemas»: Guinea, Yibuti, Repsblica Centroafricana, Chad, Togo, Nigeria, Camenin ¢ incluso Costa de Marfil, donde el poder actual intenta descartar de la carrera presidencial, en el ao 2000, al antiguo primer ministro Alassane Uatiara, esgrimiendo un articulo a medida afiadido & ta Constitucién. 252 La deriva del continente africano ‘combatientes, insuficiencia de control de ta circulacién de armas li- geras... Sin embargo, hay que desconfiar de la «ilusién dptica», se lamen- tan algunos observadores. Una cuarentena de Estados de los cincuenta y tres, y amplias regiones en el interior de los paises en conflicto, viven en paz. «Es ésta Africa que trabaja la que cuenta», incluso aunque sub- istan algunas zonas dudosas, pero «de escasa importancia, que afec~ tan a poca gente, son combatidas y, por tanto, estén en vias de resolu- cidns La crisis en el Congo «democritico», la hambruna en el sur de So- ‘malia, la captura de esclavos en Sudan, los estragos de la corrupcién, los tréficos de diamantes o marfil, la miseria casi general de los siste- mas de educacién y salud, los costes de la pandemia de sida", el hun- dimiento de los recursos de las materias primas (en su mayoria, en el minimo historico, incluido el petréleo), el descenso continuado de Ia ayuda piblica al desarrollo ", la mds débil movilizacién de Organiza ciones no Gubernamentales y de desarrollo, etc., no deben «enmasca- rar la renovacién africana» ". Porque una docena de pafses han experimentado en estos iiltimos afios un indice de crecimiento de al menos el 5 por 100, y la renta por hhabitante ha progresado netamente, entre 1995 y 1997, en més de trein- ta de los cincuenta y tres Estados del continente. A la cabeza del palma- és, Surdfrica, con mas de 100,000 millones de délares de producto in- terior bruto, a pesar de una reciente ralentizaci6n; la vitalidad de las, ‘economias norteafricanas (incluido Egipto), algunos «milagros» (como isla Mauricio 0 Tiinez) y paises eficientes: Botsuana, Uganda, Ghana. Bechie Ben Yahmed, Jeune Afrique, 7 de febrero de 1998. ' Cera de dos tercios de las personas infectadas en el mundo viven en el Africa negra. En 1998, el sida mats a dos millones de aricanos, de ells una cuar- ‘a pane eran nos. *© El comité de ayuda al desarrollo de a Organizacién de Cooperacién y De- sarrolio Econémicos (OCDE) sefiala que los pafses del G-7, los ms ricos y los principales contribuyentes, han disminuido su ayoda en un 30 por 100 desde 1992. En Francia, segin el inforine de Yves Tavernier, la ayuda pblica bilateral esté cn aida libre: 24.000 millones de francos en 1994, 16.000 millones en 1998 "Ahmed Uld Abdal secretario ejecutivo de la Coalicién Mundial para Area, Liération, 29 de enero de 1999. 253 Africa subsahariana: balance y resultados de una descolonizacién... Ha surgido una nueva generacién de cuadros y empresarios africa- nos, en Ifnea con la mundializacién, Ia telefonfa, Internet, la lengua in- lesa, que a veces son antiguos politicos o sindicalistas reconvertidos, ‘como Cyril Ramaphosa en Suréfrica #. La integraci6n regional ha pro- gresado al oeste, al sur, al este. Los socios se diversifican con la entra- da en escena de Estados Unidos y Japén, mientras que las relaciones antes . En este fin de si- ‘glo «ningtin otro continente ofrece un espectdculo tal de desolacién, de guerras y hambrunas como Africa. (...] Lentamente, el continente ne- gro se va a la deriva» » EI propio paradigma del «fracaso» constituye el marco del anilisis de la historia econémica y social del Africa contemporénea, con el ' Le Monde, 28 de febrero de 1990. » Philippe Leymaric, «Une Afrique appauvrie dans la spirale des conflits», en ‘Maniére de voir, nim. 25, febrero de 1995. 9 aL! Afrique & la dériven, en Maniéve de voir, nim. 29, febrero de 1996. 257 Africa subsahariaria: balance y resultados de una descoloniza acento puesto sobre'los callejones sin salida de lo que se ha dado en Ila- mar el desarrollo». Como observa Catherine Coquery-Vidrovitch: Estamos en un periodo de “crisis acumulativa” *, definida a la vez ‘como crisis de los procesos de desarrollo en el Sur, y también, en un ‘mundo en el que las interdependencias son multiples y se han hecho in- sondables; crisis de los modelos de desarrollo y de las ideologtas que mantienen las politicas y las estructuras de los Estados; crisis de los saberes engendrados por el estallido de las lineas de desarrollo y la distancia entre la teoria y las realidades mal analizadas.» Samir Amin coincide en esta apreciacién general: «Si los afios sesenta estuvieron mareados por la gran esperanza de ver aparecer un proceso irreversi- ble de desarrollo a través del conjunto de lo que se llamaba el Tercer Mundo, y singularmente de Africa, nuestra ¢poca, en cambio, es la dé la desilusi6n. El proceso estd bloqueado, su teoria en crisis, sw ideolo- gla es objeto de duda, El acuerdo para calibrar el fracaso del desa- rrolio en Africa es general» *. Y, sin embargo, la descolonizacién de los altos sesenta ,no iba a aportar el progreso? La revolucién verde ,no debja poner término a la hambruna? Los organismos de ayuda internacional .no tenfan como ‘objetivo promover el desarrollo «integrado», «autocentradon, «end6- geno», «participation, «comunitarion, etc.” {Cudntas regiones desfa- vVorecidas ~hoy grandes cementerios de proyectos y de programas que costaron miles de millones de délares~ han visto desfilar oleadas de cooperantes», de el hecho de que se pusiera el acen- to «sobre lo que serd el principal desafio de los préximos aiios: la transformacién de las sociedades de Estado en sociedades eficaces», Mientras tanto, las colosales migraciones de poblacién campesina convertida en «némada» estén dejando su huella en todo el pais y las autoridades no saben qué hacer con unos 30 millones de trabajadores despedidos de las empresas piblicas y con un excedente de 160 millo~ nes de agricultores. Mientras a su alrededor entran en crisis las antes ensalzadas eco- nomtfas del sureste asidtico, China se prepara para asumir su papel de superpotencia en el siglo x1. La bajada del yen japonés estd teniendo un efecto desestabilizador para ta divisa china, el yuan, que puede obligar a Pekin a una deva- 265 China y su conflictiva modernizacién Iuacién, mientras sus indices de crecimiento, inflados por las estadts- ticas oficiales, han descendido espectacularmente y las inversiones ex- tranjeras directas cayeron en un 25 por 100 en 1998. Una situacién que hace cada vez mds vulnerable a China frente a la presién comer- cial y eenolégica de Estados Unidos. A. De Micuet, 266 | | El prudente reformismo del Partido Comunista Roland Lew Lo que sorprende en el comportamiento del régimen chino y et el ceremonial, con frecuencia muy rfgido. del Congreso de! Partido Co- ‘munista (PCC) es el contraste entre los elementos de fuerza y de fragi- lidad. Se podrfa esperar la expresiGn de una gran seguridad por parte de los dirigentes del pais teniendo en cuenta los éxitos econémicos, el éxi- to de la reciente retrocesién de Hong Kong y el espacio creciente que va adquiriendo China en el panorama internacional. No es solamente el mundo exterior el que se pregunta muy en serio si China no ser «la otra» superpotencia y una de las mayores fuerzas del siglo xx1; son la propia poblacién y el régimen quienes co- mienzan a expresar una ambicién del mismo orden, pero sin manifes- tarla claramente: se es consciente de que el camino serd todavia azaro- 80, Después de todo, hace algunos afios el discurso oficial insistfa en la enorme pobreza del pafs. Los objetivos son todavia a largo plazo: no seré hasta el affo 2010, 2020 o incluso 2050 (en torno al centenario de la fundacién de la Repiblica Popular) cuando se pueda acabar real- ‘mente con el retraso econémi De hecho, China se ha lanzado, por una parte, a una carrera hacia la potencia econémica y geopolitica; por otra, todavia no ha salido de una dificil, y a veces caética, reconversién econémica y estructural, de efectos sociales muy desarticuladores. En consecuencia, se constata una considerable diferencia entre la realidad del pats después de dos decenios de convulsiones posmaofstas y lo que se proclama oficial- mente desde la ctispide del partido. Esta dificultad est4 enmascarada por el despliegue del fervor pa- tridtico, a la vez real y manipulado, que desde hace algin tiempo ha adoptado la forma de un marxismo-leninismo vacfo de contenido. Se encuentra esta postura ferozmente nacionalista en la politica, particu- 267 China y su conflictiva modemizacién larmente represiva, ejercida contra las gentes no pertenecient nia han, irredentistas, muy especialmente en el Tibet y en Xinjiang Los textos y reuniones preparatorias del tltimo congreso del Part do Comunista Chino se caracterizaron por la prudencia; 1a arenga de Jiang Zemin, el 12 de septiembre de 1997, primer dia del Congreso, re- produjo, con mis detalle, el contenido del discurso que el propio Jiang Zemin pronuncié el 29 de mayo en la Escuela Central del Partido, ante 1a alta direcci6n del pafs?. La consigna es la estabilidad politica. Esta voluntad de cohesi6n de la direccién del PCC resulta mas apreciable dado que se prepara una vasta reforma de la economfa estatal de efec- tos inciertos. Cuestiones tan delicadas como los derechos humanos en Tibet se dejaron de lado. Los problemas de politica exterior (0 el de Taiwan, considerado ‘como una cuesti6n interna) s6lo se trataron de forma superficial y con tonos de buena voluntad muy lejos de la agresividad manifestada toda- via muy recientemente. Lo esencial es el buen orden del pais y, sobre todo, una sucesi6n controlada. Incluso el Gnico cambio politico significativo, la eliminacién de Qiao Shi -el ex némero tres det partido no consigui6, ni siquiera, un puesto en el Comité Central-, estaba, de alguna manera, anunciado: fue, de hecho, el tinico dirigente importante que no participé en Ia reu- nin del 29 de mayo, que se pretendfa de consenso. ‘La temética general del Congreso, difundida desde hacia tres me- ses, giraba en tomo a la «civilizacién espirituab>, una temética ya util zada en el pasado. Reinventada, se convirtié en una especie de consi na de la era Jiang Zemin. Se trata de un tema muy vago, que exalta, mezclados en sus diversas expresiones pablicas, el sentido pionero, la ética profesional, el esfuerzo, el espiritu piblico, las virtudes familia res, la buena educacién, la tradicién china; pero, sobre todo, que pone por encima de todo el patriotismo y la estricta disciplina. Dicho de otra forma, la fidelidad al régimen «socialista» y al poder estatal?: un mar- ‘co ni muy preciso ni muy convincente para la poblacién. " Léase Vincent Fourniau, Xinhua, reproducido en SWB, FE, nim. 2.936, 29 de mayo de 1997, 268 EI prudente reformismo del Partido Comunista Esta continuidad econémica y politica esconde las convulsion sociales -ya visibles de arriba abajo en la sociedad y que jams se hi tratado en el discurso oficial. El acento puesto sobre la disciplina presa una voluntad de controlar mejor el gobierno de la nacién, lo qu aa pesar de los éxitos de la evolucién macroeconémica, parece muy I {jos de haberse logrado. El discurso se ditige, muy particularmente, tjército, que en buena parte escapa a la tutela civil y al que la gente ¢ procha su corrupcién, sus numerosos abusos. El poder poiftico «com nista» querrfa, por su parte, asegurarse la obediencia de los militare brazo armado del partido, el ejército es claramente la muraila del ré men antes que la de la nacién. Por eso, lo mismo que en el pasado, Congreso del PCC eligié a 1a Comision Militar ~poder supremo ¢ ejército-, mientras que se evit6 que el partido nombrara directamente las autoridades gubernamentales. En la nueva direccién nadie parece tener sobre el ejército el asce diente que un Mao 0 un Deng tuvieron en su tiempo, a pesar de q Jiang Zemin presida desde hace ocho afos la Comisién Militar. | presencia, en el seno del buré politico, de dos vicepresidentes, los g nerales Zhang Wannian y Chi Haotian, da muestras de las estrechas 1 laciones entre el ejército y el partido pero no constituye, sin embarg una garantfa absoluta de lealtad. Las amadas a la obediencia —ant durante y después del Congreso- son demasiado insistentes para que pueda pensar que la situacién se ha normalizado en este drea. ‘Todo lo mds, Jiang Zemin parece haber neutralizado al ejército. # es como se interpreta la ausencia de un militar en el rgano supren el Comité Permanente del Buré Politico (contrariamente a lo que ¢ taba previsto y como habfa sido el caso del congreso precedente). Qt da por saber si Jiang Zemin puede evitar ahora las presiones nacior listas, es decir patridticas, que el ejército ha ejercido estos dltimos af y muy especialmente durante la crisis con Taiwan a comienzos 1996. Se ha afirmado la relacién con 1a era Deng y la ideologfa del «: cialismo a la china». La legitimidad sigue siendo «denguista»: la: reccién ha aprobado la necesidad de incluir en los estatutos del parti la referencia explicita a la «ieoria de Deng Xiaoping», junto a a1 ‘mada ritual al « Eequivalentes a 500 millones de pesetas. (N. ded .) 292 Asf era el Che te con las reglas implacables de las leyes del mercado y de la raciona- jidad mereantil, El las denuncié publicamente durante la Conferencia afroasiatica que se celebré en Argel en febrero de 1965, Por otro lado, las condiciones deprimentes de Ia conclusién del conflicto de los cohe- tes instalados en Cuba y el acuerdo tomado entre la UniGn Soviética y Estados Unidos habfan dejado un sabor amargo. Yo tuve un cambio de palabras muy duras sobre ese tema con el embajador soviético en Ar- gel. Todo eso conjugado con la situaci#n que prevalecta en Africa de- jaba entrever inmensas potencialidades revolucionarias, y habfa condu- cido al Che a considerar que cl eslabén débil del imperialismo. se encontraba eh nuestro continente y que debia desde ese momento con- Sagrar sus fuerzas a él Yo intentaba hacerle ver que quiz no era la mejor forma de ayu- dar a la maduracién revolucionaria que se desarrollaba en nuestro con- tinente. Aunque una revolucién armada debe y puede encontrar apoyos extranjeros, tiene, sin embargo, que crear sus propios resortes internos sobre los que apoyarse. No lo considerd un obsticulo; Che Guevara es- taba decidido a que su compromiso fuese total y fisico. Viajé a Cabin- da, en Angola, y a Congo-Brazzaville varias veces. ‘No quiso el avién particular que yo querfa poner a su disposicién para asegurar una mayor discrecin a sus desplazamientos. Alerté en- tonces a los embajadores de Argelia en toda la regién para que se pu- sieran a su disposici6n. Seguf viéndole tras cada uno de sus retornos del Africa negra y pasibamos muchas horas intercambiando nuestras ideas. Cada vez volvia més impresionado por la fabulosa riqueza cul- tural del continente, pero poco satisfecho de sus telaciones con los par- tidos marxistas de los paises que visitaba y cuyos planteamientos le inritaban, Aquella experiencia de Cabinda, conjugada con la que tendria, a continuacién con la guerrilla que se desarrollaba en la regién de la an- tigua Stanleyville*, le habfa decepeionado mucho. Paralelamente a la accién del Che, nosotros llevabamos a cabo otra acci6n para el salvamento de la revolucién armada en el oeste de Zai re. De acuerdo con Nyerere, Nasser, Modibo Keita, N’Krumah, Ken- yata y Seki Turé, Argelia aportaba su contribucién enviando armas via * Actual Kisangani, en la Repiiblica Democratica del Congo (antiguo Zaire). (N.del E) 293 América Latina, a 30 aftos de la muerte del Che. Egipto a través de un verdadero puente aéseo, mientras que Uganda y Mall estaban encargadas de proporcionar cuadros militares. Fue en El Cairo, en donde nos habfamos reunido a iniciativa mfa, el lugar en que concebimos ese plan de salvamento y comenzamos 2 aplicarlo cuando ‘nos Ileg6 un Iamamiento desesperado de los dirigentes de la lucha ar- ‘mada. Desgraciadamente, a pesar de nuestros esfuerzos, nuestra accién lego demasiado tarde y aquella revolucién fue ahogada en sangre por los asesinos de Patricio Lumumba. Durante una de sus estancias en Argel, Che Guevara me comunicé uuna peticisn de Fidel. Al estar Cuba bajo estrecha vigilancia, no se po- fa hacer nada seriamente organizado en direccién a América Latina ara encaminar armas y cuadros militares que estaban siendo entrena- dos en Cuba. {Podia Argelia tomar el relevo? La distancia no era un gran obstéculo, més bien al contrario, podia jugar a favor del secreto ‘que condicionaria el éxito mismo de una operacién de esa importancia, Mi respuesta fue evidentemente un «si» espontineo. Y pronto co- ‘menz6 la instalaci6n de las estructuras de acogida para los movimien- tos revolucionarios de América Latina, colocadas bajo el control direc- to de Che Guevara, Répidamente, los representantes de todos esos moyimientos se trasladaron a Argel, en donde yo me encontré con ellos varias veces en compafifa del Che. Un estado mayor que agrupaba a los movimientos se establecié en los altos de Argel, en una gran villa rodeada de jardines que habfamos decidido, simbélicamente, darles. Aquella villa Susini habfa sido un lu- gar célebre, cuyo nombre ha pasado a la posteridad. Durante la lucha de liberaci6n nacional fue un centro de tortura donde encontraron 1a muerte muchos hombres y mujeres de la resistencia. Un dfa, Che Guevara me dijo: «Ahmed, acabamos de recibir un golpe duro, hombres entrenados en la villa Susini han sido detenidos en la frontera entre tal y tal pais {no me acuerdo ya de los nombres] y temo que hablen bajo la tortura.» Se inquietaba mucho y temia que el secreto del lugar en donde se preparaban las acciones armadas fuese descubierto y que nuestros enemigos se percataran de la verdadera na- turaleza de las sociedades de import-export que habfamos implantado en Suramérica, ‘Che Guevara habia partido de Argel cuando tuvo lugar el golpe de Estado militar del 19 de junio de 1965 contra el cual, por otra parte, me 204 Asfera el Che hhabfa puesto en guardia, Su marcha de Argel. después su muerte en Bo- livia y mi propia desaparicién durante 15 afos deben ser estudiados en el contexto histérico que significé el reflujo que se produjo tras Ia fase de luchas de liberacién victoriosas. Después del asesinato de Lumum- ba doblaron las campanas por los regimenes progresistas del Tercer Mundo y entre otros, los de NKrumah, Modibo Keita, Sukarno, Nasser, etcetera Esa fecha del 9 de octubre de 1967, grabada en letras de fuego en ‘nuesiras memorias, evoca una jomada inmensamente sombria para el prisionero solitario que era yo, cuando las radios anunciaban la muerte de mi hermano y que los enemigos a los que habfamos combatido jun- tos entonaban su siniestro canto de victoria. Pero, a medida que nos ale- jamos de esa fecha, cuando se desdibujan en la memoria las circuns- tancias de la guerrilla que acabé ese dia en Nancahuaz6, el recuerdo del Che esta presente cada vez més en el dnimo de aquellos que luchan y que esperan, Mis que nunca, se inserta en la trama de su vida cotidia- na, Alguna cosa del Che queda prendida en su coraz6n, en su alma, coculta como un tesoro en la parte mas profunda, més secreta y més rica de su ser, animando su valor, atizando su energia. Un dfa dé mayo de 1972, el silencio opaco de mi prisién celosa- ‘mente guardada por centenares de soldados se rompié con una gran al- ‘garabfa. Asf me enteré que, s6lo a algunos centeriares de metros, Fidel estaba allf, visitando una granja modelo muy préxima ¢ ignoraba sin ‘duda que yo me encontraba en esa casa moruna aislada sobre la coli ‘cuyos tejados podfa percibir por encima de la copa de los érboles. Cier~ tamente, por las mismas razones, esa casa habia sido escogida ante- riormente por el ejército colonialista como centro de tortura. En aquellos momentos, una multitud de recuerdos se aduefié de mi espiritu, una serie de rostros, como en una pelicula con la patina del tiempo, desfilaron por mi cabeza y nunca, desde que nos despedimos, ‘Che Guevara estuvo tan vivo en mi memoria De verdad, su rectierdo no nos ha abandonado nunca a mi esposa y ‘a mf. Una gran foto del Che estuvo siempre clavada en las paredes de ‘nuestra prisién y su mirada ha sido testigo de nuestra vida cotidiana, de nuestras alegrias y de nuestras penas. Pero hay otra foto, una foto pe~ ‘quefia sacada de una revista y que habia pegado sobre un cartén y pro- tegido con un pléstico, que nos ha acompafiado siempre en nuestros pe- 295 ‘América Latina, a 30 aftos de la muerte del Che. regrinajes. Es la més querida para nosotros. Se encuentra hoy en Magh- nia, mi pueblo natal, en la casa de mis viejos padres, que ya no estén y en donde nosotros habfamos depositado nuestros mis preciosos re~ cuerdos antes de partir al exilio, Es la foto de Ernesto «Che» Guevara extendido, el torso desnudo y un cuerpo que irradia tanta luz. Tanta luz y tanta esperanza. Globalizaci6n y resistencia Subcomandante Marcos En la historia de la humanidad, distintos modelos sociales se han disputado el enarbolar cl absurdo como distintivo del orden mundial. Seguramente el neoliberalismo tendré un lugar privilegiado a la hora de Jos premios, porque su «reparto» de la riqueza social no hace mas que distribuir un doble absurdo de acumulacién: a acumulaci6n de rique- zas en manos de unos cuantos y la acumulaci6n de pobreza en millones de seres humanos. En el mundo actual, la injusticia y 1a desigualdad son los signos distintivos. El planeta Tierra, tercero del sistema planetario solar, tiene 5,000 millones de seres humanos. En é1, s610 500 millones de personas viven con comodidades mientras 4.500 millones padecen pobreza y tra- tan de sobrevivir. La decadencia del sistema econ6mico neoliberal es un escéndalo: «La deuda mundial [comprendiendo las de las empresas, los gobiernos y las administraciones] ha sobrepasado los 33 billones de millones de ddlares, es decir, el 130 por 100 del producto interno bruto (PIB) mun- 296 Globalizacién y resistencia dial, y crecea una tasa det 6 por 100 al 8 por 100 por afto, més de cua- 170 veces el crecimiento del PIB mundial». EI progreso de las grandes transnacionales no implica el avance de las naciones desarrolladas. Al contrario; mientras més ganan los gigantes financieros més se agudiza la pobreza en los Hamados «pai- ses ricos». La diferencia a eliminar entre ricos y pobres es brutal y no pare- ce haber ninguna tendencia por ese rumbo, antes al contrario. Lejos de atenuarse, ya no digamos de eliminarse, la desigualdad social se acenttia. Para empezar, te ruego no confundir la Resistencia con la opo- sicin politica. La oposicién no se opone al poder sino a un go~ bien, y st forma lograda y completa es la de un partido de oposi- ¢i6n; mientras que la resistencia, por definicién (ahora, sf], no puede ser un partido: no esti hecha para gobemar a su vez, sino ar... resistr. ‘Tomas Segovia. Alegarorio, México, 1996. La aparente infalibilidad de la globalizacién choca con la terea des- ‘obediencia de la realidad. Al_mismo tiempo que el neoliberalismo Ile- va adelante su guerra mundial, en todo el planeta se van formando gru- os de inconformes, micleos de rebeldes. El imperio de las bolsas financicras enfrenta la rebeldfa de las bolsas de resistencia, Si, bolsas. De todos los tamafios, de diferentes colores, de las for- ‘mas més variadas. Su tinica semejanza es su resistirse al «nuevo orden mundial» y al crimen contra la humanidad que conlleva la guerra neo- liberal. Al tratar de imponer su modelo econémico, politico, social y cul- tural, el neoliberalismo pretende subyugar 2 millones de seres, y des- hacerse de todos aquellos que no tienen lugar en su nuevo reparto del mundo, Pero resulta que estos «prescindibles» se rebelan y resisten contra el poder que quiere eliminarlos. Mujeres, nifios, ancianos, j6ve~ nes, indfgenas, ecologistas, homosexuales, lesbianas, seropositivos, ' Frédéric F. Clairmont, «Las dow, en Le Monde diplomatique, edicién 297 América Latina, a 30 aflos de la muerte del Che... trabajadores y todos aquellos y aquellas que no sélo «sobran», sino que también «molestan» al orden y el progreso mundiales, se rebelan, se or- ganizan y luchan. Sabiéndose iguales y diferentes, los excluidos de la «modernidad» empiezan a tejer las resistencias en contra del proceso de destruccién/despoblamiento y reconstruccién/reordenamiento que eva adelante, como guerra mundial, el neoliberalismo. En México, por poner un ejemplo, el llamado «programa de desa- " rrollo integral del istmo de Tehuantepec» pretende construir un moder- ‘no centro internacional de distribucién y ensamble de mercanefas. La "zona de desarrollo abarca un complejo industrial én el que se refina la “tercera parte del crudo mexicano y se elabora el 88 por 100 de los pro- ‘ductos petroquimicos. Las vias de trinsito interocesnico consistirin en “carreteras, una ruta fluvial aprovechando el tendido natural de la zona (tio Coatzacoalcos) y, como eje articulador, Ia linea del ferrocarril " Wwansistmico (a cargo de cinco empresas, cuatro de BE UU y una de Ca- _ nada). El proyecto seria zona ensambladora bajo el régimen de maqui- . Dos millones de pobladores del lugar pasarfan a ser estibado- controladores de paso o maquiladores*. También en el sureste icano, en la selva Lacandona, se echa a andar el «Programa de De- ilo Regional Sustentable para la Selva Lacandona». Su objetivo ‘es poner a disposicién del capital las tierras indigenas que, ademas © ser ricas en dignidad e historia, también lo son en petrOleo y uranio. El resultado previsible de estos proyectos seré, entre otros, la frag- _-mentacién de México (separando al sureste del resto del pafs). Ademas, 'y ya que de guerras hablamos, los proyectos tienen implicaciones con- trainsurgentes. Forman parte de una pinza para liquidar la rebeldia an- tineoliberal que exploté en 1994. En medio quedan los indfgenas re- beldes del Ejército Zapatista de Liberacién Nacional (EZLN). (Ya en el tema de indi(genas rebeldes conviene un paréntesis: los zapatistas piensan que, en México [ojo: en México] la recuperacién y defensa de la soberania nacional es parte de una revolucién antineoli- beral. Paradéjicamente, el EZLN es acusado de pretender la fragmen- tacién de la nacién mexicana, La realidad es que los inicos que han hablado de separatismo son los empresarios del Estado de Tabasco * Ana Esther Cecena, «El istmo de Tehuantepec; frontera de la soberanfa na ional», La jornada del Campo, 28 de mayo de 1997 298 Globalizacién y resistencia [rico en petréleo) y los diputados federales chiapanecos que pertene- cen al PRI. Los zapatistas piensan que es necesaria la defensa del Es- tado nacional frente a la globalizacién, y que los intentos de partir a México en pedazos vienen del grupo gobernante y no de las justas de- mandas de autonomia para los pueblos indios. El EZLN, y lo mejor det ‘movimiento indigena nacional, no quieren que los pueblos indios se se- paren de México, sino ser reconocides como parte del pats con sus es~ pecificidades. No s6lo eso; quieren un México con democracia, liber- tad y justicia. Las paradojas siguen porque, mientras el EZLN lucha por la defensa de la soberanéa nacional, el Ejército Federal Mexicano lucha contra esa defensa y defiende a un gobierno que ha destruido ya las bases materiales de la soberania nacional y ha entregado el pats, no s6lo al gran capital extranjero, también al narcotrafico.) Pero no s6lo en las montafias del sureste mexicano se resiste y se lucha contra el neoliberalismo. En otras partes de México, en América Latina, en Estados Unidos y Canada, en la Europa del Tratado de Maas- tricht, en Africa, en Asia y en Oceania, las bolsas de resistencia se mul- tiplican. Cada una de ellas tiene su propia historia, sus diferencias, sus igualdades, sus demandas, sus luchas, sus logros. Si la humanidad tie~ ne todavia esperanzas de supervivencia, de ser mejor, esas esperanzas estin en las bolsas que Forman los excluidos, los sobrantes, los dese- chables. Por esto, y por otras razones que no vienen al espacio de este tex- 10, es necesario hacer un mundo nuevo. Un mundo donde quepan mu- chos mundos, donde quepan todos los mundos... Subcomandante Insurgente Marcos Ejército Zapatista de Liberacion Nacional (Desde las montafias del Sureste Mexicano) 299 CATOLICA DE CORDOBA BIBLIOTECA Victoria de Chavez en Venezuela: el eterno retomo del populismo Arturo Uslar Pietri El Estado es rico y la poblacién pobre. Asi se resume, en pocas pa- labras, la mas importante de las paraclojas venezolanas: el desfase abis- ‘mal entre la opulencia del Estado y la miseria de los ciudadanos Repartidos desigualmemte sobre un vasto territorio de cerca de un ‘millén de kilometros cuadrados (dos veces Espafa), los 22 millones de habitantes estin principalmente concentrados en tomo (y en el seno) de algunas aglomeraciones, En inmensos cinturones de miseria sobre- viven los que, habiendo abandonado sus lugares de otigen, se han agru- pado en ranchos (suburbios), esos barrios improvisados hechos de ba- racas con techo de zinc o de cartén, desperdigados por las colinas y los barrancos. Caso tnico en el mundo, en Caracas, la capital, la poblacién mar- ginal de los ranchos sobrepasa en ntimero (60 por 100) a quienes pro- piamente habitan en la ciudad. Los servicios urbanos indispensables (vias piblicas, transports, escuelas, basureros, agua, dispensarios, electricidad, desagiies, etc.) Hegan raramente a esos barrios deteriora. dos y el orden legal mfnimo es inexistente. La delincuencia contintia siendo una plaga considerable y el grado de violencia urbana esti entre 108 més altos del mundo ', La venta de hidrocarburos supuso para el Estado, entre 1976 y 1995, cerca de 270.000 millones de délares. Sin embargo, esta cifra as- tronémica, equivalente a varios planes Marshall, no ha servido para do- tar al pafs de las mfnimas infraestructuras ni para reducir las escanda- losas desigualdades sociales... * Ignacio Ramonet, «Le Venezuela vers une guerre sociale», Le Monde diz plomatique, julio de 1995. 300 Victoria de Chavez en Venezuela... Mientras que los beneficiarios del mané petrolero sacan ilegal- ‘mente cerca de 100,000 millones de d6lares, més del 71 por 100 de los venezolanos contindan viviendo en la pobreza, el 21 por 100 de la poblacisn activa esta en el paro, el 48 por 100 sélo sobrevive gracias a la economia sumergida y unos dos millones de nifios siguen hundi- dos en la miseria, de los que 200.000 s6lo consiguen subsistir men- digando... Por un azar hist6rico, Venezuela ha conservado, desde su indepen- dencia en 1811, el régimen legal de las minas del perfodo colonial, se- ‘giin el cual el subsuelo pertenece a la Corona, El Estado es, por tanto, Propietario de todos los recursos del subsuelo y recibe directamente, ‘mediante tasas e impuestos diversos, la mayor parte de las riquezas del petréleo. Esta situacién alcanz6 su punto culminante en 1976, después del alza del precio del petréieo en el mercado mundial, bajo la presi- dencia de Carlos Andrés Pérez (socialdemécrata), que estataliz6 las empresas petroleras y cred un monopolio para la explotacién y el co- mercio de los hidrocarburos, Petréleos de Venezuela, Sociedad Anéni- ma (PDVSA), que, con 3,1 millones de barriles al dfa, se convirti6 en el segundo productor mundial. A diferencia de lo que, en circunstancias andlogas, ocurrié en otras artes (en Noruega, por ejemplo), el Estado no se ha preocupado de in- vertir este mand para industrializar el pais y favorecer su despegue eco- ‘némico. En cambio, y lo mismo que otros paises petroleros, a través de luna economia de renta, compra la pasividad de los ciudadanos garanti- z4ndoles una renta minima. A medida que el Estado se ha hecho més rico, mas dispendioso, la poblacién se ha ido haciendo més dependien- te de los gastos piblicos. Petréleo y corrupcién ‘Los gobiemnos salidos de los partidos de tendencia popular—en par- ticular el Comité de organizaci6n politica electoral independiente (Co- pei), demécrata cristiano, en el poder hasta ahora— o socializante ~como Accién Democrética (AD), socialdemécrata-, que han acapara- do de manera determinante la vida nacional desde la cafda de la dicta dura de Marcos Pérez Jiménez, en 1957, se han servido de la inmensa 301 ‘América Latina, a 30 afios de Ia muerte del Che. Fiqueza petrolera para coromper el pais por medio de un sistema de subsidios. dones. prebendas, exenciones fiscales y privilegios. Se han dilapidado sumas gigantescas en proyectos megalémanos € intitles. Por si esto no fuera suficiente, se contrajeron enormes deudas ‘con bancos extranjeros, prestatarios de un montante equivalente al 60 por 100 del producto interior bruto (que era, en 1997, de 59.000 millones de délares, y la deuda exterior se elevaba a 37.000 millones de délares). EL Estado. a pesar de las recientes privatizaciones, controla los sec- tores industriales del hierro, el aluminio, la electricidad, los hidrocar- buros y numerosas actividades manufactureras y agricola, hasta el punto de que la economia de Venezuela sigue siendo una de las més es- tatizadas de! mundo. Y todo ello sin que la poblacién haya sacado al- gtin beneficio o algiin bienestar general. El desafio que tenfa Venezuela, a causa de su fortuna petrolifera, fra la construccidn de una nacién moderna, préspera y poderosa, con especial atencién a las dreas de la educaci6n, la salud y los servicios pii- blicos. Obsesionados por el contro! de la economia, los dirigentes de Jos partidos en el poder se han cuidado mucho de emprender las gran- rreformas indispensables, atados como estaban a los métodos inter- ionistas y preocupados por su propio enriquecimiento. Raramente '8e habri visto c6mo algunos cientos de familias hacen pedazos un pais ‘tan opulento y, desde hace decenios, se reparten, cualquiera que sea su ‘opcién politica, sus fabulosas riquezas. Sin embargo, si existe un lugar en el que el mito de Eldorado ha cobrado todo su significado ha sido sin duda en el territorio venezola- no. Desde comienzos del siglo xvi. y especialmente desde el reinado de Carlos V, increibles expediciones salieron en su busca. Febriles por el ansia del oro, aventureros delirantes recorrieron las anuras, los rfos, Jas montafias y las selvas virgenes, en busca de los fabulosos yaci- mientos de oro. En vano. Y de esta forma se ha elaborado este sor- Prendente contraste entre un conjunto de provincias coloniales pobres y el mito de su legendaria riqueza. El papel preponderante de los venezolanos en Ia lucha por la eman- cipacién de América del Sur merece también ser subrayado. Este pe- uefio pais forj6 el poderoso mito de una tinica gran nacién latinoame- ricana que se Hamarfa Colombia (en homenaje a Cristébal Colén), y proporcioné un gran ndmero de ideélogos y jefes militares que cum- 302 pi fictoria de Chavez en Venezuela. plieron una gesta prodigiosa y Ilevaron las banderas de 1a libertad has- ta las fronteras del Rio de la Plata. Los nombres de Miranda, Boltvar y Sucre, los tres gigantes de 1a independencia suramericana, y su con- cepcién politica de América Latina, bastan para comprender la prodi- giosa desmesura de la empresa or haber desemperiado un papel tan determinante en las guerras de independencia, Venezuela ha tenido que pagar un precio singularmente alto, Una vez aleanzada la separaci6n definitiva de Espafa, en 1821, vino tuna €poca de pobreza extremada, de caudillismo que no dejé espacio ‘para ningtin progreso real de la vida econdmica y social, y durante la cual se impusieron hombres como José Antonio Péez, Antonio Guzmén Blan- co y Juan Vicente Gémez, caudillos autoritarios y unificadores. Y fue en este universo de arcafsmos, pobreza y autocracia cuando apareci6, en 1922, la fabulosa fortuna petrolera transformando al pais, para bien y para mal. El oro negro metamorfoses el pais. Las consecuencias negativas de este fenémeno repercutieron tanto en el régimen electoral como en la administracién de la justicia. No ha existido nunca, como exige la pro- pia esencia de la democracia, un partido en el poder que tuviera frente 61 uno o varios partidos de oposiciGn, representando a diferentes op- jones politicas. Elegido en’1993, el hasta ahora presidente Rafael Caldera (funda- dor del Copei) intent6 en una primera etapa, no sin valor, guardar dis- tancias con la politica neoliberal. Juré que no se pondria de rodillas ante el FMIy confi6 el Ministerio de Planificacién Econémica a Teo- doro Petkoff, antiguo guerrillero de los afios sesenta y fundador del par- tido de extrema izquierda Movimiento hacia el Socialismo (MAS), Su politica heterodoxa fue combatida por los organismos financieros in- ternacionales y por Washington (Venezuela es el principal proveedor de petréleo de Estados Unidos). A partir de 1996, Caldera se vio obligado a ceder. Se comprometié en negociaciones con el FMI y acept6 un se vero plan de ajuste estructural pilotado por Petkoff, reconvertido a la economia de mercado’, lo que se tradujo en un alza brutal del precio ? A los que protestaron contra este cambio, Petkoff replicé que se trataba no de un «plan neoliberal» sino de un «programa de sentido comin» (Le Monde, 4 de mayo de 1996). 303 ‘América Latina, a 30 aftos de la muerte del Che. de Ia gasolina, la liberacién de los tipos de interés, una devaluacién del bolivar, Ia moneda nacional; la privatizacién de numerosas empresas paiblicas y, decisién hist6rica, 1a negativa de permisos de busqueda de hidrocarburos a compaifas extranjeras. Esta politica no sirvi6 para cambiar gran cosa Ia miseria de Ia po- blacién que, ahora, desconffa de los partidos en el poder, especialmente del Copei pero, también, de los socialdemécratas de AD que, vencedo- res en las dltimas elecciones municipales de diciembre de 1995, contro- lan casi todas las grandes ciuidades (y a partir de ahora, gobernarén). (Es una casualidad que actualmente el hombre mas popular sea el coronel Hugo Chavez, el oficial «bolivariano» que se sublevs el 4 de febrero de 1992, a 1a cabeza de once batallones de combate y con el apoyo de estudiantes de izquierda de la Universidad de Valencia, para derrocar a Carlos Andrés Pérez y acabar con la corupci6n?*. La gente esté harta de promesas no cumplidas, de la incuria general y de la com- plicidad de los partidos dominantes. Los dos partidos, Copei y AD, se distinguen por infimas divergen- cias ideolégicas y han establecido, entre ellos, un sistema de coalicién de hecho y de colaboracién mutua. El partido que pierde las elecciones no pierde, sin embargo, todas las ventajas de que disponia, y conserva el disfrute de un gran niimero de privilegios. Las cuotas de poder se han distribuido de forma permanente para que la nomenklatura de los dos grandes partidos se reparta igualmente los cargos judiciales, hurtando de esta forma su independencia a la Justicia. Desgastados, los dos partidos dominantes no han tenido el valor de modificar una situacién de 1a que obtienen un gran provecho. Por no haberlo hecho y no haber emprendido las reformas fundamentales que necesita imperativamente el pais, los ciudadanos se alejan ahora ma- yoritariamente de ellos. Desean soluciones més drésticas para acabar con la politica del compadreo'. Después de las elecciones legislativas > Carlos Andrés Pérez fue destituido en 1993. Bajo arresto domiciliario (a cau- sa de-su edad, setenta y tres aos) desde mayo de 1994 fue condenado en mayo de 1996 a veintiséis meses de arresto domiciliario por el desvio de fondos pablicos. * Después de dos aios de cércel y una amnistia concedida por el presidente Caldera, el ex coronel Chavez se puso a la eabeza de los sondeos en las elecciones 304 Victoria de Chavez en Venezuela... y regionales del 8 de noviembre, marcadas por una fuerte abstencién (45,42 por 100), e! Movimiento V Replica (MVR) de Chavez se con- virtié en la segunda fuerza politica del pafs (19.84 por 100), desis de Accién Democratica (24,16 por 100). Pero el Polo Patristico, que agrs- pa al MVR y a numerosos partidos independientes, es ahora mayoria en el Congreso. Se acaba un ciclo politico. De corrupcién, de ineuria y de desbarajustes. Ha durado cuarenta afi. ‘que ha ganado. Esta victoria del antiguo golpista ~que se ha declarado particaric de una economfa mixta, critica el programa de privatizaciones en marcha y prevt tuna moratoria de la deuda exterior y anuncia la disolucién del Congreso y la con vocatoria de una Asamblea Constituyente— inquieta a los medios econémicos (tan to nacionales como internacionales) y a Estados Unidos. Hasta el punto de que, cot raz6n o sin ella, Hugo Chavez ya ha denunciado, en varias ocasiones, la prepara ciién de un «golpe de Estado preventivo», ¢ incluso un posible intento de asesina ‘to para impedir su acceso al poder (ef Informe larinoamericano, Londves, 27 a ‘octubre de 1998), 305 América Latina: del Che a Marcos Ignacio Ramonet {Cudl es el estado general de América Latina en el momento en que se conmemora ¢l treinta aniversario de la muerte, en las selvas de Bolivia, de Emesto Che Guevara, el guerrillero heroico? La vida poli- tica del continente se caracteriza por un factor nuevo: el régimen de- mocratico se ha extendido por todos los lugares (o casi todos). Los mi- Jitares han yuelto a sus cuarteles. Dictaduras muy antiguas, como la de Paraguay, se han desfondado, no sin turbulencias residuales, como las protagonizadas en marzo de 1999 por el general Lino Oviedo, que in- cluyeron el asesinato del vicepresidente y la solucién final, discreta- mente pactada por la embajada de Estados Unidos, con el exilio de los liltimos golpistas paraguayos en la Argentina de Menem, El general Pinochet abandoné el Palacio de la Moneda (que asalt6 tras el golpe de Estado contra el gobiemo legitimo de Salvador Allen- de) aceptando en 1989 el Veredicto de las urnas, aun cuando las espa- das sigan en alto, como se puso de manifiesto a partir de su detencién Londres, desde finales de 1998, atendiendo a diversas demandas in- ternacionales por erfmenes contra la Humanidad. Con la excepcién de Cuba y Surinam, todos los gobernantes en ejercicio han sido libremente elegidos y se consideran legitimos. Los propios sandinistas, que Hegaron al poder por las armas en 1979, acep- taron, en febrero de 1990, retirarse después de su derrota electoral. Esta retirada marcé simb6licamente el final de los tres decenios del ciclo re~ volucionario que comenzé en La Habana en 1959, con la victoria de Fi- del Castro, Las guerrillas tradicionales que subsisten, fundamentalmente en Colombia, se han ido instalando en una especie de semibandidismo, es- tableciendo cn ocasiones buenas relaciones con los traficantes de dro- 22as, y no se plantean seriamente la conquista del poder. 306 ‘América Latina; del Che a Marcos El Ejército Zapatista de Liberacién Nacional (EZLN), que irrum- pid espectacularmente en Chiapas en enero de 1994, constituye un caso ‘parte. Se trata de la primera respuesta del Sur contra la globalizacién econémica y el neoliberalismo. con las armas en la mano. No fue ca- sual que su aparicién en la escena internacional coincidiera con la pues- ta en marcha del Acuerdo de Librecambio Norteamericano (ALENA). ELEZLN se dirige explicitamente, como atirma su lider carismatico, el subcomandante Marcos, «no a conquistar el poder por las armas, sino ‘a favorecer la creaciGn de un contexto politico que permita a una de- mocracia auténtica expandirse realmente en México». Este retorno de las democtacias (que algunos califican de «demo- cracias de baja intensidad>) no garantiza, sin embargo, el desarrollo econémico, que sigue siendo el problema central del continente. ¥ que desdenaron durante decenios las dictaduras. Los regimenes militares favorecieron ampliamente la corrupcién, sin impedir la fuga de cere~ bros y de capitales, empefidéndose con frecuencia en gastos suntuarios y de prestigio, y haciendo elevar la deuda exterior a 450,000 millones de dotares en 1990. Todo esto animé a la mayor parte de los gobemnantes a abandonar las politicas creadoras de hiperinflacién y aceptar las politicas neolibe- rales y los planes de ajuste estructural preconizados por el Fondo Mo- netario Internacional y el Banco Mundial. Para reducir el déficit presupuestario, las subvenciones piiblicas a los productos'de primera necesidad fueron suprimidas; miles de fun- cionarios fueron despedidos; los presupuestos de salud, de educaci6n y de vivienda se vieron reducidos drasticamente; en fin, areas completas del sector estatal fueron privatizadas en Chile, México, Argentina, Bo- ‘Venezuela, Peri, Ecuador o Brasil. La mayor parte de los paises hha vuelto Ia espalda a las politicas econémicas seguidas en los afios cuarenta, caracterizadas por la sustituci6n de las importaciones y por ambiciones autérquicas en un mercado protegido. El antiguo presidente de Estados Unidos, George Bush, propuso, para animar esta «tevolucién capitalista», pero también para contra- estar al potente polo econdmico que representa Ia Unién Europea, en un contexto planetario caracterizado por la mundializacién de los mer cados, la creacién de una vasta zona de librecambio que se extendiera desde Alaska a Tierra de Fuego y cuyo embrién seria el Acuerdo de Li- 307 ‘América Latina, a 30 afios de la muerte del Che. brecambio Norteamericano entre Canada, Estados Unidos y México. El presidente William Clinton, en el transcurso de su primer viaje a Amé- rica Latina en octubre de 1997, insistié también en ese proyecto, Es el momento, aqui y en todas partes, de uniones econémicas re- gionales: Argentina, Brasil, ‘Paraguay y Uruguay crearon en marzo de 1991 el Mercado Comtin del Cono Sur (Mercosur), al que pronto se asociarin Chile y Bolivia, Por otra parte, el Pacto Andino, que alia a Colombia, Ecuador, Peri y Venezuela, habra de relanzarsc, asf como el ‘Mercado Comtin de América Central. Y se multiplican los acuerdos de librecambio, como el que han firmado México y Chile. Las polfticas ultraliberales aparecieron como éxitos en términos macroeconémicos. Pero acentuaron las desigualdades y agravaron el desasosiego de las clases medias, factores decisivos para la estabilidad Politica y social; arrojaron al sector de la economia sumergida o infor- mal a una poblacién cada vez mas desorientada. Se incrementaron la violencia y la criminalidad, en particular en las ciudades. Enfermeda- des pricticamente erradicadas, como el c6lera o la tuberculosis, reapa- recieron y se extienden, Los traficos ligados al comercio de la cocaina se intensificaron, asf como los negocios turbios y la corrupci6n. Collor de Mello, en Brasil, y Carlos Andrés Pérez, en Venezuela, fueron apar- tados de sus funciones presidenciales bajo la acusaci6n (injusta en el caso de Carlos Andrés Pérez) de haber abusado de los fondos puiblicos. En el pasado, una excesiva intervencién del Estado condujo a una cierta parilisis econémica. Era sin duda necesario corregir esto. ,Habfa que hacerlo (como en Venezuela, Argentina, Bolivia y Peri) por medi de «terapias de choque»? {A qué riesgos se somete asf la democracia? ‘Venezuela, por ejemplo, suftié una sangrienta insurreccién militar que se dirigié contra la democracia el 4 de febrero de 1992. {Qué es Io que motivé esta tentativa de golpe de Estado a la que no se opuso la po- blacin? El entonces presidente estaba particularmente orgulloso del éxito de su politica de ajuste que le valia periddicas felicitaciones por parte del Fondo Monetario Internacional. Esta brutal terapia de choque neoliberal fue impuesta por el presidente de golpe en 1989, sin haber- la siquiera sugerido durante la campafia electoral, en la que se habfa de- dicado a recordar las realizaciones de su mandato precedente, entre 1974 y 1979, caracterizado por el proteccionismo y cl reforzamiento del sector estatal. La decepcién y la irritacién de los electores més hu- 308 América Latina: del Che a Marcos mildes fueron tales que el 27 de febrero de 1989 salieron de sus cha bolas y saquearon los barrios opulentos. El poder sacé a las tropas. Ba lance: mas de mil muertos... Después de este baiio de sangre, la politica neoliberal prosiguié, la empresas privatizadas. las subvenciones suprimidas. La inflacidn se re dujo, la moneda se reforz6, las importaciones disminuyeron, las inver siones extranjeras aumentaron; en resumen, la economia se expandit hasta tal punto que el pais experimenté en 1991 una de las tasas de ere cimiento mas importantes del mundo: el 9 por 100, Pero su crecimiento no significa desarrollo: mas de ta mitad de | poblacisn siguié viviendo por debajo del umbral de la pobreza. Y Ia desigualdades se incrementaron: mientras que el 5 por 100 de los rico acaparaba mds del 20 por 100 de la renta nacional, el 40 por 100 de lo nifios ni siquiera estaba escolarizado. «Ni las escuelas, ni los hospita Jes, ni el suministro de agua potable, ni la administracién publica, ni ¢ correo, ni-el teléfono», afirmaba el escritor Arturo Uslar Pieri, «funcio nan de forma medianamente satisfactoria»'. Se penalizaba en prime lugar a los ciudadanos mAs desfavorecidos. Y eso en un pafs de meno de veinte millones de habitantes y uno de los principales exportadore mundiales de petrleo. La venta de hidrocarburos procuré al Estadi tunos 200,000 millones de délares entre 1973 y 1982... Este mand colo sal -equivalente a més de tres planes Marshall fue dilapidado por un clase politica corrompida e incompetente. Hasta el punto de que el pai se vio endeudado en més de 20,000 millones de délares... ,Puede sor render que una parte de Ios ciudadanos haya protestado y apoyado los que afirman querer «barrer a los corruptos»? E| neoliberalismo s6lo ha obtenido éxitos macroeconémicos e1 Jos Estados no democriticos: Corea del Sur, Hong Kong, Taiwan, Sin ‘gapur y el Chile del general Pinochet. Peto, en las sociedades que, sa liendo de regimenes autoritarios, quieren restaurar la democracia, | imposicién brutal de las polfticas liberales pone en peligro el proyec to. {Para qué sirve 1a democracia —se preguntan- si no permite prote gerse contra este abandono insélito? Tal es el sentido del desasosiegi actual de los ciudadanos venezolanos argentinos, brasilefios © pe * El Pats, 20 de febrero de 1997. 309 América Latina, a 30 aiios de la muerte del Che. ruanos. Tanto mis cuando en estos pafses las clases medias son mino- rias sociales que se sienten de pronto amenazadas por las politicas berales. La economia modema no es solamente el mercado y la globaliza- cci6n, es también una productividad que, por medio de las innovaciones tecnol6gicas, no deja de crecer. La potencialidad econémica ha ido pro- duciendo mas paro; no basta ya con crear bienes para generar empleos, ni siquiera en el caso de los «dragones asiéticos», tal como mostr6 la revuelta social de enero de 1997 en Corea del Sur. La industria y los servicios, como antes la agricultura, aparecen amenazados por una reduccién masiva de la mano de obra. Preocupan- te en los patses del Norte, esta perspectiva lo es atin més en el Sur, a causa del numero ya excesivo de desempleados. En este contexto, es el subcomandante Marcos el que plantea Ias preguntas més atinadas: <{Cémo asociar crecimiento econémico y lu- cha contra las desigualdades? ¢Cémo escapar a la paradoja de un pais que se enriquece, pero cuyos habitantes se empobrecen? ¢Por qué el respeto a la democracia no conduce a los gobiernos a intervenir en ‘materia de empleo, de vivienda, de salud o de educacién de forma que se corrijan las desigualdades mds escandalosas?» La adopcién ciega de rocetas liberales por parte de ciertos paises latinoamericanos conduce a una modernizaci6n que no se propone re- ducir las desigualdades abismales existentes y no se plantea —al menos en un primer momento- la integracién de la poblacién desheredada en el circuito de la riqueza. Por otra parte, como ¢l Estado deja de garan- tizar el derecho al empleo, a la educacién, al alojamiento y a la salud Jas revueltas sociales van a multiplicarse. Como diria el Che Guevara: «Cuando se disipa el sueno de la evolucién, vuelve el tiempo de las re- voluciones. 310 Capitulo 13, EL ISLAM: LAS DISTINTAS VERTIENTES, DE UN MUNDO EN EXPANSION Introduccién Elislamismo recibe hoy, y muy especialmente desde los patses del Norte, una lectura incierta en la que se entremezclan la invencién de un «enemigo de Occidente», con viejos resabios culturales herederos de las lamadas «reconquistas», un colonialismo perenne y un racismo apenas disimulado, junto a necesidades geopoliticas (estratégicas, mi- litares y econdmicas) en la era de la globalizacion. Dentro de esta mistificacién, al comunismo sucederia como es- Pantajo el «terrorismo isldmico», cuyo sector mds peligroso y exire- mista serfa el que suele denominarse genéricamente como «afgano» y que, paradéjicamente, estarfa representado por gentes como el jeque ciego Abderramdn, el multimillonario Ben Laden, los talibanes... liga- dos en su origen, financiacion y desarrollo a Estados Unidos, Arabia Saudi y Pakistan. Estos y otros aprendices de brujo no han hecho sino potenciar la revitalizacién de una cultura con profundos anclajes histéricos y que, enla segunda mitad de este siglo, resurge con unas connotaciones pu- ristas en lo religioso y radicales en los métodos, indicadores de la de~ silusin’y el descontento que generé un periodo en el que los movi- ‘mientos constitucionalistas ¢ independentistas (que inclufan un Islam ‘mds 0 menos laico) no resolvieron las rafces sociales de los problemas ‘en un gran niimero de paises emergentes, tras el pertodo de descoloni- zacién. Pero, como setala Sami Nair, et islamismo se levanta también como una oleada ideolégica impulsada por los poderes dominantes con apoyo de Arabia Saudi, para crear un arco de fuerzas conserva- 31 I Islam: fas distintas vertientes de un mundo en expansion doras en todo el mundo drabe, aunque luego se les vaya de las manos como en el caso de la condena del islamismo argelino 0 marroqui alos ataques contra Irak, 0 la postura de Hamés en tos territorios palesti nos ocupados. Para el escritor Juan Goytisolo, el islamismo es un discurso po- pulista que no se dirige nunca a tas minorias cultas, sino a la masa desheredada y desamparada ¥ cuyos perfiles no se pueden generatizar porque en cada pats hay una situacién especifica De esta forma, desiaca el autor de Sefas de identidad, wen Argelisi el voto al FIS serfa un voto de protesta contra la gestiGn politica, eco- némica y social del FLN, mientras que en Egipto, son las inicuas con- diciones de vida después del fracaso del socialismo de Nasser y del aperturismo, en realidad capitalismo salvaje, de Sadat. El pueblo egip- cio se ha sentido estafado. Por un lado nos encontramos una burguesia odrida de dinero y, por otro, un pueblo en unas condiciones econémi- cas muy duras...»!, El islamismo politico se encuentra escindido en sectores irrecon- ciliables que a menudo se han enfrentado de forma sangrienta para he- ‘gemonizar paises y zonas geopoliticas. De la primitiva ortodoxia sunt (que establece una estructura piramidal y sumamente elaborada, en la que el organismo religioso, social y politico es la comunidad formada or el conjunto de los musulmanes con una delegacién del poder que parte directamente de Dios), se desgajaron los shifes que se levantaron contra los califas en nombre de Alf (yerno del profeta) y que, aunque ‘minoritarios respecto a los sunies. son hegemdnicos en Irdn y Azerbai- yin y tienen fuerte implantacién en India y Asia central. Existen otras variantes del istamismo como la de los alevies que, ocultados por la historia oficial, reunirian a mds de diez millones de adeptos procedentes del centro y este anaiolios. Emparentados con et shitsmo, se han alejado sin embargo de éste por ser mds tolerantes. Abundan entre ellos los militantes de izquierda, incluso de extrema iz- quierda, laicistas y pluralistas. A pesar de una implantacion masiva que, en sus distintas varian- tes, se extiende desde el Magreb a Indonesia, pasando por amplias z0- ' Elislam, un cultura de tolerancia frente al integrismo, Mil'y una voces, Jor i Esteve, El Pais Aguilar, 1999, 312 EL Islam: las distintas vertientes de un mundo en expansién nas del territorio ex soviético, Nair considera que el Islam ya no pite- de competir como civilizaci6n por los lastres que acarrea, por su falia de renovacién y que quedaré reducido en el futuro a una importante cultura cuyo problema fundamental es «su absolutismo antifemenino que destruye desde dentro 1a posibilidad del Islam como civilizacién moderna» *, ‘Sin embargo no son pocas las mujeres, como Fatima Mernissi, que desafian las ortadoxias basadas en el concepto de «harén» sin el que no podria existir, segtin su criterio, un Islam despético que es incom- patible con los principios intrinsecamente seculares y populares de la vertiente sunt en el que se integra. Su libro mds conocido EI harén po- IMtico, estd prohibido en la mayorta de los patses oficialmente islémicos. RAMON FERRI 2 J, Bateve, op. cit, 313 Las causas del crecimiento del islamismo Sami Nair En el curso de los afios sesenta y setenta, los Estados del sur y del ‘este del Mediterraneo recibieron préstamos considerables para inver- siones a largo plazo. El mand parecfa generalizado y el antagonismo Este-Oeste favorecfa Ia concesién de «ayudas» interesadas. La répida ‘monetarizacién de la economfa mundial, causa y consecuencia a su vez de Ia lentitud de ta expansi6n, provocé una reorientacién masiva de los, préstamos y entratié la crisis de la devolucién de la deuda que culmind a comienzos de los afios ochenta (en Marruecos, Argelia, Tiinez, Egip- to, Turqufa, etc.). Desde entonces, la oferta de financiacién se orienta hacia las zonas ‘rentables y se dificulta en las zonas poco desarrolladas. El Banco Mun- dial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se encargan de vigilar a Jos Estados dilapidadores. De ahi la irrupcién de planes de ajuste es- tructural en los afios ochenta. Esa liberalizacién desencaden6 graves conmociones estructurales dificiles de controlar. En todas partes se produjo una triple convulsiGn: tuna fuerte diferenciaci6n social en el seno de las capas medias; un len- toy profundo cambio en la base social de los poderes establecidos; una crisis generalizada de legitimaci6n de los Estados. En gran parte, el porvenir de esas sociedades va a depender de la gestion de esos tres factores. Se asiste en todas partes a una crisis de movilidad social en el seno de las capas medias. Los sectores profesionales tradicionalmente prota- gonistas de los Estados modernizadores —profesorado, téenicos, sector terciario, burécratas— se encuentran cada vez. més marginados, mientras que se desarrollan las capas ligadas a los sectores liberales: abogados, médicos, comerciantes, etcétera. Una prueba de ello puede ser la ci que atraviesa, desde comienzos de los afios ochenta, la profesi6n de in- 314 dit he Las causas del crecimiento de! istamismo geniero y de cuadros cientfficos ', que, hasta entonces, habfan sido obje- to de una proteccién muy especial por parte del Estado. Lo esencial del esfiierz0 de formacién se habia centrado en el desarrollo de los escalafo- nes cientificos y tecnolégicos, cuyos estudiantes recibfan becas y ayudas para perfeccionarse en el extranjero: a su vuelta, su insercién profesional se realizaba en condiciones privilegiadas *. Esos paises formaron asi, de ‘manera desproporcionada respecto a sus necesidades, un niimero impor- tante de cuadros cientificos: en Egipto, el numero de ingenieros pas6 de 11.000 en 1969 a 260,000 en 1993, de los que el 37 por 100 esté en los ministerios y mas del 30 por 100 en empresas pablicas * Los planes de ajuste estructural a principios de los afios noventa volvieron a replantear el estatus y las condiciones de vida de esas pro- fesiones: pauperizacién de una mayorfa de ellas, reduccién constante del poder de compra, obligacién de ejercer varias actividades, bloqueo de las carreras, mantenimiento de una pequefia minorfa privilegiada en puestos administrativos, politicos 0 militares de alto nivel y finalmen- te huida hacia el sector privado. Esta mutacin se produce al mismo tiempo que las empresas pti- blicas se reconvierten en empresas privadas o cierran, entrafiando preca- riedad social y, para los jévenes, la exclusién. Desde 1992, el paro no cesa de extendérse en Argelia, superando el 28 por 100 de la poblacién activa en 1995, del que cerca del 80 por 100 tiene menos de treinta aiios* EI advenimiento del liberalismo ha acentuado esa dualizacién; y Ia ‘marginaci6n social crece todavia mas pese a que la demanda de empleos sea importante. Aunque el crecimiento demogrifico medio cay6 por de- bajo del Iimite del 3 por 100 en el periodo 1990-1995 en los paises del Magreb central, Egipto y Turquia °, el'porcentaje de jvenes no deja de " Elisabeth Longuenesse, «Professions scientifiques —nota 2 en crisis: ingé- hieurs et médecins en Syrie, Egypte, Algérie», Revue Tiers Monde, ndim. 143, 1995, } AMEL Kenz: «Les ingénieurs et le pouvoir», Revue Tiers Monde, niim. 143, 1995. 5 Said Hanafi:

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