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Coleccién dirigida por Olivier Roy ALFONSO CARLOS BOLADO Genealogia del islamismo Traduccién de Juan Vivanco Antologia de textos Miguel Peyré Bempre Joie ooze, edicions bellaterra Prélogo a la edicién espaiiola Pocos movimientos actuales han sido més violentamente estigmatizados en Occidente que el islamismo. Sea por su presunto potencial desestabilizador de los equilibrios politi- cos en el mundo musulmén, sea por su también presunto fa- natismo retrégrado y violento, el islamismo ha catalizado los difusos prejuicios antimusulmanes de Occidente y se ha convertido en el simbolo més acabado del Enemigo. La cuestién, por otra parte, estriba en que la «amenaza is- limica» se ha desdoblado: no s6lo presiona sobre los pro- blemas locales sino que se deja ver siempre presuntamen- ‘centre los emigrantes instaiados en Europa, Desactivar dicha amenaza, cooperando a su contencién in situ y alentando una opiniGn hostil es una de las priorida- des europeas. Ahora bien, se trata de una politica inteli- gente? Pudiera tener efectos negativos, como fomentar el racismo, provocar una quiebra en los mismos valores uni- versales que Occidente pretende defender (como se puso de ‘manifiesto en el apoyo técito al golpe de estado de 1992 en Argelia) y acrecer la desconfianza del mundo islémico ha- cia un Oceidente emperiado en la defensa de regimenes casi siempre inicuos, corruptos ¢ incompetentes. Frente al imperio del estereotipo cabe una sana actitud intelectual: reconocer que la parte mas «noble» de los pre- juicios antimusulmanes no estd originada por una actitud progresista, sino que es heredera de un reflejo positivista se- in el cual s6lo existe una modernidad ~Ia «nuestra» y una forma de acceder a ella. De ello podria desprenderse que el cuestionamiento por los islamistas de los valores occidenta- Jes -unos valores a veces ajenosial islam y muchas veces s6- Jo conocidos por éste a través de sus efectos mis perversos y disgregadores- se inscribe sobre todo en Ia biisqueda de una identidad neva, que se pretende legitimada por Ia tradicion te6rica musulmana y esté determinada por unas condiciones, materiales y espirituales, que son precisamente las de esa ‘modernidad tan inexorable como rechazada. Aquella alternativa intelectual, por supuesto, s6lo puede producirse a partir del conocimiento desprejuiciado de lo que ¢s el islamismo, A ello quiere contribuir esta obra de Olivier Roy, una extraordinaria sintesis de los origenes inte- lectuales, los principios tedricos, las bases sociales, las or- ganizaciones, sus estrategias, relaciones y dmbitos de ac- tuacién. Pero sobre todo poniendo de relieve su diversidad, limitaciones y tendencias. Edicién que, es ocioso decitlo, es de procedencia france- sa, En los estudios islimicos, Espafla -un estado que ha compartido historia y hoy comparte frontera con el istam y que tiene con éste recientes interrelaciones por turismo, trabajo o negocios tiene una produccién muy limitada (con excepcidn de los estudios clisicos y filolégicos que, estos sf, se encuentran a gran altura). Elio hace particularmente valiosos los trabajos de Bernabé Lépez, Domingo del Pino, ‘or Morales, Gemma Martin Murioz, Carmen Ruiz Bra- vo, Antoni Segura, el equipo del CIDOB de Barcelona que dirige Mikel de Epalza, asi como de algunos periodistas Gavier Valenzuela) 0 diplomaticos (Emilio Meléndez del Valle, Jorge Dezcallar)* que, desde distintas perspectivas than tratado de romper el velo de los prejuicios sobre el is- * La lista, por supuento, no es exhaustva Pero no puede dejar de citar & \gien no send eprofesionale ms ha hecho por acereatculturlmest ela San Goytisola. 10 um de hoy. Es significativo que, en lo que se refiere al isla- inismo, el estudio més amplio, ef del profesor valencia Joan Lacomba, permanezcs inédito, La.antologia de autores islamismas que hia claborado y tra- ducido Miguel Peyré es un valor afladido a la edicién de ta ‘obra de Roy, Deliberadamente, el autor ha obviado los auto- res «canénicos», Hassan al-Banna y Maududi, para centrarse cen algunos otros (Quib, Turabi, Ghanushi...) de mayor suti- leza intelectual, Se trata de la primera vez (si se exceptiia una seleccidn de textos de Jomeini, realizada en 1981, de una ea- Jidad desdefiable) en que se oftece al piblico un trabajo de estas caracteristicas. Con él se pretende mostrar las eategorias Hogicas y las formas de abordar los temas de los autores de esta tendencia, Es deseo de Edicions Bellaterra que esta edicién coudyu- Ye a un mejor conocimiento del islamismo; una compren- sign que, idealmente, sitviera para reducir un acoso que, en Ultima instancia, s6lo sirve para limitar la eapacidad critica y reforzar las tendencias més dogmaticas ¢ intolerantes. Las que con tanta lucidez hace notar Olivier Roy. A.C. BoLapo Barcelona, 5 de noviembre de 1996 El islam, una realidad multiforme El islam es hoy la segunda religign de Francia después del catolicismo. La poblacién musulmana de Francia, en su mayoria de origen extranjero, ha echado raices con la ad: quisicién de la nacionalidad francesa por parte de los inmi antes 0 sus hijos, sin olvidar a los argelinos que nunca de- Jaron de ser franceses. Un injerto efectuado en un espacio de tiempo tan corto no puede estar libre de tensiones y rea- Justes. Pero en las dificultades de lo que se llama la integra- cidn conviene distinguir entre lo que depende de la cultura de origen, la exclusién social causada por la crisis econémi- ca en la sociedad de acogida, y el factor religioso. Ahora bien, hay tendencia a achacar al islam, como tal, los prinei- pales problemas de la integracién. ‘Veamos, para empezar, la cuestiOn de ta cultura de ori- gen. Aunque el islam haya marcado profundamente esta cultura, en principio esté formada por una lengua, unas cos- tumbres, unas tradiciones vinculadas al terruio natal, y se encuentra muy alejada del islam normativo de los doctores de la ley. En cualquier caso tiende a retroceder, incluso a desaparecer, en la segunda generacién. No es, ni mucho ‘menos, un elemento unificador de los musulmanes que vi- ‘vei en Buropa, a quienes separa y divide segiin las lenguas, los grupos étnicos y los paises de origen. Cuando unos mu- sulmanes tradicionalistas vuelven a la prictica religiosa, B por lo general lo hacen alrededor de mezquitas que agru- pan a gente natural de la misma regién o del mismo pais. ‘Cuando estas poblaciones que han permanecido vinculudas a su pais de origen, como los turcos, se politizan, lo hacen con referencia a los planteamientos y los grupos politicos de su pais de origen, Entre las poblaciones que permanecen ‘inculadas a su pafs de origen no surgen movimientos isla ‘mistas que superen las diferencias étnicas 0 nacionales. En ‘cuanto a Ia vuelta a la practica estricta del islam, tal como se expresa (velo de las mujeres y barba de los hombres, ob- servancia escrupulosa de los ritos religiosos), no denota en sf misma una radicalizacién politica, y en cambio puede ir acompafiada de wn repliegue en sf mismo, en un grupo res- tringido cercano a la secta, y suponer una retirada de Ia vida social y, mas atin, de la politica. La radicalizacién politica y la violencia suelen aparecen ail margen de la religidn. Si los brotes de violencia que si cuden de vez encuando algunos extrarradios franceses sue- len implicar a los beurs {hijos de inmigrantes magrebies na- cidos en Francia, N, del 7.], nada tienen que ver con et i lam. Son estallidos de célera urbana que responden al fenémeno de los extrarradios calientes, comin a todos los paises occidentales, y se producen en contextos religiosos y culturales completamente distintos. Las revueltas de jéve- nes beurs, lejos de sefialar su adhesin al islam, son més bien el reflejo de ta erosién de ta cultura y los valores tradi- cionales, encarnados por unos padres desprestigiados para ellos. El conflicto generacional también implica una ruptura con el islam tradicional, Entre la «reislamizacién» de los padres, que se hace en un marco cultural tradicional, y la re- belidn de los hijos, que expresa aculturacién y frustracién frente a un modelo occidental y urbano de ta cultura domi- nhante, qué lugar ocupa el radicalismo islimico en las po- blaciones de origen musulmén que viven en Europa? ;Hay contagio con el radicalismo iskimico que se extiende por Oriente Proximo? Porque esté claro que, después de la revolucién ishimiea irané de 1979, la oposicién y las sublevaciones del mundo arabomusulmén se hacen hoy esencialmente bajo Ja bandera verde del islam. {Se puede considerar que las poblaciones ‘musulmanas inmigradas estén Lo bastante integradas en los paises de acogida como para que no se plantee la cuestiGn del «contagion, dado que los contextos son tan distintos? Algunos hechos recientes. como el atentado perpetrado en Marrakech (agosto de 1994) por un comando de jévenes beurs Hlegados de La Courneuve, probablemente por cuenta de! Grupo Iskimico Armado de Argelia, pero también, en lun terreno mucho més legalista, la proliferacién de conflic- tos por Hevar velo en los centros escolares franceses, indi- ‘carfan una penetracién de un islam no siempre politico, pe- +o sf riguroso y fundamentalista, en una juventud de origen musulmén, pero afrancesada y aculturizada. Es, pues, Ia coincidencia de la protesta islimica que subleva a las masas de los paises de Oriente Préximo con la radicalizacién de lun sector minoritario de los jévenes musulmanes de Francia y Europa, lo que puede inducir a pensar que el islam repre- Senta una nueva amenaza para un Occidente desembarazado del peligro comunista, {Cémo puede seducir el radicalismo islimico a las po- blaciones musulmanas en proceso de imtegracién? La prin- cipal fuerza del radicalismo es su afin por dar un marco po- litico al concepto de umma, es decir, la comunidad de todos os musulmanes, cualquiera que sea su lengua, etnia to gen. Permite, pues, la superacién de las divisiones tradicio- hales entre musulmanes, Pero sobre todo propaga una idea universalista entre una poblacién desarraigada y con difi- cultades para encontrar una nueva identidad en la integra ccién, por lo que puede brindar una identidad de sustitucidn, Inds alld, precisamente, de las referencias nacionales, étni- ‘cas 0 raciales, Una identidad universal, en armonfa con la internacionalizacién aportada por el mundo moderno: el de las migraciones planetarias, los viajes, la uniformidad de Is los mods de vida y 1a omnipresencia de los medios de co- municacién, que nos sittan a todos en un mismo tiempo ‘mundial. El fundamentalismo no es, ni mucho menos, una ‘vuelta a 1a cultura de origen de las poblaciones musulm: nas. Es una construccién intelectual y abstracta que se opo- ne a siglos de tradiciones y culturas locales afladidas, pero también de grandes civilizaciones. El fundamentalismo des- valoriza Ia literatura, Ia poesfa, Ia mdsica, la fitosofta, todo Jo que se construye sobre bases distintas de las de la Reve- lacién. Desvaloriza catorce siglos de historia y cultura del mundo musulmén, a los que achaca el haber alejado al cre- yente del mensaje original y de la sociedad ejemplar for- mada alrededor del Profeta, El radicalismo islimico, que desea traducir en términos politicas el mensaje fundamenta- lista, puede hallar eco en el sector aculturado de la pobla- cin musulmana, alejada de la cultura de sus padres, pero intranquila ante la pérdida de identidad que implica una in- tegracin demasiado intensa, En eso consiste 1a ambigedad y la fuerza del nuevo fun- damentalismo islémico: introduce a una cierta modernidad con un planteamiento de vuelta a la verdadera Tradicién, la del Profeta y los primeros califas, més alld de la historia del ‘mundo musulmdn, que ha conocido divisiones, nacionalis- ‘mos y sobre todo la derrota frente a un Occidente triunfante ‘a raiz de la expedicién de Bonaparte a Egipto en 1799. El discurso te6rico del fundamentalismo iskimico se sitia por encima de las naciones, de las culturas, pero también de la historia, Define un islam riguroso, intemporal, que pretende ser perfectamemte légico con respecto a los preceptos bisi- cos del Corin y la Sunna (la Tradicién del Profeta). Procura definir un modelo de sociedad, de sistema politico y de eco- nomia con la sharia (Ia ley divina) como tnico principio normativo. En este fundamentalismo modemo existe la conviccién de que el islam es un sistema politico totalizador. Esta exi- gencia de referir todos los aspectos de la vida social a un 16 mismo modelo ideol6gico, lo que llamamos islamismo, da tun tono radical al fundamentalismo islimico en su exigen- cia de ruptura con el orden social actual. Estos movimientos radicales ocupan hoy el campo de li oposici6n social y politica en Ia mayoria de los paises mu- sulmanes. Han encarnado, en el Oriente Préximo de los afios ochenta, la nueva versiGn del antiimperialismo y el a tioccidentalismo popular (Iran, atentados terroristas contra Jos inteteses estadounidenses o franceses, eteétera), Pero su influencia profunda sobre la poblacién musulmana que vive ‘en Europa es limitada, aunque fascinen a una intelectu: dad desclasada en busca de grandes causas universalistas. No obstante, e1 islamismo ha logeado monopolizar el debate sobre el islam y poner el razonamiento de los «otros» (ya sean laicos 0 religiosos tradicionalistas) a la defensiva. Hoy cl debate gira en toro a las tesis del islamismo radical. Sin duda porque los islamistas radicales, con mas fuerza ain que los musulmanes «simplemente» piadosos, proclaman la unidad de la comunidad de los musulmanes, la wma. Invo- can una matriz. conceptual comiin, valida tanto en Irén co- ‘mo en Marruecos, Actualmente existe una clara tendencia Ja uniformidad y a la «mundializaciGn» del debate intelec- tual en el medio musulmén, mientras que las pricticas reli~ giosas, y sobre todo los componentes culturales, difieren considerablemente de una sociedad musulmana a otra. Aun- que los musulmanes que viven en Francia tengan unos mo- dos de vida muy distintos, y en la préctica la mayorta de ellos bayan inventado un islam a la francesa que el esta- lishment politico y religioso trata imitilmente de uniformar titucionalizar, esto no impide que el bagaje tedrico intelectual de Jos musutmanes moderados, que rechazan el islamismo, esté mal adaptado a Ia evolucién concreta. Hay luna separacién muy clara entre la producci6n intelectual musulmana, dominada hoy por los escritos islamistas y fun- damemtalistas, y la diversidad de los comportamientos, Pero también hay que resaltar que en el mundo arabomu- " sulmén e! campo de la politica también estii monopolizado, desde hace treinta afios, por los planteamientos islamistas y fundamentalistas, Unos estados que hasta ahora eran relat vamente laicos han aceptado reislamizar su Constitucién, su derecho y su ensefianza: Egipto en los afios setenta, Bi gladesh en 1988, Argelia en 1984, etc. De forma paralela a esta reislamizaciGn oficial, existe otra por abajo, en forma de cambios de los comportamientos individuales, como el hecho de Hlevar velo, Esta evolucién no tendrfa apenas con- secuencias politicas si no coincidiera con un auge de los ‘movimientos radicales, cuya finalidad es la instauracién de un estado y una sociedad islémicos, por medios politicos y. si es preciso, por la violencia y la revolucién, Por lo tanto, es Ia coincidencia entre un movimiento sociocultural de ‘vuelta a la identidad del islam con el activismo politico ra- ical, fo que hace que la situacién sea peligrosa. En este li- bro nos proponemos estudiar los movimientos islamistas ra- dicales, su génesis hist6rica, su ideologia y su desarrollo en el mundo drabe, para conocer el marco general en el que se desarrollan todas las radicalizaciones de 1a reivindicacién de identidad islimica. Luego procuraremos calibrar el desa- fio que representan estos movimientos en la sociedad con- ‘tempordnea y, en particular, su influencia en Ia poblacién musulmana francesa y europea, 1 {Qué es el radicalismo isldmico’ Fundamentalismo se suele considerar sindnimo de radi- ccalismo. El fundamentalismo designa, en el islam y en ge- neral, el afin por volver y cefiirse a los textos fundadores de la teligién, pasando por alto todas las aportaciones de la historia, la filosofia y 1a tradicién de los hombres. Pero esta postura es ambigua, ya que puede propiciar tanto un conser- ‘vadurismo extremo, sin poner en entredicho Ia legitimidad del poder politico (es el modelo saudi contemporineo), co- ‘mo una revisién eritica de todo el corpus transmitide por la tradicién, poniendo las bases para la fundacién de un nuevo orden social y politico: es el modelo de la revolucién ishi- mica de Irén en sus comienzos. El fundamentalismo, en sf mismo, no es polfticamente radical o revolucionario, lo lle- 4g: ser cuando expresa en términos politicos el deseo de reforma de la sociedad. Ahora bien, esta politizaci exactamente esta ideologizacién del fundamentalismo, es reciente: data de los afios veinte y treinta, y le debe mucho 4 la ocupacién colonial, que hizo coincidir el funcamenta- lismo islimico con una aspiracién anticolonial. Hasta en- tonces los fundamentalistas no discutfan la legitimidad del oder como tal, exigfan al principe, fuera el que fuera, que defendicra los intereses del islam. Pero en el siglo xx surge de la idea de la necesidad de un «estado islimico» y de que los principes, por musulmanes que sean, pueden traicionar 19 al islam, Es entonces cuando el fundamentalismo pasa a la oposicisn. Nosotros llamamos islamismo® a esta lectura po- Iitica y radical det fundamentatismo, El radicalismo en la historia del istam En las fuentes del islam La religiGn musulmana se define a través de un corpus teol6gico y juridico, el Cordn y la Sunna del profeta Maho- ma, es decir, los dichos y las tradiciones que se cuentan acerca de él, Este corpus, que casi no se discute,** no basta por sf solo para definir un sistema jurfdico cumplido, y me- hos ain un sistema potitico, Por Jo tanto ha sido objeto de interpretaciones y sistematizaciones, sobre todo en los dos primeros siglos de la historia del mundo musulman. Fue asf como en el mundo sunni surgieron cuatro grandes escuelas jjuridicas. La tradici6n sunn{, mayoritaria, prohibe desde en- tonces el esfuerzo personal de interpretaciGn o iytihad, y considera que la ortodoxia estd definitivamente establecida ¥ no puede ser objeto de interpretaciones casufsticas, cen- irudas en circunstancias y casos particulares, pero no en los i Esta tradicion de imitacién (taglid) fue impugnada a partir del siglo xvin por algunas escuelas teolégicas, como el shiismo y el wahhabismo, y también por todos los movimientos reformistas que agitan el mundo musulmén desde finales del siglo xix. Cabe destacar dos aspectos: el islam clisico siempre ha aceptado el principio de un espacio politico auténomo, y el © Naturalmente, somite se el significado orginal de eta palabra en ee fl he sigifcn seston del ialaenn (N, de 7). Slo low shies discon a Versi ica el Cord, al afirmar gue el eae ‘Omar eliminédeiberadamente los vesiulos que menclonan a Al como acesor rommbrado por Maboma, mientras ye lo idle impupnan a azore lamas de Jos, poet Ia consideran fevoa fundamentalismo casi nunea ha sido una doctrina politica ‘acabada, sino mas bien tn lenguaje en el que se ha expresa- do una «funcién tribiinica» que critica a los principes y las costumbres de la época. La famosa afirmacién de que en el islam no hay diferencia entre religidn (din) y politica (syas: sat) debe ser matizada, E! fundamentalismo tradicionalista siempre exigié a los poderes establecidos Ia aplicacién es- tricta de los principios del islam, pero nunca puso en entre- dicho la manera, muy poco religiosa, que tuvieron dichos poderes de establecerse. El fundamentalismo tradicionalista sunt El modelo politico ideal, segtin el islam, es el de la co- ‘munidad original de creyentes: ef gufa espiritual, el Profeta, al que sucedieron los cuatro primeros califas (Abu Bakr, ‘Omar, Uzman y Ali), era al mismo tiempo el jefe politico de la comunidad, La ley religiosa era la tinica ley, y el cuer- o politico estaba formado por el conjunto de la comunidad de los creyentes (wnma), La toma del poder, a la muerte de Ali, por una dinastia (omeyas) carente de autoridad religio- sai, la ereacién de un aparato del estado (con sus leyes y re- glamentos a diserecién del principe), la divisién territorial de la comunidad en gobernaciones y luego en emiratos, la incorporaciGn de conversos que conservaban su lengua y su cultura (persas), y la presencia de poblaciones cristianas, a menudo mayoritarias, acabaron definitivamente con el mo- nolitismo y la unicidad de la primera comunidad de ereyen- tes, A rafz de esta «pérdida» original aparecieron dos acti- tudes. Una visi6n idealista, muy minoritaria en el islam sunni, traté de restaurar Ia comunidad original: es la fuente de los radicalismos contempordneos, Una visidn pragmati- a, mayoritaria en el cuerpo de los ulemas, se resigné a ges- tionar la situacién creada por Ia permanencia de los poderes de hecho. Se introdujo entonces el concepto de «bien pibli- Co» (maslahat), que permitiG justificar Ia politica del prin- cipe, y se predies obedi pero cxigitndoles que hicieran respetar Ia sharia, es decir, la ley iskimica. Es la actitud fundamenalista tradicionalista, {que encontramos hoy en las autoridades religiosas «oficia- Jes», como Ia universidad de Al Azhar. en El Cairo, Lejos de corresponder a una «teocracia» (que en el islam no ha existido munca), el fundamentalismo tradicionalista se basa en un compromiso entre dos grupos. los hombres del poder (sultanes, emires, generates. presidentes) y la corpo- raci6n de los ulemas 0 doctores de la ley. LLos ulemas no forman un clero, Son asabios» formados en las grandes es- cuelas religiosas (las madrasas), lo que les habilita para de- sempefiar cierto niimero de funciones, bastante variadas: imames de las grandes mezquitas, jueces (qazi) de los tribu- nales religiosos, jurisconsultos que emiten farwas 0 consul- tas juridicas, profesores de teologia, ete, Su saber consiste en el dominio del corpus religioso y su interpretacién, Su posicién social, en la actualidad, depende del lugar ocupado por este corpus en la sociedad: si el derecho del pats es isli- mico, tienen el monopolio de los cargos de juez (Arabia Saudi), si el derecho es Iaico (como en Turquia) ceden un sector entero dle la vida profesional a otra corporacion. El shiismo La principal escisién de la comunidad original de los ere yenles se produjo en los aflos siguientes a la muerte del Profeta. Los shiies se declararon fieles a la descendencia de Ali, yerno del Profeta, apartado del poder por los omeyas (batalla de Karbala, donde murié el hijo de Ali, eb imam Hoseyn, en 680). Al principio era una actitud estrictamente politica, que luego evolucions hacia un sistema de pensa- ‘miento religioso, La divisidn entre los shifes y los sunnies es una de las claves para entender el mundo musulmén con- temporineo, Los shifes constituyen cerca del 10 ‘% de los musulmanes del mundo: son mayoritarios en Irn (el tinico 2 pais en que el shiismo es la teligién del estado), Irak, Aver- baiyan y Bahrein, y forman minorias importantes en Liba- no, Afganistin, Paquistin y Arabia Saudi. ‘Vencidos en la disputa de sucesién del Profeta, los shifes se dotaron poco a poco de una teologia y un derecho pro- pos, primero bajo la direcciGn de los descendientes direc- tos del Profeta, los imames, y luego, tras la desaparicién w ‘ocultacién det duodécimo imam, bajo la autoridad de los doctores de ta ley, que no se constituyeron en clero en el sentido moderno hasta el siglo xvi. Lo més caracterfstico del shiismo, ademas de Ia fidelidad a 1a familia del Profeta, 3 Ja espera del regreso del duodécimo imam, ocultado en 873 de nuestra era, que volverd para hacer que reine Ia jus- ticia en la tierra. Pero esta teologta, en sf misma, no es poli ticamente radical, La corriente shi, hasta la época contem- pordnea, ha sido mayoritariamente quictista, partidaria de aceptar a las autoridades establecidas, La radicalizacién del shiismo iranf en los afios sesenta y setenta significa a con- fluencia de dos tendencias muy distintas, la clericalizacién ¥ politizacién de los ulemas shites y la ideologizacién de la doctrina shit. En el siglo xvii se entabl6 un debate teol6gico entre los tulemas shifes: los ujbari o tradicionalistas consideraban, al igual que los sunnies, que no habia que «abrir las puertas de la interpretacién», sino atenerse a la tradicién; los osuli 0 «

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