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5 SALVADOR BENESDRA a | EI traductor Salvador Benesdra EL TRADUCTOR ry EDICIONES DE LA FLOR ‘Tapa: Santiago Fuentes, segin diseno original de Patricia Jastrecbski (© 1098 by Bilciones de la Flor SLL. Gorriti 3695, 1172 Buenos Aives, Argentina Hecho el depdsito que dispone la ley 11.723, Impreso en Argentina Printed in Argentina ISBN 950-515-164-0 Capirun ‘Me dije que tal vex era cierto después de todo que las ideologias estan muertas; me regodee mirando por la ven tana del har eémo el sl caliente de le primavera de Bue: hos Aires comenzaba a fundir todas las convieciones del Invierno, Sespechaba por primera vez que podia haber un placer en el vertige de otar en ese ealdo uniforme que se hhabia aduenado hacia tiempo de todos los espacios del planeta, El sol voleaba su fiesta de distinciones sobre to- {40s los objetos de esa exquina, pero yo sentia que por to- fdas partes estaba drenando una noche gris de gatos u vversalmente pardos, una apoteosis de la indiferenciacion ‘que por primera vez no lograba despertarme miedo, Bmpect a jagar con esas sensaciones. Me imaginaba que no s6lo habia eaido el Muro de Berlin, y podia desa- parecer la URSS, y con ella a izquierda viet y In iz ‘quierda verduga, sino que el sol mismo se habia puesto a transgredir sus propias normas. Se prende y se apaga, se prende y se apage, Ya titila come una limpara descom- puesta, como los juegos de luces de las diseotecas. Los cir- ‘uites del planeta se excitan eon la altornancia, se reea- Tientan. Batsn por reventar en una eyaculacién final ‘—Perdén, lo molesto? —Hstamos trayendo el mensaje del Sefior a todas las lmas que busean la salvacién Si no le molesta le aconsejaria que lea estos textos 1 sagrados, Sélo el Senor nos ayuda euando estatnas en un momento de angustia. Sélo cuando sus manos depositaron con wn gesto ines peradamente femenino lo felletos protestantes sobre la ‘mesa del bar me di venta de que era una mujer, Tal vez tuna adolescente, Sas rasgos ligeramente sindiados me {mpedian caleular su edad y el pelo vielentamente esti do hacia la cola de caballo remataba eon su traje de chi ppacrios de previneia una imagen tantas veces vista en Ia ‘area proseitista voleada por las geetas provestanter so bre la ciudad que no reparé en su femineidad cuando en {16 con otros eorreligionarios en el har. Ahora me miraba con el gesto severo de Tos predicadores. Si venta a eonso lar angustias, disimulaba muy bien su piedad. Tampoco tenia yo la desolacién que ella estaba buscando. Pero aho: ra que habia advertido que era una mujer, sabia que no na a poder evitar dedicerme concienzudamente ala tarea imposible de Tevantarmela, la misma tarea en la que fra ‘asaba metédicamente con todas las desconocidas que ‘ruzaban unas palabras conmigo en los lugares mas st rentes para el encuentro erotieo: Ia calle, el colectivo, las plazas, el bar. Busqué en los fellets alguna punta para ‘empezar a hablar. Pero no habia ni rastro de textos sar os. Sélo propaganda ramplona, pequenas frases sueltas, ‘lo sumo parrafos supuestamente extraidos de la Biblia, nero seguramente seleecionados por algin funcionario ‘igno de figurar en el staff del Readers Digest. Empece a sentir la deseompostura infaltable en esos easos. No podia Aecirle que esas frases eran soberanamente iiotas, que no revelaban nada de ninguna religién, que menos ain Inacian justicia a la Biblia, einvitarla traseartén a sentar~ se, a tomar algo y después a admirar de noche Tos trisos de'alguna iglesia, Me quedaba la opeién de ponerme a elo- iar Ia Biblia, ii Por qué, Dios, no me hieiste Teer en mis 436 infinitos anos el Iabro, por qué dejaste que pudiera Aapeabar Historia de primero en el colegio sdlo con un Pen tateuco leido a Tas apuradas??H| Si habia algo que Jamas 8 habia hecho en todas las partidas jugadas contra tantas apetecibles desconocidas, era darles en la apertura la Yentaja de conocer mit Iagunas intelectuales, Que yo no upiera manejar un auto podia exhibielo como un blasén Pero no haber leido la Biblia me equiparaba de pronto con los imbeeifes que habsan eterito esos flletos anodines, Que se entienda bien, no era un problema de ongullo, tii siquiera de saludable autocstima, Nadie se averguen: za de reconocer que no habla un idioma extranjero frente ‘un analfaboto. La Biblia no era aby un tema de cultura. Era el terreno mismo donde tendria lugar la batalla. No podia esperar atracr a una puritana encandilada por Ins divagaciones de algun guru protestante si no estaba en ‘condiciones de competir en el mismo terreno donde algiin ‘caradura pretendia hacer brillar su palabra iluminada Poro ademas estaba la euestidn de Ins armas, Jamas ha: bia hatallado por la conguista de una mujer usando otras armas que las de la seduceion intelectual, En realidad, hhunea habia bregado por nada que no pudiera —o pare ciera que no pudiera— conseguirse por la vin de la expo- Sieidn argumentativa, or el deslumbramiento de la pala bra, de los canocimientos a de Ia pura conviesion. La pro- pia vida me la ganaba con fa palabra, come traductor. Sa bia que habia otra via. Sabia que existia todo un mundo diferente donde los actos no cansultan a cada paso a los pensamientos para atroverse a oeurrir. Pero nunea habia Sido un hombre de aceisn y no podia pensar que iba a po der cambiar s6lo para poder acerearme a una mujer des: dle ese otro mundo deseonoride, dande enda objeto tiene toda Ta abramadora fuerza de la materia y ningun espa- tio para la duda en su interior, y donde los euerpos se © que cualquier eonviceidn. Sin las armas del pensamiento yo no era nada. Pero el tiempo se me iba y la evangelista estaba a punto de reeoger sus falletose ise a probar suerte a otra, ‘esa. Senti que me empezaba a faltar el aire, que la res 9 Bossi‘ Ss piracién se me aecleraba y la sangre me martillaba en Is fabeza, De pronto tuve la abeurda eonvieeién de que ese fencuentro seria crucial en mi vida, Un desvio en la ruta, ‘que me apartaria a una distancia infinita de la direecion ‘Que habia mantenido hasta entances, La evangelista reco {6 con silencio decepeionado sus flletos, yo me senti labismalmente estupido, avergonzado, despreviable, y a1- tne con toda esa escoria de sentimientas el valor para pre- sguntarle: ‘Sos evangelista? Me mire con reprobaeién, Yo no podia salir de mi sombre y tomi que en mi esfuerzo por ocultar mi ver fzuenza hobiera pasado por alto alge demasiado evidente, ‘Me pregunte si Te habia dicho efectivamente “evangelista” f habia hecho un Tapsus espantoso, como haberle dicho “comunista”, por ejemplo. Pero adoptando muy lentamen: te-una paciencia pedagogica, ella explis No, no somos evangelistas, Somos adventistas —y calls satisfecha de haber abundado en tantos detalles. {Cul es ta diferencia? Sills adventistas no son evangolistas? —insisti, y enti profundamente la ftilidad de la supuesta revela- ‘in que mie habia llevado @ pensar que estaba encontrén- dome con mi destino, La adventista parecia més tonta ‘gue una evangelista, Pero no se iba. No dio al fin ya casi ofendida—. Los evangelistas Inablan en lenguas, No respetan el sibado, —iNada mas? los ereen que hay una vida después de la muerte; que ol alma sigue viva, ={¥ ustedes no? —Empeeé a sentir un atisbo de ou riosidad teologien No. ay cud es el consuelo que da la religion de ustedes? Nosotros ereemos en la profecia {Qué dive la profecia? 10 —Que habri wn segundo advenimiento del Senor y re sueitaran los muertos ‘Obie, adventistas. Estaba por preguntarle por qué no hablaban en lenguas”. No ofa esa expresién desde los tiempos de la secundaria, en que me enfrascaba en el os- tudio de le Edad Media, Pero vi que sus ojos se habian puesto a brillar, los labios, gruesos, carnosos, a sobresalir ‘como en una mueca de desafio, y comprend simultane mente que era definitivamente hermosa y que estaba a punto de irse. Entonces subi la cima més alta de mi co taje y me laneé sin paracaidas + Yo no let la Biblia —empees, seedndome las eatara~ tas de sudor sobre Ia frente, As algo maravills, nosotros la Teemos todos los ‘Tene enseflanzas para todas las situaciones de la as vide SiLa len también en grupo? ‘tenemos escuela sabatica. Y ademas uno puede ir a 1a iglesia cuando quiere, Todos les dias hay seminarios. in esos folletos ests In direceiin. Puede venir cuando auiera, “No, a mf siempre me gusts estudiar solo. 0a To su- imo de a dos, Mas de dos ya no es un intercambio sino un tumulto. Se pierde mucho tiempo. Nunca falta el que ‘quiere sobresaliro el que necesita que Te expliquen hasta los nombres. "Entonces hable eon el pastor. Tal ver él leconsiga a alguien que se retina con usted. ‘Hable con ol pastor! "No me lo querria tomar tan formalmente, Preferiria hablar eon vos —los ojos e Te desvian hacia la ventana pero parecin més importunada que intimidada—, por ahi podriamos reunimnos una vee ala semana en un bar 0 en. {una plaza El tiempo se esta poniendo muy lindo, "No, yo no tengo tiempo. Trabajo y estudio y termino muy eansada todos los dias ay hey no trabajis? u —Hloy me dieron asueto porque la compatia est ha ciendo el balance. Por eso aprovechamos con Tos chicos para salir a difundir. Los adventistas no hacemos nunca bra misionera en los bares, pero nosotros. queriamos probar Tos otros miembros del grupo ya habsan terminado Ia revorrida por las mesas y la esperaban en Ta esquina, Po Gia sentir sus miradas de reprobacion elavadas como alli Teres de vudii en mi euerpo para exorcizar los mil demo: nios del atefsmo, Pero bien podia ser que fuera todo To oa: traro, que estuvieran festejando inocentemente el acerea miento de un nuevo cordero al rebar, Nunca se sabe has ti dénde la gente se toma en serio el lado generoso de sus onvieviones. Bs mds, a como estaban las eosas no me que- taba otra que apostar a la piedad eristiana, Otro salto sin paracaias w ruoge que te quedes a acompaiiarme un rato. Me acaba de pasar algo terrible en el trabajo —ments, {Mentia? Para lo que eran mis habitos de sinceridad Adogimatiea, si, come un descoside. Porque si habia algo de terrible en lo que me habia sucedido, yo era quien ms le- jor estaba de pereibirl, Nada demasiado terrible le pue- de pasar on el trabajo a un traductor. Tres dias ateas me Inabian encangado una traduceién que paresia de rating, pero qui estaba torminanda de remover las poeas corde. hada ideolégieas que todavia me ayudaban a orientarme ‘en el mundo, Bso era todo, Dudas sobre la editorial de iz ‘quierda, mi editorial, que me habia ordenado el trabajo. Dudas sobre mis propits ideas. Nada eapaz de impresio nar a una predicadora que esperaba un segundo advent ‘miento de Jesus. (Que tha a decirle? “Mamita, se me exe ln estanteria ideol6gica!” Miré a la mamita. No debia te ner menos de 24 ates, pero de galpe su rostro habia ad- ‘quirido la expresion atontada de los ereyentes y parecia ‘mucho més joven atin, y también mas fea. No me interro sgaba siquiera con el gesto, ni parecfa esperar una conti ‘huacidn. Simplemente no se iba. La opeign de la mentira ry ‘desembozada aparecié por primera vez en mi cabeza y se fue abriendo paso a codazos entre una multitad de impe- rativos morales y pavores hasta llegar a mi boca, “Soy traductor de una editorial. En Tes ultimos tiem, os empezaren a encargarme trabajos muy rares, medio fospechosos —su rostro permanecia impasible—, reo ‘que pueden tener que ver on el contrabando y hasta eon, Arogas. "Mi esfuerzo desorbitade para ocultar mi incomodidad por recurrir a un truco tan burdo parecié finalmente ser tomado como prucba de que estaba eonfesando un seereto muy importante, porque lentamente sus cejas comenza- ton a esbozar una interrogacion. Pero me le adelanté. No podia correr el riesge de que me pidiera alguna precision. —Estuve pensando en hablar de esto con alguien. Pe- +o antes quiero estar bien seguro, Hace muchos aios que trabajo ahi y no quiero tirar todo por la borda. La gente del trabajo ¥ mis amistades tienen muchos vases comuni- ‘antes, Creo que serias la més indicada para empezar fir de qué se tata, ‘Sentia que andaba en wn earruaje, tropezando a vio- lentas sacudones con los baches de un histrionismo deseo- nacido y fue entre esos bamboleos que soté la ultima fra 0, con la resignacign de quien quiere cumplir con el libre: to'aunque sus tarpezas aetorales ya han echado a perder Inobra, Por supuesta, dicho y no hecho. Sus ojos grandes, aborigenes, almendrados, no muy oseuros, emperaron & mostrar la urgeneia de la timider, y sent el vrtige de es tar empezando a ganar la batall Es que ahora no tengo tiempo. Tenemos que volver ‘on los chicos a la iglesia, porque ya terminamos la reco rida y queremos hacer una evaluacin. “Ite espero, entonces. Ya te dije que necesito hablar con alguien, Bueno, pero sino vongo hasta las seis es porque no hice a tiempo y no me espere més. “Entonces dame ta niimero de telefono 13 MO, ¥ decime cuando carajo me vas @tutear. No tengo telefono. El dete trabajo. ‘Ahi no puedo recibir Namadas, La paciencia se me escurria entre los labios y estaba a panto de soltar una puteada. ‘—Entonees voy a quedarme aqui hasta el sgundo advenimiento 'Rostro atontado de ereyente a punto de tornarse pre: dicadoramente admoniterio, Silencio. Nuevo intento del leo, “A propétite, jewsindo va a ser el segundo adveni- rienta? No sé siel bar aguantara hasta entonces, "Cuando legue el fin del mundo —dijo encrespando tuna ver mas el entrecejo, y fue caminando hacia Ia p ‘a, mientras su mano parecia intentar a sus espaldas el saludo que su duefa habia olvidado dirigirme antes de partir. del se Cuando se fue me quedé mirando hacia el punto exae to del espacio donde habia estado su cara mientras char- labamos, Trataba de evocarla, pero sabre todo de indagar- Ja, de descubrir en el fantasma conjurado por mi las cosas ‘ade no habia aleanzado a conocer de ella. Me preguntaba Thasta qué punto su belleza la haria inaecesible y eompen- saria en la imagen que ella tendria de si misma el efecto turualmente desvalorizador de una eara de india. Tampo- 0 e8 despampanante, me tranquilie. No podia tener una, fotizacion demasiado alta en el mereado del apareamien- to. g¥ que eotizacion tendria yo? ‘Desde que habia empezado a traducir a Ludwig Brockner todo se me aparecia por momentos bajo esas fr- ‘mas erudas y obscenamente simples. La eomplejidad ar boreseente de las ambiciones humanas, la diversidad de sus valores, podfa ser de golpe triturada en el orden unt ‘dimensional de mandar y ser mandado, de comprar y ser “ ‘omprado, Era una sensacién muy parecida a la que hi bia tend de chica al leer los anaisis de Marx sobre el ea pitolismo, Pero aquello habja sido un deslumbramiento, ‘Ahora la revelacion era un espanto, Marx me habia des: ceubierto Ia forma en que se generaba la riqueza, la plas- ‘valia, bajo un sistema de intereambio formalmente igua- Titario, de pago justo por eada mereancia, que reproducta, en realidad las diferencias de clases que la humanidad arrastraba desde el fondo de los tiempos. Lejos de negar ‘que el capitalismo funcionara asf, Brockner reconocia en {a forma mae perfeeta de perpetuacion de las diferen- ‘as de clase, las que su libro entronizaba como la quin- taesencia del progreso humano y defendia hasta su inson- dable carozo biolégico, alls onde la apologia dela supre- imacia de los superiores desemboca ineluetablemente en Ta afirmacién de In superioridad de alguna raza. Mare {queria superar el eapitalismo porque éste slo simulaba la igualdad esonémiea y politien, sin lograrla. Su comu- nismo era un llamado & la democratizacién radieal, ala realizacion de esa ilusién igualitaria, En cambio Brock: rer alababs la democracia porque era para él el sistema ‘nds seguro para garantizar el predominio de los superio: resy la subardinacién convencida de los inferiores. Era la primera ver que encontraba la defensa de capitalismo li beral en un racista, y leyéndolo me invadia la impresion ‘escalofriante de que todos los liberales tendrian en reali ddad esa misma conviesion en el rine mas intimo de sus tabezas, donde no liegan las piadosas correcciones del ‘ristianismo, Pero mas allé estaba el autentico horror: la posibilidad de que, después de todo, ésa fuera la verdad y Tas diferencias de clase no fuesen wna injustieia que sélo cl estado precario del desarrollo social podia explicar, si ho el orden adecuado en el que cada persona podia y de bia encontrar su justo lugar. Habla que admirarlos en tonces a los triunfadores, no a los obvies, a los genios, a ‘auienes despiertan la gratitud de todos los que disfrutan, sus ereaciones en el arte y en la cena, sino también a 16 BM los otros, a los que simplemente mandan, en las fabricas, Ins universidades, los elubes de barrio, el Estado? “Mire a los mozos. Las earas jovenes no me decian na- da, pero los vejos eran tna purialada, ;Como se puede le ‘zara los 60 afios come moz0? No como maitre, no como pe {quello mandamas de una mindseula jerarguia gastron6 mica, sino simplemente como mozo, Reeorde haber leido ‘due Tos salarios en las empresas japonesas aumentaban progresivamente con la edad, independientemente del ni vel jerarquico. Bra un eonsuelo para los mozos de 60. ‘Junto a las ventanas del bar que dabsin al sol dos th pos jovenes, con tada Ta apariencia de yuppies, diseutian on los gestas eeremoniosos de quien esta tomando dec ‘iones. Me acorde de pronto, tal vez por primera vex des dde que lo habia leido en la adolescencia, de Los eaminos dela libertad, de Sartre, Una escena de la Segunda Gue- ‘ra Mundial. El protagonista, un francés, esta por prime ra ver frente a frente con el enemigo. Solo los separan los, respeetivos refugios, De golpe ve salir a los alemanes de su eseandite camo ai fueran dioses, avanzando seguros de Ia invulnerabilidad que la propaganda nazi embutié en sus cabezas arias. Bl protagonista duda en disparar por ‘que sabe que es initl, pero finalmente cumple el tri te, acierta,y los ve eae, yno lo puede creer. Llega la eu foria por la ealvacién, pero también una decepcicn inespe rada porque los dioses puedan eaer camo ratas y el poder termine siendo un asunto tan banal come unas bal. ‘Tal ver fue roeordar a Sartre en 1990 To que hizo que ‘no me sorprendiera al verla entrar de nuevo en el bar Es taba ya tan sumengido en la atmésfera irreal de ese ana ‘ronismo existeneialista, que me parecié natural ver acer- ‘arse hacia un ex lrotskista a esa adventista acudida puestamente para air confesiones desgarradoras sobre las Fechorias narcotrafiqueras de una oscura banda interna- sional, Pero ademds habia algo en su regreso que parecia ubicar repentinamente tado en el orden indicado para que fonprimera ver Tas cosas devolvieran aunque fuera un te Pure refieo de To que a uno le pasaba por la cabeza. Esa Enders subrayada por la pollera negra y la blusa blanca fe saldaba de un fogonazo definitivamente hembruno to- das las dudas del caso podia ser obra de la easualidad? {Podia haberse sacado el saco de predicadora sélo por el falor. mezquino de na primavera incipiente? ¢Podia fvanzar hacia mi con esa mirada implacable de eirujana Sino estaba dispuesta a cortar de un solo tao todo Io que Se le interpusiera en el camino? Padia yo dudar de que por fin habia un eamine? Como una edseara seca, una piel le mis trece alles comenté a desprenderseme del cuerpo: "1966: leo por obligacion para el colegio Sin rambo, de Eugenio Cambaceres. El protagonista, Andrés, y el libro ime resultan incomprensibles,lejanos, arbitraris. Hasta ‘que llega cerca del finaly leo:"sCusndo era que habia vis- tol mas alls de sus nariees, cudndo haba atinado a pre: ver nada? Bastaba que en las mil vicisitudes, en las mil lllernativas de la existencia se antiipara a Tos sucesos, Dpredijera algo, un acontecimiento, un hecho cualquiera {del dominio fsico 0 moral, para que saliesen erradas las tconjeturas y resltase fo contrario de lo que habia pensa- do o caleulado, ;Teméa que su hija se muriera? No podia “adquirir mas seguro indicia de que ibaa viir sana largos tahoe.” Comoen una lamarada, fa historia de Andrés se Ine vuelve de golpe terriblemente familiar, se cuela en el reducto inexpugnable de mi pieza de los trece afos. Su profunda sensacion de derrota frente a la imprevisibil dad de los sucesosestablece inesperadamente entre él y 70 tun parentesco intimo que supera las distancias abismaies entre nuestros universes. Yo tambien he vivido con mis tre fr escusos afioe ese mismo extranamiento, y he quedado Imareado a fuego por el temor de una fuga repentina hacia lin mundo donde ni siquiera las mas naturales secuencias respetan el orden necesario para edificar sobre ellas un plan, un proyecto humano. Bt suicidio de Andrés al final, " con su furia occidental contra st mismo desbaratando et ‘orden ritual de un despanzurramiento a la japonesd, transforma el parenteseo conmigo en la inquietante post bilidad de una identidad fundamental. Siento en ese mo- mento que una mano oculta ha puesto a mi alcance ell bro para que yo una esos cabos y entienda la advertencia. ‘Tota una sucesion de sinsentidos cobra de pronto la fuer za apremiante de un destino prefiiado. La profesora de tastellano, que se atreve a prescribir a alumnos de trece ‘thos un texto apenas tolerado clandestinamente por las le tras naciomales como fundamento desafortunado, bastar- doy corrompido de nuestra literatura contempordnea. An- drs, exe artetoerata racistay diletante, que vag por la vi ‘da como por una pampa sin norte hasta que se inventa wn rumbo en la hija que te engendra a una eampesina de su ‘extancia, y ve derrumbarse todo con ta muerte de (as dos. Mi padre, esa figura exquiva que se la pasa prometiendo hhacer cosas de padre y falta indefectiblemente a cada cita con sus promesas. Tado el maldito entorno toma ta forma de una metafora de esa geografia sin coordenadas que es la Argentina en la que Juan Carlos Ongania acaba de dar fel enesima golpe militar pare poner orden. Pero me digo y Ime repito que 30 no soy de agut, que no me va a pasar to ‘mismo, que nd me voy a confundir con ese paisale donde tspacio¥ tiempo defraudan sistematieamente foda prome- ‘sade una direecisn, Que entiendo la advertencia, pero que fen mui caso esta de mds. Yo no soy un estanciero haragén, hho me voy @ tener que refugiar en los panates de una hija bara encontrar mis metas. Me sobran vocaciones, tengo ‘mis propias coordenadas interiore, las deta fisea, las de lax matematica, las perennes y wniversales que seguirdn existiendo aunque la pampa se trague al planeta. Me (o di zo y me lo repito, pero el calendario se pone en marcha y {ritura uno a uno los proyectos. Ano a ao voy descubrien ddo que no sere fsien, ni matematico, ni puedo siquiera auinar a prever nada’, y un dia pierdo (a verguenza inte Uectual y me encuentro leyendo humildemente el hordscopo 18 ‘para ver siesta vez si es el momento oportuno para acer {ors para poner la mira en unos ojos de mujer y decir esta serd mia, y que ea mia; para dar en et blanco de una vez ‘por todas con una sola flecha, en Lugar de pasar la vida t- rrando con perdigones a la manada y recugiendo la presa, Siempre fa mas inesperada, que cae en la volteada. La presa vino hacia mi esquivando a su paso las me- sas del bar, Of el redoble de los tambores del destino re tumbando entre eas maderas y estuve a punto de volver ‘ entrogar mi suerte come tantas veees en el pasado alo ‘que mandara un texto inaceosible eserito para mi desde al menos un tiempo antes de ese momento de vertigo total Pero me detuve a tiempo, dispuesto a pelear para inven- tar mi propia ruta. Hacia ya mucho tiempo que no lea ho- réscopes, pero no porque hubiera recuperado las eerti- ‘dumbres del racionalismo o las riendas de mi propio an- dda, sino por resignacidn, porque las promesas de los as tos se revelaron tan mentirosas como las de los hombres. ‘Ahora eentia en cambio un coaquillee de libertad reco rriéndome Ia piel. No sabia qué decian los astros ni los hombres, pere queria que todos anuneiaran un nuevo fra- ‘caso, para que fuera yo esta vez quien los defraudara. Porque ya los estaba defraudando. Aun asi mi vor tembl6 ‘un poco cuando tuve una vez mas a la adventista junto a “Llegaste antes del fin del mundo io una mueca que no pude descifrar si era de incom prensién o disgusto, “No, lo que pasa es que la evaluacién terminé en se- guida —dije finalmente con rostro serio y luego agrogs Sonriente—: 0 tuviste que esperar mucho? Tmposible saber a que se referia ese “no” inci, a no ser que sirviera para proteger su orgullo de mujer por ha ber Megado antes de lo previsible a una eta. Lo que que- Fits verdaderos que esas consiceiones eran sin dada un pardehechoscontandentes como lapis: sa. asombr 2 Pita de interes cats fo que yo le canta, que tSonaba inexplicable su permaneneia conmigo, el ent ‘Shue de gro cero que mostrd cuando lect beso, sa stthnae eoneitente cunndo Sntenté dale oro, su neat TEESGyalaren Ta despedia sn nuovo eneuenteo, Lo Un Sea aClinsorcieme de lento eran atisbo de fasts Satta a su rechao, como un acento, on alia de nna aren de emerge. que era una muestra slit Tira gue ella poo ena Iuehande conten alguna hea de pasion. ¥ nadn mn Ms tng de una noche sa smagen hain taeda mi ch tempotan emerger de Tn bruma de a silencio tenaz Gra moldears eon algo de retad gracies algunos da- Paryconcerantes que tn acres a al mundo > tio tangible do os pores Bran eset dats los. ave rested utsospecha de realiad yTaarraneaban de lt srntelea de chupacirios saltesaen Tague mi mentee ibio clasfado. Porque ra sltena y adventsta pero {bien bchller y emplead ainisteativa, al mas ‘Shane ane reatidades con que uno puede tropez col iE Boro to qu vavia erie que exstiera una art Sout ene y huevo ontre In etora abstract ei see ae se pratetantsme sindiado ¥ la mundanidad ents de ou empleo era la fuera, la convccon de #8

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