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Capitulo 6 La ciencia moderna como calamidad El choque entre el Primer Mundo y el Tercer Mundo amenaza borrar ja ambos! del mapa, y me llevé a llamar a este libro La cien- cia como calamidad. Conviene comenzar sefialando las variables en juego y describiendo los conceptos necesarios. La diferencia entre la cantidad y calidad de conocimiento entre dos personas, empresas 0 paises desencadena inevitablemente pro- cesos por los cuales el poderoso tomar como “medio” a quien no lo posee, se trate del médico que vivird de curar pacientes, de electricis- tas que viviran de subsanar apagones, maestros que viviran de la do- cencia, potencias que vendran a tomar nuestro cobre, cacao, fuentes hidricas, mujeres guapas, 6rganos de nuestros nifios para trasplantar. Es en este sentido que la ciencia moderna desencadena uno de los procesos mas terribles por el cual el Primer Mundo toma como “me- dio” al Tercer Mundo, Constatamos, histérica y diariamente, que apelar a la ética y a la buena voluntad jamés lleva a buen puerto. De lo contrario, seria como esperar que el cirujano y su paciente rogaran a las bacterias que no invadan la herida postoperatoria, al hielo que no se derrita, que pongamos en la puerta de nuestras s un letrero de “prohibido robar”. éPor qué el Printer Mundo no puede ser mas bondadoso? EI Primer Mundo siente que es correcto mantener secreto el cono- cimiento en que basa su poderio, debido a que sus contribuyentes lo pagaron con sus impuestos para desarrollar la ciencia y la tecnologia. 185 Puesto que un indio de Guatemala puede ser curado con un antibié- tico descubierto en Boston y un emir puede ser Ilevado en avién a Zurich para que su coraz6n quede reparado mediante el uso de un cortocircuito coronario, se puede llegar a creer que todos podemos compartir en un pie de igualdad los beneficios de la ciencia moderna del Primer Mundo. Nunca ha habido un factor tan poderoso como la ciencia moder- na en esto de crear una desigualdad entre quienes la tienen y quienes carecen de ella. Ni siquiera el mismisimo dinero y las cacareadas acu- mulaciones de capital son capaces de generar semejante asimetria. éQué le sucede al tercermundista, ahora inmerso en una realidad artificial, que sdlo se puede interpretar con un modelo mental que él no tiene? Cuando el tradicional sentido comtin y las normas éticas, consa- gradas a lo largo de los siglos, las superan stibitamente reglas nacidas de la tecnologia avanzada, un granjero emigrado a la ciudad y con- vertido en obrero puede ser entrenado para ejecutar el trabajo, pero su cerebro quedara atras y su autoestima se ira desvaneciendo. Las normas primermundistas pueden, incluso, contradecir los criterios del tercermundista, que termina siendo testigo de cémo la cosmovi- sidn, que hered6 de una cultura de la que se declara folkléricamente orgulloso, se considera ahora poco menos que un conjunto de pre- juicios atavicos. Es éste el momento en que la gente se transforma de ciudadanos en masa subdesarrollada. Algunos habitantes del Tercer Mundo se sienten como versiones modernas de los ilotas.! Entonces, la Gnica accién afirmativa para seguir sintiéndose seres humanos, es transgredir y tratar de destruir la realidad opresiva. Es el momento en que los sindicatos s6lo pueden recurrir a hacer demandas y organizar huelgas salvajes, tomar edificios, pedir a los santos que les consigan 1 En algunos Estados griegos los ilotas estaban caracterizados en dos cate- gorias: situados entre hombres libres y como una especie de “bienes muebles” (douloi). No pertenecfan a una persona en particular, sino que eran esclavos del Estado y estaban sujetos a ser humillados y tratados con brutalidad, en especial, frente a sus hermanos e hijos, para dar la idea de que eran subhumanos y, en consecuencia, borrar cualquier entusiasmo y voluntad de superar su situacién. 186 empleo, incendiar automéviles o empuiiar las armas y dirigirse a las montaiias. Con frecuencia, los campesinos descalzos o trabajadores desem- pleados reflexionan acerca de su miserable situacion: “No acierto a entender... nuestra tierra ha sido bendecida por Dios. Tenemos petroleo, plata, esmeraldas, cobre, bosques maderables, cereales, plantaciones bananeras.” “Si -—podriamos responderles-, precisa- mente, a eso se debe que ustedes anden descalzos, carentes de poder ymencionando a Dios en su descripcion de lo que les esta sucedien- do.” En ausencia de ciencia moderna, hasta los recursos naturales son un flagelo. iCrece, crece, crece! “La idea de crecer por crecer es, precisamente, la filosofia de una eélula cancerosa.” Sypnzy J. Haris Cuando la adversidad se manifiesta con suficiente fiereza, las espe- cies recurren a una serie de estrategias para reducir en nimero su des- cendencia y, si son demasiado drasticas, simplemente se extinguen. Y no estamos limitandonos al caso de peces que vivian en lagos que se secaron al desertificarse la regién (por ejemplo, cuando se desplaz6 el anticiclén de las Azores y se produjo el Sahara), sino también a especies en cuyo territorio entré algtin otro bicho que se las comid. Animales tan poderosos como los mamuts y pajaros sudamericanos tan grandotes (dos o tres metros de altura), que ni siquiera podian volar, no pudieron interpretar una realidad a la que de pronto pe- netraron hombres con lanzas y garrotes. Seguramente no supieron qué eran ni de qué se trataba; el alambrado de su cerebro estaba ya demasiado establecido como para interpretar que su realidad ahora debia incorporar a seres humanos. Una foca ve acercarse a un sefior con un palo o un canguro ve a otro que le apunta con un rifle y no es- tan capacitados para interpretar si acaso les concierne; un analfabeto cientifico del Tercer Mundo ve que el Primer Mundo se globaliza, y no atina a interpretar el papel de la ciencia y de la tecnologia; apelara a lo que él conoce: puras morisquetas econémicas. 187 Por el contrario, nuestra especie se parece a la Hidra mitolégica a la que le crecian dos cabezas cuando se le cercenaba una de ellas. La mayorfa de las poblaciones humanas reaccionan a la adversidad persistente produciendo un ntimero mayor de hijos por familia. Hay una relaci6n inyersa entre el nimero de nacimientos por familia y la seguridad social efectiva. En Suecia o en Holanda, un trabajador sin hijos que por accidente, enfermedad 0 vejez quede incapacitado, cuenta con fondos y seguro de retiro; en igual situacién, un campe- sino latinoamericano arriesga a convertirse en un mendigo, a menos que tenga diez hijos sobrevivientes: dos artesanos, dos policias, dos albaiiiles, dos sirvientas y dos peones de depésito que puedan ingre- sar como trabajadores ilegales en el Primer Mundo y enviar dinero desde alld para sostener a su gente. De acuerdo con Carl Ahub y Diana Cornelius, demégrafos que elaboraron los “Datos sobre la poblacién mundial” para el informe de 2001 del Population Referen- ce Bureau con sede en Washington, en los paises industrializados el crecimiento natural de la poblacién se ha detenido esencialmente y se ha cambiado, casi por completo, a las naciones menos desarrolladas de Africa, Asia y América Latina. “En la actualidad, de los 83 millo- nes de personas que cada aio se anaden a la poblacién global por la diferencia entre nacimientos y defunciones, s6lo un millén de ellos pertenecen a las naciones industrializadas.” Lo que crece numérica- mente es la poblacién del Tercer Mundo, y aqui nos damos de nuevo de nariz con la amarga conclusién de que no son pobres por tener muchos hijos; procrean porque son pobres. La gente no es miserable porque procree hijos, sino que los procrea porque es miserable. El calentamiento del planeta ya no es una ominosa prediccién, esta ocurriendo ahora mismo. El ascenso calculado del nivel del mar (algunos predicen un asombroso dos 0 tres metros dentro de los préximos 75 afios) constituira un drastico encogimiento de la cantidad de espacio habitable y aumentara todavia mas la densidad de poblacién. Los mapas calculados para dicho escenario muestran, por ejemplo, a la Argentina cortada sagitalmente por una linea que baja desde Cordoba a Tierra del Fuego y hace desaparecer la mayor parte de la llanura pampeana que queda hacia el Este, la Patagonia incluida. 188 los Durante las campaiias politi ndidatos prometen resolver los problemas mediante el crecimiento: crear mds empleos, construir mas viviendas, abrir nuevas carreteras, establecer nuevos asentamien- tos, conseguir nuevas lineas de crédito, atraer industrias y capitales extranjeros, aumentar el nimero de edificios escolares, hospitales y carceles. De hecho, la eficacia de un Gobierno se mide por su habili- dad para fomentar el crecimiento. Mostrar la prosperidad de un pais incluye exhibir fotos de su paisaje urbano salpicado de gras inmen- sas que construyen edificios de miles de departamentos cada uno. Después de todo, :qué tiene de malo vivir en urbes pujantes e in- mensas? {No son acaso muchisimo mas entretenidas, culturalmente ricas y focos de progreso? Tanto nos pesa que ya no podamos tomar un helado frente al rio que atravesaba nuestra aldea porque hubo que entubarlo, pues la gente arrojaba basura y perros muertos? En San Antonio, Texas, podemos caminar junto al limpido rio, sentarnos en un café a mirar sus aguas, uno puede nadar en el Charles River que pasa entre Cambridge y Boston; en la ciudad de México, en cambio, los rios Churubusco, Mixcoac, Magdalena y San Joaquin son todos jnombres de avenidas! ¢Dénde estan aquellos rios? Debajo de dichas avenidas, circulando por caiierfas de concreto que periédicamente se tapan de basura y hay que desatascar. Antiguamente se construian las ciudades junto a los rios. Roma junto al Tiber, Florencia junto al Arno, Paris junto al Sena, Londres junto a su Tamesis. La idea era por demas simple: la ciudad recibia las aguas del rio que llegaba y los desagiies la regresaban rio abajo una vez que éste habia rebasado los limites de la ciudad. Hoy, que las ciudades han decuplicado el area que ocupaban y que englobaron pueblitos aledaiios, tanto la entrada como la salida de los rios quedan en plena ciudad. El constante crecimiento de la poblacién en América Latina empujé a ésta a establecer sus precariz suchas al margen de los rios donde ahora estan expuestas a frecuentes derrumbes de terreno. “jEsta prohibido! Es ilegal.” zAh, si? La gente, que aparece y se asienta en esos terrenos de la noche a la majiana (en algunos paises su aparici6n es instantanea, como surgidos del cielo, llevé a llamarlos “paracaidistas”), tiene poder de voto, de modo que mas tarde o mas temprano algtin candidato prometera que, si sale electo, 189 legalizara dichos asentamientos, les hard llegar clectricidad, line de transporte, escuelit Cuando los inversores adviertan ese aumento poblacional, cons- truiran cines, centros comerciales. Luego, forzada por el crecimiento a dar otro paso, la gente descenderd a vivir en la cafiada misma del rio donde, por supuesto, el caserfo estara expuesto a crecientes de las que, cuando se produzca el inevitable desastre, los periddicos diran: “Hacia 32 afos no se producia una bla bla bla...”. Lamentablemen- te, esto no constituye el fin de la cuerda. Para proteger al pobrerio es- tablecido rio abajo, las autoridades construyen canales, cuyos muros separan las aguas residuales del agua fresca que fluye pared de por medio, hasta que los limites de estos establecimientos suburbanos quedan atras. Otros hablan de “relocalizarlos” (ga dénde?). En el interin, durante la temporada Iluviosa, aumentara tan desmesurada- mente el caudal de las aguas, que los desagiies haran que los canales de aguas frescas y negras salgan de sus cauces, se mezclen e inunden esos barrios 0, de cuando en cuando, revienten los muros y aneguen los villorrios con aguas negras y desaten epidemias. Se echard la culpa al clima y los titulares diran asombrados: “jHacia 43 afios que no caia una lluvia de esta magnitud...!” y la TV nos mostrara gente que se desplaza con las aguas hasta la cintura, llevando jaulas y canastos con sus canarios y pertenencias. Hace tres 0 cuatro generaciones, una epidemia se frenaba ponien- do a los infectados en un villorrio llamado “lazareto” o simplemente “hospital”, situado a un par de kilémetros de la ciudad. Sélo por accidente partfa un barco de sus puertos y Ilevaba la peste a otro continente (sucedié en el siglo x1v con la peste bub6nica). En cambio hoy, la densidad humana, y los flujos de gente, animales y alimentos son tan intensos y descomunales, que es imposible evitar que las pandemias y las epizootias se propaguen. Simplemente, no hay sufi- cientes espacios libres entre las poblaciones. Se infectan las gallinas en la China y, dos semanas después, se estan muriendo contagiadas las canadienses. Y ya vemos lo que esta ocurriendo con la hepatitis, el dengue y el sida. Hace algunas décadas, la poblacién estaba controlada por el alto indice de mortalidad infantil y las expectativas de vida andaban por 190 los 40 6 50 aftos. En la actualidad, gracias a la salubridad publica y la medicina, la mortalidad infantil ha sido reducida eficazmente y la longevidad humana se ha estirado hasta unas cuatro veces la que tenfa el hombre de la Edad de Piedra. Algunos Gobiernos latinoame- ricanos intentaron controlar el crecimiento de la poblacién mediante programas de “paternidad responsable”, que incluian pildoras anti- conceptivas, vasectomia, ligadura de trompas de Falopio, consejos a los padres. Los funcionarios de gobierno pronto quedaron bajo un fuerte ataque de la Iglesia. En el mejor estilo autoritario, el ataque no consistié en contraargumentar, barajar razones, sino que se dirigié a la persona del ministro de Salud que habia propuesto el control natal. Fue sustituido por un politico avezado, es decir, uno que sabia que entrar en reyertas con la Iglesia resultaba costoso en funcién de yotos (Gonzalez, 1986). Ninguna universidad, hospital o academia de medicina abrié la boca para apoyar el planteo del ministro porque, aducfan, no resultaba politicamente aconsejable. Cuando la prensa especializada traté el asunto, lo enfocé casi exclusivamente en sus aspectos politicos: qué dirfa tal partido, qué le convendrfa declarar a quienes se estaban posicionando como candidatos de préximas elec- ciones. En los puestos de periddicos, el amarillismo hizo un festival de fotos lacerantes de inundados, veinte que dormian en la misma pieza y hospitales atestados hasta los pasillos con enfermos de tifoi- dea. Incluso quedé alelado al enterarme de que uno de los grandes problemas consiste en que, casi sin excepcién, aparecen bandas de violadores que irrumpen en las carpas nocturnas que albergan mu- jeres y nifios refugiados. Si bien es muy grande el mimero de gente que asocia estos dramas endémicos con la pobreza, es mucho menor el que lo asocia con una ideologia que condena el control de la na- talidad, y es casi nulo el que llega a entender el papel que juega el analfabetismo cientifico. En Latinoamérica la ciencia sigue siendo invisible (véase Sheridan, 2000). Recordemos la lacerante pregunta de Ryszard Kapuscinski: “Qué hacer con la gente?” 191 TActicas, estrategias, armas y trucos en juego Veamos como se las gasta el poderoso con el Otro cuando tiene que competir. Africanizacién Hace pocos ajios, cierto analfabeto cientifico clasificé a los paises enricos, pobres, Japén y Argentina, pues, seguin él, “...nadie sabe por qué Japén es tan rico y Argentina tan pobre”. Dicho personaje, segu- ramente desconocia la ya citada opinidn de John Kenneth Galbraith: “Antes, el rico se distinguia del pobre por la cantidad de dinero que levaban en el bolsillo; ahora, se diferencian por las ideas que tienen en la cabeza”. Yo espero que quienes se hayan molestado en leer este texto, capten la profunda estupidez de ese “nadie sabe”. Para no gas- tar tinta en detalles, se me ocurre ir a algunos datos extremos para saber cual es el resultado. Enfatizo “es” porque, desgraciadamente, no me estoy refiriendo a predicciones tremendistas, sino a un hecho por demas concreto, al que llamo “africanizacién”. Africa ha sido la cuna de la especie humana. Para cuando, tras millones de afios de evolucién, el Homo sapiens salié del Africa a po- blar Eurasia el hombre ya era casi el “modelo terminado”. Y el aporte africano no se redujo a los rasgos meramente anatémicos y estratos de tejido cerebral, sino que iluminé con su fulgor la cuna (“oficial”) dela cultura humana. Todo esto queda oculto por una bruma de pre- juicio, de modo que Africa es, por lo general, presentada como el rei- no del atraso irremisible. Ya Bartolomé de las Casas (1472-1566) nos leg6 una Brevisima relacién de la destruccin de Africa, que fallé en convencer a sus coetaneos europeos de que debian desistir de su trato prejuicioso, brutal, degradante y ladrén hacia las poblaciones africa- nas. No parece haber sido muy convincente, pues siglos mas tarde, ya en nuestros dias, Martin Bernal, en su libro Black Athena, muestra que a partir del siglo xrx los historiadores europeos, al describir los amaneceres de la historia en Caldea, Egipto y Grecia, ocultaron dolosamente (con mala leche) sus rafces negras, esto es, atribuyeron muchisimos desarrollos intelectuales hechos por los negros del Africa alas culturas babilonias, egipcias, griegas que, por supuesto, con se- 192 mejante atribucién de logros aparecieron como brotes insélitamente geniales. Walter Rodney, en su libro How Europe Underdeveloped Africa, documenta la implacable y milenaria destruccién del saber africano hasta reducirlo a una sometida escolarizacién elemental, para peor, catequista y en manos de sacerdotes que los estaquearon a interpretaciones de la realidad ya por entonces oscurantistas. Rys- zard Kapuscinski, en sus libros Ebano y Lapidarium describe el des- esperante estado actual: rapifia de minerales, oro, gemas, esclavos, deforestacién, hambre, plagas, guerras interétnicas, genocidio. Pero creo que, si elegi para este subcapitulo el titulo de “africanizacién” para proseguir mi planteo, ha sido por la repetida lectura de la nove- la The Heart of Darkness, de Joseph Conrad. Conrad que describe magistralmente la aventura de Marlow, un marino inglés flematico y errabundo que se emplea como capitan de un buque dedicado a la explotacién del marfil en el coraz6n del continente africano. Ahi encuentra a un tal mister Kurtz, personaje capital de la novela y de la extracci6n del marfil, quien encarna la oscuridad que figura en el titulo. A través de estos libros es facil advertir que hoy, para el Primer Mundo, los africanos apenas los maximos genocidas del siglo xx, ni siquiera incluyen a Leopoldo Ide Bélgica que, entre 1920-1930, ordend sembrar viruela para ase- sinara sangre fria no menos de treinta millones de congolefios. Cierta vez asisti a una conferencia sobre genocidios. En un momento dado el orador mostr6 una tenebrosa tabla en la que listaba a Bogdan Jmel- nitzky, a los turcos que asesinaron a armenios y, por supuesto, a Hit- ler, Stalin y otros personajes siniestros. Al terminar, pregunté por qué no figuraba Leopoldo II. “Ob, ésa es otra historia”, me respondid. Aparentemente, la explotacién del Otro puede llegar a borrarlo de la mismisima historia. Me resulta horripilante que, encima de todos esos desastres, los mismos africanos desconozcan su propia historia (y prehistoria) y que su propio conocimiento del milenario maltrato sea muy inferior al que tienen quienes siguen siendo sus victimarios. Africa es una demostracién atroz de lo que le sucede a un continente sometido al “cognicidio”, un cognicidio muy semejante al que hoy se estd cometiendo en Latinoamérica. cuentan como personas. Cuando listan 193 “He descubierto que para hacer feliz a un esclavo es nei sario convertirlo en un ser sin pensamiento. oseurecer su moral y su visi6n mental y, en todo lo que sea posible, aniquilar su poder de razonamiento.” FRrevericx Dousiass? necesario “The secret of handling a nigger was to show him his brain didn’t have a chance against yours.” FLANNERY O°ConNor (Judgement Day) Los biblioclastas Las civilizaciones de los tiltimos tres 0 cuatro mil afios suelen tener algiin libro fundante de su identidad y cultura: la Biblia, el Corn. Parte de la técnica de dominacién es la biblioclacia, que consiste en quemarle al sojuzgado su texto sagrado. Los espaiioles recién domi- naron a los mayas hacia 1697. De inmediato, el monje Diego de Lan- da quem6 todos los manuscritos mayas que pudo encontrar (zalgiin parecido con la quema de libros durante el proceso militar argenti- no de 1976 a 19822). Como resultado de aquella destruccién de la identidad maya, sus ciudades permanecieron desiertas, ocultas por la vegetacion, hasta que en 1839 fueron redescubiertas. ¢Este redes- cubrimiento lo hizo algtin descendiente de los mayas? jNo! Fueron el norteamericano John Stephens y el inglés Frederick Catherwood. De modo andlogo, los egiptélogos mas destacados no son egipcios, sino primermundistas. En dicha vena, para aprender sobre su propia his- toria, es habitual que hoy muchos estudiosos latinoamericanos deban it a consultar documentos y a expertos en universidades del Primer Mundo, porque algtin funcionario corrupto los tomé de archivos y bibliotecas, y los vendié. La memoria del Tercer Mundo, elemento cognitivo crucial, hoy la atesora el Primer Mundo y, sobre todo, es quien decide cémo se habré de interpretar. Con todo, es muy dificil convencer al analfabeto cientifico que el subdesarrollo no se reduce a carecer de dinero, sino que se consuma cuando hay Otro que los conoce mejor y les impone la identidad que debe oficializ r. 2 (1818-1895) Abolicionista norteamericano, editor, estadista, reformador. Llamado “The Sage of Anacostia” y “The Lion of Anacostia”, fue uno de los pensadores mas prominentes de la historia afroamericana. (Anacostia es un ve- cindario histérico de Washington, D.C.) 194 En disposiciones legales de 1532 y de 1543, se prohibid, en todas las colonias la circulaci6n de obras de imaginaci6n pura en prosa o en verso (“Que ningtin espaftol o indio lea (...) libros de romances, que traten materias profanas y fabulosas, e historias fingidas, porque se siguen muchos inconvenientes”), publica Pedro Henriquez Urefia en su Apuntaciones sobre la novela en América (Humanidades, La Plata, Argentina, 1927). Aldous Huxley comentaba: “En la mayoria de los casos la igno- rancia es algo superable. No sabemos por qué no queremos saber”. Yo agregaria: En la mayoria de los casos, el poderoso no quiere que sepamos. “The Judge said always hire you a half-witted nigger, be- cause they don’t have sense enough to stop working.”3 FLANNERY O’Connor (The displaced person) The Library of America, Nueva York, 1988. La intoxicacion cognitiva El ser humano hace del generar modelos dindmicos de la realidad su manera mas obvia de sobrevivir. Hay varias maneras licitas de hacerlo, trasformandose en maestro, investigador, cientifico, y varias maneras tramposas: creando alguna nueva secta chiflada o manejan- do tenebrosamente los medios de comunicacién masiva. Veamos este ultimo factor. Los medios de comunicacién de masas ejercen una influencia po- sitiva sobre la informacién y la sociologia. K. Popper y J. Condry (1994) y P. Bordieu (1996) consideran que la televisién es la fuerza mas importante que acttia sobre la sociedad, cual si estuviera sustitu- yendo al mismo Dios. Aunque los intelectuales son propensos a que- jarse de los aspectos negativos de la television, gracias a ella la gente aprende acerca de las sociedades de otros paises, de otros periodos histéricos, de personajes importantes y de sucesos del pasado, que son reproducidos por expertos, en detalle muy exacto y admirable. 3 El jucz recomend6: “Siempre contrata a negros mediocres, porque no tie- nen sentido suficiente para dejar de trabajar”. 195 Un pintor flamenco del siglo xvi podfa pintar anacronismos tales como armar con rifles y cafiones a los ejércitos ateniense y persa o presentar a Jestis vestido a la usanza de los comerciantes de la Bruse- las del siglo xv1. En cambio, nuestros niiios de escuela estan familia- rizados con los periodos histéricos gracias, en parte, a las peliculas y ala TV. En la actualidad, un nifio puede tener una idea acerca de cémo es la vida de las hormigas o de las aguilas en su nido 0 acerca de la sociologia de los gorilas, que supera la que tenian los zodlogos profesionales de hace cincuenta aiios. Todo el mundo puede ver épera y los Juegos Olimpicos, cosa que sélo los ricos podian pagarse hace medio siglo. Nuestra sociedad se mantiene al tanto de movimientos les, desastres naturales, festividades o la supresion de la libertad en paises remotos en el mismo dia y, con frecuencia, en el mismo momento en que ocurren; todos hemos visto el instante en que Jack Ruby maté a Lee Harvey Oswald, asesino del presidente Kennedy o descender el hombre en la Luna o Argentina ganando el Campeonato Mundial de Futbol de 1986. Por desgracia, algunos publicistas, editores, escritores, produc- tores de television y de cine se sienten autorizados a distorsionar la verdad para acomodarla a los intereses econémicos de los grandes consorcios ¢ ideologfas politicas imperantes. Lo que estan haciendo en el campo dela religi6n y de la ciencia es simplemente siniestro. Por ejemplo, los investigadores y periodistas especializados mexicanos realizan la mejor divulgacién que pueden para explicar en sus revistas y libros dirigidos a los jvenes qué es el clima, por qué hace calor 0 frio, por qué Ilueve o nieva, cémo se forman y se disipan las nubes, la dindmica de un huracan, la radiaci6n solar. Sin embargo, en la tarde soleada y sin nubes del 22 de enero de 1999, en que el papa Juan Pa- blo IL arribé a México en su cuarta visita, las estaciones de televisi6n solicitaron a los televidentes que tomaran nota del amor inmenso que la Virgen de Guadalupe sentia por el papa, ya que “habia despejado las nubes y hecho brillar el Sol para recibirlo”. soci Pero no es bueno ser simplistas Conviene tener en cuenta que el Primer Mundo y el Tercer Mundo son sistentas complejos, en el sentido que mencioné en el Capitulo 1, 196 y, como tales, en su interaccién no dejaran de producir efectos pro- vechost (1) El Tercer Mundo se beneficia enormemente de laciencia y la tecnologfa que tiene el Primer Mundo, a través del uso de la electricidad, automéviles, lineas de subterrdneos, cine, teléfo- nos, radios, televisores, Internet, antibidticos, anestésicos, vacunas, alumbrado, refrigeradores y bancos, ademas de todo el conocimiento derivado de la cosmologia moderna, la teorfa de la evolucién, la cudn- tica, la relatividad, la electr6nica. Incluso la libertad de los habitantes del Tercer Mundo es, en cierta forma, producto de la misma lucha contra el principio de autoridad que impulsé a la ciencia moderna, en tanto que los movimientos independentistas fueron propiciados por ideas surgidas de la Revolucién francesa, la Ilustracién y el Enciclo- pedismo, y, luego, de las ayudas militares que las metrépolis hicieron a paises iberoamericanos con vistas a convertirlos en sus colonias. (2) Veamos algunos de los cambios que acaecieron en los derechos humanos. Cuando a principios del siglo xv1 llegé a México Hernan Cortés, en prueba de buena voluntad y respeto le enviaron a su barco una delegacién con -entre otros presentes- un par de personas para que las sacrificara a sus propios dioses allf mismo. Al menos, ese tipo de gentilezas fue desapareciendo. (3) Como la casi totalidad de las civilizaciones, las precolombinas crefan que el tiempo era ciclico y, cada cincuenta y dos afios, todo se volvfa a repetir. Para ellos, en el atardecer del tiltimo dia del aiio 52° el Sol se desangraba y morta. Quien haya gozado de un anochecer en Acapulco, habra advertido que en pocos minutos el Sol parece aumentar su tamafio tres 0 cua- tro veces, mientras una “hemorragia” lo tifie de un rojo abrumador y, luego, cuando desaparece bajo la linea de horizonte, las nubes se “salpican stibitamente de sangre”, se ponen rojas y se hace la noche, entender lo que estoy describiendo, En una suerte de terapia intensi- va, los precolombinos recurrfan a hacerle una transfusion de sangre al Sol, sacrificando miles de personas en aquellas terribles noches. Este tipo de “terapias” se descontinué. (4) Por tiltimo, muchos de no- sotros hemos sido perfeccionados como cientificos en universidades de maxima calidad del Primer Mundo. 197 “Me comprometo a ser ignorante” Depender de la ciencia, y que esa ciencia sdlo la tenga el Primer Mundo, provoca la peor asimetria que puedo imaginar. El Primer Mundo comenz6 a desarrollar su ciencia hace siglos, en momentos en que debié protegerse de la religién, pero no habia Otro que se lo impidiera. Hoy, el Tercer Mundo vive en un escenario donde sigue imperando la religién, sobre todo porque sus habitantes se siguen manejando con los viejos modelos teolégicos, pero hay ademas Otro (el Primer Mundo) que si tiene ciencia y tecnologia avanza- da, promueve el conocimiento dentro de sus sociedades y lo protege de todas las formas imaginables, con la famosa CIA si es preciso y, consciente 0 inconscientemente, dificulta que los del Tercer Mundo desarrollen el suyo. La historia del siglo xx esta llena de ejemplos de asimetrias cognitivas que provocaron alarma y la consiguiente respuesta (en el Primer Mundo). Inglaterra sintié con todo rigor las consecuencias de que Alemania hubiera aprendido a fabricar y enviar bombas V2 que Ilegaban para destruir Londres. En las décadas de 1950 y 1960, los norteamericanos se preocuparon ante la evidencia de que los soviéticos fabricaban, por un lado, cohetes capaces de poner satélites en érbita, y, por otro, bombas atémicas de cincuenta megatones, que bien podrian ser acarreadas por dichos cohetes. Aparecieron espias y contraespias, que robaban informa- cin y conocintiento, y su botin era tan valioso, que si los pescaban los ejecutaban. Y en otro contexto, entrenaron huestes religioso-castrenses (en el caso argentino) para destruir los brotes cientificos en su propia patria, porque la visién del mundo que los cientificos propagaban ponia en riesgo el modelo oscurantista al que ellos debian sus privi- legios. Mas atin, las potencias del Primer Mundo condicionaron su cientificos del Tercer comercio y sus préstamos a que los analfabetos Mundo se avinieran a desmantelar cuanta industria implicara ciertos conocimientos por encima de los necesarios para producir materias primas. En el caso del tratado de Bucareli entre México y los Estados Unidos (13 de agosto de 1923), los mexicanos se comprometieron a no desarrollar tecnologia alguna que pudiera llevarlos a producir maquinarias. (¢Mas claro?) 198 La estrategia de cultivar el conocimiento en su territorio y la ig: norancia en el ajeno, dio por siglos una ventaja crucial al Primer Mundo. Lo que ha cambiado en la actualidad es que la estrategia de fomentar la ignorancia y el oscuratismo del Tercer Mundo no da para mas. Uno de los tiltimos intentos (que todavia se sigue practicando) es desfogar el impulso de los paises del Tercer Mundo que quieran hacer ciencia, y acogotarla hasta convertirla en mera investigacién productora de -a lo sumo- datos para el trapiche cognitivo del Pri- mer Mundo, que, después de todo, bien se la podria pasar sin las contribuciones del Tercer Mundo, pues aportamos una infima parte de lo que necesitan. Se esta Ilevando a cabo una seleccién artificial al revés: nuestros mejores becarios, nuestras mejores mentes, tienden a quedarse en el Primer Mundo; nuestros mejores proyectos sélo se pueden realizar alla. Ese modelo simplemente ya no funciona, pues ha provocado que la masa humana del Tercer Mundo se transforme a si misma en una bomba muy poderosa y dificil de controlar. De hecho no se esta controlando. El analfabetismo cientifico activo A lo largo de este libro me concentré en cémo hizo el Primer Mundo para conseguir desarrollar su ciencia moderna y cémo fue fallando el Tercer Mundo en desarrollar la suya. Pero si bien he men- cionado el método que se usé en el caso extremo de la “africaniza- cién”, temo haber dado la impresién de que ambos mundos fueran analogables a dos corredores olimpicos que, simplemente, corren a distinta velocidad, pero no aplican trucos sucios para demorar al con- trincante. Debo enmendar dicha falta, y afirmar que el colonialismo siempre la impedido el desarrollo del conocimiento y la tecnologia del dominado. Ahora veremos algunas de las maneras perversas de impedir el desarrollo cognitivo de los paises. La esencia del colonialismo consistia en crear armadas que impi- dieran a las regiones del —ahora Ilamado— Tercer Mundo producir otra cosa que materias primas, esto es, nada que pudiera requerir conocimiento avanzado. Apareciéd, entonces, en la colonia o en el Tercer Mundo, una clase social sometida y mezquina que hace de interfase entre la metrépoli y la explotacién de materias primas, y se 199 ha ido especializando en el manejo del componente humano local. Asi, por ejemplo, si hacemos una lista de los paises que producen café y cacao, dificilmente incluiremos a Suiza, Bélgica y Francia. Pero si enumeramos los paises que reciben mayores beneficios econémi- cos del café y del chocolate, tendremos que incluir a unas cuantas naciones del Primer Mundo, tales como Suiza, Bélgica, Francia y los Estados Unidos. Incluso dentro del territorio tercermundista, la mineria, la produccién de alimentos, ropa, equipo electrénico, me- dicamentos, productos quimicos, comunicaciones, servicios, bebidas sin alcohol y, hasta agua y papel, se hallan en gran medida en manos de compaiiias extranjeras, y la produccién local de productos simi- lares resulta en extremo cara debido a la pesada carga que impone el pago de patentes, la ineficacia y la corrupcion. Por regla general, las sucursales en las colonias deben pagar patentes y otros gastos a su propia casa matriz tan altos que las hacen operar al borde del déficit, de modo que ni siquiera pagan impuestos significativos a los paises tercermundistas. Incluso nuestros estudiosos y escritores mds distinguidos participan en el oscurecimiento de la mente de sus compatriotas del Tercer Mundo. Cegados por su analfabetismo cientifico, no parecen tener cons- ciencia clara de lo que hacen. Bien pueden alcanzar niveles muy altos de belleza literaria rememorando su educaci6n religiosa, emocionarse recordando las campanadas de la capilla de su pueblito (véase Sali- nas, 1999) y, cuando tratan en forma especifica la religion, tienden a enfocarla en disputas politicas ¢ institucionales, es decir, agarrones entre el clero y el Estado, mas en raras ocasiones tratan de analizar la vision del mundo que se les inculcé en su nifiez, de modo que no puede contarse con ellos para que ayuden a disipar la niebla de oscurantismo que atrapa la mente de sus paisanos. Con frecuencia, los escritores publican articulos en los periddicos y revistas locales, asi como libros, en los que tratan cada detalle de la historia, cada batalla, cada gran contrato firmado con una potencia extranjera, cada mandatario, sin siquiera percatarse de que en los periodos que analizan se daba una lucha ideolégica entre el oscurantismo y la 200 ilustracion, y que ésta fue perdida por quienes intentaban introducir en Latinoamérica los ideales de la Ilustracién. Parece mentira, pero cuando uno llega a la contratapa de esas descripciones a todo color sobre, digamos, el siglo xx, un siglo xx que ha visto desmembrar el tomo, secuenciar genomas, desarrollar la aviaci6n, la TV a colores, la cirugia abdominal, los teléfonos celulares, los viajes a la Luna, las redes informativas computacionales, constata que esos sagaces escritores jni siquiera advirtieron! que sus sociedades no estaban desarrollando su ciencia, y por el contrario estaban mutilando la herramienta humana por excelencia en su manera mas reciente y avanzada de interpretar la realidad: la ciencia moderna. Peor atin, en sus Mamotretos ban reduciendo la cultura a la misica, la pintu- ra, escuelas literarias, artesanfas y bailes regionales. De una cultura compatible con la ciencia ni se dan por enterados. Los libros de mu- chos de nuestros galardonados analistas y prohombres de la cultura son ejemplos tangibles y estridentes de que la ciencia resulta invisible para el analfabeto cientifico. Para acabar con un ejemplo concreto sobre esta invisibilidad de la ciencia moderna para el analfabeto cientifico, comentaré que es ha- bitual que los intelectuales, sobre todo los periodistas, y mas atin los analistas de fondo de los diarios, se solidaricen con sus compatriotas que trabajan como indocumentados en los Estados Unidos. Muchos pueblitos de México, Guatemala, el Salvador, Nicaragua subsisten exclusivamente con las remesas que envian estos migrantes. Las fo- tos de centroamericanos y sudamericanos apresados y devueltos a sus paises son desgarradoras, porque, si bien son presentados como malvivientes, polizones, transgresores, se ve a la legua que son cam- pesinos que han pasado las de Cain, hambre para el caso. Durante los incendios de bosques de 2008 en California muchos indocumen- tados murieron quemados, porque prefirieron arriesgarse y quedar ocultos antes de salir a que los rescatara la policia y los expulsaran de Estados Unidos; cuando quisieron ponerse a salvo de las llamas fue ya demasiado tarde. En algunas piletas de natacién domésticas aparecieron mexicanos y guatemaltecos flotando, que habian muerto asfixiados porque, para protegerse del fuego se arrojaron en ellas, pero las enormes llamas consumieron el oxigeno del aire. Pues bien, 201 ami me desespera constatar en cada uno de sus lacerantes articulos, en el que esos intelectuales reclaman justicia, esgrimen derechos hu- manos, mencionan las necesidades médicas y escolares con las que no cuentan ni los trabajadores indocumentados ni sus hijos, que ningu- no capte ni aluda a que en la nacin del Norte pueden albergar entre 17 a 20 millones de indocumentados y darles trabajo, porque tienen algo que se llama ciencia y tecnologia. De hecho, el estado de Cali- fornia califica per se como uno de los cuatro paises mas adelantados del mundo, con las mejores universidades, observatorios astronémi- cos, valles donde nace la computaci6n, institutos de tecnologia que cuentan con un presupuesto mayor que el de muchos paises europeos. Para mi, la invisibilidad de la ciencia es comparable a que la gente muriera de enfermedades y padeciera dolores en Iberoamérica sin comprender que los edificios, en cuyos frontispicios se lee “Hospital”, son justamente para curarlos. Recientemente, el nuevo presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, se reunié con sus colegas de Iberoamérica. La visita fue por demas cordial y entusiasmante, a pesar de que se esta en plena crisis €tico-econémica provocada por los mismos analfabetos cientificos surgidos de las finanzas, que insisten en aconsejar a los Gobiernos c6mo manejar la ciencia. Se tocé el asunto de los indocumentados y ocurrieron dos cosas que, espero, el lector que llegé a esta altura del texto pueda interpretar con facilidad: la primera es que los mandata- rios iberoamericanos volvieron a reclamar soluciones en términos de mejor trato y otorgamiento de cuidados médicos, y la segunda, que el presidente Obama les hablé en exactamente los mismos términos, sin tocar el asunto del conocimiento, me refiero a que sus muchos asesores, que formaban parte de su comitiva, no juzgaron oportuno © conveniente aconsejar a sus colegas del Sur que hicieran nada en vias a generar un aparato educativo que culmine en la ciencia y la tecnologia. ;Omisién o estrategia? “No es tanto el sistema, sino el hombre quien necesita ser reformado.” ANDRE GIDE 202 “Ningtin cambio mayor en la suerte de la humanidad es posible sino hasta que se efecttie un gran cambio en los principios fundamentales de su forma de pensar”. Jor Stuart Mins En resumen Vemos que el analfabetismo cientifico tiene varios componentes. El primero fue que los pueblos del (hoy) Tercer Mundo no desarro- Ilaron su conocimiento al ritmo que lo hizo el Primer Mundo, y sus habitantes se encontraron de pronto viviendo la realidad que le iba creando éste. Para poder apreciar facilmente lo vertiginoso de esos cambios, cada tanto aparecen graficos que muestran el desarrollo de algo en el tiempo. Ese “algo” puede ser, por ejemplo, la velocidad con que se viajaba. El grafico sefiala que, digamos en 1800, la gente se desplazaba a distancias cortas a un maximo de 10 a 20 kilémetros por hora, pues era la velocidad maxima que lograban las diligencias y los jinetes a caballo, que habia que ir recambiando en numerosas postas. Por la segunda mitad de ese siglo ya habia trencitos que puede ser que descarrilaran con frecuencia, pero permitian viajar de 30a 50 kilémetros por hora. A principio del siglo pasado, los trenes fueron més rapidos, los veleros y primeros barcos de vapor alcanzaban de 60 a 70 kilémetros por hora. Para no fastidiar, saltemos periodos. Hoy uno puede viajar a la China a unos 900 kilémetros por hora, cenando, viendo una pelicula, durmiendo, pero un avién de caza puede volar a varias veces la velocidad del sonido y un cohete espacial da una vuelta completa a la Tierra a cada rato. Suficiente. Pero en este capitulo hemos visto un segundo componente del anal- fabetismo cientifico, el activo, que esta basado en las cosas que llega a hacer el que sabe para que el analfabeto cientifico no aprenda, no progrese, se quede eternamente como esclavo, cliente, dependiente. La interfase entre el conocimiento del Primer Mundo y el del Ter- cero suelen ser “universidades” que no son tales, lideres empresaria- les que prometen que si Ilegan a ganar la eleccién, fragmentaran las universidades de su patria tal como les ordené alguna agencia finan- ciera internacional, funcionarios amaestrados para ocupar cargos 203 directivos en la ciencia de su pais para desbaratar desde ahi cualquier esfuerzo que intente pasar de la investigaci6n a la ciencia 0, llegado el caso, directamente persuadir a las fuerzas armadas que las rompan con fuerza bruta. Esta interfase también incluye a lideres sindicales que pactan con los administrativos de un centro de estudios c6mo habran de realizarse los proyectos cientificos, que estan a aitos luz de entender, y destruyen asf la infraestructura del lugar. Por fin, hay, por lo menos, un tercer componente del analfabe- tismo cientifico y es el de ese Primer Mundo que 0 no advierte las consecuencias de mantener al Tercer Mundo en el perpetuo marasmo del analfabetismo cientifico, o bien lo advierte, pero no tiene la menor idea de cémo cambiar las cosas y eterniza la asimetria. S6lo mencio- naré que el panorama es demasiado heterogéneo como para admitir recetas sencillotas. Quizas, en este mismisimo instante, en el Primer Mundo haya think tanks discutiendo qué forma habran de darnos yy qué podrian obligarnos a hacer para controlar la Hidra que mul- tiplica a los habitantes del Tercer Mundo, que manda contingentes de indocumentados a anegar sus ciudades, que propaga epidemias y, a pesar de los provechos que obtienen de nosotros, se horrorizan del futuro inmediato a que estan empujando a todo el planeta. Por eso, sdlo se me ocurren ideas (0, menos que ideas, “corazo- nadas”) de las cosas que podria hacer el Tercer Mundo per se para disminuir esta asimetrfa. Lo que nadie parece haber tenido en cuenta es que una de las poquisimas formas de hacerlo seria alfabetizar cientificamente al Tercer Mundo. Me queda claro que es muy dificil, porque estamos tapados de analfabetos cientificos con poder, tanto en el Estado, como en nuestros cendculos intelectuales, irenarcas y, como explico, por razones intrinsecas el Primer Mundo no nos po- dria ayudar. A lo sumo, seguiriamos contando con él para asuntos de investigacién, no de ciencia. Pero estas protoideas las desarrollaré en el capitulo préximo y final. jValor! 204

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