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ALIMENTACIÓN DE LOS 4 A 5 MESES

4 MESES Tomas:

1 Papilla de cereales SIN gluten.


Preparación: 180cc. de leche continuación 1 + 6 o 8 cucharadas soperas rasas de cereales sin
gluten.
2 Pecho o biberón (en la cantidad que el niño admita)
3 Pecho o biberón
4 Pecho o biberón
5 Pecho o biberón

*Al introducir los nuevos alimentos hay que evitar FORZAR al niño.

5 MESES Tomas:

1 Papilla de cereales sin gluten pero con leche de continuación 2.


2 Pecho o biberón (en la cantidad que el niño admita)
3 Pecho o biberón
4 Puré de frutas.
Frutas recomendadas: Plátano, manzana, pera, naranja.
Frutas no recomendadas: Melocotón, fresa, frutas tropicales.
Preparación: Se empieza con cantidades progresivas, por ejemplo , y luego 1 pieza de fruta triturada
en forma de puré junto con el zumo de naranja. Es recomendable introducir una a una las diferentes
frutas.

NO AÑADIR AZÚCAR, MIEL NI GALLETAS

5 Pecho o biberón.

NOTA: Se puede introducir primero la fruta si se quiere, pero no las dos cosas a la vez. Recordar de
no forzar nunca al niño con la introducción de nuevos alimentos.

PAUTA DE ALIMENTACIÓN DEL NIÑO/A A PARTIR DE:

6 MESES

DESAYUNO: un biberón de leche (N.2) o leche materna.


COMIDA: puré de verduras con pollo.
MERIENDA: puré de frutas.
CENA: papilla de cereales SIN gluten.

PREPARACIÓN DEL PURÉ DE VERDURAS

Hervir: patata, zanahoria, judías verdes, calabacín, cebolla o puerro i acelgas. Añadir 50/70 gr.
(pesado en crudo) de pollo sin piel hecho a la plancha o bien hervido junto a las verduras. Cocer las
verduras con poco agua y sin sal sólo durante 25 minutos para no perder los nutrientes.
No se aconseja ni col ni coliflor debido a su flatulencia ni tampoco espinacas. Una vez hervido, se
tritura todo muy fino y se añade una cucharadita de aceite de oliva.

NOTA: Si el niño hace sólo 4 comidas, daremos un suplemento de leche en alguna de las comidas
que no lleve.

7 MESES

DESAYUNO: un plato de papilla de cereales CON GLÚTEN.


COMIDA: puré de verduras con pollo o ternera.
MERIENDA: puré de frutas.
CENA: papilla de cereales CON gluten.

COMENTARIOS

Al principio, la ternera se la daremos dos veces a la semana y en la misma cantidad que el pollo
(entre 50 y 70 gr. pesado en crudo). Es recomendable hacerla a la plancha y sin sal.

Si sólo hace 4 comidas al día, le daremos un suplemento de leche en alguna de las comidas que no
lleve.

Importante: Es necesario dejar un intervalo de 15 días entre el inicio de la ternera y del gluten para
poder valorar posibles intolerancias.

8 MESES

DESAYUNO: un plato de papilla de cereales con gluten.


COMIDA: puré de verduras alternando pollo y ternera.
MERIENDA: puré de frutas.
CENA: papilla de cereales con gluten, alternando varias veces a la semana con medio plato de puré
de verduras con pescado blanco 75 gr. (pesado en crudo): merluza, rape o lenguado (hervido o a la
plancha) y un biberón de leche grande (es decir, unos días papilla de cereales y otros la verdura con
pescado+biberón)

COMENTARIOS

El pescado puede ser congelado. Se puede hacer o bien a la plancha o hervido sin sal. Si el niño/a
quiere, también se le puede dar el pescado a trocitos pequeños. Si sólo hace 4 comidas al día, le
daremos un suplemento de leche en alguna de las comidas que no lleve.

Recordar que el niño/a tiene que tomar dos raciones de leche al día como mínimo (aprox. litro)
1 ración = un vaso de leche = 2 yogures

9 MESES

DESAYUNO: un plato de papilla de cereales con gluten.


COMIDA: puré de verduras alternando pollo y ternera.
MERIENDA: puré de frutas y un yogur natural sin azúcar (otra variante sería hacer la papilla de
frutas triturando un yogur natural + frutas + 1 o 2 galletas).
CENA: papilla de cereales o puré de verduras añadiendo varias veces a la semana pescado blanco
y dos días media yema de huevo cocido. (Dar un postre lácteo si la cena no lleva leche)
PREPARACIÓN

La primera semana herviremos un huevo durante 10 minutos y le daremos al niño la mitad de la


yema. A la semana siguiente daremos en la cena: diversos días puré de verduras+pescado y dos
días puré de verduras+1/2 yema de huevo. Aumentar progresivamente hasta llegar a 1 yema 2
veces a la semana.

COMENTARIOS

El yogur natural puede sustituirse por dos petit suisse naturales sin azúcar o por quesitos. También
se puede dar 30 gr. de queso fresco o requesón.
Como mínimo se han de dar dos raciones de leche al día (la papilla de cereales por la mañana y dos
postres de leche, por ejemplo).

1 ración = 1 vaso de leche = 2 yogur = 50 gramos de queso fresco.

10 MESES

DESAYUNO: un plato de papilla de cereales con gluten.


COMIDA: puré de verduras alternando pollo y ternera (con 80 gramos pesado en crudo)
MERIENDA: puré de frutas y un lácteo (yogur, queso fresco, requesón o quesito).
CENA: Añadiremos pescado blanco o yema de huevo a una de las siguientes alternativas:

-Sopa con pasta pequeña.


-Papilla de cereales con gluten.
-Puré de verduras.
-Sopa con maizena o tapioca
-Puré de patatas natural.
-Arroz (hervido en caldo vegetal, por ejemplo)

Dar postre lácteo si la cena no lleva leche

COMENTARIOS

A los 10 meses daremos una yema entera de huevo cocido dos veces a la semana.
Se le puede dar pan con aceite de oliva y jamón dulce.
Se tiene que procurar dar los alimentos menos triturados y más adelante, sólo chafados con un
tenedor para que el/la niño/a aprenda a masticar.

El primer año de vida, clave para un crecimiento y un desarrollo adecuado

El primer año es el periodo de crecimiento y desarrollo más rápido en la vida del niño y cuando
éste es más inmaduro y vulnerable. Por ello, es especialmente importante asegurarle una
alimentación suficiente y adecuada, con el triple objetivo de satisfacer sus necesidades
nutritivas, prevenir y /o tratar diversas situaciones patológicas y crear unos buenos hábitos
alimentarios.

Las pautas nutricionales vienen marcadas por las recomendaciones e informes técnicos de la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Comité de
Nutrición de la Academia Europea de Pediatría y el Comité de Nutrición de la Sociedad
Europea de Nutrición y Gastroenterología Pediátrica (ESPGAN), y se adaptan a tres etapas
bien diferenciadas:

Periodo lácteo.

La leche es su único alimento, sea leche humana o artificial. Desde el nacimiento hasta los 4-6
meses aproximadamente. Durante este período, el lactante es capaz de succionar y deglutir,
pero aún no ha desarrollado la capacidad de digerir ciertas proteínas y sus riñones no son
capaces de soportar cargas osmolares excesivas (líquidos muy concentrados en partículas:
sales minerales, glucosa...). El recién nacido no nace sabiendo mamar pero desarrolla esa
capacidad en las primeras 48 horas de vida. El reflejo de succión tiene la máxima respuesta a
los 20-30 minutos después del parto y debería ser aprovechado.

Periodo de transición, destete o BEIKOST. A partir del cuarto mes de vida. En este periodo se
van introduciendo con prudencia alimentos no lácteos, preparados de forma adecuada en
consistencia y cantidad, para no alterar el ritmo de maduración digestiva y renal, así como el
progresivo desarrollo neuromuscular. Esta etapa debe favorecer el desarrollo de los sentidos
de modo que se puede pasar de succión a cuchara, lo que permitirá paladear mejor, y cambiar
la textura, de líquido a triturado, y cuando ya tenga dientes a troceado.

Periodo de maduración digestiva.

La alimentación se debe de adaptar a la capacidad digestiva y al estado de desarrollo


fisiológico y neuromotor, haciendo paulatina la introducción de alimentos. La capacidad gástrica
del recién nacido es de 10 a 20 mililitros (mL) y aumenta durante el transcurso de su primer año
hasta los 200 mL, lo que va a permitir que el niño haga comidas más abundantes y menos
frecuentes.

Nutrición del bebé

Lactancia materna.
La lactancia materna es, o debe ser, la principal fuente de alimento a esta edad, exclusiva en
los primeros meses, ya que la leche de mujer se adapta perfectamente a las necesidades
nutricionales y las características digestivas de los lactantes hasta la introducción de la
alimentación complementaria.

Introducción de la alimentación complementaria: Beikost.


La leche como alimento único a partir de los seis meses no proporciona la energía y nutrientes
que precisa el lactante a partir de esta edad, y además, como sus funciones digestivas han
madurado, se deben incluir nuevos alimentos en su dieta, siguiendo unas normas regladas. No
está justificado introducir nuevos alimentos antes de los tres meses, aunque tampoco es
aconsejable hacerlo más allá de los seis, porque la falta de diversificación es motivo frecuente
de pérdida de apetito, a la vez que se desaprovecha una época muy válida para la educación
del gusto y el conocimiento de los alimentos básicos que permitirán al bebé adaptarse a una
alimentación equilibrada, variada y suficiente.

Se ha de ir sustituyendo, de una en una, las tomas de leche que recibe el lactante por los
distintos componentes de la alimentación complementaria (papilla de cereales, fruta, puré de
verdura...), de forma paulatina, con intervalo suficiente para que el niño vaya aceptando los
nuevos alimentos, probando su tolerancia antes de introducir uno nuevo y dando tiempo a la
adaptación de su organismo. En este periodo es muy importante permitir que la cantidad de
alimento pueda variar de un día a otro y de una semana a otra, según el apetito.

Introducción de los nuevos alimentos uno por uno

Los cereales.
Se introducen a los 4-6 meses. Nunca antes de los cuatro. Primero serán sin gluten para evitar
sensibilizaciones e intolerancias a esta proteína (el trigo, avena, centeno y cebada contienen
gluten; el arroz y el maíz, no) y a partir de los 7-8 meses se pueden mezclar. Los cereales
contribuyen al aporte energético, son fuente de proteínas, minerales, vitaminas (tiamina
especialmente), ácidos grasos esenciales e hidratos de carbono de absorción lenta, por lo que
permiten un mayor espaciamiento de las tomas. No obstante, al tratarse de un alimento
calórico, existe riesgo de sobrealimentación si se abusa de su consumo. Para preparar las
papillas debe utilizarse la leche habitual y añadir el cereal necesario, manteniendo así el aporte
mínimo de 500 centímetros cúbicos de leche diarios. Son menos recomendables los
preparados que contienen de origen cereales y leche y se preparan con agua, ya que es más
difícil calcular la cantidad de leche usada.
Las frutas.
Se empezará a partir de los 4-6 meses con una papilla de frutas por su aporte vitamínico,
nunca sustituyendo a una toma de leche, sino complementándola. Se deben emplear frutas
variadas (naranja, manzana, pera, uva, ciruela...), para educar el gusto, y es preferible evitar
las más alergénicas como la fresa y el melocotón. Suelen introducirse después de conseguida
la aceptación de los cereales, aunque puede hacerse al revés, primero la fruta y después los
cereales. No deben endulzarse con azúcar y no se incorporarán galletas hasta después de los
7 meses, ya que éstas contienen gluten.

Las verduras y patatas.


Se irán introduciendo a partir de los 6 meses buscando su aporte de sales minerales. Primero
puede darse el caldo añadido al biberón de medio día, después verduras solas en puré,
complementadas con leche. Se deben evitar al principio las verduras con alto contenido en
nitritos, como remolacha, espinacas, acelgas y nabos, y decantarse por patatas, judías verdes,
calabacín, etc. para más tarde introducir las demás. Se puede añadir una cuchara de postre de
aceite de oliva al puré, pero nunca sal. Deben cocerse con poca agua y aprovechar el caldo de
cocción, en el que quedan disueltas parte de las sales minerales. Al inicio, se recomienda evitar
las verduras flatulentas (col, coliflor, nabo) o muy aromáticas (ajo, espárragos). Se han dado
casos en niños pequeños que han consumido vegetales recalentados, en los que su piel se
vuelve azulada, debido a que se ve afectado el transporte de oxígeno, un cuadro aparatoso
pero que no reviste gravedad con el tratamiento adecuado. También hay riesgo de que se
produzca esta situación si se conservan las verduras cocidas en la nevera más de 48 horas.

Carnes.
Preferiblemente las menos grasas, empezando por el pollo y nunca antes de los seis meses, en
una cantidad de 10-15 gramos por día y aumentando 10-15 gramos por mes, máximo de 40 a
50 gramos, mezclada y batida la carne con las verduras. Posteriormente se introduce la ternera
y el cordero. Aportan proteínas de alto valor biológico, lípidos, hierro, zinc y ciertas vitaminas.
Las vísceras (hígado, sesos, etc.) no tienen ventajas sobre la carne magra y aportan exceso de
colesterol y grasa saturada.

Pescados.
Nunca antes de los nueve meses debido a su mayor capacidad de provocar alergia, y si el
bebé tiene antecedentes familiares de alergia alimentaria, incluso hasta pasado el año de vida.
A partir de esta edad, el pescado puede sustituir a algunas tomas de la carne. Es conveniente
empezar por pescados blancos.

Huevos.
Nunca crudos. Se introducirá primero la yema cocida sobre el noveno mes; inicialmente un
cuarto, la semana siguiente media y al mes entera, añadida al puré de medio día, para tomar el
huevo entero (con la clara) hacia los doce meses. Puede sustituir a la carne, tomando 2-3
unidades por semana. La yema es buena fuente grasas, ácidos grasos esenciales, vitamina A,
D y hierro. La clara aporta principalmente proteínas de alto valor biológico, pero entre ellas se
encuentra la ovoalbúmina, con gran capacidad de provocar alergias.

Legumbres.
Añadidas al puré de verduras a partir de los 18 meses. Si se mezclan con arroz u otros
cereales, sustituyen a la carne, y se pueden tomar así hasta dos veces por semana. Yogures. A
partir del octavo mes; natural sin azucarar, como complemento o mezclado con la papilla de
frutas de la merienda.

Azúcares refinados, miel y otros dulces


No es recomendable el consumo de azúcar, pues la dieta del bebé tiene un aporte adecuado
de hidratos de carbono. Es muy importante no alimentar a los lactantes con miel ni jarabe de
maíz debido a que estos alimentos se han identificado como las únicas fuentes dietéticas de las
esporas del Clostridium botulinum y a esta edad, no tienen la inmunidad para resistir el
desarrollo de estas esporas causantes del botulismo.
Agua.
Mientras el lactante recibe sólo leche materna o fórmula adaptada, no suele requerir líquidos
adicionales, salvo en situaciones extremas de calor o pérdidas aumentadas (fiebre, diarrea).
Por el contrario, cuando se introduce una alimentación complementaria al suponer ésta una
mayor carga renal de solutos (sustancias disueltas en líquido: sales minerales, glucosa...), no
basta con los líquidos aportados por la leche y otros alimentos, y se debe ofrecer al niño agua
con frecuencia.

La leche de vaca.
Nunca se introducirá antes del año, y cuando se incluya en la dieta deberá ser entera, por su
aporte de vitaminas liposolubles y grasas, salvo que haya recomendación médica que
especifique otra cosa.

Ritmo de crecimiento y desarrollo

Algunos parámetros antropométricos orientan y sirven para comprender porque las


necesidades nutritivas en esta etapa son proporcionalmente tan superiores a las de la persona
adulta.

Peso: Durante el primer año de vida se triplica el peso del nacimiento.

Talla: Pasa de 45-50 centímetros (cm) al nacimiento a 75-80 cm al año de vida, mientras que el
segundo año sólo aumenta unos 20-25 cm, y después 7-10 cm por año.

Cerebro: Los primeros cuatro meses su volumen aumenta a razón de dos gramos al día.

Dentición: Normalmente comienza sobre los 6-8 meses. Si la salida de los dientes se retrasa y
no se observan problemas de crecimiento óseo, puede tratarse de una característica genética
familiar.

LA ALIMENTACIÓN COMPLEMENTARIA DURANTE EL PRIMER AÑO,


EN LOS NIÑOS CON SÍNDROME DE DOWN

Introducción

La lactancia materna es la forma ideal de alimentar al niño durante el primer año de vida (Ver
Lactancia materna). Si se ha optado por la lactancia artificial, o la lactancia materna no ha sido
posible, existen en el mercado fórmulas lácteas adaptadas a las necesidades nutricionales del
niño. En este caso, se recomienda utilizar el tipo de leche recomendado por el pediatra siguiendo
estrictamente las normas de preparación. Durante los 4-6 primeros meses de vida se utilizan las
fórmulas denominadas de inicio y a partir de los 4-6 meses las de continuación. No se debe olvidar
que las tomas son un momento ideal para estimular al niño todos sus sentidos (el oído, el tacto,
la vista, el olfato y el gusto) tanto si está alimentado con lactancia materna como con fórmulas
adaptadas.
A partir de los 6 meses de vida, tanto la leche materna como la proveniente de las fórmulas
adaptadas resultan insuficientes para mantener las necesidades calóricas y nutricionales del niño.
Por ello, a partir de los 4-6 meses se recomienda empezar a introducir la alimentación
complementaria, igual que hacemos con el resto de los niños. La alimentación
complementaria (que a veces técnicamente se llama Beikost) se refiere a todos los alimentos
que recibe el niño diferentes a la leche: cereales, frutas, verduras, carne, pescado, huevos, etc.
Para el lactante con síndrome de Down la introducción de la alimentación complementaria va a
suponer un cúmulo de nuevas experiencias. Conviene convertir estas experiencias en algo
agradable y respetar su gusto y su apetito, no debiendo forzarle a comer, ya que el niño desde
pequeñito controla su apetito. Por lo tanto, ante el rechazo insistente de un alimento es preferible
suspenderlo e intentar volver a introducirlo pasados unos días. Con la introducción de la
alimentación complementaria tendremos múltiples oportunidades para estimular el desarrollo
psicomotor del lactante, procurando favorecer en cuanto sea posible la autonomía del niño.
Recomendaciones en la introducción de la alimentación complementaria

La forma de introducir la alimentación complementaria puede ser diferente de un niño a otro, pues
no existe una forma ideal para todos los lactantes sino que en cada caso se puede introducir un
alimento u otro dependiendo de las costumbres familiares y las necesidades, habilidades y
preferencias del niño. Por lo tanto, no existen normas rígidas. Existen, sin embargo, algunas
recomendaciones que no debemos olvidar, aun teniendo en cuenta que lo mejor será, en cada
caso, seguir las recomendaciones específicas del pediatra.
• La alimentación complementaria no debe introducirse antes de los 4 meses ni después de los 6
meses.
• Los alimentos no lácteos no deben suministrar más del 50% de las calorías de la dieta durante
el primer año de vida, ya que de otra forma no se cubrirían las necesidades de calcio. Se
aconseja que durante todo el primer año la ingesta de leche no sea nunca inferior a 500
centímetros cúbicos (cc) al día (incluyendo productos lácteos como el yogur).
• La introducción de los alimentos nuevos debe ser siempre lenta y progresiva, separando al
menos 8 días la introducción de cada alimento diferente. De esta forma, si aparece una
intolerancia será fácil saber a qué alimento es debida.
• Los alimentos con gluten no se deben introducir antes de los 6 meses. Recordemos que la
enfermedad celíaca (intolerancia al gluten) es más frecuente en los niños con síndrome de
Down y que la introducción precoz del gluten se asocia a formas más graves de enfermedad
celíaca. (Ver Alteraciones digestivas).
• Los alimentos que potencialmente pueden producir reacciones alérgicas (se denominan
alergénicos), como son el pescado, huevo, fresa, kiwi, etc., se deben posponer, incluso hasta
los 12 meses, en niños con antecedentes familiares de alergia.

Alimentos a utilizar

Cereales sin gluten. Se introducen habitualmente entre los 4-5 meses. Aportan hidratos de
carbono, proteínas, minerales, vitaminas (especialmente B), ácidos grasos esenciales y hierro. Los
cereales sin gluten se añaden en los biberones de fórmula adaptada una vez preparados a la
concentración adecuada. En los niños alimentados con lactancia materna se pueden añadir a otros
alimentos como las frutas y no hay ninguna necesidad de suspender la lactancia materna al
comenzar con la alimentación complementaria.

Fruta. Las frutas se introducen habitualmente entre los 4-5 meses. Aportan hidratos de carbono,
vitaminas y fibras. Se recomienda utilizar la fruta de temporada, madura y recién preparada
excepto el kiwi, la fresa y el melocotón porque producen alergia con más frecuencia que el resto
de las frutas. Solemos recomendar comenzar con naranja o mandarina, pera, manzana y plátano,
introduciéndolas de una en una. Las frutas comienzan a darse junto con una toma de leche,
aumentando progresivamente la cantidad hasta sustituir una toma de biberón o de lactancia
materna por la papilla de frutas. No se recomienda añadir miel, galletas, leche condensada ni
azúcar a la papilla de frutas. Únicamente, en los lactantes alimentados con lactancia materna que
no toman biberones con cereales, podemos añadir en la papilla de frutas los cereales. Tampoco se
recomienda la administración de zumos o papilla de frutas en biberón ya que la sacarosa que
contienen contribuye al desarrollo de caries por biberón

Ante un cuadro de estreñimiento, que suele ser habitual en los lactantes con síndrome de
Down, especialmente en los alimentados con fórmulas artificiales, utilizaremos frutas laxantes
como naranja, mandarina, pera y uvas.

Ante un cuadro de diarrea utilizaremos frutas astringentes como plátano, limón y manzana.

Verdura. Se introducen sobre los 6 meses. Aportan hidratos de carbono, vitaminas, minerales y
fibra. Su contenido en proteínas es muy escaso. Se comienza con un puré de patata al que se va
añadiendo cada verdura de una en una hasta preparar un puré con verduras variadas (puerro,
judía, calabacín, tomate, zanahoria, etc.). Se trituran con la batidora (conserva la fibra, frente al
pasapuré que la separa) y se debe posteriormente añadir una cucharadita de aceite crudo de
oliva. Las verduras como las espinacas, la remolacha y los nabos son ricas en nitratos y no se
deben introducir hasta pasados los 10 meses por riesgo de metahemoglobinemia. Tampoco se
recomienda la introducción precoz de las coles de Bruselas y la coliflor porque producen muchos
gases. No debemos añadir sal al puré de verduras.

Carne. A partir de los 6 meses se añade al puré de verduras diariamente unos 10-20 gramos de
carne, aumentando progresivamente hasta 25 gramos a los 12 meses. Aportan proteínas de alto
valor biológico, hierro, fósforo, potasio y vitaminas del grupo B. Se pueden utilizar todas las
carnes (pollo, ternera, cerdo, conejo, cordero, etc.) siempre que estén bien cocidas y desprovistas
de grasa. No se recomienda utilizar vísceras.

Cereales con gluten. A partir de los 6 meses se sustituyen gradualmente los cereales sin gluten
por cereales con gluten. Se utilizan hasta aproximadamente los 18 meses, edad en la cual se debe
abandonar el biberón. A partir de los 18 meses, o bien se administran los cereales en papillas o en
forma de pan, pasta, arroz, galletas, etc.

Yogur. Se puede ofrecer yogur aunque sin sustituir a ninguno de los alimentos fundamentales
(leche, frutas, verdura y carne) a partir de los 7-9 meses. Aporta, al igual que la leche, proteínas,
calcio y vitamina D. Un yogur de 125 mg es equivalente en contenido proteico a 150 cc de leche.
Es preferible no añadir al yogur azúcar ni miel durante el primer año.

Huevos: Contienen ovoalbúmina (proteína con todos los aminoácidos esenciales), hierro y
vitaminas A y D. La yema de huevo se puede introducir a partir de los 8 meses. Se debe añadir
al puré, junto con la carne, siempre cocida y sin sobrepasar 3 yemas a la semana. La clara de
huevo se introduce a partir de los 10-12 meses momento en el que se puede dar al niño el huevo
entero cocido, sin pasar de 3 a la semana.

Pescado. El pescado se añade también al puré alternándolo con la carne a partir de los 9-10
meses. La cantidad a añadir será algo mayor que la de la carne, unos 25 gramos al día. Se puede
utilizar cualquier tipo de pescado incluido el pescado congelado (tras descongelación lenta durante
24 horas).

Legumbres. Se introducen hacia los 11-12 meses, añadiendo una pequeña cantidad al puré de
verduras. Tienen mayor contenido proteico que las verduras pero de menor calidad biológica que
las animales.

Leche de vaca. No se recomienda su utilización antes de los 12 meses. Se puede mantener la


leche de continuación o utilizar leches de crecimiento entre los 12 y 24 meses.

Agua. Hasta la introducción de la alimentación complementaria no es necesario ofrecer agua al


lactante salvo en situaciones especiales (calor intenso, fiebre, vómitos o diarrea). Sin embargo,
una vez que comenzamos con la alimentación complementaria es recomendable ofrecer agua con
las comidas al lactante debido a la mayor densidad calórica y contenido proteico-mineral de esta
alimentación.

Dificultades en los lactantes con síndrome de Down, y formas de solucionarlas

Muchos lactantes con síndrome de Down no van a tener ningún problema a la hora de introducir la
alimentación complementaria, especialmente los que han sido alimentados con lactancia materna
ya que ésta condiciona un mejor desarrollo motor oral.

Los padres suelen estar preocupados y temen que el niño se atragante o no pueda masticar por la
falta de dientes, que suelen aparecer algo más tarde que en otros niños. En ocasiones estas
preocupaciones condicionan un retraso en la introducción de la alimentación complementaria más
allá de los 6-7 meses, lo que resulta perjudicial para el desarrollo del lactante.

Los principales problemas, si aparecen, están en relación con la masticación y la deglución. En


algunos casos, los lactantes escupen los alimentos, tienen dificultades para llevar el alimento hacia
la parte lateral de la boca para comenzar la masticación, o tienen dificultades para beber líquidos
de un vaso o incluso para deglutir el alimento. Estos problemas no nos deben hacer desistir en la
introducción de la alimentación complementaria.

Para resolver estos problemas se recomienda comenzar hacia los 6 meses con una alimentación
semisólida. El alimento debe ser relativamente espeso pero sin que dificulte los movimientos de
la lengua y debe darse con cuchara en pequeñas cantidades en la parte central de la boca y sólo
cuando la lengua está dentro de la boca. La cuchara debe situarse en la zona media de la lengua,
ejerciendo una ligera presión hacia abajo. Con frecuencia, si el niño no cierra la boca para deglutir
el alimento, es necesario ayudarle inmovilizándole la mandíbula, es decir, ayudándole con nuestra
mano a mantener la boca cerrada después de introducir el alimento, para que no pueda echarlo de
nuevo hacia delante y mejoren los movimientos de la lengua y de los labios. Es conveniente
colocar siempre al niño lo más vertical posible con el tronco recto.

Posteriormente, para facilitar el proceso de aprendizaje de la masticación, hacia los 7-9 meses,
debemos ir aumentando la consistencia de los alimentos pasándolos menos por la batidora. A
continuación, comenzar a ofrecer alimentos sólidos pero que se deshagan fácilmente en la boca
del niño. Esta fase suele coincidir con la aparición de los primeros incisivos. El niño tiene que ir
aprendiendo a morder y masticar. Después de morder un trozo, el alimento debe llevarse hacia los
lados de la boca para iniciar la lateralización de la lengua y para ello en ocasiones necesita de la
ayuda de la persona que le está dando de comer. También en ocasiones debemos ayudarle a que
mantenga la boca cerrada.

En cuanto sea posible comenzaremos a favorecer la autonomía del niño. Inicialmente mediante
el uso de los dedos para coger los alimentos, comenzando con el pan, galletas, trozos de fruta; y
después, ofreciéndole una gran variedad de alimentos con diferentes sabores, olores, texturas y
colores. Más adelante, durante el segundo año de vida, comenzaremos a enseñarle el uso de la
cuchara y a beber de un vaso.

Para aprender a utilizar la cuchara el niño debe estar correctamente sentado en una silla
adecuada. El plato debe ser lo suficientemente profundo para permitir que el niño llene fácilmente
la cuchara. Suele ser al principio necesario ayudarle dirigiendo sus movimientos (meter la cuchara
en la boca, llevar la cuchara hasta el plato y llenarla). Es preferible que los alimentos sean sólidos
mejor que semisólidos para estimular la masticación y que no se desarrollen conductas de succión
inmaduras.

La utilización del vaso para beber es importante comenzarla hacia el año. A los 18 meses es
recomendable que no se utilice el biberón, especialmente si cuando se utiliza la cuchara tiende a
lamerla y la lengua no se retrae ante la cuchara. Para ayudar al niño, a veces es necesario
comenzar con líquidos un poco más espesos y después volver gradualmente a su consistencia
original. Es importante que el niño mantenga la lengua dentro de la boca y no dentro ni debajo del
vaso. Para ello colocamos el vaso sobre el labio inferior ejerciendo una pequeña presión y, si es
necesario, se coloca un dedo de la persona que ayuda al niño a beber bajo el borde del vaso y del
labio inferior para que haga tope a la lengua evitando su salida o protrusión. En cuanto sea posible
el niño pasará a beber sólo cogiendo el vaso con ambas manos y evitando el uso de vasos con
tetinas y con asas.

La adquisición de estas y otras habilidades durante el proceso de alimentación del lactante durante
los primeros años de vida suponen un gran reto para los padres, pero contribuyen de forma eficaz
al desarrollo psicomotor del lactante.

Conclusiones

• La alimentación complementaria debe comenzar en los niños con síndrome de Down a los 4-6
meses, al igual que en el resto de los niños.
• No existen normas rígidas para la alimentación complementaria, que deberá adaptarse a cada
niño.
•   La mayoría de los niños no van a tener problemas en la introducción de la alimentación
complementaria. 
• Los problemas más frecuentes, si aparecen, están en relación con problemas de deglución y
masticación y pueden ser manejados de forma correcta.
• Comer va a convertirse en una gran tarea educativa. La exploración visual de los alimentos en
combinación con el uso de las manos y, después, de la cuchara y del vaso son acciones
motoras complejas que van a ir adquiriendo, contribuyendo a su desarrollo.

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