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inTRODUCCION avas DOCTRINA Tt GP ECONOMICAS _—] — _—s qa 9 a ee [ =! es eeeel a) ee) a i] BREVIARIOS Primera edicién, 1956 Octava reimpresién, 1973 Segunda edicién, revisada y actualizada, 1975 ‘Tercera reimpresién, 1980 Tercera edicién, revisada y actualizada, 1982 Decimocuarta reimpresion, Montenegro, Walter Introduccién a las doctrinas politicoecondmicas / Walter Montenegro. — 8+ ed. — México : FCE, 1982 328 p. ; 17 X11 cm — (Colec. Breviarios ; 122) ISBN 968-16-0609-4 1. Economia — Historia 2. Ciencia Politica — Historia LSer Tt LC JA71 M65, Dewey 082.1 B84 V.122 Distribucién mundial para lengua espanola Sugerencias: editorial@fondodeculturaeconomica.com www. fondodeculturaeconomica.com Tel, (55)5227-4672 Fax (55)5227-4694 Empresa certificada ISO 9001; 2000 D.R. © 1956, FONDO DE CULTURA ECONOMICA Carretera Picacho-Ajusco 227; 14200 México, D. F. Se prohibe Ia reproduccién total o parciut de esta obra —incluido el diseno tipografico y de portada—, sea eval fuere el medio, clecirénico o mecinico, sin el consentimiento por escrito del editor, ISBN 968-16-0609-4 Impreso en México * Printed in Mexico SOCIALISMO UTOPICO 1 Nociones generales. | Antecedentes histdricos. | Con- ceptos fundamentales. {| Glosa. Las connenTes politicas cumprendidas en este titulo deben su nombre a In obra Utopia’ de TomAs Moro, a Ja cual nos referiremos mis adelante. Utopia significa quimera, ilusién. Lo utépico es lo que se suena y, en su calidad de suefo, es no sélo irreal sino también un tanto irrealizable. Se dir4, no sin razén, que en el germen de todas las tendencias reformistas hay una leve sombra de utopia, de suefio. Las inspiré un anhelo que, en los tiempos en que fueron concebidas, pudo muy bien reputarse ilusorio e irrealizable a la liz de Tas cit. cunstancias entonces reinantes. Pero hay algo que asigna su especial condicién “uté- pica” al socialismo de ese nombre, y es que éste se Jimita a delinear la imagen de un mundo perfecto, sin determinar con precisién los procedimientos que, en la prdctica, habran de wmateriatizarlo. Por otra parte, el socialismo utépico deposita una fe excesiva € ingenua —bellametite ingenua— en el sim- ple deseo de progreso y renovacién del hombre, Fe quimérica, puesto que el hombre no solamente est& movido por sentimientos altruistas, sino por intereses materiales profundamente egofstas con los que es ne- cesario contar. Y aquel individuo a cuyas expensas se produciria la reforma —el poseedor que dejarfa de ser- lo— es renuente a aceptarla, prefiriendo aferrarse al 1 Utopias del Renaciriiento, FCE (Tomas Moro: Utopia Tom4s Campanella: La ciudad del Sol. Francis Bacon: Nue- va Afléntida), 3° reimp., 1973. 88 SOCIALISMO UTOPICO 89 estado de cosas que le asegura el disfrute de sus pri- vilegios. Creer, de principio, que ese hombre pudiera ser persuadido de renunciar sin lucha a lo que consi- dera suyo y ama como suyo para formar en cambio un mundo perfecto en beneficio de los demas es lo que imprime el sello de la utopia en el socialismo utépico. La Reptiblica de Platéi ofrece el primer ejemplo clisico de esquematizacién de una sociedad ideal, be sada en Jos conceptos de justicia y de distribucién ignalitaria de la riqueza (ver Comunismo) y con una estructura gubernamental erigida sobre los cimientos de la razén y la sabiduria. La Utopia de Moro, a tiempo de bautizar a todo este sistema de ideas, es ya una obra fundada en la critica de una sociedad atectada por males y proble- mas que, diversamente, se proyectan hasta nues- tros dias. En efecto, Utopia fue escrita en 1516, cuando In- es afrontaba los conflictos creados por el paso le la economia agraria a la industrial. (Ver Liberalis. mio.) Grandes extensiones de terrenos que antes pro- ducian articulos alimenticios fueron convertidos cu campos de pastoreo para el gunado lanar, cuyo pro- ducto elaboraban Jas fabricas textiles. De este modo los campesinos, despojados de su fuente de subsisten- cias, se vieron obligados a emigrar en grandes masas a las ciudades que no estaban preparadas para reci- birlos ni para absorber su capacidad de trabajo. Sur- gieron los conflictos que eran de esperar en materia le escasez de provisiones, falta de viviendas, desocu- Recién, enfermedades, etc., y se desaté una gran ola le criminalidad. Las autoridades gubernamentales apli- caron medidas represivas, sin investigar los origenes de las crisis ni hacer nada por remediarla. . Fue este cuadro de conflicto econdmico y social y de su intenso sufrimiento el que inspiré la critica y el suefio de Moro. 90 SOCIALISMO UTOPICO Utopia es un pais imaginario, situado en una isla del Pacifico. Su mecanismo econémico est4 organizado en torno a un conjunto de pcquefias comunidades que, dentro de un sistema comparable al de las modernas cooperativas, produce Jo necesario para satisfacer las necesidades de la colectividad. Se ha eliminado la pro- piedad privada, y el egoismo posesivo engendrado per ella estA sustituido por sentimientos de solidaridad y anhelos de superacién. La tierra y otros instrumentos de produccién son de propiedad comin. No hay divi- sién de clases. No hay riqueza ni pobreza. Como sola- mente se trabaja para cubrir la demanda de Ja comuni- dad y no con fines de lucro, ha sido posible reducir la jornada de trabajo a seis horas, pero el trabajo es obli- gatorio para la gente joven y sana. Los ancianos y en- fermos disfrutan de pensiones y atencién, La educacién es también obligatoria y se la imparte a todos por igual. Las comunidades estin regidas por grupos que escoge directamente la mayoria (con leres muy limitados, ya que la organizacién misma de la sociedad hace in- necesario el rigor de la autoridad). Hay libertad religio- sa e igualdad entre individuos de uno y otro sexo, Todos tienen e] mismo derecho a un nivel basico de comodi- dades materiales y a las mismas oportunidades de supe- racién intelectual. E] recreo, el descanso y las diversio- nes sanas son parte importante e imprescindible de los derechos del ciudadano. He aqui, a grandes rasgos, la Utopia de Moro, si- tuada en una isla imaginaria del Pacifico. gComo se llegar4 a su vealizacién? La respuesta no es, ni mucho menos, clara. Al fondo de la teorfa brilla una fe ili- mitada en Ja cordura del hombre, en su posibilidad de reaccionar ante Jos males que le aquejan o aquejan a sus semejantes, y de encontrar por si mismo, guiado por la razén y el altruismo, las puertas de su salvacién. Moro Ilegé a desempefiar las altas funciones de Can- ciller del Reino en tiempos de Enrique VIII, tiempos SOCIALISMO UTOPICO 91 escasamente propicios para Ja realizacién de sus teorjas, Tan poco propicios, que al tratar de contener los exce- sos del soberano. Toms Moro es primero destituido y luego ejecutado. La muerte de este sofiador, que desde tan temprano se adelanté a lo que hoy mismo, cinco siglos mas tarde, es meta ideal de la evolucién politica, parece sefialar, con el vivido color de la san- gre, la diferencia que existe entre la utopia y la rea- lidad politica. Son muchos, desde entonces, los esquemas que se han formulado de un mundo mejor. Ni siquiera Francis Bacon, uno de los padres de la ciencia experimental, pudo sustraerse al impulso de sofiar con una tippla, y escribi6, a principios del siglo xvm, La nueva Atlantida. Pasando por The Commontwealth of Oceana (1656) de James Harrington y el Viaje a Icaria de Etienne Cabet (1839), hasta la literatura contempordnea, hay por Jo menos una veintena de libros famosos que han entrado a enriquecer Ja bibliografia de la quimers politica, Entre los siglos xvim y xxx el socialismo utépico enuncia las férmulas relativamente definidas en relocién con los problemas de] mundo moderno que en ese mo- mento & el paso final hacia su dramAtico encuentro con la m4quina, el capitalismo y Ia era industrial. Es natural que, en presencia de estos factores, ¢] pensamiento del socialismo ut6pico concentrara su aten- cién sobre el problema econémico-social y que su critica se orientase directamente contra los defectos del capi- talismo industrial. Entre los expositores representativos de este periodo vamos a citar a los siguientes: el conde Henri de Saint- Simon, nacido en Francia, en 1760, quien predica Ja aplicacién practica de los principios del cristianismo, proclama la necesidad de exaltar la fraternidad humana que como incentivo y motor de la actividad social de- beria reemplazar al afan de lucro. Cree que la propie- dad debe ser socializada y cl derecho de herencia 92 SOCIALISMO UTOPICO suprimido; que todos los miembros de la sociedad de- ben producir “de acuerdo con su capacidad y ser remu- nerados conforme sus aptitudes”, pero que esa diferen- cia en las remuneraciones no debe llegar nunca a crear clases econémicas ni extremos de riqueza por una parte y de pobreza por otra. El gobierno sera encomendado a los cient{ficos, quienes tienen especial capacidad para estudiar los problemas colectivos y darles una solucién adecuada. No dice concretamente en qué forma se alcanzaran estos objetivos. Sus discipulos, que hicieron del “sant- simonismo” una especie de religién del trabajo, auspi- ciaron la abolicién total del derecho de propiedad. Charles Fourier, nacido también en Francia, en 1772, critica severamente e] mecanismo competitivo de la em- presa privada, Y propone, en su lugar un “sistema de falanges 0 comunidades cooperativas” (los famosos “fa- lansterios”), cuyos miembros tendrian la garantia de un ingreso minimo y compartirian equitativamente lo producido. La propiedad privada quedaré completamente re- partida por medio de acciones. Fourier considera que jas ocupaciones de filésofos, soldados, intermediarios en la circulacién de bienes, ete., son “parasitarias” y deben suprimirse. La economia se fundard en la agri- cultura, y el trabajo estar4 distribuido en tal forma que cada individuo tenga la oportunidad de encontrar una actividad que Je sea grata. Por este medio, el trabajo se convertiré en un placer en vez de una obligacién; y la educacié6n vocacional, desde temprana edad, serviré para facilitar esa distribucién del trabajo. El trabajo grato ser4, légicamente, mds productivo, Fourier creyé haber determinado exactamente el nt- mero de falansterios que se necesitarian en el mundo (2985 984), y no contento con ello Ilevé sus suefos hasta describir la vida de los habitantes de otros pla- netas. Su ideal reformista se materializaria, en la época SOCIALISMO UTOFICO 93 de la armonia, después de haberse vencido las etapas de Ja confusién, el salvajismo, el patriarcado, la barbarie, eteétera. Robert Owen es acreedor a mencién especial por ser uno de los pocos utopistas que formularon su teoria no en el plano de las ideas puras, ni desde la trin- chera de las clases desposeidas, sino més bien en pleno campo de las clases poseedoras, En efecto, Owen.era un prdéspero industrial textil inglés, nacido en 1771, ue organizé una comunidad llamada New Lanark mo- delada en conformidad con los principios de su socia- lismo utépico, para demostrar que las condiciones del medio social influyen decisivamente en la posibilidad de perfeccionar los métodos de produccisn, En New Lanark, donde tenia su fabrica, construyé viviendas para los obreros, escuelas para los hijos de éstos, comedores y campos de recreo, etc., y demostré pricticamente que era posible trabajar en esas condi- ciones y obtener todavia utilidades. Algo mas: merced al bienestar suministrado a sus obreros, consiguié de ellos un indice més alto de productividad. De los satisfactorios resultados de su experimento sacé Owen argumentos practicos para proponer una serie de medidas de proteccién a los trabajadores, tales como la reduccién de la jornada de trabajo a sélo 12 horas (en ese entonces la duracién de la jornada que- daba al arbitrio del empresario, y era corriente que los obreros, y aun Jos nifios, trabajasen alrededor de 16 0 18 horas diarias), la prohibicién del trabajo a los menores de 10 afios, la educacién universal, organizacién de gremios y asociaciones de tipo cooperativo como con- troles eficaces para moderar los excesos del capitalismo, ete. Por todo ello se considera a Robert Owen, con justicia, uno de los precursores de la legislacién social y del trabajo. De la grande obra de Owen, ademés de lo indicado, quedan las cooperativas, para las cuales senté las prime. 04 SOCIALISMO UTOPICO ras bases, y la organizacién sindical de Ja que también fue precursor al organizar en Inglaterra la Gran Natio- nal Consolidated Trade Unions. Edward Bellamy, en su obra (1887) Looking Back- ward —mirando el panorama imaginario del ano 2000 en la ciudad de Boston—, concibe el mecanismo de la produccién organizado dentro de las lineas de un ejér- cito industrial. Los instrumentos de produccién son de propiedad comin. Se ha planificado de tal modo 1a pro- duccién, que no hay margen. para la competencia ruino- sa ni para que el consumidor sufra las consecuencias de las fluctuaciones de precios, Se ha suprimido la moneda, sustituyéndola con un sistema de bonos de trabajo que sirven como medios de pago para adquirir articulos de consumo. El trabajo es obligatorio entre las edades de 20 y 45 afios, y, después de este limite, el retiro es también forzoso para abrir nuevas oportunidades de ocupacién a la gente joven, evitindose de este modo los males de la desocupacién. Pero los que se jubilan cuentan con un sistema completo de pensiones y segu- ros que les garantizan el bienestar y eliminan la incer- tidumbre derivada de la vejez y la enfermedad. Esta eliminacién de la incertidumbre respecto al porvenir constituye el arma mas poderosa para destruir el apetito de lucro y la necesidad de atesorar (esta iltima es imposible, desde luego, debido a Ja supresién de Ja mo- neda). En el gobierno, la administracién de los intereses colectivos es de tipo funcional (cada orden de activi- dad cuenta con departamentos especiales encargados de regularla desde un punto de vista estrictamente téc- nico) y asi desaparecen los males inherentes al ejercicio del poder politico y a Ja ambicién de poseerlo. La educacién es obligatoria y gratuita, y las mujeres tienen absoluta igualdad de derechos con Jos hombres. John Stuart Mill, el famoso economista inglés, atacé en su obra Principios de economia politica el mito de la “fatalidad” de las leyes econémicas, ¢ introdujo el factor SOCIALISMO UTOPICO 95 ético en el fenédmeno de Ja produccién, lo que significa que el hombre, movido por razones de orden moral, es capaz de modificar el curso de aquellas leyes. Pro- puso medidas de legislacién social, fuertes gravamenes a la renta y a la herencia, organizacién de cooperativas de produceié6n entre los obreros, etcétera. Louis Blane, politico franeés, intervino activamente en la revolucién de 1848 (véase el capitulo del comu- nismo), y era partidario de la organizacién de los “ta- lleres de trabajo” (del Estado) y la sustitucién del dinero por bonos de trabajo. Las teorias de Louis Blanc forman, mds propiamente, parte de la historia del so- cialismo del Estado. Pierre Leroux, contempordneo de Blane, es célebre no tanto por sus ideas muy confusas sobre socialismo, sino porque se le atribuye* ser nada menos que el in- ventor del término “socialismo”. Los tres Ultimos nombrados, como se ve por estas someras referencias a sus ideas, no son miembros le- gitimos de Ja familia de los “utopistas”, pero se los con- signa aqui por las contribuciones parciales que hicieron a este orden de teorias politicas. Todos los utopistas comparten Ja nocién de que el hombre es fundamentalmente bueno y que atesora en su naturaleza ricos elementos germinales de sociabilidad y cooperacién. El exasperado sentimiento posesivo que nace de la propiedad privada a la que se rinde culto casi religioso, el apetito de Jucro, el impulso competiti- vo, y otras condiciones incubadas por la sociedad capi- talista, pervierten al hombre y ent en Ja marcha de su perfeccionamiento y su fouicida . Por coanigulca- te, dicen los utopistas, basta con apelar a aquella na- turaleza fundamentalmente propicia para anular las influencias corruptoras del medio y producir la gran reforma social. Esa reforma se concreta en los siguien- = Gide-Rist, Historia de las doctrinas econémicas. 96 SOCIALISMO UTOPICO: tes puntos principales: socializacién de los instrumentos de produccién, empezando por la tierra. Supresién de la herencia, que contribuye a crear la “riqueza injustifica- da” y excesiva, Supresién de la moneda _y sustitucién de ésta por bonos de trabajo. Supresién del sistema de la empresa privada competitiva, y sustitucién de la mis- ma. pe un sistema de “cooperacién” destinado a produ- cir que la colectividad necesita para su consumo di- recto. Proteccién del individuo mediante leyes sociales y sistemas de seguro que hagan desaparecer la incerti- dumbre que da origen al apetito posesivo y al ateso- ramiento. Distribucién y sistematizacién del trabajo para hacerlo eminentemente grato y productivo, Produccién sin finalidades de lucro, sino de simple abastecimiento de la comunidad, Educacién difundida a todos los es- tratos sociales. Desplazamiento (m4s 0 menos comple- to) del Estado centralizado por consejos administrativos funcionales que no ejerzan poder fitico, sino simples atribuciones administrativas. Igualdad completa de dere- chos entre todos los hombres y entre los varones y las mujeres. No faltan tratadistas que ven entre los padres del socialismo utépico a los precursores de] comunismo, en lo relativo a finalidades, pero es obvio que en cuanto a medios hay completa Giscrepancia, Los ideales del socialismo utépico no pueden ser més bellos. Lo que no dicen concretamente sus apéstoles es cémo puede Iegarse a realizarlos. Y, precisamente, el socialismo uté- Pico se caracteriza, entre otras cosas, por eso: porque sus expositores, después de hacer un anilisis critico del mundo real, saltan directimente a bosquejar el de la quimera (en el afio 2000 o en una isla del Pacifico). Hay entre lo uno y lo otro una inmensa distancia que deberia salvar e] método politico, como puente entre los dos extremos. Las pocas veces que los utopistas to- can este plano de realidades, se limitan a hacer hinea- pié cn la naturaleza fundamentalmente generosa del SOCIALISMO UTOPICO 97 hombre y en la posibilidad de estimular la accién de esa naturaleza, mediante la persuasién, la razén, la educa- cién, etc. Cierran los ojos al hecho previsible de que los privilegiados de la sociedad actual, a costa de los cuales se operaria Ja reforma, opondrian todos los obs- téculos imaginables contra un cambio que les acarrease pérdidas. Olvidan los utopistas que las “condiciones del medio”, corruptoras de los impulsos positivos, genero- sos, de] hombre, dificilmente pueden ser modificadas por los mismos hombres que, al actuar bajo sus efectos, obtienen beneficio de ellas. Y que, en suma, seria ne- cesario, previamente, modificar las caracteristicas del medio para luego recoger los frutos producidos por tal modificacién en la naturaleza del hombre. Caen, pues, en un cfreulo vicioso cuya tinica salida hipotética se- ria un acto de contricién de los grupos privilegiados; una subita “iluminacién moral” capaz de hacerles ex- clamar un dia: “Estébamos equivocados. Nuestros be- neficios y prerrogativas son injustos y perjudiciales para los demas. Debemos, a partir de mafiana, reformarnos; anar menos y contribuir mayormente a la felicidad de los dems, porque asi seremos tambicn nosotros mas felices.” Mientras los marxistas cifran la perspectiva de una transformacié6n social en la accién coordinada y com- bativa de las clases desposeidas, destinadas a benefi- ciarse con el cambio, los utopistas parecen asignar la tarea de producir ese cambio a los que saldrian per- diendo con él. De todo ello se desprende que el socialismo utépico —aparte de los experimentos de “Villas de Coopera- cién” “Armonias” y “New Lanark”, realizados en In- glaterra y los Estados Unidos— no ha Iegado nunca a tomar cuerpo en el terreno politico, en forma de partido orgdnico, (Un partido necesita, en igual medida, de objetivos como de caminos para aleanzarlos.) Los postulados del utopisino han scrvide mas bien, 98 SOCIALISMO UTOPICO parcial y fragmentariamente, para alimentar a otras ideologias. Ese es el valor trascendente del socialismo utépico. Haber sido un precursor en la critica de la sociedad de su tiempo, y uno de los primeros en enunciar la nece- sidad Y la posibilidad de una reforma encaminada hacia formas de vida mejores que las ofrecidas por el capi- talismo industrial cuando éste balbuceaba los errores de su infancia. Seria injusto afirmar simple y llanamente que el so- cialismo utépico se quedé en el Plano de la quimera. Muchos de sus hallazgos fueron absorbidos por las co- trientes ideolégicas que le sucedieron. Y lo cierto es que, con formas mds o menos deseables, y con una variedad casi infinita de nombres y. rétulos doctrina- rios el suefio de una Utopia (un mundo depurado y perfecto) es tan vdlido hoy como ayer, y sigue consti- tuyendo el motor que impulsa al hombre en su Aspera ruta de superacién polftica. Sin el esquema Soctrinario del Socialismo Utépico, ni otro programa que el de marginarse de la sociedad oficlalmente vigente, el hippismo y corrientes parale- las que surgen en los Estados Unidos de América y en el resto del mundo occidental a principios de la década del 60 y empiezan a perder sus pintorescos perfiles en Ja del 70, tienen un contenido de utopismo. Otra dife- rencia importante, ademas de Ia ausencia de doctrina y programa polftico, es que el socialismo utépico, por lo menos en algunas de sus fases, acusa un activo im- pulso de promocién y expansién reformista, mientras que el hippismo es bdsicamente quietista, pasivo, no proselitista. El sentido esencial del hippismo es la negacién de los valores morales, politicos y aun estéticos de la socie- dad burguesa tanto como de las rigideces autoritarias de la sociedad socialista; casi no cabria mencionarlo en un estudio de las doctrinas politicas, sino fuera SOCIALISMO UTOPICO 99 Porque no se puede desconocer su presencia en el panorama sociaf contempordneo. Y también po ue su propésito de organizar pequefias comunidades frater- nales, urbanas o rurales, evoca una semejanza digna de atencién con los planes de las “Utopias” y “Armo- nias” en las que se buscaban nuevas formas de asocia- cin y convivencia humana, eminentemente cooperati- va, prescindiendo del concepto de autoridad y de las primordiales preocupaciones econémicas de las socie- dades actuales. Una mayor penetracién exploratoria en la mentalidad y la actitud del hippy corresponde més bien a los campos de la psicologfa y de la sociologia que al de la politica.

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