You are on page 1of 19
8, Identidad, genealogia, historia Nikolas Rose «Criar un animal con el derecho a hacer pre 8 {Cunt presupone tad extol Uh hombre que ceoerigee, | nner de su futuro de esta manera debe haber aprendido an: tesa separar los actos necesarios de los aocidentales;a pen sar causalmente; a ver las casas distantes como si extwvie, ran al aleance de su mano; a distinguir los medios de log ‘fines. En stntesis, debe haberse convertido no sélo en caleu. ledor sino en calculable, regular aun para su misma po ‘xpei, si pretend mantener a promesa de ou pop f iron EW. Nietusche, La genealogia de Ia moral (segundo ensa- yo: «Sobre los origenes y la génesis de la responsabilidad humana.) Cémo deberfamos hacer Ia historia de la persona?! -_ £Cudl podria ser la relacién entre esa empresa historica y | artnet capil sa prteiarn en os sgints igre Departamento de Sel, Open Universe Ease da Eaten ‘Alvan y stn, Uniesidad de Londres Coron soe ta destrticinalizaio, Universe do Lancatoy Depart ctsce Gosia Poltican Unitersnd Nocona uatnsn, Bites efi oormameate ao comertaro gua cb Use eas {sat frente de lguos elo arguments opus te pubes aah. Helny Moran) 06 De Tradoalachon Ge] Eefstons ov hho and Ident, Oxo a lal, Bat cst versa sbentra ze dsspetahe cn investiga vera €l Programa de Cnn Pstns doa Boole do vergec ts GiencnsSecies dla Uaostea Nasional Australiana Gesbere Mo guiafaagratocer sesso tadoapertinal ls eee exon yo apy itll quae Bandas a4 as preocupaciones actuales de 1a teorfa social y politica or euestiones como la identidad, el yo, elcuerpo, el deseo? ‘Acaso més importante: qué luz podria arrojar la inves- |< tigaci6n hist6riea sobre las actuales inquietudes éticas, por los seres humanos como sujetos auténomos y libres 0, porel contrario, como sores atados a una identidad na- cional, 6tnica, cultural o territorial, y por los programas, © estrategias y téenicas polfticas a los cuales estén vineu- Iados? Me gustaria sugerir un enfoque especifico, que deno- mino «genealogia dela subjetificacién» [subjectification| 2 La expresign es torpe pero, creo, importante. Su impor- tancia radica, en parte, en el hecho de indicar en qué no consiste una iniciativa semejante. Por un lado, no es un intento de escribir la historia de las ideas cambiantes de Ja persona, tal como’se preséntaron en Ia filosofia, la lité- ‘yatura, la cultura, etc. Hace mucho que historiadores, filé- sofos y antropélogos estén embarcados en la redaccién de sos relatos, sin duda significativos e instruetivos (por ejemplo, Taylor, 1989; cf. el enfoque muy diferente propi- ciado por Tully, 1993). Pero es imprudente suponer que, a partir do una deseripeién de lis eoneopeonos dol hombre en la cosmologia, la flosofia, la estétiea ola literatura, po- demos obtener pruebas sobre la organizacién de las priie- ticas y los supuestos previos cstidianod y mundanos que | danformaa k ta del umanos en Ambitos \y-préctioas especticas Dean, 1994). Una genealogia de la subjetificacién no es, por lo tanto, una historia de las # Para evitar cualquier eonfusién, pode sefialar quo subjetifeacién ose usa aqui para impliarla dominaci por parte de otros oa suber- dinacién a tn sistema ajono de paderes; no fusclona como un término ‘Soufuie da un podem Saban Dlg cantando ani dla se cacién de Michel Foucault. [Preforimos traducir literalmente subjectifi- ‘ation por ejects eurqu ete nino cmparta a trpera Sil enfiol pura evtar ns confanmn qu pian dread del oo deaigue dean dx vrones pron veto y ul i naa pa ee entender coo una pan mbes. (V. del 7)) ETA cmevrl ideas:{gu dominio de investigacién es el de las pricticns y las téenicas, el del pensamiento cuando procura hacerse Del mismo modo, es necesario distinguir mi enfoque de Jos intentos de escribir la historia de la persona 0 el yo ¢- mo una entidad psicolégica, ver cémo diferentes ededes producen seres humanos con diferentes caracteristicas psicolégicas, diferentes emociones, creencias y patologias, Ese. proyecto de una historia del yo es indudablemente imaginable y algo parecido a esa aspiracién da forma a una serie de estudios recientes, de algunos de los cuales _, me ocuparé més adelante, Pero es0s andlisis presuponen _{ wamodo de pensar que es de por sun resultado de hie | toFia, recién surgidé etl siglo XIX. Hn efecto, sé en eas ‘moniznty histéried ¥ en un espacio geogréfico limitado y localizado, aparece un modo de pensar en el cual el ser] hus) /Mano_se-entiende-en-términos de personas, cada una de | ellas provista de un dominio interno, una «psicologiar, es una especie de plano sirreab de proyeccién, trazado de ‘manera un tanto contingente ya la ventura en la interseo- cin de una gama de diversas teorfas: de las formas de ‘pensamiento, las téenicas de regulacién, los problemas de com saa X + Dimensiones de nuestra «relacién con nosotros mismos Una genealogia de la subjetiicacién es una genealogta do lo que potrfamos ania, Sigtiendo a Michel Foucault, eauestra relaci is mismos».% Su campo de in- vestigacién comprendelfos tipos de atencién que los a humanos prestaron a sf mismos y.a otros en diferentes 08 y Hlempos}Para expresarlo de manera 1un poco mids majestuosa, podrfamos decir que es una ge- nealogia de la srelacién del ser consigo mismos y las for- mas técnicas adoptadas por ella. Vale decir, el ser humano ‘truifurada por Ia interaccién de la experiencia biogrétca ( AP i = i cnui certs layed 6 prostsos caractertsticos de la picologia es.un tipo de eriatura cuya ontologia es histéria. Y su his- ay ee aes Una genealogia de la subjetificacién considera que fo ee area ae aoe (glaciation caiee| tn ect» pra scien be int, Q 4 ey poeologizada del significado del hombre delinen slat ( hist6ricamente: se trata de analizar as problematizacio- nes a través de las cuales el ser se ofrece a ser, necesaria- tid de un problema histérico, pero no sienta las bases de} * “aha nirativa histérica, Bsa genéalogta procure deseribir | Tos ned, ylaa prdticas sobre cova bees oe log modos de surgimiento de estefitégimen del yo» moder- zo como el resultado de un proceso gradual de Mostra ‘ion en que los seres humanos, asistidos por los esfuerzos de la ciencia, Hegan a reconocer por fin su verdadera na- turaleza{'sino a partir de una serie de précticas y proceso contingerites y decididamente menos refinados y digncs.| Escribir dicha genealogia os tratar de comprender por ai ‘eel yor) que funciona como(un ideal regulatorid en tan- ‘os aspectos de nuestras formas contempordnea$ de vica —no meramente en nuestras relaciones pasionales red- ‘procas, sino en nuestros proyectos de planificacién de vi- Yds, aasstras maneras de manear las organizaciones in- Q \ dustriales y otras, nuestros sistemas de consumo, muchos {de nuestros génerosliterarios y de produecién estétien—, 216 x esas problematizaciones> (Foucault, 1986a, pag. 11; Jam- bet, 1992). Esa genealogfa, en consecuencia, no se concen- tra en «la construecién historica del yoo sino en Ja historia de las relaciones que los seres humanos entablaron consi- go mismos. Estas relaciones son construidas e histéricas, pero para entenderlas no debemos situarlas en un domi- nio amorfo de la cultura. Al contrario, se abordan desde la perspectiva del «gobierno» (Foucault, 1991; ef. Burchel et al, 1991). Vale decir que my relacién con nosotros i jetwdetos~ ‘Bs importante entendorio ene mode rflsivoy no sustantivo. no ‘que sigue, la expresin siempre designa eza relacién y no implica vn wustantvo como objoto do esta ultima. 217 experiencia tenon sa propia historia. Las disnositivas de sproduecién do significado» —grillas de vieuali vocabularios, normas y si smas ‘de jul qu procuraron mod llevar aa ‘ fos en nombre de ciertos objetivos:virilidad, femineidad, boon modestia, propiedad, cvlidad,disciplin, distin. cién, eficiencia, armonfa, realizacién, virtud, placer; la lis- \ ta es tan diversa y heterogénea como interminable. Una de las razones para destacar este aspecto es dis. tinguir mi enfoque de una serie de andlisis recientes quo, explicita o implicitamente, ven las formas cambiantes do la subjetividad o identidad como consecuencias de trans- formaciones sociales y culturales m4s amplias: la moder. tas ezicesintolectuales no's presentan lstas para ‘usar; es preciso inventarlas,refinarlasyy estabilizatlas, di- seminarlas ¢ implantarlas de diferentes maneras en dife- reites précticas: escuelas, familias, calles, lugares de tra- bajoy"tibiinales, Si usamos el término «subjetificacién» . ‘para designar todos esos procesos y précticas heterogé- neos por medio de los cuales los sares humanos llegan a relacionarse consigo mismos y Tos vtroscomosujetosde I nidad, la modernidad tardia, la sociedad del riesgo (Bau || cierto tipo, la sibjetificacion tiene entonces su propia his- man, 1991; Beck, 1992; Giddens, 1991; Lash y Friedman, | toria-Y esa historia es més préctica, més técnica y menos 1902), Desde luego, esta obra continia una prolongada |! ffeada de lo que peraien tuponcr las deserplones tradicién de narrativas, remontada al menos hasta Jacob + scaiotogicas. tificacign se concentra ‘dentro de'las cuales los dividuo como consecuencia de una transformacién social general de la tradicién.en.modernidad, el feudalismo en italismo, la Gemeinschaft en Gesellschaft, la solidari- dad mecanica en solidaridad orgénica, ete. (Burckherdt, | Burckhardt, que escribieron historias del ascenso del in- 11990), Estos andlisis consideran los cambios en los modos (poe de la oinidividtaliaads oo como los hombres se comprenden y actiian sobre sf mis- / tex, personalidad, identidad, reputacién, honor, ciuda- ‘mos como el resultado de acontecimaientos histéricos «més | ano, individuo, normal, lundtico, paciente, cliente, espo- fandamentales» situadas en otra parte: en los regfmenes so, madre, hija, ..— yas normas, téenicas y relaciones ~ de produsei6a, el cambio tecnol6gico, las modificacicnes autoridad dentro dé Tas cuales aquellos cireularon-en, de Ja demografia o las formas familiares, a wultura». Es préeticas legales, domésticas, industriales y de otros tipas indudable que los sucesos producidos en eada uno de es- HU inluir S6bt6 IZ Conducta de las personas."isa inves- tos dmbitos tienen significacién en lo concerniente al pro- ‘figavion podria desarrollarse a lo largo de una serie de ca- Jblema de la subjetificacién. Pero por significativos que ‘minos vinculados entre sf. sean, es importante insistir en que esos cambios.no.trans- formant Jos modes de ser humanos en virtud de alguna experiencia» que producen. A mi entender, no pueden és- Problematizaciones { tablecerse relaciones cambiantes de subjetificacién por ¢Dénde, eémo y por obra de quién los aspectos del ser 440M} derivacin o interpretacién de otras formas cvlturales o sociales. Suponer explicita o implfcitamente que sf es po- Jumano se convierten en problemas, de acuerdo con qué ‘sible hacerlo supone le continuidad de los sares hurna: sistemas de juicio y en relacién con qué preocupaciones? {os como sujetos de la historia, esencialmente provistos Para mencionar algunos ejemplos pertinentes, podria- ‘dela capacidad de atribuir significado (Dean, 1994). Pero ‘mos considerar c6mo llega el lenguaje de la constitucién y Jos modos.como los seres huranos «dan significado a la el cardcter a actuar en los temas de la decadencia y 1a Dy a9 degeneracién urbanes enunciados por psiquiatras, refor. madores urbanos y politicos en las tltimas décadas del siglo XIX, o mo s@ utiliza el voeabulario de Ia adaptacign yy desadaptacién para problematizar la conducta en ém. bitos tan diversos como el lugar de trabajo, el tribunal yla escuela en las décadas de 1920 y 1990. Plantear la cues. tién de esta manera es subrayar la primacia de lo patol6- gico sobre lo normal en la genealogia dé Ta sil icaciiny ear términos gentrales, nuestros vocabularies y técnivas dela persona no aparecioron en tun campo de reflexién so- bre el individuo normal, el carécter normal, la persona lidad normal, la inteligencia normal, sino que, antes bisn, el concepto mismo de normalidad surgié a partir de un in- 14 terés en los tipos de conducta, pensamiento y expresién ‘considerados molestos o peligrosos (Rose, 1986), Este es ‘un aspeeto tan metodolgico como epistemolégico: en le genealogia de la subjetificacién, no ocupan el lugar privi- Tegiado los fil6sofos que en sus estudios reflexionen sobre Ja naturaleza dea persona, la volintad, le conciencia, la moralidad y cosas por el estilo, sino las précticas muné: nag.en las cuales la cond contig EH problemdlica para los otros o para el yoy los textos y programas munda- 16S —S0br6 Id adininistraciOn de hospicios, l tratamien- to médico de las mujeres, los regimenes aconsejables de crianea de nit0s, Tas nuevas ideas sobre manejo del Iogar dettrabajo; la mejora de la autoestima— que prociran ‘hacer inteligibles y al mismo tiempo manejables esos pro- \ blomas.4 4 Desde lueg, esto significa exagerar el axgumento, Por un Indo, 28 ‘noceturi observarefino te organizaron las miamas reflexions flash ‘as en torno de los problemas de a patologia —piénseso on ol funelons- ‘mento dela imagen dola estatua privada de toda estimulo sensorial wn losotias de la sonsacin como a de Condllac— y adverti también quo 1 filoeofa est animada por los problemas dl gsbiemo de la eonducia 1 se artiela con ellos (sobre Condillas,véase Rowe, 1985; bre Locks, ‘véaeo Tully, 3988; sobre Kant, véase Hunter, 1994). Teenslogtas 2Qué medios se inventaron para gobernar al ser huma- zo y configurat o modelar la conducta a fin de encauzaria en las direccionés deseadas, y eémo procuraron los progra- ‘mas enearnarlos en ciertas formas téenicas? La nocién de teériologia puede parecer antitética con el dmabito del ser humano, y por ello las afirmaciones sobre la teenologiza- cia inadecuada de la humanidad constituyen la base de més de una critica, Sin embargo, auin la experiencia que tenemos de nosotros mismnos como tipos determinados de personas —criaturas de libertad, de facultades persona- les, de autorrealizacién— es el resultado de una serie de ecnologias humanas, que toman como objeto los mocios ie ser humanos} La tecnologia se refiere aqui a cualquier montaje estructurado por una racionalidad préctica regi- da por una meta més o menos cifiscietite” Las tecriologias rumanas son ensamblajes hibridos de conocimientos, ins trumentos, personas, sistemas de juicio, edificios y espa: cos, apuntalados en el plano programético por ciertos su- +| puostos provios sobre los sores humanoa y por objetivos para ellos. Es posible considerar la escuela, la prisién y el |» hospicio como ejemplos de un tipo de esas tecnologiasy “que Foucault denomin6 disciplinarias y que actian en ‘vérminos de una estructuracién detallada del espacio, el | tiempo y las relaciones entre individuos, mediante proce- dimientos de obiservacién jerdrquica y juicio normalizador ‘eintentos de envolver és0s juicios en los procedimientos y {juicios utilizados por el individuo a fn de encauzar su pro- pia conducta (Foucault, 1977; ef. Markus, 1993, donde se Bos tltimos tiempos se plantearon en diverts lugares argumen- ‘os similares aobre a necesidad do unalizar el yo- ens eardctertacno- egies. ease en especial a diacurin enl libro reeionte de Elspeth Pro- ‘om (1999) Sin embargo, resulta menos claro a qué ge alude con exacti- ‘td cuando se habla de stoenoldgieo» en este context. Come lo sugiero nds adelante, es neceariodeaarrsllar tm andlisis de as formas tecno= 2gicas dels subjetiiacién on tarminoa de a relacién entre las tecnolo- sian para el gobierno dee conduct y ls dispostivosintalestaales, cor. poralesyétcos quo estrucuran la relacin del ser consigo mismo en di- ferentes momentos y lugares. Desarrollo esta axgumento con mayor rofundidad en Rose (1996), ( \ 221 encontrard un examen de la forma espacial de los monta. jes aludidos). Un segundo ejemplo de una tecnologia mé. vily polivalente es la dela relacién pastoral, una relacién de guia espiritual entre una autoridad y cada uno de los miembros de su rebatio, que incluye téenicas como la confésién y la exposicién del fuero intimo, la ejemplaridad y el discipulado, incorporadas a la persona mediante una variedad de esquemas de examen, sospecha, revelacién, dosciframiento y edueacién de s{ mismo. Como ia discipi: (na, esta tecnologia pastoral puede articularse en una se. \ re de formas diferentes: en la rolacién del sacerdote y el feligrés, el terapeuta y el paciente, el asistente social y ol cliente, asf como en le del sujeto «educados consigo mismo, “No debemos considerar que las relaciones disciplinaria y pastoral de subjetificacién se oponen histérica 6 ét¥camien- 8: Tos Togimenes puestos en préctiea en escuela, cios y prisiones incorporan ambos tipos. La insisteticii‘en ua ahalitica de las teonologias humanas es tal vez uno de Jos rasgos més distintivos del enfoque que propicio, un anilisis que no parte de Ia idea de que la teenologizacién fe la conducta humana es maligna, sino que, antes bien, examina el modo como los seres humanos fueron a la vez capacitados y gobernados por su organizacién dentro de ‘un campo teenalégico. Autoridades 2A quién se otorga o quién reivindica la capecidad de hablar verazmente de los hombres, de su naturaloza y sus problemas, y cudles son las caracteristicas de las verdades sobre las personas a quienes se concede esa autorided? @Por medio de qué aparatos son autorizadas esas autori- dades: las universidades, la maquinaria legal, lasigiesias, Ja politica? (Hasta qué punto depende la autoricad de la autoridad de su reivindicacién de un conocimiento posi- tivo, de la sabiduria y la virtud, de la experiencia y el ju- cio prctico, de la capacidad de resolver conilictos? ¢Cémo se gobiernan las propias autoridades: mediante cbdigos legales, e] mercado, los protocolos dea burocracia, la ética 222 et profesional? ZY cual es entonces la relacién entre las atx toridadés y quienes estén sometidos a ellas: sacerdote/fe- igrés, médico/ paciente, gerente/empleado, terapeuta/ paciente....? Este hincapiéen les autoridades (masque en 1 «poder y en los diversos individuos, dispositives, aso- ciaciones, modos de pensamiento, tipos de juicio que bus- can, reivindican, adquieren o reciben una autoridad, ast como en la diversidad de formas de autorizar a esa autori- dad, me parece, una vez mAs, uno de los rasgos distintivos de este tipo de investigacion, ‘Teleotogtas {Qué formas de vida son Jas metas, ideales 0 modelos de estas diferentes précticas de trabajo sobre Tas pera0- ig el porsonaje protesonal Guo Gere tna cael con Sabilurfa y dosapesionaaieno; el guerrero vin que per sigue une Vda de honor atravea don puesta en lego calculada del cuerpo; el padre responsable que leva una vida de prudencia y moderaeién; el trabajador que acepta ssu suerte con una docilidad flundada en la creencia en el ‘ardcter inviolable de la autoridad o una recompensa en Ja vida futura; la buena esposa que realiza sus tareas do- mésticas con tranquila eficiencia y humildad; el individuo emprendedor que porfia en busca de mejoras materiales de la «calidad de viday; ol amante apasionado diestro en las ates dl placer, ? Qué cdigns do conocimiento apo yan estos ideales, y a qué valoracién tee ‘Contra quienes sugieren ques see fica predomina un tinico modelo de la persona, es impor- seni dentoes I blerageelad y cepted dee ideales om dad deaplagaaUN oa frentesprécticas, yeu artculacén em teopseo TEDL: (7 mas y Soluciones especificas conceriier ‘tiana. Creo que ablo desde ente panto da Vista sopubde identificar a sin de los intentos programsiticos ‘a singularidad de establecér un tinico modelo del individuo coma ideal ético en una serie de dmbitos y précticas diferentes, Por ejemplo, las sectas puritanas analizadas por Weber te- @ ee particular importancia en las estrategias y programas li- nnfan la poco comtin actitud de tratar de garantizar que) berales de gobierno, puesto que esos domini modo de comportamiento individual en términos de s9- briedad, deber, modestia, personalidad, etc., se aplicara a ser «dominados» por la regla, sino que es preciso cong- | carlos, entenderiosy relacionarse con ellos de manera tal. précticas tan diversas como el disfrute de entretenimien. tos populares, el trabajo y 1a conducta en el hogar. En | qlgTos hechos courridos en so interior —Ia producti [S08 ytureondictoner det comereo, 105 actividades de las aso- £ | ¥ i nuestros propios dias, tanto la economia, en la forma de ‘un modelo de racionalidad econémica, como la psicologia, ciaciones civiles, las formas de erier a los nifios y organi- Ja forma de un modelo del individuo psicol6gico, sivie. zar las relaciones conyugales y el apoyo econémico dentro oon de have a ntentos silanes de unifcaion dela con de la casa— respalden los objetivos paliticas en.vez deopo- soph fa ‘vida en un solo modelo de subjetividad apro- nerse a ellos. eT easo que discutimos aqui, las earacte- a Pero Ta unificacion de la subjetificacion debe verse risticas de las personas, en su calidad de «individuos 10 un objetivo de programas especifios o un supuesio bres de quienes dependen la legitimidad politica y la fun- previo de estilos especificos de pensamiento, yno como un cionalidad del lberalismo, cobran una significacién par- asgo de las culturas humanas, ticular. Tal ver podriamos decir que el carapo estratgico eral de todos los programas de gobierno autodenomi 1ados liberales fue definido por ef problema de cémo pue- a Tos Individuds Hbres jue I~ Jas capacidades de las personas a objetivos morales, socia- wera site su Mbertad a la préctiga, les o politicos més amolios concernientes a los rasgos de- seables e indeseables de las poblaciones, la mano de obra, El gobierno de los otros y el gobierno de uno Ja familia, la sociedad, ete.? En este punto son de especial Sia importancia las divisiones y relaciones establecidas entre Jas modalidades para el gobierno de la conducta a las cua- Estrategias {Cémo seVinculan estos procedimientos para regular Cada una de estas direcciones de la investigacién esta “leet gee yrenesns ry apd erage grin eon de el corp 5 a es cault, En particular, se originan, desde luego, en sus suge- politeas ya s trate del conocimianto tenico de peritos, rencias concernientes a una geneslogia de las artes del go- elmer fnfical 30 os tribunales, a Casaermy bierno —en las cuales se considera en términos generales Seige fatcnrcesa Sn edeo aanpramsyote gobierno autocaliicadas de «liberales» es tipica la delimi- 6 No quiero suger co elo, por supuesto, que el conocimiento y la .cién simultdnea de la esfera de Jo politico con referencia parka | rae ean ee iy oa ‘regimenes Ed i Sa eee eee meee rel de nedaneyadnnineadres ena nga del ropazss vil y la familia son los tres m4¥ comtinmente menciona- Es exterminio manve en la Alrania nas ol do los traajadors dsl |dos— y la invencién de una serie de téenicas que suelen partido en las zelaciones pastarales de la Betados de Europa oriental ratar de influir en los sucesos.de estos dominios sin que- antes de su sdemocratizacién»,o el de los peritos planificadores en regf- brantar su autonomfa. Por esta raz6n, los conocimientos y a de Plaifcacin ceaipalicade oe . GOSPLAN ie es formas de pericia técnica concernientes a las earacteris- in embargo ls relacions entre las formas de enocimento 7p ticas internas de los dominios que deben regirse cobran eases gees petteee ee aca ee 224 ‘més 0 menos racionalizados para da conduceién dela cag! = ducta»— y su concepcién de. ‘la gubernamentalidad, da al surgimiento de racionalidades polticas, 9 ma dades dela autoridad, en que esta tiene que ver em el nejocalculado de ls asuntos de cada uno y de todos cong]. fin de alcanzar ciertos objetivos desoables (Fo 1991; véase la dscusion de le nocion de gobiome en Oot don, 1991), El gobierno no indiea aqut una teoxia ain a antes bien, cierta perspectiva desde la cual mos ~pacer inteligible la diversidad de los intentos de distintos Tr ange mtn oe eno eal ie z cians dene otros en relacién con objetivos de prosperidad nacionz “Hionfa, virtad, productividad, orden social, dsciplina’ emancipacién, autorrealizacién, etc. Y esta perspecti a también os importante porque or slate obec nee de que Jas estrategias para la conduccién de Ja conducta, actian con mucha frecuencia tratando de modeler et Foucault denominé igualmente stecnologiasdelyo7ee, ee Laer ‘0 el modo comio los indivicuos se rimentan, entiendon, jusgan y conducen (Fuucat 1986a, 19865, 1988). Las tecnologiae del yo es noe a8 del yoasumenla' ‘ma de la elaboradi lacién con uno je 0 ore lacién con amo mismo; éxigen, por ejemplo, que uno Se Gf-eenoaea epi légicamente (conécete a ti mismo}, des- ,/ Péticamente (96 amo de ti mismo) o de otras manoras 4 (preociipate por ti mismo), Sé enearnan en précticas téeni- cas especificas (confesién, eseritura de un diario, disca. { > aa peers Programa de doce pasos de Aleohélicos Ané- nimos). Y siempre se practican bajo la autoridad zoal 0 | imaginada.de algtn sistema de verdad y de algin indi duo autorizade, ya sean teolégicos y sacordotales, peico- légicos y | terapéuticos o disciplinarios y tutelares. A partir de estas consideraciones se plantea una serie de cuestionos, La primera conciemne a la ética misma, En sus ti escritos, Foucault utilizé el concepto de ‘tienen designacién general para sus ‘investigaciones sobre la ge- nealogia de nuestras formas presentes de sinquietud» de sf Foucault, 1979, 1986a, 19866; cf. Minson, 1999). Las Practicas éticas, para él, se distinguian del dominio de la we) eras enleas para eondusle | t | : u prescribiora «conocerse af misimose @ través de una her- moralidad en el hecho de que los sistemas morales son, en. lineas generales, sistemas de conminacién y prohibicién —hards esto o no harés aquello— y se enuncian las més de las veces con referencia a algtin cédigo rolativamente formalizado. La ética, por su parte, se refiere al dmbito del conseio practice sobre cémo debe uno preocuparse por si SR mismo, erigirse-en-el sujeto.d6Ja solicit a ateneion, conducirse en el mundo de su propia existencia cot “Distintos perfodos Galturales, sostenta Foucault, difirie- ron en el peso respective que sus préctieas para la regula- cién de la condueta atribufan a las conminaciones morales codifieadas y los repertorios practicos de asesoramiento ético. Sin embargo, se podria llevar a cabo una genealo- sia de nuestro régimen ético contemporéineo que, suge- va Foucault, eTentara a los setés humanos a relacionarse) { consigo mismos como sujetos de una ssexualidad> y les menéutica del yo, los conminara a explorar, descubrir, re-/) ‘g) velar y vivir a la luz dels deseos que comprenden nues- | deilustracién que envuelve aquel régimen, al examinarla incorporacién de ciertas formas de préctica espiritual que podian encontrarse en la ética griega, romana y cristiana primitiva al poder sacerdotal y més tarde a los procedi ientos de tipo educativo, médica y psicolégico (Foucault, } 19864, pg. 1D. Es evidente que el enfoque que antes eshocé sacé buen partido de los argumentos de Foucault sobre estas cues- tiones. Sin embargo, me gustaria desarrollar este argu- mento en una serie de aspectos. Primero, como se sefialé ‘en otra parte, la nocién de «téenicas del yor puede ser un tanto engafiosa, El yo no constituye el objeto transhistéri- ) co de las téenicas para Sef humanos sino : preseriptr-w los Kombtes para antendérse s-relacionarse- consigo titsm0s (Hadot, 1992). En diferentes précticas, estas relacioiies se forjan en términos de individualidad, cardcter, constitucién, reputacién, personalidad y cosas por el estilo, queno son meramente diferentes versiones de ‘un yoni equivalen aun yo, Ademés, la determinacién de: le Felacién contemporénea'con nosotros mismos —intros- \ tra verdad. Dicha genealogia trastornaria la apariencia | 227 peas um nade WO xia una relacién prudente eon el futuro, la confeccién de | presupuestos, el comercio la politica ya conduetiGn dela ‘vida en general (Cline-Coben, 1982, pags. 148-9). — Un segundo eje se referivia@ las corporalidades otéeni- cas corporales. Desde Inego, los antropélogos y otros alu- Gieron a la forja cultural de los enerpos: comportamiento, expresién de la emocién y cosas por el estilo en cuanto transformarse en una diversidad de pasiones centrades differen de cultura en cultura y, dentro de cada una de cllas, entre géneros, edades, grupos de status, ete. Marcel | en el descubrimiento y la realizaciin de laidentidad de | ese yo (Rose, 1989). ‘© Mauss proporciona la explicacién elisica, segtin la cual el cuerpo, como instrumenta téenico, se organiza de'diferen- | t peecién, autoexploracién, autorrealizacién, ete— adopta , efectivamente el tépico de la sexualidad y el deseo come su, ‘punto de apoyo debe seguir siondo una cuestién abieria para a investigacién histérica, En otro lugar sugeri quel mismo yo se convirtié en objeto de valoracién, un régimen de subjetificacién en el cual el deseo quedé liberado de ax dependencia de la ley de una sexualidad interna, para ~ Me gustaria sefalar, por otra parte, la necesidad do ex. tender un andlisis de las relaciones entre gobierno y sub- te manera en diferentes culturas: distintas maneras de Gf mas allel camipo de la ética, si con ello nos atsinany sentarse;cavar, marchar, ete. (Mauss, 1979; of rrelerimos a todos los estilos de relacionarse coasigo mis. Bourdieu, 1977). Sin embargo, una genealogia dela subje- ‘mo que se éstriictutan mediante las divisiones de la ver—~ ‘ificacién no se interesa en el problema general de la rela- { dad y la falsedad, lo perinitido y lo prakibido, Tambien'es tividad cultural de las capacidades corporales, sno en los .pfecis0 examinar el gobierno do esta relacién a lo argo de corpo: | algunos otros ejes. intentosraconalizaos de preseribir una relactén Uno de ellos concierne al intento de inculear cierta i ‘el yoy los otros. Norbert Elias dio muchos y/ relacién consigo mismo por medio de transformaciones de =m istructiver ejemplos de la prescripcién de cédigos Jas «mentalidades» o lo que pudrfamos denominar «écni- |-—_explicitos de conducta corporal —modales, etiqueta y el cas intelectuales»: lectura, memoria, escritura, con | qutocontrol de las funciones y acciones del euerpo—a los miento de las operaciones aritméticas, etc (en Eisenstein, _| __individuos que ocupaban diferentes posiciones dentro del 1979, y Goody y Watt, 1968, se enconttardn algunos ejem- "| ~—_aparato de la corte (Elias, 1983; cf. Elias, 1978; Osborne, plos muy ilustrativos). Por ejemplo, en el transcurso del | ©1996). Los estudios del propio Foucault sobre el hospicioy “siglo XIX presenciamos, especialmente en Europa y Esta- } laprisi6n exploran programas en los cuales el disciplina- dos Unidos, el desarrollo de una multitud de proyectos rmiento del cuerpo del individuo patolégico no s6lo implica- para la transformacién del intelecto al servicio de objeti ba le inserci6n de ese cuerpo en un régimen externo de vos particulares, cada uno de los cuales procura prescribir silancia jerérquica y juicio normalizador, y su imbricacién una relacién espectfica con el yo a través de la incorpo- en un régimen molecular que gobernaba 6] movimiento en raci6n de ciertas capacidades de lectura, escritura y céleu- el tiempo y el espacio, sino que también procuraba pres- Jo. Un ejemplo serfa on este caso el modo como, en las wlt- cribir una relacién interna entre eT ndividuo patolégico y mas décadas del siglo XIX, los edueadores republicanos sui@ierp6, én la cual el comportamiento corporal manifes- promovieron en Estados Unidos el eonocimiento de las tafty mantuviera cierto dominio disciplinado ejercido por ‘operaciones aritméticas, en particular las eapacidades le'persona sobre sf misma (Foucault, 1967, 1977; véase cnuméricas que, segtin sostentan, se verian facilitadas por ~_° Yfamibien Smith, 1992, donde se encontraré una historia Ja adopeién del sistema decimal, afin de generar un tipo ; del concepto de «inhibicién» y su relacién con la manifes- especifico de relacién consigo mismos y el mundo en quie- tacién de constancia y autodominio mediante el ejereicio nes contaran con ese bagaje. Un yo conovedor de les ope- del control corpora), Una relacién anéloga con el euerpo, raciones aritméticas seria un yo caleulador, que establece- aunque sustantivamente muy diferente, fue un elemento CBS, 229 clave en la autoconstrucciGn de cierto personaje estétioo en la Europa decimonénica, ineorporado a algunos os los de vestimenta pero también al cultivo de determina das téenicas corporales como la natacién, que produsirfan y desplegarian una relacién especifiea con Io natural (Sprawson, 1992). Los historiadores del género han eo- ‘menzado a analizar el vinculo histérico entre el desempe- fio adecuado de la identidad sexual y la inculeaciin de ciertos regimenes del cuerpo (Butler, 1990). Algunas for- mas de mantenerse, caminar, corre, sostener la cabeza y manejar los miembros no son meramente relativas a la _cultura o adquiridas a través dela socializacién de género, {sino que se trata de rogimenes del euerpo que procuran \subjtificaren terminns de Gerta verdad de gener SSS Blendo‘une-detenninada Telacion consigo mismo en tun Ee 5 pieSezipfo,Facionalizado y enseriadoen manidalés dé consejos, etiqueta y modales, e impuesto tanto por sanciones como por seducciones. Estos comentarios deberian decimnos algo sobre la heterogenieidad de los lazos entre el gobierno de los otros y el gobierno del yo, Es importante destacar otros dos as- pectos de esa hetorogeneidad. Il primero concierne a la diversidad de modos como se prescribe cierta relecién ‘consigo mismo. Existe le tentacién de hacer hincapis en. los elementos de i ioc i leva interna excesiva. Es indudable que podemos ver este tema en muchos debates decimonénicos sobre la ética y ol cardcter tanto para el orden imperante ‘como en las clases trabajadoras respetables: un paradgji- co «despotismo del yor en el corazén de las doctrinas libe- rales de la libertad del sujeto (extraigo esta formulacién de Valverde, 1996). Pero existen muchos otros modos de establecer esa relacién consigo mismo y, aun dentro del ejercicio del dominio, una variedad de configuracioaes mediante las cuales uno puede ser alentado a dominarse. El dominio de la propia voluntad para ponerla al servicio del cardeter por medio de la inculeacién de habitos y ritua- les de renunciamiento, pradencia y previsién, por ejem- 230 i { i i i | f | } plo, es diferente del dominio del deseo poniendo de relieve sus raices a través de una hermenéutica reflexiva, a finde liberarse de las consecuencias autodestructivas de la re- presiOn, la proyeccién y la identificacién. . ‘Ademés, la forma misma de la relacién puede variar. Puede ser una relacién de conocimiento, como en la exhor- tacién «condeete a ti mismo, que Foucault remonta a la confesién cristiana y enctentra contemporéneamente en. Jas téenicas de 1a psicoterapia: aqui, no es la introspeccién pura la que proporciona de modo inévitable los ebdigos de conocimiento, sino la traduccién de nuestra propia intros- peceién en un vocabulario especifico de sentimientos, creencias, pasiones, deseos, valores o lo que fuere, segin ‘un cédigo explicativo particular derivado de alguna fuen- te de autoridad. O puede ser una relacién de preccupacion, xy solicitud, como en los proyectos contemporéneos para él | ‘ssidado dal yo, sein los cuales este debe ser alimentado, |, protegido, salvaguardado por regimenes de dieta, la mini- mizacién del estrés y le elevacién de la autoestima, Tam- | bién la relacién con la autoridad puede variar. Considé- rense, por ejemplo, algunas de las cambiantes configura- ciones de la autoridad en el gobierno de la locura y la sa- Jud mental: Ja relacién de dominio que se ejercfa entre el médico del hospicio y el loco en Ta medicina moral de fines del siglo XVIIF la relaci6n de disciplina y autoridad insti- tucional existente entre el médico def hospicio dal siglo \ XIK y el interno; la relacién pedagégica vigente entre los higienistas mentales de la primera mitad del siglo XX y Jos nifios y padres, alumnos y docentes, trabajadores y ge- rentes, generales y soldados sobre quienes procuraban it ! fluiz,y larelacion do seducci6n,conversiGny.siemplaridad ' que existe hoy entre ol psicoterapeuta y su cliente. ‘Como se desprenderé con claridad de la anterior discu- si6n, si bien,las relaciones consigo mismo preseriptas en cualquier momento historicd pueden sseniejarse 8a diver- 08 aspectos —por ejemplo, la nocién victoriana de cardc- ter estaba ampliamente difundida en muchas précticas diferentes—, las investigaciones empfricas deberfan de- terminar hasta qué punto es asf. No se trata, por lo tanto, de contar una historia general de la idea de persona 0 231 x (ps; autonoméa, dotados de una psicologia con aspizaciones a (ye sino de describir las formas técnicas asignadas a. Jare. laciéa consigo mismo en varias précticas: legal, militar, | industrial, familiar, econémica, Y aun dentro de cada Practica, debe suponerse que la heterogeneidad eg més "| comin que la homogeneidad; considérense, por elemla, | tas muy diferentes configuraciones do la individuation pm el aparato juridico en cualquier momento determina. do, la diferencia entre la nocién de status y reputacién tall como funcionaba en los procesos civiles durante el si XIX y la elaboracién simulténea de una nueva relaciin con el transgresor de la ley como una personalidad Patoi- gica en los juzgados criminales y el sistema penitenciario (Pasquino, 1991). Si nuestro presente estd marcado por cierta nivelaciin de estas diferencias, de modo que los ‘Supuestos previos re- lativos a los seres humanos en distintas praicticas mues- tran cierto aire de familia —Ios hombres como sujetos ¢e Ja autorrealizacién y de la capacidad real 0 potencial de | | manejar su vida como una especie de empresa de sf mis- ‘mos—, esto es precisamento, pues, el punto de partida pe ra una investigacién genealégica. ,Cémo se establecié es [7 terégimen del yo,en qué condiciones ¥en relacién con qué :$ das y formas de autoridad? En los wltimos clea ! senciamos, por cierto, una proliferacin de eonoci- ” mientos técnicos dela conducta humana; economistas, ge- ‘rentes, contadores, abogados, consejeros, terapeutas, mé- icos, antrop6logos, politslogos, expertos en politica social. y otros por el estilo, Pero a mi juicio la «unificacién» de los { regimenes de subjetificacién tiene iticho que Vet cow el. Ase de una forma especifica de conocimiento téenico %* \pOBttivo del ser hrumano: la de las disciplinas psi y su «ge inerosidad>, Al hablar de otros vin él Fedtinso al ai. : Parmftanme volver a la cuestién dela diversidad dellos rogimenes de subjetificacién. Otra dimensién de la hete- rogeneidad surge del hecho de que las maneras de gober- nar alos otros estn vinculadas no sélo a a subjetificacién do los gobernados, sino también a la de quienes han de gobernar Ja conducta. As{, Foucault sostiene que en Gre- cia la problematizacién del sexo entre hombres se vineu- laba a la exigencia de que quien ejerefa autoridad sobre otros fuera antes capaz de dominar sus pasiones y apoti- tos, porque uno s6lo era competente para gobemnar a los otros sino era esclavo de sf mismo (Foucault, 1988, pégs. 6-7; ef. Minson, 1993, pags. 20-1). Peter Brown alude al trabajo exigido a un joven de las clases privilegiadas del Imperio Romano del siglo I, a quien ee aconsejaba erra car de s{ mismo todos los aspectos de «suavidad y «afer namiento» —en su modo de caminar, las cadencias de su discurso, su autocontrol—, a fin de mostrarse capaz de jercer la autoridad sobre otros (Brown, 1989, pég. 11). Gerhard Oestreich sugiere que el rosungimiento de la éti- ea estoica en la Europa de los siglos XVII y XVIII fue una respuesta ala critica de la autoridad osificada y corriipta: Jas virtudes del amer, la confianza, la reputacién, la genti- Jeza, las facultades espirituales, el respeto por la justicia y otras similares se convertirian en los medios para que las, 288 autoridades so renovaran (Oestreich, 1982, pég. 81) Ste. phan Collini describié las novedosas maneras utilizadas por las clases intelectuales victorianas para problemati. zarse en términos de cualidades como la constancia y ¢| altruismo: una angustia permanente con respecto ala en. “deblez de su voluntad los forzaba a interrogarse, y encon. traban en ciertas formas de trabajo social y filantr6picg ‘un antidoto a li duda de sf mismos (Collini, 1991, analiza. do en Osborne, 1996). Si bien estos mismos intelectuales victorianos problematizaban toda clase de aspectos de la vida social en términos de carécter moral, amenezas al carécter, debilidad de cardcter y necosidad de promover el ‘buen caréeter, y sostenfan que las virtudes de este —con- fianza en si mismo, sobriedad, independencia, refrena- miento, respetabilidad, autosuperacién— debian incul- cearse en los otros mediante las acciones positivas del Es- tado y el estadista, se erigian en eujetos de un trabajo ét- co conexo pero un tanto diferente (Cellini, 1979, pag. 29 y sigs). De manera similar, a lo largo de todo el sigle XIX constatamos la aparicién de programas muy novedosos para la reforma de la autoridad secular dentro de la fun- cin puiblica, el aparato del gobierno colonial y las ongani- zaciones de la industria y la politica, donde los personajes del funcionario piblico, el buréerata y el gobemnador calo- nial se convertirfan en blanco de todo un nuevo régimen + ético de desinterés, justicia, respeto por las normas, dis- tincién entre el desempefo del cargo y las pasiones p-iva- das'y mucho més (Weber, 1978; ef, Hunter, 1998a, 5, ¢; Minson, 1993; Du Gay, 1994; Osborne, 1994). Y, desdelue- ¢g0, muchos de quienes estaban sujetos al gobierno de es- tas autoridades —funcionarios indigenas en las colonias, amas de casa de las clases respetables, padres, maestrds, trabajadores, institutriees— eran convocados a cumplir su papel en la constituci6n de otros ya inculear en ellos, cierta relacién consigo mismos. Desde esta perspectiva, no sorprende que los seres hu- ‘manos se descubran a menudo oponiendo resistencia s las formas de «individualidad> que se les prescribe adoptar. La cresistencia» —si con ello aludimos a la oposicién ¢ un regimen particular para la conduceién de Ia propia con —_ ducta— no exige ninguna teoria de la agencia, No ne- eesita-tiia destripetor-te-tes-fueraas-inteinsecas en cada sor humano que ama la libertad, proeura realzar sus pro- pias facultades o capacidades 0 lucha por la emancipa- cién, que son previas a las demandas de civilizacién y dis- ciplina y estén en conflicto con ellas, No necesitamos una’ teoria de la agencia para explicar la resistencia, ast como sig Hecesitamos una epistemologia pars explicar Ta pro duccidn de efectos de vei 5 Seres humanos no son sation qué produce personas tal como las suefia. AT con- ‘eager EVER TSH PVINTEND a travls Hien y actiian sobre ellas como a rand (6a anos, Las tenens de relacin contigo sna téenicas de relacién consigo mismo eee Sama chocan contra las practicas isig0, CO = alia Ca eee encia tumanista de que nose desfinen trninos dela, autenticidad de sus actos choca contra la demanda px litica o institucional de que se gufe por la responsabil dad colectiva de la toma de decisiones organizativas, aun cuando se oponga personalmente a ella. La exigencia éti-, ca de suftir las aflicciones en silencio y encontrar una for- ma de «seguir adelante» se considera problemética desde Ja perspectiva de una ética pasional que obliga a la perso- na a revelarse en términos de un vocabulario especifico de, emociones y sentimientos. Asi, la existencia de la impu; in, el conflicto 4 sate pte tr or ees | ps an pastes ores ce eon Get _Petonas no & EF Epreney nO CHES TORI a Tas Cy jes particulares de Ti a sentido minimo de que él seF Rumano, tomo todo lo de- més, excede todos los intentos de pensarlo, por la sencilla razén de que, si bien es necesariamente pensado, no exis- teen la forma de pensamiento.” De tal modo, en cualquier 1 No eo esto ol ugar adecuado para undamentar esta sbsorvacin; permftaseme entonossefirmar injenmente que sso los racionalistas © Jos creyentas en Dios imaginan que ln ealidad existe en las formas & Pliegues en el alma Pero puede plantearse la pregunia: dos tipos de foné- menos que he analis es _terminada de subjetividad? Ese es, en efecto, éleamino se- ‘guido por muchos entre quienes investigaron estas cues- tiones, desde Norbert Elias hasta las tedricas feministas contempordneas que se apoyan en el psicoandlisis para explicar emo ciertas précticas del yo se inscriben en el ‘mbito o luger, los humanos ponen los programas pensa. dos con un fin al servicio de otros. Una manera de rela. sionanse consign mismo entra en conficia cn ofras, Poe.” ejemplo, Tos Bsie6logos, Tos reformadores administrativos, Jos sindicatos y los trabajadores recurrieron al vocabula’ rio de la psicologia humanista para hacer una critica de las précticas gerenciales basadas en una comprensin psi. cofisiolégica 0 disciplinaria de las personas. En las alti mas dos décadas, los reformadores de los procedimientie de la seguridad social y la medicina opusieron el concepin P i de que los seres humanos son sujetos de derecho a las | cuerpo yel alma del sujeto de género.(por ejemplo, Butler, pprécticas que os presuponen como sujetos de atencién. De f 1 ee 1998). Algunos de los Lene oo Sate omple mud campe de ooncons,aliacaaz | _minoloonsiderancarete de problemas. ian por dem 2% le subje! no dudé que - eusasiones de inhumanidad, criticas, crigencaste race | fas habitadas Por una Psicodindmica psicoanalitice. que Eta progamasaltstativeyininwnsiciomoreee, { sorca de base matedal para la ime pen dein io menes de subjetificacién. i dad en el alma del sujeto social (Elias, 1978). Ya he seftala- Designar como wesistenciay algunas de las dimensi. | __-do-que esa concepeién es paraddjice, porque nos exige nes de esos conflictos 85 69 aF On pory j adoptar un modo particular de comprensiGn del ser hi tivarmuner puede jar de wer USE CUESTON dejUIeG Es | sgano —forjidd a ner @aT creme randamentt rare tasers saul de que ea porepectiva no aos | Ge nn Tveerigneon de is icfonitdel dal Bosho de Sy la cabida en Ja elak iin ritica ética y la evalua- 7. ax e inter tc bit Pe aia i narée por ese camino si se pretende evitar representar: «ién de las posiciones éticas; la historia de todos los inten- tos de fundar la ética que sf apelan a algin garante tras- cendental es suficientemente simple: no pueden zanjar le pee : 10s contflictos en torno de los regimenes de la persona, sino disponer de una descripeién de la agencia yla resistencia xestaren-condic ni ituar- ccupar meramente una posicién mas dentro del eampo de s : Ja disputa (MacIntyre, 1981), Te ea | Gimadeotro (en Fraser, 1989, se hallard un ejemplo do.es- | te argumento). He sugerido que no se necesita ninguna —_— teoria semejanto para explicar el conflicio y In disputa, y Aiscusivas a las cuales tne aceaso ol ponsamiento, Esta noes wa el fundamento ético estable aparentemente provisto por cuestin que doba abordarse dando nubva vida los viejo dabutos cualquier teorfa de la naturaleza de los seres humanos es Pearland teen minaret ilusorio: la tinica alternativa es entrar en un debate que smndo stocilsinica meramente aeptar que as deb sent nopaede enalieames aia east ‘que uno rea en agin poder rasoendntal que for de tal modo el pen —— ‘samionto humano que este es homlogo éon el que él pense. Tamper | i a signifi reditar ol antiguo problema de la epistemologia, quo plantea fuere. 2Es posible, entonces, osc ia BP tuna divisor inefable entre el pensamiento y su objeto, yhuogo se pre, subjetificacién sin una metapsicologta? Yo si, D al ser humano come el mero objeto pasivo e intermina- blemente maleable de los procesos histéricos, y se quiere nts perl cna a puede cpranntan loa, Ana =e ‘aa gonoslogi, iar Grtendor, eo equiere ise con- sroalzacin» del pensanienta sere seh pero no em copcion minima, débil otenue, del material nimanosobre . @ el cual escribe la historia (Patton, 1994), No nos interesa aqu{ la construccién social o histérica de sla persona» oe] relato del nacimiento de la «identidad moderna del yon, ‘Nuestro interés apunta a la diversidad de estrategias y ‘técticas de subjetificacién que se produjeron y desplega- ron en dlstintas prachcas y Cerentes momiettas,y ans, in con diferentes claz i te “und RIStOA, sino el blanco de una multiplicidad de tipos de trabajo, mas semejante a una latitud o una: Jongitud en Ja cual se entrecruzan diferentes vectores de distintas ve- icades. La sinterioridad» que tantos se sienten obliga \dos a diagnosticar no es Ia de un sistema psicoldgico, sina finua, una esp filento dela exterioridad. ‘Extraigo sin excesiv0 rigor esta nocién de pliegue de Ja obra de Gilles Deleuze (1988, 1990, 1992; ef. Probyn, 1998, pég. 128 y sigs.). El concepto de pliegue o deblez sugiere un modo de pensar al ser humano sin postular ninguna interioridad esencial yen consecueneia, sin atar- se @ una versién particular de la ley de esta interioridad, iya historia procuramos perturbar y diagnosticar, El pliegne indica una relacién sin un interior esencial, en la cual el «adentro» es simplemente el plegamiento de un ex- terior, Estamos familiarizados con la idea de que ciertos aspectos del cuerpo en los que solemos pensar como partes de su interioridad —e tracto digestivo, los pulmones— no son mas que la invaginacién de un aftera, Esto no impide valorarlos en términos de una imagen del cuerpo aparen- temente inmutable tomada como norma para la percep- cidn de los contornos y limites de nuestra corparalidad, ‘Tal vez podriamos pensar entonces en la aprehensién que los modos de subjetificacién tienen de los seres humanos en términos de un plegamiento semejante. Los plieguos _ incorporan sin totalizar, internalizan sin unificar,retinen “Giscontinuamente en [a forma de dobleces que constitu- Yen superficies, espacios, flujs y relaciones, fe una genealogia petificacién, lo ple- gado seria cualquier cosa qué pudiese adquitir autorided: eRSEIOS, EMA, PoTUetiow hibitos rmentaies mandatos, Consejos, PECHICaS, it 238 y emocionales, una serie de rutinas y normas para ser ‘rumanos; Jos instrumentos por medio de Jos euales el ser ‘ge constituy en diferentes practicas y relaciones. plegatnientos se alanzan parcialmente, en la medida en ‘que los seres humanos legan a imaginarse como los st- jetos de una blogralia, a uulizar Gertas «artesdelamemo™ fae a Tin de hacerla estable, a en iinados vo ‘abularios y explicaciones: ONTO ‘Sin embargo, esto pone al descubierto los limites de la me- tdfora del pliegue. En efecto, las lineas de estos pliegues ‘no recorren un dominio coextenso con los limites carnales del individuo humano. HE ser hs: - prosentado a trav J beget posts, mira: ~Gis, Géenicas que se extienden més alld de oa imites de la fa no es una simple capacidad psicolégica, sino que ‘se organiza gracias a los rituales de la narracién, apoya- dos por artefactos como los dlbumes de fotografias y otros similares. Los regimenes de la buroeracia no soa pro- | cedimientos meramenteéticos encerrados en los pliogues dol espirtu, sino que ocupan una matriz de ofeinas, chivos, m4quinas de escribir, hébitos de fijacién de hc ios, repertorios conversacionales, técnicas de anotacic ‘Los regimenes de la pasi6n no son simples pliegues afect +s en el alma, sino ie’ presentan en certosespacios, aislados 0 valorados, mediante un equipamiento sensua- lizado de camas, colgaduras y sedas, rutinas de vestirse. 7 esvestirse, dispositivos estetizados de musica y luz, reat | menes de divisidn del tiempo, etcétera (Ranum, 1989). De tal modo, podriamos contraponer tna espacializa- ee ‘Bos y fldsofos de la modernidac jsmodernidad, Alu- fimos con ello a la necesidad de hacer al ser inteligible en ‘dentro de Ambitos espectfioes de accion y valor: biblioteca, ‘estudios: jitorios y casas de bafios; tribunales y au, Tas; consultoric mnuseos, mercados andes tiendé ‘Los cinco voliimenes de la Historia de la vida privada, ‘compilados bajo la direccién general de Philippe Arits y Georges Duby, aportan abundantes ejemplos ilustrativos (7) oe de que nuevas capacidades humanas como los estilos de escritura o sexualidad dependen de formas espectficas de organizacién espacial del habitat humano y les dan origen Weyne, 1987; Duby, 1988; Chartier, 1989; Perrot, 1990; Prost y Vincent, 1991). Sin embargo, lo que ha llegado a denominarse «vida privada» no tiene privilegio alguno pa ra el emplazamiento de regimenes de subjetificacién: el sujeto moderno se vio on la necesidad de identificar su rubjetivided tanto en la fabrica como en la cocina, en las Rreraas anata comoonlestiioreala ssces ores el dormitorio, A la linealidad, unidireccionalidad e irve- versibilidad aparentes del tiempo podemos contraponer a multiplicidad de | 10 de estos espacios so activan repertorios de conducia que no estan limitados por la piel humana ni contenides en forma estable en el interior del individuo: son, antes bien, redes de tensién a través de un espacio que confiere a los seres humanos capacidades y poderes en la medida en que pueden alcanzarlos en ensamblajes hibridos de co- nocimientos, instrumentos, vocabularios, sistemas de ju. {cio y artefactos téenicos. En este sentido, una gedealogia de la subjetificacién [debe pensar al ser humano comoruna especie de maquing, cin, un hibrido de carne, conocimiento, pasion y técnica (Haraway, 1991). Una dé las caracteristicas de nuestro ré- ~ gimen actual del yo es una manera de reflexionar y actuar sobre todos estos distintos dominios, précticas y ensam- Dlajes en términos de una «personalidad» unificada que W debe revelers, descubisee¢ Saber a cad mo: una 064 maquinaclén del yo que hoy constituye al Te de Jo pensable. Pero una maquinacién que-ps preciso reconocer como régi de subjetificacin de orig ciente; yla meta de una genealogia de a subjetificacion es R ; 0 suficiente para poner al descubierto la fra- las lineas que lo constituyeron y lo mantienen en su lugar, 240 eee juna nueva configuracién? Quienes hacen hincapié en los rasgos «posmodernos» de nuestro presente augieren que la subjetividad tiene ‘hoy caracteristicas distintivas y novedosas como la incer- tidumbre, la reflexividad, el autoexamen, la fragmenta- cién y la diversidad. Desde la perspectiva que esbooé en. estas paginas, los interrogantes sobre nosotros mismos y nuestro presente deben plantearse de una manera un tanto diferente, :Presenciamos una transformacién de la entologia medi in le las técnicas a tray icimos, una re- as idnicsaravésdelas quan conducinos, waar. configuracién de las relaciones de autoridad por cuyo in- te de raonae, penemd en eee ‘interés en relacién con nosotsoe miamas,somas gobernae a bamanoede-sne sane particular? La diversidad de autoridades del yo en nues- ‘tro presente, la pluralizacion de eédigos morales, la ato- rnuacién aparente de los lazos entre el gobierno politico y Ta regulacién de la conduecta, In heterogencidad de las for mas de vida, la valoracién de las elecciones yl ibertad en 1a construccién de un estilo de vida, la celebracién simul- ténca dela individualidad y la proliferacién de téenicas de identificacién y segmentacién grupales, ;sefialan el surgi- miento, en nuestros dfas, de nuevos modos de subjetifica- ion? ‘Miobjetivo en este capitulo consistié en sugerir que las investigaciones de esas cuestiones deberian interesarse en la inter rhc 8 otros yas asia pam gobierno dal od Noo enta ol lugar apropiado para explorarlas en detalle; permitanme, no obstante, plantear algunas observaciones como cot elusién. Autonomia, libertad, eleccién, autenticidad, empresa, estilo de vida: este nuevo vocabulario ético no debe ser ri- diculizado con aristocratico desdén ni interpretado como el signo del malestar cultural o dé la muerte de Dios, sino ‘entenderse en términos de nuevas racionalidades de 80>, bierno y nuevas teendlogias pare te conduccion tete-von! J a ew eee 244 aad oo ducta (Rose, 19925; ef. Rieff, 1966, 1987). En toda una. Se. ‘ie de ambitos diferentes —no sélo la sexualidad, la dieta, o la promocion de bienes y servicios para el consumo, sing también en el trabajo y Ja construccién de ‘sujetos politi. cos—, se presume que la sona es un agente activo; de: sets de Sear uae saspansBgd nord Tag ja y secular con respecto a su propio destino. Bl Tenguajs atidad, la autorrealizacién y la bis queda de la satistuccién forma una grilla de ideales ree. latorios, que no componen un espacio cultural amorfo sing [Aue wrraviesan el consultorio del médico, la planta: fabrily) lla oficina del gerente de personal y organizan programas | tan diversos como los destinados a la capacitacion de los | jjovenes desocupados y los de la competencia electoral enz_ os partidos politicos. ‘Un anilisis critico de estos nuevos vocabularios éticos ysu inscripcién gubernamental podria examinar cémo es- Ubtocon nuevas gatas daierisesdentards bere tos scentre ellos. Ast, el lnguaje de la autopromocié res- pmuatlbsscale sone thet peepee tn al margen de la civilidad: los excluidos o marginados que, por voluntad, incapacidad o ignorancia, no pueden o ‘no quieren ejercer esa responsabilidad. Por un lado, las. patologias se reindividualizan, se apartan de una deter- minacién «social» para ineluirse en un orden moral, y sir- “ven asf de base a nuevas y més duras estrategias de vigi- lancia y control de quienes, después de todo, tienen en sus propias manos la responsabilidad de su destino; en este sentido, cabe citar como ejemplo que, én el Reino Unido, el desocupado se convirtié en un «buscador de empleo» y Ja persona sin techo en un «durmiente desordenado», Por otro lado, estos nuevos sectores de la poblacién quedan ex- puestos a nuevas formas de intervencién de los expertos, que quieren reeducarlos 0 shabilitarlos», proporciondindo- Jes las técnicas de planificacién de la vida y conducta per- ‘sonal aptas para que puedan arreglérselas como sujetos auténomos, y desplegando técnicas psicolégicas que van desde la capacitacién en aptitudes sociales hasta las rela- ciones grupales. Es importante, ademés, prestar atencién al surgimien- to de nuevas modalidades de incorporacién psfquica de la autoridad, asociadas en particular a las formas psi de co- nocimiento técnico. Las diversas téenicas de las psicocien- cias —las de evaluacién, clasificacién y disciplina, les que producen un conocimiento de las disposiciones sociales, Jas que se ocupan de las motivaciones, las actitudes y los deseos— generan una multiplicidad de téenicas de inter- ‘vencién para la reforma de personas y grupos. Como ya sedialé, las disciplinas psi proporcionan una serie de técai- ‘cas para el gobierno préetico de la conducta en émbitos lo- cales, y proveen profesionales dela conducts humana que ejercen su autoridad en armonfa con la valoracién de la subjetividad auténoma, y no en oposicién a ella. Al sugerir a. quienes tienen autoridad la forma de ejercerla en rela- cién con un conocimiento de la naturaleza interna de quie- nes estén sujetos a la autoridad, el mundo psi confiere a esta ultima una nueva justificacién étiea como una espe- cig de actividad terapéutica. Por otra parte, ¢0 ha configurado toda una nueva gama de autoridades de la subjetividad, que adoptan la forma de imagenes difundidas de los dilemas del yo, la conduc- cién de s{ mismo y la autoformacién, ya no pertenecientes al reino de lo novelesco ola aventura, sino a las narracio- nes cotidianas de la «vida diaria», Bste habitat ptblico de imagenes y relatos presupone ciertos repertorios de indi- vidualidad como a priori de las formas de vida que des- pliegan. ¥ se amplifica gracias a su relacién con las teeno- Jogias dela comercializacién y el disefo del consumo, Esas teenologias del consumo, en sf mismas informadas por las teorias y técnicas de las ciencias psi, propagan imagenes de conducta, en términos de nuevas relaciones entre la compra de bienes y servicios y la configuracién del yo. ‘Nuevas modalidades, técnicas e imagenes de autoforma- ign y autoproblematizacién se difmden y adquieren una novedosa espacializacién, segin los segmentos del merca- doy las elecciones de estilo de vida, y actiian de acuerdo con los objetivos de ganancia o placer, y no de bienestar nacional. Presuponen cierto tipo de libertad en-aquellos cuya subjetividad ponen en juego; una libertad entendida 243, aqui como’el des individuo de conductr su exis. ia-como-un-proyecto-para-In-maximizaciGn dein cali dad de vida. ¥ en una especie de jugada irwvertida, las tee™ nhologias de 1a subjetificacién mediante la publicidad y la ‘comercializacién sirven de base a todo un nuevo régimen para el gobierno de la conducta en relacién con la salud, la educacién y la seguridad: también estas serén prescrip. tas, por organismos puiblicos como las agencias de promo- cin de la salud y organizaciones privadas como las que ‘venden seguros médicos, no como una cuestién de morali- dad u obligacién publica, sino al servicio de la gestion pru- dente de la empresa de la propia vida y la maximizacién Ge su calidad, Por tiltimo, se puede sefialar Ia consonancia de los cambios que he indicado eon las problematizaciones revi- ral avanzador, Los programas iberales avanzados de go bierno procuran de: ‘el aparato de la seguridad social y establece¥ nuevas tecnologias gubernamentales: éxtender la racionalidad de los contratos, los consumido- 2.40 \re8y la competencia a Ambitos donde antes imperaba la Logica social; disolver las burocracias y gobernar a los pro- Yesionales wa distancia», por medio de presupuestos, audi ‘torfas, cédigos y demandas de mercado, y hacer que ios in- 4dividuos mismos «se interesen» eri su propio gobierno (Ro- se, 1994), Los programas liberales avanzados de gobierno presuponen la actividad de los sujetos y procuran influir en ella a fin de establecer una consonancia entre los fuerzos de autopromocién de quienes estarén sujetos a a autoridad y los objetivos de quienes la ejercerdn, Esas ‘transformaciones fueron muy eriticadas, en especial des- dela izquierda. Sin embargo, la ascendenciadeestasnue- ‘vas tecnologias de gobierno y su. adopcién por fuerzas po- Iiticas de muy distinto cardcter en tantos contextos politi- 1,008 nacionales diferentes tal vez indiquen que tienen una ‘fiversaiided y un vigor no advertidos por sus etios. Bs. ‘vigor radiea, al menos parcialmente, on su incesante in ventiva y su aptitud para encontrar formulas de gobierno que permitan a los sujetos logar a reconocerse en las récticas que los gobiernan, Si pretendemos aleanzar un 4 a ascendiente eritico sobre estas estrategias contempord- reas para la conduecién de la conducta, tendremos que ‘hacerlo, en parte, en virtud de investigaciones histéricas gue puedan perturbar y desvalorizar el régimen de sub- Jetificacién al cual estin inextricablemente ligadas, Referencias bibliogréficas Bauman, Z. (1991) Modernity and Ambivalence, Cambria Polity Prose. Iba ambivalencia de la modernidad y otras conversaciones, Bareslona: Paidés, 2002) Beck, U. (1992) Risk Sovity: Towards a New Modernity, Lone res: Sage. [La soviedad del ricago. Hacia una nueva moder. idad, Barcelona: Paid6s, 1998 Bourdieu, P. (1977) Outline ofa Theory of Practice, traduecién 4o R, Nice, Naeva York: Cambridge University Press, Brown, P. (1989) The Body and Saciety, Londres: Fabor & Fa ber. [Bl euerpo y la sociedad! los hombres, as mujeres 3 la ‘renuncia sexual en el eristianismo primitive, Bareslona: Misc nik, 1988 Burchell, G., Uordon, C. y Miller, P. (eds) (1991) The Foueaule ‘Effect: Studies in Governmentality, Hemel Hempstead: lar- vester Whoatsheat Burckhardt J. (1990) [1860] The Cuiisation ofthe Renaissance in Italy, traduecién de S, G. C, Middlemore, Londres: Pene guin. [La cultura del Renacimiento en lalia; un ensayo, Ma. rid: Akal, 1992] Butler, J. (1980) Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity, Londres: Rostledige (El género.en dispute, M 0: Paidés, 2001] (1998) Bodies That Matter: On the Diseursive Limite of «Sex», Lonare: Routledge, (Cuerpo que imporian, Buenos sive; Paidés, 2003.) (Clino-Cohen, P. (1982) A Calculating People: The Spread of ‘Mumaracy in arly Americ, Chicago: University of Chicago Collini 8. (1979) Liberalism and Sociology LT. Hothouse and Political Argument in England, 1880-1914, Cambridge: (Cambridge University Pres. (1991) Public Moralists: Political Thought and Intellectual Life in Britain, 1850-1980, Oxforé: Oxford University Prose 245 Chartier, R. (ed, (1989) A History of Private Life, Vol 8: Pas. sions of the Renaissance, traduecién de Arthur Guldhain. ‘mer, Caunbridge, MA: Belknap Press of Harvard Uriversity Press. [Historia de la vida privad, 8, Del Renacimiento a la Tustracién, Madrid: Taurus, 1987) ‘Dean, M. (1994)«"A social structure of many souls”: moral regu: lation, government and salf-formations, Canadian Journal of Sociology 19, pgs, 145-68. Deleuze, G, (1988) Foucault, traduecién de 8. Hand, Mined. polis: University of Minnesota Press, (Foucault, Barcelona: Paidés, 1987) (1980) Pourparlers, Paris: Baitions de Minuit. [Conversacio. nes, 1972-1990, Valencia: Pre-Textos, 1995] (1992) The Fold: Leibniz and the Baroque, Minneapolis: Uni, versity of Minnesota Press. [22 pliegue, Barcelons: Paidés, 1998] Duby, G. (ed) (1988) A History of Private Life, Vol. 2: Revela- tions of the Medieval World, traduceién de Arthur Goldham. ‘mer, Cambridge, MA: Belltap Press of Harvard University Press. (Historia dela vida privada, 2. Dela Europa feudal al Renatcimiento, Madrid: Taurus, 1987.) Tm: Gay, P. (1994) «Making up managero: bureaucracy, eutei~ prise and the liberal art of separations, British Journal of Sociology 45(4), pags. 655-74 Eivonstein, E. L, (1979) The Printing Presa asan Agent of Chan- ge, Cambridge: Cambridge University Press. Elias, N. (1978) The Civilizing Process, Vol. 1: The History of Manners, traduecién de Edmund Jephcott, Oxford: Basil Blackwell. (2! proceso de la civilizacién, México: Fondo de Cultura Bcondmica, 1980] (1983) The Court Society, traduecin de Edmund Jepheot!, Ox ford: Basil Blackwell. [La sociedad cortesana, México: Fondo de Cultura Beonémica, 1982.) Foucault, M, (1967) Madness and Civilization: A History of In- sanity in the Age of Reason, Londres: Tavistock. (Historia de {a locura en la época clasioa, 2 vols., Buenos Aires: Fondo de Cultura Eeanéamica, 1992.) (4977) Discipline and Punish: The Birth of the Prison, Lon- dres: Allen Lane. [Vigilar y eastigar. Nacimiento de la pri- sign, México: Sigo XX1, 1976) (1979) The History of Secuality, Vol. 1: The Wil to Truth, Lon res: Allon Lane. [Historia de la sexualidad, 1, La veluntad cde saber, México: Siglo XX1, 1986 } (19862) The Care ofthe Self The History of Sexuality, Vel 2, 246 : ‘tradueci6n de R, Hurley, Noiova York: Pantheon, [Historia de la sexualidad, 8, La inquietud de st, Méioo: Siglo XI, 1987] (19866) «On the genealogy of ethics: an overview of work i progress», en P. Rabinow, ed, The Foucault Reader, Harm ondeworth: Penguin, pégs. 340-72 (1988) «Technologies ofthe selon. H. Martin H. Gutman y P.H, Hutton, eds, Teciviolgie ofthe Self, Landes: Tavis tock, pégs. 1648, (Teenologfas del yo, Barcelona: Paidés, 1991) (1991) «Governmentality, en G. Burchell, C. Gorton P. Mi Ute, eds, The Foucault Efect: Studies in Governmentality, Hemel Hempstead: Harvester Wheatsheaf, pga. 67-104 Fraser, N, (1989) «Foucault on modera power: empirical in sights and normative confusions», en Unruly Practices, Min neapolis: University of Minnesota Press: Giddens, A 1901) Modernity and Seif Identity Slfand Society in the Late Modern Age, Cambridge: Polity Press. (Modern. lad identidad del yor el yo ya sociedad en la paca contem- pordnea, Barcelona: Peninsula, 1997) Goody, Jy Watt, I (1963) «The consequences of iteracy>, Com: parative Studice in Society and History 5. Revita on J Goody (ed) (1976) Literacy in Traditional Societies, Cam- bridge: Cambridge Univercity Press, pdgs. 27-84, [Cultura es- cerita en sciedades tradicionale, Barelona: Geis, 1996 Gordon, C. (1991) Introduetion, en @. Burchell, C, Gordon y P. Miller eda, The Foucault Bet: Stues in Governmenta- lity, Hemel Hempotead: Harveater Wheatsheaf, pags. 1-61," ‘Hadot, P. (1992) Reflections onthe notion ofthe cltivation of the self, on 7, J, Armstrong, ed, Michel Foucaule, Philoo- her, Hemel Hempstead: Harvester Wheatsheaf, pégs 226-22. Haraway, D. (1991) Simiane, Cyborgs and Women: The Re-In- vention of Noture, Nueva York: Routledge. (Ciencia, cyborgs _y mujeres a reinvencin de la naturaleza, Madtid: Cétedra, 11095] Hunter, I (19992) “The pastoral bureausracy: towards a less principled understanding of state schooling», on D. Me- sedyth y D. Tyler, eds, Child and Citizen: Genealogies of Schooling and Subjectivity, Queensland: Grifth Univer- sity, Institute of Cultural Policy Studies, pags. 297-87, (19034) , en Historia de la vida privada, 3 Del Renacimiento a a Tlustracién, Madrid; Taurus, 1987) Rill, P, (1966) The Triumph of the Therapeutic: Uses of Faith After Freud, Chicago: University of Chicago Pres (1987) The Triumph of the Therapeutic: Uses of Faith After Freud, with a New Preface by Philip Rieff, Chicago: Univer. sity of Chicago Press. Rose, N. (1985) The Psychological Complex: Peychology, Polities sand Society in England 1869-1989, Londres: Routledge and ‘Kegan Paul (2989) Governing the Soul: The Shaping of the Private Self, Londres: Routledge. (4992) «Engineering the human soul: analyzing peychological expertise», Science in Context 5(2), pags. 351-70. (1994) Government, authority and expertise under advanced liberalism», Economy & Society 22(3), pags. 273-99. (1996) Inventing Our Selves: Paychology, Power and Person- ‘hood, Nueva York: Cainbridge University Press. Smith, R, (1992) Inhibition: History and Meaning in the Seien- exe of Mind and Brain, Berkeley: University of California Press, Sprawson, C. (1992) Haunts of the Black Masseur: The Swim: ‘mer as Hero, Londres: Jonathan Cape. ‘Taylor, C. (1989) Sources of the Self: The Making of Modern 249 : | “dent, Cambridge: Cambridge Univer mattis Puyo PS ne 1¥, Governing conducts, en An Approach cal Philosphy: Lack in Contes, Cambie: Cason, tine ‘Press. a ind Iverde, M. (1996) «Despotiam and ethical self- err ee, '26(3), noviembre. behets feyne, P. (ed.) (1987) A History of Private Life, Vol. 1: ‘Pan Home to Bent, waucin do Atha Galen rer, Cambridge, MA Bellap Pres of Harvard Unive Press. (Historia de la vida privada, 1. Del Imperio. "Ronan al afto mil, Madrid; Taurus, 1987.) = Weber, M (1978) Etonomy and Soca: An Outline of Inte tive Sexology, iin do Guenther Roth y Classe Witch, hora aaeiied ‘of California Press. (Economia y socie- zo de sociologta comprensiva, México: de alana Ben, 1000) Mor Fondo de 250 4 = © 9, Organizacién de la identidad: y gobierno empresarial y gestién publica En estos dias parece cada vez ms dificil escapar dela cevltura». Dentro del mundo académico, por ejemplo, el tema de la «cultura» ha legado a dominar los debates de las ciencias sociales y humanas. Al mismo tiempo, las preocupaciones eustantivas de otras esforas dea existen- ta terminan por representarse en términos eculturales>. En el dmbito de la politica formal del Reino Unido duran- te la década de 1980, el radical programa de reformas del Partido Conservador gobernante se presenté en buena medida como una cruzada «cultural, interesada en las fctitudes, valores y formas de autocomprensién que iz- pregnaban las actividades individuules e institucionaleo, Bin otras palabras, el proyecto politico gubernamental de reconstruccién se defini6 como une reconstruceién cul- ‘tural, un intento de transformar a Gran Bretafia en una «Cultura de Empresa». "“K mi juicio, uno dé los ejemplos mAs interesantes miss notables, en rigor—del giro contemporéneo hacia Ja cultura se produjo en el carpe del discus opantnco= inal prescriptivo, Ep-atoe wcentas, quienes Tababan jen grandes organizaciones tenfan muchas probabilidades de verse expuestos a programas de «ambio cultural» co- ‘mo parte de los intelitos de hacer Gus Tas empresas fueran ‘eficiontes, eficaces y rentables. Aun en el més noto- Tiamente «material de los dominios —el de los negocios y Ja organizacién—, los programas de reformas llegaron.@ definirse en términc Un examen superficial de un ndmero cualquiera de textos reciontes de administracién revela la primacia. otorgada ala ecultura» en el gobierno de la vide organiza tional contemporsnes. En esta literatura see asigna una @D

You might also like