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Joel S. Migdal ESTADOS DEBILES, - ESTADOS FUERTES UMBRALES UMBRALES Coleccisin dirigida por Fernando Escalante Gonzalbo y Claudio Lomnitz Sucede con frecuencis que lo mejor; lo més original e interesante de lo que se escribe en atros idiomas, tarda snucho en traducirse al espafiol.O no se traduce nunca YY desde luego sucede con lo mejor y lo mis original ‘que se ha escrito en las cienciss sociales de los slsimos velnte o treintaafios. ¥ eso hace que la discusién ppitblica en los pafses de habla espafiola termine dindose en Jos términos que eran habituales en el resto del ‘mundo hace dos o tres éécadas. Le coleceisa Umbrales tiene el propésito de comenzara ener esa laguna, y presentar en espafiol une muestra signifcativa del trabajo de los académicas mas notables de los limos tlempos en antropolog's, sociologis, viencia politica, historia, estudios culturales, estudios de género, Joel 8. Migdal ESTADOS DEBILES, ESTADOS FUERTES ‘Traduccién. LItiaNa ANDRADE LLANAS VicToriA ScHUSSHEIM FONDO DE CULTURA ECONOMICA prieraets edict, 2021 — Migdal. lol. "Estates déties, stedos Fue / Joel Mig tra. de Liana Andrade ‘Easiness ¥ letra Schussheim — Mesieo: FE, 231 "POL p17 «11 ex — (Cale. Umbales) JSBN978.607-16-0572-6 1. Exide — Socidsd — Ensnjos?,Compeiéa— Poca oberon 3. Peace, ‘en desamollo — Politica y gobiemo I Andrade Linas iia y Schasseimn FResoriae I sec ie, Le yE6o Dewey 3062 MBIe Diceribscibn mando iserio de interiors y portads: Poin Alvazee Bald Los capitulos de este libro fueron tomsdos de State Sacegt Studying How ‘Senos and Societies Transform and Constaute One Another "The Sate tn-So- ‘Slory Approach: A New Defation ofthe State and Transcending the Nartwly ‘Goneeructed World of Rigo” pp 3-38 "Strong Sises, Wenk States: Power and ‘Récommatetion pp. 38-38 “hn Antropaogy ofthe Sate Sag fo Do ana 0o" pp. 97-1 1D. R © 20, Jot S. igi, published by Cambridge University Press trans- ‘Ried with permission ‘p.R.© 2011, Fondo de Culture Ezonémice Ganrerers Peatho Ajusco, 27, 14738, México, DF ‘Eanpeess cxrtiicads ISO 9001:2008 Comentarios editorsl@fondodecaltureccnemica.com itondodecalurseconomicacom ‘se prot lt reprodiuccién otal o parcel de ete abr, sea cul fuer el mado, Seid anuencinpor escrito del titular de los derechos. |SBN 978-40716-0572-6 mpieso €2 Msi «Printed in Mesto INDICE Prélogo 9 1, El Estado en Ia sociedad. ‘Una nueva definicién del Estado (para superar el estrecho mundo del rigor) a5 ‘El Estado en la sociedad como enfoque para estudiar le dominacién y el cambio 36 Una nueva definicién de Estado 34 El método en los estudios comparativos as ‘Nuevas respuestas a viels preguntas: Ta investigaion que emple el enfoque del Estado en la sociedad » ‘Tema 2: La ereciente violencia étnica, 51; Teme 2: El poder creciente del sistema juridico, ss; Teme 3: Estado y nacién, 3 Conclusién 64 2, Estados fuertes, Estados débiles. Poder y acuerdos 67 Dos imagenes del Estado 7 Eldileme de los dirigentes del Estado 1” En la edspide: La politica de sobrevivencia & La gran restructuracién, 85; Nombramientos sin mérito, de un gigante pretorieno, 98; Juegos sucios, xe3; Construc- ign de coaliciones y un equlitrio naclonsl de poder, 102 ‘Les politicas de administracién La politica e nivel local: Los acuerdos y la conquista del Estado Conclusion 3. Una antropologia del Estado. Luchas por la dominacién La sociedad El Estado Las articulaciones de los Estados y las sociedades Bibliografia ' 106 13 ng 133 332 143. 164, 9 PROLOGO En les dos décadas alrededor del cambio de siglo, en la mi- tad del mundo nos tropezamos con el problema de la debi- lidad del Estado. Si se piensa un poco, no deberfa haber sorprendido a nadie, puesto que los Estados latinoameri- canos, asiéticos, africanos, no habfan sido nunca especial mente sélidos ni eficientes. No era una novedad. No obs- tante, desde fines de los afios setenta habfamos vivido bajo la ilusidn de que el problema era, no un défict, sino un. exceso de Estado, que el problema era la presencia de un Es- tado desproporcionado, cuyo poder habia que limitar, re- ducir y controler. La democratizacién politica y le liberalizacién econé- mica eran parte del mismo proyecto, o eso parect aenton es, El enemigo en todo caso era un Estado excesivo, auto- sitazio, entrometido, que distorsionabe la economia y aho- gba la ‘creatividad social. Y bien: en ambas cosas se truvo buen éxito en casi todo el mundo a partir de los afios Schenta; deseparecieron las dictaduras militares, se estable- cleron sistemas mas 0 menos democriticos, se privatizaron las empresas piblicas, se suprimieron barreras comezcis~ les... ¥ en ambas cosas se fracesd también. Ni los sistemas democriticos produjeron gobiemos estables, legitimos, ficientes, responsables, ni la economia liberalizada produ- Jo empleos de mejor calidad ni aumento en el poder adqui- Sitivo de los salarios, ni siquiera crecimiento econémico en uchos casos. Poco a poco, afio tras afio, en México lo mismo que en Perd o Nigeria, se he ido generalizando la idea de que el Problema de origen est en Ie debilidad del Estado que no onsigue hacerse obedecer, que no puede imponer el orden que corresponde al Estado y lo que corresponde a la socie- dad. En le prictice, el personal del Estado —funcionatios, policias, representantes— tiene que confirmar la vigencia de arnbas fronteras, tiene que confirmar la autoridad sobe rana del Estado, su autonomia y su coherencie frente los jimtereses sociales. Tiene que concretar la idea del Estado, Pero puede haterlo sélo a medias. ‘La debilidad del Estado se decide ahi, en la prictica, ¥ no es un problema de dinero ni de capacidad tecnolégica o militar, y tampoco es un problema moral, de corrupcién, ~ Ep, en el més exigente sentido. de la pelabra, un problema social ‘Todo lo anterior significa, en muy resumidas cuentas, que un Estado es un hecho histérico, que sélo puede en- tenderse en la prictica y que tiene que estudiarse emp mente. Joel Migdal se ha dedicado a eso los tiltimos afios, @ estudiar el complicado sistema de interaccién que forman funcionarios, politicos y caciques, y que configura eso que, sin mucho pensar, Ilamamos Estados. Sefiala un camino que vale la pena conocer: éste es sélo el urnbral. FERNanvo EscaLANTE GONZALZO EL ESTADO EN LA SOCIEDAD ‘Una nueva definicion del Estado (para superar el estrecho mundo del rigor) Este articulo enmarca las ideas que me han preocupado en las iltimas dos décadas. En él tengo cuatro objetivos prin. cipales. En primer lugar, quiero presentar una versién con- cisa del enfoque de “el Estado en la sociedad’, en especial a le luz de la bibliografia que he consultado y que me ha pa- recido insatisfactoria. Mi segundo objetivo es el principal para este teito: presento une nueva definicién de Estado fen lugar de la de Max Weber, que tanto se ha usado y que, ‘me parece, ha llevado a los especialistas por senderos esté- riles. Tengo la esperanza de que la nueva definicién ofrezea a los politdlogos una manera mejor y mds fundamentada de concebir al Estado y les sugiera ineas de tnvestigacién innovadoras. En tercer lugar, estos ensayos rechazan de manera implicita lo que se ha convertido en el método es andar en ciencias politicas y en las disciplings de las cien- cias sociales relacionedas. Quiero explicar detalladamente Smo abordar mejor la investigacién comparativa y esta- blecer por qué creo que los cientificos sociales deberian abandonar las anteojeras que han limitado su trabajo. Por lltimo, quiero mostrar eémo la perspectiva del Estado en la sociedad puede ofrecer respuestas nuevas y fascinantes a cuestiones ya muy analizadas en estudios comp: describiendo el trabajo de varios académicos jévenes que han utilizedo este enfoque. SSTADO EN LA SOCTEDAD COMO ENFOQUE PARA BSTUDIAR LA DOMINACION ¥ EL. CAMBIO {La dominacién y el cambio no son de ninguna forma temas Srigineles. Identificar y analizar los patrones de domina- ion —las maneras recurrentes en las que algunos usen le Grolencia, las amenzzas y demés medios pera que otros ic- Yuen de formas que de otra manera no habrian elegido—, y Gudrdo y por qué cambian esos patrones, es algo que ha preocupado a los pensadores de todas las épocas y prictics- Prente de todas las cultures. Estos temas han estado en el entro de las ciencias sociales modernas durante los ulti- mos dos sigios. En cuanto a mi, comencé a estar consciente de estas cuestiones cuando todavia estaba en_Ja universidad, ett Ta Gamultuosa década de 1960, mientras vele mi alrededor el Fmundo voltesdo de cabeza. Yo, junto con miles-de estu- Grantes universitarios iguales a mi, gritaba consignas, hacta pplantones y merchaba, con Ia esperanza de producir un’ Pumbio en la politica estadunidense sobre Vietnam y, con el lempo, de transformar el modo en que se ejercia la autori- Gad tanto en Estados Unidos como en la escerie internacio- Sal, No creo que pueda subestimar el impacto duradero que Ja Guerra de Vietnam tuvo en mi, especialmente cultivar Jo que Se convertirfa en la preocupacién de toda mi vide: emo se establecen, se mantienen y se transforman ls au- toridad y el pader. Desde una posicién atin més distante, fui testigo du- rante mi adolescencia y mis afios de universidad de una Fevolucién épica en el mapa del mundo. El derrumbe de Jon grandes imperios curopeos levé a la aparicién de mu- Ghos nuevos Estados en Africa y Asia. Los nuevos Ifderes ‘liticos hacfan todo tipo de enérgices declaraciones so- Pre las perspectivas del cambio social dentro de sus fron- eras, asi COMO respecto a su intencién de romper el do- insane rc termnte e ere minjo de las formas de eutoridad anacrénicas @ nivel internacional. Era un momento de gran optimismo. In- cluso en medio del interminable ruido de fondo de la Guerra Fria, con sus mensajes no ten sutiles sobre el po- der en el mundo —sobre la dominacién gubernamental y Ja vulnerabilidad personal—, la Guerre de Vietnam y el largo proceso de descolonizacién del que formaba parte me volvieron extremadamente consciente de los patrones de dominscién y me hicieron confiar en que serfa posible ponerles fin a las formas més perniciosas. Tos libros que devoré en esos afios lidiaban —a veces de forma explicita, y con mayor frecuencia implicita con la cuestiéa de quién hace las reglas que dictan cémo acrian los otros, quién impone su voluntad sobre los otros Y eundo se transforman esos patrones. Las obras de cien- cias sociales que lef provenfan de diferentes campos, y los eutores intentaban sentir el pulso del nuevo mundo de la posguerra. Las mis populares, y probablemente les menos satisfactorias, eran con mucho las obras derivadas de la teorfa de los sistemas sociales de Talcott Parsons.' El enfo- que de Parsons subsume tanto al Estado como a la sociedad enitins aiplia concepcién del llamado sistema social, cuyas diversas partes estén vinculadas por un conjunto de valores uhificados y de gran alcance. En tiltima instancia, de acuer- dg con el enfoque del sistema Social, este conjunto de valo- reé es el que ocupa el lugar principal en el andlisis del po- der, la estructura y el cambio. Parsons destacaba que el estudio de la estructura y el proceso politicos estaba “en el conteito de un anilisis ¢edrico general de la sociedad total como sistema social"? Apuntaba que “el niiclgo de-una so- "Taleo Basons, The Social System. [El sistema socelJ ? TelcorePerions, “The Polticel Aspect of Socal Structure and Pro- ‘es en David Easton (coord), Varieties of Patil Theory, p. 73. (I ‘spect politico dela estrctur y el proceso sociales’, en David Easton (coord), Enfoquer sobre teria poles, p. 213-1 2 JoEL. Atop ciedad, como sistema, es el orden normativo, orgenizado dentro de un patrén, a través del que se organiza colectiva- amente la vide de una poblacién'"® Su andlisis se basaba en el ‘concepto de un singular conjunto de valores y normas s0- ciales que, sostenfe, habian internalizado los miembros de Ta sociedad.‘ Siguiéndolo, y haciendo una lectura un poco tendenciosa de Weber, otros especialistas vieron normas valores que entretejfan alas elites e.instituciones del émbi- ‘to social, politico, religioso y econémico, En Estados Unidos, y a veces en Europa, los especial * gas caracterizaban la operacién de estas fuerzas —los valo- res’ dominantes y sus lazos c6n las elites e instituciones sociales— como pluralismo, la operacién armoniosa de intereses encontrados y grupos privilegiados. De nuevo, Parsons explica el fundamento de las teorfas pluralistas del periodo: “Ninguna sociedad puede mantener Ia estabi- lidad frente a las exigencias y las tensiones variables, a menos que las constelaciones de intereses de sus miem- bbros se basen en la solidaridad y las lealtades y las obliga ciones internas"* En otras partes del mundo, en especial en los paises re- cign formados de Asia y Africa donde se presumia que es- taba dusente esta solidaridad normativa, el foco de interés era el desarrollo de una ética lo suficientemente poderosa, como para transformar las normas e instituciones diver- gontes (inarménicos, con frecuencia vistos como tradi- cionales e inferiores). La clave para efectuar el cambio (de~ seable) era entonces consolidar un consenso normativo que fuera el centro 0 motor de un sistema social funcio- nal. Aunque pudiere parecer una tarea de enormes propor- ciones —después de todo, ;cudl de todos los conjuntos ? Talcott Parsons, Socictles: Evelutionary and Comparative Perspec tives p10. (a sociedad: Perspectivas evolutvesy comparativas 241 “oi, p24 [p29] + hid Tp. 30] normativos discrepantes ganaria?— el problema desapare- (id por decreto, al asumirse de forma teleolégica que al fi- al triunfarian inevitablemente los valores occidentales modernos. Parsons era el principal socidlogo de su época, pero su influencia se extendia més allé de su discipline para alcan- zara otros cientificos sociales. Como estudiante universi- especialidad en ciencias politices, inicialmente tario c "jne sent{attaido por los problemas de dominacién y cam- bid a través de las variantes de la teorfa de los sistemas so- ciales, o simplemente “de sistemas”. Entre los autores de ciencias politices mas destacados en esta corriente se en~ contraban Gabriel A. Almond y David Easton! Para mi, pensador mas brillante y profando entre los que promo- ‘ian esta perspectiva de la dominacién y el cambio en los ‘nuevos Estados ere Edward Shils, un importante colabors- dor de Parsons y una persona cuya obra sigue pareciéndo- ‘me siempre fascinante y que en gran meditla sigue siendo pestinente.’ A pesar de su extraordinazia penetracién, Shils fambién cayé en trampas teleol6gicas, escribiendo en repe- tidas ocasiones sobre los centros “todavia no” desarrollados fuera de Occidente. Shils parecia tener una percepcién intuitiva tanto para las fuentes de cutoridad materiales como para las etéreas que muchos otros escritores no percibian. Comprendié ue las sociedades no estan y no pueden estar ligedas slo a través de relaclones materiales ¢ instrumentales. La co- “Gabriel A. Almond y G. Bingham Powell, Jr. Comparasise Polite: ‘System, Process, and Policy [Poli comparades Usa comparacién evoli- thus}; David Easton, The Political Sytem: Av Tngulry into the Seate of Po- Tiedt Science [Politics moderna: Un estudio sobre a sitacion del cien~ ia paltca). "Edward Shil, Center and Periphery: Essays i Macroscllogy: Tl- ott Parsons y Edward Shila, Toward ¢ General Theory of Action (Facia tna tora general de la ecién. snexci6n de las personas entre sf descansa esencialmente en qumat hocin trascendental: buscan y erean poderosas nocio- jnes comunes o algtin significado en sus relaciones, con lo que. forman un fuerte pegamento relacional que las une. Para él una “comunidad no es sélo un grupo de personas narticuleres y coneretas; es, de manera més fundamental, Fyn Btupo de personas que adquieren significado al encarnar Valores que las trascienden y asumir esténdares y normas de 108 que derivan su dignidad"* Yo admiraba la forma en ue Shils, como académico abocado al andlisis secular, no Se izitimideba con el dificil tema de lo trascendental, al in- gegrar en el centro de su andlisis Ia manera en que la gente fpusea Mayor significado en su vida y en sus relaciones con Jos demds. Comencé a pensar que las conexiones sociales ‘var, més alld de los factores cognitivos, a ios afectivos, dé Jas dimensiones instrumentales a las emocioneles” Y sigo sintiendo que les ciencias sociales han cometido un gran error al ignorar fendmenos como la revelacion y le rede cidn, que han desempefiado uh papel central en la historia Ge Ia humanidad. S610 un pufado de importantes académi cos, como el brillante jurista Robert Cover, han hecho de la revelacién una parte esencisl de su pensamiento.® Weber ‘hizo algunas referencias al papel central de ta redencién ero RO le dio seguimiento 2 su impottancia en el Estado modeme. Para Shils y otros que se ocupan de cosas como la ereaci6n de significado’ compertido, imcluyendo los senti- * ghlss Concer and Periphery, p38 » Sobre el papel de ls emocin en el andlists (en est caso, el anliss de nacionilismo), véase Kenneth Gregory Livtson, “War at {ooes: The Great War and che Nationalization of Civic Life * Robert Cover, "Nomos and Narrative, en Martha Minow, Michael ryan y Austin Sarat (coords.), Nervative, Violence, andthe Law Te Es- zaps of Robert Cover, p. x08. ["Normas y naracicn' en Derecho, nerractn JS aielencia: Poder conseructivo y poder destructive en a incerpretacton ica p38] Cover escribe de manera desconcersante sobre el instante Sagnara de significado unifeado™ mieatos de la gente sobre el propésito de la sociedad y el lugar que ocupan en ella, se entendia que forjar lazos socia- les por medios no instrumentales excluye al mismo tiempo que incluye, estableciendo limites que determinan quién es parte de la sociedad y quién esté fuera de ella Una dificultad que tuve con Shils y con otros fue la ma- nera en que su uso del enfoque de sistemas y sus similares desdibujaba la sede de la autoridad. En sus célebres ensayos sobre el centro y [a periferia, por ejemplo, Shils veia Ie fuente de autoridad y de cambio como algo inherente al brebaje magico de elites, instituciones y valores comparti- dos." Sin embargo, el origen yla coherencia de esta férmu- la, particularmente de los valores compartidos, parecien. ser misteriosos. De alguna manere todo convergia y después el brebaje mégico usaba sus poderosas ideas, recursos y gente para'derramarse, incorporando en su camino a otros me- os poderosos que se regiin por conjuntos diferentes de reglas. Todo me parecia bastante escurridizo, ‘Cuando ingresé al posgrado, en 1967, entré en contacto cof une escuela diferente, enéabezada por quien seria des- pugs mi asesor de tesis, Samuel Huntington. En la décade de'1960 Huntington, junto con algunos otros, como J. P Nettles, insistié en que donde habia que buscar el origen del poder para imponer el orgen era especificamente eri las instituciones politicas. Después de una digresién so- brella teorfa de la dependencia y le de los sistemas mundia~ les, las cuales insistian en la importancia de tomer en cuents las relaciones de poder internacionales para lleger & entender el propésito de comprender ia dominacién y el cambio en cualquier sociedad, le teoris de tas ciencies so- Ciales regres6 a la mente de Huntington 2 finales de los se- tenta y en los ochenta. Los eutores comenzaron a insistir en que el Estado debfa ser visto como una organizacién que Mantiene un eétatus especial y auténomo; ha sido, de he- Shils, Center and Periphery p.4. cho, la sede del cambio." En realidad esa premisa sigue siendo parte poderosa de las teorias sociales y politicas hasta nuestros dias, expresada en el estatismo, el estructu- rralismo, las teorias de la elecci6n racional, el neorreslismo ¥ demds. Con frecuencia se han analizado la dominacién y al cambio como parte de un proceso tn el que el Estado ts el eje. Por medio de la ley, la burocracia, ia violencia y otros medios —continia el razonamiento—, el Estado moderno ha restrueturado el comportamiento de la gente por extensién, su sentido de quiénes son. a linea més importante de criticas de los nuevos es- critos en torno al Estado contra los modelos de sistemas ‘sociales y las teorfas marxistas era su incapacidad de dis- ‘tinguir analiticamente entre el Estado —con su papel en apariencia central en la definicién de las relaciones socia- les y la identidad personal— y los demés sectores de la s0~ ciedad. Antes bien, los criticos asumfan la existencia del ‘poder y la autonomia del Estado para determinar los pa- frones de comportamiento y la estratificacién.” Bl argu- mento de los tedricos del Estado era que los Estados no se combinan simplemente en una variedad de instituciones manejedas por la elite —en términos de Parsons, lo politi- co “debe articularse de modo sistemnético con los demas subsistemas”—" sino que destacan como organizaciones auténomas sumamente poderosas por derecho propio. Re- © peter B, Evans, Dietrich Rueschemeyer y Theda Skocpol, Singing the State Back Tn * hid. La teorfa centieda ene! Estado apunta su critica genera so tipo de textos, unque mucha menos populares en los Estados Unidos, {queer l pels en el que tnis ee escrible de ciencias sociales en las dcsdas osterfores a le segunda Guerra Mundial: el neomaralsmo,Igoat que ex el Enfoque de sistemas, oe tedricos dl Estado le reclamaban s's corsiente ‘heomarrista que no considerise la sutonomfa en relacin con las fuerzas Sociales del Estado —en est caso, de a clase social doranance—. * Parsons, "The Political Aspect of Social Structure and Process", ‘p. 104, ["El especto politica de la estructura y el proceso sociales’ p. 262.] presentaba un llamado a los investigadores ps Foren su atenciOn del sistema social general fxclusivo del Estado en la elaboraci6n de teglas y la Ffon del cambio social. Al hacerlo, los tedricos del Estado se proponan pasar del énfasis en la armonis 0 el consenso sr eentro de los conflictos entre un Estado obstinado y tras agrapaciones de la sociedad, Al igual que los tedricos Ge los sistemas, los especialistas que se centraban en el Es- fado tomaron mucho de Max Weber. No obstante, el We- ber que seguian era el que hacia hincapié.en la conceptus- Izacin del Estado como una organizacién aut6noma con medios extraordinarios para dominar. ‘En 1974, un par de afios después de doctorarme, impar- trun seminario a cinco estudiantes de maestria de ls Uni- versidad de Tel Aviy, en Israel, donde tuve mi primer pues- qo como profesor. El curso analizaba la ciudad y su papel en tlcambio social y politico alo largo de la historia, Estudia- _ nos le centralidad de la ciudad en [a imaginacién popular y, directa o indirectamiente, en las diferentes teorias del cam- bio y Ia dominacién propuestas por las ciencias socicles. Creo que mis afios en Israel, incluyendo las tres traumnéti- cas semanas de la Guerra de om Kipur y su larga y doloro- 2 steuela, asf como los meses que estuve en las ciudades de la Cisjordania ocupada realizando la investigacién para tun libro,” inconscientemente me llevaron a dudar de mu- hos de mis supuestos sobre cémo se ejerce la autoridad y cémo cambie ‘A pesar del poder casi mitico del Estado israel, espe- cialmente después de su rotunda victoria en seis dias con- tra tres Estados érabes en 1967, descubri que la situacién de as cludades palestinas ocupadas por aquél guardaba s6lo un ligero parecido con sus politicas cuidadosamente dise- fades, La misma impresién de una disyuncién entre la vo- Juntad de los dirigentes del Estado y los resultados reales “Joe S. Migl et a, Palestinian Society and Politics est politica me astlts durante y después de Ia guerra de $5.7 3: cuando estaba sentado en Tal Avi pegado «radon y des puts, cuando visité ambos frentes, los Altos del Cold el Canal de Sucz. No le fat mejor alos Bstados Unidos Zag sus politicas en Vietnam. También por esos mismes fines si ua conference de Semel Mar, Ge 1a universidad, quien sostenia que, si bien el programs ‘Model Cities" en tos Estados Unidos habla puesto en mars Sha un cambio politico y socal sustnelal en lt zonae anas, los resultados eran muy distintos de los que habian Biznsetdo o prevsto los responsables dea politics ‘Comencé a sentitme cada vez mis inosesodo con lo gue estaba enseflando en ese eminario despiés dela Guess ie Tom Kipur. Durante una de las sesiones me impacto pensar tue 108 escrtos de las diferentes eseuelas de las cenias Sociales podian haber estado planteando sus interrogantes Ge" uns manera poco uti, Se preyuntaben implictamente énde podrian encontrar ese centro, Estado o conjunto distintivo de instituciones que supiera cémo tratar ela po~ Biscion. que fuera capaz de crear y de imponer teglas era Ja vide cotdlane y que, al hacerlo, moldeara la forma en nae Ia poblaci6n se comprende a sf misma, Una ver ue se Lescubriera ese sitio magico, éste revelaria los secretes ma feriales 0 culturales, dependiendo de le teoria, que podrfan Gecirnos cémo se establecen los patrones de dominacién Sino cambian. Se asuinia que la cua, el centro mi cleo, oe © la clase social dominante tuna sede {neegrade de autoridsd— tendria ideas y recursos superio: tes que podria usar para hacer extensiva su voluntad s toda Teavieda ‘aquellos sobre los que se acti, los objetos dé control esempefiaban un papel pequeno ea ls teorlas: eran los programa de recuperecn de ln zonas urbanas marginales aplicado por dl gobieme de Lyndon B. Johnson a partis de 1966, que se prolongs Jase 3974 TE] | que cambiaban, eran los receptores pasivos de las reglas de otros. Con frecuencia se los consideraba una masa abialica, Sélo mis tarde las teorfas subalternas del sur de Asia y los trabgjos de especialistas como James C. Scott cuestionarfan, esas perspectivas. En 2974 los cientificos sociales occiden- tales parecian casi undnimes acerea de la mecénica de la do- minacién y el cambio, que descartaba el papel activo de las, mases. Mis alld de eso, se preguntaban lo mismo por qué algunas sedes de autoridad funcionaban mis y otras menos," que por qué algunos Estedos asumian formas par- ticulares, como le democracia, y otros no,” etc. Incluso al: gunos marxistas de diversos matices parecian reservaries lun papel alas clases mds bejas sélo en las revoluciones cruentas, no en los patrones cotidianos de dominacién. Les sugeri a los participantes del seminario que la mejor ‘mariera de entender la dominacién y el cembio no era, po: siblemente, en términos de los productos de sedes deli- beradas y orientadas a ciertos objetivos, con recursos abru- madores y sbundantes ideas, como el Estado; que cs lo que encontramos en las teorias preponderantes. Quizé debe- rfamos observar multiples sitios para entender la domina- cidn y el cambio, ds{ como resultados que no corresponda: ninguna de las politicas disefiadas por las partes. Les dije 2 los alumnos que las consecuencias no buscadas de los muil- tiples conflictos de la sociedad —sobre las reglas de quién ™ or ejemplo, Samuel R Huntington, Pll Order tn Changing So sleses (Eton plc en las rciedades em cambio] Un ejemplo mis ‘lene es David Walia, ete Building end Late Development. * Barrington Moore, J Socal Origins of Dictatorship ond Democrs- F Lord and Peacant inthe Mating ofthe Mader World [Lav origenes Lociles de le ditadera y de la democrcia: El story el eampesino en la ermacén det mundo modern: Cuilermo Donne y Philippe C Schiiter,Tramtons from Authoritarian Role [Transcionr deste an ‘biero autortarior Perspectives); Samuel .Huington, The Thin We: Demaeratsation i the Late Twenteth Censry. oa tereera La enocraszaton fines dal sig] 25 oes. icbat Geberian aplicarse, qué ideas deberfan predominar— expli- carian més, tel vez, sobre le dominecién y el cambio, que las ‘teorias existentes."* Los Estados (0 cualquier otro sitio in- tegrado de recursos ¢ ideas) entablan batallas campales con ‘otras figures y grupos poderosos con formas muy arraiga- das de hacer las cosas. En ocasiones el poder de estas otras formaciones sociales results obvio, como ocurre con Ie ca- ‘pacidad para negar un crédito muy necesario; a veces esti disimulado, como el ostracismo en una comunidad peque- ‘ia. En cualquier caso, 1i5 luchas por los ingresos w ottos bienes y por decidir qué ideas deberian predominar son violentas y reales. En Israel, después de las guerras de 1967 y 1975, estos conflictos eran intensos y generalizados. Los estudiantes Jos presenciaban a disrio en forma de huelges espontineas de los trabsjadores, el establecimiento repentino de asenta- mientos ilegales en Cisjordania, la resistencia de numero- ‘sa5 parejas a las bodas religiosas por mandato del. Estado, Jas marchas de los Ilamados Panteras Negras que protesta~ ‘ban contra Ia dominacién asquena2{, actos aislados de re. sistencia de los palestinos en los territorios ocupados y mucho més. Israel era un ceos, y los tipos de conflictos que eran dificiles de detectar antes de estas dos guerras ahora salfan @ la Tuz y era imposible pasarlos por alto. Me pre- guntaba si los conflictos que subyacian a estos actos, asi como las coaliciones que se formaban a su alrededor, po- Grian decirnos mucho més sobre los patrones de domina- cidn y cambio que los designios y objetivos de entidades 0 actores individuales, por poderosos que fuesen. De hecho, gpodria el Estado israeli, aparentemente inflexible, seguir ° Reclentemente un especialsta tate este tema apuntando que cusl- aquier“intento de preserva ls rprerentaciones hegemdnices partelares de clase, género y comunidad (..] seve interrumpido por momentos de discusise’. Lecla Fernandes, Producing Workers: The Politics of Gender (Gass, and Culture inthe Cateutta te Mls, xl siendo esencialmente el mismo después de librar estas difi- tiles batallas internas? (La respuesta pronto quedaria en Claro: no podria.) Por supuesto, durante el seminario no podia imaginar- ‘me que mis preguntas a los alumnos me levarian a pensar cscribir sobre estas cuestiones durante el siguiente cuar- Jo de siglo. De hecho, las ideas generadas en esa clase resul: “taron ser la semills-del‘enfoque del Estado en la sociedad, ei como.el origen de una definicién revisada de Estado. Mi énfasis estarf en el proceso: en las luchas en curso entre coaliciones,cambiantes y las reglas de conducta diaria. Es- tos procesos determinan cémo las sociedades y los Estados crean Y mantienen distintas formas de estructurar la vida ‘otidiana; la naturaleza de las reglas que gobiernan la con- Gucta de a gente, a quién benefician y a quiénes ponen en Gesventaja; qué clementos unen a las petsonas y cudles la dividen; qué significado comparte Ia gente acerca de sus re Iaciones con los ottos y su lugar en el mundo. Estos proce- sos también determinan las formas en que se cuestionan y se cambian les reglas y los patrones de dominacién y sub- ordinacién, Mi visiGn del funcionamiento interno’ de la domins- cién y el cambio empieza con el axioma de que en ningtin lado existe un conjunto tinico e integrado de regles, ya sea codificadas en le ley del Estado, santificadas como escritu- ras religiosas o consagradas como reglas de etiqueta para la conducts cotidiana. Simplemente en ninguna sociedsd existe un cédigo univetsal indiscutible —en la ley Ie reli- gidn o cualquier otra institucién— para guiar la vida de la gente. El modelo del Estado en Ia sociedad aquf empleado se centra en las interacciones cargadas de conflictos de miitiples conjuntos de directrices, formales e informales, que establecen e6mo actuar y que son promovidas por di- " Véase Joel 8. Migdal, Through the Lens of Israel: Explorations in State and Society 28 ores. wear ferentes agrupaciones de la sociedad. Estas miltiples egru- aciones, las cuales usan recompensas y sanciones sutiles y Jo taa sutiles—inelayendo a veces la violencia para tra. tar de conseguir lo que quieren, incluyen conjuntos laxos de personas asi como orgenizaciones sumamente estructu- radas con miftiptes recursos a su disposicién. En resumen, todas las sociedates tienen batallas en curso entre grupos que_promueven diferentes versiones de cémo deberfa ‘comportarse la gente. La naturaleze y los resultedos de es- tas luchas dan a las sociedades su estructura y carfcter dis- tintivos. En este sentido, los Estedos no difieren de cualquier otra organizacién formal o de las agrupaciones sociales in- formales, Sus leyes y regulaciones deben competir con ‘otros tipos muy diferentes de comportamiento sanciona~ do, con frecuencia con resultados completamente inespe- rrados para las sociedades que los Estados pretenden gober- nar... ¥ para los Estados mismos. Michel de Certeau capta esta dinémice en le lucha oculta de los pueblos indigenes de ‘América del Sur contra los colonizadores espafioles. Sumisos y haste aqulescentes, a menudo estos indios hecfan de las acciones rituals, de las representaciones y de las leyes que les erenvimpuestas algo diferente'de lo que el conquista- dor crefa obtener con ellas las subvertian no mediante el r9- charo o el cambio, sino mediante su manera de utllzarlas con, fines y en funcidn de referencias sjenas al sistema del cual no podian hui » Yor Peled y Gershon Shafi, "The Roots of Peacemaking: The Dy’ ‘namics of Citizenship in Isrzl, 1948-93", international Journal of Middle [Eas Studies 28, pp. spn-933. Describen este axioma com un “mateo co pul que deconstraye ls maltiples concepelones rvees de chudadanis” rer # Michel de Certesu, Phe Prectice of Everyday Life, p- xi [La inven iin deo eotdiono,p. xin} sialon rennet sie neers Los fracasos 0 los resultados desiguales de Tas politicas del Estado no se explican sélo por las politices mal dise-ia das, los funcionarios incompetentes 0 los recursos insufi- cientes. Los Estados deben competir con grupos opositores, algunos de los cuales son discreta e indirectamente subver- sivos, como los indigenas que cita De Certeau, mientras que otros son abiertamente contenciosos. Esas miltiples agru- paciones de la oposicién han creado coaliciones para forta- lecer su postura, y étas se han introducido en la estructura de los propios Estados. Las luchas resultantes entre las coali- ciones tuvieron su costo: la implementaci6n de las politicas de Estado y las consecuencias para la sociedad terminaron siendo muy diferentes de los planes originales del Estado. Hasta los planes nacionales mas enérgicos, como lo demos- tré Scott en su discusién de los designios del modernismo, pueden lcgar a convertirse en insensateces desastrosas.” ‘Algunas de las dificultades para reconocer las limitacio- nes de los Estados provienen de idess populares sobre éstos y de los modos convencionales en que los han entendido las ciencias sociales. En la prensa y en el discurso cotidiano se ha representado al Estado como si fuera un cuerpo co- hetente, integrado y orientado a clertos objetivos. De ma- neta antropomérfica, los medios noticiosos han subrayado, la Coherencia total del Estado, su singular modo de pensar ("China inegé hoy..)- Ademés, los dirigentes del Estado han promovido impleeablemente Is idea de que el mismo, como entidad propositiva y coherente, e una representa~ ‘ign del significado trascendental al que se referia Shils en sus ensayos: el Estado es la encarnacién de la nacién 0 de la gente, y sus reglas —La Ley— tienen una santidad es- Pecial.® Como observé un activista egipcio al criticar el * James C, Scots, evn Like a State: How Certain Schemes to lm- rove te Haman Condition Hove Failed. ® Skis, Center and Periphery pp. 75-76, reconoce que el centro no "ene! monopalie de a autoriid, y que existn mllipes fuentes de su- x0 ort s.tapaL axtesto de un socidlogo que supuestamente habia “difama~ do" a Egipto al referirse en un documental al fraude electo- ral: “El gobierno ha convencido al pueblo de que Egipto y el gobierno son una y la misma cosa Aunque esa nocién ha sido refutada a menudo (por ejemplo, la declaracién de la gente de ser fel a una ley superior), ha tenido un efecto considerable en el pensamiento popular. De hecho, la gente caracteriza a los demés por su aceptacién de esa Ley singu- Jar, por ejemplo: “Ella es una ciudadana respetuosa de Ta ley, pero él es un transgresor de la ley’. La cvalidad trascenden- tal de la Ley, entonces, se representa no sélo en st papel de conectar a las personas, convirtiéndolas en El Pueblo, sino también en su cualidad moral fundamental como’ forme correcta de comportarse. . Muchos de los ntismos elementos que se encuentran en el pensamiento popular han aparecido también en le ibliografia de las’ ciencias sociales con un giro ligera- mente distinto. Weber, que tan large sombra ha proyecte- do en las ciencias sociales del siglo xx, ofrecié lo que aho- ya, se ha convertido en una definicién clisica de Estado. Esta atin goza de gran aceptacién como la manera de en- vender a los Estados de hoy. Primero, escribié, “el Estado moderno es una asociacién obligatorie que organiza la dominacién’” Para él, “el Estado [...] es una relacién de do- minio de hombres sobre hombres basada en el medio de la coaccién legitima (es decir: considerada legitima)"" En su afirmacién mas citada, "El Estado es aquella comunidad Jnumana que en el interior de un determinado territorio re- toridad rival No obstante, un centro que lograimponerse, aviereintegrt Ta sociedad por medio dels imagen de sociedad que precipita” (p74). Gasser Abde! Razik,citado en The New Tork Times, 10 de jllo de 3000, Aso, "= From Max: Weber: Estas x Sociology tcadueidoy edtsdo por HH. Gerth y C, Wright Mills p 82. (Exsayor de soeialgtecontempornes, p. 16.1 ™ Toid,p. 78. (Beonomta y sociedad, p. 2057.) ELESTADOENTASOCIEDAD B ‘lama para si (con éxito) el monopolio de la coaccién fisica Iegitime’” Weber suponis que los Estados son asociacio- ines orientadas a ciertos objetivos, pero, como pueden con- tener objetivos encontrados, prefirié definirlos en térmi- nos de sus medios (el uso de la fuerza). Para él los Estados fon asociaciones propositivas con intenciones diversas medios similares. “Aangue Weber colocé con prudencia entre paréntesis, ‘igs palabras “con éxito” en la cita anterior, en la prictica to- dos los tipos de Estado, tanto los que tienen éxito al mono- poliza I violencia como los que no, han aparecido en los studios de ciencias sociales como si fueran organizaciones propositivas y-muy unidas, con objetivos autonomos, que tian la violencia y la legitimnidad como herremientas efica~ ces para mantener el control social e implementar politicas. Weber fue mucho més exacto que muchos que siguieron sus supuestos. Tuvo el cuidado de observar lo limitada que eya.en realidad Ia experiencia de los Estados que centralizan y monopolizan con éxito la violentia. Otros, desafortuna- Gamente, ampliaron el supuesto bisico de que, con recur- 505 extraordinarios a su disposicién, cualquier tipo de Es- tedo controla el uso de la violencia, la amnenaze de violencia yy otros medios para inducir a las personas que se encuen- fran en su territorio a someterse incluso a adoptar una serie casi interminable de leyes y regulaciones.* A estas re- las se les confiere una singularidad (de nuevo La Ley), y el pipel del Estado es construir el Gobierno de la Ley” ® Bid, p78. (Beonomiay sociedad p. 1056.) "La ley existe cuando se da una probebiided de que uns orden sea rmantenida por un equipo espectfico de hombres, que se val de Ta compulsién fisiea 9 psiquics, con ln intencién de obtener conformidad fon el orden, o de apicarsancfones por su trnsgresién" From Mas We- ben p. bo. [Bnsaor de socielogteconteupordnea, p. 145] 5"La estructura buroeriticaoftece todo esto en las condiciones mis ‘avoeables.Especalmente en lo que tora ala adminisracn deta juste, talestracara eres la base pare organzacign de un derecho sistematza~ Cuando se intenta analizar Estados individuales y pa- ‘trones particuleres de dominacién, surgen varios proble- xmas serios en cuanto a edmo han usado los especialistas la definicién de Weber. El énfasis en el monopolio enmasce. rra situaciones en las cuales la autoridad es fragmentaria y disputada, Incluso uns palabra como “legitimo” desvia le atencién de formas de autoridad en conflicto o del des- acuerdo con las formas dominantes de autoridad. Lés es- pecialistas rinden tributo al hecho de que Weber sin d no S€ estaba refiriendo a todos los Estados sino que sdlo intentaba crear un Estado ideal tipo, heuristico. Sin em- argo, el uso que hace Weber de un Estado ideal tipo que monopoliza la fuerza legitima y gobierna por medio de una ley racional les deja muy pocas formas de referirse a los Estados de le vide real que no cumplen este ideal. Los Estados reales son desviaciones del ideal o versione’ co- srompidas del mismo. La definicién de-Weber tiene al Estado trabajando toda maquina y, aunque por supuesto no pretendfa que se tomra el tipo ideal como tipo normal, eso es precisamente: Jo que ha sucedido en Ia investigacién posterior. Desde lue- go. en la sociedad humana real ningiin Estado puede hacer fodo lo que puede un Estado ideal, como defa perfectamen- te en claro Weber. Han existido diferencias enormes entre los Estados en relacién con los recursos que controlapan sus lideres y funcionarios para obtener recursos - para lo- grar una distribucién sesgada de oportunidades econémi- cas (entte otras); en la mera cantidad de ingresos que po dian obtencr mediante impuestos, ayuda, imposicién dé4 euotas, ete; en le eficecie para garantizar que los recursos, doy rscional funda en ‘Leyes tl como en sx mayor perfeccisn téenics. Je red In €poca imperial romans [-] la justice ‘racial a base de no ones jurideasrigurosamence formales se apane una especie de justi’ «qe ante codo quede vinculads alas tradeiones segraden” From Max We Jon p 336. [Economia y sociedad p. 732.) terminaran en les manos que se queria; en Ie coherencia interna que ponian de manifesto al decidir a quiénes favo- recer, y en los medios que usaban para logrer la distribu- cién selective de recompensas. Esas diferencias entre Est dos son sumamente importantes (para los estudiosos del Estado estas variaciones han sido la base de la politica com- parada) No obstante, con la definicién de Weber como punto de partida la diferencia se puede medir s6lo como distan- cia del tipo ideal, Mientras la idea que se.tiene del Estado sea uniforme y constante, la variacién de los Estados, in cluso el fracaso de algunos, sdlo puede expresarse en tér- minos de desviacién del estindar. Si los Estados reales se quedaban por debajo del esténdar, como solia ocurrir, ha bie que inventar todo tipo de excusas para expresar el espa- tio éntre la practica real y el ideal. Términos como “corrup- cin’, “debilidad” y “capacidad relativa” implicaban.que les formas en las que las cosas funcionaban realmente eran de alguna manera exégenas al modelo normativo de lo que son, 0 deberfan sér, el Estado y sus relaciones con la socie~ dad, La comparacién se hace al especificar y medir la des- viacién de la norma o del ideal. Le capacidad del Estado se ‘ide con una vara cuyo extremo es una variante'del Esta- 6 Ideal de Weber. El supuesto de que sélo el'Estado crea 6’ deberfa crear reglas, y que sélo él mantiene o deberfa mantener los me- ios de violencia para hacer que Ie gente obedezca esas re- las, minimiza y trivialize la rica negociacién, interacci6n y ‘esistencia que ocurre en toda sociedad humana entre muil- tiples sistemas de reglas. Plantea une sociedad humana don- ée una organizacién incresblemente coherente y compleje sjerce una extraordinarla hegerhonia de pensamiento y de accién sobre el resto de las formaciones sociales que se in- fersecan en ese territorio, No brinda ninguna forma de tcorizar sobre el terreno en el que compiten los diversos con funtos de reglas, excepto formularlas en negative, como Bt OLS. MIGDAL Fracesos 0 Estados débiles, 0 incluso como “no Estados”. En resumen, considerar el Estado ideal de Weber como el Es- ‘ado normal confunde tanto como lo que aclara, al compa- rar continuamente ¢ los Estados reales con le versién ideal ‘de lo que los Estados son o deberfan ser. LUNA NUEVA DEFINICION DE ESTADO El enfoque del Estado enla sociedad qué se ofrece aqut su- igiere uns definicién de Estado diferente de la de Weber. El Estado es un campo de poder marcado por el usoy la amena- za de violencia y conformado por 2) la imagen de uina orga- nizacién dominante coherente en un territorio, que. es tna rrepresentacién de las personas que pertenecen a ese territo- ‘rio, y 2) las précticas reales de sus miltiples partes. ‘Los Estados reales estén determinados por dos elemen- tos, imdgenes y pricticas.™ Estas pueden estar sobrepuestas y reforzarse entre si, o pueden ser contradictorias y mutua- gente destructivas. La imagen ha tendido a ser homéloge de un Estado a otro, en especial la imagen del Estado mo- derno que tiene sus origenes entre los siglos xv y xvir en el noroeste de Europa y que lleg6 a abarcar el mundo enitero fen la dltima mitad del siglo xx. A la inversa, las pricticas © Akbsl Gupea, “Blured Boundaries: The Discourse of Corruption, ‘he Culture of Polites, andthe Imagined State American Evknologist 22, pp. 375-402. Ea este brllante artielo Gupta hace uns etnografia det Es fado considerando tanto sus “pricticas caidianas” como su “construc~ én discursive. Lei por primers ver el borrador del arcculo finales de fos ochents, y creo que de forma subconsciente tuvo un efecto trascen- ental en mi trabajo hacla la presente deinclén de Estada, Mientras su Sconstruccién dlseursia” difere de lo que entiendo por imagen, el ar- tiealo dele en claro le necesidad de tomar en cuenta ls constsuclén [del [Estado] a través de un conjunto complejo de representaciones y pricticas ques intersecan expacalmenta™ (p. 377) Beas ideas se retomari mis adelante, ELESTADO EN LA SOCTEDAD 3 shan tendido a ser diversas y, aunque sin duda hay patrones Pomparatives reconocibles, no es posible clasifcarlas con, cision, Primero es la imagen. Tomo esta idea de Shils, quien usé el término para describir el “centro, no el Estado. "La tmagen —decia Shils— amalgama las numerosas institu- ‘cones a Iss que pertenecen los actores, y en pro de Tas cus jes ejercen la autoridad, er la imagen de un centro de la so- ‘Gedad dominante y tinico.”™ En esta definieién Is imagen Gel Estado es la de una entidad auténoma, integrada y do- minante que controla, en un territorio determinado, Ie reacidn de reglas, ya sea directamente a través de sus pro- plos organismos 0 indirectamente permitiendo que otras organizaciones autorizadas —negocios, familias, clubes y Similares— generen ciertas reglas de alcance limitado.” ‘a imagen implica percepcisn. Aqui le percepcién del Es- ado es la qué tienen quienes estén dentro y fuera del te- rritorio que consideran suyo como principal y més adecue- do creador de reglas’ dentro de sus limites territoriales. En tse sentido, la percepcién asume una entidad ‘nica que es bastante auténoma, unificada y centralizada. Aunque todos reconocen la complefidad y vastedad de esta organizacién —que sus partes no siempre trabajarin en perfecta armo- fa, que la “imagen” es un retrato que no muestra todas las imperfecciones—, la imagen del Estado induce a la gente a percibir sus componentes como si estuvieran genérica- ‘mente integrados y actuaran en conjuncién entre sf. 1a imagen postula una entidad que tiene dos tipos de fronteras: 1) fronteras tervitoriales entre el Estado y otros his, Center and Periphery, p.74 Ceursivas miss). " Waber ereribe:“ las demds asoctaciones o personas Individuales ‘ilo se les concede el derecho dela cosecin fisiea en la medids en que cl Estado lo permite, Este se considers, pues, come la fuente tnica del “derecho de coaceién’. From Mas Weber, p. 78. [Economia y sociedad, Ps1056.] Estados, y 2) fronteras sociales entre el Estado —sus orga nismos Y actores (péblicos)— y aquellos sujetos a sus re- glas (privados). Mientras que pare ciertos grupos limita- dos, como determinadas tribus némadas, las fronteras | territoriales parecen no existir, para la mayorfa, desde via- jeros hasta importadores, las lineas de los mapas escolares representan con clarided imagenes bien definidas de cémo est estructurado geogrificamente el mundo. Weber tenia razén al decir que el“ “territorio’ es una de eristi- cas del Estado" ‘Mis atin, la imagen de fronteras territoriales que sepa- ran los espacios de control de los diferentes Estados se am- lia por la nocién comtin de que esos Estados encarnan de Igiin modo al pueblo que esté dentro de sus fronteras; a | ‘esto me referia como una fepresentacidn en la definicion dada mds arriba. De este modo, no parece incongruente leer en el periddico sobre un primer mandatario que habla J por el ‘pueblo’, como si las fronteras del Estado manifesta- ran alguna unided subyacente entre quienes ocupan el terri torio. Ja imagen, el Estado, aunque separado de la pobla~ ccidn general del territorio, como se comentaré dentro de un momento, ¢s la encamacién de esa poblacién, como se ve en los votos de las Naciones Unidss, la diplomatia entre los Estados o ‘cualquier cantidad de juicios en una jusisdic- cidn. Este representacién significa que las frobteras teryi- toriales sirven a la vez como limites del control del Estado y como delimitacién de un pueblo conectado. ‘Retomaré a cuestién de la conexién del pueblo en breve, ‘Ademés de las fronteras territoriales, el segundo tipo dé frontera que incluye la imagen del Estado es una frontera social, que separa al Estado de otros actores y fuerzas no estatales, es decir privados. Weber apuntaba que la separa. cién de lo pablico y lo privado —él consideraba en particu- larla ley plblica y la privada— es una caracteristica distin- » Bid, p78 ‘a del Exado, modemo, burocratizado, La. sepascisa conceptual dela ley piblica y la privada “presupone la sep: acl sbstraca entre el'Eatado: en cuanto portador abs- tracto de los derechos de mando y creador de las “norms jurfdicas,y todas las ‘atribuctones’ personales de los iradi- viduos" I Estado no sélo esti separado, estd elevado. Es decir, su representacién del pueblo lo distingue de todas las de~ ids entidades, lo que en la imagen no puede significar més due intereses particulares. Sélo el Estado es la representa cidn general de la unidad del pueblo, que se deriva de su conexién subyacente, Después. de la imagen, el segundo aspecto clave de la definicién del Estado soni las précticas. El desempefio coti- iano de los organismos y actores del Estado, sus pricticas, puede reforat ia imagen del Estado o debilitaria; puede Consolidar o neutralizar le nocién de las fronteras territo- tale y las que existen entre lo piblico y lo privado. Inmumerables précticas han fortalecido la imagen de que los separedores territoriales de los mapas son reales y efecti- vos. Los dirigentes nacionales han empleado visas, pesepor- tes, mofones, enrejados y bardas eléctricas, polfefs fronteri 2, elércitos, mapas oficiales y libros de texto escolares, entre otras cosas, para demarcar el territorio que el Estado Pretende gobernar. Esta lista deja en claro que la amenaza luso de la violencia esté detrés de muchas de sus pricti- cas. Ademés, las pricticas dé los que estén fuera de la en- tidad del Estado también pueden reforzar y velidar la imagen de que las fronteres que aparecen en los mapas son reales, las Naciones Unidas, por ejemplo, han dado a los Estados que mantienen control sobre un territorio especifico un “ssiento” entre los otros Estados del mundo. Asimismo, las précticas pueden servir para reconocer, ‘eforar y vider de nummerosas maneras no s6lo el ele- Wid, p39, 3 Joes. uaa mento territorial del control que ejerce el Estado, sino ‘tarnbién le separacién sociel entre el Estado y otras forma- ciones sociales (Ia divisién entre lo publico y lo privado). ‘Las ceremonias, como una coronacién o una toma de pose- ‘sia, por ejemplo, han afirmado solemnemente la separa- idn. Lo mismo se ha hecho al restringir ciertas Isbores del Estado a espacios especiales, como tribunales, ayuntamien- ‘tos 0 edificios federales, De estes y otras muchas formas se hha subrayado la imagen del Estado como un cuerpo social distinto, incluso superior. Creo que Foucault intenté probar la relacién # menudo andmala entre la imagen y ld préctica, incluso cuando las pricticas tienden a reforzar Ia imagen o el mito del Estado: ‘Sin embargo, el Estado, sin que sea més probable hoy que en ‘uslquier otro momento de su historia, no tee esta unidad, esta individualided, esta funcionalidad viguros, ni, hablando francamente, esta importancis tal ver, después de todo, el ES- tado no sea més que una realided compuesta y una abstrac- cién mitificads, cuya importancia es mucho mis limitada de o que muchos de nosotros pensamos [..] Son las téctieas del gobierno las que hacen posible la definicién y redefinicién continua de lo que esti dentro de Iacompetencia del Estado y 1o que no, lo piblico versus fo privado, ete: de este modo, el Estado s6lo puede entenderse en su supervivencia y en sus li- rites con bese en las tacticas generales de la gobernabilidad.” Aunque Foucault separa las préctices, 0 lo que él llama las tdcticas de la gobernabilidad, de Ie imagen, atin tiende a ver esas pricticas como reforzadoras de le abstraccién mi- tificad, la definicidn aceptada de lo que el Estado puede hacet y la distincién percibida entre lo piblico y lo privado. No obstante, las pricticas también pueden ir en contra de * Graham Burchell, Colin Gordon y Peter Miller (coords.), The Fo- cult Effect Studios in Governmental, p20. ‘estos mitos y percepciones. Lo que incluye mt defintcisn fe Estado, permitiendo que surjan nuevas lineas te6xicas, Soa precisamente esis pricticas —esos actos convertidos En rutina— que afectan la imagen de un Estado dominante J coherente, y neutralizan las fronteras teritorales y les fe existen entre lo piblico y lo privado. Con frecuencia {Be pricticas se enfrentan «la imagen. Bertrand Russell cap- +16 bellamente la distincién entre imagen y prictica: “Tene- nos, enefecto, dos clases de moralidad, una junto ala otra, tla que predicemos pero no practicamos, y otra que prac- tleamos pero rara vez predicamos"™ Russell sefialé la rup- tura entre la imagen y las practicas al hacer énfasis en la morilidid. Mientras la imagen del Estado implica una mo- falided singular, una manera esténdar, de hecho la manera torrecta, de hacer las cosas, las pricticss denotan miltiples pos de desempefio y, posiblemente, algo de controversia, sobre cul es la forma correcta de actuer. Estas pricticas no han sido simples desviaciones de la ‘juena) conducta nérmativa tal como la proponen los cédi- gos del Estado. Han sido e6digos morales por derecho pro- pio, que compiten con lo expresado en la imagen del Estado el predominio en el reclutamiento de funcionarios para Ee ofiinas publices la distribucidn de los recursos del Esta- do, la discrecionalidad en le aplicacién de regulaciones y mucho, mucho més. Jean-Francois Bayart, Stephen Ellis y Béatrice Hibou distinguieron muchas de estas pricticas en tun libro reciente e innovador sobre Aftics, La criminalisa~ tion de V'état en Afrique.” Aunque los autores dieron una definicién técnicamente restringida de lo que entendlan por “criminal”, creo que es une palabra poco afortunada en, Bertrand Russel, "Bestern and Western Ideals of Happines’, Scep- tical Essays, ["esles de felloidad ovientales yoceldentles’ en Ensayos de sa escfprico, p. 233.) * Jean-Frengole Bayer, Stephen Fils y Béatrice Hibou, Le erbinali- tion de Tar en Afrique. este contesto, a que implica una conduct que no sdlo es fle gél sino también moralmente incorrecta, Desde un pun ges2 del Estado en cuestién (0 de los Estados en general), Comvittiéndolos en el esténdar analitico del investigador, por encima de los estindares a menudo contradictorios exp resides en las pricticas de sus partes, Lo que fieilmen- te Se puede etiquetar como corrupciéa, o criminalidad, cone ¢l nepotismo o el contrabando, también se puede Ver: Por ejemplo, como una moralidad que favorece los la- Zos de parentesco por encima de la meritocracia, 0 que ex presa el devecho de trnsito de la gente y sus bienes a treves Ee las fronter Estado.* 2C6mo resulta posible eritender la apaticién de nurieé- oso conjuntos de pricticas, muchas de las cuales pueden estar en conflicto con los dictados de la imagen (y le mora Tidad) del Estado? La dificultad para controlar las partes re rnotas de los Estados, los muchos frentes en los que pelea con agrupaciones que tienen estindares de condueta con Actives. y la tentacion de los funcionarios de aceptar re- glas altemativas que, por ejemplo, les den mayor poder o 4 Yes permitan enriquecerse en lo personal o privilegiar al grupo al que sean mis leales, han Ilevado a diversas practi Eas de ciertas partes 0 sectores del Estado. Distintas partes o fragmentos del Estado se han aliado 4 entre st, asf como con grupos externos, para favorecer sus objetivos. Esas précticas alianzas han servido para promo- ver una variedad de conjuntos de reglas, con frecuencia muy distintas de aquellas propuestas en las propias leyes y reglamentaciones oficiales del Estado. Estas alianzas, coali~ Br lugar de trata a corrupcién como un aspecto disfunctonal de yrgpnztciones del Estado, la veo como un mecanisme a través del al ado’ se constituye dlscursivamente” Gupta, “Blured Boundatles, 's arbitrariamente impuestes por la ley del 4 ciones o redes han neutralizado la frontera territorial y so- cial precisa que habia intentado establecer la primera repre- sentacién del Estado, asi como la clara distincién entre el Estado como preminente creador de regles y la sociedad como receptora de esas reglas. Los ejemplos de tales précticas que neutralizan los lirni- tes asociados con la imagen det Estado empiezan con los funcionarios nacionales que usan su oficina para levar a ‘abo negocios privados, asestando asi un golpe silencioso a la divisién entre lo publico y lo privado. En un caso asombro- so que me contaron, un funcionario africano Ilevé a su vaca ® pastar en el césped del edifcio estatal en el que trabajaba, El aticulo de Gupta sobre “fronteras desdibujadas” analiza Jo contrario: cuando el espacio privado es usado para nego- clos piilicos. Cuenta el caso de Sharmaji, un funcionario agrario indio que tenis los registros de cerca de § 000 parce- hs. En la parte de abajo de su casa tenfa una habitacién que uusaba como “oficina’, “Ahf era donde por lo regular se lo podia encontrar, rodeado de clientes, aduladores y colegas.”” Uno de sus asistentes ayudaba a mediar entre Sharmaji y la gente que venia a cambiar o registrar titulos, de propiedad, defando en claro cudnto se necesitaria para “hacer el treb: Jo’. Otro ayudaba a Sharmaji con les tareas oficiales y tam- big con las tareas domeésticas. Se habia perdido la distin- cia entre el espacio puiblico y el privado, el trabajo publica ¥elptivado, los honorarios piiblicos y privadas. El retrato que hace Ellis de Sudéfrica durante el apar- theid (y atin después) presenta ejemplos mas complejos del Aesdibujamiento de la division entre Estado y sociedad. Algunas pandilles explcitamente criminales han desarrollado testrechas relaciones con las fuerzas de seguridad. Esto ha pro- ducido, dentro de clertas seceiones de las fuerzas de seguri dod, una actifud sumamente ambigua hacia determinadas tie Gupta, “Blurred Boundaries’, p. 379. | | I I “a ores. stapaL pos de crimen, Durante la ditima fase de la guerra de guerrillas, igunos policias y militares desarrollaron incluso empresas, criminales, como el trfico de armas, piedras preciosas, marfil ‘y marihuana, en parte en su proplo beneficio y en parte coma medio para encubrir que se proporcionaban armas y fondos a Jas milicias informales que Se opontan al Congreso Nacional Afticano y al Partido Comunista Sudafricano. La diversidad'de ‘violaciones a la ley sancionada por el Estado inclu sofistica- das operaciones de contrabenda y fraudes monetarios, que evaron a los propies servicios secretos del gobierno a mante- ner relaciones de negocios con importantes grupos de contra bandistas, gente que lavaba dinero para la mafia italiana, y otros agentes del submando criminal internacional. ‘También las fronteras territoriales enfrentan la acome- tida de pricticas contrarias. Nicole Watts: ha mostrado ‘c6mo alianzas clave entre funcionatios turcos liberales y activistas kurdos debilitaron le imagen territorial del Esta~ do turco, abriendo la puerta a una imagen rival, la de Kur- distin. De hecho, sostiene Watts, las alianzas transnacio- rales entre quienes promueven los derechos kurdos y los activistas de derechos humanos europeos han creado en ‘conjunto una nueva entidad imaginada. [En] el Kurdiseén virtual de Oceldente, que abarca partes de Alemania, Francia, Suecia, Gran Bretafia y otros paises euro eos [J la informacién, la tecnologfe y las bajas tarifas aéceas khan permitido un nuevo nomadismo que promueve la rein= venelén de una comunidad kurda, El Kurdistén virtual de Oc- cidente, que existe [..] sin el beneficio de mapas terrtoriales codificados © del reconocimiento formal, desempefia no obs- * apars, Ellie y Hbou, Le criminalisation de l'état en Afrique, pp. 61-63. “Nicole Watt, Virtual Kaurdion West: Seates and Supracteritorial Communities inthe Late sath and Earp 22st Centuries. ‘ante un papel concreto en los asuntos de Turquia, sus pobla~ clones kurdas y sus relaciones con Europa.* Jas coaliciones dentro de Turquis y con los paises euro ‘peos refutaban Ia imagen de la moral y la representacién Gel Estado turco. Ismail Besiki, quien se pasé afios en pri- sidn por sus.escritos sobre los Kurdos, cuestion6 la exclusi- ‘yidad de la moral del Estado: “Las realidades sociolégicas * Jon negadas por medio de una ideologia oficial [es decir, la moral]. La ideologis oficial no es cualquier ideologta. La {deolog{a oficial implica una sancién legal. A aquellos que se apartan de.las fronteras de la ideologia oficial se les ‘muestra el camino a la prisién’”® A pesar de los riesgos, en. ‘Turquia tanto los funcionarios piblicos como los actores privados establecieron alianzas que cuestionaban la moral y fa representacién. ‘contenidas en la imagen del Estado, adoptando pricticas que negaban la rectitud moral y la ex- .clusividad de la ideologta del mismo. ‘Al encapsular tanto le imagen como las pricticas, esta definicién de Estado usa el concepto de “campo’, adoptén- dolo (y edaptindolo) de Bourdieu," quien observa que el “carmpo” resalta relaciones en un espacio multidimensio- ral, en el cual el elemento simbélico es tan importante como el zeterial (Io que Taina “sustancias"). "Lo que ests fen juego —escribe Bourdieu— es la representacién misma del rmundo social."® El fenémeno central es la lucha. “Todo © Nicole Watts, “Kurdish Rights, Human Rights: Boundaries of ‘Transnational Activism’, ensayo presentado en el Werkshop on Boundar- fer and Belonging lio de 1992, p.2 “ Chtado en Nader Entessr, Kirdish inonationalsn,p. 105. “Pierre Bourdien, “The Socal Space and the Genesis of Groups", rola del concept de ‘campo paltieo” de Zubada. Sami Zubia, Islam, the People and the State: Essays on Political Ideas ond Movements in the Middle East, pp.45-152- "Bid, 723 re 1a definicién de los principios legitimos de la divisién del PEsape™ Al desribir a Estado como un campo de pod quiero subrayar lo que Bourdieu lama el “espacio multidi- mnemisional de posiciones", usando la palabra “poder” afin de Gen otar las luchas para definir quign domina. En resumen, el Estado es una entidad contradictoria que actia contra sf misma. Entender la dominacién, en- Ponces, requiere dos niveles de andlisis, uno que reconoce Ja dimensin corporative y unificada del Estado —su tota- \jadad— expresada en su imagen, y uno que desmantela esta totalided para examinar las pricticas y alianzes reforzadoras ‘contradictorias de sus distintas partes. El modelo “el Es- {ado en la sociedad” se centra en esta cualidad paradojica del Estado; requiere que los éstudiosos de la dominacién y el cambio veen al Estado en términos duales, Este se debe entender a la vez 1) como la imagen poderosa de una orga 4 nizaciéa claramente definida y unificada, de la que se puede hablar en singular (por ejemplo, un encabezado que dice ‘“Jerael acepta las demandss palestinas”), como si fuera un solo actor con una motivacién central que se comportara de uns manera coherente para gobemnar sobre un territorio Claramente definido: y 2) como las précticas de muchas tes 0 fragmentos laxamente conectados, [os cuales con Frecuencia tienen fronteras imprecisas entre ellos mismgs' y con ott0s grupos dentro y fuera de las fronteras oficiales el Estado, ¥ a menudo impulsan conjuntos de reglas que resultan conflictivos entre si y con las leyes “oficiales”. Las ‘teorfas que no incorporan los dos lados del Estado paradé: jieo serminan, ya sea idealizando su espacided de convertir Ia retérica en una politics efectiva, o deseertindolo como ‘un batiburrillo de funcionarios corruptos que slo ven por Sus propios intereses. cars1p0 es el escenario de una lucha mas o menos abierta so- | Bide. ELéropo tre dimensign importante del enfoque del Estado en la sociedad es su utilidad para la investigacién comparada o como mérodo concebido en sentido amplio, EI modelo des- anollado en este trabajo no se concentra en una imagen estitica de miltiples grupos y sus conjuntos fijos de objeti- vos y reglas que producen resultados definitivos, sino que se centra en el proceso, mis que en resultados contunden- tes. Este no es un modelo de boxeo profesional en el que cada combatiente permanece constante durante cl combate Y se aboca sin vacilar al objetivo de derribar al otro. Mas bien el enfoque del Estado en Ia sociedad indica a los inves- tigadores el proceso de interaccién de las agrupaciones en- tre sty con aquellos cuya conducta reel compiten por con- trolar o influencisr. Esta es una distincién importante. El Proceso dintmico cambia las agrupaciones, sus objetivos, Yen dltima instancia, las reglas que estin promoviendo, Este retrato tiene gran afinidad con el personaje de la peli- cula Zelig, de Woody Allen, quien constantemente cambia ls forma en la que interact con los demés. Como cual- quier otro grupo w organizacién, el Estado se construye y Feconstruye, se inventa y reinventa, mediante su interac~ tlén como tun todo y-de sus partes con otras. No es una entidad fja; su organizaciéa, objetivos, ‘medios, socios y "eglas operatives eambian cuando se alia 0 se opone a otros dentro y fuera de su territorio, El Estado s¢ transforma continuamente. : Eso lo sefialé Norbert Elias, el gran sociélogo del siglo %% Observé que nuestra manera de concebir los fenéme- hos humanos “nos hace sentir que no es posible asumir los Sucesos observados como eventos que fluyen en el habla y l pensamiento”. Elias condenaba que se viese el cambio, 0 algo dinémico, slo en relacién con algo estitico, y deno- sind a este fenémeno Zustandsreduition. Sostenia que que ver la sociedad como es, uno debe verla “como aque~ lo en lo que se convierte: en lo que se ha convertido en el pasado, en lo give se esta convirtiendo en el presente, y en lo que se puede convertir en el futuro” Este trabajo y otros refiejan mi propio paso de la causa Jidad concretz asociada con el Zustandsreduktion de Blas a tun método que toma en cuenta un proceso continuo: “es- ‘tar volviéndose”. Aunque me he basado en gran medida en Jas ciencias politicas duras y otras disciplinas de las ciencies sociales, también he ido perdiendo la paciencia com las li- mnitaciones intrinsecas de sus métodos usuales. Mucho se hha dicho del rigor de los métodos empleados en Iés enfo- jues de eleccién racional, empirico/cuantitativo, estructu- ral y otros que estn‘en boga en las ciencias sociales. No obstante, este rigor, he descubierto, es tan limitante como esclarecedor. Le presentacién de imégenes sumamente.¢s- tilizadas en les que la accién esté congelada, en las que se ‘nos presentan variables independientes estéticas (como preferencias, estructuras o disposiciones institucioneles £- jas) que soportan el peso de Ia causalidad, les ponen a los estudiosos de la dominacién y el cambio unas anteojeras, demasiado restrictivas. Estos enfoques pueden atrapar la vida politica y social dentro de un mundo de rigor muy restringido. Una forma en Ja que lo hacen es a través de la brisqueda de Io que se podria llamar el momento del pecado original: el suceso, condicién 0 momento decisivos que uno puede volver a leer desde el presente para ver cémo fue la situacién. La pisqueda de ese momento congelado en el tiempo es le que determina qué es lo que sigue. En palabras de Waldner, es © Esta afirmactén viene de una entrevista que dio en Amsterdam en 1969, Johan Goudsblom y Stephen Mennall(coords.), The Norbert Eas Reader, p43 tuna “coyuntura critica"Y* Geoffrey Eley y David Blackbur Uticaron brillantemente este tipo de historiografia que, SFrman, intenta sin éxito precisar el momento crucial que ies el auge del nazismo en Alemania.” También aqut i Stplcacidn del desarrollo, o dela falta de ste, esté, en tr Pros de Elias, en el principio en relacién’con lo estitico Tip concicién estructural decisiva del conflicto de elites—. Bl problema es que este tipo de causalidad dura deter- + nina en exceso Ia situacién presente y fuerza a le historia hiatia el fedil de sus hip6tesis. El rigor en. boge puede portar a los lectores de b de hipétesis demasiado restrictivas al pusear la causalidad de un solo sentido que empieza en. un fmomento clave. Los métodos existentes que se encuentran popularmente en la economia politica, Ia eleecién racional Mos anilisis estructurales pueden dar demasiada impor- Jenei al poder explicativo de las variables independientes, ‘como los arreglos institucionales distintivos. Al fijar esas ‘gatiables en el tiempo, ignoran cémo a su vez las transfor- nan los efectos que desencadenan. ‘La actual comprensidn del rigor puede distraer all ob- servador de la dindmica continua que Cover llamé narrati- ‘yar lo inesperado, lo inestable, lo reactivo a la vida cotidia- pe. Cover no descarté las variables duras —a las que Ilarné romos, es'decir, la estructura del mundo normativo— pero al mismo tiempo observ que nomos se transforma conti- ynuamente sogtin “nos permite someter, alegrat, Iuchar, co~ Homper, hacer burla, deshonrar, humillar 0 dignificar (..] La misma imposicién de una fuerza normativa sobre un estado de cosas real o imaginario es el acto de creacién narrativa’’® Las historias de los pefses no terminan con el “Waldner, State Building ond Late Development. * Geoffrey Eley y David Blackburn, Reshaping the German Right: ‘Redical Natonalism ond Politica Change aftr Bismarc, Cover "Nomos and Narrtive pp. 09, 202. ["Nomos y narrative’, pana] ae Joes. mona | ‘ecado original o con la coyuntura critica en la que se da la Femaposicién de una poderosa fuerza normative: sdlo cor rralenzan, ya que esas fuerzas invitan ale resistencia y Ie Tesch, la cooperacion y les coaliciones, que tectorneal cif ixmapyiso tien 2 or plantearlo de una manera ligeramente diferente os dntifcos sovisles necsitan entender fs chee sOlo de la revelacién en si, sino también de la buisqueda de | re-denci6n. La revelacién es un acto fjo en el tiempo, en el: cual le Verdad se descubre y se asimila de modo colective, La misma crea los principios fundadores que inspiran «oe jersonas 2 actuar dentro de un marco de signifirado com partido, desplazando sus propios deseos materiales en fa Yor de esos principios consagrados, incluso haste legar al punto del martrio o de ester dispuestas 4 motir por ald propio pafs. Sin embargo, le busqueda de la redencidit es tun Proceso que esté en curso. Mantiene ls esperanza ted liberacin de los msles y rechaza que sean parte de la con. diciSn humana: el dolor, la enfersneded, la pobreza, le de: cadena, el deterioro, la corrupcién, el egofemo, entre otros. La redencién ofrece la promesa de liberacién y res~ tausracién colectivas. Provoca reacciones'en curso en el mundo en el que se encuentra la gente, motivando conti- huamente tespuestas a la fallida condicion humana a la falda promese de revelacisn : . El tipo de método que insinian Elias y Cover so tiende incluso alas dimensiones territoriales de los Esta dos. Los cienttficos sociales han solido tratat las config raciofes terfitorisles de ios Estados como constantes on sus investigaciones, casi invariables y en gran medide in guestionables, Se han inclinado a ver el espacio del mundo repartido en blogues estéticos lamados Estados, que pue- den experimentar periédicamente un eambio de tipo up. tivo, como la disolucién de la Unién Soviétca, foro qued permanecen constantes por largos periodos. lat Lust Fie uno de los primeros teéricos de los ulmmos eis que euestioné esta perspective, exhortando a los especialistas a ver a los Estados como entidades con fronteres cembiantes fundamentalmente cuestionadas." Tal como se observé anteriormente, la imagen del Es tado descansa en la nocién de que existen dos fronteres estables, las territoriales y la separacién entre el Estado y otros actores sociales. No obstante, como lo deje en claro le definicién de Estado que aqu{ se ofrece, concentrarse exclusivamente en la imagen puede resultar engafioso. Ambos tipos de fronteras han actuado no sélo como sim- ples separadores sociales, dividiendo a un pueblo o una nacién de otre y a los actores del Estado de los actores Privados en ese territorio. Las fronteras también han su- Serido campos de significedo, en el sentido que propone Shils, Las préctices que han neutralizado estas fronteras han ‘hecho mas que destruir la imagen; han creado sus propias configuraciones espaciales de significado, como lo dej6 en claro Watts en relacidn con el caso turco-kurdo, De Certeau lo aclaré al afirmar que la resistencia a le ima- gen-(lo que él Iams las leyes hist6ricas de un.estado de c0ses) y a sus “legitimaciones dogmiticas” termina por ‘tropezer con sus limites". Mientras Lustick exhortd.a los especialistas a observai 1a variabilidad en les fronteras territoriales tanto fisicamente, como en términos del de bate pablico sobre su ubicaciéh concreta, yo sugiero que, incluso cuando las fronteras fisicas scan estéticas, su cfecto como fronteras que abarcan a un pueblo conectado Por medio de un significado compartido puede variar considerablemente, las redes de contrabando, las relaciones tribales y de clan que han rebasado las fronteras territoriales y les exis- Frag, 10” Lastic, Unseted States, Disputed Lands: Britain and Ireland Tice and Agri, acl and the West Bonk-Gaza Certeau, The Practice of Everyday Life. 28.(La tnvencin de To ian pb) ‘tentes entre lo piiblico y lo privado, los movimientos se- paratistas y regionales, ciertos tipos de solidaridades reli- ¢giosas, y otras muchas formaciones sociales, han planteedo discretamente sistemas Ge significado que implican fron- teras muy diferentes de aquellas representadas en la ima- gen del Estado, Algunos han procurado cambiar las fron- teras en los mapas; otros acttian slo para minimizar la importancia de esas fronteras. En ambos casos, han desa- fiado abierta o disimuladamente un elemento clave de la imagen del Estado: su alirmacién de ser la personificacién el pueblo perteneciente a ese territorio y a suposicién de ‘qué la conexién de ese pueblé circundado por las fronteras del Estado es un (0 el) azo social primordial. En resumen, la refutacién de reglas ha implicado, también, una lucha continua por los sistemas de significado y las divisiones territoriales y sociales que identifican a un "grupo de per- somes que adquieren su significado por la incorporacién de valores que las trascienden’.® Las fronterss territoriales, pueden variar aunque las fronteras formales en los mapas, permanezcan inalteradas: el significado unido # esas fron- teras en la imagen del Estado se puede cuestionar de diver- sas formas, [NUEVAS RESPUESTAS A VIETAS PREGUNTAS: LLAINVESTIGACION QUE EMPLEA EL ENFOQUE DEL ESTADO EN LA SOCIEDAD He intentado demostrar que el enfoque del Estedo en le sociedad sugiere una definicisn diferente del concepto de Estado y una manera alternative de concebirlo y de hacer investigacién comparative. Este enfoque también deberé conducir a nuevos tipos de respuestas y explicaciones para cuestiones perennes que han atrafdo alos especialis- his, Center and Peripher, p. 138 jas en estudios comparados. Para demostrarlo, resurniré {ees estudios que emplean deliberadamente este enfoque, Woe provenientes de mi institucién, le Universidad de Washington, y que se ocupan de temas tan fundamentales weino el confiicto comunal o tnico, la relacién entre los Geovimientos sociales el Estado (en particular el sistema junidico del Estado) y el establecimiento de las fronteras “ela nacién. Tema i: La creciente violencia étnica ‘Niall © Murch se interes6 por la violencia sparentemente _ interminable entre los judios y los 4rabes palestinos y en- ine los protestantes y los catGlicos en Irlanda del Norte. Se pregunta por qué el aparentemente poderoso Estado briti~ Fico fue incapaz de Imponer en dos pequefios territorios Jometidos, Palestina en las décadas de 1920 y 1930 ¢ Irlan~ th del Norte desde 1969 hasta el decenio de 1990, algun tipo de solucién satisfactorla para mitigar el desorden de los grupos rivales.* ;Cémo se puede entender Is persisten- cia y hasta la intensificacién de la violencia étnica frente al enérgico compromiso de un Estado poderoso de imponer cl orden? Les tensiones arabes-judias se incrementaron flo el mandato britdnico en Palestins desde el principio hasta el fin, culminando en una guerra que los judfos is~ zaelies aman su guerra de independencia y @ la que los frabes palestinos se refieren simplemente como al-nakbé, tl desastre. En el territorio isiandés absorbido por el Reino Unido se enconaron tensiones similares a Jo largo de déca~ das, y la violencia desbordé incluso en ciudades de Gran Bretatia; sélo en los tiltimos afios los catélicos y los protes- Nill ©. March, Labor, the Stote, and Etinie Conflict: A Compara tive Stay of British Rale in Palestine (1920-1939) ond Northern Ireland (973-3990) Los desventurados funcionarios briténicos, en ambos a SoS, parecieron estancarse un par de decenios, por lo me- oS, £0 sus intentos por mitigar el conflicto entre sus stib- Gitos © incluso la violencia dirigida contra ellos y el wtiblico del Reino Unido. La violencia intermitente en Pa Jestina crecié constantemente de 1920 2 1948; cada estalli- do hasta finales de los treinta iba acompafiado de otro libro jplanco © comisién proveniente de Londres que proponi ura respuesta ala interminable agitacién y brutalidad, Nine guno funcion6. En Irlanda del Norte la violencia alcanzé su Fadximo nivel algunos afios después del inicio de the trou Bies (les problemas] en 1969, y los briténicos necesitaron { un cuarto de siglo para controlar le violencia por completo *¥ Ilegar 4 una solucién a largs plazo. 1La raz6n por la que aument6 Ia violencia frente al cotn- 4 yromiso de una de las grandes potencias del mundo de erra Eicarla, sostiene O.Murcht, empieza con el escepticismo en ‘gorno a la imagen del poderoso Estado briténico. Le inepti- tad aparentemente inexplicable de Gran Bretafia leva en su _andlisis al cuestfonamiento inicial acerca del sleance y la co- herencia del Estado, Pese al constante llamarniento a impo- ner el orden a sus burdcratas en el extranjero.que hicieron os dirigentes del Estado briténico, los-clementos del Estado que se suponia debian encontrar una solucidn contaban cop’ tin conocimiento dolorosamente limitado sobre los grupos Jocales Y con recursos deplorablemente insuficientes para Facer el abajo. En ambos casos, partes del Estado britinico Localizads en estos territorios intentaron superar estas de: ficienciss formando coaliciones con los organismos locales sociedad, De hecho, llegaron a depender de los judfos ¥ delos protestantes para el capital, el conocimiento local, ty mano de obra calificeda, el personal de seguridad y més. G Marchi sostiene que cada uno de estos grupos coaccio- trabe al Estado al regatearle el capital En Pélestina, las severas restricciones fiscales que Lon- -sarates han llegado « una especie de resolucién del conflicto. | res les impuso al alto comisionado y a su gobierno pales- tino hicieron que éste dependiese muchisimo de la incni- gracién judia y las inversiones de capital de ésta, aunque 30 aumenté la ira interminable de los lideres érabes. La incepacidad de Gran Bretafia para encontrar algiin tipo de acuerdo en Irlanda del Norte desde 1968 hasta 1974 con- dujo a su énfasis en la seguridad. Para lograrlo, los funcio- nario locals veforzaron un buen nme de organismos de seguridad, cuyo personal estaba integrado casi exclusi- ‘mente por protestantes, La devolucion dena "soluctSn” de Londres al Ulster promovié una coalicién entre elemen- tos del Estado britinico y los protestantes. Esas coaliciones en Palestina e Irlanda del Norte se in- tersecaron y neutralizaron los limites entre el Estado y otras formaciones sociales implicitas en le imagen del Es- tado'y enfatizadas por los funcionarios briténicos en la le- Jana Gran Bretafla. El disezeto intercambio por capital ju- dio y seguridad protestante fue un apoyo briténico tanto directo como indirecto para que cada uno de esos grupos mantuviera un mercado laboral dividido étnicamente. El Iereado laboral dividido excluie a Arabes y catdlicos de ciertos sectores ¢ industrias y mantenie sus niveles sala- Tales por debajo de los de los trabejadores judfos y protes- tarites, lo que sirvid de acicate para continuar el conflicts étnico De manera que les-précticas cotidianas del gasto pébli- co, las politicas de seguridad y la pezcepci6n de ingresos en realidad estructuraron y exacezbaron las divisiones comu- nales de la comunidad, incluso mientras los funcionarios| londinenses hablaben y sctuaban sin cesar para salvar esas divisiones. De ese modo los funcionarios briténicos en Pa- lesting ¢ Islands’ del Norte resultaron ser edmplices en la estructuracién de las bases del continuo contficto a través de su efecto en'el mereado laboral éinicamente dividido, en. Sposicidn directa a los objetivos de los drigentes del Esta- 4o y los funcionarios ministeriales en Londre a4 see s.ateDa encia de los judfos y de los protestantes tos Hev6 a ignorar ‘e1 exclusivismo que los dos grupos dominantes ejercian en el xazercado laboral y que marginaba econémica y politica- rasente a arabes y catélicos. La habilidad de los judios y los srotestantes para dividit el mercado laboral les permitis Conservar su ventsja econémice y politica. Pero Ia historia no termina con la economia politica de an mercado laboral dividido y las cosliciones dominantes que tanto explican sobre cémo y por qué el conflicto co- snunal se volvié tan intenso en los dos territorios. Arabes y ‘catlicos continusron influyendo en la sucesidn de aconte. cirmientos mediante [a resistencia violenta precisamente pOFque no aceptaban con ecuanimidid la coalicién domi- ante que el Estado" habfa entablado con los judios y los yrotestantes. Y su resistencia tuvo efectos profundos, En Palestina la revuelta drabe 2 finsles de los treinta ocasioné jue resurgiera el interés de Londres y se propusiera un wil- stimno libro blanco que en gran medida aceptaba las deman- das arabes (aunque en ese entonces al liderazgo érabe le costaba bastante aceptar la aprobacién de Gran Bret ‘Sin embargo, ese cambio de la politica quedé anulado por la entrada de Gran Bretafia en Ia segunda Guerra Mundial, ‘cuando la accidn briténica primordial estaba dirigida a salir yor completo de Palestina. En Irlanda del Norte el éxito de los eat6licos al exage- xrar su dificil situacién llevé a la creacién de politicas com- -pensatorias para reafirmar la educacién eatélica ¥ las tases de empleo. La conciliacién exitosa de la mayoria de las, quejes econémicas de Ios catélicos, sostiene © Murch, ue un precursor necesario al cese al fuego del ina [Ejérci- ‘to Republicano Irlandés] en 1994 y los comienzos del ac- ‘tual proceso de paz, De hecho, los catélicos lograron di- solver la alianza Estado-protestantes y las précticas que se shabfan derivado de ellas, con lo cual abrieron un nuevo ca- ppitulo en Ia historia de Irlanda del Norte. LESBO ENLASDCIEDAD = Teme 2: El poder creciente del sistema furidico 6 Murch, Patricia Woods investiga es relacio- Jul G'Bsado en la sociedad, en particular cdmo se da el jeto social entre grupos de interés y movimientos so- colts que se alinean con partes del Estado, en su caso cl Gatema juridico de Israel. Al incorporar a su andlisis el sis- sis antdico, Woods arpa el andlsis del Estado en la so- “Gedad y también ubica su trabajo enun reciente cuerpo veatgecién que pregunta cémo y por qué los sistemas de con eae la Union Europea hasta Argentine Y Paki ipvnan logrado expands dramdticamente el poder de los punales a partir del ltimo cuarto del siglo 2c” Ella se {Shura en la Suprema Corte de Justicia de Isroc. Sin fanfe- fas, la Suprema Corte aswimié el poder de la apelacin ju- ed relaj6 las ceglas vigentes pars permitira individuos y (grupos un aceeso mis fécll al tbundl, ycomenz6 a intro Hr auevos principios de razonamiento legal. Ademas, de anera raucho mis visible, emitié decisiones controver- Gales sobre algunos de los dsuntos mis delicados del pais fuién es judio, las relaciones entre arabes y judios.y el uso dpi tortura por parte de organismos de seguridad estats- fee, por nombrar elgunos. En el curso de ls década de 1990 it Suprema Corse ocupé un deslimbrante edificio nuevo tn Jerusalén, inclind a su favor la balanze de poder entre {es ramos del Estado israel y edquirié una notoriedsd sin precedentes en la sociedad israeli, Las acciones de la Su- © poriin Woods, Conrting the Court Social Visions, Stete Authority, and he Relighous Law Debates it Ira; véanse también Pauls R. Newberg, Judging the Seat: Courts and Constitutional Politics in Pakistan; Mark J. Ose, "Dislogue with Dictators: Judicial Resistance in Argentina and Bra- I" Low and Sorat Inquiry 20 (primavers de 1995), p. 481-560; Mart Shapiro y Alee Stone, "The New Constitutional Politics of Europe’ Con- parative Political Seudies, im. especial, The New Constitutional Politics {n Europe 26 (enero de 1994). PP- 397-420. prema Coite han constituido poco menos que una revolt iden el Estado y la sociedad israelies. Woods centré su investigacién en un elemento clave de! este proceso de atribucién-de poderes: el desplazamiento por parte della Suprema Corte tanto de los tribunales estata. les rabinicos como del parlamento, la Knéset, en cuestiones de ley de categoria personal (familiar) y de autoridad te- Juggs wavs de una serie de resluconesvinctladss con ia religin y otras cuestiones relacionadas. En 1987, por pri Acca Soca ens lan: En, or cen repetidas ocasiones las resoluciones de las autoridades rabinices. Los jueces no pudieron haber tomado @ le ligers esta decisién de desestimar 2 los drigentes rabinicos, que en! Israel son parte integral, aunque controvertida, del Estado De hecho, en Ie siguiente détada esto provocé enormes de. ‘mostraciones piblicas contra la corte, sevetas demuncia’ en Ja prensa ortodoxa y ultraortodoxa, ¢ incluso amenazas de’ muerte el presidente del tribunal, Aardn Bafzk Qué animé | 4 los jueces a dar ese paso? Una incursién anterior en esas aguas habie llevado a que la Knéset revocara el fallo menos de tres semanas después de emitida la decisién de la corte. Por qué arriesgarse una vez més a le retribueidn parlamen ‘aria, que podia revertir los otros logros aparentes dee Su- prema Corte, como el poder de apelacion judicial? Woods sostiene que cruciales “slianzas implicitas” en-¥ tere la corte y fuerzas sociales dentro y fuera de Israel le licron # os jueces la motivacién y la energia para desafar a Otros sectores del Estado, Al hacctlo,alterrom el equilirie Gel poder existente entre les instinieionesestatales cave es conjuntos de grupos sociales recurrieron a la corte e 1a década de 1980, después de ser rechazados en'repetidas peesiones por i Knee: el movimiento feminists el movi miento por el pluralismo religioso y el movimiento por los erechos cviles, La sola enistencia de movimientos sock Jes en Israel es un feriémeno relativamente nuevo, y la cor- te pareci6 percibir este cambio y se precipité a aprovechar- | | Jo. De todos modes, ninguno de estos movimientos fie ris que una sefial en el radar de Ia sociedad israel; peque- fos, marginales, a menudo rebeldes, por supuesto sus cat- serio regonaton en la poblacign israel en general. No obs- tante, el més exitoso de ellos, el movimiento feminista, termind efectuando cambios de gran alcance en la sociedad isl al recur a Suprema Corte en una see de casos ue resultaron ser fundamentales, . seer core, « su Vez,'aprovechs la creciente demanda del movimiento generada por sus decisiones en sus juicios y pelaciones, asf como las controversias legals que el movi- thlento planteaba en sus casos. Usando la ley general israel {en particular leyes bisicas que prometian igualdad de gé- neva) y la ley natural sugerida por los Iideres del movi mmienta, los jueces sopesaron algunas de las cuestiones més polémicas de limites que quepa imaginer: quién es judio Cy guién no) y quién es israel Cy quién no)? Estas cuestiones llegaron al corazén de interrogantes relatives a limites de grupos, quién esté dentro y quién esté fuera de la nacién 0 dele soctedad. ;Quién es precisamente la gente a la que el Estado representa? ; . Gon el paso del tiempo le corte misma se transformd por a alignza implicita con el movimiento feminista y los usps tipos de casos que esta aliaiza le impuso. Desde un Prineipiowuse los casos de las mujeres para formularjuicios Tuy precisos afrmando que las decisiones y las précticas ‘eligiosas del Estado debjan ser anuladas porque pisoteaban ‘las garantias legales de igualdad de género expresadas en la ley general israeli. No obstante, el lenguaje de la ley natural ‘que se encontrabs en las decisiones, no en las ba decisiones, expresabe una visi6n de los derechos que invo- lucraban ala sociedad, ls libertades personsles y la respon- sebilidad del Estado de defender al individuo, incluso 2 ex- ensis de valorés y culestiones comunales muy arraigados, Ys tarde, incluso de la seguridad. El nuevo lenguaje también implicaba que la Suprema Corte era, de todas las instituciones del Estado, la que estaba en la posicién ade- cuada para custodiar la imagen del Estado contenida en la ley general israeli y en la aceptacién de la ley natural en Is- rael. En resumen, le alianza implicita con el movimiento’ ferninista dio énimo a la corte, cambié las bases del razona. miento legal y fortaleci significativamente al tribunal en ‘Al mismo tiempo, los juristas-de.la Suprema Corte de Justicia encontraron otras compensaciones fuera de las fronteras del pais, lo que los llevé también hacia una pos ‘ura més activista. Las entrevistas de Woods indicari que Jos jueces han estado muy involucredos en numerosas co- mitnidades legales transnacionales j- les ha preoéupado mucho su reputacién en esos efrculos. Por ejemplo, un ‘buen nimero de ellos ha dado clases regularmente en des- tacadas escuelas de derecho en los Estados Unidos. Estos Jazos han presionado sutil y no tan sutilmente alos jueces para someter sus acciones a la prucba de la ley natuyal y la ey internacional de derechos humanos, incluso cuando no usaron esas leyes como eriterio estricto para tomar sus decisiones, Estas fucrzas externas también han influido so- bre las luchas en las que los jueces han procurado ampliar el poder de la Suprema Corte frente al parlamento, los servi- ios de inteligencia, los tribunales rabinicos y otras institu ciones estatales. En un caso reciente que llam6 Ia atencién ~ del mundo entero, la corte reconocié la influencia de sus aliados juridicos del exterior al prohibir el uso severo ¢ in= cluso moderado de la fuerza (tortura). Los intentos de la Kagset de invalidar esa resolucién fracasaron de inmediato debido al miedo a Ia fuerza de esos aliados externos y su hhubilidad para movilizar la opinién mundial. En sintesis, lo que procura explicar Woods es cémo los movimientos sociales —incluso los que son bastante pe- = Diseurso de Yos Beilin, minitro oat of Israel Studies Annual Meet de Justicia de Ie, ante el AS: 1, Tel Avi, 26 de junio de 2000, fos serian cepaces de interactuar con una parte del Co ne a ead eeet ‘librio del poder entre las instituciones del Estado que SEoiueran la expansién del poder del sistema juridieo en Bi. La autora se interroga sobre el éxito de la Su ettge en las luchas acerca de cual deberia set ls imagen del Gaindo,y Is respuesta gira en torno de su concepcién de un Fetad0 cuyas partes con frecuencis actin con propésitos Fepentados. Su argumento central es que las alianzas im. rictas de Ios juristas que se intersecan en le frontera entre fo piblico y lo privado implicita en la imagen establecida (id Bstado, alianzas con fuerzas sociales dentro y fuera de {srael, han fortalecido el imperio de la justicia. Mas allé de to, estas alianzas implicitas han transformado alos grupos fpernos, asi como a la corte misma, Hevindola a nuevas formas de razonamiento legal y a nuevas reas de cuestio- rumiento, como el derecho ce los érabes a comprar tierras en asentamientos judfos que los excluyen y la capacidad de fos servicios de seguridad de usar la fuerza fisica para inte- roger las sospechosos de terrorismo. Tema 3: Estado y nacion Probablemente ningtin fenémeno ha tenido un efecto tan profundo en el establecimiento de las fronteras sociales tomo la guerra. El maraviloso estudio de Kenneth Lawson, “War at the Grassroots”, considera cémo el compromiso del Estado en la guerra —en este ejemplo la primera Guerra Mundial— tuvo una oleada de efectos incluso en pequefios pueblos que se encontraban lejos, muy lejos de donde sus lideres tomaban la fatidica decisin de entrar en guerra." En Bark City, Utah, y en Rossland, en la Columbia Brité— © Kenneth Gregory Lawson, War atthe Grasrvots The Great War ad the Nationalization of ive Lif. ica, ls distante guerra del Estado perecia flotar en el aire “aigorizando el sentido de propésito nacional de la gente traduciéndose en niveles notablemente mis altos de partici- pacién civica, No era simplemente que la gente fortalectera Eus lazos entze sf con el Estado en pro del esfuerzo bélico. 4 Por supuesto, eso ocurrié. En el periSdico de Park City, Park ‘Record, al final de la primera Guerra Mundial el editor escri- Bid de'los habitantes de la ciudad que “siempre se podria contar con que hicieran su méxima contribucién al bien Gomtin’™ Sembraben “parcelas de guerra’ recolectaban di- jnero para los “Bonos de la Libertad”, se presentaban como: oluntarios para el combate, orgenizaban manifestaciones4 ‘puiblices de apoyo y mucho mis. La poblacién de Rossland! ‘Ofrecié voluntarios para ayudar a reunir a los 50 000 hom-§ bres que el gobierno canadiense le habia prometido a Gran Bretafia. Le Rossland Rifle Association abrié su campo'ey ‘iro a fin de preparar hombres para el frente, y of Rossla Farmer's Institute doné harina para aliviar “ia carestfa y ‘suftimiento” ocasionados por la guerra. Todos estos act fortalecieron la imagen del Estado en un momento en el «que Ja unidad y el apoyo publico eran cruciales para el éxito ‘Sin embargo, la respuesta de los ciudadanos¢ la guerra fi xnis alli de un caleulo de lo que se necesitabe para la victoria Jaclufa también una expresién continva de emocién que ha ‘ela més estrecha la definicién de “el pueblo” o “la naci6n’, Gibujando las fronteras sociales de uria manera que dejabs ‘algunos ciudadanos fuera de la nacién. Al mismo tiempo qu ‘expresaban un apoyo incozidicional al Estado, los ciudadat Joules cuestionaban le imagen de la representacién de lap ‘lacidn que brindabe el Estado, redefiniendo quién perten cia realmente “al pueblo”. Una tercera ciudad inchuida en * Bid, p99. Las parceles de quero jerines del victoria se sembrabun en tere ‘nos privdos y pablicos (como parques) para contribulr al eprovis ‘aiento de le pablcién,[e.] Boyle, en el condado de Roscommon, Ilanda, le present al Estado un reto ain més dificil, La mayor parte de Ie poblacion no demostraba entusiasmo sino horror o indi- ferencia a le movilizacién de la guerra. Los ciudadanos se cruziban de brazos, negindole al Estado briténico la repre- sentaci6n que afirmaban los \ideres oficiales y, con €s0, Ia rovilizacin que el Estado intentabe levar a cabo. El estudio de Lawson use rincones remotos de la socie- dad pare estudiar la relaci6n entre el Estado y el pueblo aque éste pretende gobernar. Este tema ha constituido una inguietud central en les ciencias sociales, especialmente cenlos campos de la sociedad civil, y los estudios de pobla- ciones alejadas permiten ver eémo las acciones de las fuer- xis sociales, incluso cuando son bastante marginales y en iencia apoyan por completo sl Estado, pueden redibu- jer las fronteras sociales. Al hacerlo transforman a la so- Ciedad, redefiniendo quiénes estin fuera y quiénes dentro, Y transforman al Estado en términos de representacién o, como lo dice Lawson, de quién pertenece por derecho pro- viola vida efvica En Park City los asistentes a una reunién patriética que'se llevé a cabo poco después de que los Estados Uni- dos entraran en la guerra les pidieron a grupos de inmi {iaites, en especial a los que el periddico local amaba el ‘lemento austriaco’, los que piocedian del imperio aus ‘ro-hingezo, que ratifcaran su lealtad. Ye se iban trazando limites. Luego se produjo una serie de actos violentos con: tra inmigrantes cuyo compromiso se cuestionaba. Como sscribié un historlador sobre las aectones que se llevaron a Sabo a lo largo del pais: “Le gente era azotada, golpesda, ‘tmplumeda, humillada y linchada a voluntad”.” Un “ex- ttanjero” de Park City vio aparecer su nombre por erro Una lista de “apdticos” durante la Cuarta Campafia de Bo- 706 de la Libertad. A pesar de que él habia comprado un "Thomas Lewrence, cltado en ibid, p. 119 6 ors. suena bono y podia proberlo, lo maltrataron y précticamente lo ~ ‘echaron de la ciudad. ‘Lawson no sélo considera el trato a los “ciudadanos ex- - tranjeros”: (como los denominaba el periédico local) sino también a los opositores de conciencia a la participacién de Jos Estados Unidos en la guerra 0 al nuevo concepto de na- ci6m que estaba surgiendo a nivel local. Los disidentes se’? ‘ofenidian por peticiones ala ciudadania en general como la si | guiente: "No podrias descubrirte ante la bandera con la mis- na sensacién de propiedad si no compraste [Bonos de la Libertad]"* Lawson comenta: s ‘Le propiedad indica le posibiided de que una bandera y el ES: ‘rado-nacién que representa sean una mera extensién de ung smismo [..] Esto sugiere nada menos que una especie de tas- cendencia de le separacién entre ol individuo, la nacién Y el Estado, ya que este tltimo se ve simplemente como una ex- resin del yo y de aidentidad nacional coletiva .. La otra ‘cart de la moneda de esa siuacién era que los relativament= ppocos que no se identlicaben ya fuese con ls nacida o con el Estado, 0 quienes por cualquier razén resentian haber sido ie vvados ala guerra, correron grandes resgos por permits que se senosieran sus sennietos 0 por negate 2 compu “Bl americanismo forzoso”, como Io lama Lawson, se airigis en Park City primero a aquellos a los que se con- sideraba desleales pero se amplié a los “ciudadanos extranjcros” y, finalmente, a los sindicalistas radicales del International Workers of the World (rww/ En Rossland la ssituacién no era mucho mejor. “Extranjeros enemigos, ap4- tcos, evasores del reclutamiento, objetores de conciencia y agitadores sindicales radicales encabezzban a los grupos © roid, p. 235. bid, pp. 326-227. {excluidos]* Los “extranjeros" enfrentaban Ta misma ani- fuudversién como inmigrantes en Park City. ¥ en Boyle, Jrlanda, la guerra reflejaba un nuevo trazo, mucho més ra- Gical, de las fronteras sociales, condenando al Estado bri- tnlco como represéntacién del pueblo de Irlanda. Ab la ggerra dio por resultado una “conversién politica en masa F una reconfiguracién civil. Acentus las diferencias que Zristian dentra de la sociedad irlandesa en torno al signifi- “ead, las, condiciones y el contenido del nacionalismo irlandés"®* i ‘En resumen, la primers Guerra Mundial llev6 a los Esta- dos « movilizar al. sector civil haciendo hincapié en su en- camacién del pueblo, a lo que Lavson se referta més arriba como la trascendencia de Ie separacién entre cl individuo, la zaciOn y el Estado. Le pedien al pueblo que actuara de acuer~ do con el sentimiento de que el Estado,-en ese momento dificil, expresiba su identidad colectiva y necesitaba su es- fuerzo colectivo, Esos Iamamientos resonaban en la socie- dad, pero también tenfan efectos no planeados en la nocién de exactamente a quién repfesentaba el Estado. En los tres paises que estudi6, Lawson encontré que “para crear, confi- urar e imponer las fronteras sociales que definen a la na- id, esos grupos e individuos a los que se percibe fuera de esas fronteras nacionales tieniden a ser excluidos de la par- ticipacién civil en los mismos términos"* Esa exclusi6n se produjo tanto en casos en los que la mayor parte de la so- Ciedad respondié positivamente a las instigeciones del Es- tado, en los Estados Unidos y Canada, como donde respon- dié a las peticiones del Estado oponiéndose al Estado, en Trianda. Bids pare Bid, past Di 385-64. concwusion Los temas centrales en los tres trabajos de investigacién + ‘que he recapitulado —conflicto étnico, el creciente poder + ie los sistemas juridicos y la comple)e telaciGn entre Esta- ‘do y nacién— también han recibido considerable aten- idn en muchos otros trabajos de ciencias sociales. Sin Embargo, O Murch, Woods y Lawson han aportado una ‘perspectiva fresca y esclarecedora a sus respectivos temas. Han tratado al Estado como una entidad mucho més ten- ‘zativa y limitada que muchos de los trabajos usuales. 0 ‘Murchit y Woods descubrieron pricticas en las que dis- “gintas partes del Estado actuaban en direcciones opuestas. En los estudios de ambos se hallaron coaliciones clave eri- ‘tre los grupos sociales y ciertas partes del Estado. Las précticas de esas alianzas neutralizaron la separacién en- 4 {re lo pablico y lo privado que pregonaban los dirigentes del Estado, incluyendo 2 los funcionarios, los servidores 9 ‘publicos briténicos en el extranjero y los jueces de sree, Quienes se abocaban a esas pricticas neutralizadores. Cada‘ tino de los tzes casos de Lawson demostré lo probleméti-~ co que es ver las fronteras territoriales del Estado como tuna simple representacién del pueblo o de Ta nacién, in- ccluso cuando la imagen vigente del Estado indtice a hacey Jo en el habla cotidiana. Hasta cuando la gente actuabe ‘para reforzar la imagen unitaria y heroica del Estado, ter mminaba dedicindose a précticas que trazeban nuevas Ii- zneas de inclusin y exclusidn, Algo extrafio paseba con las fronteras de significado, con frecuencia en conflicto’ conj el intento de movilizacién bélica que los funcionarios es~ tatales tenfan en mente, En este trabajo abogo por modificar el fuerte énasis es-# tructural en los anilisis institucionales para incorporst variables culturales. A través de sus pricticas, los Estados, reivindican la conciencia colectiva de su poblacién. Las ins tituciones y los simbolos han estado en el centro de la con- tinua reinvencién de la sociedad. No obstante, prevalece tune tremenda discusién sobre quién —el Estado como un todo, las partes del Estado, otras organizaciones social es— define y se conecta con las formas de conciencia colectiva en la sociedad. Ger social y politico terminan muchas veces por tener el efecto comtrario y de hecho fortalecen la distribucién exis- fente, Los Estados de las sociedades fragmentades tienen més probabilidades de seguir siendo escenarios de acuerdos que de convertirse en fuentes de cambios importantes del comportamiento social de su poblacién. 3. UNA ANTROPOLOGIA DEL ESTADO Luchas por la dominacién ‘Desdé la publicacién de Leviatén, de Thomas Hobbes, én el siglo xv, més de una centuria antes del florecimiento cabal dal capitalismo y la industrializacién, los pensadores han li- diado con el Estado cada vez mis podetoso y su papel en Ie sociedad. Después de la Revolucién industrial los pensado- tes sociales clisicos, como Marx, Weber y Durkheim, se de- diearon a euestiones en torno a lo que Karl Polanyi mis ter. Ge Tlamé la Gran Transformacién.' Su interés también se dirigia hacia el Estado’'y su relacién con los cambios politi- ‘cos y sociales trascendentales de les sociedades europeas. Algunos autores, como los hegelianos, colocaron al Es- tado ~y a la idea del Estado— en el centro de los cambios socisles y politicos de Europa, Otros, incluyendo 2 Marx, rechazaron la primacia del Estado y vieron la fuente del cambio histérico en otras fuerzas de la sociedad, en par- ticular en la orgenizacién de la produccién. No obstante, incluso Mare y otros que encontraban el motor del cambio fuera del campo politico formal se sintieron llamados a tra- tar la nocién del Estado transformador. Tas preguntas subyacentes a este volumen dejan oir los ‘ecos de los temas de los debates clésicos en teoria social sobre las principales transformaciones sociales y Ie relacion del Estado con ellas, ;Cuéndo y eémo han sido eapaces los 1 Karl Polanyi, The Great Transformation: The Political and Economic Origins of Our Tine. [La gran transformaciOn: Los origenes politics 9 econbinios de po] yy ort. MIoDAL Estados de establecer un autoridad politica integral? yCoudndo haa tenido éxito en definie el orden moral pre- ‘onderante a determinar los parimetros de las relaciones Sociales cotidianas, ya sea conservando patrones existen- tes 0 forjando otros nuevos? {Cuando y e6mo han podido Ios Estados establecer el programa econémico de su 50- ciedad, apropiarse de recursos y determinar patrones de fraversién, produccién, distribucién y consumo? ;Cuéndo otras fuerzas socieles, ya sea clases sociales enteras 0 ca- Gnarillas diminutas, han frustrado o cooptado al Estado y tenido su propia forma de concebir sistemas simbélicos eficaces, moldeando ls conducta social cotidiana y deter- rmainando los petrones de la vide econdmics? ‘Como en los debates clisicos de los iltimos dos sigos, las décadas transcurridas desde ls segunda Guerre Mundial han atestiguado eémo oscilan las modas académicas, peta licar Ie transformacién social, entre las teorias centr (das en la sociedad y las centradas en el Estado. En el pasado decenio, aproximadamente, los tedricos que enfrentaron as principales transformaciones politicas de la iltima mi- tad del milenio se han inclinado hacia los enfoques centr dos en el Estado, Han reconocido de manere explicita el papel institucional central del Estado pare determinar pa- Erones de dominacién en la sociedad.* : 2 for dorsinalén/me refieo a le capeids'de obiénerabedlenca por medic del poder de mando, Weber emoplesbs esta defineion de la dom- ucién en Wirkchaft and Geselichafe. Véase Max Rheinstein (coord), ‘Weber on Law in Economy and Soe pp. 322-337. [Economia y sociedad. pp. 695-715] Ta mativiciin de ls cbedienca puede ser la coaccién © 8 Conformidad volunerie que lege cuando se weal ereador de las regs ‘Como sutordad leptin. (Weber able de las fuentes de dominacién feminos ligeremente diferentes, vidndole en virad de ls propios inere- ter dela posicién de monopelio del dominedor,o en vir de a autor tia elpader de manda ye deber de obedecer:p. 324 [p99 en le taduc~ (Bisa). Le domineci, camo agul se eraple,es por lo tanto un tézmine (gue ihaye mis que la sola eoaceién o le autoridadlegitima La domi- ‘Uxa arRoPoLodtAa DEL ESTADO 2s Sin embargo, tanto en los periodos de explicaciones centradas en ef Estado como en los de explicaciones cen— tradas en la sociedad, mientras muchos investigadores em— piricos escribian explicaciones matiradas de asociacién y futorided, desefortunadamente numerosos teéricos han. tendido a tratar los Estados y las sociedades en términos no diferenciados. Al presentat a los Estados o las socieda~ des eiviles como holisticos, algunos especialistas han dado la impresién errénea de que en coyunturas clave de su his~ toria los Estados 0 las sociedades han jalado en una sola direccidn. Los teéricos centrados en el Estado (cuando es- ‘taba de moda ese tipo de explicacién) han levado ten lejos esta tendencia como para cosificar y antropomorfizar al Estado, Al tratarlo como una entidad orgénica y darle una condicién ontolégics, opacan las dinimicas y los patrones ‘ela lucha por la dominacién en las sociedades. En este capitulo expongo cémo podemos ir mas allé de establecer un equilibrio entre el Estado y la sociedad, ele~ jando suavemente el fiel dela balanza del indicador centra~ do en el Estado. Lo que se necesita es destruis los concep- tos no diferenciados de Estado y sociedad para entender e6mo cada uno jala en multiples direcciones que llevan a patrones imprevistos dé dominacién y transformacién. «Al presentar un medio para separar al Estado de la so- ciedad pierdo un poco de la elegancia de las teorfas nomo- téticas del poder, tales como los enfoques estatistas desde la perspectiva de la eleccidn racional. Estas teorfas nomoté- ticas ven el proceso por el cual legan a déminar los Estados (grupos sociales especificos, incluso en circunstancias y periodos histéricos muy diferentes, como si se produjera por medio de una sola ldgica, como el decidido impulso del nacgn se puede lcallsar o se puede cercer en la socedad en general EL ‘éemina "hegemoni’, por ov0 lado, aunque también incluye elementos Ae conceidnyautorided legitime, slo se referee ls domlnacién cjercida ten gonerlen ls sociedad, ms ort s. mena Estado por obtener mayores ingresos? Pese a lo atractivg que es esta I6gica, una teoris de este tipo, que todo lo al Ga, presupone una teorla més general de los sistemas pol ec, psicolégicos y sociales humanos, que sencillaments no existe shore, ni es probable que exista en el futuro in- mediiato. Este ensayo sefiala la necesidad de un tratamiento dé poder histsricamente més especifico. Lo que se necesita, mis: allé del enfoque agui esbozado, es lo que el antropdlo- go Manning Nash ha lamado ‘ejemplos cruciales examina, dos detenidamente” —estudios que reflejan cl arraigo de los especislistas en la sociedad— para hacer generslizacio. nes comparativas convincentes.' Sin embargo, este trata miento del poder y el control social da cabida para indicar (con elegincia, espero) cémo distinguir los bloques clave de construccién de los Estados y las sociedades, asi como sus interacciones, incluso si las diversas combinaciones llevan a diferentes resultados en circunstancias diferentes,’ En este capitulo sugeriré una antropologis del Estado, un medio de desagregatlo prestando atencidn a las diferentes presiones que encuentran los funcionarios en cuatro ni- eles distintos del Estado, Las presiones se producen den- tro de lo que llamo los miltiples escenarios de domina- cidra y oposicién. Estos escenarios también nos ayudan {ideratificar los otros componentes de fundamental impor- tancia de las sociedades, ademés de la organizacién del Es. tad. Para las otras partes de la sociedad, propongo primero que hay que alejarse de las teorfas que despojan a las demés * part un buen ejemplo recente vase Margaret Levi, Of Rule end Revenue “Manning Nesh, The Cauldron of Eth Nash eseribié: "Que bloques [.] se invocan par sgoris y qué frontera se fori para distinguir la categoria de otras es hist rcamente especfeo", bi, ps sty inthe Moderm World, Usa AvTROPOLOGIA DEL ESTADO 1 fuerzes sociales, aparte del Estado, de su volicién y accién, Ri como de las teorfas que plantean un marco integrado para las sociedades, como una clase dirigente, que explica Js patrones dominantes de comportamiento y creencias, Luego, al hablar sobre los puntos de articulacién del Estado ‘e sociedad, sugiero la necesidad de diferenciar entre la Jociedad como un todo y Is sociedad civil, para poder anali- zat Ia interaccidn de la sociedad con el Estado. 3 Mi argumento central es que las luchas por le domina- cidn en la sociedad no se.dan simplemente en relacién con quién controla las principales posiciones de liderazgo del Estado (comio se asume con tanta frecuencia en los libros y srticulos espécializados). Estes batallas tampoco se dan jempre entre fuerzas sociales de gran escala (Estados en- teros, clases socitles, sociedad civil, ete.) que actéan en ¢! zmismo nivel. Las luchas por In dominacién tienen luger en {os miltiples escenarios en los que no sdlo se relacionan entre sf las partes del Estado, sino que ceda una es una sola fuerza social en un campo de fuerzas sociales que interac ftian y que a veces entran eh conflicto, Las partes indivi- duales del Estado pueden responder tanto (0 més) al camn- pe social en el cual acttian —las otras fuerzas sociales en el escenario— como al resto de la organizacién estatal. Un | fancionario estatal que implementa politicas de control |... natal en Orissa, India, por ejemplo, podrfa tener que tomar | en cuenta a los terratenientes locales, los lideres religiosos Y los empresarios tanto como a los lejenos supervisores y parlamentos, y el hecho de que considere a estas figuras puede llevar a que disponga de los recursos del programa Ge un modo muy diferente del que se, concibid en Delhi. Sostengo que para detectar los patrones de dominacién hay que concentzarse en la acumulacién de luches y acuer- dos en los miltiples escenarios de la sociedad. Este enfo: que sélo es posible si se disgregan conceptualmente los Estados y las sociedades, asi como los puntos de articule cidn entre ellos. En algunos casos los resultados de las na- roBLs.sueDat meros#s luchas pueden impulsar a una sociedad hacia la Nona inacién integrads, en la cual el Estado u otras fuerzas Go Biales establecen su vasto poder. En otros, los consfictos "Soxmplicidades en los miltiples escenarios pueden levar a {a dominzcién dispersa, donde ni el Estado ni ninguna Sea Fuerza social logra le dominacién a escala nacional, y Sonde [as partes del Estado pueden tirar en direcciones tau diferentes YA gunos territorios de lucha pueden limitarse a un ve~ eimdario urbano 0 aun pueblo remoto y abandonado; otros pueden SF 2 escala nacional y extenderse al propio poder PYearal. En los diferentes escenarios nace la telacién re- Ghrrente entre el Estado y le sociedad, las interacciones Snutuamente transformadoras entre los componentes éel Fotado Y otras fuerzas sociales. Los conflictos estallan por Grensivas y paradas espectficas: los intentos del Estado pata Stamentar Ia recaudacidn de impuestos, el esfuerzo de las Haguras locales para obtener el control de determinados re cersos Y Cargos estatales, iniciativas de orgenismos estata- jee para regular ciertos comportemientos, intentos de los hombres fuertes locales para ampliar su érea de dominio, y deés. Estas luchas terminan por restructurar tanto al BS- Get como 2 otras fuerzas sociales. ‘Con frecuericis las iniciativas de los Estados o de otros integrantes dela sociedad han sido provocadas por algonct des los cambios fundamentales asociados con la Gran Tran: formacion: el crecimiento de las ciudades, el mayor uso dé fuentes de poder inanimado, la declinacién de la agricultura fer términos dela produccidn nacional total, ete. Estos cam- fibe han ido més allé de Europa para legar a todos os 1i0- cones del mundo, El capitalismo y el modelo del Estado fareree procedentes de Europe han tenida repercusiones en todos 10s continentes, precipitando una enorme alterscisn. yy meclss de apropiacidn de nuevas ideas y métodos, reae- Y,Snes contra éstos y sus adapraciones a las circunstancias Tocales Estos procesos han constituido un ataque a la dis-, ‘Ua antnorovocta DEL ESTADO x tribucién imperante de recursos de importancia fundamen~ tal la tierra, otras fuentes de riqueza, conexiones perso nales, representacién de simbolos significativos, desencadenendo nuevas batallas y ecuerdos en las socieda- des, A veces estas Juchas han resultado en la dominacién. {ntegrads si el Estado desemperiabe un papel destacado, pero en otros casos esta centralizacién ha sido dificil de eleanzar, or lo que termina en una dominacién dispersa. La permanente intrusién en Anatolia del mercado cen- ‘tado en Europa, durante las primeras décadas del siglo xix, es un buen ejemplo de ese iltimo tipo de transformacién de Ta sociedad. Resat Kasaba demostré de qué manera los mercaderes griegos, bien ubicados en las provincias occi- entales, aprovecharon las nuevas oportunidades de co- ‘mercio con Europa para aumhentar enormemente su propia Niqueza Esos mercaderes, asentados cn las ciudades por- tuarias del Mediterréneo, gozsban desde hacia mucho de una relative autonomia en sus tretos comerciales, sin una supervisién estrecha del Estado. Y a mediados del siglo xr, cuando florecta el comercio, se enfrentaban ademds & pocas restriceiones de los Estados europeos con los que negocia~ ban. Los burécratas del imperio otomano se dieron cuenta de que, si querian sobrevivir cl Estado tendria que insertar- s@'en ese préspero comercio, Hasta cierto punto fueron ca- aces de disefiar una centralizacién de la’ edministracién que restringiest el reciente poder de los mercaderes. Pero Jas nuevas circunstancias forjadas por la vinculacién entre étos y el mercado curopeo implicaba que el atribulado Es- tado otomano no podia ejercer ya el control de los precios de granos y otras materias primas, como lo hielera en el pa~ sedo. Tuvo que adaptarse al nuevo poder de los comercian- "Regt Kesaba, “A Time and Place fr the Nonitate: Sociel Change fn the Ostoman Empire During the ‘Long Nineteenth Century’, en Jel, Migdl, Aruat Koblly Vivienne Shue (coords), State Power and Soci ces CP ejemplo nombrando a algunos de ellos para ocupey (cars guberamentales o déndoles un espacio para parti, jar. ena administracién efectiva de sus respectives tora, Gade) Jal hacerlo, en el curso del siglo xnx se transform radacalmente. En lugar de avanzar dizectamente hacia Ip centralizaciGn y Ia creciente dominacién estata, el Esteds etornano terminé por adoptar una serie de medias con ‘trad ictorias que promovian alos mereaderes gticgos y sus objetives tanto como la meta del Estado de ejercer contra sobre cs rocsos comerciales diapers, ~ sea que el impulso sea la expansion del capitalism miuzditl oalgin otro factor, la clave son las luchas y adap, taciones precipitadas por esas nuevas cireunstanciss. A it me interesa elaborar tn enfoque que pueda arrojar liz so- bre 1a naturaleza de la dominacién en la sociedad, que per. mita estudiar fructiferamente la persistencia y el cambio de los patrones de dominacién ejercidos por los Estados y por otras fuerzas sociales. También presentaré una serie pee, puaestas nucleares, supuestos bien fundados acerca de eudn, Go y dénde podemos esperar encontrarnos con determi. nados patrones de dominacién prevalecientes. Los contextos del Tercer Mundo han otorgado gran notoriedad a les luchas por el dominio en la sociedad? En los pafses de Africa, Asie y América Latina las relaciones ¢ ingtiruciones socines establecdes experimentaron unt sran presién en el curso del iltimo siglo o més, a medida transformabin en lo que Eric R. Wolf denominé “regiones dependientes de apoyo” en un mundo capitalista* Las nue “agit término "Tercer Mundo no seus con especkl presi oi rigor anit. No obstante, en Christopher Clphan, Third World Pol ne =p. 1 puede encontrarse tn buen angumento acerca de Tes litzciones y Te utlded del mismo, "eR Wolf, Europe and the People yt gente sa histori, p 359. i Histor, p. 296, CEuropa vas estructurs estetale, encaberadas por quienes albergaban ambiciosos objetives de implantar un gobierno de amplio alcance sobre l vida cotidiana,no hicieron mis que intensi- ficar dicha presién, sobre todo en los afios transcurridos desde la segunda Guerra Mundial En los agonizantes rescoldos del feudalismo inglés y francés, las guerras de las Rosas y de la Fronds, entre otras juchas, pusieron de-telieve las intensas disputas de las ba- * ses, vineuladas con los intentos de imponer un Estado so- bré-eses sociedades, y la violenta reaceién de las fuerzas sociales contre los Estados en expansién. Lo expres muy bien Max Beloff: “En los siglos xvi y xvit la idea moderna de la soberania politica, la nocién de que tenia que éxistir algune-autoridad supreme sobre todo individuo, sobre cada metro de tierra, era todavia algo que debia discutirse y pelearse, mis qué el supuesto subyacente a toda accién politica"? Las sociedades del Tercer Mundo, con su combinacién de organizaciones del Estado en expansi6n, arraigadas re- laciones locales de poder y'fiuidez econémica y social ducidas por los mercados, pueden brinder una visién equivalente para el siglo xx. Aqui las normas y las reglas, las reglamentaciones y las leyes, los s{mbolos y los valo- res, han sido objetos de una discordia intensa, eunque a veces oculte. La autonomfa del Estado y la formacién de clases —tan elocuente y quizds hasta teleolégicamente proclamads, asumida y esperade por las recientes teorfas Centradas en el Estado—, no tienen de ningune manera resultados garantizados. Lo que se necesita en ciencias sociales es un enfoque que identifique las Iuchas por la dominaciéa que se encuentran en el nticleo del cambio social y politico del siglo xx. El enfoque del presente tra- bajo, que retrata al Estado en la sociedad, no slo seré idéneo para el Tercer Mundo sino que ilustrari formas * Max Belof, The Age of Abslutism, 2660-1835, p20. axiles de comprender el Estado y la sociedad en Europa, i chryes2do las naciones antes comunistas, asf como en Amé- Sica cel Norte. “wLi interés inicial son aquellos espacios de Ia sociedad tos estenarios de dominacién y oposicién— en los Guales Se chftentan fuerzas sociales de toda clase, entre Silas 1as instituciones del Estado. Lo que propongo es ex- rar 108 enfrentamientos y coaliciones entre las organi- jones del Estado y otras organizaciones sociales (ast corno sus Tesultados inesperedos), a medida que esas di- ‘Crsas fuerzas sociales procuran imponer su sello en It Vida cotidians, les relaciones sociales diaras y las maneras En que las personas comprenden el mundo que las rode. su este enfoque destaca las relaciones entre los Estados y Gebas fuerzis sociales al pesar revista y desagregar, simulté~ feamente, ttes fendmenos, labor parecida a la de estar mi: farndo [as tres pistas de un circo. Se trata de la sociedad, del Fstado mismo y de las articuladiones, los compromisos ¥ Ios desacuerdos que se dan realmente entre el Estado y It sReiedad. En el resto de este ensayo observaré cada una de ass ares pistas sucesivamente. plo: rac Tasocrepan. Como Ja sociedad es tari compleja y amorfa, tan dificil de capt teoria 5 rerncia ge! ra todas (© la mayoria) de las diversas partes de la socie- Fad. Los clentificos sociales de inspiracién marxista hen “""Entre quienes estin’en este nivel de mando se encuen- [tran legisladores y gobernadores provinciales,jefes de poli 1°. efa distritales, miembros de consejos escolares locales y los | funcionarios a quienes Merilee S. Grindle ha llamado im: plementadores. Son burécratas de nivel medio, el primer y jg. Segundo rango de a administracién local, responsables de | organizer la ejecucién de las politicas en determinada re- | gidn.* Igual que sus subordinados de las trincheras, los | implementadores se enfrentan # los supervisores de sus 1 organismos, pero por lo general se encuentran fisicamente lejos. Son responsables del curso de una politica (y de los recursos que ésta conlleva) una vez que pasa de la cludad capital a las regiones donde se instalaré. Sus supervisores se ubicen en el centro nacional y velan por los implementado- res en todo el pals, asi como por sus propios intereses en medio de las intrigas de la ciuded capital. De hecho, si se pudiese identificar un lugar de la jerarquia del Fstado en el tual probablemente la supervisi6n sea més lexa, podria ser éste, debido tanto ele distancia entre los supervisores las | Tocalidades como a su falta de familiaridad con las-condi- clones locales. Desde luego, en ocasionies el cilculo de las presiones para el personal del Estado en las provincias puede incluir fuertes elementos de la capital, pero también abarca dosis, “ MerieeS. Grindle, “The Implementor:Polscal Constraints on Rur ral Development in Mexico’ op el, . 297 poderosus de presign que ls jefe superiors, los ministros POcionales y los legisladores gubernamenteles centrales ‘Be enas son capaces de entender. Por lo general los politicos stronales sélo les hacen freite dicectamente & aquellas Paeress sociales que estén incorporadas en el proceso poll- {Rep central del Estado. Los diferentes objetives y orfgenes EStiales de estas fuerzas locales adicionales pueden intro- SRcir implementadores y politicos locales en un-proceso ue provoca que los objetivos estatales a este nivel sean eeancislmente difecentes de los que se determinaron en Ia capital Si bien el personal del Estado en las oficinas lociles dis- persus puede evitr el escrutinio de los supervisores y lot ieas nacionales, puede enfrentarse a intensas presio- Pee de sus pares en otros componentes locales o regionales He la organizacion estatal, La posicién de los implementa Gores y los politicos regionales a menudo les permite una gran discrecionalidads las profundss diferencias de regién Bezion requieren que los directivos estatales centrales s¢ Jdapten a las circunstancias locales. Més atin; en los Bsta- os del Tercer Mundo una gran proporcién del capital local ‘puede llegar de las manos de quienes estin en las oficinas Pocales dispersas. Esa combinacién de discrecionalidad y recursos los hace objeto de intensas presiones competiti- ‘as, No es sorprendente que quienes cuentan cof recursos, Considerables para distribuir se enfresiten al escrutinio de Shros implemertadores y politicos locales. Todos tiénen us komme interés en los recursos discrecionales y no discre- Grondles que estén en manos de los otros implementadores Seoltticas, asi como en la forma en que éstos aplican las Benes que reciben de arriba o elaboran leyes y reglas ¢5- ‘rictamente locales. Tos politicos y los implementadores de las oficinas 1o- ccales disperses son parte de una red que también atrac él feso considerable de las fuerzas sociales nacionales y © Pesnjeras —bien representadas y poderosas— en el nivel lo- sa avrnaraLocia DEL ESTADO a calo provincial. Los representantes regionales de as organi- jones a nivel nacional, como partidos politicos, grupos religiosos y grandes corporaciones nacionales y multinacio- rales, estn muy interesados en las actividades de quienes ‘rebajan en las oficinas locales dispersas. También Jo estén ios lideres generales de orgenizaciones regionales podero- sas, incluyendo a los directores de empresas regionsles y Jos grandes agricultores, entre otros. Las oficinas centrales de la dependencia. En Ta capital es- tin los centros neurilgicos, las diversas oficinas centrales de los organismos, los lugares donde se formulan y pro- ‘aulgan las politicas nacionales y donde se rednen centra- zadamente los recursos para llevarles a cabo. Estas ofici- nas estin compuestas por legisledores naciondles y jefes de ministerios y dependencias del Estado. Son las que ti nen la responsabilidad general del esfuerzo del Estado por permear y regular la sociedad en terrenos especificos de la ‘vida social, Pueden ser responsables de la viviends, la asi ‘encia social, Ia educacién, la recaudacién de ingresos, le conscripcién, la seguridad u otras areas sociales amplia- mente definides pero limitadas. O pueden ser‘l centro para generar la legislaciGh general pero sin responsabilidades ejecutivas F “Habitualmente esas ofitinas centralés acuerdan de for- sma directa con los méximos dirigentes del Estado, con la Oficina de la presidencia o algiin equivalente, pero las pre~ siones Jes llegan también de muchas otras direccfones. En primer lugar, estin involucradas en un interminable proce- So de negociaciones de unas con otras: En:sus negociacto- nes, tanto en su competencia como en su cooperacién, frentan Ia fuerte presién que pueden imponerles sus pares. Después de todo, compiten por recursos escasos y entablan incontables coaliciones temporales con otros jefes y legis- ladores para promover la perspectiva de su orgenismo so- bre un ssunto dado. La solidaridad del personal central de una depende, contribuaye a determinar su perspectva distintva Pare esa solidaridad se desprende del interés personal —la prot teccidn de la carrera y del territorio comiin—, reforfedy por el mecenazgo (nombramientos, sobre todo) contra 5 por quienes encabezan las oficinas centrales del organin, mo. De hecho, si son silenciadas otras presiones —de log dirigentes estatales, otros mandos centrales del organisms ¥ fuerzas sociales no estatales—, las grandes dependenciss del Estado pueden terminar por ser poco mis que redes e tensad de influencia. Sin embargo, las presiones del intear de un orginismo pueden tener otros efectos, ademés oe promover un escenario de mecenazgos. La perspectiva es, Pectfiea de la dependencia ejeree presisn sobre sus jeen que si no logran representar fielmente esas perspectivas se énfrentan a multitad de problemas de su propio organisa © grupo parlamentario, " Finalmente, a menudo quienes estén en las oficinss centrales deben trata con la fucrea mls poderens des Sociedad fuera de la organizacidn estatal. De éstas, as més destacadae fon Ie grandes empresas de capil, oso Pac cionales como extranjeras. Otras pueden ser partidos pol. Hee Grandes sindiaton, importantes edie de coment caciény organizaciones religiosas. Aunque fuerzas sociales poderosas pueden actuar en diferentes niveles del Estado, fas clases sociales bien organizadas, los grupos comunita, ros y otras organizaciones sociales clave pesan mucho en ja elaboracién de la politica del Estado en el nivel de las oficinas centrales de un organismo. Cada una sporte al pro eso sus propias ventajas —numerosos miembros, desem- pefio de funciones sociales esenciles, capital, tl vez inclu So un origen comin con funcionarios clave—. Midchas tienen intereses muy vastos y, como resultado, se introdu- cen aig sto en el funcionamiento de un solo organiemo central sino también en las negoclaciones entre un gren ‘numero de dependencia nacionaes, wenn ‘USA ANTROPOLOGLA DEL ESTADO a8 fin algunos casos una determinada fuerza social, 0 combinacign de ella, ha sido tan poderosa que los organs fommcentrales no fueron mucho mas que una expresion de i perspetivas y sus intereses. Especialmente en décadas sis ite, en el Tercer Mundo, ha habido une diferencia Sn perceptible entre los intereses de una tinica fuerza so- Gil los cel total de las oficinas centrales de! organismo. Dasde luego las fucrzas sociales poderosas sigiien ejercien. 2B presiones-sumemente fuertes pero ahora como parte (a Fer Senudo la parte dominante de algiin escenario) de os di- ‘ersos célelos de las presiones que recaen sobre los prin fe cindesurderae politicos. in las oficinas centrales del organismo con frecuencia, pueden slenciarse los efectos de las acciones de los subor~ Finados en las oficinas loceles dispersas y, debajo de ellas, Gn las trincheras. La falta de cereania de las oficinas locales isperses crea tin importante ebismo entre ellas y las ofici~ fag centrales, De manera similar, segtin el tipo de politica {que esté proyectando ls dependencia, puede no enfrentar {nds que una presién limitada de los verdaderos objetivos 0 Glentes de ests politcas. Cuando la politica se pone en prictiea para une clientela difusa y no orgenizads (por } ejemplo los requisitas de vacunacién, en oposicién, diga~ | tos, la regulacidn de empresas extranjeras), es posible |. que lapresion que se aplica directamente al mando del or~ | | | | ganismo central sea relativamente ligers. Las presiones nds intensas pueden llegar de la capital, tanto del interior Ge la organizaciGn del Estado como de otras fuerzas socis- les centralmente organizadas. Las alturas dominantes, En la cima del Estado se encuen- tran las altures dominantes, que slbergen 2 los dirigentes. Los cientificos sociales han dedicado mucha | tinte al estudio de los dirigentes del Estado. Por supuesto, | Tos presidenes, los primers ministre, es juntas, incluso, no frabajan en el anonimato como quienes estéa en las trincheras, en las oficinas locales dispersas y @ veces hasta fem las Oficinas centrales de un organismo. Pero la atencién, Ge los Cientificos sociales no se ha centrado demasiado en Jas tensiones estructurales que existen entre aquellos y otras capes del Estedo." Las investigaciones raras veces juan analizado sistemdticamente las lmitaciones de las 2l- taras dominantes (frase empleada aqui con un toque de jronia) impuestas por la organizacién del Estado mismo. Se pueden encontrar muy pocos trabajos aparte de los au- fores que toman cumplidamente en cuenta a las burocra- clas y observan cudn recalcitrantes las encuentran los dirt gentes del Estado, ‘Obviamente, los dirigentes estatales tienen propdsitos esenciales en comtin con quienes estén en los niveles de- bajo de ellos. Después de todd, los triunfos de los ifderes se construyen sobre el éxito de otros componentes del Estado. Los ingresos que obtienen dependen de los recau- adores de impuestos de més bajo nivel; su seguridad des- cansa en el desempefio de los'soldados y los policias; 64 agenda legislativa esté en manos de legisladores y buré- hates. Las bases tiltimas de poder de los lideres y su cape- cidad de transformar los programas en logtos reales re~ ‘quieren legislaturas funcionales, tribunales.eficientes Y Gepartamentos complejos y bien organizados para formu- lary arbitrar reglas, asf como impulsar esas reglas y mow, Iizar los recursos de la sociedad. Su éxito depende tambier! de numerosos componentes del Estado, como escuelas Otros, que trabjan juntos para presentar un sistema cohe rente de significado. Estos mismos dirigentes del Estado, sin embargo, tam~ bién se encuentran asediados por sus diferencias con otros funcionatios estatales. Quienes estén en otros componen- tes del Estado tienen una perspectiva que refleja sus respec- «pum una buena expen vase Jon Waterbury. The BOD" of vase od Sedat: The PlielEcnony of Two Reine 1 | | i tivos escenarios y el céleulo distintivo de las presiones aso- ciadas con el mismo. El personal estatal de las trincheras y las oficinas locales disperses esté limitado territorislmente; sus bases regionales a menudo lo lleva a responder a los, escenarios locales a los que sirven. Ineluso cuando los Es- tados trasladan con regularidad a esos empleados de una regién a otra, deben tratar a diario con las presiones de su ambiente inmediato, Io cual refija la cualidad distintiva de su entorno, Aunque la supervisién puede no cambiar sus tancialmente cuando los cambian a ellos, el resto del calcu. To de las presiones —de los subordinados, los pares a su mismo nivel en el Estado y les fuerzss sociales nacionales y extranjeras— se modifica y provoca los ajustes correspon diontes. Para estos funcionarios estatales el objetivo de la dominacién estatal estéatrapado en una red de rivalidades Tocales y coaliciones con las fuerzas sociales locales Quienes estén en las oficinas centrales de los organis- ‘mos no desarrollan estas perspectivas terrtoriales, por su- puesto, pero también ellos se enfrentan a escenarios y cues- tiones espectficos. Su perspectiva se desprence del émbito de sus ministros y departamentos. De manera similar, los legisladores estin limitados por el electorado regional que representan o por su éspecialidad en la legislatura. Para los ditigentes de las alturas dominantes del Estado, entonces, el despliegue de perspectivas en el resto de a organizacién estatal genera un-conflicto inesperado, Cuando hablan con el ministro de Defensa oyen que la Seguridad y le defensa son por mucho los elementos més importantes deli nacional. El ministro de Educacién pregunta qué podria ‘as importante para el futuro de la nacién que una ciuda~ ania y una fuerze de trabajo instruida y calificada. La salud individual equivale a la salud nacional, insiste el ministro de Salud, Los dirigentes del Estado en las aituras dominantes en frentan las presiones de todos ellos pero pueden no identi- ficarse por completo con ninguno. En otres palabras, las oficinas centrales de una dependencia, cuyas acciones son Sesutleado de diferentes presiones en diversos escenarion se vuelven simplemente un punto de presién en le cimg del escenario de dominacién y oposicidn de los drigentes Sstaales. Las fuerens que presionan sobre las alturas domi fantes provienen de un campo mis aimplio que los que Rectan los niveles ms bajos del Estado. Bl poder de lo fores internacionales importantes y los dirigentes de las Fucrzas sociales nativas con mayor peso, que pueden tener acceso directo al cims, contribuye a complicat las coses para esos dirigentes nacionales ‘Para concluir ests seceién, en ciencias sociales ha habi- do una lamentable tendencis de tratar al Estado como un actor orgénico indiferenciado. A los Estados se les ha asig- zhade una posicin ontolégica que los ha separado del res_ to de le sociedad. Como resultado se ha minimizado la di ‘hamica de la lucha por le dominacién en la sociedad, en as que Los componentes del Estado han desemperiado papeles divergentes en diversos escenarios, Esas luchas no han sido solo sobre quién toma el mando en las aleuras poit- tas de In sociedad. Han implicado alisnzas, coaliciores y conflictos entre las fuerzas sociles en miltples éreas, in Gluyendo a los componentes del Estado. TBiversas perspectivas (ya sea pucblerinas o universa- Jes, regiondles o nacionales) dentro de los componertes del Estado se han derivado de los distintos escenarios de dom inacidn y oposicién en los que actéan, La summa de las rexpuestas de tados los componentes en fos escenarios en que acuerdan otras fuerzas sociales ha creado los result Jos del Estado. Lo cierto, sin duida, es que la cacofonia Soniios provenientes de los diferentes escenarios en que interactian los componentes del Estado a menudo han producido zcciones del Estado que guardan muy pocs se~ Faejanza con los esquemas o poiiticas originalmente con Ccbicis poe os agentes estates por cleros organi mos estatales ‘na anrnopoLocia DEL ESTADO 16 sin embargo, los resultados de las polt han sido mis que sélo la suma de las acciones indep dientes de los diferentes componentes del mismo. Otros segmentos de le organizacién estatal han sido parte del escenario importante de cada érea del Estado. De hecho, podemos investigar las rafces de formas particulares del Estado, como los controles y balances demacréticos o la tirania, si Tastreamos la relacién evolitiva que tienen, frre si los componentes del Estado la luz de las otras fuetzas ambientales.con. las que estas diversas partes del Estado se encuentran, Para rastrear dicha evolucién debemos desarrollar una antropologia del Estado, el estudio de las partes del Estado yswambiente, y de la relacién de estas partes entre si. Los Euatzo niveles del Estado que he delineado no son més que ‘un esquema tentativo que permite ver los componentes, del Estado en diversos eseenarios de dominacién y oposi- ién. Otras maneras de subdividir al Estado podrfan brin- dar distintas dimensiones del comportamiento estatal a ‘medida que sus componentés entran en combate con una variedad de fuerzas sociales. Sin importer qué antropologis de! Estado se seleccione, podemos conciuir que cuanto mas diversas y heterogéneas, Sean las presiones con las que se encuentran diversos com- ponentes del Estado en sus diferentes niveles, en especial cuando muy diversas fuerzas socisles nacionales y extran- jeras ejercen presiones enérgices, menos probable ser que el Estado termine por mostrar comportamiento comple: ‘mentario en sus numerosos componentes y que logre ex- presar un sistema coherente de significado. A peser de su. {alla internacional y del peso mismo que tiene en la socle- dad, el Estado puede ser un gigante lisiado en busce de la dominacidn, Ese peso significard sin duda que no puede ser ignorado en los conflictos por Iz dominacién en la socie- dad, pero de otras fuerzas sociales pueden provenir i vvas mis significativas y acciones mas coherentes. ea JOEL. MtoDAL Las ARTICULACIONES DE Los EstaD08 "YUAS SOCIEDADES. Loss resultados del acuerdo y el desacuerdo de Estados y orras Fucrzss sociales son tangibles, rascendentales incluso, pero vara vez reflejn los objetivos y les voluntades insertos Ea. unos Y otres. El choque de ls fuerzas sociales, incluyen- do al Estado, es mediado por las lichas y los acuerdos en los ruameroses escenarios de a sociedad. El reto, para el cientt- fico social, es comprender cémo esas luches difusas alteran Ta disposicién de recursos de Ia sociedad, la naturaleza de su ‘estratificacin, el caricter de sus relaciones de género™ y el Contenido de sus identidedes colectivas. Al final esas inter- Seciones locales restructuran acumulativamente al Estado, & {as otras orgenizaciones sociales o, mis cominmente, a am\~ bos; estas interacciones son el fundamento de le relacién, recurrente entre el Estado y otras fuerzas sociales. ‘El resultado acumulativo de los acuerdos y desacuerdos ceralos mititiples escenarios es que las sociedsdes han asumi“ De todos los elementos que conclemen sk Lent y Estado, probabiemete el menor comentado he ido el gir. Una buens exes Eines un een iro de Rapa y Stud, quienes esrbens “pre 05 Stave el ger eden el ceo de los ergees del Extal, el aces edo y a dsbuclin de recursos por part dl Exado, La ach de no Estos orang de gato int + fel tmpo ls eles gush les deisiones relies a isto 1 seta ro de noon ge oles arenes teres CO8 Star enfucraoteoghy, legs 7 materiales fos Estados impulan t ‘Rozacidn de certoe gropory temas Esta sule beac ¢iosHo=- ‘ren no ks meres Si bien s largo psa la accidn del Estado puede argon ote el confer de zero «cor paz le manera obec se pul fos pegis maxalinos puede incase agavr el on Facet jane L Pepary Katleen A Sau, Women snd the Sate in A Gh ex Duper y Stade (coords), Wlmen andthe Stein Afi, 6 ennai las eas 2,920 = LUNAANTROPOLOGIA DEL ESTADO 5 do “toda suerte de formas’, como lo indics Anthony Smith A primera vista la observacién de Smith no llama maucho la atencién; por supuesto que las sociedades han acabado teniendo todo tipo de formas. Sin embargo, su coments- rio, como él mismo lo sefla, cuestiona gran parte de ls teorfa social imperante. En los textos de las ciencias soci les contemporéneas, donde los Estados y las sociedades han sido retratados con pinceladas gruesas, los diferentes Estados y sociedades tienen una spariencia asombrose- mente untforme, pues los especialistas contemporéneos desdibujan Ia rica diversidad producida en los miltiples escenatios de las diversas sociedades. Los lugares de en- cuentro de los Estados y otras fuerzas sociales hen sido aqiellos en los que el conflicto y Ia complicidad, la oposi- cién y la coalicién, la corrupcién y la cooptacién, han de- terminado le forma de los cambios sociales y politicos en un pais; han hecho que la dominacién se integre o se dis- perse y han definido los distintos perfiles de la domina- cign integrada 0 disperse. Algunos escenarios de dominacién y oposicién han logrado petiodos de relaciones estables entre sus fuerzas sociales en diferentes Tugares, y momentos, pero es, posi- ble que constituyan mas bien la excepcién que Ie regla. Un terremoto en Nicaragua, un maremoto en Berigela, Ia absorcién del fundamentalismo islimico en el sur de Liba- no, las cambiantes tasas de natalidad en México, Ie penetra cin de la economia rhundial en todo el Tercer Mundo, son fenémenos que han creado ganadores y perdedores y, por consiguiente, han transformado el equilibrio de las fuerzas, en diversos escenarios. El Estado moderno, con st. ideolo- gia y organizacién caracteristiess, estuvo en el centro de la desestabilizacién de los escenatios existentes en los siglos Xx ¥ x El micleo ideolgico comtin de los dirigentes de los Estados en transformacién ha sido la creacién de una © Smith, "Stae-Making and Notion-Building’ pp. 229-230, rresen.cia hegeménica —un gobierno tinico dotado de au- ‘ridacd— en miltiples escenarios, incluso en los rincones Sis nemotos de la sociedad, El objetivo ha sido penctrar Nofuadamente en“la sociedad para configurar cémo se ‘ean Ios individues que la componen en los mapas de nportancia. La organizacién del Estado ha tenido.como roposito esa dominacidn de largo alcance. Ha incluido or lnnisnmos verticalmente conectados, destinados a legar tee os recovecos cel territorio, asf como componentes sspectalizades para promover el sistema estatal de signifi- sao y legivimidad (por ejemplo, las escueles), crear reglas mniver sales (los cuerpos legislativos),irnponerias (las bu- ‘ocracias), atbitrar (los tribunales) y cosccionar (los e- ‘itos y- la policia), Las iniciativas importantes de las politi. ‘as ptiblicas del Estado han llevado a una inundacién de juevos elementos (desde ideas hasta personal y dinero ontarate y sonante) ya la extraccién de otros a través del ebro. de immpuestos, el reclutamiento de recursos, la reubi- Saciém, los asesinatos en mast y otros medios. Hasta los Estadess més benignos han hecho demandas extraordina- fas a aquellos los que identifica eomo sus stibditos:dslar + gus Fas en instituciones estatales durante treinte horas a i sermana, eliminar los desechos corporales slo en formas prescritar,atender a los enfermos exclusivamente con per- sonas que cuentan con una autorizacién del Estado, man- fener aelaci6n de propiedad con la tierra slo por medio de cverituires expedidas por el Estado, y as{ sucesivemente. Ganlesquiera que sean sus programas espectficos, los Esta- dos han reorganizado las relaciones de las fuerzas sociales gn los escenatios de la sociedad, renovando luchas aetivas porla dominacién. En los miltiples espacios de encuentro de los Estados y otros components sociales algunas fuerzas sociales han tunido su destino al de] Estado o lo han aceptado como oF- tpanizaacion spropiada para establecer las pricticas adecuadas Bra rode la sociedad. Pero en otros casos algunas fuerzes hhan buscado apropiarse de recursos, psiciones, personal ee eescficinm enteras del Estado pata sus propios fines. inca operates de la socieded, como Ios campesinos © Pe tactes de los barrios bajos, que ya estabaa domnina~ daaeerenasfuerzas sociales, también se han resistido @ Gos Por he o silenciosamente, alos intentos de los Fun- es at bor imponer una nueva dominacion estatal. Estas lonarics Pot das en la ariculaciones de ciertos compo meee Syd Eatado y otras fueras sociales han producido ‘uns variedad de resultados, que podemos resumir en tres tipos ideas de efectos, retro es a transformactén totale penetracion del stad lleve 2 la destrucciGn o subyogacién de las fuerzas aargea outlay als dominacign estatal. En estos c3s0s los

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