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EL PLACER EN LAS ETICAS DE ARISTOTELES Juan Francisco Martos Montiel Universidad de Mélaga Se repasan en este articulo los dos tratamientos aristotélicos del problema del placer, analizando los argumentos empleados y refutados en cada uno, destacando las semejanzas y diferencias entre ambos ¢ insertando sus conclusiones en la teorfa ética general del Estagirita, In this article we intend to analyse Aristotle's two different approaches towards the topic of pleasure. Paralelisms and differences will be highlighted throughout his main arguments. Conclusions will be connected to the philosopher's ethic theory. Las discusiones filoséficas sobre el problema del placer jalonan la rica floracién de pensamiento que se desarrollé en Grecia, y especialmente en Atenas, a todo lo largo del siglo IV a..C. Entre la efervescencia inicial representada por el hedonismo radical de Aristipo', contrapuesto tradicionalmente al ascetismo de probable raiz. pitagérica de Antistenes’, ambos discipulos de Sécrates, y la revitalizacién y desarrollo de argumentos ¥y nuevas perspectivas que supondri Ia entrada en escena, en los primeros afios del siglo IIL, de las escuelas epictirea y estoica, pasando por la polémica suscitada en el seno de la Academia, més © menos a mediados del siglo, entre Eudoxo y Espeusipo’, se sittian las 1 Atistipo es conocido tradicionalmente como padre de las doctrinas de la escuela cirenaica. Pero es dificil determinar si esas doctrinas, cuyos testimonios eorresponden, en st. mayor parte, a varios siglos después de la fundacidn de la escuela, remontan a Aristipo 0 son desatrollos posteriores de ésta. Sobre tan controvertida cuestin remitimos a la obra fund: de G. Giannantoni, I Girenaici, Florencia, 1958, pp. 55 y ss 2 Para la reconstruccién del pensamicnto antisténico sobre el places, véanse las notas de F. Decleva Cairzi, Antisthenis Fragmenta, Milin, 1966, a los fs. 108-113, con abundantes referencias bibliogrdficas. 3° Eudoxo afirmaba que el bien supremo es el placer, mientzas que Espeusipo sostenia que es el pensamiento (Ge gpoveiv), y que la felicidad consiste en el punto medio entre el placer y el dolor, igualmente malos, en lo “anodino” (Gdhunia, dozinoia). Puede verse un amplio resumen de lo que sabemos sobre la teoria del placer de ambos pensadores en W. K. C. Guthric, Historie de le florea griega. Vol. V. Platén 33 EXCERPTA PHILOLOGICA 7-8 (1997-1998) 33-47, J.B. Maros Mont figuras sefieras de Platén y Aristételes#, quienes, como en otros muchos aspectos del pensamiento, también en el de la ética y en concreto en éte que nos ocupa dejaron una indeleble impronta. Del tema del placer en Ia obra platénica nos hemos ocupado ya en otro trabajo’. Como poniamos alli de manifiesto y han sefialado diversos autores‘, la teoria del placer de Aristételes, a diferencia de la de Platén, que se diluye un poco entre sus didlogos, es mucho més clara en sus argumentaciones y esté expuesta con mayor rigor y sistematicidad. Pero esta claridad se ve empafiada en parte por el problema de las distintas éticas conte- nidas en el Corpus Aristotelicum y, directamente relacionado con éste, el de los diversos tratamientos del placer incluidos en aquellas. Respecto a la primera cuestién (complicada atin més por Ia existencia de los amados “libros comunes”: los libros V a VII de la Etica Nicomaguea [EN] son idénticos a los libros IV a VI de la Erica Eudemia (EE), tras una larga polémica sobre la autenti- cidad de FE y, sobre todo, de los Magna Moralia (MM), y tras amplias discusiones en torno a la cronologia relativa de esos escritos, en la actualidad se esté bésicamente de acuerdo en reconocer la autenticidad de EN y (con alguna voz discordante) de EE, y en admitir que, aunque MM pertencce a Ia tradicién helenistica tardfa del Peripato, su contenido es un resumen de ética que pudo redactar el propio Aristételes. Como afirma E, Lledé, “la tesis hoy més aceptada es la de que las tres versiones aristorélicas de la ética son, en el fondo, resultado de las elaboraciones sucesivas que, probablemente ante sus oyentes, hizo Aristételes”. Por lo que se refiere a la cronologia relativa de las tres éticas, la tesis de Jaeger y otros, que defendian Ja secuencia de las tres versiones en un paulatino alejamiento de os planteamientos platénicos*, se ha visto refutada, principalmente, por las investiga- segunda época y la Academia, trad, esp., Madrid, 1992, pp. 470-473 y 486-487. En general, respecto a las discusiones flosdficas sobre el tema del placer en el seno de la Academia, remitimos al articulo de R. Philippson, "Akademische Veshandlungen ber die Lustlehte", Hermes 60 (1925) 444-481, especialmente pp. 460-474, y al mas reciente de E. Berti, “Il dibaccito sul piacere nell Accademia antics’, en I flesof _grecie il piacere, a cura di L, Montoneri, Roma-Bari, 1994, pp. 135-158 4. Bs cierto que alas formulaciones de Arstdtles seguirin también las de diversos fiésofos contempordneos, tanto del Perfpato (Teofrasto, Aristéxeno, Esteatén) como de la Academia (Jenécrates, Heraclides Péntico, Crintor). Sin embargo, aunque tenemos ciertas evidencias de que el tema del placer continué despertando interés en estos pensadores, el contenido de esos pocos fragmentos no muestra desarrollo alguno del tema, limitindose mis a repetir diversas anécdotas y lugares communes que 2 intentar algin tipo de tratamiento tedrico: cf. en general J. C. B. Gosling & C. C. W. Taylos, The Greeks on Pleasure, Oxford, 1982, p. 345 Como hemos apuntado, habré que Megar al siglo II para hallar una revializacién de la cuesti6n 5 J. E Martos, “El tema del placer en Plain", Belés 108 (1995) 21-41 6 CEG, Licherg, “Die Stellung der griechischen Philosophie sur Lust”, Gpmnasizm 66 (1959) 128-137, en p. 136 7B, Led6, introduccién a AristSteles. Erica Nicomdques. Htica Eudemia, waduccién de J. Pall, Madrid, 1985, p. 19. 8 La secuencia serfa EE — EN — MM: la primera obra seta la més imbuida del idalismo académico, mientras ‘que, por contra, MM, mis alejada del pensamiento platSnico, perteneceria a un peripatéico posterior que 34 Ex muacer rv 1as Ericas pe ARISTOTELES ciones de Dislmeier, quien, argumentando firmemence la autenticidad de MM, sostiene que Aristteles mangjé, en distintas épocas y con un fondo comtin de aporias y problemas siempre presentes a la conciencia filoséfica, el mismo tema con mayor 0 menor detalle’. En cuanto a la cuestién de los tres tratamientos aristotélicos del placer (en MM IL 7 [12042 19-1206 a 36]; en el tercero de los “libros comunes”, 11-14 [1152 b 1- 1154 b 35]; y en ENX 1-5 [1172 a 19-1176 a 24]), la mayor parte de los investiga- dores est de acuerdo en considerar el primero de ellos simplemente como una especie de comentatio o pardfrasis a EN VII 11-14", Desde el importante estudio de Festugitre en 1946", los dos restantes se suelen designar respectivamente A y B. La mayorfa de los investigadores, aun cuando sefialan las diferencias existentes entre ambos tratamientos, ya considerando que se tata de un simple refinamiento de la posicidn inicial, ya toméndolo como un cambio significativo®, sin embargo estén de acuerdo en aceptar que B fue escrito con posterioridad a A™. Las discusiones se han centrado fundamentalmente, como subraya Laurenti, en “il fine che i due logoi si proponevano, le posizioni que intendevano difendere, i rapporti esistenti tra Puno e Paltro sul piano dottrinale", Para este autor, ambos tratamientos son totalmente diferentes y conservé en su redaccién puntos centrales de las otras obras. Respecto a los “libros comunes”, el estudio de A. Kenny, The Aristotelian Ethics, Oxford, 1978, ha demostrado estadisticamente que la lengua de éstos est mis gerea de la de EB que de la de EN. 9 Dirlmeies, Avistoteles, Magna Moralia, Darmstade, 1958, p. 433. Resumiendo las tesis de este autor, scribe L, Ditring: “Las eres éticas ti 1 y sobre las cuestiones fundamentales se nos oftecen parecidas respuestas [..] Ninguna de las tres Hticas representa una célula originaria de la que, en un, proceso orginico, se hubiesen desarollado las otras” (Avitoteles. Dartellung und Interpretation seiner Denkens, Heidelberg, 1966; tomo la cita de Lledé, 0. ¢, p. 24). Ast A.J, Restugitre, Avistoe, Le plaisir: Eth, Nic. VIT 11-14, X 1-5, Paris 1946, pp. II ss, y R. Laurenti, Arisitele. Scriti sul piacere, Palermo, 1989, p. 163, n. 613; sobre las conclusiones de Festugiére y la refutacign de Dirlmeier, ef F. Zeller 8 R. Mondolfo, La floofa dei Greci nel suo sviluppo storico, paste Il, vol. VI (a cura di A. Plebe), trad. it. Florencia, 1966, pp. 104-106. 11 Festugitre, o. ¢, p. LXIV, n, 1 12 Ast Festugiére, 0. c. y R.A. Gauthier & J. ¥. Joli, Avstore, LiEthique & Nicomague, Paris, 1970. 13 Ast G. B.-L, Owen, “Aristocelian Pleasures”, PAS 72 (1971-2) 135-152, Gosling-Taylor, 0. «, pp. 204- 224, tras discatir la tess de Owen y apuntar la mayor sofisticacién de A y la posibilidad de que fuera escrito después de B, acaban siguiendo en general los planteamientos de éste 14 Vicol, sin embargo, defiende con firmeza la posteriaridad de A respecto a B, basindose, entre otros argumentos, fundamentalmence en el distinto planteamiento inicial de cada uno: “No se trata ya de la posicidn de Aristétees frente a los protagonistas de los dos bandos, los hedonistas por una parte y Platén por otra {B], sino de su actitud frente a las tres corrientes sucesivas en que se dividieron los antihedo- nistas [A], lo que sefala un momento diferente en la redaccién de lo expuesto, posterior indudablemente a la redaceién del libro X" (C. Vicol, La flosofia moral de Aristételes en sus etapas evolusinas, Madcid, 1973, vol I, p. 488); cf, en la misma linea, Ph. Webb, “he relative Dating of the Accounts of Pleasure in Aristotles Ethics’, Phroness 22. (1977) 235-262. 15 Laurenti, oc, p. 166; amplias referencias bibliogrificas en pp. 199-200, nn, 62-63; en general, las pp. 165-201 contienen un minucioso andlisis de los dos tratamientos aristotdlicos sobre el placer. Sobre esta cobra puede verse nuestra resefia en AnMad XII, 2 (1990) 396-398 10 35 J. E Mantos Monnet tienen cada uno su propia funcién, aunque traten el mismo tema"; sdlo que, “mentre molti studiosi, sia pur con motivazioni diverse ed entro limiti diversi, accettano la fondamentale concordanza dei due ogo, [..] altti vedono ancora in essi certe incompa- ibilita di posizioni che lasciano pensare a un sostanziale mutamento nel tempo del concetto di ‘piacere’ in Aristotele””, en una linea coincidente con las conocidas tesis de Jaeger sobre la evolucidn del pensamiento aristotélico'. Pero veamos sin mas preambulo un resumen pausado de ambos tratamientos. El tratamiento conocido como A comienza’? presentando las siguientes opiniones contrarias al hedonismo: 1. ningiin placer es un bien, ni por sf mismo ni por accidente; 2. algunos placeres son buenos, pero la mayoria son malos; 3, aun cuando todos los placeres sean buenos, el bien supremo no puede ser el placer. ‘A continuacién’!, recoge los argumentos en que cada una de ellas se apoya: 1, El placer no es un bien porque: a) todo placer es un proceso perceptible hacia un estado natural (yévecte ele g¥ew cichna), y ningtin proceso puede ser del mismo género que los fines; 16 En esta linea se sina cambicn J. M. Rist, “Pleasure: 360-300 B, C.", Phoentx 28 (1974) 167-179, quien sostiene ademés que A parece haber influido posteriormente en Epicuro, mientras que B apuntafa a los 17 Laurenti, 0 e, p. 186. Una tesis rechazada, al menos en Jo que se refiere al concepto de placer, por el propio Laurenti (ef. Cosenza & R. Laurenti, I! piacere nella filsofa greca, Napoles, 1993, pp. 193-194), quien encuentra diversos motivos que hacen diffcil pensar en una evolucién significativa del concepto de HBov", en Avisteles. En general, sobre la debatida ovestién del desarrollo de la écica aristorélica, aparce del ya clisico libro de W. Jaeger, Ariaételes, tad, esp., Madrid, 1946, es de recomendable lecura la citada obra de Vico; utillsima es también la bibliografia critica que presentan Zeller-Mondolfo, 6. 2, pp. 88-110, con andliss de los trabajos mds importantes al respecro 19. Para la exposicidn de A y B seguimos el resumen de Gosling-Taylor, o. &. pp. 199-202, asi como el ané- liss de Vicol, «. ¢, vol. 1, pp. 469-510, y sobre todo al deralladisimo de Laurent 0. ¢, pp. 142-163, nnn, 433-612, al que remitimos para todo lo que se refiere a problemas de interpretacién de los diversos pasajes, loci similes, etc 20 1152 b 812: cole jv ov Bonet ofaicr Hout dlven deyuBSy, oTne Ka" osx) oBte Ket CURBED NIKE: 0 yap div tend tb Gyabd Kok ABovry- role & Ener jie iver, ci BE aODOL Garten, En Be covey spitov, ei wot recon dyabiy, Bune pi EvBexecben diven w) dpictov ‘idoviiv. La primera opinidn se atti- buye normalmente a Espeusipo, la segunda a Plat6n, Jendcrates y otros, y la tescera al propio Aristétcles (CE G. Lieberg, Die Lebve von der Lust ind den Eshiken des Ariaoeles, Minich, 1958, pp. 59-81, y Viol, 2. «, vol. I, pp. 488-489). Sin embargo, lo que sostiene realmente este fildsofo en B, como veremos, fs que el supremo bien es el placer de la contemplacién; Festugiére, 0. ¢, pp. VIL-VIIL y Lieberg, Die Tebre.... p. B2, piensan que Aristételes se refiere aqui a ciertos cxticos de la teoria de Budoxo. Por sti parte, Laurent, o. ¢, p. 143, n, 436, afirma que, aunque se pueden determinar con cierta precisién los ddefensotes de las tres teorias, la critica de Arist6reles va dirigida fandamentalmente contra Espeusipo 211182 b 12-24. 36 EL. acer EN 14s Bricss D& ARISTOTELES b) el hombre moderado (6 caigpav) rehuye los placeres; c) el sensato (6 opévipoc) no busca el placer, sino la ausencia de dolor (7 cikonov); 4) los placeres nos impiden pensar, tanto més cuanto mayor es el goce; ©) si todo bien (nav érya86v) es obra de un arte (cézvn) y no hay arte del places, es evidente que el placer no es un bien; £) los nifios y los animales buscan por igual el placer. 2. No todos los placeres son buenos: algunos son tan vergonzosos como perju- diciales. 3. El placer no es.el bien supremo, porque no es fin (tékoc), sino proceso (revecte) Viene enseguida la respuesta de Aristéreles, que intenta demostrar la insuficiencia de los arguments invocados para probar que el placer no es un bien, y mucho menos el bien supremo, En’ primer lugar, recurre al argumento del doble sentido del bien, absoluto (xd Grhie ceyo96v) y relative a algo (to d twi), que vale tanto para las naturalezas y los abitos (bicerc, Bete) como para los movimientos y los procesos (Kivifcetc, yevécerc); de ahi deduce que, aun cuando los placeres sean una yévecte, no se puede decir que sean malos, sino que unos serén malos en absoluto pero buenos, 0 al menos elegibles, en relacién a un individuo u objeto concretos, otros buenos en absoluto pero malos, 0 no clegibles, en relacién a una naturaleza particular, y otros en fin que no son placeres sino que lo parecen: son los que van acompajiados de dolor y tienen por fin la curacién, como los de los enfermos”. En segundo lugar, afirma Aristéreles que la restauracién de nuestra disposicién natural es agradable, pero el placer que produce por la satisfaccién de los deseos es acci- dental; en cambio, cuando nuestra naturaleza no tiene ninguna necesidad, puede experi- mentat otia clase de placeres, como los de la contemplacién (ci 106 Seopetv), en Ios que tno hay dolor ni deseo y que son sencillamente agradables”. 221152 b 26-33: ened cd ceyuddv Brae (Ad bv yp dxdsde w BE WH) Kok ai OceIe KOI ai Here exolovoricovery, dete Koi ai mivifcetc Kal ai yevécetc, Kot oi ortho Boxotica ivan ai bv tiie godhen wi Bob GAH ciperad wie, Ener 8 ob Te MAE nore Kok ONYOV zpOvOv coer, cierhdio § 08 oii 5 O68" fBoveh, 6224 guivoveen, Geax jeri Aimy Kei iaxpeiae Evexev, ofov of ‘iy Kayan. 231152 b 33-1153 a 2: brah ro0 ya80b 7 ev évépyera 1 ware confeBnsée ai xaBterdcen fic thy guctmtiy Ev ABetod ei Gea 8° H evépye év cou EmBypienc Te tRoAoinon oor Kot gticeax, inet xoi dvev Rinne Kai mBvpiae cietv ABoved, lov ai TOO eopetv, THe Picea obK ivBeove oven. En las lineas siguientes apunta Aristétees la diferencia entre placcres deducida de la diversidad de cosas agradables, tema que tratard mds por extenso en B, cap. 5. 7 J.B Mawwos Mowniet Pasa luego a rebatir el argumento de que el placer exige Ia existencia de algo superior a él como fin del proceso sensible que es, afirmando que los placeres ni son procesos ni van todos acompafiados de procesos™, sino que son actos y fin (évépyeun Kol téhoc); rechaza por tanto la definicién de placer como proceso sensible (cicOneH yévectc) y propone la de acto de la disposicién conforme a su naturaleza (evépyeto. Tie Korté. get #ewc), no sensible sino sin trabas (ceveyndérctoc)*. Sigue, aunque no cn el mismo orden, la refutacién de los argumentos esbozados al principio, Contra que los placeres en general son malos porque hay muchos nocivos, contesta que éstos, igual que los remedios, pueden a veces parecer malos, pero que no lo son de manera absoluta, y que incluso la contemplacién puede dafiar la salud, si se ejerce en exceso, pero no por ello se puede decir que es mala’, Tampoco es cierto que el placer ponga trabas al pensamiento, siempre que provenga de esa misma facultad del alma y no sea extrafio a ella: asf, los placeres de Ia contemplacién y el aprendizaje nos hacen pensar y estudiar més”. Por otro lado, el que ningtin placer sea obra de un arte no se debe a que el placer no sea un bien, sino a que no hay arte del acto sino de la facultad (S6voqtc) correspondiente. A los arguments 1.b, Lc y 1.f les da una respuesta global basada en la diferencia establecida entre placeres absolutos, que son los verdaderamente buenos, y placeres relativos, de los que s6lo son buenos los que no van acompaftados de deseo y dolor, por estar relacionados con el cuerpo 0 motivados por un exceso; éstos tiltimos son los que persiguen los nifios y las bestias y evita el hombre moderado, que ya tiene sus placeres propios”. Como prueba final de que el placer es en general un bien, y antes de dar paso a su demostracién de que el bien supremo podria ser un placer, Aristételes, valiéndose del principio de los contrarios, afirma que el dolor es un mal y debe ser evitado y lo contrario de esto es un bien, de lo que se deduce que el places, contrario al dolor, es un 24 Como dir mis adclante, 1153 a 12-3, slo los placeres del cuerpo, placeres accidentales que resultan de la restauracion de fltas naturales, coinciden con una yévecte y tienen por canto un fin diferente de ellos 25. 1153.a 8-17, Para Aristételes toda actividad es consciente, por lo que el adjetivo aicOmei era superfluo cE Laurenti, 0 6, p. 146, n. 456. 26 1153 a 17-21: 1 8 dvr gathae Sn vocdin Eve ABN, cd axdxd Kok Sx Gees Ee Garo. apie apnnomcudy. verity obv gecbhet dug, GAX ob Fema weet ye Torito, Exh KOA tb Seapeiy nore Baderer pic drier 27 1153 a 21-4: dunoditer S& ote gpovricer o08' Ee obbenG F GO" ExdetHe HBovA, GAA’ oi GAAOTpLeN, Gnd ch amd toO Oeapeiy ci paved” WSRAOV novfeovel Oeopely xed pavedve. El argument anuncia la distincién entre placeres “propios” (oixeiaa) y “excrahos” (@2AStpIUA), que seri desarollada en B, 1175 b 13-24. 28 1153 a 24-7: td & woyyme ui elven EpyoV Afoviv ynBeuiaw eURGyOr conpEBNKEY: OBE rp dnc vepreloc ovSeutde veyyn éctv, dads tHe Bovdene, El aree se limita a proporcionar la Bvvotic, sta permite actuar a quien la posee, pero no genera el placer: cf. Laurenti, o. ¢4 p. 147, n. 460. 291153 a 27-36. 38 EL PLACER EN Las Errcas De ARISTOTELES bien". Con esto rebate la tesis de Espeusipo cuyo argumento (no recogido al comienzo de A), basado en la doctrina del medio proporcional, era que tanto el placer como el dolor son dos extremos respecto del término medio, que ambos son malos y han de evitarse, pues el bien es precisamente ese término medio, ese estado de dozhncia en que no se experimenta ni placer ni dolor Para demostrar que el bien supremo puede ser un placer, Aristételes reconoce, como hard de nuevo en B, la sensatez de la opinién popular que relaciona el placer con Ja felicidad (nécvtec tov evdaipova Sov ciovtm fiov eivon): si la evSarpovia. es lo mds digno de ser elegido y proporciona placer, ese placer seri el bien supremo, aun cuando a mayorla de los placeres fueran malos en sentido absoluto. Afiade que, puesto que la felicidad es algo completo y perfecto, es natural que el hombre feliz. necesite de los bienes conporales y de los de fortuna, de modo que no encucntre obsticulos en su felicidad, si bien la excesiva prosperidad puede ser una traba para ésta. En segundo lugar, el argu- mento (que pertenece a Eudoxo, como se dird en B, 1172 b 9 ss.) de que todos los seres buscan el placer es presentado como prueba de que éte es el bien supremo. Pero sélo en cierto modo (nox): aunque todos buscan el placer, no todos buscan el mismo placer, puesto que no todos tienen la misma opinién sobre cudl es la mejor naturaleza o dispo- sicién, La primacia que la mayoria de los hombres da a los placeres corporates la explica Atistételes afirmando que étos son los placeres de los que mis gozan y a veces los tinicos que conocen. El pasaje concluye, antes de entrar a desarrollar el tema de los placeres corporales, poniendo de relieve las paradojas a las que se llega al admitir las tesis antihedonistas de que el placer no es un bien o ni un bien ni un mal”. Para la cuestién de los placeres corporales (copaixai), se empieza poniendo en tela de juicio la opinién de que los placeres nobles (Kadai) son buenos, pero no los corporales*. Puesto que lo contratio de lo malo es bueno, se pregunta Aristételes, zpor qué son malos los dolores contrarios a esos placeres? Si los placeres del cuerpo son necesarios, deberdn ser buenos, al menos en un sentido negativo, en cuanto que alejan el dolor, y siempre que sean mesurados. Precisamente el exceso est en la base de que los 30 1153 b Lt: Gada piv Bu Kei Hien KomdW, OHORoveiTan, Kot GevETOV' A] WEY Tip dare Koby, # Bed mil Gunodicry, 1H 8 euKTH wo evavsiov f GevRtSV wT Ka KaRdy, caw. devéyen ov ‘iy boviy daBdv tw siven, 31 1153 b 4-7. A la doctrina de Espeusipo nos hemos referido ya en la nota 4. Sobre los argumentos enfrentados en el pasaje, ef Laurenti, 0. €, pp. 147-8, an, 466 y 468. 32 1153 b 7-25. La excesiva desdicha, al igual que la exccsiva fortuna, reprocha a los seguidores de Platén a idea de que cl hombre vis tormentos, no deja de ser feliz (b 19-22: ot BE tov tpoxtéuevoy xai tov Suctuxtute peydhare mepirincovea eiSaipova. ¢icKovtec elvan, itty 7] dyaQic, # ExdviE: H dwoveee obev ALyoVetV). El pasaje es problemético: ef. Laurent, 0. ¢, p. 149, n, 474 33 1153 b 26-1154 a 7. Sobre la consistencia légica de tales paradojas, ef. Laurenti, 0. ¢, pp. 149-150, na 481-482, 34 Se refiere al argumento 2, pero, como apunta Laurenti, «. ¢, p. 150, n. 483, la refutacién se ditige indirectamente contra las tes posiciones, que atacan sobre todo los placeres del cuespo. npide la felicidad: Aciscételes aos, aun en los ms tervibles 39 J.B Maxros Monnet placeres corporales se nos muestren mis apetecibles. En efecto, para expulsar un dolor excesivo, los hombres buscan un placer igualmente excesivo, y en general los placeres corporales. Tal placer no es bueno por dos razones: primero, porque resulta de la actividad. de una naturaleza mala, ya sea por nacimiento, como los animales, 0 por habito, como los hombres viciosos; y, en segundo lugar, porque es sélo un placer accidental que se toma como remedio de ciettos males con Ia intencién de recobrar el estado natural del orga- nismo, y por esto parece agradable. Tales placeres serin malos en la medida en que sean © no nocivos. Distintos son los placeres que no van acompafiados de dolor, pues son agradables por naturaleza, no por accidente, y en ellos no cabe el exceso”. Por tiltimo, se discute el tema de que no hay nada que nos sea siempre agradable. Aristoteles encuentra la explicacién en el hecho de que nuestra naturaleza no es simple, y su misma imperfeccién nos obliga a cambiar continuamente. En cambio, si hubiese un ser cuya naturaleza fuese simple, la actividad misma le seria siempre un placer. Por eso la divinidad goza exernamente de un placer uniforme, pues no sélo existe un acto del movimiento, sino también de la inmovilidad, y el placer reside més en el reposo que en el movimiento®. Pasemos ahora al anilisis de B, que se abre con una introduccién” en la que se destaca la fatima conexién del placer con la nacuraleza humana y su importancia para la educacién y la formacién del cardcter y por tanto para la vida feliz. Algunos dicen, ast, que el placer es el bien; otros, en cambio, piensan que cs absolutamente un mal, Como valedor de la primera posicién presenta Aristételes 2 Eudoxo, quien, por su sobrio cardcter y la seriedad de su cultura”, habfa elevado en el seno de la Academia el prestigio del hedonismo, acomodando la teorfa del placer a las exigencias criticas de la doctrina platénica, Sus argumentos son los siguientes: 1. todos los seres tienden al placer; todos los seres rehuyen el dolor el placer es fin, porque se clige por si mismo: el placer acrecienta y hace més apetecible cualquier bien al que se aftade*. BED 35. 11542 8b 15. 36 1154 b 15-31. Sobre la intexpretacién de este dltimo pasaje y su importancia para la metafisca aristo tdlica, & Laurenti, 0. ¢5 p. 152, np. 505-507. 37 1172.2 19-b 8, 38 Como se ve, Ia distincién de las diversas posiciones filoséficas es mucho més radical que en A: cf Laurent, 2. 6, p. 153, n. 515, y Vieol, oc, vol. I, p. 488. De los que sostienen la segunda opinién, Aristételes distingue entte quiencs estin convencides de lo que afirman y conforman su conducta a tales principios (con probable alusién a la escuela de Antistencs), y quienes lo hacen sin persuasién y sin acuerdo alguno entre lo que dicen y la vida que llevan, pero opinando que la mayoria de los hombres, convertidos en esclavos de los placeres y de la voluptuosidad, slo pueden llegar al término medio si son conducidos en sentido coniratio, Aristteles se declara en desacuerdo con esta posicién, abogando por ‘una actitud franca que busque y demuestre la verdad de las cosas (1172 a 29-b 7) 39 CE 1172 b 15-8: bmctesavto 8 ot Aéyor Sut thy TOO FGoue dpetiy HSRAoW A A etore” Beadepdveac 7p Bdner chgpow evox ob Si de Gikoc tie Hove BK tat Reve, GAR’ obo Exew Kor” eOaBesay. 40 1172 b 9-26. 40 EL PLACER EN Las rics DE ARISTOTELES Aristéceles puntualiza‘' que este ultimo argumento no demuestra que el placer sea el bien supremo, como pensaba Eudoxo, sino un bien, y recuerda que ya Platén lo habfa utilizado! para refutar la opinién de que cl bien es un placer. Viene a continuacién, en un tono duro, la respuesta a las objeciones de los antihedonistas que atacaban a Eudoxo, articulada en seis argumentos*: 1. Sostener que el placer, deseable por todos los seres, no constituye un bien, es tuna posicién inaceptable, porque va contra la experiencia; tanto mAs, cuanto que no sélo los seres irracionales sino también los racionales desean el placer. 2. Bl argumento* de que no sélo el placer es lo contrario del dolor sino que también un mal puede ser contratio a otro mal, y ademds que tanto el placer como el dolor pueden ser los contrarios de un estado que no sea ni lo uno ni lo otro, es también insostenible. En efecto, si placer y dolor fueran igualmente malos, todos los seres los evitarian, o bien, siendo indiferentes por igual, no seria preciso ni buscarlos ni huir de ellos, 0 en todo caso buscarlos o evitarlos en la misma medida; pero la experiencia nos ensefia que todos los seres huyen del dolor como un mal y buscan el placer como un bien 3. . El hecho de que el placer no sea una cualidad no significa que no pueda ser un bien, pues ni los, actos de la virtud son cualidades ni tampoco la felicidad. 4, “Al argumento de que el placer no participa de la naturaleza del bien porque ésté es limitado, mientras que aquél ¢s ilimitado (ya que admite el mas y el menos), objera Aristételes que también las virtudes, que son bienes, admiten el més y el menos, Y¥ que, si se acepta la existencia de placeres puros y placeres mixtos, el argumento pierde Al 1172 b 26-36. 42 CE. Phib, 20 b-23 b y 60 a-61 b. Como explica Laurenti, 2. ¢ p. 154, n. 533: “Se la viea mista di Incelligenza e di piacere & preferibile alla vita di sola intlligenca o di solo piacere, & chiaro che il piacere 2 un bene tra i beni, non il Bene, giacché il Bene, in quanto tale, dev‘essere, come la flict’, peeferto in sé, tev, suffciente, ieavdv, e, di conseguenza, non bisognoso di altro” 43. 1172 b 36-1174 a 12. sos antihedonistas son, como en A, Espeusipo y su escucla. Debemos resaltar que, aunque la posicién de Eudoxo es la de considerar el placer como el bien, la refuracién aristotélica se basard en la consideracién del placer como sn bien: sobre este cambio, cf. Laurenti, 0. ¢, p. 155, 1. 535. En general, para la relacién del hedonismo de Eudoxo con la ética aristotelica cf. R. Weiss, “Aristotle Criticism of Eudoxan Hedonism’, CPh 74 (1979) 214-221 44 Proveniente de Espeusipo, como vimos en A, 1153 b 4-7. Aqui, sin embargo, se habla de varias personas (ob vip dacw): cf. Laurent, a, ¢, pp. 155-156, n. 538. La brevedad de este argumento hace necesaria una explicacién que Aviswteles no nos da: para Platén, las cualidades debian camplir la condicién de ser estados permanentes, lo que explica que al hombxe sabio y Virtuoso se le considerara siempre feliz, y ese estado permanente no se podia reconocer en el placer, {que era una situacién momenténea, puss en esencia se consideraba un movimienco; Aristtele, al negar Ia condicién de estados permanentes tanto a los actos de la yirtud como a la felicidad, que indudable- mente son bienes, echa por tierra el argumento platénico. a Martos Monti, consistencia‘®. Por otra parte, nada impide que el placer sea algo limitado, como la salud, que, siendo finita y bien determinada, se basa en un equilibrio que nunca es igual en todos los seres, ni siquiera en el mismo individuo en distincos momentos. 5. El placer, al ser movimiento y generacién, no es perfecto, luego no es un bien. Ya vimos en A que Aristételes niega que el placer sea movimiento y generacién; aqui opone al argumento un andlisis diferente y mucho més profundo. Lo propio de todo movimiento, dice Aristételes, es Ia rapide y Ja lentitud, en si o con relacién a otra cosa; pero estas cualidades no se pueden aplicar al placer, que es atemporal: en efecto, se puede experimentar un cambio hacia el placer (jietadA2ew sic Thy *iSoviy) con rapidez. 0 con lentitud, pero una vez. que el placer esté en acto (vepyeiv xu’ avniy), no se puede decir gue se goza con rapidez, Tampoco puede ser una yévecte, porque, si asi lo fuera, “sarebbe ¢o ipso realizzazione di una qualche potenza, la quale, una volta raggiunto Patto, si corromperebbe rirornando alla condizione iniziale, come afferma Phys. II, 5, 204 b 33: ‘tutte le cose si risolvono in cid da cui provengono’. Quale sarebbe allora la potenza di cui il piacere costituisce P'atto e il dolore la corruzione?””. Esta refutacién viene precisada por una critica a la afirmacién de que el dolor es la privacién (év8e10) de lo que exige nuestra naturalera y el placer la replecién (Gvorekxpace) de esa falta, argumento que constituia una demostraciGn préetica de la definicién del placer como yivectc. Aristételes, para demostrar que el placer no consiste en la satisfaccién de tuna privacién, apunta que en esa afirmacién sélo se consideran las afecciones puramente corporales, particularmente los placeres y dolores de la nutricién; en este caso, como la replecién recae en el cuerpo, pareceria que es el cuerpo el que goza; pero no es asl, pues, como explica Laurenti, “nessuno di tali stati che si realizzano nel corpo [i. ¢., deficiencia y replecién] pud essere considerato sofferenza o piacere: & solo condizione in concomi- tanza con la quale si produce nel corpo gioia e dolore per quell unione di anima e di corpo, su cui si regge la psicologia aristotelica’®, Ademds, hay placeres, como el de aprender, © los proporcionados por sentidos como el de la vista, el ofdo o el olfato, que jamés van precedidos 0 acompafiados de dolor, por lo que no se entiende de qué pueden ser generaciones (yevécetc) 6. El sexto y tiltimo argumento de los antihedonistas es que Ia existencia de placeres reprochables (énovetdicto.) demuestra la falsedad de la ecuacién “placer = bien’ A ello responde Aristételes con las siguientes consideraciones: 46 Bl argumento proviene claramente de Platén (Phlb. 24 €-25 a: doc’ dv Hyiv geivntoa WORASY te Keit Frov yeyvouever xc tb cbGper et per SeyOyeve. ot w Ric Ka ea Tore. Ren); no obstante, ef verbo con cl que se introduce (Ayovet) y ciertos términos empleados hacen pensar en Espeusipo: cf Laurenti, . €, p. 156, n. 541. 47 Laurenti, 0c, p. 157, n. 546, que cita a su ver a Restugite, 0. cpp. 41-42. 48° Laurent, o, c, p. 157, n. 547. Aunque la teorla de deficiencia/replecién fue desarrollada en profundidad ppor Platén (fundamentalmente en Repiblica, Timeo y Filebo) Aristéreles se enfrenta agu! no a su maestro cf. Phib. 35. ce, donde se afirma que es el alma y no el cuerpo el que experimenta placer 0 dolor), sino a desarrollos posteriores por parte de los antihedonistas que querian hacer del cuerpo el sujeto del placer y el dolor 2 EL pacer EN Las Bincas be ARISTOTELES 2) los placeres reprochables sélo son placeres para determinadas personas mal dispuestas (wie KaKdde Siaxeyévorc)s b) s6lo son deseables los placeres que tengan una procedencia honesta (por ejemplo, es deseable enriquecerse, pero no a costa de una traicién)s ©) los placeres difieren por especie, y serin buenos o malos segiin su origen (buenos si derivan de una buena accién, malos los contrarios), segiin la diversidad de las personas que los buscan (no es igual el placer que, con respecto a la misma persona, buscan el adulador y el amigo), y segtin las diferentes condiciones de vida (el placer del nifio es distinto al placer del adulto); 4). hay muchas cosas que desearfamos incluso sin el placer que normalmente reportan, como ver, recordar, ser virtuoso; este placer, auinque accesorio y no esencial, no es reprochable, y su bondad viene dada por la de la actividad que lo produce. El examen critico de las teorias de hedonistas y antihedonistas finaliza con una primera conclusién en la que Aristételes afirma que ni el placer es el bien (eé-ya86v) ni todos los placeres son deseables, pero que hay placeres deseables por si mismos que difieren por especie © por proveniencia”. Seguidamente, el autor expone su propio punto de vista respecto a Ja naturaleza del placer (¢i 6 éctiv Kol noidy "t). En primer lugar, insistird en la demostracién de que el placer no es movimiento ni generacién, retomando el concepto de la atemporalidad del placer y desarrollindolo mediante Ia analogia con la visién®. Luego®, tras explicar el concepto de acto perfecto (cedeia evépyera), Aristételes afirma que no hay actividad de los sentidés ni del pensamiento o la contemplacién que no culmine en la perfeccién de su acto, y que, a su vez, este acto no sélo seré el mds completo, sino también el més agradable. De agu{ resulta el principio, tan importante para la ética atistotélica, como vimos, de que no hay acto sin placer, Se explica, al mismo tiempo, que el placer no es ef acto mismo, sino que lo completa (weet 8 tiv évépyeicy 7 HBove): es la conciencia de la perfeccién del acto, del fin realizado, “como [sobreviene] el esplendor a quienes estén en ka flor de la edad”®. 491174 a 8-11: Sm pv oly otte siraBiv A ABovi ote nace cipen}, SARov fouxev divea, Koi Sx eict aver ciperal xa btdc Suaipovcan x cider HQ" dv 50 1174 a'14b 14. La visién, dice Arisételes, es siempre completa, porque no necesita de ninguna otra cosa para completar su naturaleza (no es, por tanto, una yévecte) ai llega a ser mas completa por perdurar més tiempo (eampoco cs una xivyctc). Del mismo modo, el placer existe tiempo como un todo completo; no es, por tanto, ni un movimiento ni una generacién, pues estos términos s6lo se aplican a cosas constituidas de partes y que no son un todo completo, Puede verse una ctitica a este argumento atistotélico en D. Bostock, “Pleasure and Activity in Aristotle’s Ethics’, Phroness 33 (1988) 251-272, 51 1174 b 14-1175 a4, 52° 1174 b 33-4: oov (sc. émyivecdas) coic éespsiorc #1 dpa Sobre fa complejdad de esta nocién del placer como perfeccién del! acto, of. Laurent, o. ¢, pp. 160-161, nn. 582-584. ndivisible en el 43 J. B Matos Monti De todo ello seria posible deducis, Idgicamente, que podriamos estar continua- mente experimentando placer; sin embargo, la experiencia nos demuestra que no es asf: ello se debe al hecho de que el placer no tiene existencia propia, pucs ¢s consecuencia del acto (éetoa ti} évepyeig), y lo humano no puede estar en continua actividad (méwto yop vé& cvOpamera GSvvaret covexiic évepysiv)®. ‘Trata de explicar seguidamente Aristételes uno de los argumentos bisicos de Eudoxo, el de que todos los hombres aman el placer, afirmando que ello se debe a que todos aman la vida, y éta también es una especie de acto (i) or aver Hc ben): puesto que el placer perfecciona el acto, es natural que todos Jo busquen, pues perfecciona también Ia vida que cada uno ha escogido, y esto es lo que todos desean™. Aristotcles pasa por alto la cuestién de si deseamos la vida por causa del placer 0 viceversas simple: mente, apunta entre ambos una relacién de necesidad, ya que sin acto no hay placer ys a su vez, el placer completa todo acto. Por ailtimo, y como consecuencia inmediata de todo lo dicho anteriormente, se afirma que, puesto que el placer esti ligndo al acto, la diversidad de actos implica diver- sidad de placeres. En efecto, al igual que los actos del pensamiento difieren de los actos de los sentidos, y éstos a su vez entre si, del mismo modo también los placeres, en cuanto que completan los actos, deben diferir en especie (ti siéer), pues cada placer es propio exclusivamente del acto que completa’. Ademés, el placer propio (oixeict) de cada acto acrecienta (cuvoriée1) el acto mismo; en cambio, el que proviene de un acto opuesto © simplemente distinto, obstaculiza ¢ incluso destruye el cumplimiento del acto deter- minado: asi, por ejemplo, con frecuencia los aficionados a la flauta son incapaces de seguir con atencién una conversacién si estén oyendo a un flautista, pues gozan gozan més con esto que con aquello; ef placer de la flauta, por tanto, destruye la actividad de la conversacién®”. 53 1175 a 4-11, Con algunas cosas que nos deleitan, explica Aristételes, nuestros actos son intensos al principio, pero después pierden fuerza, por lo que el placer se desvaneve. Este hecho de que no se cxperimente placer continuamente habia sido explicado en A, 1154 b 20 ss. por la naturalera no simple del ser humano en oposicién a la divina: sobre la relacién de ambas respuests, ef. Laurenti, 0. cp. 161, n, 585. 54 1175 a 11-9, 55. 1175 a 19-23. Aunque auf no responda a la cuestién, el pensamiento de Aristételes era que primor- dialmente se desea la reaizacién del acto y no el placer que de ella se sigue, como demuestra Laurenti, 2. ¢, pp. 161-162, n. 589, aduciendo diversos fragmentos del Proséptco. 56 A diferencia de Platén y Espeusipo, para quienes la dversidad de los placeres era de naturaleza “ontolé- ie", Aris6teles sostiene que es de naturaleza ética: los placeres no son buenos o malos por ser ms 0 yenos estables o perfectos (es decis, por partcipar ms © menos en Ia idea del Bien), sino por provenir de un acto virtuoso 0 vicioso. 57 1175 4-7: ot 1p Oowio dwvarover tole Aéyore mpocizely, Edy KoTaKOIoRY aoe, Ha.AOY oipovees ainauc tie maposene évepyeiac: f xo civ aaansuciy ob fdov" thy mUpL ty ASyov Evépretaw Bip. 4 EL. PLACER EN Las Fricas ob ARISTOTELES Se establece asi una distincién entre placeres propios y placeres extrafios (oixeten, 6226tpi0n): los primeros hacen los actos més precisos, duraderos y mejores (écxprBot Lu] oi zpovarépac Kat Be&tiouc), mientras que los segundos los deterioran y destruyen, teniendo sobre ellos précticamente el mismo efecto que los dolores propios (oixeian Asma), que son contrarios 2 los primeros. Se expone a continuacién® el argumento de la relacién entre el valor moral de una actividad y el del placer correspondiente, apuntado ya antes y que constituye, como veremos, un motivo central en la teoria ética de Aristételes. Igual que hay actos buenos y dignos de ser buscados, otros malos y que deben evitarse, y otros, en fin, indiferentes, lo mismo deberé ocurtit con los placeres, pues a cada acto le corresponde su propio placer. De aquf se deduce que el placer propio de un acto virtuoso es un placer conveniente y honesto, por tanto laudable; en cambio, el correspondiente a un acto malo seré un placer perverso, por tanto censurable Prosigue Aristételes precisando la relacién entre placeres, actos y apetitos 0 deseos (émbopiea, Spééetc): tanto los primeros como los diltimos son distintos por naturaleza del acto; pero el placer es, por asi decirlo, su consecuencia, mientras que cl deseo es su causa y por tanto es anterior en el tiempo. Tampoco son semejantes al placer’ el pensamiento ni la sensacién, aunque su estrecha relacién con él, como actos que son, haga dificil distinguirlos®. El pasaje concluye con la afirmacién de la superioridad de los placeres del pensamiento sobre los de los sentidos, y, dentro de éstos, de los placeres de la vista, el ofdo y el olfato, por su mayor pureza, sobre los del gusto y el tacto. Finalmente, Aristéreles constata que, igual que cada ser vivo tiene una funcién que le‘es propia, también hay placcres propios de cada especie, “pues son diferentes el placer del caballo, el del perro y el del hombre"®. Del mismo modo, es'razonable pensar que, dentro de cada especie, no diferirén los placeres. Sin embargo, la experiencia nos demuestra que, respecto a los hombres, hay una gran variedad de un individuo a otto: las mismas cosas pueden parecer agradables a unos y, en cambio, molestas 0 dolorosas a otros, La nica solucién para distinguir la verdadera cualidad real de las cosas sera acudir al criterio del hombre bueno y virtuoso (crov8eiioc): las cosas agradables y los verdaderos placeres serdn los que se lo parezcan a Al, Naturalmente, éstos no serdn los placeres vergonzosos (oicxpdc), a los que sédlo los viciosos y corrompidos Haman placeres, sino los honestos y buenos (émetxeic). Entre estos placeres verdaderos y buenos, los que completen Ia actividad“ del hombre perfecto y feliz, 58 175 b 25-30. 59 Se alude aqui probablemente a Empédocles y Anaxégoras, quienes, segiin Teoftasto, consideraban el placer y el dolor como aicBrfeete (..) vac fer’ cictriccer. 60 1176 a 6: éxépa yop ‘mov ‘iGovit xo xovee Kok cepa, 61 _Aristételes deja aqui en el aice la cuestién de si es uno 0 son muchos los actos del hombre perfecto y feliz (er ody pice kotiv cite meiove at tod Teelov Kok HaKApIOD dvBpdc.. 1176 a 27-8); sin embargo, més adelante (1177 a 12-b 26) afirmard que el sumo bi caractersticas de la felicidad y que proporciona por tanto el méximo placer, es la contemplacién. J acto supremo que posee todas las 45 J. B Matos Mownis. del cnovdditoc, serin legitimamente los placeres propios del hombre, mientras que los demés, aunque no se deben desatender, ocuparin un puesto secundario. Este amplio repaso nos ha permitido, entre otras cosas, poner de manifiesto tanto las semejanzas como las diferencias entre A y B. Respecto a las diferencias, crcemos que pueden explicarse de forma légica entendiéndolas bisicamente como diferencia de obje- tivos entre ambos tratamientos. Como muy bien resume Laurenti, “il pitt ragionevole & forse che i due scritti, pure sfruttando gli stessi ingredienti, non obbediscono alla stessa il primo [...] & confutatorio, per la massima ispirazione € perseguono intenti diver parte, il secondo, invece, esegetico, esplicativo, E non ci si deve stupite di eventuali supposte contraddizioni tra l'uno e Valtro, contraddizioni che sono apparenti e vanno quindi risolte”®. Pero lo que nos interesa resaltar especialmente son, en primer lugar, las semejanzas de ambos Jogoi, tanto en su construccida (los dos se articulan en introduccién, parte critica y parte expositiva) como en sus conclusiones generales (importancia del placer en la vida humana, relacién placer/actividad, distincién entre placeres verdaderos y falsos, posicién principal del placer de la contemplacién, etc.), y, en segundo lugar, la estrecha imbricacién entre la postura aristotélica ante el problema del placer y su teoria ética general, intimamente relacionada a su vez con su filosofia del ser. Para Aristételes, todo ser vivo tiene una esencia propia, una évépyeia., que le hace ser lo que es y a cuyo perfeccionamiento debe tender si quiere realizarse plenamente. Cada ser tiene asi un pyov que producir, una obra que le es propia y que viene deter- minada por su esencia. Este épyov sera tanto mejor producido cuanto més posea el individuo la virtud (pen) correspondiente a su forma, a su esencia. Esa realizacién plena de la naturaleza del individuo conforme a su esencia produce necesariamente placer EI problema del placer se reduce entonces a saber cudl es la évépyeua del hombre y qué Epyov le corresponde, La diferencia especifica que distingue al hombre de los demés seres vivos es su facultad de raciocinio, el Aéyoc; éste serd para Aristételes el eiSoc~evépyera: del hombre, y, por tanto, el Epyov que le corresponde sera el pensamiento en acto, la ciencia, la contemplacién. Pero ésta requiere un cierto equilibrio, condicionado por la moderacién de las pasiones. Aristételes distingue, como se sabe, dos partes del alma, el Asyov &ov, la parte rectora, y el Adyou ustéov, subordinada a la primera, donde se asientan las pasiones. A cada una le corresponde un tipo de virtudes: las dianoéticas 0 virtudes de la inteligencia, como la cogia. o la opévncte, y las éticas o virtudes del caricter, como fa valentfa o la templanza, Ambas son cl épyov del hombre, contribuyen a su bien su felicidad, y le proporcionan por tanto placer, un placer moralmente bueno pues refuerza su perfeccién. En cuanto a las funciones de la vida vegetativa (bisicamente la conservacién y regeneracién de la vida), son actos necesarios generadores de un placer que no es malo; para Aristételes, como es tradicional en el pensamiento griego, sélo es malo el 62 Cosenza-Laurenti, a. 6, p. 193. Ex Pacer fw Las E1icas DE ARISTOTELES exceso, porque no se atiene a la actividad propiamente humana, que supera a lz animal. Esta actividad especifica y mis valiosa del hombre es la de la razén, el Adyor al que han de someterse las pasiones; por tanto, su placer seré el més alto, verdadero y conforme a su esencia, y cuanto mas se empefie el hombre cn esta actividad, mayor serd su felicidad, su ev8oapovic., La ebduovie, pues, es el fin tiltimo de la ética, el sumo bien al que todos tienden por si mismo y que confiere a la vida el méximo valor. No obstante, a la hora de ver en qué consiste realmente esta felicidad, nos encontramos con que unos dicen que en el goce, otros que en una actividad préctica que nos confiera honores y riquezas, otros, en fin, que en una vida dedicada al estudio y la contemplacién™. Aristételes, ya lo hemos visto, aboga por ésta tiltima, distinguiendo actividad racional y actividad moral (por tanto virtudes dianoéticas y virtudes éticas) como elementos esenciales de la felicidad. Pero, aunque le parece despreciable una vida dedicada sélo al goce, sin embargo afirma que el placer es también un elemento de la felicidad, y por canto un bien, y lo defender de los araques que le habjan ditigido pensadores anteriores, fundamentalmente Platén y Espeusipo, demostrando comprender como ninguno de ellos el valor del placer en la existencia humana, por el cual, aunque al de la contemplacidn le corresponda el primer puesto, no se deben desatender los otros. En este sistema ético destaca una idea que Festugitre ha calificado de progreso capital en el desarrollo de la doctrina del placer y que formula asi: “toute activité conforme a la nature humaine étant necessairement accompagnée de plaisir, la valeur de nos plaisirs a pour mesure immédiate la valeur méme de nos activicés"®. Es decir, para clasificar y evaluat los placeres no debemos partir del andlisis del placer; sino de los actos que nos lo proporcionan; de su conformidad con nuestro eiSoc dependerd el valor de esos actos, y serd su cardcter y no el placer en cuanto tal lo que decidird nuestra cleccién. Es evidente, por tanto, que Aristételes no es enemigo del placer. Mis atin: teéri- camente, Aristételes no niega que el placer, como defendia Eudoxo, sea el bien supremo, Si hay un acto supremo, éste debe ser al mismo tiempo el placer supremo, que es el supremo bien, es decir, que el placer en si, en cuanto acto, podria llegar a constituir el sumo bien, siempre que la naturaleza del ser lo permita. Pero en la naturaleza humana, caracterizada por la imperfeccién y la inestabilidad, no es posible alcanzar esa especie de placer que corresponde al mejor estado natural; eso sélo sucede a Ia divinidad, la cual, teniendo una naturaleza perfectamente simple, goza eternameme de un placer uniforme. Con razén ha dicho Dirlmeier que Aristételes es un hedonista tan espiritualizado que el uso de ese término pierde su sentido®. 63. El exceso en la busqueda de placeres es Ia dxohacla, mientras que el goce insuficiente de éstos se denomina dvouctnela, quc, como reconoce el propio Aristételes (EN I 7 (1107 6 6-7] y MM 11 [1119 2 5-7]), se da muy raramente. 64 CE. ENT 4.5 (1095 a 14-1096 a 10), 65 A.J, Festugitre, “La doctrine du plaisir des premiers sages & Epicure’, SPH 25 (1936) 233-268, en p. 253. 66 E, Diskmeics, Aristotle, Nicomachische Eshik, Betlin, 1956, p. 503. 4a

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