You are on page 1of 18
LOS ELEMENTOS FEUDALES EN EL DESARROLLO DE AMERICA LATINA * Eric J. Hobsbawm E 1 feudalismo, tema central de las investigaciones de Witold Kula, Permanece ajeno, o por lo menos marginal, al interés de los histo- Tiadores que se especializan en los siglos 19 y 20. Sin embargo, no podemos evadirlo. En primer lugar, no podemos evitar alguna preocu- pacion por él problema de la transiciéndel feudalismo al capitalismo, gue ha sido tema de considerable discusién entre marxistas. Aun aqué- los que niegan que el sistema econdmico que precedid a la Revolucion Industrial en Occidente pueda lamarse feudal, diffcilmente Negan a negar que el desarrollo especifico de ciertas econoinias y sociedades cavitalistas por ejemplo, la japonesa— fue afectado por un anterior pzoceso histo- rico plausibiemente descrito como feudal. En segundo lugar. como Kula mismo nos recuerda, ¢l feudalismo es quizés el unico sistema de relacio- nes socio-econémicas en una sociedad de clases que puede ser encontrado en todas partes del mundo y, podemos agregar, durante una variedad d2 periodos histéricos. El desarrollo de la moderna economia mundial capi- talista, por consiguiente, penctré inevitablemente —y al conquistar transformé— numerosas sociedades locales donde predominaban relaci nes feudales como eran los Rajputs en India, o los emiratos en Nigeria del norte. Pero, en tercer lugar, e! desarrollo del capitalismo a escala mundial generé 0 regenerd en varios lugares y tiempos relaciones soci1- Jes dependientes no capitalistas. Algunas de ellas son reconocibles como feudales, es decir, no diferenciables de aquellas relaciones predominantes en sociedades incuestionablemente feudaies. El presente ensayo disentira brevemente este ultimo fenémeno en América Latina. Puede ser conveniente comenzar con algunas aclaraciones. En pri- mer lugar, el, procesa por él cual diversas partes del mundo, fuera de jos centros originales de desarrollo capitalista, se vieron sumergidas en el mercado capitalista mundial, debe ser distinguido-del proceso de crea- cién de’estructuras econémicas y relaciones caracteristicas del capitalis- mo moderno. Este procesd fue largo y gradual, admitiendo variaciones en sus ritmos. En otras palabras, durante un largo periodo el “mercado mundial” dist6 de ser total. Por consiguiente, en cualquier momento de 2 cia presentada en une reunién en Polonia en homenaje a Witold tana ano 1978. Su publicacién en Andlisis cuenta con la autorizacién. gentil del autor. 50 Analisis N? 5/Hobsbawm su historia entre el siglo 16 (0 donde quiera eseojamos para fecher el inicio de ese mercado mundial) hasta por lo menos el siglo 20, coexistie~ von sectores transformados en diversos grados por el capitalismo. En casos extremos, los enclaves totalmente transformados por este mercado {por ejemplo, los yacimientos y refinerias de petréleo) pudieron coexistir Con sectores no afectados virtualmente por factor econémico exterior al- guno (por ejemplo, tribus cazadoras y recolectoras ce las.selvas inaccesi- bles),’ a pesar de que es dudoso que alguna porcién de la poblacién, aun de las areas mas remotas, pueda hoy ser considerada como no afectada Por la economfa moderna. En este sentido, todas las economias, aun las traiadas por el historiador del siglo 19, fuera de ciertos pafses “desarro- Nados”, fueron economias miltiples o, si preferimos colocar en un grupo todos‘los sectores de la poblacién afectados de algiin modo por el merrado mundial capitalista, economias duales. Sin embargo, aunque 1a distincién ha sido hecha —y ardientemente negada— el debate sobre este punto no reviste mayor interés. Lo importante es que i) el proceso por el cual el capitalismo mundial penetré otras economias fue ininterrumpide. e irre- sistible y, 2) en todo momento imolicé varios tipos y grados de pene- trecién y consecuente transformacién Es‘as {ransformaciones, premeditadas o no, pueden ser divididas en dos _amplios tipos en tanto afectaron las relaciones sociales de produc- cién. Pudieron utilizar y adaptarse instituciones preexistentes o bien pudieron establecer nuevas instituciones. Asf. los conguistadores espa-‘ foles del Peri wilizaron el sistema ce servicios existente en el Jmnerio Incaico pero modificado en forma importante. En primer lugar. elimina- ron el sistema de reciprocidad y redistribucién cue era_esencial (par lo menos idealmente) en Ja organizacién Inca. De ahi en adelante el movi- miento de bienes y servicios se realizé en una sole direccién: desde los indizenas hacia los espafoles, sin retorno. En segunda lugar. fnerm re- eueridos no sélo trabajos, sino también productos. (Si bien los Incas ha- bfan establecido estas entregas de productos. nor ejemplo de textiles, ellas sienificaron sobre todo demanda de irabaio, ya ane e] Mstado pronorcionaba Ia materia prima). En tercer lear. los esnafoles introan- jeron una economia monetaria o, meior, la practica desconorida de medir los intercambios., deudas y obligacijones en férminns monetarios. En cvarto lugar, desde que la extraccién del trabsio exredente onerd Aven tamente para un mereada mindial fenmn en el casa de la nenduecidn de metales nreriosos) o indirectamente vara un mercadn amnliado. dois de ser ennducida esencialmente como un sistema de nrestarinnes de trahaio loealizadas ‘en ciertas Areas. como Jo habia sido anteriormente. Rn anin- to Inear, esta anropiacién onerd en gran parte en beneficin nrivadn aq nn roninmin esnecifico de encomenderos esnafioles ane confarmarnn 1a rlase exnlatadara, para Jo cual habia un earaso nrecerente. Finelmante Tos recmerimienios de los espaficles forzaron cambios en el eanilihrin de Ja produecién (pat eiemplo.-la sustitucién de Ja lana nar la nenanenian v mannfachira obliaatoria del alendén. al ional ove eambios en. el ritmn de Ja tribntacién (varias veces al afig en hear del nacn annal anterior) v in anmento en las imonsiciones. En cuanto a Ins indisenas, estas modiq ficaciones de Jas relariones. sociales de produccién nreexistentes: sienifi- caron indudables cambios para peor v. nar snhre foo. eambins ove nri- ‘varon al sistema de su antigua legitimidad. Por. ctro lado, la introduc- Foudalismo en América Letina es cion de una clase separada de sefores ‘individuales’ probablemente con propiedad privada de las tierras y sin relaciones orgdnicas con la comu- nidad-campesina, fue una innovacién en términos del Pert, a pesar de que en términos de los espafiules pudo ser considerada una adaptacién de conocidas instituciones europeas precapitalistas. .._, ba distincién aqui hecha es, por supuesto, histérica antes que fun- Cional. Si los esparoles hubieran sido incapaces de usar un sistema pre~ existente de mite, habrian creado alguna otra organizacién para proveer de trabajo forzado a las minas reales o a las necesidades de jos encomen- deros, tal como lo hicieron en otros lugares y como fue realizado en los siglos 19 y 20 en Africa. Sin embargo, no deja de tener importancia 1s disponibilidad histérica de ciertas técnicas establecidas de explotacién. Puede inclinar la eleccién de los explotadores hacia una forma de explo- tacién antes que a otra, aun cumpliendo ambas una misma funcién. Asi {como Kula mismo ha demostrado para Polonia), la eleccién del sistema de coryée conlleva Ja tendencia a restringir los contactos con el mercado de una parte constantemente grande de la produccién agricola, aquélla producida en las pareelas campesinas'. Por el contrario, cuando el siste- me de trabajo forzado esta establecido y es obtenible un gran volumen de mano de obra, es probable que las demandes del mercado sean satis- fechas mediante una intensificacion o extensién de los servicios forzados 8 prestaciones, hasta donde ello es posible y antes que por otros medios. Todo esto puede afectar, a su vez, Ia estructura de la economia por lo menos por un tiempo. Otro. ejemplo mas reciente puede ilustrar lo arriba sefialado. El café no es un cultivo tradicional en Latinoamérica. Fuera de Brasil, no fue cultivado en escala alguna antes de 1880 como fecha mds temprana- ‘Mas aun, en la produccién tal cual se desarrollé en los siglos 19. y 20, no existian obviamente economfas de escala’. Ciertamente, en algunas circunstancias el caso era opuesto. En Guatemala y en Brasil, como en Ja mayorfa de los paises del continente, el cultivo del café se da esencial- qmente en grandes propiedades rurales. En el primer pais mencionado éstas son presumiblemente adaptaciones de un tipo més antiguo quasi- feudal de “hacienda tradicional’, caracterizada por sefiores ausentistas, organizada por un administrador y por capataces que controlan tanto la Sueno de obra estable alquilada encargada del trabajo continuo, como el frabajo de cosecha estacional realizado principalmente por campesinos temnorales provenientes de la agricultura de subsistencia del interior del pais’. En el segundo pals el café fue originalmente cultivado por escla- vos y luego de la abolicién de la esclavitud, por una combinacién de colo- hos (a veces muy poco diferentes de los stervos)', aparceros y, creciente- mente, por trabajadores libres*. Sin embargo, en Colombia, segundo gran productor de café del continente, él 80% de la tierra cafetalera en 1960 eran unidades de me- Sos de 50 has. El departamento de Caldas, con 40% del producto nacio- no* fotel, en 1952\sdlo tenia 28 fincas cafetaleras de més de 60 has, En awe pais, parte de la zona cafetalera fue también cultivada inicialmen- te en grandes haciendas hasta que colapsaron debido a Jas presiones combinadas de la depresién mundial de 1929 y la rebelién campesina’. Analisis N?° 5/Hobstdirin Serfa sin duda i produceién cafetalers: se eee eerere, Dot Ja subsecuente obra de le economia del canita- Tencias histériecy en ae detsimente ilepitimo nezar ane estas dif: efemplo; ef poblaces jugado un tol importante. El hecho ‘de que, por que iev6 af oniamiento de Sao Paulo fue organizado de una mancra de Antioquis pxctgminio de los grandes terratenientes, mienfrai que el cién campesina’ eo ombia, tomd princtpalmente ‘la forma de colontza- café en eee eres, *Widente que influys en la estructura del cultivo det Camente os, 2tess. Por cierto «que hay Areas donde reciones geografi- pectin, difereugie® 008, Pobladas simulténeamente en diferentes formas, sl'os ecanmente® Condiciones institucionales —pero con similares’ orosf frowinaienemicos— como es el caso de varias zones de Ios ‘valles sub- toe Y tropicales del oriente de'los Andes peruanos. Alli las va- ‘aciones de estructura econémica debidas a factores’ “histdricos” por ciemplo, la existencia de una economfa sefiorial en wn caso, su auseh- ia en otro— pueden observarse con particular’ clarided* ‘ Bitimo suponer que Ja ‘estructura actual de a erase debe slo a diferencias his:éricas, modificadas El segundo tipo de transformaciones no utilizé. los’ métodos pre- fxistentes de explotacién, o mejor. dicho, .la.existencia de éstos le fue irrelevante! De ahi no se,concluye que el, desarrollo de. una econom{a capitalista mundial, debié originarse directamente. —o no surpir en :2b- soluto hasta el siglo 20— de las relaciones sociales de produccién carac- teristicas del capitalismo en general. La sola excepcién, a. esto son las relaciones entre compradores y vendedores en un.mercedo supralocal. Esto se aplica con especial fuerza a la produccion agraria, a pesar de aue es también probablemente cierio para.determinado nivel de la —produc- cién de manufacturas que puede. expandirse sustancialmente - mientras contintia siendo conducida por libres productores simples de mercan- cias, es decir, sin mds que una muy parcial transformacién en alain tino de sistema establecido. No hay duda, por. supuesto, ane estas rela- ciones no capitalistas fueron parte de un mercado. capitalista generali- zado o de una economia mundial capitalista y subordinades a ésta, Tam- poco Hay duda alguna que estos productores . pueden ser. considerados racionales econdémicamente, aunque .su racionalidad puede no haber sido capitalista, quizés porque una tal racionalidad no estaba dentro de su alcance débido a razones técnicas como las que Kula. analizé para los ‘sefiores polacos. : - El ejemplo més dramatico de una forma de explotacién no capi- jalista’ subordinada ‘al desarrollo’ de wm ‘sistema ‘capitalista mundial, es la’ esclavitud productiva, que en el hemisferio occidental es’ una insti- tucién completamente novedosa. Ciertamente, mientras que el desarrollo de relaciones feudales en el contexto del desarrollo canitalista mundial involucra modificaciones 0 recreaciones de un'tipo de relacibnes de pro- duccién que pueden darse y se dan casi universalmente en ciertas cir- cvinstancias. —por lo menos hasta el triunfo del capitalismo industrial moderno— la esclavitud (excepto en ‘la fotma’ econémicamente trivial de la esclavitud’ doméstica) ocurre sélo ocasionalmente o marginalmen- te en la historia: Probablemente el tinlco verdadero’ ejémplo’ de’ uh sie- tema socio econémico basado esencialmente en ‘la esclavitud transcurre en la zona del. Caribe y su hinterland y a lo largo de ciertas zonas. cos- tefias de Sudamérica entre los siglos 16 y 19: Deste que Ja -plantacién Seudalismo en. América Latina es esclavista —su unidad de te aisefiada para producit G1 sistema esclavista surgio Gesarrolio ‘capitalista, Sin e ach esclavisca debié evi voduccién caracteristica— estuvo esencialmen- mercancias para la exportacién a ultramar, claramente como una parte subordinada del mbargo, a, pesar de que’ un duefio. de: plant: identemente realizar. cdleulos econdmicos simi- ares -@ Jos de cualquier otro. productor. para uh mercado mundial, 0 aoe sieek ‘Gentificado ni, economica ni socialmente con un empresario vapitalisia, Este error vicia, Por lo menos.desde el.punto.de vista del historiador, las inaageciones’ muy sofisticadas de Fogel y otros sobre la economia, esclavista. lemary2, plantacién esclavista fue una “fespuesta’ muy specifica a. las Cemandas del mercado capitalista ‘mundial, bajo éi¢rtag condiciones que posiplemente “pueden ‘ser resumidas en la produccion masiva de culti- wos oe oxPortaciGn bastante estandarizados (destacando oi azicar), en la ausencia de una mano de obra disponible localmente y. en la imposib:~ didad de una inmigracién obtenibie o voluntaria. La ausencia de mano ce obra “altermativa pudo deberse'a Ia caida vertical de la poblacion (como en las islas del Caribe luego ‘del exterminio de los natives), al rechazo del trabajador libre a migrar en cualquier condicién 0 en. lus conaaciones oirecidas, o (cuando la coercién fisica és por una razon u otra imposible) a la negativa del trabajadot local a laborar en las plan: taciones. De ahi le ‘continua importancia de atreglos quasi-dsclavistas tales como la importancia de trabajadores contratados de Asia y Ocea- nia por parte de antiguas areas de plantacionés esclavistas como las isias_azucareras del Océano Indico, Trinidad y Guayana, Cuba y les Psantaciones de los. aislados oasis del Peri, 'La ausencia de fuerza de trabajo disponible aparece ilustrada en la discisién sobre la inmigra- cign en el Perd de mediados del siglo 19, que consideré todas las. fuen- tes. posibles de mano de obra para las plantaciones costefias, cxcepto aquéila que-en el siglo 20 vino a suministrar el grueso de ella, es decir la migracién estacional y a veces permanente de indigenas de la sierra a la costa. : ‘ Los ordenamientos feudales 0 quasi-feudales son més complejos dado’ que se imponen’ casi siempre a una’ poblacién' preexistente -dotada de und propia ‘estructura social y, aunque en menor grado, porque es- fos, ordenamientos estuvieron posiblemente influidos por las tradiciones, instituciones y leyes traidas por. los conquistadores y derivados de la Bu- ropa feudal, ‘Por otra parte, el verdadero establecimiento rural senorial en las Américas (la hacienda) fue una innovecién no prevista por las instituciones dé la Conquista, desarrollada independientemente de la po- Utica gubernamental y muchas veces contraria a ella, aunque recono- cida por la independencia y los numerosos gobiernos de turno posterio- res!’ Su. mismo nombre fue nuevo y en su.origen indicd cualquier clase de recurso monetario, propiedad mueble o inmueble, sin referen- cia especial a derechos sobre la tierra y los hombres. 3 afirmaciones pueden hacerse con seguridad acerca de las tection or ahene aileaial (y de las Reptblicas . independienies), Primero, en sus relaciones externas no. fueron feudales en el. sentido institucional ni econémico. La. propiedad territorial no conilevd o im- plicé status de nobleza. Fueron compradas y vendidas (si bien con ¢s- Anélisis Nt §/Hobsbawm cate ‘ipminucién de sus extensiones nominales icial)’’ libremente, a menudo por mercaderes a Y ottos, sobre bases es- Peewlativas. De acuerdo a los datos de H. Favre, de 11 haciendes ca qancaveliea (Per) entre 1690 y 1760, sélo una’ permanecié en pose. sp de una sola familia por lo menos tres generaciones, en tanto’ que fueron vendidas por lo menos tres veces. Por sobre todo el propésito Ge 1a hacienda era la produceién para le venta en un mercado supralo- cal y, por consiguiente, 1a ganancia. son respecto al perioda Paradéjicamente, en las condiciones american: Posito pudo evar a una desviacion eparente y a veces oul de tm moo ducta empresarial en una direccién no Capitalista, excepto quizds en las Propiedades mds racionalmente conducidas de erandes instituciones, co- mo las de los Jesuitas”. Esto se debid 2 la vez a las limitaciones del mercado _y —fuera de los cultivos principales de exportacion mundial, normalmenie producidos en plantaciones esclavistas— a la incertidum: bre incontrolable a que estaban sujetos los productores. En casos extre- mos, el mercado era tan desdefiable que la maximizacién de la ganan- cia no era en abscluto una opcién. Asi, 1a hacienda Del. Monte en Mi choaeén (México) simplemente carecié de un cuerpo adechado de con- pradores para sus carnes y cueros y nunca llegé a ser econémicamente viable“. Lo mas frecuente fue una doble polftica de las haciendas. In- tentaron monopolizar los mercados existentes —prineipalmente alrede- dor de las ciudades importantes y de las areas mineras— excluyendo de éstas a los productores campesinos, esto 3, expandiendo el drea de la hacienda para abarcar las mejores ticrras, posiblemente reduciendo 2 los campesinos anteriormente autosubsistentes a la situacién de consu- midores y ciertamente desplazindolos del drea d2 competencia. (Ei desarrollo de haciendas en las cercanias de los mercados natural mente elimind de la competencia efectiva a las mas lejanas), La ha- cienda también trato de ordenar un drea suficientemente extensa y con variedad de recursos y productos para compenser cualquier fluctuacién posible. Como expresé un hacendado del porfiriato en México: “Une buena hacienda debe tener todo, agua, tierra cultivable, pastos, bos- ques, cactus, canteras, hornos, etc. Asi, los productos se complementa- ran, El] ingreso obtenido del pulque extrafdo de los cactus ayuderé = pagar los salarios y suministros pare los trabajadores, Fl ingreso obte- nido de los pasios ayudaré a Ja cosecha, Aquello que produzcan en la montatia los indigenas quemadores de carbén, ayudard =, pagar los im- puestos. Algo de lo que provean otros cultivos ayudaré « los gastos ex- traordinarios, Asi el ingreso producide por la vents de le cosecha prin- cipal podré pagar los gastos de los proximos afos y dejaré algo de ga- nancia. La hacienda que no tiene todo esto es proclive a la escasez. Para evitar esta escasez uno debe tener de todo y para ello hay que expandir Ja hacienda”, Como Florescano sejiala, se desprende de estas circunstancias que Je politica Iégica del terrateniente era “obtener un ingreso regular y Hijo de sus haciendas, antes que grandes ganancias en un afio y pérdidas en otro”; al no ser tan grandes las ganancias potenciales como para balan- cear el riesgo del clima, las’ fluctuaciones en la -produccién y los mer- gados limitados. De ahi que la actitud del hacendado pudo convergir Feudalismo en América Latina - I cia, 0 ser transformada er greso acorde con sui status soci aquélla del rentista gue busca un in- I sin preccuparse demasiado por le ad- ministracién de la hacienda mientras pudiera disfrutar de aquél". Pudo también transformarse en la actitud quasi-fendal del hombre que no se preocupa tanto de la riqueza que su tira le produce como del pres- igio de poseo grandes territorios y de controlar a un gran nimero de personas viviendo en ellos o bajo su dominacion. En les vastas Arcus alejadas_de mercados verdaderamente lucrativos (0 durante periodos Ge recesién general) éstas fueron probablemente Ias actitudes que pre Gominarcn. En resumen, las haciendas pudieron estar dentro o al mar- gen de una cconom{a capitelista de mercado, pero no fueron necesaria- ente empreses capitalistas Segundo, la organizacién y relaciones internas de las haciendas pueden ser Gescritas sdlo como feudales. La similitud entre las presta- ciones y los servicios exigidos a los campesinos por los sefiores de los Andes es tan grande como para no dejar lugar a dudas!’. Debe obser. varse, sin embargo, que estas relaciones de villanfa o de servidumbre no son puramente (0 no son en absolute) reliquias de un pasado tradi- cional, sino que en cicrtas circunstancias se ven reforzedas y claboradas @ partir de la presién de una creciente produccién para el mercado. En La Convencion el “feudalismo” estaba mucho més claramente desarro- Mado en Ja década de 1950 que en 1917. Un fenémeno similar es obser- vable en Chile duranie 1a segunda mitad del siglo 19, con el crecimien- to del mercado de exportacién del trigo™ Sin embargo, este tipo de “feudalizacion dependiente” tiene al. gunas caracteristicas peculiares y limites covios. Como ha sido sugerido, esta feudalizacion fue en algunos aspectos forzada por el triunto del caprtatismo mundial. Asi la tendencia de los hacendados a comportarse como magnates feudales, o sea, a cjercer independientemense el’ poder politico-militar, fue estrictamente controlada por la Corona en el pe- riodo colonial, pero esta tendencia se dio con mucha més frecuencia en el] periodo de la Independencia, hasta por lo menos el restablecimien- fo tardio de un efectivo poder estatal central —en Perd no antes, de la época de Leguia (1919-1930)". Macera no encuenira en el Peri colo- nial caso alguno donde los “peones’ son movilizades como soldados para satisfacer algun propésiio politico de sus amos”. Por el contrario, Jos sefiores pudieron encontrar conveniente expandir la produccién pa ra.el mercedo mediante una més sistemética explotacién de las présta- ciones en trabajo de sus campesinos, Las limitaciones del feudalismo fueron a su vez econdmicas y so- ciales, Acabamos de observar los efectos de los mereados lejanos, esio es, los excesivos costes de transporte. La produccién de alimentos para las ciudades y areas mineras —el grueso de la poblaciéa rural era autto- suficiente— no invitaba un desarrollo agricola mayor, excepto de un tipo muy especifico. Para propésitos prdcticos los wnicus productos co- mercializables en cualquier escala, para la mayor parte de América, fueron los provenientes de la ganaderia (por ej. cueros y posiblemente lanas) y el mayor volumen de la economia sefiorial consistio en la ga- naderia extensiva del tipo que, atin en 1962, ccupaba mas de la miiad del total del rea de “utilizacién agropecuaria” colombiana, méntenien- Anélisis N¢ 5/Hobsbawra . Los principales productos de ales) fueron, hasta la mitad.del siglo que por siervos: notoriamente el azucar. Al considerar los limites de este método de explotacién en el coa- texto del desarrollo capitalista debemos recordar por supurste des cle mentos algo diferentes: el espacio limitado de cualquier produccién en gran escala. para un mercado capitalista y las limitaciones de la em- bresa agraria basada en servicios. El primero es a menudo apenas per- cibido, Atin en 1950 el area cafetalera de Colombia —el segundo pais gran productor de café en el mundo y del que obtiene el 80% del valor total de sus exportaciones— alcanzaba a sélo 650.000 has. 0 sea al 0.5% del territorio nacional o, mias relistamente al principio de la década del GO, al 5% del area explotada con fines agricolas en las principales regiones del pais (andina y caribefia)*. En la pequefia Republica cen- troamericana de Honduras, ‘sélo el 15% del territorio era explotado agri- colamente ‘en 1952. El 70% de éste eran cultivos de subsistencia y el 30% cultivos comerciales”. Con mayor razén, el sector mercantil de la economia agraria en el periodo preimperialisia estuvo por lo menos igualmente restringido. También se deberia recordar que una gran par- te de los requerimientos normales de alimentos para ciudades locales eran satisfechos por las reas inmediatas cercanas y otra gran parte mediante compras a parientes y compadres”. Al mismo tiempo un “sistema feudal” basado en la asignacién de parcelas de subsistencia a los campesinos a cambio de prestaciones y ser- vicios, automaticamente retira un gran proporcién de la tierra de una —mas que marginal— produccién para el mercado. As{ en el estudio de un fundo boliviano, 41 has, estaban dedicadas a la demesne y 750 has. a parcelas campesinas, sin contar mds de 1,500 has. de pastos naturales en la zona alta“, Inclusive en 1959, en los departamentos principalmen- te poblados de indigenas, en la sierra sur del Pert, la tierra usada di- rectamente por los hacendados alcanzaba a un 12% cn el Departamen- to de Cuzco, 7% en Puno, y 4% en Ayacucho”. Una gran parte de la tierra y poblacién era entonces irrelevante para la explotacién por medio de empresas agricolas, pero no para otras formas de explotacion —por ej. la coercién directa para servicios no econémicos, entrega forzosa de productos y explotacion econdémica de parte de comerciantes, usureros, traficantes de alcohol, etc. (blancos, mulatos o mestizos). En casos extremos pudo desarrollarse una econo- mia meramente dual como en la regién Huasteca mexicana, donde las comunidades indigenas autosuficientes de las montafias mas densamen- te pobladas coexistieron casi sin interaccién con haciendas ganaderas extensivas de los llanos costeiios trabajadas por mano de obra no ind{- gena, hasta que pobladores no indigenas penciraron y explotaron las smunidades desde, durante y después del siglo 18%. Pero la resistencia del mismo campesinado no debe ser subestimada, menos atin cuando su organizacién comunal fue, con cierics limites, legalmente seconocida y mantenida por la legislacién colonial. Existe la aplastante evidencia de que, a pesar de estar insertos en la econom{fa de haciendas, los comunc- Feudalisms en América, Latina < Fos cuidaron su relativa independencia y se consideraron asintismo co- mo superiores alos colonos y a los campesinos de baciendas. La comu- nidad, en las dreas indigenas, cualquiera sea su status legal o funcion econémica, significa un baluarte. para reafirmar el rechazo a los no in- digenas y a la transculturacién. Como observa Pablo Macera, durante ¢) period colonial, la multiplicacién de los cargos civiles y religiosos en su interior sirvieron, y fueron creados para servit, como instrumen- tos para sustraer al indigena de la obligacién de servir a. los espanoles. Por la misma razon 10s inaigenas de Haes (Colombia) cansideran “vergon- zoso vender en los mercados locales: es “un signo de servilisimo hacia Jos blancos intrusos"”. Debemos quizés agregar que la resisiencia 2 los sefiores no se limité a los campesinos independientes, Todos los indige- nas, dentro o fuera de la hacienda; la. percibieron. ccmo una intromisi¢ul en la tierra que consideraban como propia. Como los antiguos mujiks rusos, siempre recordados por el observador, los siervos de la hacienda andina no eran tan débiles en Ia practica como en la teoria. Elles pose- yeron’ la invalorable capacidad colectiva de resistir a pie firme. Por s0- bre todo; estaban siempre alii y mucho de lo que hacian, especialmente en las grandes haciendas tradicionales, estaba fuera, del control y aun del conocimiento del hacendado. Desde fuera o al interior, siempre pu- sieron a prueba e infiltraron la economfa del sefior”, De -ah{ el curioso sentimiento simulténeo de los hacendados tradicionales y sus campesinos, de explotacién reciproca. ‘De hecho podemos decir, hasta cierfo punto, que el numero de campesinos exclusivamente dedicados al sistema de hacienda. fue. mino- atario, Los estimados difieren grandemente, pero un hecho para los departamentos indigenas del sur del Perti.en 1959 puede. por lo. menos jlustrar las relaciones: SENORES, SIERVOS Y CAMPESINOS INDEPENDIENTES EN CUATRO DEPARTAMENTOS PERUANOS Numero de: Porcentaje de: % de tie» Departs. Hacen- Colonos Camps. Hacen- Colonos’ Camps rra en par- mento dados indepen. dados. indepen: celas de camp. inde. Cuzco 1oe2 «15,820 78,903 «i165. B24 74 Puno 935° «12,831 «118,020 0.7 972 898. 83 Apurimac 119 4265 66,590 0.2 62. 934° 94 Ayacucho 237 5522 83,338 «0.3 63 934 87 Fuente: Montoya, op. cit. 98, 105. Los campesinos independientes no estaban, por supucsto, enters- mente fuera de la economfa de la hacienda, la cual requirid de las comu- iudades vecinas para una gran parte del trabajo. Antes bien, cualquier estudio hecho para un momento especifico oculta la considerable fluctua- cién de las relaciones en un perfodo de tiempo mas largo. Mas aun, mm: Anilisis N° 5/Hobsbewm cualquier campesino independiente o no, especialmente si’ era indigena, estaba subordinado a cualquier miembro de la clase terrateniente (no indigena) y sujeto a dominacién extraeconémica. Sin embargo, parece . claro que las perspectivas de la economia sefiorial eran limitadas. E] limite esencial para el maximo desarrollo de cualguier tipo de agricultura para el mercado en gran escala fue, por lo tanto, un campe- sinado que en su mayorfa no necesitaba ni deseaba trabajar ni en el sector sefiorial ni en el sector capitalista de la agricultura. La expropis- cion, de una forma u otra, fue un método obvio para convertirlo en mano de obra. Sin embargo, a pesar de que el proceso de expansion de la hacienda (en su mayor parte a través del avance sobre tierras campesinas) continué segiin diversos ritmos durante algunos siglos, hay relativamente pocos ejemplos de expropiaciones en gran escala y éstas no se dicron generalmente antes de fines del siglo 19. En algunas de ellas, como en Yucatan, donde hacia 1910 el 96% de los jefes de familia mayas aparecia sin tierras, las demandas del mercado fueron claramente visibles. (plan- taciones de sisal), as{ como en cl drea azucarera de Morelos (México) bajo Diaz". En otras, como en el holocausto sistematico de las comunidades ce Bolivia durante y después del gobierno de Melgarejo(1860-1871), el factor mercado fue menos visible". Sin embargo seria imprudente supo- ner que tales ejemplos son representativos o que, igualmente, la enorme extensién del latifundismo 0, més precisamente, el monopolio dela bue- na tierra por parte de grandes heciendas produjo por si mismo una pobla- cién rural sin tierras o marginal que estuvo econémicamente obligada a trabajar en ellas. La existencia de un sistema en el cual los’sefiores: a). poseen con- siderables poderes de coercién extra-econémica y,.b) pueden. establecer derechos de propiedad sobre grandes porciones de territorio, produce naturalmente una orientacién en favor de formas de explotacién econd- mica que utilizan estas ventajas; por Io menos en Areas de poblacién relativamente densa y con escasas tierras para asentamientos™. Sin em- bargo, de esto no se desprende que él desarrollo de la produccién de demesne con trabajo servil sea la forma mas ventajosa de explotacién. Ciertamente se puede sugerir que, con algunas’ excepciones, resultaria mas adecuada una especie de combinacién de tenencia en aparceria’ y cultivos realizados con una fuerza de trabajo que recibe bajos salarios. La aparceria (0 renta pagada en especies) tiene la ventaja de que ciertos- excedentes comercializables pueden ser sustraidos al campesino cuando éste no desea trabajar en la demesne, o en momentos en que el trabajo decae en los cultivos monetarizables. (Asi, en la hacienda Tenango post- revolucionaria, Morelos, la administracién dié parcelas de subsistencia y, cuando fue necesario, animales de arado a los cultivadores a cambio de una renta en maiz, sabiendo que la cosecha de, maiz coincidia con el pe- riodo de recesién del ciclo de crecimiento del-arroz de propiedad de la administracién. El trabajo asalariado tiene la ventaja, frente a los ser- vicios, de ser mucho mds flexible, lo cual es importante dado la enorme variacién estacional en la demanda de mano de obra de muchos cultivos comerciales”. Mds atin, parece haber muy poca duda de que el trabajo asalariado resulta més barato que el trabajo servil. Esta es la sugerenci @ partir de los cdleulos hechos pata ingresos relativos, asi como la casi Foudalismo en América Latina Gr total evidencia de que los siervos estuvieron o estén en mejor situacion econémica que los trabajadores sin tierras y que la posicién del colono fue considerada como deseable y que la amenaza de expulsién del cam- pesino de su parcela fue esgrimida sobre los siervos rebeldes”. Esto, Por supuesio, no indica que las condiciones de los siervas fucran cn mo- do alguno satisfactorias. _ Podemos dejar de lado el problema bastante complejo de la apar- ceria, sobre todo porque nuestra informacién sobre ella proviene de indagaciones recientes. La tendencia # optar por la aparceria. luego de Ja abolicién de la esclavitud, puede ser mencionada de paso”. El may. problema con el trabajo asalariado fue el de toda fuerza de trabaj como obtenerla. Sin embargo no debe ser olvidada wna especifica difi- cultad durante parte del perfodo colonial. Durante la mayor parte de éste hubo una escasez absoluta de moneda fraccionaria de pequeno valor (los salarios de los trabajadores estuvicron muy por devajo de lo paga- ble en plata u oro)*. Esto impulsé el adelanto a crédito, el uso de fichas monetarias privadas por fuera de los cauces de la moneda corriente y pu- blica y el uso del trueque y de las tiendas donde se realizaba (“tiendas de raya”) todo lo cual ayudé a ligar al trabajador a la hacienda mediante deudas. Esto también habria impulsado la remuneracién no monetaria naturalmente, otorgando, por ejemplo, parcelas de subsistencia Sin embargo, atin en ausencia de este factor especial, parece pro- bable que se hubieran desarrollado varies formas de aiaduras por deu- das (peonaje) para reclutar y mantener Ia fuerza de trabajo. Si bien recientemente se duda de que haya sido el principal método de recivta- miento de fuerza de trabajo para la hacienda, sostenido por eminentes autoridades como Chevalier y Macera, por lo menos uno de los argn- mentos no niega que la deuda establece Ja permanencia de las relaciones de trabajo”. La verdad es que sabemos poco acerca de la deuda cam- pesina con los sefiores del periodo colonial y précticamente nada acerca de ella en el siglo 19. Probablemente es un error buscar un sdlo factor fesponsable de la dependencia campesina. Cada factor puede ser lexiti- Inemente mostrado como demasiado débil para cumplir con este propésito. Oa la tesis de la expropiacién de las tierras de comunidad como el ‘Metodo principal” para la obtencién de mano de obra, es tan vulnerable a la entice como Jo fue la tesis de la deuda-peonaje”. En economias de tecasa poblacién y bajo desarrollo relative del Indo de tos sefiores y rela- cocase Jfosuficiencia de parte de los campesinos, como las de la mayor toe de América Latina antes del perfodo imperialista, tuvieron limita- ciones tanto las perspectives de explotacién en los sefiores, como el im- ones Jct incentivo de ingresos 0 de la compulsién en los campesinos. pacto del vacie, en una sociedad en la cual los sefiores eran incuestions For ette la clase dirigente (rural) con sustanciales poderes exxtra-econd- lementg mando y dominio, las posibilidades de obtener alsin grado de ae ndencia campesina, mediante uno u otro método, fueron ciertamente dependemples mientras los campesinos no pudieran escapar del universo res ay legisladores segiin migracién masiva. Y puede ser posi- it Va nostuat gue 1a migracién colectiva, diferente de la evasién indi- ble demostra’ ye quizés en pequefios asentamientos libres en zonas Ninitee no cultivades; na. fve muy comma: Ha. {Que call; ie campesinos 2 AnGlisis Np .5/Hobsbawin que (con derecho) consideraron las tierras.en que vivian como propias, Guu wivadidas © expropiadas por los conquistadores ektranjerus, 0 a2- Goan hi uyeramente aeseada apandonarias. La susworia de. sus anes iss y Tenaces Juchas por la tierra aemuestran esto”, En resumen; mientraa el in SU economia siguso sieUo (0 se uacienda “iradicional” no tuvo ‘uud normaimente establecer eenttivo de lds’ ‘sefiores para’ modernizar nizo intermilentemenie) devil“, 1a tipica Problemas insoluples ce mano de ovra. en sus tierras —en’ geriérat ae extension ‘wal mucho mayor que la suma de las porciones reaimente expiotadus kor €1 senor™— suficiente numero dé irabajadores con parceias que sausfacian sus modestas necesidades. Pudo Fecurrir d, 0 acordar con, las comunidades vecinas para la obtencién de mano de ‘dbra adivional, posi- bieinenté mediante compulsién extia-econémhica, probablemente orrevien~ go el uso de los recursos monopolizados por 12 hacienda. (sta es 1a in; Ferencia de los argumenios de Martinez Alier). Pudo oblener una renta, en una u otra forma, de’la inayoria de los campesinos comprenaiqus gentro de los limites de su poder. ¥ él seficr requini6 poco mas. que esto. Las haciendas comprometidas én una produccion economicamenve thas avanzada, por ej. para ej mercado de exportacion, .tuvieron sin Guda ‘problemas de mano de obra, especialmente luego de la abolicion de Ja esclavitud. Pero estos fueron’ éasos especiales. Sin embargo, la situacion cambié draméticamente con el ingreso real del hinterland. latinoamericano a la economia’ mundial —a’ partir de la mitad del siglo 19— segin una transformacién..cuyo significado se gscurece, tanto por la similitud aparente del sistema de hacienda: ante- tior y posterior”, como por los inientos de probar que fue. ““esencialmente capitalista” desde la Conquista. Las antiguas haciencas’ habian funcio- nado— por Jo menos durante. iargus periodos— citando a Womack “midi como simbolos que como negocios’. Ahora, el incentive para voleaisc hacia los negocios se: hizo umperativo,. aun cuando la:propiedad no hus biera caido realmente en manos del capital extranjero\ Al considerer los problemas de, mano de abra en las haciendas: cre- cientemente comercializadas debemos recordar no solo la demanda de mano de obra, sino su oferta. Fueron muy significativos el crecimiento cemografico (ejerciendo presiéa reciente sobre la tierna) y el impacto del capitalismo en la economia campesina.y dentro de las comunidades. Asi el enganche, t{pico modo, de alquiler de meno de obra migrante para las minas y plantaciones, segdin el cual los trabajadores, trabajan por cl adelanto en moneda hecho por los contratistas, operando principalmente entre Jos pequefios campesinos —por lo, menos. en Peri—, presupuso-a ia vez la existencia de una “burguesia’’ de pueblo de. la’que los engancha- dores eran reclutados, y que jos adelantos en dinero fueran un incentive suficiente para que la gente migrara®. Y la necesidad de. dinero’ efectiva surgié en Jos. pueblos no sdlo por Ja pobreza y urgencia~ de _prandes gastos en matrimonios, funerales o competencia’ de siatus’ en las’ fiestas y cargos comunales, ‘sino también por la ‘existencia’ de un ‘mercado cim- pesino més activo de tierras. Este, a su vez, fue eétimulado —por lo menos en el centro del Peri donde el tema ha sido ‘bien’ estudiado!@— por el crecimiento del mercado de los’ pequiefios productores y¥ por. is FFeudalishio: hi Américe. Letina a on Fraga hacia la: crianza extensiva. de ganado de enwresas aerarias | en gran escala en Ja sierra, lo que Promovié la venta dé haciendas pe- | ouefias y medianas (de blancos) y tierras eclesiésticas en los valles acri- oolas=; La:mportancia ‘de’ los combradores de Heresy, otros praducty, gr. tanto migrantes, aparece'indieada por 61 grado’ sororendente en que éttes tureteron de Jos grupos campesinos” mide. scomedados, (en el! area mencionada). : El elemento de: coercié; i © (lo que llega ser lo mismo) de deven- dencia personal, aiin conserve se pene i su importancia debido a su proximidad y ft soridg @ le resistencia del campesinade a abandonar su independencia. Esto {fue Particularmente notorio en les areas de escasa densidad de Poblacién, 0 sea, de escaso proletariado rural. El uso més claro de los Seivicios —ya sea’ mediante el otorgamiento de tiertas en tenencia 0 se opres Medios— ‘se da cn estas dreas. Ac{. las haciendas azucareras Ge.iuluy (Argentina) compraron, a partir de 1920, los lstifundios imoro- ductivos. vecinos a Ia sierra -andina para cambiar la renta en dinero de Sus imdlgenas: tenedores: de tierras, por renta en. trebaio, esto es, pata gbligarios -a. trabajar ‘como cortadores de cafia®. Las plantaciones azu- careras del Morelos. del -Porfiriato (México), esvécialmente «de las dreas més alejadas, prefirieron concentrar grandes masas permanentes de cam- Pesings exproniados comn-una fuerza completamente devendiente de ser- Vidores -sin tierras residiendo en el :complejo ‘hacendistico. Esto habria aliviado a los administradores de 1a “peligrosa y humillente atadura con Jos. pueblerinos our los odiaban v los ahandonarian pot un meior salario en cualquier otro-lugar”. Para los trabajos extraordinarios podian con- Har_en Jos. inmigrantes contratados:de Puebla y Guerrero cuyo -endeuda- \ t miento también garantizaba Ia dependencia’’. (Esta politica no fue | fructuosa:. los.. trabajadores- residentes en Tenango, protegidos y seeuros, \ ho. tomaron.parte en la rebelién de Zapata)”.-Cuando-las tenencias de los trabaiadores estaban ya establecidas, fue obvia-In-intencién de incre. mentar los servicios y, hasta donde fue posible, disminnir Jas parcelas campesinas como sucedié evidentemente en” Chile". Por’ cl contratia, como Martinez Alier tha efialado en los trabajos citados, all donde el | campesinade local posefa el uso de facto de Jos recursos de ia hacienda, | pudo. ser dificil, para los sefiores que lo “hubieran: deseadn: si. tranctér, | macién en simple fuerza de trabajo alquilada. Fi mayor obstaciio en. el | sistema: de trabajo -ctercitivo v de denendencia nersonal fue, por supuesto, la-necesidad de grandes avortes de trabajo temporario, en buena mare | 4 provoreionade ‘por trabajadores rurales sin’ tierra’y campesinos minifim. | distas a quienes seria antieconémico ofrecer parcelas permanentes en | tenencia. El enganche fue un medio de ‘obtencién de fuerza de trahain | de forasteros, cuando no'se dispuso de suficiente ‘ejércita de resevva local, | Su caréeter forastero y la compulsién’ del ‘contrato-deuda: conetd indo | poder dé negociacién de Tos ‘enganchados en momentos estacionales cla- ve. Podemos sugerir que el éfecto més duradero de la dependencia per- sonal y la coercién fue ¢l mantenimiento de Ice salarios por debajo del | nivel del mercado. 5 a | a feudalismo” fue asi una respuesta al cambio de situacion eciitinted sepieicg sugerir que fue facilitada'su aparicién \cuando: a) @l sistema de hacienda estaba bien establecido, b) la tierra alternativa para ee Ce} Anélisis N° 5/Hobsbawm {os campesinos no| era fécilmente obtenible o deseada, ¢) los sefiores gu: frieron de cierto grado de escasez de mano de obra’y dy le expansidn de 1a produccién comercial fue extraordinariamente répida. Cusnie ee Hie la eleccién y el sefior percibié claramente las ventajas econémicas as fuonopolio de los recursos y del poder™ del sefior, o aun por las més tradicionales e incuantificabies ventajas del status social y de la influen. cia que surgen de la posesién territorial misma. Sin embargo, es claro que el neo-feudalismo fue (0 es) una respuesta a ln vez marginal y tran. sitoria al desarrollo de una economia capitalista mundial, por lo menos en América Latina Fue marginal porque, a diferencia de la plantacién esclavista, en Sus areas caracterfsticas y con los bienes a ella asociados, la propiedad cultivada por trabajadores con tenencias nunca devino en la unidad uni- versal de produccién agricola para el mercado nds. amplio. No hay razo- nes a priori convincentes de por qué no pudo serlo y evidentemente la tendencia a desarrollar tenencias de trabajadores desde el siglo 18 y su utilizacién sistemdtica en Ia produccion triguera chilena~del siglo 19” sugiere que en ciertas circunstancias pudo ser esa unidad total de pro- duccién. Fue transitoria, en parte, porque las ventajas econémicas de una fuerza de trabajo numerosa y éstable ligada a las haciendas disminu- ¥@ con el surgimiento de cultivos de capital intensivo, con Ja disponibi- lidad de un gran proletariado rural o cuerpo de migrantes estacionales ¥ con la utilizacidn ereciente de la tierra por parte de la propia hacienda. Fue transitoria también, en parte, porque el sistema de hacienda, siem- Pre impopular entre todos excepto los hacendados, fue siendo propresi- vamente vulnerable a las presiones de sus competidores, de sus victimas (no sélo el campesinado) y de aquellos que Ja consideraron un obstéculo al desarrollo econémico del pais. De hecho, el desarrollo de la agricultura de mercado en gran es- cala a mediados del siglo 20 no puede ser considerado ya més como neo- feudal, en sentido algurio, si es que en algtin modo o momento fue pensada como tal. Asi en Colombia, las tenencias de trabajadores pare- cieron ser de muy poca importancia en el momento de las indagaciones de Ja C.I-D.A-; en Guatemala, los grandes establecimientos investigados “dependen totalmente del trabajo asalariado”; en Brasil, donde las pres- taciones en trabajo parecen estar mas ampliamente difundidas —en parte como adjuntas a las tenencias en aparcerfa, en parte en conexién con otras tenencias— son claramente y en gran parte reliquias histéricas”. Los tres paises son mencionados porque el momento de las indagaciones no habfan entrado en proceso de reforma agraria. Excepto en circuns. tancias bastante extraordinarias, como las existentes en loa valles ama- zénicos del Peri entre los afios 1930s y tempranos 1960s (por ejemplo, La Convencién), no. necesitamos considerar el neo-feudalismo en discu- sién alguna sobre el desarrollo agricola latinoamericano de 1a mitad del siglo 20. Podemos sugerir que, en la medida, en que el neo-feudalismo’ debe ] ser seriamente considerado, se le debe tomar en cuenta en el perfodo en. Feudalismo en América Latina = que América Latina pasé a formar parte de una exparsiva economia mundial imperialista, es ‘decir, desde fines de siglo 19 hasta la crisis de Jos afios 30. Durante este periodo el incentivo para continar la expan- sién de la produccién agricola utilizando los recursos disponibles de una economia de hacienda tradicional. —expansién de las haciendas, expro- Piacion .de las tierras de campesinos y de comunidades, coercién no eco- némica, prestaciones de trabajo, deuda-peonaje, etc— Negé a su maxi- mo; el apoyo de los gobiernos 1 los planiadores y hacendados locales 0 extranjeros-fue casi ilimitado; la resistencia de la poblacién rural era escasay atin seguian acumulndose Ies tensiones que seguidamente la Nevarfan a movimientos revolucionarios o de otro tipo. Los métodos neo- feudales pudieron ser utilizades en cierta medida (como en Brasil) para Nenar el vacio dejado pot la abolicién de 1a esclavitud. Sin embargo, este periodo de América Latina atin permancce insuficientemente cono- cido en tanto pertenece a la més oscura de todas las edades de la histo- tia post-colombina del continente: el siglo 19. Sdlo una mayor investi- gacién podra- mostrar Ia importancia de las adaptaciones neo-feudales en este perfodo, y en qué areas o tipos de produccién se dieron™- NOTAS 1, W. Kula. Théorie économique du systeme féodal, Paris, 1970. 2°€.1.D.A., Tenencia de Ia terra... Pert. (Washington, 1986), Cuadro 18/VII muestra la proviedad fa- miliar como mucho més croduc- tiva por hectérea que la gran hacienda, 3, C.I.D.A.. Tenencia de Ia tierra... Guatemala. (Washington, 1995), 62-70. 1,750 entre 31,000 fincas, nrodiiran e] 87% dal total del ca- fe (1950). 4, Los colonds de las dreas cafetale- yas. reciben tradicionalmente una cantidad esvecifica de dinero cada 1000 arbustos a su cargo, une | parcela. para sus cullivos de sub- sistencia (normalmente 2.4 és. nor un niimero de arbnstos que * fluctiia entre 2,000 y- 10,000), algo de café para ‘si, pastos vara los ~ animales y un Tote para los cer- dos. 5. Para Jas transformaciones de Ia esclavitud ver S.J. Stein, Vassou- | o*-ras, a Brazilian Coffee County, 1650-1800, (1957): O. anni, As me- tamorfoses do‘ escravo (9h) y E. Viotti da Costa, Da senzala a co- tonia (1986). 6. C.L.D.A,, Tenencia de la tierra... (Wachington, 1950, 46; E. Guhl, El aspecto econémico- social dei cultivo del café en An- ticquia, en Revista Colombiana de Antropologia, 1, 1953, 197 y sik guientes. 7. M. Urrutia, The Develonment of the Colombian Labour Movement (New Haven and London, 1969), 128 ss. 8. Sobre la colonizecién de Antio- quia, cf, J.J. Parsons, Antioque- ho Colonization in Western Co- lombia (Berkeley, 199) y Lopez Toro, Migracién y cambio en An- tioquia durante et siglo diez y nueve (Bopotd, 1970), 9. Cf. E.J. Hobsbawm, A case ot Neo-Foudalism: La Convencien. en Journal of Latin Ameren ‘Stu- 2s. 1 1. 1971, 31-40 y Ie literatu- ra alli citade, ne economia do trabaio indigens contratado ha sido descrita vor

You might also like