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HSPHIO yp LA REVOLUCION le de e8tdi0 Ue 99 es nico en Europa En los otros periodos w podido estifar en la pequeta pero confortable biblioteca Frangaise, generosame ie atenta a las exigencias de los investigadores: le yeras no poder dec nada parecido de las bibliotecas italianas. Por jetria daria gracis a ghymnos que han demostrado que comparten ee ideal de serieded Y 4, yer de pasion hacia el trabajo que me anima {que intento transmitirles Bilibro es para Nica, sueRo & estos anos. it id 1. REVISIONISMOS EN CONFRONTACION En los iltimos veinte afos las dos grandes revoluciones de Ia Edad Moderna (la francesa y a inglesa de la mitad del siglo xvnt) han sufrido un tumultuoso pro- ‘coso de reinterpretacién de las eategorfas de andlisis y de los resultados interpre- tativos a los que habia Tlegado la historiografia de Ia primera mitac del siglo xX. Este proceso, conocido en ambos casos como revisioniismio, ha acabado con algu- ras interpretaciones que tradicionalmente se consideraba que estaban muy bien ‘consolidacdas y con la quiebra del cuadro tedrico que sosten‘a estas explicaciones, ese a que los dos revisionismos se han desarrollado en épocas distintas y con ob- jetivos muy diferentes, ambos se han originado a partir de una misma matriz: la ccontestacidn a lo que se ha definido como la interpretacién eldsica de ta revolt ciGn.| Esta interpretacién, que fue consolidéndoge a partir de los afos treinta has- ta convertirse en dominante en la historiografia de los vente anos sucesivos,* se puede resumir de forma esquematica con tres nociones fundamentales: la defini= ign social de la revolucién, su cardcter necesario y su significado progresivos Sogiin el paradigma clisico de interpretacién, la naturaleza de Ins revolucio- res de Ia Edad Moderna encuentra fundamentalmente su explicacién en un pro= ‘ceso de transformacién econémica que conlleva importantes modificaciones en el {ejido social. Asf pues, el temple revolucionario y el consiguiente cambio violento de régimen politico se leon dentro de un cuadro cronolégicamente més dilatado tn.el que sqyan desarrollando profundas y lentastransformaciones de los equii> ‘brios sociales. Tras esta concepcién, ademés, existe Ia conviceion de que el cambio cial que esté en Ia base de la crisis revolucionaria puede inscribirse en el de- jarrollohist6rico de las fuerzas econémicas que marcan el paso del feudalismo al spitalismo en la sociedad europea. Se considera, por tanto, que la revolucion. nstituye una etapa decisiva en la evoluciGn hacia la democracia politica y el sreso civil, un momento fundamental que permite la consolidacién de las luniversales propias de la fase revolucionaria naciente de Ia sociedad b obre las cenizas del viejo orden fundado en el privilegio feudal.’ te trabajo nos prononemos sacar a la Iuz cémo as lecturas eandlo, poco a poco los tres elementos eardinales de lay prioridad una interpretacién de la revo! — HSPHIO8 DE LA REVOLUCION ule una primera fase, que se extionde desde lo aos cinewenta hasta los Seton, los esquemas revisionists se constuyeron dando la vuelta las interpre: tacionesclsiens Por esta razén, ge caractrizan por tener una corte qu se pola califcar de desruens. El derrumbamiento de los idole dela vieja storie sorlo-econémiea la denuncia del peso dels interfrencias presentsnsy lnc ca laimpliita penetracién de esquemas teolgicos no estabanacompataden poe ‘unos cuadros te6rices verdaderamentcaltemativos. Asi pues ls recorstroseeneg que se proponian apareefan marcadas por lt apropiacion en negative de las mi ‘mas cateporias que se critcaban. A parti dela primera mitad de los aos setenta por elcontario,mpiezan a aparecer una serie de reflexiones y de investigaciones que rompen detinigregere te con el paradigma clisio de interpretacién, Como se intentard demonven oe trata de interpretaciones muy diferentes ente st Si, por una parte, sgulendo Ing pasos de Conrad Russell cl revisionismo inglés propane, dentro de uta medion de empirismo historiografco, un regreso ala historia politica cronoldgiea een any Predileceién por los acontecimientos individuals y una singular ateneiGn'socie hos en su sucesion narrativa, el revisionismo francés siguiendo el mayistere de Frangois Furet, sostiene decididamente una historia interpretativa.de one wen, '6eico,centrada en el ands del pensamiento politico, la ast llamada hivar ne tique de ta Revolution. En la siguientes paginas so tratard de poner en evden, tanto ! paallismo ini de 1s dos evsionismos como la radial divergence ‘monta a Harrington antes que a Marx— de que lay instituciones potiticns directa ‘© indirectamente, dependen de las relaciones sociales Por otra parte, entre todos los historiadores existe un amplio consenso acerca de que el futuro de la Historia reside en la combinaciin de métodos y teorias de las diferentes ciencias sociales Frente a ello, al constatar el profundo desacuerdo existente entre los invest- ‘adores, Stone pone en marcha una inquicta reflexi6n sobre la ambigiedad de wn terrreno de confrontacién, el del cambio social, en el que las hipStesis mas eon- ‘radictorias pueden encontrar elementos que Ins sustenten. Este dato plantea el problema de la objetividad de Ia investigacién histériea. Stone observa que las di- ferentes posiciones que se expresan en el debate sobre la gentry, desde la cristia- no-soeialista de Tawney, a la del conservador Trevor-Roper, pasando por la del l- ‘erul ameticano Heexte, la de! marxista Hill la del agnostic English liberal Stone (como él mismo se define), reflejan opciones historiogréfieas fruto de posiciones politicas muy coneretas.* ‘Asi pues, la postura que se toma ante el problema de la revolucién sezuie constituyendo un importante elemento para sifuarse en una u otra posicién ideo- Jogica, La izquierda inglesa, en las paginas de Science and Socieiy y New Left Re- view, se preguntaba sobre ls caractersticas de la transici6n del feudalismo al ca pitalismo y hacfa. referencia sobre todo al esquema conceptual planteado por Maurice Dobb. Sin embargo no era la tniea:historiadores de distntas extraccio- nes se enfrentaban en el debate sobre la crisis del siglo Xvit. Mientras Hobsbawm vislumbraba en el triunfo de las revoluciones inglesa y holandesa un momento de cambiy que iba a permit et desarrollo del capitalism en la Europa norucciden tal. Trevor-Roper disolvia la revoluci6n inglesa con un movimiento europeo més generalizado, fruto de la reaeci6n a la tendencia centralizadora del Estado mo- dermo, al creciente coste fiscal de su administracién y de sus cortes, asf como al reciente avance de una cultura seculatizada.® El primer distanciamiento de las excesivas interferencias de esquemas mo- dernizantes en el andlisis de Ia sociedad del Antiguo Régimen procede de un articulo de John Elliott.» En el curso de la discusion sobre la crisis general del siglo xvul,este historiador euestionaba que se pudiera aplicar el concepto de re- yohucién, nacido a finales del siglo xvi, al referirse a la Europa de la primera Edad Moderna. Ademés, el historiador de la revuelta catalana eriticaba la ten- dencia a atribuir a los movimientos del siglo xvit una propensién ideol6gica tendente al cambio que es propia de la Revolucién francesa y de otras later re- volutions. El punto de referencia esencial en el ansliss histérico de la primera Fad Moderna debia ser la continuidad y no la revolucién, ‘Aunque de forma muy cauta, la intervenci6n de Eliott seguia una linea inau- {gurada unos afios antes por Geoffrey Elton. En 1965,en un ensayo destinado a te- luna gran influencia,” Elton habia atacado de raiz la conviecién, compartida historiadores cle diversa exiraccién, de que la revolucién tenfa un cardcter ne De esta. manera, cuestionaba tambien Ia propensi6n a leer los aconteci- Jedi de los Estuardo y de parte del perfodo Tudor como premisas y aclones indispensables de los hechos revolucionarios posteriores, Coneres Elion estigmatizaba ta tendencia «dar cohereneia a a diversidad de pos aifciimente conciliables, que habian enfrentado al Parlamento contra Ia at, Consiguientements se crticaha la imagen de un desarrollo progresivo de ‘Ivoposicion parlamentaria,asfcomo la unidad ideotpica de la Cara de los Co “munes 0 del movimiento puritano’* {La apaticién en 1972 del libro de Stone sobre The Causes of the English Re- olution representa un esfuerzo por encontrar un punto de equilibrio en esta dis {usidn. EI histotindor de The Criss of the Aristoeracy (dtimo producto de una fase polemica que se dabe por concluida) es consciente de la necesidad de revisar In interpretacion clésiea.A Stone no le convence la evolucién de la interpretacion ‘murxista llevada a cabo en los nuevos planteamientos de Hill” ni los trabajos de Bintesis de corte neo wirg de Aylmer o de corte conservadot como los de Zago- Hin pues considera que ninguno de ellos es capaz de hacer frente al resquebra- Jamiento de la concepeiin social de fa revolucin inglesa. De alguna manera, este libro, que en los aos posteriores recibird ataques por tener una vision tradeio- halo es ya un texto revisionsta. Stone afirma explicitamente que ha tratado de ‘enmendar la principal limitacién de sus anteriores trabajos, el haberse narrowly concentrado en el aspecto social del proceso histerico, dejando de lado Tos ele- Imentos religiosos, politco-administraivos y constitucionales. Si bien es verdad que la revolucién s6lo es ineligible desde el punto de vista dle los cambios socio-econémices, lo que hay que explicar no es tanto una crisis so- cial cuanto una crisis de ségimen cuya primera fase se manifiesta como un con- flicto entre eitco y no como un desafio al orden soval exntente, Prete 18 evi Wencia de ta falta de un sujeto que dirigiera el programa revolucionaro, Stone mantiene que en el silo xvi, la voluntad de cambio se expresaba eon un lenge Je de vuelta al pasado; admite que los parlamentarios de 1640 estaban imbuidos Ale conservadurismo social y de un prudente reformismo, més que de un espiritu revolucionario, pero también recuerda que durante los diez ios sucesivos esos mismos hombres intentaron exportar a toda Europa la replica que haba naci- to de la revolucién, El tema de fondo de este libro es la defensa de la naturaleza revolucionaria de ios acontecimientos ingleses Para levarla a cabo, sin embargo, tone se distancia del coneept6 de clase que utiliza el marxismo pues,en su opinién, al abordar el si- slo xvi esta categorfa solose puede aplicar de forma muy lmitada, También se se- para dels esquemas interpretativos basados en la bipolarizacvn (feudal-burgués; fico-pobre:ereciente-declinante) oen explicaciones monocausales —criticadas por Hexter— que no parecen ser fieles alo que realmente sucedi en la Inglaterra del igo Xvi. Stone, por tanto, rechaza ls simplificaciones excesivas y los dogmatis: ‘Mos aseverativos y defiende una forma ecléctica j) multicausal de abordar eb ema, una visiGn que considera mucho més cereana ala infinita complejidad de ida real. En definitiva, también la revolucién inglesa, como la RevoluciGn fran «5 una revoluci6n social can efectos politicos sino, por el contrario, una 28 ESPEIOS DE LA REVOLUCION politica con limitadas consecuencias sociales Ciertamente, el cambio social de Ios anos 1640-1660 tuvo una relevancia menor de la que tuvo la Revolucin fran- esa Sin embargo, ha dejado una importante herencia, a legacy of ideas, material vada en una scrie de conceptos sobre la tolerancia religiosa, sobre Ia limitaciGn de tos paderes de los gobernantes respecto a la propicdad y a fa libertad personal dd los stinditos y sobre la necesidad de tener el consenso de estos titimos. Estas jdeas que eaparecen en Locke y se concretan durante el reinado de Guillermo IIL 4) de Ana, hacen de la revolucién inglesa la primera Great Revolution mundial Es probable que Stone imaginase que habia construido una sintesis aceptable yy duradera, Los hechos se ocuparian de quitarle la raz6n. 3, _ ELADVENIMIENTO DEL REVISIONISMO INGLES ‘Se puede considerar que el revisionismo inglés nace en 1973 con la publicacion delnintroduccidn de Conrad Russell a un trabajo colectivo sobre los origenes dela guerra civil” En esto breve texto, Russell se propone desarrollar una labor inter- pretativa,en cierto modo paralola a la de Stone‘* ofreciendo unos pardmettos ge- hrerales que permitan la comprensién de las eausas de la revolucién. Su punto de partda es la negaciGn de que la guerra civil fue inevitable, Para demostrarlo, Rus- Fell realiza un breve andlisis de los hechos de enero de 1642, cuando los parlamen- aries fueron a Westminster para intentar llegar a un acuerdo con Carlos I. El ver~ dladero objetivo de la investigacién debe centrarse en Jas razones por las que se tmalogr6 un plan de mediaciOn que habrfa evitado el derramamiento de sangre. Este fracaso produjo una guerra que nacié de forma aecidental y que ue provocad poruna serie deincomprensiones,miedos ydesconfianzas erénicosy no por un de rode revolucién, Sin duda alguna, el modelo que sigue esta inea de interpretacion te la historia de Clarendon, una historia esencialmente politica hecha de muchas Uecisiones equivocadas y ocasiones frustradas:fruto de la reflexién de un hombre {que particip6 en los acontecimientos y que estaba convencido de que habria sido posible llegar a un acuerdo para evitar Ia guerra. [Llegado este punto, Russell plantea la posibilidad de distingvit dos revolucio= nes dentro de la guerra civil inglesa, De la misma manera que diferenciamos la res Volucidn de febrero de la de octubre en el caso de la revolucién rusa, en el caso jnplés tendriamos que distinguir entre una primera revolucién (1640-1642) y und Segunda que empezaria ol estallar ia guerra civil yterminaria con la ejecucion de Carlos L ‘Segiin Russell, para comprender de Ileno la eclosion de la primera revolution Ingles es necesario liberarse de los engorrosos desectiosideol6gicoslegados por la tradicidn whig como por Ia marxista, Estas dos eorrientes nacieron intelectual decimonsnieo ca ~ REVISIONISMOS EN CONFRONTACION, avis tenia un arb progres portant de alguna manera estaba «de pats le del futuro» Estas dos interpretaciones, y en particular la marxistaen opiniGn de Russell, se basin en Ia idea de que el cambio politico debe explicarse a la Tuz de las trams= fosmaciones econémicas y sociales anteriores y, sin embargo, estas teoris queda- tan invalidadas por las mismas investigaciones que han generado, al haberse de- ostrado que no existe correlacién alguna entre la riqueza y el posicionamiento politico La gentry, independientemente de que viviera un momento de ascenso fle declive social, no apoy6 en bloque la revolucién, por lo que, obviamente, la fextrnccién social no resulta un parimetto fiable para explicar las distintas postu politicas. Lo mismo se puede decir de la crisis de la aristoeracia que propone ne, tambin en este caso, observa Russell se intentan explicar hechos que en dad no ocurrieron (Ia revoluciin de la gentry) a partic de elementos de cam~ fosocial (la decadencia de Ia arstocracia que allanarfa a la gentry el eamino de so) cuya evidencia sigue siendo incierta Por otra parte, eatin Russell tampoco se puede concebir la guerra civil como tltado de una demand de mayor poder por parte de los mercaderes de he- {mero de los que partiipen en la Caimara de los Comunes era muy pe- $y su influencia en la toma de decisiones era minima, Por el contrario, fueron Jos morcaderes que recibieron grants y privilegios de Carlos I que, parad6= inte, se podria formular la tesis de que el vnico verdadero jefe y artifice de olicin burguesa fue el soberano. Las explicaciones yuc Hasta ahora se han io, basadas en el cambio social, resultan caducas y superadas. Aunque no ‘exluir que reaparezean interpretaciones centradas en el social change, ‘ave que cl punto erucial de la cuestién es explicat las razones por las que tiv se dio;es decir,como un enfrentamiento entre puritanos y arminia- {que el rey apoyaba a los arminianos, mientras que muchos de los expo- Iinplicanismo de corte isabelino estaban mas prOximos al puritanismo. tidn fue el resultado de algunas coincidencias, entre las que hay que sobre todo dos erradas decisiones regias: la superposicion de la con- ra con el Parlamento con la rligiosa de 1625 y la insistencia en le- politica absolutsta y flo-arminiana en 1640, Asi se gener6 una diversos grupos, unidos por el puritanismo y por la resistencia a la bitrarin (gentry parlamentaria descontenta, estratos sociales inferio- (por ln crisis y mercaderes sin prvilezios. lobservar, aunque todavia no se excluyen completamente las judas en los comportamientos de los grupos sociales) Russell {golpe de pracia ala vision de la revolucién como un fendme= ‘progresivo. Poco después.en un articulo de 1976 dedi ssobre el Parlamento, completa el ataque @ lain inglesa?” En referencia explicta a Geoffrey. {radicional de que el Parlamento « 30 ESPEJOS DE LA REVOLUCION Contra la idea eonsiderada muy poco plausible de una oposicién radical de los Comunes a la Corona, Russell sefiala que el mismo término opasicién, usado para describ las ertiens y los contrastes que se daban en el Parlamento, constituye un tevidente anacronismo pues se estaria aplicando un modelo contemporéneo de lu- cha politica a la realidad del xvit/5 Una oposicién moderadamente combativa puede aspirar a conseguir que cambie el gobierno (0 su politica) apoyéndose en la opinién paiblica, y esto era inconcebible en los afios veinte o treinta del xv.7* “Ademés entze lo miembros de! Parlamento, antes de 1640 no existian claras divi- siones ideol6gicas (ideological gulf). Por el contrario, eran muchos los contrastes politicos, precisamente los mismos que dividian la corte y el Privy council. Por esta raz6n, se deberé escribir la historia del Parlamento,” reconduciendo ta reali- dad a sus justos términos.* Todo ello conllevaba recordar que el Parlamento contaba con dos eémaras y {que la de los Comunes era la menos importante. Ademés; lejos de Ser una institu- cin poderosa, era una asamblea intermitente y relativamente débil:y, aunque es cierto que la Corona no podia legislar sin el voto del Parlamento, en realidad este hecho no conferfa mucho poder @ la asamblea porque, en el fondo, la Corona no queria legislar. La tiniea arma efectiva del Parlamento era el control de los recur- sos econdmicos A pesar de ello, hasta 1629 el Parlamento aprobaba cl donativo @ a Corona antes de la peticion de gracia: si hasta entonces los soberanos habian seguid convacancs al Parlamento era sobre todo por tna necesidad de consen- so, es decir, porque constitufa, como Elton ha mostrado, un punto de contacto eon cl pals. Por ailtimo, Russell critica Ja insularidad de ta historiografia inglesa, la ten- dencia a ver en la historia de Inglaterra —constitucional y parlamentaria— un re- cortido excepcional, totalmente distinto al de los estados continentales. Citando a Myers y sobre todo a Koenigsberger,” Russell observa que hay que buscar las ‘causas de la persistencia del Parlamento inglés mas en la intervencién escovesa de 1640 y en la holandesa de 1689 que en el cardcter avanzado de sus prerrogativas De aqui se deriva la imposibilidad de concebir la historia politica inglesa como un sistema cerrado y concentrado en si mismo y la necesidad de volver a considerar- Jaa partir del émbito més amplio de la historia europea.” 4, FRancots FURET Es diffi exagerarlainfluencia de Frangois Fureten la historiogratia dela Re ‘olucidn francesa. Las ideas de Furct, mis que las de Russel® para ta historia n= flesa, han marcado un estilo intelectual y una norma eapaz de imponer Insta de preguntas y la provid de las euestiones planteadas! Sus ideas se han conver ‘un punto de referencia historiogriica que deben tener en. resultados [REVISIONISMOS EN CONFRONTACION luye una dura réplica ata tesis de Albert Soboul y de Claude Mazaurie que yi se habfa publicado en 1971 en la revista Annales Este texto se distancia de Ia interpretacién en voga de la revolucién, que Furet describe como una vulgata ‘narsista-jacobina o més precisamente,leninista-populista. En la base de esta in- lerpretacién se funden el mito de los origenes con el mito del futuro: se trata, fespectivamente, del de Ia naci6n francesa, que posee una imponente carga ret6- fico-conmemorativa, y del mito socialista, para el que la Revolucién francesa, Ja evolucién-madre, constituye el modelo de la revolucién soviética? La construc ign historiografica, el deus ex machina que mantiene unidos estos dos mitos ‘el paradigma de la revolucién burguesa, una representacién metatisica fruto ile una simplificacién del complejo escenario revolucionario derivada de un mar- “xiimo elemental. Furet piensa que esta interpretacign se basa en la idea equi- “Worada de que sel nticleo del acontecimiento, su earicter mas profundo es de sociale, mientras que, por el contrario, la revolucién posee «una dinéimica dlitca e ideolégica auténoma que hay que conceptualizar y analizar en cuan- tab. Eneste ensayo, sin embargo, Furet tiende a no excluir por completo los facto- socio-econémicos:la Revoluei6n francesa se concibe de hecho como una revo- j6n politica que tiene su origen en Ia disoluci6n del Antiguo Régimen. Siguien- Jas huellas de Tocqueville, considera que tiene lugar a partir de la disgregacion Jy sociedad estamentalllevada a cabo por el Estado absolutista. Si bien la no nse abri6 para acoger al mundo burgués del dinero y del talento, esta apertu- lizis demasiado ampiia para mantener unido a un grapo social que careefa cle cohesién socio-econémica como de solidaridad politiea—fue demasiado ia.en relaci6n a las expectativas que se habfan creado tras un siglo de pros- WJ. El concepto de revolucién burgucsa, con su ambigua carga de proceso jyo-objetivo, no es capaz de considerar la afinidad existente entre las actitu- ullurales, politicas y sociales de nobles y burgueses, ni el hecho de que Ii s0- lie las luces fuese en gran parte aristocratica. Mas atin, es un errorla idea de das vevoluciones necesariamente nacen de la voluntad de acelerar unos cam- side yacios demasiado lentos por parte de algunas clases o grupos sociales»; ontrario, sla revolucion puede ser también fruto de la voluntad de resistir- ‘eumbio demasiado rapido» * odo caso, si el concepto de revolucién burguesa puede tener alguna utii- Jnlisis de 1789-1791, resulta completamente inservible para explicar el “ese lerremoto politico y cultural producido por el jacobinismo y la gue- oslo distinto, caracterizado por un nuevo poder legitimacior de la ideo- onaria fundada en la voluntad del pueblo. jn la interpretacion esbozada en el articulo de 1971.1os otros tra- ntan diferencias patentes. La primera es el radical distancia- sociales de los hechos revolucionarios, que Furet

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