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I. De Jo primitivo a lo popular: interpretaciones de la desigualdad cultural Con la cultura, objeto tradicional de la antropologia, su- cede lo mismo que con los objetos de las comunidades estu- diadas por esta ciencia: al pasar de un lado de Ia montafia a otro Ios elementos mas cotidianos, el agua o el sol, se desig- nan de maneras distintas, Asf, los hechos culturales, presen- tes en todas las sociedades, cambian de nombre in la iscipli isi ;E] estidiante qué se atoma “por jiento encuentra que los indigen: iencia los Haman sistemas simbélicos, otros sign unicacién, o lo imaginario. (~ ~ 1 hablar de cultura? ¢Por qué calificar ‘como cultura popula?)a esta forma particular de cultura que otros Ilaman subalterna, oprimida, etc.? Si el trabajo tedrico debe acompafiar al conocimiento concreto en toda investig: cién, es atin més necesario en este campo polémico, en este bosque de definiciones (antropoldgicas, sociolégicas, semié- ticas y de otras ciencias) que ya en 1952 Megaban a las tre- cientas, segdn la recopilacién de Kroeber y Klukhohn.! ‘Vamos a empezar discutiendo Jas principales definiciones de la cultura dadas por la antropologia, la manera en que Ja conceptualizé en oposicién a naturaleza, con Ia esperanza ide hallar una definicién de validez universal, libre de pre- j etnocéntricos. Luego vamos a analizar la «solucién» ida por muchos antropdlogos al problema de las dife- 1 Kroeber A. y C. Klukhohn,, Culture: A Critical Review of Concepts and Definitions, Cambridge, Massachussets, 1952. cc rencias culturales —el relativismo— 5 In confrontaremos con la organizacién transnacional que ! capitalismo impuso a las culturas y con la bisqueda de identidad ea los movis as y ; 3s moviimien- tos de iberacin de piss dependientes, Esta cin al valor cientifico y politico de la contribucién antropol6gice nos Uevard a vincular el concepto de cultura con los de produc- cidn, superestructura, ideologia, hegemonia y clases sociales, como el marxismo los ha elaborado. Llegaremos asf a carac- , eit Io cultura como un tipo particular de produccién cuyo (fines comprender, reproducir y transiormar la estructura a ial, y luchar_por la begemonia-Para vinculat esta defini- ‘con ef estudio empirico, wtilizatemos aportes de la so- ciologia de la cultura que precisa los mecani anismos pot los alee tun capital cultrd se‘wansmite a traves de aparaios se internaliza en los individuos generarde hébitos y précti- cas, es decir, la estructura de nuestta vida cotidiana. ‘Estamos proponiendo, como se ve, un cambio en el obje- to habit studio.) MIS qué uit marco” tesrice pirat alt (@ Ya caltura, nos interes. uno que ayude a explicar las desig’ Ne que el desenivolviiiiéito del libro ju gualdades y ‘conflictos entre sistemas culsucales,-Pensimos rf esta perspecti- va como la més fecunda para definir y estudi etwas at como no sue Ineo ca posed to ‘eo puede caracterizarse a la cultura popular por una esencia © un grupo de rasgos intrinsecos, sino por oposicién a la cultura dominsnte, como producto de la desigualdad y_eb \conthigige = El elogio de los «primitivos» como negacién de la bistoria — SEI concepis ‘antiopolégico de cultura es un resultado parb- | de occidente!"Tainismsa con- (dpico de la expans rrontacién entre paises coloniales y coloniz i confrontacién de los cientificos ingleses, franceses y nortea- mericanos con la vida cotidiana de 20 los pueblos sometidos. AY destdaars® &é {a propia cultura, los anttopdlogos fyeron ¢ (Gescubriendo ottas formas de racfonalidad y de vida,/Tam eee dvirtieron que culturas no ocidentales habian sesuel- perguird mejor que nosotros 1a orgenizacin de la familia y 1. dducacién. la integracién de fos adolescentes a la vida Sexual y Ja. actividad econdmica (por ejemplo, Margaret Mead en la Polinesia). 'A partic de ¢stos descubrimientos fue levantindoss yaa coneeptién distinta de occidente sobre los otros, pueblos y Sobre st mismo. La descalificacién de los primitivos, seme- jante en muchos puntos @ Ja desvalorizacén de la cultura, popular, se mostré inco! ‘ente,’La amplitud asignada desde, aeeeel al concepto de cultura —Io que no es naturaleza, { todo lo, producido. por todos los hombres, sin importar el grado de complejidad y desarrollo aicanzado— fue un int arto de reconocer la dignidad de los excluidos/“Se conside- zaron parte de la ciftura todas las actividades humanas, rarteriales e ideales, incluso aquellas précticas 0 creencias Utes jurgadas manifestaciones de ignorancia (las superst Giones, los sactificios humanos), las normas sociales y las entels simples de quienes viven desnudos en una sclvs, eetoe a los ritmos y los tiesgos de la naturalezay Todas las cease pot clementales que sean, se hallan estrucruradas, poteen coherencia y sentido dentro de si, Aon aquellss pric: , eas que nos desconciertan 0 rechazamos, (la antropofagia, Ia + | Doligamia) resulean T6eices dentro de 1a sociedad que las qcepta, son funcionales para su existencis. 7 (Quizd LéviStrauss sea uno de los antropélogos ave ils fice mis slidamente el cardcter I6gico y estructurado de fas demolié con mayor seriedad i {a historia, | MRD NEN GOTT faber avanzado ms en el aprovechamiento safe racignalidad y el pensamiento cientifico. Su investiey STon para la UNESCO? sobre ci sacismo preserua el ejemplo 2 LéyiSuauss, Claude: Race et histoire, Pars. Baliions Goutbie® oni Tet (Hay traduccion al espuiol cx CLS, Aruropologie e& pructural, México, Sigho ¥xt, 1979)- 2 de América para refutar la concepcién evolucionista de la historia humana como un solo movimiento lineal y progre- sivo, en ef que la cultura europea ocuparia Ia cispide y las dems equivaldrfan a momentos anteriores de! mismo proce- so. Los habitantes del continente americano lograron antes de la conquista espafiola un impresionante desarrollo cultural independiente de Europa: domesticaron especies animales y vegetales, obtuvieron remedios y bebidas tinicos, Hevaron in- dustrias como el rejido, la cerdmica y el trabajo con metales preciosos al més alto punto de perfeccién. Es dificil, argu- menta el antropélogo francés, sostener la inferioridad de pueblos que realizaron una contribucién inmensa al viejo mun- do: la batata, el tabaco, el cacao, el jitomate y muchos otros alimentos. El cero, conocido y empleado por los mayas al menos quinientos ahos antes de ser descubierto por sabios hindGes, Ia mayor exactitud de su calendatio, el avanzado régimen politico de los incas son otsos de los hechos aduci- dos para invalidar empiricamente el evolucionismo. Peso es en El pensamiento salvaje donde Lévi-Strauss des- plicga mejor su cuestionamiento tedrico. Alf leemos que si las culturas no occidentales alcanzaron un saber en vatios puntos superior al europeo, fue porque su desarrollo intelec- tual cuvo un rigor semejante al de las disciplinas cientificas, aunque empleara caminos diferentes. Sélo una observacién minuciosa y metédica de la realidad permitié a los hanundo Megas a tener més de 150 términos para describir las partes constitutivas y las propiedades de los vegetales; los pinatubo, centre los cuales se han contado més de 600 plantas con nom- bre, poseen un complejo conocimiento de su utilizacién y més de 100 términos para describir sus partes o aspectos ca- racterfsticos. Un saber desarrollado tan sistemiticamente —conchaye— no puede ser cbtenido sélo en funcién del va- lor préctico. Incluso hay tribus que enumeran, nombran_y ordenan reptiles que nunca cometdn ni usarén con ningiin fia utilitario, «De tales ejemplos, que podrfamos encontrar en todas las regiones del mundo, se podria inferir que las es- pecies animales y vegetales no son conocidas porque son iitiles, sino que se las declara stiles ¢ interesantes porque 22 i las conoce.»’ Se trata de un saber producido en Petedardes que asignan a las actividades intelectuales ua lugar fundamental. Luego, o que diferencia al sensamient sab vajeo de 10 que el autor llama «pensamiento domesticado> rae gee aoe una mayot eapacidad de ordenarracionalmen- seal mundo o un predominio de la actividad intelectual sobre Ia prdctica; menos aGn, como algunos pretendieron, que ef onocimient® primitive sea tesultado de hallazgos hechos Sear, Nadie se atreve ya a explicar la revolucién aeolitica vrctividades tan complejas como la cerémica, el tejido, la Geealtura y la domesticacion ce anlimales— mediante Js *eialacion fortuita de descubrimientos causales. «Cada wea de estas téenicas supone siglos de observacién activa y Tnetédiea, bipétesis atrevidas y conttoladas, para rechazarles © para comprobarlas por intermedio de experiencias incanss- ‘plemente repetidas.r* ; En lugar de oponer la magia y Ja ciencia, el pensamiento intico y el racional, como si el primero fuera sélo un borrador rorpe del segundo, hay que colocetlos paralelamente, como dos modos de conocimiento, ‘esiguales en cuanto a los resultados teéricos y préc- Ticos (pues, desde este punto de vista, es verdad que la ciencia tiene més éxito que fa magia, aunque la magia prefigure a la ciencia en el sentido de que tam- bign ella acierta algunas veces), pero no por la clase de operaciones mentales que ambas suponen, y que Gifieren menos en cuanto a la natutaleza que en fautcion de las clases de fendmenos a las que se aplican? Dicho de otro modo: los dos tipos de pensamiento —el sal- ‘vaje y el cientffico— no corresponden a etapas superiores ° jafetiores del desarrollo humano, sino a distintos «niveles 2 LéviSerauss, Claude: El pensamiento salvsie, México, Fondo de Coltura Econdmica, 1964, p. 24 # Idem, p 3 5 Idem, p- 30 23 estratégicos en que Ia naturaleza se deja atacar por el cono- ‘imiento centfio: uo de ellos apeximaivament ajunado Je Ia percepcién y la imaginacidn, y el otro desplazado» * En el pensamiento salvaje, més ligado a la sensibilidad, «los ‘conceptos estén sumergidos en imagenes»; en el pensamien- » ede, las imagenes, los datos inmediatos de la sensibi- Jia yp eaboraion imagined subordinados a los E] antievolucionismo al que conducen estos razonami tos fue exasperado por Lévi-Strauss hasta negar la posi dad de cualquier explicacién unificada de la historia, A. pro- pésito de este tema saca las conclusiones mis radicales de su formalismo estructuralista, 0 sea Ja subordinacin de la his- soria a la estructura, Ia structuta al conocimiento formal aque se tiene de ella'y el conocimiento 2 la codificacién. Si ‘Bien cada sociedad tine sus particularidades, es posible com (patar was Con otras porque comparten una légica social ¢ in- telectial comin. A fin de cuentas, la magia y la ciencia su- ‘ponen operaciones mentales semejantes, los mitos o el paren- 45c0 se construyen a partir de estrucruras andlogas. La coin- cidencia setia de légicas sincrnicas y mo de procesos cont seaenicy por lo. que sogin, Lévisitmmns que telaconar dis ints cultras es ms comerio extenders en el espacio ave cordenarlas en el tiempo. El progreso no es necesatio ni con- titao; nfs bien procede por salos que no van siempre fmm "q cady cultura @aistiendo sin saber nada de Tas otras, como si el mundo fuera un vasto museo de economfas de autosu- .sistencis, cada una en su vitrina, imperturbable ante la pro- 28 de Iss demés repitiendo invatiablemente sus cO&> sus relaciones “Glease utilidad del relativis- Me erceTroe evidencia en que susdit6 una mera scitud Bea cultures remotas, pero no inflaye cuando los, «primis ‘(Bben son los sectores attasadosy de Ya propia socisans gostumbtes y creencias que sentimos extrafias en los subur- bios ae nis frecuente del anopslono a ae época de expansién planetaria del capitalismo no es santtsion eaaneian olturas sino averiguar qué ocsste coud ‘eh relativismo cultural 5 cotidianamente negado, cut as 1as deben clegit entre res y valores anagént persof nde ana comunidad indigena siente que el capitalism coe ate us fiestas tradiciondles en espectéculo para rurisiey write imedios masivos convencen a los obreros de una & Ge ulnce ilones de habitantes que los simbolos indigenes, 26 gles, tal como esos medios los interpretan, repretentan ee emaciones sabre Ja igvaldad del género humane, | ‘pitntvidad de ls coleuras y el derecho de cada wna a der ee RUE t 7 .dencia ' Gencia: En el mundo contemporineo esta interdependenci ‘ is jprocidad ignalitasia, como en socie- ia es unt rin de rb de subiencie et trolado por principios que yestablecfan una y otra vez one Jibrio. La transnacional llizacién del capital, acompatiad: fade PO le transnacionaliascién de Ja cultura, impone un inser’ desigual de los bienes materiales y,, Simbdlicos, ast oe igrupes étnicos més remotos son obligados a subordi ‘organizacién econémica y cultural a Jos mercados pacionsle, y éstos son convertidos en satdites de las metrépolis, ica + sever cm ad ie atyones, cultural, de objetos y hii tos de consumo, ¢$ un factor de perturbacién intolerable para las necesidades de expansi6n cconstante del seme co pitalista, Al set absorbidas en un sistema unificado is Iw formas de produccién (manual indvstrial, rural y url 29 son reunidas y hasta cierto punto homogencizadas las dis- tintas modalidades de produccién culfural (de Ia burguesta y el proletariado, del campo y la ciudad). La homogenciza- ccién de las aspiraciones no implica que se igualen los recur- sos. No se elimina la distancia entre las clases ni entre las sociedades en el punto fundamental —la propiedad y el con- trol de los medios productivos—, peto se crea la ilusién de ‘que todos pueden disfrutar, cfectiva 0 virtualmente, de la superiotidad de la cultura dominante. A las culturas subal- temas se les impide todo desarrollo auténomo o alternativo, se reordenan su produccién y su consumo, su estructura S0- ial y su lenguaje, para adaptarlos al desarrollo capitalista. Como lo analizaremos en los préximos capftulos, a veces se ‘consiente que subsistan fiestas tradicionales, pero su catécter cde celebtacién comunal es diluido en la organizacién mercan- til del ocio turfstico; se admite, y aun se impulsa, cierta su- petvivencia de las artesanias para dar ingresos complemen- tarios a las familias campesinas y reducir su éxodo a las ciu- dades, 0 sea para «resolver» [a desocupacién ¢ injusticia del ‘capitalismo, a cuya \gica mercantil también son sometidos Jos disetos’y la circulacién de los productos artesarales. Qué sentido tiene, en este contexto, hablar de relati- ‘vismo cultural? La «superacién» préctica del etnocentrismo que el capitalismo ha genesado es la imposicién de sus pa- trones cconémicos y culturales a las sociedades dependientes y a las clases populares. A la luz de esta situacién cucsta ‘reer en las apelaciones por respetar las particularidades de cada cultura y a la ver resignar aquellas formas de etnocen- trismo que impiden fa coexistencia arménica con las demés. En verdad existen dos tipos de etnocentrismo en el proceso de intercambio desigual capitalista: el imperial, que median- te Ia transnacionalizacién de la economia y la cultura, ticnde anular toda organizacién social que le resulte disfuncional, y el de las naciones, clases y etnias oprimidas que slo pue- den liberarse mediante una autoafirmacién enérgica de su soberanfa econmica y su identidad cultural) Para estas ih times ef Falativismo eultural, efi toque puede tener de posi- (tivo, no es apenas 1a consecucncia filoséfiea del conocimien- 30 producido por las ciencias sociales, sino una exigencia po) ifhica indispensable para, reconocerse_a_s{ mismos y creces: con autonomia/Por eso, la sobreesti propia cul- Exr como ocurte en movimientos nocionalistes, énicos ¥ Gel case en lucha por Iiberarse— no es una_parcialided © un error a lamentar sino un momento necesario 7 fién de la cultura dominante_y afirmacién de la ps "tee sadales itacionales qué sueTen inclulr estos procesos, Ta tentaciOn chauvinista, puede ser controlada con dos te ‘camos: [a autocritica dentro de Ia propia cultura y la inter- 2Gén solidaria con los demas grupos y naciones subording dos, Una universalizacién mayor del conocimiento, libre de todo emnocentrismo, solo advendri al superarse Tas contra: Gicciones y desigualdades. Como sostenia Gramsci, acabar con ‘Jo que el etnocentrismo tiene de distorsionante, eliberarse de las ideologias sy falaces [...] no es un punto de partida sino de Hogada>; la lucha necesaria por la objetividad eee la misma lucha por Ja unificacién del género humano» Pero ain en esa situacién utépica, en la que se extinguitian las desigualdades, subsistiré una diversidad no consradictoria de lenguas, costumbres, culturas. Hacia una teoria de ta produccién cultural {al que la define por oposicién a naturaleza, ‘es que nos inclinan a desecharlo, Dijimos ya que su trata | fiiento he llevado a igualar a todas las culturas pero no da \Elementos para pensar sus desigualdades. Por otta parte, en- |floba bajo el nombre de cultura todas las instancias y mo: | SGoe de comportamiento de una formaciéo social —la or- | ganizacién econémica, las relaciones sociales, las estructuras enencales, las préctieas artisticas, etc.— sin jerarquizar el peso de cada una, Gomo observd Roger Establet, In nociSa de 10 Gramsci, Antonio: El materialismo bistérico y la filosofia de Benedetto Crove, Buenos Aires, Nueva Visién, 1973, pp. 150151 BL TS cultura se vuelve asf el sinénimo idealista del concepto de formacién social." Es el caso de antropdlogos como Ruth Benedict, para Ja cual la cultura es la forma de una sociedad unificada por Jos valores dominantes, Por estas razones, preferimos reducir el uso del término cultura)a la-produccién de fendmenos que contribuyen, me- diante la representancién o reelaboracién simbélica de las es- \ tructuras materiales, a comprender, reproducit o transformar | el sistema social, es dectr todas las pricticas e tnstituciones de- | dicadas a la administraccién, renovacién y reestructuracién del sentido, °~ ~ Esta restricci6n se asemeja a la que cumplieron Linton y otros antropdlogos al oponer cultura a sociedad: emplean le palabra cultura s6lo para el campo de las creencias, los valo- res ¢ ideas, dejando fuera la tecnologia, la econom{a, las conductas empiticamente observables. Pero la definicién que proponemos no identifica cultural con ideal y social con ma- terial, ai —menos atin— supone que pueda analizérselos se- paradamente, Por el contrario,STos procesos ideales (de re- -Bresentacién 0 reelaboracién simbélica) son referidos a las estructuras materiales, a las operaciones de reproduccién 0 " eansformacién social, a las précticas ¢ instituciones que, por ‘ms que se ocupan de la cultura, implican una cierta materia- lidad. Ms atin: Sno hay produccién de sentido que no esté inserta en estructuras materiales. También podria sefialarse la equivalencia de nuestra de- finicién Ge cultura) con e] concepto marxista de ideologfa. Efectivamente, [a teorfa de Ja cultura coincide en parte con la teoria de la ideologia, y necesita de ella, para correlacio- nnar Jos procesos culturales con sus condiciones sociales de produccidn, Sin embargo, no todo es ideolégico en los proce- 30s culturales si entendemos que la idcologla tiene como ras- go distintivo, segtm la mayoria de Tos autores marxistas, una deformacién de lo real motivada por intereses de clase. Con- Servants ef Wrmsino cultura, y no lo reemplazamos por ideo- 1 Estable inistes, Pas 32 Roger: “Culture et idéolog s, 90, 1213, juliooctubre de I ", Cabiers Marxistes Le 5 BP. 7.26. ogla, precisamente para abarcar los hechos en un sentido mis vasto. Toda produccién.significante (filosofia, arve, la Ciencia misma) es susceptible de ser explicada en relacién con sus determinaciones sociales. Pero esa explicacién no agota el fendmeno. La cultury no sélo representa 1a socie- dad; también cumple, dentro de las necesidades de produc- | cién de sentido, la funcién de reelaborar las estructutas so- Ciales e imaginar nuevas. Ademés de representer las relacio- nes de produccién, contribuye a reproducirlas, transformarlas .~ e inventar otras. ‘Algunos autores, cuyo apotte usaremos en las préximas paginas, elaboraron como parte de Ia teorfa marsista de la fdeologla esta funcién de instrumento para la reproduccién y ttansformacién social. Preferimos, no obstante, insistir en la diferencia entre cultura ¢ ideologfa, debido a que en ia bibliografia sigue prevaleciendo ‘la interpretacién de la se- gunda como representacién distossionada de lo real. ¢Cudles son las consecuencias mesodolégicas de analizar a la cultuara como un sistema de produccién? El desarrollo (min insuficiente) de una teorfa de la produccién simbética © cultural es lo que esté permitiendo concretar en este cam- po la ruptura con el idealismo que las ciencias sociales ya ‘operaron en otros niveles. Vamos a apretat en pocas péginas cl triple movimiento ‘implicado en esta reorganizacién de la teoria de la cultura. wo firmar que la cultura es wa. proceso social de produc” Gén dignifica, ante todo, oponerse a las concepciones de Ja \attutra’ como’ acto espiritual (expresién, creacién) 0 como manifestacién ajena, exterior y ulterior, a las relaciones de produccién (simple representaciéa de ellas), Podemos en- tender hoy por qué la cultura constituye un nivel especifico + del sistema social y a la vez por qué no puede ser estudiada aisladamente. No s6lo porque est determinada por lo social, entendido como algo distinto de la cultura, que le viene ‘desde fuera, sino porque esté inserta en todo hecho socio- econémico, Cuslquier préctica es simultane ‘econdmica y siinbélica, a la vez que actuamos a través de ella nos la epresentamos atribuyéndole un significado. Comprar un 33 vestido 0 viajar al trabajo, dos précticas socioecondmicas habituales, estin catgadas de sentido simbélico: el vestido 0 1 medio de transporte —aparte de su valor de uso: cubrir- nos, trasladarnos— significan nuestra pertenencia a una cla- se social segiin Ia tela y el disefio del vestido, si usamos un camién 0 un coche, de qué marca, etc. Las catacteristicas de a ropa o del coche comunican algo de nuestra insercién so- cial, o del lugar al que aspicamos, de lo que queremos decir a otros al usarlos, A la inversa, cualquier hecho cultural —asistit a un concierto, preparar una conferencia— Teva siempre un nivel sociveconémico implicito: me pagarén por Ia conferencia, al ir al concierto compramos boletos para fi- nancia el espectéculo y ademés esos hechos nos relacionan con fas personas con que trabajamos de un modo distinto que si decimos haber ido a una sesién de rock 0 « ver dan- zas indigenas. an —_ Tas dificultades acerca de cémo vincular estructuras Superestructuras surgieron de que se haya interpretado la diferencia como oa divisi ing Ba la tealidad, economia y cultura marchan imbricadas una en la otra. Pueden ser dis- tinguidas como instancias teérico-metodolégicas, separadas en el nivel de la representacién cientifica, pero esta diferen- ciaci6n necesaria en el momento analitico del conccimiento —con cierta base en las apariencias— debe set superada en vuna sfntesis que dé cuema de su integracién, Hay que aten- der a la ver a la unidad y la distincién de dos aisle ave componen Ja totalidad socials No es posible un conocimient cfentifico de las superestructuras si no las distinguimos da ‘a base econémica y analizamos las formas en que esta base Jas determina; con distinta rapidez y cficacia sobre Jopéas politicas, la moral familiar o la literatura. Pero a la vez qué convient diseriminar Ta espectlidad de“Cada instan- cia a fin de percibir su accién propia no hay que olvidar su pertenencia reciproca para no perder el significado que les viene de a totalidad a la que pertenecen, Tanto el estudio de sociedades arcaicas como capitalistas tba demostrado que lo econémico y lo cultural configuean una 3 Crotalidad indisoluble. Cualquier proceso de produccién ma- Térial incluye desde ‘su macimiento ingredientes ideales acti- vos, necesarios para el desarrollo de la infraestructura, El pen. iniento no_es un’ mero reflejo dé las fuerzas productivas; ei comienzo, una condicién interoa de su aparién. Pata dae’ existe un‘ tractor 0 und computadora, fiechos materiales que originaron cambios importantes en el desarrollo de las fuerzis productivas y las relaciones de pro- duccién, ha sido preciso que el tractor y la computadora, an- tes de tomar forma material, fueran concebidas por ingenie- ros; 1o tual no significa que hayan brotado exclusivamente de construcciones intelectuales, que lo ideal genere lo mate- rial, porque @ su vez fue necesario un cierto desarrollo de Ja base material, de las fuerzas sociales, para que esas mé- quinds legaran a set pensadas, Del mismo modo, no pueden cambiarse las relaciones de parentesco o de produccién sin gue se definan simulténeamente reglas nuevas de filiacién, de alianza y de propiedad que no son representaciones a pos- teriori de los cambios sino componentes del proceso que de- ben aparecer desde ¢] comienzo, Esta parte ideal, presente ‘en todo desenvolvimiento material, no es entonces apenas un contenido de la conciencia; existe al propio tiempo en las relaciones socisles, que son por lo tanto también relaciones de significacién.” En. segundo lugar,fhablar de la cultura como producci Gapone tomar en cuenta los procesos poductivos, materia- les, necesarios para inventar algo, conocerlo o representar! 2 Maurice Godelier ha justificado el papel estructural de ele- mentos tradiciondlmente juzgados ideolégicos usando materiales cli: sicos de la etologia (elnfracstructura, sociedades € historias, en Cuicuilco. México, No. 1, 1980.) Diskin, M. y S. Cook: Mercédos de Oaxaca, México, INI, 1975 y Gilberto Giménez: (Cultura popular y religion en et Anabuac, ME ico, Centro de Estudios Eeuménicos, 1978, entre otfes, lo ban hecho con casos Iecinoamericanos, demostrando que en las relaciones de pro- ‘duccién pueden estat involucradas las relaciones de parentesco y cam padrazgo, elementos juridicos y politicos como ua, ptogtama de refot ‘mas agrarias, 1 organizacién ceremonial y simbélica de una fiesta 35 ne se vestido © siajar al tzabajo, dos précticas socioeconémicas habituales, estin cargadas de sentido simbélico: el vestido 0 el medio de transporte —aparte de su valor de uso: cubrit- nos, trasladarnos— significan nuestra pertenencia a una cla- se social segiin la tela y el disefio del vestido, si usamos un cami6n o un coche, de qué marca, etc. Las caracteristicas de la ropa o de! coche comunican algo de nuestra insexcién so- cial, o del lugar al que aspiramos, de lo que queremos decir a otros al usatlos, A la inversa, cualquier hecho cultural —asistir a un concierto, preparar una conferencia— Jleva siempre un nivel socioeconémico implicito: me pagarén por la conferencia, al ir al concierto compramos boletos para fi- nanciar el espectéculo y ademés esos hechos nos relacionan con las personas con que trabajamos de un modo distinto que si decimos haber ido a una sesién de rock 0 2 ver dan- zas indigenas. — | Tas dificultades acerca de cémo vincular estructueas"Y Siperestructutas surgieron de que se haya interpretado la erence como upa divisiény En la realidad, Coonotila”y das una en ta otza, Pueden ser dis- tinguidas como instancias teético-metodolégicas, separadas en el nivel de la representacién cientifica, pero esta diferen- Gaciéa necesaria en el momento analitico del conocimiento —oon cierta base en las apariencias— debe ser superada en ‘una sfatesis que dé cuenta de su integracién. Hay que aten- der a la vez a Ia unidad y la distincién de los_niveles que componen la totalidad socials ‘Noes ‘posible un conocimienty Geenttfico de las superestructuras sino las distinguimos de (ln base econémics y analizamos las formas en que esta base jlas determina: con distinta rapidez y eficacia sobre Jas i logias politicas, Ia moral familiar o la literatura, Pero a la vez dae conviewe” discriminar Ta espécal@ad de cada instan- cia a fin de percibir su accién propia no hay que olvidar su pertenencia reciptoca para no perder el significado que les viene de a totalidad a la que pertenecen, Tanto el estudio de sociedades arcaicas como capitalistas ha demostado elo econdmico y lo eleura confgtran tna cy Ctotalidad indisolible. Cualquier proceso de produccién ma- Tetial incluye desde su nacimiento ingredientes ideales acti- vvos, necesatios para el desarrollo de a infracstructura. El pen- mio no 5 un mero feflcjo dé las fuerzas productivas; es en ellas, desde el comienzo, usa condicién interna de su “Gpariin. Para que existan un tractor o una computedora, Fechos materiales que originaron cambios importantes en el desarrollo de las fuerzas productivas y las telaciones de pro- dduccién, ha sido precisa que el tractor y la computadora, an- tes de tomar forma material, fueran concebidlas por ingenie- ros; 1 cual no significa que hayan brotado exclusivamente de construcciones intelectuales, que lo ideal genere lo mate- rial, porque a su vez fue necesario un cierto desarrollo de la base material, de las fucraas sociales, para que esas mé- quinas Hegaran a ser pensadss. Del mismo modo, no pueden cambiarse las relaciones de parentesco o de producci én sin que s¢ definan simulténeamente reglas nuevas de filiaci6n, “de olianza y de propiedad que no son representaciones a pos- terior’ de Jos cambios sino componentes de! proceso que de- ben aparecer desde el comienzo. Esta parte ideal, presente ‘en todo desenvolvimiento material, no es entonces apenas un contenido de Ia conciencia; existe al propio tiempo en las relaciones sociales, que son por lo tanto también relaciones: de significacién.” En segundo lugar {hablar de la cultura como producciéi “ypone tomar en cuenta los procesos productivos, materia- es, necesarios para inventat algo, conocerlo o representarlo 12 Maurice Godelier ha justificado e} papel estructural de le: mentos tradicionalmente juzgados ideolégicos usando materiales li isor de la ctnologia («lnfracstructora, sociedades ¢ historia», en Cuicuilco, México, No. 1, 1980.) Diskin, M. y S. Cook: Mercadas de Oaxaca, México, INI, 1975 y Gilberto Giménez: (Cultura popular religién en el Anabuac, Mé ico, Centro de Estudios Ecuménicos, 1978, entre otros, lo han hecho fon easos Intinoamericanos, demostrando que en las relaciones de pro- ‘laceién pueden estar involuctadas Jas relaciones de patentesco y com padrazgo, elementos juridicos y politicos come un programa de refor ras agearias, Ia organizacién ceremonial y simbélica de un fiesta, 35 En un sentido general, la produccién de cultura surge de las necesidades globales de un sistema social y esté determinada por él, Més especificamente, existe una organizacién material propia para cada produccidn cultural que hace posible su existencia (las universidades para el conocimieno, las edi- toriales para los libros, etc.). El andlisis de estas nes, de les condiciones sociales que establecen pi arrollo de los productos culturales, es decisivo para inter- pretarlos. Al reconocer Ja importancia de estas estructuras intermedias se pueden evitar dos deformaciones metodolégi- cas: estudiar los productos culturales, por ejemplo, una pieza teatral o una danza popular, atendiendo sélo al sentido inter- no de la obra, como lo hace Ia critica idealista, o relacionar simplemente la estructura de la obra con la sociedad en su conjunto. Entre las determinaciones sociales generales y cada producto cultural existe un campo intermedio, el de fa pro- ducei6n teatral en un caso, el de 1a danza en otro. Aunque se trate de la misma sociedad, 1a organizacién social desde 1a cual se generan obras teatrales es diferente de la que promue- vve danzas populares. Las determinaciones generales que e} ca- pitalismo ejerce sobre la produccién artistica son mediadas por la estructura del campo teatral en un caso, por la estruc- tura de los grupos 0 instituciones que organizan las danzas en otz0. Por lo tanto, el andlisis debe moverse en dos niveles: por una parte, examinard los productos culturales como re- presentaciones: cémo sparecen escenificados en una obra teatral o en una danza los conflictos sociales, qué clases se hallan representadas, c6mo usan los procedimientos formales de cada lenguaje pata sugerir su perspectiva propia; en este caso, la relacién se efectia entre la realidad social y su re- presentacién ideal. Por otro lado, se vincularta 1a estructura social con la estructura del campo teatral y con la estructura del campo de la danza, entendiendo por estructura de cada campo las relaciones sociales que los artistas de teatro y los danzantes mantienen con los demés componentes de sus pro- ‘cesos estéticos: los medios de produccién (materiales, proce- dimientos) y las relaciones sociales de ién (con el 36 q piiblico, con quienes Jos financian, con los orgenismos oficia- Tes, exe.) reduce a, __ En tercer Jigar, estidiat Ya culiuza come ‘pone considefar no sélo el acto de producir sino todos los } ‘pasos de in proceso productivo: la producci6n, la cirewlacifm y la recepciga. Es otra manera de decir que el andlisis de una ‘Ro puede centrarse en los objetos 0 bienes culturales; debe ocuparse del proceso de produccién y circulacién so- cial de los objetos y de los significados que diferentes recep- tores les atribuyen. Una danza de moros y ctistianos no es la misma danza bailada dentro de una comunidad ind{gena pot ellos y para ellos 9 en un teatro urbano para un piiblico ajeno ¢ esa tradicién, aunque sus estructuras formales sean idénticas. Lo veremos ain més claro, en el capitulo cuarto, a propésito de las artesantas: las vase producidas por comu- nidades indfgenas segin las de produccién manual y el predominio del valor de uso de una economfa casi de au- tosubsistencia, luego son vendidas en un mercado urbano de acuerdo con su valor de cambio y finalmente compradas por turistas extranjeros por su valor estético. Slo una visién global del proceso puede explicar el sentido de esta produc-

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