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MUNDO LIBRE 18 forma inglesa de revolucién ACPSC-E, SIG: 4.9. /4533 El Plan Beveridge . POR CARLOS ESPLA Sir William, ® le ha Mamado optimista, no por- S que crea que vivimos en el mejor de los mundos, sino porque cree que podriamos vivir en un mundo mejor. El optimismo de sir William Henry Be- veridge no se basa en un inocente panglos- sismo, sino en un concepto briténico de la voluntad. Quiza se le haya Tamado, tam- bién, optimista porque a los sesenta y cua- tro afios se acaba de casar con su secreta- ria, que tiene casi su misma edad. Se trata, pues, de un caso de optimismo juvenil, que es el que mas conviene a quienes ya no son jvenes y que cuidan de poner un grano de fantasia y de ilusin en el brebaje amar- go de la vida cotidiana. Se ha dicho, ade- mas, que la Economia es un ejercicio poé- tico. Los nimeros, en efecto, sirven la ima- ginacién inspirada mejor que las palabras. Pero esto no se ha dicho para los econo- mistas ingleses, que tienen bien ordenada su funcién, Un economista inglés no olvidaré Jas humanidades de su Colegio —como no olvidara sti corbata escolar— pero, a la ho- ra de hacer niimeros, sabra apartar su Ho- mero, Claro que los ntimeros estaran en- tonces en funcién de su sentido humano, de su fondo invisible de humanista. Un in- glis tipico, mister Stanley Baldwin, repre- sentativo de todas las virtudes domésticas, a quien por eso Ilamaron sus compatriotas el optimista mister Coliflor, se refugiaba en la literatu- ra latina, a decir de sus bidgrafos, para despejar sus preocupaciones de gobernan- te, De este modo, Baldwin se ponia en con- tacto con la vida real, que es la vida del es- piritu, (Neville Chamberlain carecia de ese refugio mental y por ello slo fué la cari- catura del cardcter inglés). Si esto fué ex- celente en mister Coliflor, mucho mis lo ha- bri sido-en sir William, que parece un vio- Tinista y que pertenece a la categoria de Jos ingieses fabricados fuera de serie, es decir, ingleses de una absoluta originalidad. Sir William H. Beveridge puede ser considerado como el economista inglés por exeelencia. Es director de la Escuela de Estudios Econémicos de Londres desde 1919 y se ocupa de los problemas del se- guro social desde hace treinta y cinco afios. En sus manos el seguro social, remedio 0 paliativo concreto para una cierta escala de contingencias sociales, se convierte en se- guridad social, o sea en un sistema univer- sal de bienestar popular o, quizas mejor, en una forma mafemitica y actuarial de re- volucién social, hasta donde un K. C. B., ¢s decir, un Caballero Comendador de la Orden del Bafio, puede proyectar una re- voliscién social, Para llegar a sus conclusio- nes numéricas, sir William empieza por ver al enemigo social que va : combatir como si fuera un monstruo. «La Necesidad —dice— ‘es uno de los cinco gigantes que obstruyen el camino de la reconstruccién. Los otros ‘cuatro gigantes se llaman : Enfermedad, Ig- norancia, Miseria y Ocio.» En otro momen- to, les Hama gigantes malditos, lo que ha~ ce aparecer inmediatamente la imagen del Mal ante la conciencia religiosa britinica. El optimismo de sir William consiste en saberse capaz de medir sus fuerzas con ta- les monstruos y vencerlos. Su lucha lleva Preparatives de la Hace més de seis afios, sir William cre- ‘y6 Iegado el momento de preparar a la de- mocracia britdnica para un esfuerzo defi- nitivo en Ia lucha contra los gigantes mal- ditos, Existian en Inglaterra suficientes ra~ ‘mas del seguro social para pensar ya en unificarlas y completarlas. En Inglaterra ése es el medio de elaborar un sistema. No cabe alli partir de la doctrina para llegar a lo prdctico. Mas que un pueblo pragmé- tico, el inglés es un pucblo empirico. Un sistema légico se“ha de basar en la realidad existente y no al contrario, como puede ser la aspiracién de un francés. Sir William tenia, pues, al alcance de su mano un cam- po de hechos sociales y no de ideas puras. Encontraba las condiciones previas que ne- cesita tun economista inglés para trabajar. En vista de ello esbozd en tmas charlas por radio las Tineas generalés de un proyec- to para acabar con la indigencia, universa~ lizando la aplicacién de remedios y efectos. En aquel momento —hace mis de seis afios—, s6lo se proponfa sir William una cosa: hacer que los ingleses pensasen en el problema. El movimiento de la maquina mental britanica es lento, pero sir William lo sabe seguro. Cuando se le hizo alguna objeciéin al proyecto, contesté: «—No hay ninguna ley que prohiba dar a las radioyen- tes algo agradable en qué pensar.» Entre los radioyentes de aquella fecha debia estar, sin duda, ed Muy Hon. Arthur Greenwood, ministro sin cartera en el Ga- binete Churchill, encargado de los proble- MUNDO LIBRE mas de treinta y cinco afios. El fué el ani- mador del seguro social en Inglaterra, que tuvo por realizadores principales, hace mis de treinta afios, a Lloyd George y a quien entonces era su joven colaborador: Winston Churchill («El hombre que nos condujo a la victoria en la guerra pasada —escribe Beveridge— y el hombre que nos esté con- duciendo a la victoria en esta guerra»). Be- veridge ha trabajado siempre con triunfa- dores, y de ahi, también, su optimismo, batalla ¢ inventario mas de la Reconstruccién Nacional. El 10 de junio de 1041, el Muy Hon. Arthur Greenwood anuncié en la Camara de tos Comunes que tna Comisién Interministerial iba a proceder a un estudio completo de los seguros sociales para proponer, en conse- cuencia, lo que debia hacerse sobre la ma- teria. Presidiria la Comisién sir William H. Beveridge. E! ministro sin cartera ponia en manos del economista, optimista Ia chis- a para encender la mecha de su revolucién social. Durante diez y ocho meses trabajé sir William con sus colaboradores en el surco tantas veces arado por él. En primer tér- mino, procedié a hacer um inventario de to- dos los seguros sociales. Se encontré frente a una red de seguros dispersos y distintos, una red de mallas irregulares, por las cua~ Tes metian 10s dedos y aun los brazos los gigantes malditos. Habia, en efecto, en In- slaterra, las siguientes organizaciones de se- guro social y sistemas de atender a las ne- cesidades populares: 4) Un sistema de beneficencia publica parroquial basado en la Ley de Po- bres de Ia reina Isabel, b) Un seguro contra accidentes del tra~ bajo y enfermedades profesionales. c) Un seguro nacional contra el paro obrero, con excepciones y anomalias en la aplicacién de subsidios. d) Un seguro nacional contra las enfer- medades, incompleto y de limitado campo de acci 19 MUNDO LIBRE 20 ¢) Un seguro nacional de pensiones pa- ra la vejez, viudedad y orfandad. f) Un régimen de pensiones de jubila- cién para funcionarios piblicos y otras profesiones. 9) Un sistema de pensiones a los an- cianos necesitados, fuera del régimen de seguros, h) Un sistema de proteccién a la infan- cia mediante la entrega gratuita 0 ‘a bajo precio de leche, ropas, ete. i) Un sistema de proteccién a la ma- ternidad. 4) Un sistema de proteccién a la nifiez mediante comedores escolares, colo- nias, ete. k) Un sistema de ayuda a los ciegos. 1) Un sistema particular de servicio médico asegurado mediante las mu- tualidades médicas, las Sociedades de Socorros Mutuos y los Montepios de las Trade Unions. m) Un sistema de seguro de hospitali- zacién mediante iguala, con hospita- les piblicos 0 privados, directamente © a través de las mutualidades y montepios dichos'o de agencias par- ticulares. nw) Un sistema de seguro para gastos de entierro a través de las mismas entidades. ) Un sistema de Seguro Popular de Vida, extraordinariamente extendido en Inglaterra, entre la clase obrera, a cargo de las mismas entidades y principalmente de las Industrial Life Offices*; y ©) Un sistema de asistencia local, pa- blica y privada, institueiones benéti cas, ete, Y creo que no habia mas en Gran Bre- tafia, aunque es posible que se me haya ¢s- capado alguna otra modalidad de servicios con caracteristicas sociales Sir William Beveridge se sintié orgull so al contemplar tan dilatado panorama.

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