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Carfitrunro Dicimo “A” EL BARON DE MONTESQUIEU Y LA TEORIA DE SEPARACION DE LOS PODERES Al despuntar el siglo xvm, Charles de Secondat tenia once afion | edad, y al igual que todos los franceses de su tiempo, sufrié en su all el despotismo ilustrado de Luis XIV y el gobierno licencioso de Luis Afios después, en sus viajes a las Islas BritAnicas, admird los prog de las libertades de la burguesia y el gobierno templado de Inglaten que contrastaba con los sucesos de Francia, con Jas tendencias de Fed rico el Grande y con el absolutismo de los borbones de Espafia. de los salones y enamorado de la ciencia y de la historia, el destino reservé un puesto de honor por su idea de la necesaria separacién de poderes, como el camino ‘imico para poner fin a los absolutismos y d potismos y para asegurar Ia libertad de los hombres; sin duda, son mucl y muy importantes los precedentes ingleses, de Jacobo Harrington, John Locke y de Henry St. John Bolingbroke, y es asimismo cierto, p confesién del propio Montesquieu, que para redactar el libro II Espiritu de las leyes, tuvo a la vista la organizacién constitucional de I glaterra, pero también lo es que partié de una filosoffa propia de Hbertad, producto de una razén que esta en el origen de todas las co que le permitié una justificacién general de su pensamiento, no en beni ficio de los poseedores de Ja tierra y de la riqueza, sino de todos los hon bres, con Ja misma universalidad que tuvo la doctrina del derecho nat de Ja Iustracidn. Por otra parte, los escritores ingleses no consider la separacién ¢ independencia del poder judicial frente a los poderes gislativo y ejecutivo, como dice, entre otros tratadistas, Jean Jacques Gl valier,* “Montesquieu hizo del judicial un poder distinto, el tercero, tanto Locke parece no ver en él sino una rama del ejecutivo”; una afi macién que ha Iegado a ser, para Ia doctrina contempordnea, el aspect) fundamental de la teorfa. En un libro que puede devenir histérico, Dieter Briiggeman? ha expresado uno de los cantos mas bellos al poder judicial de nuestro tiempo: + Les grands oeuvres politiques, Librairie Armand Colin, Paris, 1950, pig. 121. ® Die Rechisprechende Gewalt, Verlag Walter de Gruyter, Berlin, 1962, pag. 1 = sit eat y ahora podemos atribuir un sentido a la divisién de los po- licho sentido corresponde al oficio del juez, En funcién de él, én del poder es hoy dia mas pura. Los poderes legislative y ecutivo aparecen en la actualidad entrecruzados; en las constitu- ciones de nuestros dias no se encuentran suficientemente separados; ‘mis atin, ahi donde se plantea la constitucionalidad de sus competen- ‘clas, tienen que acudir al, juez para que decida. todo lo expuesto deducimos que la doctrina del Espiritu de las leyes ituyd en el siglo xvm la versién final, més humana y més completa mis difundida en Europa y en América; y fue también su pensamiento e se elevé en la Asamblea Nacional Constituyente de 1789 a la cate- fla de uno de los derechos fundamentales del hombre y del ciudadano, tin se desprende del articulo dieciséis de la Declaracién: “La sociedad cual no esta asegurada la garantia de los derechos ni determinada aracién de los poderes, no tiene constitucién”. mismo Jean Jacques Chevalier cita una frase significativa de Mon- eu: “Al salir del bachillerato, alguien puso en mis manos unos libros ‘derecho; me dediqué a buscar su espfritu”; en esas palabras estd la ra- del libro, cuya lectura clarifica una y otra vez, que el esptritu de las es la libertad, por lo que el pensador francés va a e:npefiarse en la nostracién de que en medio de la naturaleza fisica y de la vida social, libertad ¢s una necesidad humana. ‘Fn su acepcién més amplia” (libro I, capitulo 1), “las leyes son las elones necesarias que derivan de la naturaleza de las cosas: la divi- d, cl mundo material, las inteligencias superiores al hombre, las bes- y el hombre, tienen sus leyes”. El noble francés se dio cuenta de que indispensable salvar el fatalismo irremediable de las leyes fisicas; de que agregara que “aquellos que han dicho que una fatalidad ciega producido todos los efectos que vemos en el mundo, han dicho el mayor urdo, porque (libro I, capitulo I, ¢cémo podria una fatalidad ciega lucir seres inteligentes?”. Pareceria que reviven los estoicos, porque Ja obra que comentamos se dice que hay una razén primitiva (une n primitive, lo que equivale a decir que en el principio est4 la razén), le donde se deriva una segunda definicién de la ley, ya no de Ia ley en acepcién més amplia, sino de la que rige a los seres inteligentes: “es la én que se da entre esa razén primitiva y los diferentes seres y las jones de los seres entre si” (libro I, capitulo I). El pensamiento wfinaba cada vez més: Ja ley para los seres inteligentes es un producto Ja razén y se divide en divina y humana, la primera de las cuales termina las relaciones de la divinidad con el hombre, en tanto la segun- * Obra citada, pig, 100, 96 LA IDEA DEL ESTADO da es, en general, la razén humana dirigida, bien “a las relaciones de todos los pueblos de la tierra”, con lo que nos hallamos dentro del derecho de gentes, bien “a las cuestiones particulares de cada nacién”, el viejo de- _techo vital de los romanos (libro I, capitulo III). A medida que se avanza en la lectura, se observa que se agiganta el texto: si la ley es un efecto de la razén, de la divina para las relaciones entre dios y Jos hombres y de la humana para quienes viven en sociedad, entonces la ley tiene 0 es espiritu, o como Jo han expresado muchos comen- taristas, las leyes de los hombres tienen su alma, lo que guiere decir que provienen de seres inteligentes, por lo tanto, de hombres libres que expre- san en ellas su esencia, que es precisamente la libertad, En pérrafos inmar- chitables, el barén de Montesquieu se empefia en la definicién de la li- ‘bertad y encuentra que posee dos dimensiones, una objetiva y otra subje- tiva: segin la primera, que es a su vez doble, notamos, ante todo, que la libertad no puede consistir en hacer todo lo que se quiera, porque ello Hevaria a una guerra de todos contra todos, sino en “un poder hacer todo lo que se debe querer y en no estar obligado a hacer aquello que no se debe querer” (libro XI, capitulo III), férmula primera de gran valor, porque significa que los hombres no deben hacer sino lo que es conforme ala razén y no pueden ser obligados a hacer lo que es contrario a ella; en su segunda acepcién dentro de esta primera dimensién, Montesquieu otorga a la libertad su mejor sentido objetivo: “Es el derecho de hacer todo lo que las leyes permiten” (libro XI, capitulo ILI). ‘No estaba satis- fecho el autor de Las cartas persas: el sentimiento de Ja libertad anida en Ia conciencia de cada ser humano, pero, para convertirse en acto, es pre- ciso que viva sin temor, de cuya reflexién brota la dimensién segunda: “La libertad politica en un ciudadano es la tranquilidad de espiritu que proviene de la opinién que cada uno tiene de su seguridad” (libro XI, capitulo VI). Los temas de la ciencia politica embellecen cuando su estudioso penetra hasta el fondo de todos sus detalles; asi ocurre ¢on El espiritu de las leyes: zcémo alcanzar la tranquilidad del espiritu? esto es, gcémo llevar a los hombres la conciencia de su seguridad? En esos dos interrogantes residen. los problemas del poder, y Montesquieu les dio respuestas en el libro XI, capitulos V y VI. En el primero, que es una especie de introduccién, se ofrece un recorrido por Ia historia para demostrar que los estados nunca se han propuesto como finalidad suprema la libertad, y se concluye con el parrafo que contiene el mayor elogio que se haya hecho a Inglaterra “Hay también una nacién en el mundo que tiene como objeto directo de su constitucién la libertad politica”. Montesquieu —lo dijimos en. los ren= glones primeros de este apartado— vivid entre la nobleza y la burgues LA TEORIA DE LA SEPARACION DE LOS PODERES 97 inglesas, y no se dio cuenta, 0 callé el dato, de que el pueblo tenia cerradas Jas puertas del gobierno, pues, segiin la doctrina de John Locke, que ya conocemos, los sin-tierra-y-sin-riqueza nada tenian que defender en el parlamento, de donde se deduce que el Tratado sobre el gobierno civil servia para justificar una dictadura de la nobleza y de la burguesta sobre Jas clases campesina y trabajadora. El capitulo sexto contiene la férmula magica, para decirlo asi, de la separacién de los poderes, la que llevard a los hombres la tranquilidad de espiritu, y sin la cual, el pueblo no tiene constitucién. Para el mejor en- tendimiento de la férmula que nos proponemos transcribir, debe precisarse que los términos pouvoir y puissance, que se emplean en el libro, mismos que respetaremos, tienen el significado de funcién, por lo cual, lo que Montesquieu propone es Ja atribucién de cada una de ellas a una persona © cuerpo colegiado distinto: En cada estado hay tres especies de poderes (pouvoirs): la potestad (la puissance. Los dos términos se emplean en el mismo parrafo) le- gislativa, la potestad ejecutiva de las cosas que dependen del derecho die gentes y la potestad ejecutiva de las cosas que dependen del de- recho civil. No era suficiente Ja enumeracién de las potestades o funciones, sino que ‘era preciso demostrar que su separacién y la consecuente atribucién a per- sonas o cuerpos colegiados distintos, era una exigencia para el imperio de la libertad; los p&rrafos destinados a esta cuestién no han sido superados: 4) Si las potestades legislativa y ejecutiva (sobre las cosas que dependen del derecho de gentes) se retinen en una sola persona o cuerpo colegiado, 10 hay libertad, “porque se puede temer que el mismo monarca o el inlsmo senado haga leyes tiranicas para ejecutarlas tiranicamente”; b) Si Jy potestad de juzgar (sobre: las cosas que dependen del derecho civil) no ‘esl yeparada del poder legislativo, tampoco hay libertad, “porque el poder wre Ia vida y la libertad de los ciudadanos seria arbitrario, ya que el juez - wrin legislador”; c) Si el poder de juzgar estuviere en la potestad ejecu- tiva, “el juez podria tener la fuerza de un opresor”; d) Finalmente, fiieontramos ahora el parrafo tremendo sobre el absolutismo 0 despotismo totales: ‘Todo estaria perdido si el mismo hombre, o el mismo cuerpo de incipales o de nobles o del pueblo, ejerciera estos tres poderes: el de er las leyes, el de ejecutar las resoluciones piblicas, y el de juzgar Jos erfmenes y las diferencias entre los particulares... En la parte ma- yor de los reinos de Europa, el gobierno es moderado, porque el prin- cipe, que ejerce los dos poderes, deja a sus stibditos el ejercicio del ter cero, ge Jos turcos, ahi donde los tres poderes est&n reunidos en la cabeza del sultén, reina un despotismo espantoso, LA IDEA DEL ESTADO ‘muchas y muy importantes para la libertad, las consecuencias que wenden de los capitulos comentados: atinadamente se ha hecho no- Ja separacién de las funciones y su atribucién a personas 0 cuerpos oj, era un programa politico revolucionario, porque, al realizarse estado, haria imposible el absolutismo y el despotismo; y lo que © 0 més importante, y en esto coincide el pensador francés con c, los poderes actuantes, el ejecutive y el judicial, quedarian linados a las leyes, esto es, al derecho, lo que permite concluir que ) retorno a un viejo anhelo, que lega hasta los grandes maestros de in y de Roma, y que se expresa en una frase eterna: sélo el gobierno | leyes garantiza la libertad. Por otra parte, en los renglones del de las Leyes late un priricipio hermoso que se ha puesto de relieve ‘veces: Ja garantia mejor, si no la tinica, de que el poder no podré ‘abusos, consiste en que el poder detenga al poder, funcién que ponde exactamente a la idea de la separacién de los poderes; 0 ex- © con otras palabras, que son ya cldsicas entre los expositores: la de Montesquieu conduce a un sistema de frenos y contra-frenos of 9) contra-pesos en las actividades de cada uno de los poderes. We a la idea de la separacién de Jos poderes, Ja teoria de las formas ebierno pierde importancia: en el libro II, capitulo 1, se recogié Ia ién de Maquiavelo, monarquta y reptiblica, y se agregé un tér- ‘mis, el gobierno despético, pero de la misma manera que en el flo- no, se dividié la repdblica en democritica y aristocratica, lo que nue- te nos Ieva a Ia clasificacién tripartita de los clasicos griegos: fobierno republicano es aquel en el que el pueblo como cuerpo (de- racia) © una parte de él (aristocracia) detenta la potestad soberana; ‘mondrquico es aquel en el que uno solo gobierna, pero sujeto a leyes y establecidas; en tanto en el despédtico, uno solo, sin ley y sin norma, todo por su voluntad y sus caprichos”. Sin embargo, el escritor jets no crefa en la posibilidad de la. democracia, segiin se deduce de las bras siguiente del libro XI, capitulo VI: Existié un gran vicio en la mayoria de las repiblicas antiguas, que consistia en que el puebio tenfa el derecho de adoptar decisiones activas que demandan alguna ejecucién, cuestién para la que es totalmente in- capaz, No debe participar en el gobierno sino para elegir a sus repre- sentantes, lo que si est& a su alcance. Abora bien, si la monarquia, para no devenir un gobierno despético, presupone Ia separacién de los poderes, resulta que deja de ser una forma de gobierno y se convierte en una manera de ejercicio de la funcién ej cutiva, Desechada 1a repiiblica democritica. Montesquieu no se detiene en la repiblica aristocrética, pues, si no existieran un parlamento y un LA TEORIA DE LA SEPARAGION DE LOS PODERES 99 cuerpo de jueces independientes, se convertirfa en un gobierno despético: un rey, principio mondrquico, sujeto a las leyes de un parlamento, com- puesto de dos c4maras, un senado integrado por Ia nobleza, principio aris- tocrético y una chmara elegida por el pueblo, principio democrdtico, y ptivado, a la vez, de la funcién de juzgar, constituiria un gobierno mo- derado y armonizaria la historia de Francia con las exigencias de la libertad. Hemos explicado en diferentes ocasiones que Ia Antigiiedad y las Edades media y moderna, no conocieron la idea del estado como un ente distinto del pueblo y del gobierno; y asi ocurre con Montesquieu. A los pensadores ce entonces les preocupaba el problema de la libertad y los enemigos de ella eran los reyes y la nobleza; apenas si se menciona al estado en El ecpiritu de las leyes; siguiendo el individualismo de la época, acepta el barén la idea del estado de naturaleza, con una concepcién radicalmente diferente a la de Hobbes: la ley primera de Ja naturaleza es la igualdad, pero como cada hombre se siente débil y no se anima a atacar a los demés, la paz es la segunda de las leyes de Ja vida presocial. “Tan pronto viven los hombres en sociedad, pierden el sentimiento de su debilidad, cesa la igualdad que existia entre ellos y principia el estado de guerra” (libro I, capitulo ITI), Inmeviatamente después hallamos la referencia al estado: “Una sociedad no podria subsistir sin un gobierno, La reunién de todas las fuerzas, dice muy bien Gravina, forma lo que se llama el estado poli- tico”. La fuerza general, se dite todavia, puede colocarse en manos de uno o de varios. En otro p4rrafo del libro XI, capitulo ITI, se define al estado como “la sociedad en la que existen leyes”, a Jas cuales estan suje- tos los que cumplen las funciones ejecutiva y judicial. Estos renglones prueban que Montesquieu, al igual que los griegos y los romanos, consi- derd Ginicamente a la sociedad y al gobierno sujeto a las leyes que se daba Ja misma sociedad.

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