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86 GENEROS EN PROSA los derechos y obligaciones de sacerdotes y levitas en Nm 18— no suclen hablar en segunda persona; su estilo es el de un informe sobre imaterias y retos. Seguramente hubo, ademis, normas des- tinadas a los laicos. Bs posible que se encuentren, por ejemplo, en los eatélogos de animales comestibles y no comestibles que apare- cen en Ly 11,1-23.41-47 y Dt 14,4-20"; cabe preguntarse si el uso de la segunda persona en estos pasajes es primitive 0 si, como pare- al prineipio estaban formuladas a manera de infor- ‘a cuando los incorpora- lo-entonces en boca di me y adoptaron el estilo de alocuei ron al marco narrative del Pentateuco, ¢u de Yahyé o de Moisés. La analogfa con las mencionadas tarifas sacri- ales de Marsella y Cartago permite pensar que también en Israel se conocia este tipo de promulgaciones piblicas como las que po- nas contenidas en Lv 7,28-36 y an drian constituir el trasfondo de las nor De 18,1-5. Podemos rele po de prescripciones legales, riginariamente independientes, que se encuentran sobre todo en el Ambito cultual, pero que se dan también en materias de derecho profi- no: la préctica —aniloga al hadith islimico®\— de remontar ciertos es de los antepasados. Este gé 80 literario, sino que sirvid tica, Aqui entra la costumbre de derivar algunos usos y fiestas de deter- minados hechos histéricos, Jolos expresamente por ellos, x 12,27) y del sacrificio de los + propiamente legal de esta s sobre casos presun uusos y leyes a accio como ocurre en el caso de la Pascua ( primogénitos (Ex 13,14-15). Bl caré puesta in se acvierte en las notic ‘ocurridos en tiempos de Moisés y sobre decisio ‘como las relerentes a la celebraci6n de la Pascua por parte de emigra ate tomadas por él, iver, Binds in the Os: PEQ 87 (1955) 5-20, 120-405 fd, «Once again: Birds in the Bible»: PEQ 90 (1958) 56-4 Mil he Biblical Diet Laws as an Bthical Systems Interpe 17 (1963) 28-301: Redinson, «Quelques ides sue les prohibitions alimentaires hex les Séuitess: XXV ICO wal. 1 (1963) 3626, % RGG AM, 410-1 (Schacder), "I, 912s (Schinamel); Handewrterbuch det slam (1941) 146-51 (boll, M. M. 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Nagractones: Las narraciones se pueden dividir en dos grandes grupos: ps c hist6ricas, es decir, las que brotan de una actividad creadora o imagi- nativa —ambas suelen ir juntas— ante la vida y el mundo y las que, de manera mids cientifica y erudita, pretenden fijar y exponer los aconteci- mientos tal como ocurrieron. Se trata de una divisién que hacemos imeros interesados, narradores y oyentes, claridad entre narraciones histricas y poe ticas, ¢ incluso consideraban a menudo una narracion poética como: asi, la distincién estd justificada, pues refleja dos postu- ras diferentes ante el mundo, aunque los interesados no tuvis ciencia de ell ‘ron con 1. Narraciones poéticas Bibliografia: Anwander, «Prolegomena 2u einer Mythosmonogra- phie»: MThZ 13 (1962) 52-5; Auerbach, Mimesis: Dargestellte Wirk- lichkeit in der abendlcindischen Literatur (1946); Baumann, «Mythos in ethnologischer Sichto: «StG» 12 (1959) 1-17, 583-97; Bethe, Mar chen, Sage, Mythus (1922); Cox, History and Myth. 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Hay 1 erdticos en Ester, Judit y Tobias, es decir en los libros del pe- fstico, que acusan probablemente el influjo de la novela de d) Sagas. PLAT es muy rico en sagas, prueba de que Israel sentia especial predileccién por este género y lo cultivaba con intensidad. Pre- cisamente en este terreno prodajo obras muy peculiares. Para tener ut idea dle conjunto de los materiales de que disponemos, podemos dlividirlas cen sagas centraclas en lugares o fenémenos de la naturaleza y sagas cen das en un grupo humano 0 un individuo, es decir, sagas referentes a lugares o a la tiaturaleza y sagas referentes a tribus o jefes. Uno de los raygos comunes a ambos grupos es que suelen tener caracter etiolégico, es decir, nacen del deseo de explicar fenémenos sorprendentes 0, al 15, Curiosos. Ya que el antiguo Israel, como muchos pueblos antiguos primitives, da por supuesta una estrecha relacién entre la cosa y el non bre, es natural que his sagas busquen a menudo la explicacién de tun nombre y que tengarnos una langa serie de sagas etimol6gicas™, na 69-71; ANI Vase, por ejemplo, ef cuenta egipeio de lw dos hermanos: AO" 23-5; DOTT, 168-71 © jel, «LDrei Weihreliefs an de N (1900) 252% publics come ihustracion 1 de la pig, 24 un relieve ni al silo HL a.C, que sniesta al dios Pan acechando a dos ninfas 1-9 Tce la siguiente observacin: e's una versién antigua del famoso tema de vwissenschaft 2/13, al de Mikal pert hen»: Beitrge aur Alter Susan ee ai © CL Weiswiler Sace 9 (1958) 162-75, © Ruth Stihl, «Esther, Judith und Daniels en Altheim y Stiehl, Die Aramaische Sprache unter den Achaimeniden Fase, I (1960) 196-213. © Childs, «A Study om the Fornvala “Until this Days: JBL 82 (1963) 270-02; Kissel, “Chick” in semitincher Namengebungs: JBL 82 (1963) 195-200; Fichtner, «Die logsche Atiologie in den Namengeliangen der peschichilichen Biicher dey AT: he ruharabiscle Liebesgeschilte al ihr historiveler Hintengrinel: [NARRAGIONES: 99 das del deseo de explicar determinados nombres, si éta, Una saga local o de la naturaleza es la historia de Sodoma en ( 9. El relato intenta explicar la desoladora aridez y abandono de la orilla sur del Mar Muerto, y quizé la misma existencia de esta parte sur; para ello narra la historia de una gran ciudad, situada al principio en una zona fertilisima, pero que fue aniquilada por Dios, con todos sus alrededores, a causa dle su depravada y corrompida conducta, No se excluye que perviva un oscuro recuerdo de la desaparicién de deter- minadas poblaciones de la zona“, pero el relato es una saga con para- Ielos en todas partes, como las historias sobre «lagos del diablo; otras parecidas. Ademds de explicar el caricter general de la regi Iuestra saga preted aclarar otros don detalles: Ia existenci de Mar Muerto iiculo de sal con forma humana en la costa suroeste del {a localizacién de una ciudad Hamada Soar (72'S), que ; en la zona sureste, hoy totalmente despoblada. La curiosa forma del cono de sal se explica aduciendo que la mujer de Lot, al huir de Sodoma, desobedecié el mandato divino de uo volver la 1 qued6 convertida en estatua de sal (19,17-26)"*. La situa de Soar en medio de una regién despoblada se atribuye a que Lot, cansado de huir, pidié que se perdonara aquel caserfo para poder reposar en él (19,18-23). En este caso se explica tan |a ciudad —que significa «peque do q car su peticidn, aduce que la ciudad es «pequeiiar (v. 20). Otra hermosa saga local aparece en Jue 15,9-19. Los judios, obli- gados por los filisteos, apresan a Sans6n; pero, cuando esti a punto de ser entregado a éstos en Leji, se desata y, con una quijada de asno (hat) mata a mil filisteos; después arroja la quijada y desde enton- ces el lugar se Hama Ramat-Lejf (79 797), «colina de la quijada», Pero el relato no termina con esta etimologia, lestinacla a explicar la forma peculiar de una elevaci6n del terreno. Si std a punto de morir de sed, pues no hay agua en la regién. Entonces Yahvé escucha su pleya- elnombre de Lot, para justifi V6 (1956) 372-965 Key, «The Giving of Proper Names in the OTs: JBL 83 (1964 55.95 Lolink, «Gen 2s als “Geschichiche Atihie"s eScholantihe 381963) 321-32, Moran, «The Hebrew Language in its Nordiwest Semitic Backye ‘bright (1961) 54-72 “yi (1961) 4 © Bauer, «Uxor Loth repetitne Sodoman?s: VD 38 (1960) 28-3. Baars At dows BA 5 (1942) 17-32; 6 (1943) 41-54 = BA Reader 100 EROS EN PROSA ria, hace brotar agua de los alvéolos de la quijada, y la fuente que ast rece se Hlamé «fuente del que invoea» (R770 [2), pues brot6 por invocacién (87p7) de Sansén. Por tiltimo, en la maldicién de la serpiente después del pecado del paraiso (Gn 3,14-15)"" tenemos una saga etiolégica de animales: se arrastrara sobre su vientre, comerd el polvo de la tierra y estard constan- temente expuesta a que el hombre la pise. El modo de vida de la ser- piente, que resulta terrible a los israelitas en comparacién con el de los tos animales, y la gran hostilidad del hombre hacia ella, se atribuyen aa que la madre de las serpientes, al seducir a la mujer, eché sobre sf tuna culpa tremenda que ella y su descendencia habran de expiar con su horrible destino. Pero lo verdaderamente t6pico de Israel son sus sagas tribales nacionales. Se basan en la idea de que los grupos humanos tienen un antepasado, més raramente una antepasada, cuya vida y conducta son determinantes para la suerte de su descendencia, anticipada, o al me- nos simbolizada, en el antepasado; para comprender esta idea hay que tener en cuenta que los antecesores no se conciben simplemente como seres del pasaclo, sino como personas que perviven, conviven y sobre- viven en sus descendientes. Por ello, el centro de las sagas tribales y nacionales lo ocupan siempre individuos, que son quienes hacen posi ble la saga como tal; de otro modo, los grupos humanos dificilmente tienen cabida en la saga, al menos en la israelita. Bl grado de concen- mnidad en la figura de un individuo’” no es siempre ver cla- tracién de la co el mismo, A veces es un revestimiento superficial y pe ramente que no se trata en realidad de individuos, sino de tribus 0 pueblos. Bjemplo de este género es Ia breve saga de Quetura y sus hijos (Gn 25, 1 distinta de las narraciones paralelas sobre Ha- gar (Gn 164-14; 21,1-21); el v. 6, en vez del plural que hoy tene- «concubinas», debié decir originariamente aconcubina», referido ctura, Otro gemplo es el relato, mas detallado, de Tamar en 182". En ambos casos, los elementos tribgles y nacionales quedan © Saydon, «Gen 3615 in the Light of Recent Discussionss: MT 7 (1954) 69-92. © Teabinson, «The Hebrew Conception of Comporate Personaltys: BZAW 66 (1936) 49-62 © C2 Gr 120, Stracmans, Un theme égiptie 5 y La R. Fisher, «An Amarna Age Prodigals: JSS 3 (1958) 113-22, esp. dans la gene de Thamar: Atti VI Congr. Stor. Rel NARRACIONES 101 tan en segundo plano que pueden pasar inadvertidos a oyentes y lecto- res; éstos creen a menudo que sélo se trata del destino de un individuo, El primer tipo de saga es ciertamente el mas antiguo. Con el tiem- po fueron diluyéndose los elementos tribales y nacionales y este proc so aumenté a medida que se distanciaba de las situaciones y tancias hist6ricas —tan importantes al comienzo—~ y se iba perdi el interés por ellas, mientras crecfa el interés por los rasgos ind les y humanos de los relatos ya enraizados en el pueblo, pues tales rasgos seguian siendo ficiles de comprender. El proceso también pue- de describirse como la transformacién de la saga tribal y nacional, liga: daa la historia, en una novela o anécdota de valor humano universal y suprahistérico. En cualquier caso, el secreto de la eterna juventud de muchas sagas veterotestamentarias radica en que, al suftir esa transfor- macién, ya no son simple reflejo cel destino de Israel en un momento histérico conereto, sino reproducciin poética de perennes vicisitudes y cualidades del hombre”. Es sobre todo el hombre en sus relaciones familiares permanentes lo que retratan de forma insuperable estos rela- tos: la historia de Hagar presenta ala madre que no puede ver morir a su hijo y recibe una ayuda milagrosa (Gn 21,8-21); en la historia de José aparece el padre que siente gran predileceién por su éltimo o pentiltimo ‘ijo, sufre angustiosamente su pérdida y al fin lo recobra sano y salvo; aparece aqui también el muchacho que, valiéndose de la predileccién de su padre, adopta ante sus hermanos una actitud arro- gante que le costaré cara, pero que providencial do a un alto cargo y sigue siendo no sélo el hijo agradecido, sino también el hermano que perdona y paga con bienes la injusticia pade- ida, Las relaciones familiares de estas personas estin descritas con tal sobriedad y sencillez, con tal viveza y transparencia, que hasta los ni- fios pueden entenderlas s der su pequeiio mundo". e se ve encumbra- (1956) 279.80 = «Le Flambeau 38 (1955) 415-30; de Vine, «The Sin of Onam, Gen 388-109: CBQ 4 (1942) 323-40, " Brongers, De Joxfgeschirdenis bij Joden, Christenen en Mokammedanen (142); vo Rad, (en hebreo com eesumen en inglés): Tarbizs 26 (1956:57) 15,1 Bew Shabbat, Nots on J. Blas Easy “Hatan Dani «Tarbies 24 (1956-57) 215, VI; H. Kostala «The “Bloody Husband»: VT 12 (1962) 14-28 (com bibliog), Wéane wmbin $27, nota 1 © Sogn, «Kukitiolgische Sen w. Katechese ia Mexateuchss VF 10 (1960) 341-7. trodujo Abrahin ar este relato con los dos citados).. | NARRACION! 107 leyendas sobre profetas que las leyendas sobre sacerdotes. Por otra parte, a menos que sean hostiles a los sacerdotes, como el relato de la impie- dad de los hijos de Elf (1 Sm 1-4), en general producen la impresién de ser autopropaganda de los circulos sacerdotales. Nm 16,1-17,15"', que cuenta la sublevacién de Coré y sus partidarios contra Moisés y Aarén y avala las prerrogativas sacerdotales de Aarén con el milagroso florecimiento de su vara, produce la misma impresién que cuando se intenta defender los derechos del sacerdocio contra las pretensiones de la monarqufa, por ejemplo en la leyenda sobre la rebelién de Ozias contra el sumo sacerdote y su castigo con la lepra (2 Cr 26, 16-20). En cambio, las leyendas sobre profetas, aunque no estan libres de partidismo, ya que pretenden glorificar a sus héroes 0, més bien, el poder de Dios que se revela en ellos —no raras veces a costa de los adversarios—, resultan mis orginicas y esponténeas. Es evidente que en l Israel preexilico, en el que tanta importancia tenfan las visiones y el profetismo, videntes y profetas fueron més populares que los sacer- dotes; mé; tarde, el héroe de las leyendas piadosas no sera tanto el sacerdote cuanto el escriba y el laico piadoso. Un aristécrata como Jestis ben Siré pudo entusiasmarse con el sumo sacerdote Simén y levantar un monumento a su piedad en el poema de Eclo 501-24, pero no parece que hubiera muchas leyendas nopulares de este tipo. Naturalmente, no fataron por completo, Basta recordar el relato de las plegarias del sumo sacerdote Simén y del sacerdote Eleazar (3 Mac 2,1-24; 6,1-21), 0 la leyenda de Zacarias e Isabel, de estilo totalmente veterotestamentario (Le 1,5-25.57-80), en la cual el narrador no disi- mula su simpatfa por este piadoso y respetable matrimonio de la clase sacerdotal (> 15, nota 12). Los libros de Samuel, Reyes y Crénicas estin llenos de leyendas, proféticas, Unas se refieren a profetas cuyo nombre se conoce, como las de Ajfas de Sil6 (1 Re 11,29-39; 14,1-18), otras son andnimas y hablan simplemente de un profeta, como 1 Re 13,1-32, donde un pro- feta de Judi apostrofa al altar de Betel y Inego, por desobedec mandato divino volviendo a casa de otro profeta y con despedazado por un le6n; posiblemente se trata d a la aparicién de Amés en Betel, embargo, las figuras clisicas de has leyendas proféticas son Samuel, Elfas, Eliseo ¢ Isafas; con el tiem- relato vinculado * Greta Hort, CThe Death of Qorab: ABR 7 (1959) 2-26; Liver, «Ki iran: Seripta Hietos VII (1961) 189-217, h, Dathan and 108: GENEROS EN PROSA po, también la figura de Jeremias se va rodeando cada vez mas de harraciones legendarias. Entre las leyendas que se refieren a los cuatro primeros personajes, unas los presentan participando en los. gran- des acontecimientos politicos, incluso promoviéndolos, y en tales ca- 08, especialmente en las narraciones sobre Elias, encontramos algo del pathos épico de las sagas de héroes (cf. 1 Sm 15; 1 Re 18; 21; 2 Re 6,8-23; 8,7-15; 18,17-19,37); otras los presentan como auxilia- dores 0 taumaturgos en circulos reducidos, coneretamente entre sus discipulos (1 Sm 19,18-24; 1 Re 17,7-18,1; 2 Re 4"; 6,1-7; 8,1-65 20,1-12"), Entre los dos grupos podemos citar el relato de 1 Sm 9, lleno de carifio hacia Samuel y Sail, donde se cuenta cémo Samuel prometié a Sati la monarquia cuando iba en busca de unas asnas per- didas". Jeremfas, en la época siguiente, no es sélo el profeta que Hora la destruccién de Jerusalén y al que por ello le atribuyeron las Lamen- nes (—> 69), sino ante todo el gran intercesor, como testimonia la aa leyenda de 2 Mac 1511-16; segtin ésta, antes de la batalla contra Nicanor tuvo Judas el siguiente sue: se le aparece primero el suno sacerdote Onias, orando por los judios con las manos extendi- das, y luego un personaje de extraordinaria ancianidad y dignidad, ico en. un halo majestuoso, a quien Onias presenta como «Jere- , el profeta de Dios, que ama a sus hermanos ¢ intercede continua- mente por el pueblo y la ciudad santa», Acto seguido, éste entrega a Judas una espada de oro para aniquilar al enemigo. La época tardia, sobre todo la de la opresidn religiosa de los judios por parte de Antioco IV Epifines (175-163), produce un nuevo tipo de leyenda o, al menos, le confiere una forma ¢ importancia’ que no habfa tenido antes": la leyenda de mértires —entendiendo la palabra «andrtir» en el sentido original de «testigo», «confesor-—, que habla de jucios piadosos, hombres y mujeres, valientemente comprometidos de palabra y de obra con su fe, hasta el punto de sufrir y morir por ella. en © Hicker, 92). luso. 2. 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Essays in Honor of Laurence Bradfor Packard, ed. por H, Sheart Hughes (Nueva York 1954) 199ss; J. J. Finkelstein, «Mesopotamian Historiography»: Proceedings of the American Philo- sophical Society 107 (1963) 461ss; G. Goossens, «La philosophie de Phistoire dans Ancient Orient»: Giiterboek, Die historische Tradition ut bei Babyloniern und Hethitern bis 1200»: (1938) 45ss; Machinist, «Literature as Epic and the Bibles: CBQ 338 (1976) 455-82; $, Moscati, Historical Art in the Ancient Near East (1963); E. Otto, «Geschichtsbild und Geschichtsschreibung in Agyptens: WO 3,3 (1966) 161-76; J. R. Por- ter, «Pre-Islamie Arabic Historical Traditions and Early Historical Na- rratives of the OT»: JBL 87 (1968) 17-26; J. van Seters, Jn Search of 12 GENEROS EN PROSA History. Historiography in the Ancient World and the Origins of Bibli- cal History (New Haven 1983); J. W. Wevers, «Histories and Histo- rians of the Ancient Near East»: Or 49 (1980) 137-94; N. Wyatt, «Some Observations on the Idea of History among the West Semitic Peoples»: UF 11 (1979), sobre la historiografia en Israel: Ch. Conroy, «Hebrew Epic: His- torical Notes and Critical Reflections»: Bib 61 (1980) 1-30; N. Loh- fink, «Die Gattung der “Historischen Kurzgeschichte” in den letzten Jaliren von Juda und in der Zeit des babylonischen Exils»: ZAW 90 (1978) 319-47; J. Schildenberger, Literarische Arten der Geschichts- schreibung im AT (Einsiedeln 1964) [traducci6n italiana: Realta stori- ca ¢ generi Ietterari nell’AT (Brescia 1965)]: H. Schulte, Die Entste- hung der Geschichtsschreibung im alten Israel (BEAW 128, 1972); J Distintas respuestas de la Biblia» » 12 (1979) 1-43; Sh. Talmon, «Did There Exist A Bibli- Epic?»: Proceedings of the Seventh World Gongress of Jewish Studies, Bible, 1977 (1981) 41-61 Sobre el n." 4 de este apartado: C, Coulot, «Recherches sur les récits bibliques de vocation»: «S ue et Bible» 24 (1981) 37-41; B. O, Long, «Reports of Visions Among the Prophets»: JBL 95 (1976) 353-65; G. Del Olmo Lete, La vocactén del lider en el antiguo Israel (Salamanca 1973); 8. Zeitlin, «Dreams and their interpretation from the Biblical period to the Tannaitic time: An historical study>: JQR 66 (1975-76) 1-18.] Véase también el Complemento bibliografico, Las narraciones hist6ricas se distinguen de las poéticas, a las que acabamos de referirnos, en que no son pura creacién literaria, sino que pretenden relatar lo que realmente acontecié o describir situaciones reales. Y se cistinguen de las formas que hemos catalogado como do- una finalidad préctica inmediata y actual, ito. Surgen en cfrculos wlos para considerar el cumentos en que no tie sino que intentan satisfacer que, por su cultura y situacién, estén capa mundo y la vida de manera «ads cientifiean. Mientras los relatos poéti- cos son generalnente asequibles y comprensibles para todos, y por tanto se difimden en todos los estratos populares, la narracién histéri- a presupone cierta formacién, El hombre uo esté naturalmente prepa: aclo para esta actitud mas objetiva ante el mundo y la vida, Precisa- nente por eso, el cultive dle la narracién histérica esté reservado a cierta clase alta, NARRACIONES: 113 4) Memorias. Entre las narraciones hist6ricas hallamos en primer lugar las memorias. A diferencia de los informes diplomaticos o milita- res, que tienen una utilidad inmediata, las memorias se escriben para conservar el recuerdo de un acontecimiento. «Se escriben»; porque aqui slo puede tratarse de tradicién escrita, no de tradicién oral. ‘Te- nemos sobradas razones para pensar que en Israel, desde época muy temprana, se escribieron tales memorias en los centros politicos y reli- gi0sos, como las cancillerias de los reyes ¢ incluso de sus predeceso- tes, los qjueces», y en los templos principales. Por la historia de Wen- Amon, que se remonta aproximadamente al 1100 a.C., sabemos que el rey de Biblos podia consultar memorias de este tipo, redactadas por sus antepasados", y las excavaciones realizadas en Boghazkiy, Alalak, Ugarit y otras ciudades del Préximo Oriente y de Egipto han sacado a |a luz archivos de palacios y templos que contenian muchas memorias de éstas”. Tenemos también datos bastante antiguos para pensar que hubo tales memorias en la corte de los reyes de Israel. Es preferible prescindir del dato, histéricamente discutible, de que Moisés e en un libro, hoja o tablilla el relato de la victoria sobre los amalecitas (Ex 17,8-13) para que se conservara su recuerdo (de todas formas, el dato es interesante, porque cuenta con la posibilidad de que existieran ‘memorias en época tan antigua), pero las listas de funcionarios de la corte de Satil y David (1 Sm 14,49-51; 2 Sm 8,16-18; 20,23-26) se remontan en iltimo término a mem Sobre todo los libros de los Reyes, a partir de Salomén, remiten al lector deseoso de conocer més datos sobre el rey correspondiente a libros compuestos sin duda a partir de anales oficiales. «Anales de Salomény es el titulo del libro mencionado al final del relato sobre el reinado de este mona ca (1 Re 11,41). A propésito de sus sucesores en Israel o Juda, el autor ribi6 5.0) ANET, 250 (p. 27: Il, 5-0). Cf tumbieu Jonefo, Contra Afionem 1, 21 155: 146 vow Duosinwy tveryprapics Wilson, «The Assembly of the Phoenician Citys: JNES 4 (1945) 245, « propsito de Wen-Amén I, 70-1, Ch bi srafia de ba nota 60, © Harris, &Phe Archive of the Sin ‘Temple in the Khalijahn: JOSt 9 (1955) 31-58; Lae 06, The Shemshara Tablets. A Preliminary Report (1959) [véase sobte esta obra Fl Kenstein: ZA 54 (1961) 286-8); Laroche, cL Bibliotheque dle Hattusun: AvOr 17.1 I (1949) 7-25; Ouen, «Bibliotheken inn Alte Das Alteran» 1 (1955) 67-81 Schaeffer: PRU IEIV (195: archivos diferentes del pac real de Ugarit; Weide 2: AMO 19 (1959-40) 33.9% Wa Mey, A Forgotten Kingda ng tl

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