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“EPS La Perspectiva de Venezuela en el Siglo XXI”

“Educación para la Salud


la Perspectiva de VENEZUELA en el Siglo
XXI”

I MARCO TEORICO
II Caso Venezuela
ESTRATEGIAS PARA MEJORAR LA CALIDAD DE
VIDA
III PERFIL DEL SISTEMA DE SERVICIOS DE SALUD
DE
LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

Autor: Dr. Egar R Zabaleta 1


“EPS La Perspectiva de Venezuela en el Siglo XXI”

I
MARCO TEORICO
La estructura social contemporánea se caracteriza por la interacción de diferentes
grupos o culturas con rasgos propios y autoctonos, formando una sociedad multicultural. La
concepción de la salud es inherentemente relativa en términos culturales; lo que se traduce
en diferentes significaciones en cada grupo e implica un carácter polisémico y
multidimensional de la salud. La promoción y la educación para la salud deben tener en
cuenta dichas singularidades a la hora de emprender sus programas y acciones preventivas,
que deben descansar sobre la tolerancia, el respeto a la diversidad y el relativismo cultural,
trabajando en una educación para la salud intercultural. Se ha de proponer un modelo con
una orientación culturalista, que pretende modificar los patrones culturales en los ámbitos
que intervienen en la salud y el autocuidado, trabajando en los procesos de endoculturación
y socialización, formando culturas o subculturas saludables, a través de la intervención
conjunta en los individuos y las estructuras. La aparente contradicción de perseguir el
cambio cultural y mantener el respeto a la diversidad se resuelve a través del diálogo
intercultural y al relativizar el valor salud y la identidad cultural hasta mínimos en los que
todos nos sintamos representados.

II
Caso Venezuela
ESTRATEGIAS PARA MEJORAR LA CALIDAD DE
VIDA
El contenido de esta propuesta se elaboró en el Ministerio de Salud y Desarrollo
Social (MSDS) durante los meses de agosto del 2001 y octubre del 2002, en el marco de la
formulación del Plan Estratégico Social (PES), instrumento de planificación de las políticas
de salud y desarrollo social cuyo fin es hacer efectivas las disposiciones de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela en materia de derechos sociales.

III
PERFIL DEL SISTEMA DE SERVICIOS DE SALUD
DE
LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

Autor: Dr. Egar R Zabaleta 2


“EPS La Perspectiva de Venezuela en el Siglo XXI”

I
MARCO TEORICO

INTRODUCCIÓN
La educación para la salud debe ser una forma de intervención en el constructo
biológico, pero también social y cultural de la salud, haciendo hincapié en el carácter
polisémico del hecho de enfermar. Leininger ( 1985 :209), una teórica de la enfermería
transcultural, define la cultura como los "valores, creencias, normas y prácticas de
determinado grupos, adquiridos y compartidos, y que como modelo, orientan el
pensamiento, las decisiones y las acciones". Entre todos los valores podemos señalar el
valor salud, que como indica Schwartz (1992:1-65), es concebido como una meta general y
deseable que sirve como principio-guía de diversa importancia en la vida de las personas.
Dicha diversidad se encuentra dentro de cada grupo humano y en distintos estudios
(Aguilar Luzón, 2001 : 15) se señalan diferencias culturales entre hombres y mujeres frente
a la concepción que tienen de la salud y la forma de entenderla. Pero las diferencias son
más notables entre los diferentes grupos o sociedades. El profesional debe atender y prestar
atención a esa diversidad, lo cual no implica cuestionar la universalidad del valor salud,
pero si su jerarquía y su concepción en las diferentes escalas culturales, con el objetivo de
mejorar y aumentar la eficacia de los programas educativos. Si bien es cierto que desde el
ámbito académico se pretende una noción supuestamente universal, hemos de ser
conscientes del carácter polisémico de los procesos de enfermar y, en consecuencia, cada
grupo apela a las distintas formas terapéuticas que la cultura dispone y/o pone a 'su
servicio. Podemos decir que la enfermedad es definida y tipificada por cada cultura, que la
dota de significación social (Salas Iglesias, 2001 :26). Fabrega (1972) es el primero en
introducir la idea de multidimensionalidad de la enfermedad, distinguiendo entre disease e
illness. El primer término alude a la patología, al desequilibrio y las alteraciones biológicas
desde la perspectiva occidental, mientras que illness alude a la dimensión folclorika de la
enfermedad, bajo criterios de tipo social y psicológico, a la aflicción. En las últimas
décadas se ha producido la culuminación de un proceso iniciado siglos atrás, proceso que
aboca en la interacción de diferentes grupos o formaciones culturales que se hallaban
tradicionalmente separadas en el espacio. La mejora de los transportes, las relaciones norte
sur o los flujos migratorios son algunas de las causas que han contribuido a la actual
realidad multicultural. Esta sociedad multicultural está formada por diversas etnias o grupos
culturales que forman una sociedad de derecho, bajo el amparo de una legislación nacional
e internacional. Las repercusiones de esta nueva estructuración social son objeto de estudio,
preocupación e incluso utilizadas como bandera electoralista. Pero más allá de este tipo de
cuestiones, desde el punto de vista de la salud es necesario realizar un abordaje adecuado en
todos sus ámbitos, pero sobre todo en la faceta de la prevención, la promoción de la salud y
la educación para la salud (Eps), aspectos especialmente sensibles a las diferencias
culturales a la conceptualización cultural de la salud, propia de cada grupo.

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Nuestra intención es ofrecer unas líneas sobre las que pueda descansar la Eps desde el
relativismo cultural y la tolerancia, huyendo de presupuestos etnocéntricos y
asimilacionistas, que atienda a la realidad de la estructura social a comienzos del siglo XXI,
con los problemas de salud o un proceso educativo que tiende a responsabilizar a los
ciudadanos individual y colectivamente en la defensa de la salud propia y de los demás".
Como comentábamos, los objetivos son diversos, pero de forma general, la Eps está
orientada a conseguir la capacitación y la responsabilización de las personas en la toma de
decisiones en relación con la salud propia y la colectiva. Para ello es necesario informar,
estimular, persuadir y fomentar el juicio independiente (Rose, 1994). Igual de complejo es
intentar concentrar en una definición las diversas tendencias pedagógicas y los desiguales
abordajes teóricos y metodológicos. No obstante, debemos admitir la idea de que "cualquier
pedagogía lleva siempre en su seno una inquebrantable referencia a un modelo de hombre"
(Fullat, 1979:236). Es decir, la educación en general y la educación para la salud en
particular están determinadas por la concepción de hombre que se tenga, lo que como
veremos, nos encamina a ampliar el horizonte hacia la diversidad y la pluralidad. El ser
humano es una realidad pluridimensional en la que lo biológico, lo sociocultural y lo
ambiental juegan un papel relevante en su configuración. Ahora bien, estos estratos resultan
de por sí insuficientes para determinar la consistencia del ser humano; es necesaria en una
perspectiva filosófica, su integración en la unidad, en una global percepción (Henri Bouché,
1998:55). Las dimensiones del hombre que configuran esa unidad deben estar presentes en
el abordaje pedagógico, pero sin olvidar que dicha realidad pluridimensional no está sujeta
a un patrón universal, sino que los diferentes rasgos culturales presentes en cada grupo
humano o culturas articulan y llegan a constituir modelos de hombre diferente. A modelos
diferentes, pedagogías diferentes, de forma que la educación para la salud se amolde bajo
los criterios de una actuación transcultural y no obvie las diferencias a favor de la ceguera
de la unidad y la universalidad.

DEFINICIONES Y ORIENTACIONES
Resulta difícil encontrar una definición clarificadora de educación para la salud,
puesto que la concepción que de ella se tiene está influida y mediada por múltiples
variantes que afectan y orbitan en diversos ámbitos, tales como el social, económico,
político o el cultural, por la ideología subyacente y por los diferentes objetivos que pretende
cumplir e incluso por la priorización o jerarquización de los mismos. Greene y Simon-
Morton (1984) ya señalaron multitud de definiciones de la EPS y la dificultad de encontrar
una definición equilibrada, universal y satisfactoria. Modolo y Sepilli (1983) la definen
como una intervención social dirigida a modificar consciente y duraderamente el
comportamiento en la relación salud-enfermedad.

El aspecto cultural de la relación salud-enfermedad


Si como señala Freire (1997:102) educar es una especifidad humana que es la Eps.
La primera de ellas es la prescriptiva, emparejada al modelo preventivo. Sus características
o príncipios suponen que la prevención es siempre mejor que la curación y que la conducta

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de los individuos desempeña un papel significativo en la conducta de enfermar. En contra


de lo que supone este modelo -para el que la realidad cultural y socio económica constituye
un determinante muy importante de la salud, pero dificilmente modificable, lo que implica
una orientación de las actividades desarrolladas en el marco de la Eps hacia los individuos,
incrementando su responsabilidad en el cuidado de salud nuestra opción culturalista
reconoce y afronta la realidad cultural, e intenta cambiar sus patrones, entendiendo sus
elementos y sistemas configuradores más como aliados que como enemigos. No se trata de
seguir una serie de indicaciones o prescripciones de los profesionales sanitarios, sino que en
líneas generales aboga por la aparición de la cultura saludable. Una segunda orientación es
la radical, para la que la realidad social, económica y cultural es la raíz de los problemas de
salud de la comunidad. Los esfuerzos educativos deben dirigirse a inducir a las personas
sobre la necesidad de transformar dicha realidad (Tones, 1994). La Educación Para la Salud
se concibe como un proceso orientado a conseguir un cambio social que mejore las
condiciones de vida de las personas, desde todos los sectores implicados. Las actividades
encaminadas a reducir las desigualdades se encuadran dentro de esta orientación. Debemos
añadir que dichas modificaciones deben tener en cuenta el derecho a la diversidad y el
multiculturalismo, respetando las peculiaridades y la identidad cultural. El tercer modelo,
con una orientación hacia la capacitación, se basa en dos objetivos: la capacitación de las
personas para hacerlas autosuficientes en la toma de decisiones relacionadas con la salud y
lograr su implicación en el proceso educativo. Considera la estructura socioeconómica
como un determinante de la salud, capacitando a las personas para este análisis; diferencia
de forma meridiana entre adoctrinar, prescribir reglas o preceptos y educar, que persigue el
análisis de situaciones. Las personas aparecen como verdaderos protagonistas del proceso
dirigido a su capacitación. Cada uno de estos modelos tienen puntos interesantes y algunas
sombras; el modelo ideal consiste en una fusión de los puntos más interesantes de cada
orientación, complementándolo con las líneas del modelo culturalista que aquí presentamos

LA EDUCACIÓN INTERCULTURAL:
Una aproximación desde la Educación Para la Salud
El interculturalismo es un proceso activo de comunicación e interacción entre
culturas para su mutuo enriquecimiento (Bell,1989) o el conjunto de procesos -psíquicos,
grupales e institucionales- generados por la interacción de culturas, en relación de
intercambios recíprocos y en una perspectiva de salvaguarda de una relativa identidad
cultural de los participantes (Clanet, 1990:21 ). El fundamento de la interculturalidad es la
comunicación o relación intercultural y el de la pedagogía intercultural el hecho de lo que
se comunica o lo que se pone en contacto no son las culturas, sino hombres con culturas
diferentes, que deben culminar en el encuentro (Muñoz Sedano, 1997). La interculturalidad
es una negación del predominio de unas culturas sobre otras y una consecuencia del respeto
por las diferencias de las minorías, que no deben ser asimiladas por la cultura mayoritaria.
Se distingue de la multiculturalidad en que ésta solo expresa la simultaneidad espacial de
diferentes culturas y el respeto por la diversidad, pero no incorpora sus elementos

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enriquecedores y prescinde de su mutua implicación (Henri Bouche, 1998:221). Este


modelo supone una serie de implicaciones para el concepto occidental y etnocéntrico de la
salud, puesto que aboga por un respeto a las minorías ya los diferentes rasgos culturales, y
obliga mantener una actitud abierta hacia un mutuo enriquecimiento. Ello constituye un
tremendo desafio para el modelo biológico occidental, tan acostumbrado a desdeñar
modelos diferentes, considerados inferiores en una hipotética escala en base al estigma del
extraño, el estigma del otro. La interculturalidad debe ser entendida como búsqueda de lo
común sin renunciar a las diferencias de cada cultura, como búsqueda de acciones
cooperativas (Escámez, 1992). Aunque no se trata de un hecho que se acepte, lo cierto es
que el modelo predominante es la enfermedad queda en manos de la medicina occidental
(Martínez, 1996: 373). Klerman (1980) rompe con ese etnocentrismo occidental que
impregnaba los primeros trabajos y ofrece un modelo en el que el sistema biomédico
aparece en una posición pareja a otros sistemas médicos tradicionales, observados todos
como sistemas culturales. Retoca la dualidad disease/illness de forma que ya parece como
un modelo posible entre otros tantos, relativizando la carga de certeza, verdad y
racionalidad que Fabrega le atribuía. El carácter cultural de la enfermedad es tan acusado
que incluso podemos hablar de Culture Bound Syndromes síndromes de filiación cultural
(Harris, 1957; Parker, 1960, Newman, 964), como ellatah, el koro o el widingo, (incluso
como señala Ritenbaug 1982), enfermedades nosológicas occidentales como la anorexia
nerviosa o la obesidad, a las que podríamos añadir otras más recientes como la ortorexia o
la vigorexia. Desde esta perspectiva, podemos entender el ejercicio diagnóstico como un
proceso cultural que permite construir las enfermedades más que descubrirlas (Gaines,
1985) Las diferentes formas de conceptualización de la salud, la jerarquización desigual de
este valor, las ideas, creencias, acciones e incluso tratamientos están matizados por aspectos
culturales que deben conocerse y ser tenidos en cuenta. En la mayoría de las culturas
existen seis fenómenos distintos - comunicación, tiempo, espacio, variaciones biológicas,
organización social y el control ambiental- que hacen una realidad multicultural, una
realidad en la que el idioma, la utilización de los silencios, la comunicación no verbal, la
estructura familiar, la orientación del tiempo hacia el pasado, presente o futuro, las
creencias propias con respecto al mantenimiento de la salud y/o su restablecimiento e
incluso las enfermedades predominantes en el seno de cada cultura son factores que se
incluyen en los fenómenos anteriores e influyen de forma crítica en el carácter polisémico
de la relación salud enfermedad (Sheehy, 2001).

ORIENTACIONES DE LA EPS
Podemos distinguir tres orientaciones diferentes (Colomer, 2000:63-64) que pueden
redefinir esos conceptos, reconstruir la realidad, negociar sistemas y significados, innovar y
crear (Berger , 1972). La versión culturalista de la Eps pretende actuar en la cultura, en la
que Geerzt (1996) denomina Eidos, lo que un pueblo valora, simbolizado en sus creencias y
expresado en todos sus estilos de vida. A través de estos procesos de transmisión
adquisición cultural los individuos llegan a identificarse con una cultura, con un grupo

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social y una concepción de la salud, su tratamiento y prevención de la enfermedad. Persigue


la transmisión de determinadas conductas - rechazo al consumo de tabaco o alcohol por
ejemplo- y la formación de una nueva identidad o rasgo identitario definido por esas
actitudes. En conclusión, el objetivo primordial es alterar la jerarquia de los valores y las
actitudes, situando las acciones y los estilos de vida saludable al frente de la misma, pero
con un respeto relativo a los rasgos culturales y a la diversidad. Los procesos de
endoculturación se encargarán de fomentar estas actitudes en las generaciones venideras,
promoviendo pues el cambio social hoy, pero con una clara orientación hacia el mañana. Si
entendemos que la relación entre estructuras y las agencias es de tipo biunívoco, donde
unas afectan a las otras, debemos asimilar que el cambio cultural y las actividades que lo
propicien deben dirigirse tanto a los individuos como a las estructuras, con el conocimiento
que ese cambio no sólo es deseable, sino posible. De igual manera que la educación social
del ser humano es necesaria para la integración social, la Educación para la Salud, adecuada
a los rasgos culturales, es necesaria para su integración positiva en el constructo salud-
enfermedad. el asimilacionista, donde la cultura dominante se impone a las microculturas
minoritarias. La educación para la salud debe asentarse en el pluralismo cultural, en el
sistema que acepta que los valores y los estilos de vida de las personas son diferentes y
opera de tal forma que permite la igualdad de oportunidades para que todos desempeñen un
papel de pleno derecho en la sociedad (Husen-Opper, 1984: 137), y una igualdad de
oportunidades de mantener un nivel aceptable de bienestar físico psíquico y social, con el
conocimiento de que la implementación de este presupuesto teórico conlleva importantes
dificultades metodológicas. La Eps debe asentarse en valores como la igualdad, el respeto,
la tolerancia y el pluralismo cultural, aceptando sin reservas la diversidad y el respeto a las
diferencias. Esta pedagogía afirma las mejores aportaciones de lo propio e integra lo mejor
de los demás, es decir, respeta a la persona, pueblo y cultura, superando el etnocentrismo y
contribuyendo de forma cooperativa al proceso de construcción social Como señala el
Consejo de Europa (1986:36), el papel del enseñante es esencial. La situación multicultural
exige un conocimiento de los fenómenos migratorios y de las realidades con las que se
enfrentan, al tener que convivir con persona de otro medio cultural (...) en realidad, la
formación de los docentes es la pieza clave de la educación intercultural. De igual manera,
la formación y los conocimientos del profesional sanitario resultan ser la pieza angular para
la educación para la salud en su abordaje transcultural y conseguir así una mayor eficacia y
eficiencia de las intervenciones. Los sistemas de salud, los propios profesionales y los
centros universitarios de ciencias de la salud deben atender a esa necesidad, ofreciendo la
formación adecuada a la realidad social.

EL RELATIVISMO CULTURAL FRENTE AL VALOR


SALUD, ENDOCULTURACIÓN, CAMBIO
SOCIAL Y UNA ORIENTACIÓN CULTURALISTA
DE LA EPS

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En el modelo que venimos definiendo se aprecia un enfrentamiento paradigmático


entre la promoción del cambio cultural y la defensa del relativismo cultural, la tolerancia y
la idiosincrasia de cada grupo. ¿Cómo conjugar los dos posicionamientos? La tarea se
presenta ardua y compleja y surgen varios interrogantes, entre los que debemos destacar el
que se hace eco de la disyuntiva de la experiencia parcialmente consciente y parcialmente
inconsciente a través de la cual la generación de más edad invita, induce y obliga a la
generación más joven a adoptar los modos de pensar y comportarse tradicionales. Aunque
es cierto que este proceso no comporta una duplicación de las pautas de conducta de forma
completa, sino que aparecen nuevas pautas y estilos de conducta, es decir, "la
endoculturación puede explicar la continuidad de la cultura, pero no puede dar cuenta de la
evolución de la misma". La cultura aparece como configuradora de la persona y la
sociedad, forma "por medio de la educación en nosotros un segundo ser, el ser social"
(Durkheim, 1922:53). En estrecha relación encontramos el proceso de socialización, que
como indica Schoek (1973), es el "proceso por el que todo miembro de una sociedad
interioriza durante una época de crecimiento unos esquemas de conducta que le permiten
comportarse en esta sociedad en conformidad con las convecciones y las normas que
corresponden a la persona adulta". El conocimiento de todos estos procesos es fundamental
para realizar intervenciones en promoción y educación para la salud, puesto que las normas,
valores y estilos de vida -que son fomentados y transmitidos a través de los mecanismos
que dispone la cultura, mediante la endoculturación y socialización pueden ser modificados
por los mismo procesos, dirigidos por el profesional sanitario. La promoción y educación
para la salud no se orienta hacia los individuos, al menos en su concepción finalista, sino
hacia la modificación de los patrones culturales. La Educación para la Salud debe ahondar
en los procesos de adquisición, transmisión de valores y cambio cultural, promoviendo
actitudes y estilos de vida que favorezcan y repercutan en el estado de bienestar fisico,
psíquico o social. La actuación en dicha transmisión se convierte en la pieza central de la
Educación para la Salud. Según el interaccionismo simbólico (Mead, 1934), los sujetos
deciden lo que hay que hacer a partir de símbolos aprendidos y su interacción con otros y
de sus creencias sobre la importancia de sus significados. El objetivo de la Educación para
la saulud es incidir sobre la importancia significativa de los modelos de conducta
saludables, porque es cierto que individuos y grupos en general la cultura de una sociedad
tiende a ser similar en muchos aspectos de una generación a la siguiente. Esta continuidad
se mantiene en parte gracias al fenómeno de la endoculturación, " sin menoscabar la
identidad cultural de los pueblos y culturas diferentes a la nuestra, pero sin permitir que esta
privilegiada posición teórica ofusque hasta límites extremos nuestras acciones”. Aún con la
certeza de conocer y tratar el carácter polisémico de la enfermedad y sus diferentes
concepciones culturales, nos corresponde trabajar en el diálogo que nos acerque a un
mínimo moral en el que todos nos sintamos representados. No podemos ofrecer una
respuesta clarificadora, algo que podamos afirmar como verdadero. Sólo podemos ofrecer
diálogo.

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REFLEXIÓN
La estructura social actual está marcada por el multiculturalismo y la interrelación
cultural. En este contexto, los profesionales sanitarios, especialmente los médicos y las
enfermeras, deben adecuar el discurso y la metodología de la Educación para la salud a este
pluriculturalismo. La salud y la concepción de los procesos de enfermar son inherentemente
relativas en términos culturales, cada grupo construye su propia identidad. Esto se traduce
en actitudes y estilos de vida diferentes, que el profesional debe abordar desde
posicionamientos basados en la tolerancia, el relativismo cultural y el diálogo intercultural,
trabajando en una Educación para la Salud intercultural. El objetivo de los programas y de
las acciones deben perseguir modificaciones en los patrones culturales, persiguiendo la
formación de nuevas culturas o subculturas con actitudes saludables. Pero estos cambios
deben negociarse a través del diálogo entre culturas, buscando un mínimo común
denominador entre el respeto y la tolerancia y la preservación de la identidad de los pueblos
o culturas.

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II
VENEZUELA
ESTRATEGIAS PARA MEJORAR LA CALIDAD DE
VIDA
El contenido de esta propuesta se elaboró en el Ministerio de Salud y Desarrollo
Social (MSDS) durante los meses de agosto del 2001 y octubre del 2002, en el marco de la
formulación del Plan Estratégico Social (PES), instrumento de planificación de las políticas
de salud y desarrollo social cuyo fin es hacer efectivas las disposiciones de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela en materia de derechos sociales.

El país tiene grandes desafíos por delante, construir un nuevo horizonte para las
políticas públicas en el marco de la Constitución de 1999 y apostar por la transformación de
las instituciones públicas en la dirección que estas políticas señalen. Valorar estos nuevos
desafíos exige comprender y enfrentar los déficits e inequidades que caracterizan la
realidad social venezolana, a los que no dan respuesta las políticas aplicadas en el pasado.
Esto forma parte del debate interno y también es tema de interés mundial, con particular
relevancia en América Latina. Por eso, la necesidad de buscar nuevas perspectivas y
enfoques que permitan avanzar en la superación de esta realidad, combatiendo sus causas y
determinantes.

NOCION DE CALIDAD DE VIDA


La noción de calidad de vida se asocia con lo que se valora socialmente como bueno
o deseable, y también con lo que hace movilizar energías, recursos y esfuerzos para que sea
efectivamente alcanzado en un punto del futuro. Es un concepto integrador de las
necesidades humanas que rompe con las concepciones fragmentadas y parciales de la
realidad social y desarrolla un enfoque continuo de la vida y de sus determinaciones
sociales en todas sus etapas, procesos y contextos. Propone igualmente formas de
construcción de respuestas colectivas que trascienden las políticas centradas en la
prestación de servicios y articula las políticas económicas y sociales alrededor de objetivos
y metas públicas dirigidas a impactar en la transformación de las condiciones de vida de la
gente.
La estrategia de promoción de calidad de vida es el esfuerzo colectivo que busca la
preservación y desarrollo de la autonomía de individuos y colectividades para hacer
efectivos los derechos sociales, entendiendo por autonomía la capacidad de decidir y
materializar proyectos de vida de acuerdo con necesidades, lo cual dependerá del acceso y
distribución equitativa de oportunidades a una buena calidad de vida.

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Promoción significa elevar o mejorar las condiciones de vida, iniciar o adelantar una
cosa procurando su logro, es la acción o efecto de moverse hacia la superación de los
problemas.
Esta estrategia se comporta como un paraguas que reorienta el contenido y dirección
de cada uno de los sectores sociales e impacta en el reordenamiento de las acciones,
generando la convergencia de respuestas dirigidas a combatir todas aquellas causas que
comprometan, obstaculicen o provoquen la pérdida de autonomía o de las potencialidades
para su desarrollo, y que son evidencia de las debilidades sociales para garantizar el
ejercicio de los derechos. Las causas que expresan pérdida de autonomía son las
enfermedades, la falta de alimentos, la falta del agua y de servicios de saneamiento, un
medio ambiente degradado, la violencia en todas sus formas, las posibilidades de
accidentes, el uso de drogas, la deserción escolar, la escasez de renta o el desempleo
forzado, incluyendo las deficiencias y barreras económicas a la atención de la salud, así
como las dificultades para el ejercicio de una participación, democrática y protagónica.

El concepto de promoción rompe con las lógicas tradicionales que frecuentemente


reducen los problemas a sus consecuencias o a sus aspectos negativos (mortalidad,
desnutrición, discapacidad, abandono) y tratan a éstos de manera fragmentada o aislada de
los procesos humanos, sociales e históricos que los producen, lo cual bloquea a las personas
para intervenir en la transformación de sus condiciones de vida. La promoción busca
orientar los esfuerzos hacia la mejor condición posible a la que deberían evolucionar los
problemas, valorando todas las dimensiones y variables que actúen como causalidades y
determinantes, dentro de una lógica que tiene como premisa las posibilidades del cambio.

La salud, la alimentación, la educación, el saneamiento, la seguridad social, la


vivienda, el transporte, la renta y el trabajo, la seguridad ciudadana, la participación
democrática, entre otros, son necesidades sociales inherentes al desarrollo de las
capacidades y potencialidades humanas para la realización de la vida en sus diferentes
etapas. Cada una de estas necesidades representa derechos sociales reconocidos y
garantizados a toda la población venezolana en la reciente Constitución de 1999, que están
íntimamente interrelacionadas como expresión del conjunto de condiciones materiales y
sociales, biológicas, anímicas y espirituales que definen una plena calidad de vida.

En este sentido, la calidad de vida representa dentro de una perspectiva política que
busca la universalidad de los derechos sociales con equidad, que todos tengan igualdad de
acceso e igualdad de oportunidades al pleno desarrollo y preservación de la autonomía
como seres humanos y ciudadanos según las necesidades de cada cual, en forma individual
y colectiva. Este pensamiento exige el compromiso político de construir una ciudadanía
social o de derechos sociales y rescatar la función sustantiva de las políticas públicas en
resguardo del interés colectivo Los elementos que orientan estas políticas públicas son:
 El imperativo ético de responder a las necesidades sociales con universalidad y equidad,
cerrando los déficits de necesidades sociales y reduciendo las inequidades en las
condiciones de calidad de vida.

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 La confluencia de esfuerzos colectivos dirigidos a preservar y desarrollar la autonomía


de individuos y colectividades en el ejercicio de los derechos sociales y la plena realización
de la vida.
 La reorientación del modo de producir respuestas haciéndolas regulares, suficientes,
integrales y equitativas, a través de redes públicas y de solidaridad social.
 La construcción de una nueva institucionalidad pública comprometida con la
transformación de los patrones de calidad de vida de la sociedad.

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CIUDADANÍA, EQUIDAD Y DEMOCRACIA


Desde su conformación, el Estado venezolano ha tenido la marca de una débil
institucionalidad, resultado de instituciones intervenidas por poderes políticos y
económicos organizados alrededor de los beneficios de la renta petrolera y de una sociedad
limitada en sus niveles de participación y organización para actuar en las decisiones
públicas.
En este contexto, lo social tuvo casi siempre un papel secundario en las políticas,
siendo primero lo económico. Como producto de ello, la sociedad venezolana ha cargado
por décadas con problemas sociales que han tenido respuestas parciales, insuficientes e
inacabadas. Estas visiones reduccionistas de lo social han tenido dos vertientes:
a. La política universal/asistencialista, con auge en los años 50 y 60, por la cual se
organizaron alrededor del Estado las estructuras y mecanismos para dar protección a
quienes integrarían la fuerza productiva nacional, dando asistencia a quienes no pudieran
insertarse dentro del proceso de modernización económica y social del país impulsado por
los ingresos petroleros.
b. La política focalizada/compensatoria, introducida en los años 90, en la cual se
minimizó la intervención del Estado, dejando al mercado las reglas de acceso a la riqueza y
al bienestar. La función del Estado sería hacer llegar cosas a los segmentos de la población
identificados como pobres para compensar el impacto de los ajustes económicos, mediante
asignaciones directas a través de programas sociales focalizados.
De la primera, heredamos una importante infraestructura social localizada en
centros de desarrollo urbano que permitieron un aumento sustantivo de coberturas en
educación, saneamiento ambiental y salud, lo cual se convirtió en principal misión de las
políticas públicas y espacio institucional por excelencia de la acción del Estado.
Eran las obras de infraestructura y la masificación del consumo de servicios lo que
permitía mostrar los logros sociales de la acción pública. Pero, también permitió el
desarrollo de “burocracias de lo social”, con estructuras separadas y verticales que poco a
poco fueron perdiendo vínculos con el comportamiento real de las problemáticas sociales,
una alta disparidad en la distribución interna del gasto social, rigidez en el manejo de los
recursos y la generación de amplios déficits sociales y desigualdades para quienes quedaron
al margen, rezagados o postergados del proceso de modernización.
De la segunda, se desarrollaron un conjunto de programas de “subsidio directo” y
aparecieron nuevos ejecutores de las políticas sociales (ONG´s y Gobiernos Estadales). En
esta visión, el Estado se ocupaba de la identificación de los grupos pobres y vulnerables, así
como de repartir cosas entre ellos (dinero, alimentos, medicamentos, insumos escolares,
entre otros). Su aplicación acentuó el deterioro institucional, financiero y valorativo de lo
público, con expresión en la permanente crisis de insumos y la pérdida de calidad de los
servicios sociales públicos, lo que influyó también en el aumento sostenido del gasto
privado en servicios sociales, y creó una peligrosa diferenciación de políticas para los

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“pobres” y para los “no pobres”, los primeros asistidos para cubrir lo mínimo de
necesidades básicas.
Además, indujeron a una pérdida mayor de visibilidad de los problemas sociales y,
por tanto, a la disminución de las capacidades de respuesta de las instituciones públicas.
En la declaración y principios de la Constitución de 1999, la República se
constituye en un Estado Democrático y Social, de Derecho y de Justicia, que busca
construir una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y
pluricultural dentro de un Estado de justicia, federal y descentralizado, propugnando
como valores superiores la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la
democracia, la responsabilidad social, y en general los derechos humanos, la ética y el
pluralismo político.
Esto significa pasar de una democracia de contenido político, en la que se
conquistaron libertades públicas y el derecho a elegir y ser elegidos, a una democracia de
contenido social, caracterizada por la preeminencia de los derechos humanos y la garantía
universal de los derechos sociales a todos los ciudadanos y ciudadanas, ejerciendo su poder
de decisión, intervención y control en cualquiera de las esferas de la acción pública. Los
elementos que definen este nuevo Estado son:
 La construcción de ciudadanía, fundamentada en la universalidad de los derechos
sociales y el reconocimiento expreso de los sujetos de estos derechos, asegurando su
aplicación a toda la población sin ningún tipo de discriminación por edad, sexo, condición
social, étnica u otra índole.
 La búsqueda de la equidad como objetivo supremo del ordenamiento económico y
social, para hacer posible una efectiva universalidad de derechos y una justa distribución de
la riqueza.
 El rescate de lo público, como espacio para el ejercicio de una verdadera democracia,
aquella que se sustenta sobre “la participación de todos en función del interés de todos”,
requisito indispensable para que las personas, familias, grupos sociales y comunidades se
conviertan en actores sociales con dominio sobre su propio desarrollo.

Lo público es ahora espacio e instrumento de la confluencia de poderes entre Estado


y Sociedad en función del interés colectivo, no reducido a políticas de instituciones, de
programas, de cargos de autoridad o de personas. , En este Estado todos tenemos el derecho
y deber de participar como ciudadanos con poder para intervenir sobre las decisiones que
afectan nuestros destinos, en cada uno de los roles que ejercemos durante la vida y como
parte de los colectivos sociales a los que pertenecemos: la etnia, la familia, la comunidad, la
escuela, el trabajo, la parroquia, el municipio, la entidad federal, el gobierno nacional, el
país, etc.
Asimismo, lo social ya no se limita a las formas de proveer de bienes y servicios a
la población o en qué consiste el papel del Estado/Gobierno en estas prestaciones. Lo social
es ahora campo para el desarrollo de los derechos sociales entendidos como facultades
jurídicamente reconocidas a todos para realizar y exigir individual y colectivamente la
satisfacción de necesidades fundamentales que permitan participar plenamente en la vida
social, en forma individual y colectiva desarrollar plena autonomía como ciudadanos.

Autor: Dr. Egar R Zabaleta 14


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UNIVERSALIDAD CON EQUIDAD


La ciudadanía, en el marco de una democracia social de derecho y justicia social,
tiene como esencia la universalidad de los derechos sociales, haciendo que ésta se oriente
por la equidad. La universalidad significa garantizar los derechos sociales por igual a toda
la población. Desde esta perspectiva, toda persona tiene derecho a realizar sus aspiraciones
de salud, educación, alimentación, ambiente, trabajo, vivienda, protección social, entre
otros, incluyendo el derecho a no ser de ninguna forma discriminado o excluido del
ejercicio de estos derechos. Así, toda negación, limitación o vacío origina “déficits
sociales” o ámbitos de necesidades sociales no realizadas que es obligación de las políticas
públicas contribuir a reducir o cerrar.
Sin embargo, la universalidad puede ser injusta sí no parte del reconocimiento de las
diferencias, lo que es propio de la diversidad y complejidad de lo humano y de los
contextos donde la vida se desenvuelve. Si generamos la misma respuesta para todos,
algunos obtendrán cosas que no necesitan y los otros, cosas que no les serán suficientes. La
equidad es la búsqueda de la “igualdad en la diversidad”, es reconocer que todos
necesitamos cosas distintas en tiempos diferentes, combatiendo todo aquello que haga de
estas diferencias expresión de desigualdad. “Es aquello considerado socialmente injusto,
envolviendo cuestiones éticas, morales y políticas, refiriendo a diferencias indeseables y,
por tanto, factibles de intervención por medio de políticas de diversos sectores” (Almeida;
1999.
La universalidad con equidad es entonces la máxima expresión de justicia,
entendiendo lo justo como lo que se necesita (Hernández; 2001), es decir, responder a cada
uno según su necesidad dando más a quien tiene menos y menos a quien tiene más. A
necesidades diferentes corresponderán respuestas diferentes (equidad vertical) y a
necesidades iguales, respuestas iguales (equidad horizontal). Cuando comencemos a aplicar
este principio sistemáticamente, nos daremos cuenta que muchos recursos son consumidos
por la gente que no es la que más necesita.

NECESIDADES SOCIALES Y POBREZA


Para comprender mejor este planteamiento, es importante tratar el tema de las
políticas de “lucha contra la pobreza” y las estrategias de focalización, que durante más de
una década se han intentado aplicar en Venezuela. Se dice que es también una forma
equitativa de llegar a los que menos tienen, pero por el contrario, la aplicación de estas
políticas rompe con el principio de universalidad con equidad. La pobreza se define como
un patrón de lo “mínimo” aceptado socialmente según la realidad histórica de cada país,
para que hogares o personas “sobrevivan”. El concepto de pobreza proviene de las tesis de
mercado, según las cuales la satisfacción de las necesidades sociales es un bien que se
compra y se satisface en forma individual. En esta tesis, las personas que no tienen medios
económicos propios deben ser objeto de asistencia por parte del Estado, haciéndoles llegar

Autor: Dr. Egar R Zabaleta 15


“EPS La Perspectiva de Venezuela en el Siglo XXI”

algunas cosas que cubran lo “mínimo” de estas necesidades. Visto así, los derechos sociales
son para quienes tienen capacidad económica, convirtiendo a los pobres en imposibilitados
para ejercerlos, desposeídos de ciudadanía y desvalorizados en su dignidad. Además, las
políticas no hacen nada respecto a la distribución desigual de medios para alcanzar mejores
condiciones de vida, lo que deja intactos los mecanismos esenciales que producen la
pobreza y niega el mismo objetivo de superarla. En síntesis, los elementos que contraponen
la idea de lucha contra la pobreza y la idea de universalidad con equidad, son:
 Estas políticas restringen los derechos sociales, al hacerlos depender de la capacidad de
compra. Quienes no pueden contribuir, no son sujetos de derechos ni pueden ejercerlos.
 Los “pobres” representan una categoría residual de la población y tratados como objetos
de asistencia y dependientes del Estado, que a diferencia del resto de la población “no
pobre”, son incapaces para cubrir por sí mismos lo “mínimo” de necesidades sociales
“básicas”.
 El Estado sólo cubre una parte de algunas necesidades, que además se consideran
homogéneas para todos los pobres, sin considerar si estas respuestas son adecuadas,
suficientes y equitativas.
 Su lógica es minimizar las responsabilidades públicas del Estado a un “paquete” de
programas focalizados, reduciendo los problemas sociales a un conjunto de necesidades
“básicas” no satisfechas, que definen el límite aceptable de falta de bienestar.

En cambio, desde una perspectiva de universalidad con equidad los derechos


sociales son un bien público, ya que todos somos sus poseedores, y tienen un carácter de
relevancia pública, es decir, se rigen por reglas que vayan en función del interés colectivo,
haciéndolos prevalecer en cualquier campo de acción que permita ejercerlos y preservarlos.
Para garantizarlos la sociedad debe hacer uso de los medios políticos y económicos del
Estado, a través de leyes, políticas, instituciones y recursos, de acuerdo con objetivos de
universalidad, democracia y justicia social. Por lo tanto, las necesidades sociales dentro de
esta perspectiva se definen como todo aquello que permite alcanzar aspiraciones, deseos y
expectativas de calidad de vida y que, garantizadas como derechos humanos y sociales,
deben ser el principal objeto de respuesta de los entes que tienen a su cargo la gestión
pública a través de políticas universales y orientadas por la equidad. La universalidad con
equidad exigirá entonces establecer los déficits de necesidades sociales, en relación con
aquellos aspectos indispensables para que todos podamos gozar de los derechos sociales y
logremos mejorar nuestra calidad de vida, y al mismo tiempo, reconocer las brechas de
calidad de vida que existen entre los sectores poblacionales y territorios.
Los déficits se definen como las deficiencias y vacíos de respuesta a las necesidades
sociales en términos de cantidad y calidad, considerando orientaciones, políticas y medios
de acción (cuántos ambulatorios o escuelas nos faltan, cuántos médicos y maestros, cuántos
medicamentos o insumos escolares)., y las brechas representan la distancia de consumo de
atención y de los patrones de calidad de vida alcanzados entre los que tienen acceso y
mayor dominio sobre sus condiciones de calidad de vida y los que están en peores
condiciones. El combate a estas brechas significa impactar tanto en las desigualdades de
acceso como en las desigualdades de condiciones de calidad de vida, dirigiendo los

Autor: Dr. Egar R Zabaleta 16


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mayores esfuerzos hacia quienes hayan acumulado los mayores déficits. La equidad en el
acceso guarda relación con la orientación de las políticas, los requisitos de entrada a los
servicios, la distribución de los recursos (materiales, humanos y financieros), incluyendo la
comunicación a través de la cual se transmiten conceptos, estereotipos, valores y creencias.
Pero intervenir solo en el acceso, no cambia las bases de producción de los desequilibrios,
debido a que la inserción en la vida económica, social, política y cultural también es
diferencial y expresa los desequilibrios de oportunidades a la riqueza, al poder y al
bienestar acumulados a lo largo del tiempo. Por eso es necesario impactar también en las
brechas que son resultado de la distribución diferencial de oportunidades sociales,
entendiendo estas brechas como la medida de la demanda acumulada de enfermedades,
muertes evitables y malas condiciones de vida que no se han logrado cambiar, evidenciando
que las respuestas no son equitativas.

NECESIDADES SOCIALES Y RACIONALIDAD ÉTICA


La racionalidad técnico-administrativa que predomina en las políticas tradicionales
y en el modo en que operan las estructuras normativas e institucionales tiene una influencia
decisiva en las posibilidades de ejercer los derechos sociales, cuando antepone a la
obligación de responder a las necesidades de la gente lo que los canales de gestión y los
intereses políticos, económicos y corporativos organizados alrededor de éstos, deciden
como oferta y condiciones de acceso. Esta racionalidad es lo que está de fondo en las
prácticas fragmentadas e insuficientes de las políticas públicas para impactar en la realidad
social.
Desde esta lógica, la organización de los recursos y las normas administrativas de
los programas son los parámetros que dictan el contenido, cantidad y calidad de las ofertas.
Las necesidades y prioridades de atención solo reflejan las demandas que permiten
filtrar estas ofertas. ¿Qué tipo de atención y cuántos recursos necesitamos?, son aspectos
identificados y dimensionados a través de la información que proviene de los programas y
servicios, por tanto, no planificamos en función de los déficits reales sino de lo que el
crecimiento de la densidad de la oferta va exigiendo históricamente.
Tampoco la gente demanda más allá de lo que se ofrece porque no reconoce sus
necesidades como derechos. Así, ni las ofertas ni las demandas expresan todas las
necesidades, sino aquellas que se adecuan a las condiciones de la oferta y las que grupos
poblacionales específicos logran convertir en demandas.
El imperativo de responder a las necesidades sociales constituye así la cardinalidad
de objetivos y procesos de las políticas públicas, que les da un nuevo contenido ético
basado en la universalidad, la equidad y la justicia social. La fuerza que tiene esto es
permitir la expresión de lo que no se ve como necesidad y, por tanto, no se demanda,
aceptando como algo “natural” que sea insatisfecho. La aplicación de este principio con
universalidad y equidad significa proyectar las necesidades de la totalidad de la población,
comprender sus complejidades y determinaciones sociales, sobre esta base evaluar lo que
tenemos, lo que nos hace falta y lo que estratégicamente podemos hacer para superar los

Autor: Dr. Egar R Zabaleta 17


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déficits, tomando conciencia del mayor o menor poder que tienen cada una de las posibles
intervenciones. Los déficits son un “espejo crítico” para la oferta, a través de las cuales
podemos ver cuáles son los vacíos o deficiencias que no logramos cubrir con las respuestas
que generamos y en las brechas se hace visible la distribución desigual de calidad de vida,
midiendo el impacto asimétrico que tienen los problemas sociales colectivos por género,
etapas de la vida, etnias y grupos sociales. Debemos entonces conocer estas necesidades,
sus causas y determinantes, dentro de un continuo de satisfacción-insatisfacción, que nos
diga cuáles son los mecanismos que intervienen en su realización, negación o restricción.
Esto implica definir ¿quiénes las identifican y cómo las representamos?; y
averiguar ¿cuál es la distancia que hay entre éstas necesidades y lo que estamos haciendo
para responder a ellas?. El objetivo de la problematización es construir una narrativa de la
realidad que ayude a una formulación comprensiva del desafío a ser superado, evaluando la
potencia de los conceptos de las políticas para explicar la realidad y la visión de los sujetos
que la viven, sus luchas y aspiraciones.
Para esto es preciso enfrentarnos a la forma compleja y no estructurada de las causas
y determinantes que intervienen en la configuración de las necesidades, intentando ganar el
mayor dominio de la realidad por aproximaciones sucesivas y en forma ascendente. Esta
narrativa debe permitir formular objetos de intervención de tal forma que las respuestas
abarquen todos aquellos puntos sensibles y posibles de intervención que conduzcan hacia la
superación de las causas y alcanzar el estado deseado de evolución del problema.

NECESIDADES SOCIALES Y PARTICIPACIÓN


Para la universalidad con equidad es esencial la reconstrucción de lo público como
espacio de todos, donde cada ciudadano pueda ejercer su voz, con capacidad real para
intervenir en las decisiones que afectan a toda la sociedad en espacios colectivos y
deliberativos; y donde la sociedad ejerza una presión irreductible en torno a núcleos
esenciales de derechos sociales como obligación pública. La democratización de los
espacios y medios de poder, a través de los cuales se obtiene control sobre la orientación de
las acciones y la distribución de los recursos, es requisito para que los derechos sociales no
se conviertan en derechos restringidos, de quienes logran convertir sus necesidades en
demandas, o en derechos en si mismos, que no se traduzcan en respuestas suficientes y
equitativas para alcanzar el bienestar social y económico de todos.
El poder no puede ser externo a la sociedad y a las relaciones sociales existentes. La
ciudadanía es un mecanismo de construcción de poderes que se asocia con la igualdad,
donde cada persona se asume con los mismos derechos que los demás y es considerada por
los otros como igual, (...) dentro de un orden institucional, plural y abierto (Calderón,
2002), contribuyendo al fortalecimiento de las capacidades políticas de la sociedad para
dominar sobre sus propios destinos y a la organización de respuestas que articulen en lo
colectivo objetivos dirigidos a impactar en las condiciones de calidad de vida de los
diferentes grupos sociales con universalidad y equidad. “La equidad en las políticas
sociales se establece en el campo (...) de los mecanismos de redistribución de

Autor: Dr. Egar R Zabaleta 18


“EPS La Perspectiva de Venezuela en el Siglo XXI”

oportunidades, que posibiliten un proyecto social que articule, de forma coherente, las
metas sociales y las necesidades democráticas” (Almeida, 1999).
Por eso, las necesidades deben ser reconocidas en su valoración social, dando cauce
a las luchas que las comunidades han librado para superarlas. Si las necesidades se
convierten en referencias para luchar por los cambios, toman fuerza como compromiso
público entre gobierno y sociedad, haciendo de la necesidad una meta pública. Esto
requiere la participación de la gente en un marco donde exista equilibrio entre poderes, es
decir, que los actores sean igualmente fuertes y estén ganados a concertar compromisos
más allá de intereses inmediatos y particulares; el ejercicio de formas de democracia directa
donde las políticas y presupuestos se formulen en forma participativa; y la generación de
procesos sociales que tengan como saldo la organización de respuestas colectivas para
impactar en las condiciones de calidad de vida, convirtiéndose a la gente en “sujetos
sociales”, creadores y realizadores de cambios en sus vidas y las vidas de otros.

Autor: Dr. Egar R Zabaleta 19


“EPS La Perspectiva de Venezuela en el Siglo XXI”

III
PERFIL DEL SISTEMA DE SERVICIOS DE SALUD
DE
LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
(1a. ed., 20 de Octubre de 1999)
(2a. ed. 14 de Mayo de 2001)*

La República Bolivariana de Venezuela tiene una extensión territorial de 916.445


2
km . Está integrada por 23 Estados, un Distrito Federal, asiento de la ciudad de Caracas y
las dependencias federales. El Poder Público se distribuye entre el Poder Municipal, el
Poder Estatal y el Poder Nacional. El Poder Público Nacional se divide en Legislativo,
Ejecutivo, Judicial, Ciudadano y Electoral. El órgano encargado de la planificación y
coordinación de políticas e intervenciones es el Consejo Federal de Gobierno, el cual está
presidido por el/la Vicepresidente/a Ejecutivo/a e integrado por los Ministros/as, los
gobernadores/ras, un acalde/sa por cada Estado y representantes de la sociedad organizada,
de acuerdo con la ley. El PIB per cápita para 1999 se estimó en USD 4.995,77. La razón
entre el ingreso del 20% superior y el 20% inferior se estimó en 11.6 para el período
comprendido entre 1994 y 1996.

En el período 1996-2000 el porcentaje de población en situación de pobreza según


Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) se incrementó de 48,9 en 1996 a 49,1 en el 2000.
En ese mismo período el porcentaje de población en situación de pobreza extrema según
NBI pasó de 21,7 en 1996 a 21,8 en el 2000. En 1999, el 69.4% de los hogares tuvo un
ingreso familiar inferior a los 350,000 Bolívares. El gasto público total, así como el gasto
público social como porcentaje del PIB, ha mantenido una tendencia al descenso. La
población para el año 2000 se estimó en 24,896,379 habitantes. Durante el trienio 1998-
2000, como consecuencia del intenso movimiento migratorio de los últimos años, la
mayoría de la población se concentró en zonas urbanas de alta marginalidad. De esta
población, el 50.3% son hombres y 49.7% son mujeres. El 45.2% son menores de 19 años,
el 50% se encuentra entre 19 y 65 años, y las personas mayores de 65 años son el 4.3%. Se
aprecia un descenso en la tasa bruta de mortalidad, ubicándose en 4.40 para 1999. Las
muertes por enfermedades del aparato circulatorio ocupan el primer lugar (30.0%), a la vez
que se observa un descenso de la mortalidad por enfermedades transmisibles (de 12.2% a
8.5%), acompañado de un incremento en la mortalidad por causas externas (13.6% al
16.6%). En 1998, el 6.22% de la población de 10 años y más edad se registró como
analfabeta. El mayor porcentaje de analfabetas se presenta en el grupo de las personas
mayores de 45 años y entre las mujeres. La condición de desarrollo humano de los
venezolanos ha registrado un significativo deterioro durante la presente década. El Indice
de Desarrollo Humano (IDH) muestra una disminución de 0,8210 en 1990 a 0,6912 en
1996 mientras que el proyectado para 1999 es de 0,6504. A finales de 1999 se creó el
Ministerio de Salud y Desarrollo Social (MSDS), el cual ha venido impulsando la

Autor: Dr. Egar R Zabaleta 20


“EPS La Perspectiva de Venezuela en el Siglo XXI”

transformación del modelo de organización de los servicios de salud, planteándose como


prioridad la reestructuración del nivel central del ministerio, el desarrollo de un nuevo
modelo de atención y la creación de un sistema público nacional de salud. El sector de la
salud está constituido por un subsector público, integrado por múltiples instituciones que
operan de forma no integrada, centralizada y desconcentrada, y por el subsector privado. El
Ministerio de Salud y Desarrollo Social es el órgano rector del sector y tiene a su cargo la
formulación, diseño, evaluación, control y seguimiento de las políticas, programas y planes
de salud, la regulación del sector, así como la integración de las fuentes de financiamiento y
asignación de los recursos del Sistema Público Nacional de Salud. En 1999 la razón de
médicos y enfermeras por 10,000 habitantes se situó en 19.7 y 7.9% respectivamente. Para
1998, el 50.5% de los médicos registrados eran especialistas y el 49.5% restantes médicos
generales. No obstante, en algunos estados el porcentaje de especialistas no llegaba al 20%,
mientras que en otros existía un claro predominio de los especialistas. Para el año 2000
fueron censadas 40,675 camas a nivel público gubernamental (17.68 camas por 10,000
habitantes). Para la población de influencia del MSDS este indicador fue 21.95 y para la
población beneficiaria del IVSS fue 8.87. El gasto en salud como proporción del PIB para
el país es igual a 4.06 y muestra una tendencia descendiente, la cual es más marcada a nivel
del gasto público. La baja utilización de establecimientos hospitalarios se refleja claramente
en el total de egresos y el porcentaje de ocupación de camas (53%). Al igual que para la red
de ambulatorios, la capacidad de resolución de los hospitales es precaria, las listas de espera
para cirugías y atención ambulatoria son extensas y es frecuente la carencia/insuficiencia de
algunos insumos esenciales para la atención de las personas. En los últimos doce años el
país ha experimentado cinco grandes esfuerzos de macro - reforma.

Por distintas razones las tres primeras reformas fueron infructuosas y limitadas. La
discusión de las reformas de 1999 fue diferida en la Asamblea Nacional, a la cual se le
elevará este año la propuesta de Ley que dará el contexto para el desarrollo definitivo de la
reforma del sector salud en Venezuela. A partir de 1999 se ha venido impulsando la
transformación del modelo de organización de los servicios de salud, planteándose como
ejes de la transformación, en una primera etapa: la reestructuración del nivel central del
MSDS y el desarrollo de un nuevo modelo de atención integral de salud. El desarrollo del
nuevo modelo de atención ha contado con el respaldo político de las autoridades del nivel
central del Ministerio de Salud y Desarrollo Social, así como el apoyo de las
Gobernaciones de los Estados y las Direcciones Estatales de Salud, lo que ha permitido su
implantación exitosa en más del 55% de los establecimientos ambulatorios que conforman
la red de servicios.

Autor: Dr. Egar R Zabaleta 21


“EPS La Perspectiva de Venezuela en el Siglo XXI”

Referencias Bibliográficas

Lorenzo Mariano Juárez, Beatriz Encinas Chamorro; La Educación para la Salud


Un aborgaje transcultural. Index Enfenn (Gran) 2003; 42:24-28

Yolanda D´Elia, Armando De Negri, Magally Huggins Castañeda, Mauricio Vega, Manuel Bazó; La construcción de
Políticas Públicas por la Calidad de Vida desde una Perspectiva de Derecho y Equidad (Documento de Trabajo, Agosto
2002)

*La segunda edición del Perfil fue preparada por un grupo de diecinueve profesionales y decisores políticos nacionales
representantes del Ministerio de Salud y Desarrollo Social, el Instituto Venezolano de Seguridad Social, el Instituto
Nacional de Atención Geriátrica, del Centro de Políticas Públicas del Instituto de Estudios Superiores de Administración y
de la OPS/OMS. La coordinación técnica del Grupo Nacional corrió a cargo de la OPS/OMS en Venezuela. La revisión
externa fue encomendada a la Escuela de Salud Pública de la Universidad Central de Venezuela. La responsabilidad por la
revisión final, edición y traducción corresponde al Programa de Organización y Gestión de Sistemas y Servicios de Salud
de la División de Desarrollo de Sistemas y Servicios de Salud de la OPS/OMS.

1 Gaceta Oficial Extraordinaria N° 5.453 de la República Bolivariana de Venezuela. Constitución de la República


Bolivariana de
Venezuela, Caracas, Marzo de 2000.
2 Oficina Central de Estadísticas e Información: Anuario estadístico de Venezuela, 1998.
3 OPS/OMS. Informe Final del Proyecto desastres en Venezuela. Caracas, Diciembre de 2000.
4 Oficina Central de Estadísticas e Información: Anuario estadístico de Venezuela, 1998.
5 OPS/OMS: Condiciones de Salud en Venezuela. Caracas, Marzo de 2001.
6 Ministerio de Salud y Desarrollo Social: Anuario Estadístico de 1998, Caracas, Venezuela.
7 Oficina Central de Estadísticas e Información, PNUD: Indice de Desarrollo Humano 1999 Venezuela. Caracas, 2000
8 Dirección de Información Social, Ministerio de la Familia: Cálculos Propios. cifras revisadas, Enero de 2000.
9 Riutort, M: Causas de la Pobreza en Venezuela, UCAB, 1998.
10 Oficina Central de Estadísticas e Información: Anuario estadístico de Venezuela, 1998.
11 Subcomisión de Salud de la Comisión Presidencial de la Seguridad Social. Documento de trabajo de la Ley Orgánica de
Salud.
Caracas, Febrero de 2001.
12 Gaceta Oficial N° 36.935 de la República Bolivariana de Venezuela. Reglamento interno del Ministerio de Salud y
Desarrollo
Social, Abril de 2000.
13 Ministerio de Salud y Desarrollo Social. Dirección de Recursos humanos. Marzo de 2001.
14 Jaén, M.H. Centro de Politicas Públicas del Instituto de Estudios Superiores de Administración, 2001.
15 Gaceta Oficial 32.650. Caracas, Enero de 1983.
16 González, M.J: Retos del sistema de salud en Venezuela, Caracas, 1999

Caracas, 13 de Octubre de 2004

Autor: Dr. Egar R Zabaleta 22

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