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164 Rubia, sola también, tu alma ‘All en el pecho ama, Mientras las rosas abren, Mientras pasan los angeles, Solos en la victoria Serena de la gloria, EL AMOR Y EL AMANTE Eres amor? Pasa el fuego, Cruza con alas el mar, Despierta a la vida el suefo, Da hermosura a lo real. ares tan sélo Ia sombra? Cubre con su résplandor ‘Tu mentira. Haz que le sombra Venza al fuerte, al puro amor. LAZARO Era de madrugada, Después de retirada la piedra con trabajo, Porque no la materia sino el tiempo Pesaba sobre ella, Oyeron una vor tranquila ‘Llamandome, como un amigo lama Cuando atrés queda alguno Fatigado de la jornada y cae Ja sombra. Hubo un silencio largo. ‘Asi lo cuentan ellos que lo vieron. Yo no recuerdo sino el frio Extrafio que brotaba Desde Ia tierra honda, con angustia De entresuefio, y lento iba ‘A despertar el pecho, Donde insistié con unos golpes leves, Avido de tornarse sangre tibia. En mi cuerpo dolia Un dolor vivo 0 un dolor sofiado. Era otra ver Ia vida. Cuando abri los ojos Fue el alba pélida quien dijo La verdad. Porque aquellos Rostros vidos, sobre mi estaban mudos, Mordiendo un suefio vago inferior al milagto, Como rebatio hosco Que no a la voz sino a la piedra atiende, Y el sudor de sus frentes Of caer pesado entre la hierba, Alguien dijo palabras De nuevo nacimiento. Mas no hubo allf sangre materna Ni vientre fecundado Que crea con dolor nueva vida doliente. Solo anchas vendas, lienz0s amarillos Con olor denso, desnudaban La carne gris y fl4ecida como fruto pasado; No el terso cuerpo oscuro, rosa de los deseos, Sino el cuerpo de un hijo de la muerte, El cielo rojo abria hacia Io lejos Tras de olives y alcores; El aire estaba en calma. Mas temblaban los cuerpos, 165 Como las ramas cuando el viento sopla, Brotando de la noche con los brazos tendidos Para ofrecerme su propio afin estéril. La luz me remordia Y hundi la frente sobre el polvo A sentir la pereza de la muerte. Quise cerrar los ojos, Buscar la vasta sombra, La tiniebla primaria Que su venero esconde bajo el mundo Lavando de vergiienzas 1a memoria. Cuando un alma doliente en mis entrafias Gritd, por las oscuras galerias Del cuerpo, agria, desencajada, Hasta chocar contra el muro de los huesos Y levantar mareas febriles por la sangre. Aquel que con su mano sostenia La limpara testigo del milagro, Maté brusco la Hama, Porque ya el dia estaba con nosotros. Una ripida sombra sobrevino. Entonces, hondos bajo una frente, vi unos ojos Llenos de compasién, y hallé temblando un alma Donde mi alma se copiaba inmensa, Por el amor duefia del mundo. Vi unos pies que marcaban la inde de la vida, E] borde de una tinica incolora Plegada, resbalando Hasta rozar la fosa, como un ala Cuando a subir tras de Ia luz incita. Senti de nuevo el sueiio, la locura Y el error de estar vivo, Siendo carne doliente dia a dia. 166 Pero él me habia Hamado Y en mi no estaba ya sino seguirle, Por eso, puesto en pie, anduve silencioso, Aunque todo para mi fuera extrafio y vano, Mientras pensaba: asi debieron ellos, Muerto yo, caminar Hevandome a la tierra, La casa estaba lejos; Otra vez vi sus muros blancos Y el ciprés del huerto. Sobre el terrado habia una estrella palida. Dentro no hallamos lumbre En el hogar cubierto de ceniza. Todos le rodearon en la mesa. Encontré el pan amargo, sin sabor las frutas, EL agua sin frescor, los cuerpos sin deseo; La palabra hermandad sonaba falsa, Y de Ja imagen del amor quedaban Sélo recuerdos vagos bajo el viento. EL conocia que todo estaba muerto En mf, que yo era un muerto Andando entre los muertos. Sentado a su derecha me veia Como aquel que festejan al retorno, La mano suya descansaba cerca Y recliné la frente sobre ella Con asco de mi cuerpo y de mi alma. Asi pedi en silencio, como se pide ‘A Dios, porque su. nombre, Més vasto que los templos, los mares, las estrellas, Cabe en el desconsuelo del hombre que esta solo, Fuerza para llevar la vida nuevamente. Asi rogué, con Mgrimas, Fuerza de soportar mi ignorancia resignado, 167 Trabajando, no por mi vida i mi espiritu, Mas por una verdad en aquellos ojos entrevista Ahora. La hermosura es paciencia. Sé que el litio del campo, Tras de su humilde oscuridad en tantas noches Con larga espera bajo tierra, Del tallo verde erguido a la corola alba Trrumpe un dia en gloria «iunfante. IMPRESION DE DESTIERRO Fue la pasada primavera, Hace ahora casi un ai En un salbn del viejo Temple, en Londres, Con viejos muebles. Las ventanas daban, ‘Tras edificios viejos, a lo lejos, Enue Ia hierba el gris reldmpago del rio, Todo era gris y estaba fatigado Tgual que el iris de una perla enferma. Eran sefiores viejos, viejas damas, En Jos sombreros plumas polvorientas; Un susurro de voces alld por los rincones, Junto @ mesas con culipanes amarillos, Retratos de familia y teteras vactas, La sombra que cata Con un olor a gato, Despertaba ruidos en cocinas. ‘Un hombre silencioso estaba Cerca de mi. Veta La sombra de su largo perfil algunas veces Asomarse abstraido al borde de la taza, Gon la misma fatiga Del muerto que volviera Desde Ja tumba a una fiesta mundana, 168 En los labios de alguno, ‘All por los rincones Donde los viejos juntos susurraban, ‘Densa como una ligrima cayendo, Broté de pronto una palabra: Espafia. Un cansancio sin nombre Rodaba en mi cabera Encendieron las luces. Nos marchamos. ‘Tras largas escaleras casi a oscuras ‘Me hallé luego en la calle, Y a mi lado, al volverme, Vi otra ver 2 aquel hombre silencioso, Que hablé indistinto algo Con acento extranjero, ‘Un acento de nifio en vor envejecida. Andando me seguia Como si fuera solo bajo un peso invisible, Arrastrando la Tosa de su tumbas Mas luego se detuvo. “gEspana?’, dijo. “ Espafia ha muer Una sibita esquina en Ia calleja. Le vi borrarse entre la sombra hiimeda, CEMENTERIO EN LA CIUDAD ‘Tras de la reja abierta entre los muros, La tierra negra sin rboles ni hierba, Con bancos de madera donde alli la tarde Se sientan silenciosos unos viejos. En tomo estan las casas, cerca hay tiendas, Galles por las que juegan nilios, y los trenes ?Pasan al lado de las tumbas, Es un barrio pobre. 169

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