You are on page 1of 184
TRAUMA Y RECUPERACION Espasa ©. Hoy COCO Ta Tee CONT LU COTY ae DE LA VIOLENCIA " pitta staan en - La respuesta habitual a las atroci- dades es borrarlas de la conciencia. NE cen Et Mn een Coane PMc neem cre a con ciay Poem CS Et ren rete eee cn erect Fore rccann ce ieee erect es blecimiento del orden social y para Pete ee ERC rn NG reyes Se CRE cee en Cry \ anilisis del trauma y del proceso de Ap ovedores testimonios de los supervivientes Semen eee etn een ne eee een SOUS ENO eer Orne Ce nce al terror politico, Una referencia fiindamental sobre el im erates ayuda a todos los que hayan quedado marcados por F rere + ; TRAUMA Y RECUPERACION poten erage ce Cen cu TRAUMA Y RECUPERACION a7 Cas COMO SUPERAR LAS CONSECUENCIAS (Sys on IESTHASIN C2 te) DE LA VIOLENCIA iba wstssnett hh ol CU Judith Herman TRAUMA Y RECUPERACION COMO SUPERAR LAS CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA CSS & ESPASA AGRADECIMIENTOS INDICE INTRODUCCION L PRIMERA PARTE LOS DESORDENES TRAUMATICOS UNA HISTORIA OLVIDADA ..... La era heroica de la histeria . s traumatica de guerra La neurosis de combate de la guerra de los sexos.. La neuro: EL TERROR. Hiperactivacién.... Intrusién.. Constticcibn wren La dialéctica del trauma. DESCONEXION..... Elo dafado Vulnerabilidad y res El efecto del apoyo social El papel de la comunidad 3 7 25 29 44 56 63 67 69 7 84 1 3 100 108 121 10 4. 5 6 Completar la primera fase Caurivpap Dominacién psicol6 Rendicién absoluta El sindrome de trauma crénico ABUSO INFANTL Elentorno abusivo Pensamiento doble. Un doble yo Ataques sobre el cuerpo. El nifio que ha crecido UN NUEVo DIAGNOsTICO, Errores en la clasificacién del diagnéstico La necesidad de un nuevo concepto Los supervivientes como pacientes psiquitricos SEGUNDA PARTE FA ’S DE LA RECUPERACION UNA RELACION CURATIVA... ‘Transferencia traumitica., Contratransferencia traumatica El contrato de terapia, El sistema de apoyo del terapeuta SecuntDab.. . Ponerle nombre al problema Restablecer el control Establecer un entorno s 127 130 140 144 19 161 166 169 175 179 187 188 192 197 21 216 222 232 237 243 245 249 253 266 9, 10. Ep{LOGO: CONTINUA LA DIALECTICA DEL TRAUMA... INDICE RECUERDO Y LUTO Reconstruir la historia ; Transformando el recuerdo traumitico. Llorar la pérdida traumitica RECONEXION Aprendiendo a luchar Reconeiliarse con uno mismo Reconectarse con los demas Encontrar la misién del superviviente. Resolver el trauma COMUNIDAD. - pos para la seguridad. pos para recordar y llorar la pérdida Grupos para la reconexién ... INDICE ANALITICO.... 271 273 280 289 301 303 309 313 316 322 325 330 335 349) AGRADECIMIENTOS Exsce libro debe su existencia al movimiento de liberacién femenina, Su concepio intelectual es parte de un proyecto feminista colectivo para reinventar los conceptos baisicos de desarrollo normal y de psico- Jogia anormal, tanto en los hombres como en las mujeres. Mis mento- res en este anhelado proyecto han sido Jean Baker Miller y sus colegas en el Stone Center; y mi madre, Helen Block Lewis. La practica profe sional diaria que ha dado pie a escribir ese libro comenzé hace veinte con la formacién del Colectivo de Salud Mental para Mujeres en Somerville (Massachussets). El Colectivo sigue siendo mi hogar inte lectual, un espacio protegido en el que se pone nombre y se da validez a las ideas de las mujeres. Un miembro del Colectivo, Emily Schatzow, ha sido mi colaboradora mas cercana y mi socia. Hace siete afios tuve la suerte de conccer a Mary Harvey, del Cam- bridge Hospital; nuestra colaboracién ha dado como fruto el Progra ma para Victimas de la Violencia, un servicio para supervivientes de traumas en el departamento de psiquiatria del hospital. Mary es la di- rectora del programa, Su profundidad y su claridad intelectuales me han entiquecido, Janet Yassen, del C. zona de Boston, me supervis6 a mf y a Emily Schatzow en nuestros pri metos trabajos con grupos de supervivientes de incesto. Mas recien- temente también ha empezado a colaborar con el Programa para Victi- mas de la Violencia En estos iltimos afios también he tenido el privilegio de trabajar mano a mano con dos hombres, Bessel van der Kolk y J. Christopher tro de Crisis de Violacién de la 4 Perry, ambos colegas mios en el Departamento de Psiquiatria de la Harvard Medical School. Bessel y yo hemos dado juntos cursos sobre trauma y colaborado en investigaciones. Fil fue uno de los artifices en la creacién del Grupo de Estudio del Trauma de la zona de Boston, un seminario informal que une a médicos e investigadores que trabajan con refugiados, veteranos de guerra y victimas de delitos criminales. El alcance imaginativo de sus ideas siempre me ha inspirado; nuestras opiniones sobre temas de género han dado pie a calurosas discusiones. Como a ambos nos gusta tanto estar en desacuerdo como estar de acuerdo, nuestra colaboracién ha sido siempre placentera Chris Perry me ha inspirado con su generosidad de investigador y su integridad. Como investigador principal de un estudio de personas con desérdenes de personalidad, al principio se mostraba escéptico ante la importancia del trauma infantil, peto puso a mi disposicién to- ddos sus recursos para poner a prueba la hipétesis del trauma, Aunque empezamos el camino siendo unos colaboradores inverosimiles, hemos crecido juntos y nos hemos influido el uno al otro de formas inespera- das, Mi manera de pensar se ha hecho mas profunda y més rica gracias a nuestra colaboracién, Finalmente, estoy en deuda con los muchos alumnos, colegas, pa cientes y sujetos de investigacién que han compartido su experiencia conmigo. Por motivos de confidencialidad, a la mayoria de ellos no les puedo dar las gracias citando su nombre, Las excepciones son aquellos que accedieron especificamente a ser entrevistados para este libro: las supervivientes de trauma Sohaila Abdulali, Sarah Buel, Sharon Simone y Ken Smith; la instructora de defensa propia Melissa Soalt, y los terapeutas Terence Keane, Shirley Moore, Herbert Spiegel, Jessica Wolfe y Pat Ziegler. El trabajo formativo conceptual se realiz6 gracias a una beca de un afio en el Marty Ingraham Bunting Institute del Radcliffe College, con apoyo de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation. Bessel van der Kolk, Susan Schechter y Bennett Simon aportaron sus criticas sobre los primeros borradores de ciertos capitulos. Emily Schatzow y Sandra Butler leyeron devotamente todo el manuscrito. Sus comenta- rios me sirvieron de mucho para valorar la calidad del trabajo. En la AGRADECIMIENTOS 6 roduccién del libro tuve la suerte de trabajar con dos modelos iS cf Picia editorial: Jo Ann Miller y Virginia LaPlante. Jo Ann vil proceso de edicin desde su ino y To mantuvo ena camino, Virginia Pomprendis inmediatamente qué se necestaba para centrar el libro y Jesu forma definitiva. Sc sobre todo estoy en deuda con mi familia. Mi marido, Jerry e metia cuando me embarqué en este proyecto, 10. Debido a su dedicacién a su pro: 4 incluso mis que yo. Nunca me Berndt, sabia en qi poraue a pats por mi primer i visi6n artistica, respeté la mia, qui fale su apoyo morale intelectual, ni su sentido del humor. : Con tantas bendiciones tan solo me queda un deseo que no me ha sido concede. Deseaba que mi madre vviera para ver ete fibro, Su entendimiento psicolégico, su atrevimiento e integridad intelectual, su comps por ls que sufteny por los primis, su jusiicada in dlignacién y su visiGn politica son mi legado. Este libro se lo dedico a su memoria. INTRODUCCION Loa respuesta habitual « las atrocidades es borrarlas de la conciencia, Giertas violaciones del orden social son demasiado terribles como para pronunciarlas en voz alta: ese es el significedo de la palabra impronun- ciable. Las atrocidades, no obstante, se niegan a ser enterradas. Igual de poderoso que el deseo de negar las atrocidades es el convencimiento de que la negacién no funciona. La sabiduria popular esta llena de fan- tasmas que se niegan a descansar en sus tumbas hasta que se cuente su historia. Recordar y contar la verdad sobre aconteci son dos requisitos imprescindibles para el restablecimiento del orden social y para la curacién de las victimas individuales. El conflicto entre la voluntad de negar los acontecimientos horri- bles y la voluntad de desvelarlos es la dialéctica central del trauma psi- colégico. La gente que ha sobrevivido a atrocidades a menudo cuenta su historia de una manera altamente emocional, contradictoria y frag- mentada que resquebraja su credibilidad y, por lo tanto, cumple los dos requisitos imprescindibles: decir la verdad y mantener el secreto. Cuando por fin se reconoce la verdad, los supervivientes pueden em: pezar su curacién. Pero, con demasiada frecuencia, el secreto es el que gana, y la historia de ese acontecimiento traumitico no sale a la super- ficie como una narracién verbal, sino como un sintoma. Los sintomas de angustia psicolégica de las personas traumat das llaman la atencién sobre la existencia de un secreto impronunci ble y, al mismo tiempo, distraen la atenciSn de ella. Esto resulta ain jentos terribles a 18 més aparente en la forma en que las personas traumatizadas fluctian entre mostrarse indolentes y revivir el acontecimiento, La dialéctica del trauma da paso a complicadas, y en ocasiones misteriosas, alteraciones de la conciencia, que George Orwell, uno de los mas comprometidos defensores de la verdad de nuestro tiempo, llamé «pensamiento do: ble» y que los profesionales de la salud mental, que busean una defini cién tranquila y precisa, aman «disociacién». Esto tiene como resulta do los sintomas proteiformes, dramaticos y a menudo extrafios de la histeria, que Freud reconoci hace un siglo como una expresiGn disfra- zada del abuso sexual durante la infancia, ‘Tanto los testigos como las vietimas son susceptibles de la dialécti- cca del trauma. Al observador le resulta dificil mantener una mente cla ray tranquila, ver més que unos pocos fragmentos de la imagen total, retener todas las piezas y ser capaz de encajarlas, Todavia es mas dificil encontrar un idioma que pueda describir total y graficamente todo lo ue han visto. Aquellos que intentan describir las atrocidades de las que han sido testigos también arriesgan su propia credibilidad, Hablar en piiblico sobre lo que uno conoce acerca de dichas atrocidades es invi tar al estigma que persigue a sus victimas. El conocimiento de acontecimientos terribles entra de vez en cuan- do en la conciencia piblica, pero raramente esta lo retiene durante mu- cho tiempo. Negacién, depresién y disociacién operan tanto a nivel so- cial como individual. El estudio del trauma psicolégico tiene una historia «contraculturab», Al igual que a las personas traumatizadas, se nos ha impedido el conocimiento de nuestro pasado. Y, lo mismo que cllas, nosotros también necesitamos comprender el pasado para recla mar el presente y el futuro. Por consiguiente, para comprender el trau ma psicoldgico debemos comenzar redescubriendo la historia Los psicélogos clinicos conocen el momento privilegiado en que Jas ideas, sentimientos y recuerdos reprimidos salen a la superficie en Ja conciencia. Esos momentos ocurren tanto en la historia de las socie- dades como de los individuos. En los afios setenta, las portavoces del movimiento de liberacién femenino llevaron a la conciencia publica los frecuentes erimenes de la violencia de género. Las victimas que habian sido silenciadas empezaron a contar sus secretos. Como residente de INTRODUCCION 19 ria, escuché de mis pacientes numerosas historias sobre violen psiqui cia sexual y doméstica, Debido a mi afiliacién al movimiento feminista, pude hablar en contra de la negacién de las auténticas experiencia de Jas mujeres dentro de mi propia profesién y exponer aquellos hechos de los que haba sido testigo. Mi primera ponencia sobre el incesto, es- «rita junto a Lisa Hirschman en 1976, empez6 a circular «clandestina: mente» como manuscrito un afo antes de su publicacién. Empezamos a recibir cartas de mujeres de todo el pais que nunca antes habian con: tado sus historias, Gracias a ellas nos dimos cuenta del poder que tenia decir lo indecible y fuimos testigos de primera mano de la energia creativa que se libera cuando se derriban ls barreras de la negacién y larepresién. "TRAUMA Y RECUPERACION es fruto de dos décadas de investigacién y de trabajo clinico con victimas de la violencia sexual y doméstica. También refleja una creciente experiencia con muchas otras personas eranos de guerra y victimas del terror traumatizadas, especialmente vet politico, Este es un libro que habla de restaurar conexiones: entre el mundo piblico y el privado, entre el individuo y la comunidad, entre hombres y mujeres. Es un libro sobre puntos en comiin: entre supervi vientes de violaciones y veteranos de guerra, entre mujeres maltratadas y prisioneros politicos, entre supervivientes de enormes campos de concentracién creados por tiranos que gobiernan naciones y supervi- vientes de pequefios y escondidos campos de concentracién creados por tiranos que gobiernan sus hogares. Las personas que han pasado por experiencias terribles padecen tun dao psicolégico predecible, Hay un espectro de desérdenes trau- maticos que van desde los efectos de un tinico y espantoso aconteci- miento a los efectos mis complicados de un abuso prolongado y repe- tido. Los concepts diagnésticos establecidos, especialmente los graves desérdenes de personalidad diagnosticados frecuentemente en muje- res, en general no han conseguido reconocer el impacto de ser victima, La primera parte de este libro esboza el espectro de la adaptacién hu mana a los acontecimientos traumaticos y da un nuevo nombre diag éstico al desorden psicolégico que se encuentra en los supervivientes de un abuso prolongado y repetido. 20 Como los sindromes traumaticos tienen rasgos bisicos en comin, el proceso de recuperacién también sigue un camino comin, Las fases fundamentales de la recuperacién son recobrar la seguridad, recons- truir la historia del trauma y restaurar la conexién entre los supervivien. tes y su comunidad, La segunda parte del libro desarrolla una visin del proceso de curacién y ofrece un nuevo marco conceptual para la psi coterapia con personas traumatizadas. Tanto las caracteristicas de los desérdenes trauméticos como los principios del tratamiento estan ilus trados con el testimonio de los supervivientes y con casos extraidos de una amplia bibliografia Las fuentes de investigacién de este libro incluy estudios con supervivientes de incesto y mi mas reciente trabajo sobre el papel del trauma de infancia en la condicién conocida como desor den de la personalidad borderline. Las fuentes clinicas son mis veinte aitos de prictica profesional en una clinica mental feminista y los diez aitos como profesora y supervisora en un hospital universitario, Eltestimonio de los supervivientes de traumas es el corazén del libro. Para mantener la confidencialidad he protegido a todos mis informantes bajo seudénimo, con dos excepciones. En primer lugar, he identificado a Jos terapeutas alos que he entrevistado sobre su trabajo y, en segundo, a supervivientes que ya habian hecho pablico su caso. Las tablas de casos «que aparecen son ficticias; cada una de ellas esta basada en la experien- cia de muchos pacientes diferentes y no sobre la de un individuo.. Los supervivientes nos retan a que volvamos a juntar los f igmen- tos, a que reconstruyamos la historia, a que encontremos significado a sus sintomas presentes bajo la luz de acontecimientos pasados. He in- tentado integrar las perspectivas elinicas y sociales del trauma sin sacri- ficar ni la complejidad de la experiencia individual ni la amplitud del contexto politico. He procurado unificar conocimientos apatentemen- te divergentes y desarrollar conceptos que se puedan aplicar de la mis- ma manera a las experiencias de la vida domeéstica y sexual, que es el entorno tradicional de las mujeres, ya las de la guerra y de la vida pol tica, el terreno tradicional de los hombres. ste libro aparece en un momento en que la discusién piblica so- bre las atrocidades de la vida sexual y doméstica ha sido posible pra- -n mis anteriores INTRODUCCION 2 cias al movimiento feminista, y cuando la discusién piblica sobre las atrocidades habituales en la vida politica ha sido posible gracias al mo- vimiento de derechos humanos. Estoy convencida de que el libro sera controvertido; primero, porque est escrito desde una perspectiva fe minista, y segundo, porque reta conceptos diagndsticos establecidos. Pero en tercer, y quiza més importante, lugar, porque habla sobre co- sas horribles, cosas de las que nadie quiere oir hablar. He intentado presentar mis ideas con un lenguaje que reserve las conexiones, un Tenguaje que sea fiel tanto a las tradiciones no pasionales y razonadas de mi profesién como a las vehementes reivindicaciones de las petso: nas que han sido violadas y vejadas, He procurado encontrar un len: guaje que pueda hacer frente a los imperasivos del pensamiento doble y que nos permita a todos acercarnos un roco més y enfrentarnos a lo impronunciable PRIMERA PARTE LOS DESORDENES TRAUMATICOS 1 UNA HISTORIA OLVIDADA Ev cstudio del trauma psicolégico tiene una historia curiosa: una de amnesia episédica. Los perfodos de investigacin activa se han alterna do con periodos de olvido. En el siglo pasado se emprendieron lineas parecidas de investigacién para ser luego abandonadas y redescubier- tas mucho tiempo después. Con frecuencia, los documentos clisicos de hace cincuenta 0 cien afios parecen trabajos contemporiineos. Aun- ue lo cierto es que este campo de investigacién tiene una tradicién abundante y rica, ha sido olvidado periédicamente y debe ser reclama- do también del mismo modo. Esta amnesia intermitente no es resultado de los cambios normales en las tendencias que suelen afectar a cualquier iniciativa intelectual. El estudio del trauma psicoldgico no languidece a causa de falta de in- terés, sino que el tema provoca una controversia tan intensa que, con frecuencia, se convierte en un anatema, El zstudio del trauma psicol6- gico ha cruzado repetidas veces la frontera hacia los territorios de lo impensable y ha crosivnado dogmas de fe. Estudiar el trauma psicolégico es enfrentarse tanto a Ja vulnerabili- dad humana en el mundo natural como a la capacidad de hacer mal que hay en la naturaleza humana. Estudiar el trauma psicol6gico signifi- ca ser testigo de acontecimientos terribles. ‘Cuando estos son desastres naturales o chechos de Dios», los que los han presenciado simpatizan con facilidad con las victimas. Sin embargo. cuando han sido fiados 26 por la mano humana, los que los presencian se ven atrapados en un conflict entre victima y perpetrador. Es moralmente imposible mante, nerse neutral en este conflcto, Al testigo se le exige tomar posiciones, Resulta muy tentador ponerse al lado del perpetrador. Que no haga nada es lo tinico que este pice al testigo. Apel al deseo universal de no ver, no ofr yno decir nada, Las vitimas, al contrario, le piden al testipo «que comparta con ellas su carga de dolor. La vitima exige nccién, com promiso y recuerdo. Leo Eitinger, un psiquiatra que ha estudiado a los supervivientes de los campos de concentracién alemanes, describe el cruel conflicto de intereses entre la victima y el testigo, «La guerra y las vietimas son algo que la comunidad quiere olvidar; se corre un velo de olvido sobre todo aquello que es doloroso y desagradable. Encont mos a ambos lados enfrentados cara a cara: por un lado tenemos a las victimas que quizé quieran olvidar, pero que no son capaces de hacerlo, yal otro a todas aquellas personas con motivos poderosos, y a memude inconscintes, para ovary que consiguen hacerlo. El contrast [1] con frecuencia muy doloroso para ambas partes, La mas débil sigue siendo la parte perdedora en este didlogo silencioso y desiguaby' El perpetrador hace todo lo posible para promover que se olvicen sus crimenes y asi poder escapar de su responsabilidad por ello. Su pr mera linea de defensa son el secreto yel silencio, Si fracas el secrete, el perpetrador erosiona la credibilidad de sus vitimas, Si no es capaz de lenciatla del todo, intemtaré asegurarse de que nadie las escuche, Para conscaito esrime una impresionantecantiad de argumentes, desde la negacién mas absoluta a la racionalizacién mas clegante y sofisticad Después de cada atrocidad cabe esperarse las mismas y prececibles dis, culpas: nunca ocurri6, la victima miente, la victima exagera, la cima to buses y, en cualquier caso, es hora de olvidar el pasado y seguir ade. lante. Cuanto mis poderoso es el perpetrador, mayer es su pretrogatva Para nombrary define la realidad, y més domina su argumento!, L.Eitinger, «The Concentration Camp Syn Vitis and Perperrtors, Ch a Tis Late Seglan,en Surios depen a Di Hep: Ne Yor, 8 pi 6 en MJ. Lemer, The Belief in a Just World, Plenum, Nueva York, 1980. eda UNA HISTORIA OLVIDADA a Los argumentos de los perpetradores resultan irresistibles cuando ‘el testigo se enfrenta a ellos en aislamiento. Si no existe un entorno so- al comprensivo lo més frecuente es que el testigo sucumba a la tenta- i6n de mirar a otto lado, Esto es cierto incluso cuando Ia victima es tun miembro idealizado y valioso de la sociedad. Los soldados que han Juchado en cualquier guerra, incluso los que son considerados héroes, se quejan amargamente de que nadie quiere conocer Ia auténtica ver- dad sobre la guerra, Cuando la victima es un micmbro infravalorado (una mujer, un nifio) puede encontrarse con que el acontecimiento ‘as traumtico de su vida ocurre fuera del territorio de la realidad va lidada socialmente. Su experiencia se convierte en algo impronun iable El estudio del trauma psicolégico debe estar constantemente en ucha con la tendencia a desacreditar a la victima o a hacerla invisible. ‘Allo largo de toda la historia de este campo ha existido una disputa so bre si las pacientes con condiciones postraumiticas merecen ser cuida- das y respetadas o si merecen ser despreciadas, sin que importe si en realidad sufren o fingen, sin importar si sus historias son verdaderas 0 falsas, y, si son falsas, si han sido imaginadas o fabricadas consciente mente. A pesar de que existe una enorme cantidad de textos que docu mentan el fenémeno del trauma psicol6gico, el debate se sigue cen trando en una cuestién elemental: si estes fenémenos son creibles y reales. No solo se pone en duda repetidamente la credibilidad de los pa- cientes; también se pone en duda la de los investigadores de las condi ciones postraumaticas. Los médicos que escuchan demasiado tiempo y-con demasiada atencién a pacientes traumatizadas a menudo se con- vierten en sospechosos para sus colegas, como si se contaminaran con el contacto. Los investigadores que analizan este campo y se alejan de- masiado de las fronteras de las creencias convencionales a menudo se ven sometidos a una especie de aislamiento profesional Mantener la realidad traumitica en la conciencia exige un conte: to social que reafirme y proteja a la victima, y que una a esta y al testi- go en una alianza comiin, En el caso de la victima individual, este con- texto social se crea mediante su relacién con amigos, amantes y familia 28 En el caso de la sociedad en general, el contexto social se crea a través de los movimientos sociales que dan voz a los desamparados. Por consiguiente, el estudio sistematico del trauma psicolégico de- pende del apoyo de un movimiento politico. De hecho, el que dicho estudio pueda ser emprendido 0 discutido en puiblico es, por si mismo, tuna cuestién politica. El estudio del trauma de guerra se hace legitimo tan solo en un contexto que cuestiona el sactificio de vidas de hombres jévenes en combate. El estudio del trauma en la vida sexual y domésti ca solo se hace legitimo en un contexto que cuestione la subordinacién de mujeres y nifios. Los avances en este campo solo ocurren cuando estén apoyados por un movimiento politico lo suficientemente podero so como para legitimar una alianza entre investigadores y pacientes, y para contrarrestar los habituales procesos sociales de silencio y nega. i6n. Si no existen poderosos movimientos politicos a favor de los de- rechos humanos, el proceso activo de prestar testimonio no hace sino dar paso al proceso activo del olvido. La represién, la disociacién y la negacién son fenémenos tanto de la conciencia social como de la indi vidual Durante el pasado siglo, una determinada forma de trauma psico: logico subi6 a la superficie en tres ocasiones. En cada una de ellas, la investigacién del trauma ha florecido en asociacién con un movimien- to politico. El primer trauma que aparecié fue la histeria, el arqueti co desorden psicolégico de las mujeres. Su estudio florecié entre el movimiento politico republicano y anticlerical francés de finales del si- glo XIX. El segundo fue el trauma de guerra o neurosis de combate. Su estudio comenzé en Inglaterra y en Estados Unidos después de la Pri mera Guerra Mundial y alcanzé su punto élgido tras la Guerra de Vietnam. Su contexto politico fue el derrumbamiento del culto a la guerra y el crecimiento de los movimientos pacifistas. El timo y mis reciente trauma que ha alcanzado la conciencia social es la violencia se- xual y doméstica, Su contexto politico es el movimiento feminista en Europa occidental y Norteamérica, Nuestra comprensién contempt nea del trauma psicolégico se basa en una sintesis de esas tres lineas de investigacién independientes. UNA HISTORIA OLVIDADA 29 LA ERA HEROICA DE LA HISTERIA Durante las dos décadas de finales del siglo xnx el desorden Ilama- do histeria se convirti6 en un objetivo fundamental de la investigacién seria. En ese momento el término histeria era tan bien entendido por todos que nadie se habia toma la molest de defnisio de forma sis temitica. En palabras de un historiador, «durante veinticinco siglos la histeria habia sido considerada una enfermedad extra con sintomas incoherentes eincomprensibles, La mayora de médios erefan que er tuna enfermedad propia de las mujeres y que se originaba en ¢ fitero»?. De ahi su nombre, histeria. Come explicaba otro historiador, la histeria era una «dramética metafora médica para todo aquello del sexo opuesto que a los hombres les resul:aba mistetioso 0 incontro~ oe patriarca del estudio de la histeria fue el gran neurdlogo francés Jean Martin Charcot. Su ring era el Sapte, un antiguo y enorme ‘complejo hospitalario que llevaba tiempo siendo el centro de benefi- cencia de los més desdichados del proletariado parisino: mendigos, prositutsy loos, Chareot ransformé la descidadinstrucion en un templo de la ciencia moderna, y los nombres més prestigiosos y ambi- ciosos de las nuevas disciplinas de la neurologia y la psiquiatria viaja- ron a Paris para estudiar con el maestro. Entre los distinguidos médi- cos que hicieron el peregrinaje al Salpérriére estaban Pierre Janet, William James y Sigmund Freud ; El estudio de la histeria cautivé a la imaginacién pablica como una gran expedicién a lo desconocido. Las investigaciones de Charcot eran TH Elenberger TB Discovery ofthe Unconcions, Basis Books, Nucva York, 197, ve 12 : nee AM Mie, yeaa Is Historiography A Rew of Pas and Present Weng Hi tom of Sone 2 223-267 919991 (989) pit. 9. Sfp tna daca tk pla sabre a nen de Chat, wane Eee The Diner of he Uncmco G.¥ Dik The Bit of Newt: Myth Malad nd the Verona Sinan & Scher, cra ot, 1984 E. Soli, Th emda: Women Mane on xb Cat 15018, Pane, Ns York 15) Gein Cova tnd Clif The Fen Paycbiar Profeon i the acter Centr, Cabri Une Shy Pr, Nueva York, 187 30 conocidas no solo en el mundo de la medicina, sino también de la lite- ratura y de la politica. Sus conferencias de los martes eran aconteci mientos teatrales a los que acudia «un piblico multicolor venido de todo Paris: autores, médicos, actores y actrices, damas mundanas y se- fiores de la sociedad, todos ellos atraidos por su morbosa curiosi dad» *. En dichas conferencias, Charcot ilustraba sus descubrimientos con demostraciones en vivo. Las pacientes que exponia eran jévenes mujeres que habian encontrado refugio en el Salpétriére y que habjan vivido la violencia constante, la explotacién y la violacién. El hospital les daba mas seguridad y proteccién de la que jamais habian conocido: para un grupo selecto de mujeres que se convirtieron en las estrellas de las demostraciones de Charcot, el hospital también les proporcionaba algo parecido a la fama, Todos reconocian que Charcot tenia una gran valentia por atrever: se a estudiar la histeria; su prestigio le daba credibilidad a un campo que habia sido considerado muy inferior a la investigacién cientifica seria. Antes de la época de Charcot, las mujeres histéricas habian sido consideradas unas manipuladoras y su tratamiento habia quedado rele gado al dominio de los hipnotizadores y curanderos populares. Cuando murié Charcot, Freud le elogié como el patrdn liberador de los a dos: «A la histérica no se le daba ningtin crédito por nada. Lo primero que hizo el trabajo de Charcot fue devolverle la dignidad al tema, Poco 4 poco empezé a desaparecer esa sonrisa despectiva que la paciente podia esperar de la gente. Ya no se la consideraba necesariamente una farsante, porque Charcot habia defendido con todo el peso de su auto ridad la autenticidad y objetividad del fenémeno de la histeria» El planteamiento que hizo Charcot sobre la histeria era el de un taxonomista. Puso el énfasis sobre la observacién cuidadosa, la des- cripcién y la clasificacién. Documents de manera exhaustiva los sinto- mas caracteristicos de la histeria, no solo por escrito, sino también con ‘A. Munthe, cit. por Dinka, The Binth of Newoss pig, 88. S. Freud, «Charcot» [1893], en Stndard Edition of the Complete Psychological Wor f Sigmund Freud (en adelae, Standard Eton) vl, 3, ra. J. Strachey, Hogar Pres, Londres, 1962, pg 19 UNA HISTORIA OLVIDADA 31 dibujs y foogrfis. Charcot se centr en los sfotomas de a histeria gue se parecian al dafio neutol6gico: parilsis motrces, pérdidas sen- soriales, convulsiones y amnesia, En 1880 kabia demostrado que estos sintomas eran psicol6gicos, ya que se podian inducir artificialmente y viat a través del uso de la hipnosis. ‘Aunque Charcot prest6 una minuciosa atencién a los sintomas de sus pacientes histrias, lo certo ex au no sna ngs interés por su vida interior, Contemplaba sus emociones como sintomas que debian ser catalogados. Describi6 su habla como «voealizacién>. Su actitud hacia sus pacientes queda evidente en la transcripcién de una de sus Gonfetencias de les Mates, en ln que une joven en trance hipnético estaba siendo utilizada para demostrar un «taque histérico con convul- al siones, Chuncor: Volum a resionar sobre el punto histeognico, (Un ico toca pcinte n a en ovr] Ya emperor vex, Ocwionalente las pacientes Hegan # morderse la lengua, pero esto no es frecuente, Miren la espalda arqueada, que tan bien describen en los libros de texto. Pactenre: Madre, tengo miedo, . : : Criancor: Observen el estallido emocional. Si dejamos que se descontrole pronto volveremos al comportamiento epileptoide. [La paciente vuelve a gr tar: «jOh, madre!».) Cutancor: Una vez mas, presten atenciin a estos gritos. Se podria decir {que es mucho ruido y pocas nueces* La ambicién de los seguidores de Charcot era demostrar cual era la causa de lahisteria y asf superar su trabajo. La rivalidad era especial mente intensa entre Janet y Freud. Cada uno de ellos queria set el pri mero en hacer el gran descubrimiento”. Estos investigadores se dieron (Charcot the Clinician: Ube Iwesday Lessons. Excerps from Nine Case "6 Gena. y ad : a be Salpétridre Hospital in 1887-1888, Raven Preenationson Gono! Neurology Delivered at Pre Noes Yor, 1987, pg. 104108, ” ada degen’ co una prolong anno. Caa wo de ello reams la prio fi mdse yd dn lomo tec el 0 po Mec Peny}- Laoc, Mol Prcting Ot aeons: The Cnt Freud and anc en The Uneonicons Recs... Bower yD. Meichenba, Wi. Nace York. 184 32 cuenta de que, para aleanzar su objetivo, no bastaba con observar y clasificar a las histéricas. Era necesario hablar con ellas, Durante una breve década, hombres de ciencia escucharon a las mujeres con una de- vocién y un respeto que no ha tenido parangén ni antes ni después. No eran infrecuentes las reuniones diarias con pacientes histéricas, y muchas de dichas sesiones se alargaban durante horas. Los casos estu: diados en este periodo eran casi como colaboraciones entre médico y paciente, Las investigaciones dieron su fruto. A mediados de la década de los noventa, Janet, en Francia, y Freud con su colaborador Joseph Breuer, en Viena, habian legado por separado a formulaciones sor- prendentemente parecidas: la Prisca era una condicion causada pot el trauma psicoldgico. Reacciones emocionales insoportables a aconteci: nilentos taumaticos froducian un estado alteradg de ‘iencia conciencia Janet Ia Tamg ® Tanto Janet como Freud reconocian que los sintomas sométicos de la histeria eran representaciones disfrazadas de atontecimentos inten- samente perturbadores que habfan sido Bortados de la memoria. Janet describié a sus pacientes histéricas como gobernadas b- Janet, Ltomatiome prycbologique exai de prychologie expérimentale sur les formes in {fercures de Factité humaine, Felic lean, Paris, 1889; Société Pierre Janet/Payot, Pais, 1973. "J. Breuer yS. Freud, «Studies on Hysterian, [1893-1895], en Stendand Edition, vl. 2, tad J. Steachoy, Hogarth Press, Londres, 1955, " Thidem, pig. 13, UNA HISTORIA OLVIDADA 33 conscientes fijas» derivadas de los recuerdes de hechos traumaticos Breuer y Freud, en una recapitulacion immortal, escribieron que las — isiéricas sulren principalmente de reminiscencias» ". ‘A mediados de la viltima década del siglo XIX, estos investigadores también habian descubierto que los sintomas histéricos podian ser ali viados cuando los recuerdos traumsticos, asi como las intensas emocio- res que los acompafiaban, eran recuperados y puestos en palabras Este método de tratamiento se convirtié en la base de la psicologia mo- derma. Janet llamé a la técnica «anélisis psicol6gico»; Breuer y Freud, eabreacciGn» 0 «catarsis»; y posteriormerte, Freud, «psicoanilisis». Pero el nombre mas sencillo, y quiza el meor, se lo invent6 una de las pacientes de Breuer, una joven inteligente, zalentosa y gravemente per- turbada a quien dio el seudénimo de Anna O, Ella llamé a su intimo dialogo con Breuer la «cura de hablar» °. Estas colaboraciones entre médico y paciente adquirieron la cali- dad de expediciones, en las que la solucién al misterio de la histeria se podia encontrar en la dolorosa reconstruccién del pasado de la enfer- ma. Al describir su trabajo con una paciente, Janet observ que, a me dda que se desarrollaba el tratamiento, el dlescubrimiento de los trau- mas recientes daba paso a la exploracién de hechos anteriores. «Al quitar la capa superficial de los engaiios, favorect la aparicién de anti- jguas y tenaces ideas fijas que todavia permanecian en lo mas profundo de stu mente, Estas diltimas también desaaarecieron, teniendo como consecuencia una gran mejoria» Al descrbir su trabajo con Anna O, Breuer hablaba de «seguir hacia atrés el hilo de la memoria»! Fue Freud quien siguié mas lejos el hilo y eso, invariablemente, le llevé a la exploracién de la vida sexual de las mujeres. A pesar de una antigua tradicién clinica que reconocia la asociacién entre los sintomas © Seqin Ellenberg, Janet fue el primero en scufar palabra subconsciene. H. Ellenber et, The Dizon OT ORTOATIO, ab. Bg AS * J.BrencryS Freud, Studies ow Hystet, ob, cit, pi 7. ® Thidem, pig 30, P, Janet, «Etude sur un cas daboulie et dies fixes», Revue Philosopbigue 31 (1891 ‘Tead.y cit. poe Ellnberger, Diicovey ofthe Unconscio, pis. 365-36, ‘T.BreveryS. Freud, Studies on Hysteria, ob. cit, pi. 35 34 de la histeria y la sexualidad femenina, los mentores de Freud, Charcot y Breuer se habjan mostrado muy escépticos ante el papel de la sexua lidad en los origenes de la histeria. El propio Freud se mostré inicial- mente reticente ante esta idea: «Cuando empecé da paciente... las expectativas de que una neurosis sexual fuera la base de la histeria eran bastante remotas en mi mente. Acababa de salir de la escuela de Charcot y consideraba que el vinculo de la histeria con el tema de la sexualidad era casi un insulto... que es lo que piensan las pacientes» ' Esta enfatica identificacién con la reaccién de sus pacientes es ca- racteristica de los primeros escritos de Freud sobre la histeria. Los his- toriales de sus casos nos revelan a un hombre con una curiosidad tan apasionada como para superar sus propias convicciones y estar dis- puesto a escuchar. Y le abrumé el resultado. Sus pacientes le hablaron tuna y otra vez de asaltos sexuales, de abusos y de incesto. Siguiendo hacia atris el hilo de la memoria, Freud y sus pacientes descubrieron importantes hechos traumiticos de la infancia escondidos bajo otras experiencia més recientes y relativamente triviales que habian dispa- rado el comienzo de los sintomas histéricos. En 1896, Freud creia ha- ber encontrado el origen de la enfermedad. En un informe sobre die- ciocho casos titulado La etiologia de la histeria hacia una afirmacién dramética: «Por consiguiente, presento la tesis de que bajo cada caso de histeria hay wna o més incidencias de experiencias sexuales prematu- ras, expetiencias que pertenecen a los primeros afios de la infancia, pero que pueden ser reproducidas a través del trabajo del psicoandli- sis a pesar de que hayan transcurrido décadas. Considero que este es tun hecho importante: el descubrimiento de un caput Nili en neuropa: tologia»™ Un siglo después su informe todavi contemporineas sobre los efectos de los abusos sexuales en la infanci Es un documento brillante y compasivo, y esti argumentado con clo- a analizar a la segun- tivaliza con descripeiones ® J. BreueryS, Freud, Studies on Hysteria, ob it, pigs 259-260. S. Freud, «The Actiology of Hysteri, (189, en Standard Edition, wl. 3, trad. J Sra hey, Hogarth Press, Londres, 1982, pig 203. UNA HISTORIA OLVIDADA 35 cuencia y minuciosamente razonado. Su triunfante titulo y su exultante tono sugieren que Freud consideraba que su contribucién era un gi jgantesco logro en ese campo. Sin embargo, la publicacién de La eticlogéa de la histeria signifies el fin de esta linea de investigacién, Tan solo un afio después, Freud habia repudiado en privado la teoria traumatica de los origenes de la steria. Su correspondencia deja claro que estaba cada vez mas preo- cupado por las radicales implicaciones sociales de su hipétesis. La his- teria era tan comiin entre las mujeres que, si las historias de sus pacien tes eran ciertas y su teoria era correcta, se veria obligado a concluir que Jo que él llamaba «actos pervertidos contra los nifios» eran endémicos, no solo entre el proletariado de Paris, donde estudié por primera vez Ja histeria, sino también entre las respetzbles familias burguesas de Viena, donde habia instalado su consulta, La idea era sencillamente inaceptable, Estaba lejos de ser crefble™. Enfrentado a este dilema, Freud dejé de escuchar a sus pacientes, femeninas. El punto de inflexién queda documentado en el famoso caso de Dora. Este, el tltimo de los de Freud sobre histeria, parece mas una batalla de voluntades que una empresa de colaboraci6n. La interaccién entre Freud y Dora ha sido descrita como un «combate emocional»?!, En este caso Freud todavie reconoce la realidad de la experiencia de su paciente: la adolescente Dora habia sido utilizada como un premio en las elaboradas intrigas sexuales de su padre. Este a habia ofrecido como juguete sexual a sus amigos. No obstante, Freud se neg6 a validar los sentimientos de ira y humillacién de Dora. En lugar de ello, insistié en explorar sus sensaciones de excitacién se- xual, como sila situacién de explotacién fuese una satisfaccién de sus deseos. En un acto que Freud consideré como una venganza, Dora de- cidi6 terminar el tratamiento. ® M. Bonaparte, A. Freud y E. Kris (eds), The Onigis of Prychoamalyis Letters to Walbelm less, Drafts and Note by Sigmund Freud, Basics Books, Nueva Vor, 1954, pigs, 215-216. S. Freud, Dara: An Analysis of ¢ Case of Hystrs, el. P. Rill Collier, Nueva York, 196 Pilg 13, Para una critica feminist del emo Dora, véanse H. B. Lewis, Prychie War in Men and Women, New York Universiy Press, Nuewn York, 1976;C. Bernbeimer y C. Kahane (eds), Doras Case: Freud Hysteria Feminism, Columbia Univesity Press, Nueva York, 1985 36 La ruptura de su alianza marcé el amargo final de una era de cola boracién entre ambiciosos investigadores y pacientes histéricas. Du- rante casi otro siglo, estas pacientes volverian a ser despreciadas y si lenciadas, Los seguidores de Freud sentfan un especial rencor hacia la rebelde Dora ita por un diseipulo como ‘auna de las histéricas mas repulsivas que conocié jamis»”. Freud cre6 el psicoandlisis sobre las ruinas de la teorfa traumitica de la histeria. La teoria psicol6gica dominante del siguiente siglo se bbasé sobre la negacién de la realidad de las mujeres, La sexualidad siguié siendo el objetivo central de la investigacién, pero el contexto social de explotacién en el que tienen lugar las relaciones sexuales se hizo pricticamente invisible. El psicoanilisis se convirti6 en el estudio de las vicisitudes internas de la fantasfa y el deseo disociadas de la rea- lidad de la experiencia. En la primera década del siglo Xx, sin siquiera presentar documentacién clinica de falsas quejas, Freud concluyé que Jos relatos de sus pacientes histéricas sobre abusos sexuales en la infan. cia eran falsos: «Por fin me vi obligado a reconocer que estas escenas de seduccién nunca habjan tenido lugar y que tan solo eran fantasias, {que se habfan inventado mis pacientes». La retractacién de Freud significé el fin de la heroica era de la his- teria, Tras el cambio de siglo, toda la linea de investigacién comenzada por Charcot y continuada por sus seguidores cayé en el olvido. La hip nosis y los estados alterados de conciencia quedaron una vez més rele- gados al terreno de lo oculto, Se puso freno al estuclio del trauma psi- coldgico. Después de un tiempo, se dijo que habia practicamente desaparecido la enfermedad de la histeria®. que posteriormente fue des F. Deutsch, «A Footnote to Freud's Fragment of an Analysis of a Case of Hysterian, Poy choanalytic Quarterly, 26: 159-167 (1957. 'F- Rusch, «The Freudian Cover upe, Chyalis 31-45 (1977). Ls Herman, Father Daaghter Inet, Harvard University Press, Cambridge, 1981; J. M. Masson, The Assault om Truth Freud's Suppression ofthe Seduction Theory, Fara, Straus & Giroux, Nueva York, 1984 * §, Freud, «An Autobiographical Snidy> [1925], en Stendard Edition, vo. 20, J. Sra hey, Hogarth Press, Londres, 1959, pig. 4 2 Veith, «Four Thousand Years of Hysteian, en Hysterical Pesonaiy, ed. M. Horowitz, Jason Aronson, Nueva York, 1977, pigs. 7-95 UNA HISTORIA OLVIDADA, 7 Este dramatico cambio no fue obra de un solo hombre. Para en- tender cémo pudo venirse abajo el estudio de la histeria y cémo pu- dieron olvidarse tan rpidamente descubrinientos tan importantes, es necesario en primer lugar comprender el clima intelectual y politico que dio origen a la investigacién. El principal conflicto politico de la Francia del siglo x1x era la lu cha entre los partidatios de una monarquia con una religién estableci- da y los que se inclinaban por una repiblica, una forma laica de go- bierno, Desde la Revolucién de 1789, este conflicto habia derrocado al gobierno en siete ocasiones, Con el establecimiento de la Tercera Re- puiblica en 1870, los padres fundadores de una nueva y frégil democra- cia promovieron una agresiva campafia para consolidar su base de po: der y, de esta manera, minar la autoridad de su principal oposicién: la Iglesia catélica. Los lideres republicanos de esta época eran hombres hechos a si rmismos pertenecientes a la floreciente burguesfa. Se consideraban re- presentantes de una tradicién de ilustracién comprometida en una lu- cha mortal contra las fuerzas reaccionariss: la aristocracia y el clero. Sus principales batallas politicas se ibrabaa por el control de la educa- cién, Sus batallas ideol6gicas, por la fidelidad de los hombres y el do- minio de las mujeres. Como dijo Jules Ferry, uno de los fundadores de la Tercera Repiiblica: «Las mujeres deben pertenecer a la ciencia © perteneceriin a la Iglesia» Charcot, el hijo de un comerciante que habia alcanzado la riqueza y Ja fama, era un destacado miembro de esta nueva élite burguesa. Su s én era punto de encuentro de los ministros del gobierno y otras perso- nalidades de la Tercera Repiblica. Compartia con sus colegas de gabi- nete la pasién por la expansién de las ideas seglares y cientificas. Su modernizacién del Salpétriére en la década de los setenta se levé a cabo para demostrat las virtudes superiores de la ensefianza laica y de la administracién hospitalaria, Y emprendié la investigacién de la histeria para demostrar la superioridad de un marco de trabajo conceptual laico * Git. en P. K. Bidelman, Paris Stond Up! The Fourding of the Liberal Feminist Movement ‘in Franc, 1858-1889, Greenwood Press, Wesport (Conneticut), 1982, pig 17. 38 sobre uno religioso. Sus Conferencias de los Martes eran un teatro poli tico, Su misién era teclamar a las mujeres histéricas para la cienci Las formulaciones hechas por Charcot sobre la histeria ofrecian una explicacién cientifica a fendmenos como la posesisn diabslica, la brujeria, el exorcismo y el éxtasis religioso. Uno de sus proyectos ma quetidos era el diagnéstico retrospectivo de la histeria tal y como apa rece a lo largo de la historia en las obras de arte. Junto a su discipulo Paul Richer publicé una eoleccién de obras de arte medieval que ilus traban su tesis de que las experiencias religiosas retratadas en el arte podfan ser explicadas como manifestaciones de histeria””. Charcot y sus seguidores también entraron en agrios debates sobre fenémenos misticos contemporineos, entre ellos casos de estigmas, apariciones y curaciones por la fe. A Charcot le interesaban especialmente las curas ‘milagrosas que supuestamente estaban teniendo lugar en el recién es- trenado templo de Lourdes. A Janet le preocupaba el fendmeno ameti- cano de la Ciencia Cristiana. Desiré Bourneville, discipulo de Charcot, utilizé el nuevo criterio diagnéstico en un intento de probar que una célebre estigmatizada de la época, una devota joven llamada Louise Lateau, era en realidad una histérica. Todos estos fenémenos fueron reclamados para el campo de la patologia médica” Por lo tanto, fue una poderosa causa politica la que estimulé este apasionado interés en Ia histeria y dio impetu a la investigacién de Charcot y sus seguidores durante el final del siglo xtx, La intencién era que la solucién del misterio de la histeria demostrara el triunfo de la ilustracién laica sobre la supersticién reaccionaria, asi como la supe- rioridad moral de una forma laica de ver el mundo. Los hombres de ciencia contrastaron su benevolente actitud hacia la histeria con los peores excesos de la Inquisicién. Charles Richet, un discfpulo de Char- cot, observ en 1880: «Entre las pacientes que estiin encerradas en el Salpétriére hay muchas que ees uenis cn tiempos ante- riores, y cuya enfermedad hul in crimen»®, Wi- ee = J. M. Charcot yP. Richer, Les démoniagues dant art (1881), Macul, Pars, 1984 » J. Goldscin, Console and Clas, ob ci. Cit. y tad, por J. Goldstein, ob. cit, pai. 372. UNA HISTORIA OLVIDADA 39 liam James se hizo eco de estos sentimientos una década mas tarde: “Entre las muchas victimas de la ignoranc'a médica recubierta de au- foridad Ta pobre histérica era considerada la peor; y su gradual FeRaBT {itaiOT y tescate serdn considerados una de Tas conquistas filantr6pi- ceas de nuestra generacién»”. ‘Aunque estos hombres de ciencia se creian benevolentes rescata: dores que sacaban a las mujeres de su condicién de degradacién, ni si- Gquiera por un instante se plantearon una situacién de igualdad entre mujeres y hombres. Las mujeres debian ser objetos del estudio y de cuidados humanitarios, no individuos por derecho propio. Los mismos hombres que defendian una comprensién itustrada de la histeria a me nudo se oponian con rotundi la educacién superior o en la vida profesional, y contrarios tajantemen: teal sufragio femenino. EI movimiento feminista era relativamente débil en los primeros ‘afios de la Tercera Republica. Hasta finales de 1870, las orga feministas ni siquiera tenian derecho a celebrar reuniones piblicas 0 a divulgar sus textos. En el Primer Congreso Internacional por el Dere- cho de las Mujeres, celebrado en Paris en 1878, no se permitié hablar a las defensoras del derecho al voto porque se las consideraba dema- siado revolucionatias !, Los partidarios de los derechos de las mujeres, reconociendo que su destino dependia de la supervivencia de una fr gil democracia, tendian a subordinar sus intereses al consenso dentro dela coalicién republicana, Sin embargo, una generacién ms tarde el régimen de los padres fundadores habia quedado firmemente establecido. El gobierno repu blicano y laico habia sobrevivido y prosperado en Francia. A finales del siglo xix la batalla anticlerical estabs practicamente ganada. En ‘ese ticupy se habia vuelto mas problemat:co para los hombres ilustra dos actuar como defensores de las mujeres, ya que estas estaban em: fad a que las mujeres fueran admitidas en iciones » NG, James, Review of Janet's exsys, "L'éat mental des hystériques” y *L/amnésie cont fue”, Prychoogial Review 1: 195 (1894), Para una historia del movimiento feminista en la Fancia del siglo xt, véanse PK. Biel ‘man, Paris Stand Up, ob. cit; C. G. Moses, French Feminism in the Nineteenth Century, Sate University of New York Press, Albany (Nueva York), 1984 40 pezando a atreverse a hablar por si mismas. La militancia de los movi- mientos feministas en democracias establecidas como Inglaterra o Es- tados Unidos habia empezado a extenderse al continente, y las femi: nistas francesas se habfan hecho mucho m los derechos de las mujeres. Algunas de ellas eran abiertamente criti- cas hacia los padres fundadores y retaban el benevolente patronazgo de los hombres de ciencia. En 1888, una escritora feminista se mofaba de Charcot por su «viviseccién de las mujeres bajo el pretexto de es- tudiar una enfermedad», asi como por su hostilidad hacia el hecho de que las mujeres entraran en la profesién médica. Con el cambio de siglo el impulso politico que dio pie a la he- roica era de la histeria se habia disipado. Ya no habia ningiin motivo para continuar una linea de investigacién que habia alejado tanto a los hombres de ciencia del objetivo que habfan querido alcanzar en un principio, El estudio de la histeria les habia arrastrado a un mun- do de estados de trance, emotividad y sexo. Les habia obligado a es- cuchar mucho més a las mujeres de lo que ellos jamas habjan espe- rado, y a descubrir sobre la vida de las mujeres mas de lo que jams quisieron saber. Evidentemente, nunca habjan pretendido investigar cl trauma sexual en la vida de las mujeres. Los descubrimientos en dicho campo eran aplaudidos y los investigadores cientificos eran valorados por su humanidad y valor siempre que el estudio de la histeria fuera parte de una cruzada ideol6gica; pero, una vez que ese impetu politico se hubo desvanecido, estos mismos investigado- res se vieron comprometidos por la naturaleza de sus descubri- mientos, y se sintieron demasiado involucrados con sus pacientes femeninas. El retroceso comenzé incluso antes de la muerte de Charcot en 1893. Este se encontré con que cada vez se seutia mas obligado a de fender la credibilidad de las demostraciones piblicas de histeria que tanto habjan encandilado a la sociedad parisina. Se rumoreaba que las actuaciones estaban preparadas, que se utilizaban mujeres fécilmente sugestionables que, consciente o inconscientemente, seguian un guién is activas en su defensa de ® Cit. en J. Goldstein, ob cit, pig 375. UNA HISTORIA OLVIDADA 41 dictado por su médico bajo hipnosis. En apariencia, al final de su vida se arrepentia de haber abierto ese terreno de investigacién”. A medida que Charcot se alejaba del mundo de la hipnosis y de la histeria, Breuer se distanciaba del mundo de los vinculos emocionales de las mujeres. La primera «cura de charla» finalizé con Breuer alejéndose precipitadamente de Anna O. Es posible que terminara la relacién con la paciente porque su mujer se re sentia de la intensa relacién que el médico tenia con esta fascinan: te joven. Dio por finalizado de forma abrupta un tratamiento que habia significado dos aiios de encuentros casi diarios con su pa- ciente. El precipitado fin provoes una crisis no solo en la paciente, aque tuvo que ser hospitalizada, sino al parecer también en el doc- tor, que se sintié abrumado al darse cuenta de que su paciente se sentia apasionadamente vinculada a él. Terminé su Gltima sesién con Anna O con «sudores frios» ‘Aunque posteriormente Breuer colaboré con Freud en la publica cin de este extraordinario caso, era un investigador reticente y lleno de dudas. A Breuer le preocupaban en especial los repetidos descubri- mientos de experiencias sexuales en la raiz de los sintomas histéticos. ‘Como se quejé Freud a su confidente Wilhelm Fliess: «No hace mu- cho, Breuer pronuncié un largo discurso ante la sociedad médica so- bre mi, presentindose como un converso en la fe de la etiologia sexual. Cuando se lo agradeci en privado, me chaf6 toda mi alegria al deci: “De todas formas, yo no creo en ello”>”. Las investigaciones de Freud fueron las que més avanzaron dentro de la realidad no reconocida de Ia vida de las mujeres. Su descubri- miento de que la explotacién sexual durante la infancia era la raiz de la histetia superaba los limites de la credibilidad social y le Hev6 a una si: tuacién de total ostracismo dentro de su profesién. La publicacién de G. Tourette, sJean Martin Charcot», Nowoelle Leonograpbie dela Salpétre 6:2 1895). 50 “ , Jones, The Life and Work of Sigmund Freud, Basis Books, Nueva York, 1953; M. Ro Senbaum, «Anne © (Bertha Pappenheim): Her History, en Ansa O Fourteen Contemporary Reinterpretations, el. M. Rosenbaum y M. Muroff, Free Pres, Nucva York, 1984, pigs. 125. ® M., Bonaparte y otros (ed), Orgs of Prychoanabs, b. ct, pi. I. 2 Laetiologia dela histeria, que él pensaba que le daria la gloria, fue reck. bid3 con el silencio frfo y universal de sus predecesores y colegas. Tal y como escribié poco después a Fliess: «Estoy tan aislado como te gusta ria a ti que estuvicra: Ia consigna es abandonarme, y a mi alrededor se esta creando un vacio»**, El consiguiente abandono de Freud del estudio del trauma psico- légico ha sido considerado como un escindalo”. Que se retractara ha sido interpretado como un acto de cobardia personal, Sin embargo, entrar en este tipo de ataque ad homtinem parece una curiosa reliquia de la época de Freud, en la que los avances en el conocimiento eran considerados como actos «prometeos» de genialidad masculina. Da igual lo convincentes que fueran sus argumentos o lo vilidas que resul taran sus observaciones, los. srimientos de Freud no podian ser aceptados sin un contexto politico y social que apoyara Ia investigacién lid iaaeciyace pnentereeecoch cas or ecorteerome er tido jams en Viena y estaba desapareciendo en Francia, El rival de Freud, Janet, que nunca abandoné la teot 2 c que jamasse desvinculé de sus pacientes cémo se olvidaba su trabajo y se rechazaban sus ideas. ‘asado el tiempo, el rechazo de Freud a Ta teoria traumatica de la histeria adquirié una cualidad especialmente dogmética. El hombre que habja llevado més lejos la investigacién y que habia entendido me- jor sus implicaciones se habia recluido en los tiltimos afios de su vida fe Wend cbc tainegstcicas En leselp rotescN(sslegitimoi isos pace tes femeninas. Aunque siguié centrandose en la vida sexual de sus pa- cientes, ya no reconocia la naturaleza de explotacidn de la experiencia femenina. Con una obstinada persistencia que hizo atin mas retorcida la teorfa, insistié en que las mujeres imaginaban y anhelaban los en: uentros sexuales abusivos de los que se quejaban. % §, Fread, carta para Wilhelm Fless de 4 de mayo de 189, ct. por Masson, Assault on Truth, pig. 10. J. M. Masson, Asslt on Truth; J. Malcolm, In he Freud Archives, Knopf, Nueva York, 1984. Eitigo entre Masson y Malcolm se sigue derarolando en el momento en que estoy esc endo J. Masson, Asant on Truth, ob. ct. UNA HISTORIA OLVIEADA, 4B Quiz se pueda entender la retorcida retractacién de Freud tiene en cuenta el reto tan extremo al que se enfrentaba. Aferrarse a su_ hhubiera significado reconocer la profundidad de la opresi6n se de Tas mujeres y los ninps. Latinica fu Te validacion intclec: “mal posible, y el dnico apoyo a su position, debra venir del naciente movimiento feminista qug_amenazaba los valores patriarcales de movimiento feminisy rend. _lars-con dicho movimiento ex iso impenst fe para un "hombre con las ideas politicas de Freud y con sus ambiciones profesio- pales. Eso resultaba demasiado, ashe s desvinculé del estudio del Sgico y de las mujeres. Siguié tabajando para madurar tuna teoria del deatal Thumano en la que la inferioridad y la mez dad Ja doctrina®. Su ova prosper flreiSen un lina polticoanifenini Ta paciente de Breuer, Anna O, fue I dia de esos primeros in vestigadores que ~xploracion de Ta histeria hasta sus con cfusiones légicas. Al parecer, después de que Breuer la abandonara, si guid enferma durante varios afios y luego se recuperd. La histérica muda que habia inventado la «cura de charla» secuperd la voz, y Ta cardura, en el movimiento de liberacién femenina. Bajo el seud6nimo de Paul Berthold tradujo al aleman el clisico tratado de Mary Wol tonecraft Una vindicacin de los derechos de las mujeres, y escribiG una obra de teatro, Los derechos de las mujeres, Bajo su nombre real, Bertha Pappenheim, se convirtié en una destacaca trabajadora social feminis {3 na inlet v-une-onzanizadors pote A lo largo de una prolongada y fructifera carrera dirigié ur orfanato para nifias, Fund6 tuna organizacién feminista para mujeres jadias y viaid por toda Euro- pay Oriente Medio haciendo campafia contra la explotacién sexual de iujeres y nifios. Fucron legendarios su fuerza, su energia y su compro: iiso. Fin palabras dé-un-colepa, «En esta snujer vivia sa nue vivian vlc [Su Ticha contra el abuso de mujerés y-ninos Te products cast dolor fist eee Om La rte ferinista de la psicoogiafemenina de Freud es voluminosa, Para dos ejemplos Alisicos, wéanse K. Horney, «The Flight From Womanhood: The Masculinity Complex in Wo- men as Viewed by Men and by Womens, Intenatinai Journal of Prycho-Analysis 7: 324-329 (1926), yK. Milt, Sexual Palitis, Doubleday, Nueva York, 1969 44 co», Cuando muti6, el filésofo Martin Buber le rindié homenaje: ¢-@No solo la admiraba, la queria, y riendo hasta el dia que me muera, Hay gente con espiritu y gente con pasidn; ambas cosas son menos frectientes deTo que cabe esperar Pero atin menos frecuentes son Jas-pergonas con espiritu v con pasién. Y atin mis raro es. un espiri- tu apasionado. Bertha Pappenheim era una mujer con un espfritu ask. Hay i¢ su memoria perviva. Ss s testigos de sigue exis- tiendo»t, En su testamento expresé el deseo de que aquellos que vist Taran su tumba dejaran una pequefia piedra, «como una promesa silen: ciosa [..] de servi a Jamision y al deber de las mujeres y de su alegria (..] sin flagusaf v.cog valor» ** LA NEUROSIS TRAUMATICA DE GUERRA La realidad del trauma psicolégico se impuso una vez mas sobre la conc onc pblcs on i cantare de Ta Patera Mandal Ea bres en cuatro afios. Cuando se acabé la carniceria, cuatro imperios europeos habian quedado destruidos y muchas de las creencias que sostenian a la civilizacién occidental habian quedado pulverizadas. Una de las muchas bajas de la devastacién de la guerra fue la ilu- sién de honor y gloria masculinos que suponia la batalla. Bajo condi. ciones de incesante exposicién a los horrores de la guerra de trinche- ras, los hombres empezaron a venitse abajo en Citas apabullantes. Satie eater sometidos a una amenaza de aniquilacién constante, obligados a ser testigos de la mutilacién y la muerte de sus compaiieros y sin esperanza de salvacién, mychos soldados empezaron a actuar_como mujeres histéricas. Gritaban yess de an ecoptrolada. rrente. Se quedaban paralizados y no podian moverse. Se quedaban ———— Cit. por M. Kaplan, «Anna © and Bertha Pappenheim: An Historical Perspectives, en IM. Rosenbaum y M. Murof, Anna O, ob. itp. 107 Git. por M, Rosenbaum, «Anna O (Berths Pappeniscim): Her History, en M, Rosenbaum, yM, Murolf, Anna O, ob. ct, pi. 22. “© Cit. por M. Kaplan, «Anna O and Bertha Pappenkcim, ob. ct, pig. 114 UNA HISTORIA OLVIDADA, "5 mudos y no respondian a estimulos. Perdian la memoria y su capaci Aad parasensorial, El niimero de bajas psiquidtricas era tan grande que se tuvo que pedir a los hospitales que las acogieran. Se calcula que los quastosnos mentales supusieron cl 40 por 100 de las bajas britinicas en batalla Las autoridades militares intentaron ocultar los informes sobre Tas bajas psiquidtricas porque tenfan un efecto desmoralizador sobre la poblacién *. Inicialmente los sintomas del derrum>amiento mental se atribuy ron a una causa fisica. El psicélogo britanico Charles Myers, que exa- rminé alguno de los primeros casos, atribuyé sus sintomas a la conmo: cién causada por los efectos de las bombas y llamé a este desorden nervioso «trauma de bombay, El nomore cuajé, aunque enseguida fue evidente que el mismo sindrome lo tenfan soldados que no habian estado expuestos a ningén trauma fisico, Gradualmente, los psiquia tras militares se vieron obligados a reconocer que los sintomas del trauma de guerra se debian a un trauma psicoldgico. Elestrés emocio: nal de estar expuesto de manera prolongada a la muerte violenta era suiciente para crear un sindrome neurético que se parecia a Ta histeria en los hombres, : Chando ya no se podia negar la existencia de una neurosis de gue- rra, la controversia médica, de forma parecida «To que ocurrié en el a eae aire Ts Hivefla se cord en el cardter monl &e pa- Gente. En opinion de los tradicfonalistas_ un soldado normal deberia sentirse glorificado en batalla y no deberfa mostrar ningun signo de ‘que desarrollaba una neurosis traumética era, en el mejor de los casos, +r humano constitucionalmente inferior, y en el peor, un vago y un cobarde. Los escritores médicos de la é90ca describieron a estos pa cientes como de Ta | Jonales a aconte 66 emocién intensa que incapacitaban la funcién «sintetizadoray de la \\ mente ne = afios después, Abram Kardiner describié la patologia esensid-deTernearesisde_guerma en téminos parecidos. Cuando una persona se ve abeweada por el terror y $e Sfente indsfensa, «queda des. sssconismargara realizar tia actividad concertada, coon trozado tod. nada y deliberada, Las percepciones se wuelven inexactas y, tenidas por el ferror, fallan las Raat ree oar discrimina- - =cuerddos traumaticos carecen di iva verbal y de contexto, y estan codificados en forma de sensaciones vividas ¢ imige, Tes”. Robert Jay Lifton, que estudio a Tos supervivientes de Hiroshi Sima, desastres civiles y de combate, describe la memoria traumética Jo gue cristaliza la experiencia & Un Brupo de imagenes en particular P. Jane, Pochologial Healing (1919), vol. 1 ead. E. Paul y C. aul, Macmillan, Nueva York, 1925, pigs. 661-683, 4 casing, «My Fathers, en A Smal Personal Voce, Random House, Nueva York, 1975 pig 87 E. A. Brett y R. Osteoft, «Imagery in Post-Traumatic Stress Disorder: An Overview» American Journal of Pseiatry 142: 417-424 (1985) TR J. Lifton, «The Concept of Survivor, en Survivor, Victims, and Perpetrators: Essays the Nac Holocaust, el}. E- Dimsdale, Hemisphere, Nueva York, 1980, pig. 113-126 EL TERROR n

You might also like