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LAFORTIFICACION ESPANOLA EN CUBA SIGLOS XVI-XIX Antonio RAMOS ZUNIGA ATRIOS (1993). Pigs. 49-64 Introduccion, Cuba fue uno de fos grandes emporios de 1a fortficacién espafiola en América, condi cién mantenida en cuanto a riqueza monu- ‘mental conservada. Pervive el conjunto ha~ banero con mayor representatividad de {inmuebles yestilos, porloquela UNESCO lo acredit6 para el joyero del patrimonio mun- dial, pero toda ia Ista estaba constelada de defenses, en puertos, apartados litorales y el hinterland, donde subsistencentenares dees pintorescos y sugestivos exponentes que Ia Bente les sigue llamando "Ios fuertes de los tiempos de Espafia". De 1512 a 1898 duré ta sostenida fortificacién de Cuba en virtud de su principalisimainfabilidadestratégicaaescala continental, aunque las mayores inversiones monérquicas privilegiaron siempre a La Ha- ‘bana, capital desde 1607, calificadaconacierto como "Llave del Nuevo Mundo y antemural delasIndiasOccidentales”,pormucho tiempo considerada como sinénimo de Cuba. Hemos podido dar fe de la prodigalidad de la cons- truccién militar en la Isla al contabilizar, solamente entre 1513 1868, unacifrade 121 fortificaciones, excluyendoobrastemporeras. De 1868. 1898 lacifra se triplica conel auge de las obras de campafa, las trochas 0 lineas militares y con el vastisimo Frente maritimo ‘y Campoitrincherado deLa Habana, periodo actualmente en estudio, Por lo anterior, tal ‘vez no es una afirmacién infundada meritar a Cuba como el pafs mis fortificado de His- panoamérica, por su status geoestratégico insular especial y por ser el teritorio junto ccon Puerto Rico-dondeladominacién hispana se dilat6 més, alcanzando 1898, lo cual po- sibilito un crecimiento cuantitativo conside- rable y la implantacién de nuevos tipos y sistemas defensivos. De 1896 a 1898, por ejemplo, la plaza de La Habana se convirtis en el "més completo tipo de organizacién defensiva que Espatia puede mostrar en los tiempos modernos" Daremos a conocer, pues, més de tres siglos de arquitecturamilitarhispano-cubana, la variedad, belleza y originalidad de un ‘grandioso repertorio de casillos, fuertes, murallas, batefas, torreones y otras obras de ddefensa, cuyas nobles presencias monumen- talesevocan un pasado guerrero memorable y cenriquecen el acervo presente y futuro. Cuba: llave geoestratégica del Caribe La salvaguarda del imperio colonial ‘americano-mas que todoarcano denutrientes ‘econdmicos— era el fundamento de la estra- politico-militar de las coronas espafio- Jas y originarfa Ia actividad constructiva de fortalezas, intensificada en distintas épocas a medida que aumentaba ef enconamicnto geopolitico internacional. Las fabricas mili- tares se erigian en dreas vtales de expansién ‘conquistadora y deexplotacién yexportacién ‘econ6mica, primero para repeler ala indiada rebelde y asentar poblamientos y soberania; y ‘después de 1521 para enfrentar el desaffo de Jos enemigos europeos (Francia, Inglaterra y Holanda), excluidos de un exuberante mo- nopolio comercial y territorial que intentaron ‘conquistar mediante una escalada militar sin precedentes recurriendoal corso ylapirateria y, en su momento, a la ocupacién invasora, ‘decididamente en la segunda mitad del siglo XVu. Durante lossiglos X VIy XVI las guerras ‘europeas de Francia, Inglaterra y Holanda ‘con Espafta adquirieron una particular viven- 49 50 cia bélica en los mares yribera caribefias. Las expediciones corsarias suscitaban temores, expectativas y vandalismos. El saqueo de flotas y poblaciones por piratas famosos for- maré parte de la historia y la leyenda ameri- ‘cana, La primera agresiGn francesa a La Ha- bana fueen 1537. En 1555,¢1 Capitan Jacques de Sores rinde a fortaleza y arrasaa la villa. El trénsito por América de Hawkins, Frobisher, Morgan y, especialmente, el cele- ‘bérrimo Francis Drake, representaron la ri- validad més temida, sistemética y sentida y provocaré grandes cambios en la geopolitica espafiola hacia su imperio indiano en materia de fortficacién y defensa, Enel étimocuarto del XVIlametrépoliresponderdalapresencia cada vez.més hegem6nica de Inglaterraen las rutas ultramarinas,no yacon su poderfonaval ~perdido después de ladevacle dela Armada Invencible en 1588-, sino con la capacidad disuasiva y ofensiva de las obras de forificacion y aanillerf. Loscastills,fuertes y baterfas surgidos entonces evidencian la ‘extraordinaria magnitud del plan auspiciado por Felipe Il para garantizar la seguridad de las principales"Ilaves" y "p6rtcos" (enclaves estratégicos) en los territorios indianos. Ast advino la primera época de oro de la fortificacion permanente en América 0 "Pri- mer plan defensivo del Caribe" como lo definiera Angulo fniguez-,deregionalizacién fundamentalmente caribefia, encargado al ingeniero militar italiano Bautista Antonelli y al maestre de campo Juan de Tejeda, bajo la ‘supervisacién del ingeniero mayor de lacorte Tiburcio Spanoqui, de lo cual devino la fortificacién de La Habana, Cartagena de Indias, San Juan de Ulia, San Juan de Puerto Rico, Nombre de Dios, Portobelo, Chagre y proyectos irrealizados como el del amura- amiento modemo de Santo Domingo. ‘Como lo demostraron fos hechos ulterio- res, las nuevas fortficaciones aseguraron la ‘conservacién de las mencionadas "Ilaves" por un tiempo, Pero a mediados del XVIII la correlacién de fuerzas segufa afectando Ja primacia militar espaftola, favorecidas las potencias adversarias ~a partir de la segunda década del XVII con la ocupacién de terri- {orios despojados al imperio y convertidos en ‘bases perturbadoras de la estabilidad comer- cial, en avanzadas militares y centros de contraband (lamaica, parte occidental de Santo Domingo, yas lamadas sta inétiles" © Antillas Menores). En 1762, incluso, una poderosa armada briténica ccuparfaLaHabana para devotverla a cambio de La Florida. La respuesta espafiola a los nuevos tiem- pos fue perfeccionar la estrategia defensiva ‘multiplicandoel sistema de fortalezas. Con la presencia enLa Habana del mariscaldecampo ‘Alejandro O'Reilly y de los ingenieros Sil- vestre Abarca y Agustin Crame, en 1763, sobrevino el segundo periodo dorado de la fortificaci6n hispano-americana. Lo que ha Tamadoacertadamenteelhistoriador Zapatero "Segundo Plan defensivo del Caribe" tuvo brillante primicia en la capital de Cuba. Un Real Decreto deCarlos lI de25 de septiembre de 1765 propugné el nuevo reordenamiento defensivo en unaextensiGn desde la Guayana hasta La Florida, pero laculminacién deestos primerosesfuerzos serdlaimplementacién de tun plan més desarrollado encomendado al Brigadier de Infanterfa e Ingeniero Agustin Crame, designado "Visitador General de las Fortificaciones de América”, y realizado en- te 1777 177. Potenciadaladefensadelos ‘dominios, los pueblos resguardados prose- ‘guirén nutriendo su propia identidad. Con raz6n se ha dicho que a la sombra de las fortalezas nacieron y florecieron las naciones LaHabana, Castilo dela Fuerza. 1558-1577. hispanoamericanas’; deste modo, las fortifi- caciones expresan una visi6n peculiar de la _Eénesis del destino sociopolitico americano en los tiempos modemos. Un tiltimo periodo importante de la fortificaciOn hispana en ‘América orresponderd Gnicamentea Cuba, finales del siglo XIX. Las realizaciones ti- polégicas de la fortificacién de campatia, ‘desde 1868, constituyen ademés otra impor- tante contribuci6n espafiola a la historia de la arquitectura militar de todos los tiempos. De todos los puertos y poblaciones cu- bbanos, La Habana serdel de maximo desarro- ode usistema de fortficaciones, partir de 1539, Por ese, en distintos estadios de su devenir castrense. por mas de tres centurias contar.con las obras mdsperfectas,relevantes Y tipificadoras, en correspondencia con su Jerarquia geogréfica y los grados de especia- Tizaci6n funcional que va asumiendo peri6- ddicamente: desde centroestacional de lotas y tesoros que derrotan a Espafa hasta su pro- ‘gresiva conversién en centro politico y co- ‘mercial reconocido por suimportancia intrin- seca, incluyendo el hecho de alcanzar en ciertas etapas una capacidad autosuficiente parafabricarcafionesy desplegarunaindustria naval. Enun documento de la segunda mitad det siglo XVI, se destaca que "La havana es la lave y Puerto principal de todas las Yndias porestaren el embocamiento de la canal para venir a estos Reynos a donde todas las flotas suelen hazer escala...". En mapas de la €poca, como el de Mercator (1606) el puerto 8 aludido como el ms oélebre de las Indias Occidentales. Es decir, que por dominar el estrecho de la Florida y el acceso al Seno mexicano y dada su posicién clave como rmuelle de reunién de flotas en la apertura ratera del Atlintico, para la Corona siempre qued6 decidido que la proteccién del puerto habanero era una ineludible cuestiGn estatal, de ahi la prioridad que tuvo Cuba en la pla- nificacién de los costosos esquemas defensi- vos. Sin embargo, la proteccién integral de la {insula oblig6~por imperativos econémicos y cestratégicos~ala generalizaci6n paulatina de la defensa costera con el consiguiente creci- miento de las fortficaciones localizables en otros puertos (Santiago de Cuba, Matanzas, agua, Baracoa, Mariel, etc.) EvoluciGn de la estructura defensiva insular EI proceso de estructuracién defensiva insular evolucionard, progresivamente, des- de adimensiGn espacial puntual y local hasta ‘una escala periférica macroterritoril, inclu- yendola organizaciGn de sistemas complejos, tanto en las costas como en el interior. Hasta 1868 predominaré la fortificacién portuaria y costanera, Entre 1868 y 1898 surgirdn las 51 32 defensas interiores antiseparatistas. De 1896 hasta 1898 resurgiré la fortificaciGn periféri- ca, aunquelimitada aalgunasciudades-puertos mayores (Habana, Santiago de Cuba, Matan- zas y Cienfuegos). Los 386 afios de fortifi- ‘cacién.en Cuba, entativamente periodizados, a partir de circunstancias hist6ricas, geopoliticas, econémicas, militares, etc, ppermitirén comprender mejor el proceso an- tes mencionado y el verdadero cardcter de la polioreética y de las variables tipol6gicas. Primer perfodo: Siglos XVI-XVII. Fortificacién de los tinicos dos puertos act vamente habilitados de la Isla: La Habana, que posee su primera fortaleza en 1540; y Santiagode Cuba, mediocremente defendido por un fortin en’ 1516 y por una obra de ‘madera tierraen 1545, que tiene sus mejores fortalezas desde 1639. Ambas plazas polari- zan la defensa de Cubaen esta 6poca, aunque laCoronapriorizal-aHabanaporconstituirla scala de las flotas en la frontera estratégica del norte cariberio’. Concretamente en este perfodo hay dos tapas: formacién del sistema defensivo ha- ‘banero, entre los afios 1540 y 1589; y la ‘construccién del sistemasantiaguero,de 1639 a 1669. Hasta 1763 estos puertos agregan ‘unas pocas defensas a las ya existentes, aun- que La Habana levantaré la més grande fortficacién del pais: el recinto amurallado, nel siglo XVIL. Las fortificaciones erigidas en este perfodo responderdn a una estrategia de defensa interna portuaria, cuyos objetivos seri la proteccin de las flotas en el caso de La Habana, y el resguardo de la poblacién y delfrentesurcaribelomuy expuestoal peligro foréneo en cuanto a Santiago. Segundo periodo: abarca casi todo el si- glo XVIII hasta 1797, Est compulsado por ‘unos convulsos cien aftos de "Guerra del Caribe" guerrasdelaSucesi6n (1701-1713), del Asiento o de la Oreja de Jenkins (1739- 1748), del Tercer Pacto de Familia (1762- 1763y 1779-1783) y ladesatada porlaalianza franco-hispana (1796). El Caribe es involucrado en el espacio bélico europeo. En este perfodo se inicia el ensanchamiento de la estructura defensiva periférica con la fontficacién de puertos mayores y menores, enreconocimientoalaimportanciaestratégica de su localizacién y funcién. Surgen nuevas fortficaciones en Matanzas, Jagua, Baracoa, ‘Trinidad y Santiago de Cuba. También en este periodo fuerzas inglesas ocupan dos puertos de Cuba: Guanténamo (1741) y La Habana (1762), locual demostré que la cons- trucciénde obras fuertes y lamayorextensiGn territorial defensiva hacia puntos alejados de los grandes centros gubernativos (La Habana yy Santiagoddeuba) de las regiones occidental ¥ oriental tenfa fundados imperativos estra- \égicos. Jagua se fortifica atendiendo incluso aunaprevisi6n de poblamiento dispuesta por el gobemador Manzaneda, cn 1690, el mismo ‘que fundara la ciudad de Matanzas en 1693. Elcontrol delarutaestratégica del canal viejo de Bahamas aumentaré el valor militar y comercial de la ciudad de Baracoa, donde radicaba un puesto de pilotos précticos des- tinado a guiar las flotas a La Habana. El puerto de Casilda también inicié su ciclo franco de fortificacién permanente como re- sultadodel desenvolvimiento final dela guerra de 1796, Todo el sur de Santiago de Cuba (bahia exterior) conformard un gran frente defensivo que afianzaréel sistema interno del puerto (fortificaciones a Barlovento y Sota- vento: Juraguacito, Juragué, Cabatas, Guaicabén, Dajaguayabo y Aserradero). La ‘Anénimo, Puerto de La Habana. Siglo XIX Habana buscard la autosuficiencia estratégi- ccaen la dindmica de una cintura de fuertes flanqueantes avanzados, externos al recinto Por la parte terresire y en la utlizacién de un ‘ej6rcito operacional, enovandoasimismo las viejas defensas y sumando otras que consoli- ‘darénlaestructura niciadaen el siglo XVI. El frente abaluartado permanente modemo ~de- sarrollado en el primer periodo con magnifi- ‘cos ejemplos: la Fuerza, el Morro, la Punta~ alcanzaré ahora su definitivo esplendor con las fortalezas de La Cabafia y El Principe, centre las més conspicuas de América colo- nial, si bien el nuevo pensamiento tictico- estratégico empez6 a verficar desde enton- ces las ventajas de fortificar con baterias, trincheras y reductos, aunque en realidad algunas de estas baterias parecerdn verdade- 10s “castllos” y asf se les denominaré en raz6n del porte y ta dominacién, como lo ejemplifica Atarés, en La Habana. Erradicada oficialmente la piraterfa por la az de Ryswick, en 1697, as forificaciones originadas en este segundo periodo, no s6l0 constituyeron unaposiblidad protectoracon- tra cualquier tentativa invasora, sino que serviriancomo sistemas de vigilancia y repre- siGnde la creciente actividad de contrabando, tan frecuente en las costas, surgideros y pla- yas inmediatas alas poblaciones interiores. Este segundo periodo comprende ademas dosctapas; laanteriorala TomadeLa Habana ppor los ingleses (1762) caracterizada por la ‘reaciGn denuevos sistemas defensivos (Ma- tanzas, Jagua, Baracoa) y lacomplementacién ‘delasdefensas de La Habana y Santiago. Ya ‘etapa correspondiente a la modemnizacién y ampliacién de los sistemas complejos de La Habana y Santiago (posterior a 1762) en la ‘que cobran relieve nuevas doctrinas de fortificacién y sobresalen los nombres de ‘Abarca, Crame y Luis Huet. ‘Tercer periodo: 1797-1868. La tenden- cia de la fundacién de fortificaciones esta identificada por resortes estratégicos que no son séloexégenos derivados dela geopolitica imperial y de las guerras europeas transplantadas a América, al surgir proble- ‘éticas intemas especificas. Paulatinamen- te, desde 1765 hasta 1818, cesardn las res tricciones del comercio monopolista tradi cional, lo que propiciardcircunstancias eco- némicas, politico-militares y hasta demogré- ficas determinantes en la expansién de la defensa territorial. Se promoverdn defensas con el fin de apoyar el movimiento coloniza- dor hacia la perferia del pais debido al gran alcance espacial de las explotaciones agrico- las entre 1790 y 1837; ello implicé de hecho laapertura de nuevos puertos para facilitar la salida de la produccién interna comercial y para el establecimiento de centros urbanos periféricos. La estabilidad del cabotaje y de los surgentesnicleos poblacionalesdepende- 8 34 14 de las fortficaciones y de la capacidad de tas para interferr el contrabando y la pira- terfa. Ya no se trata s6lo de salvaguardar la integridad politico-territorial de la colonia, sino también de defender los intereses parti- culares de la aristocracia local en las reas de desarrollo de los cultivos comerciales ligadas una economiade plantaciénen pleno boom. No es casual que fueran precisamente los hacendados cubanos,actuandoenel marcode Ja Junta de Gobierno del Consulado de La Habana, en febrero 8 de 1797, ls promotores {do"“edificartorreonesen losprincipales rosy surgideros de la Costa parael resguardo de los barcos surtos en ella y de las Haciendas cir- cunvecinas”. En su mayor parte se construyeron forti- ficaciones costeadas por la iniciativa particu- lar (vecinos y hacendados), como fueron los torreones de Boca de Jaruco (1797), Banes, Guajaibn y Mariel (1798), Cabafias (1801) y laBateria de Gibara (1818), etc.,aunqueen el caso de las baterias de costa -que son nume- rosas~ el gobierno tuvo participacién presupuestal y técnica. En 1799 los torreones ppasaron a formar parte del Plan general de ‘defensa y el artlladode los mismos lo propor- cioné lamarina, Estostorreonesse levantaron principalmente en la regién costera noroccidental,a barlovento y sotavento de la ciudad de La Habana, por ser donde primero se desarrollaron las grandes zonas producto- 12s, Posteriormente, muchos torreones serfan asimilados por las baterias de costa como elementos complementarios de un esquema {ictico més funcional, como pasé con los torreones de Jaruco, Reina Amalia, Nuevitas; ‘oquedaron aislados por razones de emplaza- iento (Mariel, E1Rosario, Banes, Guajaibén y Mosquitos). Estos torreones tenfan antece- dentes en perfodos previos: San Lézaro, (Ciego de Avila. Fortin de fa Trocha de Jicaro a Morin. Morro, Bacuranao y Mariango, en La Haba- na; Morrillo y Sabanilla, en el puerto de Matanzas. Cojimar y La Chorrera, en La Habana, aunque se les denomina torreones 0 torres, técnicamente son reductos. La proliferacién de torreones, de planta circular, pero principalmente ta gran multi- plicacién de baterias costeras, de frentes cur- ‘yoso semicirculares, con parapetosabarbeta, es lo que distingue este tercer perfodo. Esta distinciGn se deberd a factores geograicos y econsmicos espectficos de la realidad insular Ya nuevos criterios técticos y técnicos ema- nadosdelosavancesde latcticaofensiva La ‘opcién de la bateria hard factible la defensa cextensiva de laperiferia maritima sin grandes problemas de viabilidad financiera como su- cedia cuando se planteaban os costos de fortficacién de una plaza fuerte con solucio- nes abaluartadas. Econémica, morfolégica- ‘mente sencilla y combativamente eficaz, adaptable a cualquier terreno, la bater‘a al- canz6 en América su maxima expresién constructiva, técnica y artistica como en nin-

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