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Terry Eagleton Ideologia Pe ae pepe Oc ke © Verso, Londres y Nueva York, 1995 © de la traduccion, Jorge Vig Rubio, 1997 Poneto Editorial Planeta, S.A., 2008 Pe ca Cte Peer eee Peer cy eer co Ce eee ee CO uo) Peer ce) RRR ec ered nee Seco C us ee ee eS ete Tera SL eet cE Ae eR a ey enn iblicado en inglés por Verso, Londres y Nueva York Cre CC er ee Cee ‘de interior de Carles Rodrigo Studio Introducci6n iguiente paradoja. La tiltima década ha conocido un iento de movimientos ideolégicos en todo el mun- riente Medio, el fundamentalismo islamico ha surgido poderosa fuerza politica. En el llamado Tercer Mundo, y de las islas britanicas, el nacionalismo revolucionario ado en un conflicto con el poder imperialista. En algu- s Estados poscapitalistas del bloque oriental, un todavia inismo sigue luchando encarnizadamente con una se- opuestas. En la nacién capitalista mds poderosa de la ha extendido una variante especialmente nociva de evan- cristiano. Durante todo este periodo, Gran Bretafia ha su- gimen politico mas ideolégicamente agresivo y explicito srde, en una sociedad que tradicionalmente prefiere que dominantes permanezcan implicitos y soslayados. Mien- giin sector de la izquierda se proclama la caducidad del ideologia. o explicar este absurdo? ¢A qué es debido que en un »ntado por conflictos ideolégicos la nocién misma de haya evaporado sin dejar huella en los escritos posmo- structuralistas?' La explicacion tedrica de este pro- ela si; 3 con ciertafecvenciaexhiWeeredoneaier del «fin de las ideolo, Bibarentemnente cero, dogmatinre ic toda ado, dogmitico ¢ inflexible A ver toda ideologia como un de eonciencia eon, ode In nociin de ideologia corresponde aun tte jedevertiad abso, mdo de sectores enteros dela antigua izquir que frente a un capitalismo temporalmente en hha emprendido una firme y vergonzante retirada Mo implicaria vy sieas» como la lucha de clases y los moos de = én revolucionariay la naturaleza del estado bur se ve obviamente desconcertada por cuanto justo as que denunciaba el concepto de revolucidn como Beaundante fisica, el asunto mismo estalls donele menos sees geracias estalinistas de la Europa oriental p de caricter m; ‘Ceausescu pas6 sus tiltimos momentos sobre la {sus verduagos que el concepto de revoluciinesta- gunca hubo més que microestrategias y decons: Jaidea del sujeto colectivo revolucionari es- nte caduca. El objeto de este libro es en cierto grandes aconteci clarar algo de la enmaratiada (olvid6 aia de la nocién de ideologia—. Pero también se fen una farsa). La srvencidn politica en estos temas ms ampli, ‘eierto sentido v puesta politica a las iltimas traiciones de los 3» posterior ala {Gunn habla de un reclutaalemin que smundial arriesgé su vida ayudando a esca o que la suerte les tenia res g0 aparentemen. maquello por lo qu s, Pot lo que mc dicionantes ideolos oP éActu6 de tal ms slemente, 0 bien sobre la naturale alos hombres y alas ydealguna manera, de un modo que ten- mas profundo? ‘caricter mis com- una investigacicn “en su propia infe- de opresion tamos dispuestos« asus subordinados oder; cualquier prt rma de liberacién mis 8 suficiente gratificac : in por un extenso Iocerto es que as fnaents ne saben ‘contentarse con una ambigua mezcla de mi- jeuando la politica alternat l iva parece peligro- mente rains reblre cuando sg an peso mayor que las gratificaciones, y cuando }que, con ello, las ganancias serin mayores que las ver que, en la critica de la ideologa, slo funcio- mes que expliquen una euestion en si misti- Ia «ideologia critica» tieme una afinidad in- del psicoandlisis. «Critica, en su sentido en explicar a alguien lo que hay de malo en su si- punto de vista externo, quiza «trascendental». forma de discurso que busca vivir la experienci ss interior, con la finalidad de extraer aquellos Ta experiencia que apuntan més alla de la situa~ dividuo. La «critica» ensefia actualmente a innu- :mjeres que la adquisicién de un conocimiento En cultural excelente; la «critica» reconoce cimiento con suficiente rapidez sisu sueldo idcologia, pues, presume que nadie engafiado —que aquellos que esti ‘incluso ahora esperanzas y deseos que silo nla realidad mediante una transformacién de jales—. Sirechaza la perspectiva externa de la ‘comparte con la Tlustracién esta eonfianza ‘moderadamente racional del ser hu- ‘totalmente vietima del engafio ideol6gico de reconocer una pretensién emancipatoria; _gente no cesa de desea, luchar e imaginar, nnte en las condiciones menos propicias, que la politica es una posibitidad legitima. Esto no equivale a defender que las personas oprimidas abriy,,,.. ; cretamente alguna alternativa a su infelicidad, sino que, una ye, , : se hayan liberado de las causas de aquel sufrimiento, ser4y, capay de volver la vista atras, reescribir la historia de su vida y econo, que lo que ahora disfrutan es lo que previamente habian deseado, hubieran sido capaces de darse cuenta. Es prueba del hecho «. q nadie es, ideolégicamente hablando, un completo inocente, que gente que se considera inferior debe aprender a serlo realmente. ) basta con definir a una mujer o un stibdito colonial como forma, , vida inferiores: se les debe ensenar de forma activa esta definic,, algunos muestran ser brillantes graduados en este empeito. [is .,, prendente lo sutiles que pueden ser hombres y mujeres ingenios,, agudos en mostrarse incivilizados y estupidos. Por supuesto, en; to sentido esta «contradiccién performativa» es motivo de s. dumbre politica; pero en circunstancias apropiadas es una con diccién en la que un orden establecido puede llegar a su ocaso. Los ultimos diez afios he discutido el concepto de ideologia con ti, ril Moi, quizé con mayor regularidad e intensidad que cualquiry otro asunto intelectual, y sus opiniones sobre el tema estan ahora tan entrelazadas con las mias que saber dénde terminan sus + flexiones y empiezan las mias es una cuestion, como se dice hoy dia «indecidible». Quiero expresar mi gratitud por haberme beneticia do de su mente perspicaz y analitica. Debo también agradecer st participacion a Norman Geras, que leyé el libro y me beneficié de su valioso criterio; también quiero expresar mi agradecimiento a Ke Hirschkop, que sometié el manuscrito del libro a una lectura total- mente meticulosa y, de este modo, me evité innumerables errores lagunas. Estoy en deuda, también, con Gargi Bhattacharyya, quie" generosamente dedicé tiempo de su propio trabajo para ofrecerme una inestimable ayuda en la investigacin.

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