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Parricia Lara SALIVE LAS MUJERES EN LA GUERRA @Planeta COLECCION PREMIO PLANETA. DE PERIODISMO (© Patricia Lara Salive, 2000 plara@cable.net.co (© Editorial Planeta Colombiana, S.A. Calle 21 No. 69-53, Bogota, D.C. Diseio de la cubierta: Camila Cesarino Costa Fotografias dela cubierta: Mariela Guerrero Serrano, Elizabeth Jiménez - El Espectador Fotografia dea solapa: Claudia Rubio Armada electrénica: Editorial Planeta Colombiana, 8. A. Impresiin y encuadernacién: Quebecor Impreandes S.A, Primera edicin: diciembre de 2000 ‘Segunda edicién: diciembre de 2000 ‘Tercera edicién: abril de 2001 ISBN: 958.614-946-3 PREMIO PLANETA DE PERIODISMO El Grupo Planeta decidié otorgar su premio tinico de pe- tiodismo a Patricia Lara Salive por su trayectoria profesio- ral y su libro Las mujeres en la guerra, ejemplo de periodismo literario o nuevo periodismo. El afo pasado este galardén fue concedido al columnista Antonio Caballero, hace tres aos ‘a Enrique Santos Calderén, en 1995 a Javier Dario Restrepo y fen 1994 a Juan José Hoyos. Las muyjeresen a guerra es un reportaje sobre las motiva- ciones profundas de los diferentes actores del actual conflic- to colombiano. En él se muestran no s6lo los distintos pun- tos de vista de los protagonistas y de las victimas de la vio- lencia, sino especialmente las verdades de su corazn, Eneste reportaje Patricia Lara pone a hablar, con una sinceridad nada frecuente, a diez. mujeres colombianas, quienes, ante la pe- riodista y el lector, desnudan su dolor y muestran la cruel dad de esta guerra, El libro se abre con la historia de la vida de una anti _guertillera del ELN en la época de Fabio Vasquez Castano, {que viaja con él a Cuba y después se incorpora al M-19, com- bate en este movimiento y finalmente abandona la lucha y ‘wuelve con su madre, quien vive en la absoluta pobreza, La segunda voz es la de Olga Luefa Marin, comandante de las 250 Parmicts Lara, ‘miramos un lado de las cosas y no nos preocupamos por en- tender las demés posiciones. Yo cambié con ol seeuestro: hoy todo lo valoro més, ten- gomaés ganas de vivir, quiero sere titi al pais, me siento ata- daa Colombia, ‘Maw: A pesar del inmenso dolor que padecimos y de lo dificil que nos resulte, tenemos que cambiar de actitud y abrimos a solucionar el conflicto por un medio que no sea la guerra, Debemos sentarnos alrededor de una mesa para lle- ara acuerdos donde todos cedamos. Cuesta trabajo, pero tenemos que ser capaces de enten- demos. La DESPLAZADA, JUANA SANCHEZ —iSaiganse, que esto se putes! —nos dijo don Joaco, un ve- cino que legé cozriendo para contarmos que le acababan de incendie la casa con todo lo que tenia adentro. Poco antes el Ejérito habia llegado a a zona para perse- guir a a guerilla y nos habia dicho: —Tranguilos, no se asusten con nosotros, que los que vie- ‘nen atrés son mas braves, Esa noche no pade dormir. Escuchaba cl plomo y los bom- ‘bazos. Me encontraba sola en la finca con las tres nas, pues ‘mi marido estaba lejos, cortando madera, Entonces, toda la noche, me pregunté: «1A qué horas van a llegar?» ‘También pensaba en don Cabal, ese vigito de ochenta y ‘cho ais al que los paramilitares habian eapado y después Jo mataron. Y¥o me di cuenta de edmo past llegaron a la casa donde él estaba; cuando las otras personas que vivian ahi vieron alos paramilitares,salieron corrienclo. Pero como don ‘Cabal estaba mal de la cabeza, no se dio cuenta y se qued6 ‘ahi. Enfonces Ios tipos entraron ala casa, lo hicieron desves- tise, le baron los pantalones y lo caparon como se capa a ‘un marrano. El vijito gritaba y pedia auailio. Después lo ‘mataron de dos tiros en la cabeza Me acordaba también de los perros muertos: perro que tencontraban, perro que mataban. Malaron como cincuenta, y regaron el cuento de que si uno colaboraba con la guerrilla le pasaria lo mismo, Daban a entender que la muerte de un perro era como la de una persona ellos no les importa, La gente dice que son parami res. Estin bien armadis y se visten como el Eércit. 252 Parnicia LARA. Con la pensadera y el miedo, al amanecer levéa mis tres niftas, caminé con ellas como una hora en medio de los com= bates y llegué adonde estaba mi marido. Cuando nos vio, nos regais: ‘—jPara qué se vinieron! ;De pronto tiran una bomba y Jas matan! Salimos corriendo con ély con lasnias para el puerto de Santa Matilde, Alls estaban la Cruz Roja y la Defensoria del Pueblo. Llevaban ala gente en chalupas a Barrancabermeja, ‘La descargaban y volvian por mas. Lo importante era sacarla

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