You are on page 1of 17
FERNANDO A. BLANCO MARIO PECHENY JOSEPH M. PIERCE POLITICAS DEL AMOR: DERECHOS SEXUALES Y ESCRITURAS DISIDENTES EN EL CONO SUR AMORES CLANDESTINOS: DISCURSOS, PRACTICAS Y ESCENARIOS DE LA HOMOSEXUALIDAD MASCULINA, CHILE, 1990-2005, Claudio Barrientos y Juan Carlos Garrido Introduccién Latransicién democritica en Chile desde los afos 90, cons- truyé un contexto politico propicio para la emergencia de nue- vos movimientos sociales y, por tanto, de debates que daban cuenta de los temas pendientes y no abordados en las negocia- ciones politicas posdictadura. La homosexualidad masculina fue tuno de los astuntos que comenzé a aparecer con insistencia en los diversos medios de comunicacién: la televisién, la prensa escrita y las radios. Se realizaban entrevistas a activistas del MOVILH Histérico' al tiempo que se debatian en el Congreso temas como la despenalizaci6n de la sodomfa, reflejando la produccién de una versién moralizada de la homosexualidad en Chile (Robles 33-37) acorde con el ideario moral cristiano de los primeros dos gobiernos transicionales (P. Aylwin, 1990-1994 y E. Frei Ruiz-Tagle, 1994-2000). De este modo, los discursos sobre la homosexualidad que aparecian en la prensa chilena asumieron tun sesgo homofdbico, asociando a la poblacién homosexual con la desviacién sexual e identificando a los homosexuales como 1 ELMonihhistricoconesponde a un de a primerasonanzaciones LGBT chiles funda en 1990, el adjecio de hisceo es aadida, pore en Is segunda mia de los ats 90 ouasenidades surge com inicaas de ls fundadoes del Movilh que ‘ream orpanizaciones pals asa, dejando de pertenee al Movi origina. focos propagadores de enfermedades de transmisién sexual, le- gitimando las hostilidades provenientes desde la sociedad ci hacia la comunidad gay, lesbiana y trans (Guajardo 133). En este mismo contexto, la crisis del VIHi/sida en los afios 80 y los diversos miedos y prejuicios que aparecen desde 1984 con el primer caso de VIFI en Chile-, alimentarian no s6lo el rechazo hacia la enfermedad, sino también a la homosexualidad, sien- do los mismos medios los que establecerian la conexién entre homosexualidad, sida y el peligro de muerte, confirmados por los prejuicios que emergen sobre las conductas sexuales (Con- tardo 351). Discursos aiin més violentos iran en contra de la poblacién trans, cuando desde la prensa se sefialaban titulares como: “Travesti con Sida tras las rejas”, “Transexual estd en libre prictica”. “Por contacto con transexual con Sida, 8 personas a control”, y “Otra ver libre travesti con Sida tras las rejas”, de- ‘mostrando el sensacionalismo de la prensa al resaltar aspectos como el VIH/sida en las personas trans? a la vex que confirman- do la hegemonfa masculinista en el tratamiento de las minorias cuya aparicién en lo paiblico no se ajustaba a las normas “homo- patriarcales” del buen gay blanco medioclasero. Bajo este contexto paradéjico entre visibilizacién, regula- cién moral y prejuicios sobre la homosexualidad en los afios 90 se articularon discursos, practicas y escenarios desde el mundo homosexual masculino. Debido a los prejuicios de la Epoca ~ ‘anto impuestos como asumidos~ las expresiones homosexuales se desenvolvieron en espacios clandestinos, zonas de cruising y se manifestaron también en revistas exclusivas de la comunidad LGBT, construyéndose espacios de resistencia y adaptacién a “Tevet con Sida rss es Drs Aural Vali, 2 dejunio de 197; “Tan sexual ete ibe pci. Por consco con uatseral con Ska, persona 2 con- col", Las dhimas Novis, Saag, 12 de abide 1997; "Orr vee be set on Sia eat las ja, La Tre Saigo, 2 de mayo de 1997 las violencias heteronormativas de la época dentro de la na- ciente democracia chilena.* Particularmente en los primeros 15 afios desde el retorno a la democracia en 1990, temas como el VIH, los debates sobre la despenalizacién de la sodomia y los discursos de la derecha por legitimar leyes que condenaban la homosexualidad como la ley N° 365 que penalizaba la sodomia y el articulo N° 373 del cédigo penal que condenaba el atenta- do al pudor, la moral y las buenas costumbres. Esos discursos y pricticas conformaron un contexto en el que las personas LGBTQ se vieron obligadas a convivir en la clandestinidad, pero desarrollando practicas que desafiaban los discursos del nuevo contexto conservador desde los margenes. Esta dinémica incidié en los debates que se instalaban en la esfera publica gra- cias a las demandas originadas por las primeras asociaciones de sujetos LGBTQ del periodo. Este articulo busca reflexionar sobre la tensi6n existente entre Jos primeros 15 afos de la transicién democratica (1990-2005) cn ielacion a la homoseaualidad masculina, Nos insertamos en el contexto histérico y politico del debate de la despenalizacién de la sodoma, la crisis del VIH y los discursos de la derecha y la iglesia catdlica que buscaban normalizar la homosexualidad me- diante la justificacién de leyes que criminalizaran estas pricticas. 3 Respect a vilenis heteronormatia, nos cenermos en aes de que, eal como sefala Michel Foucault ls discuss ctentico expect sl seid legsmaron, pao contol dl sexo y Ia seralidad desde la nsttucinaidad,y or tanto, lac mminalzacén des “degeneracion”y “perversion” emles (70), Por ext mimo innuionaliacin de a binarzac dl género se apo por medio de dips insitcionales cenuados en el caida de le familia la socedad en genera, y “onden’ de la serualiad. Esta sewacn, denominadn coma “hetoeeaidad bl ‘guosa’,explicaia la maruraizin de ileniahomofbica por meio de eyes Jegimaci socal (Ves Pela 56). Ea insitcionaidad era elacones de poderes ene itn expresones idenidade ease de nero, privieglando a masclinidad hegemnia” come elemento de poder y de sjtcinien de contol y ‘olenca hacia“ femenino” (como ls hamoseralidad) (Kimmie 52), Desde nuestra perspectiva, si bien en este contexto existian ageu- paciones de trans y lesbianas', los discursos institucionales con- figuraban ideas especificas sobre la homosexualidad masculina, ~ya que el lesbianismo no estaba asociado a la prictica del sexo penetrativo-, y en el caso de las personas trans, representadas como “desviados", “locos” y “hombres vestidos de mujer” (Ga- rrido 25-40), sus expresiones sexuales no entraban dentro de la idea de “sodomia” que se legitimé desde instituciones estatales y cclesidsticas, De esta manera, estas précticas regulatorias hetero- nnormativas permicieron la articulacién de formas de afectividad y discursos amorosos clandestinos, generando diversos relatos, pricticas y espacios de encuentros que ilustraron no sélo una forma de responder al contexto conservador y autoritario, sino también mostrando la posibilidad de construir formas de expe- rimencar y vivir la homosexualidad, desde incluso patrones de comportamiento y discursos homonormativos, generando una adaptacién de formas de homoerotismo y amor en tiempos atin restrictivos para la disidencia sexual. Mediante el andlisis de ari culos de prensa, debates sobre la despenalizacién de la sodomia, archivos del activismo LGBTQ y entrevista de personas y actores andnimos para la época, buscamos demostrar cémo estos dis- ‘cursos amorosos y de afectividad, se constieuyeron en estrategias {Eno 80 esawo la agrupacn abies Ayuqucén, yeh 90, mchas mujeres bia ‘as paripuron en l Movil Histric,poseiorment, en agrupaciones de nee ‘amo Majeespor la Vide y La Morads, rt lor conficos ue tavern con el misne Month, Enel eso de personas tans, embidapartcparon en el Mov, prota a cexpukin de esa organiza, algunas activi slgieon purtipando en Cento Lambda, y ugg en MUMS (Movinieno Unifcado de Minors Sense) Desde 1s dlcaa dl 2000, se ren ogeinaciones excl de personas trans como Tavs Chile, el Sindato de Tibsjadoras Sexes Amanda Joly el mis eiente, OTD (Crginzeié de Transexual or la Diversidad, aunque acesment us sigs sg fian Organizando Trans Divetidads) (Rables 33-90) de disidencia y respuesta a las violencias heteronormativas hacia hombres gays en el contexto de la naciente democracia chilena.> ‘Nuestro trabajo de campo consistié en entrevistar a tres per- sonas con distintas experiencias. Roberto Pablo, un activista de Lambda News: una revista de finales de los 90 y principios del 2000 que se desprendié del MOVILH histérico, la que aglutiné ‘aun pequefio grupo de hombres y mujeres homosexuales intere- sados en diversos temas politicos, de salud y de espectéculos rele- vantes para la comunidad gay del periodo estudiado. Su eleccién fue determinada por su condicién de editor de la revista antes 5 Reconocemes las experiencia yactvamar que emerge deideperonss Ibias, sean quer, pero para feo de etal, not centuemos ena homoseruaidad ‘mascuina yl tensin con la waencs heteronormativa de apa. La leratura de tscuios de per, feminisme y queer en Che, bs wabsjado ene po de activins desde bs lchas polis y lo temas italados por estar rupos en sere plc, [Lo mismo sobre acts ys embargo, remoe que desde le ston poderies portar na mirada na jendo mall dl activo, hala pitas yexpeso- es semipbis semipivadas ela homosenuldad en donde emerleron discos amore y de dsidencia etidianay contingent sober honor en el Chile el easiié, Grupos, clacivos y movimiento de ddencia sexu, can en ‘slr piles con disso ariculador yen func de objetivo pola eres «que responden 2 demandascolecvas. Nuestro fco en el trabajo de campo, ha do «ela conigrcin de un dscuso fragmento, que dedepicicisyepacioshoro- sexualzades, produjron format de etc ydicuriviacin de la bomotexuaidad _maeaina, No hemos consideradoexpesiones come las eva Spandex, ota Inter ‘eaclonesan-censur porque han sido ya rudd n tino mats, per am én porque contiuen expreone abiertamene dient ycontesatara, Hemes ued const los debater pico dl perodo, on le eae res de homovee Tad masculina del psiodo. al Weare autores como Per Lemeelen textes ‘como Zar Afin (1996; Pablo Simonet con “Sas Lui (1997) Joge Marchant Laxano con el cuento "Matar ls daa de as camel(1986) po empl explora ‘nos mundosprivadosy semipevados dea homosexaidd masclina,evideniando foxmas de discuss y pricca morons qe sitaban a homoteuulidad en pcon ambigus al tiempo de dsdenes ls convenciones socal y mores. Sin embargo, fen hsriogeafa hay poco wabsjo sobre ess problems, y bay muy poco sobre as formas en que cotidiaaente se savers hecronormatiidd. Nuetoeasjo en ee Sendo, ese iniprda en el eco de James Green “Beyond Carnal, Male Hlomoserualiy in Twenteth Cenary Brai(1999) en donde se hace una accins descrip de as pets homoreies masculine ral del siglo XX nombrada. La segunda persona es Maureen Junott, una clisica estrella del transformismo chileno de las tiltimas décadas quien nos ofrece una mirada sobre los espacios de entretenimiento y socializacién gay en la bohemia santiaguina. Por ultimo, tenemos a Darwin Caris, quien nos ofrece la mirada de un hombre gay sin experiencia en el activismo sumido en la clandestinidad de Jos noventas. La sociedad chilena no suftié un destape cultural y sexual al estilo de las transicién espafiola donde la apertura posdictato- rial hizo emerger cambios en las propuestas culturales y artisticas (Ballesteros 97-228). Mis bien, la transicién a la democracia en Chile se desarrollé bajo un esquema ain autoritario, en el que las Fuerzas Armadas y la derecha que apoyé a la dictadura van a seguir siendo poderes ideoldgicos, econémices y politicos fuertes (Weeks 107-121), con una iglesia catélica que retomaria su labor preferentemente pastoral y religiosa, alejéndose del Ambito de la defensa de los derechos humanos como lo fue en los aos 70 y 80 (Ctue 27-82). Lus onceptos y la lucha de los derechos humanos de las primeras dos décadas de nuevos gobiernos democriticos estuvieron ligados a derechos politicos y abusos como desapa- ricién forzada, ejecuciones, tortura y prisién politica (Collins 143-168), y en las negociaciones, desde la sociedad civil, por po- sibilidades de justicia y reparacién en un contexto de ineémodos silencios respecto de las violencias ejercidas durante el régimen de Pinochet (Stern 265-273). Segiin el historiador Steven Stern, el gobierno del democratacristiano Eduardo Frei (1994-2000) fue atin més conservador que el de su correligionario Patricio Aylwin (1990-1994) en materia de derechos humanos y como resultado, una politica de olvidos y silencios se instala en la so- ciedad chilena hasta 1998 (106-143). Este contexto no favorecié la continuidad e independencia de los movimientos sociales en Chile: muchos organizados desde las bases de la sociedad civil chilena se vinculan ahora al nuevo aparataje estatal y se produce un periodo de desmovilizacién de parte de pobladores, mujeres, campesinos y otros sectores organizados, creando un impasse en Ia continuidad de los movimientos més embleméticos de la dé- cada de los 80, como es el caso del movimiento feminista (Rios, Godoy y Guerrero 257-273). La desmovilizacién social e insticucionalizacién de las de- mandas sociales de grupos embleméticos de resistencia y lucha antidictatorial por parte de los nuevos gobiernos democréticos, construirin un escenario en donde los movimientos LGBTQ se manifestardn en el espacio pitblico, tensionando el nuevo orden democritico con demandas de minorfas sexuales, que visbili- zarén nuevas contradicciones en torno al tipo de democracia y sociedad factible de construir en el Chile de las décadas de los 90 y 2000. Las homosexualidades de este periodo se expresaron en di- versos frentes: activismo, zonas clandestinas de encuentro o en cespacios pitblicos (“cruising”), la vida nocturna gay, y en todos cde manera fragmentaria, a veces invisible, esporadica ¢ intermi- tente. En los afios 90 se puede ver cémo estos discursos amorosos surgen desde distintas expresiones de la homosexualidad, apare- cen en el contexto nacional caracterizados desde el conservadu- rismo y la heteronormatividad por medio de discursos piiblicos y politicas estatales (ODEPLAN) reproduciendo las “politicas de la maternidad’” al interior de la familia heterosexual que Fue- ron funcionales a la dictadura (Grau, Delsing y Brito 66-67). Pensamos en el discurso amoroso familiar como una simulacién, una escena discursiva y retrato figurado que indica cémo alguien debe hablar amorosamente del sujeto amado (Barthes 13). Dicha narrativa se puede apreciar en el cémo y qué se relata de las expe- riencias amorosas de la época. Usando la perspectiva de Anthony Giddens nos centramos en la idea del “amor confluente”, es de- cir, en aquella relacidn en donde la sexualidad se transforma en un factor que debe ser negociado fuera del mandato monogimi- co romantizado por el amor eterno (40). Estas perspectivas nos sinian desde el discurso y la préctica de las homosexualidades masculinas desde su puesta en ejecucién y despliegue en espacios puiblicos y semiptiblicos, grises y clandestinos ocultos, margina- les, casi criminales Este capitulo toma sujetos y fragmentos de los distintos dis- cursos amorosos posibles de leer entre 1990 y 2005, dentro del contexto normativo y su relacién con el ejercicio de la homose- xualidad en los Ambitos y escenarios que emergen en espacios heteronormados 0 en los espacios clandestinos relacionados con el mundo de la bohemia y el underground gay. En primer lugar, exploraremos el contexto politico, hetero y homonormativo de |a época, particularmente respecto a los discursos y escenarios de violencia articulados en los afios 90 y 2000, los que definie- ron una sociedad conservadora y, al mismo tiempo, espacios y escenarios clandestinos y semiprivados usados para resistir y es- conderse de la presién y criminalizacién de la discursividad he- teronormativa. Posteriormente, reflexionaremos respecto a.cdmo estos discursos y escenarios heteronormativos definieron el dis- curso amoroso gay-homosexual,utilizando testimonio y archivos LGBTQ para caracterizar y entender las dinémicas dentro de es- tos espacios clandestinos. Finalmente, relexionaremos respecto a los amores clandestinos, sus contradicciones y ambigtiedades en el contexto posdictacorial 1. Escenarios de un rosa amanecer, Activismo LGBTQ, el contexto politico, hetero y homo-normativo de los afios 90 y 2000 El MOVILH Histérico emerge en 1991 dent de Derechos Civiles organizado por la Corpor de un taller Chilena de Prevencién del SIDA (Robles 33), una organizacién no guberna- mental que se dedicaba a enfrentar la epidemia del VIH/sida, Sin embargo, anceriormente en los afios 80 aparecieron las primeras expresiones contestatarias hacia los valores conservadores de la época, como es el caso del colective Késbico Ayuquelén y el co- lectivo de arte homosexual Las Yeguas del Apocalipsis. En estos espacios, se dieron el primer ejercicio del feminismo lésbico y didlogo con agrupaciones feministas -como en el caso de Ayu- ‘quelén~ (Largo 231-233), como también las primeras manifesta- ciones artisticas y culturales que lograron plantear y visiblizar la disidencia sexual por medio de la performatividad, como el caso de las Yeguas (Franco 117). A pesar de estos antecedents, fue en los aftos 90 y con la transicién democrética que el movimiento homosexual legé a ser politico y social, abriendo més espacios para la visibilizacién de la diversidad sexual en el pafs, pero par- ticularmente de la homosexualidad masculina Abriendo timidamente un periodo de transformaciones po- liticas, sociales y culturales, la década del 90 posibilité la apari- ibn de debates respecto al divorcio, aborto, pastillas anticoncep- sivas y la despenalizacién de la sodomfa en Chile. Para la Iglesia Catdlica, la aparicién de estos debates reflejaba la “crisis de la familia’ o la “crisis moral” que se enfrentaba a nivel mundial; en casos como Chile, una de las formas de enfrentar esta situacién desde el Estado fue con el estudio, diagndstico y disefo de las politics piblicas focalizadas para la familia, demostrado en la creacién de la Comisién Nacional de la Familia en 1992, bajo la presidencia de Patricio Aylwin (Delsing 111). En este contexto, debates como el generado por la despenalizacién de la sodomia provocaron reacciones desde distintos bandos politicos, pero también desde las agrupaciones LGBTQ de la época particular- ‘mente desde el MOVILH Histérico, La ley N°365 denominada de Penalizacién de la Sodomia, fue un articulo del eédigo penal que criminalizaba las relaciones homosexuales, planteando que: “EL proceso por el delito de sodomia suftiré la pena de presidio menor en su grado medio”. Para la poblacién LGBTQ, la ley de penalizacién de la sodomifa fue una forma de criminalizar la homosexualidad, transforméndose en la principal bandera de lu- cha del MOVILH Histérico en los afios 90. Con la finalidad de lograr esto, dicha organizacién se involucré en los debates par- lamentarios que buscaban reformar el Cédigo Penal en cuanto a materias sobre el delito de la violacién. Para las primeras dis- cusiones, activistas del MOVILH Histérico participarian en las comisiones sobre Constitucién, Legislaci6n y Justicia (Biblioteca de Congreso Nacional 19). A pesar de los intentos por despenalizar la sodomia, y del contexto global respecto a la exclusién de la homosexualidad como ‘enfermedad’, los argumentos que apoyaban la existencia de la ley n°365 apuntaban a que Chile no estaba preparado para presenciar actos homosexuales: EI sentido comiin aconsej, sin embargo, que esto no es normal, no es conveniente que se haga en forma publica, porque puede repercuti en la sociedad de diversas maneras. Impacta presenciar actos homosexuales y puede producir datio en las personas; en los menores puede producir corrupeién, llevar a una deformacion y a un conflicto. De modo que la préctica de esta homosexualidad ge- rnuina debe ser privada, para que no sea un elemento perturbador en la sociedad. (Biblioteca del Congreso Nacional 35) La cita anterior es la recomendacién del primer informe de la Comisién de Constitucién, Legislacién y Justicia, sobre la modificacién de la ley de penalizacién de la sodomia, la cual re- conocerfa que, 2 pesar de que es claro que Ia homosexualidad no es un acto criminal, su completa legalizacién podria tener efectos negativos en la sociedad chilena: dicha visi6n expresé la mirada conservadora y criminalizadora de la homosexualidad, a la cual se culpaba de corromper y deformar la sociedad chilena en términos de los valores respecto a la familia y Ia sexualidad, Parlamentarios de la Unién Demécrata Independiente (UDI), Renovacién Nacional (RN) y de la Democracia Cristiana (DC) fueron los principales opositores para que se despenalizara este articulo, formando parte de los intensos debates que se realiza- ron respecto al tema de la sodomia (Robles 77-82). Argumentos » ‘como el de la diputada Marfa Angélica Cristi (UDI) muestran el pensamiento de su partido respecto a este tema: Por otra parte, si bien es cierto que la jurisprudencia no registra procesados por el delico dela sodomfa consentida se hace necesa- rio mantener alguna forma de intolerancia frente a conductas que, ‘al menos, merecen una sancién social, bésicamente como una for ma de prevenir en nuestro pais la aparieién de un homosexualis- mo militante, como ha sucedido en otros, y con cierta agresividad se organiza y exhibe, iniciindose, de esta forma, una especie de cescalada de exigencias para lograr concesiones juridicas de relacio- nes anormales. (Biblioteca del Congreso Nacional 74) Las palabras de la diputada Cristi demuestran la “necesidad” por sancionar de alguna manera la homosexualidad para evitar el desarrollo del activismo homosexual -tal como se estaba desarro- llando con la presencia del MOVILH Hist6rico. De esta manera, se acusa al movimiento homosexual de “agresivos” y de promo- ver las “‘elaciones anormales” tras transgredir la heteronormativi- dad hegeménica que se defendia desde sectores conservadores y eclesisticos. La derecha y su discurso conservador de los afios 90 apelaban a su postura de salvaguardar la “tradicién’” y ejercer el monopolio de opinién respecto a temas val6ricos como el aborto, divorcio y la penalizacién de la sodomia (Osorio 55-56). Fren- te a dichos discursos que obstaculizaban la despenalizacién de las précticas homosexuales, el MOVILH Hist6rico denunciaba las constantes redadas y detenciones irregulares ejercidas hacia la poblacién homosexual. Sefialan que tanto estos discursos parla- ‘mentarios como también la persecusién y hostigamiento policial respondian a una oleada conservadora que reprimiria a las perso- nas LGBTQ en Chile. Tal como lo denuncié en la prensa Vic- tor Hugo Robles, activista de la organizacién en aquella época “tiene que ver con toda la oleada conservadora que hay en este a pais, que intenta reprimir a nuestros jévenes, a las mujeres, a la gente diferente como son los homosexuales’®, Frente a la poca voluntad politica para detener los casos de homo-lesbo-transfobia, el MOVILH tomaria acciones con la Corte de Apelaciones para presentar recursos de proteccién hacia vietimas de operativos policiales’, usando a fa misma institucio- nalidad para poder proteger a miembros hostigados y persegui- dos por operativos policiales. Con estas acciones, el MOVILH llamaba a la despenalizacién de la sodomia en el Congreso para comenzar a crear politicas claras sobre la discriminacién y lograr tuna mayor comprensién de la homosexualidad desde la socie- dad.* Si bien estas discusiones fueron leidas como avances por parte del MOVILH, también podemos pensar que la despenali- zacién de la sodomia visibilizaba mas la homosexualidad mascu- lina que la sexualidad de otros sujetos como lesbianas y personas trans, por la idea de “sodomia” como préctica sexual entre dos hombres. Los intentos por lograr una mayor comprensién de la homosexualidad, priorizaria la vsibilizacién de ciertas identida- des de género ylo orientacién sexual, siendo la mds visible la ho- mosexualidad masculina como representacién hegeménica de la homosexualidad (Ortiz y Granados 268-272). El activismo desde el MOVILH Histérico en los 90, se de- sarrollaia en un contexto global en donde se estaban articulando diversas asociaciones LGBTQ a nivel nacional e internacional, reflejando la pluralidad y diversidad que se gestaba en Chile y los paises lacinoamericanos, siendo su méxima expresién la apa- ricién de ILGA (International Lesbian and Gay Association) a 6 “Homosetulespiden proton ante fchije poli anbiuato", Le Necén, 11 de mayo de 1996, 7 Un ejemplo de eso sera Ia provecién presenada en 1996 por 40 vitimas de un opeatv pial ques abi ealzado en mayo de ee mito a, sendo un acto ‘logo como diciminatoio por el MOVILH, La Nain 11 de mayo de 1996 8 "Movlh nota vance”, Le Tes, 23 de bi de 1995, nivel mundial, e ILGALAC (Asociacién Internacional de Lesbia- nas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex para América Latina y el Caribe) en Latinoamérica (Figari 230). De esta forma se refleja «mo el movimiento LGBTQ en Chile y sus demandas respon- dié a un contexto de organizacién y accién colectiva desde orga- nizaciones LGBTQ a nivel regional y global, y con la posibilidad de establecer posibles redes de conexién entre estos grupos, ‘A pesar del creciente activismo y los incipientes debates so- bre la diversidad sexual a nivel internacional, en Chile, la Iglesia y la derecha politica segu‘an siendo un obsticulo para el avance fen materia de derechos LGBTQ. Los discursos conservadores se- fialaban la necesidad de mantener la penalizacién de la sodomia, para evitar el aumento del activismo homosexual y su visibiliza- cién, Parlamentarios como Ivin Moreira (UDI) reafirmaban que Ja “sodomia” seria una conducta anormal y antinacural, que aten- taria contra los valores sociales, a familia y el bien comin, por lo que la despenalizacién de la sodomasignificaria una “luz verde” para nuevas discuslones y derechos a favor de la diversidad sexual (Biblioteca del Congreso Nacional 78). Los argumentos en con- tra de la despenalizacién de la sodomia ~iniciativa promovida por los partidos de la Concertacién— obstaculizaron el debate en 1995 apelando a la necesidad de penalizar “conductas aripicas” y pricticas erradas para la sociedad.” Esto no s6lo demostré el posicionamiento de agrupaciones politicas conservadoras, sino también la fuerza de un discurso conservador que se oponia a ‘cualquier tipo de avance en temas sobre la moral y la sexualidad (Delsing 115). iendo la despenalizacién de la sodomia uno de los temas principales dentro de las discusiones parlamencarias y del activis- mo LGBTQ, el VIH también fue una problematica que, tanco 9 “Rechazandespendua Sodom’ La Nacén, 16 de junio de 1995, el Estado como organizaciones civiles, tuvieron que enfrentar. El virus se reconocié en Chile en 1984 con el primer caso diag- nosticado en el Hospital Clinico de la Pontificia Universidad Catdlica, sin embargo, durante los afios 90, la creacién de la Comisién Nacional del Sindrome de Inmuno Deficiencia Ad- quirida (CONASIDA) y los primeros programas para enfrentar las Enfermedades de Transmisién Sexual (ETS), permitieron un mayor debate sobre tema y, por tanto, una mayor cobertura pe- riodistica respecto a la situacién del VIH/sida en Chile (Donoso & Robles 70). La cobertura mediética sobre el VIF implicé el uso de prejuicios y estereotipos respecto al virus y la poblacién homosexual, tanto en Chile como a nivel global, denominéndolo como el “cincer gay”, “peste rosa’ o “enfermedad gay”, haciéndo- se ptiblico un discurso que asociaba la enfermedad a la poblacién gay y trans, justificéndose asf el rechazo y repudio hacia estos sujetos. En el caso de Chile, desde los 90, la epidemia fue objeto de diversos reportajes, columnas y articulos desde los medios de comunicaciGn, Sin cmbaige, esta cobertuta fomentaba un pa co social més que un caricter informativo sobre el tema ya que, debido a la poca claridad y falta de informacién, las autoridades chilenas sefalaron que el virus s6lo se focalizaba en “grupos de riesgo” y no en toda la poblacién, siendo los homosexuales parte de estos grupos y, en consecuencia, los que tenian mds probabili- dades de portar el virus (Contardo 350). La falta de informacion y la preocupacién sobre el virus des- perté miedos, prejuicios y fobias respecto a las conductas sexuales LGBTQ, viendo incluso el VIH como un “castigo divino” debi- do a has pricticas homosexuales (o “sodomitas’, vinculindole con dl relato de Sodoma y Gomorra). Dentro de los prejuicios que cemergieron, la aparicién del virus fomenté la discriminacién ha- cia la poblacién homosexual, asociindolos a la drogadiccién, el comercio sexual y la promiscuidad, por tanto, con pricticas que promueven el contagio del virus (Guajardo 133). En las mismas u discusiones sobre la despenalizacién de la sodomia, el VIH seria tuna razén para evitar la derogacién de esta ley: [debemos) proteger las buenas costumbres, la moral y a nuestros hijos de esta lacra de la sociedad que es la homosexualidad, y asf cvitaremos las campatias del sida, las infecciones que ha provoca- do, y todo este castigo que Dios ha impuesto, pricticamente, a toda la comunidad homosexual del mundo. (Biblioteca del Con- reso Nacional 89) Para el discurso conservador, el VIF serfa un castigo para la ‘comunidad homosexual acusindola de ser responsable de la apa- ricién de esta enfermedad. La violencia detrés de estos discursos 1no sblo se expresa por el cardcter homofébico, sino que también por la forma en que el cuerpo homosexual se redujo a un foco de infeccién, a stigmas y prejuicios que operaron en un imaginario colectivo sobre la homosexualidad, por tanto, a la categorizacién de la homosexualidad como una enfermedad, una prictica sodo- ‘ita y/o desviacién sexual (Llamas 1994). El contexto de los 90, siendo un periodo de apertura democrdtica y visibilizacién de la homosexualidad, también fue una década en donde aparecieron imaginarios sobre ls pricticas no heterosexuales, un contexto en donde aparecieron discursos que normaban la sexualidad para cuidar y proteger a la familia y la sociedad chilena. La clandestini- dad fue la consecuencia de un contexto politico y heteronormado vinculado al rechazo de la homosexualidad y su criminalizacién. Tal como sefiala Pedro Lemebel en su texto “La insoportable le- vedad del gay”: “Ciertamente que reconstruir a historia de la ho- ‘mosexualidad en Chile significa bucear en el océano oscuro de su clandestinidad” (168), haciendo referencia al autoritarismo que existfa, tanto en dictadura como en democracia, hacia la préctica homosexual. En este contexto, el MOVILH Histérico intentaba deslegitimar estercotipos a través de manifestaciones y actos de protesta frente a las violencias y discriminaciones de la época, y también con acciones judiciales por medio de la presentacién de recursos de proteccién para homosexuales vulnerables o victimas de violencia policial, civil y labora, entre otros. La idea de dichos actos era denunciar estos casos para iniciar la visibilizacién de la discriminacibn en distintos espacios: la calle, discos, en hogares e incluso en las cérceles. Un caso relevante de lo anterior, fue la huelga de hambre de re0s infectados por el VIFIy que estaban en la etapa de desarrollo de la enfermedad, lo que en esa época se consideraba sida. Los reos denunciaban que, a pesar de su complicado estado de salud, las autoridades optaron por separarlos del resto de los reos:“ fueron aislados en celdas que poseen caracteristicas no aptas para Ja sobrevivencia humana. Los llevan desnudos y no permiten que sus compaferos les faciliten ropa’."” El movimiento Lambda- Chile y el MOVILH optaron por presentar un recurso de protec- cin y asegurar la integridad fisica de estas personas (un toral de 13 personas), apoyando la huelga de hambre iniciados por estos. Dicha situacién implicé el involucramiento de estos colectivos LGBTQ para apoyara los homosesuales viviendo won VIH, con siderando que en aquella época no existia un tratamiento eficaz para le enfermedad, sino que se usaban diferentes terapias que, aparte de no ser efectivas, provocaban graves efectos colaterales (Carmona y Del Valle 12). La politica piblica focalizada en tratar y prevenic el VIH/ sida por medio del CONASIDA enfrenté diversos problemas en el pais: el poco acceso a los medicamentos, el problema de abordar este tema en regiones, y los debates y polémicas que generaron las campafas de prevencién, fueron algunos de los dobsticulos que impidieron ayudar a las personas seropositivas en Chile (Donoso & Robles 80-82). Esta situacién, mas una inexistente politica para detener la disctiminacién en el pais, 10 *Reosenfrmos de id en hug de hambre La Teco 12 de ebvero de 1998 generé un escenario de vulncrabilidad de las personas LGBTQ. fen un contexto de apertura democrética. Con la falta de me- canismos estatales para atender las demandas del MOVILH, a organizacién se enfocé en denunciar y presentar recursos de proteccién para victimas de estas negligencias, esto en parale- lo a la discusién sobre la despenalizacién de la sodomia en el Congreso. Para estas organizaciones, la despenalizacién de la sodomia significé la “legalizacién’” de la homosexualidad, y el inicio de nuevos avances para los derechos LGBTQ. Frente a sta situacién, resulta relevante pensar en cémo operaron estos discursos normativos, de qué manera fueron articulando espa- cios de expresién de las précticas y discursos sobre y desde la homosexualidad, cémo en una sociedad posdictatorial, que ini- ciaba un proceso de redemocratizacién y de justicia transicional en torno a derechos humanos, se enfrentaba a la contradiccién de construir y reforzar violencias hacia las minorias sexuales. El estatus legal de la préctica del acto sexual homosexual y la pandemia del VIH hicieron dificil que los discursos amorosos gay surgieran de manera abierta y se expresaran a plena luz del dia. Sin embargo, ahi donde la practica y la retérica del amor homosexual eran negadas y patologizadas, surgieron espacios, légicas y contextos donde la homosexualidad desafiaba normas, violencias y prejuicios. 2. Sexualidades prohibidas, amores invisibles: normatividades, escenarios y discursos amorosos de la homosexualidad Paradojalmente, en un tiempo incierto sobre el estatus legal de la sodomia y la asociacién patolégica y cancerigena del amor gay con el VIH/sida, surgieron espacios como los cines y las dis- cos gays durante los 90 en Chile, los cuales se transformaron en lugares propicios para el encuentro y amorio homosexual de manera clandestina para hombres gay y mujeres lesbianas, evitan- do encuentros en el espacio piiblico, Si bien existian otros espacios ‘como parques y zonas de “cruising” en la ciudad también, en espa- cios cerrados operan légicas de normalizacién de gays y lesbianas sin el miedo a la discriminacién y el prejuicio. Tal como sefala Juan Pablo Sutherland el escritor y activista Juan Pablo Sutherland: Las politcas sexuales del cuerpo en la ciudad incorporan nuevas tecnologfas que obligan a productivizar los encuenttos... Hay 20- nas de la ciudad que operan como una privatzacién 0 comercia- lizacién del deseo que ha estado siempre circulando. La disco gay es una maquinaria de administracién nocturna que ordena a los sujetos en un espacio de normalizacién que gays y lesbianas no poseen diariamente. (84-85) Estas “nuevas tecnologias”, como menciona Sutherland, generaron espacios donde se produciria una normalizacién de ‘conductas y pricticas alrernativas que eran singularizadas, nega- das y penalizadas en el cotidiano heteronormado de la ciudad, siendo lugares de encuentro para personas gay y lesbianas de la época. Sin embargo, estos espacios no funcionaban del mismo modo para personas trans que, frente al poco acceso laboral ¢ inclusién social, apelaban al comercio sexual como espacio de sobrevivencia econémica y, por lo mismo, eran més vulnerables a la violencia y discriminacién por parte de civiles y el aparato policial (Castillo 10). Por lo mismo, espacios cerrados como cines, discos y bares gay, fueron refugio para las expresiones y relaciones amorosas homosexuales. En el caso especifico de las discos gays, a pesar de que surgieron en plena dictadura militar’, fue en los afios 90 cuando comenzaron a consolidarse 11 Respect a esto, Victor Hugo Robles ela qu, pee al ecto contol de la seal dh dances diary, adolf dal Ube merado imple el sargimienco como lugares de diversién gay, a través de espectéculos de trans- formismo e invitando a personajes de televisién. Lugares como | Bokhara (el cual fue disco-bar-pub-café), el Bar del Willy, Le ‘Triandn (El Moulin Rouge de Candy Dubois), Dionisio y otros més, formaron parte de la vida nocturna gay ofreciendo happy hours, especticulos de transformistas y vedettos “al rojo vivo", que “hacen enloquecer, grita, chillar silbar y aplaudit”, segdn la opinién de la revista Lambda.!* Dicha revista fue el princi- pal espacio de difusién de estas actividades de la vida nocturna gay y de teméticas sobre el VIH/sida, salud sexual, denuncias, debates politicos, o incluso informaciones magazinescas y de especticulos, demostrando el abanico de contenidos que tuvo este medio, usando las discos y eventos gay para comunicar ¢ informar a la comunidad sobre estos temas. En palabras de Roberto Pablo, uno de sus iniciadores: “Fue una bitécora de ‘un movimiento que no ha sido sistematizado, sin embargo, ahi estd presente de lo que fue la lucha del movimiento homosexual durante diez afios™, demostrando una politica y un activis- ‘mo inclusivo por parte del movimiento y de la revista Lambda, Segin Roberto Pablo, Lambda no participaba del modelo ho- monormativo de un MOVILH que privilegiaba formas de mas- culinidad cercanas a un patrén de comportamiento masculine arquetipicamente concebido como heterosexual." La revista y elas discotcsy bares gays los aos 80, como tabi a instucionalaci del comer eal aes de oe ats tpl en cpital (20), 12 Sabias que." Lama New, Saag, no 1999. 13 Ennrevita «Roberto Pablo, Sango, 8 de septembre del 2016 14 Tal como sostiene Robles el machi y mascliniicin del movimiento se rej a ravi de la expubi de ansgénros, personas vvendo con VIHSiday de hom sexu “afeminadow’, yl eta de stv lebians de a onpniacion tras 0 ‘ene suficientes espacos de partcpacién en comparicon cot los hombres (88-89, Usremos Homonocmaividad como una consraceién qe imponepatones decom portamienc similares ls estereotpas de géneohegemnios yhetrosexils, comm Inmasculinida yl Femenidad, a como congo de elke ydpoogis dl cup » el movimiento Lambda pretendian incluir a gays afeminados 0 “locas”, lesbianas, transgéneros, entre otros, abriéndose de esa forma a tipos de homosexualidad y espacios de diver turna que eran parte del avisaje publicitario de la revista."® A pesar de esta politica de activismo y la aparicién de los scenarios de diversién gay, la represién hacia estos lugares se mantuvo, principalmente gracias ala existencia de leyes en el Cé- digo Penal que seguia criminalizando la homosexualidad. Caso conocido son las redadas policiales que se tealizaron en las discos gay durante los aos 90, situaciones que, en muchos casos, se efectuaron de manera sorpresiva y amedrentadora. Maureen Ju- not, activista y transformista de trayectoria que asistié a dichos eventos durante esta época, sefala: in noc- Eran sedadas, aunque se supone que eran asi como ‘controles de identidad’ para saber si habfan menores 0 no, Eso pasé muchas veces, uno estaba bailando y de repente llegaba carabineros y de- , prendan las luce’. Como era un lugar chico (se refiere a Fausto), decian: ‘ti para acd, eu para all... las caras de vieja para tun lado, las caras de pendejo para otro... En el fondo esto igual fue una especie de persecucién, porque al final terminaban espan- tando a la gente, y fue una forma de asustar a las personas que iban alas discos. No faltaba las personas que iban ocultas, que querian ue no se supiera que estaban ahi, asiel hecho de que te viera un carabinero era terrible en esos casos." ‘Tal como sefiala Maureen, estas redadas muchas veces se tea~ lizaron bajo justficaciones policales,y las consecuencias de estos ‘operatives fueron el fomentar el miedo hacia las personas que consid sin pacrones exten de consumo dentro de un contest de capitan ‘adi, que potenian fsonomiss de hombres gay mtculomos, info juveniles ye noips de te y races asoiads al eats scl ao dentro de la sociedad chiens 15 Enis a Roberto Pablo, Santiago 8 de sepiembre el 2016 16 Enuevistaa Mauseen Jor, Santiago, 10 de agosto del 2016 asistian a estos lugares. La normativa mds frecuente para detener, amedrentar 0 controlar a hombres y, en algunos casos, lesbianas, fue el articulo 373 que penalizaba las ofensas al pudor, moral y buenas costumbres: ropas inusuales, actitudes amorosas sospe- cchosas y baile entre personas del mismo sexo, eran excusas para la realizacion de estos operativos (Contardo 334). Estos operativos solfan ser bastante violentos y represivos, culminando con un alto niimero de detenidos. Un ejemplo fue la redada en Cinelan- dia el 10 de noviembre de 1999: se encienden la cotalidad de las luces de la sala mientras con- tints la proyeccién de la pelicula por algunos instantes, En ese ‘momento aparecen de entre el puiblico seis carabineros de civil Aviva vor.y de manera prepotente nos dicen a todos los especta- dores que aquello se trata de un allanamiento y que nadie puede moverse de su lugar, impidiendo la salida de piblico.”” Un testimonio expuesto en la revista Lambda News en el afio 2000 darfa a conocer cémo dicho hostigamiento consistié cn insultos (“conchas de su madre”, “maricones”, “hediondos a mierda’) y; posteriormente, la detencién: Luego pasaron estos mismos poliefas preguntindonos uno por uno acerca de nuestra identidad sexual con el objeto de dividienos cn dos grupos: heterosexuales y homosexuales uno en cada costa- do del gimnasio."" El caso de la sala Cinclandia demostraria que dichos ope- rativos se focalizaban en perseguir a la poblacién homosexual, sin justificativo delictual. Incluso, dentro de la misma comisa- tfa, los detenidos pasarian horas de suftimiento frente a polictas, 17 *Redada ola ley de ns fuerte, Lame New, Snag, ener 2000, 18 Lambs Now, enor 2000 hostigindolos, insulténdolos y haciéndoles preguntas sobre su nombre, edad, RUT rol tinico tributario— y otras preguntas més espe ‘desde cusndo vasa ese cine?, zcudntas has ido en el aio? zhas tocado genitales? No nieguen nada porque los que van ahi saben que el cine es un prostibulo”, seria la afirmacién de uno de los carabineros, demostrando que los espacios de diversidn gay eran asociados a lugares depravados, sexuales y que fomentarian pricticas que, bajo el articulo 365 (penalizacién de la sodomia) y 373 (ofensas al pudor, moral y buenas costumbres), estarian atentando contra una sociedad que pretendia ser heterosexual.” Pese al contexto represivo, la oscuridad y el pretexto de una pelicula para adultos, lugares como Cinelandia y otros locales de cinematografia erdtica en los afios 90 se transformaron en espacios de encuentros amorosos y sexuales entre hombres. Tras el miedo a la represién, persecucién y denostacién piiblica, el bares y otros escenarios de la diversién gay, eran propicios para estos encuentros, Fueron lugares donde la poblacién gay y lesbiana concurrfa para conocerse y practicar las 1elaciunies amorosas y sexuales con sus pares, siendo escenarios que para- dojalmente encubrian estas situaciones, pero al mismo tiempo sabidos y conocidos por todos. Las légicas de poder y de pudor heteronormativo cambiaban dentro de ellos, sin embargo, es- tos lugares generaban represién e intervencién por parte de la policia desde afuera de estos recintos. Tal como sefiala Carlos Figari para el caso argentino, el erotismo en ese tipo de espacios permite la experimentacién sexual, conocimiento del placer y la comprensién de la propia sexualidad tras la inexistencia de 19) Desde los etude gue sha elactonado la etroenalided con la homofaa (jo clea el fe del males hetrotemua) Pasipalmene porgue al omen una he ‘srosenalidad obligatoria desde I iiicionliad (eye, discus polos eons ‘adores, negigencas eae ene ala diseriminacn),eambin s evara asumiendo ‘ina milianls homdfoba, ers en lt tte de asesinatos de gays lebiaas y tranexuls (Bach, Gates y Bargusit 19-20), patrones heteronormativos y de control ~considerando que las redadas policiales eran sorpresivas (Heterosexualidades Mascu- linas Flexibles 117). Si, en estos espacios clandestinos, el sexo homosexual no alteraba las buenas costumbres ni ofendia la moral publica, es interesante ver cémo el ejercicio de la homo- sexualidad transformé en una préctica pablica aquellas accio- nes que, supuestamente, nadie sabe ni ve, ya que ocurre con la complicidad de los concurrentes, y en el secretismo de la oscuridad del cine. Al punto de que los policias debieron disfra- zarse de civil y concurrir como parroquianos del lugar. En esta Jégica mimética los agentes heterorepresivos se hacen parte del escenario y se adapran a los cédigos del lugar ances de revelar su identidad y verdaderas intenciones. La prictica homosexual en este contexto no solo era ilegal: estaba ambiguamente presente, en un puiblico y conocido secretismo que, al parecer, le moles- taba a una sociedad heteronormada, donde el control por las “buenas costumbres” se infiltraba en la oscuridad de un cine, en la precariedad de encuentros clandestinos y furtivos. Los bafios piiblicos de lugares conocidos que, via el rumor de boca en boca, asi como sitios de chats que fueron apareciendo a fines de los 90 ¢ inicios de la década del 2000, van a trans- formarse en lugares de sexo furtivo, esporédico y en un refu- gio fragmentado y momenténeo de quienes atin no asumian su sexualidad abiertamente. Darwin, quien vivié su juventud en los afios 90s y se autoconfiesa un hombre gay heteronormado que no disfruta de las discos, ni participa de los activismos LGBTQ, recuerda que los bafios de centros comerciales propiciaban una instancia, segiin sus propias palabras, “de hueveo”, Lo que impli- caba: “un toqueteo, irse al auto, un atraque [besos]... y luego si hos veiamos en la calle ni nos saluddbamos porque seguramente iba con su sefiora y sus hijos™. Segiin Darwin, su homosexua- lidad se desarrollé inicialmente en estos espacios porque en las familias de clase media y catélicas ~como en su caso~ la presién social por la mantencién de los valores heterosexuales era muy fuerte. Recuerda su educacién catdlica en donde todo lo genital era incdmodo y silenciado y sus recuerdos respecto a su entor- no familiar, como un cfrculo que rechazaba la homosexualidad. De manera coloquial, recuerda haber escuchado: “prefiero tener un hijo ladrén, que maricén’, representando la homosexualidad como uno de los peores males una familia podia enfrentar: Lugares como los barios y los cines no estuvieron libres de represiOn, a pesar de ser més secretos ¢ invisibles a los ojos he- terosexuales. En los recuerdos de Darwin en su época universi- taria entre 1993 a 1998-, los barios de los nacientes centros comerciales del periodo del boom econémico chileno, eran luga- res donde “todo el mundo” concurria, hombres de todas las eda- des, gente muy joven, curiosos despertando a la actividad sexual, como sefiores tmaduros, casados y con una vida “heterosexual” (esposa e hijos)®. En estos lugares los guardias de seguridad tra- taban de mantener el orden y las buenas costumbres a resguardo, a veces llamaban a la policfa para legitimar y oficializar su accién fiscalizadora: nuestro entrevistado recuerda haber presenciado estas pequefias redadas en barios de malls o centros comerciales, con los guardias vociferando “estos maricones de mierda ya estén aqui chupando pico”. Darwin, una vez fue sorprendido con otro hombre en los inicios de sus juegos amorosos, en el concurrido barto de una importante universidad del centro de Santiago: 20 Enuevisa« Darwin Cas, Sanagn 15 de Sepiembre de 2016, 21 Darwin Cais 22 Darwin Cai ami me pillaron con un tipo en un bafo, y fue tremendo, porque nos iban a llevar a la comisara, y el guardia que entré fue muy violento con la persona que yo estaba, de hecho sus lentes volaron see hicieron tira, cuando se abrié la puerta a mise me produjo un ‘chichén’ enorme, a mi mamé le die que me habia golpeado en la micro. Yo pude convencer al paco [policial, le die... por favor yo Ie pido que no me haga esto, y llegamos a un acuerdo de que no debfamos pisar nunca més esos bafis, cosa que cumpli* Ms allé de lo pincoresco de esta situacién, habla de la for- ma en que la homosexualidad tomaba lugares que no solo eran pablicos, sino también heteronormados, para incidentalmente, en la clandestinidad de una sexualidad negada, estos hombres de todas las edades concurrfan a encontrarse y practicar stu ho- mosexualidad. Estos sujetos de clase media, como Darwin, eran conscientes de los inicios del movimiento gay, de la existencia de la vida nocturna de los clubs, discotecas y otros centros de centretencién gay. Sin embargo cultivaban una masculinidad ho- mosexual que se ejercia bajo la apariencia de “normalidad” hete- ronormada, que sin subvertir el discurso y el poder del imperati- ‘vo moral heterosexual, homoerotizaba espacios piiblicos de “gay cruising” de manera contingente, inorginica, sin pretensiones emancipadoras, pero no por ello, menos riesgosas y oscuramente transgresoras. 23 Darwin Cats 3. Reflexiones finales: amores clandestinos, “ni puros, ni castos...ni putos, ni caros” El periodo de 1990 a 2005 fue contradictorio y ambiguo para el mundo homosexual chileno. Por un lado, surgen las pri- meras marchas masivas y el activismo LGBTQ en Chile (Ro- bles 2008), en funcién de la despenalizacién de la sodomia y la ambivalente o casi nula capacidad de respuesta del Estado y la sociedad al flagelo del VIH/sida, junto a la proliferacién de clubes noceurnos, cines para adultos y bafios piblicos, que en su conjunto constituyeron los espacios semiptiblicos y semiprivados en donde las précticas y discursos amorosos homosexuales en- contraban un espacio, un topos y momentos en los cuales emer- sgfan. Esta emergencia no era libre ni extrafa alas normas sociales y convenciones propias de la época. La legitimidad de las de- mandas de las organizaciones LGBTQ, se encontraron con una sociedad que recién salfa de la dictadura e iniciaba en un ciclo de crecimiento econémico y consumo, pero atin mantenia prejui- cios y normas sociales, que se ponian en préctica con mecanis- mos represivos severos en contra de la poblacién gay, por medio de dificulrades en la legislacién favorable a las minorias sexuales, asi como redadas en discotecas, cines y otros espacios de encuen- tro y expresién de la homosexualidad en la época. El recorrido por los debates piblicos sobre sodomia y VIHi/sida, asi como los otros espacios de ejercicio de la homosexualidad masculina, re- fieren a una sociedad posdictatorial, pero atin auroritaria, en que las potenciales y siempre limitadas apercuras solo visibilizaban a la poblacién gay. La heteronormatividad y la falta de un debate real sobre las pricticas e identidades sextales disidentes en este petiodo, hicieron creer que los debates y discusiones en torno a diversidad sexual s6lo referian a la homosexualidad masculina. Avanzada la década del 2000 y mas en la segunda década del siglo XXI, aparecerén discursos més radicales y criticos en torno ‘estos temas, poniendo en el espacio piiblico temas queer, trans- género y lésbicos con mucho mayor énfasis. Los prejuicios y las normas al interior de la propia comuni- dad LGBTQ no eran menores y por ello, tampoco permitian la libre expresi6n de todas las formas de homosexualidad posibles. Particularmente dentro del MOVILH Hist6tico, el protagonis- mo de la homosexualidad masculina dentro de una organizacién que pretendia focalizarse en la diversidad sexual, generé situacio- nes incémodas e invisibilizaciones que, en personas como Ro- berto Pablo, les motivé a crear organizaciones como Lambda y su revista Lambda News, cuyos contenidos intentaron plasmar los discursos amorosos homosexuales de la época, acompatiados de la clandestinidad, la violencia y el prejuicio desde la sociedad, Hoy por hoy, organizaciones LGBTQ como MOVILH y la Fundacién Iguales se situsin en el espectro conservador regu- latorio de derechos que siguié la linea de accién y movimientos trazados por el contexto de los afios noventa aqui presentado. Los ativs de dicha década inscalaron grandes temas de diversidad sexual que atin estaban pendientes en la transicién democritica, Sin embargo, la légica movimientista en funcién de agendas le- gislativas instal6 por mucho tiempo formas posibles y permitidas de homosexualidad en la esfera piblica, postergando otros mo- vimientos y agendas que atin no encuentran vias de expresi6n, reconocimiento o solucién en el actual contexto politico chileno. Las organizaciones no fueron los espacios tinicos de en- cuentros, amistades y amores homosexuales, Maureen nos re- laté cémo las primeras discotecas gays, a pesar de su clandesti- nidad y vulnerabilidad a la represién policial, también fueron cespacios de pricticas amorosas y experiencias entre homosexua- les, y valora la instancia de que transformistas coneribuyeran en estos espacios por medios de sus propios especticulos. Tal como sefialé Maureen, la masificacién y popularidad de las dis- cos gays en la actualidad le quitaron el “glamour” de las discos de los afios 80 y 90, glamour asociado a la condicién de clase de ° los histéricos participantes de estos lugares de diversién gay. Si bien las discotecas mds antiguas datan desde la dictadura (como el caso de Fausto), su existencia y lugar en la comunidad gay es ambivalente, pues proliferan en la época de expansién del con- sumo, y si bien fueron reprimidas en los inicios dela transicién, estos lugares se convirtieron en espacios donde en la oscuridad dela noche y bajo el beneficio del consumo, posibilitaron la ex- presién de homosexualidades permitidas, o mds bien toleradas por la sociedad chilena posdictadura. En el caso de Darwin, una persona sin experiencias de activismo, pudimos ver cémo las instancias de cruising y encuentros en lugares piblicos sig- icaron una instancia de ejercicio de una homosexualidad constrefiida entre normas y prejuicios sociales impuestos, pero también autoconstruidos como una forma de normatividad gay que distante del glamour exagerado y flameante de las discote- cas. Ademés, entre los poco convocantes activismos de los 90, buscaba hombres dentro de un concepto de gay masculino, mas tipico y representativo de la homusexualidad construida desde la heteronormatividad, pero aun asi privado de la posibilidad de ejercer su forma de amar, restringido y expuesto a la sancién. piiblica, moral y criminal de ese periodo. Todos nuestros entrevistados coinciden en que hoy, a pesar de las deudas pendientes en materia de derechos (por ejemplo, matrimonio igualitario y adopcién homoparental) existe una mayor apertura, que los espacios de ejercicio y expresién de la homosexualidad descritos en este articulo, desde el activismo a Jos baitos piblicos, significaron la expresién de formas de sentit ¥y manifestar el ser y el amar homosexual en los albores de la transicién. Sin embargo, estas aperturas estan atin llenas de con- tinuidades y legados autoritarios que imposibilitan el acceso a derechos sexualmente diversos y radicales. Algunos lugares pare- ‘cen més inocuos que otros, pero la prictia y el discurso amoroso homosexual masculino estén hechos de estos matices: ni santos, ni pecadores, slo diversos y disidentes. Obras citadas ‘Aumsrong, Elizabeth A. y Suzanna M. Crage. “Movements and Memory: The “Making of the Stonewall Myth."Arerican Sociological Review. Vel. 74 (2006) T4751 Bachller, Carmen Romero, Silvia Garca y Carlos Bargucias.“Intoducci6n. El ge

You might also like