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LA VIDA FRAGIL VIOLENCIA, PODERES Y SOLIDARIDADES EN EL PARIS DEL SIGLO xvi Arlette,Farge jeu!” Bible. Daniel Casto Villegas EL COLAGIO DE MEXIGO, A. C. PS. iadaiaai Institute INDICE INTRODUCCION PRIMERA PARTE LAS METAMORFOSIS DEL SENTIMIENTO 1, Espacio y maneras de vivir 2. Muchachas casaderas 3. “Seducida y abandonada” 4. Entre padres e hijos 5. Alianzas indeseables y momentos de ruptura SEGUNDA PARTE EL TRABAJO Y SUS MARGENES 1. Enel taller 2. Alrededor del taller TERCERA PARTE _ A LAS MULTITUDES 1, Las multitudes invitadas 2. Las multitudes entre sf 3, Las multitudes agitadas CONCLUSIONES BIBLIOGRAFIA. 17 35 52 85 116 144 188 242 272 301 303 INTRODUCGCION ste libro_nacid. de los.archivos, no de series documentales, ni de crénicas, ni de memorias, ni de novelas, ni siquiera de discursos, ya fuesen juridicos, administrativos o literarios. Trat rive judi. é cial: el archivo en tanto que restos, trozos de fi vidas reunidas en ese vasto santuario de palabras pronunciadas y sin embar- "go muertas que son los archivos judiciales. Son palabras que emergen de tres noches sucesivas y profundas: la del tiempo y del olvido; Ja de los infortuna- dos, y otra, mds opaca para nuestra inteligencia desafiada, la noche de fa Constitucién y del imperio de la culpa. Archivo 0, como escribia Michel Foucault: “Vidas en unas cuantas lineas o paginas, de desdichas y de aventu- | “ras sin nombre, recogidas en un pufiado de palabras [...]. Vidas infimas derribadas por las escasas palabras que las han desalentado.”! . El historiador, cautivado por las fuentes originales, sostiene con los archi- vos una relacion de fascinaci6n tal, que no deja de justificarse y de controlar enély en los demés todo lo quea partir de esos archivos pudiera hacer creer que ~ se ha despojado de su sistema de racionalidad. En ocasiones, el efecto que el archivo ejerce sobre é]—y que casi nunca es reconocido de manera explicita— = tlenecomo consecuencia la negacién de su valor; elarchivo es hermoso pero en una trampa que tendrfa como corolario de su belleza toda una escenifi- cacién de la ilusién. Atrae pero engaiia, y el historiador, al adoptarlo por compafifa, nunca desconfiard lo suficiente del improbable trazo de las ima- genes que emite. Desde hace tiempo, esta ambigtiedad de la relacidn con los archivos, que se apoya en el sometimiento frente a diversas corrientes ideoldgicas, impri- 'M. Foucault, “La vie des hommes infames”, Cahiers du Chemin, nim, 29, enero 1977, p, 12. 8 LA VIDAFRAGHL me un ritmo a la evolucién del transcurrir histérico. Me explico: se puede, si se desea, volver a trazar la historiograffa de estos Ultimos afios mediante un andlisis de las sucesivas tensiones que la historia ha fabricado con los archivos. Queriendo librarse del dominio de cierta historia econémica y social, asi como de la monétona historia de las ideas, la historia de las mentalidades se crea a partir de algunas conyicciones; descubrir lo cotidiano a través de lo.que Se escapa de los sujetos individuales de la historia, valorar las fuentes como hasta el momerito ¢asi no se hacia; ya no trabajar sobre las grandes figuras 0 los vastos acontecimientos, sito con “palabras suspendidas, sin contexto”.2 Creencias, afectividad;irracionalidad, marginalidad llegan aadornar las visiones del mun- do, hasta ahora sélo dibujadas a través de las ideas de los grandes, Se construye un hombre medio, que seria representative de un cierto tipo de sociedad y, para esté descibri empleanlas metéforas dela apariencia ylo visible, la fuz y la sombrai él archivo és él fey, ~ “Despi rada se embota y nuestro espiritu protesta ante, esa elaboracién demasiado general del hombre cotidiano, retrato, tipo.de. una 16) a época. La desviacion, lo singular, lo atfpico entran en escena y se Céiiviérten en una de las varas con las cuales se mide y se dibuja la complejidad de lo social. Para respetar de nuevo la incontenible necesidad del historiador de no alejarse en absoluto de los senderos explicativos con demasiadas singularidades desordenadas, nace la nocién de lo “normal excepcional”® que la escuela italiana de la microstoria ilustra con éxito. Para- leldmente a este modo de proceder, se inscriben los cases studies inf luidos por el desarrollo de la antropologia y por su original forma de hacer hablar a los detalles. Es evidente que habrfa mucho que explicar, que matizar, para dar mejor cuenta de esas multiples inflexiones de la historia. Por el momento los detalles parecen desalentar, como si de tanto perse- guirlos se temiera perder el hilo'de la gran aventura histérica, olvidar irra- cionalmente fa sélida osamenta de un pasado que debe permanecer firme por si, desgraciadamente, el porvenir se nos escapa entre los dedos. Asf pues, se regresa insensiblemente, pero con paso seguro, hacia los horizontes lla- mados estructurados, donde lo importante es crear de nuevo, hacer grandes sintesis; aportar explicaciones globales y generales de un pasado al que se desearfa ver caer ante lo sentido. Como si se precisara encontrar de nuevo una antigua historia de las ideas con un perfil tranquilizador y, sin embargo, 2, Le Goff, “Les mentalités, unc histoire ambigiie", Faire de d'histoire, Gallimard, Parfs, 1974, vol, nt, p. 89. 3 La expresién es de C, Poni. INTRODUCCION 9 con el rostro rejuvenecido gracias al trabajo anterior sobre lo minimo y lo mimisculo. Se cierran asf jos talleres que apenas habfan sido entreabiertos hace algunos afios: se murmura que la historia esta en otra parte, quelamoda no es mds su aprovechamiento. Pero en este trayecto, el vinculo con los archivos sigue marcado por dos asuntos ya planteados: 1) Laseduccion del archivo, se dice, amenaza con falsear, torcer el objeto de estudio. El vinculo estético y emotivo con las palabras desaparecidas y encontra- das un dia, seria un impedimento, un desafio para la racionalidad, una manera demasiado facil o demasiado ambigua de sostener un discurso histérico. 2) Alarchivo que emerge del silenci jad el reflejo de lo real, dno s ver cobrar vida al pobre, trabajar mds que por medio del archivo judicial; a partir de éste leo la sociédad popular parisina del siglo xvi. Ese archivo es el motor de mi prdctica, de mi trabajo de historiador; es el grano a partir del cual investigo las formas y el sentido, A partir de él he encontrado a Robert Mandrou, Philippe Ariés y Michel Foucault, y gracias a ellos puedo ahora intentar responder las preguntas formu- Jadas més arriba,4 Todo aquello que pertenece a] orden de lo sensible y de lo emocional esta sometido a vigilancia en la disciplina histérica: es preciso hacer justiciaa esta desconfianza que permite evitar muchos estancamientos y sobre todo mo- mentos precarios de identificacién, los cuales provocan anacronismos mo- lestos. También es necesario atravesar, de manera distinta a lo previsto, el espacio de la estética y de la emocién, que de cualquier modo, cémo negarlo, es consustancial al descubrimiento de ciertos textos. Las vidas infimas, las existencias desproyistas y tragicas, los personajes. ris insignificantes forman la arena fina de la historia, su trama fragil aunque esencial.Alsurgir, del olvido, se alejan de la literatura porque estan.envaradas.torpemente.en las formas estrechas que impone el aparato judicial;.son.fragmentarias porque estan fragmentadas o simplemente interrumpidas en un dia de int 4 Un recorrido precisado por muchos didlogos. Agradecemos aqui a Michelle Perrot por su calurosa atencién y a Jacques Revel por su diligencia en sus gestiones a propésito de los seminarios y de los trabajos hechos en comtin (especialmente del expediente sobre el motin parisiense de mayo de 1750). 10 La VIDA FRAGIL gatorio; encontrarlas de nuevo provoca emocién.sin que se sepa de hecho si, por haber-fracasado asi, estas vidas tienen la apariencia de bocetos.o si, por ser lejanas.y extrafias, parecen tan préximas. Emocidn: se ha pronunciado la palabra que es casi tabu para quien pretende estudiar los hechos sociales. En mi, iopinién, laem a menudo se cree, una exclusion de r empalagoso que recubre de m: niforme los lienzos de cubierta; por el. contrario, es uno de los muros de apoyo: sobre el que se : funda el acto dé comprender, de investigar, pues por | ja brecha que abre entre sf yel objeto mirado se introduce la interrogacién. La emocién no necesariamente genera “contemplacién, ni tampoco oblacién; asimismo, es. el ensafiamiento empleado en comprender la violencia yladebilidad de las cosas, lamediocridad y lo inaudito de las situaciones; es.también la confrontacién con lo insélito al mismo tiempo que una manera de dejarse conmover por lo que ya se conoce. Si nos extendemos sobre esta manera de ser que requiere la emocién —lo cual puede convertirse en un verdadero trabajo—, lo emocional y lo estético se convierten.en otra cosa diferente de lo que los historiadores, con. justicia, no quieren que sean:,la emocién no es una fusién entre el archivo y el historiador, lo cual aniquilaria toda capacidad. de pensar en loconcreto, sino la constitucién de una reciprocidad con.el objeto en que la distancia intro- duce significacin. La emocién se abre a una actitud operativa, y no pasiva, que capta las p: Jabras escritas para ‘tomarlas, no como resultado. de la investigaci i, sino como instrumentos de aprehensién de lo social y del pensai to. Puede proyectar quello, que la aprucba fuera delos gustos, de las ideologfas, fuera de las formas de pensar més estereotipadas. ‘Trastorna porque asombra: la sorpresa o el terror, el asco 0 el miedo hacen que uno habite fuera de si mismo. En ocasiones el archivo, al restituir personajes extrafios, remueve nuestras costumbres y la emocién que se aferra a su descubrimiento toma caminos inciertos, incitando a una parte desconocida de nosotros mismos a salir lejos del enternecimiento tan descrito y prohibi- do. La emoci6n es accionante. EL archivo no_es.exacto.en.el sentido.enque._lo..ent mateméati 2 igen donde se organizarfa laver a verdad. Tampoco es bella porque sea trgica: al hacer surgir vidas caéticas donde la maidad, el furor y el ardid se mezclan con lo lamentable, pone al descubierto la torpeza, la insgniicanci y la mezquindad con mas frecuen- vO.M10.€8, sublime,_o tal vez si TNTRODUCCION il _ficantes. obliga a la emocién a desplaze en lo modesto, pequerio, imperfecto, vil, para.¢ onstruir,. razonar, Jeers el sentido. ¥ el sentido no se revela inmediatamente?” Tos a archivos judiciales, por ‘ejemplo, estan en su totalidad contenidos en el corazén del sistema politico y policiaco del siglo xvi que los gobierna y los produce, Ofrecen ala mirada Jas. consecuencias. de. su.origen,.y.no.existen. salve. -porque.una,practica de > ha.dado-vida;también muestranla.manera.en. los. comporta- ‘“Tilientos personales: y colectivos se-entreveran, pata lo mejor o para lo peor, diciones-mismas formuladas por-ese poder. No sc “la realidad”, _sino.que-eada-vez muestran.un ajusie particular.con las formas de coercidn o las. normas, ya sean impuestas.o interiorizadas, Este ajuste que se realiza con los actos, palabras, gritos de esperanza o de rechazo, es el motor del pensamiento hist6rico, instrumento para ref lexionar sobre la €poca y los grupos sociales. La coexistencia obligada entre el estado y las vidas privadas secreta figuras expuestas, cuyo contorno es posible trazar. Es necesario ir més lejos: ¢| archivo singular aislado, que a menudo proviene de los pobres o de tiene.la belleza.de.lo.rarg; es que se tiende torgarle x un sentido excesivo, Pero no es “la” palal ra del pueblo nila del p . El archivo provoca, desafia tos discursos que sobre él sostienen los pensadores; por poco que se lea bien, rompe los discursos aceptados. Aqui retomo por mi cuenta uno de los proyectos de J. Ranciére en su libro La nuit des prolétatres que ve en el archivo mAs “sofistica- cién” de la que comiinmente se admite. Los comportamientos que ilustra el archivo y que testimonia, hablan de su estancamiento en cuanto a la necesi- dad de lo real, y a propésito de lo cual se traza con facundia o solicitud un cuadro de la miseria y de laingenuidad populares, que lleva en si el rastro de la negacién de lo cotidiano, de panoramas apenas ojeados o sofiados. Rastro que ha de seguirse, de pensarse, de modo de-no atollarnos a nuestra vez en. caminos demasiado conocidos, en esquemas preestablecidos. on ¢ posiblemente-en un desafio.alossignifi- cados que de antemano.queriamos otorgar a los acontecimientos, un despla- én con todos los intentos de teorizacién globalizantes. Yo que se.admita que.eso,viene.a, -la-evolucién delosocial. Elarchivo es siempre w cuyo sentido no se adquiere nunca de una vez por todas. En nifiel alarealidad ni Imente representativo de ella, sino. un papel en.esa realidad, interviene como diferencia, separa en relacién con otros-enunciados.posibles. No es del todo verdad, sino.un principio “de 12 La VIpAFRAGIL verdad, un estallamiento de significados sustentado en la mayor cantidad de relaciones posible con la realidad. Es. excepcional, jam4s normal; en su exceso de normalidad o en su déficit con respecto a ella, el archivo permite encontrar partes de lo real que de otro modo se perderfan en la tierra demasiado labrada de nuestro saber. También me gusta pensar en el'archivo como en una irrupcién, porque esta palabra significa ataque, incursién, entrada brusca e inesperada, desa- paricién. Por ello, el archivo adquiere toda su dimensién; es sobresaliente, desborda y sobrepasa, es capricho, broma o tragedia. No avala, no resume, no confirma, noallana nada, sobre tedo los conflictos nilas tensiones, yllena to real con sus saltos inoportunos con los cuales el historiador debe tejer a Ja vez sentido y sinraz6n, y luego anudar un texto con todas las diferencias entrevistas, las contradicciones observadas, un texto rugoso, donde se pien- se en cada incidente a través del advenimiento de lo singular. Estudiando los comportamientos populares parisinos del siglo XVI, res- tituyo formas y dibujo contornos a partir de relatos mintsculos o de conflic- tos olvidados, Ofrezco algunos cuadros del pasado, no por gusto del dibujo, nide la descripcién, sino porque, a través de ellos, se puede seguir ala mujer y al hombre valuados por el conjunto de la escena social. En principio se los observa frente a ellos mismos, cuando se escojen o se enfrentan, se reencuentran y luego se abandonan, o viven con sus hijos y con subarrio; en su trabajo juntos, en el taller ola fabrica donde, para vivir mejor, se agrupan en asociaciones; o dominados por utopfas que provienen de las autoridades y de la policia, albergando ellos mismos suefios contradictorios donde se juegan su individualidad y la conciencia de si mismos; por tiltimo, frente a los acontecimientos colectivos, a los espectaculos de la calle, a las manifestaciones festivas o represivas de la autoridad, donde no obstante su apariencia irreflexiva e impulsiva entregan a nuestra mirada las reglas de su racionalidad y de sus modos de pensar. De esos cuadros emanan la precariedad y la fuerza, la voluntad de no dejarse jamas engafiar o despojar. En Paris todo vive, se mueve sin cesar bajo los ojos de cada uno, en un espacio abierto, donde el vecino, ya sea amigo 0 enemigo, es un testimonio perpetuo de si mismo. A través de la promiscui- dad de los cuerpos, del inevitable compartir de los miedos y las carencias, dela dificil separacin entre vida privada y vida publica, se perfilan hombres y mujeres que trazan obstinadamente su camino y sobresalen en esos frag- mentos de su vida donde la derrota rara vez oculta su encarnizamiento. Detrds de las palabras escritas —en ocasiones injustas, falsas o exageradas— hay trazas de encuentros decisivos: aquellos que el hombre y la mujer inventan INTRODUCCION 13 entre sien medio de los papeles dados a su sexo y que ajustan a las condicio- nes sociales y econdmicas que se les imponen; los que desempefian juntos cuando buscan en masa a su manera la mayor proximidad posible con la exactitud del sentido, A partir de estos encuentros es como he intentado elaborar un relato yeflexivo. . 3. LAS MULTITUDES AGITADAS a multitud tiene esta particularidad: en las.ciudades del siglo XVUL es a la vez que una de las formas sociales inherentes al sistema urbano, uno de los componentes esenciales del proceso monarqui- co—el cual no puede arreglarselas sin su existencia— y asimismo unia de las mayores preocupaciones de los gobernantes. En suma, la multitudes. inevitable, necesaria y, no obstante,.de alto riesgo. Su misma evidencia tiene algo ‘on el proyecto que siempre se elabora para ella, a saber: el de una colectividad por naturaleza trabajadora, fiel, sumisa y. conforme con un orden venido de arriba. : Tras este proyecto, donde la paz y el orden deben imponerse en un. trasfondo de obediencia, se encuentran una conviccién y un discurso: la roultitud, compuesta por la gente del pueblo, forma un conjunto homogéneo que debe vigilarse de cerca para evitar que se pierda en los atajos y se destruya en sus irreflexivos sobresaltos de célera. Pobre, sin inteligencia, a veces mujer a veces niiio, la multitud debe ser defendida de si misma, y después ser conducida al orden a través de un sencillo sistema de aprovisionamiento basico compuesto de trabajo y subsis- tencias: una multitud alimentada con regularidad y pagada de manera con- veniente aplaude sin reticencias al paso de la comitiva real. Basado en una concepcién muy esirecha de su naturaleza y en un conoci- miento burdo de sus mecanismos y singularidades, el discurs a i ido.por la_practica cotidiana y por las numerosas embargo, en vez de cuestionarse acerca de su fracaso, el discurso se petrifica reforzando y arreciando su tremenda inmo- .. vilidad, con lo que se abre una brecha entre lo real, lidico o cruel, y una utopia que se mantiene a toda costa. Cuando la multitud ya no aplaude sino 7 : que se amotina, el miedo invade a quienes gobiernan y su discurso se carga ~", LAS MULTITUDES AGITADAS 273 de odio. A menudo el miedo ¢s tan intenso que desencadena las reacciones. Para la policta, las concentraciones y los tumultos son algo temible, Asi se los conceptia constantemente, y Jas ordenanzas para tratar de controlarlos son abundantes. A pesar de todo, parece que, en cada ocasién en que la insubordinacién ola falta de disciplina se despliegan en plena calle, la policfa y las autoridades hubieran sido tomadas por sorpresa. Esto da a Paris, sobre todo después de 1750, una atmésfera curiosa: su miedo allevantamiento esta en boca de todos, la policia pierde la cabeza ante las consecuencias que un incidente pueda provocar y adopta actitudes mas bien conciliadoras que provocadoras. En la mente de las autoridades, una multitud en tropel es, en germen, una jaurfa que aulla dispuesta a todo; pero la policfa tiene la obliga- cién de no irritar mds los 4nimos para que no sobrevenga un desastre. Lasolaidea de levantamiento genera un discurso pletérico, si bien repetitivo, de un populacho entregadoa su brutal bestialidad, conducido por instigadores salidos de grupos de bandoleros 0 de los fosos de las prisiones de Bicétre y de Fort-l’Evéque. Este discurso se afianza y afirma, y simulténeamente se estrella con la otra idea bdsica sobre la que viven el Estado y los gobernantes: la de Ja multitud como amiga necesaria, soporte indispensable, pedestal sagr: se requierén incésantemente, que estd conyit nemigo-peligroso,, en. el, polo pernicioso. que puede trastornarlo poder se ve amenazado, ya que no puede concebirla sinoa través de dos . s: 1a desuasentimicnto fundador yladesuingratitud,alavezin ys el, Ahora bien, la realidad cotidiana, niega.ambas concepciones. ac en el espiritu de las elites; y alumbra. un paisaje variado -y.farragoso que hace perder los estribos a los responsables. El conocimiento que los de arriba tienen sobre la multitud y el pueblo, a fuerza de paralizarse entre las dos grandes formulas que apuestan a su sabidurfa o a su locura, termina por dar paso a la incertidumbre, y la inquietudse convierte en eluinico elemento reconocible con el cual mangjar la agitacion. Es pues la realidad de la calle la que obliga a la policia a transformar su ritual forma de andlisis: hasta entonces nombraba ala muititud, la identificaba, la caracterizaba en términos simples y antag6é- nicos, dado que toda su preocupacién era, en suma, poder contenerla en un solo término: la aclamacién. Movimientos, rupturas y motines mezclan las cartas y el pueblo se vuelve “innombrable”; la m4quina se agarrota ante definiciones que se le escapan. El poder concibe una multitud, y la multitud es otra cosa; el poder no puede en ningdn caso aprehenderla como un sujeto pensante que utiliza estrategias y hace andlisis personales de la situacién. La brecha entre ellos es inmensa. A pesar de lo dicho por L. S. Mercier (“un motin que pueda degenerar en sedicién se ha vuelto normalmente 274 Las MULTITUDES imposible”), la calle parisiense raramente esta en calma, is cierto queila estabilidad del Estado nose cuestiona todos los dfas, y en esto L, 8. Mercier tiene raz6n, pero su optimismo sobre las posibilidades de la policia da qué pensar: "Si el parisiense, quien tiene momentos de efervescencia, se amotinara, muy pronto se le encerrarfa en la jaula inmensa donde habita, se le negarfa el grano y, cuando ya no tuviera nada mas en el pesebre, muy pronto quedaria. reducido a pedir perd6n y misericordia.” Notando de paso las inevitables metdforas animales sobre lajaula y el pesebre, la verdad es que la realidad es muy diferente de lo que afirma el cronista: es justamente “la efervescencia” la que inquieta.ala policia; efervescencia constante, esp ste lugar, por muchas razones, que.termina por establecer una, especie de hos gamiento.tenazfrente,a todas o casi todas las formas de autoridad. Por ot parte, Nicolas Toussaint des Essart no se equivoca al respecto cuando anot en su Dictionnaire universel de police: “Los ejemplos de tumultos, de am tinamientos, de sediciones, por desgracia son muy cornunes a pesar de activa vigilancia de la policia.”* He Las actas. de los comisarios de policta conservan. todas estas reaccio: que hacen pesado el ambiente: por aqui una revuelta en las puertas de ciudad o desaffos a la guardia de ronda; por alld un saqueo al mercadi cuando los precios son muy altos; mds alld, graves incidentes entre: lo: obreros decididos a levantarse en. huelga y a manifestarse en la calle, Fale mencionar las revueltas en las prisiones, mds frecuentes de lo que se cree, ja exaltacién de los dnimos en las tabernas cuando los precios. sube! cuando por la ciudad corren rumores de que los granos han sido: acapara dos.3 Imposible cuantificar el miimero de movimientos similares de os que la historiografia no guarda memoria y que las actas no permiten analizar exhaustivamente.‘ Por el momento, lo que interesa es hacer notar Ja preser cia obsesiva de la fnultitud, esta presencia en la, 1.8, Mercier, Tableau de Paris, op. cit, cap. “Emeutes”, 2N, Vol. des Essarts, Dictionnaire universel de police, 7 vols., Paris, 1786-1789, vol. Vii, articu “Ouvriers”, See 8 §. Kaplan, “Le complot de famine: histoire d’ une rumeur du xvme siécle”; Cahiers: Annales, A. Colin, Paris, 1982. ce 4 Son a menudo quejas detalladas, a veces del encarcelamiento inmediato de tno 0.4 particulares atrapados por la policia, y no seguido de juicio, sin rastros posteriores. Sélo de I grandes revueltas de 1720, 1740, 1780, 1775 quedan abundantes expedientes recuperables en. fos Archivos Nacionales. Hay que sefalar, ademds, que una investigacién sistematica, emp! dida bajo el cuidado de J. Nicolas, profesor de la Universidad de Paris vi, permitird cianti y cartografiar todos estos movimientos en toda Francia. oe LAS MULTITUDES AGITADAS 275 discursos y que nunca corresponde.a las definiciones que éste da de ella. Se establece entonces una tension severaentre el miedo al pueblo ylanecesidad que se tiene de él, al mismo tiempo.que se fraguan imagenes imponentes y inantes del desorden y ce la crueldad popular. Sobre levantamientos y revueltas se ha escrito mucho y desde hace tiempo. Los historiadores se han apoderado de estos sucesos para compren- derlos mejor y para analizarlos, tras el nacimiento a fines del siglo XIX, de todo un conjunto de reflexiones y de trabajos sociolégicos que se denomina la ciencia de las multitudes (science des foules).> En efecto, esta nueva ciencia habfa sido elaborada fuera del campo de la historia, sin hacer ninguna descripcién de los movimientos histéricos ni analizar sus detalles. En 1934, G. Lefebvre escribié un ensayo que titulé “Foules historiques, foules révolu- tionnaires”.® El autor vuelve a introducir la dimensién historica y estudia a jas multitudes fuera de las sistematizaciones animales de Le Bon y de sus famosas teorias sobre la hipnosis colectiva y el instinto desencadenado. En la multitad, afirma G. Lefebvre, se puede formar una mentalidad colectiva; ademiés, las condiciones econémicas, sociales y politicas producen fenéme- nos variables, los cuales tienen una historia y una actividad que se adecua al contexto en el cual se mueven. Mas tarde, G. Rudé, quien dedicé su. libro?.a G. Lefebvre,.se atuvo a.una descripcién cientifica de las multitudes revolucionarias, con, base en los archivos de la policfa, y rechazé la idea de que una multitud fuera una abstraccién desencarnada que personificara en bloque el Bien (como Miche- let pudo haberlo afirmado en La Révolution francaise), 0 el Mal (como Taine, Burke? y Le Bon concluyeron en sus trabajos respectivos). tel 8 HL. Taine, Les origines de la France contemporaine, 1876-1894; G. de Tarde, La philosophic pénale, Paris 1890; 8. Sighele, Lafoule criminelle, Paris 1891; G, Le Bon, La psychologie des foutes, Paris, 1895; G. de Tarde, L'opinion et la foule, 1901; S, Freud, La psychologie de masse et Uanalyse dumoi, 1921. © Quatritme Semaine Internacionale de Synthese, 1982, dirigida por H. Berr, ponencias de Bohn, Alphandéry, Lefebvre, Hardy, Dupreel, Ed. Alcan, 1934. “Foules historiques, foules révolutionnaires”, de G. Lefebvre, pp. 79-108, Esta exposicidn seria también publicada en 1934 en Annales historiques de la Révolution francaise, Se la encuentra en el libro de C. Lefebvre, Etudes sur ta révolution francaise, PUR, Paris, 2? ed., 1968, pp. 371-392. 7G. Rudé, Le foule dans la révolution frangaise, prefacio de G. Lefebvre, Oxford University Press, 1957 (Ed. Maspero, 1982). 8], Michelet, La réuolution frangaise, 9 vols., Paris, 1868-1900 vol. 1, pp. 377-379. La edicién original va de 1847 a 1853. ‘OE, Burke, Reflections on the revolution in France, Londres, 1951, pp. 66-69. 276 ‘Las MULTTTUDES Posteriormente el tema es retomado en multiples ocasiones.! Historia. dores y socidlogos intentan hacer sucesivas aproximaciones en la interpreta. cién de estos movimientos, a menudo oscurecidos por el ambiente ideolégi- co que los rodea. La multitud fascina, da miedo, desencadena todo tipo de: estereotipos agorafobicos. poderne tan do apropidrsela, pero ella le sigue siendo ajena. Es necesario, como en el caso de Georges Rudé yE. P. Thompson, analizar los. hechos en detalle y dentro de su propia historia para construir otros enfoques, El detalle instruye sobre el minisculo grano del acontecimiento, al mismo. tiempo que informa e incluso explica los fendmenos, sacando de la ruta al observador y situandoloal margen. Al margen desus estercotipos, de sus juicios. acabados, al margen de sus propios conocimienios. No obstante, alzad tt do o emocionado, el pueblo siempre es visto de la misma forma reductara: tratar de escapar por voluntad propia del destino quesc le quiere imponer, corre elriesgo de ser indefinidamente vuelto ainterpretar en los términos tradiciona- les aplicados al salvaje y at primitivo. Si, por ejemplo, rechaza la carestia‘de: granos y el precio de la libra de pan, es porque se niega al esfuerzo laboral que se. le pide; a que se piense quese le puede exprimir sin piedad; y al mismo tiempo, se apropia de Ja figura que se le atribuye, la de una manada de animales - dispuestos a masacrar para comer. En una primera lectura, Ja poblacién sedi- ciosa no parece tener ninguna autonomia, ningun espacio que le permita vivir de otra manera que no sea la condicionada ‘a una politica autoritaria o aun instinto impulsive /La: emocién| su presencia, el momento en quese manifiesta, Ja manera en que los individuos se relacionan en ese momento, da una dimien- sién muy distinta del acontecimientoy permite coniemplar formas devida social muy diferentes de: Jas quese describen en los discursos. La célera, las rupturas,. las huelgas y las sediciones, manipuladas por bandoleros oinstigadores, son algo muy disimil a la liberacién del instinto; son conductas motivadas por: una lectura personal de los acontecimientos visibles que rigen Ja vida coti+ diana, un desciframiento del sentido que incita a la accién. El pueblo, a 3 R. Cobb, La protestation populaire on France, 1789-1820, Oxford, 1970, 24 ed., 1975, Cak mann-Lévy, Paris; E. P. Thompson. “The moral economy of the english crowd of xvinth century”, Past and Present, nim. 50, 1971; N. Z, Davis, Les oullures du peuple, Rituels savoirs et resistances au xv1" siécle, Aubler Montaigne, 1979; ¥. M. Berce, Histoire des croquants. Etudes des soulévements populaires duc xvié sidcle dans le sud-ouest de la France, 2 vols., Ginebra, Paris, Droz, 1974; Croquants et nupbieds. Les soulevements paysans en France du xvi au x1x* siécla, Gallimard, Paris, 1974 (Archives); Féte et révolte. Des mentalités populaires du xv1* au XVII * siécle, Hachette, 1976;S. Moscovici, Lage des foules. Un traité historique de psychologée des masses, Fayard, 198] (reed. de bolsillo en ed. Complexe, 1985); J. Beauchard, La puissance des forties, PUR, 1985. LAs MULTITUDES AGITADAS 277 espaldas de los dirigentes, abandona incluso sus propiasdefinicionesy destierra nuestras concepciones tradicionales. Al observar todos esos rastros de insubordinacién en los expedientes de la policfa, al identificar los momentos en que el pueblo se rebela, de manera furtiva o. masiva, uno se asombra por el aspecto, a fin de cuentas ordinario, de tales situaciones. Pero, en definitiva, el levantamiento no es precisamente como unolo piensa, tan simple; no es niuna ruptura niun quiebre definitivo en el orden de cosas: la emocién popular aparece como el punto de unién necesario.cntre un orden.que.e i egurado. Existe orden dentro del desorden, un mayo: honor; el tumulto parece la eri in J fiacién gestuai de lo quehace faltay de io quese debe conquistar. El desorden ocasional, la célera y el comienzo del amotinamien- to siguen la légica de la racionalidad, la cual se debe esclarecer a cada momento segtin los cambios de la realidad. El pueblo en tropel definitiva- mente busca un cambio que le hace falta, conta tensién que produce el deseo surgido de suindiferenciacién momenténeay el surgido desus diferencias."! Esta fuerza de unién usa todo tipo de medios —entre los que la violencia y el exceso desde luego ocupan un lugar— para combatir la disolucién sabiendo muy bien que, tarde o temprano, esta ultimaintervendrda fin de que, dentro de un nuevo orden, se resuelvan las diferencias. Lefda desde una perspectiva de orden a la vez que dentro de un sistema ordinario, la ruptura se convierte, inevitablemente, en un objeto muy dife- rente de aquel al cual la policia esté acostumbrada. Para ella, por supuesto, el orden de las cosas se escribe de otra manera y sus imagenes resultantes no pueden ser eliminadas por los acontecimientos, por mas sorprendentes que resulten: simplemente siguen siendo revalidadas, de manera indefinida, por un prisma reductor. emo 1 emocion popular se sale de su acepcién tradicional (desor- proyecto elaborado. La accién arranca a partir.de una formulacién del sentido que se basa en la lectura de lo visto 0 percibido. El pueblo encoleri- zado, desafiante o emocionado, reelabora lo que cree posible dentro de una situacién politica dada; a partir de este “irnaginario real”, fabrica sti convic- 11 M, Maffesoli y A. Bessin, Le violence fondatrice, fd, du Champ Urbain, 1978, pp. 97-120, “Le désir du collectif”. 278 LAs MULTTTUDES cion y la forma de accion apropiada; sus actos reivindicativos son una res- puesta a la representacién del conjunto del cuerpo social y de Jos mecanis- mos politicos, y son al mismo tiempo razonados y dexnostrativos. z Razén y demostraci6n se encargan en parte de una misién: ensefiar que larevuelta muestra la verdad frente al error, con una voluntad obstinada‘de hacer saber que ella ha visto, ha pensado, y que, en ese momento, se requiere més que antes de Ja vigilancia y la transparencia de los actos politicos que sé espera la gobiernen. Eneste sentido, las huelgas obreras y las insurrecciones populares marcan el tiempo parisiense: catalizan alianzas momentaneas y se llevan a cabo con. una regularidad que siempre toma de sorpresa a las autoridades. Nos mues- tran imagenes diferentes cle la elaboracién de lo real y trastocan el orden consagrndose a valorizarlo de otra manera y con mayor fuerza. Se trata de: momentos politicos particulares, tomados de una historia que debe apartar: se de una vision retrospectiva demasiado mecanicista, demasiado reductora, “La quimera del poeta no es ignorar los dolores del proletario, sino: nombrarlos sin conocerlos.”!? LOS OBREROS INTRIGAN “Las intrigas proliferaban en el siglo xvitt. Si bien no provocaban levanta- mientos generales, sf perturbaban la paz y trastocaban el mundo laboral casi: de manera cotidiana.”!3 La década de 1760 marea un hito en ese sentido: las huelgas y las intrigas se acenttian aun ritmo impresionante. El ascenso de la insubordinacién es general, los archivos de los comnisarios estan pletéricos de demandas, la indisciplina merece atencién. La mayor parie de las veces muy localizadas, estas intrigas se originan en talleres o tabernas (donde de: ordinario se trataban los negocios), y terminan por alcanzar la calle e incluso. el barrio, en raras ocasiones toda la ciudad; algunas tienen una duracién breve, otras se prolongan més y, después de algunas treguas, reaparecen: Ya sea que se trate de asuntos de contratacién, salario de la jornada, libertad para renunciar al trabajo o de las relaciones con los maestros, las 12], Rancitre, La nuit des prolétaires, op. cil, p. 30. ao 18S, Kaplan, “Réflexions sur la police du monde du travail 1700-1815", Revue Historique, mim, 529, enero-marzo 1979, p. 32. Ti Si bien esto no sucedié en 170B, en 1724 hubo huelga de obreros boneteros; en 1746, agitaciones re cerrajeras, en 1768, de pintores de brocha gorda; en 1785, de obreros dé la construccién, pero siempre después, segiin S. L. Kaplan, Le complat, ops cit, : LAS MULITTUDES AGITADAS 279 intrigas y Jas huelgas resultan insoportables para las autoridades de policia porque arruinan ese orden que sueta con una subordinacién doméstica sin falla. La indisciplina obrera es la frase clave de los Dictionnaizes de police, de los tratados de justicia, de las obras de los cronistas o de los memorialistas, con mayor raz6n de las ordenanzas de la policia. El poder, al prohibir las cofradias y las sociedades secretas, cree contribuir, 2. la fuerza, ala definitiva consagracién del obrero asu trabajo y sobre todo a su taller: estructuras que laautoridad y la jerarquia precisan. Son innumerables los fallos pronuncia- dos para obligar al oficial en entrenamiento a no abandonar a su macstro si noha terminadosu trabajo. La policia tiene todos los derechos frente a quien “deserta”: 1a orden de prisién es la respuesta evidente y prontaa las faltas del asalariado. El 2 de enero de 1749 las cédulas reales confirman algunos usos anteriores: defienden alos oficiales que abandonana sus maestros sin recibir notificacién por escrito de sus despidos; defienden el derecho de los mismos a “reunirse en grupo con el objeto de formar una cofradia, o de hacer planes”. Estas dlisposiciones son confirmadas por Luis XVIen 1781, después de que en 1775 Turgot suprimié las corporaciones usuales, que un afio mis tarde fueron restablecidas. Sea como fuere el calendario de reglamentaciones, es preciso saber que en Paris la policfa intervenfa en las protestas bajo las érdenes del teniente general, La prisién es una de sus armas mas empleadas, es el mayor argu- mento, se dice, pero la realidad es a menudo menos simple. Los grandes movimientos de protesta general son escasos; en. cambio, en cuanto surge un disgusto, asoma una injusticia o se inicia una nueva baja de salarios, por aqui y por allé emergen los desaffes, las resistencias, las provo- cacionés, Casi siempre se organiza todo alrededor de la idea, cada vez menos tolerada, de subordinacién. Nada justifica que el individuo sea mantenido en.un estado de dependencia y que se coarte su inventiva o simplemente su libertad. Los jurados se quejan de estas confrontaciones humillantes donde su autoridad se pone sin ambages en tela de juicio; para caracierizar sus movimientos, se emplea un vocabulario peyorativo y se describe a Jos obre- ros como animales toscos y viles. En 1727 los embaladores de la aduana se sublevaron y los recaudadores de impuestos se quejaron de ellos por escrito ante el teniente general en estes términos: 35 J, Hayern, La répression des gréves ate xv siécle, Mémoires et documents pour servir d Vhistolre du commerce ct de Vindustrie en France, Paris, 1911. 280 LAs MULITTUDES. Los recaudadores de impuestos humildemente exponen que de los embaladores que semanalmente prestan sus servicios a la oficina de la aduana embalando las mercancias ahf llevadas por los comerciantes y particulares para pagar sus dere. chos, la mayor parte son unos borrachos y unas bestias que a diario ocasiohan querellas y pierden por completo el respeto por Ia oficina y por aquellos que les. permiten ganarse la vida [...] Como los mencionados embaladores no tienen Ai un minimo de prudencia ni de consideracién, pretenden no estar subordinados anadie y exigen alos comerciantes el doble de lo que legitimamente se les debe para hacerse de provisiones y trabajo [...] suplican a su merced, teniente general de policfa, restablecer el orden.!® Estos ejemplos se pueden multiplicar, vienen de todos lados, se extienden’ LAS MULTITUDES AGITADAS 281 de ese lugar como mejor les parezca, con un sentimiento de pertenencia, lo cual habla mucho del embrollo de sus relaciones con cl taller y el maestro. Eneste sentido, el conflicto! que enfrenté Symphorien Huot, maestro cerraje- ro, con varios oficiales de la calle Vaugirard, es muy elocuente. Por un problema de deudas no pagadas, el oficial Champagne se sublevé el 22 de abril de 1755 ¢ incité a todos los demas obreros de los alrededores. Al dia siguiente, insultaron al maestro y a su mujer y, antes de que la guardia los dispersara, destruyeron el tallera palos. Champagne fue arrestado, y explicd as{sus acciones ante el comisario de policfa Crespy: en ausencia del maestro, liegaron él y sus compafieros a comer en el taller del tal Huot; luego de esperar a que saliera, entraron a la tienda ylo agarraron a golpes, tratando alo largo del siglo, proceden de todos los horizontes y de todos los oficios: proveedores y fabricantes de telas, esmaltadores 0 relojeros, obreros dela construcci6n 0 alfileteros. Los textos de las deliberaciones de los gremios se. revelan monétonas: asu mujer de “colchén de criado” y de “culo al aire”. Esperar al maestro y a su familia para golpearios e injuriarlos no es el fruto de ninguna estrategia particular, no hay necesidad de esconderse, todo se hace como si eso fuera EI 20 de marzo de 1756, vista por nosotros la deliberacién de la comunidad dé comerciantes y fabricantes de telas, de fecha 16 de marzo de 1756, diciendo que Jos obreros intrigan desde hace tiempo, han parado sus labores, obligarido'a pagarles a Jos otros obreros que no quieren parar con amenazas, violencia €: - incluso golpes con el pretexto de que los comerciantes les den un aumento en‘el pago por sus tareas, lo que rechazaron todos los miembros de dicha fabrica; si semejantes maniobras subsisten por ms tiempo es de suma importancia reme diar las cosas de inmediato, porque las asambleas que hacen los obreros pueden ocasionar motines y sediciones; los comerciantes de la fabrica estan diariamente: expuestos a insultos y malos tratos, por lo que es de interés de la comunidad y del bienestar piiblico impedic semejante desorden y encarcelar a quienes contravie- nen vuestras ordenanzas.” En general los lfos comienzan en forma insignificante dentro del taller, antes de extenderse a la calle 0 a todo el gremio; mas la atmésfera de desafio y de rencor llega a ser tal, que las cosas pueden agravarse con rapidez; los oficiales lo saben- muy bien cuando, descontentos, gritan por la ventana “{Broncal”, y al instante otros obreros salen corriendo de los talleres para incorporarse al tumulto. La misma estructura del taller es un punto de apoyo ordinario adecuado; por lo demas, aun sublevados contra sus maestros, los. oficiales se sienten en el taller como en casa, quieren poder ir y venir con libertad, abandonar a sus maestros si estan insatisfechos; y a la vez, disponer 16 Bibliotheque de Arsenal. Archives de la Bastille, Ms. 10152, 24 mayo 1727. 17 an, ¥ 9500, 20 marzo 1756. lo normal, es suficiente con reunir a los otros compajieros, sentarse tranqui- Jamente a la mesa del maestro y después alzarse en su contra: en suma, hacerse justicia por su propia mano. Esta familiaridad entre el maestro y los oficiales es paraddjicamente el soporte natural de la insubordinacién obre- ra, Ef microcosmos del taller los invita de manera casi natural a hacer todo eso, y el maestro se ve practicamente impotente contra esta indisciplina, moldeada por el mismo marco donde deberian estabiecerse la dependencia cosas. resulten tan inguicamesy tan |, pero muy dificil de manejarporlas.autoridades. El estudio de os archivos del comisario Hugues, en los Halles entre 1757 y 1767, permite ver en vivo un movimiento de aprendices y oficiales zapateros que agita todo el barrio durante el afio de 17631* y que pone a prueba no sdlo alcomisario, sino también a un inspector de policia (Bourgoin), que intenta sanear la atmésfera siguiendo a los obreros y encarceléndolos con lettres de cachet. Toda una gama de escaramuzas se desarrolla entre abril de 1763 y enero de 1764 y revelala complejidad de las reivindicaciones y de las muy fragmen- tadas estrategias de organizacién. Como de costumbre, el conflicto comien- 18 eid. ¥ 14081, 22 abril 1755. 19 bid, ¥ 11004A y ¥ 110048, comisario Hugues, afio 1763. 282 ‘LAS MULITTUDES: 2a por una frusleria, un incidente anodino: el 9 de abril de 1763 nace una disputa corriente en el taller de Nicolas Ferry, maestro zapatero de la calle Tiquetonne. No hay que fiarse de su futil apariencia; tras ella se esconde un. verdadero malestar que no tarda en extenderse de maestro en maestro y que. se prolonga en el tiempo. Al comienzo, se trata del deseo obstinado de ung. de los aprendices de trabajar como él quiere y no como su maestro se lo ordena, Empleade por Nicolas Ferry desde hace quince dias, el aprendiz de marras tiene trabajo de sobra; uaa maftiana, el maestro le da a fabricar un, par de zapatos “de los cuales habia esbozado los tacones, que estaban cubiet- tos con piel de zapa”. EJ aprendiz se rehtisa abiertamente, “no quiere hacer: unos zapatos sino unos escarpines, avienta los peines en la tienda y se va" tras el incidente, otros seis oficiales también se marchan. Fste desafio a obedecer, este deseo de tener derechos en Ja organizacion del trabajoy en las tareas a realizar dentro del taller no va aser aislado. Un mes mas . tarde, en la calle Deux Ecus, Pierre Guillet se encuentra ante un problema dela’: misma indole: sus tres oficiales se niegana realizar el trabajo que les encomienda y tiran al suelo las hormas del maestro. Cuando Guillet alega que actiian en contra de losestatutos del gremio, los tres oficiales responden que juraron dejar de trabajar y que eso es cosa sagrada. Nace asi una alianza. De hecho, las intrigas estan en su apogeo y los jurados de la comunidad se dividen entrela inquietud, el deseo de reprimir y los intentos por conciliar, «| En cada taller del barrio se reproducen escenas idénticas: herramientas volando por elaire, deseos de realizar una tarea diferente ala encomendada, Nicolas Ferry es uno de los maestros puesto en la mira por tener el cargo de - recaudador de camara de su gremio. Asi pues, en junio los obreros mas revoltosos se instalan en una taberna situada justo enfrente de su taller y lo acosan con injurias, tratando de incitar a otros oficiales dela misma calle. Es tanto més dificil perseguirlos cuanto que nadie conoce sus norobres ni sus. domnicilios, en ocasiones, sdlo se sabe el sobrenombre heredado de su lugar de origen (por ejemplo, Messin de Met, o Picard). Poco conocidos por las autoridades, pero muy adaptados a la vida en el exterior y en las cantinas; 86 unen con juramentos y realizan cuantas reuniones {es son posibles para. ejercer presién sobre sus maestros cuya manera de ordenar rechazan, Su arma principal, tan comin en estas intrigas, es la ironfa, el apéstrofe en plena © calle, la palabra mordaz que, a fuerzas, da en el blanco. Paraincitara quieries seinclinan por quedarse en el taller, los oficiales sublevados se plantan frente alaventana y gritan: “¢Acaso tienes miedo de ira Bicétre? Pues ah{es donde vas a ir a parar, ten mucho cuidado.” Sarcasmo mordaz que anuncia, al mofarse de él deantemano, el desenlace de este género de desérdenes. iPero LAS MULTITUDES AGITADAS 283 la burla resulta eficaz! Ese mismo dia, con este flarnado, mumeroses aprendi- ces se unen a los inconformes. Desafio, provocacin, lucidez son las armas utilizadas, aunque también hay amagos de golpes y fa voluntad de parar el trabajo por todas partes. Se instruye del asunto al teniente generalde lapolicia, Mientras se acelera el ntimero de quejas de los maestros por la insubordinacién de sus obreros, se procede a aplicar discretamente el dispositivo de costumbre, Se encarga aun inspector seguir a los revoltosos, identificar su nombre y domicilio, conocer €l sitio de reunion; se le dan las érdenes reales libradas en lettres de cachet que permiten encarcelar inmediatamente a los sospechosos. En agos- to, los problemas se multiplican: tarcas sin terminar, mas herramientas por los suelos, la lave maestra del taller robada, jévenes recién rechatados que arrojan el delantal, increpaciones a la autoridad y rifias en las tabernas entre los que quieren extender el movimiento y los que quieren trabajar. Almismo tiempo, comoa menudo sucede en estas intrigas, clertos maes- tros protegen a los revoltosos y sostienen su rnoyimiento: por el miedo de ver su taller saqueado, pero también por seguir a la cabeza del gremio de artesanos con el que estan en desacuerdo,”® Los movimientos de rebelién tienen algo de ejemplar: muestran solidaridad ahi donde no se esperaria, y sobre todo revelan a las individualidades fuertes y amenazantes. El 29 de agosto, la comunidad de maestros delibera “para mantener el orden”, Se vuelven a repetir las yecomendaciones habituales: no abandonar al maestro, no descarriar a los demas y no realizar juntas. Por mis que el texto de la deliberacidn haya sido pegado en todo el barrio, enun solo dia todos los carteles desaparecen, destrozados o hechos ilegibles. En esta empresa de la destruccién, los oficiales se muestran vivamenie solidarios: es imposible detener a uno solo, la revuelta en su defensa se levanta de inmediato en plena calle. Esto es lo que sucede en la calle PavéeSaint- Saveur, cuando un soldado quiere detener a un oficial zapatero mientras des- truye un cartel: la guardia debe retroceder ante una multitud que auilla. Las emociones obreras de este tipo tienen muchas particularidades por- que se revisten a la vez de un gran ntimero de aspectos privacos. Ya hemos visto que la solidaridad no se produce de una manera tan simple, que algunos maestros aprueban los actos de los oficiales e incluso los apoyan, Ademéas, los pequefios jurados son contagiados por el clima del ambiente; algunos abandonan. el oficio sin pudor, dejan la casa paterna y renuncian a 20 Al respecto véase el capitulo “En el taller”. 284 ‘LAS MULTITUDES sus cargos con la ironfa en la punta de la lengua, Algunos maestros pierden la cabeza y entablan querellas: el gremio parece desmantelado. De esta precisa fase del movimiento aparece una confirmacién. (del 9 de septiembre: de 1763): una division en la toma de posiciones, un verdadero desmantela- miento de las estructuras de origen; desmantelamiento que incidealavezen la organizacién del oficio y en la de las familias de los maestros artesanos; La estructura domésticase ve trastocada ya policia no puede hacer nada apatte de encerrar a los més revoltosos; pero eso no tiene ningtn efecto positivo en esos momentos esporddicos en que la revuelta, elabandono de trabajo y el saqueo de herramientas se suceden unos a otros. A mediados del mes de septiembre, varios de los jurados y fieles. ala comunidad, entre quienes se encuentra Nicolas Ferry, entablan una querelia, Expresan su temor en las tabernas del barrio donde de dia y de noche’se incita a la revuelta y a las encerronas; algunos maestros han sido molidos a golpes por oficiales, que antes de pegarles, gritan al unisono: “Valen tanto como los asesinos, hay que castigarlos.” Las expresiones empleadas siempre se refieren a lajusticia del derecho comin y al mundo de la delincuencia, “conciencia” obrera, tan a menudo amenazada por ios arrestos y la cdrcel, emprende su venganza. Si existe la prisién para los asesinos, son los maestros : y no ellos quienes deben ir ahi. Su sujecién se vuelve tan insoportable que tienen como meta invertir Ja situacién y hacer que quienes sufran el estado de dependencia scan los maestros, sefialados como agentes principales de su injusta subordinacién. s Apartir de ese momento en que la inquietud es mayor y los maestros'se - sienten como en un torno que los aprieta sin ceder ni un instante, todo se resuelve poco a poco. En octubre, los archivos del comisario Hugues estan plagados de desistimientos de querella de Jos maestros o de intentos de -conciliacién amigable. Pero lo cierto es que el conflicto no tiene fin, no'sé firman acuerdos ni nuevos reglamentos; cada taller trata de encontrar una armontfa precaria, estableciendo un modus vivendi que se encargue de alejar_ al espectro de la revuelta viva, colectiva. a Los maestros cordeleros de la calle Tiquetonne parecen estar en paz; se” registran algunas escaramuzas por aqui y por alld, pero no graves y muy pronto sofocadas, Por el contrario, un mes mas tarde, la calle Coquillitre esta : en plena ebullicién: los aprendices de cordeleros salen a la calle ¢ intrigan contra sus maestros. Nace ahi otro frente similar, ya que el hostigamiento.€s cotidiano. En este caso, !as motivaciones tampoco son directamente econd- micas; de lo que se trata es del modo de vida y, ante esta clase de demandas,.__ los maestros se encuentran desarmados, inseguros, las mds de las veces _ Las MULTITUDES AGITADAS 285 acttian con torpeza. Frente a esto los oficiales y aprendices deciden manejar sus jornadas como mejor les parezca y rechazan todo tipo de servilismo. Las reuniones, aunque momentdneas, fragmentadas y violentas, revelan otras tantas formas de pensar elaboradas a partir de una cotidianidad que sejuzga insatisfactoria y perjudicial. Ya se trate de los cuchilleros, los enceradores, los calceteros, los cerraje- ros, los sombrereros 0 los herradores;*! ya se trate de la reivindicacién de portar_espada, de decidir el precio de la obra o el horario de trabajo, todo movimiento se gesta en estos momentos de asociacién donde las fuerzas se miden y donde se determinan estrategias. Desde luego, las congregaciones estan absolutamente prohibidas, y son denunciadas a la policia por los gremios de artesanos que acechan cotidianamente los sitios adecuados. No obstante, todos los lugares son buenos: cuevas, tabernas, plazas cercadas, callejones clandestinos. Los archivos revelan a la vez la lucha aspera contra esas reuniones ilegftimas y ta imposibilidad de acabar con ese modo de asociacién que constituye la vida de los gremios. Cuando tas agrupaciones son muy numerosas, las cosas resultan relativamente faciles para la policfa, como lo testimonian los trescientos oficiales cerrajeros reunidos en las tabernas cercanas al Arsenal, quienes improvisan estandartes levantados con cafias y bastones que quisieran ver convertidos en espadas.?* El encar- celamiento de los presuntos dirigentes no modifica en nada el problema porque los grupos cambian de lugar de reunién, aunque no de determi- nacion. En 1731, los jurados del gremio de herradores se asustaron por la magnitud de las actividades clandestinas de sus oficiales, y enviaron miiltiples peticiones al teniente general de policfa gracias a las cuales se puede comprender la movilizacién colectiva de comunidades dispuestas ala transgresién y a usar la honda para seguir con sus formas de vida y de representacién. Al cabo de algunos meses, e invocando para ello una antigua costumbre, los aprendices de herradores se reunieron, tanto los domingos como los dias festivos, para “forjar hierros por apuesta de unos contra otros”. Muy absor- bidos por esta ocupacién, descuidaron su trabajo y, sin avisar, abandonaron a sus maestros hasta por tres semanas c incitaron a otros oficiales a que los siguieran. “Bajo la Samaritaine” encontraron un refugio, y allf, 30 0 40, 21 an, Y 9533, | noviembre 1748, ébid., Y 13242, 28 diciembre 1755; Archives de la Bastille, Ms. 10846, 1724. 22 Archives de la Bastille, Ms. 11590, 1746. 286 LAS MULTITUDES" segtin el dia, forjaban hierros, bebfan y competian. Por mas que se encarcelaba a los jefes, las reuniones se seguian realizando con otros.”* Asociarse, reunirse y portar espada son algunos de los medios para escapar de una estructura jerarquica vertical que impone obediencia sin oforgar un verda- dero papel a aquellos que somete. Frente a este.tipo de actividades, los maestros y la policia actian paso a. paso: si bien se hacen arrestos sin previo juicio y por érdenes del rey, Ja represién nunca es masiva ni frontal y muy a menudo se ven obligados a dar marcha atrds porque, tras entablar las querelias, los maestros mismnos van.a solicitar la libertad de sus obreros. En estas i rdinaciones obreras sé hacen.alianzas de todo.tipo. sin. apego & ‘epla formal. Cada movi: miento tiene su propio rostro y se constituye en una historia ar relacién.con.los otros. Pocas huelgas se extien i momento, después de que el teniente general de policia ha actuade con rapidez y firmeza, el miedo general (de los maestros, de los gobernanites) decrece; todo el mundo suciia con talleres plenos de armonia y con que'se acaben estos hostigamientos sin tregua que no sélo sacuden la vida familiar y doméstica, sino también el precario equilibrio econémico de cada taller, La policfa vuelve entonces a su utopia acostumbrada: si libera a los revolto- sos, dacaso no podrian éstos volver a ocupar su lugar en esa estable cadena jerarquica que es el gremio y a la cual debe asemejarse la sociedad a toda costa? : El motfn de los oficiales calceteros de 1724 participa de esta clase:de: desarrollo.** Después de que, por 6rdenes reales, los comerciantes calceteros: sufrieron la disminucidn. en el precio de sus mercancias, solo encontraron: una forma de paliar sus pérdidas: reducir el precio de la hechura a cinco sueldos el par de medias de seda ya dos sueldos seis denarios el par de medias de lana. Reaccién inmediata: muchos obreros abandenaron a sus maestros, se reunieron en asambleas y se negaron a regresar mientras el salario-sé mantuviera tan bajo. Paraaguantar, asi como para poder convencer al mayor mimero posible de oficiales calceteros, decidieron cooperarse. Quienes. continuaran trabajando darian seis sueldos por semana, que servirfan para cubrir las necesidades de los huelguistas. Michel, quien reuntfa y redistribufa los fondos, para mayor seguridad tomé la precaucién de refugiarse en-el claustro del templo. 8 Ibid, Ms. 11182, 1781. 24 Joid, Ms. 10846, 1724, LAS MULTITUDES AGITADAS 287 El asunto llega lejos, el teniente general convoca a Michel y a dos de sus acélitos. Una mujer !lega a avisar que nadie acudiré a la entrevista; asegura con aplomo que “ellos saben muy bien que nadie los va a colgar por negarse a obedecer dichas érdenes”. En este tipo de conflictos, son a menudo las mujeres las intermediarias, transmiten las noticias, saben dénde se esconden los hombres y se desplazan facilmente por la ciudad; con sus actividades aseguran: la cohesidn dei movimiento y a menudo, irénicas y amenazadoras, hablan fuerte y se hacen ofr. Pero esta vez las cosas se complican: no se rechaza impunemente una cita con un teniente general de policia. Cuando cobran conciencia del ambiente y de la dimensién del peligro que los ame- naza, los calceteros tienen el cuidado de seguir la querella personaimente (se vuelven actores de las negociaciones), y con humildad se excusan por no haber asistido a la audiencia: “Tuvieron la desgracia de llegar un poco después de la hora sefialada y humildemente solicitan una disculpa.” Las reuniones y los tumultos se multiplican, la agitacién va én ascenso y, mien- tras, se estima en 200 el ntimero de oficiales que “bourcillent”, es decir que hacen bolsa comtin para subvenir a las necesidades de quienes han dejado de trabajar. Por érdenes reales, para dar un-ejemplo inmediato y manifestar severidad, Michel esarrestadeen secreto; se mandala orden al oficial de espada del templo. En la cércel de FortlEvéque, a donde se lo lleva de inmediato, Michel es interrogado. Lo niega todo, habla del apego a su maestro para quien trabaja desdehace cuatroaiios y dice no saber nada con excepcidn dealgunosrumores. Ciertamente recibié algo de dinero, pero eso se habfa previsto desde hacia tiempo para el cuidado de los enfermos pobres de su gremio. Este tipo de defensa es muy comin. En cada intriga o en cada reunion que la policfa descubre, los protagonistas se defienden diciendo que actian en nombre de la caridad y que deben ocuparse de todos los enfermos yancianos de su ramo. A-veces en los archivos se encuentran rastros de proyectos de asociaciones de obreros y obreras, y la cliusula de fondos comunes para ayudar a los mas desprotegidos siempre figura en primer plano; por ejem- plo, en un proyecto sin fecha de las obreras encajeras,”» donde, en elarticulo V, se estipula que “los gastos de enfermedad seran cubiertos por partes iguales, siempre y cuando ésta no dure mas de ocho dias”. La defensa de Michel se parece a la de muchos otros, no obstante él se asusta y da el nombre de sus asociados, aclarando que también se trata de gente de buena fe, motivada por la caridad y el ejemplo. %5 Thid., Ms. 10821, 5/1. 288 ‘Las MULTITUDES Al margen de este interrogatorio, el teniente general anota que hay que detener a los comparsas. “El asunto es tanto mds agobiante cuanto que los revoltosos aumentan dfa con dia”; en otra anotacién afirma que, para contener a los obreros de otros oficios, “el rey quiere que los procesos se instruyan de inmediato con castigos ejemplares”. Un mes més tarde; cuando los principales responsables han sido encarcelados en el hospicio, los comerciantes inician una operacién inversa: exigen la liberacién de sus obreros, los consideran suficientemente castigados e insisten en ver= los regresar a sus trabajos y a sus deberes que, estan seguros, desempeiia- ran de manera intachable, Después de tales stiplicas y de las de los mismos: presos que alegan obligaciones familiares, se dala orden de liberacién de: : manera expedita. Este constante vaivén entre las autoridades y los revoltosos, esta complici- dad entablada entre los maestros y.la policta, que se larepresién se ha comenzado a ejercer, es el signo de percibido como algo fragmentado,.pero.al mismo.tiempo. coi Y puede _realizarse.en.armonia, siempre. y. cuando.se.consiga.amedre: algunos cabezasduras. A este contextoslos obreros, oficiales y apre’ llevan su propio juego y amenudo conducen los.combatescolectivos su. propia visién.de sf ) para. bajar, de ser libres, denodepend 0, de dejar de'ser sirvientes , a tanto porta) pe para. de des tan fuertes, tan arrogantes y listas a arrostrar la prisién para amroplarac de otras definiciones distintas de aquelias que, por lo comin, se les asignan, uno se da cuenta hasta qué punto el tan repetido discurso sobre los obreros. est4 alejado de la realidad. Durante el breve lapso de tiempo que los gremios de artesanos son suprimidos (el tiempo de desgracia de Turgoty del regreso. del teniente general de policfa, que se habia alejado durante un ajfio), las elites sdlo sofiaban con Ja reaparicién de los gremios mediante una meta polftica muy precisa, la del orden y la tranquilidad. A pesar de la agitacién; Jas sediciones y elaumento de los conflictos y del mimero de huelgas después de 1760, todo mundo pensaba que la estructura del taller es garantfa de seguridad publica. Nadie lo expresaria mejor que el teniente general Lenoir: Al menos, el restablecimiento de los gremios y de las comunidades cumpliria Las MULTITUDES AGITADAS, 289 Ja meta politica que tiende a formar una buena disciplina interior entre un tercio de ja poblacién de Paris; operaria el regreso, dificil de conseguir de otra manera, de la seguridad individual y general en una capital que da el tono a todas las ciudades de la republica [...] Restablecer los gremios y comunidades de comer- ciantes, artesanos y obreros es de alguna manera organizar al pucblo, es hacerse de un gran recurso para conocer su estado de dnimo y para mantenerlo tranquilo, esto no va en contra de lo que se cree puede lograr la libertad de comercio,.** En 1775, Lenoir atin cree que las comunidades “organizan al pueblo” ylo obligan a estar tranquilo: utopfa tanto mds sorprendente cuanto que él es la cabeza de la policia desde 1774 y conoce a la perfeccién el clima parisiense desde hace mucho tiempo. Una de tas particularidades de los obreros_¢s rechazar esta estructura, sabiendo hacer uso de ella a la perfeccién cuando Ja necesidad apricta. CUANDO EL PUEBLO SE ENARDECE ¢Cuales son los instrumentos de estas calamidades ptiblicas? Son hombres cuyo nombre y domicilio se desconoce, son individuos que parecen extranjeros en la misma ciudad que prove para su subsistencia de seres que sélo dependen del momento y que desaparecen con la misma facilidad con la que se muestran; hombres, en fin, que en nada se sostienen, que nada poseen y que huyen con la rapidez del rayo.”7 EI discurso de la policia es inmutable, incapaz de concebir las emociones populares fuera del esquema tradicional del “extranjero venido de quién sabe donde”, sin fe ni ley, y arrastrando a una multitud de individuos sin escritpulos. Frente a este cuerpo tumultuoso que es la sociedad, ia policia tiene como funcidn controlarta a su antojo y dotarla de un “alma diligente y desconocida”. é Sin embargo, la realidad es otra. El motin, si bien siempre es un espectro temido por las autoridades, es también una de Jas formas tradicionales de | ad Ja poblacié: Desde luego, son raros los motines graves, sangrientos y peligrosos para Ia: monarqufa, y por otra parte éstos han sido estudiados a menudo; sus mecanismos son tan conocidos como las causas que los moti- 3% Lenoir, Mémoires manuscrits, Ms. 1423, fol. 225 (memorias, borradores y cartas en pro y en contra de restablecer las corporaciones de artes y oficios). 27 N. Vol. des Essarts, Dictionnaire universel, op. cit, vol. vu, “Ouvriers". 290 LAS MULTITUpey varon y la dureza con que fueron reprimidos. Sin embargo, son menos = conocidos los incidentes de la calle nacidos al azar por diversas causas; los: cuales provocan tantos tumultos, escandalos y problemas que la guardia y la ronda son convocadas como refuerzos. Los pretextos no faltan, como tam- poco las formas empleadas, en cada ocasién el desorden preocupa y la policia se asusta y acttia a la vez. Los comisarios estan siempre a la defensiva,’ sus. informes combinan la inquietud y la prudencia; saben que cualquier torpeza‘en: un incidente puede ocasionar fuertes escaramuzas, Un leve incidente al que. asiste por casualidad cl comisario Le Comte en febrero de 17458 muestra:de qué manera la policia teme los desbordamientos y los “lances desafortunados”, “Estando ayer en el baicén, alrededor de las cuatro de la tarde, con cinco'o seis personas, dice, escuchamos unos alaridos en una casa que solo se separa’ de la mia por una pared medianera, y un momento después una joven aparecié por la ventana y grité ‘Auxilio, auxilio’; al verme grité: ‘Seftor comisario, viencn a asesinarme’.” : De inmediato, el comisario manda buscar la guardia, pero el desorden hace que se amontone una cantidad inesperada de jévenes oficiales, todos. salidos de los cafés cercanos, prestos a la bronca, Se dictan disposiciones: “Hice entrar a la guardia a mi despacho para evitar que se agravara la situacién y pensé que era prudente no dejarlos salir hasta que los sediciosos se retiraran. El mas revoltoso se llama Trinquely, hace poco salié de Fort-L:. Evéque y estd a la cabeza de unos diez atolondrados que arman muchos, desérdenes en Paris.” El espiritu de reyuelta puede surgir de todos tados: de los talleres, de las. tabernas siempre propicias a la trifulca, de las prisiones,®? tan a menudo agitadas en este siglo (por ejemplo en 1740, 1749, 1763, 1767 sin considerar incidentes menos graves), de las bandas de libertinos de los arrabales, de las’ puertas de la ciudad donde se hacen toda clase de traficos y donde se agrede. alos recaudadores de impuestos,™ etc, Las agitaciones mas graves se dan por el alza de precios o cuando la poblacisn se inquieta por acciones guberna- mentales dudosas, como en el caso de las desapariciones de nifios organiza- das por la policia en 1750. Grande o pequena, la sedicién es, a pesar de todo, | 28 Archives de la Bastille, Ms. 10014, correspondencia del lugarteniente general de poliefa, alto 1745-1746. 29 1740: revuelta en la prisién de Bicétre. AN, inventario 450. Archives de la Bastille, Ms. 10167. 1749; revuelta de mujeres en la Salpétriére, Ibid, Ms, 10188, 1763: complot en Bicétre. Ibid, Ms. 12184, : 50 p, Krumnow, Les rébsllions populaires contre les employés de la ferme, 1775-1789, maestro de historia en ia Universidad de Paris, vit, 1976. : LAS MULTITUDES ACITADAS 291 a un suceso relativamente familiar. Cuando el incidente surge nadie puede saber la dimension que cobrard una hora mis tarde, pero todo el mundosabe reconocerio y adecuar su comportamiento al mismo. Sdlo la policia ve en él algo extrafio y se confunde urdiendo estrategias destinadas a tratar de pasar lo mas inadyertida posible. Es muy. grande la -brecha-entreel-aspecto a menudo banal dela escaramuza y la manera como se reficrena ella la policia y las autoridades, las cuales titubean, sin decidirse jamds.entre la prudencia ola severidad.- La revuelta existe inchiso antes de que sela incite y brota de un solo impulso; ¢s, antes que nada, el fragor de la célera, el grito de los que ansfan que se haga justicia, el panico de quienes al ver el tumulto se integran a &. Los testimonios y los interrogatorios, aunque imprecisos —iquién se atreveria a responder al comisario que lo interroga que en efecto él se “sublev5”?—revelan cémo el motin se desarrollaa la vez fuera de aquellos que participan y en su conviccién intima. Con una autonomia casi total, el mot{n camina solo porque de pronto responde ala urgencia de una situaci6n. cuyo contorno ha sido aprehendido desde hace tiempo. Sin duda, lo més sorprendente de estas revueltas urbanas esporddicas “del siglo Xviit son su determinacién y su espontaneidad simulténeas y su forma vivida como algo normal e incluso legitimo. El motin une al unfsono lo posible y lo imposible debido al particular modo de existencia de los habitantes. Asimismo ¢s restituido a sus investiga- dores (inspectores y comisarios) como un movimiento inherente a su accién yasuparticipacién en el mundo que los rodea; pero también como un hecho que excede su responsabilidad y su campo de accién. Esta restituciGn, esta representacién moldeada a posteriori por quienes tienen tanto miedo de una represion severa, es menos falaz de lo que parece a primera vista; por el contrario, es la expresién inmediata del acontecimiento de la calle: delo que se vive y de lo que se cree vivir. La estructura urbana es el actor social mas convincente y eficaz en estos periodos de célera. El edificio, el mercado, el puente, el crucero, la casa del comisario no son sdlo lugares apropiados que acogen y catalizan el arrebato y la desesperaci6n, sino también y, sobre todo, lugares que los favorecen, los modelan, les dan su fuerza y autenti- cidad. De esos lugares urbanos emana un conocimiento social y colectivo que sirve como punto de apoyo ala determinacién y la venganza. La gente se amotina hasta en Ja escalera, casi como si se reuniera alrededor de un pozo para sacar agua... “Llegé la revuelta”, dicen los habitantes de las calles aledafias cuando escuchan el fragor de la emocién cuyarazon conocen de inmediato, y se unena sus filas porque tienen lacostumbre de un destino colectivo y estén habituados a reaccionar ante todo aquello que afecte su 292 ‘LAS MULTITUDES: supervivencia. No es exagerado decir que\ m S ecto narid} sobre todo.cuando apunta.a establecer un orden burlado por las auto- ridades. No es un trastocamiento total de las mentalidades y de las.activida: des, sino una.aplicacién. préctica-y-simbdlica.de.un pense accion que.ya.no-toleran.las injusticias.que constatan.en. diatos, En el motin hay mds orden y razon de las que a menudo se leen; también la violencia se inscribe a menudo en él con tanta mas crueldad como: la cohesién y la conviccién sean desde hace tiempo compafieras de su madu- rez. Aunque imprevisible, el motin nunca es irreflexivo; se apoya, con un: paroxismo vehemente y furioso, en aquello que antes elaboré la cotidiani- dad. Alser el motin. una forma-socialacostumbrada, sus gestos muestran que identificado.de-inmediato.y. que,.de.entrada,.sus.riesgos-han sido: medidos. Por lo dems, la. dimensién.del riesgo aumenta, la violencia y Ja. voluntad.de.participar-en-él. Antes de hab i este torbellino- circular donde: la-costumbre-y-la- irrupcién-se-mezclan,:.se inscribe la multitud. Es muy claro, la multitud escapa absolutamente a las. definiciones reductoras que las autoridades le dan, porque en esa agitacién. provocada por los acontecimientos exteriores ella se vive a si misma por. completo. Los tumultos y las rebeliones tienen un vocabulario y una gestualidad: especificos que intentan ir de acuerdo con el contexto social y politico que. Jos hace surgir. Cuando la multitud descifra el sentido social y politico, por medio de lo que puede ver y ofr, adopta las formas que juzga necesarias para reclamar sus derechos y hacer respetar las normas que considera necesarias, La mayor parte de las veces no se trata de renovar la sociedad ni de reinventarla sobre bases nuevas, sino de defenderse para mantener en el. mejor estado posible sus condiciones, de por si dificiles, y para evitar que se degraden todavia mas. La iniciacién del motin puede leerse como un acto ordinario, pero-los gestes.contienen.wna-multitud d € cuando las reivindicaciones que expresen.no sean innovadoras. La revuelta es ella misma y es otra: cuando los discursés ideoldgicos 0 el culto a. una determinada “vivencia” popular se la apropian, se olvidan de que nace de la fatiga y del suefio, del sufrimiento, del brote de la inteligencia y de la buisqueda de sentido. Se olvidan de que la revuelta desafia sus conocimien- tos porque su deseo mas tenaz es mantener a cada quien en su lugar, siempre definiendo al otro como extranio, exdtico, extranjero. La primavera de 1750 fue muy tensa. Ya tuve ocasién de decirlo. Los ‘LAS MULTITUDES AGITADAS 293 raptos de nifios y la inquietud generalizada provocaron motines del 16 al 23 de mayo.3! Todos tuvieron por motivo ya el robo de un nifio en plena calle, practicado por arqueros tan mal disfrazados que en seguida eran reconoci- dos, ya la presencia inoportuna de alguien que se sospecha forma parte de la banda de policias raptores. Las escaramuzas son violentas, la guardia se desborda mientras el pueblo, en cada incidente, trata de evar alos culpables a la casa de un comisario de policia, lugar familiar y simbélico de donde legitimamente se puede esperar cunda el orden y la seguridad. El sdbado 23 de mayo se revela como el dia més agitado y también como el mds sangriento. Un suboficial de policta llamado Labbé es reconocido por la multitud y perseguido en la calle Saint-Honoré. Ayudado por una mujer tras habersido herido, se precipitaal interior del edificio del mercado, de donde ser expulsado, maltratado y después llevade ante el comisario de policfa La Vergée. De vuelta en manos de los amotinados, sera molido a golpes y lapidado. Por la noche, su cuerpo ser4 cargado en una escalera y depositado frente a la casa del teniente general de policfa Berryer. Desaffo ala autoridad suprema, desafio a quien se sabe perfectamente da en persona las érdenes de los raptos. Berryer se asusta y sale furtivamente desu casa. Al dia siguiente, Paris esta en calma; el teniente y el jefe del Parlamento redactan un decreto que busca evitar nuevos desérdenes. También se lanza un comunicado, dirigido por Severt, consejero de la corte. De inmediato se detiene a los amotinados y a los agentes sospechosos. La policfa es juzgada por la policfa, pero la instruc- cién parece no tener sino una preocupacién: condenar a los sublevados y dejar en libertad a los policias culpables, mediante una reducida multa, E13 de agosto, tres jévenes amotinados son colgados en la plaza de Gréve entre los clamores de una multitud hostil. El que la policia haya sido culpable no da ni legitimidad ni excusa para el motin. Sin embargo, el pueblo levan- tado no buscaba otra cosa que el regreso de un mundo repentinamente desordenado. En este caso, el detalle de las escenas y de los acontecimientos revela compor- tamientos organizados y légicos, bajo una apariencia de desorden y emotividad. Desde esta perspectiva, el edificio del mercado de Saint-Honoré es un observa torio privilegiado: cotejando los diferentes interrogatorios y testimonios se descubren actitudes y papeles muy adaptados no sélo al conocimiento del lugar sino a la conformacién de motines. La secuencia que se hace de los aconteci- mientos desmonta los mecanismos internos y ofrece una visidn controlada y 31 A, Farge, J. Revel, Les régles de Uémeute, op. cit, 204 ‘LAS MULITTUDES normalizada de la revuelta, Asi se puede comprender cada uno de los episodios. Al principio de este libro, esbozamos el edificio del mercado, colmado y. poroso, permeable y Ileno de vida, y lo presentamos en su vida ordinaria,” laboriosa y regularmente agitada. El motin va a sacudirlo en serio, pero sin: modificar fundamentalmente los papeles de cada quien. Su arquitectura y. la manera como esté habitado le dan la vocacién de convertirse en el teatro de uno de los incidentes mds graves. Hay un detalle que no babiamos: subrayado: dos afios atrds, en el segundo piso vivia el inspector de policia Poussot,5? conocido de sobra por los parisienses. Compartia un pequefio departamento con una tal la Maréchale, mujerzuela, “oreja” de la policia, relacionada con la prostitucién y dispuesta a toda clase de espionajes: y- demuncias policiacas. El edificio guardaba recuerdos de haber sido habitado por “ese tipo de gente” y de su promiscuidad nada agradable. Cuando en una calle aledafia el suboficial Labbé, hombre de Poussot y soplén desde. hacia tiempo, descubre repentinamente que se le ha reconocido, se precipita al interior de ese cerco, bordeado de edificios con tres puertas de acceso; para buscar un refugio. Genevieve Olivier, viuda de un maestro tapicero, no tarda en divisarlo. La mujer reconoce de inmediato el peligro que lo amena- za. Ella también trabajé para la policfa; cuando Poussot vivia en el edificio; “hacfa la cocina” para la Maréchale. A la fecha conserva el contacto con la Denis, una de las lavanderas del edificio que trabaja para aquélla. Tomando a Labbé por el brazo lo empuja dentro del edificio y le grita que suba al quinto piso, donde vive la Denis. Con la ropa desgarrada y el brazo herido, Labbé pierde el aliento, se detiene sin fuerzas en el cuarto piso y se mete en Ja casa de otra lavandera, la Roseau, quien lo esconde. Fue un mal consejo decirle que se protegiera ahf: es un dia preciso en que ¢l edificio en pleno tiene toda la raz6n al hacer uso de su memoria para volverse violento y cruel. Esa primavera los hombres de la policfa no son sino viles asesinos y sus habitantes no desean tener ninguna relacién con ellos, mucho menos protegerlos. En la plaza del mercado, la agitacién se levanta de golpe. Vive ahi y trabaja una poblacién establecida desde hace doce o dieciocho aiios; es gente que tiene sus costumbres, sus codigos, sus recuerdos e intereses. Quienes ahf se ocupan tienen multiples actividades. que varfan segtin los dias de la semana. Thomas Lamotte, por ejemplo, es albafiil, pero con mayor frecuencia ganapan y busca- vidas; regularmente se instala cerca del mercado de Quinze-Vingts, en la calle 32 Véase pp. 17 ss. LAS MULTITUDES AGITADAS 295 de PEchelle, De esta manera, entre dos encargos puede “trabajar colocando jas lonas de los vendedores de pescado, que pone en la mafiana y quita por la tarde y, ademés de eso, barre el mercado”.® El sdbado 23 de mayo, dice, regresaba “de hacer un viaje motivado por las nodrizas que vienen de Saint-Ger- main-en-Laye” cuando la multitud que clamaba lo arrastré, Por lo que respecta alas vendedoras de bacalao, tienen otras ocupaciones menudas fuera delos dias de vigilia: venden algunos libritos de canciones o lavan en las casas de algunos clientes durante Jas épocas de limpieza general. A través de los titubeos de la gente y de las estrategias usadas con mayor o menor habilidad para no ser acusado, uno puede adivinar, detras de los testimonios, de qué manera el motin se prendié de un solo golpe en este cerco semiabierto, semicerrado, como por un rayo. Los gritos, las persecu- ciones, los gestos se sucedieron muy de prisa, pero con la naturalidad de quienes estan acostumbrados a este tipo de acontecimientos. Cuando los carniceros ven a Labbé siendo perseguido, gritan a las revendedoras: “Lié- vense a mis hijos porque va a haber bronca”, “Ilegé Ja reyuelta”. Para enton- ces, larevuelta ya no es una amenaza ni una previsiOn, sino una realidad: las mujeres se advierten unas a otras, improvisan formas de proteger sus mer- cancfas y sus enseres, Una esconde en una de sus canastas dos cuchillos para destazar pescado: tiene miedo de que la policfa los encuentre sin que pueda justificarlos. Otra relata el miedo que pas6'y cémo llegé sin aliento a su casa; sin embargo, durante el interrogatorio se contradice de manera extrafia: explica su precipitacin y afiade, sin pensar, que antes de huir pasé a casa de una amiga que despacha vino para beber un vaso. Esto revela su tendencia a la rebelién: sabe que tiene que decir cudn asustada estaba, pero no sabe hacerlo, Su parada en el mesén muestra que su miedo no era tan grande y que querfa, antes que nada, estar presente en la revuelta. A los consejos protectores de los hombres, responden los comportamien- tos femeninos de consentimiento y de salvaguarda. Sin embargo, todos relatan sus movimientos con poca precisién en los detalles y responden a la policfa que, ante la bulla, ellos regresaron. tranquilamente a sus tareas. Todo sucedid sin ellos, afirman. Sus imprecisiones y su mutisme esconden apenas su activa presencia. De hecho, las mujeres y los hombres se precipitan a meterse en el edificio, el cual légicamente se anima segiin su estructura y la forma en que esta habitado. La escena principal que ahi se desarrolla no puede ser casual. Con 35 an, X2B, 1367, Bjunio 1750. 296 ‘Las MULTITUDES la noticia de que hay un policia escondido entre los muros del inmueble, el principal arrendatario, Devaux, de oficio maestro cerrajero y residente de un edificio contiguo, se apresura a llegar al lugar de los liechos. Como inquilino principal, es responsable del edificio ante el propietario, el sefior marqués de Putange. Encargado de cobrar las rentas, Devaux lo arrienda y subarrienda a su antojo, llena los registros de policia con el nombre de los inquilinos, supervisa la condicién del lugar y ejerce autoridad sobre todos ellos. Su funcion es reconocida y respetada. Desde el momento en que ingresa al edificio seguido de una poblacién enardecida que, para apoderarse del policia, revisa todos los rincones y recovecos sin descuidar ningtin pasadizo, ninguna ventana, ninguna habita- cién, la autoridad de Devaux cambia el juego de los revoltosos. Durante una hora se convierte en el dirigente; conduce las operaciones; calmao enciende los dnimos segiin su propia estrategia. Jaloneado entre dos objetivos,setorna en el pivote esencial de lo que va a suceder. Todo se hace de manera natural, No hay duda: él es solidario con el motin, pero su papel y su responsabilidad del lugar de los hechos no le permiten exponerse a demasiados riesgos, o por lo menos eso es lo que él quiere. Desea, sobre todo, ser quien encuentre a Labbé para sacarlo cuanto antes del edificio y evitar asi que suceda algo desagradable, algo que pueda comprometerlo con las autoridades. Hace uso de su funcién con seguridad para, cuando las puertas se azotan, cuando los revoltosos armados con palos gritan “atrapad alasesino” tratando de destro- zar éstas y las ventanas, interponerse y calmar el juego: “Tranquilo, mi amigo, no es as{ como se hacen las cosas, menos escandalo”, les dice a tres hombres que quieren entrar por la fuerza a casa de Ja Roseau, mientras cubre la puerta de la habitacién con su cuerpo. Ante su firmeza todo se calma, después agrega: “Buscaremos por todas partes, si anda por aqui lo encontraréis”, y a partir de ese momento da su consentimiento para la persecucién, En un instante se convierte en cabeza, papel que perderd una hora mas tarde tan facilmente como antes se hizo de 1, para ser rempla- zado por otro individuo en el transcurso de otra escena, Aqui, en su edificio y como encargado, su funcién social lo designa para el puesto sin que nadie se oponga. La determinacién de Devaux persuade a la Roseau. Es mejor abrir la puerta que oponerse, habra menos violencia para ella; ademas, si las cosas salen mal, podra decir que actué por érdenes supe- riores. Una vez abiertala puerta, encontrar a Labbé se vuelve un juego de nifios. Tres hombres lo sacan de debajo de la cama; su rostro ensangren- tado se torna livido cuando lo sujetan por los brazos y lo agarran del cuello. Su presencia inflama los animos, atiza la violencia; en la escalera LAS MULTITUDES AGITADAS 297 todo el mundo grita que hay que tirarlo por la ventana o “a las letrinas”.+ Devaux se interpone con calma y prohibe cualquier gesto de masacre: “No, no, sacad a este canalla y deshaceos de él para que no suceda aqui una desgracia.” Todo queda dicho en una sola frase: hay que hacer que Labbé salga de inmediato del edificio que est4 a cargo de Devaux, Sobre lo que sucederd después en la calle, Devaux no quiere saber nada; sin embargo, antes sube para dar érdenes a sus oficiales de que no salgany de queregresen a sus labores, Posteriormente, durante el interrogatorio, los cémplices de Labbé sacardn provecho de esta frase para demostrar cémo Devaux “entre- go” cobardemente al hombre, a este hombre vuelto “un. Ecce homo”, diriauna mujer. Esta imagen toma su lugar: para los cémplices del policia Labbé, Devaux representa.a Poncio Pilato. Eliiltimo acto de Devaux confirma la comparacién: cuando ve a Genevit- ve Olivier, quien habia jndicado a Labbé el escondite, se altera, la injuria y con violencia la califica de madrota y mujerzuela. Como Labbé, también ella es lanzada por él a la calle, y ademds Devaux echa en su contra a todas las lavanderas del edificio. Empujéndolas y sujetandolas por el brazo las lleva a jas ventanas que dan a la calle y les pide que “ladren” contra ella. Las lavanderas no se hacen de rogar, aunque mas tarde dirdn que se vieron obligadas. “Hay que matarla, es una de la banda de la Maréchale, basta de tunantes, no queremos soplone: Los insultos estailan, mientras Genevie- ve escapa ala masacre: dos tablajeros lasalvan por un pelo. Desde el rellano, Devaux excita y controla a la vez: “Sois todos bestias de la misma calafia”, les grita, pero de repente se atemoriza, Una de las lavanderas acaba por clamar: “Una madrota ha vivido aqui, el sefior Devaux lo ha dicho.” Con una patada la para: “Callate bribona, nada de nombres.” Frase ejemplar: en este mundo todos se conocen sin perder el anonimato, ante los ojos de la policia hay que conservar esa costumbre. Pronunciar un nombre en pleno corazén de la revuelta es un desafio a Ja razén, un grave peligro; nadie debe escuchar ninguno, nadie debe pronunciarlo en voz alta, mucho menos el de Devaux, encargado del inmueble, quien quiere quedar al margen de todo, tener control hasta sobre eso. Después de que el edificio se vacia con rapidez y Labbé y Geneviéve Olivier est4n por fin en la calle en manos de la poblacién, otro episodio se desarrolla. Este sera més sangriento: llevado ante la policia, maltratado por las mujeres, echado de nuevo a la calle por el mismo comisario de policia, 4 Los lugares, los acomodos. Véase H. Guerrand, Histoire dos liews, id. la Découverte, 1985. 298 ‘Las MULTITUDES Labbé va a morir, En esta secuencia, Devaux ya no juega ningiin papel, otro personaje toma su lugar: un lacayo de nobles, quien negocia con el comisa- rio. En el mismo instante se hace intermediario entre la revuelta y la autori- dad; asume con tanta mds espontaneidad este papel cuanto que conoce las normas de urbanidad, usa sombrero, sabe cudndo descubrirse y habla con. propiedad: de una parte y de la otra se conffa en él de manera espontanea. Detrds del panico y la algarabja, de los empujones y los gritos, se pueden leer el orden y la coherencia. Asi la hostilidad manifestada contra la policia y sus auxiliares poco escrupulosos que “anotan a todo el mundo”, seguin la expre- sién de Devaux, es considerada una actitud familiar, Evidentemente la po- blacién Parisiense no esperé a que le robaran sus nifios en 1750 para nutrir su animadversién y su rabia contra los soplones y orejas, diseminados en todos lados: tabernas, cruceros 0 edificios, Los acontecimientos de 1750 sélo le dieron un pretexto mAs para mostrar a las maximas autoridades (sobre todo al teniente general de policia) que nadie es facil de engafiar. No dejarse engafiar es uno de los componentes de las formas de vida popular y la costumbre de desafiar, contestar, incluso de rebelarse, es una de sus consecuencias, Se trata de una actitud generadora de reivindicaciones, de reordenamientos, de proclamas violentas y de actos tumultuosos. Ahf encuentra el motin uno de sus fundamentos, es la parte visible y gestual del engjo, la expresién decidida de un orden que no tolera la burla, El motin persigue regresar las cosas a su lugar, aquellas cosas que se_ suponen alteradas, injustas o simplemente ignominiosas. Por ello procede. Por escenas y gestos; cada secuencia que lo lleva a su punto culminante (en general la masacre de un hombre que se presume responsable de la violencia que sufre la poblacién) posee una légica interna Laanarquifa no es sino una apariencia: dentro del desorden visible reina cierta organizacién que apunta hacia una meta precisa, En el edificio del mercado, por ejemplo, se trataba de encontrar al sospechoso Labbé, en otro lugar se tratar4 de otra cosa. En cada sitio a donde se desplaza la revuelta, se encuentra un individuo parti- cularmente autorizado para, por un lapso de tiempo, a menudo muy corto, ser quien encabece a los otros y determine las acciones a seguir. De hecho, las multitudes no son manipuladas por cabecillas previstos de antemano que hayan premeditado durante mucho tiempo una sucesién de actos y de violencias destinados a doblegar alas autoridades. Los hombresy las mujeres que _se.rebelan encuentran al instante,.en.el momento.que lo requieren,.a aquel que debe contribuir a hacer eficaz su empresa. A.cada nuevo past la revuelta, con toda naturalidad, un hombre se separa del grupo para di las acciones. Nunca es un hombre al azar, siempre se trata de un individuo LAS MULTITUDES AGITADAS 299 cuya funcién regular Jo destina a convertirse, durante un breve momento, en el conductor privilegiado, aunque furtivo, de los acontecimientos, En seguida regresaal anonimato y, si asi lo desea, se mezclacon lamultitud para, en otros episodios, seguir a aquellos individuos mas competentes para desa- rrollar entonces la accién. Entre la multitud, los comportamientos son muy. diferenciados; es impo- | sible detallarlos todos. Subrayemos solamente que se apoyan raucho. enlas| / capacidades masculinas y femeninas, tal como se las reconoce tradi ional-) mente..En el mercado, los hombres, al presentir la gravedad de la situacién, advirtieron a las mujeres que extendieran la protesta como reguero de pOlvora. El papel de ellos es claro e inequivoco: las protegen pero lasincitan, sabiendo muy bien que si el golpe es duro, las mujeres asumiran con rigor el papel violento que siempre se les ha conferido, sobre todo cuando se trata de sus hijos. La percepcién inmediata de los papeles femeninos determina al astuto Devaux aapostara las mujeres enas ventanas del edificio; lohace con rudeza y sin miramientos porque presiente que asi seran més eficaces: Ja multitud no es insensible a sus gritos agudos. Sdlo subrayemos que, en este caso, las mujeres no saldran por si mismas ala ventana, como pide la cancién, sino que un hombre las empujar4, seguro del resultado. Noes de hecho la misma situacién: la manipulacién de los papeles sexuales debe también tomarse en cuenta en el estudio de lo masculino y lo femenino, Cuando la violencia se encadena de episodio en episodio, y cuando termina en la ineluctable explosién que conduce a la muerte de un hombre, las mujeres son a menudo asociadas a las escenas ms crueles, sobre todo, si ,esas escenas toman forma de rituales. La muerte de Labbé no escapa a esta dramaturgia; al limite de sus fuerzas, molido a pufietazos y pedradas, el desgraciado grita “misericordia” y pide de rodillas un confesor. La Dupare, vendedora de pescado, niega haber sido quien le dio el golpe definitivo; sin embargo, los testimonios concuerdan: fue ella quien lo injurié con toda su furia yla que, lanzdndole una piedraa la cabeza, le dijo: “Toma, canalla, aqui est4 tu confesor.” Si es cierto 0 falso, culpable o no, poco importa: la escena repetida en multiples ocasiones durante los interrogatorios, muestra que un motin, cuando llega al paroxismo, reconstruye escenas de crueldad de un simbolismo facil de comprender. La expiacién, la culpa y la violencia se mezclan a la Ilegada de la sangre y de la muerte; en este desorden cruel, las mujeres juegan un gran papel al asumir la parte simbdlica a Ja que tana menudo se las ha asociado: su virulencia tal vez llega al lugar donde se confunden en sus entrafias lo que crea vida y lo que conduce a la muerte. 300 Las MULTITUDES Papel simbélico reforzado por la impunidad casi total concedida a las mujeres y por la derrota de quienes han sufrido su violencia. Las mujeres que golpean a un adversario Io hieren ademas profundamente en su honor: un policfa maitratado por mujeres se vuelve objeto de escarnio;® pero después del escarnio puede llegar la piedad; se dira que Labbé quedé como Ecce homo... La violencia es también.un espectaculo;.no.es forzosamente una efusioén histérica, una conducta irracional de la multitud que borra los impulsos. individuales: cada uno puede jugar-su parte, aprovechdndose de ese ambien- te excepcional que permite ala vez.que broten sentimientos poco habituales. y expresiones.gestuales.desacostumbradas. En ese marco, las mujeres llevan Jas de ganar: al colocarse en la primera fila de la trifulca, al responsabilizarse de los gestos mds sangrientos, se exhiben*® utilizando su papel simbélico para fortalecer un papel social y polftico del cual lo menos que puede decirse es que est4 muy poco reconocido, Ladureza y el salvajismo femeninos tan descritos se inscriben de diferen- tes maneras en el sistema social y politico del antiguo régimen: esta mujer- madre; valiente e invulnerable, vuelve a precisar de la violencia en el corazén. de su papel maternal; préxima a la sangre y a la muerte, resulta una figura impune, pues, por su interior debilidad deviene irresponsable. Estas dos imagenes contradictorias no le aportan ninguna valorizacién en la sociedad. profesional y politica; pero, en el tiempo de la revuelta, es suficiente encar- narlas para cobrar al fin un papel protagénico. Al utilizar para su propio beneficio simbolos que por lo regular la minimi- zan, la mantienen dependiente o incluso la condenan, la mujer se apropia, durante un tiempo, de una funcién primordial y esencial reconocida por los demas: El motin es una sintesis oscura y compleja: de manera simultanea ofrece mesura y desmesura a quienes lo observan; en él se fraguan las victori: partir de las humillaciones que sus participantes creen sufrir. El motin es un: de las formas.racionales-de-la-utopfa y es, por tanto, inabarcable y quiz4 impenetrable. No obstante, sus reglas y su coherencia no Jo libran ni de su fervor ni de su patetismo. 85 Y, M, Berge: “Les femmes dans les révoltes populaires”, La femme d époque moderne xvTe xv ¢ siéela, Actas del coloquio de 1984, Boletin mim, 9 de la Association des historiens modernistes des universités, PUPS. 98 A. Ehrenberg, “Les hooligans ou la passion d’étre égal”, Esprit, agosto-septiembre 1985, pp. 7-18. CONCLUSIONES n principio el archivo es abordado como un fragmento vivo, un corte del coraz6n del tejido urbano. Gracias a él, en una perspectiva transversal, se reconstituyen los momentos y las formas de la vida popular parisiense, si bien sus objetos de andlisis (intimidad, traba- jo, multitud), que por lo regular pertenecen a especificidades disciplinarias diferentes, se encuentran fuera del contexto de éstas. El libro sigue un trayecto, el del hombre y la mujer que toman juntos el camino dela vida: de la infancia a los preparativos dela seduccién, de la unién a la disputa, del trabajo a la fiesta, de los espectaculos reales a las rarezas insélitas de la calle y de los diversos hechos, de la emoci6n a la revuelta, ; Este trayecto sdlo es completo en apariencia; desde luego que va aproxi- madamente del nacimiento a la muerte y que toma en cuenta las principales circunstancias a las que el individuo se enfrenta a diario; sin embargo, las formas que aquise estudian no son la totalidad, y de ninguna manera agotan lo que puede decirse de los comportamientos populares. La obra no tiene un final, no es ésa su meta y el método empleado lo prueba sobradamente. Nunca tuve el propésito de hacer un trabajo definitivo sobre las practicas populares y urbanas del Siglo de las Luces; siempre conceb{ mi investigacin como unitinerario personal e intelectual que me permitiese abrir, a medida que se fuera realizando, espacios precisos donde fuese posible comprender en detalle las relaciones de hombres y mujeres enfrentados a si mismos, a los otros y a la vida politica, de la que se tornan en protagonistas. Trabajé este archivo apegandome lo mas que pude a lo que expresa y a lo que oculta, guiada a la vez por los cuestionamientos actuales y por una desconfianza cada dia mds insistente frente a los anacronismos peligrosos que falsean el sentido y desvfan]a historia. Quise formular lo concreto apoyandolo conuna parte de texto, por nimia que fuera. Leido este archivo la luz de tantos otros, 302 LAVIDAFRAGIL fui cautivada por uno de sus aspectos menos explorado, me refiero al ajuste permanente que se opera entre la inteligencia y el desorden. Este ajuste, este entrelazamiento es el punto focal que escogi para analizar algunos de los itinerarios de los hombres y las mujeres del pueblo. El desorden no es un tema simple; este libro no trata de describir la historia del desorden; busca hacer que se manifieste, con ayuda de un plan aparentemente evidente y tradicional, la manera en que ellos y ellas utiliza- ban su inteligencia y su sensibilidad para vivir, amenudo con unagran tensién, sus deseos simultaneos de encuentro y de ruptura; describir la perspicacia de Jas conductas, el juicio de los individuos y el discernimiento de las colectivida- des; descifrar formas de pensamiento y enunciar las percepciones reales ¢ imaginarias que subyacen en los actos de dominio, como es el caso de los momentos de desafio, de rechazo o de revuelta, Evidenciar los papeles profe- sionales y sexuales, pretendiendo ver asimismo lo que se anuncia o denuncia bajo la designacién obligada y rigida con que se distribuyen socialmente. Pero no hay que confundirse. Esta busqueda de reglas y de racionalidad no es una forma de evadir la ira y el odio, la violencia y la crueldad, la ironia y la sinrazén. Serfa una impostura borrar el furor de los hombres, una ignorancia no poner en escena los esquemas que lo producen o un exceso de populismo ingenuo no asumir la fechoria y el deshonor. La historia de una sociedad es también la del choque que le ocasionan su instinto de supervi- vencia, su deseo de aliarse y de agruparse, y su gusto por la destruccién y las cenizas: el pueblo parisiense del siglo Xviil vivia este choque. Los contornos de poblacién que aqui se dibujan revelan a ésta al acecho de aquelio que la amenaza ya la biisqueda de aquello que pueda fortalecerla. Es una poblacién que busca su equilibrio en el centro de una fragilidad que la define casi por entero. Sus comportamientos y sus decisiones son algunos de los esbozos de respuesta a una precariedad que la sacude permanente- mente. No dejarse engajfiar se convierte en una de sus pasiones, o mas bien en una de sus necesidades: usa toda su inteligencia para que no se abuse de ella, de ahi su gusto por la novedad, su voluntad de saber, de nombrar, de comprender, la rapidez con que su informaci6n circula. Tras la efervescen- cia, la emotividad y la prisa se descubre seriedad y mucho juicio. Se debe intentar una historia a la medida de esta vida fragil, una que pueda captarla en su contradiccién para que cobre sentido y peso. El archivo habla de algo a alguien, este alguien debe repetirlo de forma que se multipliquen al infinito las posibilidades de andlisis. El archivo no esconde secretos sino que pone al desnudo lenguajes que el historiador primero vive y luego explora, En este sentido, un libro escrito asi no tiene fin.

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