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Capitulo cuarto EL CORTESANO Peter Burke Encuentro de Lodovico Gonzaga con su hijo Francesco, Mantegna 1. Qué es la corte? En buena medida gracias a Castiglione, no sigue /~ do, junto con el humanista y el principe, una de las figuras sociales del Renacimiento que mas familiares nos resulia. La relativa fama jue acomparia a la figura del cortesano es justa: el didlogo de Cast slione no es sino la obra mas conocida de las eseritas sobre los cor tesanos a lo largo de los siglos xv y xvr . Un profesor americano ha reunido una lista de unos 400 traiados para caballeros y otros 800 para damas, todos ellos redactados en la época, y en su mayoria muy vineulados a las cortes. No obstante, no resulta facil decir qué era un cortesano. Parafra- seando a Aristotcles, parece atractivo definir al cortesano conve Un animal aiural es ymcl “7 En cualquier caso, la propia corte no es en si facil de deseribir, sea cual sea la lengua empleada (curia 0 aula en latin, cour en fran- és, court en inglés, Hof en aleman, owor en polaco, y' asi st mente). Como eseribio en su momento el clérigo cortesano de glo xu, Walter Map: «Lo que sea la corte, Dios lo sabra, yo no», es stan cambiante y diversa» + _Lacorte era en primer lugar un espacio fisico, normalmente un pallacio, con cuerpo de guardia, patios, sala vcapilla (al igual que un College de Oxford o Cambridge), pero que incluia una camara ala BS CC quese tirar-el monarca, y una o mas antecamaras, en Tas i ee rin 135 = 136)/Peter Burke 7 ‘Aber bien la corte-también-ere.un ipo specifica de insti sion, el medio social en el i chas de las obras artisticas que Tamamos renacentistas. Pese a Ta distancia existente entre esta institucion y la vida de TaMhayoria de la gente de nuestros dias, la corte tiene cierto interés desde el punto de vista del antropélogo. De hecho ya se han escrito una serie de es- tudios en este terreno. Hay un trabajo poco conocido, en su: momento una obra pione ra, que todavia conserva su valor, por lo menos para provocar lo que Brecht solia llamar un Verfremdung-Effek, y obligar al lectora ver como anémalo lo que normalmente pasa por alto como hecho habitual. Se trata de la biografia de Felipe II publicada en 1938 por el historiador de la literatura Ludwig Pfandl. Contiene un capitulo dedicado a los rituales de corte, en el que se describen los paralelis- ‘mos entre éstos y algunos ritos africanos oceidentales, recurriéndo- sea las ideas de Sir James Frazer y otros antrop6logos (por ejemplo, ala hora de interpretar el tabti del rey) Sin embargo, el mas conocido de estos es, seguramente, The Court Society, escrito en 1969 por Norbert Elias (que prefiere auto- calificarse de socidlogo). Elias se ceritra en la corte francesa de los siglos xvut y xv, pero dice cosas importantes respecto al funciona. micnto del sistema a largo plazo: sostiene que la corte es una «confi guracién» social diferenciada (en el sentido de una red de indepen- dencia) con su propia racionalidad, y que las eriticas faciles del ar dor consumista 0 de los comportamientos ritualizados en el ambito cortesano no tienen en cuenta los rasgos distintivos de este medio social. Otro estudio conocido e influyente, Negara de Clifford Geertz (1981), trata de Bali en el siglo xrx, pero incluye una serie de refle: xiones sobre lo que el autor denomina el «Estado teatral», de gran relevancia mas alla del contexto de Bali y del continente asiatico en general, Geertz critica los intentos de reducir los ritos a gestos mis- tetiosos o de analizarlos desde un punto de vista utilitarista, negan- doles cualquier significado distinto al de medios para la consecu- cién de un fin, consistente en la consecucién del poder. Subraya lo que denomina la snaturaleza expresiva» del Estado de Bali, la preo- cupacién de los habitantes del pais por las demostraciones piiblicas en si mismas, Geertz, conocedor de la historia del pensamiento poli- tico y los ritos asociados a la realeza en Occidente —comenta las ideas de Ernst Kantorowiez y hace referencia a la corte de la reina Isabel—, mantiene que también el Estado europeo era expresivo, 0 que, al menos, tenia una dimension expresiva. En Europa, como en * Efecto del distanciamiento, IN. del TJ tiempo en. El cortesano/137 Bali, cl centro del poder era considerado sagrado y ejemplar, un modelo para los demas. Se veia la corte como la plasmacién del or- den politico y social, el microcosmos del orden de la naturaleza y el reflejo de la jerarquia sobrenatural. Se desprende por tanto del dis- curso de Geertz (aunque él no lo diga abiertamente), que las criticas peaesree eeealacitne ie are maieareeceen eae vilismo» de los cortesanos estan fuera de lugar y son etnocéntricas y aes La corte estaba, por definicién, donde quiera que estuyiera el effing clos prigcipes renaceptiaiag on anllan-gucdarse mucho Segue El done Guldobalde qulea ntact or 15th Pea fer ei risninesc ee een ae eT Bee eee eae eee eT eee tes europeos de los siglos xv y xvi pasaron buena parte de su tiempo lee ance Gaia naier cial nanos eee desplazandose de un palacio a otro. Carlos el Calvo, cuando no par- Fegan es ie ean name Seo mee Toa jon, Brujas, Lila y La Haya, y su castillo de Hesdin en Artois, con su espléndido parque, en el que los duques de Borgofia descansaban y se divertian. Por su parte, Francisco I residia entre Amboise, Blois, caer ais Aeal CIty Sula? Goreme PeeaaTIS Isabel entre Burgos, Sevilla, Toledo y Valladolid. En su reinado de 43 afios, recordé el emperador Carlos V a sus oyentes durante su alocueién en el acto de sbdicaclén, habia enado mueve voces en el Sacro Imperio, siete on Espafiay otras tants en alla, en Francia cuit, y doa tao en Taplatee como cn el norte de Abc, Felipe IT ESAS ap a te eee ore ex ea eeu etna desde El Escorial, y, pese a ello, hacia visitas regulares a Madrid, To- edo y Aranjuez. asic erate cat gen cel sttomniat oerane Comer ene oA nonn byes emer ue Rear dominio, Por ejemplo, ene 1568 y 1566 el joven Carlen 1X nie rele Se eaeke err anes oa raed a cicero dor Carlos V fue un infatigable viajero, que pretendia con su activi- dad mantener la unidad del imperio. En la Edad Media, las cortes habian sido némadas porque resultaba mas facil Ilevar al rey a sus ‘ras que transportar el producto de éstas hasta su lugar de res dencia, y en algunos paises como Suecia, donde un alto porcentaje de los ingresos reales eran pagados en especie, esta costumbre era plenamente légica desde el punto de vista econémico. Por otra par- esaip eae cece gcd ae dsrieean neo ea cane de arora sae erisse oieo recess Te ere cea al ep eee rosisinesl onal omacsboT ea a Esra cat eee Mee wees 138/Peter Burke Desde otros puntos de vista, las desventajas de las cortes itine- antes eran obvias. Cuando Rubens llegé a Espafia en 1603, en el curso de una misién diplomatica, viajé hasta Madrid, donde se ente- 6 de que la corte se habia ido a Valladolid, y cuando alcanzé esta Ultima ciudad le informaron de que la corte estaba ya en Burgos. Ademés, el tamafio de la casa real presentaba problemas crecientes cn lo referente a alojamiento y suministros, sobre todo cuando la corte se hallaba a mitad de camino entre dos ciudades. Benvenuto Cellini, en la época en que siguié a la corte de Francisco I en la dé- cada de 1540, se quejaba de las condiciones en que se esperaba que trabajara: «noi andavamo seguitando la dita corte in tai luoghi alew- nna volta dove non era due case appena; e si come fanno izingari, si faceva della trabacche di tele, e molte volte si pativa assaiv. 2. La estructura de la corte [P__ Puede resultar mas facil describir la corte como grupo de perso- “as.que como lugar fisico, y, si no hiciera falta: Ser ae sees ciente decir que la corte es la casa de un gobernante 0 de otra perso- {-na importante: por ejemplo, Guidobaldo, duque de Urbino. Pero a esa casa pertenecian cientos de personas, ya veces miles, todas ells incluidas en Tas pie Veulosss elaciones dela burocracts Financiera, En los dias de Cast ie de Urbino compren- a unas 350 personas, Sin embargo, la corte de Miliin ya tenia 600 miembros a principios del siglo xv; la de Mantua, alrededor de las 600 en la década de 1520; y la de Roma cerca de 2.000, durante et pontificado de Leén X. Estas cortes eran muy grandes en relacién a las de fuera de Ttalia, aunque todas las cortes europeas crecicron ré pidamente durante el siglo xvi. En 1480 la corte de Francia estaba integrada por unas 270 personas, muchas menos que las reunidas en lade Urbino, En la década de 1520, cuando Francisco I erajoven, habia entre 500 y 600 cortesanos en Francia, un poco menos que en Mantua, pero a finales del siglo xvr la cifra fluctuaba entre 1.500 y 2.000, mas o menos como Roma, Cuando el emperador Carlos V se retir6 a Yuste, se eligié a 762 personas para que le acompaftaran, 1 soberano decidié reducir el ntimero a 150. A finales del siglo xvi, el desarrollo de las cortes estaba provocando serios pro- Bleniae-frraneteigs.*Alsunos monarcas, entre ellos Enrique TIT dé eTsabel I de Inglater?a, tfehtaron shorrar dinero recortan- numero de cortesanos. Para complicar aun mas las cosas, el tamafio de la corte de Bari que VII de Inglaterra, por ejemplo, era mayor en invierno, cuando [_ se'i7stalaba en, 0 cerca de, Londres (en Richmond, Greenwich, 7 i. Bl cortesano/139 ene ee an corte no ejercia necesariamente ese derecho a lo largo de todo el Seer Se eae ee eee rtesanos podian ausentarse individualmente por razones, ers ER ees ‘que e Tes autorizaba el’ chambelan. Por ¢} ‘ejemplo, Carlos asus, cedio a sus cortesanos espafioles abando- nar el servicio de la casa real. A veces se Iegaba a disolver la corte su favor, pero no acompafaba a Carlos V en sus viajes. Si hubiera es- tado constantemente de viaje, le habria resultado tan dificil pintar como a Cellini esculpir. Mayores dificultades encontramos todavia cuando tratamos de cién oficial de la corte del rey Eduardo IV de Inglaterra, denomina- provision» (domus providencia). Como cualquier otra casa noble, ba de los servicios de cocineros, irinchadores, co: foreios, barberos, jardineros, guardas, porteros, ‘capellanes, médicos, cantantes, secretarios, halconeros y demas. Sin embargo, también Ic hacian falta nobles, hombres y mujeres, que daban a la corte magnificencia, y para los que el servicio al Fey era uni honor. Olvidando a Tos sivientes de bajo «status», de una ma: nera muy normal en la época, el autor iconografico renacentista Ce- sare Ripa definio una corte como «una unione d’huomini di qualita alla servitit di persona segnalata e principale, Los huvomini di qualita estaban a su ver subdivididos. Seria err6- neo englobar a los cortesanos en un grupo uniforme y puede resul- tar Util offecer una tipologia 6 tratar de ordenarlos jeraequicamen te. En la cuispide se hallarian los detentadores aristocraticos de tha serie de Gargos tradicionales de gran prestigior el chambelan, elma: yordomo, el mariscal... En un principio todos estos cargos eran do- ‘mésticos. ET chambelan se encargaba de cuidar de la cémara del principe y de sus ropas, el mayordomo de la comida y el mariscal d= Tos caballos. Sin embargo, anicaienté en ocasiones especiales Vii- tuales Tas ejercia en persona el noble que ocupaba el Cargo: EtTesto del tiempo una serie de representantes Suvos se encargaban de aten- E 140,Peter Burke der estas obligaciones. Robert Dudley, duque de Leicester, era el Maestro de Caballos de la reina Isabel, pero no hay que pensar que se pasaba el tiempo en los establos. Al gobernante le gustaba estar rodeado de los principales no- bles, bien fuera para pedir su consejo, como habia sido tradicional en la Edad Media, bien para tenerlos bajo su control, al alejarlos de sus bases de poder locales, vigilarlos personalmente y fomentar el que se hallaran en graves dificultades econémicas, resultado de un consumo desenfrenado, que constituia una expresién de la rivali- ‘dad individual entre los nobles. A esta técnica de control podriamos Hamatla el «sindrome de Versalles», siempre y cuando no olvide- mos el que no fue inventada por Luis XIV ni por Colbert. La técnica ya habia sido empleada por personajes como el virrey espafiol de Népoles a mediados del siglo xv1, Pedro de Toledo, 0 por Enrique III de Francia (de hecho cuando los Guisa abandonaron la corte en 1584, su partida fue interpretada como un acto de protesta, incluso de rebeldia). En cualquier caso, los gobernantes generalmente que- rian mantener unas estrechas relaciones con la alta nobleza,cuyos gustos compartian, y labrar su reputacion entrelenigndolos con emagnificencias, una cualidad por la que se alababa a menudo a los principes. El tratamiento renacentista de la cuestion de la magnifi- cencia se adapta muy bien a las teorias de Clifford Geertz sobre el «Estado expresivo» Por lo que atafe a la aristocracia, habia varias razones que pesa ban‘en su decision de acudir a la corte: la principal era la de «ser 63- ‘euchados» por el rey (corte se'decia tradicionalmente), para lograr su favor, 6, en realidad, favores (mercedes en castellano, graces en inglés; en otras palabras, regalos y donaciones). Una de las razones de la revuelta de los catalanes en 1640 fue la ausencia del rey, resi- dente en Madrid, que suponia que la nobleza local se encontrara marginada de la esperada fuente de pensiones, dotes y otras dona- jones. Oura razon que justificaba la presencia en la corte, era el co- nocer a la figura sobrehumana y carismiatica del principe, y, sobre todo, sex. conocido por él. El propio teatro coi magnifico y deslumbrante, ejercia gran atraccién. La corte era vista como un Olimpo, la residencia de los dioses, una comparacion que hizo Ron- sardl en sus poemas y que fue ilustrada por pinturas coetaneas en las que Jupiter tiene los rasgos de Enrique II de Francia, Juno se pare- ce a Catalina de Medici, y asi sucesivamente, expresando de este modo la percepcion general de las cortes como reflejo del orden so- brenatural. El extranamiento de la corte era un castigo que se infligia a per: sonajes como el poeta Garcilaso de la Vega por Carlos V, 0 al duque de Alba, por Felipe II, en ambos casos por haber contraido matri- El cortesano/141 ‘monio sin consultarselo previamente al monarca. Otro poeta rena- ccemtista, el duque de Surrey, cayé en desgracia y fue enviado a Windsor por Enrique VIII, tras golpear a un compafiero en el curso de una discusion, dentro del recinto del palacio real, en Hampton Court. Los personajes menores se desplazaban a la corte con la espe- ranza de medrar socialmente, porque entre los grandes aristocratas, y los humildes sirvientes le corteinclutaratun grupo medio de cierta entidad En primer lugar estaba lo que Hugh Trevor Roper ha llamado sla maquina burocritica de gobierno», es decir, administradores, jucces.y politicos, que adoptaron progresivamente un aire mas pro: fesional en su aspecto y preparacién (consistente normalmente en Ja carrera universitaria de derecho). Al igual que en la Edad Media, este grupo tenia en.su seno a una serie de clérigos, tales como el cardenal Wolsey en Inglaterra, el cardenal d’Amboise en Francia y el cardenal Bakocz en Hungria (por citar tres ejemplos Famosos, to- dos ellos de principios del siglo xvi). Por supuesto, la corte papal es- taba llena de eclesidsticos. Entre los seglares cortesanos-burécratas habia hombres del calibre de Mercurino da Gattinara, en la corte de Carlos V, William Cecil, en la de Isabel I de Inglaterra, o Sully, en la de Enrigue IV de Francia, y, asimismo, y pese a las protestas de la nobleza, hombres de baja cuna como Antonio Pérez, al servicio de Felipe II, 0 Jéran Persson, hijo de un parroco, al de Bric XIV de Sue- ia, Tebricamente estos personajes se encontraban en la corte para asesorar al soberano y para ejecutar sus ordenes, pero én realidad podian ¢ Seen reese Rents (Coane RS Cell con Isabel 0 Richelieu con Luis XIII) 0, incluso, tomar decisiones importantes de manera autnoma, como-hacia Wolsey en la corte del joven Enrique VIII. En los siglos xv y xvi, diferentes departa: mentos de gobierno, tales como justicia o hacienda, 3¢ «salier lajgorten, en el sentido de que pasaron a tener unasedefile, em de seguiral rey en sus desplazamientos, pero las decisiones de alto nivel se siguieron tomando en consejos reducidos en los que el so- berano estaba normalmente presente. -En, segundo lugar, los llamados «favoritos» ocupaban un lugar importante en la corte. Jovenesaristocratas en su mayoria, jugaban como compaieros de ocio del gobernanite, un papel parecido al de los consejeros durante el tiempo de trabajo. En la descripeién que Olivier de la Marche hizo de la corte de Carlos el Calvo, duque de Borgofia, alude a los dieciséis «escuderos de la camara» yafade que scuando el duque ha estado ocupado con asuntos todo el dia, y tras, recibir en audiencia a todo el mundo, se retira a sus habitaciones, y estos escuderos van con él para hacerle compafia, Unos cantan, 142/Peter Burke otros leen romances, otros le dan conversacién en cuestiones de ‘amor y de guerra». Elsitio de los favoritos era la

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