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360 CONSTITUCION POLITICA MEXICANA COMENTADA ARTICULO 86. El cargo de Presidente de la Repiiblica slo es renuncia- ble por causa grave, que calificaré el Congreso de la Unidn, ante el que se presentara la renuncia. COMENTARIO: E] articulo 86 prevé la posibilidad de la renuncia del presi- dente en funciones, sefialando que el cargo de presidente de la Repiibtica sélo es renunciable por causa grave, que calificard ¢] Congreso de la Unién, ante el que se presentard la renuncia. . Es claro que atin tratandose de una causa vinculada con el estado de salud del presidente, la situacién tiene que haber lle- gado a tal extremo que no sea posible sustituirlo temporalmente como lo previe- ne el articulo 85 y, por consecuencia, se entiende que la situacién politica se ha tomado critica al grado de que dicho funcionario presente su dimisién. entiende que la aceptacién debe derivar de la consideracién politica que haga el Congreso en cuanto a la gravedad de la causa que esgrima el renunciante. Slo las circunstancias especi- ficas que rodean Ia presentacién de una renuncia de esta naturaleza determinan el juicio que se forma el Congreso acerca de si la causa es grave 0 no lo es, & incluso Ja voluntad del cuerpo colegiado puede resultar condicionada por la presién que en situaciones extremas pueda ejercerse sobre ¢l. Histéricamente, encontramos que la Camara de Diputados de la XX VI Legislatura del Congreso de la Uni6n, acepté la renuncia del presidente Francisco I. Maderc y del vice- presidente José Maria Pino Sudrez en condiciones criticas derivadas del poder de facto del que disponia Victoriano Huerta quien ya.se habia proclamado en- cargado del Poder Ejecutivo y habia “invitado” a las Cémaras de la Unién para que determinaran sobre la situacién politica que consistia precisamente en haber detenido at presidente legitimo Francisco I. Madero y a su gabinete. EI texto de la histérica dimisién, arrancada por la fuerza, miuestra en sf mismo la gravedad de la situacién precisamente por su brevedad y por la falta de detalle en la explicacién de ta causa invocada para separarse de sus respecti- vos cargos. He aqu{ su contenido: “Ciudadanos Secretarios de ia Honorable C4- ARTICULO &% 361 mara de Diputados: En vista de los acontecimientos que se han desarrollado de ayer acd en la Nacién, y para mayor tranquilidad de ella, hacemos formal re- nuncia de nuestros cargos de Presidente y vicepresidente, respectivamente. para los que fuimos elegidos. Protestamos lo necesario. México, 19 de febrero de 1913. -Francisco 1. Madero. José Maria Pino Suarez." Debe aclararse que esta renuncia fue presentada ante ta Cdmara de Diputados porque el texto constitucional vigente en ta época asi lo sefialaba. Aunque la Constitucién de 1857 atribufa al Congreso la facultad de calificar la renuncia del presidente —Congreso que fue unicamaral entre 1857 y 1874— la reforma del 6 de mayo de 1904 prevefa que las renuncias de! presidente y del vicepresidente debian presentarse ante la Camara de Diputados que calificaria la gravedad de la causa que las motivara. E] orden de sucesién presidencial para et caso de falta absoluta del presidente y det vicepresidente, de acuerdo con ta misma reforma de mayo de 1904, establecfa que se harfa cargo de] Poder Ejecutivo ef secretario de] Despacho de Relaciones Exteriores y, a faita de él, 1os demas secretarios en ef orden sefialado por la ley en la que se estableciera el mimero de ellos. El si- guiente secretario en el.orden lo era ei de Gobemacién. Esta disposicién permi- ti6 la maniobra o por medio de Ia cual, en forma ilegitima, Huerta asumis la pri- mera magistratura. La Cémara de Diputados admitié, en su sesién del mismo dia 19 de febrero, la renuncia de Madero y Pino Sudrez, seiialando el dictamen correspondiente que: “tas razones alegadas por los altos funcionarios mencionados son dignas de tomarse en consideracién por la gravedad e importancia que revisten, su- puesta la situacién politica que las determina”. En 1a misma resolucién se Hamé al licenciado Pedro Lascurdin, quien desempefiaba el cargo de secretario del Despacho de Relaciones Exteriores, para encargarse de la presidencia de 1a Re- péblica. Sabido es que el tinico acto de gobierno de Lascurdin fue nombrar se- cretario de Estado y del Despacho de Gobemacién a Victoriano Huerta, quien quedé colocado asi en 1a posicién que le permitiria asumir ta presidencia una vez presentada la renuncia de Lascurdin cuyo periodo dur6 solamente 45 minu- tos. La dimisién de Lascurain fue dictaminada esa misma noche y aceptada por la Camara de Diputados, Ilamdndose a ocupar la presidencia a Victoriano Huer- 1a, quien protesté inmediatamente ante ef Congreso General en sesién extraor- dinaria convocada el mismo fatidico miércoles 19 de febrero de 1913. Esta breve narracién nos muestra el grado de descomposicién politica que puede rodear la situacién prevista en el articulo que comentamos. Durante e] debate de este precepto en ef Congreso Constituyente de 1916-1917, el diputa- do José Rivera, recordando el golpe huertista, manifest6 su preocupacién por- que se asegurara la legatidad del procedimiento incorporando al articulo la pre- visién de que Ja renuncia no seria valida si se hacfa bajo la presién y violencia fisica o moral. El constituyente Machorro Narvéez arguments la imposibilidad practica de hacer valer la legatidad en circunstancias extremas de presién, "Si la violencia hace renunciar al presidente de ia Reptiblica, la violencia hard a la Camara aceptar la renuncia; después juzga la Historia y el pafs si la renuncia fue hecha con violencia o coaccién." Efectivamente, la argumentacién de Ma- 362 CONSTITUCION POLITICA MEXICANA COMENTADA chorro Narvéez contemplaba la posibilidad de situaciones metajuridicas que pueden envolver la renuncia del presidente de la Republica, cuya regulacién constitucional resulta précticamente inutil al suponer, precisamente, la ruptura del orden constitucional. El precepto vigente volvis al sistema de 1857, estableciendo que et Congreso de la Unién, y no sélo la Camara de Diputados, es el facultado para calificar la causa de la renuncia. La disposicién constitucional no prevé expresamente si al conocer de la mencionada renuncia el Congreso de la Unién debe actuar como una asamblea unica, o bien resolver cada Cémara separadamente. De la expre- sién que indica que la renuncia se presentard ante el Congreso de la Unién, se ha desprendido la interpretacién de que tas dos Cémaras deberdn actuar conjunta- mente, la cual se ha plasmado en el plano legislativo en el articulo 5° de la Ley Organica del Congreso General de ios Estados Unidos Mexicanos. Esta interpre- tacién se aplicé en la prdctica con motivo del tinico caso de renuncia a la presi- dencia de la Repiiblica que se ha producido a partir de la vigencia de la Constitu- cién de 1917: el del ingeniero Pascual Ortiz Rubio, quien firmé su dimisién el 3 de septiembre de 1932, debido a fuertes diferencias politicas que se presentaban en el seno del grupo gobernante y se manifestaban a través de la oposicién de di versos sectores del partido en el poder af presidente Ortiz Rubio. La renuncia fue conocida por el Congreso en pleno el 4 de septiembre de 1932. Tras un receso de 10 minutos, las comisiones encargadas de dictaminar, presentaron a la consideracién de la Cémara los puntos de acuerdo en los que se contenja la aceptacion de la renuncia mencionada, calificando como grave "la falta de unidad de accién en el Gobierno, debido a la carencia de comprensién entre los 6rganos representativos de las fuerzas politicas del pais, y la Presiden- cia a su cargo". Debe apuntarse que era este el tiempo del Hamado maximato, ejercido por Plutarco Elias Calies. Esta circunstancia se manifiesta por el hecho de que el Congreso mismo resolvié dar cuenta de la renuncia al general Calles mediante una comisién especialmente designada al efecto, sin que el citado general tuvie- Ta cargo alguno por virtud del cual debiera ser informado oficialmente de la aceptacién de la renuncia presidencial. A diferencia de lo que ocurre para la designacién de presidente interino 0 sustituto hecha por el Congreso de la Unién, para 1a cual se requiere un quérum. calificado de por lo menos las dos terceras partes del total de los miembros del Congreso, la aceptacién de Ja renuncia del presidente de la Repiiblica puede ser resuelta mediante el quérum normal formado por més de la mitad de ios con- gresistas. Aunque la Ley Organica del Congreso no es explicita al respecto, la interpretacién que parece correcta es en el sentido de que la medicién del qué- rum debe hacerse separadamente en cada Camara, de modo que para que el Congreso sesione validamente como asamblea tinica a fin de conocer de la re- nunicia del titular del Ejecutivo, es necesario que estén presentes 201 diputados y 33 senadores, por lo menos. De otra suerte, tomando en cuenta que el conjun- to de los legisladores representa un total de 464 miembros, la no diferenciacién por C4maras al determinar el quérum, que conjuntamente serfa de 233, permiti- ARTICULO 87 363 ria el funcionamiento valido del Congreso, exclusivamente con diputados que podrian constituir ef mimero mencionado € incuso bastante mas, sin la presen- cia de ningun senador. De igual manera vale }a pena reflexionar acerca de ta conveniencia de una modificacién constitucional que exigiera para decidir sobre ia renuncia presi- dencial, el mismo quérum calificado que se establece para designar presidente de la Republica en virtud de que ambos actos son igualmente trascendentes. Véanse Jos articulos 73 fracci6n XXVII y 85. BIBLIOGRAFIA: Congreso de 1a Uni6n, Los derechos de! pueblo mexicano. México a través de sus constituciones, 2° ed., México, Libreria de Manuel Po- ria, 1978, t, VII, pp. 403-411; De cdme vino Huerta y cémo se fue..., edicion facsimilar de la anénima de 1914, México, El Caballito, 1975; Diario de los Debates‘de ia Camara de Senadores, sesién extraordinaria de} Congreso Gene- ral, XXXV Legistatura, México, 4 de septiembre de 1932, pp. 1-6; Medin, Tzvi, El minimato presidencial: historia politica del maximato (1928-1935), 2° ed., México, Era, 1983; Tena Ramfrez, Felipe, Derecho constitucianal mexica- no, 13° ed., México, Pornia, 1975, pp. 478-484. Eduardo ANDRADE SANCHEZ

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