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Lee geese eu eM Ure tel ae de nuestra literatura (...): toda la técnica del arte nuevo, deshumanizado, impo- pular y de élit, la encontramos en él (_..) OR ce eS eel Pearl nae eeiee es Pen eecaes eae eee COM eae a maeeRcen as erat Se cil eee ae een Reema ec ue meee Delbaere CU Oe Reese a Ce ea Ml ts aoe ets See ee eee eee eel copitalina, llena de frivolidad, enamora- Clee Ca ee Ohare Tonnes UCT elas Maelo cose el relp Peon cart | Boer ee ROR UCU U4 PE BG UN HOMBRE MUERTO A PUNTAPIES (CUENTOS) ‘Se publicé en enero de 1927 en la Imprenta de ta’ Universidad, Central de Quito. -87- ‘Con guantes de operar, hago un pequefio bolo de lodo suburbano. Lo echo a rodar por esas calles: los que se tapen las narices habrén encontrado care de su carne, UN HOMBRE MUERTO A PUNTAPIES* 2Cémo echar al canasto los palptentes aconteci- ‘mientos callejeros? Essclarecera verdad es accién moralizadora EL COMERCIO de Quito® Este relato fue publicado por primera vez en la revista Hélice (Quito), no. 1 (abril de 1926), pp. 16-19 y 22. EL COMERCIO: diario quitefo de gran difusion, tirada y venta desde 1906, en que se fundé, hasta la actualidad. En los afios 20 y 30 reflejaba un claro talante liberal, por lo que muchos de ‘sus aticulos de opinién fueron combatidos en las paginas de El Soclalista, La Tierra y, sobre todo, Cartel, periddicos en los ‘ue Palacio colaboré. A propésito, obsérvese el fono entre des- pectivo y moralizador de las citas que constituyen el epigrae, Casualmente, el 7 de febrero de 1927, coincidiendo con la pu- blicacién de esta primera obra de Palacio, El Comercio tomo de la crdnica roja de El Telégrafo (te Guayaquil, una noticia ‘ue resefia un altercado sucedido entre dos individuos ebrios fen la ciudad portefla. El titulo de la noticia es "Un hombre muerto a puntapies’ 1 Yo no sé en qué estado de animo me encontraba fentonces. Lo cierto es que rei a satisfaccién.” (Un hombre muerto a puntapiés! Era lo mas gracioso, lo mas hilarante de cuanto para mi podia suceder. Esperé hasta el otro dia en que hojeé anhelosa- mente el Diario, pero acerca de mi hombre no habia una linea. Al siguiente tampoco. Creo que después de diez dias nadie se acordaba de lo ocurrido entre Es- cobedo y Garcia Pero a mi llegé a obsesionarme. Me perseguia por todas partes la frase hilarante: {Un hombre muerto 2 puntapiés! Y todas las letras danzaban ante mis ojos tan alegremente que resolvi al fin reconstruir la escey fa callejera 0 penetrar, por lo menos, en el misterio de por qué se mataba a un ciudadano-de manera tan) ridicula, Caramba, yo hubiera querido hacer un estudio ex- perimental; pero he visto en los libros que tales estu- dios tratan solo de investigar el cOmo de las cosas; y entre mi primera idea, que era ésta, de reconstruc- cién, y la que averigua las razones que movieron a unos individuos a atacar a otro a puntapiés, mas ori- ginal y beneficiosa para la especie humana me pare- Cia la segunda. Bueno, el porqué de las cosas dicen que es algo incumbente a la filosofia y en verdad nunca supe qué de filoséfico iban a tener mis invest gaciones, ademas de que todo lo que lleva humos de aquella palabra me anonada. Con todo, entre miedo- so y desalentado, encendi mi pipa. -Esto es esencial, muy esencial’ La primera cuestién que surge ante los que se enlodan en estos trabajtos es la del método. Esto lo saben al dedillo los estudiantes de la Universidad, los de los Normales, los de los Colegios y en general to- dos los que van para personas de provecho. Hay dos “Anoche, a las doce y media préximamente, el Ce lador de Policia No. 451, que hacia el servicio de es zona, encontré, entre las calles Escobedo y Garcia’, Un individuo de apellido Ramirez casi en completo es: tado de postracién. El desgraciado sangraba abu dantemente por la nariz, e interrogado que fue por el sefior Celador dijo haber sido victima de una agresiér or parte de unos individuos a quienes no conocia, solo por haberles pedido un cigarrllo. El Celador int Vit6 al agredido a que le acompafara a la Comisari de turno con el objeto de que prestara las declaraci nes necesarias para el esciarecimiento del hecho, a que Ramirez se neg6 rotundamente. Entonces, primero, en cumplimiento de su deber, solicité ayud de uno de los chaufferes de la estaci6n mas cercan: de autos y condujo al herido a la Policia, donde, a p sar de las atenciones de! médico, doctor Ciro Benavi des’, fallecio después de pocas horas. “Esta mafiana, el sefior Comisario de la 6* ha pr ticado las diligencias convenientes; pero no ha lograe do descubrirse nada acerca de los asesinos ni de | procedencia de Ramirez. Lo unico que pudo saberse, or un dato accidental, es que el difunto era vicioso. “Procuraremos tener a’ nuestros lectores al c rriente de cuanto se sepa a propésito de este mis rioso hecho No decia mas la crénica roja del Diario de /a Tarde”, Escobedo y Garcia: se trata de las calles Gregario Escobedo y Leonidas Garcia, situadas al borde de la avenida Oriental, entre la avenida Pichincha y la Avda. Cumanda; es decir, en los arra bales del Quito de los afios 20. Estas calles se cruzan en le realidad y su mencién indica que el relato se desarrolla en Quito y no, como sefialara Agustin Cueva, en Guayaquil. Vid, ‘A. Cueva: “EI mundo alucinante de P. Palacio’, Ed. Universita fia de Santiago de Chile, 1971, p. 8 Ciro Benavides: obséivese ‘el alcance connotativo de este nombre. El médico, representante de altos valores morales y civicos, se lama Ciro, como el rey guerrero fundador del impe= fio persa (590-529 a.d.C) y se apelida Benavides, antropénimo iebies wirclauscewaey ey uae fesencial: encender ‘la pipa era un gesto caracterstico de Diario de la Tarde: periédico quitefio que circulabe en los aos : 20 y 30. De orientacién liberal, como El Comercio, recibié acetbas erticas desde las paginas de la prensa socialista, en la ‘que Palacio colabor6 -92- Sherlock Holmes, el personaje més representativo del relato Policial. Como se’ apreciard, en el relato se hace especial hin- ‘capié en le pose deteclivesca para parodia: a diciu yénero y ls apariencia de verdad que ésie se esfuerza en brindarnos. -93- métodos: la deduccion y la induccion (Véase Aristo- teles y Bacon)’ EI primero, la deduccién, me parecié que no me interesaria. Me han dicho que la deduccin es un mo= do de investigar que parte de lo mas conocido” a lo menos conocido. Buen método: lo confieso. Pero yo sabia muy poco del asunto y habia que pasar la hoja La induccién es algo maravilloso. Parte de lo me= os conocido a lo mas conocido... (Cémo es? No lo recuerdo bien’ ... En fin, quién es el que sabe de estas cosas?) Si he dicho bien, éste es el método por excelencia. Cuando se sabe poco, hay que inducir, Induzca, joven. Ya resuetto, encendida la pipa y con la formidable arma de la induccién en la mano, me quedé irresoluto, sin saber qué hacer. -Bueno, zy como aplico este método maravilloso? “me pregunté. iLo que tiene no haber estudiado a fondo la logical Me ia a quedar ignorante en el famoso asunto de las calles Escobedo y Garcia sélo por la maldita ociosi- dad de los primeros afios. Desalentado, tomé el Diario de la Tarde, de fecha 18 de enero -no habia apartado nunca de mi mesa el ‘aciago Diario- y dando vigorosos chupetones a mi en- cendida y bien culotada pipa, volvi a leer la crénica ‘oja arriba copiada. Hube de fruncir el cefio como todo hombre de estudio -iuna honda linea en el entrecejo @8 sefial inequivoca de atencion!-. * Arittelesy Bacon: mienras Aristételes (Grecia, 364-322 ‘a6C) sostiene que el conocimiento de fo particular se obtiene por deduccién partiendo de lo general, o “causas verdederas’, Bacon (Inglaterra, 1561-1626) propone una nueva loica expe. ‘imental que parte de la observacion de sensaciones y hechos, Particulates para ascencer al conocimiento de lo general. Como el narrador del cuento, Bacon insistio en la necesidad de orga- rizacién racional y metédica de la experimentacién para evar prejuices, Sin ermbargo, aquel se burla de estos principios, ya Aue la solucion del enigma se la proporciona la intuiciény él la "demuesira” a posterior 2 conocido: “desconocido” en Hélice bien... en Hélice entre esia oracién y la siguiente se lee el co- mentario-Yo ee0 que no as asi." Al cambiar desconocldo Por conocido (ver nota 2), cicha frase carece de sentiso. 24. Leyendo, leyerido, hubo un momento en que me quedé casi deslumbrado Especialmente el penultimo parrafo, aquello de “Esta mafiana, el sefior Comisario de la 6°..." fue lo que mas me maravillé La frase ultima hizo brillar mis ‘0/05: "Lo Unico que pudo saberse, por un dato acci- dental, es que el difunto era vicioso”. Y yo, por una fuerza secreta de intuicién que Ud. no puede com- prender, lei asf: ERA VICIOSO, con letras prodigio- samente grandes. Creo que fue una revelacién de Astartea' El unico punto que me imports desde entonces fue comprobar qué clase de vicio tenia el difunto Ramirez. Intuitiva- mente habia descubierto que era... No, no lo digo pa- ra no enemistar su memoria con las sefioras... + Y lo que sabia intuitivamente era preciso lo verifi cara con razonamientos, y si era posible, con prue- bas. Para esto, me dirigi donde el sefior Comisario de la 6* quien podia darme los datos reveladores. La autoridad policial no habia logrado aclarar nada. Casi no acierta a comprender lo que yo queria. Después de largas explicaciones me dijo, rascandose la frente -Ahl, si... El asunto ése de un tal Ramirez... Mire que ya nos habiamos desalentado... jEstaba tan os- cura la cosa! Pero, tome asiento; por qué no se sienta sefior.... Como Ud. tal vez sepa ya, lo trajeron a eso de la una y después de unas dos horas fallecio... el pobre. Se le hizo tomar dos fotografias, por un ca- $0... algtin deudo... Es Ud. pariente del sefior Rami- Tez? Le doy el pésame... mi mas sincero, -No, sefior -dije yo indignado-, ni siquiera le he co- nocido. Soy un hombre que se interesa por la justicia ynada més. Y me sonrei por lo bajo (Qué frase tan intenciona- dal (Ah? “Soy un hombre que se interesa por la justi- Astartea: representacion fenicia de la diosa Venus. Diosa del ‘amor, la sensualidad y a naturaleza. Almencionar a esta diosa. tl narrador nos proporciona una pista importante sobre el tipo de revelacicn que nos va a hacer. -95- ia" iComo se atormentaria el sefior Comisario! Pa no cohibirle mas, apresuréme. -Ha dicho usted que tenia dos fotografias. Si pi diera verlas. El digno funcionario tiré de un cajon de su escrit rio y revolvié algunos papeles. Luego abrié otro y volvié otros papeles. En un tercero, ya muy acalorad encontro al fin Y se porto muy cult -Usted se interesa por él asunto. Liévelas no mat caballero... Eso si, con cargo de devolucién -me dij moviendo de arriba a abajo la cabeza al pronunci las Ultimas palabras y ensefiandome gozosament sus dientes amatillos. echOT320° infiitamente quardandome las fotog as. -¥ digame usted, sefior Comisario, zno podria cordar alguna sefia particular del difunto, algun dai ‘que pudiera revelar algo? -Una sefia particular...un dato... No, no. Pues, un hombre completamente vulgar. Asi mas o men de mi estatura -el Comisario era un poco alto-; grues y de canes fiojas. Pero una sefia particular... no. menos que yo recuerde. Como el sefior Comisario no sabia decirme ma: sali, agradeciéndole de nuevo. Me dirigi presuroso a mi casa; me encerré en estudio; encendi mi pipa y saqué las fotografias, q on aquel dato del perédico eran preciosos documen. Estaba seguro de no poder conseguir otros y mi resolucién fue trabajar con lo que la fortuna habi puesto a mi aleance. Lo primero es estudiar al hombre, me die. Y pu ‘manos ala obra. Miré y remiré las fotografias, una por una, hacien- do de ellas un estudio completo. Las acercaba a mis Ojos; las separaba, alargando la mano; procuraba descubrir sus misterios. Hasta que al fin, tanto tenerlas ante mi, llegué a aprenderme de memoria el mas escondido rasao. -96- |Esa protuberancia lfiera|de fa frente; esa larga y jextraiia nariz que se parece tanto a un tapon de cris: fal que cubre la poma de agua de mi fonda; esos bi {gotes largos y caidos; esa barbilla en punta; ese ca- ello lacio y alborotado! Cogi un papel, tracé las lineas que componen la cara dl difunto Ramirez. Luego, cuando el dibujo estuvo con- ‘cluido, noté que faltaba algo; que lo que tenia ante mis ojos no era él; que se me habia ido un detalle comple- mentario e indispensable... ‘Yal Tomé de nuevo la pluma y completé el busto, un magnifico busto que de ser de yeso figuraria sin desentono en alguna Academia, Busto ‘cuyo pecho tiene algo de mujer. Después... después me ensafé contra él. jLe pu- se una aureola! Aureola que se pega al créneo con un clavito, asi como en las iglesias se las pegan a las efigies de los santos. jMagnifica figura hacia el difunto Ramirez) Mas, ca qué viene esto? Yo trataba... trataba de saber por qué lo mataron; si, por qué lo mataron. Entonces confeccioné las siguientes légicas con- clusiones El difunto Ramirez se llamaba Octavio Ramirez (un individuo con la nariz del difunto no puede llamar- se de otra manera’); Octavio Ramirez tenia cuarenta y dos afios; Octavio Ramirez andaba escaso de dinero; Octavio Ramirez iba mal vestido; y, por ultimo, nuestro difunto era extranjero Con estos preciosos datos, quedaba reconstruida totalmente su personalidad ‘Solo faltaba, pues, aquello del motivo que para mi iba teniendo cada vez mas caracteres de evidencia La intuicion me lo revelaba todo. Lo tinico que tenia que hacer era, por un puntillo de honradez, descartar todas las demas posibilidades. Lo primero, lo declara- do por él, la cuestién del cigarrllo, no se debia siquie- ra meditar. Es absolutamente absurdo que se victime de manera tan infame a un individuo por una futileza 1 otra manera: alusion a la nariz, muy protuberante, de Octavio ‘Augusto, primer emperador de Roma (63 a.d.C -14 dC), 97. tal. Habia mentido, habia disfrazado la verdad; mas atin, asesinado la verdad, y lo habia dicho porque /o otro no queria, no podia decirlo, LEstaria beodo el difunto Ramirez? No, esto no puede ser, porque lo habrian advertide enseguida en la Policia y.el dato del periédico habria sido termi= inante, como para no tener dudas, 0, si no const6 por descuido del reparter, el sefior Comisario me lo habria revelado, sin vacilacion alguna. LQué otro vicio podia tener el infeliz victimado? Porque de ser vicioso, lo fue; esto nadie podra ne- garmelo. Lo prueba su empecinamiento en no querer declarar las razones de la agresion. Cualquier otra causa podia ser expuesta sin sonrojo. Por ejemplo, que de vergonzoso tendrian estas confesiones?: “Un individu engafié a mi hija; lo encontré esta noche en la calle; me cegué de ira; le traté de canalla, me le lance al cuello, y él, ayudado por sus amigos, me ha puesto en este estado” o "Mi mujer me traicioné con un hombre a quien traté. de matar, pero él, mas fuerte que yo, la emprendié a furiosos puntapiés contra mi" 0 “Tuve unos lios con una comadre y su marido, por vengarse, me atacé cobardemente con sus amigos"? Si algo de esto hubiera dicho a nadie extrafiaria el suceso, También era muy facil declarar: “Tuvimos una reyerta” Pero estoy perdiendo el tiempo, que estas hipéte- sis las tengo por insostenibles: en los dos primeros casos, hubieran dicho algo ya los deudos de! desgra- ciado; en el tercero su confesién habria sido inevita- ble, porque aquello resultaba demasiado honroso; en el cuarto, también lo habriamos sabido ya, pues ani- mado por la venganza habria delatado hasta los nombres de los agresores. Nada, que lo que a mi se me habia metido por la honda linea del entrecejo era lo evidente. Ya no ca- ben mas razonamientos. En consecuencia, reuniendo todas las conclusiones hechas, he reconstruido, en resumen, la aventura tragica ocurrida entre Escobedo y Garcia, en estos términos.: 98: Octavio. Ramirez, un individuo de nacionalidad desconocida, de cuarenta y dos afios de edad y apa- riencia mediocre, habitaba en un modesto hotel de arrabal hasta el dia 12 de enero de este afio Parece que el tal Ramirez vivia de sus rentas, muy escasas por cierto, no permitiéndose gastos excesi- vos, ni aun extraordinarios, especialmente con muje- res. Habla tenido desde pequefio una desviacion de sus instintos, que lo depravaron en lo sucesivo, hasta que, por un impulso fatal, hubo de terminar con el tré- gico fin que lamentamos Para mayor claridad se hace constar que este in- dividuo habia llegado solo unos dias antes a la ciudad teatro del suceso, La noche del 12 de enero, mientras comia en una oscura fonducha, sintié una ya conocida desazén que fue molesténdole mas y més. A las ocho, cuando sa- lia, le agitaban todos los tormentos del deseo. En una ciudad extrafia para él, la dificultad de satisfacerlo, por el desconocimiento que de ella tenia, le azuzaba poderosamente. Anduvo casi desesperado, durante dos horas, por las calles céntricas, fijando anhelosa- mente sus ojos brillantes sobre las espaldas de los hombres que encontraba; los seguia de cerca, procu- rando aprovechar cualquiera oportunidad, aunque re- celoso de sufrir un desaire. Hacia las once sintié una inmensa tortura. Le tem- blaba el cuerpo y sentia en los ojos un vacio doloroso. Considerando init el trotar por las calles concu- ridas, se desvid lentamente hacia los arrabales, siempre regresando a ver a los transetintes, saludan- do con voz temblorosa, deteniéndose a trechos sin saber qué hacer, como los mendigos. Al llegar a la calle Escobedo ya no podia més. Le daban deseos de arrojarse sobre el primer hombre que pasara. Lloriquear, quejarse lastimeramente, ha- blarle de sus torturas. Oyé, a lo lejos, pasos acompasados; el corazén le palpitd con violencia; arrimése al muro de una casa y esperd. A los pocos instantes el recio cuerpo de un obrero llenaba casi la acera. Ramirez se habla puesto -99- | pélido; con todo, cuando aquél estuvo cerca, extendi el brazo y le tocé el codo. El obrero se regresé brus: camente y lo miré, Ramirez intent6 una sonrisa melog sa, de proxeneta hambrienta abandonada en el arro yo. El otfo solté una carcajada y una palabra suciaj después siguié andando lentamente, haciendo sonat fuerte sobre las piedras los tacos anchos de sus za patos. Después de una media hora aparecié otr hombre. El desgraciado, todo tembloroso, se atrevié dirigirle una galanteria que contests el transetinte cor un vigoroso empellén. Ramirez tuvo miedo y se alej rapidamente Entonces, después de andar dos cuadras, se ens contré en la calle Garcia. Desfalleciente, con la bo seca, miré a uno y oto lado. A poca distancia y cor aso apresurado iba un muchacho de catorce afios, Lo siguid. -iPst! jPst! Elmuchacho se detuvo. Hola rico... {Qué haces por aqui a estas horas? -Me voy a mi casa... ,Qué quiere? -Nada, nada... Pero no te vayas tan pronto, her moso. Y lo cogié del brazo. Elmuchacho hizo un esfuerzo para separarse. ~iDéjeme! Ya le digo que me voy a mi casa. Y quiso correr. Pero Ramirez dio un salto y lo abraz6. Entonces el galopin, asustado, llamé gritando: ~iPapal jPapa! Casi en el mismo instante, y a pocos metros d distancia, se abrié bruscamente una claridad sobre la, calle. Aparecio un hombre de alta estatura. Era el obrero que habia pasado antes por Escobedo. Al ver a Ramirez se arrojé sobre él. Nuestro pobre hombre se qued6 mirandolo, con ojos tan grandes y fijos como platos, tembloroso y mudo. -4Qué quiere usted, so sucio? Y le asest6 un furioso puntapié en el estémago. Octavio Remirez se desplomé, con un largo hipo dolo- oso. ~100- Epaminondas', asi debio Hamarse el obrero, al ver fen tierra a aquel picaro, considero que era muy poco ‘castigo un puntapié, y le propiné dos mas, espléndi- idos y maravillosos en el género, sobre la larga nariz ‘que le provocaba como una salchicha iCémo debieron sonar esos maravillosos punta- pies! Como el aplastarse de una naranja, arrojada vigo- Tosamente sobre un muro; como el caer de un pare guas cuyas varillas chocan estremeciéndose; como el fomperse de una nuez entre los dedos; jo mejor como el encuentro” de otra recia suela de zapato contra otra nariz! Ast iChaj! con un gran espacio sabroso iChaj! Y después: jcémo se encarnizaria Epaminondas, agitado por el instinto de perversidad que hace que Jos asesinos acribillen sus victimas a pufialadas! (Ese “instinto que presiona algunos dedos inocentes cada vez mas, por puro juego, sobre los cuellos de los ami- gos hasta que queden amoratados* y con los ojos en- cendidos! Epaminondas: general tebano (418-326 a.4.C) conacido por su fequilbrio y sentido do ta justcia. Conviene recordar que Eps- ‘minondas era homosexual y que vencié a Esparta con un ejér ito cuyo pelotén de chaque estaba formado por 300 hombres homosexuales. Esta concicion, que en la Grecia clésica no era, ‘efal de debildad, afeminamiento o comportamiento vicioso, si ‘adquiere dichos rasgos en la sociedad que Palacio criica’ De ahi a ona que implica haber elegido este nombre para desig- ‘nar al personae “justciero’, quien niega con su crueldad y en- ‘carnizamiento gratuitas el verdacleco valor del general ebano. ‘encuentro; en Hélice esta palabra va precedida del adjetivo ‘glorioso, le,que subraya el cardcteratractivo de Ia accién de los puntapiés, amoratados: en Hélice esta palabra va precedida por el de- ‘mostrativo éstos, Asi se evita la ambigedad y queda clara la alusién a los amigos y no a los dedos inocenies. Hay que su- poner que tanto esta supresién como ia anterior (nota 2) se de= ben a evrores de impresién. ~101- Zapato de Epaminonda: mariz de Octavio Ramirez! jChaj! iChaj! J vertiginosamente, iChaj! en tanto que mil lucesitas, como agujas, cosian las ti nieblas, -402- foina dé un sefior novelista, 4 quien sus padres (20 ieia misma?) le ordenaban (0 se ordenaba?) conser Ivar sus trenzas largas, ya porque le sentaran bien ‘por mantener su fresco aspecto infant iHombre! Y era bastante palida. Ahora la veo Bajo ‘cada ceja debid tener una media luna de tinta azul”, lo ‘que le hacia interesantisima, Y como los labios tam. bien eran muy palidos, me enamoré de ella Creo que ésta es una razon poderosa, las mujeres que tienen los labios colorados por fuerza nos ponen nerviosos, dan la idea de haberse comido media libra de carne de cerdo recién degoliado. Bueno, pues. Como era una muchacha me estuve esperando que madurara y apenas la vi con las pier- nas un poco gruesas, me casé iHola, Maria! iCarambal Me acaban de decir que esta servido el almuerzo y tengo que irme. No pierda usted su buen humor. Espere usted un momento. Yo me pongo ner- vioso cuando me dicen que est servido el almuerzo. LUZ LATERAL no de alargamiento de los parpados sobre los ojos mo manos curvadas sobre naranjas y que caen col idéntica nebulosidad dulce que el tiempo sobre los cuerdos’ Este elegante fenémeno que, generalmente, c¢ ___ fresponde a una época, me ha asaltado bien pronte __ debido a ciertas circunstancias. No soy viejo: tengo treinta aflos. Me veo com esos hombres que agotan sus musculos en una hora, frente a otros que trabajan ocho, con sabia y econ mica calmosidad. También se me han caido un poco las cejas y es- toy bastante calvo. r Se trata... jah! Se trata de aquella muchacha, Amelia, que me traia claramente la imagen de la he- ‘Se ha producido ya en mi aquel elegante fenom | Decia que me casé con Amelia. Bien: estoy seguro de haber vivido con ella durante un aflo casi en la mds completa cordialidad, casi, porque habia un feroz motivo de entenebrecimiento de mi vida 4. aspecto infantil: alusién 2 a imagen romantica y pura de Ma- ‘ia, la protagonista de Maria (1867), novela del colmbiano | Jotge Isaacs. Interesa sefalar, por otra parte, el hectio de que el personaje femenino, asi caracterizado al principio del relato, se llame Amelia, encaracién de la femineidad en Amelia (1751), del inglés Henry Feiding, donde como en Luz Lateral ‘se nos presenta a un matrimonio en tension en que el mando, personaje muy debi, es adcitero. 2. bajo cada ceja debié toner una media luna de tinta azul ‘imagen similar 2 las empleadas en los poemas Capricio pict6- ‘ico representando a Laura Judith I'y Capricho pictorico repre- Sentendo a Leura Vala 110s recuerdos: se trata de le misma imagen que Palacio em- Plearia unos meses ms tarde en los primeros versos de los oemas Capricho pictorico representanda a Laure Judith I y ‘Capriaho pictérico representando a Laura Vela, 128- 129- Tenia ella una manera petulante de decir, repett encajar a todas horas en su conversacién una pak breja que me pone hasta ahora los pelos de pun Ese jclaro! que parecia arrojarmelo a la cara con st risita cinica y que me congestionaba, me templaba I mandibulas. Si debiamos salir'a la calle y se ponia malo tiempo, ella venia a provocarme: -Sabes que no podremos salir ahora porque jclaro! Parece seguro que va a llover. Si saliamos de compras y habia un sombrero q me gustaba para ella, me tiraba de las orejas con su: -Sabes que a mi no me gusta porque... jcla estos sombreros estén ya pasados de moda Si iba alguna visita a casa, cuando se le metia al ‘guna estupidez en la cabeza, me cortaba el buen hi ‘mor, como gritandome: ~Sabes que yo no voy a poder salir porque... cla rol, me siento un poquito indispuesta. Pero, Equé es esa manera de hablar, sefioresi No parece que a uno estuvieran diciéndole bruto desafiandole a duelo? Ya les voy a meter a ustedes iclaro! hasta por las narices para ver si no les hierve fa sangre, porque... jclaro!... |Maldicién! Si en e momento me dijeran que el almuerzo esta servido, mi wuelvo loco y los despedazo. Este jclaro!, que al principio me picaba la lengua me traia ganas de ahogarselo en la boca con un best de esos que comprimen rabiosamente la mucos: hasta hacerla sangrar, ha sido la unica causa de mis desdichas. Si ella no hubiera tenido esa estiipida mania, guiria a su lado, prendido de las medias lunas de tint azul que tiene bajo las cejas. Porque la amaba estr pitosamente y la amo todavia, como se ama el retrato destefiido de la madre desconocida 0 el cacharro 130- porque. 1 ¢Qué digo?... jAh! Estoy romantico. He recor- jado la urna de cristal que guarda los pedazos del Wiejo cacharro, a quien amo con reverencia porque no jede decir Jabra en la escupidera, que son peligrosas las bas- icas... La pongo? No iNo! No pongo la palabra, escupo la iEI cacharro roto! Me gusta esta paletada de erres que quisiera que me cubran’ hasta las narices para lester asi, acurrucado, mirando jelaro! iOh, el treponemall” Me lo dijo una noche que estaba entusiasmado yailando sobre una tabla de logaritmos*. -Antofito, .sabes que deberiamos acostamos ya?, jclarol, es tardecito y tengo mucho suefio, Y la pérfida me abrazaba por las caderas. jEstaba ndemoniado! Le pegué un pufietazo en la cara y sali corriendo, No he vuelto mas porque en la primera esquina encontré a Paula, una canalla que fue mi amiga des- de que yo era joven. La cogi fuertemente por una mufieca -Oye, tino sabes decir jclaro! Ella se esquivé, pues, debi haberla hecho dao. ‘cacharro roto: con esta expresion se alude a todo lo que una vez estuvo sano e hizo feliz al protagonista y que hoy solo pro- duce dolor. Mas especificamente, se trata del corazén golpeado y de las ilusiones perdidas. Interesa sefialar que Flaubert, que adeciasifiis y cuyas obras Palacio ley6, se refiere a su propio ‘orazén destrozado en los siguientes terminos: “Este corazén, fen el que han macerado en la soledad todas las pasiones, fan: tasias y suefios dei mundo, de modo que ahora esta abollado y forcido, como un cachorro roto inutlizable, por mucho que s2 frote y se enjuague, siempre conservara el olor fro de todo lo ue en &l se comis en otros tiempos” y “La trsteza agria y los sudores frlos de los que se despiertan al dia siguiente en medio de los cacharros rotos y de su corazén desganado” (Cartas a Louise Colet, Madrid, Siuela, 1989, pp 115y 124). treponema: él reponema palido, invocado al final del rlato, 8, el protozoo causante dela sis. -logaritmos: este dato nas informa de que el protagonista es lun matematico y que esté inciuido, por tanto, en el grupo de los personajes “sabios’ de Un Hombre muerto a puntapiés. -131- Pero, zqué te pasa, hombre? ~iAhl, si; no sabes decir Y le acaricié la barbilla. Me sonrid, ensefiéndome la falta de un incisivo, me hizo sonar en la oreja, sugestivamente, su ve constipada -Vamos @ que conozeas la casa donde vivo; ni os hemos visto mas de un afio. Nos fuimos. Y como en ia casa me tentaba a b sarla, lo hice, por lo que me quedé con ella unos die; dias. Al octavo tuve un suefio especialisimo que me lle 6 de inquietudes. Por inherente disposicion creo ef lo misterioso y no dudaba ni dudo de la veracidad di clertos suefios que son para mi proféticos. En ot tiempo aque! suefio lo habria aceptado con una es} cie de placer, que su realidad modificaria totalmen mi vida, dandome un caracter en esencia nuevo, focdndome en un plano distinto del de los dem: hombres; una como especie de superioridad entraf da en el peligro que representaria para los otros y qui les obligaria a mirarme -se entiende de parte de | que lo supieran- con un temblor curioso parecido a | atraccién de los abismos. Mientras iba a un médico, me puse a meditar en situacion que me colocaria, de ser verdad, Ia innove cion extrafia que presentia. En aquellas circunsta ias, mi deseo no era el anteriormente apuntado: habla reempiazado un miedo estupido que me batia los sesos, haciéndolos realizar revoluciones rapidas que insinuaban en mi espiritu un caos apensante y confuso, que me calentaba la frente y me hinchat las venas como una invitacion al almuerzo servido; mi amor a Amelia seguia respetandola, a pesar de la) enormidad de su pecado, y comprendia yo clara- mente que mi deseo de otro tiempo representaba en estas circunstancias una corriente eléctrica, estable- cida entre nosotros, que me impediria llegar a elia a pesar de que el desinfeciante del arrepentimiento la. lavara, presentandomela pura para nuestra posterior vida conyugal. -132- ZEN? {Qué cosa? ;Socorro! Un hombre me rompe cabeza con una maza de 53 kilos y despues me mete alfileres de 5 decimetros en el corazén. Alli se ja escondido, debajo de la cama de Paulina, y me jest ensefiando cuatro navajas de barba, abiertas, ue se las pasa por el cuello para hacerme romper los iéientes de miedo y paralizarse mis reflejos, templan- idome las piernas como si fuera un viejo, Donde es- fan los signos de Romberg y de Aquiles’, y donde la Juz que ha de contraer en una linea la pupila? |Marial We a decir que no como. Por alli va el treponema pali- do, a caballo, rompiéndome las arterias. Y el pobre ;charro roto que esta en mi uma de cristal, traquetea, ‘como las cosas vivas. ‘un dedo... ah? y parece que esta levantando Veo a mis hijos, adivino a mis hijos ciegos o con Jos ojos abiertos todo biancos: a mis hijos mutilados 0 's€C08 ¢ inverosimiles como fosiles, a mis hijos disfra- zados bajo las mascarillas de los eritemias; adivino la papilla que se mueve y que alza un dedo y que quiere abrazarme y besarme. Adivino la atetosis’ tragica que se ha de dirigir a mi cuelio para arrancarme el cuerpo_ tiroides Amelia: ha de poner circulos de tinta gris bajo los pé- mulos salientes. y las piernas ganchudas y temblorosas de En este pueblo me gusta la antigua iglesia que tie- ne mosaicos verdes en las clipuias achatadas porque da las espaldas al Norte (Qué seria de este pobre pueblo si le voltearan su iglesia”), Tambien me gusta /. porque al centro de la fachada de piedra hay una pe~ quefa virgen de piedra signos de Romberg y Aquiles: el signo de Romberg consist fen la pérdida de equilbrio cuando una persona permanece de pie con los talones juntos y los ojos cerradas, debe su nombre ‘al médico aleman Moritz H. Romberg (1795-1873) El signo oe Aquiles consiste en la peda de fuerza en el talon. que es el musculo mas potente del organssmo. Ambos sintomas $e pro: ‘ducen en la ataxia locomotiz, evolucién posible en el desarrollo. de la sifis atetosis: trastomo de onigen nervioso caracterzado por mov Tientos continugs e involuntarios de piernas y manos 133" =— Dentro abro la boca ante un cuadro de talla qi tiene fina y palida cara; en la esquina inferior izqui da, esta leyenda, mas o menos: ESTATURAI FORMAYTR AGE DE LAS MA VIRGEN S EGUN LO QUE ESCRIBIO SAN ANSELMO | LO QUE PINT © SAN LUCAS y lo que me parece un poco descabellado, aunque d la capilla ancha superpuesta, le sale una hermo: mano afilada. El color del traje es idéntico al de mi charro roto. iAn! Ya es de noche. El cielo est4 completament negro; y como en él lucen las diminutas cabezas alfler de las estrellas, tengo que salir al campo, mi lejos para que no me oigan, y gritar altisimo, aunqu me rasguie la laringe, a la concava soledad {Treponema palido! ‘Treponema palido! ~134- LA DOBLE Y UNICA MUJER (Ha sido preciso que me adapte a una serie de ex- presiones dificiles que sélo puedo emplear yo, en mi ‘caso particular. Son necesarias para explicar mis ac- titudes intelectuales y mis conformaciones naturales, que se presentan de manera extraordinaria, excep- cionalmente, al revés de lo que sucede en la mayoria de los “animales que rien’)! Mi espalda, mi atrés, es, si nadie se opone, mi pe- cho de ella. Mi vientre esté contrapuesto a mi vientre de ella. Tengo dos cabezas, cuatro brazos, cuatro se- nos, cuatro piemas, y me han dicho que mis.colum- nas vertebrales, dos hasta la altura de los oméplatos, se unen alli para seguir-robustecida- hasta la region coxigea “animales que rien”. se reflere, naturalmente, alos seres hu- ‘manos, a quienes Aristételes y otros pensadcres y escrilores (entre ellos Rabelais, Voltaire y Bergson) se refinieron de ese ‘modo. Que se apele a esta definicién del ser humano es signifi- Cativo en un doble sentido. Por una parte, ratifica la importancia {ue tiene el humor en la obra de Palacio. Por otra parte resulta itonico que este persunaje angustiado, que enfermara oe can ‘cer em los labios, emplee dicha definicion, -135- Yo -primera soy mayor que yo-segunda (Aqui me permito, insistiendo en la actaracién hi cha previamente, pedir perdén por todas las incorre Ciones que cometeré. Incorrecciones que elevo a i consideracién de los gramaticos con el objeto de qu se sitvan modificar, para los posibles casos en que pueda repetirse ef fenémeno, la muletilla de los pr nombres personales, la conjugacién de los verbos, adjetivos posesivos y demostrativos, etc., todo en si parte pertinente. Creo que no esta demas, asimism hacer extensiva esta peticion a los moralistas, en sentido de que se molesten alargando un poquito st moral y que me cubran y que me perdonen por el c mulo de inconveniencias atadas naturalmente a ciers tos procedimientos que traen consigo las posicions caracteristicas que ocupo entre los seres tnicos) Digo esto porque yo -segunda soy evidentement mas débil, de cara y cuerpo mas delgados, por ciert manifestaciones que no declararé por delicadeza, i herentes al sexo, reveladoras de la afirmacién que acabo de hacer: y porque yo -primera voy para ad lante, arrastrando a mi atras, habil en seguirme, y qu me coloca, aunque inversamente, en una situacié ‘algo asi como la de ciertas comunidades religios: que se pasean por los corredores de sus convento: después de las comidas, en dos filas, y dandost ‘siempre las caras -siendo como soy, dos y una. Debo explicar el origen de esta direccion que m colocd en adelante @ la cabeza de yo - ella! fue la tni ca divergencia entre mis opiniones que ahora, y sol ahora, cfeo que me autoriza para hablar de mi comé de nosotras, porque fue el momento aislado en que cada una, cuando estuvo apta para andar, quiso mar por su lado. Ella -adviértase bien: la que hoy es yo -segunda- queria ir, por atavismo sin duda, como todos van, mirando hacia donde van; yo queria hacer lo mismo, ver a donde iba, de lo que se suscité un enérgico perneo, que tenia sélidas bases puesto que estabamos en la posicién de los cuadrupedos, y hasta nos ayudabamos con los brazos de manera que, casi sentadas como estabamos, con aquellos al centro, ofrecimos un conjunto oct6podo, con dos voluntades y -136- len equilibo unos instantes debido 2 la tension de fuerzas contrarias Acabé por venceria, levantandome. fuertemente y arrastrandola, produciéndose entre no- sotras, desde mi triunfo, una superioridad inequivoca de mi parte primera sobre mi segunda y formandose Ja unidad de que he hablado, Pero, no; es preciso sentar una modificacion en mis conceptos, que, ahora caigo en ello, se han desa- froliado asi por liviandad en el razonamiento, Induda- blemente, la explicacion que he pensado dar a poste- riores hechos, puede aplicarse también a lo referido; lo que aclararé perfectamente mi empecinamiento en designarme siempre de la manera en que vengo ha- ciéndolo: yo, y que desbaratara completamente la lasificacién de los teratélogos, que han nominado a casos semejantes como monstruos dobles, y que se empecinan, a su vez, en hablar de éstos como si en cada caso fueran dos seres distintos, en plural, ellos. Los terat6logos solo han atendido a la parte visible que origina una separacién orgénica, aunque en ver- dad los puntos de contacto son infinitos; y no s6lo de contacto, puesto que existen drganos indivisibles que sirven a la vez para la vida de la comunidad aparen- temente establecida. Acaso la hipétesis de la doble personalidad, que me obligé antes a hablar de noso- tras, tenga en este caso un valor parcial debido a que era ése el momento inicial en que iba a definirse el cuerpo directivo de esta vida visiblemente doble y complicada; pero en el fondo no lo tiene. Casi sélo le doy un interés expresivo, de palabras, que establece un contraste comprensible para los espiritus extrafios, y que en vez de ir como prueba de que en un mo- mento dado pudo existir en mi un doble aspecto voliti- vo, viene directamente a comprober que existe dentro de este cuerpo doble un solo motor intelectual que da por resultado una perfecta unicidad en sus actitudes intelectuales, En efecto: en el momento en que estaba apta para andar, y que fue precedido por los chispazos cere- braies “andar”, idea nacida en mis dos cabezas, s- multéneamente, aunque algo confusa por el descono- cimiento préctico del hecho y que tendia sdlo a la -137- imitacion de un fendmeno percibido en los demas) Surgié en mi primer cerebro el mandato “Ir adelante’y Ir adelante’ se perfilo claro también en mi segundo cerebro y las partes correspondientes de mi cuerpo obedecieron a la sugestion cerebral que tentaba un desprendimiento, una separacién de miembros. Este intento fue anulado por la superioridad fisica de you primera sobre yo-segunda y origind el aspecto anali- zado. He aqui ia verdadera razén que apoya mi unicie dad. Si los mandatos cerebrales hubieran sido: “In adelante” e ‘Ir atras’, entonces si no existiria duda ale guna acerca de mi duelidad, de le diferencia absolutal entre los procesos formativos de.la idea de movie miento; pero esa igualdad anotada me coloca en él justo termino de apreciacién. Cuanto a la particulari- dad de que hayan existido en mi dos partes constituti vas que obedecieron a dos érganos independientes, no le doy sino el valor circunstancial que tiene, puesto que he desdefiado ya el criterio superficial que, de acuerdo con otros casos, me da una constitucién plu Tal. Desde ese momento yo-primera, como superior, ordeno los actos, que son cumplidos sin réplica por yo-segunda, En el momento de una determinacién o {de un pensamiento, éstos surgen a la vez en mis dos cerebros; por ejemplo “Voy a pasear’, y yo-primera Soy quien dirige el paseo y recojo con prioridad todat las sensaciones presentadas ante mi, sensaciones que comunico inmediatamente 2 yo-segunda. Igual sucede con las sensaciones recibidas por esta otra parte de mi ser De manera que, al revés de lo que considero que sucede con los demas hombres, siem= re tengo yo una comprension, una recepcién dobl de los objetos. Les veo, casi a la ‘vez, por dos lados - ‘cuando estoy en movimiento- y con respecto a lo in- mavil, me es facil darme cuenta perfecta de.su inmo- vilidad con sélo apresurar el paso de manera que yo- segunda contemple casi al mismo tiempo el objeto inmévil, Si se trata de un paisaje, lo miro, sin mover- me, de uno y otro lado, obteniendo asi la mas com- pleta recepcion de él, en todos sus aspectos. Yo no '5€ [0 que seria de mi de estar constituida como la mayoria de los hombres; creo que me voiveria loca, Porque cuando cierro los ojos de yo-segunda o los de -primera, tengo la sensacion de que la parte del je que no veo se mueve, salta, se viene contra iy espero que al abrir los ojos lo encontraré total imente cambiado. Ademas, la vision lateral me anona- a: Sera como ver la vida por un huequito Ya he dicho que mis pensamientos generales y jliciones aparecen simultaneamente en mis dos artes; cuando se trata de actos, de ejecucién de jandatos, mi cerebro segundo calla, deja de estar en tividad, esperando la determinacion del primero, de Imanera que se encuentra en condiciones idénticas @ 9s de la garrafa vacia que hemos de llenar de agua o papel blanco donde hemos de escribir. Pero en ertos casos, especialmente cuando se trata de re- cuerdos, mis’ cerebros ejercen funciones indepen- dientes, Ia mayor parte alternativas, y que siempre estan determinadas, para la intensidad de aquéllos, or la prioridad en la recepcidn de las imagenes. En ooasiones estoy meditando acerca de tal o cual punto llega un momento en que me urge un recuerdo, que ‘seguramente, un rinoén oscuro en nuestras evocacio- es es lo que mas martiriza nuestra vida intelectiva, y, sin haber evocado mi desequilibrio, s6lo por mi dete- imiento vacilante en la asociacién de ideas que sigo, i boca posterior contesta en alta voz, iluminando la gscuridad repentina, Si se ha tratado de un sujeto bo- ‘r0s0, por ejemplo, a quien he visto alguna vez, mi ‘boca de ella contesta, mas o menos: “Ah! El sefior ler, aquel aleman con quien me encontré en casa le los Sanchez y que explicaba con entusiasmo el pa- alelogramo de las fuerzas aplicado a los choques de jehiculos” ko que ha hecho afimar a mis espectadores que "existe en mi la dualidad que he-refutado, ha sido princi- palmente, la propiedad que tengo de poder mantener onversacion ya Sea por uno u otfo lado. Les ha engafia- jo es0 del /ado. Si alguno se dirige mi parte posterior, le testo siempre con mi parte posterior, por educacién y ‘comodidad:; fo mismo sucede con la otra. Y mientras, la 138- -139- parte aparentemente pasiva trabaja igual que la activa con el pensamiento, Cuando se dirigen a la vez a mis da lados, casi nunca hablo por éstos a la vez también, au que me es posible debido a mi doble recepcion; me cuid mucho de probables vacilaciones y no podria desarroll dos pensamientos hondos, simulténeamente. La posibi dad a que me refiero sdlo tiene que ver con los casos ef que se trate de sensaciones y recuerdos, en los que @} pperimento una especie de separacion de mi misma, parable con la de aquellos hombres que pueden con Sar y escribir a la vez cosas distintas, Todo esto no quia decir, pues, que yo sea dos. Las emociones, las sen: ciones, los esfuerzos intelectivos de yo-segunda son Id de yo-primera; lo mismo inversamente, Hay entre mi primera vez que se ha escrito bien entre mi- un centro donde afiuyen y de donde refluyen todo el cumulo de némenos espirituales, 0 materiales desconocidos, o ani micos, 0 como se quiera \Verdaderamente, no sé cémo explicar la existeng de este centro, su posicién en mi organismo y, en g neral, todo !o relacionado con mi psicologia o'mi m tafisica, aunque esta palabra creo ha sido suprimi completamente, por ahora, del lenguaje filoséfice Esta dificultad, que de seguro no sera allanada p nadie, sé que me va a traer el calificativo de deseq librada porque a pesar de la distancia domina tod: la ingenua filosofia cartesiana, que pretende que escuchar la verdad basta poner atencién a las ide claras que cada uno tiene dentro de si, segun mas menos lo explica cierto caballero francés*; pero cor ‘me importapoco fa opinién errada de los demas, tel lenguaie filoséfico: efectivamente tanto el postvsmmo, que se it puso durante la Revolucion Industrial, como el mars, el hist (smo y el vtaleme rechazan cuaiquer instancia metaisica 2 _.x.cabellero francés: alusin a Descartes, figsoo francis (1595-168 poses en sims una sere ds prnopos © concepos prmeres ap {dels cuales Se deducen todos los conocmientos pasties. Coma Fiala la protagonista aun después del empismo, el postivsmo y Dlenw euje det marina, en muchas mentes(y en expec cn ao Fainettucnal) denominan las eas catesianas, que -en timo ‘no vienn foment los prejuiios, -140- Igo que decir lo que comprendo y lo.que no compren- ido de mi misma. ‘Ahora es necesario que apresure un poco esta na- fracion, yendo alos hechos y dejando el especular para mas tarde. Unos pocos detalles acerca de mis padres, que fueron individuos ricos y por consiguiente nobles’, bastard para aclarar el misterio de mi origen: mi ma- idre eta muy dada a lecturas pemiciosas y general mente novelescas; parece ser que después de mi oncepcion su marido y mi padre viajo por motives de. isalud. En el interin, un su amigo, médico, entablé es- echas relaciones con mi madre, claro que de honra~ de amistad, y como fa pobrecilla estaba tan sola y burrida, éste su amigo tenia que distraeria y la dis- italia con unos cuentos extrafios que parece que im- ;presionaron la maternidad de mi madre. A los cuentos fiddase el examen de unas cuantas estampas que el, édico la llevaba; de esas peligrosas estampas que dibujan algunos sefiores en estos ultimos tiempos, dislocadas, absurdas, y que mientras ellos creen que sn sensacion de movimiento, s6lo sitven para impre- ‘sjonar a las sencillas sefioras, que creen que existen fn realidad mujeres como las dibujadas, con todo su, desequilibrio de musculos, estrabismo de ojos y mas. jcuras, No son raros los casos en que los hijos pa- gan estas inclinaciones de los padres: una sefora smiga mia fue madre de un gato. Ventajosamente, procuraré que mis relaciones no sean leidas por se- joras que puedan estar en peligro de impresionarse y asi estaré segura de no ser nunca causa de una re- peticion humana de mi caso. Pues, sucedié con mi adre que, en cierto modo ayudada por aquel sefior \édico, llegé a creer tanto en la existencia de indivi- tices y por consiguiente nobles: conviene subrayar la im- Portancia critica de este comentario, ya que la relacion que la arradora establece entre fa riqueza y la nobleza viene dada or un tino de sociedad altamente jerarquizada y con prejuicos Faciales. Por otra parte, si entendemes por nobles hontados (Genera, nada mas lejann da astas evalidades que el comm Portamiento hipécita y egoista que muestran sus padres hacia le protagonista 144- duos extrafios que poco a poco Ilegé a figurarse fendmeno del que soy retrato, con el que se entre nla a veces, mirandolo, y se horrorizaba las mas. esos momentos gritaba y se le ponian los pelos Punta (Todo esto se lo he oido después a ella mist en unos enormes interrogatorios que la hicieron meédico, él comisario y el obispo, quien naturalmer necesitaba conocer los antecedentes del suceso p poder darle la absolucién). Naci mas o menos dent del periodo normal, aunque no aseguro que fuer normales los sufrimientos por que tuvo que pasar Pobre madre, no s6lo durante el trance sino despu Porque apenas me vieron, horrorizados, el médico y) ayudante, se lo contaron a mi padre, y éste, encoley zado, la insulté y la peg6, tal vez con la misma ju cla, mas 0 menos, que la que asiste a algunos dos que maltratan a sus mujeres porque les diet una hija en vez de un varén como querian. Madre me tenia una cierta compasion insultar para mi, que era tan hija suya como podia haberio do una tipa igual a todas, de esas que nacen para cer pucheritos con la boca, zapatear y coquetear. P dre, cuando me encontraba sola, me daba de punt piés y corria; yo era capaz de matario al ver que, mi llantos, era de los primeros en ir a mi lado; acl ciandome uno de los brazos, me preguntaba, con voz hipécrita: “Qué es lo que te ha pasado, hijita’ me callaba, no sé bien por qué; pero una vez no pud ya soportario y le contesté, queriendo latiguearie co mirabia: "Tu me pateaste en este momento y corrist hipécrita’. Pero como mi padre era un hombre serio, aparentaba delante de todos quererme, y le habi visto entrar sorprendido, y, por ultimo, merecia m: crédito que yo, todos me miraron, abriendo mucho boca y se vieron después las caras; un moment despues, al retirarse, of que mi padre dijo en voz bai “Tendremos que mandar a esta pobre nifia al Hospi Cio; yo desconfio de que esté bien de la cabeza; doctor me ha manifestado también sus dudas. ramba, caramba, qué desgracia’. Al oir esto, quedt absorta, No me daba cuenta de lo que podia ser un Hospi- , pero por el sentido de la frase comprendi que se faba de algin lugar donde se recluiria a los locos idea de separarme de mis padres no era para mi ja dolorosa, la habria aceptado mas bien con pla- fer, ya que contaba con el odio del uno y la compa- on de [a otra, que tal vez no era lo menos Pero co- jo no conocia el Hospicio, no sabia qué era lo prefe- ple; éste se me presentaba algunas veces como jenazador, cuando encontraba en mi casa alguna gomodidad o algun carifio entre los criados, que ha- jan que tomara ese ambiente como mio; pero en ptras, ante la cara contraida de mi madre o una mira- ja envenenada de mi padre, deseaba ardientemente ji de aquella casa que me era tan hostil, Habria jalecido en mi este deseo de no haber sorprendi- jo una tarde entre los criados una conversacién en la Je Se me compadecia, diciéndome a cada momento brecita’ y en la que descubri ademas algunos es- pantables procedimientos de los guardianes de aque- casa, agrandados, sin duda, extraordinariamente, or la imaginacién encogida y servil de los que habla- an. Los criados siempre estén listos a figurarse las as mas inverosimiles e imposibles. Decian que a jados los locos les azotaban, les bafiaban con agua helada, les colgaban de los dedos de los pies, por tres dias, en el vacio; lo que acabé por sobrecogerme. Fui jo mas pronto que pude donde mi padre, a quien en- gontré discutiendo en alta voz con su mujer, y me pu- € a llorar delante de él, diciéndole que seguramente e habia equivocado el otro dia y que debia de haber ido otro el que me habia maltratado, que yo le ama- y respetaba mucho y que me perdonase. Si lo ha- ‘bria podido hacer, me hubiera arrodillado de buena jana para pedirselo, porque habia alcanzado a ob- var que las suplicas, los lamentos y alguna que otra tonteria, adquieren un caracter mas grave y en- temecedor en esa dificil posicion; hombres y mujeres pudieran dar lo que se les pida, si se lo hace arrodi- llados, porque parece que esta actitud elevara a los “142 -143- jarse una idea perfecta del mueblecito aquél, an- , alargado, con brazos opuestos, y que parece que faltara algo. Ese algo soy yo que, al sentarme, lleno vacio que la idea ‘silla" tal como esta formada vul- mente habia motivado en “mi sill’: el respaldo, se lo he puesto yo y que no podia tenerlo antes que precisamente, casi siempre, la condicién sencial para que un mueble mio sea mueble en el rebro de los demas, es que forme yo parte de ese jjeto que me sirve y que no puede tener en ningtin mento vida integra e independiente. Casi lo mismo sucede con las mesas de trabajo. is mesas de trabajo dan media vuelta -no activa nte, se entiende, sino pasivamente-; asi que su li- a m&xima es casi una semicircunferencia, algo chatada en sus partes opuestas: quiero decir que ne la forma de una bala, perfilada, cuyo extremo interior es una semicircunferencia. Una sintetizacion fe la mitad del Mar Adriatico, hacia el gotfo de Vene- , creo que seria también sumamente parecida a la ma exterior de las tablas de mis mesas. El centro ta recortado y vacio, en la misma forma que la ya jescrita, de manera que alli puedo entrar yo y mi sila, tener mesa por ambos lados. Ciaro que podia obviar la dificultad de estas invocaciones con sélo tener dos "mesas, entre las cuales me colocaria; pero ha sido un ‘capricho, que tiende a establecer mi unidad exterior magnificamente, ya que nadie puede decir: “Trabaja fen mesas’, sino ‘en una mesa’. Y la posibilidad de que yo trabaje por un solo lado me pone en desequili- brio: no podria dejar vacio el frente de mi otro lado. Esto seria la dureza de coraz6n de una madre que teniendo un pan lo diera entero a uno de sus dos hi- concedentes 2 una altura igual a la de las santas i genes en los altares, desde donde pueden derr favores sin mengua de su hacienda ni de su int dad. Al oirme, mi padre, no sé por qué me mird) una manera especial, entre furioso y amargado; paré violentamente. Creo que vi humedecerse ojos. Al fin dijo, cogiéndose la cabeza: “Este demot va a acabar por matarme’, y salié sin regresar a Pensé que era ése el tiltimo momento de mi vida aquella casa. Después de poco, oi un ruido extre nario, seguido de movimiento de criados y algu lantos. Me cogieron, y a pesar de mis pataleos levaron a mi dormitorio, donde me encerraron llave, y no volvi a ver mas a mi mas grande enemi Después de aigtin tiempo supe que se habia suicit do, noticia que la recibi con gran alegria puesto vino a comprobar una de las hipétesis duices contrapesaban y hacian balancear mi tranquilidad, oposicion a otras amargas anunciadoras de un c: bio desgraciado en mi vida Cuando tuve 21 afios me separé de mi madre era entonces todavia mujer joven. Ella aparent6 gran dolor, que tal vez habré tenido algo de verdat To, puesto que mi separacién representaba una n Bilsima disminucion de ia fortuna que ela usutu Con lo que me tocd en herencia me he instal muy bien, y como no soy pesimista, de no haber ‘ocurrido la mortal desgracia que conoceréis mas de, no habria desesperado de encontrar un buen tido. Mi instalacion fue de las mas dificies. Necesi una cantidad enorme de muebles especiales. Pero todo lo que tengo, lo que mas me impresiona son k sillas, que tienen algo de inerte y de humano, anch sin respaldo porque soy respaido de mi misma, y q eben servir por uno y otro lado. Me impresionan p yo formo parte del objeto ‘silla"; cuando esta cuando no estoy en ella, nadie que la vea pue Mi tocador es doble: no tengo necesidad de decir mas, pues su uso en esta forma, es claramente com- prensible. La diversidad de mis muebles es causa del gran dolor que siento al no poder ir de visita. Sélo tengo luna amiga que por tenerme con ella algunas veces ha mandado a confeccionar una de mis sillas. Mas, prefi- ~144- “14p- riendo estar sola, se me ve por alll rara vez. No pueda soportar continuamente la situacion absurda en quel debo colocarme, siempre en medio de los visitantes, para que la visita sea de yo-entera. Los otros, para ‘comprender la forma exacta de mi presencia en ung reunién, de sentarme como todos, deberian asistir a una de perfil y pensar-en la curiosidad molestosa de los contertulios. Y este dolor es nada frente a otros. En especial mi ‘amor a los nifios acaba por hacerme llorar. Quisie tener a alguno en mis brazos y hacerle reir con mis gracias. Pero ellos, apenas me acerco, gritan asust dos y corren. Yo, defraudada, me quedo en ademan tragico. Creo que algunos novelistas han descrito es ademan en las escenas tiltimas de sus libros, cuan\ el protagonista, solo, en la ribera (casi nunca si acuerdan del muelle), contempia la separacion barco que se lleva una persona amiga o de la familia mas patético resulta eso cuando quien se va es la n via. En casa de mi amiga de la silla conoci a un cat lero alto y bien formado. Me miraba con especi atencidn. Este caballero debla ser motivo de la mas aguda de mis crisis. Diré pronto que estaba enamorada de él. Y com Unicidad aparecié a la vez en mis lados. Todos los fe- nomenos previos al amor, que aqui ya estarian de mas, fueron apareciendo en ellos idénticamente. Li lucha que se entabié entre mi es con facilidad imagi- nable. El mismo deseo de verlo y hablar con él era sentido por ambas partes, y como esto no era posible, segiin las alternativas, la una tenia celos de Ia otra, No sentia solamente celos, sino también, de parte de mi yo favorecido, un estado manifiesto de insatisfac- cién. Mientras yo-primera hablaba con él, me aguijo- neaba el deseo de yo-segunda, y como yo-primera no Podia dejarlo, ese placer era un placer a medias con el remordimiento de no haber permitido que hablara: con yo-segunda, -146- Las cosas no pasaron de eso porque no era-posi- ble que fueran a mas. Mi amor con un hombre se pre- sentaba de una manera especial. Pensaba yo en la posibilidad de algo més avanzado: un abrazo, un be- 50, y si era en lo primero venia enseguida a mi imagi- itacién la manera cémo podia dar ese abrazo, con los razos de yo-primera, mientras yo-segunda agitaria los suyos 0 los dejaria caer con un gesto inexpresa- ble. Si era un beso, sentia anticipadamente la amar- gura de mi boca de ella. Todos estos pensamientos, que eran de solidari- dad, estaban acompafiados por un odio invencible a mi segunda parte; pero el mismo odio era sentido por ésta contra mi primera. Era una confusion, una mez: cla absurda, que me daba vueltas por el cerebro y me _ vaciaba los sesos. Pero el punto maximo de mis pensamientos, a este respecto, era el mas amargo... Por qué no de- cirlo? Se me ocurrié que alguna vez podia llegar a la satisfaccion de mi deseo. Esta sola enunciacion da una idea clara de los razonamientos que me haria “Quien yo debia satisfacer mi deseo, o mejor su parte de mi deseo? 2En qué forma podia ocurrirseme su satisfaccién? {En qué posicién quedaria mi otra parte ardiente? {Qué haria esa parte, olvidada, congestio- nada por el mismo ataque de pasién, sentido con la misma intensidad, y con el vago estremecimiento de lo satisfecho en medio de lo enorme insatisfecho? Tal vez se entablaria una lucha, como en los coniet Zoe de mi vida. Y venceria yo-primera como mas fuerte, pero al mismo tiempo me venceria a mi misma, Seria sélo un triunfo de prioridad, acompafiado por aquella tortura Y no sélo debia meditar en eso, sino también en la probable actitud de él frente a mi, en mi lucha. Prime- To, Zera posible para él sentir deseo de satisfacer mi deseo? Segundo, cesperaria que una de mis partes se brindase, 0 tendria determinada inclinacion, que haria inutil la guerra de mis yos? Yo-segunda tengo las ojos azules y la cara fina y blanca. Hay duloes sombras de pestafias 147- Yo-primera tal vez soy menos bella. Las mismi facciones son endurecidas por el entrecejo y por f boca imperiosa Pero de esto no podia deducir quién yo seria preferida ‘Mi amor era imposible, mucho mas imposible qué los casos novelados de un joven pobre y oscuro una joven rica y noble. Tal vez habia un pequefio resquicio, pero jera t poco romantico! |Si se pudiera querer a dos! En fin, que no volvi a verlo. Pude dominarme hi ciendo un esfuerzo, Como él tampoco ha hecho pt verme, he pensado después que todas mis inquiet des eran fantasias inittiles. Yo partia del hecho que él me quisiera, y esto, en mis circunstancias ‘Tece un poco absurdo. Nadie puede quererme, porat ‘me han obligado a cargar con éste mi fardo, mi so bra; me han obligado a cargarme mi duplicacién. ~ No sé bien si debo rabiar por ella 0 si debo el giarla, Al sentirme otra; al ver cosas que los hom! sin duda no pueden ver, al sufrir la influencia y el fur cionamiento de un mecanismo complicado que no posible que alguien conozca fuera de mi, creo que do esto es admirable y que soy para los medi ‘como un pequefio dios. Pero ciertas exigencias de vida en comun que irremediablemente tengo que Il - var y ciertas pasiones muy humanas que la natural Za, al organizarme asi, debid légicamente suprimir modificar, han hecho que mas continuamente pien: ‘en lo contrario, Naturalmente, esta organizacién distinta, trayén- dome usos distintos, me ha obligado a aislarme por completo. A fuerza de costumbre y de so} esta contrariedad, no siento absolutamente el princi pio social. Olvidando todas mis inquietudes me he h cho una solitaria. Hace mas 0 menos un mes, he sentido una insi tente comezén en mis labios de ella. Luego apare una manchita blancuzca, en el mismo sitio, que mi tarde se convirtié en violdcea; se aarandé, irritindo y Sangrando, -148- fen mis labios. mis labios! Mis labios estan aqui, adelante; puedo ha- biar libremente con ellos. dolores de esos otros labios? Esta dualidad y esta Unicidad al fin van a matarme. Una de mis partes en- yenena al todo. Esa llaga que se abre como una rosa y cuya sangre es absorbida por migndose todo mi organismo. Desde que naci he te- nido algo especial; he llevado en mi sangre gérmenes nocivos. estas cuatro piemas, los labios? Ha venido el médico y me ha hablado de prolifera- Icion de células, de neo-formaciones. En fin, algo va- Igo, Pero que yo comprendo. El pobre habria querido jo impresionarme. .Qué me importa eso a mi, con la vida que llevo? Sino fuera por esos dolores insistentes que siento En mis labios... bueno, jpero no son LY cémo es que siento los tro vientre ir& Co- ‘Seguramente debo tener una sola alma... Pero si después de muerta, mi alma va a ser asi como mi cuerpo... jCémo quisiera no morir! 2Y este cuerpo inverosimil, estas dos cabezas, ta proliferacion reventada de iutl -149-

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