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Gustavo Adolfo BÉCQUER (1836-1870): Rimas.

Las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836 - Madrid, 1870) fueron publicadas póstumamente por sus amigos con el
nombre de Libro de los gorriones, conjunto de 76 poemas que le dieron al autor el reconocimiento que no tuvo en vida. Las Rimas
poseen características románticas, tales como el idealismo, el individualismo (Yo soy nieve en las cumbres, / soy fuego en las
arenas, / azul onda en los mares / y espuma en las riberas, rima III), la exaltación del sentimiento y la subjetividad, o el gusto por una
vida vivida con pasión y libre de ataduras (cruzo el mundo, sin pensar / de dónde vengo ni a dónde / mis pasos me llevarán, rima II),
pero no coinciden del todo con la temática y la estética de la poesía, por ejemplo, de Espronceda: se trata de poemas amorosos
breves, de un lirismo íntimo y delicado, profundo y auténtico, atemporal, escritos con un lenguaje sencillo. Además, el Romanticismo
pierde fuerza desde 1850, cuando Bécquer apenas tiene 15 años. Por ello podemos decir que Bécquer es un autor posromántico.

Las Rimas comienzan abordando el tema


de la creación poética. Después exploran parte II (rimas IX-XXIX): XXIV
la pasión y la relación amorosa, primero El amor, visto con alegría y esperanza. Dos rojas lenguas de fuego
de manera vitalista y positiva, después de que a un mismo tronco enlazadas
manera pesimista y negativa. Finalmente, XVII se aproximan y al besarse
los últimos poemas, de tono muy sombrío, Hoy la tierra y los cielos me sonríen; forman una sola llama;
hablan de la soledad y la muerte. hoy llega al fondo de mi alma el sol; dos notas que del laúd
hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado... a un tiempo la mano arranca
parte I (rimas I-VIII): ¡Hoy creo en Dios! y en el espacio se encuentran
La poesía y la inspiración. y armoniosas se abrazan;
XXI dos olas que vienen juntas
podrá no haber poetas; pero siempre a morir sobre una playa
habrá poesía. (IV) -¿Qué es poesía? -dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul-. y que al romper se coronan
[...] con un penacho de plata;
Mientras haya unos ojos que reflejen ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú. dos jirones de vapor
los ojos que los miran; que del lago se levantan
mientras responda el labio suspirando y al juntarse allí en el cielo
al labio que suspira; XXIII
forman una nube blanca:
mientras sentirse puedan en un beso Por una mirada, un mundo;
dos ideas que al par brotan,
dos almas confundidas; Por una sonrisa, un cielo;
dos besos que a un tiempo estallan,
mientras exista una mujer hermosa por un beso... ¡yo no sé
dos ecos que se confunden...:
¡habrá poesía! qué te diera por un beso!
eso son nuestras dos almas.

parte III (rimas XXX-LV): El desengaño y la frustración amorosa.

XXX XXXVIII LIII


Asomaba a sus ojos una lágrima Los suspiros son aire y van al aire. Volverán las oscuras golondrinas
y a mi labio una frase de perdón; Las lágrimas son agua y van al mar. en tu balcón sus nidos a colgar,
habló el orgullo y se enjugó su llanto Dime, mujer: cuando el amor se olvida, y otra vez con el ala a sus cristales
y la frase en mis labios expiró. ¿sabes tú adónde va? jugando llamarán;
Yo voy por un camino, ella por otro; pero aquellas que el vuelo refrenaban
pero al pensar en nuestro mutuo amor, XLI tu hermosura y mi dicha al contemplar,
yo digo aún: «¿Por qué callé aquel día?» Tú eras el huracán y yo la alta aquellas que aprendieron nuestros nombres,
Y ella dirá: «¿Por qué no lloré yo?» torre que desafía su poder: ésas... ¡no volverán!
¡tenías que estrellarte o abatirme!... Volverán las tupidas madreselvas
XXXI ¡No pudo ser! de tu jardín las tapias a escalar,
Nuestra pasión fue un trágico sainete Tú eras el Océano y yo la enhiesta y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
en cuya absurda fábula roca que firme aguarda su vaivén sus flores se abrirán;
lo cómico y lo grave confundidos ¡tenías que romperte o que arrancarme!... pero aquellas cuajadas de rocío,
risas y llanto arrancan. ¡No pudo ser! cuyas gotas mirábamos temblar
Pero fue lo peor de aquella historia hermosa tú, yo altivo; acostumbrados y caer, como lágrimas del día...
que, al fin de la jornada, uno a arrollar, el otro a no ceder; ésas... ¡no volverán!
a ella tocaron lágrimas y risas la senda estrecha, inevitable el choque... Volverán del amor en tus oídos
¡y a mí sólo las lágrimas! ¡No pudo ser! las palabras ardientes a sonar;
XLIV tu corazón de su profundo sueño
XXXV [...] tal vez despertará;
¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día ¡Llora! No te avergüences pero mudo y absorto y de rodillas,
me admiró tu cariño mucho más, de confesar que me quisiste un poco. como se adora a Dios ante su altar,
porque lo que hay en mí que vale algo, ¡Llora! Nadie nos mira. como yo te he querido... desengáñate,
eso... ¡ni lo pudiste sospechar! Ya ves; yo soy un hombre... ¡y también lloro! ¡así no te querrán!

parte IV (rimas LVI-LXXVI): La vida sin sentido, el paso del tiempo, la soledad y la muerte.
LXIX
LVI LXVI Al brillar un relámpago nacemos
Hoy como ayer, mañana como hoy, ¿Adónde voy? [...] y aun dura su fulgor cuando morimos:
¡y siempre igual! En donde esté una piedra solitaria ¡tan corto es el vivir!
un cielo gris, un horizonte eterno, sin inscripción alguna, La gloria y el amor tras que corremos
¡y andar... andar! donde habite el olvido, sombras de un sueño son que perseguimos:
[...] allí estará mi tumba. ¡despertar es morir!

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