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Facultad de Teología

de las Asambleas de Dios

Profesor: Hugo Peraza


Materia: Hermenéutica y Exegesis
Presentado por: Rosa Marte. V-10479.445

CONTEXTO HISTORICO-CULTURAL DE LA
CARTA A LOS COLOSENSES

En cuanto a su autor, la Carta a los colosenses indica claramente que Pablo fue el
escritor de esta carta, ahora bien desde el nacimiento de Pablo hasta su aparición en
Jerusalén como perseguidor de los cristianos hay poca información sobre su vida. En Ro.
11.1; Fil. 3.5 y Hch. 23.6 lo refieren a la tribu de Benjamín y como miembro celoso del
partido de los fariseos, nacido en Tarso como ciudadano romano según Hch. 16.37; 21.39;
22.25ss.
Jerónimo cita una tradición según la cual los antepasados de Pablo eran oriundos de
Galilea. No se sabe a ciencia cierta si emigraron a Tarso por razones comerciales o si
fueron ubicados allí como colonos por algún gobernante sirio. El que fuesen ciudadanos
sugiere que habían residido allí durante bastante tiempo.
Según Sir William Ramsay y otros han demostrado que Tarso era, indudablemente,
“una ciudad no insignificante”. Era un centro de cultura, por lo que vinculan a Pablo con
diversas filosofías y cultos religiosos griego durante su juventud. Mientras que Van Unnik
ha cuestionado esta suposición y sostiene que los textos pertinentes (Hch. 22.3; 26.4s)
ubican a Pablo en Jerusalén desde que fue niño pequeño; Hch. 22.3 se ha de leer en
secuencia: (i) nacido en Tarso; (ii) criado sobre las rodillas de su madre (anatethrammenos)
en esta ciudad; (iii) educado a los pies de Raban *Gamaliel el viejo. Siendo “joven” (Hch.
7.58; Gá. 1.13s; 1 Co. 15.9) a Pablo se le dio autoridad oficial para dirigir la persecución de
los cristianos, y como miembro del consejo de una sinagoga o del sanedrín “di mi voto” en
contra de ellos (Hch. 26.10). A la luz de la educación de Pablo, y de la prominencia que
adquirió tempranamente, podemos suponer que su familia era de ciertos medios, y de
posición prominente; el acceso que su sobrino tuvo a los líderes de Jerusalén concuerda con
esta impresión (Hch. 23.16, 20).
En cuanto a la aspecto los relatos canónicos sugieren solamente que no se destacaba
(1 Co. 2.3s; 2 Co. 10.10). Una descripción más descriptiva, aparece en la literatura apócrifa
Hechos de Pablo que dice: “Y vio venir a Pablo, hombre de pequeña estatura, cabello ralo,
piernas torcidas, buen estado físico, cejas unidas, nariz más bien aguileña, lleno de gracia:
porque algunas veces se lo veía como un hombre, y otras tenía el rostro de un ángel.”
En cuanto a su conversión y ministerio, su experiencia en torno al martirio de
Esteban (Hch. 8.1) tienen que haber hecho un impacto en él. La pregunta del Jesús
glorificado en Hch. 26.14 lo hace suponer. El resultado del encuentro de Pablo con el Cristo
resucitado ofrece amplia certidumbre de que se trataba de la experiencia de una mente sana;
y puede interpretarse adecuadamente, como en efecto lo interpreta Lucas, solamente como
un acto milagroso, que transformó al enemigo de Cristo en su apóstol. Los tres relatos de
Hch. (caps. 9, 22, 26) dan testimonio no solamente de la significación de la conversión de
Pablo sino también, en su importancia esencial para la Cristología de Pablo y para su
propia interpretación de su ministerio a los gentiles.
Realiza 3 viajes misioneros con la finalidad de predicar el evangelio a los gentiles,
para lo cual había sido llamado (Gal. 1:11)

En cuanto a la circunstancia u ocasión que motivó la Carta fue escrita por la


situación del esclavo fugitivo de Filemón, a quien le escribe para informarle que Onésimo
se había convertido y que lo iba a enviar devuelta con Tiquico a Colosas (Flm 7-21) en
segundo lugar aprovechar esta circunstancia para escribir a toda la iglesia en Colosas ya
que Epafras le había llevado a Pablo un informe respecto a dicha iglesia, que incluía
muchas cosas alentadoras (1.4–8), pero también, aparentemente, noticias inquietantes
referentes a las falsas enseñanzas que amenazaban con separar a sus miembros de la verdad
que les había sido predicada, es por ello que se observa el estilo con la cual le escribe el
apóstol.

En su contexto histórico y cultural se puede apreciar que Colosas era una ciudad de
Frigia en la provincia romana de Asia, situada, al igual que Hierápolis y Laodicea, en el
valle del río Lico. Su primitiva importancia había disminuido y se acentúa por el desastroso
terremoto del año 60 después de la era cristiana. La iglesia de Colosas no fue fundada por
Pablo, ni la había visitado cuando escribió esta carta (1.4, 7–9; 2.1). En su segundo viaje
misionero pasó al norte del valle del Lico (Hch. 16.6–8). En su tercer viaje misionero Éfeso
fue durante tres años el centro de sus actividades (Hch. 19.1–20; 20.31), y lo más probable
es que en ese momento el evangelio haya llegado a Colosas por intermedio de Epafras, que
era oriundo de dicha ciudad (1.7; 4.12). Casi todos los cristianos allí eran gentiles (1.26;
2.13), pero desde los tiempos de Antíoco el Grande había numerosas e influyentes
comunidades de judíos en la zona.

Los versículos 4.3, 10 y 18 indican que Colosenses fue escrita desde la prisión. Se
han considerado seriamente tres posibles lugares desde donde pudo haber escrito Pablo su
carta. 1. Éfeso. El cual es el argumento más concreto a favor de este parecer y lo constituye
la afirmación en el prólogo marcionita a Colosenses del siglos II. 2. Cesárea. Se han
presentado una cantidad de argumentos en favor de Cesárea. Bo Reicke sostiene este punto
de vista basándose en el terremoto mencionando anteriormente, pero el encarcelamiento de
Pablo en Roma probablemente comenzó antes del año en que dicho terremoto causó tantas
víctimas en el valle del Lico. Es improbable que todos los que se mencionan en el capítulo
4 estuviesen con el apóstol en la cárcel de Cesárea. 3. Roma. No se ha ofrecido ninguna
oposición al origen romano de la carta que no se haya resuelto adecuadamente. El mejor
lugar hacia el cual podía dirigirse el fugitivo Onésimo era indudablemente Roma, y el
contenido de la carta y las referencias personales en la misma parecerían estar más en
consonancia con la prisión de Pablo en Roma que en cualquier otro lugar. Por lo tanto, la
fecha 60 después de la era cristiana parecería la más probable.

Estaban siendo irrumpidos por las falsas enseñanzas, por lo que la carta deja
entrever que: en primer lugar Daban importancia al “culto a los ángeles”,(2:18) y otras
referencias a la relación de la creación espiritual con Cristo (1.16, 20; 2.15). En segundo
lugar de daban mayor importancia al cumplimiento de cosas externas, tales como fiestas y
ayunos, lunas nuevas y días de reposo (2.16s), y posiblemente, también, la circuncisión
(2.11). Invocándolas con orgullo como el verdadero camino de la disciplina personal y la
sujeción de la carne (2.20ss) y en tercer lugar, los falsos maestros se jactaban de poseer
una filosofía superior, cosa que se observa claramente leyendo 2.4, 8, 18. Es posible que
Pablo, al utilizar con frecuencia los términos “conocimiento” (gnoµsis y epignoµsis),
“sabiduría” (sofia), “entendimiento” (synesis y “misterio” (mysteµrion), estaba
combatiendo dicha perspectiva.

Algunos críticos como Hort y Peake han sostenido que la enseñanza judaica podía dar
razón adecuadamente de todos estos elementos. Para Lightfoot las falsas enseñanzas
provenían de los esenios, y sostiene esta posición ya que en la actualidad hay información
acerca de la secta vinculada con los rollos del mar Muerto que se asemejaba a los esenios,
aunque es poco conocida la presencia de sectas de este tipo en el valle del Lico en el siglos
I después de la era cristiana. Otros han establecido una relación entre la herejía de Colosas
y una de las escuelas gnósticas que han llegado a nuestro conocimiento a través de
escritores del siglos II. Aunque no es de marcada precisión. En esos tiempos prevalecía el
sincretismo en la religión y en la filosofía.

Por lo antes mencionado, el Apóstol Pablo escribe la carta para hacerles ver sus
errores y les explica que se trata de una humildad equivocada, por lo que les escribe a los
Colosenses, que Cristo es creador y Señor de todas las cosas en el cielo y en la tierra, y
vencedor de todos los poderes del mal (1.15ss; 2.9ss). Toda la plenitud (pleµroµma) de la
deidad está en Cristo. Que el camino de la santidad no se alcanza por la vía de un
ascetismo que sólo promueve el orgullo espiritual, ni por los esfuerzos propios de dominar
las pasiones, sino vistiéndonos de Cristo, poniendo sus afectos solamente en él, y
eliminando de esta manera todo lo que sea contrario a su voluntad (2.20ss; 3.1ss). y por
último, les deja claro que la verdadera sabiduría no es una filosofía humana (2.8), sino el
*“misterio” (secreto revelado) de Dios en Cristo, quien mora en aquellos que le reciben
(1.27), sin distinción de personas (3.10s).

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