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Michel Serres, nacido en 1930, es profesor de filosofia y de historia de las ciencias en la Universidad de Paris-I, Ex-ma- tino, se interes6 inicialmente por las matemiéticas y la filo- sofia, pero también por la pintura y la literatura, Su obra, ‘muy original por su variedad y por un tono en el que s¢ mezclan ia teoria, el ensayo y la poesia, se articula en torno una idea central: la busqueda de la vineulacién de_ las ciencias exactas con las ciencias humanas. Es autor de: Le systdme de Leibniz et ses modéles ma- ‘thématiques (PUR, 1968); Hermes (Minuit, cinco volimenes euya publieacién se escalona entre 1969’ y 1980); Estheti- ques. Sur Carpaccio (Hermann, 1975); Feux et signaux de brume. Zola (Grasset, 1975); Le Parasite (Grasset, 1980); Genése (Grasset, 1982) Mapas marinos Hace veinte aftos, los pescadores de altura debian presentar a revisién un lote completo de cartas mari- nas y sus instrumentos de navegacién en buenas con- diciones. Bra cuestién de seguridad, como se dice ac- Baler gga fe sta obleacién se miata hoy. En todo calf debe ir acompafada de molestias miiltiples, dado que el parasitismo administrative ha crecido desaforadamente. En una ocasién, los instrumentos aparecieron en demasiado buen estado ante los ojos del inspector. Los mapas virgenes, blancos, nuevos, estaban espl didamente colocados, sin ningiin pliegue, en un gran armario con estanterias, recién pintado y cuya lave, que costé un poco encontrar, iba un poco dura por haberse oxidado. Toda la técnica necesaria desapare- cia bajo Ia cap de pintura. Todo era muy aparente. Todo el bareo estaba limpio y repintado, por los capri- chos de la ley, como suele cuidarse una bandera, para que se vea: pabellén alto. La bandera, naturalmente, solo sirve para eso. Ustedes no usan nunca nada de esto, exclamé, bruscamente, el hombre del control. El hombre de 84 / DOCE LECCIONES DE FILOSOFIA mar perdié el dominio de si y empez6 a moverse, apo- yandose alternativamente en una y otra pierna, vaci- lante. El primero sonrid, querfa saber, prometié que ‘no impondria sanciones. {Cémo se las arreglan para encontrar Murmansk o Terranova en la temporada del bacalao? Hizo falta tiempo, hubo que sentarse, abrir alguna vieja botella, setvir unos vasos, hablar primero largamente de Ios nifios, porque los barcos de alta mar no se rinden en seguida. Siempre hay que parlamentar antes de empezar a hablar. Veamos, ,cémo se lo ha- cen ustedes? Imaginese un campo sin mojones indicadores. ¢Acaso algén campesino se equivocaria al ir a visitar Ja granja de al tado? Gira a la izquierda al final del bos- quecillo verde, va recto hasta el nogal, desciende por el muro de piedra, y ahi abajo, al fondo de la hondo- nada, ve el tejado rojizo del vecino easi oculto bajo los cedros. La pregunta ni se plantea. Se aprenden las respuestas al mismo tiempo que se aprende a caminar, a hablar, o a ver. Asi iban a San Pedro: se avanza hacia el sol de poniente mientras flote alguna alga, se gira hacia la izquierda, un poco, cuando todo se vuelve muy azul, no puiede haber error, allf estan los parajes preferidos por las marsoplas, luego viene una fuerte corriente Constante que lleva hacia el norte, més adelante el viento que sopla por bajo, a rafagas, después el oleaje corto, el lugar donde se cruza la ruta de los grandes cofres, entonces aparece el primer gran banco, alli, ‘ajo el viento. El capitan no paraba de hablar, Io habria dicho todo, hasta bien entrada la noche. ¥ lo que decia, lo que vefa desde su adolescencia, lo que él veia trans- formarse a medida que él pasaba, lo que en verdad, no habia aprendido de boca de nadie, porque sus dos VIL. REALIDADES / 85 patronos sucesivos no soltaban palabra en todo el santo dia, sino que senalaban con la mano, a veces, en el momento de virar o de cambiar de orientacién, todo lo que voleaba de golpe, ante la mesa y sobre el man- tel de encaje manchado de ron, esa superficie de la mar rizada, tan diferenciada como nuestras vias bajo los perales, toda su descripcion de detalles decisivos, colores, peces, cielo, viento, oleaje, si, todo aquello era exactamente una enciclopedia, una enciclopedia sumergida, como la catedral. Aquel dia vi morir un saber. Of morir al empirismo. Ahora escucho su rumor que asciende de las aguas. Donde el viejo sabio s6lo percibia algo monétono, el patrén veia evidentemente un cuerpo estriado, ma tizado, atigrado, abigarrado, rayado, exactamente diferenciado, una superficie donde habia puntos de r ferencia, donde podia situarse claramente a cada ins tante y pese a la niebla; el patron percibia el campo y sus detalles cambiantes en el tiempo: donde el vieio sabio s6lo percibia algo inestable, el patron veia un espacio que cambiaba muy poco Aquel dia me pregunté por qué un saber inspeccio- naba al otro, lo controlaba, tenia poder para sancio- narlo y hacerlo obedecer. Aquel dia of el didlogo mis viejo de la filosofia moderna, el de la raz6n y los sen- tidos, cualquiera que sea el nombre que reciba; pero en él la razon pasaba revista’ al saber mas viejo del mundo y lo echaba a pique. Era el dia de las ultimas confesiones, es decir el tiempo de la etnologia de los vencidos, Con ellas no se hard mas que una novela de moda o una ciencia humanista de éxito en las ciudades universitarias.« 1. Enel original «la raison y arraisonnait», probable juego de palabras que alude a ola raison y a raisonnaite: fa razén 0 Fazo- aba. (N- del 7.) 86 | DOCE LECCIONES DE FILOSOFIA Desde mi primera infancia me ensefiaron que la ciencia puede hacer visible lo invisible. Y de hecho, la carta muestra las profundidades del mar, indica a distancia la roca oculta en la neblina. Los instrumen- tos revisados por el inspector hacen atin mas, anun- cian Ia costa, dibujan el fondo del mar, en rigor le si- tian a uno automdticamente. Todos nos inclinamos ante tales logros, pero ademas hay que inclinarse ante el inspector. ;Por qué? {Por qué la raz6n por si sola | no basta, por qué la razén elige la fuerza para imponer raz6n? {Por qué, sobre todo, convierte a su vez lo vi- sible en invisible? Ese cuerpo surcado por ondas, es- table y cambiante como prados de alta montafia en primavera, y ese espacio reconocible ¢ intrincado, han desaparecido, Si, la superficie de los océanos se ha hundido. Desde mi primera infancia aprendi que los sentidos engafian. No quedaba claro los sentidos de quién, Lo que ye el inspector sobie las altas praderas donde pa- cen las fragatas no e§ nada; la visién de la razén sobre la superficie del mar es totalmente monotona, pero la percepcién del patrén no. Los sentidos raramente se ‘equivocan cuando estén ejercitados, la razén se equi- yoca a menudo cuando no ha seguido un entrena- miento, Estos principios son parecidos para ambas partes, y son muy claros. Los sentidos no engafian. Bl paladar de un fino de- gustador es mas preciso que mil maquinas, el meca- nismo mas delicado es bioldgico, tal o cual érgano de un insecto 0 de una serpiente percibe mezclas a escala molecular. Jamas se juzga cientificamente al empi rismo; gy si se empezara a juzgar empfricamente el racionalismo? La duda sistematica practicada por Descartes no fue s6lo un ejercicio escolar ni una asce- sis solitaria. Fue un inmenso movimiento historico, y VIL, REALIDADES (87 su fuerza se dispersd. Lo visible desapareci6, se di- sipé en lo invisible. Se despreciaron las cualidades, la calidad. Otro invisible se puso ante nuestros ojos. Na- die vio ya el rizo de la mar, todo el mundo buscé lo lejano, lo profundo y los hizo sensibles. Puede decirse que se borr6 lo inmediato. Y el patron bacaladero no pudo decir nada. Asi, los cartégrafos pudieron decir que habjan des- cubierto América, pudieron hacerlo creer y gloriarse de ello, cuando cien pescadores, siguiendo los cami- nos trazados en el mar, habjan estado alli sin procla- marlo_en la historia. El triunfo del verbo escrito fue una catastrofe perceptiva. La edad de la ciencia en- gendr6 iconoclastas al nivel de los sentidos, se des- truy6 totalmente un saber refinado, vecino de la per- cepcién, ‘del que sélo nos han quedado ruinas, vestigios y fosiles. ‘Actualmente estamos suficientemente refinados Por las razones y las ciencias para comprender por fin el alto nivel de finura y de sabio refinamiento que pueden alcanzar los sentidos. ‘Tras siglos de cartas simples, como las del inspector, siglos de cartas vio- lentas que eliminan la percepcidn diferencial del pa- tr6n para sustituirla por un papel blanco sembrado de cifras esporadicas, tracemos la carta inmediata de los précticos locales, dibujemos la escenografia superficial de los mares. ‘Tracemos el dibujo matizado, atigrado, abigarrado, rayado, adamascado, ttin fuertemente diferenciado que nos hard ver la vecindad misma de la visi6n, Yo no habfa visto nunca el mar hasta esa noche en La Rochelle, cuando, tras pasarnos horas escuchando al viejo bacaladero, dejamos el camarote leno de humo, en desorden, y el mantel de encaje constelado de ce- niza, de manchas y salpicaduras. 88 | DOCE LECCIONES DE FILOSOFIA Policia fluvial —Usted bromea. Nunca podremos trazar esa carta. —Ahora mismo diré como, Querria hablarle de mi hermano. —Olvidese de su hermano. Olvide su discurso. Con qué derecho habla usted asi? ¢Tiene algtin ti tulo? {Qué sabe usted de la realidad? —Mi hermano no conoce el mar, sino el rio Ga- rona. Vive de él, con él y en él desde que naci6, con un padre que, un dia, murié junto al rio, tras haber vivido alli cincuenta aftos. {Cree usted que lo conoce’? iene algiin titulo? Sino lo tiene, lo despedi- ran —No lo tiene, pero dia y noche mi hermano esta junto al rio, trabaja en el rio, conoce todos sus cafi zales, sauces y chopos, ha comprobado la situacién de los bancos y ha salvado Ia vida en la corriente impe- tuosa de las crecidas. Digame, {Jo conoce? No, lo despediran de su trabajo y de su vivienda La administracién lo ha decidido. —

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