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De los codigos a los discursos Una aproximacion a los lenguajes contemporances Maria Rosa del Coto Editorial Docencia Teortas semidticas = Pe oe La semi6tica de inspiracién lingiiistica thf pronunciacién de las palabras, la lingtifstica previa a la saussuri; cho en la terminologfa del autor del Curso y de sus seguido giifstica del acto individual” (Barthes, 1972: 18); es decir, del habla, a diferencia de la saussuriana que es una lingiiistica El ejercicio comparativo que empezamos a hacer no didacticos. Lo realiza el propio Saussure, quien, con, entre. b) que los drdenes a los que remiten ambos tipos de fendmenos se oponen entre si. En la propuesta saussuriana esta oposicién acarreard otra: la que ha- bra de dinamizarse entre las dos perspectivas que se encarguen de estu- diarlos y que dardn lugar a las dos ramas que se auguran para la discipli- tos”, los obtenidos en la confrontacién, monta las ci na‘ la lingiifstica estatica o sincrénica y la linguistica diacrénica. (diacronfa/sincronfa; lengua/habla). Es oportuno _ 10 Tal como lo indicado hasta ahora sugiere, las oposiciones cumplen s6lo formula las objeciones que, segtin su punto de una funci6n destacadisima en la teorfa saussuriana. Mas atin si suele afir- gramética tradicional y los trabajos que a fines del si n marse que el fundamento rector de la obra del lingiiista ginebrino es el bi- estudios lingiifsticos cientificos, sino que, paralela narismo €s porque todo en ella reposa en oposiciones; 0, dicho de otro tarios sobre lo que entiende son sus aspectos positi modo, en dualidadades cuyos términos, por oponerse entre st, al tiempo matica tradicional censura el cardcter normativo que operan como dicotomias, son } es decir que, tal centrarse slo en fragmentos de la lengua (porque como) sucede, por ejemplo, con los. antes del signo (significado y sig- litada de “captar las vistas del conjunto”), valori nificante) 0 con los del lenguaje (lengua _se suponen reciproca- e mente. enfoque sea sincrénico. Respecto de la lingiifstica que estaba en su ensefiaba lo que luego se reconocerfa como su Cur ad no tomar en consideraci6n los estados de le1 . parte de una visién nueva de los. n Saussure— limita la validez de sus conclusio arse originalidad provocé como efecto que la borde o més alld de las fronteras de los estudios | Sin emb ciara radicalmente de las que le prece dito de situar- como dijimos, también en el caso de esta corri 0 se ante los fendmenos lingiifsticos no como dijimos, gracias a sus investigaciones se haya vuelto por el binarismo, lo hace ademés y es} clase de fenémenos lingiifsticos: los diacre @lo sustancial, a lo sustantivo, sino dios pasaba totalmente desapercibida. ear enlo Bazaonal, : Ahora bien, lo que Sausurre interpreta com Miiltiples son los pasajes del Cu desempefia un papel importante en su propia cememeene cemutiremos paulssioe privilegie el examen de los fenémenos dia aaa se circunscribe al mrad rre todo lo contrario), sino a causa de que le signo lingiitstico. Al respecto rect : todo “ Re principios estructurantes de su teoria, el del b plea co Denser ei Laue En efecto, para Saussure, el rejuveneci fa ling un nombre sino un concepto y una pende de que esta “tome el punto de vista esté sincr6nico) ¢ 128); y, de inmediato, agrega algo que permite empezar a entender en mitica tradicional, pero (que lo haga) con un : foda su magnitud lo que indicabamos cuando afirmamos que su punto de procedimientos” (Saussure, 1970: 150); un “e Vis asienta en un un rechazo de lo sustancial: “la imagen aciistica no es el sonido material, cosa puramente fisica, sino su huella psiquica” 1970: 128). Saussure, el signo lingiifstico no s6lo es psiquico. El vasto nguas existentes revela que el signo lingiifstico es también Para que estas y otras oposiciones ser tratadas de manera apropiada, conviene tener muy ie el binarismo forma prestar atencién ‘el contrario, sélo a) que ademés de los fenédmenos lin; das los fundamentales, existen los esencial, 18 Teortas semioticas arbitrario, convencional, que el yinculo que relaciona imagen aciistica con concepto, 0, lo que es lo mismo, significante con significado, Nlo res- ponde a ninguna motivacion, a ningtin lazo natural. Esta convencionalidad permite distinguir el signo lingiitstico de otro tipo de signos (Saussure los Hama simbolos) que, aunque muestran cierto grado de convencionalidad, no dejan de manifiestar, al mismo tiempo, una “dosis” de motivacién. Si al “rudimento de vinculo natural entre el significante y el significado” se debe el que la balanza, en tanto que simbolo de la justicia, no pueda “re- emplazarse por otro objeto cualquiera, un carro, por ejemplo” (Saussure, 1970: 131), a la arbitrariedad hay que adjudicarle el hecho de que el con- cepto perro se corresponda, segtin las lenguas, con las imagenes acusticas /perro/, /dog/, /chien/, etc. Ahora bien, sefialar el cardcter convencional del signo implica otor: garle cardcter sistemdtico. De ahi que la propuesta saussuriana no solo deje de lado las sustancias, sino que, simulténeamente y conectado con ello, subraye lo relacional. Veamos ahora cémo esto se pone de relieve En primera instancia tengamos presente que cuando la lingiiistica saussu- riana plantea que se desentiende de los sonidos producidos para centrarse en su huella psiquica esta diciendo que se ocupa de abstracciones —los fonemas— que sélo retienen de los sonidos producidos aquellos elemen tos que permiten que se diferencien unos de otros. Para Saussure “el sig nificante lingiifstico es incorp6reo; (esta) constituido no por su sustanc! material sino tinicamente por las diferencias que separan su imagen acti tica [...] (de las otras.) Lo que importa en la palabra no es el sonido por s mismo, sino las diferencias fonicas que permiten distinguir esas palabras de todas las demas” (Saussure, 1970: 200). Tomemos ahora una de las tantas ocasiones en que en el Curso s° compara la lengua con el ajedrez. Dice Saussure: “si reemplazo unas p zas de madera por otras de marfil, el cambio es indiferente para el siste™ y sus reglas; pero si disminuyo o aumento el ntimero de las piezas, ' cambio afecta profundamente a la ‘gramitica’ del juego” (Saussure, |° 70). De idéntico modo, como se indica en otros fragmentos de la ob’ para que en una lengua en que el subsistema de ntimero comporta ¢l *! gular (uno) y el plural (mas de uno) —tal como sucede con el caste! no— se produjera una transformacién fuerte del sistema no bastat! que uno de los “elementos” que “representan” el plural, digamos “Ia ° cambiara por “la y” o por “la 1”, sino que dejaran de componer el su? tema dos constituyentes para pasar a conformarlo tres 0 cuatro, es que junto al singular, apareciera el dual (dos), y el plural (que, en SY La semiética de inspiraci6n lingiitstica 19 fecto pasaria a tener el valor de mas de dos) o que, ademés del singular, del dual y del plural apareciera el trial (tres), con lo que el plural adquiri- ia el valor de ms de cuatro, Para apreciar en su justa medida lo que hace mas de veinte afios un reconocido tedrico de la posmodernidad, el norteamericano Frederic Ja- meson, denomin6 la tendencia saussuriana a “sustituir las sustancias por Jos valores y las relaciones” (Jameson, 1980; 28), apelaremos a otro de los ejemplos con los que en el Curso se ilustra la formulacién de los concep- tos clave. Se trata del parangén que se establece entre una moneda y un signo lingiiistico. Antes de presentarlo es oportuno sefialar que si Saussure efecttia un paralelismo entre el signo y las piezas del ajedrez, por un lado, y, entre el signo y una moneda, por el otro, es porque advierte una seme- janza fuerte entre los tres elementos. En efecto, las piezas del ajedrez, las monedas y los signos presentan una peculiaridad: son unidades de un sis- tema y, por ello, son valores. Segtin el propio Saussure lo consigna, los valores parecen estar “tegidos por (un) principio parad6jico; [...] estén constituidos: 1° por una cosa desemejante susceptible de ser trocada por otra cuyo valor est4 por determinar (y) 2* por cosas similares que se pueden comparar con aquella cuyo valor esta por ver”. Asf, plantea Saussure, para determinar lo que vale una moneda de cinco francos poco importa el elemento tangible que le sirve de soporte —el metal con que esté hecha o el hecho de que posea tal o cual efigie— hay que saber: 1*) que se la puede trocar por una cantidad determinada de una cosa diferente, por ejem- plo, de pan; 2*) que se la puede comparar con un valor similar del mismo siste- ma, por ejemplo, una moneda de un franco, 0 una moneda de otros sistema (un élar, etc.), Al igual que una unidad monetaria una palabra puede compararse con algo diferente: una idea, y con “otra cosa de la misma naturaleza: otra pala- bra”, (Saussure, 1970: 196, 200) Ahora bien, si Saussure indica que una lengua es un sistema de valores Puros es porque entiende que las unidades que la componen se definen no Positivamente, es decir, no en si mismas, no por su contenido, (pues care- cen de realidad en si mismas —los sistemas son redes de relaciones —), Sino por su forma —en virtud de un vinculo solidario, de una relacién de Negacin (de oposicidn) interna con las otras— toda unidad es lo que las otras unidades no son. Dado que el valor de un elemento es el resultado de! lazo que lo ata con los otros elementos con los que hace sistema, es 20 Teortas semidticas decir, que surge de la co-presencia de otros elementos, todos el tanto como los demas— son términos de dicho sistema, unidades vas y opositivas. En tal sentido, Saussure asevera que “ya se considere el ya el significado la lengua no comporta ni ideas ni sonidos pre al sistema lingiifstico sino s6lo diferencias conceptuales y di! nicas resultantes de ese sistema” (Saussure, 1970: 203). Asi, por dentro de una misma lengua todas las palabras que expresan id se limitan recfprocamente: sinénimos como recelar, temer, ten tienen valor propio ms que por oposici6n; si recelar no existi contenido irfa a los concurrentes” (Saussure, 1970: 197). Del he tonces, de que lo determinante sea el “lugar” que la unidad red de relaciones que organiza al sistema, se deriva que para preciso tener en cuenta el juego global de dicho sistema. wes 1. La lingiifstica saussuriana: el modelo bin: 1.1. Lengua / Habla En el pardgrafo anterior tratamos uno de los caract teoria saussuriana: la tendencia a dejar de lado las sust: mentos y a privilegiar sus relaciones. En este punto des| ferentes pares opositivos en los que se manifiesta otro fundamentales de su perspectiva: el binarismo. : Iniciaremos el recorrido con la oposici6n matriz, la de lengua/habla. Es oportuno tener en cuenta que ni esta dualidad, bieran sido planteadas si Saussure no se hubiera senti preocupado por un tema de cuya resolucién depende n una teorfa sino la condicién de posibilidad de toda ca del objeto de estudio. Como se comprenderd, para decidir de qué ha de de saber determinado deben aplicarse ciertos criterios. | la base de ellos que se seleccionan cuales aspectos d han de quedar bajo la mira del investigador y cuales no atencién, toda definicién de un objeto de estudio adqu una construcci6n. La teoria saussuriana no escapa aesto. : Para comprender lo dicho en el pdrrafo anterior pai guiente punto: la indole multiforme y heterogénea del lenguaji La semiotica de inspiracion lingiitstica 21 pisanssure, el lenguaje, ente que se corresponderia con el conjunto de Jos hechos' lingiifsticos, Pertenece a varios dominios a la vez. Esta hete- rogenidad constitutiva del lenguaje es, para Saussure, fuente constante de : vocos. Permite que se mezclen las perspectivas, y que, en consecuen- cia, se abran las puertas a varias ciencias. Para eliminar la heterogeneidad se vuelve imprescindible anteponer al Jenguaje un punto de vista que funcione como una suerte de filtro o de resaltador de ciertos aspectos del material empirico. Una observacién al respecto: con la postulacién del punto de vista, cuya determinacién coin- cidiré con la del objeto de estudio de Ia lingiifstica, empieza a ponerse en evidencia uno de los rasgos més salientes de la concepci6n saussuriana: el gesto discriminador —prototipico de toda aproximacién cientifica— que preside todas sus biisquedas. Si hablamos de gesto discriminador es porque las operaciones que permiten que la teorfa se conforme son las de clasificar y seleccionar. En efecto, guiada por lo que se denomina un eje de pertinencia, la aplicaci6n de las operaciones consignadas da, por asf decir, como resultado, la apari- cién de la oposicion fundante del Curso, que, como adelantamos, es la di- cotomfa lengua/habla. : Al igual que todos los componentes de un par opositivo, lengua y ha- bla se presuponen (“No hay lengua sin habla ni habla sin lengua; si hist6- Ticamente, los hechos de habla anteceden a los hechos de lengua —son los que hacen que la lengua se transforme—, y genéticamente, se aprende la lengua materna a partir de oir lo que los que nos rodean hablan (s6lo es posible hablar una lengua cuando se la conoce, es decir, cuando se han in- ternalizado —parcialmente— sus unidades y sus reglas combinatorias) y se excluyen (una de ellas, la lengua se corresponde con todo lo que en el lenguaje es del orden de lo psiquico y de lo social; la otra, el habla, se co- tresponde con todo lo que en el lenguaje remite a lo fisioldgico, lo fisico y lo individual). ‘Enefecto, la lengua es, para Saussure (1970: 57-58), ~ * “un sistema de signos en el que sdlo es esencial la unién del sentido y de la imagen aciistica: “un conjunto de convenciones, [...] de habitos lingiisticos que le -permiten a un sujeto comprender y hacerse comprender; es el producto que el individuo registra pasivamente, ne premeditacion; |individuo por si solo no puede ni crearla, ni modificarla; 2 Teortas semidticas * no existe mas que en virtud de una especie de contrato estable. cido entre los miembros de una comunidad”. El habla, en cambio, “es un acto individual de voluntad y de intel. gencia en el cual conviene distingui 1) las combinaciones por las que el sujeto hablante utiliza el céqj. go de la lengua con miras a expresar su pensamiento personal, 2) el mecanismo psicofisiolégico que le permite exteriorizar esas combinaciones” (Saussure, 1970: 57). Pero, la teorfa saussuriana no s6lo ordena, es decir, clasifica los fe- némenos lingiifsticos que componen el lenguaje, repartiéndolos en las dos clases indicadas, sino que también los jerarquiza. En virtud de esta jerarquizacién, a una de tales clases, la lengua, se le otorga cardcter esencial; mientras que a la otra, el habla, se le adjudica cardcter aleatorio. Dado que la lingiifstica va a ocuparse de la parte esen- cial del lenguaje, la lengua sera su objeto de estudio. A su vez, es impor- tante que la lengua se entienda como sistema de signos porque tal defini- ci6n permite que el objeto de estudio se presente como un todo en si mis- ‘mo (su homogeneidad y autonomfa impiden que el enfoque se diversifi- que, y se yea tentado —u obligado— a dar paso a distintas ciencias) y se constituya en principio de clasificacién (se lo supone dotado de cierta fuerza o capacidad descriptiva, por lo que torna factible el acceso “cienti- fico” a lo empirico). Ahora bien, no puede desatenderse un hecho muy importante: la consideracién de Ia lengua como sistema de signos implica la puesta en juego de lo que se conoce como principio de la inmanencia. Soporte fun- damental de Ja lingiiistica saussuriana, el principio de la inmanencia im pone que el andlisis de la lengua sea interno, que, puesto que ella se pr senta como un todo en si mismo, se desarrolle dentro del marco del siste ma. Todo examen que conlleve traspasar la red de relaciones que confo’ ma dicho sistema —tal el caso de un estudio sobre las conexiones existe! tes entre elementos lingiiisticos y elementos extralingiifsticos— queda © cluido, se considera fuera de lugar, se juzga no pertinente. Por el punto vista elegido, la lingiifstica saussuriana extiende sus dominios hast oraci6n; ella constituye el tiltimo nivel de andlisis que le incumbe. Des pués de él, podriamos decir, parafraseando a Roland Barthes, “comien?4 | el mundo, es decir, [...] otros sistemas (sociales, econémicos, ideoldgi°’) cuyos términos no son ya ( lingiifsticos)” (Barthes, 1970: 37). | (e / Significado sabe que el signo es una unidad lingiiistica de indole psi- por dos caras: concepto o significado e imagen aciistica inte. Recuerda también, seguramente, que Saussure representa este modo y que, para él y su teorfa, estudiar el sistema de la ado de la “presencia simultanea de los otros” (Saussure, 1970: 195). El propio Saussure grafica lo dicho con el esquema que a continua- uministramos, esquema que, puesto en comparaci6n con el que aca- ‘teproducir, permite apreciar los cambios que muestra la unidad ndo se la considera en tanto término de un sistema y no ya en si 2 o- © acabamos de indicar no debe llevar a engafio. Es falso creer 1os son las tnicas unidades discretas (discontinuas, es decir, y combinables con unidades de igual jerarquia) que estudia la hay algo que caracteriza a la propuesta saussuriana y, por ingiifstica estructural, es su capacidad clasificatoria, taxo- i que, sobre todo lingiiistas posteriores a Saussure, que, aun ir integralmente con la perspectiva del teérico suizo, compar- osiciones fundamentales, emprendan la tarea de diferenciar ios niveles de andlisis y, por ende, de distinguir varias cla- 24 Teortas semidticas Para desarrollar esta cuestién de manera adecuada es necesario reto- mar un punto ya tratado: la particién de Jo que, al decir del investigador italiano en estética Emilio Garroni (1975: 69), es “lo inanalizado analiza- ble, la “materia” [...] susceptible de convertirse en “objeto de un enfoque semiético”, del lenguaje en lengua y habla. Esta oposicion nos enfrenta a dos tipos de unidades, las denominadas unidades emic, por un lado, y las denominadas unidades etic, por el otro. Cuando los fenémenos lingiifsticos se estudian como “elementos abstractos de un modelo sistemdtico” (Eco, 1976: 81), esto es, cuando la investigacién se mueve dentro del territorio de la lengua, las unidades co- rrespondientes son las emic. Se llaman unidades 0 fendmenos emic, por analogia con la rama de la lingiifstica que se ocupa del nivel fonolégico, también llamado fonemé- tico que corresponde a los fonemas. Cuando, por el contrario, los fendémenos lingiiisticos se examinan en tanto “acontecimiento (s) material (es) singular (es)”, teniendo en cuenta “Ja emisi6n articulatoria de los sonidos concretos” (Eco, 1976: 81), es ¢ cir, cuando la investigaci6n atafie al dominio del habla, las unidades que les corresponden son las etic. Se denominan de tal modo por analogia con fonética, que es la disci- plina que trata de los sonidos del habla y que tiene en cuenta “los factores materiales de los sonidos de la palabra humana: ya sean las vibraciones del aire que a ellos corresponden, ya las posiciones y movimientos de 6rganos que los producen (Trubetzkoy, 1972: 18). Porque, como sabemos, la lingiifstica saussuriana deja de lado eles tudio del habla para enfrascarse en el de la lengua, sus trabajo dese tienden de las unidades etic. Ahora bien, las unidades emic, que son ¢ que sf se ocupan los lingiiistas saussurianos, no remiten a una Uinica Las mismas se distribuyen en dos grandes grupos que corresponden * veles de organizacién y anilisis diferentes: a) las unidades significativas y b) las unidades distintivas. El signo, también llamado monema, es la unidad significat' mental. Puede coincidir con la palabra o no. En efecto, en la palabr por ejemplo, se encuentran dos unidades significativas: gat (cuy° *! cae a felino doméstico adulto) y o (cuyo significado es masculine gular). a he " sis Ni nde ei La semiotica de inspiracion lingiiéstica 25 Las unidades Significativas no son, como se sabe, formas sonoras provistas de sentido. Tampoco son globales. Se trata, por el contrario, de formas abstractas dotadas de sentido y compuestas por unidades mas ‘pe- quefias. Estas unidades no pertenecen al mismo nivel que los. signos. No son unidades significativas sino distintivas. Reciben tal denominacion a) no conllevan sentido (son sdlo unidades del orden del signifi- cante) pero b) permiten distinguir sentidos (producen un cambio de los mis- mos). la transformacién del sentido se realiza mediante una operaci6n que los lingilistas Haman conmutacion. La conmutacién, que consiste en tro- car un elemento por otro, permite determinar qué elementos son unidades distintivas y cuales no. Cuando el trueque del sonido [p] por los sonidos {s], (1), fe}, (tJ, fr], [m], [n], hace que Ia palabra (por ejemplo, /pata/) se torne irreconocible (/ sata/ o /Ilata/) 0 cuando estamos ante palabras cuyo sentido es distinto (/cata/, /tata/, /rata/, /mata/, /nata/, etc.) estamos frente a = realizacion de fonemas distintos (en nuestro ejemplo se trata de siete)’. Los fonemas no pueden ser disociados en unidades mas pequeiias y, como los signos, se oponen unos a otros. Porque lo que importa es la dife- rencia entre ellos, los rasgos que los definen son muy pocos. El que todos y cada uno de los idiomas existentes cuenten con las dos clases de unidades de las que estamos hablando ha hecho que los lin- giiistas postularan que las lenguas son sistemas de doble articulacién; a la primera corresponden las unidades minimas de significado, en tanto que a la segunda corresponden las unidades minimas desprovistas de sentido. Estas constituyen un conjunto finito o cerrado (la cantidad de unidades que Io componen esta claramente establecida y suele mantenerse durante muy prolongados, siglos inclusive), y reducido (de todos los soni- dos que pueden ser articulados por los seres humanos cada lengua selec- ‘ciona como fonemas una cantidad relativamente pequefia). Las unidades de la primera articulacién, por su parte, constituyen un Tio abierto (la inclusion de elementos lexicales nuevos es moneda didécticas hemos sustituido la transcripcién fonética, que, tratindose de l corresponde, por la representaciOn gréfica corriente. 100 Teorias semidticas investigacién lingiifstica una serie de cuestiones que, en térmi les, podemos decir que remiten a las relaciones entre Ia len; ei oP eetena Las vertientes de Ia lingiifstica del discurso, en pata ee ral, las teorfas del discurso, se caracterizan por no considerar ay oan principio de la inmanencia. Todas ellas, pues, trabajan con b se q “contexto”, claro que el estatuto que al mismo le otorgan difiere. a s consecuencia, varias maneras de concebirlo. Algunas vertientes hard a una concepcién que implique verlo como la situacién comunicaci a entendida ésta, como lo hace Charaudeau, por ejemplo, y no como, Fe bién por ejemplo, lo hace van Dijk. Esto es, aceptaran una nocién dec texto muy empfrica, concreta e inmediata, una nocién que intente cuenta de la situacién en la que un acto de habla tiene lugar, efectivament se produce (marcamos efectivamente utilizando letra bastardilla porque, decir verdad, muchas teorfas del discurso trabajan con corpus fraguado (es decir con ejemplos construidos ad hoc y no tomados de la practica di cursiva real —Ios lingiiistas no registran en un grabador intercambios di cursivos: sostenidos por hablantes de carne y hueso—), cosa que los obliga a inventar también la situacién comunicacional y a hipotetizar, a partir de ella, su funcionamiento en relacién al enunciado. En lIfneas generales puede afirmarse que tales teorias estan ligadas, de. manera muy estrecha, con una teoria de la enunciacién que se centra privilegiadamente en la identificacién y descripcién del “comportamien- to” de esa clase de palabras que, segtin la teoria peirciana, son simbolos dotados de una fuerte dosis de indicialidad, y que en términos benvenistia- nos son denominadas defcticos. Cuando expresamente nos ocupemos de la teoria de la enunciacién volveremos sobre el tema, sin embargo, es necesarlo indicar ahora que el car4cter no inmanentista de las vertientes de las teorias del discurso que en este momento consideramos —téngase presente que esta- mos exagerando un tanto las cosas— procede esencialmente del hecho de: que los deicticos, por su alto grado de indicialidad, implican una relacién. de contigiiidad, una relacién existencial con aquello que representan Enel otro polo encontramos Jas vertientes que, como las ejemplifica- das hasta el presente, a través de la propuesta de Guespin y, por supuest® de los comentarios y observaciones generales formulados por Maingu neau, entienden “contexto” en términos de condicionamientos socio-his'6 ricos. En relaci6n con ellas, posiciones como las representadas aqui por !a gramAtica textual de van Dijk, se encuentran, por decirlo de algin modo, a mitad de camino y, segun nuestro criterio, revelan confusiones teoricas di- ficiles de superar. La semiotica procesual-discursiva 101 4.1.2. La coercién del discurso La légica binaria que presidid, como sabemos, el modelo saussuria- no, suele adoptar cardcter de antinomia. Tal es, por ejemplo, lo que ocurre con los conceptos de lengua/habla. Lo que, en efecto, en la oposici6n len- gua/habla parece jugarse ¢s la oposici6n entre, por un lado, el sistema al que los miembros de la comunidad lingiifstica deben someterse pasiva- mente y, por el otro, una libertad irrestricta. Al respecto podemos recordar un fragmento de la obra Elementos de semiologia, en el que y a partir de una conceptualizacién jakobsoniana, Barthes pone el acento en “la cre- ciente libertad de combinacién de las unidades lingiifsticas” —que desde Ja libertad nula en el plano fonematico aumenta hasta no conocer limite cuando se llega al nivel donde se producen las combinaciones de frases. Asi, subraya que “la libertad de combinar frases es practicamente infinita, pues a nivel de la sintaxis ya no hay imposiciones (las exigencias de cohe- rencia mental del discurso que pueden subsistir no son de orden lingiiisti- co)” (Barthes, 1972: 51). Los parrafos anteriores nos sittian frente a un conjunto de elementos que han sido sometidos a criticas diversas. Uno de los puntos de partida de las mismas estriba en la observaci6n de que la lingiifstica, o, si queremos ser fieles al punto de vista de ciertos autores, entre los que se encuentra Benveniste, por lo menos de cierta rama de la lingiifstica, no debe considerar como Ultimo nivel de anilisis a la frase. Al respecto puede ser titil traer a colaci6n el sefialamiento de que, tal como asevera Halliday, “la unidad de la lengua en el uso no es la pala- bra o la oraci6n, sino el texto, (...) (siendo) el componente “textual” de la lengua [...] el conjunto de operaciones merced a | es un hablante o un escritor puede crear textos (Lozano y otros, 1986: 34). Van Dijk, por su parte, observa que “hay un gran ntimero de fenéme- nos gramaticales que no son explicables si no se extiende su andlisis al conjunto del texto (el texto es, obviamente, un nivel superior al de la frase uoracién), (por lo que) la gramatica debe dar cuenta de las relaciones en- tre oraciones, de su coherencia sintéctica”” (van Dijk, 1984: 29). Para la gramatica textual, ademas de las relaciones entre orac iones, a las que considera de tipo semintico, existen las que tienen que ver con la cohe- rencia que se da en relaci6n al texto tomado en su conjunto 0 a grandes frag- mentos del mismo. Para aludir a este tipo de relaciones se utiliza el concepto de macroestructifa, Van Dijk habla de una “coherencia lineal 0 local [...], que es la que se define en términos de la relacién semintica entre oraciones 102 Teorfas semidticas individuales de la secuencia (y de una) coherencia global”, que es la que se vin- cula con y se define en relaci6n a un tema o asunto. La teorfa incluye también una coherencia pragmatica que, por su parte, se define segtin los actos de habla logrados con la emisién de un texto en un contexto adecuado. Aunque la delimitacin de las fronteras entre semantica y pragmiética resulta dificil de establecer con precisién, pues est determinada por las rela- ciones de hablantes y oyentes en un contexto dado, como regla se considera que la seméntica se ocupa s6lo, como vimos, de significados y referencias, mientras que atafie a la pragmitica todo lo referido “al acierto, la correcci6n © la aceptabilidad de los enunciados” (van Dijk, 1983: 51). Decfamos, como se recordar4, que la oposicién lengua/habla, que para Ja lingiifstica saussuriana terminé “por convertirse en la oposici6n entre un cédigo homogéneo, un sistema de reglas universales y una liber- tad y espontaneidad que escapan a toda regla” (Maingueneau, 1980: 10), fue criticada, y con distintos argumentos, por distintos autores. Una de las criticas que mas tempranamente se formularon es la que Ca- therine Kerbrat-Orecchioni despliega cuando indica que “un texto, un discur- so no es una yuxtaposicién de oraciones” (0 frases), que existen reglas de combinacién transoracional (funcionamiento de la anafora, coherencia légica y cronolégica, (etc.)) cuyo dominio de aplicacién est4 muy lejos de restrin- girse al caso de los enunciados estereotipados" (Kerbrat, 1993: 12). Para esta autora, como para otros investigadores, la cuestién pasa por repensar la dupla lengua/habla en términos dialécticos y no como oposi- cién antinémica. Para quienes asf opinan, el error estribaria, en conse- cuencia, en confundir sistema con “restriccién” (y por lo tanto con some- timiento) y habla con falta de restriccién y libertad absoluta pues en el uso de la lengua “aparecen limitaciones [...] que funcionan como otros tantos filtros que restringen las posibilidades de eleccién (y orientan simétrica- mente la actividad de decodificacién” (Kerbrat, 1993: 25). get Es preciso sefialar que esta critica surgié y gané espacio incluso en el marco de una posicién mds o menos “estructural”. Para otros autor en cambio, la propia dupla pierde peso y significacién tedrica. 4.2. Caracteristicas de las teorias discui La semiotica procesual-discursiva 103 Kerbrat “el mecanismo de produccién del sentido es relativamente simple; se le reconoce un doble apoyo: — el significante léxico que transmite en contexto [...] un unico sig- nificado, ——~ algunas construcciones sintdcticas, semdnticamente pertinentes, que sefialan las relaciones semnticas entre significados léxicos [...] (Kerbrat, 1993: 10). Los te6ricos del discurso no aceptan tal punto de vista. Porque parten de la idea de que el significado global de un texto no es efecto de la sumato- ria del de las palabras ni del de las frases que lo componen, dejan de lado “a busqueda de la significacién en unidades ‘estaticas’ como la palabra o la fra- se” (Lozano y otros, 1986: 23) (recuérdese tanto lo consignado acerca de la puesta en crisis de la nocién de signo, como lo establecido respecto a la no consideracién de la frase como ultimo nivel de anilisis). Al adscribir a la perspectiva recién delineada, ponen de manifiesto el aspecto procesual del funcionamiento semidtico que, por su parte y con las diferencias del caso, el modelo peirciano, también revela. Decimos con las diferencias del caso, porque en el ambito de las teo- rfas discursivas cercanas a los estudios lingiifsticos estructurales, el aspec- to procesual se halla ligado exclusivamente al plus de informacién que procede de la puesta en uso de la lengua. Este plus de informacién no s6lo esta vinculado, por ejemplo, con la referencia, ya que “la cuestién de la verdad, subordinada a la de la referencia, es [...] inconcebible fuera de la enunciaci6n: en si mismo un enunciado no es verdadero ni falso, lo devie- ne Ginicamente en el curso de una enunciaci6n particular” (Todorov, citado por Lozano y otros, 1986: 61) sino también en la posibilidad de determi- nar si un enunciado como “Est4s cometiendo un error” tiene el valor de una constatacién (y puede ser sometido a la prueba de verdad o falsedad), o de una advertencia, o de una amenaza. 4.2.2, La definicién del sujeto en las teorias del discurso Para la lingiifstica saussuriana el sujeto hablante es, como sabemos, una entidad psicolégica, una persona, ser plenamente conciente que no vé defraudadas nunca sus intenciones (sea ello por la emergencia de aquel “otro”, el inconciente, que toma la palabra, sea porque operan factores so- cio-hist6ricos que lo obligan a decir. esto 0 aquello). __ Derivada de la libertad que se le adjudica, la intencionalidad del su- Jeto hablante es el pivote que permite que, sin inconvenientes, la concep- 104 Teortas semidticas tualizacién saussuriana se articule con las teorfas comunicacionales, en especial con la jakobsoniana, que, como se recordaré, afirma una notoria disimetria entre el lugar de emisién y el lugar de recepci6n. En efecto, de resultas de pensarlo como ser conciente, presionado Gnicamente por la coercién de la lengua y, por consiguiente, libre para decir ni mas ni menos que lo que quiere decir, el sujeto situado en el polo emisor se visualiza como el duefio del sentido, mientras que el sujeto ubicado en el polo de la recepcidn se percibe como alguien que s6lo cuenta con la posibilidad —si no quiere decodificar mal el mensaje— de decodificarlo de la misma ma- nera en que, se presupone, quiere el emisor que se lo decodifique. Ahora bien, ,c6mo conciben las teorfas del discurso al sujeto? ¢Cual es el estatuto que les otorgan? {Con qué modelo trabajan? Como es de rigor tratandose de las teorfas discursivas, dar una tinica respuesta a tales preguntas es imposible. Mientras hay autores que refor- mulan, complejizdndolo, el esquema cldsico de Ja comunicacién, hay otros que rechazan de plano la idea de manejarse, incluso, con un esque- ma comunicacional. Veamos a titulo ilustrativo el modo en que Kerbrat aborda el tema. Basdndose en diversos autores, la lingiiista fundamenta la necesidad de re- formular el esquema con el que la lingiifstica estructural trata el “proble- ma del ‘habla’, es decir, del cédigo en funcionamiento” (Kerbrat, 1993; 10), en que “la hipotesis de un cédigo tinico y monolitico [...] no tiene ninguna realidad empirica (Kerbrat, 1993: 10, 11) pues la “lengua es un mosaico de dialectos (sociolectos e idiolectos'). Advertir este hecho le permite a nuestra lingiiista adoptar pectiva que no se mantiene indiferente ante “la aise ci6n y reconocimiento. (En efecto,) la falta de coinci mas de los enunciadores (que) obliga [...] a colocar mae ria lingiifstica fendmenos hasta ahora la comunicacién” (Fuch, Le Goffic, 1979, 133, cinta jucimos, “el mensaje mismo se desdobla, al menos en lo que con- La semiotica procesual-discursiva cierne a su significado” (Kerbrat, 1993: 23). competencias lingbistica paralinguistica coat EMISOR ‘competencias deol6gica y cultural determinaciones “psit restricciones del universo del discurso Respecto del esquema expuesto, nes. Ademas de precisar que e! mente complejo y heterogéneo, pres! se trata de: a) la situacién de comunicacién y b) las limitaciones temitico-ret6ricas, * tricciones de ‘género’ REFERENTE competencias lingUistica paralingbistica MENSAJE decoait- RECEPTOR: competencias ideolégica y-cultural rest del roduecion Kerbrat realiz: | “universo del discurs nta los element “es decir, »* (Kerbrat, 1993: 25)- del discurso modelo de determinaciones “psi ricciones universe a algunas observacio- 0” es algo extremada- tos que lo componen; grosso modo, las res- Teorlas semioticas 106 am La situacién de comunicacion comprende “los datos Situacionales, y en particular la naturaleza escrita U oral del canal de transmisién, y la on ganizacién del espacio comunicacional, objeto de la reflexién “proxémica® [...), seguin se manifiestan a través de las “imagenes, de representaciones que los sujetos enunciadores construyen a partir de ellos, (por lo que se incluyen en la postulacién de Kerbrat) las imagenes (1) que el emisor (A) y el receptor (B) se forman de ellos mismos y de su interlocutor”, tal como se formalizan en la propuesta de Michel Pécheux y que, como usted recordard, se simboliza de este modo: IA (A) (Imagen de A para A): “quién soy yo para hablarle as(?” IA (B) (Imagen de B para A): “quién es él para que yo le hable ast?” IB (B): “,auién soy yo para que él me hable asf?” IB (A): “aquign es él para que él me hable asf?” (Kerbrat, 1993: 28) Kerbrat, asimismo, introduce, respecto del modelo jakobsoniano, lo que denomina “dos principios [...] de enriquecimiento”: ‘ a) las competencias paralingiitsticas (gestos, mirada), tanto del emi- sor como del receptor y e b) las determinaciones psicolégicas y psicoanaliticas, y un “paque- te” de competencias entre las que se encuentran las culturales, que abarcan todos los conocimientos implicitos sobre el mundo, y las ideologicas, que comprenden el conjunto de los sistemas de inter- Pretaci6n y evaluacién de lo referencial (Kerbrat, 1993: 25, 26). ee See las competencias culturales ¢ ideoldgicas se relacio- eae zoe cl ramente con las lingiifsticas. Como ciertos comenta- Bao onsignan, falta definir de manera inequivoca los ele- aes suena incluye y dar, en consecuencia, algiin principio de ren ‘uncionamiento. Las carencias anotadas hacen de la pore nas que una suerte de compendio de factores que se pien- © operar en los actos enunciativos concretos. Par a . don cnfocareeeeas cuestion de la “presunta” libertad del hablante lo que implica ee ur de una caracterizacin del sujeto como actor social como productor, y/ ceptualizarlo, en un sentido fuerte de los términos, cia, como nice ae Productor-receptor de discursos. Estamos en Ppresen- Mente presentado porn? 4 un marco tesrico diferente del anterior del sujeto y sce aunque ambas propuestas niegan a autonomia , especie de punto fijo que el mismo no constituye “el origen del senti- ° due orientaria las significaciones y serfa portador La semi6tica procesual-discursiva : 107 de ‘intenciones’, de elecciones explicitas” (Maingueneau, 1980: 113), in- vestigadores como Denis Slatka, Maingueneau, Pécheux, se inclinan de forma decidida por una teorfa en la que el concepto de discurso “apunt (e) a desplazar al sujeto hablante de su papel central para integrarlo al funcio- namiento de enunciados, de textos, cuyas condiciones de posibilidad se articul(en) sistematicamente sobre formaciones ideolégicas (Maingue- neau, 1980: 10). A propésito del tema, Maingueneau cita a Slatka quien sostiene que “hay que destruir la problematica del ‘sujeto’ y definirlo “como soporte material de relaciones sociales” las relaciones sociales es- pecifican ubicaciones (posiciones, condiciones) en la estructura del todo social” (Maingueneau, 1980: 165). Slatka, quien se basa en planteos del filésofo Louis Althusser, sostie- ne que “las diferentes instituciones especifican a la vez un sistema de nor- mas (reglas) y de sanciones destinadas a sujetar a los individuos a su ubi- cacién asignandoles la ideologia (los valores) convenientes a su rol” (Main- gueneau, 1980: 165). Para Slatka “‘la institucién’ constituye” al individuo como sujeto (de la ideologia) y por su aspecto ‘normativo’ hace funcionar ‘Jos rituales’ con las reglas anénimas que gobiernan las practicas de los sujetos” (Maingueneau, 1980: 165). Como indica Maingueneau, es en ese punto donde la propuesta de Slatka se articula con la lingiifstica: con el “rol” es suministrado el ‘texto’ del rol; los ‘actos de discurso’ son en reali- dad ‘prdcticas discursivas’; ‘una teorfa del lenguaje est ligada a una cien- cia de las ideologias, simplemente porque hablar es una practica reglada por rituales, El dominio (interiorizacién) de estos sistemas de reglas defi- ne la competencia general o ideolégica’” (Maingueneau, 1980: 164). Ahora bien, como algunos de los autores aludidos 0 citados comen- tan, el proyecto tropieza con el poco desarrollo teérico que hasta la fecha ha alcanzado el proyecto de estructurar una “teorfa no subjetiva de la constitucién del sujeto en su condicién concreta de enunciador” (volvere- mos sobre el tema cuando nos ocupemos de la teoria de los discursos so- ciales de Ver6n). Para Maingueneau, una teoria que vincule adecuadamente los “facto- tes” socio-histéricos con el andlisis de los discursos, no deja de ser una mera expresién de deseos. “Nada més oscuro”, dice el comentarista, que las nociones de “situacién de comunicacién”, “condiciones de produc- cin”, “circunstancias de comunicac “contexto”, (nociones todas ellas que quizA posibilitarian concebir una articulacién tal, pues mientras algunos lingiiistas las reducen al anclaje del enunciador en el tiempo, en el espacio y en su relacién con el destinatario, otros incluyen practica-

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