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Ea OS at a OE ar | Pe Oe El influyente y tedlogo cristiano Karl Barth fue reconocido por recalcar la soberania de Dios, sobre todo por su reconocido e innovador pensamiento sobre la “doctrina de la eleccién”. También despunté por su interpretacion de la escritura y por su prosa cientifica, habilidades que le permitieron ganar el Premio Sigmund Freud. De entre las notables obras de Karl Barth destacan “Carta a los romanos” o la inacabada “Dogmatica Eclesial” y, ademas, en fecha reciente, ha sido traducida y publicada en italiano la entrevista telefénica concedida por Karl Barth sobre la musica de Mozart, ya publicada en aleman en 1969. La siguiente nota sobre arte, publicada en el volumen 2 de La Civilta Cattolica Iberoamericana, presenta la categoria del juego, tan frecuentemente utilizada por Barth y por otros autores para interpretar el prodigio del arte musical mozartiano y de la musica clasica de Mozart. por Giandomenico Mucci S.1 Introduccié6n Se ha dicho que la musica, al ser un lenguaje asemantico, es decir, no descriptivo o no correlativo con una realidad externa a él, se encuentra mejor en un horizonte de tipo simbdlico-conceptual, en el cual logra reflejar y hacer propios valores abstractos de tipo universal. La raz6n por la cual la musica clasica alcanzé su culmen en el periodo que va desde el temprano siglo XVIII hasta Beethoven estriba justamente en que, en esa época, habia modelos simbdlicos universales absolutos en los que el individuo se reconocia. La referencia es a la fuga, modelo de teocentrismo, y a la forma sonata, modelo dialéctico de cufio ilustracionista. Era una época dominada por las aristocracias, y para el aristécrata el arte no debia expresar valores personales o subjetivos; por el contrario, debia representar valores universales, cosmicos, metafisicos, como eran los postulados sociales y politicos que legitimaban el poder de los nobles. Tal vez sea esta la razén que explica por qué, también en nuestros dias, intelectuales refinados como Emile Cioran y Aharon Appelfeld han experimentado la dimensién religiosa de la vida gracias a la mediacién de Bach. El discurso cambié cuando se fue afirmando la burguesia, con su realismo. El burgués, hombre de familia y de trabajo, queria musica y artes que lo consolaran en su fatiga y lo introdujeran en el mundo de la elevacién y del suefio, es decir, de las emociones subjetivas y de los estados de animo. Ya no se trataba, pues, de aquellos valores universales implicados en la fuga o en la forma sonata, que se referian a conceptos de caracter trascendente 0, de todos modos, abstracto. El ptblico burgués exigia un arte declaradamente realista.[1] Aqui viene a la mente Brahms, con su melancolia de hombre moderno —que Hugo Wolf llamo «melancolia de la impotencia»—, con sus incertidumbres sobre el porqué de la existencia y sobre el destino de la humanidad, un compositor que oscilaba entre Goethe (Harzreise im Winter) y Hdlderlin (Hyperions Schicksalslied), que para los casos solemnes de la vida recurria a Goethe, pero que, cuando se veia poseido por la musa tragica, abria la Sagrada Escritura —él, que era ateo— y extraia de ella las palabras que le parecian mas aptas para fundar su pesimismo. Este hombre moderno, hijo de |a alta civilizacion cristiana europea, siendo atin un muchacho pobre se habia comprado una Biblia y, con lapices rojos y azules, habia subrayado los pasajes que le habria gustado musicalizar, De la Escritura habia tomado los textos del Deutsches Requiem para la muerte de su madre y los de los Vier ernste Gesange, idealmente dedicados a Clara Schumann, que se encaminaba hacia la muerte. [2] A estas interpretaciones y a otras posibles parece escapar Mozart. Henri Ghéon veia, también en las composiciones mozartianas de! Ultimo periodo, «a un acrébata que sonrie mientras vuela elegantemente de un trapecio al otro, a veinte pies de altura», en el cual «la ciencia se ha reunido con la belleza».[3] La frase se refiere a la ciencia del contrapunto. Massimo Mila, al tratar sobre el teatro mozartiano, ve como fundamento suyo la serenidad y la alegria, aunque «una secreta melancolia se insinua alli en medida cada vez mayor, un apremio cada vez mas imperioso de otros pensamientos de muerte, y de él nace esa divina sonrisa entre las lagrimas, esa ambigliedad de alegria amortiguada en un suspiro, que es la caracteristica distintiva de la melodia mozartiana».[4] Y, tronchando las opiniones de los tontos que hablan del «Mozart apolineo, en cierto modo fuera de la humanidad, o, peor, definido todo 4! por frivolas elegancias del settecento», afirma que el mUsico dejo tras de si «una palabra de aureo equilibrio, de euritmia rafaelesca en la armoniosa completitud de todas las facultades humanas».[5] Karl Barth y Mozart Mozart nos es evocado por un pequefio volumen de Karl Barth (1886-1968) aparecido originalmente en 1969 y publicado en fecha reciente en italiano.[6] La relacion entre el ilustre tedlogo y la musica de Mozart es la historia de un largo y fiel amor. En otro pequefio volumen que se remonta al afio 1956, escrito con ocasién del segundo centenario del nacimiento de Mozart (1756-1791), Barth relataba los comienzos de ese amor. Recordaba que, a los cinco 0 seis afios, mientras escuchaba a su padre ejecutar en el piano unos compases del aria Tamino mein! O welch ein Glick, del segundo acto de Die Zauberfléte, esa musica le «llegé a lo mas intimo».[7] Tanto es asi que, ya a sus setenta ajios, escribia Barth: «Si alguna vez llegara al cielo, preguntaria ante todo por Mozart, y solo después por Agustin y Tomas, por Lutero y Calvino y Schleiermacher. Pero équé explicacion dar? Tal vez, en pocas palabras, la siguiente: el pan cotidiano comprende también el juego. Yo siento que Mozart —el Mozart de los afios de juventud y el mds maduro, y como ningtin otro— juega. Jugar, sin embargo, es una cosa que hay que saber hacer y, por tanto, algo sublime y severo. Yo escucho en Mozart un arte del juego que no percibo de ese modo en ningun otro>.[8] Para el bicentenario del nacimiento de Mozart Barth escribié incluso una carta de agradecimiento al compositor: «Lo que yo le agradezco a usted es simplemente esto: que, cuando lo escucho, me siento transportado a los umbrales de un mundo bueno, ordenado —y ello sea en una jornada soleada o tormentosa, tanto de dia como de noche—; y después, como hombre del siglo XX me encuentro como destinatario de un regalo de coraje (ino de orgullo!), de rapidez (ino de demasiada rapidez!), de pureza (ino de una pureza aburrida), de paz (ino de una paz ambigua!). Con su dialéctica musical en el oido se puede ser joven y envejecer, trabajar y descansar, estar de buen humor y triste. En una palabra, vivir. Usted sabe atin mucho mejor que yo que para eso hacen falta todavia mas cosas que la mejor musica. Pero hay cierta musica que (después, y de paso) ayuda al hombre a vivir, y otra que lo hace menos. La suya ayuda a vivir. Porque forma parte de mi experiencia de vida [...] y porque considero que nuestra época, que se esta haciendo cada vez mas oscura, necesitaria especialmente de su ayuda; por eso estoy agradecido de que usted haya existido».[9] Y concluia su carta con un juicio que se hizo famoso: «No estoy del todo seguro de si los angeles, cuando estan dedicados a la alabanza de Dios, tocan especialmente Bach, pero si estoy seguro de que, cuando estan entre ellos, tocan Mozart, y que, entonces, también Dios los escucha con especial agrado. Ahora bien, es posible que esta alternativa sea errénea. Y, de todos modos, de esas cosas es usted mejor conocedor que yo».[10] Barth le reconocia a Mozart el don de desplegarse musicalmente con levedad y con seriedad, con la gracia del nifio y con la inquietud del hombre,[11] el don de haber pronunciado una ultima palabra sobre la vida jugando, dejando oir «juego sobre el trasfondo del trabajo y placer sobre el trasfondo de la vida» .[12] Como los otros dos autores citados, también el tedlogo de Basilea casi no lograba hablar de la musica de Mozart sin recurrir a la categoria del juego, El hombre que juega Pero équé significa «jugar», «juego», «hombre que juega»? éQué significa esta categoria aplicada a Mozart? La mejor explicacién o dilucidacién al respecto la hemos encontrado en un conocido ensayo de un insigne patrdlogo. Queremos retomar aqui dicha explicacién.[13] En el tema que estamos tratando, el juego no es la comtn y banal actividad psicofisica. Hablamos de juego «si e| dominio de la corporeidad por el espiritu ha hallado su plenitud en la agil levedad, en la elegancia como suspendida del “ser capaz de hacer”; si la palabra o el tono o el gesto se han hecho disponibles y maleables para el espiritu; si lo corporalmente visible se ha tornado en expresién de una plenitud interior que re-posa en si misma». [14] Simbolos de tal prodigio son el nifio que juega feliz y el artista que crea. Seguin nuestro parecer, es esto lo que pensaba Barth cuando escuchaba y sentia a Mozart. El hombre que juega es un hombre serenamente serio, como estan serios y serenos los nifios cuando juegan, felices de estar cumpliendo su deber. Su serenidad (la Heiterkeit mozartiana) no le impide ser un hombre tragico, que rie y llora, que sonrie entre lagrimas (como decia Mila sobre Mozart), «puesto que ha penetrado con clarividencia las tragicomicas mascaras del juego de la vida y ha medido los opresivos limites de la existencia terrena».[15] El hombre que juega realiza el ideal griego del sabio serio y sereno, que se contrapone al rigor estoico que prohibia al sabio la alegria. Si, ademas, se trata de un cristiano, la melancolia no expulsa la serenidad ni tampoco la precipita a la desesperacién que anida en la observacién de las cosas de la tierra y en la participacion en ellas, porque la debilidad de los acontecimientos y de las obras humanas son vistas a través de las lentes de la esperanza que orienta hacia Dios, confiriendo mas honda verdad a la seriedad y a la serenidad del juego.[16] Son elementos que la musica mozartiana despierta y mantiene en el alma. Barth lo habia comprendido, aunque, tal vez, para entenderlo bien haga falta una cierta «inocencia» del alma, sin la cual el juego se hace comprensible como. mera actividad IUdica, distraccion del trabajo ordinario, y Mozart corre el peligro de ser confundido todavia con los musicos que alegraban los salones del settecento. [17] (1) Cf. P. Fenoglio, «V’anelito all’infinito e il ripensamento della forma classica: le due anime del romanticismo musicale tedesco», en Bollettino della Societa Letteraria 9 (1996), p. 207s. (21 Cf. S, Marinotti, «II destino di Brahms», en Vita e Pensiero 81 (1998) p. 227; P. Buscaroli, «In cerca di Brahms sfogliando la Bibbia», en i] Giornale, 15 de marzo de 1997, p, 22. (31 _H, Ghéon, Promenades avec Mozart: I’homme, \’ceuvre, le pays, Paris, Desclée de Brouwer, 1932, p. 346, (41M. Mila, Breve storia della musica, Turin, Einaudi, 1963, p. 189. {51 Ibid., p. 192s. (61 Cf. K. Barth, Letzte Zeugnisse, Zurich, EZV-Verlag, 1969. Edici6n en italiano: Ultime testimonianze, Brescia, Morcelliana, 2015. (71 {d., Wolfgang Amadeus Mozart, Zurich, EZV- Verlag, 1956, p.7 (8] Tbid., p. 8. (91 Tbid., p. 12s [0] Tbid., p. 13. (1 Ibid., pp. 32-37. (12), Barth, Letzte Zeugnisse, op. cit., p. 14. [3]. Rahner, Der spielende Mensch, Einsiedeln- Zurich, Johannes Verlag, 101990 (primera edicién, 1952). [4] bid. p. 11s. [5] Tbid., p. 29. [6] Cf, ibid., pp. 39-43. [7] Cf, J, Moltmann, Sobre la libertad, la alegria y el juego. Los primeros libertos de la creacién, Salamanca: Sigueme, 1972, 23-28.

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