You are on page 1of 121
Javier Tomeo Historias minimas mA EDITORIAL ANAGRAMA. BARCELONA Portada: Julio Vivas Tlustracién: «Laurie Rubin», Graphis Alternative Photography, 95 © Javier Tomeo, 1988, 1996 (© EDITORIAL ANAGRAMA, S.A., 1996 Pedro de la Creu, 58 08034 Barcelona ISBN: 84339-10388 Depésito Legal: B. 35776-1996 Printed in Spain Libergraf, S.L., Constitucié, 19, 08014 Barcelona NOTA DEL EDITOR Cuando conoci a Javier Tomeo, hace muchisimos afios, era atin un escritor inédito. O casi: publicaba, de vez en cuando, cuentos en la contraportada de un periédico barcelonés ya desaparecido, El Noticiero Uni- versal, firmando con su nombre y sus dos apellidos, Javier Tomeo Estallo. Tomeo frecuentaba entonces, empezando por la mafiana, un circuito de bares alrededor de las Ramblas y la Plaza Cataluiia -el Moka, la Granja Royal, el Zo- diac, el Lugano- que conformaban lo que él bautizé como «el poligono magico». Y no fallaba: en algtin momento del trayecto, To- meo, con mayor 0 menor esfuerzo, conseguia acorra- lar a alguien de la pandilla, sacaba cuartillas del bolsi- lo y le lefa sus «textos psicopaticos», muchos de: los cuales aparecieron afios después en un volumen titula- do Historias minimas, Puro Tomeo ya, escueto, inquie- tante, esencial. Bravo. JORGE HERRALDE A PROPOSITO DE ESTA NUEVA EDICION DE «HISTORIAS M{NIMAS» Hace ya muchos afios estas Historias minimas es! ban Ilamadas a configurar un libro al que di, por anti pado, el titulo de Microteatro psicopdtico. Un nombre, sin duda, bastante duro. -En las criaturas que protagonizan estas historias -decia a mis amigos, tratando de justificar el nombre- cito de marras- lo que se manifiesta, sobre todo, es lo atavico y antisocial, es decir, ese ELLO freudiano que nos avergiienza manifestar en puiblico por aquello del que dirén y que precisamente por eso andamos repri miendo constantemente. Durante estos afios, sin duda, ha llovido mucho, pero mis curiosos personajes ~que nacieron en la infi- nita grisura del realismo social para escéndalo o mofa de los conspicuos editores de la época~ sobreviven y conservan todavia hoy su vigencia literaria. Eso es, por Jo menos, lo que yo pienso y lo que piensa, obviamep- te, mi editor. Esa es la razén de nuestra comparecen- cia, aqui y ahora, acompafiados por todas nuestras entrafables criaturas. JAVIER TOMEO Mar embravecido. Sobre las olas, mintisculo, el bar- quito de chimenea roja. Agarrados fuertemente al mds- til, el FILOSOFO NAUTICO (tierno companero de la infan- cia, @ quien uno no desearia ver envejecer) y el MARMITON (a guien uno no conoce, pero que puede imaginarse facilmente con un rostro apretadito y dulce, como hecho con mazapan de Toledo). MARMITON. (A voz en cuello, para hacerse ofr por enci- ma de los bramidos del viento.) Pocas veces he visto el mar tan alborotado. FILOSOFO. Es cierto, pocas veces. MARMITON. Usted, sin embargo, no parece tener miedo. FILOSOFO. No, no tengo miedo. MARMITON. ¢No piensa que nuestra situacién es muy comprometida? FILOSOFO. (Esbozando una sonrisa.) Muy comprometi- da, tiene usted razén. MARMITON. Nos mantenemos a flote por puro milagro. Cualquier golpe de mar puede ser el definitivo. FILOSOFO. También eso es cierto. MARMITON, ¢Y no esté usted asustado? FILOSOFO. No, no lo estoy. MARMITON. (Admirado.) jEs usted un hombre valiente! FILOSOFO. jOh, no se trata de valentia, mi joven amigo! MARMITON. ¢De qué se trata, entonces? FILOSOFO, (Seftalandose la frente con el indice y aga- rrandose ahora con una sola mano al méstil.) Se trata de locura. MARMITON. No le entiendo. ¢Qué quiere usted decir? FILOSOFO. Quiero decir (vuelve a sefialarse la sien con el indice), que aqui dentro retino toda la fuerza del absurdo. MARMITON. ¢Y qué significa eso? FILOSOFO. (Decidiéndose a entrar en accion, como si la broma del mar tempestuoso hubiese durado ya de- masiado tiempo.) (Mire, fijese bien! Saca un pequeno frasco del bolsillo trasero del pan- talon y empieza a lenarlo de agua de mar, sin que la botellita llegue a colmarse nunca. Es una labor fatigosa, pero al cabo de cierto tiempo aunque el tiempo, en tareas de envergadura, es lo que menos importa~ el océano se seca y el barquito encalla resoplando en una gran lanura repleta de peces plateados, que colean de- sesperadamente. MARMITON. (Maravillado, sin dar crédito a sus ojos.) jOh! 10 Silencio. El FILOSOFO NAUTICO enrosca el tapén de su frasco prodigioso y, por debajo del fiero nordeste, sonrie beatificamente al ver aparecer, en lontananza, el primer camién de la columna de rescate. i I Mujer tejiendo junto a la ventana. Inesperadamente, entra en la habitacién un NINO, sosteniendo algo en el hueco de la mano. NINO. Madre, mira qué te traigo. MADRE. ¢Qué me traes? NINO. Una luz. MADRE. ¢Dénde estaba? NINO. En la charca, debajo de la luna. MADRE. Te vio alguien cémo la cogias? NINO. No, nadie. MADRE. Anda, préndemela pues en el pelo. Pausa. El NINO se alza sobre la punta de los pies y prende la luz en el cabello de la MADRE. Por un instante, la MADRE deja de tejer y sonrie. 12 I En el centro del escenario, COLOMBINA, con aire des- concertado, COLOMBINA. (Mirando a derecha e izquierda,) ;Pierrot! iPierrot! Donde estas? Silencio, sélo turbado por el cuchicheo del piblico, que se mantiene a la expectativa. COLOMBINA. (Avanzando un par de pasos.) ;Pierrot! jAmor mio! gDénde estas? Silencic COLOMBINA. ;Pierrot! {Mi dulce amado! gDénde te es- condes? PIERROT. (Invisible, con voz de bajo.) ;Aqui estoy, amor! COLOMBINA. gDénde? ¢Dénde? PIERROT. (Siempre invisible.) jAqui, princesa mial COLOMBINA. (Con un gracioso mohin de enfado, apre- 13 tando sus puntos de porcelana.) jAnda, ven conmi- go! jNo me hagas sufrir mas! Pausa. Por la izquierda aparece una bota colosal, que ocupa casi todo el escenario. La cabeza del indivi- duo que la calza debe de llegar, por lo menos, a la altura de un quinto piso. COLOMBINA muere aplastada y, de inmediato, desciende el teln. Los espectadores, perple- jos, se preguntan: PRIMERO, (Fue real la muerte de Colombina? SEGUNDO. ¢Fue, por el contrario, una farsa hébilmente montada? TERCERO. ¢Pertenecia tal vez la bota al pie de un Pierrot anormalmente desarrollado? CUARTO, ¢Pertenecia, por el contrario, al pie de ese gigante que se complace aplastandolo todo? 14 IV En el centro del escenario, sentados al pie de un drbol que ha perdido ya todas las hojas, vemos ahora a un HOMBRE y a una MUJER. HOMBRE. (Mirando al frente, sin volverse hacia la mu- jer.) Oye. MUJER. Qué. HOMBRE, Dame tu ojo izquierdo. Pausa. La MUIER se desenrosea su ojo de cristal y se lo alarga al compatiero. HOMBRE. (Recogiendo el ojo, que se guarda en el bolsillo cerillero de la chaqueta.) Ya sabes que te prefiero tuerta, Manuela. Silencio, El HOMBRE y la MUJER continsian inméviles, indiferentes al coro de risotadas que se ha levantado en el patio de butacas. 15 v Trastienda de circo. Los animales aparecen por la derecha, se detienen al llegar al centro del escenario, recitan su papel y desaparecent seguidamente por la iz- quierda. FOCA. (Sosteniendo sobre el morro su pelota de colores.) Yo soy la Foca, sefiores. Un carnfvoro adaptado a Ja vida acuatica, Me chiflan las sardinas, tengo los miembros transformados en aletas y, por esa ra- z6n, mis movimientos en tierra son lentos y torpes. CAMELLO. Yo soy el Camello Bactrianus, con un par de hermosas jorobas y el estomago dividido en cuatro compartimientos, Conozco, ademas, mis posibili- dades: durante cinco dias, puedo soportar mar- chas de ocho kilémetros por hora, con una carga de hasta doscientos kilos. ELEFANTE. (Con cierta jactancia.) Yo soy el Elephas Indicus. Fijense en mi tamafio. Tengo la nariz soldada al labio superior y prolongada en una jarga trompa. En-mi cuerpo anida el alma de un maharajé difunto. 16 CHIMPANCE. Pues yo soy el chimpancé. Tengo la mira- da més risuefia que la del gorila y los orificios en la nariz menos acusados. El color de mi cara puede ir desde el rosa amarillento hasta el negro. HOMBRE, (Que se ha acercado silenciosamente, deslum- brado por la luz de las candilejas.)

You might also like