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LA MUSICA FILIPINA: LO QUE ES, Y LO QUE PUEDE SER BREVE RELATO PANORAMICO DE LA MUSICA CONTEMPORANEA EN FILIPINAS— LOS CREADORES.—LAS OBRAS—LAS IDEAS Y LOS ENSUENOS, RITMOS ESPANOLES Y ARMONIAS DEL ORIENTE Ciertos observadores poseidos de una intelectualidad tan minuciosa y tan des- confiada han llegado a formular la siguiente pregunta: Existe acaso, una tal cosa que pudiera Ilamarse ‘“‘misica Filipina”? Para no pecar de oficiosos y con el fin de evitar el mas leve asomo de parcia lidad preciso es contestar esta pregunta con una respuesta de origen 0 procedencia neutral y desinteresada. Viene como anillo al dedo, los siguientes comentarios traducidos de un libro publicado en América, un curso de estudio en la Historia y Apreciacién de la Mi: sica, titulado “What We Hear in Music”, escrito por Anne Shaw Faulkner (‘Mes. Marx E, Oberbadorfer’) : La influencia de la Musica popular espaiiola es fécilmente discernible en muchos de los paises hispanos de la América del Sur. Danzas y tonadas afejas de Espaiia se han encontrado en Cuba, México y la baja California, las cuales se dice que son mas antiguas y mas puras todavia en su forma que cualquiera miisica popular de la Espafia contemporinea. Procedente de a lejana Filipinas se percibe una curiosa combinacién de ritmos espafioles y de armonias extrafias del Oriente. De tal modo que Ja musica filipina es de un tipo distinto, asiz. diferente de la musica de cual- quier otro pais oriental. Quizds mucha tela hay que cortar, y mucho entuerto que enderezar en esta benévola definicién, peo—“mucatis mutandis”—queda un hecho consumado, y es, que la misica filipina existe, y la misica filipina es diferente de la miisica de cual- guiera otra tierra donde nace el sol. LA NUEVA POESIA ULTRAMARINA Teniendo en cuenta que Ja miisica no ¢s mas que un lenguaje, que en vez de expresarse en palabras, se expresa en tonos musicales, de ahi es que por imperativos de comparacién hace falta mentar algo del lenguaje filipino. Es un hecho admitido que desde las postrimerias del siglo XVI, ya se teco- nocia, y se consagraba la riqueza admirable y excepcional de la lengua nacional fili- pina: el Tagalog. El padee Chirino de la Compafia de Jesis ha encontrado en este idioma las cualidades de las cuatro lenguas principales del mundo: lo misterioso del Hebreo, lo breve y directo del Griego, la riqueza y variedad del Latin, y lo cortés y respe- tuoso del Castellano. Prosiguiendo este rapido esbozo analitico del idioma nacional para llegar a la poesia filipina escrita en castellano, se descubrieé con la mayor facilidad lo que Eduardo Martin de la Cémata ha llegado a descubrie: LA MUSICA FILIPINA: LO QUE ES, Y LO QUE PUEDE SER 855 No pudiéndose evitar el idioma, esquivanse los Gnicos razo- nables modelos, nuestros clisicos y nuestros modernos, yendo los bardes a beber las ctistalinas aguas en los “‘parnasianes” y simbo- listas franceses y en los modernistas hispano-americanos. En es- tos, singularmente. El azul y los lirios, y rosas liricas de Rubén (Dario) coloran y perfuman la nueva poesia ultramarina Pasar después a la literatura y poesia filipina escrita en inglés, otras cualidades se harin también fécilmente discernibles. Analicense las otcas artes: 1a escultura, Ja pintura, la arquitectura y el resultado es, que en el arte filipino subsiste y sobre- vive una conjuncién orginica y armoniosa no de uno, sino de vacios estilos y ten- dencias diferentes. Y quién sabe si esta amalgama integral y transcendente consti- tuye precisamente su caricter distintivo! CARTA DE NATURALEZA No hay por qué lucubrar demasiado cuando se diga que en la misica filipina también sobresale una abundancia de diversas cualidades, estilos y procedimientos estéticos, Desde la primitiva escala pentaténica de los chinos y otros orientales, pasando por los modos gregorianos, los modos mayor y menor, las escalas diaténica y cro- matica de los clasicos, hasta Hegar a la escala javanesa de tonos enteros, escala tonal descubierta—y no inventada—por el incomparable apéstol de la musica moderna, Claude Debussy, todas ellas han Ilegado a formarse como elemento constitutive tal que si adquiriesen carta de naturaleza en la contextura esencial de la misica filipina. Empezando por los primeros balbuceos tonales de los igorrotes, Ios negritos, los bilaws y tinguianes, los ifugaws y bagobos, los ilongotes y maranaws y de otras tribus, prosiguiendo este esbozo analitico del capricho japonés “Arimatsu mushinga” de Bernardino F. Custodio, el “Minuetto” sobre un tema igorrote de Antonino Buenaventura, las overturas de concierto sobre aires filipinos de Hilarién F. Rubio. Laureano Catifio, Alfredo Vitangcol, Lucino Sacramento, Liwanag P. Cruz, Lucio D. San Pedro, Felipe Padilla de Leon, para culminar—por ahora—en los “Pano- ramas” en “La Cenicienta’, y en el “Concierto en Si bemol menor” para piano ¥ orquesta de Nicanor Abelardo, el “Rondo en Sol mayor” para dos violines y piano, el “Concierto” y Ia sinfonia en cuatro tiempos “Tagailog” de Francisco Santiago, el “Rondo en La menor”, el “Concierto Fantasia” para piano y orquesta y la over- tura “Simoun” de Juan de S. Hernandez, la ‘Sinfonia Filipina” y el poema sinf6- nico “Ultimo Adios” para coro y orquesta de José A. Estella, las “Orquideas de Mindanaw”, “La Danza Salvaje” para orquesta sinfénica de Ramén Tapales y otras obras de notables compositores de este pa UNION CONFEDERADA MUSICAL Esta enumeracién, aunque hecha a vuela pluma, revela, sin embargo, que in- forma este caudal artistico de la misica filipina una diversidad de cualidades, formas y tendencias y no parece sino que el misico nacionalista en Filipinas quiere dar a entender que el nacionalismo no debe ser confundido con el aislamiento, con el re- gionalismo, el entusiasmo patridtico moroso y momentineo, ni tampoco con el chat vinismo vocinglero y esténil, sino todo lo contrario: “La tendencia hoy—tal como lo afirma Waldo Selden Pratt—es conseguir una como unién confederada musical, 856 ANTONIO J. MOLINA cada parte reteniendo y hasta acentuando aquello que es peculiarmente suyo, pero al mismo tiempo poniendo su cuota dentro del acopio comin y aceptando con a mejor buena voluntad la contribucién de los demas en la creencia de que asi se en- riquece el entero patrimonio del arte.” En este sentido se considera Ia unién confederada ideal de las diferentes es- cuelas musicales lograda en sus creaciones geniales por Haydn, Liszt, Chopin, Tschaikowsky y Manuel de Falla, por Edward Grieg, el padre de la mtisica norue. ga, por Bedrich Smetana y Antonin Dvorak, los iniciadores de la escuela checo- eslovaca, por Jean Sibelius, el Misico-poeta nacional de Finlandia, por Felipe Pedrell, sane Albéniz y Enrique Granados, Joaquin Turinay, Ernesto Halfter, acérrimos de- fensores, exponentes autorizados del arte nacional en Espafia y por otros muchos grandes maestros que seria prolijo enumerar. Allerta y consciente de estos logros de alta estética, el musico filipino parece dar también a entender que esa union confederada, viene a set stu empefio cumbre de su gloria sofiada, su “noble inquietud’—imperiosa y seductiva, al mismo tiempo incitante y fecunda, y es, en fin, su mas radiante y maravillosa finalidad. EL ALMA DE LA RAZA No es, sin embargo esta finalidad, ébice alguno para retener y hasta acentuar su propia modalidad en las inflexiones melédicas, en los contoznos ritmicos, en las armonias pintorescas de Ia miisica nativa, pero al mismo tiempo sabe ofrecer su apor- tacién al acopio comin universal y no solamente admitiendo de buen grado, sino asimilando juiciosamente la cuota contribuida por los otros y no con [a mera creen- cia, sino con la realizacién plena y la conviccién positiva de que bajo esta forma, la opulencia total del arte universal—el arte de la colectividad—es y sfempre sera infi- nitamente entiquecida. Y esta conglomeracién orginica y armoniosa de diferentes y hasta encontrados estilos, este caudal artistico de la misica filipina no es mas que el reflejo vibrante y esponténeo del “alma de la raza”, y por es0, esta variedad kaleidoscépica—varietas delectat—de sus modalidades emocionales ha inspirado ya a aquel apolonida eximio y caudente, Claro M. Recto, Ins estrofas elocuentes, con las cuales me permito co- ronar este telato panorimico: “Sabe pulsar [a citara con melodioso acento, ligubre como un cisne, triste como un lamento si se siente morir Sabe pulsar la citara en arpegios bullentes, como del champagne rubios los topacios hirvientes, cuando su pecho embriaga la dicha del vi Suspiran sus cantares las campifias de flores las btisas de la sierra, los alegres rumores del bosque tropical; Ia Iluvia que desciende en perlas diminutas, los otos del crepiisculo, las sombras de las grutas, y el épico tumuleo del fiero vendaval Avtoio J. Moria Conservatorio de Miisica

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