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LA DIGNIDAD DELA PERSONA HUMANA EN LA DOCITRINA DE LA IGLESIA CATOLICA (Analisis de un topico) Luciano Barcia SUMARIO: I. Comdn aceptacién del valor de la dignidad de la persona en el pensa- ionto actual. Il. Discrepancias ideoléaicas. acerca del contenido y consecuencias de {a ‘dignidad humana, Antropologias.Insuficientes. Il El magisterlo dela iglesia ofrece fen nuostro tiempo la doctrina cristiana acerca de la verdadera dignidad del hombre 8) Dimensién natural, b) Dimension ‘sobrenatural. IV." Dignidad 'y ordenacién cristia: mma de la vida humana. V. A modo de conclusi6n. |. COMUN ACEPTAGION DEL VALOR DE LA DIGNIDAD DE LA PERSONA EN EL PENSAMIENTO ACTUAL. La referencia a la dignidad de Ia persona humana es uno de los con- dicionamientos que caracterizan los llamados «signos de los tiempos». Ello no quiere decir que con anterioridad no se hayan tenido presentes tal concepto y realidad. Significa solamente que la reflexién sobre ella se hace de una manera clara, explicita y directa en la época que nos toca vivir. Es de admitir que en la base de las Declaraciones de Derechos, que a través de los siglos se han manifestado, estaba el pensamiento de que los derechos corresponden al hombre en razén a su dignidad, de la cual derivan las legitimas libertades a que hacen referencia los fueros, car- tas, estatutos, declaraciones formales. De la «dignidad publica» y de la «dignidad ingenua» habla la ley promulgada por el glorioso Principe Recesvinto en el Vil Concilio de To- 402 LUCIANO BARCIA edo’. El respeto por la dignidad de los indios inspira le abundante legis- lacién de los Monarcas espafoles relacionada con ellos * Cabe pensar que la Declaracién de Derechos de! buen Pueblo de Vir- ginia, de 12 de junio de 1776, la Declaracién de Independencia de los Es- tados Unidos, de 4 de julio de 1776, la Declaracién de los Derechos del hombre y del ciudadano, aprobada en Francia por la Asamblea Nacional el 26 de agosto de 1789 y por el Rey Luis XVI el 5 de octubre, formando parte y encabezéndola, de la primera Constitucién revolucionaria de 3 de septiembre de 1791, tienen presente el respeto debido a la dignidad de la persona humana. lambién en las Constituciones politicas de los siglos XIX y XX, in- cluidas aquellas que no emplean el término «dignidad»* podemos ver re- flejado el concepto que se tenga acerca de la dignidad personal. No es facil reconocer una fundamentacién basada en la dignidad de la persona humana en las constituciones o sistemas de signo claramente materia- lista, cuales pueden ser los derivados del marxismo ‘. Tampoco es facil admitir un verdadero humanismo en estos sistemas e ideologias, que parten de la base de la subordinacién (a veces de cardcter instrumental) dal individuo ante In sociedad « el partida, racista, socialista 0 comu- nista El término «dignidad> se explicita en el titulo preliminar del Fuero de los espafioles de 17 de julio de 1945, por el que «El Estado proclama ‘como principio rector de sus actos el respeto a la dignidad de la persona 1. Cfr. A. GARCIA GALLO, Manual de Historia de! Derecho Espariol, Il, Antologia de Fuentes del Antiguo Derecho, Edic. 4 del autor, Madrid, 1971, pgs. 409 $s. 2. Cir. Instruccién de los RA. Catélicos a Nicolés Ovando Gobernador de las Indias, en 16 de setiembre de 1501, apud A, GARCIA GALLO, bid, pag. 779. Leyes Nuevas de Indias, otorgadas por Carlos 1en 20 de noviembre de 1542 para el «buen goblerno y tratamiento de los indioss, apud A. GARCIA GALLO, Ibid. 776 ss. y 782 ss, 3. Cfr, Constitucién Politice de 1a Monarqula espafola, de 19 de marzo de 1812; Constitucién de! 4 de noviembre de la ll Republica Francesa; Constitucion de la Mo- nnerqula espafiola de 30 de junio de 1876, aprobada por las Cortes dol Reino y por Al- fonso Xll; Constitucién Politica de los EE. UU. Mejicanos de 5 de febrero de 1917; Constitucién del Reich Alemén, de 14 de agosto de 1919. Puede verse publicada la ma- yor parte del contenido de estas Constituciones en Textos Bésicos sobre Derechos Humenos, Edic. preparada por G. Peces Barba, Universidad Complutense, Madrid, 1973. Pueden consultarse iitimente también: Los Derechos Humanos. Declaraciones y Gon. Vonios internecionales; estudio preliminar de A. Truyol Serra, Ed. Tecnos, Madrid, 1971. ‘Annuaire Frangais des droits de homme de la Universidad de Besangon, Edie. E. Pedont Paris, 1974. 4. En tal sentido puede verse la Constitucién de la URSS, de 1936. 5. Cfr. al respecto Erich FROMM y otros, Humpanismo Socialiste, Psicologia social y ‘sociologia, 4.* edic., Ed. Paldos, Buenos Aires, 1974 LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA 43 humana...». La Constitucién de la Repiblica Italiana de 17 de diciembre de 1947 sefiala en el articulo 3° que «Todos los cludadanos tienen idén- tica dignidad social y son iguales ante la Ley, sin distincién de sexo, r- za, idioma, religién, opiniones politicas, condiciones personales o si les...». La Ley Fundamental de la Repiblica Federal de Alemania de 8 de mayo de 1949 sefiala entre los derechos fundamentales «art: 1: La digni- dad del pueblo es intangible. Respetarla y protegerla es obligacién de todo poder estatal» La presencia de la palabra «dignidad» referida a la persona humana viene a ser algo cominmente admitido en la actualidad. Aparece en la Declaracion Universal de Derechos Humanos de fas Naclones Unidas he- cha en 10 de diciembre de 1948, en cuyo preémbulo se dice: «Consideran- do que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el re- conocimiento de la dignidad intrinseca y de los derechos iguales e inalie- nables de todos los miembros de la familia humana... Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en Jos derechos fundamentales del hombre, en la dignided y el valor de la Persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida...». También el articulo primero de tal declaracién se refie- Fe @ que «todos los seres humanos nacen libres @ iguales en dignidad y derechos, y dotados como estén de razén y conciencia, deben comportar- se fraternalmente los unos con los otros...». Con el fin de dar un carécter juridico e internacionalmente obligato- io a la Declaracién de Derechos de 1948, la O.N.U., a través de sus or- ganismos competentes, elabord diversos proyectos complementarios de aquella Declaracién. Tales proyectos fueron aprobados por unanimidad en la Asamblea General reunida en Nueva York el 16 de diciembre de 1966, convirtiéndose asi en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Poli- ticos y en el Pacto Internacional de Derechos econémicos, sociales y cul- turales. Tales pactos se fundamentan en que «conforme a los principios enunciados en la Carta de las Naciones Unidas, la libertad, la Justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad in- herente a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales ¢ inalienables» '. Otras declaraciones de derechos de cardcter menos universal parten también de la consideracion refleja de la dignidad humana. La IX Confe- 6. Ast se expresan en la que pudléramos llamar parte Introductorla de los Pactos. Gfr. Textos Bésicos sobre Derechos Humanos, edic. prepareda por G. Peces Barba, Universided Complutense, Madrid, 1873. or LUCIANO BARCIA rencia Internacional Americana reunida en Bogoté durante los dias com- prendidos entre el 30 de marzo al 2 de mayo de 1948 formulé In De- claracién Americana de los Derechos y deberes del hombre, declarando que «los pueblos americanos han dignificado la persona humana...» y acor- dando que «todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y de- rechos y, dotados como estén por naturaleza de razén y conciencia, deben ‘conducirse fraternalmente los unos con los otros... No todas las declaraciones de derechos de nuestros dias emplean de manera explicita la palabra «dignidads. Tal ocurre con el preémbulo de la Convencién de Salvaguardia de derechos del hombre y de las Liberta- des Fundamentales, firmada por los Gobiernos Signatarios, miembros del Consejo de Europa, en Roma ei 4 de noviembre de 1950’. Tampoco apare- ce dicho término en la Carta Social Europea, aprobada en Turin el 18 de octubre de 1981. Por su parte la Convencién Americana sobre Derechos humanos elaborada en la Conferencia de S. José de Costa Rica el 7 de abril de 1970 en su Preémbulo manifiesta que «los derechos esenciales del hombre no nacen del hecho de ser nacional de determinado Estado, ‘sino que tienen como fundamento los atributos de la persona humana...». No he pretendida hacer una enumeracién exhaustiva de los textos legales 0 declaraciones en que se parte de la reflexién sobre la dignidad humana. Tampoco aspiro a ofrecer la doctrina y teorias de los pensadores, filésofos y juristas, en torno al problema que nos ocupa. Si quiero en cambio resaltar cémo los documentos eclesiésticos, ensefianzas pontifi- cias y conciliares, se fijan de manera directa en la dignidad de la persona humana, para enaltecerla, para buscer y exponer su fundamento, para sacar las consecuencias que de ella derivan. Por citarse en este trabajo en varios momentos la enciclica Pacem in Terris del Papa Juan XXill y la Constitucién Gonciliar sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et Spes, basteme por ahora hacer brevemente esta referencia. Il, DISCREPANCIAS IDEOLOGICAS ACERCA DEL CONTENIDO Y CONSE- CUENCIAS DE LA DIGNIDAD HUMANA. ANTROPOLOGIAS INSUFI- CIENTES. La unidad de los términos empleados =dignidad de la persona huma fa» no supone, sin embargo, unidad en la explicacién de su contenido. 7._A esta Conver fue aprobado en Par ‘80 han aiadido cuatro Protocolos adicionales: El primero el 20 de mayo de 1952, entrando en vigor el 18 de mayo de 1954. LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA 45 ‘A la hora de penetrar en el entendimiento de tales palabras y de sacar las consecuencias que de él derivan hemos de tener en cuenta las diversas maneras de concebir y explicar la naturaleza humana por parte del pen- samiento filoséfico. De lo contrario no seria posible evitar un falso es- Pejismo tomando por idénticos unos téminos, que sélo lo son en el sonido material de la palabra, pero que tienen un significado muy to, de acuerdo con la mentalidad de sus interlocutores. Es necesario que los pensadores, actualmente, también después del Concilio Vaticano Il, tengamos en cuenta esta realidad, para evitar que llevados de un falso irenismo 0 de un mal llamado pluralismo 0 ecumenismo* nos dejemos sorprender por las corrientes secularizadoras y demoledoras del sentido cristiano de la vida humana. El empleo de las mismas palabras no siem- pre supone y compromete a la manifestacién de idéntico pensamiento. Es el mismo Concilio Vaticano Il el que, al contemplar cémo los cre- yentes y los no creyentes estén generalmente de acuerdo en que todos los bienes de la tierra deben «ordenarse en funcién del hombre centro y cima de todos ellos», advierte, sin embargo, que «son muchas las opinio- nes que el hombre se ha dado y se da a si mismo. Diversas e incluso contradictorias. Exaltandose a si mismo como regia absoluta 0 hundien- dose hasta la desesperacion... La duda y la ansiedad se siguen en con- secuencia. La Iglesia siente profundamente estas dificultades y, aleccio- nada por la Revelacién divina, puede darles la respuesta que perfile la verdadera situacién del hombre, dé explicaciGn a sus enfermedades y per- mita conocer simulténeamente y con acierto la dignidad y vocacién pro- pias del hombre» *, Las palabras del Concilio constatan una realidad, la del mundo que nos rodea y en el que estamos inmersos: la del pensamiento variado y distinto acerca de la naturaleza y dignidad del hombre. A la pregunta ¢qué es el hombre? dan respuestas distintas las di- versas antropologias que se manifiestan de conformidad con el pensa- I sogundo y tercero fueron aprobados on Estrasburgo el 6 de mayo de 1963 y entra ron en vigor el dia 21 de setiombre de 1970, El cuarto y ultimo fue aprobado en Estras- burgo el 20 de enero de 1968 y entré en vigor el 20 de diciembre de 1971. 8. Ofr. el Decreto del Concllio Vaticano Il Unitetis redintegrato, n. 11 donde se dice: sEs de todo punto neceserio que se exponga claramente toda la doctrina. Nada es tan ajeno al ecumenismo que ese falso irenismo, que dafia a la puteza de la doctrina caté- lca y obscurece su genuino y definido sentido. 8. Gaudium et Spes, n. 12. 468 LUCIANO BARCTA miento filoséfico que ests subyacente en ellas y del cual son reflejo y expresion® El hombre es un ser ordenado por naturaleza a estar en didlogo consigo mismo. Ello constituye una exigencia y es al mismo tiempo un privilegio del ser racional. El valor imperativo del «nosce te ipsums, re- petido ya en Ia filosofia clésica griega, se manifiesta de una manera ininterrumpida @ través de la historia, Se ha prestado atencién al hombre desde todos los éngulos en que su ser puede contemplarse, lo que ha dado origen al desarrollo de variadas ciencias. Las ciencias médicas con- templan al hombre con relacién a su ser y salud corporal; las ciencias politicas lo consideran como autor y miembro de la sociedad civil; la psi- cologia trata del alma del hombre y de sus potencias: la pedagogfa, la ética, junto con otras ciencias atienden al hombre analizando sus nece- sidades, sus tendencias, los medios de mejorarlo, los actos y los esta- dos en constante variacién, las obras que produce, las leyes a que esté sujeto, las relaciones que lo vinculan con los demas seres, con todos los puntos del universo y con el infinito. La antropologia por su parte con- sidera la naturaleza del hombre en si mismo, naturaleza que, a su vez, ‘8 explicada de conformidad con Ins distintas concanciones filoséficas. Para una antropologia que pudiéramos llamar racionalista el hombre viene a ser pura raz6n, Para Descartes la sustancia del Yo, toda su esen- cia consiste solamente en el pensar. Blas Pascal afirma que el hombre es una cafia que piensa y que toda su dignidad consiste en el pensa- miento®. La antropologia cientificista contempla al hombre como un mero he- cho empirico, un cuerpo fisico, un ser viviente, estudiado por la biologia, la psicologia, la sociologia o la etnologia cientificas. Es el hombre del positivismo, producto heterogéneo del empirismo™ y que se preocupa del hombre «phaenomenons, descuidando al hombre «noumenon. La antropologia materialista, negando el espiritu, afirma solamente F. PUY, Lecciones de Derecho Natural, 3° edic. Ed. Dirosa, Barcelona, 137 $8. En elias puede verse abundante bibliografia. E. VIDAL, Considera- zioni sul fondamento di una storiografia dellUomo, en «Rivista Internazionale di Filo- ‘sofia del dirttor, Il (1950) 258 35, 11. Gfr. R. DESCARTES, Discours de la Methode, Quatriéme Partie, Lib. Hachette, Paris, 1922, pags. 79 ss. 12. Cfr._B. PASCAL, Pensées, 264 (347); en sus Oeuvres complétes, ed. Jacques Chevalier, Gallimard, Bruges, 1954, pag. 1.157 48. Cir. B. PASCAL, Pensdes, 210 (148); ibid, pig. 14. fr. E. VIDAL, joc. cit, pig. 280. 1.146. LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA ar 1a materia como elemento integrante del hombre. Frente al «hombre del racionalismo» ha surgido el

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