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esociales de amon Llull, .ductual ‘amiliar Area Basica > de Trabajo Actualidad y pertinenei del Trabajo Social Clinico Amaya Ituarte Tellaeche l ‘Tratamos personas, no problemas Hamilton, 1940: 38 1. Inrropucci6n Veinticuatro atios después de la publicacién de Procedimiento y Proceso en Trabajo Social Clinico (Ituarte, 1992), se nos ofrece la posi- bilidad de reflexionar de nuevo, en voz alta, sobre la pertinencia, y la actualidad, del Trabajo Social Clinico en la préctica de los' trabajadores sociales espaiioles Empezaré por una afirmacién que parece una obviedad y que, sin embargo, se me antoja particularmente necesaria en estos tiempos: cuando hablamos de trabajo social clinico (en adelante, TSC), habla- mos de trabajo social. Por ello, a lo largo de la exposicién que sigue, trataré de analizar qué significa clinico en el contexto del trabajo so. ecules son las caracteristicas que, a mi juicio, definen dicha pricti- ‘a, haciendo referencia y poniéndolos en relacién con los textos que nos han legado algunas de las autoras pioneras y clasicas del Trabajo Social, cuyas reflexiones me parecen especialmente adecuadas para la 1 Uiilizaré indistintamente, alo largo del trabajo, el masculino y el femnenino, entendiendo que ambos representan tanto a clientes como a profesionales. 20) Aus barre Tasco fandamentacién de cuanto sigue, sin obviar aportaciones de autores, ‘és actuales. Terminaré haciendo una breve reflexién sobre la conve- niencia y la pertinencia de las précticas clinicas del trabajo social en el momento presente 2. Dr QUE HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE TRABAJO SOCIAL CLINICO EI TSCees una préctica especializada del trabajo social y un proceso relacional psicoterapéutico que trata de ayudar a un cliente a afrontar sus conflictos psicosociales, superar su malestar psicosocial y lograr unas relaciones interpersonales mas satisfactorias, uilizando sus ca: ppacidades personales y los recursos de su contexto socio-relacional. Qué significa lo anterior? Decir que es una préctica especializa hhace referencia a la exigencia implicita de una formacién complemen- taria (ala general y bésica que se obtiene con el grado) sobre procesos clinicos y técnicas terapéuticas, desde los propios fundamentos del trabajo social. Como nos recuerdan Hollis y Woods (1981: 5), la forma- cin generalista y pre-graduada es solo un inicio de preparacién para la préctica del trabajo social clinico. Ser, pues, necesaria una formacién de postgrado en trabajo social clinico que atin hoy, en nuestro pais, no esté disponible en el medio universitario, por lo que la persona aspirante a trabajadora social clinica tiene que tratar de conseguirla por otros medios. 2 ME. Richmond (1917: 38), en una notaa pie de pagina (pagina 19 dela edicion espafiola de 2005), hace una interesante argumentacin sobrela conveniencia de la denominacién cliente para designar ala persona ala queatiende dl trabajador social que considero perfectamente vilida frente ala tendencia autlzar otros términos como usuario, Cabe seialar que el DRAE ofrece paral trminocliente, entre otros signifcados, el de persona que utiliza con asiduidad ls servicios de un profesional (el mismo quele da Richmond), mientras que l termino usuario serefiere, més bien, quien uliliza alguna cosa. Por otra parte, el término cliente designa adecuadamente alas personas que utilizan los servicios del trabajador social, independientemente de su género y desu niimero: sil trabajador social trabajaindividualmente con una persona, esta sera su cliente; pero silohace con ‘una familie, on una pareja 0 un grupo, esa familia o esa pareja como unidad singular y ese grupo como unidad singular son su cliente, ademés de serlo, simulténeamente, cada une de sus miembros. del otro (ec la relacién. tratar de fac subjetividad. saber qué ha: consigo mi Bl términ clinica, tiene significado hao adecuada y trabajador so tiene que ver com en este sentid imalestar psicos acepcién trata dat Jo que lamar 2.1. Clinico. Como objet picia dicha i (individuo, per ie autores 0 social en TRABAJO setae scent cine [21 Como proceso psicoterapéutico, trata de ayudar al cliente a superar su malestar psicosocial por medio de un trabajo de andlisis y profun dizacién de sus sentimientos, emociones, vivencias y dificultades, dela ‘manera en que todo ello se manifiesta en sus relaciones interpersonales significativas y de cémo él se ve afectado por lo que sucede en ellas, para permitirle alcanzar la comprensiGn necesaria de su situacién a fin de poder efectuar modificaciones en ella, En cuanto proceso relacional e intersubjetivo, la relacién terapéu- tica es un encuentro en el que trabajador social y cliente comparten as- ppectos intelectuales y emocionales, y cuya finalidad es prestar ayuda al cliente para afrontar alguna situacién que le produce un malestar psico- social significativo, El trabajador social debe reconocer la subjetividad del otro (el cliente) y la suya propia, y las formas en que interactian en Jarelacin. A través de ese reconocimiento y de esa interaccién, deberd tratar de facilitar que el cliente tome conciencia de, y exprese, su propia subjetividad. Esto significa que el trabajador social clinico no solo debe saber qué hacer: debe saber cémo hacer y especialmente cémo hacer consigo mismo y desde s{ mismo, cémo usarse en la relacién. El término clinico en trabajo social, igual que en otras disciplinas clinicas, tiene tres acepciones diferentes, aunque relacionadas. Un primer significado hace referencia al trabajador social que tiene la formacién adecuada y realiza prictica clinica y que denominaremos, por lo tanto, trabajador social clinico o simplemente clinico. La segunda acepcién, tiene que ver con aquello que constituye el objeto de la prictica clinica: en este sentido, hace referencia al conjunto de las manifestaciones del ‘alestar psicosocial del cliente que solicita ayuda. Por fin, en su tercera acepcién trata del ejercicio préctico, la intervencién directa con el cliente, To que liamamos acontecer clinico o préctica clinica 2.1. Clinico, objeto de Ia interves ‘Como objeto de la intervencién clinica, clinico es aquello que pro- picia dicha intervencién: el malestar psicosocial del sujeto singular (individuo, pareja, familia, grupo), que presentado a menudo como el/ su problema le lleva a efectuar, directa o indirectamente, una demanda de ayuda a un trabajador social. cién eliniea iQué entendemos por malestar psicosocial? Es un profundo sen- ‘timiento de desaz6n e incomodidad indefinible que, por lo tanto, no 22 | asta tose Tazazcae puede decirse ni explicarse,y que suele manifestarse a través de senti- mientos de abatimiento, pesadumbre, egobio, pena, desasosiego; 0 de impotencia, incapacidad, decaimiento; 0 de conductas impulsivas; 0 de sintomas fisicos y/o psicol6gicos. EI malestar psicosocial, ademés de aquejar dolorosamente a la per- sona que lo padece, perturba de manera importante las relaciones con sus ottos significativos. De hecho, dicho malestar suele estar frecuen- temente relacionado con algtin conflicto psicosocial previo, a menudo inconsciente 0 preconsciente, que se genera en el contexto de la realidad psicosocial del sujeto. Esta realidad psicosocial, olugar de encuentro de la intersubjetividad, es la realidad vivencial dialéctica del sujeto,lo que significa que es en ella en la que paulatinamente se constituye el sujeto, desde el primer momento de su existencia (y podrfa decirse que aiin antes de ela, a partir del momento en que entra en la cadena de signif cantes de sus progenitores),a través de las relaciones interpersonales con, los otros significativos y de la introyeccién de esas relaciones. Hablamos de relacién dialéctica porque ese sujeto, ya desde que es un bebe recién nacido, conforma y modifica también esa realidad con sus aportaciones personales, que empiezan con los primeros in- tercambios afectivos, aun cuando en las primeras semanas 0 meses de vida todavia no pueda hablarse adecuadamente de intersubjetividad (puesto que el aparato psiquico, aquello que nos convierte en sujetos, no estd atin constituido) (Coderch, 2012: 206) Ese encuentro intersubjetivo se produce en tn medio determinado, dando lugar a una situacién o conjunto de circunstancias que confi- guran el contexto global de la vida de la persona, con el que esta se ‘encuentra en permanente interaccién dinémica. A medida que el sujeto «rece, van apareciendo nuevos contextos relacionales que ampliarén ese contexto global, yen esas interacciones la persona y sus diferentes contextos significativos se modifican mutuamente a lo largo del tiempo. ‘Todas estas interacciones dan lugar a la configuracién persona en su situacién a la que se refiere Hamilton (Cornell, 2006*), en la que los 3) Cornell (2006: 51) sehala que Hamlin fuela primera que us6la frase “persona y situacién” como forma de defini las caracteristcas distintivas del trabajo social como tina profesién “humanist” o clinica. Afade que Hamilton usaba ‘ese constructo para subrayar la interacién entre lo intrapsguico y lo objetivo, slendo esa interaccién el dominio principal del trabajador social (cursiva de la autora] Acai perinaa | 93 4:1 Trabajo Socal Cinco aspectos relacionales y personales entran en un juego cuya finalidad es ellogro de una vida plena y satisfactoria, Pero ese es también el terreno cen el que se producen y/o se manifiestan la mayorfa de los problemas que las personas tienen a lo largo de su vida. Persona y contexto tienen, respectivamente, demandas y expec- tativas sobre el otro, muchas de ellas inconscientes. Pero aun las més plenamente conscientes son con frecuencia dificiles de explicitar, ya ‘que conllevan factores de cualidad relacionados mas con sensaciones, percepciones y sentimientos subjetivos que con lo que sucede realmen- te en la interaceién. Ello hace que a menudo se produzcan colisiones entre las demandas y las expectativas de uno y otro que, reciproca- ‘mente, no pueden satisfacerse. Y son esas colisiones las que llevan a la aparicion del conflicto psicosocial, cuyo origen ultimo puede radicar «en factores intrapsiquicos, interpersonales 0 de cualquier otra indole (culturales, religiosos, étnicos, econémicos, de salud...), pero siempre se manifiesta en el terreno de las relaciones interpersonales. Como deciamos més atriba, el contficto psicosocial se expresa vivencialmente a través del malestar psicosocial, que casi siempre precede a la conciencia de aquel (ya hemos seitalado que el conflicto Psicosocial es a menudo de caricter inconsciente o preconsciente) y con frecuencia lo enmascara, ya que, al estar siempre presentes en el conflicto los aspectos personales (conscientes e inconscientes) y los contextuales interiorizados, hay un cierto conocimiento innato, una consciencia de que el contexto es vitalmente necesario y, en alguna medida al menos, parte de uno mismo, lo que propicia a accién de los. mecanismos de defensa. La vivencia subjetiva -el significado intimo, singular e individual del malestar psicosocial, profundamente dolorosa e incapacitante, est mediatizada por aspectos de realidad que deberdn ser tomados en con- sideracién al analizar la situaci6n y proponer alternativas de tratamien- to, Adems de ese significado subjetivo, de primordial importancia por ‘cuanto pone al trebajador social en contacto directo con el sujeto en si mismo, son aspectos esenciales que debe tener en cuenta, entre otros, Jos relativos a la historia personal y relacional del cliente; las cuestiones de género, por cuanto los mandatos sociales que llevan aparejados s- ‘én muy a menudo en la base de los conflictos psicosociales; las formas en que el cliente ha afrontado con anterioridad los conflictos consigo mismo y con los dems; las cargas afectivas que tiene en su situacién y 24| suas Taso Ja manera en que las asume o en que trata deliberarse de ellas; ademas de aspectos mas de orden externo y/o material que, aunque no vayan a ser tratados directamente (salvo de forma excepcional) en el contexto del trabajo clinico, inciden de forma importante en la aparicién y/o el mantenimiento del malestar de las personas y en sus posibilidades de recuperacién. ¥, junto a ello el andlisisy la valoracién de las fortalezas, personales y del contexto, con que cuenta: aspectos de personalidad, apoyo afectivo y confidencial, apoyos reales y materiales. Por resumirlo de alguna manera, podemos decir que, en esta se- gunda acepci6n, lo clinico en cuanto objeto de la intervencidn clini- ca comporta dos elementos diferentes pero relacionados: el malestar psicosocial tal como lo manifiesta el cliente y su realidad psicosocial. -Ambos presentan simulténeamente aspectos subjetivos (conscientes ¢ inconscientes) y objetivos. La comprensién que el cliente tenga acerca de ellos, unido al reconocimiento que realice el trabajador soc zismos, serin las bases para el inicio del proceso de ayuda Lo expuesto hasta ahora se corresponde bastante, a pesar de las, diferencias terminoldgicas, con las ideas que exponia Richmond (1922) ‘en uno de los textos fundacionales del trabajo social cientifico. Se re- feria en él ala personalidad como resultante tinica y diferenciada del desarrollo de un ser humano, y la entendia como un concepto inclu- sivo, que abarcaba no solo la herencia fisica, las cualidades innatas transmitidas e inalterables, sino también la herencia social, aquello {que uno recibe a través de la educaci6n, la experiencia y la interaccién constante con los demés, que se afiaden a la individualidad y se con- vierten en parte de si mismo; que esté en cambio permanente y que sino se expande y crece dia a dia se contrae e incluso puede llegar a atrofiarse (Richmond, 1922: 91-93). Esas reflexiones le levaron a plantear que (ibid: 98): EL trabajo social de caso [..] tenia |. un campo propio, Ese campo es el desarrollo de la personalidad a travis de ajustes conscienteseintegrales de las relaciones sociales, y dentro de ese ‘campo no esti més ocupado con las anomaliasen el individuo que en el medio, no descuida a uno més que al otro, Elenfoque Aistintivo del trabajador social de casos, de hecho, es volver a la persona a través de su entorno social. [cursiva dela autora]. 4 Todaslascitas de textos originales en inglés yen francés que aparecen ao largo el capitulo son traduccién de a autora, Acted rein | 965 de Trabsjo Social Clinico sedemés nnaba también sobre el entorno social y explicaba que, > vayan a cuando al término entorno se le agrega la palabra social, aquel deja de contexto referirse a un espacio fisico y se amplia hasta las fronteras del pensamiento del hombre y de sa capacidad para mantener relaciones, mientras que se estrecha para excluir todo aquello que no tiene influencia real sobre su vida emocional, mental yespiitual. «lo que aiiadia que el espacio fisico contiene a menudo aspectos socia- les y en esa medida forma parte también del espacio social (ibid. 99). Tnsista,y esto es algo que considero fundamental, en que el trabajo social de caso encuentra su sentido dentro del conjunto del trabajo social: osocial. las otras formas de trabajo social, todas las cuales interac- ‘tian con el trabajo de caso, son tres: el trabajo de grupo, la, reforma social y la investigaci6n social. El trabajo de caso trata, de mejorar las relaciones sociales tratando a os individuos uno ppor uno o dentro del grupo intimo de la familia, Pero el trabajo social también logra los mismos fines generales por las otras, vias (ibid: 23). ‘También el trabajo social de grupo se planteaba el crecimiento dela personalidad y le mejora en las relaciones sociales. Hamilton (1940; 244) sefialaba que “El grupo [...] puede ser usado en forma ae interesante para [...] efectuar cambios y crecimiento en las personas eS que tienen dificultades en sus relaciones sociales”. Gisela Konopka, ea, una de las principales tedricas del trabajo social de grupo, lo explicaba cya de la siguiente manera: er tun método de Trabajo Social que, por medio de experiencias {grupales intencionadas, ayuda a la personas a mejorar su fun- cionamiento social y afrontar més efectivamente sus proble- sas personales, grupales o comunitarios”[..] se fundamenta, en las competencias que un trabajador social desarrolla en su educacién y formacién y trata tanto de la salud mental como ° de los problemas sociales. Sus beneficiarios son tanto personas e enfermas como saludables (Konopka, 1972: 23) Vemos pues que tanto el trabajo social de caso como el de grupo trataban de alcanzar objetivos similares que resolvieran, o cuando a ‘menos aliviaran, el sufrimiento emocional de las personas en el con- texto de sus relaciones interpersonales, Ambos se planteaban que una 26 | sua ins Teascus parte importante de la préctica profesional de los trabajadores sociales consistfa, precisamente, en trabajar con las personas para cl alivio de ese malestar psicosocial, no desde una perspectiva de patologia, sino de dificultades en el proceso vital de las personas. A este respecto Konopka (1972: 23), refiriéndose a las relaciones entre la terapia de grupo y la prictica del trabajo social de grupo, se- fialaba: La terapia de grupo es una préctica que procuraaliviar el sufrimiento y mejorar el funcionamiento socal y personal de sus miembros mediante interacciones grupales especificas y controladas por un profesional hablitado. Eltrabajo de grupo incluye el trabajo realizado con grupos tanto de personas sanas como enfermas. Cuando el trabajador de grupo uliliza su particular formacién y habilidades para trabajar con grupos de personas que tienen problemas en su ir cionearsiento personaly social, entra en la prdctca dela terapia de grupo, Lo hace en su propio esl, en base a sus particulares cualfcaciones profesionaes. Para evitar conflictos de status y mantener claralaidentificcion con el trabajo socal esta pric- tica es Hamada trabajo social de grupo. {cursiva de la autora). ‘Como podemos ver, Konopka reconoce también la vertiente tera- ppéutica del trabajo social de grupo para tratar el malestar psicosocial de las personas (los “problemas en su funcionamiento personel y so- ial’). E insiste, como lo hacia Richmond, en la inevitable interacci6n entre los seres humanos y en el reconocimiento simultaneo de sus diferencias: Lapersona humane debe interactuar siempre con los otros, transforméndolos y siendo transformada por ellos. Este con- cepto de interaccién de ninguna manera contradice el concep: to de la individualidad y diferencia esencial de cada persona (ibid:29). Considero que las referencias precedentes, de autoras esenciales, en nuestra disciplina y en nuestra profesin, justfican suficientemente ‘i inicial afirmacién de que hablar de trabajo social clinico es hablar de trabajo social. Sin embargo, creo interesante citar de nuevo a Rich- ‘mond cuando, a mi juicio, va un paso més alld en su discurso y, como consecuencia de sus reflexiones sobre la teoria y la practica profesional, se plantea la post nolégicos les se Acmaindy pened | 977 el Trabajo Socal Clinico Para el propésito de la definicién era necesario delimitar la aplicacién del término “trabajo social de caso” {...] ala aten- ida continuada e intensiva durante mucho tiempo de casos, dificles. Permitaseme ahora ampliar su uso para incluir una ‘vez mis todos esos ajustes socialmente titles que se hacen con yy porlas personas, tanto si conducen ono dizectamente al de- sarrollo de la personalidad. El trabajo intensivo de caso sobre el que he estado escribiendo -el que se ocupa directamente de la personalidad en sus relaciones sociales- puede legar a tener tnt nombre distinto con el tempo (un nombre de no mds de una palabra, esperemos), pero en este momento el nico térmnino se sa para cubrir todos los genwinos servicios sociales para las, personas tratadas una por una (Richmond, 1922: 176). [cursiva dela autora} Del parrafo precedente se desprenden dos ideas fundamentales: la primera, que, a pesar de que Richmond insiste una y otra ver en que el trabajo social de caso tiene por objeto el desarrollo de la per- sonalidad, reconoce que hay una serie de actividades profesionales {que realizan los trabajadores sociales en el tratamiento individual © familiar de las personas que son importantes para la mejora de su situacién, aunque no vayan dirigidas expresamente al desarrollo de la personalidad y, consecuentemente, deben ser encuadradas -y, Por lo tanto, nombradas- en el trabajo social de caso. La segunda, ‘que se deriva de la anterior, es que “el trabajo social que se ocupa directamente de la personalidad en sus relaciones sociales’, utili- zando sus propias palabras, debiera ser definido con otro término. 2s decir, diferencia entre un trabajo social de caso con finalidad de aliviar situaciones concretas y un trabajo social de caso de caricter mis terapéutico, el que se ocupa de la personalidad en sus relaciones sociales, aunque ella no propone ningtin término, Esa palabra a la que Richmond se referia bien podria ser Clinico, que es la denominacién que ha asumido, desde mediados del siglo pasado, la prictica psicoterapéutica del trabajo social, que inclaye, ademis de la atencién psicoterapéutica individualizada y familiar, la grupal (los grupos terapéuticos y/u orientados al crecimiento). Un término, por otra parte, al que por lo menos una vez hizo referencia en relacién con el trabajador social hospitalario: “Los dos clinicos ~el social y el médico~ ...” (ibid; 230), lo que demuestra, a mi entender, que el término no le resultaba ajeno ni inadecuado con referencia al 28 | Avan irre TeascHs trabajo social. Hlemos visto asimismo (notaa pie nim. 3) que Hamilton también utilizaba el término, aunque es preciso recordar que en trabajo social, como en otras disciplinas, se reclaman como clinicas practicas bbasadas en teorias muy diversas. Con todo esto, y en términos muy generales, creo que a modo de resumen podemos decir con Northen (1982: ix): “Trabajo social dinico es un término que denomina servicios profesionalesrealzados para y en nombre de [yo diria, més bien, con] los clientes cuando ef objetivo es mantener y mejorar el funcionamiento pscasocial de individuos, familias y grupos ‘pequeis |] trabajo social clinico nose centraenlapato- fogta, Abaca las funciones de desarrollo, prevenciony terapia. Se preocupa por maximizar la disponibilidad de los recursos intrapersonales,interpersonales yambientales paral benefcio de los clientes. [cursva dela autora] 2.2. El acontecer elinico Bl tercer significado del concepto clinico tiene que ver con Ia in- tervencidn directa con el cliente, la préctica cltnica, lo que llamo el ‘acontecer dlinico, en un término de uso relativamente frecuente pero no wnecesariamente univoco. El acontecer clinico, tal como yoo entiendo, tesun proceso psicoterapéutico que se inicia tras la demanda de ayuda al profesional ye] acuerdo para iniciar un tratamientos y es dindmico, temporalmente limitado,tinico y de caracteristicas partculares e irre- j petibles. En él, cliente (individuo, pareja, familia, grupo) y trabajador _ Enotrom Social paticipan en un encuentro intesubjetivo en el que, través de la clinica, nos ses escucha y la reflexin abiertas y desprovistas de prejuicios, aquel pueda uno en i ir descubriéndose a si mismo, claborando sus vivencias y tratando de ~es decir, encontrar significados alternativos a su sufrimiento que faciliten su que esté resolucidn, 0 alivio, y contribuyan a su crecimiento personal. tener presents =e lizamos con Filo requiere de ciertas competencias bisicas por parte del tra- nue bbajador social clinico, fandamentalmente aquellas que le permitan mirar/observar, escuchar y buscar significados. Requiere, pues, de unas aptitudes: patala observaci6n y paralaescuchay para hacer inferencias de sus observaciones; para cuestionarlas a la luz de las teorias y de las fuentes de conocimiento...; y de unas actitudes: estar abierto a los ‘otros interesarse por ellos; tener disponibilidad, deseo y capacidad de fez pein | 9.9 de Trabajo Socal Clinica ayudar y ser itil; sentir curiosidad y, a la vez, poder mantener esta bajo tun control rigurosos haber desarrollado su propia capacidad de insight y ser capaz de cuestionarse sobre si mismo, teniendo conciencia de las. propias vivencias y de las emociones subyacentes. En resumen, el trabajador social clinico debe sentir interés y cu- rosidad genuinos por ls personas (lo que le incluye a s{ mismo) y por las relaciones entre ellas y las maneras en que esas relaciones influyen en el bienestar/malestar de las personas. ¥ debe tener los conocimien- tos necesarios para comprender, diagnosticar y tratar el malestar de ‘sas personas en sus contextos relacionales. Como explica Richmond (1922: 131), Afortunadamente pare el trabajador social de casos, la mente humana no ¢s un objeto fj cinalterabe, salvo que sea defectuosa oestéiremediablemente enferma, Por el contraio, sun objeto vivo, creciente,cambiante, altamente sugestiona bie, capaz de recibir fuertes impresiones desde el exterior, de formarse nuevos habitos de responder alas oportunidades, de asimilar lo bueno tanto como lo malo, de lo que Se sigue que los trabajadores sociales de casos pueden co- nocer una parte muy importante de la vida de sus clientes y Pueden comprender mucho mejor sus dificultades y sus po- sibilidades cuando han tenido éxito en conseguir una imagen bastante clara de sus relaciones sociales (ibid: 132). En otro momento, en una reflexién de gran calado para la préctica clinica, nos sefiala que “Cada una de esas relaciones tiene dos polos: ‘uno en la mente del cliente del trabajador social y l otro en su entorno es decir, en las mentes de las personas 0 grupos de personas con las. que esta en relacién~” (ibid. 145). Esto es algo que siempre debemos tener presente en nuestra practica psicoterapéutica: el trabajo que rea- lizamos con el cliente tiene repercusiones no solo en si mismo sino en todos sus contextos relacionales y, a la vez, se ve afectado por lo que sucede en ellos. Muchas veces les dificultades que surgen en el trabajo linico tienen que ver, o cuando menos estan relacionadas, precisa- ‘mente con Jo que sucede en las relaciones del cliente, con las reacciones ante los cambios que el tratamiento promueve; de ahi la importancia de trabajar siempre con la mente puesta en el cliente y su contexto. 30 | snus roast Tesascae Esta tarea, este proceso psicoterapéutico lleva implicita la necesi- dad de formacién y supervisiOn. La primera, que debe incluir no solo ‘unos profundos fundamentos en trabajo social y en su aplicacién ala ppractica clinica sino el conocimiento de los procesos clinicos y psico- terapéuticos y de los modelos tedricos que cada uno estime mas ade- ‘cuados, es la base imprescindible de la préctica clinica. La supervisién, por su parte, permite reflexionar acerca deo que sucede en la relacisn, asistencial, en el cliente y en el propio clinico, durante todo el proceso, yy sobre la manera en que todos esos factores influyen en el desarrollo del acontecer clinico y en el devenir del tratamiento psicosocial. 3. La prActica CLintca EN TRABAJO SOCIAL Flacontecer elinico se sustenta en Ia prictia clinica, en cuyo origen se encuentra y de la que forma parte esencial. Dicha prictica es una for- rma particular de relacién con el sujeto para acompaitarie en el intento de comprensién de lo que provoca su malestar y en las consiguientes ‘modificaciones en sus modos de afrontamiento de las situaciones vitals. Esel malestar psicosocial (generalmente manifestado en forma de pro- blema) el que lleva a un cliente a demandar ayuda del trabajador social, pero paradéjicamente no va a ser ese problema el centro de atenciéa en la practica clinica sino la persona que tiene un problema, el cliente que demanda ayuda. Como dice Hamilton (1940: 38), ‘ratamos personas, no problemas, asi que mientras tratamos de comprender(diagnosticar la naturaleza del problema, estamos también tratando de entender qué tipo de [cso esa] persona {que) tiene el problema. 3.1, Practica centrada en el cliente Es este un planteamiento fundamental del trabajo social clinico (mais ain, de todo el trabajo social), que, ademés de la incidencia que Elverapesta acompattante se compromete enel proceso terapéutico con el cliente yycomparte con élla responsabilidad de sus resultados (Guay, 1998:25).Laidea JJeacompatar al cliente alo largo de una parte de su recorrido vital me parece ‘muy interesante, por el lugar central que reconoce al cliente en el proceso. setae searcincs [3 1 tiene en cuanto ala forma de abordar la situacién con el cliente, sefiala también una diferencia respecto a la préctica clinica de otras profe- siones Cuando el cliente acude a la consulta del trabajador social clinico, ‘muchas veces no sabe, ni siquiera aproximadamente, qué es lo que va a suceder en ella, La suposicién més generalizada, a menudo como consecuencia directa de la forma en que ha sido derivado a esa consul- ta, suele ser que el trabajador social le ayudaré a resolver su problema. Digo problema, y no malestar, porque es Ia forma en que, a falta de un proceso de subjetivacién, normalmente los clientes sienten, viven y refieren ese malestat. Evidentemente, el clinico tiene que escuchar ese Problema del cliente, pero, si su intervencién se centra en él, es muy probable que entre en un circulo vicioso que impida cualquier cambio. Por el contrario, al centrar su mirada y su escucha en el cliente (esto es, ‘como ha debido de quedar claro a lo largo de la exposicién preceden- te, en la persona y sus contextos relacionales), se abre un abanico de posibilidades que permitirén llegar ala comprensién del significado y elalcance que ese malestar tiene en la vida de esa persona, asi como de las motivaciones, capacidades y recursos con los que cuenta para afrontarlo y tratar de resolverlo. Es cierto que, a menudo, este planteamiento sorprende inicialmen- tealos clientes. Unos més que otros, pero casi todos tienen cierta dif cultad en comprender por qué el trabajador social se interesa mis por €l mismo, por su familia, por aspectos de su vida, que por su problema, Hablar de ello, explicérselo al cliente en los primeros momentos del tratamiento despeja temores, permite aclarar dudas e incertidumbres sobre todo, le coloca, a pesar de su desazén y del sentimiento de desvalimiento o de impotencia que su situaci6n pueda producitle, en posicién de sujeto activo y en coautor de su propio tratamiento. Esta forma de afrontar la situacién da al cliente la posibilidad de hablar de su malestar en sus propios términos, de hacer su propia narracién, y de buscarle ~a través del dislogo reflexivo con el clinico, , en los casos de cliente plural (pareja familia, grupo), con los demas participants ‘nuevos significados. Como dicen White y Denborough (1998: 3), La persona no es el problems, l problema es el problema, [..] Una vez que el problema se ve separado de aidentidad de Ja persona [...][éta] tiene a oportunidad para resistr 0 pro- testarel problema, y /o renegociar la relacién con el problema de otras maneras. 32) anaca rosare Tasco iene la ventaja aftadida de que al ceder el protagonismo al cliente, al no centrarse en sus aspectos més débiles 0 problemiticos sino en su historia, se facilita que afloren en la narracién sus fuerzas, sus poten- clalidades y capacidades, lo que incide desde un primer momento en Ja manera en que el cliente se vivencia a si mismo en la relacién con el del cinicoen Pryde encontrar Idareta (2013: alo que se usuario, a expe: cambio. profesional Acrualidad ypertinncia el Trabajo Social Clinica @ no relacionarse con el usuario a través del conocimiento ex- clusivamente, sino a través dela sensibiidad. Una sensibilidad que posibilita que el profesional se exprese, inicialmente, con ‘autenticidad y espontaneidad, instaurando por ello una rela- ién bumanizante y humanizadora con el usuario. [cursiva dela autora]. La construccién de este vinculo -imprescindible- no es a menudo tarea sencilla por diversos motivos, relacionados, entre otros, a) con las politicas y reglas de funcionamiento de las instituciones, que, en contra del principio de tratar de manera diferente a personas diferentes en situaciones diferentes, tienden a disefiar programas normalizados de aplicacién general; b) con los clientes, que no siempre estén sufi- cientemente motivados para el cambio, y menos aiin para un cambio ‘que requiere de un gran esfuerzo personal, o que se encuentran muy debilitados por su situacién, o carecen de apoyos, entre otras muchas posibilidades; yc) con los propios profesionales, que se ven constredii- dos por las normas de las insttuciones en que ejercen, por dificultades que radican en si mismos (déficits de formacién, temores, insegurida- des, miedo a comprometerse en una relacién profunda...), 0 por una mezcla, en diferentes grados y proporciones, de todos esos factores. A. pesar de esas dificultades, hay que tener presente que una relaci6n efectiva requiere que el trabajador social y l clien- te trabajen conjuntamente para legar a algin acuerdo mutuo sobre el propésito del tratamiento y ls objetivos que tratan de alcanzar conjuntamente (Hollis y Woods, 1981: 285). [cursiva dela autora). Como ya hemos sefialado anteriormente, el acontecer clinico es un encuentro intersubjetivo, al que ambos participantes (cliente y clinico) llevan su persona, su historia, sus vivencias, sus emociones, sentimien- tos, ideas, sus expectativas y sus temores, sus aspectos conscientes e in- conscientes. En la relacién intersubjetiva, cada uno de los participantes reconoce al otro como sujeto, lo que le permite poder experimentar su propia subjetividad (Coderch, 2012: 205), y cada uno de ellos, através de los procesos transferenciales, encuentra en si mismo resonancias de los afectos ylas emociones del otro, que al cliente Ie servirin para poder mirarse a si mismo de otra manera, y al profesional para acceder a la comprensién de las emociones y de los sentimientos de ese cliente, que le servirén de orientacién en la tarea terapéutica. El clinico tiene que [35 ) 36 | Auasa ruanre Texcazcee tener un profundo conocimiento de si mismo, de su mundo emocional, ¥y tiene que observarse y escucharse @ lo largo de toda la intervencién ‘dinica para descubrir lo que sucede dentro de si mismo, sus emociones contratransferenciales, en relacién con lo que el cliente expresa. A lo largo de la relacién terapéutica, trabajador social y cliente son trans- formados reciprocamente por lo que el otro aporta a ella. ara profundizar sobre la relacién profesional y sus vicisitudes en «ltrabajo clinico, considero de gran interés, entre otras, las aportacio- nes de Isca Salzberger- Wittenberg (1990), Florence Hollis y Mary E. ‘Woods (1981) ¥, por supuesto, las del clisico, y siempre vigente, Félix Biestek (1966). Bs curioso que el psicoanilisis haya descubierto en tiempos rela- tivamente recientes la importancia de la relaci6n y su carcter inter- subjetivo (Coderch, 2012: 23-24). También desde el enfoque narrativo, Michael White (2002: 167-168) incide en que la concepcién recfproca de la terapia pone el énfasis en cémo este trabajo transforma la vida del terapeuta, y sefala que Al construir una concepeién de la terapia de doble via, el ‘erapeuta asume la responsabilidad de identificar, reconocer y explicitar dentro del context terapéutico la contibucion real y potencial que este trabajo hace a su vida. Una concepeiin reciproca del proceso terapeutico contribuye aque se estructu ren relaciones que desafian la marginacién de las identidades de as personas que consultanterapeutas, que desafien la cons- ‘uuccidn dela “otredad” [..] En vez de construir alas personas ‘como destinatarios de lo que fuera que ls terapeutas tuvieran para dar, lo que se invoea es la reciprocidad. “Tal ver esta sea alguna de las importantes aportaciones que el tra- bajo social ha realizado a otras disciplinas, y que a menudo nos cuesta reconocer y reivindicar. A titulo anecdético, me viene al recuerdo el desconcierto y/o la hilaridad que algiin apreciado compaftero psi- {quiatra de formacién psicoanalitica mostraba, hace cerca de cusrenta aitos, al leer en un texto de trabajo social que la relacidn propiciaba el ‘cambio en el cliente y, simulténeamente, transformaba en una u otra ‘medida a ambos participantes en el proceso. ¥, sin embargo, Richmond escribia, ya en 1922: La prueba mds alta del trabajo social de caso es el ere imiento de la personalidad [...]-S6lo un instintiv respeto por emnocional, rervenci6n emociones aportacio- sy Mary E. nte, Félix empos rela~ cter inter- narrativo, sque el tra- nos cuesta Acualdad y pertinncla {el Trabajo Social Clinica Ia personalidad y un célido interés humano en las personas ‘en cuanto personas puede llevar al trabajador social a una respuesta afirmativa a esta pregunta. Pero una respuesta afir- ‘mativa significa erecimiento en la personalidad para el propio trabajador social. El servicio es reciproco (op. cit: 260). [eursiva dela autora} 3.4, El compromiso é o en Ia préctica cliniea Habla Richmond, en la cita precedente, de respeto e interés hu- mano en las personas, y ello nos lleva a otra cuestién fundamental en la practica clinica: el compromiso ético. En el acontecer clinico, ena practica clinica, el trabajador social se encuentra con otro ser humano radicalmente distinto, aunque paradéjica y simulténcamente semejante a si mismo, Esa diferencia radical, sin embargo, hace que los intentos bienintencionados de “ponerse en los zapatos del otro” no sean titles: aunque el clinico se calzara, en efecto, los zapatos de su cliente, sus pasos serian diferentes. Lo que puede hacer es situarse a sualtura, caminar junto a él desde su punto de partida y ayudarle a ir viendo y superando los diversos obsticulos (piedrecillas, pedrus- cos de mayor tamaito, temibles baches oscuros que desconciertan y angustian...) que jalonan su recorrido, Por eso el trabajador social tiene que descubrir y reconocer al cliente en su otredad® como sujeto singular, snico e irrepetible. Un otro, por otra parte, que se hace presente y deviene importan- te para la propia configuracién personal desde el momento en que se ha producido el encuentro, en el que el cliente ha efectuado una demanda de ayuda que ha sido aceptada y asumida por el trabajador social. Esa aceptacién implica una responsabilidad y un compromiso ante ese otro diferente. Implica, sobre todo, asumir su diferencia y su autonomia. Y eso pone limites a las posibilidades de intervencién del trabajador social: el cliente tiene derecho a tomar sus propias decisiones y a cometer sus propios errores. No hay lugar para inten- tar salvarle; si, en su caso, para tratar de evitar que pueda dafarse a si mismo o hacer daio a otros. Solo cabe esforzarse por compren- derlo en su experiencia y ayudarlo a que él mismo la comprenda, y 6 Otredad: condicién de ser otro. Otro es alguien distinto al que habla o piensa (Drage). 137 3 { Avava irre Tazasca acompafiarlo en una parte de su recorrido vital, hasta donde nos lo el ser en rel permita y acordemos con él. psicoanalitica Como dice Fombuena (2011: 67), Te complejidaa. cencontrarse con otro, con autenticidad, con la preocupaciin prerer= desu cuidado es una actividad arriesgada que no defa alos elitrabajo profesionales indiferentes porque hay que tener formacién y sobre si mism humildad, la relac entendida com Y més adelante: “Recuperando un hacer humanista, el Trabajo Social recuperaria la ética de la intervencién y colocarfa al otro como primera exigencia’ disciplina has para tr Ese “colocar al otro como primera exigencia’ implica que, desde el punto de vista de la responsabilidad ética, la prictica clinica debe reali- zarse siempre que el cliente la necesite y pueda beneficiarse de ella. Las justificaciones que a veces aducen algunos trabajadores sociales para ‘no ejercer la clinica (falta de tiempo, excesiva presién asistencial...) no pueden sostenerse éticamente. Otras dificultades, relacionadas con los limites que las institu- ciones tratan de sefalar en la atenci6n a los ciudadanos, deberdn ser afrontadas con argumentos sélidos y coherentes, no solo desde los propios trabajadores sociales implicados, sino desde le representacién institucional del colectivo profesional (Consejo General, Colegios, Asociaciones profesionales). Sobre la cuestin de la ética en relacién al encuentro con el otro en el trabajo social, el lector encontraré reflexiones muy importantes cen los textos, recientes, de Rosario Alonso y Josefa Fombuena (2006), Francisco Idareta (2011) y Francisco Idareta y M* Jestis Uriz (2012). . Transdiseiplinariedad: reto formative y exigencia de la préctica Las reflexiones de Fombuena (2011) me evan a la cuesti6n de las necesidades de formacién de los trabajadores sociales clinicos. Com- prender la realidad del ser humano, la realidad psicosocial de las perso~ nas, para ayudarlas a resolver o aliviar su malestar psicosocial el objeto de la préctica clinica) requiere de una formacién en teorias que tratan de ofrecer una comprensién holistica acerca de la realidad psicosocial 2, el Trabajo al otro como ca que, desde el debe reali- declla. Las sociales para cial...) no las institu sos, deberin ser solo desde los resentacion 1, Colegios, con el otro oy exigencia la cuestién de las setal de las perso- social (el objeto Acad pened | 309 el Trabajo Social Clinico ~el ser en relacién con los otros-, entre las que caben destacar la teoria psicoanalitica y a sistémica, con sus diferentes enfoques, y la teoria de a complejidad. ¥, junto a ello, una completa formacién en los diversos modelos de intervencién en trabajo social, y en la relacién asistencial y dl trabajo terapéutico, ademés de la realizacién de un trabajo personal sobre si mismo y sobre la forma de usarse (de ponerse al servicio de) en la relacién, Es, pues, necesaria una formacién de tipo transdisciplinar, entendida como aquella que, a partir de un profundo conocimiento disciplinar, permite superar las fronteras de la propia disciplina, Esto es algo que el trabajo social ha tenido claro desde sus origenes como iplina cientifica, y siempre ha recurrido a otras ciencias y discipli- nas para tratar de ampliar sus propios conceptos tedricos y encontrar explicaciones a fenémenos complejos que no admiten interpretaciones simples. La transdisciplinariedad es, ademas, actualmente inevitable por la cada ver mayor interdependencia entre las diferentes ciencias y fuentes de conocimiento y por los descubrimientos que, realizados a partir de investigaciones en una determinada disciplina, no solo tienen reper- cusiones sobre otras (algo innegable e inevitable), sino que validan © refutan proposiciones de esas otras o las fuerzan a una revisién. A modo de ejemplo, me parece que puede interesar al lector el articulo de Garland y Howard (2009), en el que los autores explican cémo, a partir del paradigma biopsicosocial, descrito por George Engel en 1977, as investigaciones sobre neuroplasticidad y genomica psicosocial (Rossi, 2002) demuestran que la psicoterapia puede inducir cambios funcionales en la activacién cerebral. Sefalan, en las conclusiones de su articulo (op. cit: 197), que El pensamiento, la emocidn y la accién desencadenan la actividad neuronal, que puede conducir a una reorganizacién, del cerebro, que conformaréfuturas experiencia psicosocials. Desde esta perspectiva, no somos productos pasivos dela neu- rofisiologiay la herencia; mas bien, através de nuestros com Portamientos en el entorno social, nos convertimos en agentes activos en la construccién de nuestra propia neurobiologiay, ‘en iltima instancia, de nuestra propia vida alo que afiaden: Este nuevo paradigma puede revelar la base empirica del principio més importante del trabajo social -Ia idea de que las personas tienen el poder de trascender y transformar sus, AQ | Auavs vane Taos limitaciones en oportunidades para el crecimiento y el bien- cuando se p estar (ibid. 198). dispositivos,g significado. Las citas que anteceden ponen de relieve no solo la vigencia y ac- tualidad del pensamiento de Richmond y de las otras autoras cldsicas a las que he citado a lo largo de estas pginas, sino fandamentalmente la incidencia que el trabajo social clinico puede tener en el mejor funcio- namiento biopsicosocial de las personas. Pero también esto supone un reto para nuestra disciplina: necesitamos de una vision transdisciplinar para poder investigar junto a profesionales y académicos de otras dis- ciplinas los efectos de nuestra préctica clinica en el crecimiento per- sonal, Ja salud y la calidad de vida de las personas a las que tratamos, ‘buscar explicaciones inéditas a situaciones y problemas psicosociales que no comprendemos suficientemente y poder crear teoria a partir de los descubrimientos que nos proporcionen la préctica clinica y la investigacién a que nos hemos referido. amiimero de se no es achaczh cierta inciden ‘tmaciones que y de confiic ser captadas y atm tuna escucha ci 4., Concuusiones: LA PERTINENCIA DE LAS PRACTICAS La descrip. x dlinico talc DEL TRABAJO SOCIAL CLINICO cial del trabs ‘Alo largo de esta exposicién me he referido a textos de autoras, gran teoria ps {que nos precedieron hace largo tiempo y, sin embargo, las personas, la construc: a las que atendemos en nuestra préctica clinica siguen teniendo hoy posible, a tra problemas, dficultades y malestares semejantes alos que elas trataban. 22) la repre Durante afos habiamos creido que estabamos en el camino de aleanzar mismos y del tun cierto estado de bienestar general, pero la crisis global estructural, con su corolario de falta de empleo, bajos salarios, pensiones exiguas, recortes en servicios y prestaciones basicas, pérdida de oportunidades y de libertades...,esté levando a grandes sectores de poblacién (a nivel personas com ls mundial tanto como local) a situaciones de pobreza -cuando no de profundas. © ‘miseria~ material, ya estados de desesperacién y malestar emocional aportes de profundos que repercuten en todas las esferas de su vida. Australia), « psicodinamica’s 2 la comprensssa que trabajamos. = narrativas que (White, y D. Junto a ello, en la llamada época de la comunicacién, las perso- nas se encuentran muy aisladas. También en los aspectos relacionales se aprecia la existencia de una cierta pobreza, tefiida de soledad (no deseada, sino derivada de lazos afectivos poco sélidos o inexistentes), sentimientos de abandono, e incomunicacién. La comunicacién, sencia y ac- 2s clésicas a mente la ¢jor funcio- > supone un sdisciplinar Je otras dis- yl PRACTICAS = de autoras personas wunidades in (a nivel facutndy prin | 4 el Trabajo Socal Clinica cuando se produce, esta frecuentemente intermediada por diferentes dispositivos, que a menudo sirven para manipularla y distorsionar su significado. Las demandas de ayuda se multiplican, aunque muchas veces no parezcan evidentes ni se hagan en forma explicta, sino que se mues- tran en forma de s{ntomas, fisicos 0 psicolégicos, o de pasos al acto. Las situaciones, cada vez mds frecuentes, de violencia intrafamiliar; la ‘violencia de género, que no solo no disminuye, sino que se incrementa entre los més j6venes; os problemas derivados del culdado y atencién a familiares dependientes, que a menudo conllevan un alto grado de ma- lestar personal que no se puede expresar; el alarmante incremento en el niimero de suicidios, que habla de malestar y desesperanza profundos y ‘no es achacable tinicamente a la crisis, aunque esta seguramente tenga

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