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SULIO CORTAZAR ALGUNOS ASPECToS DEL CUENTO" Me encuentro hoy ante ustedes en una situacién bastan- te paraddjica. Un cuentista argentino ee dispone a cam. bier lamiento cultural que sigue perjudican- do a nuestros paises, sumado a la injusta ineomunien. cidn a que se ve sometida Cuba en la actualidad, han Geterminado que mis libros, que son ya unos euantos, no hhayan Tlegado més que por excepeién a manos de lecto- res tan dispuestos y tan entusiastas como ustedes. Lo malo do esto no es tanto que ustedes no hayan tenido oportunidad de juzgar mis cuentos, sino que yo me sien- to un poco como un fantasma que viene a hablarles sin esta relativa tranquilidad que da siempre el saberse pre- ‘uo carte: “Alen naps dl een" (1962), on Co dln Amtri- ta aban ate lynn 15-15, orate 1%“ ines 198, Rope {ion dae Oro, cmp La ene de lo Moris Baron, Pong, {tap a8 82 303 cedido por Ia labor cumplida a Io largo de los afioa, Y ‘esto de sentirse como un fantasma debe sor ya percep- tible en mf, porque hace unos dias una sefiora argenti- ‘a mo asoguré en el hotel Riviera que yo no era Julio Cortézar, y ante mi estupefaccién agrogé que el autén- tico Julio Cortézar es un eefior de eabellos blancos ‘muy amigo de un pariente suyo, y que no se ha movido nunea de Buenos Aires. Como yo hace doce afios que resido en Paris, comprenderén ustedes que mi calidad ‘spectral se ha intensificado notablemente después de esta revelacién. Si de golpe desaparezco en mitad de luna frase, no me sorprenderé demasiado, y a lo mejor salimos todos ganando, Se afirma que el deseo més ardiente de un fantasma 8 recobrar por lo menos un asomo de corporeidad, algo tangible que lo devuelva por un momento a su vida de car ‘ne y hueso, Para lograr un poco de tangibilidad ante uste- des, voy a decir en pocas palabras eugl es la direecin y el sentido de mis cuentas. No lo hago por mero placer infor- mativo, porque ninguna rosefa teériea puede sustituir Jn obra en sf; mis razones son més importantes que ésa Puesto que voy a ocuparme de algunos aspectos del uento como géneroliterario, y es posible que algunas de ‘mis ideas sorprendan 0 ehoquen a quienes las escuchen, ‘me paroce de una elemental honradez definir el tipo de narracién que me interesa, sefialando mi especial mane ra de entender el mundo. Casi todos los euentos que he escrito pertenecen al género llamado fantastico por falta de mejor nombre, y se opanen a ese falso realism que con- site en ereer que todas las cosas pueden describirse y ex- plicarse como lo daba por sentado el optimismo filoséfico y entifien del siglo Xvi, e¢ decir, dentro de un mundo regi- ‘do més o menos armoniosamente por un sistema de leyes, 304 de relaciones de causa a efecto, de psicolo- , de geografas bien cartografiadas. En mi de otro orden més soereto y menos co- ‘municable, y el fecundo descubrimionto de Alfred Jarry, para quien el verdadero estudio de la realidad no residia en las leyes sino en laa excepciones a eaas leyes, han si- do algunos de los prineipios orientadores do mi bisque da personal de una literatura al margen de todo realismo demasiado ingenuo. Por eso, si en las ideas que siguen encuentran ustedes una predileceién por todo lo gue en el cuento es excepcional, trétese de los temas 0 incluso de las formas expresivas, croo que esta presenta cidn de mi propia manera do entender el mundo explica- 4 mi toma de posicién y mi enfoque del problema, En ‘iltimo extremo podrd decirse que sélo he hablado del cuento tal y como yo lo practico. ¥ sin embargo, no creo ue sea asi. Tengo la certidumbre de que existen ciertas constantes, ciertos valores que se aplican a todos los ‘cuentos, fantésticos o realistas, draméticos o humorteti- os. ¥ pienso que tal vez sea posible mostrar aqui esos elementos invariables que dan @ un buen cuento su at- ‘ésfera peculiar y eu calidad de obra de arte, La oportunidad de cambiar ideas acerea del cuento me interesa por diversas razones, Vivo en un pais —Francia— onde este género tiene poca vigencia, aunque en los ulti= ‘mos afios se nota entre escritores y lectores un interés creciente por esa forma de expresién. De todos modos, ‘mientras los erticos siguen acumulando teorfas y mante- niendo encontradas polémicas acerea de la novela, casi na- die se interesa por la problemétiea del cuenta, Vivir como cuentista en un pafs donde esta forma expresiva ee un pro-

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