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Algunas concopciones menores acerca de ia naturaleza del proceso. Niccto AL- CALA-ZAMORA Y CASTILLO. Publicado en la “Revista de Derecho Pro- cesal”, Alo X (1952), Nam, IV, pp. 212-277, EDIAR 8. A. Editores, Buenos Aires, (Folletto). Este magnifico ensayo, aborda un tema que mereefa ser tratade con ta amplitud con lo que Jo desarrolla el autor. Las explicaciones en torno a la natu- raleza del proceso se han multiplieado en forma extraordinaria en estos ttimos veinticinco afios, Hacfa falta, por fo tanto, un estudio que permitiera formar una idea de conjunto de las diferentes posiciones adoptadas frente a esta eues- tin, importantisima para el estudio del proceso. Esta aportacién ta debemos: a Aleali-Zamora, enya devocién por los estudios de Derecho procesal corre parejas con ou capacidad de trabajo y con su sélida preparacién. El examen que en este ensayo se hace del tema sobre que versa, “responde, segin manifiesta el autor, no tanto a un propésito informative como critica, para poner de relieve, en plan de balance cientffico, 1o que en estas coneepeionea exista de initil y lo que haya de aprovechable para la dilucidacién definitiva el magno problema constituido por 1a naturaleza del proceso, donde las obscuri- dades y las sombras aeaso scan afin mayores que en orden a la accién”. Frente a fas concepeiones que ¢1 autor califica de fundamentales acerea de la naturaleza del proceso (las de contenido contractualista, Ja de 3a rela- cién juridiea y la de la situacién juridica), existen otras, que si bien no han aleanzado éxito alguno, por la respetabilidad de sus autores y por el osfuerzo que han pucsto en su elaboraeién, mereeen Jos howores de una critica respetuosa. Tales son, ontre otras, Ia que considera el proceso como un estado de li- gamen, que se asocia a Kisch, aunque, como diee ct autor, no sea el primero ni el Gnico que la enuncié; Ja concepeién francesa del proceso como servicio pt- dlico, principalmente debida a Duguit, Jéze y Nezard, que proyecta sobre el pro- ceao la teoria dol servicio pablico; Ia construceién histérieo-sociolégica de Ben- jamin Cardozo, expuesta cn un libro mis superficial que profundo (La natara- Jeza del proceso judicial); las sucesivas posturas de Carnelutti, siempre inquicto y original, y su posicién actual; 1a teoria de Satta, que considera el proveso coma modificacién juridica y como “misterio”; la coneepeién totalitaria de Baumbach, que postula el reemplazo del proceso eivil por Ja jurisdiecidn voluntaria, que ha sido objeto de serias y rotundas impugnaciones en Ia propia Alemania, adm antes de la caida del régimen nacional-vocialista; Ia de Machado Guimaraes, expuesta en gu ensayo A instancia e a relagho processual (1929); la do Sentis Melendo, que pretende que Ia figura del “aewerdo” puede servir para traducir el vineulo existonte entre fos Titigantes y para ayudar a elaborar el eoncepto gene- ral del procoso; la posicién de Podetti, que significa, fundamentalmente, una ten- tativa de combinar Jas doctrinas publicisticas de Ja relacién y de Ja situacién juridicas; 1a tesis —discutidisima— que ve ¢1 proceso como una institueién jurfdica, defendids por Giménez Fernandez, Gunsp y Couture, aunque éste parece que la ha rolegado ya al olvido; la de Lois Esteve, que presenta el proceso como reproduceién jurfdiea de una interferencia real; la de Gactano Foschini, que considera el proceso como una entidad juridica compleja, y algunas otras menos importantes. Puede decirso que, en realidad, todas estas coneepeiones han sido elabo- radas con el propésito de enfrentarlas con la que afirma que el proceso tiene la naturaleza de una relacién juridiea, que es, de todas las cxplienciones que 8@ han dado sobro este problema, la que ha obtenido mayor nimero de adhe- siones, Estas tentativas pueden considerarse fracasadas. Sin embargo, el tema de la naturaleza del proceso no debe darse por agotado, “Hundidas irremisi blemente las viejas doctrinas privatistiens, como incompatibles con Ja indole de la jurisdiceidn y de Ja funcién del proceso; sin haber prevalecido sino en contados aspectos, y mas en la parte eritiea que en la constructiva, la teoria de Goldschmidt; con nulas o remotisimas probabilidades de triunfar las concep: ciones menores examinadas en el presente artieulo, las unas por Ja jneonsis- toncia de tos puntos de vista quo sustentan, les otras por el insuficiente desarro- Ho de su tesis central, enando no por ol exagorado afan de singularizarse, si bien todas cilas revelan que no pocos procesalistas, entre Jos cuales varios de gran Prestigio, enewentran defeetuosa Ja expliencién todavia dominante; y debili- tada ésta, o sea Ia de Ja relacién, que con casi cien afios de vida, y con mis del siglo si retrocedemos a los preeursores directoa de Bulow (Hegel y Bethmann- Hollweg), ha prestado a nuestra disciplina el inmenso servicio que todos reeo- nocen, de trensformarla en verdadera cieneia, pero que no ha salido indemne ni mucho menos de los embates de la eritien, se plantea la euestién de si nos hallaremos en un callejn sin salida o si para esrapar del atoliadero habré que formular nuevas teorias”, Para Aleali-Zamora, ni nog encontramos, en relaeién eon el problema de Ja naturaleza del proceso, en un callején sin salida, ni ante la necesidad de for- mular nuevas doetrings, Ahora bien, la explicacién de ta neturaleza del pro- eeso requiere, a au juicio, “una reclaboracién a fondo, muy a fondo, de Ta tooria de la relacién jurfdica, a fin de limpiarla de antinomias y variantes, de vitali- zarla con la incorporacién de nuevas categorias y conceptos y de convertirla en verdadera columna vertebral —la cabeza estari siempre represontada por le jurisdicein— para la sistemétiea del proceso, tanto en el terreno doctrinal como en el campo legislative”. El ensayo de Alcali-Zamora que anotemos, contiene mucho que meditar en torno a uno do los problemas verdaderamente fundamentales del proceso, como es el de su naturaleza, R. ae P.

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