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i isle el folklore ad la etnomusicologia i A conTaTEM?O “Un pais muy folklérico” 0s estudios sobre la musica popular tradicional en Colombia han estado marcados—como en otras partes del mundo por el concepto de folklore, térmi- no que propone en 1846 William J. Thoms en el am- bito de los estudiosos y aficionados a las “antigdeda- des”, tan de moda desde comienzos del siglo XVIII. Este concepto es entendido de diferente forma segin. los autores, las €pocas y las tendencias, y ha tenido dificultades para encontrar su objeto de estudio y su especificidad como “ciencia” -aspiracién de Carlos Vega— entre los estudios literarios, musicales, la ar- queologia, la sociologia y la antropologia.* Una constante entre los folklorologos, a pesar de sus diferencias, es su concepcién apocaliptica de la cultura popular frente a la modernizacion de la socie~ dad: se estan acabando las tradiciones bajo la loco- motora implacable del progreso; por esa hay que re- cogerlas, fotografiarlas, filmarlas y grabarlas. La cul- tura popular tradicional no es actual, es una “supervi- vencia” del pasado, una especie de fosil viviente que hay que proteger y exhibit en esos “zoolégicos cultu- rales” que son los festivales folkloricos, los museos y los centros de documentaci6n.? Ligada a la recoleccién-conservacion esta la clasi- ficacion, la taxonomia como producto final o sintesis, y como esfuerzo por superar la descripcién anecdsti- ca, Los trabajos folkloristas suelen ser, ademas, ambi- ciosos desde el punto de vista cuantitativo, pretencio- samente exhaustiyos; pretension posible por la con- cepcién estatica, terminada y cerrada de la cultura, y que se expresa en grandes listados y obras de sabor enciclopedico como “compendios generales”, diecio- narios, vocabularios, manuales... Al folklorista le in- teresa mas perseguir una melodia olvidada, pieza fal- tante de su coleccién, que entender las practicas musicales en sus trans- formaciones y en su contexto socio- cultural; prefiere acumular y cata- logar cuidadosamente a informa- ciOn, a arriesgar una interpretacion. Los proyectos folkloristas se li- gan desde un comienzo a proyec- tos nacionalistas. En el folklore, en ese pasado idealizado, embalsama- do y consagrado por la autoridad del folklorista, esta la esencia de la identidad nacional. La cultura po- pular tradicional se “cosifica”, se “objetualiza” en el museo o en el li- bro. La identidad esta en “la” cumbia, pero no en cual- quier cumbia, sino en “esa” cumbia que cumple con las condiciones y tequisitos fijados por los folkloris- tas. “La” cumbia o “el” bambuco “folkloricos” son, en. iltimas, una elaboracion, un producto de los “folklo- rologos”, lo mismo que el “traje tipico del sanjuane- ro". Se abre, entonces, la casuistica, la enumeracion de “rasgos auténticos”, las bases para los concursos y festivales “folkloricos” con el fin de preservar la “pu- teza” de las “expresiones falkloricas”. En el caso de Colombia estas concepciones han tomado tal fuerza que el mismo concepto de folklore es “intocable”. Cuestionar, interrogar el concepto de folklore y las elaboraciones que de la cultura tradicional han hecho los folkloristas bajo ese mismo nombre, es herir la sensibilidad popular, es negar la identidad, las ratces, los valores “propios” de la cultura colombiana, es ser un apatrida que en determinados contextos~ merece ser linchado, o al menos excluido. Como expresion de esta forma de entender la cul- tura popular tradicional, y a manera de brigadas de tescate o de “clubes” de coleccionistas, surgen socie- dades y asociaciones de folkloristas en todo el mun- do. Ya en 1881 habia una Sociedad de Folklore en Espana dirigida por Antonio Machado y otra en EE.UU.. Por esta misma época empiezan a realizarse algunos estudios —especialmente literarios— en Amé- tica Latina.” En Colombia, hay que esperar a los afios 50 para encontrar una produccién eserita de cierta significa- cion en la linea de los estudios musicales y hasta 1959 para que esta concepcidn de la cultura popular se con- crete en un “Centro de Estudios Folkléricos y Musi- cales”.* De esta misma época son las primeras gtaba- ciones de musica popular tradicional, en especial en- tre comunidades indigenas, y en la costa norte para poblaciones afro y mestizas. ° Existen, no obstante, algunos trabajos pioneros publicados, como los de Emirto de Lima sobre melo- dias costenas (1935, 1938, 1942),° el de Daniel Zamudio -un panora- ma pretendidamente nacional- (1936), el del Padre Francisco de Igualada sobre “Musicologia indige- na de la Amazonia colombiana” (1938) y las anotactones del padre José Ignacio Perdomo en el “Glosa- tio folklorico de términos relatives a danzas, cantares € instrumentos t- picos de Colombia” de su Historia de la misica en Colombia (1945)? La monumental obra de Otto Mayer- Serra (1947. Musica y musicos de La~ tinoamérica, Mexico, Atlante, 2 vols., 1134 p., il. musicales) recoge, en buena parte, los aportes de estos pio- neros. Aunque incipientes, estos tra- bajos tienen un gran valor musico- logico pues fueron escritos por ma- sicos profesionales 0 por personas con una formacién musical basica. En ellos hay valoraciones diferentes e incluso contradictorias de la musi- ca popular tradicional,” pero todos coinciden en atn- buirle la esencia de la nacionalidad, en advertir los nes- gos de su *pérdida” por la avalancha de la moderniza- cion y en recomendar su estudio y conservacion. Recalcamos que es necesario recuger lo mais que se pueda cen esta materia, hacer una compilacin de las melodias (..) Quiza no sea demasiado tarde, porque ex indudable que todo eso desaparecera entre las manos de la civiliza- cién mecanica (Zamudio 1961: 420-421). Fsta concepcion folklorista, si bien es tardia con respecto a otros paises, ha tenido un profundo im- pacto en el pais, Pronto surgieron centros de estu- dios folkloricos y academias folkléricas por todo el territorio nacional. Se crearon catedras universitarias y se publicaron “compendios generales", manuales y diccionarios, yerdaderos best sellers, como los de Gui- Iermo Abadia, Octavio Marulanda, Javier Ocampo y Harry C. Davidson * Otros estudios de caracter local, como los del “Gompae Gayo”, William Fortich, Consuelo Araujo, Miguel Angel Marin, Blanca Alvarez 0 Misael Devia,"” por su mayor delimitacion y por la insercién de sus autores en el medio, logran una mayor profundidad y un tono mas vivencial y alectivo: son los recuerdos y experiencias personales organizados y sistematizados. Todos estos textos -tanto los generales como los locales se caracterizan por ser grandes trabajos de recopilacién, fruto de toda una vida, por utilizar fuen- tes —acriticamente— de segunda y tercera mano, por un trabajo de campo muy débil o poco sistematico, por acumulacion/yuxtaposicion de mucha informa- cién, por un inadecuado uso de las fuentes y casi inexistente aparato critico, y por su enfoque folkloris- ta, Desde el punto de vista estrictamente musical, no suele haber ilustraciones musicales; cuando las hay, las transcripciones no son realizadas por los autores —pues no son masicos— ni son utilizadas por ellos para mostrar o indicar algo (se puede prescindir de 38 ellas); el analisis musical como tal es inexistente; abundan los comentarios y apreciaciones poco precisos, errd- neos y sin sustentacién. Tampoco sutelen, presentar una discografia." Estos textos han cumplido ~y siguen cumpliendo— un papel fun- damental en la creacion de un ima- ginario de “la musica folklorica co- lombiana” y de “la cultura colom- biana”. Prueba de ello son las nu- merosas ediciones, el altisimo nivel de consulta en bibliotecas y su uti- lizacion como texto obligado tanto en el ambito uni- yersitario como en Ja educacién basica. Han servido — ante la ausencia de otros materiales de mayor calidad— para mostrarla diversidad del pueblo colombiano, para dara conocery valorar algunas manifestaciones dela cultura popular tradicional, aunque dentro de su es- quematismo y rigidez. Motivados por su lectura, al- gunos jovenes de las ciudades fuimos al campo, gra- bamos, vivenciamos y aprendimos musica tradicional. Los festivales y concursos folkloricos se organizaron a partir de estos “manuales” del folklore. Es decir que la musica viva y las expresiones populares se reglamen- taron a partir de investigaciones muy deficientes y que no-daban cuenta de Ia complejidad y de los procesos de la masica popular tradicional en el pais. Se regla- mento el vestido “tipico”, la coreografia, la instrumen- tacion, se adoptaron versiones “oficiales” de melodias anénimas o se daban ~y se dan— encendidos debates sobre la mayor “autenticidad” de una versién con res- pecto a otra. Esto genero un proceso de uniformiza~ cion de la cultura popular en todo el pais, satanizan- do su creatividad, y condenando y negando su diver sidad y dinamismo. La omnipresencia de estos tex- los es practicamente total no solo por lo senalado an- teriormente, sino porque entre ellos se nutren, se re- fuerzan, se copian, se re-producen en wna espiral cada vez mas amplia Los musicos como investigadores Ltelativo poco interés de los musicos profesiona- les con formacion académica por la misica po- pular y por la investigacion, ha contribuida al atraso de Colombia en este campo en comparacion con otros similares de la region andina (Pern, Bolivia, Ecuador’) o cariberia (Venezuela") y ubicarla a décadas de dis~ tancia con respecto a paises como México, Brasil, Ar- gentina o Cuba. a contas Después de los estudios pioneros mencionados de Emirto de Lima y Daniel Zamudio, los primeros que se refieren especificamente a la mtisica basandose en trabajo de campo, grabaciones, transcripciones musicales y analisis musicologicos aunque sean de- masiado descriptivos y superficiales o se basen en muestras pequeflas 0 poco representativas— son los del Centro de Estudios Folcloricos y Musicales (CEDEFIM) del Conservatorio Nacional de Masica fundado en Bo- gota en 1959. De cerca de media docena de publica- ciones bastante breves sc destaca la de Andrés Pardo Tovar y Jestis Pinz6n Urrea sobre Ritmica y melédica del folklore chocoano (1961, 72 p.). De la misma época es el trabajo del padre Andrés Rosa sobre el rajalena en Neiva (1964), los penetrantes escritos sobre la andina urbana y campesina de Jests Pinzén Urrea (1970) y Luis Torres Zuleta sobre el bambuco urbano (1974); un estudio sobre la fiesta de San Pas- cual Bailén en el lago de Tota (Boyaca) con transcrip- clones musicales de Blas Emilio Atehortia (1970), pero sin ningun analisis musicolégico.'* En Medellin, Tres danzas de Mompos (Extension Cultural — Ciprofole, 1970, 74 p.) va.a ser un trabajo pionero, aunque mas centrado en lo dancistico. Una buena parte del equi- po responsable de esta investigacidn (Alberto Londo- no, Oscar Vahos...) va a liderar posteriormente una serie de procesos investigativos, pedapogicos y de pro- yeccién en torno a la Escuela Popular de Arte (EPA) y al Centro de Estudios Folcloricos (CEF). En el Valle, Lubin Mazuera publica un andlisis musical del bam- buco en su libro Origenes historicos del bambuco (Cali, 1972), aunque sin basarsé en un trabajo de campo. Carmen Ortega Ricaurte elabora una primera *Con- tribucién a la bibliografia de la musica en Colombia” (Revista U.N, Bogota, N° 12, 1973: 83-255), en la que aparece un capitulo titulado “Folklore colombiano: mésica y danzas" (12 p.). Unos aftos mas tarde, Jorge Morales Gé- mez publicara una Gontribucion a la bibliografia sobre folclor colombia y por el éxito de los movimientos musicales “naciona- listas” en el continente, viajan por todo el pais teco- giendo y transcribiendo melodias indigenas, campe- nas y afrocolombianas. Muchas de las publicaciones de esta época son simplemente una o dos melodfas transcritasy comentadas, melodias que postetiormente apareceran —transformadas— en una obra sinfonica 0 de camara. Tanto las primeras uanscripciones de los anos 40 y 50, como éstas de los aitus 60y 70, resuhtan “encajonadas” un poco mecanicamente en los patro- nes académicos de la musica centroeuropea. La ma- yoria de ellas no resistirian una confrontacion con las grabaciones, a excepcion de las de Jestis Pinzon Urrea (y tal vez Blas Emilio Atchortéa), sin lugara dudas el que mas logra aproximarse con las herramientas de la grafia musical occidental al fenomena sonoro “salva je" y distinto de la musica indigena y popular tradi- cional, Buena parte de estos estudios-siguen moyien- dose en el paradigma folklorista y resultan funciona- les a él, aportando “ilustraciones musicales” a los tra- hajos de los folkloristas Los antropdlogos, socidlogos y lingnistas come misicos 0s estudios realizados por profesionales pro- LZ enientes de las ciencias sociales se han orien- tado a entender no tanto la musica como fenémeno. sonoro sino los contextos y espacios donde se pro- duce, y el papel mediador que juega en las relacio- nes sociales. Los primeros trabajos de este tipa han estado centrados en los contextos alrocolombianos e indigenas Si bien se pueden rastrear numerosas referencias ala masica en las obras antropolagicas y seciologicas (por ejemplo, en Aquiles Escalante 0 Rogerio Velas- quez y en general en casi todas las etnografias de grupos indigenas co- lombianes),'° queremos destaear los trabajos magistrales de Norman E no en la que la misica tiene una TERUG canton Whitten Jr. sobre los contextos mu- presencia significativa (1978, aun aller Abadia Maas sicales de las “tierras bajas” del Pa- que unicamente recoge trabajos cifico de Ecuador y Colombia.!” Des- editados hasta 1973, 130 p.) de una perspectiva también antro- Los muisicos académicos de pologica son los trabajos de Benja- esta €poca desean nutrirse de las min Yepes"* y, mas recientemente, las fuentes populares para sus compo- de Peter Wade sobre contextos alro- siciones. Motivados por los traba TESCO colombianos urbanos." La Univer- jos de folkloristas -e incluso tra- SICO sidad de Antioquia publica en 1985 bajando en equipo con ellos, coma Guillermo Abadia en el CEDIFIM— una meritoria monografia de corte antropologico y musicologica de Ser- gio [yan Carmona Maya sobre los kuna en Ia frontera con Panama, con influen- cias claras del estructuralismo de Levi- Strauss.” Numerosos esiudios antropologicos sobre la masica han estado influenciados también por el paradigma folklorista, in- cluso en fechas recientes. Por ejemplo, en el VI Congreso de Antropologia en Co- lombia (1992), se realiz6 un simposio ti- tulado “El folclor en la construccion de las Américas”, con: 20 ponencias.*' Respecto a los estudios linguisticos y literarios, ya habiamos mencionado anteriormente las recopila- ciones de coplas cantadas y cancioneros. Aunque se siguen publicando trabajos de este tipo, los investiga- does después de los anos 70 han tomado otras rum- bos marcados por tematicas de caracter social (vio- lencia, genero, clases sociales). El Instituto Caro y Cuervo es el que ha desarrollado un trabajo mas cons- tante en esta area y desde una perspectiva linguistica.* Los estudios sobre Ia musica vallenata han sido siempre un poco especiales, dificiles de enmarcar, co- menzando por el libro de Consuelo Aratijo ya citado (1973). Sin embargo, todos coinciden en otorgar un peso fundamental a los textos de las canciones —ast los estudios no sean literarios— por su fucrza narrati- va, por su sabor local, por la variedad en la versifica- cin, Resulta dificil eludir el compromiso de contex- malizacin que exige cada cancion. Dos de los mejo- res trabajos publicados son los de Ciro Quiroz y Rito Llerena.”” Sin embargo, todavia esta por escribirse el estudio propiamente musicol6gico sobre el vallenato y sobre las profundas transformaciones de los ultimos afios que lo han llevado a convertirse en una de las miisicas con més ventas en el pais y con impacto in- ternacional.’* Dos trabajos muy diferentes, pero ambos entre lo literario y lo biografico, que consideramos merecen la pena destacarse son el de Arturo Escobar Uribe sobre Salvo Ruiz, el ultimo juglar (Bogota, Presencia, 1964, 184 p.) y el de Jorge Villegas y Hernando Grisales, Grescencio Salcedo, Mi vida (Medellin, Hombre Nuevo 1976, 144 p). Acercandose a la etnomusicologia i bien las relaciones entre musicologia, estuidios folkloricos y antropologia pueden retrotraerse hasta el siglo XIX, la etnomusicologia como discipl na con cierto reconocimiento tanto en el campo mu- 40 0 como antropolégico, se con- solida en los aos cincuenta ligada a la Society for Ethnomusicology y 2 la obra de Alan Merriam. Hablamos, pues, de una disciplina moderna basada en el trabajo de campo y en los métodos de Ja antro- pologia cultural y dela musicologia,y que pretende estudiar Ia musica como pro- ducto cultural y en la cultura: una antro- pologia de la musica que no elude el ana- lisis técnico de los materiales musicales, ast como la etno-lingitistica no puede obviar los estudios fonologicos, morfologicos, sintac- ticos..** Consideramos que en Colombia apenas se han realizado algunos acercamientos a los estudios etno- musicolégicos en el sentido mas estricto de la disci- plina. Esto es comprensible pues no existen institu- Cionies que formen etnomusicélogos, formacién pro- pia de un postgrado. Solo hasta hace poco estan re- gresando algunas personas que han terminado sus estudios en el extranjero en este campo. Sin embargo, y hechas estas aclaraciones, desde finales de la década de los setenta empiezan a apare- cer estudros que se aproximan bastante a un estudio einomusicologico “clasico”, es decir, basados en un trabajo de campo relativamente amplio y utilizando Tigurosamente técnicas de observacion, registro, trans- cripcién y andlisis en la tradici6n de esta disciplina. En 1977 se termina un primer trabajo de cierta enver- gadura. Se trata de la obra de Dirk Koorn sobre la guabina velena y el torbellino (Folk music of the Co- lombian Andes, Universidad de Washington) con tra- bajo de campo en Vélez, Guavata, Barbosa, Bolivar y Puente Nacional (Santander). En 1983 aparece una investigacion de George List en la Universidad de In- diana (Bloomington). de mas de 600 paginas, en la que analiza la mésica de un pequefo pueblo de la costa norte de Colombia (Evitar) sobre un trabajo de campo realizado a finales de los sesenta. Coinciden- cialmente ambos trabajos son tesis de doctorado en uniyersidades norteamericanas, ambos fueron publi- cadas en inglés, ambos son muy locales y tuvieron poca difusién en Colombia” Combinando el estudio de fuentes documentales en una perspectiva diacronica con el trabajo de cam- po, y relacionando los contextos festives con las pric ticas musicales y el andlisis musicoldgico, en 1987 el autor de estas lineas terminé su trabajo Muisica de flau- tas y chirimias en Popayén, que fue premiado por el Instituto de Cooperacién Theroamericana en Madrid A coureaT hema publicado recientemente por el Ministerio de Cultu- ra con el titulo De fastos.a fiestas. Navidad y chirimias en Papayan, 1997, Bogota, 197 p.). En esta misma perspectiva, en 1989 escribié Musica campesina de flau- tas y tambores en el Cauca y sur del Huila (250 pagi- nas), trabajo —inédito— que recibio el apoyo economi- co de Coleultura a través del concurso Becas Francis- ‘o de Paula Santander Frito de wn breve trabajo de campo en Guapi y Buenaventura, y analizando las marimbas de los museos organoldgicos, también es- cribio Afinacion de las marimbas en la costa Pacifica co- lombiana: un ejemplo de la memoria africana en Colom- bia, en el que a partir del analisis mtervalico y de su cjecticion se propone una interpretacion de su afina- cién (1990, 34 p.). En 1994 el ICAN publicé un estu- dio sobre fiestas y masica nasa, realizado también con el apoyo econémico de otra beca de Colcultura” Maria Eugenia Londono (musica), Silvio Aristi- zabal (antropélogo) y Ana Maria Arango (psicéloga) realizan tn novedoso trabajo interdisciplinario que combina el estudio de Io musical, él juego, los proce- sos de socializacion infantil y la educacion formal ha- cia un modelo educativo bilingde y biculrural entre los embera-chami de Cristiania (Universidad de An- tioquia, 1990, inédito). Una version de este trabajo. mas centrada en lo propiamente musical, elaborada por Maria Eugenia Londono can la colaboracion de Jorge Franco, recibio en 1993 el premio de investiga- cion de musica de La Casa de las Américas de La Ha- bana* En 1985 la Universidad Nacional twaté de reto- mar su experiencia investigativa de los anos sesenta desde el Instituto de Investigaciones Estéticas y desde una perspectiva académica, contra la tradicion folklo- rista, publicando la Revista colombiana de investigacion musical, pero desgraciadamente se frustro después de aparecer el primer numero, centra- doen laclastficacion de instrumen- tos musicales. Sobre este mismo tema la UN publics un libro de Eg- berto Bermudez (Los instruments musicales en Colombia, 1985, 126 p.). El profesor Egberto, con estu- dios musicalégicos de doctorado en Inglaterra, ha desarrollado un tra- bajo constante de investigacion y di- fusion discografica. Sus primeras publicaciones se concentran en una labor critica demoledora hacia la musicologia desarrollada en Colom- bia, tanto en el campo de lo folklo- rico (contra los textos de Abadia) como en el histéri- co (contra la historiografia del padre Perdomo, Pardo Tovar...).* Posteriormente asume una posicién cons- tructiva proponiendo nuevos acercamientos sobre los temas anteriores. Sus trabajos cubren un amplio pa- norama: la midsica colonial, los estudios histéricos de Ja masica popular (inéditos), la organologia y las ma- nifestaciones actuales de Ia musica tradicional y émi- ca (en especial San Andrés y Providencia, y la etnia waytt). Ha desarrollado también una labor importan- tede difusion y divulgacion dirigiendo colecciones dis- cograficas y series para la television.” Enel Tolima, y vinculado aun trabajo de proyec- cion musical con el grupo Cantatierra, Humberto Ga- lindo ha publicado wna serie de estudios biograficos y musicolégicos sobre la cafia y Cantalicio Rojas. En el Llano, el libro Cantan los alcaravanes recoge una serie de trabajos sobre tradicién oral y musica lanera, en- ure los que destaca el de Carlos Rojas H. -un recono- eido arpista—, aunque sin analisis propiamente musi- cal,” Alfonso Davila Riveiro ha publicado también un trabajo sobre “La cuenca amazénica. Miisicas popula- res urbanas” (en A Contratiempo, 1988, N° 3: 24-37). A finales de los ochenta y comienzos de los no- venta se empieza a abrir paso tna produccién signili- cativa de trabajos de grado, monografias e investiga- ciones en universidades colombianas con un nivel aceptable o meritorio y que abren importantes pers- pectivas en este campo. Aunque todas ellas sé centran en lo musical, lo abordan desde enfoques y perspecti- vas diferentes: unas mas orientadas a la descripcion ¥ analisis del fendmeno sonoro, otras a sus contextos desde una perspectiva antropoldgica 0 sociolégica: fi- nalmente, otras —tal vez las mas interesantes—Tealiza- das por estudiantes que han cursado estudios tanto enel campo de las ciencias sociales como en musica y que, en su mayoria, ameritan: ser publicadas. EI papel de los grupos “de proyeccion”, centros, escuelas e institutos de cultura popular n los afios setenta en Colom- ‘bia la mayoria de los musicos urbanos no inscrites en los circu tos comerciales: estudiantes de mii- sica, melémanos y aficionados en general nos considerabamos “inves- tigadores”. Ir al campo o aun festi- MUBICS, REGION val Iolkldrico con. una grabadora de ia oe nex YOLICBA (Tuna) lograron avancat casetes y con una cimara fotogrilica, PABLO MORA CALOESGN - AGO GUERRERO RIRCON hacia procesos investigativos mas. y registrar lo que se oyera y viera, era ser inyestigador. Desde la mirada folklovista, investigar era recoger, co- leccionar lo que se estaba perdiendo. Algunos ibamos mas alla: estu- diabamos algunas de las melodias 0 toques de tambor que habiamos gra- bado, comprabamos los instramen- tos (a veces dejando sin instrumen- tos a los musicos campesinos e in- digenas) y formabamos grupos mu- sicales que trataban de imitar a los grupos “de base”, Investigar en este caso era no solo grabar sino tam- bien estudiar la misica para ejecu- tarla fielmente, Algunas imitaciones fueron tan bue- nas que los folklordlogos se vieron en la necesidad de distinguir entre el “auténtico folelor’ y el “folelor pro- yectivo” o de proyeccion, es decir, el preparado por los de la citidad para su difasion en circuitos comer- ciales y culturales diferentes a los tradicionales. El 4mbito de la “musica colombiana”, monopolizado hasta ese momento por estudiantinas y diferentes va- niedades de “garzones y collazos”,”* se amplio a otras musicas ignoradas, a las denominadas “musicas de base”. El acercamiento a las culturas musicales popu- ares adquirfa visos de compromiso y militancia poli- tica, En la “proyeccién” habia, por otra parte, una se- leccién y reelaboracién de los contenidas “investiga dos”; habia que depurar el folklore filtrando las ex- presiones propiamente “de clase”, y dejando por fue- ra las expresiones “ideologicas” introyectadas en el pueblo por la élite y las clases dominantes. Finalmente, algunos con cierta formacion acadé- mica musical y que tenian dificultades para imitar a los musicos tradicionales “a oid”, se vieron —nos vi- mos— en la necesidad de analizar y transcribir para poder estudiar. La mayoria de las transcripciones musicales de los aos setenta y ochenta —inéditas casi todas—no tuvieron una intencion propiamente inves- tigativa sino pedagégica y, con frecuencia, se realiza- ron en contextos pedagégicos como academias. Eran transcripciones sin interés musicolégi¢o: guias, estra- tegias mnemotécnicas, esquemas orientados a la eje- cucién y no al analisis. En este contexto, algunos centros dedicados a la pedagogia e investigacion de las miisicas regionales desde hace varios afios como el Instituto Popular de Cultura (Cali), la Escuela Popular de Arte (Medellin) 42 sistematicos y serios cumpliendo —mchuso hoy—una labor importan- te. Todos ellos tienen archivos con valiosas grabaciones de campo —asi como el Centro de Documentacién Musical de Colcultura, hoy Minis- terio de Cultura, pero su analisisy difusion es todavia muy incipiente.* Conformado por profesores de la EPA, el Centro de Estudios Fol- cléricos (CEF) publicé durante va~ rios aos un boletin con partituras yarticulos breves baja el liderazgo de Gustavo Lopez: algunos profe- sores han publicado recopilaciones de danzas y lddiva infanul, con ilustraciones musica- les y grabaciones, pero sin Enfasis en lo musicologico (Oscar Vahas y Alberto Londono). En un sentido si- milar, a la sombra de grupos de danzas de “proyec- cidn folelérica”, se han realizado numerosos trabajos con un componente investigativo en diferentes luga- res del pais, la mayoria de ellos inéditos.* EL ICBA (Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyaca) publico en 1989 el libro Musica, region y pe- dagogia, con articulos de sus investigadores sobre el merengue -también con problemas en la transcrip- cién y analisis musical-, la regionalizacion de la mu- sica tradicional en Colombia y aspectas metodolagi- cosy didacticos de la musica popular. Este trabajo del ICBA fue, en buena parte, liderado por un equipo de profesores vinculados a la Fundacién Nueva Cultura y al desaparecido Plan Piloto de estudio de nnisicas hispano-caribenas, hay Escuela de Misia de la Aca- demia Superior de Artes de Bogota, novedosa y polé- mica experiencia que otorga titulos a nivel de educa- cin superior. Ellos han producido varios materiales didacticos, estudios historicos y numerosas transcrip- ciones musicales de musicas regionales colombianas con fines pedagogicos, la mayoria de ellas inéditas. Destacamos los trabajos del ya fallecido Samuel Be- doya Sanchez sobre composicion a partir de las misi- cas populares (Conduccién de lineas), sobre musica lla- neta (ambos inéditos), sobre regionalizacién de la'mu- sica en Colombia (publicado en A Contratiempo N° Ly 2) y los 10 modulos para directores de bandas, edita- dos por Colcultura en 1990. Otros profesores del pro- yecto han elaborado articulos que han sido publicados también en la revista A Contratiempo (Jorge Sossa, so- bre el cuatro-joropo, y Nestor Lambuley sobre la per- cusién en la cumbia). Los trabajos de este grupo estu- vieron visiblemente influenciados por los enfoques estructuralistas en el analisis musical.** Eventos y publicaciones os eventos como congresos, seminarios, encuen- LZ tros.,. y las publicaciones especializadas estan intimamente ligados a los procesos de construccion y consolidacién de comunidades académicas y discipli- nares. El panorama en este sentido es preocupante y revelador, pues confirma las debilidades y la disper sion que hemos ido mostrando a lo largo de este arti- culo, De las cinco Conferencias Interamericanas con- vocadas por el Consejo Interamericano de Musica (CIDEM) anicamente la primera, realizada en Carta- gena (Colombia) del 24 al 28 de febrero de 1963, cont con la participacion de ponentes colombianos El Encuentro Nacional de Folcloristas, realizado en Medellin organizado por la Biblioteca Publica Piloto y la EPA (16-18/09/1981), un evento realmente masi- vo, lo percibimos hoy a la distancia— como el mo- mento culminante del paradigma folklorista en el pais y como el inicio de sw resquebrajamiento. El! Foro- Taller Nacional de Musica y Danza Campesinas de Boya- ca y areas de interinfluencia: joropo-torbellino, realizado en Tunja, del 29 de mayo al Io. de junio de 1985, y organizado por el ICBA y el CICP, sefiala otro quiebre del folkdorismo pero desde otra perspectiva. La pro- puesta estuvo a cargo del grupo de la Fundacién Nue- va Cultura y Samuel Bedoya, grupo que emergia como un nuevo paradigma frente a la musica popular tradi- cional. El V Taller Latinoamericano de Musica Popular organizado en Bogota, del 25 de marzo al 3 de abril de 1988, también por la Fundacion Nueva Cultura, contrasio con el anterior por la presencia de misicos populares argentinos y uruguayos en el comité orgamzador. Estos Ile garon con tna mirada mas Iresca, creativa e irreverente de la musica popular tradicional, menos académi- cay acartonada. En estos filtimos diez anos los eventos relativamente masivos para encontrarse ¢ intercambiar ideas € investigaciones sobre la musica po- pular tradicional en general no se han dado como tales. Unicamente algunas reuniones periddicas de la TRIMALCA (Tribuna de Musica para América Lata yel Caribe, del MeO Consejo Internacional de la Musica de UNESCO), y dos Encuentros Internacionales de Investigadores de la Musica Popular (en realidad binacionales Ecuador— Colombia), organizados por el IADAP de Quito, even- tos formales, cada yez mas burocraticos, com escasa participacion y sin debates de fondo. Ante la ausencia de eventos académicos —jo al revés, tal vez?— los festivales y concursas de nmisica como los del Mono Nunez, Aguadas, el Festival del Porro, por ejemplo, han abierto pequenas espacios entre el sonar de tiples, guitarras y trompetas, con este fin. Espacios, en ultimas, marginales. Los debates so- bre la masica popular tradicional se han descentrali- zado y democratizado, y estan en la calle, en la con- cha aciistica o en la taberna durante los dias que dura el festival, pero creemos que esto no ayudara a. conso- lidar comunidades académicas. En los congresos de antopologia de vez en cuando hay alguna ponencia aislada, pero no hay simposios. Colcultura hoy Ministerio de Cultura—, con su programa de becas para estimular la investigacion cultural desde 1987, ha dedicado anualmente una suma de dinero para una investigacién musical. Sin embargo, el programa ha descuidado la publicacién de los trabajos premiados y tampoco ha promovido la conformacion de comunidades academicas. Las publicaciones periddicas son un fiel reflejo del panorama esbozado hasta aqut. El paradigma folkloris- ta dominante durante mas de 50-afios en Colombia ha tenido siempre un medio de expresién ~con frecuen- cia promovido desde la antropologia- Una perspectiva mas antropologica asumen la Revista del Instituto Etnologico Nacional, en la cual se destaca un trabajo de Gerardo Reichel-Dolmatoff con. algunos aspectos musicales de los Kogi (vol IV, 1949/ 50), y la Revista Colombiana de Antropologia, organo del Instituto Colombiano de Antra- pologia, y que substinuyo a la Revis ta Colombiana de Folclor. Este cam- bio de nombre pareciera exptesar simbélicamente la expulsion de los estudios folkléricos del ambito aca- démica de la antropologia. En for- ma muy ocasional aparecen arvicu- los sobre misica en las revistas uni- versitarias de antropologia (UN y Universidad de Antioquia). La EPA, el IPC y en general los centros de cultura popullar regiona- les con mayor trayectonia han pu- blicado en forma muy esporadica pequenos boletines de folklore con algunos estudios musicologicos. En especial hay que reconocer el tra- bajo del Boletin del CEF (Centro de Estudios Folcloricos) en Medellin Para el Encuentro Nacional de Fol- cloristas de 1981 se lanzé Embera Revista de folclor, de Medellin, de la que solamente se publicaron dos nutmeros. Numerosas tevistas de corte literario y con enfoque tam- bién folklorista se han venido pu- blicando en provincia y en Bogota. Los concursos y festivales folklori- cos publican también con cierta fre- cuencia boletines y [olletos con ar- ticulos de interés para los estudios regionales Rompiendo con el paradigma folklorista y situan- dose en una perspectiva academica y universitaria, surge la Revista Colombiana de Investigaciin Musical dirigida por Egberto Bermudez y editada por el 1 tuto de Investigaciones Esteéticas de la UN, pero slo se publica un numero (1985), Dos afios despu la misma linea, pero sin pretensiones académicas apa- rece A Contratiempo, Musica y danza, que publics 8 nameros —unas mil paginas~ entre 1987 y 1992 sin apoyo oficial (editada por la Fundacion Dimension Educativa), con corresponsales en mas de diez ciuda- des, fundada y dirigida por el que escribe estas lineas. Concebida como un espacio abierto y pluralista in- cluyé una amplia -excesiva, sin duda— variedad de tematicas y enfoques. No obstante, el peso mayor =mas de un 30% recayo en los estudios de corte mu- sicologico sobre la masica popular tradicional, de ahi su valor indiscutible para este campo que nos ecupa. Finalmente, es necesario reconocer Ins trabajos divulgativos de grabaciones de campo y videos. Es- tos, normalmente, han sido acompanados por comen- tarios no muy especializados, pues iban dirigidos para un publico amplio,® Desde una perspectiva también divulgativa habria que encarar tambien los escritos de corte periodistico que con frecuencia aparecen en la prensa nacional y regional, en especial en los magazi nes y suplementos, y la produccion radial. La emergencia de un nueyo paradigma S' observamos las tematicas propuestas para el reciente congresa The Rhythms of Culture: Dan- cing to Las Americas. An International Research rence on Popular Musics in Latin(o) America, organiza- confe~ Teardivsse: Nacht er 4 Transburces 4a do por la Universidad de Michigan y realizado en marzo 21 y 22 de 1997, resulta evidente que los estu- dios emomusicologicos a nivel in- ternacional hace rato que tomaron Masica en la dias- emicidad, clase y gé- nero, 3. Mavimientos transnaciona. les en musica, 4. Danza y la politica del performance, 5. Masica y memo- ria, 6. Folklore, misicas rituales y populares, 7. Musica popular y los medios masivos, 8. Musica popular y movimientos sociales, 9. Nacio nalismoy musica, 10. Oralidad, his~ voricidad e identidad, 11. Exploran- do metodologias, 12. Musica y globalizacién. Se trata de la irrupcin de las miradas posmoder: nas, interdisciplinarias y, en conereto, del campo Ila- mado de los “estudios culturales”. En Colombia estos planteamientos se han populatizado a uavés de los trabajos de Néstor Garcia Canclini y Jestis Martin Bar- pero el impacto en los estudios musicales es 10- davia incipiente. Algo se percibe en los estudios de corte mas socioldgico y antropologico. Una investiga dora recientemente llegada al pais, Ania Marta Ochoa esti ejerciendo un liderazgo importante en tomnoa este nuevo paradigma de los estudios etnomusicologicos y culturales, desde su puesto en el Ministerio de Cul- ura. Para este proyecto intelectual se necesitaba un medio de difusion adecuado que, obviamente, no era la Nueva Revista Colombiana de Folclor. Ana Maria pro- puso retomar la iniciativa de la revista A Contratiem- po, Musica y danza ~fuera de circulacion desde 1992 orientandola hacia otros rumbos, con una excelente edicién y con un criterio mas critico, académico y contemporines en la selecci6n de los articulos. El cam- bio en el subtitulo es muy diciente: A Contratiempo. Musica en Iq cullura (segunda época, Ministerio de Cultura, N° 9, 1997). La tesis de doctorado de Ana Maria —-inédita— se centra en la nueva mtsica andina colombiana, y adelanta en la actualidad una serie de investigaciones musicologicas en el contexto de los otros rumbos: | bero. estudios culturales (ver por ejemplo, “Tradicion, ge- netoy nacion en el bambuco”en A Contratiempo 1997, 9: 34-44). La platalorma de dichos estudios culrura~ les ha sido planteada en un ariiculo titulado “:Qué cultura va a tener? Un paseo musical y literario por los estudios culturales” (Nomadas, Bogota, 1998, 8: 179-189), plataforma que abre un nuevo panorama y que resitua la investigaciGn en este campo

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