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FLORISTICA 661 A no ser en el campo mismo, el estudio de las plantas se hace en casa © en el Inboratorio procurando examinarlas Jo més frescas posible, conservadas en agua, de la mejor manera. Las criptégamas, desde las algas 2 los musgos, forzosamente en el laboratorio, porque es menester prepararlas debidamente y hacer uso constante de] microscopio. °? Ex nenpario. — Si, fuego de estudiada una planta, cuando creemos haber hallado solucién satisfactoria al problema de determinarla; cuando ya sabemos a qué familia pertenece, y a qué género, y a qué especie, tisamos Ja muestra por la ventana, desperdiciamos un pequefio xesoro de conocimientos Natural- mente, si tal ejercicio analitico se realizé sin otras miras, sélo por saber de qué planta se trataba, bien estd. Pero si nuestro afin tiene mayor trascendencia, y deseamos documentarnos adecuadamente sobre las plantas que nos interesan, centonces es una Mstima desperdiciar una muestra bien conocida, analizada en todas sus partes y conforme en un todo con los caracteres que se consideran propios de la estirpe respectiva. Cuando otra vez se nos presente el problema ya resuelto, si disponemos del ejemplar estudiado tendremos a mano un excelente medio de comproba- cién: un documento real y tangible, con los caracteres propios de la estirpe, segtin quedé establecida por el autor que Ie dio nombre. Sin embargo, un cjemplar puede adquicir atin mucha mayor importancias a saber, cuando se trata del que ha sido utilizado por el propio autor de la es- pecie, subespecie, variedad, es decir, de un taxon cualquiera, al tomar de él los caracteres que sirvieron para establecerlo, Bn tal caso, de simple mnestra de comparacién se eleva a la categoria de patrén 0 modelo, cobrando caracteres de universalidad, en el espacio y en el tiempo, y qneda convertido en el tipo del taxon respective. De ahi, que, en todos estos casos, se trate de conservar la consabida mues- tra, lo cual requiere cuidados y exije técnicas especiales. Asf se Mega 2 la for- matién de un herbaria. No se podré calificar de herbario un simple montén de hierbas secas. El herba- rio, para ser tal, requiere que las plantas que lo constituyan estén preparadas con cierta gracia, para que, en estado de perfecta desecacién, conserven las flores y los fratos junto con los érganos vegetativos, tallo, ratz, y hojas, en condiciones que puedan facilitar el estudio de sa morfologia y de la disposicién de sus piezas. PREPARACIGN DE LAS PLANTS. — La buena desecacién de las plantas exige cohibirlas de tal manera que sus érganos planos, por ejemplo, hojas y pétalos, conserven su forma sin arrugarse. Si se deja abandonada una hoja, al cabo de cierto tiempo se seca por si sola, sin necesidad de manipulaciGn algunas pero se 662 BOTANICA PINTORESCA — tuerce o se arruga, y, frecuentemente, se vuelve quebradiza. Para obviar este inconveniente, ya se’sabe emo hay que proceder: colocéndola entre las hojas de un libro, la hoja 0 la flor, acaba momificéndose de tal manera que, afios después, aquella trinitaria o pensamiento olvidado, de pétalos planchaditos por el simple peso de las hojas de papel, sin una arruga que los haga desmerecer, y aun con ciertas tintas florales més 0 menos desvanecidas, evoca en nosotros un lance de la vida a menudo de grato recuerdo. La flor o la hoja, colocadas entre las hojas de un libro se fueron secando Poco a poco, y aprisionadas de tal manera se alisaron perfectamente; pero para formar un herbario es obvio que podemos confeccionar nosotros mismos los li- bros en que desecar Jas plantas sin que éstas pierdan su forma o tomando otra ‘que, a pesar de todo, permita reconocer la que era propia de los érganos florales © vegetativos en estado natural. Si pudiera realizarse, el ideal serfa formar una pila de hojas de papel secante de la mejor calidad; es decir, de cierta blandura y suavidad, absolutamente liso, sin grumos que pudieran interferir en las superficies blandas de la planta y dejar en ellas su impronta una vez seca. Naturalmente, las clases de papel y sus precios varfan segiin los thercados del pafs, y en la seleccién del més ade- cuado habré de influir el buen tino del que lo va a emplear, pero también sus disponibilidades monetarias. El vulgarfsimo papel llamado de estraza, a veces se fabrica lo suficiente fino para emplearlo en estos menesteres; sin embargo, con frecuencia tiene excesiva aspereza, de manera que, dobléndolo y redoblindolo, al tratar de aplanarlo con Jas yemas de los dedos, Mega a lastimarlas hasta tal punto, que su desgaste nos atormenta con una molestia insufrible. Escogido el papel, conviene tener presente el modo de proceder} porque, aun cuando el recuerdo del libro y la trinitaria pudiera dejarnos satisfechos, hay que tener en cuenta que no vamos a desecar una flor o una hoja, sino cantidad mas 0 menos grande de ramas, hojas y flores. Una flor, perdida entre las hojas de un libro —si estas hojas no son satinadas—, puede impresionarnos favorable- mente en cuanto a Ia idoneidad del procedimiento de desecacién. Pero tratén- dose de plantas enteras 0 de fragmentos foliados y floriferos de cualesquiera vegetales colectados para su preparacién, entonces la cosa varia. Por tanto, una pila de hojas de papel secante deberd tener considerable grosor; no sélo por el niimero de ejemplares que vamos a colocar entre hoja y hoja, sino porque conviene que Jas plantas queden separadas por ms de una hoja. Ataonapiizas. — Si se tratase de delicadas hierbecillas sin grueso palpable, una simple hoja de papel secante podrfa bastar a separarlas; y una vez secas nada se notarfa en ellas que pervirtiera la naturalidad y la lisura requeridas FLORISTICA 663 por una buena preparacién, Pero un fruto endurecido, una rama lignificada, una raiz consistente, cabalgando sobre plantas inmediatas a ellos, a poco que Ja pila haga presién, dejan una marca bien perceptible en los érganos blandos de las plantas vecinas, Para obviar este inconveniente, y, al propio tiempo, para facilitar la de- secacién, conviene interponer entre cada dos plantas de la pila una almohadilla de papel secante constituida por varias hojas juntas, cosidas por los bordes 0 en- vueltas en una hoja doblada algo mayor y convenientemente pegaca por sus extremos. Canatsas. — Cuando se emplean esas almohadillas, es mejor colocar Ia planta a preparar en una doble hoja de papel secante 0, simplemente, de papel de pe- iédico no satinado, con miras a Ja aireacién de los componentes de ta pila, que han de cambiarse con cuanta mayor frecuencia mejor, por ejemplo, todos los dias. Estos papeles envolventes se suelen lamar camisas, y Ia planta deberd permanecer en la camisa hasta su acabada ‘preparacién. Deszcactén. — Todos los dias se deshard la pila colocande a un lado las camisas con la planta dentro; y a otto lado, las almohadillas. Luego, se tras- ladardn éstas a una azotea, a una era, a cualquier superficie plana y 2 pleno sol, cuando éste ha calentado el suelo lo bastante para que el calor que despide caliente a si vez y seque la almohadilla que se apoye en él, y el sol directo, reci- bido por la otra cara de la almohadilla, se encargue de Jo restante. Pronto se consigue apreciar, con sélo poner la mano sobre las almohadillas, si éstas se han secado lo suficiente para poderlas recoger. Esto logrado, se recogen y se procede asehacer Ja pila, coldcando otra vez, entre cada dos plantas, protegidas por sendas camisas, Ia correspondiente almohadilla. En invierno, en dias nublados o Iluviosos, en ciertos paises excesivamente hi- medos y, sobre todo, en las selvas tropicales 0 ecuatoriales, es preciso emplear el calor artificial, valiéndose de secaderos especiales para obtener una desecacién, por lo menos, pasable. Por el contrario, en pleno verano y en paises secos, s0- * bre todo en las altas montafias, donde el aire enrarecido contribuye en gran medida a la répida desecacién de las almohadillas, a menudo se peca de mis, y las plantas, excesivamente secas, se vuelven quebradizas. En tal caso, habré que cambiar con menor frecuencia Jas almobadillas; procurar que no se sequen en demasfa; no volverlas a Ia pila hasta que se hayan enfriado lo bastante; hacer los cambios de noche, en aire menos seco, ete, condiciones todas ellas que el propio preparador va conociendo por si mismo sin necesidad de reglas especificadas. BOTANICA PINTORESCA Fro, 308.—Preparacion de las pi grandes. prensas de tornillo, (Orig) Prensas, — Hasta aqui nos hemos referido a Ja pila de papel; pero es ne- cesario afiadir que la pila requiere cierta presidn, porque, siendo una gran pila, su propio peso puede ser suficiente para mantener en buena posicién, sin darles espacio en que arrugarse, las plantas de Ja parte inferior; pero Jas de la parte alta quedarian a merced de una desecacién inadecuada y las sacaeiamos de la pila con imperfecciones manifiestas. La presién necesaria para una preparacién adecuada se logra valiéndose de tuna prensa. La prensa més simple consiste en dos tablas recias, de buena madera, entre las cuales se coloca Ia pila de almohadillas con, las plantas correspondien- tes, y sobre la tabla superior una pesa grande, de diez 0 més kilogramos 0 una gran piedra. Sin embargo, a poco que se pueda, es mejor substituir la presién que puedan ejercer Ia pesa o la piedra por la de un par de buenos tornillos. ‘Las prensas de preparar plantas pueden reducirse al mismo par de tablas, fuertemente atadas con cuerdas, con las plantas entre ambas, o bien apretadas con correas muy fuertes. Pera es mejor conseguir la presién deseada mediante FLORISTICA 665 Pro. 309.—Prensa de tornillos (1), para preparar las plantas en el lsboratorio; 2, uno de Jos tornillos, de acero y con le cabera cuadrada; 3, tuerca correspondiente ¢l tornillo anterior; 4 pleza de ‘hierro para enroscar la tueroa y hacer presién, (Orig.) tuna prensa de preparar provista de tornillos. Esta prensa se hace con dos tablas de madera de encina, roble u otra madera dura, por lo menos de 2'5 cms. de grucso. Las medidas superficiales de estas tablas han de ser de Ja misma anchura del papel 0 de algo mayor anchura; y bastante més largas, para que, atravesadas por los dos tornillos, la pila de camisas y almohadillas quepa entre ambos con ierta holgura. Si éstas tienen, por ejemplo, 27X43 cms, las tablas podrén me- dir 30X52 cms. Para reforzar las tablas, todavia se coloca a ambos lados me- nores de las mismas un travesafio de la misma madera y del mismo grosor, como se indica en la figura adjunta. En el centro de los lados menores y cerca del borde, en cada tabla se han de hacer dos agujeros de unos 18 6 19 mm. de didmetro, para que puedan pasar por ellos dos largos tornillos de acero de 50 cms. de largo 0 més, y de 16 mm. de didmetro. En su base, estos tornillos tienen tuna porcién lisa, sin rosea, y rematan en una cabeza cuadrada. La tabla inferior de la prensa, entre ella y el travesafio, tiene ajustadas dos chapas de hierro, una a cada lado, cada una de las cuales con un agujero cuadrado, el cual, al quedar bien ajustada la chapa, viene a coincidir con otra perforacién igual de la tabla inferior. En ella encaja, para que no gire, la cabeza también cuadrada del tornillo. La tabla superior leva también embutidas dos piezas cuadradas de hierro, de unos 5 mm. de grueso, con un agujero redondo, de 18 6 19 mm. de didmetro, el cual coincide con el agujero respectivo de la tabla. Las tuercas pueden tener la figura indicada en el grabado, y se enroscan mediante una pieza de hierro figurada también en él. Uso Dg LA PRENSA ANTERIOR. — Cuando Ia pila de papel, con sus plantas, esti ya a punto, se coloca sobre la tabla inferior de la prensa, entre los dos tor- nillos verticales; éstos se hacen pasar por los agujeros de la tabla superior, hasta 666 BOTANICA PINTORESCA Fic, 310.—Otiles para herborizar: 1, prensa portétil de hierro; 2, prensa portétil de madera; 3, caja de Dillenius, (Orig.) ‘que ésta descanse sobre la pila de papel y plantas. Por cada uno de los extremos de los tornillos se hacen pasar sendas arandelas de hierro y se enroscan las tuercas en los tornillos, al principio con s6lo la mano, y luego, valiéndose del manubrio indicado y figurado en el grabado. Hay que atornillar las tuercas poco a poco, y alternativamente, para que la tabla superior vaya bajando gradual y ho- rizontalmente. Con una de estas prensas, la pila de papel y plantas se puede comprimir con tanta fuerza, que sin duda Megarfa a ser excesiva obrando sin tiento; la préctica orientard a cada uno sobre la presién que se deba ejercer para lograr la mas per- fecta preparacién. De todos modos, aunque no sea excesiva, ser poco menos que imposible evitar que se aplasten las bayas, si las tuviere la planta. Es una qui- mera el intento de prensarlas para que conserven su forma; vale mds prescindir de ellas, dejarlas, si es posible, que vayan sec4ndose solas, sometidas a ligera presién, y luego afiadirlas a la muestra preparada. Si se trata de otros frutos menos blandos y jugosos, lo mejor es seguir el mismo consejo y prepararlos tam- bién a menor presién. Pxensas portititss, — Cuando se trata de’ preparar ejemplares para el herbario, si se desea alcanzar la mayor perfeccién, es menester colocarlos sobre el papel secante recién colectados, cuando, estand> atin turgentes, conservan la posicién y figura normales de sus érganos. Para poder conseguir excelentes resultados hay que salir al campo con prensas portitiles de las cuales existen muchos modelos. La més simple es una carpeta de cartén de tapas fuertes en Ia cual se colocan los pliegos de papel secante; se sujeta con un par de cintas que pasan por cuatro ojetes, y con ella se logra una ligera presién, atindola lo més fuerte posible. FLORISTICA 667 Para reforzarla, la carpeta de cartén se ha substituido por un bastidor rec- tangular con travesafios de hierro aplanados como se indica en Ja figura ad- junta. Apoyados en cada bastidor se suelen colocar dos cartones, y, entre ambos, los pliegos de papel secante que sea menester, generalmente, de 50 a 100, Cada bastidor ffeva su asa; y, ademds, el que sirve de base, dos cadenas de Gall, y, el que hace de tapadera, dos dientes de hierro a los que se sujeta la cadena cuando se cierra la prensa. En otros modelos, el bastidor, en lugar de travesafias, leva una fuerte rejilla metilica. Estas prensas metilicas son muy recias y seguras, pero resultan un poco pesatlas cuando se construyen con la solidez debida. En lugar de ellas, pueden utilizarse otras formadas por dos tablas.de poco espesor constituidas por diversas hojas de fibras cruzadas y pegadas, que resultan muy resistentes a la flexién y sumamente ligeras. En conjunto, dan a la tabla un espesor de unos 8 mm., y esté compuesta de cinco chapas, tres internas, de unos 2 mm., con tapa y contra- ‘tapa en ambas caras. Dos correas, con pasadores de cuero, sitven para abrir y cerrar la prensa, y comprimen fuertemente los pliegos de papel con sus plantas. Otra correa sirve para Ievarla cémodamente colgada al hombro. Todas estas prensas portitiles permiten abritlas y cerratlas répidamente, y en ellas se colocan los ejemplares, como ya se ha indicado, recién arrancados. Es conveniente no Mevarlos en fa mano ni siquiera unos minutos, porque muy pronto pierden la turgencia y se ponen fliccidos. En este estado es muy dificil Ja buena coloca- cidn en el papel. Aso DE LAS PLANTAS DE LA PRENSA PORTATIL A LA DE LABORATORIO. — Al llegar a casa, después de la excursi6n boténica, con la prensa portétil Ilena de plantas, hay que trasladarlas a la prensa grande de madera con tornillos de hierro. Si se lega a casa de noche, pueden dejarse en la misma prensa hasta la mafiana siguiente; si la salida ha sido matinal, por Ia tarde se trasladan las plantas. La permanencia més prolongada en prensa portétil estropea muchas plantas; a las campénulas se les decoloran las flores al cabo de muy pocas horas de colec- tadas, Otras especies, de hojas tiesas y con flores més firmes, no se estropean ni al cabo de algunos dias, sobre todo si la prensa se coloca en un lugar fresco y aireado. La humedad del ambiente y Ia temperatura elevada son condiciones que estropean répidamente la recoleccién. Al trasladar as plantas de la prensa portétil a la prensa de laboratorio, hay que cambiar el pliego 0 camisa en que viene la planta, porque el papel queda tan humedecido, que, a veces, esté poco menos que chorreando. Gran parte de la humedad del vegetal, que tiene mucha, por transpiracién se pierde y queda retenida en el papel, y en modo alguno es conveniente para una buena prepara- cin que esa humedad contintie en torno a Ia planta que se pretende desecar.

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