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Es un conjunto arqueológico con características muy importantes del Nor Oriente Peruano.
Descubierto en 1843, por Don Juan Crisóstomo Nieto, quien fuera juez de Chachapoyas.
Desde aquel entonces a la fecha ha sido constantemente visitada por numerosos
investigadores y viajeros, atraídos por la complejidad y monumentalidad de sus
construcciones, las cuales han sido objeto de varios reportajes entre ellos: el sabío Antonio
Raimondi, el geólogo suizo, Arturo Werthemann, el viajero francés Charles Wiener, el
antropólogo suizo Adolph Bandelier, así como otros de renombre que llegaron por estos
lares.
Además de Impedir el acceso, el muro de contención servía al relleno que se coloco para
obtener superficies planas en la ladera del cerro con la finalidad de conseguir seguridad y
protección, el material utilizado en las edificaciones fueron bloques de piedra caliza
canteada sin pulimento. Teniendo tres entradas a la ciudad que a través de la muralla, dando
la impresión de túneles cónicos, criterio con el que fue construido; anchos al entrar y
angostos al salir, permitiendo el acceso solo a una persona.
La fortaleza está conformada por más de 450 estructuras distribuidas en diversos niveles de
los cuales 4 son de planta rectangular, 1 de planta cuadrangular y las demás de planta
circular.
Todas estas estructuras asociadas entre sí, tuvieron determinadas funciones encontrándose
entre ellos a edificios ceremoniales, administrativos, de control, defensa y de vivienda,
existen además piedras trabajadas en alto relieve que asemejan rostros humanos.
Algunos de los muros que alcanzaron una altura de 4 mts. presentan hornacinas y ventanas,
hay evidencias que estas estuvieron enlucidas y posiblemente decorados con pinturas en su
interior. Por la forma de los edificios se sobre entiende que estos tuvieron como techo con
una cubierta de paja de forma cónica.
Según las crónicas, el lugar estuvo ocupada hasta 1532 años en que Diego Alvarado redujo
a la población a las partes bajas.
Las crónicas de Pedro Cieza de León manifiesta que: " los Chachapoyas (ocupaban estas
tierras) eran indios blancos cuya hermosura era digna de soberanos cuyos ojos eran azules
los cuales eran más blancos que los mismos españoles".
Es un conjunto arqueológico con características muy importantes del Nor Oriente Peruano.
Descubierto en 1843, por Don Juan Crisóstomo Nieto, quien fuera juez de Chachapoyas.
Desde aquel entonces a la fecha ha sido constantemente visitada por numerosos
investigadores y viajeros, atraídos por la complejidad y monumentalidad de sus
construcciones, las cuales han sido objeto de varios reportajes entre ellos: el sabío Antonio
Raimondi, el geólogo suizo, Arturo Werthemann, el viajero francés Charles Wiener, el
antropólogo suizo Adolph Bandelier, así como otros de renombre que llegaron por estos
lares.
Además de Impedir el acceso, el muro de contención servía al relleno que se coloco para
obtener superficies planas en la ladera del cerro con la finalidad de conseguir seguridad y
protección, el material utilizado en las edificaciones fueron bloques de piedra caliza
canteada sin pulimento. Teniendo tres entradas a la ciudad que a través de la muralla, dando
la impresión de túneles cónicos, criterio con el que fue construido; anchos al entrar y
angostos al salir, permitiendo el acceso solo a una persona.
La fortaleza está conformada por más de 450 estructuras distribuidas en diversos niveles de
los cuales 4 son de planta rectangular, 1 de planta cuadrangular y las demás de planta
circular.
Todas estas estructuras asociadas entre sí, tuvieron determinadas funciones encontrándose
entre ellos a edificios ceremoniales, administrativos, de control, defensa y de vivienda,
existen además piedras trabajadas en alto relieve que asemejan rostros humanos.
Algunos de los muros que alcanzaron una altura de 4 mts. presentan hornacinas y ventanas,
hay evidencias que estas estuvieron enlucidas y posiblemente decorados con pinturas en su
interior. Por la forma de los edificios se sobre entiende que estos tuvieron como techo con
una cubierta de paja de forma cónica.
Las crónicas de Pedro Cieza de León manifiesta que: " los Chachapoyas (ocupaban estas
tierras) eran indios blancos cuya hermosura era digna de soberanos cuyos ojos eran azules
los cuales eran más blancos que los mismos españoles".