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eT 5. CUBA:: ENTRE MARTi Y LAS MONTANAS Pocos procesos histéricos han ejercido tanta fascinacién como Ja revolucién cubana. Basta sdlo recordar a las generaciones politicas que durante los afios sesenta siguieron con pasion ja gesta de aquellos barbudos que sin mas armas que uno: pocos fusiles y con una increible voluntad lograban no s6l derrocar una dictadura, sino ademas desafiar a la potencia militar mds grande del planeta y establecer las bases para un nuevo régimen social. Partidos y movimientos nacionalistas marxistas y cristianos se sentian atraidos por el ejemplo cu bano y, cuando no, aparecian grupos que se disponian a emu Jar la odisea de Fidel Castro y el Che. ¢Como olvidar los dias en que Castro se trenzaba en durisimas disputas con todo: aquellos poderes de la izquierda internacional que se oponian a la idea de una revolucion continental no vacilando incluso en formar la oLas en 1967, verdadera internacional de la revo: lucién latinoamericana? ¢Cémo olvidar al Che Guevara quc desde la sierra boliviana, luchando contra la geografia, los ejércitos y su propia asma, tremendamente digno y soli rio, lamaba a formar uno, dos, tres Vietnam? Los retratos de Fidel y del Che pasaron igualmente a for mar parte de la cultura politica de los movimientos estudian tiles europeos, acompafiando a la biblia de Mao, las teorias d« Marcuse y las canciones de los Beatles. Literatos y periodistas filésofos y artistas, trotsquistas y estalinistas, revolucionarios aficionados y profesionales, romanticos empedernidos, en fin todos los colores de una izquierda multifraccionada, miraban e incluso viajaban hacia Cuba como quien cree haber encon trado el paraiso perdido. Pero quiz por eso la revolucién cu bana dejaba poco a poco de ser entendida por si misma, convertirse en victima de proyecciones e ideologias cuyo punto de origen no se encontraba en la isla. Atn hoy, varios afios después de la gesta cubana, resulta muy dificil separar, en la de por s{ abundante literatura acerca del tema, el dato’o hecho concreto de la fronda ideo légica que la cubre. Sin embargo, aun las ideologias mas es pesas no deben hacernos olvidar que la cubana, independien temente de las proyecciones que alcanzé en su tiempo, fuc una revolucion jatinoamericana y, aunque parezca elemental decirlo, cfbana. Lo expuesto significa que a esa revolucion hay que analizarla a partir de su ubicuidad en procesos co. munes a diversos paises latinoamericanos, por una parte, y a partir de sus particularidades especificas, por otra. 1279] 200 CUBA: ENT ARTE ¥ LAS MON’ PRADICION Y RUPTURA BN EL PROCESC HISTORICO CUBANO La revolucién cubana se dio en los términos de 1a mas estric- ta continuidad con la historia del pais, lo que dista de ser un factor secundario pues Cuba es quizas el tmico pais de América Latina en donde la emancipacién respecto a Espafia pudo vincularse con las luchas sociales del siglo xx. Esto en- cuentra su explicacién en el hecho de que Cuba fue el ultimo pais latinoamericano que se liberé de Espafia (1898), lo que permitid que la independencia surgiera como consecuencia sos sociales “‘modernos” y al mismo tiempo que és- se impregnaran de un cardcter nacional, lo que también fue fundamental cuando los cubanos debieron enfrentar la intervencién norteamericana. Desde el punto de vista de la insercién continental de les acontecimientos resulta decisivo entender que el movimiento social, democratico y popular representado por el Movimien- to 26 de Julio se encuentra ideolégicamente emparentado con muchos otros, igualmente democraticos y populares, que han aparecido en distintos periodos en el continente y que algu- nos autores han caracterizado, de manera un tanto impreci- Sa, Como populistas.+ La tradicién nacional Bl Movimiento 26 de Julio (M263) parece ser realmente un punto de concentracién de la tradicion politica de Cuba. Como lo definié el mismo Fidel Castro el 16 de agosto de 1955 en un mensaje dirigido al Partido Ortodoxo: “El Movimiento 26 de Julio no constituye una tendencia al interior del Parti- do [Ortodoxo]; es el aparato revolucionario del chibasismo [sobre el que escribiremos mas adelante], enraizado en su base, de la que ha surgido para luchar contra la dictadura cuando la ortodoxia ha demostrado ser impotente debido a sus mil divisiones internas.” * Aquello que Fidel Castro afirmaba en 1955 era la perte- nencia del M26 a la tradicién higtorica cubana, pues el chi- basismo habia surgido en 1944 con el Partido Ortodoxo, que a su vez provenia de fracciones radicalizadas del Partido Re- ‘Para una caracterizacién del populismo se recomienda el libro de Ernesto Laclau, Politica e ideologia en la teoria marxista, Ca- pltalismo, fascismo, populismo, México, Siglo XXI, 1978, pp. 165-233. "Fidel Castro, La revolucién cubana 1953-1962, México, Era, 1975, p. 87. CUBA: ENTRE MARTI Y LAS MONTANAS 281 volucionario Cubano, supuesto heredero de aquei que en los dias de lucha por la independencia habia sido fundado por José Marti con el mismo nombre. En efecto, las dos épocas de referencia del M26z son el periodo de lucha por la inde- pendencia y el periodo de lucha en contra de la dictadura de Gerardo Machado (1925-1933). La tradicién social Ya hemos insinuado que la guerra de independencia contra Espafia ocurrié en un periodo en el que en Cuba ya se habian establecido algunas relgciones sociales de tipo capitalista. Tal lucha se dio, pues, en ‘un tiempo caracterizado por la apari- cién de nuevos actores sociales, por ejemplo, una precaria burguesia comercial en el interior del bloque dominante, sec- tores medios en su exterior, y una clase obrera relativamente bien organizada. Por tal razén, la ideologfa de Marti es mucho mas concreta que la de otros patriotas del continente, pues sus expresiones no sélo son nacionales sino también sociales.* Ademas, como es sabido, Marti comprometié su practica por una independencia respecto a Espafia y también respecto a Estados Unidos. Para las futuras generaciones politicas, el texto de una de las tltimas cartas de Marti no pudo tener sino un sentido testamentario: “Es un deber mio evitar, me- diante la independencia de Cuba, que los Estados Unidos se extiendan por las Indias Occidentales y caigan con mayor fuerza sobre otras tierras de nuestra América. Todo lo que he hecho hasta ahora y todo lo que haga de ahora en adelan- te tiene esa finalidad [...] Conozco al monsiruo porque he vivido en sus entrajias, y mi nica arma es la honda de David.” * En fin, Marti era una especie de Bolivar local, pero en la “era industrial”. Por eso en su nacionalismo no sélo se encuen- tran rasgos antimperialistas, sino incluso anticapitalistas.* No deja de ser interesante mencionar que ya durante el periodo de la independencia habian surgido en’ Cuba algunos Acerca del tema, véase Ezequiel Martinez Estrada, Marti: el héroe y su accién revolucionaria, México, Siglo XXI,' 1969. José Majiiach, Marti: apostle of freedom, Nueva York, 1950. “José Marti, Obras completas, La Habana, 1931, t. 1, pp. 271-273. 5 Véase José Marti, “Sobre los EEUU de Norteamérica”, en Monthly Review, aiio 8 (introduccién de Phillip S. Forner), 1975, p. 57. Sobre el tema se recomienda Marcos Vinocour, Cuba, na- cionalismo y comunismo, Buenos Aires, 1966. También, Liselotte Kramer-Kaske, Die kubanische Volksrevolution 1953-1962, Ost Ber- lin, 1980. 282 CUBA: ENTRE MARTS Y LAS MONTARAS partidos obreros y socialistas. El primer partido socialista fue fundado en 1899. En 1900 surgié ei Partido Popular. Ei Club de Propaganda Socialista que después tomé el nombre de Partido Obrero Socialista (Pos) surgié en 1904. E} Partido Socialista Internacionalista que fue fundado en 1905 se fusio- naria con el pos para dar lugar al Hamado Partido Socialista de Cuba. Uno de los principales propagadores de las ideas so- cialistas, sobre todo en su forma anarquista, fue el lider obre- ro Carlos Balifio, quien inicié su actividad politica como tra- bajador del tabaco en Florida y después como director de La Tribuna del Pueblo, periédico revolucionario de Tampa. El primer congreso obrero fue celebrado el 16 de enero de 1892 con una asistencia de mas de mil delegados. Si se tiene en cuenta que tal congreso tuvo lugar en pieno curso de la gue- rra contra Espafia y que debié enfrentar el cerco de las tropas enviadas por las autoridades coloniales, puede comprenderse mejor nuestra afirmacién relativa a la unidad originaria entre las luchas nacionales y las sociales. Entre 1892 y 1894 tuvieron lugar una serie de huelgas cuya exigencia principal era la de las ocho horas de trabajo, pero también pronunciandose por la independencia del pais.? Precisamente la confluencia de factores nacionales y sociales iba a posibilitar que los mo- vimientos democraticos del futuro pudieran entenderse como depositarios de una tradicion comun. UN PUNTO DE PARTIDA: LA DICTADURA DE MACHADO No es dificil imaginar la historia cubana como un drama en tres actos. El primer acto fue la lucha por la independencia; el segundo, la revolucién antimachadista; el tercero, por su- puesto, fue la revolucion castrista. Machado era el representante de una dictadura centroame ricana “cldsica”. Con el término “clasica’” queremos destacar los siguientes rasgos: primero, una estrecha subordinacién a Estados Unidos; segundo, el ejercicio militar del aparato del Estado; tercero, incapacidad congénita de las clases dominan- tes para convertirse en clases Uirigentes. La estabilidad de la dictadura solo podia estar asegurada en tanto se mantuviera la cohesion interna de un de por si muy A. Carrel y G, Fourniel, Cuba socialiste de A a Z, Paris, 1975. Fabio Grobart, “El movimiento obrero cubano de 1925 a 1933, Sur- gimiento del Partido Comunista”, en Bohemia, nim. 3, La Habana, 19 de enero de 1973, pp. 94-102. CUBA: ENTRE MARTI Y Las MONTANAS heterogéneo bioque de dominacién. Al mismo tiempo, dada ji extrema dependencia econémica del pais, la pérdida de « sion de ese bloque estaba a su vez determinada por fa externos. De acuerdo con lo expuesto se entiende por qué el principal factor desestabilizador de la dictadura de Machado fue la cri sis de 1929, que afecté a Cuba con singular violencia. Sdio ur ejemplo de ello fue la baja en las exportaciones de azticar. 1929 alcanzaban los 200 millones de ddlares; en 1930 bajaron a 129.78; en 1931 a 78, y en 1932 a 42." Igualmente, el precio del aziicar comenz6 a descender drasticamente: de un precio suma mente bajo de 17.2 centavos por libra en 1929, descendio a 0.72 en 1932 y mas tarde a 0.57 centavos; de un valer total de 109 millones de pesos que tuvo la zafra de 1929, descendid a 42 millones en 19328 La crisis slo podia traer consecuencias politicas. Por una parte, en el propio bloque de dominacién algunos sectores em- presariales comenzaron a desertar culpando a Machado de no proteger sus intereses frente a Estados Unidos, en tanto que otros lo culpaban de no integrarse atin mas a la economia norteamericana. Estos wltimos no vacilaron incluso en solicitar al Departamento de Estado de Estados Unidos la invasion, a fin de que los liberara de un mal gobernante y del peligro de una revolucién social al mismo tiempo. Esta insdlita peti- cion se basaba sin embargo en hechos precedentes. A fines del siglo xrx Estados Unidos habfa invadido Cuba para preser- var el “orden interno”. En 1901, Cuba obtuvo la independencia formal de parte de Estados Unidos, pero su gobierno tuvo que suscribir la llamada Enmienda, Platt, inscrita en la propia constitucién cubana, en donde era reconocido el derecho nor- teamericano a controlar la politica exterior del pais, asi como el derecho a intervenir “para proteger la vida, la libertad y los bienes de sus conciudadanos”.? Ademas la enmienda otor gaba a los norteamericanos los derechos para establecer la base militar de Guantanamo, que todavia subsiste2° Aunque esta vez Estados Unidos no invadio la isla, el em bajador Summer Welles intervino demasiado en los asuntos internos, y si no logré remplazar a Machado por un presidente ? Direccion politica de las Far, Historia de Cuba, La Habana 1968, p. 583. $F. Grobart, op. cit., p 98. ° Dorothea Ros: Sozial und Wirtschafts Geschichte Kubas ‘vo: der Kolonialzeit bis 1963”, en Bernd Kiibler (comp.), Cuba libre, Lambertheim, 1977. 10 Fernando Mires, Cuba: la revolucion no es una isla, Medellin, 1978, pp. 22-23. ana CUBA: ENTRE MaRTf Y LAS MONT) Al gusto norteamericano, fue debido sobre todo a Ia resistencia del dictador. LA WEVOLUCION DEMOCRATICA Wl loco eatalizador de la lucha en contra de Machado fue la \niversidad. Esto no es por lo demas extrafio en los movi- mlentos sociales del siglo xx en América Latina, pues ha sido en las universidades donde han tendido 2 articularse ideolégi- camente los intereses de los sectores medios emergentes, sobre todo en paises como Cuba que contaban con “una clase media demasiado grande para que pudiese representarla la eco- nomia’* La principal organizacién politica surgida del estudiantado fue el Directorio Estudiantil Universitario donde militaron algunos estudiantes que después serfan connotadas figuras politicas como Eduardo Chibas, el futuro. canciller Ratl Roa y el ex presidente Carlos Prio Socarras. El lider del directorio iue el legendario Antonio Guiteras. : : Bajo el liderazgo de Guiteras, el directorio no fue una simple entidad universitaria sino un movimiento politico que desa- rrollé una linea de enfrentamiento directo con la dictadura, poniendo en prdctica formas de Jucha armada de caracter bano e incluso rural. Era, sin duda, la organizacién antima- chadista mas activa. . Una segunda fuerza politica de relativa importancia fue el Ane, inspirado en las ideologias populistas en boga a fines de la década de los veinte, como las que sustentaba el peruano Haya de la Torre? De acuerdo con cierta influencia fascista mussoliniana, el aBc propiciaba la formacién de un Estado de tipo corporativo, el desarrollo de’ una industria lecal y un nacionalismo ideolégico difuso y retérico con caracteristicas antinorteamericanas. Con menos apoyo social que el directo- jo, el aBc se enredé frecuentemente en actividades conspira- tivas. Particularmente decisiva en el derrocamiento de Machado fue la actividad del movimiento obrero, que logré conectarse, ‘Theodor Draper, Castrism: theory and practice, Nueva York, 1965, p. 19. 1 Bl anc hizo suya la principal tesis de Haya de la Torre en el sentido de que en los paises de América Latina el imperialismo es la primera, no la ultima, fase del capitalismo. Victor Raul Haya de la Torre, Por la emancipacién de América Latina, Buenos Aires, 1947, p. 198. CUBA: ENTRE MART ¥ LAS MONTANAS 295 aunque por un periodo muy breve, con las Iuchas de otros sectores sociales subalternos. Sin embargo, el “proletariado” habia ido un desarrollo bastante desigual (lo que es comtin en América Latina), situacién que en Cuba se agravaba debido al cardcter. de “enclave” que la economia del pais hab{a te. nido desde un comienzo.* En un principio los Ilamados “en. claves azucareros” habian trabajado fundamentalmente con mano de obra esclavizada que importaban las compaiiias nor- teamericanas desde Haiti y Jamaica. Los esclavos conforma- ban asi un peculiar ejército (esclavizado, no “proletario”) de reserva. Teniendo que rivalizar con las masas de esclavos, la clase obrera propiamente tal constituia a fines de los afios veinte sdlo el 16.4% de la poblacién trabajadora. Conjuntamente con Ios esclavos, los obreros cubanos coexis- tian con una enorme masa de desempleados. “El azticar, que entregaba en promedio al Estado el 80% de sus recursos, sélo podia ofrecer 20000 empleos estables. Solamente en los pe- riodos de la zafra se requeria de la presencia de aproximada- mente 40000 cortadores de cafia. Estos se insertaban en el proceso productive como trabajadores ocasionales. Asi, el sec- tor estatal, a fin de paliar en algo la desocupacién, debia absorber nada menos que el 35% de la poblacién activa.” ++ Debido al cardcter estacional de la explotacién azucarera, la resistencia obrera a Machado tendié a concentrarse entre los trabajadores del tabaco. Como en el sector tabacalero el pro- ceso de tecnificacién era mas acelerado que en el del azticar, y a causa de Ia creciente demanda proveniente de los mercados internacionales, los obreros del tabaco —llamados también torcedores—, cuyo trabajo requerfa cierto grado de especia- lizacién, estuvieron en condiciones de convertirse en un bas- tion de resistencia a la dictadura. Alli los comunistas encon- traron un medio de insercién gracias sobre todo al activismo obrero del lider juvenil Julio Antonio Mella, aunque por lo general predominaban las posiciones anarquistas. Bajo inspi- racién anarcosindicalista nacié, en febrero de 1925, la Confe- deracién Nacional Obrera Cubana (cNoc). Cuando el 20 de marzo de 1925 Machado asalt6 el poder, se encontré con un’ movimiento obrero pequefio pero muy bien organizado que desde 1917 venia utilizando la huelga como arma politica. Precisamente ese afio tuvo lugar una paraliza- cién de las faenas del azicar. Entre 1918 y 1919 hubo varias huelgas generales convocadas por “comandos provisorios” en 12 Acerca de la_nocién de “enclave”, véase Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto,. Dependencia y desarrollo en América La- tina, México, Siglo XXI, 1978. “4 F. Mires, op. cit., p. 40. 286 CUBA: ENTRE MARTI ¥ LAS MONTASAS cada provincia. Sobre la base de uno de estos coman surgido la Federacién Obrera de La Habana, de donde vez surgiria la cNoc de 1925. : La resistencia a Machado tomarfa muy pronto un caracter popular y masivo. Expresin fiel de esa lucha fueron sus pro- pios lideres. Uno de los més significativos, sin duda, fue Julio Antonio Mella, surgido del movimiento estudiantil y después uno de los fundadores del Partido Comunista —del cual nunca pudo ser dirigente debido a su extraccién social “burguesa”’ Fue también fundador de la Federacién Estudiantil Universi. taria y de la Universidad Popular José Marti. Mas que un jefe de partido, Mella era sobre todo un generoso y roméantico lider de masas. Sus actitudes anarquistas eran, por lo demas, jnocultabies. En cierta ocasién, cuando Machado prohibio que en la bahia de La Habana atracara el buque soviético Vo- rozki, Mella se lanz6 a las aguas Ievando a los marineros el saludo simbélico del “pueblo cubano”. Acusado, en otra oca- sién, de haber arrojado una bomba, fue hecho prisionero. En prisién mantuvo una huelga de hambre de 16 dias, redoblando su popularidad desde la carcel, leccion que aprenderia muy bien Fidel Castro. Relegado a México, participé en la fundacion del Partido Comunista Mexicano. El 10 de enero de 1929 fue asesinado por encargo de la dictadura. De la misma estirpe romantica y aventurera que Mella era el joven abogado y poeta Rubén Martinez Villena. Al igual que Mella, habia participado en la fundacién del Partido Comunista Cubano. Varias veces enfrento a las tropas de la dictadura al mando de pequefios comandos, e incluso individualmente. Una vez se ofrecio para pilotear un avion y bombardear objetivos militares establecidos en La’ Habana. También fue un activo agitador en los medios obreros y uno de los principales orga- nizadores de la huelga general de 1930. El largo tiempo que pas en las prisiones fue minando su de por si delicada salud. Murié muy joven, en 1934, de tuberculosis. Su legado fue una gran cantidad de poemas y escritos de cardcter libertario. Mella y Viliena eran todo lo contrario al tipico dirigente burocratico de partido. Mas cerca se encontraban sin duda de figuras como Antonio Guiteras Holmes, el lider del directorio. Guiteras habia abandonado la universidad en 1929 porque carecia de medios econémicos, y como vendedor de productos farmacéuticos comenz6 a reclutar activistas para la lucha en contra de Machado a lo largo de todo el pais. No sin razon Guiteras es considerado un precursor de la “idea” de la gue- rrilla y de las “acciones directas”. El 29 de abril de 1933, rea- lizando un precedente que después haria escuela, asalto el cuartel de San Luis en la provincia de Oriente al mando de un grupo de jévenes armados. Aunque sus concepciones politicas CUBA; ENTRE MART{ ¥ LAS MONTANAS también tenian un origen anarquista, mds bien u matico” y siempre dejo abierta la posibilidad para r alianzas entre el directorio y los comunistas. Guiteras el miembro mds destacado del gobierno que sucedié a la dic tadura, desde donde impulsarfa una gran cantidad de refor- mas democraticas. A primera vista es asombroso el p: ido que existe entre las figuras revolucionarias de los aiios treinta y las que surgirian en los afios cincuenta, como José Antonio Echeverria, Frank Pais y Fidel Castro. Pero el asombro desa- parece si se toma en cuenta que ambas generaciones se consi- deraban herederas politicas del ideario de José Marti.2* _Frente a una resistencia en la que se cruzaban las reivin- dicaciones democraticas y las luchas obreras, la dictadura no tenia mds recurso que ei de la represion. En este sentido, el prontuario criminal de Machado es portentoso: masacres es- tudiantiles, asesinato de figuras politicas de renombre, como el periodista conservador Armando André o el sindicalista Fidel Lopez, actos de inaudito salvajismo como por ejem- plo hacer arrojar a la bahia de La Habana los caddveres mu- tilados de prisioneros politicos, asesinatos por encargo como el cometido en la persona de Mella, etc. En esas condiciones, hasta algunos machadistas abandonaban el gobierno, y en sus momentos finales el dictador no contaria con més apoyo que el de un ejército dividido y un minipartido fascistoide lamado Liga Patriotica. En efecto, Machado perdio la batalla decisiva en 1930 cuan- do levanté la consigna “en este pais no habr4 huelga que dure mas de 24 horas”, y se produjo una huelga general que duré mucho mas y que paraliz6 a todo el pais. El punto de culmina- cion de la lucha antimachadista fue la gran huelga general de 1933, que fue precedida por la huelga de los trabajadores azucareros en 1952. Quizd debido a tales acontecimientos, mu- chos afios después Fidel Castro y los suyos estarfan tan obse- sionados por la idea de la huelga general de masas que la con- virtieron en el centro de todas sus politicas y estrategias. El movimiento de 1933 comenz6 a nuclearse a partir de una huelga de “autobuseros” aparentemente insignificante. Lueso sobrevino una escalada huelguistica bien coordinada que con. tagio a casi toda la poblacién, repercutiendo en el interior del Estado mismo, donde las conspiraciones palaciegas estaban a Ja orden del dia. Por si fuera poco, Estados Unidos retiraba su apoyo al dictador. La Iglesia también. Practicamente todos los partidos —con la excepcién del pc que por entonces atra vesaba por una de sus desviaciones mas sectarias llamando, completamente aislado, a formar soviets(!)— se pronunciaban al 5 [bid., pp. 29-33.

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