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EN QUE MOMENTO ' SEJODIO EL PERU Edicién y pres CARLOS MILLA BATRES to Rulz Eldredge; Ana Maria Gazzoto; César Lévano; Javier Pulgar Vida) EDITORIAL MILLA BATRES LUIS GUILLERMO LUMBRERAS ESBOZO DE UNA CRITICA DE LA RAZON.COLONIAL El Peri ha legado, a este final del siglo XX, con una crisis acuraulada cuyo signo més caracterfstico es el deterio- ro de todas las instancias de relacién entre las gentes. Hay una visible quiebra entre el pafs formal y el pafs real, de modo que Jo que se dice no es lo que tiene que hacerse y lo que se hace no tiene que sujetarse a ningiin otro juicio que el de las circunstancias y sus actores, Esta situacién cruza todas Jas instituciones ¢ implica a todas las personas. Dicho de otro modo, no existen reglas de juego establecidas y las que existen no estin sujetas a obediencia necesaris, El que quiera definir el Perd finisecular, deberd decir que i asistimos a una grave crisis econdémica que ha provocado st | colapso de Ia produccién y Ia reduc¢ién del consumo a niveles que estén por debajo de la supervivencla, en ta mayor parte de la publacién; deberd reconocer que aslstimos auna aguda crisis del sistema Jurfdico-palitico, que no solo demuesire ineptitud gerenclal'y exceso burocritjco sino In- coherencia entre sus princlpios réctores y ol ejercicio de six atribuciones, Tendrt que precisar que vivimos en un estado de guerra interna ne-conyencional, que se nutre en igual forma de la violencix de los insurrectos como del terrorismo de estado; tendrd que decir que nunca hubo en nuestra histo- ria tantos muertos por causas polfticas como Jos que s¢ han venido dando en Ja década del 80. Tendr4 que sefialar que la 16 coima es pauta normal de relacion entr les y los usu: KArios Civiles, cn todos | que su carencia se Premiacién. Que se € los servicios estata- Este desajuste no es, Parte de un proceso largo que ha ido definien » Por Cierto, totalmente Nuevo; cs ndo los términos iales en el Perd. Sus signos si son nuevos y le din a Ja jad que tiene. FL resultado es ta Por un lado, y Ja violencia como de juego que suplan las que aun de referencia de las Telaciones s y aleances, hoy, sin embargo, crisis cl cariicter de graved desconfianza generalizada, forma de establecer reglas existiendo no funcionan. La descomposicién del sistema, al cubrir todos los espa- Cios, ha hecho carne en la Conciencia critica, de modo que aparece como un problema muy definide del presente, al que se atribuyen sus aristas y malestares. Los menos pe: spi salen por él atajo de los yerros del gobierno aprista que termina con la década, lo que permite pensar que se podri Correpir yerros con una nueva adni 3 SUS prOii explican Jas ocurrencias a partir del alzamiento armado de Abimacl Guanin y hay quienes ensayan una patctica re: flexién causal en torno al gobierno del general Velasco Al- varado. Es como si antes del gobierno apiista, 0 antes de 1980 0 de 1968, en cl Perd todos hubiéramo: vivido en umonia y excelentes condiciones y que la solucion reside en matar a Abimacl Guzinin y sus seguidores 0 en desbaratar a cualquier cosa que atin sobreviva de lis reformas velasquis- NS Xo ‘cabe duda Que estos puntos de nuestra historia re- ciente tuvieron un papel destacado en la agudizacién de la La administracién aprista ha sido desastrosa, con cul- pas y exculpaciones de rango mas bien anecdético; Ia pre- sencia de Sendero Luminoso en la vida nacional, opacé el 6 ustentoso proyecto de restauracién oligdrquica, cambiando el rumbo de Jas Preocupaciones hacia la solucién de fos problemas de la violencia que se enseforea en el pais; el gobiemo de Velasco aparecié como respuesta a los alza- micntos populares de la década del 60, conduciendo un Programa de reformas que permitieran resolver Jas deman- das de cambio que habfan levado ya a un pronunciamiento armado de sectores insurrectos y 4 una creciente moviliza- cién de campesinos y trabajadores urbanos. Frente al alza. miento guerrillero ~que inclufa reclamos sobre el derecho a la propiedad— se Propuso un programa de reforma agraria tedricamente modemizante yorientado al Cooperativismo; el alzamiento de las capas nacionalistas que habian formade el “Frente de Defensa del Petréleo” fue Tespondido con la nacionalizacién de la International Petroleum Co. y las evi- déntes malformaciones del acceso al crédito:y ala informa- cién fueron respondidas con intervenciones en el sector fi- nanciero y en la propiedad de los medios masivos'de comu. nicacién, La debilidad de las teformas, cuyos defectos de Opera- cién fucron ademés muy fuertes, se expresé en la facilidad como la contrarreforma (1975-85) desbarat6 las pocas con- uistas populares obtenidas, restaurando ~con defectos ag gados— el viejo régimen, cuyas deficiencias mds sensibles se habfa intentado corregir. Es asf como quedé6 un estado sobre- dimensionado en la forma y el Ambito de sus ingerencias, frente a una sociedad civil que se proponfa un modelo neo. liberal. Esto desencadens la ruptura de las ligazones forma. es entre las instituciones y las gentes; la legalidad se convir- U6 en traba de las expectativas liberales e indujo a la “infor- malidad” de las transacciones, que es una especie de “lock- out” contra el estado al negarle el acceso a las rentas deriva- das del trdmite econdmico. Por eso, la informalidad se con- vinié clla misma en un modelo y el estado se quedé con un costoso excedente burocrdtico, inservible ¢ indeseable. Podrfa pues decirse que en efecto la descomposicin ut ante 7 Pare el Pronunciamiento velasquista 0 si se e etapa de restauraci6n Pro-oligdrquica que le sucedié, pero ocurre que el uno y el otro son consecuencia, a su vez, de antecedentes traumsticos en la historia del Peri. La contrarreforma Posvelasquista aposté por el retomo al Proyecto Tepublicano tradicional, manejado con las viejas eelas de juego, que habfan sido repudiadas desde las déon. das del 20 y 30, no solo en el nivel eritico que dio lugar a lag Teflexiones de Maridtegui, Haya o Basadre, sino en el terre- No mismo de las organizaciones y las luchas del puebio. En esas dos décadas se dio inicio a la formacién de un espacio politico popular, constituido por una clase obrera incipiente y un campesinado muy vario, con intervencién de una igualmente Novata clase media urbana. Pero ese espacio Politico se creé en el marco de una reorganizacién de la Tepiblica dentro de un modelo disefiado y sustentado por una capa de terratenientes-exportadores que no tenian otra opcién de vida que la asociacién oligérquica, debido a la necesidad de implantar formas de Produccién capitalistas que evidentemente entraban en conflicto con sus tradiciona- les mecanismos de sustento. Ese es el pais que en la década del 60 se trataba de cambiar. Es el que la contrarreforma de los setentas intentaba restaurar. No era un pals democritico o progresista, sino todo lo contrario. La demoeracia estaba restringida a la participa- ci6n de las gentes en los procesos elector in ni opcién de intervenir en las decisiones de soberanfi; aden los perfodos democriticos nunca fueron consecutivos ni estables, pues cada vez que el uscenso popular —en democra- cia~ ponfa en peligro los intereses del proyecto oligérquico, se cambiaban las reglas de juego y aparecfan los militares para proceder a restaurar Jas debilitadas consignas del “orden establecido”. Es lo que pretendian los restauradores de la década del 75 al 85, solo que en ese tiempo no contaron con una clase obrera fogueada en varias décadas de lucha, un umpesinado organizado y liberado de servidumbres dete 18 riorantes y una clase media proletarizada y dvida de pov Una restauracion en tales condiciones no pucde ser otra cosa que germen de conllictos generalizados. Pero todo este proceso politico tiene un signo adici ni que cruza las marchas y contramarchas de ta republic: Oligérquica que remplazé a 1a mintiscula repablica aristocr’- tica que se propuso remplazar a su vez al régimen virreinal, luego de los folklsricos inicios del proyecto republicano es que a lo largo de este tiempo, es decir antes de Velasco, mucho antes de las guerrillas del 60, antes de Leguia y la for- maci6n del Per moderno, antes atin de que Gonzilez Prada estigmatizara a la repdblica como un engendro inoperante, los conflictos centrales eran los mismos que ahora apre mos con espanto en toda su desnudez. No son las mismas gentes que iniciaron la reptiblica; los criollos de hace cien afios fueron cediendo espacio a los inmigrantes italianos, ingleses y de otras partes, con quienes organizaron su propuesta alianza oligarquica, luego de aban- donar sus pretensiones aristocraticas solipsistas. El desarro- No capitalista en expansién llegé con ellos y trajcron consigo Ja nocién de modernidad, que es desde entonces cl objetivo central de todas nuestras preocupaciones. HI proyecto consiste en convertir ef Per en un pats que disponga de los beneficios del desarrollo industrial que ha puesto a Ruropa y los Estados Unidos norteamericanos en tv punta del éxito. Dicho de otro modo, debemos ser como ellos o al menos parecernos; en la medida en que esto se logre, seremos inds “modernos” y menos -o sea airasados— en la medida en que no alcancemos tal condicién paradigm- tica. Eso incluye consumo de tecnologia diversa, que cllos producen; consumo de productos iguales o similares a los que ellos consumen y producen; y, por tanto, adhesin a todas sus formas de vida, que en nuestros dias se fija mis claramente en la nocién de “american way of life”. Aparentemente todos estamos de acuerdo con tal nocién de modemidad, imitando con licencias y desigual éxito al 19 modelo occidental. Nadie duda que es un gran avance hacer carreteras Para movilizar los recursos hacia el mercado, que ¢s el niicleo econémico de este paradigma; tampoco se duda que son grandes avances los que nacen del uso de maquina- nia en la Pproduccién agricola. Es absurdo suponer que la instalaci6n de ensambladoras de automotores 0 computado- Tas no son signo de desarrollo en el campo industrial. Lo son también la instalacién de ascensores en los altos edificios que a imagen de los neoyorkinos construimos en nuestras principales ciudades; asf como lo es 1a disponibilidad de te- levisores y acceso a los satélites para tener comunicacién supermoderna con cl exterior. La informitica y la fisica nu- clear deben ser parte de nuestro conocimienio y sin duda debemos ser participes de todos los avances de la ciencia, aunque todo ¢so nos Ilegue de fuera y nosotros seamos solamente usuarios. Este signo de nuestro tiempo comenzé a fines del siglo paszdo, sustentado en una mawiz colonial que lo prohijé con beneplacito. De ahf{ que todo comenzé al revés; es decir que nacié adulto, m4s bien trasplantado que engendrado. Lo primero fue la banca, o sea el sistema financiero antes que el desarrollo industrial o la generacién de algun tipo de merca- do interno, En la medida en que asf ingresamos a las relacio- nes capitalistas internacionales, nuestro cupo del progreso consistié en producir insumos para la exportacién —que lue- go bautizamos como “tradicienal”— a objeto de bencficiar- nos con el consumo de los productos y la tecnologfa “de funta” importados. De esa manera organizamos nuestra prosucciéa cn funcién del mercado externo y no de las necesidades de consumo nuests. El éxito de nuestra econo- mifa consiste en disponer de recursos para exportar y no para consumir o producir, asf fue con el guano y el salitre, asf con el petréleo y sus derivados, con Jos minerales, asf con la pesca y la harina de pescado, asf con cualquier cosa que permita ingresar divisas para importar lo que queremos consumir. 20 Por esa causa, tenemos igualmente una estructura de tlases sociales macidas de vientre extemo, que nacieron adultas y con dientes y uiias consolidadas, consistentemente asociadas a este régimen de relaciones econdémicas. Nuestra burguesfa no es ni se siente nativa; sus relaciones con el pafs son relaciones de propiedad pero no de pertenencia. Se re- clama extranjera, aunque exige derecho territorial y tiene raz6n, pues en ello va su vida y existencia. Nuestro proleta- fiado industrial no tiene una identidad nacional y se procla- ma internacional por el cardcter de su clase y de su fuente de vida. Solo los campesinos mis atrasados y las capas medias de origen rural, con algunos sectores del proletariado, asu- men una condicién nativa que nace de sus formas concretas de existencia, que usualmente tienen dificultades para inser- tarse en el proyecto de modernidad que proclama el sistema. Eflos reclaman un proyecto nacional, aunque no siempre sepan cémo debe ser, porque el estigma colonial de la modemidad importada también envuelve sus conciencias, Este es el punto de conflagracién critica del puis: la inca- pacidad manifiesta de producir nuestro popio sustento y la Consecuente alienaci6n, de nuestra existencia, a la oferta y la demanda del exterior. La secuela es la racionalidad colonial de nuestros actos y compromisos y la pauperizacién estruc- tural por agotamiento de la oferta exportadora y saturacién ue la demanda de productos que cada vez son menos aues- tros. La razén colonial decide nuestro destino y cn clla radica 1a fuente de donde brotan los conflictos mds graves del pafs. En ella se nutre el racismo, que es el manto ideolégico que esconde las relaciones coloniales de produccién; de ella emanan los programas econémicos y el “orden establecido”: es la raz6n de la fuerza y el poder de_las instituciones re- publicanas, no importando cudn divorciadas estén de la realidad y cudnto la agredan, La razén colonial se comenz6 a forjar ~desde luego— en la etapa colonial de nuestra historia. Primero fue sustento del 21 oder espafiol, que legitimaba su dominio en la superioridad de su cultura y sus armas. Para tal fin, sug idedtogos se vol- wacron expertos denostradores del pasado precolon Tica, jam 0S Corresponda el escaiio de su edad prehieeé, 2 iempo y en el dominio del hombre sobre Flom niitiones materiales de existencia, No tentumee reli- Bi6n, éramos iddlatras y hay quienes sosten se impuso Jo los puch sado del azar, entre el hombre: Tiales de nucsita ¢- BeneTOSAS Comm en 2itos Ingares, pero eran mangjadas con diverses niveles ¢ Exito por nuestre pueblo, gue tesolvia su reproduccién, con un con minio del medio y 16 sobre to que e boyante, con ¢ mente an nant, euya rena garantizaba una obra pablica de gran ie toen todo el Ambito de su dominio y permitia el sustento de una exquisita red de funcicnarios y servidores. No era un paraiso; el sistema politico y el régimen tributario eran my Figidos y exigentes en favor de la clase Inka que susie el poder. Pero no eran ef sistema politico o las formas de tributacién las causas del notable desarrollo; el inkario fue solo una parte de una historia que ensefia la manera como el duro ambiente fue progresivamente sometido, dando lugar a {a posibilidad de los grandes estados por el éxito del hombre sobre sus circunstancias, E! Peri no es un pats de grandes praderas 0 bosques frfos caducifolios en terrenos naturalmente Manos; es un pais rudo Y montailoso, quebradizo y més bien drido; los bosques iropi cion de suelos versati sdlo son de fuertes pend tampoco son el edén. Sin embargo, durante las épocas. prehispini hasta niveles que a todos nos sorprenden. Se fabricaban sue- los, mediante terraceamientos, riego de varios géneros y mMagnitudes, fertilizaci6n artificial, etc., garantizando una agricultura eficiente y ‘excedentaria, con capacidad de alma- Cenaje para resolver las necesidades de la Superestructura estatal o las eventuales carencias derivadas del irregular tégimen de aguas o de los frecuentes desastres naturales, El consumo de protefnas estaba garantizado por una Bencrosa produccién agropecuaria, con ganaderia igualmen. te excedentaria, que ademds provefa de insumos para 1a industria textil y de picles y de medio de tasporte para las grandes caravanas que cruzaban los desiertos y las punas, Mas ain, debido al carécter maritimo de la cordillera, desde muchos milenios atrés se mantuvo un Circuito de abasteci- miento de productos marinos en todo el territorio, de modo todo eso fue 23 ceeraceutae , écnicas de conserva mediante deshi- dratacisn, con uso de sal 0 aprovechando las condiciones del clima, permitia c) traslado y almacenaje de cames por tiem- Po ilimitado y a cualquier distancia. Para eso se d sponta de una red impresionante de caminos, que erréneamente se atribuyen en exclusividad a la politica vial de los inkas, aun cuando hay pruebas de que ya Se estaban haciendo al menus 2000 afios antes de que ellos establecieran su imperio. EI “neolitico” andino, durante dos 0 tres inil afios , cred vasto arsenal de alimentos y recursos productives que Auestro pueblo aproveché c increments a lo largo de su exis. tencia. Fue trea de los “neoliticos” la domestic: cidn de plantas y animales y sobre todo el descubrimiento de I; como podia darse la produccién en condicic un ma de las punas; la papa, kt quinua, la Kani a Oca 0 Ia kiwicha de Ia sierra, entre otras; Jos frijules, hes pallares, el aldogén o el mafz de los valles; el mang o la yuca de los bosques tropicales. ¥ los adoptinn Ja tierra y cuando ello no era posible, adaptamos fa tie sus condiciones. Nuestro pueblo recres la geo, territorio para convertirlo en pats. Si bien pueden pasar al campo de | de cote nccdota Tay el piedra o en la bisqueda y fijucidn de los tintes sobre bay Ss, nO son anécdoticas Jas trasformaciones a as que que sumeterse el territorio para ser habitable, ni lo so re dae 1, ni lo Sobre un pais ial Cuando estaban pleno ejercicio los proyectos de Is y los proce eluso ti Wide cosayuba actimataciones y se expan- dfa la red de intercambios y¥ trocuderos; cuando el vobre cuasi-monetarias; cuando habia en Puno propictarios de miles de cabezas de ganado y los navegantes hacfan viajes de miles de kilémetros a lo largo del Pacifico, En nada de esto puso atencién Espafia, I Perd era mina, no pats. Quienes vivian acd eran testaferros del poder colo. nial © sus hijos, quienes instauraron la modalidad de Ja Propiedad privada via Ia apropiacién; sc hicieron propieta- ios de aquello que les convenfa, reparti is otras manos habfan construido; a los an les cambiaron la cruz y sus promesas de amor y paz por tierras y las aguas. A los que se opusicron los mataron, Pero fucron torpes, instaurando asf con tozudez la razon colonial. Para vivir como en Espaiia, primero lo impor todo; destruyeron los pocos bosques que habia para u: 8 CASAS COStOSS MUcbles O generoses fuegos; se Comieron nado de la tierra, sin procurar su reproduccién y comen- aon a importar “su” neolitico para cer sus hibitos dietéticos, enfangados en productos que eran comunes all, pero muy costosos acd. Desde entonces los peruanos comenzamos a considerar que sin pan de trigo no podemos vivir, que sin leche nos moriremos, que sin carne de vacuno o de cerdo no podemos estar. Las frutas nuestras dejaron de ser apetitosas ~por mis que Jo scan— y fueron suplantadas por duraznos, manzanas, vides y otras muy sabrosas, pero a la vez muy ¢: igentes en. agua y suclos de los que nosotros tenemos carencias, No es malo, sino todo Jo contrario, comer buen pan de trigo; el problema es que el trigo es una planta de lujo en el Peri; no s malo comer churrascos 0 lomo fino de vacuno y comer ¢ el ganado vacuno requicre con- diciones de tierra y pastos que no son abundosas en el pa Los pustos de las punas que los cientos de miles de c: dos domésticos consumfan estin ahora desaprovechados porque el gusto colonial que nace dela rizén colonial rechaza la carne de camélido. Nuestro consumo se rige por tas nacidas en Ia raz6n colonial y lo mismo ocurre con lat producci6n y Ia infraestructura que la hace posible. Todo esto convierte en costosa la vida en el Pert, de modo que los sectores més pobres no tiencn Icceso. a los productos cuya reproducci6n es costosa y el sistema -el ‘orden establecido”— los Privilegia. Hay sectores de la poblacién que, sin embargo, se han resistido a Ia avasallante politica colonial; son sectores donde no pudo penetrar el proyecto colonial y quedaron a modo de islas que ahora nosotros calificamos de “at das”, Hamadas usualmente indigenas, Nos raspamos vestiduras coloniales, echéndonos I culpa ch utraso, exigiendo su incorporaci6n a ta modernidad de la que mat sentinvos conductores, Son i We se na tienen en un estado tal gracias a fa ineapucidad del proyecto colonial para absorberlas; no tienen rnvis logios «ue el de su iad de sobrevivir en condiciones muy adver . disponer ya del proyecto nacional y el “corpus” tecnolégico econdémico y social que era su patrimonio antes de que ls condicién colonial se impusiera, congelando o proscribiendo uIcT Ciro proyecto que no fuera el suyo. Desde el siglo XVI, pero més intcnsamente desde el do y liquidado, ndo andino fue ostentosa y desy i kitaqlla" fue uno de los Gltimos inventos origi- narivs del Perd y los tittimos experimentos, los que se hacian cn fos “anfiteatros” de Moray, segtin lo viene probando John tls. 1.08 que se hicieron despucs fueron copia « remedo de los que hacia Occidente. Lo fuc tan veces servil. ign el congelamicnto nuestra aicja sabidur represemtd también el Sea de nuestro dominio sobre el medio y por Lane SE pacidad para explotulo esciona Se O panera se inventé para dominar las pumas, tos CU ques come verdes que lo que ya estaba javentado ©” siglo XVIy Occidente, habil dominador de las p' Se bosques frivs caducifolios, ampoco tenfa por qui eee recursos y tiempo en lo que no estaba en el on m sme sus preocupaciones. Todos juntos, nosotros y ello: lo de los para- 'e solo debfamos apostar por el desarro a aiems ‘coloniales, aun cuando debieramos habernos dado cuenta que nada cstébamos haciendo por nosotros, ya no para avanzar con lo que tcnfamos sino al menos para conser- varlo. . . Enel siglo XVI éramos duciios de un patrimonio cultural trasformador, del que ain hoy nos sentimos orgullosos y por tenfamos un patrimonio natural que nos pertencc’s nosotros hab/amos sido capaces de someterlo a la con humana, Estamos Hegando al final del tercer w lenio sin patrimonio cultural propio y con un patrimonio natural con el que no sabemos qué hacer, porque el recetario colonial es. insuficiente o no nos sirve. Nuestra intervencién cn los bosques tropicales es destructiva y lo mismo es en los valles y las sierras; antes convertiamos en huertos los desicrtos y ‘ahora que disponemos de mayores conocimientos tecnolégi- cos hacemos lo contrario; desertificamos los bosques y con- solidamos los desiertos, destruimos Ia flora y la fauna y nos concentramos en las ciudades matando el campo. Podrfa decirse que en el siglo XVI comenz6 a descompo- nersc el Peri; asf es, pero es solo el inicio de una cadena que Hega hasta nuestros dias, con eslabones-clave en donde no podemos prescindir de los mayores; entre ellos, el mayor, después de la conquista, fue la instauracién de la replica criolla, que no solamente afirms los principios econémicos y sociales mas reaccionarios de la colonia espafola, sino que para garantizar Ia permanencia de quienes asumieron su 27 conduccién, jonaron el esquema hasta crear nuevas relaciones feudales en el campo, intensifica cia colonial frente a idad de rehal usaron Ia bandera de una “nacién” Sujeta a sus intereses estrictamente territoriales y manipularon la racionalidad colonial que sirvié de matriz muy adecuada para una inser- cién profunda en el seno de la dependencia del capitalismo contemporinco. En eso estamos. Nuestros conflictos tienen una raiz colo- nial y son expresién del s{ndrome colonial que regula nues- {ros actos y afecta nuestra conciencia colectiva. Los proble- mas de hoy son los de siempre, pero tienen Ia fuerza del embalse, de los conflicts centenarios acumulado: que han ido debilitando los eslabones de una cadena que est4 comen- zando por romperse, justamente en el punto que Ia sostiene, que no es otro que las intemperancias, incongruencias y de- bilic s del “orden establecido”. Si esta hipdtesis es viilida, si cl Perii se ha quebrado por la naturaleza progresivamente intensificada de un proyecto colonial, solo queda Ja liberacién nacional como remcedio. Esa liberaci6n tiene que contener, en sf misma, la posibili-, dad de abrir las puertas a un replanteamiento del proceso productivo y las relaciones de produccién y consumo que de él deriven. Retomar las fuentes nativas de riqueza y reabrir Ja experimentacion y los programas de bencficio racional de los recursos; ademyis que el desarrollo tecnolégico congela- do por 500 aiios puede s el punto de avance en el que estin la ci salbores cias y caminos. Parece simple un proyecto de liberacién in: como si pudiera resolverse en la mesa de negoc acucrdo de partes. No es asi. Hay 500 afios de hibitos intcreses acumuludos; fa razén colonial no ete fijacién de la concieucia; hay quienes 8 de quy ese ocurra preficren on

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