You are on page 1of 24
Martha Mercader llustraciones de Juan Noailles espantapajaros Gabito dejé el tenedor sobre la mesa. El malhumor le quitaba el apetito y no era para menos: acababa de enterarse de que no saldrian de vacaciones, Como el mes anterior habian tenido muchos gastos la plata no alcanzaba. — Entonces no me compro el sombrero de paja con las monedas que junté? —preguntd, un poco enojado. —Compralo igual —le contesté el papa—. En casa del abuelo hay mucho sol y podrias pasar unos dias alla. {Qué te parece la idea? Le parecié buenisima. La mama le sirvid otra milanesa, que qued6 en el plato, porque Gabito, contento por la noticia, vacid su alcancia, corrid a la tienda y a los cinco minutos volvid con un enorme y hermoso sombrero de paja. Se lo probd delante de! espejo y quedo satisfecho. Mas bien era un sombrero para usar en la playa, pero... qué importaba. “En casa del abuelo el sol también quema”, penso. Ademas habia un terreno muy grande para correr, y un cuartito lleno de herramientas, y varios arboles que, al atardecer, se convertian en el dormitorio de los pajaros. Al dia siguiente, con un bolsito lleno de ropa, una caja de cigarrillos para el abuelo y el sombrero de paja en la cabeza, tomé con su mama el tren hacia San Antonio de Padua. —Es casi como salir de vacaciones —comentd, mientras miraba pasar por las ventanillas altos molinos que parecian girasoles. Pili a1 r nin Apenas llegaron, el abuelo lo convidé con una manzana colorada y le dijo: — Suerte que viniste, Gabito! En estos dias pienso poner un poco de orden en la huerta y necesito un ayudante. A él le encanto la idea y disparé hacia el fondo de la casa para ver la huerta. Alli, entre bosquecitos de lechuga tierna, rutas de cebollin y zapallos dorados, Gabito se sintié muy feliz. Esa semana jugo con los conejos blancos en el patio, persiguid al tero, regé los macetones de helechos y rastrilld la tierra. —Hay que arrancar los yuyos y limpiar bien el terreno —recomendaba el abuelo—. Asi las verduritas pueden crecer mejor. F Mientras Gabito removia los surcos con la pala y tiraba los yuyos en una carretilla, pensaba que aquelio era tan divertido como la playa. Claro, no habia caracoles, ni almejas, ni olitas con puntilla. 7 Pero estaban las bolsas repletas de maiz para las batarazas, los altos arboles para convertirse en Tarzan, el chorro fresco de la manguera para zambullir la cara cuando apretaba ei calor del mediodia. Ademas ese olor tan especial, como a limon y a Iluvia, que en otra parte no se olla. —Hay que echar a los pajaros de la huerta —dijo el abuelo bajo ia parra, al terminar su tercer mate cocido. —éPor qué, abuelo? Los pajaros son buenos —protesto Gabito. —Si. Pero picotean los tomates, despeinan el cebollin, arrugan el camison de la lechuga. ,Te parece bien? Gabito no contest6. Jamas se le ocurrid pensar si eso estaba bien o mal y le gustaba que las palomas revolotearan cerca de sus pies y los gorriones despeinaran las hojitas. —Manos a la obra, Gabito. A fabricar un espantapajaros. — Un qué? : —Un es-pan-ta-pa-ja-ros. O sea, un mufieco con ropa que se'mueve con el viento y sirve para asustar a los pajaros. Aunque Gabito sintio lastima por los pobres pajaritos, se entusiasm6. El abuelo fue al cuartito del fondo y aparecié con una escoba gastada, una cam..sa rota, algunos trapos, una pelota medio desinfle ‘ia, clavos, martillos y piolines. A la media hora, entre los dos, habian fabricado un muneco verdaderamente estrafalario, capaz de espantar no sdlo a los pajaros sino a las moscas, a las mariposas y alas ranas. Clavaron el palo de escoba en Ia tierra, le pusieron la pelota por cabeza; dos ramas secas hacian de brazos y se movian apenas soplaba el minimo airecito, cubiertas por un viejo sobretodo desflecado. Gabito reja a carcajadas por el invento. El abuelo lo contemplaba como un artista que hubiese terminado su obra maestra. —jEsta horrible! —dijo Gabito, sofocado de risa. —Eso es lo que esperaba —le contesté el abuelo—. Los pajaros, van a escapar con la musica a otra parte. ‘rabajaron mucho, se acostaron temprano. Gabito no podia dormir. Con los ojos abiertos en la oscuridad pensaba en el espantapajaros. Le parecia feo y antipatico asustar a los pobres pajaritos. Algo tenian que comer, 4no? Total, qué importaba si los tomates estaban algo * picoteados y despeinado el cebollin y todas esas 4 Pavadas verduleras que refunfufiaba el abuelo. ;Acaso * los gorriones atorrantes, las palomas gordinflonas, no tenian derecho a compartir su pequefia racién? « Dio vueltas en la almohada, se sento en la cama y dijo: —Abuelo y yo nos olvidamos de un detalle importante. El espantapajaros no tiene cara. Era cierto. La pelota que hacia de cabeza no tenia ojos, ni boca, ni nariz, ni nada. Despacito, con cuidado de no hacer ruido, Gabito se levanté con una linterna en la mano, buscé un trozo de carbén en la cocina y camino en puntas de pies hasta la huerta. Una vez alli, le dibujo al espantapajaros dos lindos ojos, una nariz chiquita y una gran boca sonriente. —As{ es otra cosa —pensd—. De esta cara simpatica nadie puede asustarse. ,Y si le agrego mi sombrero de paja? Corrié a buscarlo casi sin pisar el suelo y se lo puso. Se alejé algunos pasos para verlo mejor y contuvo sus ganas de aplaudir: con la bocaza alegre y el sombrero de paja, el mufecote no asustaba a nadie, ni a los pichoncitos. Volvid a su cama como si no hubiera pasado nada. Pronto iba a amanecer. Horas después Gabito dormia profundamente, pero tan fuertes eran !os chillidos del abuelo, que lo despertaron. ~ i —jQué es esto! |Cémo se explica! —vociferaba el abuelo en medio de la huerta—. jCientos de pajaros arriba del espantapajaros! Gorriones por aqui, calandrias por alla, un nido en el sombrero y los bolsillos llenos de palomas... jCémo es posible! Gabito se levanté de un salto. —Caima, abuelo —le dijo—. En vez de asustarse, los Ppajaros quedaron encantados con su nuevo amigo. jHicimos un espantapajaros tan lindo! Rascandose la cabeza, el abuelo refunfunaba: —zY ese sombrero? ,Y esa sonrisa grande? ,Y esa cara de bueno del espantapajaros? ;De donde salio todo eso? —De la noche, abuelo —le explico Gabito—. Mientras uno duerme pasan muchas cosas que de dia no se pueden entender. Sin saber qué decir, el abuelo no quitaba los ojos del espantapajaros, mientras una bandada de gorriones le hacia cosquillitas en los bigotes blancos, y alondras, colibries, canarios, tijeretas, habitaban el sombrero de paja que Gabito le dio al espantapajaros amigo de los pajaros.

You might also like