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E. P. THOMPSON COSTUMBRES EN COMUN cRiTICA BARCELONA, pn tse dees i ri ae ed Seo TERS comnts REESE soonest A Martin Eve, tun tipo nada comin PREFACIO Y AGRADECIMIENTOS. Los estudios que integran el presente libro se escribieron con la lntencion de que fueran un solo argumento esirechamenterelaciona- do. 1 citado argumento se expone en la introduccién. Sin embargo, ‘para temminarlo he tardado mucho ms tiempo del que habla preis- 10. Comenzé —el trabajo sobre «el tiempo» y sobre «la economia ‘moral»— poco después de publicar mi obra La formacién de la clase cobrera en Inglaterra, hace mds de vente aos. Luego se vio demora- do a causa de mi trabajo sobre la delincuencia en el siglo xvi, cuyo ‘resultado fueron Whigs and hunters. fen colaboracian con colegas ‘el Centre forthe Study of Social History de la Universidad de War- wick) Albion's fatal tree. Después, a principos de ls afos ochenta, tuna vee mds me vi desviado de mi propésito por la aparicién de una ‘segunda guerra fia» y por mi partcipacin en el movimiento pac Jsta, que repreentaba sna gran carga de trabajo para mi. No me ‘arrepieto de ello: estoy convencido de que ef movimiento pacifista Contribuyd en gran medida a la desaparicién de la guerra fia, que habia descendido como una nube contamtnante sobre fodas los campos. dde la vide politica e intelectual. Bxias dificultades (unidas a la mala salud) retresaron mucho la terminacién de Costumbres en comin. ‘Deberia explicar seuidamente fo que he hecho para formar ‘un argumento consecuiivo. Dos eapttulos se reproduce, sn cambio ‘alguno, de una publican anterior. Se irate de «Tiempo, dscipl- nade trabajo y capitalismo industrial», publieado por primera vez ‘en el mimero 38 de Past and Present, diciembre de 1967, y «La ‘economia “moral” de fa multtud en fa Inglaterra del silo Xvi», {que viola primera luz en el numero 50 de Past and Present, 1971 {fen castellano se publicaron por primera vex en Tradicin,revuelta Y¥ consciencia de clase, Critica, Barcelona, 1979, pp. 62-34 » 239-293, respecivament]. En el primer cas, si bien se han hecho nuevos @ Ineresantes trabajos sobre la cuestion del tempo, ninguno de ellos 0 ‘cosTuMBRES EN COMDN seme ia ae cra Foss te iat mrt ees a se iray ea Ras ae erat inant mack tae a selene gece cea keane Sindee i pk ocr ta e a deca ae neg Seite woe oe ea a at see arian scery, pedi culare,Soura of Socal His heen alte iti ed (oi a ce ae ead aaa ada ree inte wr af ct sn a eget ate Satpal sd fs informe we ome er ttn onc ct oe PREPACIO Y AGRADECIIENTOS u _generasa yet estimulo de mis colegas quizd me hubieraolvidado de ‘mi oficio. Finalmente, quiero expresar mi efusivo agradecimiento a a Universidad de Birmingham por poner a mi disposicion su bblio- tecay otros medios para levar a cabo mi labor como miembro del Institute for Advanced Research in the Humanities. Si tuviese que dar las gracias @ todas las personas que me han ‘mandado referencias (sobre las cencerradas 0 la venta de esposas, ‘por ejemplo) este prefaco ocuparia varias péinas mds, En algunos ‘casos cito el nombre de los donantes en mis notas a ple de pézina ‘Debo pedir perdén por no mencionar el de otros. Enire las perso- nas que me han pasado informacion 0 que han cambiado impresio- res conmigo se cuentan: John Beatie, la malograda Kathleen Bums- ‘ead, Andrew Charlesworth, Robin Cifton, Penelope Corfield, Anna Davin, Natale Davis, Isabel Emmett, el ya fllecido G. Ewart Evans, ‘John Fine, John Fletcher, Vie Gammon, John Gills, Inge Goodin, “Jack Goody, el difunto’ Herbert Gutman, Julian Harber, Brian Harrison, J. F.C. Harrison, Martin Ingram, Joan Lane, Louis Mac- kay, ef malogrado David Morgan, Polly Morris, Bryan Palmer, Al- fred Peacock, lorwerth Prothero, Arnold Rattenbury, Ruth Richard ‘son, John Rule, Raphael Samuel, Peter Searby, Robert Shenton, Paul Slack, Len Smith, Michael Sonenscher, Joan Thirsk, Keith Thomas, Dror Wahrman, John Walsh, E.R. Yarham, Eileen y Ste- ‘phen Yeo, Muy especiales mi agradecimlento a difunto E. E. Dodd, ‘que se ocupé de buscarme muchas cosas en ta Public Record Offi 2, ya Malcolm Thomas (actualmente bibliotecario de la Friends ‘House, en Euston Road), que me presté gran ayuda en mis investi- ‘gaciones; @ Adrian Randell, Wendy Thwaltes » John Walter, por 5s agudos comentarios en relacidn con mis feos sobre la wecono- ‘mia moral»; a Douglas Hay y Peter Linebaugh, ex coedivores de Albion's fatal tree, por sus consejos sobre la ley, la delincuencia y ‘muchas otras cuestiones; a Robert Malcolmson ya Rex Russell, por ‘Ss generasidad al pasarme referencias dela venias de esposas J asun- {os agrarios; @ Roy Palmer, por compartir su inagotable y expert0, ‘conocimiento de las baladas Ya literatura impresa en hojas suelias; ‘a Nicholas Rogers, por tenerme al corriente del notable trabajo que ‘std escriblendo sobre la multitud en Londres y en las provincia; y 4 Jeanette Neeson, cuya obra sobre los Commoners del siglo xv ‘se publicard deniro de poco » transformard la comprension de la historia agraria y social de! mencionado siglo y a cuya perspicacia, 2 ‘cosTUMaReS EN COMON debo mucho. Otras personas a las que estoy especialmente agrade- ido son Eveline King, que con gran habilidad ha descifrado y me. canosrafiado mi manuserit, que estaba lleno de correcciones; a dos Gites de muchos afios que son también mis editores —en fos Es Audss Unidos, Andre Schifrin, que hasta hace poco era la inspira be directore de Pantheon Books, hasta que le fue imposible debi Goa ta politica filstea de Random House— y en Gran Bretah, ‘Martin Bve, de Merlin Press, que me ha ayudado en todas ls dift- MMitades. ambos han mostrado una paciencia extraordinaria y me fan animado w pesar de mis larges retrasos. Finalmente, Dorothy ‘Thompson, que ha sido rm colaboradora y ha compartido mis in- Guletudes durante mds de cuairo decenio, ha comentado cada uno Fe tos capttulos « medida que iban saliendo de la mdquina de escri- bir, Sin su ayuda, de muchas clases, no hubiera terminado e! pre sent libro. ‘También doy las gracas las biblioteca y fs archivos decom dao que cto en las notas a pie de pagina, Enire ellos se encuen- ‘ham, por supuest, la British Library, la British Museum Print Room Jia Pub Record Office. Las transripciones de documentos que J tuardan en la Public Record Office y euyos derechos pertenecen Tie Corona oparecen con permiso de! Controller de H. M. Statio- ‘ery Office, 9 agradecco que se me permitiese reproduci las Umi. nes V'y VI, También deseo expresar mi agradecimiento al personal ‘dela biblioteca de ta casa de Cecil Sharp; al marqués de Cholmon- deter (por permitirme ullzar los papeles de Cholmondeley [Hough {onj, que se conservan en la biblioteca dela Universidad de Cam ‘Drei al personal dela William I. Clement Library de Ann Arbor, Michigan, por el permiso para consultar 1s papeles de Shelburne: {al honorable conde de Saint Aldwyn (por fos papeles de Charles Withers): a-su excelenca ef duque de Marlborough (por Ios papeles el conde de Sunderland que se conservan en el palacio de Blen- fein): a lord Crawford, por autorizar la reproducciGn de as Kim nas KIX y XXX. ya fodas las otras fuentes que se citan en tas nota a pede pézina y en el texto. El pasaje (véase la pdgina 149) de A bistoryof the Land Law de A. WW. B. Simpson (Oxford, 1986), J dia con permiso de Oxford University Press. Doy también tas ‘gracias lo British Library y ala British Museum Print Room por Sermitirme reproducir materiales que figuran en sus colecciones. Worcester, diciembre de 1990 1. INTRODUCCION: COSTUMBRE Y CULTURA ‘Todos los estudios que aparecen en el presente libro se comuni- can por caminos diferentes con el tema de la costumbre tal como se expresaba en la cultura de los trabajadores del siglo xvi bien entrado el xix. Mi tess es que la conciencia de la costumbre y los sos consuetudinarios eran especialmente Tuertes en el siglo xvi de hecho, algunas «costumbres» eran inventos recientes y, en reali ddad, constituan la relvindicaci6n de nuevos ederechosy. Los histo- adres ques ceupan de ls sighs x0 9X0 a endo & vr e siglo XV como una époce en que estos usos consuetudinaros esta ‘ban en decadencia, junto con la magia, la brujeriay superstciones fines, Desde arriba se e)eeia presion sobre el pueblo para que «re ormara» la cultura popular, el conocimiento de las letras iba des- plazando la transmisién oral y la ilustracién (6e supone) se filtraba de as clases superiors alas subordinadas, Pero las presiones «reformistas»encontraban una resistencia em- pecinada y el siglo xvi fue testigo de emo se ereaba una distancia Drofunda, una profunda alenacién entre le cultura de los patricios, 4 la de los plebeyos. Peter Burke, en su instructivo estudio Cultura Dopular en la Europa moderna (1978), sugiere que esta distancia fue un fenémeno aescala europea y que una de sus consecuencas fue la apaticion del folclore, cuando observadores sensibes (e insensi bles) de Its capas alas dela sociedad mandaron grupos de explora cn con el encargo de inspeccionar la «pequetia tradicion» de los plebeyos y tomar nota de sus extrafas précticas yrtuales, Ya en el ‘momento de nacer el estudio del folelore se consideraba que estos ‘uss eran vantigedades» o reliquias y John Brand, el gran pionero del estudio del folclore, juzgé necesario prologar su obra Obser- “ ‘cosTUMHRES EN COMIN vations on popular antiquities pidiendo disculpas por prestares atencion: ‘nada puede ser exralo » nuestra investigacion, ¥ mucho menos iatgne de musta stenién, que conciera alo més pegueto de 10 ‘Vulgar; de aqullos Pequetos que ocupan el gar mis bajo, aunque {er mod algun de menor importancla en la ordenacon politica de os sees numanos! ‘Asi pues, desde su mismo origen, el folelore lev consigo esta sensacidn de dstanciamiento condescendiente, de subordinacién (Brand senald que el orgulloy las necesidades de la comunidad civil hhabian sdividido el Género humano en .. una serie de Especies iiferentes y subordinadas»), ¥ de las costumbres como reliquas. Durante 150 aos la metodoiogia preferida de ls recopiladores fue fgrupar tales reliquias como ecostumbres de calendario», las cuales ‘hoontraron su timo refugio en Io més hondo de la camp, Tal fomo escribidun folelorsta en las postrimerias del siglo XIX, su ‘objetivo era desribir tas costumbres antiguas que todavia exsten en 1s oscuro condos rincones de estra tra natal, o que han sobrevivido a IS mare del progreso en mueta ajetreds vida ciudadana > ‘A estos recopiladores debemos descripciones meticulosas de wel: “ressings y rush-bearings © harvest homes o, de hecho, ejemplos {ardios de skimmington ridngs.* Peto lo que se perdi, al conside- far las costurnbres (plurales) como reliquias distintas, fe todo sen- {ido claro dela costumbre en singular (aunque con muchas formas 1. taba Band y Henry Eis, Obserains on popular amigas, vt 13, ps peta de Brand et shad 6 1795) PP Deo, Olé Engl cuoms etn the present tne, Prelao 86 wetareing:ceromoia tional consistent en adoma os pos oo fore pr ne ne are ein a 7, ah Perea gets) sprcios pore sada 0 decor as pares cn es. Fiera ome ena sm aves crab buen termina de reli de Has" Semmingon rig: pression tec ge st aera es pues 9 ee ‘aetion rors pra bus den jer oso noe fox css Ge nied ‘aon on (de) ‘cosTuMRE ¥ CULTURA 1s de expresién, la costumbre, no como post-algo, sino como sui ge- rneris, como ambiente, mentalié, y como vocabulario completo de discurto, de legitimacion y de expectacién, En siglos anteriores, el término «costumbre» se usaba para ex- presar gran parte de lo que ahora leva consigo la palabra «culiu- ‘ap. La costumbre era la «segunda naturaleza> del hombre. Francis Bacon escribié que la costumbre era comportamiento inerte provo- ‘ado y habitual: «Los hombres Profesan, Protestan, se Comprome- ten, Dan Grandes Palabras, yluego Hacen exactamente lo que han Hecho antes. Como si fueran Imagenes Muertas, y Maquinas que fe mucven solamente por obra de las Ruedas de la Costumbre». Para Bacon, pues, el problema consistiaen inducirhabitos mejores yen una fase dela vida tan cerca del principio como fuese posible: ado que la Costumbre ee! Maisteado principal de a Vida del Hombre, que los Hombres, a toda Costa, se esfuercen por obtener ‘buenas Costumbres La eostumbre alanza la mayor perecion ‘hando empieza en lor stor Jovenes a Esto lo lamamos Eas, ia cual noe, en Readad, nada salvo Costumbre de los primeros sos de la vida, ‘Bacon no pensaba en los trabajadores, pero cien altos después Ber- nard Mandeville, que estaba tan convencido como Bacon de la «Ti- rania que la Costumbre nos usurpa»,’ se mastrS mucho menos fa ‘orable a toda provisién universal de educacidn. Era necesario que ‘egrandes multitudes de Gente acostumbraran sus Cuerpos al Traba- jon tanto para ellas mismas como para mantener a fos més afortu- nnados en el Ocio, la Comodidad y el Placer: ara qu a Sociedad se Feliz y la Gentes sienta Cémoda bajo las peoresCrcunsancas, es precio que eran nimero de personas sean Ignoranesademds de Pobres, El conodimlentoaumentay a ‘er muliplien nestor Deseo. El Bienes y Ta Flcidad de to {os lor Extador Reino, por consiguieate,requeren que el Cnoci- Inleno de lor Pobres Que Trabajan se encuentreencerrado dentro ‘et limite de sus Ocupaciones y-no se ample jams (en To que se Tete alas cose vnbes) mas all de To que est relacionado cons 2. Renard Mandovi, The fable of th bees, Harmondomrth, ede 1970, 1s ambi p38 6 COgTUMBRES EN COMO Vocacién, Cuanto mais sepa del mundo un Pastor, un Labrador 0 {ualgue oto Campesino, as como dels owas que son Extras & Su Trabajo o Empleo, menos apto ser para pasa por las Fags y Penaldades del mismo com Alegria y Content De ahi que, a juicio de Mandevile, ler, escribir y Ia artmética ‘son muy perniciosos para los Pobres».* ‘Sia muchos de los «pobresy se les negaba Ia educacion, 22 qué ‘otra cosa podian recurrr salvo a a transmision oral con su pesada args de costumbren? Stel foclore de silo x0x, al separar las feliguias de su context, perdia la conciencia de la costumbre como lambiente y mentalit, también perdia de vsta fs funcionesraciona- Tes de muchas costumbres dentro de las actividades del trabajo dia tio y semanal, Muchas costumbres eran respaldadas y a veoes im- puestas por la presion y la protesta populares. «Costumbre» era sin {luda una palabra «buena» en el siglo xvi: Inglaterra se enorgulle- tla desde hacia tiempo de ser Buena y Antigua.’ También era una palabra operativa Si, siguiendo un camino, el voeablo wcostumbre» Tevabs consigo muchos de los significades que ahora atribuimos a la palabra «cultura», por otro camino «costumbre» tenia muchas nidades con la common la. Este derecho se derivaba de las cos- fumbres, 0 los usos habituaes, del pais: usos que podian reducise 4 reglas y precedentes, que en algunas circunstancas eran codiiea dos y podian hacerse cumplir de derecho. ‘Asi ccutria, sobre todo, en el caso dela lex loi, las costumbres locales del manor. Estas costumbres, de las que a veees slo queda- ba constancia en los recuerdos de los ancianos,tenian efectos juri- icos, a menos que fueraninvalidadas de forma directa por el dere cho eotatuido* Este particular se comenta con mayor amplitud en el ‘Capitulo 3. Habia algunos grupos industriales para los cuales se re- Vindicaba la costumbre con igual fuerza juridica: los estaneros de Bid 9.238 5 Pannen eta de coum, 70880, vst Bob Bshaway, sy rite, 19 Tae BW. Nalclman, Le ond labour i Elin, 700780, Thuy cail eet, customs a ent "tin fovumbreo preter cone un eta els: per hain na Scestn prs ns elds lover 6 tg dood ie ie In coum (Wha Ste ohecrrse, una couture menor. ulead in gu i= (etapa Buns The uti of he aston pri fe, tr pan ‘cosrunene ¥ cutruna 0 Cormuaes con su Samnary Cours os miners Hoes del bosque de Dean con su eibo de Deans. Es pose que os deentos Sve reclamaban lot nero de Dean prcedcran silo Ml, pro las «Leyes y Costumbres de los Mineros» fueron codificadas en una Inguisn de 1610, ao en que 48 nincros res dearon conta ia de sus wos (qu se imprimir por primera vr en 1687. Fre vette toa de nnn de uot ‘cupaionindiaba un wo sereldo rane tanto tempo que hat bi ali wior prego Sach A 8 undo os pares del sro intetaon lrg la plea de pao co me dia yard (457 cn) Tos ede 4 ujaron dead que loca Scontraro al deck, el soy lacostumbre dese emo lamers a en 1805 fos inpresores de Londres se qularon de gus ls Patronos estaba aproveshindone de a ignorant de sus ofaes ‘dsctendo onegando lacoste teusandoresooctr los pe eden que hasta ahora han sid i lea referencia” Mchs de os ejemplos cision delchas que avicwon lugar al ear en Rovolucin india piraban tanto en torn a as costes come "oslo conn de aba a mayor de ets costumbres pen caliiase de ese» abi colada alga forme opucen epic one Std, Pero cuando ella plebeya se hizo mas paca sn ion de las clases alas, tambien tas Costumbres se Mclean mos ‘iss. Las ceremoalsy las prosesone de ls ois, queen ote Tiempo se ablanIncoporado al calendario dl ao’ empresa bij el pareinio de obispo size palo peinaotes Je an, de san Clemente para los heeros, de tan Crpin pata los apa. ‘or, todavia podian celbarse en oeaiones epee, ales amo + Nombre del butl ccd desist usc en tS 9 uo usm eine) fica oat de Comaiee Boron wars 7 "Pare fur de exis en eb de Dean, vase C. Fer ‘at, rod mar ean 8. Espa Der oe. eB en ator de sein qu apteen en EJ, Hobtbam, Labouring men, et in nun dtc iy de Taba {cs Below, 19. Venue ambien ab Ras Th expe of ober wp ‘ee in, en pa eptle Cano sd on Rule oe. 196,198 8 ‘cosTuMBnes EN COMON coronuiones 0 aiveraio en siglo, Pero en silo xk saieietiones perieon el rerpaldo consensual de los woos {Siundfn temor alos patronos ya las conporaions poaue tla ‘ue'danan pie ala aranay el desorden (ja vss asf ra” vs Sens no era venrado enn cl sno oh el cl aesans Soledad de amigos qe = euan et Ia aber. eee Sotomico del dsciacin entre as clara patricia y ploy en ail Xv» stmenzos del xi" Es fl no wer 2 pete ermine casts. Un fostorita percep, G. Bee a ftelore somo fax costumbres, los ns as ree ‘Sas pevteneientes al pelo a memo en are ope a costume ios reese acca dd Esato'0 naan al capers pale os eS pete contusion y cee Sie si esr rena Dee concen are eae de ave rnd ase pronms no peter 2 ime Ssque sesen sobre ela ae elas nce ban credo. el siglo xu a costumbre ea eta ema para castle opin o deh exo, Dea ge ow 20 ca lg e coltado= ever cn conan Bo Le sae Pence ie sem para 40, ti dest Cen to, 7 wn ended Woswich ua go estn Clonen, te phe maven sua re ema or pede eo Ps cea eee Cat con uses ea wis Mocha used pre shane og wie ‘Bese iaanen steers, 4 ess de os cae os caallos wis a un de Ceres ec ema emia Reet Wolet TARO de mine de, PRO HO, 7. se nk eH, HDS FB te, inn Bronte i 1 fees toot on mest ens a he crass ofS, me's Da, ree fe a sen cn a i eso othcn de cata tory Fiher 9 Je Svat Orr oh sod x Se aa Cate, 8» pve secant in ae fa Mo ae opr atl Car, Props POW oe? I sty oa Bon, Oxtr, 1983 6 7 . Pip Nc Ganme, geen of re ant, Eni, ke ae i he pe 319 ado Bans, Ja costumbre era un campo de cambio y de contends, wna palestra en Ia que intereses opuestos hacian redamaciones contraras. Eta es una de las razones por las cuales hay que tener cuidado sobre las ‘eneralzacones al hablar de «cultura popular. En una inflexion an- ‘ropolégica que ha infuido en los historiadores sociales, esto puede suger una visin demasiado consensual de esta cultura como asiste- ‘ma de signiticados,aciudesy valores compartidos,y las formas sin Dolicas (representaciones, artefacts) en las cuales cobran cuerpo». Pero una cultura también es un fondo de recursos diversos, en el cual l trifico tiene lugar entre lo escrito y To orl, lo superior y Io subor- dinado, el pueblo y Ia metr6poli; es una palestra de elementos confi tivos, que requere un poco de presién —como, por ejemplo, el na- cionlismo 0 la ertodoxiareligiosa predominante 0 la soncencia de slase— para cobrar forma de «sistemay. Y, a decir verdad, el mismo ‘érmino cultura», con su agradable invocacién de consenso, puede servir para distract la atencién de las contradicciones sociales y cults rales, de las fracturas y las oposciones dentro del conjunt. Liegados a este punto, las generalizaciones sobre los universales de Ia «cultura popular» pierden su contenido @ menos que se colo- 4quen firmemente dentro de contextos histOricosexpecfica. La eul- tua plebeya que se vestia con la retérica de la «costumbren y que cel tema central del presente bro no se definia a si misma ni era independiente de las influencias externas. Habla cobrado forma de- fensivamente, en oposicién a los constvenimientas y los controles de los gobernantes patricios. Los enfrentamientory las negocacio- rns entre pattcios y plebeyos se estudian en el capitulo 2y seguida- ‘mente se dan ejemplos del confieto entre las mentaité de costum- bre y las innovadoras (ade mercado»). En estos ejemplos espero ‘que la cultura plebeya se convierta en un concepto més concreto y utlzable, que ya no estéstuado en el ambit insubstancial de los «significado, ls attudes y los valores», sino que se encuentre den- {ro de un equilibrio determinado de relaciones sociales, un entorno laboral de explotacin y resistencia a la explotacin, de relaciones {de poder que se oculten deras de los rituales del paternalismo y la 14. Burk, Pope in Ey Moder Europ, 197, petai a do «A. L. rosbr 9 C-kivtob, Cue etal tow of cones and Spins, Nowe Yak, 195 ay tad ca a Cnr pop rE tmodoma, Aes, Mati 191. mal » ‘COsTUMBEES BX COMDS deferencia. De esta manera (espero) la «cultura popular» se sitia fentro de ia morada material que lecorresponde. ‘Rosumamos los rasgos earacteristicos de Ia cultura plebeya det siglo xv, Como cosa corriente y normal, muestra certs Tasgoe eee Jominmente se aribuyen a ls cltras «tradicionalesy, ot are iad rural pero tambien en las regiones manufactureras y mi Seta muy. pobladas (las regiones paferas del oeste de Inglaterra, aera econ de Cornualles, el Black Country) hay una gran heren- tee ee definciones y expectaivas consuetudinarias. Bl aprendizaje oe fiiaciOn en las hablidades adults no se halla limitado 2 su Soren industrial formal Es también el mecanismo de transi Sibu intergeneraional. La ia hace su aprendizaje de ls obizacio von omeaticas, primero con su madre (0 su abuela), 1wego (@ me Meo) en calidad de sirvienta doméstca o en una granja. Como ‘GD. joven que se Inicia en los misterios de a crianza de los hijo, aaa aprendiza de las matronas de Ia comunidad. Lo mismo ocurre sare prcios en los que no hay aprendizaje replamentado. Y con la tr cieson en estas hatilidades en particular Tega una inciacién eo ac encia social ola sabidurfa comin de la comunidad. Aun- ie in vida social estécambiando, y aunque hay mucha moviidad, srepio todavia no ha aleanzado ese punto en el cual se da por cae que Tos horizontes de cada generacin sucsiva seran dife- sen poco ese motor de aceleracin social (¥enajenacién) que weip educacion reelamentaria se ha interpolado todavia de modo Sienifcativo en esa transmisiOn generacional.” Hees prdcticas como las normas se reproducen a [0 Targo de tas generaciones dentro del entorno letamente diferenciador de Ia TE stumbre. Las tradiciones se perpetian en gran parte por medio Ge a transinisin oral, con su repertori de anéedotasy de ejemplos se putivos: donde la teadicign oral se ve complementada por el cre carr conocimento de las letras, los productos impresos de mayor crertpcida, tales como librtos de coplas, almanaques, hojas suel- cee ntteurss de morfoundon y crénicas aneodétias de hechos de hosed neces ea sei gu cone pd np tes ons O- M Fer, ena vc nd ena of tn got rola, abl de 1985; Dai Vike, Comoe me son recom care cy Anes, Walia an tary Oar «SRS tia ecu 1 en de 190. ‘CosTUMRE Y CULTURA a Sa tm ge repent nat Bemepor came meat eer Somietech meant meneame Sremetacese meets (icpaiesseoere ta ett tft ecanador de lnnpedos, joe de paz. ee Peete ee meena RELiope teat Seng tier ticcimmriceemas ser ene 2 ‘cosruNBRES EN COMO bernantes. La hegemoniasubordinante dela gentry pace define $aPiates dor dels cuales a cara pleeya es ire de astat ‘Pesce, pero, dado que dia Regemoniaes secular en verde rel Jou igi, poco pusts hacer por determina el carter de esta Scuapleboys Los lntramentos de conto Tas imigenes de Be Stone sons dea yy noon de a iglesia del ais mond ato, aro ley no exe cofraiaspadosas en ls cludes ifs ins contesions de Tos pecadores ss sibitos no rezan el ‘Suan van en prerinacin los sntuarios; en ver de ell een Tees aun 9s avieren en las taberas por fo men algunas UeiR, Minas gel ey no son contempladas con hoor, so con sr sdmiracion ambigua, La ley puede puntvar lo ints que Ios Setanta lean: pro ena igre det siglo Xv no eta en {Str efor campesinos, no se menciona en as peers de 1a Mfhda no adore ab pares com ionos i fforma’ ua vs6n de inva ‘De aqu una dels paraolns caractrsias del siglo: tenemos na Gta waitonal rebelde No peas ves, ln cultura cnse- Vidor dela plebe se este, en nombre Ta costumbre, a a r- Wencionessinovacions economize ales como el eearin eae tie a spina dere, los meteados de grano wires 1. Reig) que pretenden imponer ls germane, ls come Uc oy patronow Lainnovacion es ms evident e a espide el tuted queen sus capa inferores, pero, dado que ext 9- sracign noes ningin proceso tengo socicbgico sin norms pets (amodernzaions,eracionaliacin), sno que esa t0- {Won J proceso capitalist, Ia maria de Tas wees Ta pede Ia Cerinenta bajo a forma dela explotcion, o dea expropicion ‘Riiteios de tsufrocto acostumbrados, of aleracin violenta de eats 'de abajo ovo que para eli ean valiosas (eptlo 6). Poroongient, i cultura plceya es cheld, pero s rebel fn dred cove, as enemies Ge deinen Son as propane puso, yd hecho, algunes de ells se basan en fevndacione baie feces eo pris. Pero, cuando el cious iepimacones para Ia posta a menido recite eos als reas pateraltas de a socedad mis autora Sen etias cope as partes ms adecadas para defender sus in- Tefrespresm fs protagonists de motines de subsisienlas ape- Tana Book of Orders a lees conta los acaparadores, te Ccostunane CULTURA 2 +a, Jos artesanos apelan a ceria partes (por ejemplo la regulacién del aprendizaje del coigo Tudor del trabajo. ‘¥ tampoco la identidad social de muchas personas trabajadoras ‘st Iibre de ambigtiedades. Con frecuencia cabe detectar en el mi- ‘mo individuo identidades que se alternan, una deferente, la otra rebelde." Este es un problema del que se ocupé Gramsci, utilizando términos diferentes. Sefal6 el contraste entre la «moralidéd popu- Jar» de la tadicin folcbricay la «moralidad oficial». Su «hombre en la masa» podia tener «dos concienclas teérieas (0 una conciencia contradictoria)»: una de praxis, Ia otra «heredada del pasado y ab- sorbida sin espiitucrtico», Al hablar de ideologia en sus cuader- nos de ciel, Gramsci dice que se apoya en «la filosofiaesponté- rhea que es propia de todos». Esta filosofia (conchuye) se deriva de tres fuentes: en primer lugar, wel lenguaje mismo, que es una tota- lidad de ideas y conceptos determinados, y no s6lo de palabras, sramaticalmente vacls de contenidom; en segundo lugar, wel sent do comin»; y, en tercer lugar, la religion y el Tolelore populares.” Ente estas tes fuentes, la mayoria de ls itelectualesoccidentaes, dd hoy concederian sin'vacilar la primaciatebrica a la primera (el lenguaje) por considerar que no es sélo el portador sino la influn- cia consttuiva en la conciencia. De hecho, si bien se ha examinado poco el lenguaje real" —por ejemplo como dalecto—, esta de moda ‘dar por sentado que la ple era en cierto sentido «hablada» por st herencialingustica, que a su vez se ve como un bricolage de ideas, dispares que se derivan de muchas fuentes pero que las categorias patrcias se encargan de mantener en su lugar. Incluso se ve a Ia, plebe como cautiva en una prisién lingistca, obligada, asta en los momentos de rebelién, a moverse dentro de los pardmetros del constitucionalismo, de la «Vieja Inglaterram, de la deferencia a los lidees paticios y del patriarcado. ‘Podemos seguir este argumento hasta cierto punto. Pero lo que 16, Véane Hane Matic, «Plan cle fn he tenon to capitan, ‘0 R. Samu y G. Stedman Tons, et Cue, laeoloy and pits, 196 Ir. Vase’ Aniono Gramss, Section from the prion meets, 19 1p 48-25; Bshawa. op ces. LT. Tacaos Leng te con of ral Regen pobens asd posibiien, Amorcan Ht‘ 0 Th TH. Loe htradre soci fan nao demain pols eis de di ‘ts eae los Joueph Wee, en Enh cae dleonary, 8 vl. 18605, ‘von leno de pia soee ngs de abla 4 CcosTuMBRES EN COMDN ‘asa por alto som las fuentes alternativas de «filosfia esponténea> {Que propone Gramsci, y, en particular, de «sentido comin» 0 praxis. Porque Gramsci tambien insistid en que esta Filosofia no era senci- Hlamente la apropiaciéa de un individuo, sino que se derivaba de experiencia compartidas en el trabajo y en las relaciones sociales, y festa implicita en su actividad y que en realidad le une con todos Tos demas trabajadores en la transformacién prictica del mundo real =o». Asfy las «dos conciencias teéricasy pueden verse como de- Fivadas de dos aspectos de Ia misma realidad: por un lado, la ne- ‘esaria conformidad con el staru quo si uno quiere sobrevivir, Ia fecesidad de arreglrselas en el mundo tal como, de hecho, est rmandado, y de jugar de acuerdo con las reglas que imponen los patronos, los overseers» de los pobres,eteteta;” por otro lado, el sentido comin» que se deriva de la experiencia compartida con los Companeros de trabajo y con los vecinos de explotaciOn, estrechez y Fepresin, que expone continuamente el texto del teatro paternalista ala critica inca y (con menos frecuencia) ata revucta. ‘Otro rasgo de esta cultura que reviste un interés especial para ini es la prioridad que en cieros campos se daa las sanciones, in tercambios y motivaciones «no econdmicas» frente a las directas y ‘monelaras, Este rasgo se comenta extensamente en la actualidad bajo el epigrafe de «la economia moraly y es el tema de los capitu- Tos 4'y 3, Una y otra ver, al examinar el comportamiento de los ‘abajadores en el siglo Xvi, uno se encuentra con la necesidad de tedesifrar» este comportamiento y sus modos simbélicos de expre- Sin y descubrir regla inisibles que son diferentes de las que espe- a encontrat tn hstoriador de los movimientos obreros posteriores, ‘Al atender al simbolismo de la proteta,o al desefrar las cencerra- ‘das ola venta de esposas, se comparten algunas de las preocupacio- res de los historiadares de os silos xvty xvitcuya orientacién e fntropoldgica, En otro sentido los problemas son diferentes, y q 1A mas agudos, pues el proceso capitalistay el comportamiento con- ‘Suetudinario no econdmico estén en pugna activa y consciente, como fn la resistencia a las nuevas pautas de consumo («necesidades») + Pnconrios ue enmbraban amulets desempetaban ais enone nissan prnalmente oe socerro de lo pobre, (Ne) 9. Vane el arealo Poti anhropeoy. anol hor, ado Raval le 2 ee ge 17), 9.28 cosruMsee ¥ CULTURA 25 © en Ia resistencia a ls innovaciones ténicas 0 as racionalizaciones, del trabajo que amenazan con perturbar Ia usanza acostumbrada ¥, a veces, la organizacion familiar de fos papeles productivos.® Asi pus, gran parte de Ia historia social del siglo xvut podemos leer, ‘como una sucesién de enfrentamientos entre una innovadora econo: mia de mercado y la acostumbrada economia moral de Ia plebe, [En estos enfrentamientos es posible ver prefiguradas postriores formaciones y conciencia de clase; y los desechos fragmentaios de putas més antiguas se resuctan y se reintegran dentro de esta na cienteconciencia de clase. En certo sentido, la cultura plebeya es la propia del pueblo: es una defensa contra las intrusiones dela gentry © del cero; consolida las costumbres que sirven a los intereses del propio puebo; las tabernas son suyas, las feria son suyas, la cen- cetrada se encuentra entre sus propios medios de autortegulacin. No se trata de ninguna cultura wtradicionals, sino de una cultura peculiar. No es, por ejemplo, fatalisa, ofteiendo consuelos y de- fensas en el transcurso de una vida que se halla absolutamente de- terminada y constreida. Es mas bien picaresca, no s6lo en el sent- do abvio de que ms personas son méviles, se hacen marineros, se Jas leva a la guerra, experimentan Tos peigrosy las aventuras del camino.” En entornos mas consolidados —en las crecientes zonas de manufactura y de trabajo «libre», la vida misma avanza por tun camino cuyos peligros y accidentes no pueden prescribise ni ev- tarse por medio de la previsién: las fiuctuaciones de la incidencia de Ja mortalidad, de los precios, del desempleo, se experimentan como accidentes exteros que no se pueden controlar en general, la po- cin rabajadora tiene poco sentido profético del tiempo: no ple- rea seguir tal 0 cual carrera» ni fundar una familia, ve que le espere tal o cual forma de vida, tampoco ahorra los ingresos sema- rales euando son altos, ni proyesta comprar una easta de campo, ni jams en la Vida tomarse unas «vacaciones». (Puede que un jo ven, sabiendo que seré una sola vez en la vida, se eché a los cami os para «ver mundo.) Por consiguiente, la oportunidad se apro- 20, Vise, or Geno, Adin J. Rand, «ork, ctr and esac 0 nce nthe wes of Eeind wos inayat Hany Repos nd indtri'aprgt on he ctrl evan Br Coa, BD ems sons Sie pee eae ros Re, tnt dod te dp Ss Cabs, Po Licnty Te London hanged, Harmondsworth, 1991. = % ‘cosTuMnES EX COMO vecha cuando se presenta, pensando poco en las consecuencias, del Imiamo modo que la mii impone su poder en los momentos de fccidn directa insurgente, a sabiendas de que su momento de triun- fo durard solamente una semana o un dia. “Antes he eriticado f termino «culturay debido a su tendencia a ‘empujarnos hacia ideas demasiado consensuales y holisicas. Y, @ pesar de ello, me he visto obligado a hacer una erdnica de la «cul- fara plebeya» que puede ser objeto de las mismas critics. Cabe que fxto no importe mucho si samos la palabra «cultura» como térmi- fo wagamente descriptvo. Después de todo, hay otros términos des- Criptivs de uso combn, tales como «sociedad», «politica» y «et0- hhomian: sin duda merecen un interrogatorio minucioso de vez en {uando, pero si cada ver que las empleamos tuvigramos que hacer tuna definiién rigurora, el discurso del conocimiento seria en ver- ‘dad engorros. ‘Aun asl, no deberiamos olvidar que «cultura» es wn término agrupador, un término que, al juntar tantas actividades y tantos, Atributos en un solo coajunto, de hecho puede confundir u ocular ‘intinclones que se deberian hacer entre tales actividades y atribu- tos. Necesitamos deshacer ese conjunto y examinar sus componen- tes con ms cuidado: los its, las formas simbdlieas, os aributos alturales de la hegemonia, Ia transmision intergeneracional de Ia Costumbre y la evolucién de la costumbre dentro de formas histri- ‘amente especificas de rlaciones de trabajo y sociales. Tal como ha fmestrado el antropdlogo Gerald Sider en un conjunto de sagaces testudios de los pueblos de peseadores de Terranova: Las comumbres hin cose no on omnes bcs de siguifeadon nl bsg ess ngue poste sa ‘ua, La costumbres etn arament coneadas ease ts vandals vss def in el abo, augue 0 wenzxament dragon de dct raids reepeons int mumas Las costumes posten proper uh contexo en e ‘Salas pers unde act congue stan mls is de bce

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