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Cab Sire. Dr.297 OR FLACSO Hk DOCUMENTO DE TRABAJO PROGRAMA FLACSO-SANTIAGO DE CHILE NUMERO 247, Mayo 1985. BIDLIOTECA FLACSO . | SANTIAGO SH “8 EL REDESCUBRIMIENTO DEL CARACTER SOCIAL DEL PRO- BLEMA DEL HAMBRE : LAS OLLAS COMUNES. Bernarda Gallardo“ Esta serie de Documentos es editada por el Programa de la Fa- cultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en San- tiago de Chile. Las opiniones que en los documentos se presen- tan, asi como los an&lisis e interpretaciones que en ellos se contienen, son de la responsabilidad exclusiva de sus autores y no refleja necesariamente los puntos de vista de la Facultad te eo RESUMEN El fenémeno del hambre, lejos de desaparecer con el proceso de modernizacién de nuestras sociedades latinoame- ricanas ha tendido a constituirse en un resabio que lo acom- pafia, cuestionando dicha modernizacién en su nficleo central en cuanto mejoramiento de la calidad de la vida, En nuestro pafs la agudizacién del problema del ham- bre como resultado del actual modelo de dominacién, ha lle- vado a la constitucién de distintas formas de respuestas de parte de los sectores populares en su afén por vivir Una de ellas es la Olla Comin: oranizacién popular surgi- ema del hambre. da para enfrentar directamente el prol Del estudio de esta peculiar e inédita préctica popu- lar colectiva, de su sentido y dindmica, surge la preocupa- cién por reflexionar sobre las diversas formas de respues- tas que histéricamente han desarrollado los sectores popu- lares ante el hambre, Esto,a su vez, replantea el car&c- ter privado con que socialmente es definido, Definicién privada que aparece constituyéndose en el principal obs- tGicfilo para el desarrollo y masificacién de este tipo de organizacién popular, a la vez que como uno de los més im- portantes dispositivos ideclégicos que el mismo proceso de modernizacién recupera para la matencién de las desigual- dades sociales que va reproduciendo. INDICE INTRODUCCION. . I. ANTECEDENTES HISTORTCOS. II, LA LUCHA CONTRA EL HAMBRE EN LAS ULTIMAS DECADAS Y SU DEFINICION COMO PROBLEMA PRIVADO..eeeee eee eee TIT. EL PROBLEMA DEL HAMBRE BAJO EL GOBIERNO MILITAR. ce sceseerereccereersceee IV. LA PRIMERA RESPUESTA AL HAMBRE: LOS COME- DORES INFANTILES.+++ee+eeeeeee LAS OLLAS COMUNES BAJO EL REGTMEN MILITAR. VI, PROBLEMAS Y PERSPECTIVAS....+ NOTAS. BIBLIOGRAFIA. +++ +eeee 19 27 35 42 83 61 63 INTRODUCCION iP nanibre Ha Seompahado & huest#S piiebio a través de” ‘Yoda ‘sh; Hetuvo détefd'ae hachas de las geatiads! y dbamatitas’ ndvilizacioned’populares quéléierraier sipid * XIX’ y su presetici# rarcé el ‘surgimiento’y la formacién del nwt storia movinientd obrero 'y popular chileno. Hoy se encueritra’ thas’ las inhiime#ables or #anizaciones de Subsistencia que sé"desarrollan preferentemente en el mundo ‘poblacional: comprando juntos, comedores populares, ollas comunes. Su presencia no és ajena a 1a necesidad de trabajar en los programas de absorcién de mano de obra ni al resurgimiento de la mendicidad ‘infantil. bekooe ad i Ee ef hambre’ el qué ha despertado 1a”predcibacién ee los’ ‘sectores' dominantes por la "cuestién social" y da qué ha Aévado ala iniplementacién de Leyes’ y prorramas sociales “* para betlucip los niveles de pobreza de 1a poblaciéh. “Es tam- piéne21a’14 que’ fa impulsado a las’clases desposefdas @ lu- char pox bonquistay’ mejores niveles ‘de vida y uha reparticién mas justa de los bienes. la presdupaciér por el" hambrd"n6 es" exti/afia: ella’ pone _ oduceién’ misnias de La « en cuestiéh la subsistenéia’y la v poblaciéns’'8i comer és’ 1 iinimo’ que requiere una ‘persona pes el mini~ vol i para vivir, aségurar el “derecho de’ todos a c mo qué reduiere tina Sociedad’ para reproducirse coro tal ni arrastrar a la muerte a quienes la conforman, ‘Ai desinté2* grarse en la dramftica pugna por 1a sobrevivencia de cada i : aes Lovet Fon gine xo cual. 0 ve ie my 3 Blea Tal vez por eso es que uno de los pocos’ conbénsds’ que hay entre economistas y planificadores sea que el principal indicadoy.de progreso social, es la "calidad de vida" del con- S junto.de la poblacién, ocupando,en ella el acceso. a. 1a alimen- tacién un lugar central, Esto porque e] hambre.no es sélo ,, directamente.Ja falta de. una alimentacién. adecuada, (nica.en . calorfas y nutrientes) sino, que configura situaciones. globa- les de pobreza de una parte importante, a veces mayoritaria, de la poblacién. Una comunidad o colectivo, social que.no al- canza a cubrir,sus necesidades de alimentacién, tampoco.lo- gra ver satisfechas, sus demis necesidades basicas, (salud, abrigo, educacién, recreacién, etc.). Hambre y pobreza ponen en tela de juicio la organiza- cién misma de la sociedad. Cuestionan la forma en que se organiza su reproduccién material y social (la economfa, el control sobre la produccién,,el acceso alos bienes, sociales, las formas y mecanismos de, participacién. social, ete.) y sus. fundamentos ético-politicos.,,Si. hay hambre. y pobreza, la sociedad no parece estar, organizada de manera de garantizan la vida de. todos, sino en funcién de, criterios y valores de exclusién social El hambre .no es, entonces, un problema personal, o de las familias pobres, ni.giquiera de un grupo de la poblacién, sino un problema nacional, del conjunto de 1a comunidad, na- cional, que vemite a la forma. y principios.penerales.9. va- lores que organizan,la vida social (poder y, reproducci6n ma- terial y simbélica). an : fe Frente a este crucial problema tiende a cobrar valor un viejo refran popular: "lo que por sabido se calla, por callado. se. olvida". Xai bien conocemos este problema por cifras (mortali- dad, desnutricién, morbilidad, etc.) poco saberios de la otra realidad del hambre, aquella marcada por los esfuerzos y 1u- chas que desarrollan los sujetos obligados a padecerla:y que histéricamente han sido la principal fuerza y motor que ha impulsado.los cambios necesarios para ir superandd el: proble- y.sus secuelas de deterioro fisico, -psiquico y social. Esta otra historia 1a damos por conocida -cuando no: la ignoramos- yno la registramos ni analizamos en ‘su cabal im+ portancia,, sentido y proyeccién histérica y socialy. © 1? Este documento;-fruto de un trabajo conjunto con una o ganizacién: de:Ollas:Comunes de Santiago -la Coordinadora: de: La: Florida; realizado.durante el afio 1984, pretende ir rom piendo;lo obvio 0. desconocido, mostrando o empezando a mos- trar eb otra realidadie historia del hambre -no la de civ fras y estadisticas oficiales o la de las politicas: y prograt mas estatales- sino la de las acciones y esfuerzos colecti- vos realizados por quienes viven con su compafifa dia a/ dia. : : bio 28 \ Las paginas ique>siguen constituyen un! primer.intento de presentar unai realidad: que no es -pese a su dramatica, coti- dianeidad- obvia.. Nolo es paratauienes organizan ollas co- munes 0 desarvollan otras actividades: colectivas de sebrevi+ vencia. No. lo-eS para.educadores populares y trabajadores 1 sociales que acompafian estas experiencias ni para los parti- dos, populares que intentan articularlas enpropuestas glo- bales, de transformacién: politica y social. coal -4e [Las ollas comunes, tema central de este trabajo, conju- gan la vivencia'diaria del hambre -queiamenaza.en convertir- se en la condicién natural de una parte impoptante.de los ehilenos--y el conjunto de. practicas, anhelos. y valores’ que se van plasmando en esta lucha comin-por-mantener la vida.) mbign-en las ollas se conjugan acciones y motivacio- nes.de. otros. Por una, parté, de quienes detentan el poder y niegan la realidad de las ollas comunes, sea desconocien- do su-misma existencia, sea negando la existencia del ham- bre en el pais, estighatizando a quienes la denuncian.y pa- decen, bajo calificativos de subversivos, violentistas o traidores a la patria, y desarticulando por la via de la re- presién las organizaciones: - que los sectores populares se van dando para. enfrentar colectivamente sus problemas. Por otra parteysde.quienes, ante la indefensién:en que ge en- cuentran los.sectores populares, intentan apoyarlos para su- perar su situacién-de miseria, subordinacién y exclusién :po- litica y social. EL thabajo que aquicse presenta quiere-ir-mas:al14 de lo obvio: las ollas comunes como un paliativo m4s del ham- bre, y avanzar‘en la comprénsién histérieca del«préblema del hambre y de las respuestas populares frente.aél. Se quiere, con esto, dar ‘algunos elementos que permitan:a:los-actores apropianse:reflexivamente de su experiencia fy eonstruir auté- nomamente. una -interpretacién de.suipropia practica, 12 Estamos conscientes de:lo ambicioso de esta intenciona+ lidad, pero creemos que ella refleja ld iexigencia y el desa~ fio que la aspiracién popular de emancipacién plantea a la practica intelectual. WNuestro trabajo debe entenderse como un paso preliminar de compromiso con esta exigencia, que se traduce, en este caso, en el intento de bosquejar la histo- ria y realidad actual de las ollas comunes en nuestro pais. a Ty ANTECEDENTES"HISTORTCOS + 1. Los phincipales tipos de ollas ‘comuned! Laé ollas“comunes no son-un fenémeno nuevo, Han esta~ tintos momentos de la historia de nuestro do’ phesentes ‘én di pais y de nuestro pueblo. Si bien no'se ha estudiado en pro- fundidad el origen y desarrollo de esta forma colectiva de enfrentar el problema del ‘hambre, eS posible comprobar que_ las ollas comunes han surgido ante tres tipos de situacién, que describimos brevemente: a) En la historia del movimiento obrero descubrimos ollag comunes, en primer lugar, en situaciones de huelga. La @eacién de cllas comunes es una de las actividades que genéralmente ha acompafiado las paralizaciones de trabajo de los sectores asalariados.' Este tipo de olla intenta paliar el problema de subsisten- cia de los trabajadores y sus familias durante 1a huelga. Pero también busca contribuir a la unién de los’ obreros ovimiento, otorpén- y ala intepracién de sus mujeres al doles, de esta manera, un papel activo, Esta intesraci6n de las mujeres & las luchas sindicales ha sido planteada, con diversos énfasis, por los propios trabajadores, como desafto y como necesidad, Por la via de este esfuerzo ilia sé ha ido transformando en un fac- integrador, la tor de fuerza y de'apoyo’a la accién de los trabajaddres, que se hace especialmente visible én'el‘¢aso de ‘las ollas comunes, Este encuentro y préctica conjunta de la familia popular ha ayudado a mantener el espiritu de grupo y la cohesién de los participantes, ayud4ndoles a enfrentar en mejor forma las dificultades inherentes a las negociacio- nes con empresarios y autoridade! gubernamentales. | La olla surgida. de la huelga Sunciona habitualmente sobre da basé del aporte de sus propios.participantes, de los fondos que los sindicatos mantienen para momentos de paro, del aporte. de otros sindicatos.y. grupos sociales y de la recoleccién de alimentos y dinero que realizan los huel- .-guistas. A través de las redeg-de apoyo y solidaridad que ») se crean a partir de la olla comin, e] conflicto que, en- vuelve a los trabajadores se vuelve conocido y p&blico, trascendiendo el 4mbito de una empresa particular. la olla que ‘se origina en estas circunstancias se disu ve una vez terminddo-el conflicto. No tiene ni busca una proyeccién mayor en el tiempo o.en las actividades normales del sindicato. No. se;transforma,,por lo mismo, en una nueva or- ganizacién espeifica ren toyno al problema del hambre y de la alimentacién. 5 a oy Hay otro tipo.de oFla, en segundo lugar, que,no ha surgi- do de la iniciativa popular, sino que de otros grupos. y sectores sociales.’ En determinadas circunstancias de crisis, la-Igkesia y el, Estado -hanentregado alimentes co- cinados a‘sectores, empobrecidos. de la poblagién o.a tra- b ores expulsados de.su‘trabajog.°. c Este es el caso por ejemplo, de las “ollas del pobre", que se. forman durante el gobierno de A.Alessandri (1932- 1938), Hacia los.afios 30, el pais se ve envuelto en una aguda y.ya prolongada crisis econémica, resultado del tér- mino del ciclo del salitve y de la crisis mundial de 1929. Ambas crisis. lesionan gravemente la economia nacional al afectar los pilares mismos sobre los que ella descansaba: una economia monoexportadora de productos mineros (salitre- cobre) y dependiente de capitales extranjeros. El término del ciclo del salitre se tradujo en un pri- mer momento en la cesantia de grandes masas de mineros que migraron de les enclaves salitreros al centro y sur del pais (Santiago y Valparaiso principalmente) en bGsqueda de trabajo, pero la crisis del 29 propagé -aunque en forma desigual- ia cesantia a tedo lo largo del pais, afectando al conjunto de la ectivided econdmica nacional. El pais vive una situacién.carecterizada por alzas de ‘én de las fuentes de trabajo y reduceién de los salarios reales, falta de precios, escasez de alimentos, disminue divisas y de recursos fiscales, etc. Ante esta situacién, el gobierno responde a las expre- siones de descontento y presién de las grandes masas de desocupados, entregindoles magras raciones.de comida que diariamente retiran de escuelas o de los mismos cuarteles donde se concesirai ius. fuerzas de orden, temerosas que el descontento y aglutinacién de cesantes pudieran irrumpir violentamente, alterando el orden piblico y poniendo en dominacién vigente. cuestién 0 Las cifras son elocuentes: s6lo en 1931 cerca de 120.000 nineros migran hacia el centro y sur del pais; 1a crisis se propaga afectando a empleados y asalariados n general, que entre 1929 y 1932 se ven afectados por una disminucién del 40% de los salarios reales resultado de una inflacién sostenida; el gobierno ve disminuidos sus inpresos tributa- rios a m4s de la mitad entre esos mismos ajios, dificultaéndo- se su capacidad de importacién o de creacién de nuevas fuen- tes de trabajo para absorber la cesantia, A esta situaci6n se suma la escasez v encarecimiento de la produccién agrico- la a raiz de malas cosechas en los afios 1932 y 1933, todo re de 1932 el gobierno esté lo cual lleva a que en dici alimentando a 325.000 desempleados en estado de indipencia ya sus familias)’, Es en este contexto donde se inscribe la iniciativa gu- bernamental de formar las "ollas del pobre" para los obre. vos desempleados y sus familias, como respuesta inmediata y Paliativa ante una situacién de crisis econémica que vuel- ve evidente los limites objetivos de una economia monoexporta- dora y dependiente. La olla resulta ser asi no s6lo un me- canismo econémico para enfrentar una situacién de desempleo tico que busca genevalizada, sino también un mecanismo polf descompr'imir e1 descontento popular y tensién social aue po- dria llevar a propugnar una transformacién profunda del mo- delo de dominacién imperante en el pais. Fsta respuesta de emergencia es también coherente con una cierta visién "desa- rrollista" del Fstado, en cuyo centro est4 la preocupacién uerza de trabajo. por la reproduccién de la “sll - --nEsta forma de reparticién de comida funcioné sobre 1a basevde: recursos estatales en lo que se refiere a abasteci- miento, manipulacién y distribucién de alimentos, sin tener los trabajadores y familias que a ellas acuden ninguna par- ticipacién.o ingerencia en su organizacién y funcionamiento. Se puede decir que este mecanismo que el Estado implementé para paliar situaciones de hambruna generalizada, nace, se organiza, funciona y muere segfin la decisién v voluntad de la autoridad. Las familias y trabajadoresvacuden a 61 en forma atomizada, participando. pasivanente de tal "beneficio" © caridad estatal, recibiendo lo aue otro (1a autoridad) da. la experiencia de los sujetos populares de esta forma de caridad estatal no logré generar lazos de solidaridad y comunidad suficientes como para generar alguna forma de or- ganizacién especffica para enfrentar el problema del hambre. Sin embargo, la vivencia de éste en un contexto nacional de crisis (econémica y politica) generé las condiciones para una respuesta del tipo de la "revuelta" espontdnea y violen- ta (tumultos callejeros, marchas de hambre, "robo" y’ "delin- cuencia")ypara una cierta politizaci6n del descontento’ popu- lar, condicionando ambas las distintas ‘alternativas politi- cas ‘globales que los sectores dominantes van articulando ‘en su intento de encarar la crisis del modelo de dominacién y de- sarrollo' imperante. En la misma @poca, 1a Ilesia entrepa alimentos a los sectores m4s empobrecidos de la poblacién, inspirada en cri- terios de justicia social enunciados por Leén XIII en su eneiclica Rerum Novarum, de 1981, Ouienes reciben alimentos e) de parte de la Iglesia satisfacen -parcialmente- una ne- cesidad urgente, pero de una manera individual y pasiva La caridad de la Iglesia no aparece como adecuada para fomentar respuestas independientes, solidarias y activas de aquéllos que la reciben. Los beneficiarios, por su parte, no logran transformar esta caridad en compromiso por un cambio de la situacién, Y¥ en esto, la accién del Estado y de la Iglesia se asemejan: en ambos casos se tra~ ta de una accién de carécter parcial y exterior que reproduce la pasividad y subordinacién de los sectores populares. Un tercer tipo de olla comfin (y aqui si que corresponde hablar de tal) es el que aparece con las movilizaciones de tomas de terrenos aproximadamente-a fines de los afios a nacional en la 40 y que con fuerza se instala en la vii década de los 60. Esta olla es bastante parecida a la que se organiza duran- te la huelga de sectores asalariados. Ambas mantienen. una caracteristica en comin: se trata de una actividad en- tendida como puntual y limitada en el tiempo, que se de- sarrolla en el contexto de una movilizacién mayor o en torno a un objetivo distinto al del problema del hambre, la olla surge para responder temporalmente a la necesidad de comer de las familias que participan en la toma, mien- tras se organiza el campamento y se levantan las proviso- ediaguas. Pasado es¢ primer momento la olla vias carpas 0 se disuelve y cada familia volver a cocinar en su casa para los‘ suyos. - 13 - Esta olla funciona sobre la base del trabajo colecti- vo y solidarid de las familias’ gue eh ella se alimentan, en lo fundamental sobre la base’ del trabajo de las mujeres en las tareas de manipulacién y elaboracién de los alimentos} No se la concibe como una ‘forma m4s permanente para encarar los problemas de alimentaci6n del conjunto de las familias del campamento y de aSumir’ en forma colectiva, no en forma individual familiar, 1a labor de cocinar y alimentar a los miembros del campamento, pasaje o manzana. t Es, por el contrario, asumida como una respuesta extra- ordinaria generada por una situacién de emergencia (igualmen- te extra-ordinaria o ‘extra-cotidiana). Condebida de antemano tomo una actividad estrictamente temporal o puntual, la experiencia de cocinar y comer ‘en con- junto no logra proyectarse mAs alld en el tiempo. La olla no se transforma en una organizacién propiamente tal sobre la base del cambio de las pautas tradicionales que rigen la organizacién de la alimentacién de la poblacién (quién cocina, déndé se come, quién provee, cémo se provee, etc.) Deeste brevé recuento se desprende que las ollas comu- nes no son Una pr&ctica desconocida en nuestra historia y que ‘se pueden encontrar similitudes entre las del primer y tercer’ tipo.’. Las que hoy existen en campamentosy poblacio- nes, sin’répresentar una ruptura total de las anteriores!, predéhtan caracteristicas especificas. Recordar’ Yox' tipos de Olas més conocidas antes del golpe de Estado lde-2979 a- yuda a situar y comprender més claramente la singularidad -au de las ollas actuales, También ayuda a ello’ evocar algunos nitos de la movilizacién hist6rica desarrollada por‘ los sec= tores populares en su lucha contra el hambre, 2, Hambre y movilizacién popular Podemos decir que las ollas comunes, tienen también otra historia, que se encuentra y entronca con los distintos tipos de movilizaciones y formas de lucha que han desarrolla- do los sectores populares frente al problema del hambre. Algunos hitos importantes: de esta otra historia de las ollas que resurgen en la memoria colectiva al hablar de la lucha contra el hambre son, tal vez por su magnitud y cardc- ter "heroico", la "semana roja" o “huelga de la carne" y la Asamblea Obrera de Alimentacién’ Nacional,. ambas.de principios de siglo2’,. a) La "semana roja" o "huelga de 1a carne", de 1905. Si bien la anexién: de las provincias salitreras (Tarapa- c& y Antofagasta) a raiz de la Guerra del Pacifico(1879) provocé un auge de la economia del pais, éste y los mayo- res ingresos que obtiene el Estado no:se tradujeron en = mejoria de la calidad de vida de las’ maSas populares (campesinos, trabajadores asalariados; etc.)2/, Asi,el Estado no destina los recursos econémicos necesarios para la solucién de'los "problemas sociales" que grupos de los propios sectores dominantes (principalnente intelectuales ilustrados) denuncian reclamando algin tipo de solucién. Entre tales problemas se encuentran: la falta de vivienda y la situacién de insalubridad, la carestfa de la vida 5 agravada por los. bajos.salarios y, la falta de,empleos y las malas condiciones: de trabajo, y..sobreexplotacién de .1os asalariados por la falta de reculacién,legal de las relacio- nes; laborales. Tras el auge que trae la explotacién del salitre, el pais se encuentra profundamente polarizado, siendo la mise~ via y explotacién 1a condicién natural de vida de los sec- tores mayoritarios del pais. Por otro lado, las acciones y movilizaciones que rea- lizan en ese periodo los sectores populares para solucio- nar sus problemas vitales son vistos por la autoriddd gu- bernamentai glo como afén de “alteracién del orden pi- ” blico";:dando como finica respuesta a ellas la represién vio- lenta. Es en este marco donde, en Santiago de 1905, se desa~ eedlla und protesta popular ‘tasiva de rechazo aun impues+: to que el Estado fija sobre la importacién de ganado ar= gentino, lo que hacia aumentar:el preoio dé la carne; mens mando ld ya deteriorada calidadide vidd de lds prupos po=r7 bres y asalariados.” at La exigencia de que el pobierno decretara 1a libre in- ternacién ‘del ‘ganado’ argentino’ cristaliz6 todo el descon- tento popular en'contra del alza del costo de la vidaiyalcan- zando 1a protesta ribetes de masividad y violencia, incita- da, esta filtima, por la fuerte represién con que el gobier- no responde. la protesta ‘duré varios dias con enfrentamientos en las calles entre el pueblo, por un lado, y la policta, bom~ beros y jévenes aristocraticos por otro, hasta que es di- * suelta por las tropas militares. W,,,hubo muertos y heridos, la muchédumbre en repre- salia por el duro comportamiento de 1a policfa, salié’a las calles y ocasioné destrozos de consideracién. En la nist6rica Alameda -nos dicen los diarios y re- vistas de 1a &poca- no qued6 un farol del alumbrado pibli- co en buenas condiciones y sus anchas calzadas de piedras, fueron deshechas de trecho en trecho por los propios huel- guistas jpara atacar con {mpetu,. con estos primitivos proyectiles, a los encargados,de resguardar el orden, tanto .fug. asi que la: Folicla; wesulté insuficiente para impedir que las masas se apoderaran pr&cticamente de la capital, que el gobierno se vio en la necesidad de dis- poner el rapido regreso a Santiago de los regimientos de la guarni yn que se encontraban en maniobras en el Sur" (agos, 1941). b) - a7 Tras el "mitin de la carne" el gobierno procedid a la sus- pensién del impuesto a la internacién de ganado argenti no, el que se reestablece en el afio 1911. Sinvembargo, la baja cambiaria adoptada esé mismo afio (1905) neutra- lizé los efectos positivos que esta medida podria haber tenido sobre la calidad de la vida de los ‘sectores asala- piados y pobres del pais, (Vial, 1981). la Asamblea Obrera de Alimentacién Nacional Otro hecho importante ocurre en 1919. Fn el contexto de la crisis del modelo primario-exportador, a mediados de 1918 se forma la Asamblea Obrera de Alimentacién Na- eional, entidad nacida a iniciativa de la FOCH.y que se constituye en un amplio frente en el aue se agrupan organi- zaciones sociales y politicas representativas de amplios sectores sociales: obreros y asalariados en general, tra- bajadores independientes, estudiantes, profesores, secto- res catélicos y clases medias, Entre las onganizaciones sociales que participan en 1a AOAN se encuentran la Fede- racién de Obreros de Chile, Federacién de Estudiantes de Chile, Federaciones de Zapateros.y Sastres, el Congre- so Social Obrero -organizacién de antiguas mutuales-, el Consejo Nacional de Alimentacién: -institucién catélica-, la 'Federaci6fi de la Clase Media', la Federacién de Pro-~ fesores de ‘Instruccién Primaria y, entre las organizacio- nes polfticas, el Partido Obrere Socialista, la. Agrupa- cién Denécrata de Santiago, el Centro de ‘Propaganda Radi- cal, el Centro Liberal y la Asamblea de Propaganda Con- servadora2!, : Esta organizacién, que se constituye, en la practica, en la guia y conductora del movimiento de masas de la época, convoca desde su constitucién a la realizacién de "mitines de hambre" a lo largo del pafs, como’ una forma de presionar al gobierno en pos de medidas que permitan superar la crisis y salvaguardar mininas condiciones de vida de los sectores de asalariados y trabajadores en general. Esta din&mica de organizacién y movilizaci6n encuentra su punto culminante en la jornada de-movilizaci6n del 23 de agosto de 1919. En ese dia se realizan mitines de hambre en todo el pais (Iquiqie, CopiapS, Caldera, Antofagasta, Chuqui- camata, Mejillones, Valparaiso, Vifia, Quillota, Los Andes, Rancagua, San Rosendo, Temuco, Concepeién, Talcahuano y Puer- to Montt), adhiriendo a ellos 80 organizaciones, desde gre- miales a politicas. En Santiago ¢1 mitin es acompafiado por un paro general de actividades. Se organiza-una marcha masiva silenciosa (estimando algunos autores que participan en ella unos 100.000 maniféstantes)®’, ‘que culmina en una concentracién en la que hablan distintos diripentes de 1a“AOAN y en una conversacién de los dirigenteé con la autoridad gubernamen- tal, en la que presentan un petitorio conteniendo las princi- palés reivindicaciones dei movimiento, un andlisis de la gitvdcién del pais y las recomendaciones de medidas concre- tas pata satisfacer las principales’ demandas. populares y ehfrentar'la crisis’ general’, A diferencia de la movilizacién de 1905, la mayor or- ganizacién que hay en el movimiento de 1919 y la alta re- Sia presentatividad politica y social que logra adquirir la AOAN son factores que posibilitaron tanto la masividad de los mi tines del hambre, la disciplina con que éstos se realizan neutralizando intentos de provocacién, como la legitimidad que logra adauirir el movimiento ante los mismos sectores dominantes (opinién pGblica y autoridad gubernamental). To- do esto permite al movimiento presentar piblicamente sus pe~ ticiones y establecer conversaciones con la autoridad. La situacién de crisis del pafs va a demorar todavia largos afios para ser resuelta y los sectores populares segui- rn cargando sobremanera el costo de esta crisis econémica y politica, Sin embargo, la legitimidad que van adquiriendo los planteamientos de sus organizaciones politicas y socia- les, va a ir dando como fruto el logro de ciertas conquistas y el reconocimiento del mundo popular como un actor impor- tante en la vida nacional y en las formas en que se iré re- solviendo la crisis de la dominacién oligarca. 1 IZ. LA LUCHA ‘CONTRA EL HAMBRE EN: LAS ULTIMAS DECADAS ¥ SU DEFINICION ‘COMO PROBLEMA PRIVADO : Asumiendo el riesgo de la arbitrariedad de todo corté © periodizacién histérica; eréemos que es posible uSicar en.el nuevo process politico y social por el que eli.pais ipieza a transitan con el triunfo del Frente Popular en 1938, una nueva modalidad qué crecientemente va asumiendo la lucha de los sectores populares contra el hambre. Esta modalidad puede ser ‘entendida como 1a bfisqueda de una respuesta organica a las nuévas condiciones histéri- cas que entrafa el proyecto social frentista como respuesta a la crisis de dominacién anterior y.al tipo de organizacién iza- social, estatal y econémica que la posibilitaban (pola: cién social, exclusién politica, una economia dependiente de la explotacién y exportacién de materias primas), Uno:de los fenédmenos que ‘resaltan al estudiar el Frente Popular eg 1a dismimucién de la:movilizacién masiva popular, tante en lo general ‘como en lo referente al.problema del ham- bress'¥esto noves extrafio. El Frente Popular: -céalicién de partidos democr4ticos y populares en 1a que participa.la Con- federacién de Trabajadores de Chile, CTCH+ triunfa pqrtando. un‘proyecto de-reorganizacién del pais capaz.de asumir los intereses inmediatos de sectores medios y populares y.de res- ponder a los urgentes problemas que éstos venian soportando y adumulatido. por afi Cy El ‘gobierno del FRAP-impulsa. dos. procesos que van.a.en- marear, con algunos ziggagueos,' la vida nacional hasta prinr cipios de los afios 70 rializacién, “Desde ei punto de vista de 12 movilizacién contra el hambre, sin embargo, son otros procesos m&s subte- vr4neos los que van a incidir en las modalidades de esa mo- vilizacién: el proceso de institucionalizacién. de los conflic- n de: la: demnada tos sociales y el proceso de especializa: popular. ‘Ambos se van constituyendo en el: sostén del Esta- do democrAtico y d4ndole su car&cter de Estado benefactor. Es cierto que estos procesos venfan germinando desde an- tes -como es el caso de la legislacién social ‘promulgada en 1924+ pero 'es'en este perfodo donde logran cristalizar, al profundizarsey al articularse:en un proyecto global y cohe- verte de organizacién nacional.'! i EL fuerte érifasis que el modelo de! ‘sustitucién de las importaciones ‘pone ‘en el desarrollo de la ‘actividad produc- tiva industrial permite enfrentar el problema del desempleo, absorbiendo iano de obra y poniendo al alcance’del iconsumo, popular productos! antes Vedados por su-precio. Este énfasisi, paralelamente; va ‘haciendo del salario”el medio por excelien- cia ‘através -del cual losi sectores no“propietarios pueden ac ceder ‘a 16s biienes nateriales y culturales ‘nécesarios para la‘vida. Esto se refuerza con canales‘institucionalés ade~ cuados ‘para 1a-defensa de las fuerites ‘de empleo y-delos sax larios. f 3 re : Creemos, asi, que si la causa de la disminucién de la movilizacién popular, durante este perfodo se encuentra en el compromiso que los’ sectored populares ‘hacen con el no, la disminu¢i6n’ de la movilizaci6n directa contra’ el chambre y po “ la defensa de la calidad de la vida se explica en buena par- te por la preeminencia que adquiere el salario como medio de vida. Por otro lado, esta defensa de la calidad de\.la vida en- cuentra también otros cauces que la van a ‘ir’ redefiniendo © vedefiniendo 1a modalidad que ella astinia. £1 impulso del proceso industrializador no sélo es promovido por el Estado a través de politicas crediti © asuniendo y participando directamente en las actividades s, tributarias,. arancelarias, econémicas que tal industrializacién requerfa, sino ademas asune funciones que permiten abaratar el costo de la mano de obra (salud y educacién gratuita, programas de vivienda y ca- pacitacién laboral, ete.) y que van a incidir directamente en la calidad de vida de la poblacién en general y de los sectores populares. en particular®’. Esta responsabilidad directa aue asume €l Estado en re- lacién a aspectos importantes de las condiciones de vida de La poblacién,!lo transforma en el-otro polo-de la demanda”! 4! popular itempresario en un caso, Estado en el otro), Pero:: esta interlocucién no es directa: se produce via: los parti- dos politicos, que cuentan con los canales institucionales para participar en é1 representando y negociando. 1a. demanda popular. Va a ser en el apoyo a tal o cual partido, que pro- mueve tal 0 cual medida o reforma, como los sectores popula- res van a iridefendiendo lo. que consideran condiciones de vi- da dignas. ? : ‘ La accién directa yomasiva,|asponténea u-organizada, no desaparece, pero ya néves la fundamerital.’ ‘La légica' de la So movilizacién tiende a encauzarse en lailégica general de es- ta nueva forma de organizacién nacional. Otro proceso que también sirve para entender 1a din&mi- ca y dificultades de las ollas comunes actuales tiene re- lacién con la consideracién del hambre y la tarea de alimen- tacién de la poblacién como asunto privado. zEn-qué sentido la tarea de alimentar,a‘la poblacién-o el hambre és un asunto privado? Sabemos gue la produccién y acceso a los bienes alimen- ticios refiere a la forma en que se organiza la vida social y al Estado en cuanto organizador de.dicha sociedad: La so- brevivencia y reproduceién de 1a poblacién y 1a alimentacién por ende, en tanto condicién insoslayable para 1a vida y re- produccién biolégica de la poblacién son tarea y asunto co- lectivo y politico. Pero sabemos’ también que la vida en nuestras sociedadeé se-organiza constituyendo dos mundos: tno pi- plico y otro privado, mindos que, si bien -s6lo . existen rec{proca- mente, aparecen socialnente como.escindidos; como autorreferi- dos y auténomds. Esta aparienoia es refrendada culturalmen- te y-en ella se ‘van socializando»los miembros de la comuni- » dad nacional. Es en este sentido que la tarea dela sobrevivencia. se convierte en asunto privado-y en particular labor’ y..responsa~ bilidad de cada familia como unidad social baésica y:pri ria, asigndndosele a la mijer (esposa y/o madre) un papel sin duda primordial; en cuanto responsable de 1A! alimentacién y elaboracién del alimento y al var6n la igualmente necesaria responsabilidad de proveedor de los recursos monetarios .ne~ cesarios para-el acceso a dichos bienes de consumo familiar. Dejada a la iniciativa privada, la tarea de la alimen- tacién es vivida por las familias como asunto de su exclus va competencia y, puesto que en el caso de las lares ella depende principalmente de la obtencién del salario, familias popu- todo el esfuerzo de la sobrevivencia encuentra en la lucha por trabajo y salario su cause natural, no exclusivo, como ya vimes, pero principal. Y es muy largo e imbricado el ca- mino para romper con la fuerza de la "naturalidad" de las co- sas. Creemos que esta fo el hambre es la que tiende a-prevalecer hasta los afios 70. a que va asumiendo la lucha contra Ella no niega ni la reivindicacién por la fijacién de pre- cios de productos esenciales ni las medidas que, principal- mente desde el Estado, se toman en relacién a los procesos de comercializacién y distribucién de bienes de primera nece- sidad. Tal modalidad sigue. presente actualmente,, Antes de terminar este recuento, necesario para poder entender la realidad de las actuales ollas comunes, queremos rescatar de lo dicho, sobre todo en este timo punto, un par de reflexiones sobre las que. volveremos m&s adelante. Establecido el salario. como medio de vida por excelen- cia de las familias y sectores populares, no sélo se conso- lida la preeminencia de la lucha sindical como forma de de~ fensa de la calidad de la vida, sino que tiende a excluir de esta lucha a la familia popular, dada la baja participacién laboral y sindical db"lds“tujeres consagradas a1 4mbito domés. ¢ico-familiar. “La mujer'y él résto de la familia no°éncuen- tran asi canales "normales" de participaci6n para defender y conquistar una vida me wr para ella y los suyos (afin cuando reconocemos 1a participacién que ella pudo tener en el caso de 1a Promocién Popular y JAP y su participacién politica a través del ejercicio de la ciudadania). La participacién de la mujer duefia' dé casa y familia én la accién sindical tien- de a ser escasa, puntual y secundaria (como lo es en el caso de la huelga y ollas comunes que se establecen en tales’ mo- mentos). Esta exclusién de la mujer, principalmente de la lucha laboral y por la conquista de una vida mejor; no s6lo resta fuerza al movimiento aino también la deja sin experiencia pa- ra asumir esa lucha cuando’se ve obligada a ella, como es el caso de situaciones de desempleo y alza del costo de la vida masivas y prolongadas, Aunque tal vez con menos frustracio- nes una vez qué se asume como sujéto activo, la deja‘también sometida a ideologias individualistas y conservadoras que opera como freno a su propio desarrollo y a su participacién en luchas que no entiende 'y teme. Otro freno, nada de despreciablé para la lucha por 1a calidad de la vida, se origina en la préctica politica de delegacién de la defensa de los intereses populares en los partidos politicos y sistema politico partidario. En estas condiciones, los sectores populares no se asumen directamente como sujetos protagénicos de la decisién politica, sino que s61lo en cuanto ciudadanos individuales que apoyan o rechazan vesulta normal dentro canza un cierto grado lastre, pues deja sin a las bases populares determinadas iniciativas. Esto, que de un sistema democratico y que al- de eficacia, puede constituir un grave experiencia, organizacién y recursos para asumir esa lucha, en situaciones en que ese sistema ya no opera, vale decir, en situaciones de autoritarismo y exclusién politica. ITI. FL PROBLEMA DEL HAMBRE BAJO EL REGIMEN MILITAR con el advenimiento'del régimen militar y.la cancelacién del ‘proceso de industrializacién sustitutiva de décadas ante- riores, se asiste a un proceso en el cual se ven alteradas tanto la forma en que se constituye el fenémeno del hambre como #1 tipo de respuesta desarrollada por los sectores popu- lares. La cesantia es sin duda un primer elemento que explica la gravedad que adquiere el hambre en estos afios'al negar el acceso al salario a mayoritarios sectores de 1a poblacién®/ Sin m4s recursos que la venta de su fuerza de trabajo, los sectores populares encuentran en la falta de puestos de tra= bajo la principal barrera para su sobrevivencia, wok Sin trabajo, sin salarios o con salarios insuficientes como para cubrir las necesidades basicas de alimentacién, #1 problema del hambre se acrecienta con otro conjunto de proce- sos que ha desencadenado la implementacién del actual mode- lo de dominacién. Entre ellos est4 la dr&stica disminucién de la produccién agricola y en particular de aquella destinada a la alimenta~ cién nacional. Por ejemplo, entre 1982 y 1983 hay una dis~ minucién apuda de la superficie sembrada de los 14 cultivos tradicionales (trigo, cebada, centeno, avena, arroz, maiz, porotos, arvejas, garbanzos, lentejas y papas, maravilla, vaps, remolacha), alcanzando 1a siembra la cifra mas baja del siglo. Se -suma-a esto la baja experimentada en la pro- duccién ganaderlali(eabne y leche) *2/. 2Qué significa esto?, que disminuye la disponibilidad 2 de productos que aportan las calorfas y proteinas necesarias para vivir, "...cereales, papas, leguminosas, aceite y azG- car aportan en conjunto el 75%-de las calorfas y el 51% de las. proteinas de la dieta promedio de la poblacién. Estos productos representaban el 72% de la superficie sembrada con cultivos anuales. En comparacién con 1977. (fecha en la cual estos productos ya presentaban una disminucién en rela- cién a la habida a principios de la década) los cereales han disminuido en 48%, las papas en 26%, las lesuminosas en 31% y las oleaginosas (aceites) en un 93%..." (GIA, 1983) Como esta disminucién de la disponibilidad de productos agefcolas no.logra ser compensada por la importaci6n de ellos dada la falta de-divisas -a lo que hay que agregar el alza creciente de los precios de estos productos y en general de aquéllos que conforman 1a canasta popular- tenemos que no s6élo los sectores populares no cuentan con los ingresos ne- cesarios para satisfacer.su consumo, sino ademis se enfren- tan a la escasez y carestia, : En el Gltimo tiempo y debido a las presiones del empre- sariado agricola-y a los desastrosos resultados obtenidos, el gobierno modifieé la polftica agraria, asegurando precios minimos y otorgando créditos, con lo cual se produce un cier- = to repunte de la produccién que, en. todo caso, no recupera niveles anteriores. Si los ingresos de los sectores asalariados venian pre- sentando una creciente disminucién de su capacidad de com- pra, por su_no reajustabilidad o reajustabilidad inferior, al -3l-. IPC (que sabemos no es un muy buen indicador para analizar la situacién de consumo de los sectores populares), con pos- terioridad a las medidas tomedas por #1 gobierno el 17 de septiembre de 1984 (devaluacién), la capacidad de compra de las f. lias populares se va a ver una vez més dram&ticamen- te disminuida. Segfin datos de Fortin Mapocho, en 6 dfas 14 productos p&sicos experimentan las siguientes alzas: Producto Precio al Precio al % alza 17 de sept. __23 de sept. fevite Citro) 120 170 41.6 Aatoar (kilo) 48 60 25.0 TB grado 2 (octavo) 48 70 45.8 Pan 48 65 3544 Tallarines (400 prs.) 42 54 28.5 Farina (kilo) 43 60 39.5 Caldo Maggi’ 10 le 20.0 Nescafé (50 grms.) 108 120 38.9 Papel confort mH 30 25.0 Qn chico a 30 25.0 Rinso chico 1s 25 31.6 Huevos lera. 7.50 9 20.0 Fasaje micro 5 30 20.0 Parafina 35 43 22,9 Fuente : Fortin Mapocho, 3 de octubre, 1984, otra fuente, El M: © del 16 de septiembre de 1984 sostiene: "Mientras en los Gltimos doce meses los alimentos, ro) en promedio, han experimentado un alza en los precios al con- sumidor de 14.5% -sepGn el IP » #1 costo de una canasta de 17 alimentos basicos se ha incrementado en'18,6% en igual perfodo. En agosto recién pasado el costo para el consumidor de la canasta de alimentos bsicos alcanzé a $ 11.466, regis- trando un alza promedio de 13.1% en relaci6n a fines del afio pasado y de 0,6% respecto del mes anterior, Entre los mis- mos perfodos 1 rubro de alimentaci6éndel IPC muestra alzas de 6.2% y -0.5% respectivamente; en tanto cue para el IPC general las variaciones alcanzan a 7.8% y 0.3%". Por Gltimo, dos factores més contribuyen a configurar la situacién de hambre y miseria de las familias populares. Uno es ld anarcufa en los procesos de comercializacién y dis- tribucién que impone la légica del mercado, que no s6lo en- carece el precio de los productos para los consumidores, si- no adem&s dificulta el acceso de los sectores populares a @ichos productos al concentrarse los centros comerciales en los espa¢ios urbanos de residencia de los sectores con’ mas va a la proli- altos ingresos. Esto, junto al desempleo, feracién'de pequefios "bolichesn a los cuales las familias se ven obligadas a acudir por la lejania de otros centros de abastecimiento (Vega, Mercado) porque alif se puede comprar en medidas cantidades que salen de la pauta vordinariar (cuartos, octavos, unidades, ete.) y también "al fiadon, institueién que no existe en otros medios, Estos boliches los instalan los expulsados de la actividad productiva en las 'poblaciones' populares, gener4ndose: tina:enriarafiada ein- tevminable ‘cadena que rédunda en mayores precios que deben pagar las familias populares en comparacién al precio que esos mismos’ productos tienen para los sectores de mayores ingrésos. El otro factor es la politica estatal de progresiva dis- mirtici6én del gasto social, consecuente con un modelo econé- mice que hace de la l6gica-del mercado (1a libre competencia de sujetos econémicos privados) la rectora del nuevo ordena~ miento social. La puesta en marcha de este modelo implica trastocar profundamente el rol que el Estado habia venido asu- miendo, principalmente desde la década de los 30, como agen- te aetivo en el impulso del desarrollo econédmico. Se trata, ahora, de restringir“la incidencia estatal en la vida econémica, para permitir que el mercado, ahora sin trabas que asfixien, se desarrolle en plenitud, logrando con ello el crécimiento econémico, Esta restriccién también apunta a una "despolitizacién de la vida social. El régimen actual define’al Estado como "subsidiario™.” El Estado subsi lias actividades que el sector privado no esté en condicio~ fia o se hace cargo momentaneamente de aque- nes de asu! Y por poco rentables, riesgosas o por requerir de una inversién cuyo plazo de retorno en ganancias no apa~ rece conveniente al interés privado del capital. Se trata principalmente de actividades que histéricamente han formado parte del gasto social (educacién, salud, seguridad social, ete.) y que inciden directamente en ‘la’ calidad de la vida del grueso de la poblacién nacional = a4 “Feta vocaelén'antiestatista en materia econémica -y su correspondiente’ discurso-"se ha'visto desbordada por la‘fuer~ za de las ebsas: desde comienzos de 1981 el Estado debe. in-. tervenir'@v los’ settotes claves de la economfa. (en manos:de particulares) para enfrentar la crisis a cue lleg6 la apiicas cién irrestricta del principio del "laissez faire". Esta intervenciénha constituido, de’ hecho, un verdadero subsidio a actividades que, por doctrina, debfan desarrollarse sin in- gerendia alguna del aparato estatal. Aquello' que el Estado debfa‘subsidiar, en cambio, se ve cada dia mfs dejado a su propia’ suerte. 5 Segfn un estudio de CIEPLAN, el: gasto por habitante en el 4rea de Servicios Sociales: (educacién, salud, seguridad social, servicios laborales, vivienda y urbanismo y otros serviciés ‘sociales y culturales) ha disminufdo un 17;2% en- tre 1970 y1979, y en un 9.5% entre 1969 y 1979. INDICE ‘DEL ‘GASTO SOCTAL -TOTAE“Y POR HABITANTES i (hase 1969 = 100) Casts SoCIaT Total ~~ Casto Social por Ma _. Habitante lass 100:0 100.0 1a70* qii2 109.2 1974 ou 109.2 100.2 1975 vhost 90.7 81.9 1976° 87.7 778 1977 uate 8.6 86.0 1978 7 100.7 86.3 1979 107.3. 90.4 Fuente: Marshall, Jorge,"El gasto pGblico en Chile: 1969-1979". En: Estudios CIEPLAN, N° 5. Si bien en el pasado el gasto social fue una.palarica que posibilité disminuir eI costo de la mano de obra para el ca- pital privado, favoreciendo el desarrollo de la industria na- cional, es indesmentible » su efecto redistributivo en favor de los. sectores asalariados y populares en general. Este efecto se traducia en el acceso, para estos’ séctores, a un conjunto de bienes ‘yuservicios (educacién, #alud, vivienda, etci)-que redundaba.en una mejor°calidad'dé! vida,” Es" este cto. redistributivo’ de las politicas sociales’ él que hoy est& negativamente afectado por la reduccién réal del gasto social, lo que: implica dejarabandonada a su propia suerte n Bituaciones la sobrevivencia de los sectores subordinados de crisis econémica. De esta manera, ni ‘el capital privado ia través ‘del ‘pago de.salarios, ni el Estado via politicasisétiales; son capa- ces de garantizar la vida de las amplias masas ‘no’ propieta- rias. El cuadro. dela miseria ty del -hambre se constituye asi en su Gnica realidad. Porque, por otro‘lado, la carita privada tampoco logra absorber una miseria que se ha vuelto generalizada, ya sea porque la crisis afecta también a otros sectores sociales (profesionales, estudiantes, "capas medias" ete.) limitando su capacidad de beneficencia o por la deslegitimacién de esta préctica social a la que lleva la ideologia de mercado (individualismo, competencia, logro personal, consumismo, etc.). Con todo, el hambre, socialmente as{ configurade se con- vierte en el resultado objetivo de un sistema social que fracasa en su intento de constituirse en una alternativa nacional para superar o hacerse cargo de los problemas que ~ 36 - el pais acarreaba de décadas anteriores v que desembocan : en la crisis de dominacién’o hegemonfa, que agudiza y ace~ lera la exveriencia de la Unidad Popular, "Olvidados" por . los sectores dominantes, incapaces de resolver la sobrevi- . vencia al interior de la familia, va siendo.en el mundo po- pular donde se va afincando esta tarea. Paulatinamente és- te tiende a ser quien asume la responsabilidad’ de garanti- zar la vida de las familias populares. tencia El traspaso de la responsabilidad por la sub: individual-familiar alos sectores populares se hace visi- ble-en lo que se ha denominado las “estrategias:de sobrevi- vencia" y en las diversas organizaciones, que han. recreado © inventado las familias populares para sobrevivir y para enfrentar su actual situacién de exclusién social. » IV. LA PRIMERA RESPUESTA AL-HAMBRE ; LOS COMEDORES INFAN- TILES La erisis econémica que empieza a vivir.el pais después del Golpe de Estado, agravada por el fuerte clima de repre- sién a los sectores populares, lleva a la Iglesia -guiada por su compromiso de defensa de a, persona-a iniciar una actividad que se mantendré hasta nuestros dias. Se trata de la organizacién de -instancias de comida en comfn para los grupos de.personas mis afectas por 1a accién del régi- men: perseguidos, politicos y trabajadores despedidos de sus fuentes de trabajo/t/, Esta actividad de comida en comin surgida en la zona.oes- te, poco a poco se extiende a todas las zonas populares de Santiago, siendo apoyada en el afio 1975 por el Comité de Coo~ peracién para la Paz y, posteriormente, por la Vicaria de la Solidaridad del Arzobispado, creada el afio siguiente, que ;articula y fomenta esta actividad a través del "Progra- ma de Comedores Infantiles", posteriormente conocido como "Programa de Gomedores Populares" En la zona oriente los comedores infantiles surgen en el perfodo 1973-1974 por iniciativa de la Iglesia del sector (parroquia), como una labor asistencial y de servicio a los m&s pobres dentro de una orientaci6n "promocional". Se in- tenta paliar el hambre de la poblacién infantil (lactantes, preescolares y escolares) del sector, de manera de. hacer de, esta tarea una actividad colectiva en la cual las familias beneficiadas también participen. $e pretende, ast, que las mam&s tomen parte en las actividades del comedor (mani- pulando y elaborando los alimentos, aseando, etc.), fomen- tandose que salgan de sus casas, se encuentren, intercambien vivencias y¥ problemas, en fin, estimulando su organizacién. Sin ‘embargo, esta orientacién no logra permear la diné- mica de los comedores, inscribiéndose ésta, en grado: impor- tanté dentro de una légica asistencialista y paternalista. EL comedor depende en sus recursos de la Parroquia y en su organizaci6n,’ funcionamiento y conduccién de las comunida- des cristianas, especialmente de los Grupos de Ayuda Frater- na, que se responsabilizan de esta actividad, excluyendo la participacién en su conduccién de las familias o madres aue mandan a sus hijos a'él. Entre los atios 75 y 76, afios de masiva cesantia y cares- tia por la politica de "shok" que impulsael régimen, la di- némica dé los Comedores Infantiles sufre dos modificaciones importantes. Por una parte, concurren a ellos innumerables familias afectadas por la politica econ6mica del régimen y no sélo por su politica represiva. No es la instauracién violenta del régimen la que los vuelve necesarios sino su normal ‘desarrollo. Por otro-lado, se empieza a desarrollar todo‘un proceso de -"traspaso" de los Comedores, Salen dé la tutela de Ia Parroquia y Grupos de Ayuda-Fraterna, para integrarse ene] Programa de Comedores dela Vicaria, en una perspectiva que ‘contempla°la necesaria articulaci6n de la asistencia con la*promocién o desarrollo de 1a persona y colectivo a través del: fomento de la organizacién. En Santiago, durante el afio 75, llegaron a existir alre- “efonal y de denuneia del problema del hambre'y, por Gitii dedor de300.comedores, cue-atendian a-una poblacién aproxi- mada de 45.000 personas2/, La situacién en la zona oriente y en particular en el séctor de La Flovida tio és muy distinta, estimndosé qué en- tre los afios 1975 v 1976 se forman 10 Comedores, aunque dos de ellos corresponden en vigor a campamentos ubicados en la comuna de flufioa. Se trata de comedores que dejan de ser concebidos como respuesta ante la emergencia de 1973, y se plantean como actividad que asume rasgos de permanencia ante el curso que va tomando la vida nacional. Ya no incorporan prioritaria~ mente a las familias populares afectadas por la represién ectadas y persecusién politica, sino, como se dijo, a las a por el mismo modelo econémico. Se caracterizan, adenés, porque intentan orientar su accién en una perspectiva promo- 10» porque empiezan a atender ya no s6lo a menores sino también a algunos adultos. SegGn iin informe de 1a Vicaria de la Zona Oriente, ha- cia ‘1980 habfa en el Decanato Macul -que corresponde prin- cipalmente a 1d comuna de La Florida- 10 Comedores, en lbs cuales comia un total de 1.611 personas. ‘De ellos 6 funcio- naban en Parroquias o Capillas,' 3 en sedes sociales y 1 eh una casa particular, = 40 CIONES. DIARTAS POR MACUL, 1980 UPO_ETARIO, DECANATO Comedor Lactantes Pre-esco- . Escola- Adultos Total lares res El Cobre, ar 29 2o4 n 12 San Lais as 30 85 w ae Los Copihues 1s 46 168 18 m7 Arturo Prat n 23 76 a 1m Las Lomas 3 1a 29 5 50 Yonte Patria 7 48 a4 nu 160 Nuevo Amanecer 1s ay 136 wu 210 San Rafael qo 45 65 w 134 Cristian Precht Ww 23 79 a a3 Villa O'Higgins 1a 42 w7 a 223 Totales © 1g 349 974 ws) 16 Promedio w 38 98 8 161 Fuente : Vicaria Zona Oriente. A pesar de 1a incorporacién de adultos a los beneficios del comedor, éste siguié siendo prioritariamente un lugar de comida para los menores, con un marcado én: y asistencial m4s que promocional. elementos que pueden ayudar a entender el, surgimiento y de- sarrollo de las ollas comunes. En sintesis, la articulacuén de las dimensiones asisten- ciales y promocionales de la préctica de los comedores, aue sis -nutricional Este hecho es uno de los Llevé a sus propios miembros y agentes de apoyo a promover su salida del trabajo de las Parroquias y Grupos de Ayuda ent Fraterna, siguié siendo un problema no resuelto. en.elypro- ceso posterior de los comedores.” Los dos objetivos que planteaba esta experiencia en 1976 fueron rmulados como: a) A corto plazo: asegurar al nifio -cuyos. padres se ven im- posibilitados de ha¢erlo- una racién de alimento tal que sea paliativa a una desnutrici6n. b) A largo plazo: - que la comunidad, cada equipo responsa~ ble de comedores y cada familia tome conciencia de que el hambre es un pro- blema generalizado que debe ser enfren- tado en forma unida y solidaria; - que a través del comedor, la comunidad veflexiona sobre las causas y consecuen- cias del hambre y busque formas de s: cién permanente. Posteriormente los objetivos de los comedores fueron enunciados como : a) “paliar el hambre y la desnutricién infantil"; b) "ser instancia de organizacién de la poblac: ¢) "ser un elemento de denuncia"23/, Sin embargo, en la practica concreta de esta organiza~ amen’ cién, los objetivos no logran coneiliarse armé la urgencia cotidiana desplaza los objetivos a largo plazo. - 42 Con el surgimiento de otre tipo de organizacién, tam- bién ligada al problema del.hambre de las familias: popula- res urbanas, las ollas comunes, nace una nueva esperanza que reactualiza los desaffos y aspiraciones que van nds all& de 1a coyuntura presente. Haciavellas se dirigen las mira- das tanto de las familias populares como de los agentes so- lidarios y a partir de su surgimiento, en el invierno de 1982, empiezan a desplazar répidamente a los Comedores Po- pulares. Asi, de los 50 comedores que llegan a existir en 1978 en la Zona Oriente sélo quedan 15 en 1981, y en el sec~ tor de La Florida s6lo tres hacia fines del a4**/, - 43 V. LAS: QLLAS COMUNES BAJO EL REGIMEN MILITAR Las ollas comunes que conocimos en el pasado, surgidas de la iniciativa popular; religiosa o estatal, fueron :siem- pre una respuesta excpecional y, momenténea al problema de la alimentacién, ante 1a imposibilidad de asumirlo al inte- rior de la familia. Las familias populares forman ollas co- munes © acuden a ellas cuando no pueden satisfacer ellas mismas y con sus propios. recursos la necesidad de comer de sus: miembros. Es el. caso de 1a ,situacién de emergencia que significa una huelga, una toma de terrenos, una situacién de desempleo-y carestia del costo de 1a vida prolongadas © una catastrofe natural. Durante el actual régimen el desarrollo de 1a olla co- mén se va a presentar tanto en forma de continuidad como de ruptura con respecto a las. ollas comunes precedentes. Coexisten algunas de las formas del pasado y se asiste a la emergencia de un nuevo -tipg-de olla comin, que ‘se descri- pir& en la segunda parte de este capitulo. 1. La reedicién 4 Una primera olla@'que vuelve a.aparecer es :la formada.en situaciones de huelga Yaboral; , Nuevamente cocinar en comin se .constituye en.la alternativa que encuentran las familias de ‘los trabajadores en huelga para seguir manteniendo a.108 suyoss 4 : 5 sotb Este:tipo ‘de olla reproduce en lo fundamental las mis- mas caracteristicas.de la alla de la huelga de antafio:. una actividad momenténea que se agota con el término del movi- miento que le da origen. Sin erbargo, en su significacién objetiva y subjetiva, implica rupturaé ya no con su forma histérica, sino con. res- pecto a las condiciones sociales y politicas en las cuales se desarrolla. Implica romper, como lo hace la huelga mis- ma -aGn siendo legal- con la tendencia a la atomizacién y desmovilizacién social que afanosamente busca instaurar el actual médelo de dominacién. Esto mismo la transforma en un instrimento de denuncia y de creacién de lazos de solida- pidad y fraternidad entre los huelguistas y. entre sus fami- lias. Un ejemplo que vale la pena recordar es-1a olla comin que forman los trabajadores de Panal durante 1a huelga de 1980, por la iisportancia que los propios trabajadores le atribuyen, La olla es vista desde un primer momento como una actividad que va a permitir no s6lo snfrentar la tarea de dar de comer a-los participantés del movimiento de huel- ga, sino también apoyar su unidad y accionar conjunto y so- lidario. Formar y mantener la olla no es s6élo una nece- sidad sino también un logro de la voluntad de acci6n colec- tiva y unitaria, que busca la comprensién y participacién de las ‘familias con los objetivos del movimiento y 1a adhe- sién de los no involucrados directamente enel conflicto. Estas azones llevan a levantar’la-olla no en el local sin- dical sino en la poblacién donde viven los participantes. Es tdmbién en torno a la olla:que se realiza una se- rie ‘de actividades‘que permiten tanto mantenerla como dar a conocer y hacer pGblics ‘ei. movimiento y las razones de la huel ‘Se renolecta dindicicen el centro: de la ciudad, se eonvoca a la Solidaridad con el movimienta a estudiantes, pobladores, ‘Iglesiay,'Instituciones de Derechos Humanos, ‘pro- fesionales, etce* © Otro ejemplo més reciente esta olla que mineros del norte instala en Santiago, en 1983, donde concurren a dar @ conocer ‘su movimiento: os también reaparece durante este régimen . La otra olla es la olla comin de la toma, reproduoiendo, como la de la as de antafio, pero portando-al hielga,; sus‘caravteris: igual que 1d aniterior= por su mi stencia, todo un es- fuerzo y ankelo'de romper.con la nueva ‘normalidad que busca establecer el régimen militar. Anhelo mds dram&tico por la represién violenta a la que es scietida la movilizacién de tomas de tervenosipor 1a autovidad gubernamental.y por las mayores-difdeultades‘del- movimiento para'concitar la adhe- sién y solidaridad deliresto:de los sectores sociales, atin popilares.°'Fetas dificultades tienden a aislarlos y hacer- én ys log m&s vulnerabdles a la repre rsecusién policial, asf como.a agravar’os’ problemas pr&cticos.de la toma y de manten¢ en experiencias heroicas por el drama humaio que ellas im- n de la olla. primeras’ tomas, se’ convirtieron plicaban y’ por Ja_intransigencia ce sus actores en su aspi- vacién de lograr una vida digna. Son los casos de la toma "22'de Julio", de-1980.-eni ja poblacién La Bandera y' la 1h de Enero", de 1981, en la zona norte de Santiago. wes foo Es también: caco! reciente de. laitoma Walker Martinez - 46 = en la zona opiente (septiembre 84), experiencia que moviliza el compromiso y solidaridad de las ollas comu- nes de La Florida. Recordamos este caso no sélo por la cer- cania temporal, sino porque desde el punto de vista de la dindmica de las ollas, la que se forma en esta toma consti- tuye una transicién hacia el nuevo tipo de ollas comunes que se han ido formando durante este régimen, Se trata, en este caso, de una olla que no muere terminado el conflic- to, sino que es mantenida o m&s bien recreada en las pobla- ciones hacia las cuales erradican a las familias de la toma. Cabe mencionar, por Gltimo, dos experiencias, que si bien excepeionales, permiten tanto dimensionar los problemas para la sobrevivencia de amplios sectores sociales, como también pensar en futuras dinémicas que pueda presentar el fenémeno de las ollas comunes,. Dichas experiencias son la olla que forma la Asociacién Gremial de Educadores de Chile en Santiago y otra de estudiantes universitarios en Valpa- rafso, ambas durante el afio 64, Como también las ollas que organizan estudiantes de las universidades del Norte, de. La Serena y de La Frontera a principios de 198525/ ollas, aunque no se forman en sectores poblacionales popu- lares, surgen también desde una movilizacién que hace del + Tales hambve su reivindicacién principal. Una experiencia que se prolonga en el tiempo Como se dijo, durante estos largos anos de autoritaris- mo asistirios al advenimiento de una nueva modalidad de en- frentar el hambre en forma colectiva. Vemos emerger por doquier, trasgrediendo la dureza de la realidad impuesta desde el poder, una nueva olla comin al interior de.las po- blaeiones y campamentos populares y a lo largo de 1a; no, ro. pais. a de nu : siempre fértil y acogedora geogr: Es una nueva realidad que surge en las ciudades, prin- cipalmente Santiago exponente principal de una vida urba- na escenario de un derroche ampuloso y de una miseria que no se atrevea abandonar el mundo de las sombras de la ciu- dad y que ésta oculta, no sin temor, alej4ndola de sus lu- gares de seguridad, luminosos, limpios y ordenados. Esta nueva olla comin surge en. poblaciones y campamen- tos populares en Santiago en 1982,.con motivo de la situa- cién de emergencia a 1a que se ven enfrentados los sectores poblacionales por la rudeza del invierno, apravada por una estructura e infraestructura urbana probadamente deficiente. La anegaci6n de importantes arterias de acceso al centro y periferia de Santiago, tomo también la inundacién de po- Blaciones y campamentos’ popilares, sobre ‘todo aquéllos ubi- eados cerca de canales de regadio y recolectores, es un fe- nérieno que se vepite invierno’a invierno, afectando, prin- cipaliente, la éituacién de salud’ dé los habitantes de ta- les sectores urbanos.' Por otro lado, este problema en vez ‘de disminuir se mantiene © acrecienta, resultado tanto de las politicas’ de erradicacién de‘campamentos que impulsa ‘el gobierno, qle concentra la poblacién erradicada en comu nas m&4 pobrés'y Con m&s problemas de infraestructura’ ur- Band, Cotio ‘también del crecimiento del déficit ‘habitac: nd1; “que “eleva 1a"doncentracién de la poblacién popular ‘en los ya deteriorados campamentos y poblaciones construidos ~ 48 « muchos de ellos como "transitorios" en décadas pasadas?®/, El déficit de'viviendas populares sigue obligando a parte de la poblacién (los allegados principalmente) a instalarse ocu- pando terrenos no aptos para vivir en ellos (cercanfa de vos’ y canales), aumentando afin ms el riésgo ante las in- clemencias del tiempo. Durante el invierno de 1982 las lluvias torrenciales y el rebalse de canales’colectores afectan principalmente las zonas oriente y sur de Santiago. Anegadas y destruidas vi- viendas y enseres, en la poblacién Lo Hermida, de la zona oriente, las familias empiezan a cocinar en conjunto, hacien- do uso colectivo de la ayuda en comida que promueve y se ca- naliza basicamente a través de la Iglesia y 1a Vicarfa de la solidaridad!/+ Pensada como respuesta moment&nea ante la emergencia del invierno, las ollas de este sector se transforman paulatina- mente en permanentes porque el temporal vuelve evidente pa- ra todos (pobladores. y. opinién ptblica) una situacién de mi- seria y cesantia arrastrada por. largos afios. Se descubre socialmente que la emergencia.que enfrentan los pobladores no es la desatada por el crude invierno de 1982, sino que seitrata de una -situacién de emergencia prolongada :casi duran- te 0 afios y ocasionada.no por el libre curso de los fené- menos naturales, sino por un modelo social libremente elegi- do por unos y violentamente impuesto a muchos, que los con- dené paulatinamente a la pobreza como su condicién de vida normaly a una ubicacién espacial que hace afin m&s dura la pobreza. - 49 - Constatado dram4ticamente, el problema poblacional vuel- ve a inquietar, quiz4s més que:a causa de las primeras to- mas y movili eal y global con que ahora se descubre a distintos grupos y séctores sociales que no sélo ayudan a hacer pGblica la si- zaciones por la vivienda, por el carécter radi tuacién sino también comprometen su apoyo directo e inmedia~ to. si nos detenemos en este puntos intentando reconstituir el ambiente generado en esa época en torno al problema o dvama de las familias pobladoras, es porque pensamos gue es- ta sensibilidad social que se crea en torno a é1, yal pro- blema de la‘miseria y hambre, favorecié 1a formacién y man- tencién de las ollas comunes que en ese periodo empiezan a crearse. ¥ la favorecié en dos sentidos. Uno, practico las ollas contaron con los recursos materiales minimos (ali- mentos, enseres de cocina, fondos) para empezar a funcionar. no se atribuye El otro, no “préctico", digamos "cultural" ala desidia de las familias la desnutricién de sus hijos © su mala alimentacién, sino a un sistema que no les permi- te acceder a los mecanismos~socialmente imperantes (el tra- bajo)’ para garantizar su sobrevivencia. Fsta conciencia de los pobladores que la "culpa" por no poder alimentarse no es de ellos sino de otros (el "sistema"), permite perder la Verguenza y aceptar enfrentar en conjunto un problema comfn Hace posible atreverse a acercarse a la olla y mostrar a los vecinos y familias que hay hambre en los que acuden a ella, que todo el esfuerzo que hacen los jefes de hogar no alcanza para proveer a sus ‘familias de lo necesario para comer. A partir dé esas primeras ollas que surgen en las pobla- ciones mis afectadas por el temporal de 1982, el proceso de formacién de ollas comunes se va a ir masificando y difun- diendo en todo Santiago y otras ciudades del pais, como Con- cepcién y Valparafso. Aunque no se tiene la cuantificacién total de este fendmeno, se sabe que existe (lo sabe la diri- gencia poblacional y equipos solidarios) y se conocen ollas en las zonas norte y sur, oriente y oeste de Santiago. En a zona oriente, (correspondiente a la divisién eclesial de la‘ Diécesis de Santiago en 1a que se comprenden las comunas de Sufioa, La Reina, La Florida y‘la Provincia de Puente Al- to), funcionaban, a mediados de 1984, 40 ollas comunes, que en promedio integraban a 35 familias en cada una de ellas (unas 140 personas por olla). A su vez, en la zona norte de Santiago, durante el mismo afio, habia aproximadamente unas 90 ollas funcionando. Creemos que 1a realidad de estos dos sectores de Santia~ go no es excepeional, sino muestra una tendencia que tam- bién se est4 viviendo tanto en la capital como en los*demas centros urbanos del pais, principalmente los m4s densamente poblados, lugares en los cuales los indices de cesantfia tien- den a ser afin mayores que en Santiago y donde el acceso a los bienes de consumo masivo también tiende a ser menor que en Santiago dada la centralidad econémica, politica, comer- cial, etc., de la capital. Aunque ser@ objeto de otro estudio, vale la pena adelan- tar algurias de las caracteristicas y sentidos de esta moda- Lidad de olla comfin y de pr&ctica popular colectiva. Se trata de una olla que forman familias populares con la finalidad de enfrentar la incapacidad de satisfacer por si mismas la necesidad de comer. Se establece en la mis- ma poblacién, funcionando ya sea en un local de la Iglesia “la parroquia- o en el sitio de una de las familias que la integran. La vegla general que se observa es que acuden a ellas familias que viven espacialmente préximas. En el ca~ so de las ollas de zona oriente,.el radio de éstas no cubre normalmente més de tres manzanas, reduciéndose en otras a una sola. Hay excepeiones, pero que corresponds ms bien al caso de algunas pocas familias que ante la inexistencia de una olla comin en.su poblacién participan en alguna de ellas de otro sector o poblacién. En términos de funcionamiento, las familias que Se ali- mentan en la olla participan todas en su mantencién, apor- tando su trabajo en tareas de recoleccién de al. fa para cocinar, de manipulacién y elaboracién del alimento, de aseo y linpieza y,.aportando una cuota de dinero semanal de aproximadamente $100 por familia, indistintamente del tamafio.de ella. EL monto.de la cuota varia de una olla co- nfn a otra, pero es una préctica comin a ellas. Las fami- lag participan también en las reuniones de las ollas, se- manales generalmente, donde se planifica el trabajo, se con- versa de temas que les preocupan, se desarrollan lazos de solidaridad y amistad; all{, obviamente,. se enfrentan los problemas que, como organizacién y grupo humano, también mu- chas veces tienden a suscitarse. La olla en su funcionamiento depende en grado importan- te del apoyo externo, que se canaliza a través de institu- ciones de iglesia y solidarias y que se traduce en alimentos, facilitacién de locales para su funcionamiento, capacitaci6n de dirigentes, etc. Normalmente, y este es el caso también de 1a zona orien- te, las familias no comen en el local donde funciona la or- ganizaci6én sino que retiran la comida llevandola a sus res- pectivos hogares. Esta préctica obedece tanto a la imposi- bilidad material de comer en conjunto dada la precariedad y estrechez de los lugares donde funciona 1a olla comin y la inexistencia de la infraestructura y enseres domésticos mf- nimos que esto requerirfa, como a la opcién valérica de las familias que participan en las ollas comunes de querer hacer de 1a comida un momento de encuentro del grupo familiar. Hay acd un problema bastante diffcil de evaluar, Aun- que las ollas comunes constituyen un custionamiento practi-' co de la pauta cultural que asigna a cada familia particu- lar la responsabilidad de satisfacer la necesidad de alimen- tacién de sus miembros, tal cuestionamiento no logra gene- rar. valores alternativos que permitan problematizar o rede- finir dicha normatividad cultural. Poy el contrario, las familias de las ollas comunes no s6lo reafirman su voluntad o de querer "comer en casa" y la alta valoracién que de ello tienen, sino aspiran a no tener que necesitar acudir a ellas, 0 nds, bien de participar de otras formas colectivas que apun- tan a socializar la tarea de la alimentacién de la poblacién. Las ollas comunes son valoradas porque permiten paliar el hambre de las familias, pero tienden a ser consideradas como una alternativa "anormal" en un doble sentido: poraue son sinénimo de una situacién de hambre y miseria y: porque saca del interior de las familias en particular la tarea de la alimentacién. la experientia de participar en una olla comin si bien tiende a permitir a sus miembros reconocer los condiciona~ mientos econémicos, sociales y politicos del fenémeno det hambre, no alteran la definicién privada, ya no del hambre, sino de la alimentaciéri . Se tiende a sefialar, por el con- trario, la ncesidad de que.Ja sociedad sea capaz de garan- tizar penerando las condiciones materiales requeridas para ello, la realizacién de una norma cultural que postula pero niega'en su realizaciéniEn este sentido -la reivindicacién por trabajo recobra toda'su fuerza de reivindicacién moral, no s6lo-corporativa. Elv:trabajo es lo que permite acceder a los recursos necesarios para aseyurar la vida y lo que permite vivir éticamente, dentro de la moral,de la cultura, Sin embargo, la experiencia de Tas ollas comunes tien- de a favorecer otro tipo de transformacién cultural: aquel referido al proceso de cuestionamiento del rol tradicional que se le asigna a la mujer, vale decir, surdefinicién de lesposa-madre-duefia de casa" y que creemos condiciona fuer- temente a las mujeres populares y pobladoras. Definicién que como insistentemente se ha repetido consagra a la mu~ jer.al 4mbito de lo -privado. Efectivamente,y.1a mujer, que es la que mayoritariamen- te participa en las“ollas eomunes por su misma defini- cién de "madre-duefia de casa", es la que tiene una mayor valoracién en Ja olla comGn. Por una parte porque per paliar’el hambre de sus hijos y familias y, por la otra, ite porque en ella encuentra un ambiente propicio para un desa- rrollo mas integral de si misma: se encuentra con otras mu- jeres y comparte inquietudes comunes, desarrolla su capaci- dad de participacién, decisién y gestién. Es esta acogida y posibilidad de descubrirse en nuevas facetas m&s alla de las ligadas a su quehacer doméstico y.laboral, lo que tam- bién concurre a sustentar la valoracién'que expresa de la olla comén, Es:esta experiencia de participacién la .que tiende a rescatar. las mujeres.de las ollas comunes y que expresan al sefialar que si bien querrian no tener que acudir a una olla nique estas existieran, si le gustaria seguir participando en otro tipo de organizacién. Sin embargo, esta mayor autovaloracién de las mujeres de su capacidad de gestién, decisién y organizacién, tiende a haber un alto-porcentaje de varones entre los dirigentes de las instancias de coordinacién de las ollas comunes.- Si- tuacién que entendemos responde tanto a su mayor experiencia participativa como a la confianza en su mayor capacidad de organizacién y conduccién. Por su parte, la valoracién de la olla comfn como una ins- tancia de participacién popular ha llevado en la zona orien- tea plantear la necesidad de ‘una mayor participacién de los varones en las actividades repulares de las ollas communes. Se intenta de esta manera recuperar la voluntad de ‘partici- pacién y movilizacién de los varones que a rafz de la ce- santia han perdido su "condicién objetiva de trabajador". VI.° PROBLEMAS Y PERSPECTIVAS En términos generalés, poderios decir que las ollas comu- nés populares surgen en momentos en que no funcionan los mecanismos culturalmente consagrados a través de los cuales los sectores populares acceden al consumo de los bienes ne- cesarios para‘éubsistir, vale decir, el salario como forma de pago del trabajo mercantilizado. Esto implica que los actores aue socialmente aparecen como responsables de la ta- pea dé alimentar a la poblacién, las familias ya'no tienen la posibilidad real de actuar de acuerdo a dichas pautas ~~ culturales, cuando no se puede vivir ‘normalmente', cuando el sala- rio es inexistente'o no alcanza para satisfacer el.consumo de la familia, el problema dél’ hambre® pugna’ por'superar su definicién como privado. shoes ibe En'tales situaciones, 1a existencia de ollas comunes! im- plica un doble reconocimiento: el de la incapacidad de las familias de asumir la tavea de abastecer y alimentar a sus miemb#os, y €1 de la incapacidad de un sistema’ social para garantizar la vida del conjunto de 1a comunidad nacional A través de la formacién de ollas comunes es la comuni- dad popular ia‘ que. pasa a asumir la reBponsabilidad de la sobrevivencia individual y familiar de‘los sectores exclit- dos social y econémicamente. Sin embargo; este proceso no acontece mec4nicamente, sino que supone, de alguna manera, el desarrollo de una identi- dad colectiva en la cual las familias se encuentran como si. milares compartiendo un problema comin: el hambre y el de- seo de vivir: Identidad de iguales que va sustentando la vo- luntad de -acci6n conjunta y.solidania, . Este proceso noes f4cil, ni para las ‘familias ni para la comunidad popular. Para las familias porque -deben rom- per con lo culturalmente dado, sobreponiéndose a las culpas, verguenza, humillacién e impotencia que les significa no ser capazide auto alimentarse y reconocerlo ante otros.; Llegar a la olla comin requiere de un largo proceso de transformar cién individual y familiar que no todos recorren, Por otro lado, al. ser el hambre un fenédmeno masivo y 1 prolongado, resultado del-car&cter excluyente del actual modelo de dominacién, la comunidad popular no encuentra -ni los recursos necesarios ni los mecanismos a través de los cuales enfrentar con éxito su misma, sobrevivencia como,.suje- to social colectivo. tage at La formacién y inantencién d@las ollas comunes encuen- tran'también un conjunto de problemas prdcticos que difi- cultan su existencia y masificacién : a) requieren de una minima infraestructura "doméstica” que ~ ‘las familias no-poseen y' que deben llegar a adquirir para permitir el funcionamiento-de la olla,-como, enor- mes fondos para cocinar y un lugar donde instalarse, guatdar los’ alimentos, reunirse. para programar el tra- b) ©) a) e). bajo, etc. (recordemos que las casas son extremadamente chicas y los sitios también); dado los bajos ingresos de las familias, que restringen fuertemente la capacidad de aportar dinero a la olla, y los pocos recursos a los que pueden acceder con su es- fuerzo en tareas de recoleccién de.alimentos, campafias de financiamiento, etc., necesitan de algin grado de apo- yo externo para poder funcionar y ser efectivamente una alternativa "mejor" al hambre de la, familias deben enfrentar y aprender a convivir con el hostigamien- to y represién que la autoridad gubernamental despliega hacia ellas (las "visitas", los "mensajes", los allana- mientos, las detenciones); muchas veces las mujeres, que son la gran mayorfa de los miembros activos en la organizacién de ollas, deben sa- ber enfrentar también 1a incomprensién de sus, familias el machismo de esposos e hijos: que las reclaman.en,casa y no fuera de ella; la formaci6n y mantencién de 1a olla, requiere de,una .~ cierta capacidad organizativa que la falta de experien-. cia en pr&cticas de participacién y organizacién dificul- ta (recordemos que se trata basicamente de mujeres y j6- veces y que no existe una tradicién de participaci6n so- cial femenina a la cual puedan apelar para orientar su experiencia de organizacién actual); 7 £) por @iltimo, la olla se basa én un trabajo colectivo que no todas las familias pueden hacer, ya sea por la pre~ sencia de menores que hay que cuidar o por tratarse de mu- jeres solas que trabajan fuera del hogar para mantener a sus hijos. A pesar de todo este conjunto de obst4culos, esta forma colectiva de organizar la satisfacci6n de la necesidad de comer, es para muchas familias populeres la Gnica alterna- tiva para preservar su sobrevevencia. Lo es por cierto, pa- ra las familias que participan en las ollas, que encuentran “én el trabajo colectivo no una pura forma de paliar el ham- bre, sino también un colectivo humano que las acoge y valo- riza como personas y en el cual se va inventando el respeto al otro, la participacién igualitaria, la solidaridad y fra. ternidad, La pr&ctica de las ollas comunes, afin més que los Come- dores Infantiles Populares, posibilitan la constitucién de la conciencia de la exclusién politica y social. No sélo reconocen el hambre como un problema comfin, resultado de un sistema que los excluye econémica y socialmente, sino tam- pién encuentran los limites que el sistema pone a la forma- cién y desarrollo de la organizaci6n popular, afin en el ca- 7 0 de organizaciones de auto-subsistencia. Este hecho se ve reforzade por la situacién de crisis politica nacional (afios 1982 y 1983) en la cual surgen las ollas comunes y que lleva a una mayor politizacién de 1a vida social y a percibir en la forma de organizaci6n del Estado la raiz de los problemas cotidianos que afectan al mundo popular -y al pais en su conjunto. Las ollas comunes, y en particular las instancias or- gafiicas de coordinacién que logran establecer, buscan no ser ya una negaci6n sélo de hecho a la tendencia de atomi- zacién y desarticulacién de los sectores populares que el régimen propugna, sino que:serlo conscientemente. Se busca asi la concertacién y coordinacién con otras organizaciones poblacionales tendientes a fortalecer la or- ganizacién del movimiento poblacional y su capacidad de ro- vilizacién opositora, a la vez que la participacién en mo- vilizaciones nacionales de rechazo al autoritarismo, Caso notable fue, sin duda, 1a participacién en las Protestas Nacionales de los afios 1983 y 1964. Sin embargo, esta experiencia de pr&ctica organizativa popular encuentra las mayores dificultades en su intento de gestar movilizaciones tendientes a sacar el problema de la alimentacién del 4mbito de 1a-propia comunidad popu- lar, transform4ndolo en.objeto de accién politica y de rei- vindicacién ante el Estado. Esta forma de movilizacién que enfrenta;la reticencia que hay en las poblaciones y mundo popular, en general, de-asumir la:participacién politica (reprimida y. estigma- tizada por el régimen como terrorismo o delito) puede 1le- gar a permitir la incorporacién de los sectores no orga~ nizados “9. no, politizados,,al desarrollarse a partir de pro- plemas concretos y sentidos de 1a poblacién. A la ‘vez, an- te una situacién politica en que la resoluci6n del problema del poder no est& a la orden del dia puede permitir fundar una politica antiautoritaria, que sin nepar su carActer na- cional y popular, ‘no se encierra en su dimensién "politico- estatal", que la viielve ajena a los problemas cotidianos y urgentes de las familias popularés, sino que se tensiona’ por articular -la lucha social y politica en un proyecto de fun- dacién de un nuevo tipo de Estado, desde ya exigido en su pretensién nacional. En el intento de desarrollar un proceso de. movilizacién ante el Estado, la organizacién de ollas comunes' se encuen- tra compartiendo no s6élo las mismas limitaciones de otras experiencias de rovilizacién popular reivindicativa habidas durante estos afios (allegados, comités de deudores, etc.), sino también algunas propias de la naturaleza del problema del hambre y de las ollas comunes, Entre las primeras se ‘encuentra un hecho incuestionable, aunque no inamovible3'la ausencia de mecanismos institucio- nales' para canalizar la reivindicacién social y el princi- pio de no negociacién que mueve-la accién del. régimen auto- ritario, pese a algunas acciones adoptadas para descomprimir la'presién social, como los subsidios habitacionales, ne- gociaciones de dividendos, o Giltimamente ‘la afirmacién de . dar una soluci6n al problema habitacional de los pebladores del campamento RaGl Silva Henriquez. El otro hecho que ha obstaculizado.el desarrollo de la movilizacién reivindicativa popular es la centralidad de -61- la-lucha politica’ y, demanda democrStica por sobre la reivin- dicacién actual de las demandas populares2/, Entre los problemas especificos cabe mencionar la debi- lidad orpanizativa de las ollas comunes, que en general, tienden a ser una realidad dispersa y atomizada, primando en ellas una orientacién de tipo asistencialista © coopera- tivista, con una débil preocupacién por desarrolar la or- yma de enfren- panizacién y movilizacién poblacional como = tar el problema especifico del hambre y.1a exclusién social. Influye en esto la situacién general de despolitizacién del mundo. ‘popular, favorecida en particular por la falta de tradicién y experiencia politica o participativa de las mu- jerés integrantes de las ollas, por un lado. Por el otro por la falta de interés de los partidos politicos populares por desarrollar la capacidad politica y movilizadora de es- te tipo de organizaciones de "subsistencia! en una perspec- tiva no manipuladora; Junto con esto incide también.la orientacién’antiestatal de la opcién de "autosatisfaccién de laS:necesidades propias" que guia muchas veces la accién de los grupos que apoyan el trabajo y experiencias de las ollas comuness’ La critica a la fuerte dependencia de la organizacién del Estado y partidos politicos:en décadas an- teriores, tiende a revertir asi negativamente sobre el forta- lecimiento de 1a organizacién poblacional y,su capacidad. de asumirge en:tanto sujeto.politico. .. Otra dificultad resulta, ya.no de la,centralidad de la lucha politica por sobre las reivindicaciones populares materiales, sino de la preeminencia de la demanda por tre- bajo y salario que histéricamente ha asumido’ la moviliza- cién popular por la defensa dela calidad de vida y sigue orientando 1a préctica reivindicativa de los sectores popu- laves. 5 Ms alld de lo acertado o no de esta opcién, ella deja a la movilizacién por respuestas estatales directas a situa~ ciones masivas y prolongatias de hambre (distribucién gratui- ta de alimentos, fijacién de precios, subsidios a las ollas, -'ete,) sin la legitimidad necesaria ‘como para emprender accio- nes en ese sentido. Si bien la profundizacién y ‘prolongacién.de la crisis econémica puede llevar a un debilitamiento de este tipo de experiencias, al volverla ineficaz en su dimensién paliati- va del hambre 6 ensimismarlas en la lucha por la subsisten- cia de cada una dé ellas bajo formas asistencialistas, pue- de, por el contrario, gestar las condiciones para.la masi- ficacién y propagatién de las ollas comunes, séntando las bases de un accionar conjunto en pos de sus reivindicacio- hes especificas:defensa del derecho a la alimentacién, Enel pasado la orientacién reivindicativa marcé fuer- temente ia practica’de los sectores populares y poblaciona- les. Durante el régimen autoritario esta orientacién ha sido fuertemente criticada desde dos perspectivas encentra~ das. Por una parte, se sefiala que conduce a una politi- zacién de las demandas populares por el hecho de dirigir- las directanente al Estado, pretensién que seria ilesiti- ma desde el punto de vista del discurso oficial. de corte anti-estatista, or otra parte, se sostiene: que la orien- tacién reivindicativa ¢onduce a una’ débil politizaci6n de las bases sociales qtie sélo se interesan en la solucién de sus problemas inmediatos y, a la vez, descuidan la creati- vidad popular de autosatisfaccién de necesidades propias. Se suman asi en esta segunda’ perspectiva tanto la critica "tradicional" de izquierda como la denominada "renovada". No obstante esas’ Griticas, es posible considerar que 1a orientacién reivindicativa, al menog en el especifico caso de las ollas comunes, necesita ser examinada con mayor: pro- fundidad y en relacién con el contexto en el cual opera. } desde el punto de vista de la lucha Resulta claré q) por superar la definicién del hambre como un asunto de caraé- re una im- ter privade, 1a orientacién reivindicativa adqui portancia vital y un nuevo sentido. La pr&ctica y orientacién reivindicativa que han venido desarrollando algunas ollas comunes a partir de 1984, Cy que puede profundizarse al masificarse este tipo de organi- zacién popular) no sélo responde a la necesidad de satis- facer la impostergable necesidad de comer. También consti- tuye un cucstionamiento a la definicién alimentacién es un derecho cue se ejerce ante el Estado. El Estado, én tantd organizacién superior de la -socie- dad en nombre'de los intereses generales de ésta, es el responsable. de la vida social y de su reproduccién, debiendo OE generar las condiciones para aségurar'la vida del conjunto de da ‘nacibn la’ Peivindicacién del derecho @ 1a alimenta- cién ante ei ete cobra & si ‘la eignificacién de 1a deman- da pare que éste realice, efectivamente, los intereses ge- nerales,.que dice. representar y que constituyen la base de legitimidad de todo Estado. Las. ollas comunes,.en su proceso de redescubrir el eardcter. social del problema del hambre, intentan sacarlo del 4mbito clausurado de la propia comunidad popular. La opeién reivindicativa opera aqui, concretamente, en trans- formar este problema en objeto de debate pfiblico y de ac- cién politic: Surgidas durante el actual régimen y en el contexto de la crisis ec némica, las ollas comunes, en cuanto eri- tica a la definicién privada del problema del hambre, ad- quieren una importancia que no es.coyuntural, En efecto, de consolidarse su actual orientacién y préctica, contr buingén de manera importante a facilitar la diffcil articu- jacién de la lucha social.y politica al fortalecer un su- jeto popular capaz de poner sus propias demandas y anhelos en la escena nacional. Vista: posibilidad.de avanzar en 1a formacién de un suje- to popuiar tiene -implicancias que van mds all4 de la refe- vensia al actual régimen autoritario, puesto que se proyec- tan hacia el significado de un proyecto de democratizacién. Elemento esencial, de ste ser4 el grado y caracter de la participacién:sncial,y politica de los sectores populares. hore, bien, 1a importancia que tiene 1a reivindicacién qyve plantean las.ollas comunes, en cuanto al derecho a la entacién,y, por ende, el caracter pGblico del proble- ma del hambre, radica, precisamente, en que definen un ele- mento sustantivo que el proceso de democratizacién no puede eludir, Cualcuiera sea ese proceso no puede partir por des~ conocer esa demanda y ratificar el problema del hambre como privado sin que implique un nuevo proceso de exclusién de los sectores populares. En este sentido debe entenderse que la constitucién de un sujeto popular y su participacién social y politica se realiza en cuanto sustantivamente son incorporadas sus demandas, Dicho en términos simples, no hay integracién a la nacién si no hay integracién en la so- brevivencia. Resulta interesante consignar que una orientacién rei- vindicativa, que es objeto de fuertes criticas, puede, sin embargo, transformarse en una dinfmica de constitucién de sujeto popular con las implicancias m&s generales que re- cién sefialabanos. Tal vez ello pueda servir para revisar muchos prejuicios y errores que cominmente suelen conducir a una tal separacién entre 1o social y lo politico que pr&e- ticamente terminan por hacerlos inconciliables. No seria de extrafiar que muchas de las dificultades que encuentra el proceso de democratizacién se explique por un excesivo af&n de constituir definiciones analiticas de lo social y lo politico antes que partir de experiencias sociales con- cretas y entenderlas en su proyeccién. - 67 - NOTAS giz ig ig ig le eg Barnard, 1983. Vial, Gonzalo, 1981, Taller Nueva Historia, 1980. Vial, 1981. Pizarro, s/f. Vial, 1981, Pizarro, s/f. Sobre el papel econémico del Estado en esta €poca, véase Aranda y Martinez, 1970, pp. 152-170. En 1983 la cesantia alcanz6 al 30% de fuerza de trabajo inclufdos los trabajadores del PEM y del POJK. GIA, 1984. FLACSO-Vicarfa de la Solidaridad, 1982, Medioli,Ana Marfa, 1984, FLACSO-Vicarfa de la Solidaridad, 1982. Mediolo, Ana Maria, 1984, Ver SUR, 1985, en 1984 los estudiantes de la Universi- dad Catélica de Valparaiso habian formado también una olla comfin. Ver Rojas Medioli, Ana Maria, 1984, Medioli, ana Maria, 1984, Bafio, 1985. = 69 - BIBLIOGRAFIA Aranda’, Séngio, Alberto’ Martinez!4 otros, 1970, Chile, hoy. . Santiago, Siglo. XXI. ee Bafio, Rodrigo, 1985, Lo social _v lo politico, Santiago, = BLACSO. Barnard, Andrew, 1983, "El Partido Comunista de Chile y las politicas del tercer perfoda", Nueva Historia, ‘Revista de Historia de Chile (Londres), Ano 2, Ne6. Benavides, ‘Leopoldo, ‘Sergio Rojas, Eduardo Morales, +1983, Campamentos y poblaciones -de las gomunas del Gran San- _ Habe. Une cintests tnformativa,s Sant laro, 0; ae Led : x : Coordinadora de ollas comunes de La Florida, 1984, Dodi to de_jornada general semestral, Junio. De Castro, Josué, 1967, Geopolitica del hambre. Ensayo sobre los problemas alimentarios y demogr&ficos del mundo. Buenos Aires, Solar/Hachettes FLACSO-Vicarfa de la Solidaridad, 1982, Evaluacién del _pro- yecto "Comedores Populares, Santiaro. Garcia, Alvaro y otros, 1983, El problema alimentario y nu- tricional en Chile: diagnéstico y evaluacion de Sour cas. Santiago, PREALC. ~ GIA (Grupo de Investigaciones Aprarias), 1984, Crisis agra- ria 1983, ¢Alimentacién en pelipro? Santiago, Academia de fumanismo Cristiano. Marshall Jorge ,1981, "El gasto p@blico en Chile: 1969-1979", Estudios CIEFLAN, Santiago, N°S. Medioli, Ana Maria, 1984,"Ollas comunes en Chile, Organiza~ cién para la sobrevivencia: una experiencia de trabajo poblacional", Apuntes para Trabajo Social (Santiago). nee. Morales, Eduardo, 1984, Politicas de empleo y contexto poli- ticd: el PEM y el Bott gta ago jg LACS Oa Pizarro, Criséstomo, s/f, Hacia una interpretacién_ global Se da cuolucten de 1 Ruclsa y del sindicalisne on Chi de ta_huelss y del sindicalismo en Chi- Is entre 1980 y 1970, Santiago, mimeografiado. Rojas Sergio, 1984, Politicas de _erradicacién y radicacién de_campamentos 1982-1984, Discursos, logros_y problemas. ee iReso nessa tenes y_probaens Taller Nueva Historia, 1980, Historia del movil 1920-1970. Santiago, Vicaria de Ia Pastora. ento_obrero Obrera. : Cuadernos de historia popular. Serie historia del movimien- ‘to obrero, nGmeros 1a 6, s/f. Vial,Gonzalo, 1981, Historia de Chile. Santiago, Editorial Santillana, Vols. Ty Tl. lagos,Tulio, 1941, Bosquejo hist6rico del movimiento obre- ro_en Chile, Santiago.

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