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REENCUENTRO CON MANUEL JOSE ARCE No creo equivocarme al catalogar de complicado, mejor dicho tor- tuoso, el desenvolvimiento del escritor guatemalteco a lo largo del pasado siglo, que es cuando las letras del pafs alcanzan un desarrollo inusitado en sus distintas ramas, a contrapelo de dos largas dictaduras ¥ycasi medio siglo de conflicto armado interno, No pocas de las obras pproducidas a lo largo del siglo pasado ponen de manifiesto laestrecha relaci6n entre literatura y vida, relacién que puede verse con mayor claridad en el teatro, en su proyeccién hacia las masas. En tal empeiio se despliega la obra de Manuel José Arce, poeta y dramaturgo —“escritor en pleno dominio dela palabra”, como dijo el poeta salvadorefio {talo Lépez Vallecillos refiriéndose a él— que, junto con Hugo Carrillo, vitalizé la dramaturgia guatemalteca de modo contundente, en dias en que la nacién se adentraba en un mar de violencia. Como en muchos de su generacién, en Arce pes6 el amor a la lucidez, a la convivencia civilizada, el anhielo porque Guatemala recuperara el camino de la primavera que recién habia perdido, y a tal causa entregé lo mejor de su creatividad. En ésta puso todo su ingenio y conocimiento de la vida, a la que vio de manera amigable, ‘a la que se entregé con versatilidad, saliendo entiquecido de cuantos deberes le impuso. Sus amigos lo recordamos como un hombre muy laborioso que igual se desempefié como escritor, caricaturista y grabador, que como vendedor de seguros funerarios, pintor de brocha gorda, car- pintero, electricista y otros menesteres por el estilo. Era fascinante irlo hablar de proyectos de esto y de lo otro, fraterno siempre, y sobre todo entusiasta e ingenioso. Incluso en los momentos previos su partida en que lo vi armar cajas para guardar objetos que para él fueron entrafiables. Manuel José Arce era un hombre preparado para los cambios, ¥y como tal, sabfa que éstos solo son posibles cuando se cuestionan las estructuras prevalecientes, que, para el caso de Guatemala, son Jas que han mantenido a la poblacién en un estado de abandono, atraso y miseria. De ahi que sus obras de teatro, tiernas y duras ala ‘ver, son un espejo de nuestra realidad. ‘Maxvt José ARCE ‘Deas obras que en este volumen se recogen, Delito, condena y ejecucién de una gallina es probablemente la que més ha llenado de angustia y coraj, risa y esperanza a sus numerosos espectadores y también a muchos lectores. Sus dilogos van del sarcasmo a la termura, pasando por el humor negro, Los personajes de la obra en ‘mencién han sido delineados con cuidado y sus didlogos estén pro- vistos de agilidad y fuerza; en pocas palabras, es una obra desarrollada con maestria y por lo mismo, es un hito en la historia del teatro gua- temalteco. Por su parte, Sebastidn sale de compras es otra pieza en la que lo grotesco va creciendo hasta convertirse en hostilidad, pues hace sentir al espectador el cerco cada vez més apretado y apremiante que los comerciantes le tienden al protagonista, un hombre laborioso que termina aplastado por las insinuaciones y exigencias de aquellos. Elaliento y la poesfa de las obras anteriormente mencionadas, también lo encontramos en Compermiso. Es més, cada una de estas obras evidencia c6mo, desde aquel entonces, nuestro autor estaba compenetrado de los problemas de Guatemala, por lo que no tiene sentido decir que “fue en el exilio donde Manuel adquirié plena con- ciencia e informacién sobre la atroz realidad de su pais...” Soy de la opinién que las tres piezas de teatro aqui reunidas representan un desafio a la imaginacién de los directores y un reto a la capacidad de los actores. El reto para el piblico, no es menor, pues

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