TECNICAS
DE D1BuUjJo
I
ARE
LAERTES
educacionINDICE
Introduccién de Manuel Clemente Ochoa .........,. 11
EXetaciO| (18ST) scarves cers Wig a coe 2sciseclasg Anes beoerigti 15
Advertencia a la segunda edicién 25
Carta 1. Sobre la primera practica . ya
Carta 2. Bosquejos del natural ... . , 93
Carta 3. Sobre el color y la composicién .,.. 137
1. La ley de la principalidad ............... 169
2. La ley de la repeticién
- La ley de la continuidad
- La ley de la curvatura .....
. La ley de Ja radiacién ... . ,
. La ley del contraste ...........
- La ley del intercambio .........
8. La ley de la consistencia
9. La ley de la armonia .. .
Apéndices
NAuUAWINTRODUCCION
Era el poeta que poseia una vision total de la
vida por la belleza y asi se convirtié en apéstol de
su propia visidn.
Joan MARAGALL
John Ruskin nacié en Londres en 1819. Formado en el rigor
moral y politico del puritanismo inglés, recibid una esmerada
formacién musical y del dibujo y llegé a graduarse en la univer-
sidad de Oxford en 1842. A partir de 1869 se dedica a la ense-
fianza de la historia del arte en la misma universidad, cuando ya
tenfa publicados varios libros: Pintores Modernos, Las Siete
Lamparas de la Arquitectura, Las Piedras de Venecia y
Técnicas de Dibujo. Sus frecuentes y dilatadas estancias en
Italia entre 1843 y 1860 le permitieron conocer en profundidad
a los pintores primitivos medievales. No nos extrafia, pues, que
fuese un entusiasta del movimiento artistico inglés del
Prerrafaelismo, integrado por siete pintores, escultores y criticos
que constitufan una hermandad. Ruskin tuvo entre ellos una alta
consideracién moral y actué como definidor y comentarista de
sus actividades y principios estéticos,
El movimiento prerrafaelista mantuvo estrechamente liga-
dos el arte plastico y la literatura. Significé una reaccidn tipica-
mente anglosajona, dirigida contra el materialismo y el maqui-
nismo imperantes, y una oposicién frontal al arte victoriano, al
que consideraron falto de ideales y con cardcter convencional.
Su propésito fue revalorizar en la pintura del momento la sensi-
bilidad y la simplicidad de procedimiento tal como de ellas
gozaban los primitivos italianos anteriores a Rafael. Ruskin trata12 TECNICAS DE DIBUJO
de recuperar la «pureza» plastica con temas sencillos y no gran-
diosos, mediante el trabajo escrupulosamente acabado con ins-
piracién literaria o simb6lica. Su primera obra Pintores
Modernos constituye una defensa de los prerrafaelistas y con
especial interés de Turner, a quien descubrid,
Su convencimiento de que la naturaleza era la fuente gene-
radora de toda belleza le lleva a tomarla como apoyo y ayuda de
todo proceso educativo, y afirma que el hombre no avanzara en
la invencién de la belleza sin imitarla directamente. En Las Siete
Lamparas de la Arquitectura nos dice: «Todas las bellas formas
y bellos pensamientos estan tomados directamente de los obje-
tos naturales. Me veria autorizado con gusto a asegurar que
todas las formas que no estuviesen tomadas de dichos objetos
naturales son necesariamente feas. Ya sé que esto es una preten-
si6n atrevida; pero no puedo examinar aqui en qué consiste la
belleza esencial de la forma. Las formas no son bellas por el
mero hecho de estar copiadas de la naturaleza; pero no es posi-
ble al hombre concebir la belleza sin su ayuda».
Como socidlogo y critico de arte puso de relieve los proble-
mas que la sociedad moderna acarreaba en varias obras, entre las
que destaca Economia politica del arte. Coincide con William
Morris en su temor al decadentismo consecuente a la industria-
lizaciOn, y en su entusiasmo por el tiempo medieval, valora la
satisfaccién que produce el trabajo artesano. Fors Clavigera es
un conjunto de cartas en que se dirige a los obreros con dnimo
de elevar su condici6n social. En este empefio Ileg6 a gastar su
fortuna. John Ruskin fallecié en Escocia en el aiio 1900.
En Técnicas de dibujo, publicada en 1859, el autor se mani-
fiesta en su faceta mds directamente pedagdgica. El propdsito
inicial del libro expresado por el autor seria ensefiar a dibujar, lo
que equivale ensefiar a ver. Nos expone de una manera sistema-
tica unas «leyes» de composicién artfstica, en conexién fntima
con la naturaleza y su armonfa, intentando percibir en ella los
fundamentos que la rigen. Todo ello expresado en tono afectivo
y coloquial.INTRODUCCION 13
Pero no seria justo pensar que Ruskin pretende una rigidez
mimética con la naturaleza y una supeditaci6n total a la normati-
va. Si bien reconoce que es obligado someterse a una «disciplina
formal y monétona» para llegar a conseguir 6ptimos resultados,
afirma igualmente que no es imprescindible el sometimiento
absoluto a las leyes de la perspectiva.
E| autor no se limita a mostrar el proceso de elaboracién
para lograr ser un buen dibujante del natural, sino que al propio
tiempo nos va comunicando sutilmente todo un ideario de apre-
ciaciOn estética y criterio moral. Es transparente su entusiasmo
por ciertos artistas, al tiempo que detesta la aproximacién al
conocimiento de otros, a no ser para tomar una postura critica
ante ellos. Se extiende en valoraciones y prevenciones con una
actitud un tanto paternalista de dirigismo estético ante obras
plasticas e incluso literarias.
Es evidente que sus criterios de valoracién no son del todo
coincidentes con los de nuestros dfas, y en ocasiones puede pare-
cernos distante en su elitismo y su planteamiento dogmatico. Sin
embargo, cuando con tanta frecuencia la auténtica creacién se
sustituye por chispazos fulgurantes y afan desmesurado de noto-
riedad, obedientes a operaciones mercantilistas, resulta saluda-
ble —al tiempo que inquietante— sumergirnos en esta obra testi-
monial, impregnada de virginal sencillez, escrita por un hombre
compenetrado con la naturaleza, cuya vida fue tan consecuente
en su profunda autenticidad y humildad.
Manuel CLEMENTE OCHOAPREFACIO
(1857)
1. Quizé se piense que, al prefaciar un manual de dibujo,
deberfa exponer las razones por las cuales hay que aprender a
dibujar; pero esas razones me parecen tantas y de tanto peso que
no podria aqui ni exponerlas ni demostrarlas. Con el permiso del
lector, y dado que el volumen es ya demasiado extenso, renun-
ciaré a cualquier disquisicién en torno a la importancia del tema
y s6lo tocaré aquellos puntos que puedan parecer cuestionables
en cuanto al modo de ser tratados.
2. Para empezar, el libro no est4 pensado para nifios de
menos de doce o catorce afios. No me parece aconsejable indu-
cir a un nifio a la practica del arte si no es con absoluta volunta-
riedad. Si tiene talento para el dibujo, hard sin parar garabatos en
cualquier trozo de papel que consiga; y hay que dejarle garaba-
tear a su arbitrio, y clogiar como se merece cualquier indicio de
esmero o de veracidad en sus esfuerzos. Hay que dejarle que se
divierta con colores baratos asf que tenga el juicio suficiente
para desearlos. Si tan sdlo emborrona el papel con manchas
informes, se le puede quitar la caja de colores hasta que esté
mejor preparado; pero en cuanto empiece a pintar casacas rojas
en soldados, banderas a franjas en barcos, etc., debe disponer de
los colores que pida; y sin limitar, en ese arte imaginativo e his-
tdrico, la eleccién de esos temas de giro militar que tanto gustan
a los nifios (en general absolutamente tan valiosos, dicho sea de
paso, como cualquier pieza de ese arte histérico que deleita a sus16 TECNICAS DE DIBUJO
mayores), el nifio debe ser guiado por sus padres, sin forzarlo,
hacia intentos de dibujar, por muy infantilmente que lo haga, las
cosas que ve y le gustan: pajaros, o mariposas, o flores, o frutas.
3. Mas adelante, el permiso para emplear colores s6lo debe
darsele como recompensa, cuando haya demostrado esmero y
progresos en los dibujos a lapiz. El nifio debe tener siempre a
mano una cantidad limitada de dibujos impresos buenos y diver-
tidos: en nuestros tiempos de ilustraciones baratas, es improba-
ble que un libro cualquiera de cuentos infantiles no tenga bue-
nos grabados en madera, y hay que alentarle a copiar los que
mas le gusten; pero hay que cefiirle a unos pocos grabados y a
pocos libros. Si un nifio tiene muchos juguetes, se cansa de ellos
y los rompe; si tiene muchos dibujos impresos, tan slo perdera
el tiempo garabateando en ellos; limitando el mimero de sus
posesiones, se afina el placer que obtiene de ellas y su atenci6n
se concentra, No hace falta que los padres se molesten en ense-
iarle, en lo que se refiere al dibujo, hasta mas alla de insistir en
los habitos de economia y pulcritud en e] empleo de los colores
y el papel, mostrarle el mejor modo de sujetar el lapiz y la regla,
y, en la medida en que examinen sus resultados, sefialarle los tra-
z0s demasiado cortos 0 demasiado largos, 0 torcidos, por com-
paracién con el modelo; el esmero es lo primero y lo tinico que
deben vigilar. Si el nifio muestra talento para idear o agrupar
figuras, los padres no deben ni frenarlo ni elogiarlo. Pueden refr-
se cordialmente o mostrarse complacidos de lo que ha hecho, del
mismo modo que se muestran complacidos por verle sano 0 con-
tento; pero no deben elogiarle por ser listo, como no deben elo-
giarle por ser forzudo, Deben elogiarle tan sdlo por el coste de
su dedicacién, 0 sea, por su atencién y su aplicacién en el traba-
jo; de otro modo, haran que el nifio trabaje por vanidad, y siem-
pre mal. Los mejores libros que se le pueden proporcionar son
los ilustrados por George Curikshank o por Richter. (Véase
apéndice.) Mas o menos a los doce o catorce afios, habra lega-
do el momento de enfocar al muchacho o la muchacha hacia un
trabajo serio; y entonces este libro, dirfa yo, les sera util; y con-PREFACIO 17
ffo que pueda serlo también para personas de mds edad que
deseen saber algo de los principios basicos del arte.
4. Téngase en cuenta que el método de estudio que aconse-
jo no lo presento como el mejor en términos absolutos, sino tan
s6lo como el mejor que por ahora puedo idear para un estudian-
te aislado. Es muy probable que nuevas experiencias de ense-
fianza me permitan cambiar ventajosamente varias cosas impor-
tantes; pero estoy convencido de que los principios basicos del
método son validos, y la mayor parte de los ejercicios todo lo
utiles que pueden ser sin la supervisiOn de un maestro. El méto-
do, con todo, difiere tan sustancialmente de los que adoptan en
general los maestros de dibujo que quizd seari necesarias unas
palabras aclaratorias para justificar lo que de otro modo podria
parecer una excentricidad obstinada.
5. Los manuales que hoy se publican sobre el tema del dibu-
jo se enfocan, hasta donde sé, hacia uno u otro de dos objetivos.
O bien se proponen dotar al estudiante de una destreza tal en
dibujos 0 acuarelas que emule (de muy lejos) las obras menores
de los artistas de segundo orden, o bien se proponen proporcio-
narle un dominio de las formas matematicas suficiente para
hacerle, en el futuro, capaz de realizar disefios rdpidos y baratos
para las manufacturas. Cuando el dibujo se ensefia como orna-
mento personal, el objetivo suele ser el primero, mientras que el
segundo predomina en Marlborough House y en la asignatura de
dibujo en las escuelas gubernamentales.
6. En lo que hace a la conveniencia de los métodos de estu-
dio adoptados en esas escuelas, dirigidos deliberadamente hacia
el fin buscado, costarfa emitir todavia ningtin juicio; pero creo
que nos hemos acostumbrado demasiado a confundir el arte en
su aplicacién a la manufacturacién con la m manufacturacién
misma. Por ejemplo, la destreza con que un trabajador imagina-
tivo dibuja y moldea una hermosa copa es una destreza de arte
verdadero; pero la destreza con que luego esa copa es copiada y
multiplicada a millares es una destreza de manufactura; y la
habilidad que permite a un trabajador dibujar y elaborar la pieza18 TECNICAS DE DIBUIO
original no ha de ser desarrollada mediante e] mismo sistema
educativo que las habilidades que permiten a otro producir el
maximo numero de copias aproximadas de esa pieza en un tiem-
po determinado. Vayamos mis lejos: es sin duda inadecuado que
ninguna referencia a fines manufactureros se interfiera de nin-
gin modo en la educacién del artista. Primero, intentemos
manufacturar a un Rafael; luego, dejemos que Rafael dirija
nuestra manufactura. Nos dibujaré una bandeja, o una copa, o
una casa, o un palacio, cuando queramos, y lo hard del modo
mas conveniente y racional; no permitamos que la impaciencia
por conseguir la bandeja o la copa se interfiera en la educacién
de Rafael. Empecemos por conseguir el mejor taller y la mejor
mano de obra posible, al margen de cualquier consideracién de
economia o de facilidad de produccién. Luego, dejemos que el
artista adiestrado determine hasta qué punto el arte puede popu-
larizarse, o la manufactura ennoblecerse.
7. Ahora bien, pienso que (independientemente de las dife-
rencias en los temperamentos y caracteres individuales) la exce-
lencia de un artista, como tal, depende enteramente de su finura
de percepci6n y que es eso, por encima de todo, lo que un maes-
tro o una escuela pueden ensefiar; asi como la inventiva distin-
gue a un hombre de otro, la capacidad de percepcidn distingue a
una escuela de otra. Todas las grandes escuelas imponen la deli-
cadeza en el dibujo y la sutileza en la visién; y hasta ahora la
tinica norma sobre arte a la que no encuentro excepcidn es que
todo el gran arte es delicado,
8. Por lo tanto, el objetivo y sesgo principal del sistema
siguiente es conseguir, ante todo, un método de trabajo perfec-
tamente paciente y, hasta donde alcance la capacidad del alum-
no, delicado, con objeto de garantizar en él una percepcidn
correcta. Porque estoy casi seguro de que, cuando percibimos
con la agudeza suficiente, hay muy poca dificultad en dibujar lo
que vemos; pero, aun suponiendo que esa dificultad sea todavia
elevada, creo que la visién importa mas que el dibujo; y preferi-
tia ensefiar a dibujar a mis alumnos de tal modo que aprendieranPREFACIO 19
a amar a la naturaleza que ensefiarles a ver la naturaleza de tal
modo que aprendieran a dibujar. Es también, sin duda, mds
importante para los jdvenes y los estudiantes no profesionales el
saber apreciar el trabajo de otros que el obtener ellos mismos
una gran destreza artistica. Ahora bien, los métodos de dibujo
que se ensefian de ordinario no responden a esa capacidad de
enjuiciar. Nadie que esté adiestrado en la ejecuci6n superficial
de la acuarela moderna puede entender la obra de Ticiano o la de
Leonardo; sera para siempre ciego al refinamiento de los trazos
de esos hombres y a la precisién de su pensamiento. Pero, por
poca que sea la capacidad manipulativa que consiga el estudian-
te con el método propuesto en estas cartas, respondo de que no
ejecutard los ejercicios aconsejados sin empezar a comprender
lo que significa la maestrfa; y, cuando haya adquirido en ellos
una cierta pericia, el placer que obtendra viendo Ia pintura de las
grandes escuelas y su nuevo modo de percibir las exquisiteces
de los paisajes naturales bastardén para compensarle de mucha
mas aplicacién que la que le pido.
9. Esa aplicacidn es, con todo, considerable, y no puede ser
de otro modo mientras el alumno trabaje sin la ayuda de un
maestro. Porque el camino liso y recto que permite progresos
inobstaculizados es, me temo, tan aburrido como Ilano:; y los
setos deben estar cerca unos de otros, y bien cuidados, cuando
no hay ningtin gufa que avise u oriente al viajero errante. E] sis-
tema seguido en esta obra, por lo tanto, sorprenderd un tanto
ingratamente, al principio, a los que estén familiarizados con la
practica de mis cursos en el Working Men’s College; porque allf
el alumno tiene al maestro al lado para sacarle de los apuros que
le supongan sus primeros esfuerzos, se le hace dibujar ensegui-
da con modelos sélidos, y no tarda en encontrar diversién en los
esfuerzos e interés en las dificultades. Por supuesto, el objeto
mas simple que se le puede poner ante los ojos es una esfera; y,
a efectos practicos, un juguete infantil, una pelota blanca de
cuero, me parece mejor que cualquier otra cosa, porque las gra-
daciones en las bolas de yeso de Parfs, que empleo a veces para20 TECNICAS DE DIBUJO
poner a prueba la habilidad de alumnos que tengan ya una prac-
tica previa, son un tanto demasiado delicadas para que un prin-
cipiante las perciba, Se ha objetado que un circulo, o sea, la
silueta de una esfera, es una de las lineas mas dificiles de trazar.
Es verdad;* sdlo que no pretendo que sea trazada. Lo tinico que
el estudio de la bola debe ensefiar al alumno es de qué modo la
sombra da una apariencia de proyeccién. Esto lo aprende del
modo mas satisfactorio con una esfera; porque cualquier forma
sdlida delimitada por Ifneas rectas 0 superficies planas debe
parte de su apariencia a la proyeccién de su perspectiva; la esfe-
ra, en cambio, la cual, sin sombra, seria una simple circunferen-
cia, con el solo afiadido de la sombra adquiere la imagen de una
bola sdlida; y eso resulta exactamente igual de impactante para
el alumno tanto si ha trazado bien la silueta circular como si la
ha trazado mal. Eso no debe preocuparle: si la bola le sale ova-
lada como un huevo, simplemente se le sefialaré el error, y lo
hard mejor la vez siguiente, y la siguiente todavia mejor. Pero se
mantendra atento a la gradacién de la sombra, y la silueta ya se
las arreglara por su cuenta a su debido momento. Hablo de silue-
ta a efectos de una comprensidn inmediata porque, en sentido
estricto, se trata simplemente del borde de la sombra; no permi-
to nunca a ningtin alumno, en mi clase, trazar una silueta en el
sentido ordinario. Se le indica, desde el comienzo, que la natu-
raleza hace resaltar una masa 0 un tinte respecto a otra masa 0
tinte, pero que de siluetas, nada. El ejercicio de silueta, el segun-
do sugerido en esta carta, no lo recomiendo para que el alumno
se capacite para trazar siluetas, sino como tinico modo de que,
sin ayuda, compruebe la precisién de su visidn y discipline el
pulso. Si el maestro esta presente, puede sefialarle los errores en
la forma y en la extensién de la sombra tan facilmente como los
errores de silueta, y el modo de hacer puede corregirsele gra-
dualmente en los detalles de los trabajos. Pero el estudiante ais-
lado s6lo puede descubrir sus propios errores con la ayuda del
* O, mas exactamente, parece ser verdad, porque cualquiera puede ver un
error en un circulo.PREFACIO 21
limite trazado, y s6lo puede comprobar la firmeza de su pulso
mediante un ejercicio que no requiera nada mds que un pulso
firme y del cual queden excluidas cualesquiera otras considera-
ciones (delicadeza, complejidad, etc.).
10. Tanto el sistema adoptado en el Working Men’s College
como el aqui aconsejado coinciden, con todo, en un principio
que considero el mds importante y exigente de todos los que
incluye mi ensefianza: se trata de conceder toda su importancia,
desde el comienzo, al color local. Pienso que el esfuerzo por
separar, en el curso del aprendizaje, la observacion de las luces
y sombras de la del color local ha sido y seré siempre destructi-
va de la capacidad del estudiante de visualizar correctamente, y
que corrompe su gusto en tanta medida como retrasa sus progre-
sos. No robaré tiempo al lector con ninguna consideraci6n en
torno a este principio, pero quiero que lo retenga como el tinico
distintivo de mi sistema, en la medida en que sea un sistema. El
aconsejar al alumno que copie fielmente, sin alteraciones, cual-
quier objeto natural que elija estudiar es til, entre otras razones,
porque, asi, de sencillo, libera de cualesquiera normas sistematicas
y ensefia a dibujar del modo que los muchachos del campo apren-
den a cabalgar: sin silla y sin estribos; porque mi objetivo princi-
pal es, por encima de todo, no que mis alumnos sepan sujetar pri-
morosamente las riendas, sino que monten a pelo sin caerse,
11. En estas recomendaciones escritas, por lo tanto, lamen-
to siempre el tener que aconsejar cualquier cosa que se parezca
a una disciplina mondtona o formal. Pero hay formalidades
indispensables para el estudiante que trabaja sin ayuda, y no me
falta la esperanza de que la sensacién de avanzar con seguridad,
y el placer del esfuerzo independiente, posibiliten al alumno
solitario ejecutar sin fatiga incluso los ejercicios mas tediosos
aqui propuestos. De no ser asi, si los primeros pasos le parecen
fastidiosos, no puedo hacer mas que sugerirle que sopese si la
adquisicién de una facultad tan notable como la de la expresién
grafica del pensamiento merece 0 no un esfuerzo, 0 si es pro-
bable, en el orden natural de las cosas en nuestro mundo ata-22 TECNICAS DE DIBUIO
reado, que un don tan valioso puedan obtenerlo quienes no
sepan valorarlo.
12. Hay, con todo, una tarea de cierta dificultad que el estu-
diante vera que no le impongo: la de aprender las leyes de la
perspectiva. Mereceria la pena que las aprendiera, si pudiera
hacerlo con facilidad; pero sin la ayuda de un maestro, y tal
como la perspectiva queda hoy explicada en tratados, la dificul-
tad supera a la ganancia. Porque la perspectiva no tiene ni la
menor utilidad, excepto en los trabajos rudimentarios. Se puede
dibujar en perspectiva la linea que delimita una mesa, pero no la
marea en una bahfa; por medio de la perspectiva se puede hacer
el escorzo de un tronco, pero no el de un brazo. Sus leyes son
demasiado toscas y limitadas para que puedan aplicarse a nin-
guna forma sutil; por lo tanto, dado que hay que aprender a dibu-
jar las formas sutiles a ojo, esté claro que se pueden dibujar las
sencillas. Los grandes pintores no se preocupan jamds de la pers-
pectiva, y muy pocos de ellos conocen sus leyes; lo dibujan todo
segtin lo ven y, muy naturalmente, desprecian, en los aspectos
sencillos de su trabajo, las normas que no les son de ayuda en los
aspectos dificiles. Llevarfa cosa de un mes de trabajo el dibujar
imperfectamente, mediante las leyes de la perspectiva, aquello
que cualquier gran veneciano dibujarfa perfectamente en cinco
minutos: una guirnalda de hojas alrededor de una cabeza, o las
curvas del tramado en los pliegues de una tela. Es cierto que,
cuando la perspectiva fue descubierta, todo el mundo se divirtié
con ella; y todos los grandes pintores colocaron bellos salones y
arcos detras de sus Madonnas, simplemente para demostrar que
podian dibujar en perspectiva; pero incluso eso lo hacian, en
general, tan sdlo para atraer la atencién del ptiblico, y despre-
ciaban tanto la perspectiva que, si bien se tomaban las mayores
molestias con la anilla de una corona 0 con el borde de una copa
de cristal en el centro del cuadro, retorefan malignamente los
capiteles de las columnas y las torres de iglesia en el fondo, alli
donde querfan que se dirigiesen las Iineas, limiténdose a dejar
tan sdlo la perspectiva suficiente para complacer al ptiblico.PREFACIO 23
13. Dudo que, en los tiempos modernos, haya entre nosotros
ni un solo artista, con la salvedad de David Roberts, que sepa de
perspectiva lo suficiente para trazar a escala un arco gético
desde un dngulo y a una distancia dados. Turner, aunque era pro-
fesor de perspectiva en la Royal Academy, no conocia lo que
ensefiaba y, hasta donde me alcanza la memoria, jamés en toda
su vida dibujé ni un solo edificio de modo fiel a la perspectiva;
empleaba tan sélo la perspectiva que le convenia. Tampoco
Prout sabfa nada de perspectiva y retorcia sus edificios, como
Turner, segtin le parecia. No es que yo justifique esas cosas, y si
que aconsejaria al estudiante que tratase la perspectiva, al
menos, con una minima urbanidad, aunque sin rendirle homena-
je. El mejor modo de aprenderla, por propia cuenta, es poner
una hoja de vidrio, fijada en un marco, de manera que pueda
sostenerse erguida delante de los ojos, a la distancia en que se
supone que sera visto el bosquejo. Que el estudiante dirija la
mirada hacia algtin punto fijo, al otro lado del centro de la hoja
de vidrio, a la altura o la bajura que le parezca; entonces, con
un pincel sujeto al extremo de un palo, mojado con un poco de
color adherente al vidrio, que trace en éste las lineas del paisa-
je tal como se ven a través de él. Una vez trazadas, esas lineas
se ajustan todas a la perspectiva. Si el vidrio se inclina en una
direccién cualquiera, las lineas siguen siendo fieles a la pers-
pectiva, sélo que a una perspectiva calculada para un plano
inclinado, siendo el caso que para la perspectiva comtin siem-
pre se supone que el plano de la pintura es vertical. Es ventajo-
so, en las primeras prdcticas, acostumbrarse a circunscribir el
tema, antes del esbozo, por medio de un marco de madera que
se sostenga derecho ahi delante; asi se tendra claro qué cabe
legitimamente en la pintura, y cudles son las opciones entre un
primer plano restringido y cercano y otro mas amplio y mas
lejano; también a qué altura de un drbol o de una casa se puede
dar cabida, etc.*
»* Si el estudiante es aficionado a la arquitectura y desea saber de perspecti-
va més de lo que puede aprender de este modo rudimentario, Mr. Runciman (4924 TECNICAS DE DIBUJO
14. En las paginas que siguen no digo nada del dibujo de
figuras porque no creo que el dibujarlas como temas principales
pueda servir de nada bueno a un aficionado. Como accesorios en
un paisaje, baste con dibujarlas en base a los mismos principios
que cualquier otra cosa.
15. Por tiltimo: si al estudiante le parece oscura cualquiera
de las instrucciones subsiguientes, 0 en una fase cualquiera de
las practicas aconsejadas tropieza con dificultades que yo no le
haya preparado lo suficiente a superar, puede dirigirse por carta
a Mr. Ward, que es mi ayudante en el Working Men’s College
(45 Great Ormond Street); él le proporcionaré cualquier ayuda
que necesite, por la cantidad mas médica imprescindible para
remunerar la ocupacién de su tiempo. Yo mismo, aunque me
encantarfa hacerlo, no dispongo de tiempo para responder a car-
tas indagatorias; pero Mr. Ward puede en cualquier momento
remitirme una pregunta, cuando él lo juzgue necesario. Conffo,
sin embargo, en que en la obra ya se aportan las orientaciones
suficientes para evitar que surjan dificultades serias; y creo que
el estudiante que se ajuste a sus instrucciones descubrird que, en
general, las mejores respuestas las da la perseverancia, y que los
mejores maestros de dibujo son los bosques y las colinas.
Acacia Road, St. John’s Wood), que fue mi primer maestro de dibujo, y a quien
debo muchas horas felices, podra ensesefiarsela de modo rapido, facil y correcto.ADVERTENCIA _
A LA SEGUNDA EDICION
(1857)
Dado que una o dos preguntas que me han hecho desde la
publicacién de esta obra han indicado puntos que requieren elu-
cidacién, he afiadido unas pocas notas breves en el primer apén-
dice. No considero deseable modificar de ningtin otro modo la
forma de un libro, ni afiadirle materia, en sus ediciones sucesi-
vas; me he limitado, por lo tanto, a arreglar la redacci6n de algu-
nas frases oscuras; con esta sola excepcidn, el texto conserva, y
conservard, su forma original, que ponderé cuidadosamente. Si
al ptiblico le parece util el libro, y pide de él nuevas ediciones,
las notas adicionales que puedan ser necesarias —ya procuraré
que no sean numerosas— irén siempre en el primer apéndice, y
ahf pueden remitirse de inmediato, en cualquier bibloteca, los
que tengan ediciones anteriores.
3 de agosto de 1857CARTA 1
SOBRE LA PRIMERA PRACTICA
1. Querido lector,
que este libro te sea Util o no depende enteramente de tus
razones para querer aprender a dibujar. Si lo nico que deseas es
disponer de una habilidad agradable, poder conversar fluida-
mente sobre dibujo o entretenerte ociosamente en horas ociosas,
no puedo ayudarte; pero si quieres aprender a dibujar para poder
registrar de modo claro y til cosas que no admiten ser descritas
con palabras, ya sea como ayuda a tu recuerdo de ellas, ya para
transmitir acerca de ellas ideas precisas a otras personas; si dese-
as obtener percepciones mds vivas de la belleza del mundo natu-
ral, y conservar algo asf como una imagen verdadera de cosas
hermosas que sean perecederas o que hayas de abandonar; si
deseas, también, entender la mente de los grandes pintores, y
poder apreciar sus obras con sinceridad, examinarlas y valorar-
las por tu propia cuenta en vez de tan sdlo apropiarte de opinio-
nes ajenas, entonces si puedo ayudarte 0, mejor todavia, mos-
trarte c6mo puedes ayudarte a ti mismo.
2. Pero has de tener claro, ante todo, que esas capacidades,
que son ciertamente nobles y deseables, no pueden conseguirse
sin trabajo. Es mucho mas facil aprender a dibujar bien que
aprender a tocar bien un instrumento musical cualquiera; pero ya
sabes que se necesitan tres 0 cuatro afios de practica, a tres 0
cuatro horas diarias, para adquirir un dominio tan sdlo ordinario
del teclado de un piano; y no creas que un dominio magistral del28 TECNICAS DE DIBUIO
lapiz, y el conocimiento de lo que puede hacerse con él, puedan
lograrse sin laboriosidad ni en un tiempo muy breve. La especie
de dibujo que se ensefia, 0 que presuntamente se ensefia, en
nuestras escuelas, en un curso o dos, a razén quizé de una hora
de practica por semana, no es dibujo en absoluto. Es tan sélo la
ejecucién de unos cuantos trazos diestros (aunque no siempre
llegan a tanto) sobre un papel con un lapiz de grafito, improve-
chosa tanto para el ejecutante como para el espectador salvo en
lo que hace a vanidad, y a vanidad de la mas modesta. Si cual-
quier joven personita, después de habérsele ensefiado lo que, en
los circulos sociales, se denomina «dibujo», intenta copiar la
pieza mds comin de arte real (por ejemplo una litograffa en la
portada del programa de una nueva 6pera, o un grabado en
madera impreso en el mds barato de los periddicos), sufrird una
derrota completa. Sin embargo, esa litograffa vulgar fue dibuja-
da con tosca tiza, mucho més dificil de manejar que el lapiz que
presuntamente domina una damita bien pulida; y ese grabado en
madera fue dibujado a toda prisa y quedé medio estropeado
durante las incisiones posteriores; y una y otro fueron realizados
por personas a las que nadie considera artistas, ni son elogiadas
por su destreza; ambos se hicieron por el pan de cada dia, sin
mas orgullo de artista que el que pueda sentir cualquier sencillo
artesano del trabajo del que vive.
3. No creas, pues, que puedes aprender a dibujar, como no
puedes aprender un nuevo idioma, sin un cierto trabajo duro e
ingrato. Pero tampoco temas, por otra parte, si estas dispuesto a
pagar ese precio y deseas hacerlo, que puedas resultar incapaz de
progresar por ausencia de un talento especial. Es cierto, eso si,
que las personas que poseen un talento peculiar para el arte dibu-
jan instintivamente y progresan casi sin que les ensefien; pero
nunca sin esfuerzo. Es cierto, también, que hay muchos grados
de talento inferior para el dibujo: a tal persona le llevaré mucho
mas tiempo que a tal otra el conseguir los mismos resultados, y
los resultados tan penosamente alcanzados no le serén nunca tan
satisfactorios como los que se obtienen con mayor facilidad siCarta 1. SOBRE LA PRIMERA PRACTICA 29
las capacidades estén adaptadas naturalmente al estudio. Pero no
he encontrado todavia, en los experimentos que he hecho, a
nadie que no pueda aprender a dibujar en absoluto; y, en gene-
ral, cada cual tiene una capacidad satisfactoria y utilizable para
aprender a dibujar si lo desea, del mismo modo que casi todas
las personas son capaces de aprender francés, latin 0 aritmética
hasta niveles aceptables y ttiles si su suerte en la vida les exige
poseer esos conocimientos.
4. Suponiendo, pues, que estés dispuesto a aceptar una cier-
ta dosis de trabajo duro, y a soportar valientemente un poco de
fatiga y unas cuantas decepciones, puedo prometerte que una
hora de practica diaria durante seis meses, o una hora dfa sf y dfa
no durante un afio, 0, repartiéndolas segtin mejor te convenga,
unas ciento cincuenta horas de practica, te proporcionarén la
capacidad suficiente para dibujar fielmente todo lo que quieras,
asf como, hasta cierto punto, un criterio justo sobre las obras aje-
nas. Si de todas esas horas dispones ahora de una, podemos
empezar enseguida.
EJERCICIO |
5. Todo lo que ves en el mundo que te rodea se ofrece a tu
visién tan s6lo como una disposicién de manchas de colores
diferentes con sombreados variados.! Algunas de esas manchas
1. (N.B. — Esta nota s6lo es para satisfacer a los lectores incrédulos 0
curiosos. Puedes pasarla por alto si tienes prisa, 0 si ya te fias de lo que se dice
en el texto.)
La percepcién de la forma sdlida es enteramente una cuestién de expe-
riencia. S6lo vemos colores planos; y es tan s6lo mediante una serie de experi-
mentos que descubrimos que un drea negra o gris indica el lado oscuro de una
sustancia s6lida, 0 que un tono claro indica que el objeto en el cual es visto estd
lejos. La capacidad técnica para pintar depende por completo de la recuperaci6n
de lo que podriamos denominar la inocencia de la mirada; es decir, de una
especie de percepcién infantil de esas areas planas de color, vistas simplemen-
te como tales, sin tener conciencia de lo que significan: tal como las verfa un
ciego si de pronto pudiese ver.
Por ejemplo: cuando la hierba esté fuertemente iluminada por el sol en30 TECNICAS DE DIBUJO
de color aparentan tener lineas o texturas, del mismo modo que
un trozo de tela o de seda tiene fibras, o que la piel de un ani-
mal muestra una textura de pelos; pero, sea ése 0 no el caso,
la primera apariencia del objeto es, a grandes rasgos, el de
una mancha de un color determinado; y lo primero que hay que
aprender es cémo elaborar superficies lisas de color, sin
textura.
6. Esto sdlo puede hacerse adecuadamente con un pincel;
pero un pincel, dado que tiene la punta blanda, provoca tanta
inseguridad al pulso de una mano inexperta que es prdcticamen-
te imposible empezar con él el aprendizaje del dibujo, y en las
primeras practicas es mejor emplear algtin instrumento de punta
ciertas direcciones, cambia del verde a un peculiar amarillo de aire un tanto pol-
voriento. Si hubiéramos nacido ciegos, y de pronto pudiéramos ver una superfi-
cie de hierba asf iluminada por el sol, nos pareceria que parte de la hierba es verde
y otra parte de un amarillo polvoriento parecido al color de las flores llamadas pri-
maveras; y, si hubiera primaveras cerca, la hierba iluminada nos parecerfa otra
masa de plantas del mismo color amarillo-azufre. Intentarfamos recoger algunas,
y entonces nos darfamos cuenta de que el color desaparece de la hierba cuando
nos interponemos entre ella y el sol, pero no desaparece de las primaveras; y por
medio de una serie de experimentos descubrirfamos que el sol era realmente la
causa del color en la primera, pero no en las segundas. Pasamos por esa clase de
procesos de experimentaci6n, inconscientemente, en la infancia; y una vez hemos
Megado a conclusiones sobre el significado de determinados colores, supone-
mos siempre que vemos lo que tan s6lo conocemos, y apenas si tenemos con-
ciencia del aspecto real de los signos que hemos aprendido a interpretar. Son muy
pocos los que tienen idea de que la hierba iluminada por el sol es amarilla.
Pues bien, un artista de alto nivel siempre se ha retrotraido lo mas posible
a esa condicién de visién infantil. Ve los colores de la naturaleza exactamente
tal como son y, por lo tanto, percibe enseguida, en la hierba iluminada, la rela-
cidn exacta entre los dos colores que forman su sombra y su luz. A él eso no le
parece sombra y luz, sino un verde azulado rayado de dorado.
Esfuérzate, pues, ante todo, por conyencerte de ese hecho importante rela-
tivo a la visién. Este objeto que tienes entre las manos, que sabes por la expe-
riencia y el tacto que es un libro, para tu visi6n no es sino un drea blanca diver-
samente moteada de negro; esa otra cosa que tienes cerca, que por experiencia
sabes que es una mesa, para tu visién sélo es una mancha marr6n diversamen-
te sombreada y veteada: y asf sucesivamente; y todo el arte de la pintura con-
siste sencillamente en percibir la forma y la intensidad de esas manchas de
color, y en poner en el lienzo manchas de iguales proporciones, intensidad y
forma. La Gnica traba para el éxito en la pintura es que muchos colores reales
son mas luminosos y ms palidos de lo que es posible poner en el lienzo: debe-
mos poner otros mas oscuros para representarlos.‘Carta 1. SOBRE LA PRIMERA PRACTICA 31
dura y fina, tanto para dar apoyo a la mano como para trabajar
en el tema con una punta tan fina que la atencién se dirija ade-
cuadamente hacia las porciones mas menudas. Incluso los mejo-
res artistas necesitan a veces estudiar los objetos con un instru-
mento puntiagudo, para de ese modo disciplinar la atencién; y
un principiante debe conformarse con hacerlo asf durante un
perfodo considerable.
7. Observa también que, antes de preocuparnos por las dife-
rencias de colores, debemos capacitarnos para aplicar un color
de modo adecuado, en cualesquiera gradaciones de intensidad y
cualesquiera formas queramos. Intentaremos, por lo tanto, en
primer lugar, poner tintes o manchas grises, de la intensidad que
queramos, usando un instrumento puntiagudo. Toma una pluma
de acero de punta fina (una pluma litogrdfica de cuervo de
Gillott sera la més adecuada) y un trozo de papel enteramente
liso, pero no lustroso: papel de libreta, de tono crema, y emplea
tinta que ya haya estado un cierto tiempo en el tintero, para que
sea enteramente negra, con el grosor maximo que sea posible sin
obstruir la plumilla. Toma una regla y traza cuatro Ifneas rectas
que delimiten un cuadrado, o un semicuadrado, mds o menos del
tamafio de a en la Figura 1. Digo un semicuadrado porque no
importa en aboluto que sea o no un cuadrado: vale tan slo como
espacio delimitado por lineas rectas.
6
Figura 1. Rellenar un cuadrado
8. Ahora, intenta rellenar ese espacio cuadrado con rayas
cruzadas de modo tan completo y uniforme que parezca un
pedazo cuadrado de seda o tela gris, recdrtalo y ponlo en el papel
blanco, como en b. Llénalo rapidamente, primero con lineas rec-
tas en cualquier direccidn que te parezca, sin preocuparte de tra-32 TECNICAS DE DIBUIO
zarlas ni mds juntas ni mas pulcras que en el cuadrado a. Deja
que se sequen por completo antes de retocarlas. (Si trazas tres 0
cuatro cuadrados unos junto a otros, siempre podrds ir trabajan-
do con uno mientras los otros se secan.) Luego, recubre esas
lineas con otras en una direccién diferente, y déjalas secarse;
luego, todavia en otra direccién, y que se sequen. Espera siem-
pre lo suficiente para que no formen grumos, y traza las lineas
tan aprisa como puedas. El trazado de cada una de ellas debe ser
tan rapido como el correr de la pluma de alguien que escribe
fluidamente: pero si intentas alcanzar de entrada esa gran velo-
cidad, rebasards los bordes del cuadrado, y eso es un error en el
ejercicio. Con todo, a veces es mejor hacerlo asf que trazar las
lineas muy lentamente, porque en este Ultimo caso la pluma deja
un menudo grumo de tinta al extremo de cada Ifnea, y esas man-
chas estropean el trabajo. Traza, pues, cada linea rapidamente,
deteniéndote siempre todo lo cerca que puedas del borde del
cuadrado. Los extremos de las lfneas rebasaran el borde y luego
habré que quitarlos raspandolos con una cuchilla, cosa que no
debe hacerse antes de haber terminado todo el trabajo, porque el
papel raspado se pone rugoso y la Ifnea siguiente que desborda-
se el cuadrado harfa una mancha.
9. Cuando hayas hecho eso tres 0 cuatro veces, verds que
ciertas porciones del cuadrado quedan mds oscuras que otras.
Intenta ahora hacer las porciones mas claras tan oscuras como el
resto, buscando que el conjunto sea de intensidad y oscuridad
uniformes; cuando vuelvas a examinar el trabajo, verds que los
sitios donde hay mds lineas o donde estén mds juntas parecen
mas oscuros; por lo tanto deberds insertar, entre las Ifneas de las
porciones mas claras, otras Iineas, 0 rayitas y puntos. Alli donde
haya rayas muy visibles, raspalas con suavidad, porque la mira-
da no debe ser atrafda por ninguna Ifnea en particular. Cuanto
més cuidadosa y delicadamente rellenes los pequefios espacios
vacfos 0 claros, tanto mejor: el progreso seré mayor si haces per-
fectamente dos o tres cuadrados que si haces mal muchos més.
A medida que las rayas de tinta vayan estando mas juntas yCarta 1. SOBRE LA PRIMERA PRACTICA 33
empiecen a dar un resultado uniforme, ve trabajando cada vez
con menos tinta en la pluma, hasta casi no dejar marca en el
papel; y por tiltimo, raspa las porciones demasiado oscuras con
mucha suavidad, y con paciencia, desgasténdolas suavemente
hasta un tono uniforme. Te dards cuenta de que lo mas dificil es
conseguir la uniformidad: tal parte del cuadrado siempre se ve
mds oscura que tal otra, o el conjunto tiene un aire granulado y
arenoso. Cuando el papel esté ya muy dspero y sucio, tiralo y
empieza con otro cuadrado, pero no te des por vencido hasta
haber sacado todo el partido posible de cada cuadrado. El tinte,
finalmente, deberfa ser al menos tan compacto y regular como
en b, Figura 1. Descubrirds, con todo, que es muy dificil conse-
guir un tinte pdlido; porque, naturalmente, las rayas de tinta
necesarias para obtener un tinte uniforme ennegrecen el papel
mas de lo que quieres. Debes superar esa dificultad no tanto
espaciando las lineas como tratando de dibujarlas muy finas,
suaves y ligeras, siendo muy cuidadoso en el rellenado y, por
tiltimo, retocando el conjunto con la cuchilla. Si trabajas simul-
taneamente con varios cuadrados, y reservas para el mas palido
la pluma cuando tenga la tinta casi agotada, te iré mejor. Al final,
el papel debe estar cubierto entero de un tono ligero y uniforme,
sin que se vea distintamente ninguna lfnea en particular.
EjERCIcIO II
10. Dado que este ejercicio de sombreado es muy fatigoso,
conviene variar alterndndolo con otro. La capacidad de sombrear
correctamente depende sobre todo de la ligereza de la mano y de
la agudeza de la visi6n; pero otras cualidades necesarias no de-
penden sélo de la ligereza, sino también de la firmeza de la mano;
y la vision, para un dominio perfecto, debe ser precisa ademas de
aguda; la visi6n clara no basta: hay que medir con justeza.
11. Consigue, pues, cualquier libro de botdnica barato que
tenga laminas de siluetas de hojas y flores, y tanto da que sean34 TECNICAS DE DIBUJO
buenas o malas; British Flowering Plants, de Baxter, ya sirve.
Copia cualquiera de las siluetas mds simples, primero con un
lapiz de mina blanda, siguiéndola a ojo tan aproximadamente
como puedas; si no te parecen bien las proporciones, borra
y corrige, siempre a ojo, hasta que creas que la cosa esta bien;
cuando la tengas a tu gusto, pon papel de calco en el libro, traza
con él la silueta que has copiado, y aplicala encima de la tya;
una vez descubiertos de ese modo los errores, corrigelos
pacientemente hasta tener tu dibujo lo mas arreglado posible.
Trabaja con un lépiz muy blando, y no borres con fuerza? para
no estropear la superficie del papel; tanto da si el papel se ensu-
cia mucho, pero no lo pongas rugoso; y deja en paz las siluetas
mal dibujadas cuando no se interfieran de veras con la correcta.
Conviene que te acostumbres a ciselar y moldear el dibujo en un
papel sucio. Cuando tengas la cosa lo mejor que puedas, toma
una pluma de ave, de punta no muy fina; apoya la mano en un
libro de un grosor de mas 0 menos pulgada y media, para sos-
tener la pluma un buen rato; y repasa a tinta la silueta a lapiz,
levantando la pluma cuantas menos veces mejor y sin apretar
mas en una parte de la Ifnea que en otra. En la mayor parte de
los dibujos en silueta actuales, hay partes de las curvas que son
mas gruesas para dar un efecto de sombreado; esos trazos son
malos, pero titiles para tus ejercicios siempre que no los imites;
es mejor, con todo, que elijas un libro con siluetas puras. No
importa en absoluto que tu silueta a tinta sea delgada o gruesa;
lo que sf importa mucho es que sea regulary, no mas gruesa en un
sitio que en otro. La habilidad que se busca es la de dibujar una
2. La miga de pan va mejor, si el dibujo es delicado, que la goma de borrar,
porque afecta menos a la superficie del papel; aunque, eso si, se desmigaja por
la habitaci6n y la ensucia; y, adem4s, gastas pan bueno, y eso es mal asunto; y
tu dibujo no se mantendrd por mucho tiempo digno de las migajas. Utiliza,
pues, la goma de borrar, muy suavemente; 0, si la usas con energia, limitate a
apretarla, sin frotarla por el papel, y deja tal como estén los trazos a lapiz que
no marchen, sin arreglarlos. En un dibujo terminado, los trazos a lapiz no borra-
dos son a menudo Utiles porque contribuyen al tono general y te permiten resal-
tar pequefias luminosidades.
3. Unos tres centimetros y medio. (N.d.T.)