You are on page 1of 62
Paidés Comunicacidn/63 hi as pando 12K Kiri Semin des recone ares pie cooeatioemeemny ee BER apa manne Bias ieee eee eee een eeenes eer tie Avi Taal enol ionic a eee ne be Moisi woman eis ieee eee ih ieee Sane fees a See a ep cmtie eee hone owe iam sg, itcwond La earn de commiccin ra “ae Gena 2 Bnei BEES SaaRCcerresapr ee! f Hi HEHED Eigii oeaeeeeroneesptantenseeeceueeeseeey , Vincent Price “-3- Contned Ea kbenslin poe. Coos La opinién publica Esfera publica y comunicacién . : Ny $ Ediciones Paidés Barcelona-Buenos Aires-México 3037 ‘ibe eninge por Sage Pubeatom, Newbury Pak, Camis Tres de Pir Vue Mo icin 198 Suen iriaeents eos fatal Pais, SAICE, Dept ea B:25.1201094 eds 7-000 Back Imresen spa Pra a Span ‘Sumario Prefacio Ellen Wartellay Steve H. Chafee Agradecimientos Origenes dela idea [El nacimiento de la opinign publica La opinign piblica como objeto de estudio Principales problemas relativos ala opinion piblica 3. El concepto de «piblicon Multitud, pabico y masas Las cuestiones los publicos [ea observacién del piblico 4. Conceptulizacia de opiniones Opiniones y actitudes Llinferencia de bases psicoldgicas para las opiniones u B 4 7 18 2 2 8 2 6 @ m EA OMNION Poin Observacién de opiniones. 3 5. Conceptualizacin del proceso dela opinidn piblica . 97 ‘Aspectos colectivoe individual... s,s 9B Lanocién de debate pico. 2... 22. 100, Actores de la politic, periodistasy piblico siento” 105 (Observaciéa dela opinion publica... 0 Observacida del proceso de debate publico "7 CConelusin: a opinidn pblica como concepto comuni cave. 20 Bibliografia ine 123 Indice analitico 2 ‘A través del andlisisy la interpretacidn de las publicaciones itaras, especialstas de cada Area investigan hasta dade Se a llegado en et uso de un determinado concepto y sefiaian ‘prometedoras drecciones para trabajos posteriores. ‘Em este volumen dedicado a a opinion publica, Vincent Pri- ‘ce analiza uno de los temas principales de nuestro campo. La ‘omunieaciOn, en muchos aspects, ha estado inextricablemen- {e unida al andlisis de la opinién publica durante poneracions, pero gran parte de los Vinculos.no se han explicado hasta ahera Price aclara ls muchas formas en que l opinion publica es.en lo esencal, un concepto relacionado con el proceso y los efectos de la comunicacion. Para ls estudiantes dela comunicacién, testo realza la relevancia del ibro; para los que se acerca al tema provedentes de otros campos, esta caractrisica les pro- porciona un facil acceso a las pubicaciones sobre comuni ign. Elandlisis de Price ooupa tina posicion destacada entrclos| tratamientos tipicos de la opinisn pablica por pare de loses- 0 LAomnton rustica Pecialistas en ciencias politicas, socidlogos y socio-psicdlogos. El texto empieza con una vision histrica del concepto de ‘opinisn pabliea tal como surgi en a flosofia de la lustracion. Esto implica tener en consideracin las varadas concepciones de lo que significaba puiico en la teoria democriticaclésica. Este primer estudio va seguido de una cuidada explicacion de los diversas usos, en el sigo XX, de opin y otros conceptos ‘relacionados. Queda claro que la sparicion de la industria de cencucstas de opinién ya conexi6n, investiga por los psicolo- 08, entre opinién y actitud han removido laopinign publica de us races intelectuales al tiempo que han abierto nuevas yfasci- nantes lineas de investgacion libro integra esas nocionesdivergentes en un modelo dis cursivo de opinion publica, enfocindola a ls interacciones ea tre (y dentro de) ls agrupaciones sociales, lo que anticipa la discusién sobre cusstiones pablicas. Price presenta una inter pretacién convineente de modelos eunidos basados en datos de nivel individual y modela «un piblico» que se define respectoa luna situaciin. Su modelo revisa lo publicado actualmente y se fala el camino a futurasinvestigaciones que quisiran incorpo rar el papel de periodistas, politicos yencuestadores en el mode- lado del discurso publico. Ellibro yuxtapone ef trabajo de historiadores, filisofos. psi <élogos,especialistas en cienciaspoliticas y soidlogos de varias tendencias y ofree ales estudiosos en tals dsciplinas una sidn dela opinién publica tal y como se ulliza en los estos sobre comunicacion, Para el estudiante que alin desconoce la ‘materia, proporciona una coneisa introduceién a un vasto tema ¥ademtis, también considera intrineados problemas concep- {Wales que contindian ocupando las mejores mentes de este camm= po, ELLEN WARTELLA, editor ascciado STEVEN H. CHAFFEE, director de la serie Agradecimientos He disrutado de la ayuda de varios olga yamignsdurarte lapreparacgn de xtc br. Las sugereneiaseitoriales de Stv:n Chale y Elen Wares ha sido de gran ayuda, como tambiin Jo eron ls comentarios sobre borradoresprevios hechos pot Jon Cowan. Susan Herbst, Hayg Oshagan, Diana Owen, Join Peters David Ritchie, Caroline Schooler, Howard Schuman, Eleanor igs, Mic Trago y fn Zale. ves des icpacon en mis pbliciconesprevias sobre el concept de pm bi, Rashard Canery Donald Reber an rea iualment vaiosascontribuciones Estas y otras personas. esp Cialmente Annette Price, merecen gran prt del crdito de ib: Yo tnicamente soy responsible desu contenido El trabajo solre {manaserto cont eon e apoyo parcial del Marsh Center prs 1 Study of Journalistic Performance del Departamento de Co- mmunicaign y del Media and Politics Progam del Center for Politi Studie dela Universidad de Michigan "Vincent Price 1, Introduccion Elconcepto de opinién piblica es uno de los mds importan- tesy vitals de las ciencias sociales. Se aplica extensamenteen Dsicologi, sociologia, historia, ciencias polticas y comunica- ign, tanto en investigaciones universtaras como en elentomo 4e suaplicacign, Pacos conceptos han creado un interés social y politico y un debate intelectual tan extensos. Poros tienen, cer- Tamente, unas rafces tan profundas en el pensamiento occiden- tal, Pueden encontrarse idea rspecto a a opinidn publica en la Filosofia del siglo XVIII, en la literatura del Renacimiento, ¢ incluso en trabajos de Piatn y Aristteles. Las publicaciones sobre opinin publica abarcan el paisaje completo de Ia inior- macin social, desde los argumentos de influyentes tdricos de Ta democraciayeriticos sociales (por ejemplo, Rousseau, 1762/ 1968: Bentham, 1838/1962; Bryce, 1888; Lowell, 1913; Lipp- ‘mann, 1922) hasta destacados trabajos de sociologiay psiclo- fa social (por ejemplo, Tarde, 1890/1903, McDougall, 1920; ‘Aiport, 1924) y los estudios empiricos seminales sobre los efec- 4 LA ORINION PoBLiCa tos de os medios de comunicacidn de masas (Lazarsfel, Berek son y Gaudet, 1944; Hovland, Lumsdaine y ShefMield, 1949), ‘A pesar de su uso, el concepto de opinida pabliea continia, siendo controvertido. Desde el advenimiento de ls tenicas de cencuestasy su aplicacin a la opinion publica, a princpios del siglo XX, los analstas se han visto continuamente forzados a refinar, adaptar y ampliar vijos conceptasy nociones tedrcas a Ja luz de esfuerzos empiricos de investigacion. A lo largo del ‘camino, los investigadores se han enfrentado frecuentemente Por sus aproximaciones conceptuales,¢ incluso en sus propias definiciones de opinion publica. cEs la simple suma de puntos 4e vista individuales (Childs, 1939)? ,O es, por el contratio, un nivel colectivo, producto emergente del debate y a discusidn ‘que no puede «teducirse» a individualidades (Cooley, 1902: Blumer, 1948)? La dificultad de definir la opiniin publica como un objeto empirico de estudio quedé mejor expresada, tl ver, bor Key, en 1961. «Hablar con precisién de opiain plbica», escribid, wes un empefo no muy diferente de vérselas con el Espiritu Santo» (pag 8). Las publicaciones sobre investigaciGn en torn a la opinién paiblca son ya muchas, van en continuo aumento, y dependen del debate tedrico. Incuso para los investigadores activos de este campo, el trabajo de clasificacién de los escritos dedicados «ls opinion publica puede ser bastante desalentador. Por tal ‘az6n, el presente libro estd pensado como un plano para este extenso terreno de investigaciOn,diseiado para servir como i troduceidn alos principales caminos conceptual yl puentes ‘Que unen la investigacion sobre opinign publica a través de d- Versasdisciplinas, Esquema det tbro Baker (1990) sugirié que la idea de opinién pica, como se ‘conccbia durante el siglo XVIII ra implictamente paradojica ‘Alotorgar el itlo de «piblica» a la opinin, los pensadores de {a Mustracién implicaban universalidad, bjeividad y raciona- lidad, Por otra parte, el propio concepto de opinign sugiere una considerable Nuctuacién y una gran incertidumbre Baker, 1990, ig, 168) Unit os conceptos de puileayde opinidn represents lun intento filosfico-iberal de unir el «uno» y los «muchos», lunir el bienestarcolectvo alas ideas y preferencia individu INTRODLCCION 8 es Noes eto pues, au seers para dfn ‘Go race emf puics desta opustes que localiza holon publics en clin dem colada y detiniions meduetnisas qu a encenian en los navies vin dn comple, incluso prada naturalera, a analiza en ete bw mayortaramente Exemend esevidentecncieqena neal rhb, aue primero saa separadamente¥ empues inten Shirt aspects ceva inva del concept. La disc Gn nena asimismo aciaar tras lias portant She esblidad socal y camo socal, ere pensamieno¥ Scion ence ynasa~quecacoctransueoresin 519050 ‘Solu ene concepo de opnn publi Se previene a iors ib ne pone vasa» ca cnc de opntn pla Se propo, en cambi arfoy temas prinapacs que creulan 2 aves dea vers cblcaionts que mecca el oncepto x El libro sigue asimismo una trayectoria cronolégica. Empie- za preentandn agus delos concepts mn iano a Tan Tones problemas poifcor que han modelo e tcnsameto sobre fs opin public spt segundo a Penis nsora que hy vel desarall dl concep, ese mat us aren at aie once aos XVrity ADK ensfce lgunas Gear pines oesoe inteesesnrmatior ube In opinion pobica We Sn otra vesicon sen xia" ‘ltr tat apronimacions concepts pra clentendimiento de ain cro una enad cole. Enal se inveiganconeepciones socolifeas “dara pri patente is par slo Xa deh ico como Un fro oa ansitrio eimpressament Oa mrad ue emerge dea disuni6ny debate sobre un ato a aamulcan de pice, conierindlo enialmes ‘Smoumejemplo de conducts clea, urd clad por SSresigacen dela pndnen nivel individual sel ai tmnt eas cic de enone) low avancesen a median A: actu, Sin embargo una revsin de os arparientos icasntgue se invecay de ona divers ene nvesteaon SSntemporine sob opinion pb, ute qe ls mods socilgiesacionales a menos impletamente anno ros Sin abandons, canta curt tata sobre sroximones concepts 6 LAOMINION PURER para el entendimiento de opiniones. El tefinamiento de las the: nicas de investgacion y medicién de In actitud llevs la investi tacién sobre opinién publica a Ia vanguardia de las iencias sociales, en América en los aflos treintay cuarenta, y, con este Aorecer de la investigacion leg un aumento de la atencidn ‘conceptual y tedrica hacia la opinién de los individuos y sus niga publica. El término pblica comparte una dualidad de wo similar. Siguiendo ls famosas palabras de Abraham Lincoln la palabra «publico» signficaba originalmente dos cosas: «del 2 LA GrINON PoMLICA pucblo» (al referrse a acceso comiin) y «para el pueblo» (al ‘eferise al bien comin. So legs a significar «por el pueblo» (cs decir, realizado porla gente corriente, enel sentido en que, a ‘menudo, pensamas en el término hoy dis) mucho més tard, El nacimiento de la opinion pibliea La combinacién de pilico y opinién en una expresién dnica, ulizada para referirse a juicios eoectivos fuera de laesfera dl sgobiemo que afecien ala toma de decisiones politicas,aparecié siguiendo varias tendencias politcas, econémicas y sociales feuropeas (Speier, 1950; Lazarsfeld, 1957; Ginsberg, 1986). Aunque al menos un historiador aeredita que ls ingleses usa ‘ban frases tales como xopinién del pueblo» y wopinién del pie blico», en época tan temprana come 1741 (Gunn, 1983), secon sidera alos franceses it mayoria de ls veces, como inventores ¥¥popularizadores del concepto (Habermas, 1962/1989; Noelle- ‘Neumann, 1984; Ozouf, 1988). Nocle-Neumann (1984) acted twa Rousteau como primer usuario dela fase opinion publi- ‘que, hacia 1744, ulilizandola en el segundo sentido de opiaiin anteriormente definide, como referencia alas eosturbresy mo- os de la sociedad (véase también Baker, 1990), De cualquier forma, hacia 1780 Ios escrtoresfranceses hacian uso extensivo 4e a opinin piblica para referirsea un fendmeno mis politico ‘que socal, a menudo en union con abien publicon (bien public, ‘espiritu publico» (esprit publ), wconciencia publican (cons cence publique), y ots términos relacionados (Ozout. 1988, pi, 83), ‘Los hechos histéricos involucrados comienzan en época {emprana, en el siglo XV, con el advenimiento de la imprenta 4e tipos mviles (Childs, 1965) Este desarrollo teenol6pico per smitié una amplia difusidn de las publicaciones, que se reforz ron en el siglo XVI con el incremento de comerciantes clases dirgentes y una expansion de a alfabetizacion. La tia ten- dencia fue impulsada por la Reforma protestant, que cre6 un famplio publi lector, sin mediacion formal de la iglesia, con especto a la literatura religiosaescrita en lenguas vernéculas (Speier, 1950, pag. 381) La profesionaizacion de las artes, es- pecialmente laliteratura,reemplaz el primitive sistema de me- ‘Senazgo por otro en el cual autores artista dependian, para su Sustento, del apoyo popular (Habermas, 1962/1989) Socieda- PROBLEMS RESPECTO A LA OPINION PUBLICA 23 es de lector ylbrerias de segunda mano empezaron a flore- ‘er, y hacia finales del siglo XVII la literatura moral y politica ra hastante popular entre ls cases cultas (Speier, 1950; Ha- bbermas, 1962/1989: Darnton, 1982). Ta Reforma fue importanie por varias razones, mas a sui efectos en la circulacion de la iteratura Las ensefanzas de Calvino y Luterocuestionaron el orden sociopolitio dela auto- Fidad y la jurisdicciOn papal, de tan larga permanencia. Tal vez 4e forma mas ertca, las ensefiancas protestanes contenian en ‘su esencia una nueva concepcin individualista de la persona, ‘Sancionaron la autoridad selar en todo, excepto en los dom. nios directamente morales o religiosos de la vida, y apovaron la idea de que los individuos son eduetios de sus propiosdestinos» (Held, 1987, pig. 40) A Finals del siglo XVI, las ideas desen- ‘cadenadas por la Reforma habian evolucionado hacia filsofias Tiberales mis profundas (por ejemplo, Locke, 1690/1963), que ‘firmaban qu los individuos deberian ser libres'de seguir sus propias preferencias en todos los aspectos dela vida religiosos, ‘scondmicos y politicos (Held, 1987, pags. 51-54). FEmergencia de una evera publica. Habermas (1962/1989) indicaba que estas tendencias historias, intimamente unidas al crecimiento del capitalismo y el dominio de una burguesia europea, cone tempo dieron como resultado una esfera pil fea de razonamiento critco. lo largo de finales del siglo XVILy prineipios del XVII, una diversidad de nuevas instituciones ocialesempezaron a destacar: los cafés de Inglaterra (se decia ‘que habia mis de 2000 en Londres a principios del siglo XVID. los salones de Paris, y las sociedades de terulias de Alemania (Tisichgesellschaften) Speier. 1950). Estos sitios de reunién, en fos que la devocion a la literatura y el arte dela conversacion s¢ tenian en gran estima, legaron a convertirse ~especialmente ls salonesfranceses~ en lugares donde laautoridad de a argumen- tacin suplantd ala utoridad de un titulo, Segin Habermas, e! ‘public iustrado del siglo XVIII gané fuerza publica al consol ‘arse la burguesia y empezara aricularse una critica liberal de Estado absolutisa existent, al principio, a través de la ircula cidn de publicaciones politias y su amplia discusiin en salones ¥ cafes, El libre intereambio de informacion y critica, y el zo hamiento abierto se convirieron en los instruments de ls «afirmacién publica» en cuestiones politicas (Nathans, 1990 pig. 625), Comelineremento de una esfera publica politica act ‘a, la opinign publica emergié como una nueva forma de auto m Laon romtaca ‘dad politica, con fa cual la burguesia podia desafiar al gobier- fo absoluo, Habermas (1962/1989) destaca la caractes tarismo y raciocinio dela opinign plica durante la usiracin (igs. 36-37) Primero, ela considera como procedente del dis- curso razonado, la conversacin activa y el debate. El debate es ‘ XX sobre opinion plbica reflejan con ms caridad preocups cones socildgicas y psicolgicas, mis que politcas 0 filosof= ‘cas, Mientras que muchas de ls primeras disquisiciones sobre ‘pinion pica habian tratado principalmente sobre el proble ta filosdfico de transmutar deseos individuales e independier- tes en la voluntad del Estado, ahora los analistas vuelven, con mayor frecuencia sv ateneidn al problema de comprensin de 20 vomnson pomicn aspectos sociales y de conducta dela opinidn publica. Fl interés ‘ha vuelto hacia wlacuestion de la Tuncidn y los poderes de la ‘opinin piblica en la sociedad, los medios con los que puede ‘modificarseo controlarse,y la elativa importancia de los Facto- res emocionale intelectual en su formulacién» (Binkley, 1928, ‘pég. 393), Esta linea de investgacionllev6 al estudio dela opi- niga piblica en nuevos campos académicos:conducta colectiva ¥y psicologia socal, investigacin sobre la actitudy la opini6n, Anilisis de la propaganda, conducta politica c investigaién so- Ie los medios de comunicacién de masas Principals problemas relativos ala opaidn piblica ‘A comienz0s del siglo XX, muchos de los conceptos subya- centes y distinciones conceptuales que aparecerian en las ulti- mas publicaciones tdricas ¢investigaciones empiricas sobre la ‘opinin publica habian, de una u otra forma, salido ya ala luz (Lasswell, 1957). Aunque basada principalmente en términos ‘de debate informado y gobierno mayoritario (com un legado de a lustracin y dela teoria democritica epresenativa, res pectivamente) a expresiéa «opinidn plbica» levaba consigo, también, otros sentidas importantes. Los escrtores dela Tlus- ‘acin, a pesar de su énfasis en la razén humana y el proareso ‘de la sociedad a través dea educacidn, no dejaron de compren- ‘er los aspectos no racionales y emocionales de la opinisn pu blica. Por ejemplo, Speier (1950) refiere el esfuerzo de algunos pensidores dela Hustracién para estabecer especticulos publi- ‘ot ycelebraciones nacionales deliberadamente dirgidos acon- Segui sentimientos paridticos mais que apoyo razonado. A lo largo del siglo XVII XIX, el papel deta opinion general como valedora de tradciones y costumbres sociales, cumpliendo con la ley del uso» de Locke, no escap6 ala atencidn critica (Noe: lle-Neumann, 1984). Ciestamente, las huegas generales y los ‘motines del siglo XIX dieron a los estudiosos dela opinién qué ‘Pensa sobre el asunto de la supuesta naturaleza racional de la ‘pinin publica. Los aspectos no racionales dela eonducta pie blica fueron cuidadosameate estudiads en la altima parte del siglo XIX por eseritores que dedicaron especial atencion a la ‘conductaimitativa yal acontagiow emocional en las multitudes (or ejemplo, Tarde, 1890/1903; LeBon, 1895/1960; véase tm- ign Mackay, 1841/1956; capitulo 3) ‘PROBLEMS RISPECTO ALA OPINION PUBLICA 3 ‘Aunque, en cierta medida, la investizacién cientifica social y l andlisisfilos6fico normativo de la opinion piblica han sepui- ‘do eaminos separados desde principios del siglo XX, ain hay una importante y animada conexion entre ambos. Los descubri- mientos empiticns que ratan sobre emo se desarollay opera ia opinign publica en la sociedad no pueden por menos que ierpretarse a la luz de cémo consideramos que deberiafuncio- har la opinion publica (Berelson, 1950). Serias consideraciones te las cuestiones normativas subyacentes que conciernen a la Dpinidn publica, han continuado apareciendo alo largo de siglo XX: Lowell (1913), Lippmann (1922), Dewey (1927), Lasswell (1941), Mills (1956), Schatschneider (1960) y Ginsberg (1986), son s6io ungs pocos ejemplos de tales pensadores ara cerrareste capitulo ~yfijar una estructura alrededor de Jos conceptos cientfico-scialesy las investigaciones aplicadas de los proximos capitulos~ consideraremos brevemente alg ‘nos de los principales miedos y preocupaciones que han moti- ‘ado y sostenido la investigacion sobre la opinién publica, Por ‘mor dela simplicidad, podemos organizar esta dscusion alre- ‘dedor de cinco problemas basicos que acosan al piblico moder- no: dos flativos a su potencal superficialidad fala de compe: Tencia y falta de recursos~ y tres felativos a su potencial susceptiilidad, hacia la tirana de la mayoria, hacia la propa anda o la persuasiéa de masas,y hacia una sutil dominacién Dor parte de elites minoritaias Falta de competencia. Las reservas respecto a ia capacidad del public en general para dirigir los asunios publics datan de fantiguo, como hemos visto, al menos desde Platén, y fueron importantes durante la lustracin, Pero tl ez las criticas mas fuerte al gobierno dela opinion popular sean producto del sgle XX: Publie Opinion. de Lippmann (1922), y su secuela The Phantom Publie(1925). El principal argumento de Lippmann es ‘ucla teoria democritica pide demasiado a los ciudadanos or ‘inarios. No puede esperarse de ellos que actien como legisla ddores, que sean activos y se impliquen en todos los asuntos {importantes del momento, Parte del problema en la estimacin de Lippmann es a desatencin general del pico y su fala de interés por las cuestiones politcas. Tal como Bryce (1888) ha bia observado, elas evestiones piblicas ocupan el ercer o cuar: to lugar entre los intereses de la vida (pig. 8). Las personas invierten poco tiempo y pocaenergiaen aprender ls necesario: ‘chechos no visibles» del mundo politico. Complicando el pro 2 A oMNIGN PinLCN ‘blema aparece la forma en que las opiniones -basadas en las scimigenes que tenemos en la cabeza», como dijo Lippmann (1922, pig. 3}- se desaerollan. El conocimiento exacto de los asuntos pibicos, en os que deben basarse las opiniones sida ¢ sencillamente inalcanzable para el ciudadano ordinario. Ei ‘mundo politico queda wfuera de sualcance, desu vista y de su mente» (Lippmann, 1922, pig, 9), Los ciudadanos forman sus ideas a parti de informaciones gravemente incompletas, man- teniendo poco oningin contacto conlos hechos reales; filiran lo ue ven y oyen a través de sus propios prejuicios y temores. ‘Aunque en sociedades ms simples el gobiemo dirigido por ‘opinién publica pueda tener éxito, el mundo industrial mode zo se ha convertido en demasiado grande y complicado. «El iudadano privado de hoy dian, observé irdnicamente Lipp- ‘mann, llega a sentirse como un espectador sordo de la ditima fila, que debiera mantener su atencion fja en la trama general, ao apenas putdeonepir manner desplerion (1925p, ‘La prensa, considerada por los demécratas progresistas un instrumento para edueary formar al publica (por ejemplo, Coo- ley, 1909), sdlo contribuye a los males de la opinion publica, segin el punto de vista de Lippmann. «No es factibley, indies terminantemente «y cuando considera la naturaleza de ls no- ticias, no es ni siquiera pensable... Si se ha de confiar a los periddicos el deber de interpretar toda la vida publica de hhumanidad, seguro que fracasarin, pues estén condenados al fracaso, y en cualquier futuro continuaran fracasando» (1922, pig 362), Lippmann no fue el primero en sefialar la discepancia entre Ja imagen de la participacin pblicaen la democracia ~hered- dda de ls salones y cafés de la Epoca anterior~ y los trabajos sobre Ia opinién publica en una nacién leyslaiva moderna (vease Tocqueville 1833/1945; Bryce, 1888), pero sus escitos fueron notablespor su vigory penetracida y, especialmente, por ‘su recomendacign de una radical remodelacin de a gobernabi- Tidad democritica. Abandonando la esperanza de una opinién popular competent, Lippmann cree quela opinidn péblica mo- ‘dema no puede mejorar a menos que una organizacin inde- perdiente'yexperta,con personal de weiencias poiticas», pueda hacer «inteligibles los hechos invisibes» para quienes hubieren ‘de tomar decisiones, y «organizar la opinin publica» para la prensa (1922, pig. 32). Sofaba con una red de agencias de reco- PROBLEMS RESPECTO ALA OPINION PUBLICA 3 Icocién de informacién (una para cada gabinete federal) con fuentes de fondos independientes, cupacion garantizada y un ‘sacceso 10s hechos» sin restrcciones, para cumplir tales tareas (1922, pig 386) Fala de recursos. Criticos posteriores, aunque no en desa- ‘uerdo con cl retrato general de Lippmann sobre la opinién publica moderna, sin embargo, consideran una excepeién su “aloracion de la capacidad del publico para el gobierno demo- Critio. Con mayor insistencia, Dewey (1927) consideraba que ‘problema no era la incompetencia por parte del pablic, sino mds bien una falta de métados suficientes parala comunicacién piiblca, «Los mediosfisios y externos de recoger informa ‘ido, observ, «khan sobrepasado con mucho la fase intelectual dd investigacin y organizacion delos resultados» (pig. 180). Al tontrario que Lippmann, que consideraba que la «Gran Socie- ‘lady nunca podria convertirse en a «Gran Comunidad» que se requeria para una auténtica democracia nacional, Dewey (1927) crela que ello era realmente concebible, aunque nunca ppudiera poser todas las cualidades de-una comunidad local (pg. 211). La respuesta, en parte, es la educacion. No esmecesa- ‘gente tenga el conocimiento y la babilidad necesarios para levar a cabo investigacionessistematicas paracada asunto fencral, sugeria Dewey, Unicamente debian tener la habilidad ‘de juzgar el conocimiento proporcionado por expertos en tales ‘suntos (pie 209), Estaba de acuerdo son Lippmann sobre que las ciencias sociales desempefiarian un papel central en la co- rreceién del Estado democratico, pero Dewey peasaba en un tipo de papel may diferente. No proponia un sistema de infor- ‘macion de ato nivel sino, en su lugar, un tipo de eieneia social basada en la comunidad que difundiera su interpretaciones al piblico por medio de ingeniosis presentaciones en la prensa popular. «La necesidad esencal, en otras palabras es la mejora ‘dels métodos y condiciones de debate, discusiény persuasin. Este es e! problema del publico» (Dewey, 1927, pig. 208). En ‘una linea similar, el itlo de un capitulo det libro de Lasswell (1941) Democracy Through Public Opinion presenta el asunto de forma sucinta «La democracia necesita una nueva forma de hablar», ‘Otros han considerado también un objetivo principal el pro- porcionar recursos adecuados.al_publico. Schattschneider {(19¢0), por ejemplo, prociamaba ques en realidad hay un pro: blema con la opinion publica reside en las asunciones pretend M4 {somo romties 4as por la teoria democritica cisica (por ejemplo, la necesidad {deciudadanos omnicompetentes), no en el propio publica, «La bente es capstz de sobreviviren el mundo moderne aprendiendo Toque necesita saber y lo que no necesita saben, indicaba (pag. 137), Los ciudadanos no necesitan implicarse en todos los dets- les diarios de gobierno. Cuando es necesario, quedan envueltos 4 forma natural en el conflicto, al correr riesgo Sus asuntos ¢ Intereses. Lo que les ciudadanos nevestan, sugiere Schattsch- neider, es un sistema politica competitive con un lidertze0 fuerte, controversa y alternativasclaras (pig. 128). Otros ert 08 han establecido argumentos similares, culpando, de una u otra forma, no al piblico sino ala cdmara de representantes 0 Is oficina del editor (por ejemplo, Entman, 1989). La solucié, se ha sugerido, radica en ofrecer mejores recursos especial: ‘mente a través de los medios de comunicacién~ para que los Uutlce el piblico (Commission, 1947). Tirania de la mayoria. Un tercer problema de importancia {que concierne alos analistas de la opinién publica ese! peligro de que prevalezca una medioeridad en la opinion -el menor ‘denominador comin~creada y mantenida por la presin dela ‘mayoria. Desde otro punto de vista el peligro es que frente a amplias mayorias, los puntos de vista de minorias importantes, ‘aun siendo vilides, no puedan hacerse valer con fuera Este ‘temor lo expres6 pronto, en el siglo XIX, Tocqueville (1835) 1945), quien advrtié que en una sociedad de iguales, los indivi duos de una minoria quedarian «solos y desprotegidos» frente @ la mayoria dominante (pag, 138). A lo largo del sigio XX, el problema de la conformacin respect la opinign mayoritaria hha sido un tema persistente, en la critica socal y en las ciencias sociales (White, 1961; Allen, 1973). Noelle-Neumaan (1984) reafirmé estas preocupaciones en la investzacion sobre la opi- nin publica refiriéndose al retraimiento de a minora frente a la presién de la mayoris como «una espiral de silencion ‘Muchos analistas han advertido que el poder de la mayoria podria resultar eresentemente problemético con el tiempo. ‘«Cuanto mis tiempo haya gobermado la opinién publica», suse. ‘ia Bryce (1888), «ms absoluta ser la autoridad de la mayori menos probabil se, y mis dispuestos estarin ls politicos a preocuparse, no de formar la opinion, sino de descubriea y apresurarse a obedecer- a» (pig. 23). La respuesta al problema, proponen Bryce y otros eriticos, es la aproptada socaligacién democraticay la educa PROBLEMS RISPECTO ALA OPINION PUBLICA 35 cin (véase Lowell, 1913). Una democracia debe cultivar una \ividualidad vigorosa en sus ciudadanos para asegurar que Jos asuntos minoritarios ean apoyados adecuadamente.* ‘Susceptbilidad ala persuasion. Una cuariapreocupacién se centra en la susceptbilidad del pablico a la persuasién y, en particular, alamamicntos altamente emocionaes y no raciona- les, Esta preocupacidn parece justficada. Hasta qué punto las pelaciones emocionales forman parte de la politica es algo que puede observarse bastante combnmente (Kormhauser, 1939; Edelman, 1964). Lippmann (1925), para hablar de un modelo temprano, observé que wla consecucion de una voluntad gene- ral de entre una mullitud de deseos diferentes no es un misterio hegeliano, como muchos filésofos politicos han imaginado, sino tn arte bien conocido por ls lidees, politices y comites diri- ‘gentes. Consisteesencialmente en el uso de simbolos que unan fmociones tras haber sido separados de sus ideas» (pig. 47) El éxito de los regimenes fascistas en Europa entre las dos suerras la par que su intenso uso de los medios de comunica ‘dn, alent un temendo interés enreos cientificos sociales de ‘América por el andlisis de Ia propaganda y Ia persuasiéa. El pinico causido por la transmision de Orson Welles de La gue- tra de Tos mundes, de H.G, Wells, en 1938 (Cantril, Gaudet y Herzog, 1940) supirié que la capacidad de los medios de comu: nicacion para precipita la conducta iracional de las masas era ‘considerable, No es de extrafar que, alo largo de este siglo, I investiacidn sobre opinion publica y el interés sobre la persia sion de masis hayan ido de la mano, Desde 1927, en que Lass: ‘well publicd su influyente Propaganda Technique in the World War, hasta bien entrades los aos cincuenta, el estudio de It ‘opinign piblica y la propaganda estuvieroa muy estrechamente ‘conectados. Muchas de las primeras obras sobre este campo por ejemplo, levan la palabra wpropaganday en sus titulos (por ejemplo, Smith, Lasswell y Casey, 1946; Doob, 1948; Katz Cartwright, Eldersveld y Lee, 1954). Dominio de las elites. Aungue algunos habian temido une ‘Una de lun, somentadn por Lawel (1913), suede cuando, sn debate Sorta Una deocraca require epi ema Lowel un equliio ene ‘delamayoria rene dswnion dela doctrine a armani de mtereses, es 36 {ES OMNION PURLICA sobreabundancia de poder en manos del publico, a muchos ‘otros les preocupa que sea demasiado poco, Una quinta causa {de interés respecto a a opinidn pblica se enfoca hacia lo que Ginsberg (196) ha Hamad ala domesticacin de las creencias dela masav. Seconsiera el problema desde el punto de vista de la cteciente pasividad por parte del publico, que lo conduce, de varias maneras, a su dominio por parte del gobierno y las elites agrupadas. Mills (1956), por ejemplo, vio la sociedad americana compuesta de (res estratosjerarquicos:e! primer tuna fina capa de elites poderosas; el segundo, un grupo estanca- ‘dade fuerzaspolticas contrapuestas;y el tercero, una ampia,y ‘cada vez con menos poder, masa de ciudadanos. Lejos de dit frutar de a idealizada y libre discusi del debate democratic, Mills indicaba que la poblaciOn americana habia sid transfor- mada por los medios de comunicacién en un mercado que con- sume, mas que en un pblico que produce, ideas y opiniones (véase también Habermas, 1962/1989; Gitlin, 1978). (Oiros criticos contemporineos, que ven mecanismos dife- rentes de control de la lite (por ejemplo, Herman y Chomsk 1988), han descrto més formas de dominio. Ginsberg (1986) indica que con el advenimiento de la democracia electoral, la relacién tradicionalmente adversa entre el pueblo y el gobierno se ha suplantado por una relacidn de dependencia. Ahora las personas apoyaan voluntariamente al Estado, pues se han con- vertido en erecientemente dependientes de sus servicios. Tal ‘como lo indica l, «con el desarollo de las institucioneselecto- rales a expresion dela opinion de la masa se ha hecho menos subyersiva: cuando los iudadanos empezaron aver al gobierno ‘como una fuente de beneficios, la opin se hizo fundamental- ‘mente menos hostl hacia I auioridad central. En resumen, los regimenes occidentales convieteron la opinin de la mast, de una fuerza host, impredecible , con frecuencia, destructiva en un fendmeno menos peligroso y més triable» (pig. 58). Gins- ‘ber vela propia industria de sondeos de opinion, a pesar de sus intenciones estableidas de aumentar la voz democritica del ‘pueblo (Gallup y Rae, 1940), como parte central de este proceso de domesticacion. En lineas similares, Habermas (1962/1989) indica que los mecanismos de formacién del consenso politico en las naciones democritcas, tales como las elecciones regula res y las campaias electorales populares -aunque ciertamente aseguren una presion periddica sobre el gobierno para atsfacer lasnecesidades bisicas de la poblacién~no fomentan.y pueden PROBLEMAS RESPECTO LA OPINION PUBLICA a incluso suprimir, la argumentacén racional ola discusion po- pular de amplia extension caracteristca de una verdadera este a pablica (pags. 211-223; pero véase también Crespi, 198%, pegs. 93-130), ay otros asuntos importantes, pero estos cinco han araid de forma mas continuada la atencidn, En un nivel general, la ‘euestidn clave es si los proceses de la opinién piblica en's ‘actuacién natural son, de hecho, realmente democréticos en Sentido implicito en las primeras nociones dela Mustracion; en otras palabras, sla «erdadera> opinidn publica, ola que infl- yee la eleceidn politica (Key, 1961), estt en realidad formaca por una comunicteiin igualtaria, de arriba abajo, de los intere fe plblicos ls ideas alos politicos. Cuando volvamos a nue ta discusiin sobre el tratamiento ciemifico socal de a opin /blica, veremos no slo dim las investigadores en opinién pi- blica han aproximado sus trabajos conceptualmente sino tam bign edo han derramado, de distinta formas, neva luz sobre estas importanies cuestiones. 3. El cancepto de «piiblico» Tal vez la concepeién mas comin de «opinidn piblicw» hoy en dia la equipare a una uniéa mis 0 menos sencilla de opinions. {ndividuaes, 0 «lo que intentan medi los sondeos (. Converse, 1987, pig. S13: Childs, 1939: Minar, 1960) ‘Cuando comparamds esta nocién con las que prevalecian a principios del siglo XX, el contrastees impresionante. Los p= iban mucho ms predispuesios a Tormular ‘bpinisn piblica como wn fenémeno supraindividvaljahesenis- ‘mente coectivo 0, como setalé Cooley (1903), como «aun pro- ducto cooperativo de comunicacidne influenciaracionab (pix, 121). Aungue la existencia de los sondeos de opinién tender més tarde a individualizar el concepto ~poniéndolo estrechi- ‘menteen linea con a vision mayoriaria discutidaanteriormen- tela opinin piblica era considerada, por Io general, en les primeros afos del siglo, como una elase especial de produco Social, no como una coleceion de opiniones publicas diversas, sino como a opinién de un piblico. 40 {LA oPINI0N PUMLICA Esta tendencia a concebir Ia opinién pibica en téeminos supraindividuales era part integrante de la época. Los estudio- sos de a vida psicoldgea y social humana a comienzos del siglo XX. tanto en Europa como en América (por ejemplo, Tarde, 1890/1903; James, 1890; Baldwin, 1893; LeBon, 1895/1960; Cooley, 1902/1908), estaban claramenteintrigados por las i= portantes manifestaciones de conduta colectiva tpiicadas en ese periodo: multitudes espontineas, huelgas, manifestaciones ‘masivas y disturbios. Los analista estabanigualmentefascina- dos por el papel que los modernos medios de comunicacién especialmente la prensa~ parecian desempefar a la hora de cconfigurar y guiar la epsicologia de las masasy. Los primerot intentos de proporcionar un tratamiento cientifico social ala ‘opinion publica se presentaron sobreun tela de interés intel: tual general en endmenos tales como la conducta de las masasy las multitudes. Fl objetivo de este capitulo es revisar estos primerose inf yentes tratamientos del pli: concepeiones que idenifcaban ‘inidn publica como bastante proxima ala conductacoleti vay laenfocaban bisicamente explcando Ia naturale socio- l6gica del pabtico como un grupo estructurado imprecisa ytran- sitoriamente (véase Park, 1908/1972; Blumer, 1946; Davison, 1958; Foote y Hart, 1953). Es esencialen estos tratamientos Ia nocidn de que la opinign piblica podia observarse como parte de un proceso scioldgico més ampli, como un mecanismo & través del cual las sociedades estables se adaptan alas circuns: tancias cambiantes por medio de la discusiOn y el debate. Se presiajgualmente usa especial alencién al concepto de anunto Diblico, singularmente a la forma en que «el publico», como una entidad social en desarrollo, se forma, teSricamente, a tra- vésdel tiempo, por medio deargumentos.espontineos, la disci sin y la oposicion colectiva respecto a un asunto, Por estas ‘zones, escrito posteiores se han referido a veces asta con- ceptualizacin del piblico como un modelo discursive (Young. 10948; Bogardus, 1951; Price y Roberts, 1987; Price, 1988). ‘Aunque la estructura conceptual iene ya casi un ato, continda conformando, a veces de forma inditecta, el pensamiento actual sobre la opinién publica en una variedad de discipinas (encien- «ias poiticas, por ejemplo, véase Nimmo, 1978, pgs. 238-240; ‘Cobb y Elder, 1983, caps. Sy 6). Con st fuerte énfasisen Ia opinion publica como procedente del debate, esta formulacin socioldgica es, en muchos aspectos, CONCERTO DE srOBLICO® 4 descendiente directa de las ideas de la Hustracin det sigh XVIII, previamente comentadas. Pero la estructura analitica ‘ropuesta por Park (1904/1972) yreelaborada por Blumer (1946) Fepresent6 un avance en varios aspectos importantes Se desi ‘rollaba a partir de un interés cientifio general por comprender las relaciones sociales humanas, tratando de entender la op ‘nin publica ala luz de su significado socioléxico mis ampli! Mas importante ain, fusion ideas flosofio-politieas previss sobre la opinin publica (por ejemplo, la nocidn de que la op- nign pablica expresa la «oluntad general») con modernas preocupaciones psicoldgico-socales, formando, en consecuet- fia, un puente de unidn con lot sitimes estudios cientifice- Sociales de ls atitudesy las opiniones (capitulo 4). EL modelo ‘iscursivo de orientacion socioldgica continua vertiendo luz ‘oncepiual sobre las formas en que Ia opinidn pablia es fund ‘mentalmente comunicativa por naturaleza (Price, 1988) y nes proporciona una posiién ventajosa para supervisir las diferer tes entidades que, en la investigacién contemporines sobre ‘opinign publica, se equiparan de formas distntas con el publi 0. E1 objetivo de la ltima parte de este eaptuloesrevisar, a Tua de estas concepeiones socildgicas del piblico, et amplio ‘campo de agrupaciones colectivas -tales como elites, pibicy host, pblico atento y publico general que se invocan genera- ‘mente en la investigacion empirica de la opinién, La intencign ‘no es argumeniar @ favor 0 en contra de ninguna concepeiGn ccancreia del plico(véase Key, 1961), sino simplemente se lar las formas en que investigadores y analistascontindan en- pleando una variedad de conceptos de nivel colectivo y defini Cones operacionale al describ y analizar al publico.? 1 Evers anaitios como a de a y Blames ran de una man esacaa sel eahcmnto Je a conduct cletia como wh steams ‘ia en a snl uercana, ump ge se hs Jsarlad dependent Ione de imeeigaion sobre op pic (ease Turner) Kiln, Tsp: Ene, 1972 3 oma sii ei niacin eae se ‘oda pic prt ecm an cain tame. ‘E-unaplopubise sin na oransacion eps pdt) Pero esta alow ‘Sin del primer concepsine sols ic rico mes “ptimista que noc ag, Rey ecu guna des penpals nines tmedio ea union gue des un sbnto conte, cand & Davin (9) eomocrgltc por nsteracny auld mde odin ue peach 2 ‘A onc roimicn ‘Malttod,pablico y masas Es dtl tener en mente que las concepciones socioligicas de «piblico», originalmente, se desarrollaron junto con la nueva Ciencia psicoldgca de la multitud a finales del silo XIX y prin- cipios del XX. Moscovici (1985) indica que la totalidad de la psicologia social moderna puede seguirse a través de los intere- Ses surgidos en este periodo sobre la «masificacidn» de la socie- {dad y sus males concomitantes:cstalidosviolentos, panico ma- sivo y otras vividas indicaciones de las «transformaciones radicales> que las personas pueden experimentar en entornos colectivos (pig. 347). El rompecabezas que habia de resolverse Consistia en el hecho de cdma individuos por lo demas eviliza dos podian transformarse en multitudes coléricas 0 manifesta tes entusiastas, Esta cuestion fue analizada por LeBon (1895/ 1960) en su infuyente libro La Psychologie des Fouls, en el ‘cual buscaba sentar las bases para una ciencia dela psicologia dela maltitud. Aunque el concepto de multitud se invoca rara- mente hoy en di, alaray refleja algunas de ls caractersticas _senciales de dos concepios colectivoscontemporines: fas ma sasy el lio. La multtud. Al argumentar sobre el estudio cientiico de las multitudes, LeBon (1895/1960) observé que el ascenso de las ela ‘ses populares» en la vida politica era tal vez, el desarollo mas significativo dela sociedad moderna (pig 9. Vioa la multitud ‘como uno de los principales mecanismos con los que estas cla. ‘es, deforma crecente, presionaban para conseguir sus deman- «das, con intensificacion de la destruceién la violencia, «El derecho divino de las masasv,observ6, west a punto de reem- plazar al derecho divino de los reyes» (pg. 10), Una compren- sidn cientifica de estas multitudes, y su forma de conducts, ha ‘ria de ocupar, por esta razén, un lugar primordial en el estudio de la sociedad moderna Ley de la unidad mental de as multitudes» de LeBon, se basaba ampliamente en los descubrimientos psicoligicos del ‘momento, especialmente en las ideas de hipnosis y sugestion inconsciente. Identified tres causas bisicas dela conducta dela ‘Phe. Generdmene, menomrci lo euros para conceptual Plbico omo waa epee de asacacenimpesamente oanada 2 lt mtomal ended sce pup 13), [L.CONCEFTO DE sPUBLICO® 8 ‘moltitud, Primera, el anonimato consistenteen formar parte ‘una multtud rlaja las limitacionescivilizadas sobre los intir- tos bsicos de ls personas. Segunda, as emocionesy ls a nes se extienden répidamente por imitacién espontinea y ‘contagio» (véase también Tarde, 1890/1903). Tercera, y mis important, Ia «personalidad consciente se desvanece» bajo hy influencia de una multitud, y el individuo queda sujeto a i persuasion y la sugestion inconsciente, es deci, queda esencial- ‘mente hipnotizado por la voluntad colectiva dela mulitud (Le Bon, 1895/1960, pig. 27; Park, 1904/1972, pig. 50). Es este estado hipnético el que permite ala multitud actuaral unisone, ‘@ menudo con efectos terrorificos. Los andiisis posteriores de la conducta colectiva no compai- tieron necesariamente las terribles caracterizaciones de cen la wera de las multitudes, y la mayoria abandoné su marco ‘conceptual hipnético, Sin embargo, continuaron no menos inte- fesador por las asociaciones multitudinaras, imprecisamenie estructuradas, y las diversas funciones sociales a las que servian (por ejemplo Blumer, 1946). A desarollarse el campo de est dio de la conductacolectiva, se om6 en consideracién, no slo ‘las multitudes sino también muchas formas semejantes, talks ‘Como las modas, las mans ylos movimientes sociales. Footey Hart (1953) indicaron que diverts ipos de conducta colectivi, incluyendo fendmenos mulitudinartos, podian estar implici {dos en la formacién de la opinion pblica especialmente en sas primeros estadios, Sugiieron que los analistas sacarian prove tho dela atencion a estos procesos colectvos relativamente i- ‘Sefinidos, preparatorios o provisionales, de los cuales emergea, finalmente, los modos de acién socal mas organizados y racy rales, tales como el debate publico (pig, 309). Sin embarg>, ‘muchos conceptos del campo de a conductacolectiva, tal como Ta propia idea de multiud, no se han utlizado nunca demasit- do en estudios dela opinign publica. Alcontrario, «mulitud> haa servido principalmente comp concepto contrario al que se define como wel publica», EI pibico, El logro conceptual de Park (1904/1972) es que ccnsiderd ala multitud y al pblico como fundamentalmente ‘Similares en un aspecto clave: ambos son mecanismos de adap- lacién social y cambio, formas sociales transtoras utilizadss or grupos sociales para «transformarso» en nuevas organiza Clones, Por otra parte, el piblico y la multitud pueden serv, ‘ambos, como eaminos iniciales para la creacién de entidades “4 A oMNION PoRLCA sociales totalmente nuevas: en otras palabras, méiodos por los que personas de diferentes grupos establecidos pueden organi- arse en grupos nuevos (pig. 79). Tanto la multitud como el ‘grupo son dominados por una especie de fuerza coletiva, © voluntad general, propuso Park, pero se trata de una fuerza que alin no ha asumido el satus de norma socal clara, No pucden, fen consecuencia, considerarse na sociedad. La mulltud y el ‘pblico no son grupos formalmente organizados, sino un wsta- {0 preliminar empirico» en el proceso de formacién de un gru- po (pag. 80). Por otro lado, hay diferencias conceptuales importantes en- {re la multitud y el piblico. Park (1904/1972) sugirié que la ‘multitud esti marcada por la unidad de experiencia emocional (segin LeBon), mientras que el piblico esté marcado por la ‘oposicidn ye dscurso racional. La multitud se desarrolla como respuesta a emociones compartidas: el publico se organiza fen respuesta aun asunto, Entrar en la multitud require nica mente «la capacidad de sentir y empatizaro, mientras que unit- seal publico equiere también «la capacidad de pensar y razo- nar con otros». La conducta del publica puede, al menos parcialmente, guiarse por una campafa emocional compartida, pero «cuando el publico deja de ser ertico, se disuelve 0 se transforma en multitud» (pée. 80). El concepto de piblico como una entidad colectivaelemen- tal recibid, tl vez, el tratamiento conceptual més completo por parte de Blumer (1946), quien amplis aclaré los primitives anilisis de Park. Blumer propuso que «el término publico se tlie para referrse a un grupo de gente que a) estin enfrenta ddos por un asunto, b) se encuentran dividides en su idea de mo enfocar el asunto, yc) abordan la discusién del asunto» (nig 189; véase también Mil, 1956, pgs. 303-304, para ut definicion similar. El desacuerdo y ia discusién alrededor de un asunto conereto hacen existir a un publico. Un problema fuerza ala gente a atuar coletivamente para dar una respues- ta, pero les faltan tradiciones, normas o reglas que indiquen claramente qué tipo de accidn ha de levarse a cabo. Como la multtud, el piblico scarece de los asgos caracteristcos de una sociedad» (Blumer, 1946, pig. 189) y sus miembros no tienen Papeles de starus jos (recuérdense las nociones igualitarias pre (Blumer, 1946, pig. 185). La masa es muy dispersa geogrfi ‘mente. Esté mas imprecisamente organizada que la multitud 0 el pilblico, y sus miembros son incapaces de actuar conceriada- [Lo que une alas masas no es Ia emocisn compartida (como en Ja multitud) ni el desacuerdo 0 la discusia (como en el pi ‘lico), sino un Toco de interes comin o atencin, algo que atrac ala gente fuera de los limites desu experiencia rstringida, «El ‘objeto del interés de as masas», sugiete Blume (1946), «consis- teen atraerlaatencién de Ia gente fuera de su cultura local y su esfera vital, dirigiéndola hacia un universo més amplio, hacia reas que no estin definidas ocubierta por replas,regulaciones © expectativasy (pig 186). La atencién compartidaes un vinculo ‘inico entre los miembros de la masa; no actuan bajo la guia de ningin tipo de voluntad coletiva. Dad que son incapaces (0 n0 tienen intencibn) de comunicarse entre ellos, excepto en la forma ‘mds limitada, se ven conducidos a actuar separadamente. La ‘masa «consiste meramente en un conjuntode individucs que son diferentes, independientes, andnimos»y que actian en respuesta 8 sus propias necesidades (pigs. 186-187). Blumer present6 va- ros ejemplos de masa en la vida contempordnea: aquellos «que Se excitan ante cualquier acontecimiento nacional, los ques i {eresan por un jucio criminal que aparece en la prensa, ls que partcipan en grandes migracionesy (pig. 185). ‘Blumer sugiee tambien que laconducta de las masas devie- ne crecientemente sigificaiva en la vida industrial y moderna urbana al «haber impulsado a los individuos a alejrse de las races costumbrista y haberlos empujado a un mundo mas am: plio», junto con la ereciente movilidad, los medios de comuni ‘cin de masas la educacin (pig. 187; Kornhauser, 1959, Escarpit, 1977). Peor ain, consider al pablico como gradual: mente sobrepasado por la masa: «El eretiente desaraigo de ls ‘gente con respecto 4 la vida local, la multiplicidad de asuntor Pilblicos, la expansién de las agencias de comunicacién junto ‘con otros fictores, ha conducido a as personas a actuar cada ‘vez mis por sleccién individual, mis que participando en una discusién pablice» (pig. 196). Como resultado, sospecha Blu- mer, el publico la masa estar cada ver masentremezclados y serin mas éificiles de diferencia. LONCEPTO DE «rORLICO® a a preocupacién de Blumer fue elaborada por Mills (1956), ‘que indicé que la masa habia suplantado al piblico en la vida politica americana. Haciéndose eco de la vision ediscursiva» {del pablico, Mills observ6 que los canales de comunicacin en. tre un verdadero piblico eran abierts y estaban dispuestos a responder, permitiendo & muchas personas tanto expresar opi niones como recibirla. Basindose en la nocidn de soberania en la formacidn del piblico, propia de la Mustracin (capitulo 2), indies que as institucionesastortarias dela sociedad no pene tran en el piblico, ue es wen consecuencia, miso menos auté- ‘nomo en su funcionamiento» (pag. 304) Lamentablemente, en la estimacidn de Mills, las condiciones modernas aparecen mu cho mas favorables a la masa que a la opinién publica, por ‘uatro razones bisicas: En na masa) son muchas menos ls personas que expre san opiniones gue las qu as ein, pues lconjunto de publ ‘os se sonvierteen una colecidn absrcta de individuos que Fecibe mpresiones de los meds de comuniacia, b) Las co ‘municaciones que prevalecen est tan organizadas que es if ‘Sto imposible para un individu responder de forma inmediats ‘con ag leet) La walizicion de la opinion en ace est ontolada por ls autoridades, que organiza y controan lo anaes de tl acion.d) La masa'a0 ene autorizacion oe Ia {nsttucione; por el contra, agentes de las insiuciones auto ‘dase fncororana esa mas, reducendo cualquier autono- ‘mia que pudiera haber enlaformacén de opinin por medio de Ia discus (pig. 300, En consecuencia, seg los cdlculos de Mills, hay pocas dis cusiones piblicas auignticas en la vida politica moderna, y cual ‘Quer discusidn que tenga lugar no puede considerarse propia- mente soberana, en el sentido de que su «universo de discurso», ‘para usar la expresion de Blumer, se ha visto en gran medida Circunserito por los medios de comunicacién. Otros investiga ddores han adoptado un puntode vista mucho mas optimists con respecto ala comunicacion publica (Kate y Lazarsfeld, 1955) pero la distincidn basica conceptual entre masa y pablico sigue Siendo muy compartida (véase Graber, 1982), 48 LX OMWON FMLA as cxestionesy ls publicos La concepeién sociolosica det pblico contempla a éste ‘como una colectividad imprecisimente organizada que surge del transcurso dela discusion en torno a una cuestidn. En con- ‘taste con la masa, que se bast Gnicamente en una atencién comin hacia algin asunto y que est formada por respuestas| ‘iosincriticas formadas lejos de cualquier debate o discusicn, l piblico se distingue por una resolucin colectiva de algin problema por medio de argumentos y replicas. Una inferencia mayor de esta concepei6n, ya evidente en las abservaciones de Blumer (1946) Mills (1956), x que cl piblico discursive repre senta solo una pequefa porcién del electorado moderno (Al- ‘mond, 1950; Berelson, Lazarseld y McPhee, 1934; Rosenau, 1961; Key, 1961; Devine, 1970; Neuman, 1986). Otra impor. lant inferencia esque un pablico no es una entidad fja, Cam- bia en cuanto a su tamafo y su composicién al tiempo que Primero se identifica un asumto, se varia con la discusion, y Finalmente se resuelve (Blumer, 1946,194%; Price y Rober, 1987), Fases del desarollo. E1 modelo discursivo formulado por Park y Blumer es esencialmente desarrollista por naturale ‘mantiene que la opinion publica se forma a través de una se- cuencia de estadios (Bryce, 1888, Foote y Hart, 1953; Davison 1958)’ Segin estas incas, Foote y Hart (1953) identiican cinco fases colectivas en la formacion de la opinin piblica. La pri- ‘mera es la fase del problema, en la que alguna situacién cs consi- ‘derada problemética por una persona © grupo determinado con el tiempo se considera generalmente como tal En ese pri- mer estadio, una falta de definicioa rodea tanto al problema {como asus consecuencias, y poresta razin el public pertinente es indeterminado. Tal como sugieren Foote y Hart, apablico ¥ problema surgen juntos en el transcurso de una interaccion» (nig. 312)-Talinteraccién es rudimentaria y provisional en este 3. Isao antes de comienos de so, Boe (888, gs 25 desi la Sain de ona pis con osc de un ica dapat rtalement sir a aguls as turd entice por slog tt om Foote Hart (1953) y Davison (1988) ls reetementeonsas de ‘ta gran varedad de anpos han propuet taps eds dea ign flica que son arosimadament compares cn ae Fone y Har (1989) eri antrormente Vee, por empl. Downs (1972), Nimmo (197, ELCONCEPTODE sPUBLICOs 9 punto, porgue wa gente a menudo no sabe lo que quiere en uma Stuacide» (pag, 317). Hacia el final de la primera fase, sin en ‘argo el problema ha cristalizado en un asunto reconocido y lt gente implicada, el pblico de este asunto, tiene alguna idea de to que quiere. Pero pueden no saber ain suficientemente bien cual es fa mejor forma de conseguilo. Entonces tenemos el se undo estadio, a fase de propuesta en el que se formulan unao ‘mas lineas potenciales de accién como respuesta al problems. Denucvo, una considerable ambigihedad rodea el proseso, puss surgen y se descartan muchas ideas. Aunque mis claramente slscursiva que el primer esadio, a fase de propuesta ain impl- ‘ca walgunas de las earacterstcas de la conducta colectiva: me Vimientos a tientas, emociones efimeras, ondas esporidicas de rumores y presiones clamor desorganizado> (pig. 313). En este punto del proceso, sepin Foote y Hart, los miembros del pbl- ‘co tantcan colectivamente las dimensiones del problema y de- ferminan una o varias formas de resolvelo. ‘Acontinuacin viene la fase politica, estadio durante el cual los méritos y debilidades de las propuestasaltemnativas, que ya than sido determinadas, se debaten activamente. Es a fase mis claramente identificabie como discurso public, en la que lcs ‘miembros mas activos del publico buscan el apoyo de aquellcs| ‘menos invalucrados, intentando conseguir un consenso para ss propuestas, Los encuestadores controlan activamente Is ‘opiniones sobre cl asunto durante esta fas, y en los medios de ‘comunicacion aparecen editorialesycartas de apoyo ode oposi= ‘ign a propuesias expectficas, La fase politica, finalmente, cu ‘mina con una decision para acometer un plan especifco de ac ‘id, iniciando, en consecuencia, la jase programdtic, durante cuyo transcurso se realiza Ia aceibn aprobada. Finalmente, hay {an quinta estadio, la fase de valoracién, en el que se realizan tvaluaciones periddicas de a efectividad dela politica levadaa abo, especialmente por parte de ls minorias de no convend- dos que se formaron durante el debate public. Incluso si a politica es generalmente un éxito, sugieren Foote y Hart (1953), ‘la gente puede encontrar que Io que buscaba no era lo que ¢ ‘queria, despues de todo, que el ito ala hora de satisfacer ‘deseos previos ha dade lugar a problemas imprevisios» (pia 318), Actoresyespectadores. Ao largo de estas fases de desarroll, l publico cambia de tamafo, aumentando desde los pocos que primero se dieron cuenta del problema hasta los muchos que 50 Laonniox roatica Finalmente participaron de alguna forma en su rexolucién (Da: vison, 1958). Fl publico cambia tambien en su composicié, ampliéndose desde aquellos mis diretamente implicadosen la definicisn del asunto, los que formulan propuestas y debaten ‘sus méritos, hasta otros muchos que simplemente siguen la es ‘cena segin se desarrolla. Lippmann (1925) y Blumer (1946) ‘consideran al pablico, por naturaleza, formado esencialmente ‘por dos niveles os elementos activosy los elementos relativa ‘mente mas pasivos. Lippmann habla generalmente de acres y ‘espectadores. Los actors son aquellos que ~tanto si son func ‘narios como si son ciudadanos interesados—intentan inlur di ‘eclamente en el curso de los asuntos politicos. Se dan cuenta de los problemas, proponen soluciones, ¢ intentan persuadir los ddemds de su punto de vista. Los espectadores, por otra parte, ‘componen la audiencia de los actores,siguiendo sus acciones ‘con diversos grados de interés y actividad (Dewey, 1927: Al ‘mond, 1950; Schatischneider, 1960), Pero la distincién entre acioresy espectadores en el plbico noes definitiva,y ¢hay, con frecuencia, una mescla de los das tipos de conducta» (Lipp. ‘mann, 1935, pig. 110) Ademés, los miembros de estos dos éstatos, no claramente delimitados, eambian con cada asunto Tal como indica Lippmann, «los aciores de un determinado asunto son espectadores en otro, y los hombres pasan continua. ‘mente de uno a ot lado» (pag. 110), ‘Aunque dificil de defini con limites precsos, la distincién entre actores y espectadores es, sin embargo, importante para los analstas dela opinidn publica. Los asuntos publics surge, en gran pare, de las accionesree/procas de estos do elementos. Cuando hablamos de asuntes publicos, ns referimos general- ‘mente a cuestiones en pugna entre los actores (grupos o indivi ‘duos, dentro o fuera del gobierno) que han conseguido obtener tuna audiencia mas amplia entre los espectadores. Los asuntos pueden originarse en pequefios grupos de personas que estin en Sesacuerdo sobre alguna cuestion © que presionan para conse- uit un cambio: peo un problema o un desacuerdo no te con- vierte en una preocupacion extendida un asunto piblicohas- {que no consigue el interés y la atencion de un grupo mas amplio (Davison, 1958; Lang y Lang, 1983; Taylor, 1986). 4 Siosienota termina de ame. poimoe decir qu cond det pulicoes en el exremo musactodel espe, eladeamente aba en deta de tts (cs a decatin do llc cate connie [BL CONCEPTO DE srBLICO% st Extensidn del debate piblico. El éxito ala hora de conseguir una audiencia mayor se da en parte, y quiza principaimente, {debido a los esfuerzos concertados de los actores para hacer pblicas sus pugnas y desacuerdos. Numerosos analistas han ‘bservado que la politica consist, en gran manera, en la crea- ‘ign y supresién de asuntos: la consecucién de publico para problemas espcificos,o la defincién de problemas de tal for- ma que el publico no se forme en su entorno (Cobb y Elder, 1083, cap. 5; Taslor, 1986). Tal como indica Schattschneider, ‘lo que sucede en politica depende de la forma en que la gente te divida en facciones, partidos, upes, clases, ele» (pég. 62). Siguiendo estas lineas, las recientes investigaciones experimen: tales sugieren que altera las imagenes de los medios de comuni- ‘scion sobre os grupos sociales que componen las partes opues- {as de un determinado asunto, puede producir diferencias en la forma de responder dela audiencia (Price, 1989). Los actores tustan considerable energiaintentando presentar el conflict en {a forma que mejor convenga a sus intereses. Por otro lad, los asuntos no surgen unicamente debido al esfuerzo de los actores. «Se hacen millones de intentos»,obser- va Schatschneider (1960), «pero un asunto tiene lugar dnica- mente cuando se produce la batalla» (pig. 74). ,Por qué unos {suntos tienen éxito en conseguir una audiencia ampliay otros no? Las posibes lias de escisin politica entre el electorado fon numerous, y segin Schaltschneider, la constelacidn de po- siblesescsiones ayuda a determinar si un problema espectico “espierta Finalmente mucho interés y divide a electorado. Mu chs confictas potencales de la comunidad no consiguen con- vertirse en esuntos porque se ven desacreditados por fuertes ‘antagonismes (pig. 68), pero otros asuntos son wliclmente re- lacionables con grupos de adhesiones semejantes en la misma ddimensidn general» (pag, 74). Las propias carecterstcas de un ‘sunto, tales como su complejidad,importancia social o impli Caciones a largo termino, pueden también infuir en la probabi- lidad dequese extienda desde el cieulo de los inmediatamente interesados hacia un publico mis amplio (Cobb y Eldl, 1983) Hasta cierto punto, estas earacteristicas de un asunto pueden rmanipularse en el transcurso de un debate publico. La clave del xito politico, aruye Schatischneider, reside en las formas en ‘que ls actors definen el problema y las acciones alternativas (1960, pigs 67-70). Los primerosestadios de la formacién de ‘opinidn publica Ia fase del problema y la fase dela propuesta~ 2 Wonton remticn

You might also like