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Capfturo XI Actividades Misionales y Educativas de los Jesuitas Ignacio de Loyola. N hombre pequefio, algo cojo, que habia sido un valiente solda- do y se Hamaba Ignacio de Loyola, estaba destinado a inyectar nueva vida en Ja Cristiandad avejentada del siglo XVI en Europa. Respaldado por el Concilio de Trento (1545-1563) supo hacer renacer el valor en los Jefes de las naciones cristianas, y rodeado de los hombres que se Ie juntaron, desperté nuevamente el espititu del cristianismo, predicado en el mundo por San Pedro y San Pablo. Fue Iiigo de Loyola hijo de una noble familia en el pats de los Vascos, de la que recibié, juntamente con un acendrado catolicismo, el espiritu militar y caballeresco. Su cojera fue producida por una he- rida que sufrié en la pierna izquierda, mientras luchaba en Pamplona, y que no fue curada debidamente (Mayo de 1521). Es verdad que se le hizo una segunda y dolorosa operacién sin anestesia, tratando de acomodar bien los huesos rotos; pero no dio resultado, ¢ Ignacio hubo de cojear toda su vida. Sin duda ninguna que por ese tiempo, no sabla Iiligo nada de Martin Lutero; pero hallindose en su castillo de Loyola en cama, cu- tandose de la pierna, cayé en sus manos, por casualidad, 0 mejor, por disposicién providencial, cl libro de la Vida de Cristo, y el de las Vi- das de los Santos. Al sentirse capaz de caminar, emprendié una pere- grinacién al santuario de Nuestra Sefiora de Montserrat *, en cuyo altar * Baedeker’s Spain: “El Montserrat (‘montaiia aserrada’), el Montsagrat 0 ‘Sagrada Montafia’ de los Catalanes y el tradicional Montsalvatsch de la Edad Media, que colocaba aqui cl castillo del Santo Ciéliz, es una grandiosa masa mon- tafiosa que se levanta casi del todo aislada en la Manura catalana. Como a dos tercios de su altura se construyé el Monasterio de Montserrat, habitado por be- nedictinos”, —177— “TRIBUS IADIAS ENANGELIZADAS * DOR LOS JESUITAS LOS JESUITAS 179 dejé colgadas su espada y su daga, para retirarse en seguida a una cue- va que hay en Manresa y dedicarse a pensar. Alli compuso un librito que intitulé Ejercicios espirituales y luego, mostrando de lo que era capaz cuando algo se proponia, a pesar de sus treinta y tres afios, se metié en Ja escuela, para aprender el latin como los nifios y con ellos. Al darse cuenta de que necesitaba una formacién més sélida, mar- ché a Paris, (Febrero de 1528) y en la Sorbona comenzé otros siete afios de los bien planeados estudios que ofrecia el centro intelectual de la Europa de entonces. Conforme a la costumbre del tiempo, fue a Brujas, Amberes y aun a Londres, para reunir limosnas con que pa- garse los estudios. ‘Tal vez se habia desarrollado en la milicia su talento de jefe, pues bien pronto lo rodearon seis estudiantes seglares de la misma universi- dad, entre los cuales se hallaban Francisco Javier, noble joven navarro, y los muy inteligentes y estudiosos Lainez y Salmerén. Llevélos como maestro a través de sus Ejercicios Espirituales, que él mismo practicé en Manresa, y perfecciond después, y por fin, el 15 de Agosto de 1534 todos ellos en grupo se encaminaron a la capilla de San Dionisio, en Montmartre, cerca de la ciudad. Cuando uno de ellos, Pedro Fabro, que ya era sacerdote, celebraba la misa, los demas hicieron voto de pobreza y castidad y recibieron la Sagrada Comunién, A su debido tiempo todos ellos se fueron ordenando de sacerdotes, y el 27 de Septiembre de 1540 obtuvieron del Papa Paulo III la apro- bacién de su Sociedad, que Hamaron Compafifa de Jesis. La palabra “jesuita” en su origen fue un apodo inventado por los enemigos de Ia Compaiifa, y nunca fue usado por San Ignacio. La Compafifa de Jestis fue creciendo y vio sus filas aumentadas por jévenes de valer, procedentes de diversas naciones. Los jesuitas, como vinieron a lamarse con el tiempo, se convirtieron en los princi- pales agentes de la reforma interior de la Iglesia en toda Europa. En- tre ellos se contaba el holandés de Nimega, Pedro Canisio, que predicé més sermones y escribié més libros que nadie en su siglo (1521-1597). Cuando la Compafiia de Jestis tenfa unicamente siete sacerdotes, Ig- nacio envié a las misiones extranjeras de la India y el Japon a Fran- cisco Javier, a quien rinde este homenaje el autor Walter Scott: “El protestante més rigido y el filésofo mas indiferente no pueden negarle ni el valor y la paciencia del mértir, ni el buen sentido, la intrepidez y 180 MEXICO, TIERRA DE VOLCANES el ingenio vivo y el trato social del mejor negociador que jamés haya ido con alguna embajada temporal”. Los jesuitas van a México. México Namé la atencién de Ignacio, el cual escribié a sus her- manos de Espafia: “Enviad misioneros a México, si os los piden, y aun cuando no os los pidan”, En realidad si fueron pedidos por Don Vasco de Quiroga, primer Obispo de Michoacin, y también por el obispo franciscano de Yucatén, algo después, y por el obispo agustino sucesor de Don Vasco. Murié Sant Ignacio, y tuvo por segundo sucesor (1565) a San Fran- cisco de Borja, antiguo Virrey de Catalufia, que al quedarse viudo y con ocho hijos, en 1546, pidié ser admitido en la Compaftia de Jesis. El Consejo de Indias pidié que se enviasen jesuitas a la Nueva Espafia. y Felipe TI escribié personalmente a San Francisco de Borja, con la misma stplica. La respuesta consistié en designar al Padre Pedro Sanchez, que era doctor en Teologia y habia ensefiado en la Universidad de Alcali, como primer provincial *. Habla en México espacio para los jesuitas y mucha necesidad de sus servicios también, aun cuando ya entonces hacia cincuenta aiios que estaban trabajando alli las tres érdenes de los franciscanos, do- tninicos y agustinos, Tal época pudiera lamarse la edad de oro de las misiones. Sobresalié Fray Pedro de Gante, “el mas notable educador de por vida que tuvo México en sus principios”, como lo lama Barth. El humilde leguito murié en México en 1572 cuando ya existia la Universidad, fundada en 1551 (21 de Septiembre) y abierta el 25 de Enero de 1553. 7 La obra educativa de los jesuitas. Pero México carecia de seminarios para la formacién de sacer- dotes diocesanos, como lo mandaba el Concilio de Trento (1545-1563). tres Ordenes Mendicantes tenian dénde formar a sus miembros, los Las Lo roferente a las actividades de los Jesuitas en México, est4 tomado principalmente de La Obra de los Jesuitas Mexicanos, por Gerardo Decorme, S. 352 vols. LOS JESUITAS 181 conventos mismos; pero hacia falta sangre nueva, y también havia falta abrir escuelas secundarias para los espafioles y criollos y se necesitaban sacerdotes seculares que predicasen a los espafioles y se encargasen de sus parroquias, ya que los religiosos estaban més que ocupados con los indios. Ni siquiera eso resolvia la dificultad, porque aun los mismos indios, los que atin estaban sin doctrinar en las regiones del Norte y en ambas Californias, reclamaban atencién. Habia pues suficiente tra- bajo para los jesuitas. EI primer grupo de éstos, que llegé a México el 9 de Septiembre de 1572, constaba de ocho sacerdotes, tres escolares y cuatro hermanos coadjutores, con el Padre Pedro Sanchez, que venia como Provincial. Al Iegar a las playas mexicanas todos ellos contrajeron la fiebre ama- rilla y uno sucumbiéd el 28 de Octubre del mismo afio. Su primera casa fue un jacalito, o casucha de palos y lodo, con techo de palma. En 1575 comenzé el Provincial P. Sdnchez la construccién del Co- legio Maximo, que tenfa a cada lado una iglesia: la de la izquierda, de- dicada a San Pedro y San Pablo, para los espafioles y criollos, y la de la derecha, dedicada a San Gregorio, para los naturales. En el Colegio Méximo se daban las clases y se alojaban los profesores y poco a poco se afiadieron los Mamados “seminarios”, que eran lugares destinados a la habitacién de los alumnos internos. La fama de tener buenos maestros entre ellos, fue causa de que encontrasen los jesuitas algunos grandes bienhechores, como Don Alfonso de Villaseca, a quien se debié la fundacién del colegio arriba nombrado; si bien no fue el Gnico, pues otros muchos donaron dinero y bienes raices, de cuyos réditos se mantenia el colegio, porque en aquella época no habia bonos ni titulos de propiedad o hipotecas, como los que actualmente for- man el capital de muchos centros docentes y universidades en los Estados Unidos. Por lo que toca al nimero de alumnos, se calcula en 660 el de los que asistian al colegio en 1576. Habiendo Ilegado mas jesuitas de Espafia, se les confié el se- minario de San Nicolas en Patzcuaro, al cual asistian unos 300 alumnos en 1574, entre espafioles, tarascos, mestizos y mulatos. Como dato curioso consignaremos el del joven Pedro Caltzontzin, rey de los tarascos, que entré en la Compafifa de Jesiis, y que, siendo el Hermano Caltzontzin, murié de viruela, atendiendo a sus conciuda- danos los tarascos, en una epidemia terrible que se desaté desde Veracruz el afio de 1575 y Ilevd al sepulcro a unos ochocientos mil indios, En 1574 los jesuitas abrieron otro colegio en la lejana Oaxaca para 182 MEXICO, TIERRA DE VOLCANES completar con la ensefianza secundaria lo que ya los Padres de Santo Domingo habian comenzado a hacer en su escuela de primeras letras, y facilitar a los que lo deseaban, el hacer Ia carrera eclesidstica o alguna de las civiles. Hacia el afio de 1577 el ntimero de religiosos de la Com- paiifa era de 26 sacerdotes, 11 novicios, 8 estudiantes de la orden, y 30 hermanos coadjutores o legos. ‘Abrieron, ademés de los mencionados, otro colegio en Puebla el aiio de 1578, con la escuela elemental de San Jerénimo, y asimismo en dicho aiio y el siguiente una residencia en Vera-Cruz, ciudad que, por ser puerto de entrada tan importante, se convertia también en lugar de cita de toda clase de gentes y nacionalidades con sus vicios concomitantes, y hasta era mercado de esclavos. Los jesuitas, al establecerse allf, pretendian ali- iar un poco la suerte de los esclavos y ayudar a los marinos a poner sus conciencias en orden, antes de hacerse a la mar. Era verdaderamente un gran centro de actividad social y religiosa. La ciudad de Valladolid (hoy Morelia) *, fue escogida como sitio conveniente para abrir otro colegio en 1578; pues a dicha ciudad se tras- ladé la catedral de Patzcuaro y el seminario de San Nicolas, antes nom- brado, bien que no totalmente, porque los tarascos se opusieron a ello y a la traslacién de los restos de su Ilorado pastor Don Vasco de Qui- roga, que siguen en Patzcuaro. Mas y més jesuitas continuaban afluyendo a México. Veintitrés con el nuevo provincial, Padre Antonio de Mendoza, Hegaron en [584 y traian instrucciones del General de consagrar todo el esfuerzo posible a la conversién de los indios. Ya en 1603 el nimero de hijos de San Ignacio hab{a alcanzado la importante cifra de 345 4. Habia personas en México, aun sacerdotes, obispos y religiosos men- dicantes, para quienes los jesuitas eran demasiado lentos en arremeter con el trabajo de las misiones de indios. Ellos, en cambio, creian que era preferible proceder sobre seguro y establecerse bien antes, adqui- riendo conocimientos de las tribus que deblan evangelizar y de sus len- quas, una por una, trabajar algo entre los indios casi civilizados que habia cerca y estaban ya sometidos por los espafioles, y ademas lograr que Jos peninsulares y los criollos comenzasen por ser buenos catélicos, antes de consagrar su atencién a los indios barbaros. Sin duda consideraban menos malo el dejar algiin tiempo mas + Jerome Jaconsen, Hducational Foundations of the Jesuits in the Sixteenth Century in-New Spain. " Decorme, op. cit., 1, 42. i LOS JESUITAS 183 a los indios, ya de antiguo paganos, en sus supersticiones, que el aban- donar a medias el trabajo que ya tenian entre manos. Hallamos en el p4rrafo siguiente, del historiador Pastor, resumidas las instrucciones que de su General, San Francisco de Borja, habjan recibido los primeros jesuitas (Marzo de 1567) que vinieron a Nueva Es- pafia *: “Adondequiera que vayan los nuestros, su primer cuidado debe ser el de los cristianos que ya se han convertido. Solamente después de haber dejado eso asentado, deben dar su atencién a los que adn estan sin bautizar. Procedan gradualmente, consolidando lo que ganen, y manten- gan primeramente lo que ya esté logrado”. Por otra parte, los jesuitas habian recibido una educacién, como Ja de su fundador, en universidades, y no podian olvidar el ejemplo que aquél y sus primeros compafieros les dieran. Decorme * presenta Ja lista de veinticinco establecimientos de ensefianza secundaria y supe- rior debidos a los jesuitas en México. No siendo posible a numerosos estudiantes el frecuentar las aulas de la Unica universidad que existia, la de México, por la distancia y la dificultad de los viajes, el Papa Gregorio KV (Agosto 8 de 1621) habia concedido por diez afios a los jesuitas el derecho de conferir. grados aca- démicos a los que hubiesen estudiado siquiera cinco afios en alguno de sus colegios situados a 200 millas lo menos de dicha universidad. Decorme escribe: “Dondequiera ponian casa de asiento los je- suitas, aparecia en primer lugar la escuela de leer, escribir y contar, que solia regentear un Hermano coadjutor, pero que no se desdefiaban de aceptar los mismos padres cuando lo requeria la necesidad, Podian faltar las demés cAtedras, la escuela rara vez faltaba, Eran éstas gratuitas y populares, es decir, que se admitian lo mismo los pobres que los ricos, los indios que los negros” *. Algunos de los Hermanos coadjutores ensefiaron durante treinta 0 cuarenta afios. “Ninguna nacién —escribe Decorme— vive sin algin género de filo- sofia y el caracter de dicha filosofia determina su civilizacién o su ruina”. La filosofia subversiva de la Revolucién Francesa ha mantenido a México en estado crénico de trastorno e inestabilidad por mas de 125 afios. Tenemos ejemplos més modernos de esto en Ia filosofia del poder, que * Pastor, op. cit., XVIII, 351. * Decorate, of. cit,, I, 142. + Ibid, p. 148. 184 MEXICO, TIERRA DE VOLCANES arruiné al Japén, en la filosofia del Fascismo, que hundié, a Italia, la del Nacional-socialismo que destrozé por completo a Alemania, y to- cari a las futuras generaciones el contar los males que el Comunismo haya traido al mundo. La filosofia que los jesuitas ensefiaban, era naturalmente la catélica, expuesta por los grandes pensadores y tedlogos de su misma orden. Los jesuitas se consagran a los indios. No fue menor en importancia, como razén para hacer venir a los jesuitas a México, Ja de las misiones de infieles, y el General de la Orden, Claudio Aquaviva, insistia en que lo mds pronto posible se emprendiera esa clase de trabajos. En 1580 se fundé en Tepotzotlan una casa que con el tiempo Iegé a ser noviciado y lugar para el aprendizaje de las lenguas. En 1584 se abrié, en Tepotzotlin también, una escuela de indios, Hamada de San Martin. Cede en honor de los jesuitas de la Provincia de México el haber cristianizado, hasta el afio de 1767, a las feroces tribus de indios del Noroeste de Nueva Espafia, adonde los mismos soldados del gobierno no se atrevian a penetrar; y no sdlo como misioneros, sino como carté- grafos excelentes fueron de utilidad en sus incursiones a dichas regio- nes; citemos tan sélo a los Padres Kino y Salvatierra. Los datos que recogié Kino fueron mucho tiempo la principal fuente de informacién para los cartégrafos contemporaneos y ulteriores *. Ensefianza de la agricultura a los indios. Como dijimos antes, muchas haciendas fueron regaladas a los je- suitas para el mantenimiento de los colegios fundados por ellos. No pocas de dichas fincas eran administradas con notable maestria por los Hermanos Coadjutores. de la Orden. Willard W. Beatty, Director de Educacién, del Servicio Indigena * Hersert E. Botton, Rim of Christendom, p. 606, II. Kino Maps. | 1 | | | | | | | LOS JESUITAS 185 de los E. U. (Director of Education, United States Indian Service), recalca la necesidad de educar a Jos indios en las cosas que ya de suyo ellos hacen; pues en su opinién, para el indio californiano “la patria sig- nifica una regién rural que vive de la economia agricola... Los indios de los Estados Unidos son fundamentalmente rurales, y su cultura esté arraigada en el suelo mismo” °. En’la escuela de la reservacién indigena de California, en Pine Ridge, gencralmente todos estén de acuerdo en que no basta a las necesidades de la Reservacién la industria sola de la ganaderfa, no obstante que alli es donde dicha industria ofrece las mayores ventajas econémicas para los de la Re- servacién, Hacen falta otras actividades supletorias, y las que ya se ponen en prdctica son la horticultura en terreno regado o de sccano, pequefias empresas de ganaderia y de seleccién y adaptacién de varias plantas y 4rboles frutates. Las hortalizas o jardines han sido plantados en Ja escuela y en la poblacién. Los huertos escolares son cuidados y aprovechados por los alumnos,. y por sus padres y maestros. También se establecen orga- nizaciones agricolas de adultos en las poblaciones, de las cuales funcio- naron 45 en 1939, ocupando una extensién de 315 acres en total; 244 de ellos de regadio, y 71 de secano, con beneficio que redundé en favor de 295 familias. ~~ ‘Ultimamente habian sido descuidados los arbustos y Arboles nativos que dan frutos aprovechables; pero més recientemente, en 1938, las escuelas co- menzaron de nuevo a mostrar interés por ellos, y emprendieron la intro- duccién de variedades mejoradas y adaptadas, como las que salen de la estacion experimental del Departamento de Agricultura en Mandan. Dichas plantas son, entre otras, la ciruela salvaje, la cereza silvestre, las moras de junio, las moras de bifalo y la grosella, En la actualidad existen doscientos Arboles alrededor de las diversas escuelas diurnas, y han prendido bien, Los siete primeros que se plantaron dieron, en 1940, 125 pintas de fruta, Resul- tado de cllo ha sido el que los indios ya encuentran interés en el cultivo de los Arboles frutales y los van plantando junto a sus casas”. Es alentador el ver que el Departamento Indigena de los Estados Unidos, después de haber gastado initilmente un siglo en cosas sin sentido, est finalmente educando al indio para lo que éste trae entre manos, Mr, Beatty contintia de este modo: “Se estan dejando sin atencién muchas riquezas de los indios, como por ejemplo, en Pine Ridge, donde hay una extensién aproximada de un millén y medio de acres de pastos para el ganado, que podrian alimentar a 50,000 cabezas, y sin embar- go de ello, los indios no poseen sino unas ocho mil reses, Lo mismo Witrarp W. Beatty, The Changing Indian, pp, 126-138, 186 MEXICO, TIERRA DE VOLCANES s regiones, donde podrian tenerse cabras, cerdos y gallinas en otras pasa ae en la reservacién; pero no hay nada Los jesuitas hicieron precisamente todo eso y mucho mas por los indios que tenian-a su cuidado en el Noroeste de México, en Arizona, Baja California y Alta California, hace ya trescientos ahos. Domes- ticaron y amansaron a los indios.mas feroces y perezosos, primero cristia- nizdndolos, y luego enseiidndoles la agricultura, la ganaderta y los oficios que mejor podrian aprovechar en sus territorios de Durango, Sinaloa, Sonora, Chihuahua y California, Los jesuitas plantaron cereales, Arboles frutales, plantas de adorno y criaron suficiente ganado para mantener los pueblos de indios que iban fundando. = En 1747 escribia el Padre Jaime Bravo, uno de los primeros misio- neros y colonizadores de California: “Hay ya en nuestras reducciones, carpinteros, albafiiles, herreros, caleros, y ladrilleros, y manejan muy bien el arado. .. Las mujeres hilan algodén que se ha sembrado, y saben coser y hacer labores domésticas” *. Aunque abundante en la costa, el agua escasea mucho en la Mesa Central de México, por lo que los jesuitas construyeron presas para con- servarla, y canales y acueductos para distribuirla (siguiendo el ejemplo de los franciscanos). Trajeron ademés trapiches para moler la cafia de azicar y prensas para extraer el aceite de oliva, dejando en eso como los monuments de su industriosidad en su anhelo por mejorar la suerte de los indios. Nos Ievaria demasiado lejos el intento de describir, aun a grandes rasgos, los casi incretbles trabajos que hubieron de pasar los misioneros jesuitas en la fundacién de sus diecinueve residencias, cada una con varias mnisiones, en el Sur de California y al Noroeste de México. La Baja California. El caso del Padre Juan de Ugarte y de sus misiones de San Javier sobre la costa occidental de la peninsula de Baja California puede servir de ejemplo. Era dicho padre un hombre de corpulencia y fuerza no- tables, y posefa también conocimientos de artes y ciencias, En 1699 fundé la misién de San Javier en una regién estéril y montafiosa, por la unica razén de que alli vivia una tribu de indios, y habia lo sufi- "© [bid., p. 129. ™ Decorme, op. cit., 1, 209. lenis eidhnomncre ttc ei ec iaaienlii LOS JESUITAS 187 ciente para empezar. Los indios eran de lo més inculto y rudo. Las mujeres llevaban por todo vestido una tela colgando por delante y otra por detrés; pero los hombres no Hevaban ni eso. Haba que emprender la tremenda tarea de cambiar en hombres a esas bestias, y el mejor medio de ensefiarlos a trabajar era el de darles ejemplo. Piisose pues el Padre a hacer hoyos en la roca, los Henaba de tierra y en ella plantaba la semilla. También les dijo cémo debian hacer represas para el agua. Se le refan en sus barbas al principio, y echaban a correr; para no tra- bajar; pero su ejemplo y paciencia acabaron por conquistarlos. Mucha dificultad hallé en persuadir a esos indios de que debian cubrirse siquiera con la ropa indispensable, pero lo consiguié. Su autoridad sobre ellos era grande, y logré que asistiesen diatia- mente a la misa y al catecismo. Como no habia Arboles cerca, se veian obligados a ir hasta las montafias a buscar lefia, y un dia en que les hablaba del fuego del infierno, los indios dedujeron que seria un sitio muy bueno para vivir, porque alli no hay necesidad de ir a buscar lefia. A los principios, cuando daba sus lecciones de catecismo, se refan y se burlaban en voz alta, sobre todo un indio corpulento que se pro- ponia inquietar a los demds. El Padre Ugarte, ya por su natural rc- bustez, ya por la que habia acumulado manejando el hacha y las he- rramientas, era sin embargo mucho mas fuerte que él. Llegé un dia en que el indio se propasé mas de lo ordinario, y entonces el Padre lo toméd por los cabellos, lo sostuvo en el aire y lo zarandeé de lo lindo. Gon eso el indio quedé humilde y décil para lo de adelante. En sus treinta afios de misionero de la Baja California llevé a cabo el Padre Ugarte cosas que parecen imposibles en agricultura e irriga- cién, ademas de construir su iglesia y dos escuelas para nifios y nifias respectivamente. Pero su caso no es la excepcién, sino un ejemplo de 4s misioneros hicieron. Es asombrosa toda la historia adora y educadora de los misioneros, entre los cuales forman un triunvirato nunca sobrepujado, los nombres de los Padres Ugarte, Kino y Salvatierra *. Exploradores y misioneros. Herbert Bolton hace notar cudn dificil resulta para los que vivi mos en el siglo XX el comprender los ideales que bullian en él alma "Ibid; UH, 489-493. 188 MEXICO, TIERRA DE VOLGANES de Jos misioneros conquistadores. “Se nos hace inteligible el que un hombre emprenda la lucha contra la naturaleza salvaje, por las rique- zas que de ella espera sacar; que perfore montafias con tdneles para sacar el oro que encierran, que construya por encima o por debajo de ellas caminos de acero, para aprovechar y transportar sus tesoros; que contenga los rios con cortinas de concreto para represarlos y regar con sus aguas enormes terrenos desiertos, y que aplique la ciencia al cuidado de las plantas, para que una hierbecita que sélo daba una hoja ahora produzca dos. Todos esos varios esfuerzos encaminadds a la explotacién de las riquezas nativas de un pais, hasta convertitlo en habitable para el hombre civilizado, podemos entenderlos y nos parecen bien. Lo que resulta empero casi incomprensible para nosotros es el ideal de aquel siglo XVI que Hevé al Suroeste (de los EE. UU.) a los primeros exploradores y como avanzadas de la civilizacién europea, a los franciscanos de habitos pardos y a los jesuitas de negras sotanas” ™*. No entra en los fines de esta obra el presentar en detalle esa labor asombrosa, y habremos de contentarnos con entresacar, esquematizdn- dolos, algunos ejemplos notables, que cita el historiador Devorme ™*. Felipe II y el Padre Aquaviva, General de los jesuit:s, urgian a los jesuitas de México para que empezasen sus misiones entre los barbaros del Norte; por lo que se escogié para empezar, la regién conocida por Sinaloa, sobre la costa del Pacifico hacia el Norte. Ya habian estado alli los franciscanos, y perdido en 1564 a dos de sus mi- sioneros asesinados; pero ahora venia el Padre Gonzalo de Tapia, he- rico misionero, a Sinaloa, a donde entré en 1591. Los primeros re- sultados fueron muy alentadores: a los ocho meses él y su compajfiero habian levantado ya trece pequefias capillas de adobe y bautizado a cinco mil indios, entre nifios y adultos. El hermano Francisco de Castro iba ensefiando alegre y habilmente a los indios los diversos oficios que a sabia, como sastrerfa, carpinteria, albafiileria, horticultura y otros, y se empled en eso por espacio de 34 ajfios. También era cultura y sabi- duria la que les ensefiaba con los diez Mandamientos y las condiciones para recibir el bautismo, Pero los indios paganos de Sinaloa eran salvajes y lascivos en sus bailes y orgias; por lo cual el Padre Tapia, aun exponiéndose a las con- secuencias, tuvo que tomar una actitud firme y prohibir severamente 4) Hernert E, Bouton, The Padre on Horseback, p. 15. * Decoaae, of. cit, II. LOS JESUITAS 189 a los cristianos, incluso amenazéndolos con penas corporales, el tomar parte en semejantes desérdenes. Pronto lo pag con la vida, porque el 10 de Julio de 1594, cuando apenas contaba 33 afios, un malvado cacique a quien desagradaba la intervencién del Padre para estorbar sus maldades, Je dio muerte cruel. Claro est4 que semejante descalabro no acabé con la misién, pues otros sacerdotes continuaron Ia obra. Los indios tarahumaras ** vivian y viven aun en la vertiente oc- cidental de la Sierra Madre, por donde ésta divide a los Estados de Sonora y Chihuahua, y estaban establecidos alli desde antiguo, pues fueron anteriores a la invasién de los aztecas, El primer blanco que visité a estos indios fue el Padre Fonte, de la Compaiila de Jestis, quien los hallé enteramente salvajes y barbaros el afio de 1607, [mientras los ingleses se establecian en Norte-América en Jamestown]. Tal como muchos de ellos lo hacen todavia, los tarahumaras vivian en cuevas, y recibieron amistosamente al Padre Fonte, que pudo doctrinarlos en buen nimero. Pero poco tiempo después, la feroz tribu vecina de los tepehuanes ata- 6 a los indios tarahumaras y entre los muertos hubo que contar al P. Fonte y sus compafieros. Los mayos eran otra clase de indios, de costumbres agricolas, y que sumaban unos 30,000. Para ser su misionero se ofrecié voluntariamente el Padre Pedro Méndez, a pesar de sus setenta .afios de edad. Los mayos practicaban el aborto y dejaban abandonados a sus hijos, con la idéa de que los mas robustos sobrevivirian y serian buenos guerreros. El P. Méndez, ayudado de algunos otros, Ileg6 a bautizar 16,000 en cuatro afios, pero la mortalidad.entre ellos, principalmente de nifios, era muy elevada, a causa de las malas condiciones de higiene y de la costumbre, que no pudo extirpar del todo, de dejarlos abandonados. Los yaquis formaban un grupo dé unos 30,000 feroces indios, de alta estatura, y casi indomables, tal vez los mds duros de cuantos encon- traron los espafioles en la conquista, y se hallaban en continuas guerras con sus vecinos, incluso con los mayos. Ya lo expresaban asi sus mismos nombres, que significaban v.gr. “El que maté a cinco, o a diez”, Intré- pidos y provocativos insultaban al espafiol diciendo: “Mata, espafiol, que somos muchos”, A pesar de eso, en 1617, el Padre Pérez Rivas y sus compafieros fueron bien recibidos por los yaquis y Hevaron el cris- tianismo a su tribu durante muchos afios, En 1740, con todo, un go- * Se Maman a si mismos rardmuri, derivado de raré, pie y muri, ancho. La palabra Tarahumara es probablemente corrupcién de Rarémuri, 190 MEXICO, TIERRA DE VOLGANES pernador Hamado Pedro Perea, que odiaba a los jesuitas, promovié una sublevacién de parte de los mayos y yaquis. El jinete incansable. En 1932 el Dr. Herbert Eugene Bolton, de la Universidad de Ca- lifornia, en Berkeley, publicé un folleto de 90 paginas, que ints The Padre on Horseback, Eusebio Francisco Kino, S. J., Apostle to a e Pimas y dedicé su obrita a “todos los aren de los. eoie a trépidos”. Es también autor de un libro mas extenso sobre dict 10 sun to, jntitulado The Rim of Christendom. (La Frontera del Reino Cris- i 36 — que habia de Megar a ser “el intrépido padre jinete” se ee Eusebio y fue bautizado el 10 de Agosto de 1645, pero més oe se afiadié el nombre de Francisco, por la gran admiracién que a acia San Francisco Javier, el gran apéstol jesuita de las Indias y el Japén, muerto hacia un siglo en 1549, Su apellido Kino, parece que se ov més tarde, Segno, al sur del Terve, fue el sitio donde nacié, y pre le considerarse como de Austria o de Italia, pues la sangre de ambas : hallan mezcladas alli, en el Trentino o vecindad de Trento, territori que siempre ha sido causa de litigios entre austriacos e italianos. ini El Padre Kino entré con los jesuitas alemanes y estudid filosofia y teologia en Ingolstadt, pero descollé especialmente en ee y cartografia, lo cual le valié la invitacién a una fee que le of a ia el duque de Baviera en su universidad. El Baers de Kino a ai partir para China y, aunque tuvo una ocasién para verlo realizado, la perdié de la siguiente manera: un amigo suyo, el tirolés Kerichparer también jesuita, querfa ir a China, como Kino, y asi lo habia suplicado a los superiores. Se neseitaba, es cierto, un misionero para el Oriente, pero hacia falta asimismo otro para México. Habia, pues, que decidir quién iba a una u otra misién, y, aunque no suele hacerse entre los jesuitas, por esta vez se les permitié a ellos mismos el determinarlo. Ellos a ami- gos y prefitieron echar suertes. Kino perdid, y su amigo partié para Ia China, Bien pronto se admirg la disposicién de la Divina Providencia, que reservaba un campo distinto para el P. Eusebio Francisco, No deja de ser interesante el advertir que, mientras Kino se pre- ® Herpert E. Borrow, The Rim of Christendom, p. vii. LOS JESUITAS 191 paraba para ir a México, Joliet y el Padre Marquette hacian su famoso viaje de exploracién a lo largo del Mississippi, en 1673. Dedied el P. Kino los cinco primeros afios de su trabajo al esta- blecimiento de misiones en Baja California, tierra que pensaban enton- ces seria una isla; pues el camino por tierra desde la Alta California era todavia desconocido. El actual Estado de Sonora y el sur de Arizona fueron el campo ordinario de trabajo del P. Kino durante unos veinte afios. Llamabanse entonces Ja Pimeria Alta. El misionero, que no habia sido hecho en un molde ordinario, y cuya vista penetrante traspasaba cl horizonte, partié en Febrero de 1687 para su destino, Hombre de oracién, avizoraba desde lejos lo que pretendia lograr en sus cuatro anhelos principales: predicar el Evangelio a cuantos mis indios pudiera; encontrar cuantas més tribus de indios lograra; hacer que éstas vivieran en paz entre si, y por fin elevar su nivel de vida social, En sus numerosos viajes trazé mapas de las regiones que visitaba, y se preocupaba por saber lo que habia més allé. La primera de sus misiones recibié el nombre de Dolores, en honor de la Virgen Dolorosa, y hasta hace poco todavia se conservaban sus ruinas. Durante 25 afios se sirvié de esta misién como de centro para aquellas sus admirables expediciones. Hacia el Norte podia contar con un vasto hemisferio de mil millas, y en esa direccién fue fundando misiones, que resultaron a, su vez madres de otras nuevas, por lo que el P. Kino puede recibir el titulo de padre de ésa y de todas las demas iglesias y misiones que, por decenios y aun centurias, se levantaron en aquel dilatado territorio. Se dice a veces que los misioneros suelen quedarse en la parte mas rica de sus misiones, Eso tiene su explicacién natural en que, yendo los misioneros corto van, a los indigenias, y estando éstos, de ordinario, en los sitios mds fértiles y provistos de agua y medios de vida, aunque sean los hombres més incultos y salvajes, se deja entender que la colo- cacién de las misiones est4 como predeterminada por los mismos en cuyo favor se fundan; pero no debe sorprendernos que esos mismos lugares mejoren notablemente, gracias a los conocimientos en agricultura, ga- naderia y construccién, que aportan los misioneros. Los misioneros no pueden contentarse, en tierras atrasadas © primi- tivas, con predicar y cantar himnos a los indigenas. Han de saber ma- nejar el hacha, la pala, el martillo, la sierra y las demés herramientas. Kino era de éstos, y asi Jo describe Bolton: “Poseemos una preciosa 192 MEXICO, TIERRA DE VOLCANES descripcién de la Misién de Dolores, escrita por él mismo dos afios des- pués. Bajo su magica administracién el establecimiento se habia con- vertido en templo, en huerto, en finca ganadera y planta industrial, todo en uno. ‘Esta misién tiene su iglesia convenientemente provista de or- namentos, célices... campanas, coro, capilla, etc.; asimismo muchas reses de ganado mayor y menor, campos de cultivo, y una huerta donde se levantan cosechas diversas y frutas de Castilla, como uvas, melocoto- nes, membrillos, higos, granadas, peras y albaricoques. Tiene ademas una forja para herreros, un taller de carpinteria, acémilas de carga, molino de agua, variedad de granos y semillas y abundantes provisiones de maiz y trigo, aparte de otras cosas, y hasta manadas de caballos y mulas, todo lo cual sirve grandemente y es necesario tanto para la casa como para las expediciones que se emprenden y conquistas que se hacen, © para comprar donativos y abalorios, con los que, juntamente con la palabra de Dios, se pretende ganar las mentes y almas de los naturales El Padre Luis Velarde, que fue compajfiero durante ocho afios del P. Kino, eseribe acerca de él: “Oraba mucho, y siempre tomaba sus alimentos sin sal ni aderezos de hierbas, lo cual 16s hacia més desabri- dos. El descubrimiento de tierras y la conversién de Jas almas lo habfan purificado. No tenia mas cama que las sudaderas de su montura, a modo de colchén, y dos mantas de los indios por cubierta. Daba de limosna a los indios todo lo que tenia, y siendo misericordioso con los demas, era cruel para consigo mismo”. Poseia un admirable talento para tratar con los indios, amdndolos y siendo amado de ellos a su vez y ganando su confianza. Otros po- dian tener dificultades con los indios, mas no el P. Kino, que servia de apaciguador, cuando era menester. Por temperamento era optimista, y tal vez hizo pensar: a algunos de sus contempordneos y ain a sus superiores, que hacfa cosas raras. En realidad lo que hacia era insélito. Su energia parecia inagotable y su modo de ser siempre era el de un joven al mirar el mundo, sobre todo el mundo de sus indios, entre quienes vivia. A pesar de lo cual era hombre espiritual y aun nota- blemente asceta, El citado Dr. Bolton escribe, bajo el epigrafe “Hard Riding”, lo siguiente: “Era usual en el P. Kino el hacer a caballo un promedio de 30 6 més millas diarias, durante semanas y meses seguidos, cuando salia a misionar; y de este tiempo sélo debe descontarse el que gastaba en paradas largas para predicar, bautizar a los indios y celebrar la misa. “El lugar para encontrar al P. Kino parece que era la silla de su caballo, y no podria representarlo bien una estatua suya, si no fuese | i | ' LOS JESUITAS 193 sobre su corcel, como jinete y Caballero de la Cruz, el Padre que monta siempre”. Kino y Salvatierra ", el paciente misionero de la Baja California, eran almas semejantes, ambos ansiosos de llevar las bendiciones de la fe cristiana a los indios y de continuar explorando. En 1685, mientras Kino trabajaba con los indios de Baja California, hallé unas conchas azules, que no habia visto en ninguna otra parte, y diecisiete afios mas adelante, cerca de la unién de los Rios Gila y Colorado, los indios le regalaron otras conchas del todo iguales a aquellas azules. ;Cémo po- dian haber conseguido los indios yumas esas conchas? De seguro que habria alguna comunicacién terrestre con el Pacifico. Estuvo recapaci- tando acerca de esta teorfa por espacio de dos. afios, y acabé en 1702 por descubrir la realidad, que lend su alma de regocijo, pues, como él mismo escribié, “California no es isla sino penisla”. Como dijimos antes, la Mision de Dolores era su centro de opera- ciones, y de alli partia a visitat los 19 ranchos y misiones de que vivian ly sus indios, o bien salia para levantar iglesias, capillas, o explorar y descubrir mas almas a quienes hacer el bien apostdlico. Se calcula en 20,000 millas las que recorrié a caballo en aquella tierra sin mapas, y que visitaba él como primer hombre blanco. En el otofio de 1692 partié en compafifa de muchos indios y cincuenta mulas de carga hacia la regién de los indios sobaipuris, a quienes visitaba por primera " Decorme, op. cit., Il, 404-417. El Piadoso legado de tas Californias. En 1683, cuando las misiones jesufticas de la Baja California estaban pa- sando por dificiles circunstancias, el Padre Juan Marfa Salvatierra, S. J., sugirié que se estableciese una fundacién pecuniaria misional, que proveyese a las nece- sidades de las misiones, principalmente a las de las Californias. Muchos parti- culares, 0 grupos de individuos contribuyeron a este fondo, que para 1765 alcan- zaba la suma de 1,257,000 pesos. Dos aiios después, los jesuitas fueron expulsa- dos, pero este fondo sirvié en gran manera a los franciscanos en el establecimien- to de sus misiones de la Alta California, y a los dominicos en Ia parte norte de Ja peninsula, En 1842 el Gobierno de México confiscé el capital, aceptando pagar el 6% anual de su valor. Sin embargo, al scr cedida la Alta Califor- nia a los Estados Unidos en 1848, el Gobierno mexicano dejé de hacer los pa- gos, Este asunto pasé a ser revisado por una Comisién Mixta Americana de Reclamaciones y al Tribunal de La Haya en 1902. Véase Bravo Ucarre, Histo- ria de México, U1, 155; ibid., Compendio, p. 258;—The Catholic Encyclopedia Dictionary, p. 162—; Foreign Relations of the U. S. 1902, Appendix II, Pious Fund, 194 MEXICO, TIERRA DE VOLCANES vez en Batki o Bac. La misién que alli fundé recibié el nombre de San Javier Bac, y fue destruida después por los apaches; pero més tarde, cuando los franciscanos sustituyeron a los jesuitas, usaron la antigua iglesia hasta 1780, y levantaron Ja actual. Desde la misién de San Javier del ‘Bac se atendia entonces la de San Agustin, que hoy es Tucson, en Arizona. Las misiones mas conocidas del P. Kino eran Dolores y Magdalena, de las cuales ha desaparecido completamente la primera, debido a las revoluciones, El P. Kino, siempre a caballo, perseveré en sus ensuefios de juventud hasta el fin de su vida, y murié el 15 de Marzo de 1711, cuando, habiendo ido a Magdalena, para dedicar una capilla, se sin- tig enfermo mientras celebraba la Santa Misa, y alli mismo fallecié en Ia capilla, recostado sobre la que habla sido su cama de siempre: dos pieles de ternera por colchén y la silla de montar por almohada. Sus restos reposan en Santa Magdalena, Sonora. EL antijesuitismo. En el siglo XVIII, el “siglo de las luces”, los “filésofos”, como Diderot, D’Alembert, Voltaire, Rousseau y otros, trataron de poner una muralla de separacién entre a religién y el estado, y sofiando en cons- truir una nueva sociedad fundada en el materialismo y atefsmo, con exclusion total de la religién. Y no era eso slo: habia que acabar con Ia Iglesia por completo, Bra su tema la frase de Voltaire: “Eerasez Pinfame!” Voltaire escribja a Helvetius: “Una vez hayamos destruido a los jesuitas, haremos lo que queramos con esa infame” 1%, y ya se entiende que el ataque contra los jesuitas apuntaba, en iltimo término, a la Santa Sede y a la Iglesia misma, Por su parte, algunos de los ministros de estado de las naciones europeas fomentaban el ataque, porque con- cordaba con sus ideas acerca del poder absoluto de los reyes, y los jesuitas eran los mas adictos y habiles defensores del Papa y de la Iglesia. Pombal **, otro de los enemigos de la Compafiia de Jesés, era pri- mer ministro de la corte de José I, el débil Rey de Portugal (1750-1777), ® Martin P. Harney, The Jesuits in History, pp. 292-343; Auyrep Noves, Voltaire, p. 492. ‘Su nombre completo era Sebastian Joseph Carvalho ¢ Mello, desde 1770 Marqués de Pombal. i j | LOS JESUITAS 198 y posela notables cualidades, pero aborrecia a Ja Iglesia, y a los jesuitas en particular. ‘Tanto los jesuitas, como los franciscanos, habfan fundado pueblos © aldeas comunales, para la proteccién, cristianizacién y mejoramiento social de los indiés, Las mas conocidas eran las treinta o cuaren- ta, que con el nombre de reducciones, y en grande escala, funcio- naban en el Paraguay ®, Algunos Hamaban al conjunto de reduccio- nes El Estado Cristiano Indio. En él los jesuitas ensefiaban a los nifios, eran los ecénomos de la comunidad indigena, fomentaban las artes industrias comunes, la agricultura y ganaderia; pero hallaban no poca oposicién en los mismos espafioles colonizadores, porque éstos hubieran deseado apoderarse de los indios, para esclavizarlos, y se vefan impedi- dos por los misioneros. En 1750 Portugal y Espafia hicieron un pacto secreto, por el cual Portugal recibla de Espafia siete de las reducciones del Paraguay, en un territorio que hoy forma parte del estado de Rio Grande do Sul en el Brasil, y a consecuencia de la cesién, la poblacién de unos 30,000 indios, que habitaba las reducciones cedidas, tenia que ser trasladada a terri- torio de la corona espafiola. Pombal mandé a sus agentes con érdenes de no dejar piedra por mover para encontrar las minas de oro. Fue pesquisa inGtil; porque las minas de oro no existian, y la riqueza que se vela en las reducciones no procedia de otra fuente, sino de la agri- cultura y de la cria de ganado, que los indios habian aprendido de los jesuitas. Nunca pudo Pombal probar su grosera acusacién de que los je- suitas hubiesen acumulado el oro en sus reducciones, y hasta los mismos amigos del ministro se burlaban de sus poco agudas invenciones. Pero, con todo, la desgracia iba a caer sobré los jesuitas, como que en Enero de 1759 salié un decreto de supresién de la Compaiiia de Jestis en Portugal y sus dominios. Pombal, ademis, acusé a los jesuitas falsa- mente de haber atentado contra la vida del rey, y logré que el santo y anciano Padre Malagrida fuese estrangulado y que su cadaver fuese quemado piblicamente en Lisboa, el 12 de Septiembre de 1761. La tempestad contra los jesuitas estall6 luego en Francia. Las cau- sas remotas y generales del odio implacable contra estos religiosos, hay que buscarlas en la lucha de ideas que acabé por producir los horrores de la Revolucién Francesa en 1789. El Duque de Choiseul, que era % Reduccién, o sea “hacer aceptar un modo de vida regulatizado”, pala- bra que se aplicé a los poblados de indios convertidos. 196 MEXICO, TIERRA DE VOLCANES ministro de estado del disoluto Luis XV, y que debia su posicién a la amante del rey, Madame de Pompadour, decidié acabar con los je- suitas en Francia y sus colonias; lo cual se verificé por decreto fechado cl 6 de Agosto de 1762. Luis XV, aunque de mala gana, acabé por aprobar la supresién, el 1° de Diciembre de 1764. Tocaba ahora su turno a Espafia en la ejecucién de la parte del programa que le habjan sefialado y que Voltaire anunciara a Helvetius. Los ejemplos de Portugal y de Francia acicateaban a los amigos de Choiseul y a los discipulos de Voltaire, para no quedarse atrés y dar también el golpe. Los actores principales de esta desagradable intriga eran el Conde de Aranda, primer ministro de la corte; y los influyen- tes De Roda, Campomanes y Mofiino (conde de Florida-Blanca), con algunos mas. Carlos II, el rey de Espafia, que no era libre para seguir su propio parecer en el asunto, y que hasta habla confiado a un jesuita la educa- cién de su presunto heredero al trono, el Principe de Asturias, se aco- quind por lo que le dijeron sus ministros, y consintié en el extrafia~ miento de los jesuitas de Espafia y de todos sus dominios, y firmé el decreto el 27 de Febrero de 1767, por el cual condenaba a cerca de 6000 de sus stibditos al destierro. El infeliz monarca puso su nombre al pie de un documento que los infames politicos habian redactado con redomada malicia, y que termina diciendo, que lo que el rey hace se apoya en importantes “consideraciones que se reserva en su real pecho”. Este decreto de destierro ex informata conscientia no sélo era exorbitan- te en si mismo, sino extraordinariamente injusto, al castigar un crimen que jamés existié y al negar toda apelacién a tribunal alguno, Ademés, en la tramitacién de todo este asunto se habia guardado el mas i pe- netrable secreto. La noticia de lo que sucedia a los jesuitas en Francia y Portugal y en sus colonias, amargaba a sus hermanos de México; pero no podian éstos ni aun imaginarse la dura suerte que les amenazaba, pues, como acabamos de ver, todo se preparaba en el mas profundo secreto, y la conciencia tranquila de los jesuitas de México no les permitia ni ba- rruntar algdn movimiento hostil en contra suya, a pesar de que sabian lo que pasaba en Portugal y Francia. f Expulsién de los jesuitas de México. El Marqués, de Croix empezé a fungir como virrey de la Nueva Espafia (1766-1771), en Agosto de 1766, En su compaiiia venia Galvez ; LOS JESUITAS 197 en calidad de Visitador General. Corrian rumores de que el nuevo vi- rrey traia instrucciones de revisar la administracién de los bienes de los jesuitas y de imponerles administradores extrafios en las haciendas, con las que se mantenfan sus colegios y misiones. Pero nada mis se traslu- cié. Aunque s{ causé extrafieza, por el peligro que parecia querer evi- tarse, la actitud del virrey, quien comenz6 a organizar una milicia a modo de guardia nacional. Como un rayo en cielo sereno descargé el golpe, sin haber prece- dido la més leve premonicién, a las cuatro de la mafiana del 25 de Junio de 1767. Un peloton de soldados Iamé a las puertas de la Casa Pro- fesa de los jesuitas, contigua a su templo (Avenidas Madero ¢ Isabel la Catélica actuales), exigiendo que se les abriese inmediatamente. Reunidse a todos los miembros de la comunidad en la capilla y alli se les leyé el decreto del rey Carlos III, y se sellaron Jas puertas. La Iglesia fue saqueada por completo de vasos y ornamentos sagrados. ¢Cudl fue el crimen? Ninguno. ;Cuél la sentencia? Destierro inmedia- to de Nueva Espafia, sin mas permiso que el de sacar el breviario y a ropa que Ilevaban encima ”, Por modo del todo semejante al que se tuvo con los jesuitas de la Profesa, se hizo la notificacién del decreto en las otras casas de los jesuitas: San Andrés, el Colegio Maximo, San Ildefonso y San Grego- tio. En San Ildefonso, que, como internado que era, albergaba a mu- chos hijos de familias mexicanas, el oficial del gobierno tuvo que pedir entrada en nombre del Rey, y otorgé una demora de tres dias, para dar tiempo a que los colegiales regresasen a sus hogares, Después que se consumé el asalto y despojo de todas las casas de jesuitas en México y que sus moradores quedaron incomunicados 0 en- carcelados, se enviaron destacamentos militares a recorrer la ciudad a son de trompetas y tambores, con el fin de aterrorizar a los ciudadanos y hacerles saber el decreto del virrey por el cual se advertia a los “stbditos del gran monarca que ocupa el trono de Espajia, que estaban obliga- dos a guardar el mas obsecuente silencio y a obedecer sin replicar, y a no discutir ni manifestar su opinién acerca de un asunto de tanta tras- cendencia” **, Este fue uno de los actos despéticos de un moaarca absoluto que repercutié en el afio de 1810. Los jesuitas de Querétaro, Guanajuato, Leén, Celaya y PAtzcuaro, fueron acorralados ese mismo dia y a la misma hora, y hasta con ma- yor brutalidad, por instrucciones del fandtico José de Galvez. * Tomado principalmente de Dzcorme, of. cit., I, 439-491. * Ibid., UH, 448, | | 198 MEXICO, TIERRA DE VOLCANES En San Luis de la Paz Galvez tropezd con dificultades, porque los indios olfatearon algo de las intenciones del gobierno y se proveyeron de armas para defender a los jesuitas. Galvez se present6 con un peque- fio ejército. y después de un proceso sumario mandé ahorcar a cuatro indigenas, entre quienes se hallaba la india viuda Marfa Guatemala. Las cabezas de Jas victimas quedaron expuestas en palos a la intem- perie, para ser devoradas por las aves. En San Luis Potost la resistencia que opusieron los indios fue mu- cho mayor, y Galvez necesité de 120 soldados para dominarla; pero mientras el alcalde hacia el inventario, los indios rompieron el cordén de guardias y se echaron sobre él, gritando: j“Muera el alealde y to- dos los gachupines!” Bsta fue, tal vez, la primera vez que en Ia ciudad se escuchaba una protesta en ese tono, contra el gobierno absolutista de Espafia, protesta que los gachupines sucesores de Galvez y Croix habfan de volver a ofr otras veces, Pero los jesuitas fueron expulsa- dos, a pesar de todo, y sdlo se Ievaron la ropa puesta, su sombrero, su manteo y su breviario, Dos oficiales y setenta soldados los condujeron hasta Veracruz, por Jalapa, pero cincuenta indios pagaron con la vida cl haber querido defender a los Padres y 200 lo pagaron en Ja prisién. Mis hostil era todavia la actitud de Jos guanajuatenses, cuando Galvez Ilegé a su Capital, el 16 de Octubre de 1767. El pueblo ya estaba desde antes disgustado, y el decreto de expulsién de los Padres eché aceite sobre las brasas del descontento. Los mineros manejaban el ma- chete tan bien como el pico y la pala, y Galvez se asusté, Por eso no carece de ironia la conducta del visitador al valerse de los mismos jesuitas para calmar a la muchedumbre, indignada por el destierro; pero él tenia la fuerza de su parte, y gané. Su venganza contra los guana- juatenses dio por resultado 9 ahorcados, 200 azotados, 30 condenados a prisién perpetua, 134 encarcelados y 11 desterrados. En Patzcuaro y Valladolid (Morelia) la fidelidad de los indios y la cruel manera de llevar a efecto el decreto fueron iguales que en otras partes, Galvez entré a Valladolid el 14 de Noviembre de 1767 y en pocos dias ahorcé a trece nativos, entre los que se hallaba Pedro de Soria Villarroel, descendiente de los reyes tarascos y cabecilla de unos cien pueblos. Y de este modo los esbirros del Virrey Groix y del visitador Galvez partieron en todas direcciones, para ejecutar el real decreto de expulsién. Por miedo de entrar en algunos de los pueblos de indios, los ejecutores del decreto tuvieron que publicarlo de otras maneras, pero al fin los LOS JESUITAS 199 jesuitas comenzaron a venir de todos lados para ir recorriendo su via~ crucis, Reunidos en Veracruz, zarparon el 12 de Junio de 1767, primero hacia Cuba, y luego a Espafia e Italia. Habian venido de Parras, de Tepehuanes, de Sinaloa, de los Chinipas, de los Tarahumaras, de los mayos y yaquis de Sonora y la Pimerfa, de Baja California, de Nayarit, de Chihuahua, de Zacatecas, de Tepic, de Guadalajara y de todas aque- Ias'escuelas, escuelitas y misiones en donde habian trabajado abnegada- mente por la salvacién de las almas y el mejoramiento social de los indios, durante casi doscientos afios, Para lograr su intento el gobierno espafiol de la Nueva Espajia, encabezado por el virrey, hubo de emplear 5000 hombres armados; fue- ron ahorcadas 85 personas, 75 azotadas piblicamente, 664 encarceladas por distintos periodos de tiempo; 110 fueron desterradas y las propiedades de esas victimas confiscadas o destruidas, con ruina de sus familias. Si los enemigos jurados de los jesuitas (Aranda, Roda, Campo- manes, Floridablanca y sus ayudantes), se habian crefdo que las colonias obedecerian voluntariamente el infame decreto de expulsién, debieron de levarse una ingrata sorpresa, y el despliegue de fuerzas que tuvieron que hacer, y las sentencias de muerte o de castigo que dictaron les probé claramente cudnta era la oposicién de los nativos. Los indios se mantienen fieles a los jesuitas. No hubo un solo caso, ni entre los indios, ni entre el resto de la poblacién, que indicase resentimiento contra los Padres, sino muy al contrario, dondequiera se manifesté la adhesién leal a los jesuitas y la aversién a los ejecutores del decreto de extrafiamiento. Tales mues- tras de alta estimacién no pueden tomatse de seguro como frutos de una vida de pereza, de explotacién o de egofsmo de parte de los jesuitas. Los indios tarahumaras acompafiaron a los desterrados durante mucho trecho del camino, para demostrarles su afecto. El gobierno se alarmé ante las demostraciones de carifio que el pueblo hacia a los jesuitas a su paso, y dio érdenes a fin de que los soldados, que los con- ducian a Veracruz, hiciesen todo lo posible por no pasar a través de ciudades o pueblos. En varios casos el tratamiento que se dio a los desterrados fue inhumano, como el que recibieron los jesuitas de So- nora y Sinaloa, que recorrieron a pie los pantanos Ilenos de caimanes que hay entre Tepic y Guadalajara, y en cuyo camino veinte padres murieron. 200 MEXICO, TIERRA DE VOLCANES Harney hace notar Ia tristeza y la indignacién que se apoderé en casi todas partes de los pobres indios, y refiriéndose al Paraguay (pero lo mismo puede decirse de San Luis Potosi, S. Luis de Ja Paz y Gua- najuato) escribe: “una sola palabra de los Padres habria bastado para causar la rebelién de Ja gente, en favor de sus sacerdotes a quienes vefan no sélo como guias espirituales, sino como protectores contra la avaricia y rapacidad de los blancos.,Una rebelién asi habria requerido todos Jos recursos de Espaiia para sofocarla. Pero esa palabra no se dijo, Tranquila y valerosamente los Padres aceptaron su participacién en Ja Cruz” 3, En 1767 habia 678 jesuitas en México, y la Compajiia de Jestis posefa, ademds de la Casa Profesa, el noviciado y casa de estudios 0 Colegio Maximo, 24 colegios, 11 seminarios, 5 casas centrales de mi- sién, 102 residencias de misién y 27 haciendas, que formaban el pa- trimonio de las misiones y colegios, El territorio sobre el cual estaban esparcidos estos religiosos y sus casas tenfa 3000 millas de longitud, y suponfa las grandes dificultades de comunicacién y transporte de aquella época y de aquel montafioso pais *, Consecuencias desastrosas de la expulsion. En ningtin pais del mundo habia entonces escuelas oficiales del Estado. Cuantas escuelas habia eran, o particulares, o religiosas, Ahora bien, una buena tercera parte de los jesuitas estaban empleados en la ensefianza y los demds en la cristianizacién y civilizacién de los indige- nas y en obras sociales. Por consiguiente su perentorio destierro de México en 1767, fue un tremendo golpe a la educacién del pais, del que ni atin ahora ha terminado de rehacerse Ja nacién. Diez mil fueron los jesuitas expulsados de Portugal, Francia, Espafia y sus posesiones, y esa cifra puede dar una idea de la magnitud del dafio causado a la educacién en dichos paises y en sus colonias. Otro punto de muy graves consecuencias fue que, como muchos de los jesuitas eran hijos nacidos en la tierra, o sea, criollos, tanto los indios como las familias criollas de México se sintieron horrorizados y heridos en su corazén y en su amor propio, al ver la arbitraria y horri- ble infamia que se cometia con sus hijos, amigos o parientes. La fea palabra gachupin comenz6 a usarse mas a menudo. “El mal que Haney, op. cit., p. 317. * Decorme, of. cit.,"T, 390. LOS JESUITAS 201 cometen los hombres dura mas que sus vidas”. En 1810 Hidalgo dio el grito que proclamaba en México su independencia. Lamentable situacién de los jesuitas desterrados. gA dénde podrian ir ahora los pobres desterrados? Expulsados y proscritos, apenas comenzaban a saborear su amarga desventura. Mu- chos murieron a consecuencia de los malos tratamientos, algunos fueron encarcelados sin motivo alguno; Jos pocos que se establecieron en Cér- cega fueron de nuevo arrojados de alli, cuando la isla pasé a poder de Francia en 1768, y tuvieron que buscar asilo en otros paises, y en parte lo hallaron en los Estados Pontificios. La mayoria de los que habian salido de México se refugiaron en Bolonia, pero a los seis afios de haber salido de México ya sélo quedaban vives 397 de los 678 que formaban la provincia mexicana. Pero las cortes borbénicas, excitadas por las mismas fuerzas fani- ticas que habian logrado expulsar a los jesuitas, ahora exigian que el Papa Clemente XIII suprimiese totalmente la Compajfiia de Jests, y amenazaban al pontifice con apoderarse del territorio que le pertenecia, y atin con promover un cisma. El Papa se negé rotundamente y no se dejé intimidar. Per, a su muerte, fue elegido el 19 de Mayo de 1769, el Cardenal Ganganelli, religioso conventual, que tomé el nom- bre de Clemente XIV, y no tenfa el heroico temple de su predecesor, sino que se asusté ante las crecientes amenazas. Al cabo de’ cuatro afios de resistencia, ya debilitado, firmé el decreto que suprimia total- mente (con acto administrativo) la Compafiia de Jess, el 21 de Julio de 1773 *, La débil excusa que el Papa dio de su proceder fue la de > Para lograr el secreto, el breve pontificio de supresién no fue publicado “urbi et orbi”, sino que debia promulgarse separadamente en cada casa de la Compafiia de Jess. Federico II de Prusia y Catalina de Rusia, que estimaban en mucho a los jesuitas como maestros, prohibieron positivamente la publicacién del breve de supresién en sus dominios, y de este modo el dicho de San Bernar- do de que “un mal catélico hace més dafio que un hereje declarado”, resulté verdadero. La extrafia consecuencia fue que la Compafiia de Jesis nunca dejé completamente de existir. Harney (p. 355 y sigs.) escribe: “En 1803 los ex-jesuitas de Inglaterra y en 1805 los de los Estados Unidos trataron de obtener, y obtuvieron su afilia- cién con sus antiguos hermanos en Ja Rusia Blanca... Cuando la supresin sc hizo efectiva en América, habfa veinte ex-jesuitas trabajando en las provincias de Maryland y Pennsylvania; eran los Gnicos sacerdotes en las trece colonias de 202 MEXICO, TIERRA DE VOLCANES que “algunas veces hay que derribar un méstil, para salvar la em- barcacién”. El mismo D’Alembert se maravillé y eseribié a Federico II de Pru- sia: “Los lobos exigieron al pastor que matase a los perros guardianes del rebaiio”, Ahora acudieron el Virrey Croix y el Visitador General Galvez, a los franciscanos, que tenian un colegio misional en San Fernando (de México), para pedir a los frailes que se encargasen de la misién de California **, Pero estos religiosos, que ya tenian su propio trabajo y Inuy abundante, en parroquias, centros de educacién, etc., s6lo pu- dieron tomar una parte de Ia misién, por falta de personal. Eso dard una ligera idea de los malos efectos que la expulsién de los jesuitas produjo en Ia labor misionera, parroquial, educativa y social del Mé- xico de 1767, habla inglesa, Poco. después se les unieron dos ex-jesuitas més, que regresaban a su tierra desde Europa, Uno de éstos era el Padre John Carroll, posterior- mente primer obispo de Baltimore”, El P, Carroll no pidié su incorporacién a los Jesuitas de Rusia Blanca, Harney prosigue: “Clemente XIV murié el 22 de Septiembre de 1774, aca- bado por las enfermedades y las penas. En los trece meses que siguieron a Ja supresin, habia estado sufriendo casi continuamente de males fisicos y de una profunda depresién de espiritu”. El Papa Pio VII restablecié la Compaiia de Jesiis en todo el mundo, por Breve de 1814. * Zupnynin Enoewaror, The Missions and Missionaries of California, 1, 325.

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